"Zúpay la llevó..."
(CHACARERA Y BAGUALA ARGENTINA)
De Francisco
Alvero, EL JUGLAR ®
Del
Amor, La Paz, La Libertad Y
Los
CAMINOS MUSICALES
Cuentan que una vez
hace tiempo atrás
algo sucedió
raro por demás
sobre una mujer
no se supo más
Bella morena
más bella que el sol
no se sabe bien
bien lo que pasó
nadie la vió más
desapareció
Su madre lloró
su padre también
su joven amor
jamás comprendió
donde fue su amor
quien se la llevó
Dónde se fue mi amor?
díganme por favor
Zúpay la llevó?
o me abandonó?
Díganme, díganme
díganme por favor!
Si me abandonó
o súpai la llevó!
yo quiero saber
ya díganmelo!
Es justo saber
quien me la sacó
Ella era mi sol
y se me apagó
duele este dolor
tengan compasión
todo terminó
como cerrazón
Se quiebra mi voz
y mi corazón
por llorar su amor
por llorar su adiós
No hay explicación
Zúpay la llevó!
Mitos y Leyendas Argentinas:
"El Zupay"
Sachayoj Zupay
Mito procedente de la selva saladina de Santiago del Estero, según el cual existe un espíritu errante que cruza los campos corriendo o montando una mula negra, llevando consigo mulitas, lechiguanas y otros obsequios para quienes se atrevan a encontrarlo. Otros lo describen como un gigante de barba formada por un alga vellosa y blanquecina que protege la fauna y la flora. Su voz semeja el ruido de un hachazo. Con ella atrae a hacheros y meleros, haciendo que se pierdan para siempre en el monte. Los perros que lo persiguen jamás regresan.
El Zupay, uno de los seres malignos de nuestra mitología folklórica... En realidad es el mismo demonio. Ricardo Rojas mencionaba que el Zupay prefiere la forma humana para sus manifestaciones; "ha encarnado alguna vez en cuerpo de hermoso mancebo, apareciéndose en un rancho de la espesura para tentar a cierta mujer ingenua. Se ha mostrado otra ocasión como un gaucho rico y joven que visitó la selva en su caballo enjaezado de mágicos arreos".
El Zupay es todo lo que representa el mal, el sufrimiento, la desdicha, la maldición. En algunos sitios del Norte Argentino y sur de Bolivia es también un dios, resultando la paradoja del dios-demonio y demonio-dios.
Son diversos los lugares que habita este maligno ser, lugares de juego, de placer y de tentación. El es el que preside las reuniones de la salamanca, el que tiene como súbditos a sapos, víboras, duendes y los desdichados que le vendieron su alma a cambio de alguna gracia terrena.
El Zupay no es lo mismo, aunque existe un paralelismo con el Satanás cristiano y al Anchanchus incaico, tal nos recuerda Antonio Paleari.
Sus ardides para lograr sus objetivos son infinitos, desde parecer un ingenuo niño, hasta una tentadora mujer, así pone a disposición de los incautos y descreídos todas sus artimañas, las que terminan con un contrato firmado con tinta china y la muerte del criollo que por una mujer, cantar, bailar o dinero le entregó el único don que el hombre no debe descuidar: su alma.
Sus nombres más comunes son Diablo o Tío y se dice que vive preferentemente en las profundidades de la tierra en medio de llamas ardientes. Cuando se está por producir su aparición el olor inconfundible del azufre es una carta de presentación que apabulla al más valiente.
Antonio Paleari dice que su imagen más difundida es la de un pequeño enano de anchas espaldas y abultado vientre, calvo y si bien no es joven, tiene agilidad y cierto donaire. Su mirada es cautivante, socarrona y su sonrisa, franca y compradora. Su vestimenta es variada pero muy rica. Vive en las grutas, en los fondos de las lagunas y de los manantiales. Vaga en las minas profundas y descansa en las casas abandonadas.
También es representado como un macho cabrío, mitad carnero mitad hombre, y su mayor arma es lograr la desunión y la desesperanza
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