“La
OPERA NACIONAL Y POPULAR
Homenaje a la Gesta Peronista
del 17 de Octubre Inmortal
ATENCIÓN!!!
NO APTA PARA GORILAS.
NO APTA PARA GORILAS.
PELIGRO:
ALTO VOLTAJE DE PERONISMO REVOLUCIONARIO EXPLICITO.
OPERA ARGENTINA
NACIONAL Y POPULAR,
PERONISTA REVOLUCIONARIA
DEL 17 DE OCTUBRE "La Esperanza Sublevada"
Esta Es Nuestra Historia...
Que aun se está escribiendo...
Que aun se está escribiendo...
"PROLOGO NACIONAL Y POPULAR"
V
Asi empieza la historia, madre de otras historias
paridora de aquel tiempo de sol
como eterna canción
que resuena hasta hoy
Porque fue nuestro pueblo el creador,
del heroico y glorioso... diecisiete de amor
fuego en el corazón
diecisiete de amor
Desde la entraña de la oración
nació esta historia como no hay dos!
De cara al sol, de cara al sol!
De cara al sol
Del corazón
Y fue desde el fondo de la tierra en celo,
que un día el sol de la patria brilló
del corazón, del corazón!
Y luego él, fue quien forma le dió
y nuestra historia nació
Fue por Perón, que el pueblo salió
por sus derechos y sin temor
Fue por Perón, que el pueblo salió
por su libertad, con decisión!
Fue nuestro pueblo quien lo rescató
y aquella historia la encaminó!
La encaminó, la encaminó!
La encaminó!
Creando un movimiento de liberación!
Las mayorías populares, pasan al frente, sin temor, si señor
amasando aquel diecisiete, nuestro diecisiete de amor
Fue nuestro pueblo insurgente, quien trajo al General Perón
En el cuarenta y cinco y en los setenta, por que no, quien lo superó!
Forjamos el diecisiete, liberamos a Perón
creando de aquel instante, nuestra gran revolución
A imagen y semejanza de los sueños y el amor
desde el fondo de la tierra, nuestra historia floreció!
Y así se gestó el Peronismo
de masas obreras cara al sol, si señor
y así nació toda esta mística
mística que el pueblo no olvidó!
Haciendo nuestro destino, por nuestra liberación
contra aquella oligarquía, por gloria de mi nación
En las buenas y en las malas, jamas nunca traicionó
Jugándose su pellejo, dió la vida por Perón!!!
Porque somos apasionados,
desmesurados, por que no?
incorregibles dijo Borges,
revolucionarios, si señor
Peleando con los de abajo, por la justicia social
con redoblantes y bombos, nuestra voz se hace escuchar
Señalando a los traidores, burocracia sindical
Siempre con la patria al hombro, combatiendo al capital
Nació en las calles y en los barrios
se vino del campo a la ciudad, a luchar
Con sabor a pueblos milenarios,
ya se impuso a fuerza de verdad
Trayendo sueños heridos, cansados de tanto andar,
brazos y manos curtidas, curtidas de trabajar
desgastando amaneceres, de tanto y tanto rezar
fue forjando aquel encuentro, con su líder popular
En base a su historia, su practica y su memoria
Enfrentando golpes, avanzó sin temor
Abrazando su causa de liberación
de liberación! De liberación!
Desde abajo hacia todas partes,
desde los sindicatos hacia plaza de mayo
el pueblo surgió!
De cara al sol.
De cara al sol
Por eso habla de el, y de ella también
habla de vos y yo, si, de nosotros dos
Fuimos nosotros, de cara al sol
Que al grito de Patria y Viva Perón
Escribimos la historia de la nación
De la nación, de la nación!
Viva Perón!
Creando un movimiento de liberación!
Como ocurre siempre, fue la entraña caliente del pueblo,
flor de nuestra nación
quien primero lo entendió pues lo vivió
Después la teoría ya lo explicó!
Fuimos nosotros aquellos que parimos,
con ansias esta revolución!
Nacional y social, del corazón!
Entraña caliente del pueblo y la Nación!
No ha nacido de un libro,
aunque tuvo altísimas plumas
que escucharon y honraron su voz
Fue por Perón, que el pueblo salió
de corazón a corazón!
Fue por Perón que el pueblo salió
a defender su convicción!
Desde Scalabrini, al gran Jauretche
Hernandez Arregui, Cooke y Puigross!
Tantos y tantos como rayos del sol
Y en los setenta Rodolfo Walsh
Creando el movimiento de liberación!
Haciéndose cada más fuerte, en cada conquista social, que alcanzó!
Librando una y mil batallas, contra el desvío y la traición!
Y aunque le pusieron la traba, nunca decayó su convicción
de enfrentar al oligarca, no trastabilló en su decisión, no señor!
Las mas brillantes ideas del pensamiento nacional
enraizado a nuestra tierra, nuestra América total
Con las patas en la fuente de manera natural
Siempre con sabor a nuevo, porque siempre va por mas!
Es esa mezcla milagrosa, como el tango, sin igual, sin igual
siempre poblada de canto, de llanto y felicidad
De esperanzas recobradas, muchas veces bombardeadas
aquella vez en la Plaza, del cincuenta y cinco criminal, ay, ay, ay
Ni persecución ni exilios, no han podido ni podrán
desvirtuar nuestro camino, nacional y popular
Por la sangre derramada, que el pueblo no olvidara
jamas nunca negociada, por ella, vamo a triunfar.
de la mano de un flaco peronista, que había venido del sur!
Después del argentinazo, Argentina está de pie
obligando a los cipayos, a bajar la vista pues
Porque tenemos orgullo, de la historia que pasó
y la que se está escribiendo, como siempre cara al sol
porque tenemos memoria, somos peronistas pues
somos revolucionarios, como Evita y como el Che
Después de habernos caído, nos volvimo a levantar
del abismo menemista, triste y neo-liberal!
Confío en la militancia, nacional y popular
Y confío que en mi patria, a eso no volverá más, nunca mas!
Es parte de nuestro ADN, nacional y popular, es verdad
con sus defectos y virtudes, es argentino y nada mas
Tiene sus contradicciones, sus claroscuros también
es del pueblo y esta vivo, no lo pueden detener
Con su marcha desprolija, que jamas sera barrida...
es la esencia y es la vida, el pulso de mi nación
Por la sangre derramada, que jamas sera olvidada
liberación o dependencia, ayer, mañana y hoy
La derecha mal parida, muchas veces lo copó
cobijándose en su poncho, a su historia traicionó
Y la izquierda adormecida, lentamente despertó
comprendiendo al peronismo, eje de nuestra nación
Ayudando a su destino, de liberación total
por su clase compañeros, se hizo izquierda popular
Aportando a su conciencia, conformando la unidad
Avanzando claramente, con la solidaridad
Avanzando claramente, con la solidaridad
Ya culmina nuestra historia, viva en la memoria
Multiplicada y sembrada, como el sol
de la nueva canción
de la revolución!
Cambiaron los tiempos,
pero siempre es momento
de refrescar nuestra convicción!
nuestra decisión!
de liberación!
Libres o muertos, jamas esclavos
esa es la esencia, de este amor!
que un diecisiete de octubre
el pueblo la hizo canción
que un diecisiete de octubre
el pueblo la hizo canción
"Somos el subsuelo de
(Tango contemporáneo)
Somos el subsuelo de la Patria sublevada,
Somos la esperanza, la esperanza germinada
De esta nuestra pacha, nuestra patria soberana
Somos gente simple, que sueña, lucha y trabaja
Somos argentinos, peronistas hasta el alma!
Somos la esperanza, la esperanza postergada.
Diecisiete de octubre para siempre en la memoria
Con los pies en la fuente escribimos la otra historia
La del laburante, la del criollo y del nativo
Que fue un diecisiete que a Plaza de Mayo vino.
Y por eso somos, compañeros ante todo,
Somos argentinos, latinoAmérica somos
Somos cabecitas, federales, peronistas
Somos militantes, de Perón y de Evita!
Somos los de abajo, flor del fango y la alborada.
Cantamos a la vida y a la patria grande amada
Somos el subsuelo de la patria sublevada
somos las entrañas, las entrañas de abyayala
Somos el subsuelo de la Patria,
De esta Patria libre y soberana
Somos la esperanza germinada,
Somos esa Patria sublevada.
…Sublevada de amor, de amor y decisión!
De amor y cara al sol. Que escribe su canción, de amor.
“Somos Nosotros"
Somos aquella lanza contra el conquistador
(Canción)
(Canción)
Somos aquella lanza
Contra el conquistador
Desde Calfucura
Hasta Juan Domingo Peron
Somos, somos nosotros!
Pueblo, de Juan Perón!
Somos, descamisados,
Somos, pueblo en acción!
Somos el diecisiete de octubre
Coraje y rebelión
Somos los descamisados
De Juan Peron!
Somos
aquella lanza que resistió, siglos al conquistador
También somos Mariano Moreno con su plan de operaciones
Milicias
populares, criollas y orilleras
Que contra
los ingleses toda su vida dieran.
Somos ese
pueblo de la plaza, El pueblo de Peron y de
la revolución
Como en el
mil ochocientos diez, También mil ocho dieciséis
Somos
negros mulatos, conquistando libertad
Somos
el sable corvo en las batallas de unidad
Somos la
tacuara de la montonera federal
También la
defensa de la dignidad nacional
Somos la
barbarie la barbarie sarmientina
Y
somos el gauchaje para José Hernández,
Perseguido
siempre, como denostado
Somos el malón,
el malón originario.
(Candombe)
Somos la conciencia y paciencia de la nueva era
que en un solo canto, grita por su dignidad
por la paz y la justicia y por la libertad
por su territorio, pachamama universal
que en un solo canto, grita por su dignidad
por la paz y la justicia y por la libertad
por su territorio, pachamama universal
Somos
anarquistas, socialistas, comunistas
Que
huyendo de la guerra, tan cruel e imperialista
Fuimos
pueblo organizado en los primeros sindicatos
Joven
democracia, como radicales natos!!!
Somos
esos cabecitas negras, Que liberan a Perón
Que hacen
el 17 glorioso Estandarte de lucha y amor
Gloria y
orgullo de mi nación
Somos las
mujeres, compañeras combatientes
Que junto
a nuestra Evita nos encendimos por siempre
Con la
llama eterna del peronismo legendario
Libre,
justo y soberano. Revolucionario.
Por eso
fuimos golpeados, silenciados, torturados,
También encarcelados, perseguidos,
fusilados,
Por años
exiliados, proscriptos y hasta desaparecidos
Por ser
peronistas, peronistas combativos!!!
(Retumbo)
Fuimos
vientos de resistencia en el 55 y en los 90;
Con armas
en la mano contra la dictadura sangrienta
Defendimos
derechos conquistados con esfuerzo
Y lo
seguimos haciendo como personas del pueblo!!!
Disfrutamos
la fiesta del retorno de Perón
La
primavera camporista aunque muy poco duro
Somos esa
juventud, juventud maravillosa.
la que
sigue ardiendo, desde el pasado hasta hoy
Cuando
los militares y sus cómplices civiles
la
Patria mancillaron y la mancharon de sangre,
Fuimos los
pañuelos blancos del coraje de las Madres
Fuimos y
seremos esa claridad imborrable!
(Triunfo)
Fuimos la
pueblada del heroico 2001
Y
hoy somos esos sueños pletóricos de rumbos
Somos la
esperanza del ayer y del mañana
Por eso
cantamos con nuestra frente bien alta!!!
Somos ese
pueblo que regreso nuevamente
En
el 2003 aunque muy tímidamente
A
creer en la política y su gran fuerza de cambio
Por eso cantamos por ser felices
hermanos!!!
Somos ese fuego, inextinguible, inapagable
Ese de Moreno que arrojaron a Alta
mar
El de los 30 mil que enfrentaron
genocidas
En vuelos de la muerte y en las
desapariciones
Somos la
dignidad de los pibes,
De Maxi Y Darío Santillán
De Maxi Y Darío Santillán
Ni
siquiera esas balas asesinas
Del puente los han podido matar
Del puente los han podido matar
Y como decía nuestro gaucho Martín Fierro
El fuego que pa calentar, desde abajo
se ha de alzar
Por eso construimos nuestra
fuerza desde abajo
Somos descamisados, peronistas
revolucionarios
En los más humildes, allí anida la esperanza
De una
Patria digna. Libre, justa y soberana
Patria
peronista, montonera y socialista
Patria de
los nadies, matria de todos, eso mismo
Somos como el agua. Que fluye y nos hermana
En ese movimiento que sacude su
vertiente
Arrolla las piedras que hubiera en su
torrente
y deja pequeñitos a los gigantes de
siempre
Somos esas olas, bravas olas del mar,
Como decía
el general, que vienen y van
y aunque
nos parezca que quizá no vuelvan
Siempre están
volviendo a la marea popular
"U n d i e c i s i e t e d e O c t u b r e"
(El pueblo en montonera)
Al grito de Perón!
Gritan liberación,
Al grito de Perón! Viva Perón
Gritan liberación!
Un diecisiete de Octubre
Del año cuarenta y cinco
Ya viene, ya llega, el pueblo en montonera!
Ya viene llegando
Con sus sueños de antaño.
Se enciende mi pueblo
por la patria añorada!
Bajo una misma bandera, por la patria añorada!
libre, justa y soberana,
Sin odio ni rebancha,
se eleva su esperanza!
Al grito de Perón
Gritan liberación!
Y así se libera,Gritan liberación!
El pueblo en montonera!
Y así se libera,
Mi patria compañera!!!
Con Evita de la mano
Llegan los descamisados
Se exalta el subsuelo
De la patria sublevado.
De sur a norte sonriente
Con sus alforjas calientes
De sueños y anhelos
Que reviven de nuevo.
Reviven por cierto
Reviven por cierto
En el corazón del pueblo!
Viva, Viva Perón!!!
Gritan de corazón!
Perón se hizo presente
Aquel diecisiete,
El pueblo unido,
Jamás será vencido!
P R O L O G O Nacional Y Popular
"Así
como Tata y Mama,
Juan Domingo y Evita,
Juan Domingo y Evita,
El
General y la descamisada,
de su pueblo se enamoraron mucho mas
de su pueblo se enamoraron mucho mas
En aquel
17 de octubre inmortal
En
la histórica plaza de mayo, alegre
y triunfal
El heroico y sufrido, ahora feliz pueblo argentino
Pueblo de San Martin, Belgrano y Moreno,
y por supuesto de las montoneras federales, desde luego.
y por supuesto de las montoneras federales, desde luego.
Estalló en un mismo palpitar compañero
Unidos en una misma causa de
amor,
causa popular de liberación
causa popular de liberación
Que marcó para siempre
Un camino de sol y canción.
Un camino de sol y canción.
Primavera de la lucha y la revolución.
Resplandor del corazón.
Resplandor del corazón.
Ese
mismo camino de sol.
Hoy, eterno sendero de libertad
Hoy, eterno sendero de libertad
Es continuado, transitado y profundizado,
por voluntad popular
por voluntad popular
LAS 4 ESTACIONES PERONISTAS
Sinfonia Descamisada En Pueblo Mayor
1.
Génesis del Amor. Desde el fondo de la
historia
El pueblo argentino,
Vivía triste y melancólico
Como en un eterno tango
O desgarrado por un puñal de bagualas
Tal vez, porque en su diario trajinar
Nunca era escuchado ni respetado
Era mano de obra barata, eso si
Pero jamás un ser humano
Habiendo dado su vida,
Por la Patria y la república
Una y otra vez y sin especular
Era poco menos que un mendigo
En los ingenios del norte
En los obrajes del litoral
Ni que decir en el olvidado sur austral
O en la mismísima Buenos Aires
Gran Ciudad con mentalidad europea
Que sus orígenes negros e indios
Se quiso extirpar
Por eso a los criollos miraba mal
Se jactaba de ser el granero del mundo
Pero solo a la oligarquía alimentaba
nomas
Por eso quizás era aristócrata y
conservadora
Y hasta un poco liberal
Hasta que un día el pueblo,
Su
historia comenzó a cambiar
Porque decidió involucrarse más en ella
Y creer en su líder el General.
2. Primavera de la lucha y
la revolución.
Resplandor del corazón.
Resplandor del corazón.
Porque el invierno se convierte en
primavera
Y a la oscuridad, solo le falta la luz para cambiar
El pueblo fue capullo y flor, sangre
del arrebol
Y a su nuevo destino se encaminó.
Resplandor del corazón
Fue la sonrisa de Evita y Perón
Que si entendieron su sentir
Y a sus anhelos supieron traducir
Y fue un diecisiete de octubre
que ese capullo florecio
y fue un diecisiete de octubre
que el sol nos alumbro
Nos alumbro para siempre
resplandor del corazon
es que desde ese momento
el pueblo su tiempo protagonizo.
Y fue un diecisiete de octubre
que ese capullo florecio
y fue un diecisiete de octubre
que el sol nos alumbro
Nos alumbro para siempre
resplandor del corazon
es que desde ese momento
el pueblo su tiempo protagonizo.
3. Conquista de los Sueños y del Amor.
(El
amor todo lo cambia. Sin amor, nada es posible.)
Esta historia de amor, ayer floreció!
Amor argentino, argentino amor
Algo cambio, Algo nos enseñó
Realmente cambio, realmente nos enseño.
Que la victoria se conquista entre todos, de a poco
que la esperanza no se espera
que la esperanza no se espera
Que los sueños son colectivos, como el
amor
y hay que hacerlos carne en la accion.
y hay que hacerlos carne en la accion.
Que hay que arriesgarse,
que hay que jugarse, que hay que subirse
para que poder llegar a destino.
Y manejar bien por el camino.
Que hubiese sido del pueblo sin Peron?
Pero mucho mas que eso
que
hubiese sido de Peron sin su pueblo?
Acaso nada, acaso poco tal vez
Como una historia de amor
Colectivo e individual
Totalmente causal
Así fue, porque tenia que ser
Y dependió de ambos
como depende de todos
y cada uno de nosotros
compañeros de lucha.
Y dependió de ambos
como depende de todos
y cada uno de nosotros
compañeros de lucha.
Así es el peronismo, como el amor
que no se puede explicar
porque es sentimiento puro
es delirio y pasión, nada mas.
4. Defensa de los Sueños y el Amor.
Defensa del
amor.
Esencia
popular
Nada ni nadie
la vencerá
Ni el olvido, ni la distancia podrá.
Pureza sin
edad,
De pueblo y
de nación.
De campo y de
ciudad.
De mito
y realidad.
De Pampa y
arrabal.
De sueños en
la acción.
Adentro
nuestro esta
Por
siempre vivirá!
Defensa de los sueños y el amor
Que ni la noche oscura podra borrar
Ni las bombas mas atroces
Ni la persecución por igual
Somos pueblo y no nos van a acallar jamás
Cuanto mas empinada la montaña
Mas coraje surge para avanzar
Hasta la victoria final
5. GOLPE AL CORAZON DEL PUEBLO ARGENTINO. "LA FUSILADORA"
“A LA FUERZA POPULAR ORGANIZADA
Contra la fuerza brutal de la anti patria”
A la fuerza brutal de la anti patria
Le opondremos nuestra fuerza popular
Organizada por los trabajadores
El pueblo unido, unido de verdad
Como enseñó la compañera Evita!
Así lo siente la masa popular
Dar la pelea, adonde haga falta
De cara al sol, siempre hasta el final!
Porque la patria no se vende
La patria se defiende
Ni un paso atrás!!!
Aunque pal gorila, esto no sea igual
Para nuestro pueblo es sencillo nomas!
Esa es la verdad!
Conocemos sus golpes,
Duros o blandos,
Fascistas igual!
Aunque cambien sus rostros
Sus colmillos seguirán
Apuntando hacia el pueblo
Y su voluntad!
Esa es la verdad!
No nos callaremos jamás!
De pie por nuestra dignidad!
Ni nos quedaremos de brazos cruzados
Pondremos el hombro, el pecho y las manos!
Esa es la verdad!
Como en el dos mil uno
O en los 90, viva la unidad
Y aunque los golpes un poco haya cambiado
Hoy, son económicos y hasta mediáticos
Debemos luchar!
No nos asustan sus pronósticos
Llenos de odio y mezquindad
Ayer, oscuras bombas en Plaza de Mayo,
Hoy monopolios siguen bombardeando
Esa es la verdad
Nuestra fuerza siempre vencerá
A su gran mentira voraz!
Libres o muertos, pero jamás esclavos
El pueblo unido seguirá peleando
Hasta el final.
Esa es la verdad!
Esa es la verdad!
“En la Argentina de Perón y Evita.”
Chacarera.
En la Argentina de Perón
De Perón, Perón y Evita,
Los únicos privilegiados
Son los niños, si señor!
En la Argentina
De Evita y Perón
Los privilegiados
Niños son!
Y como dijo Jhon Willian Cooke
El peronismo es el hecho maldito del país burgues!
Como Cooke bien lo dijera
Sin duda el peronismo es
El hecho maldito,
Del país burgués.
En la Argentina
De Evita y Perón
Los únicos privilegiados
Son los niños, si señor!
En la Argentina de Perón
De Perón y de Evita,
Los únicos privilegiados
Son y serán nuestros niños!
Como Cooke bien lo dijera
Sin duda el peronismo es
El hecho maldito,
Del país burgués.
Verdad indiscutida,
Para muchos incomodísima,
Profunda de nuestro pueblo
Quien quiera oír que oiga
Para la mentira combatir
De las bombas apátridas
Hay que luchar por la verdad
Con coraje y nada más!
Sera revolucionario
O sino no será nada
Desde su mismo origen
hasta el fin de la alborada
Salarios, vacaciones, aguinaldo,
Justicia social anhelada
Miles de niños felices
Lejos del hambre y la miseria.
El general lo advirtió
Y debemos recordarlo
El dos mil nos encontró
Unidos o dominados
Por eso soy peronista
Como no serlo mi hermano?
Y hoy más que nunca lo grito
Junto al pueblo latinoamericano!
La pelea continua
Ayer como hoy, sin igual
Contra todo monopolio
Combatiendo al capital
Cantemos ya compañeros
Por la segunda independencia
La patria grande unida
Libre, justa y soberana.
Formar ese nuevo argentino,
Solidario y emprendedor
Hombre nuevo diría Guevara
Argentino nuevo, Perón.
En cada niño, está el hombre
el ciudadano y el constructor
Del hoy y el mañana glorioso
Para el pueblo y la nación.
La única verdad es la realidad
Y ella emerge sin dudar
Para luchar por una ARGENTINA
SOCIALMENTE JUSTA,
ECONÓMICAMENTE LIBRE,
POLÍTICAMENTE SOBERANA.
Desde el fondo de la
historia
Esa entraña caliente se
alzara!!!
Con la memoria incandescente
Del 17 inmortal
Perón, Evita, la patria socialista
Amor de pueblo, una
historia argentina
Ayer y hoy, siempre
combativa
Ayer y hoy, lo mejor de
la vida.
Fusiles, machetes, por otro
diecisiete
Cantábamos en los setenta
Y aunque esa gesta no se
repita
Vendrán como vinieron,
otras más!
Clasistas y combativos en
el Cordobazo
Puño en alto en el Tucumanazo,
Mendozazo y rosariazo
Y por supuesto en el
argentinazo!
Y a nivel latinoamericano,
Por la segunda
independencia
Ayer y hoy, hermanados
En la causa popular
Somos el Caracazo en
Venezuela
El Andahuaylazo y Baguazo
en Perú
Y tantos, tantos más!!!
Subsuelos de la patria sublevada
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¿Por qué elegir al Compañero Presidente Jorge TAIANA?
P R O P U E S T A
P O L Í T I C A
PARA ESCRIBIR
EL SEGUNDO
TOMO
PROFUNDIZAR PARA CONSOLIDAR TODO LO LOGRADO
POR COHERENCIA, COMPROMISO Y TRAYECTORIA
INTEGRACIÓN REGIONAL
- MÁS DERECHOS SOCIALES
- CONSOLIDAR TEJIDO INDUSTRIAL
- MINISTERIO DE LA MUJER MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE MINISTERIO DE LA ECONOMÍA POPULAR
DESMONOPOLIZAR
DESCONCENTRAR
NACIONALIZAR
DEMOCRATIZAR Y ARGENTINIZAR
- PRODUCCIÓN ECONÓMICA
- REFORMA TRIBUTARIA
APOYO A LA ECONOMÍA POPULAR
- FOMENTO DE LA CULTURA POPULAR
LEY DE INVERSIÓN EXTRANJERA
- LEY DE SERVICIOS FINANCIEROS
- REFORMA CONSTITUCIONAL
- PARTICIPACIÓN POPULAR
---------------------------------------------------
El mismo subsuelo de la Patria... otras veces sublevado
Se conoce como Cordobazo a un movimiento de protesta de ribetes insurreccionales, ocurrido el 29 de mayo de 1969, en la por entonces industrializada ciudad de Córdoba, Argentina, capital de la provincia del mismo nombre. Dicho acontecimiento inició la retirada de la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. |
NOTAS EN ESTA SECCIONCrónica del Cordobazo, por Rodolfo Walsh | Algunas precisones sobre el clasismo en los 70 | Córdoba insurgente | Reportaje a J. Cabelles, por L. BruchsteinTosco y el cordobazo | El cordobazo movilizó a los trabajadores en salud mental | Algunas reflexiones | Una rebelión popular | La conspiración de los iguales
La hora de la acción directa | Luis Saavedra - El viborazo
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Diccionario de los 70 | Dossier Agustín Tosco, editado por La Fogata | Abel Bohoslavsky - Exposición sobre el CordobazoAna Ramírez/Aníbal Viguera - La protesta social en Argentina entre los 70 y los 90 | Beba Balvé - Acerca de la cuestión obrera 1969-1975
Rodolfo Laufer - Perdriel, clasismo y cordobazo
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Diccionario de los 70 | Dossier Agustín Tosco, editado por La Fogata | Abel Bohoslavsky - Exposición sobre el CordobazoAna Ramírez/Aníbal Viguera - La protesta social en Argentina entre los 70 y los 90 | Beba Balvé - Acerca de la cuestión obrera 1969-1975
Rodolfo Laufer - Perdriel, clasismo y cordobazo
Cordobazo
Por Rodolfo Walsh*
Trabajadores metalúrgicos, del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 16 de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencias de empresas.
Los obreros mecánicos realizaban una asamblea y son reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo.
Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin números de derechos, la vergüenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y los centros vecinales se suman.
Se paraliza totalmente la ciudad el 16 de mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El gobierno reprime.
En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral. Se dispone el cierre de la Universidad.
Todas las organizaciones estudiantiles protestan. Se preparan actos y manifestaciones. Se trabaja en común acuerdo con la CGT.
El día 18 es asesinado en Rosario, el estudiante Adolfo Ramón Bello. Se realiza con estudiantes, obreros y sacerdotes tercermundistas una marcha de silencio en homenaje a los caídos.
El 23 de Mayo es ocupado el Barrio Clínicas por los estudiantes y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.
El 26 de Mayo el movimiento obrero de Córdoba resuelve un paro general de las actividades de 37 horas a partir de las 11 horas, para el 29 de Mayo, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta.
Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de la CGT. Los estudiantes organizan y los obreros también. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad los días previos.
El 29 de Mayo amanece tenso. Los trabajadores de luz y fuerza son atacados con bombas de gases a la altura de Rioja y Gral. Paz. Una vez más la represión está marcha.
Por Rodolfo Walsh*
Trabajadores metalúrgicos, del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 16 de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencias de empresas.
Los obreros mecánicos realizaban una asamblea y son reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo.
Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin números de derechos, la vergüenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y los centros vecinales se suman.
Se paraliza totalmente la ciudad el 16 de mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El gobierno reprime.
En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral. Se dispone el cierre de la Universidad.
Todas las organizaciones estudiantiles protestan. Se preparan actos y manifestaciones. Se trabaja en común acuerdo con la CGT.
El día 18 es asesinado en Rosario, el estudiante Adolfo Ramón Bello. Se realiza con estudiantes, obreros y sacerdotes tercermundistas una marcha de silencio en homenaje a los caídos.
El 23 de Mayo es ocupado el Barrio Clínicas por los estudiantes y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.
El 26 de Mayo el movimiento obrero de Córdoba resuelve un paro general de las actividades de 37 horas a partir de las 11 horas, para el 29 de Mayo, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta.
Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de la CGT. Los estudiantes organizan y los obreros también. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad los días previos.
El 29 de Mayo amanece tenso. Los trabajadores de luz y fuerza son atacados con bombas de gases a la altura de Rioja y Gral. Paz. Una vez más la represión está marcha.
Las columnas de los trabajadores de las fábricas automotrices llegan a la ciudad y son atacados. El comercio cierra sus puertas y la gente inunda las calles.
Corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación.
Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantes que luchan enardecidas. El apoyo total de la población.
Corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación.
Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantes que luchan enardecidas. El apoyo total de la población.
Es la toma de conciencia contra tantas prohibiciones. Nada de tutelas ni usurpadores del poder, ni de cómplices participacionistas.
El saldo de la batalla de Córdoba, "El Cordobazo", es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su hermano.
"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo..."
* Extraído de “Periódico de la CGT de los Argentinos”. Colección Completa. Números 1 al 55. Mayo 1968 – Febrero 1970. www.cgtargentinos.org
El saldo de la batalla de Córdoba, "El Cordobazo", es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su hermano.
"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo..."
* Extraído de “Periódico de la CGT de los Argentinos”. Colección Completa. Números 1 al 55. Mayo 1968 – Febrero 1970. www.cgtargentinos.org
Algunas precisiones sobre el clasismo en los setenta
Por Edgardo Fontana (Camba)
El lunes 5 de octubre Beatriz Sarlo escribió un artículo de opinión en el diario La Nación, titulado "Piquetes buenos, piquetes malos". Allí la otrora intelectual orgánica al maoísmo argentino, hoy columnista de las principales empresas mediáticas del país, realiza una intervención para el asombro. Su intención es ligar el actual conflicto en Kraft con las luchas desplegadas por el sindicato de los mecánicos cordobeses a comienzos de los años setenta, para así esbozar dos hipótesis críticas: por un lado cuestionar el discurso macartista de la dirigencia de la CGT y por el otro denunciar al setentismo kirchnerista, porque sus invocaciones al pasado se refieren únicamente a la "gloriosa JP".
Lo llamativo es que Sarlo reproduce cada una de las operaciones que cuestiona, confirmando así una manera de referirse a la historia que nos incomoda muchísimo, por cómo mutila y empobrece procesos que fueron complejos y permanecen abiertos a múltiples interpretaciones. A este historicismo voraz le interesa hallar apoyaturas prestigiosas para argumentaciones políticas, que no hacen sino realimentar los estereotipos más tradicionales. El siguiente relato intenta aportar una versión apenas más matizada sobre aquellos acontecimientos, pero que tal vez alcance para desarmar algunas nociones especialmente pueriles.
Por ejemplo, la autora no menciona que entre el clasismo y las expresiones del peronismo revolucionario hubo mucha más colaboración que desconfianzas. Que tales organizaciones de base se distinguían menos por la ideología que por su fuerte contenido democrático, lo que suponía un pluralismo capaz de rechazar todas las orientaciones lineales, sean del color que fueran. Tampoco da cuenta, en su afán condenatorio de las organizaciones revolucionarias que eligieron la vía armada (a las que tilda sin empacho de terroristas), que si algo resulta aún hoy llamativo en las decisiones políticas de René Salamanca, no fue precisamente su radicalismo guerrillero sino el tardío apoyo que brindó nada menos que a Isabel Perón.
Por Edgardo Fontana (Camba)
El lunes 5 de octubre Beatriz Sarlo escribió un artículo de opinión en el diario La Nación, titulado "Piquetes buenos, piquetes malos". Allí la otrora intelectual orgánica al maoísmo argentino, hoy columnista de las principales empresas mediáticas del país, realiza una intervención para el asombro. Su intención es ligar el actual conflicto en Kraft con las luchas desplegadas por el sindicato de los mecánicos cordobeses a comienzos de los años setenta, para así esbozar dos hipótesis críticas: por un lado cuestionar el discurso macartista de la dirigencia de la CGT y por el otro denunciar al setentismo kirchnerista, porque sus invocaciones al pasado se refieren únicamente a la "gloriosa JP".
Lo llamativo es que Sarlo reproduce cada una de las operaciones que cuestiona, confirmando así una manera de referirse a la historia que nos incomoda muchísimo, por cómo mutila y empobrece procesos que fueron complejos y permanecen abiertos a múltiples interpretaciones. A este historicismo voraz le interesa hallar apoyaturas prestigiosas para argumentaciones políticas, que no hacen sino realimentar los estereotipos más tradicionales. El siguiente relato intenta aportar una versión apenas más matizada sobre aquellos acontecimientos, pero que tal vez alcance para desarmar algunas nociones especialmente pueriles.
Por ejemplo, la autora no menciona que entre el clasismo y las expresiones del peronismo revolucionario hubo mucha más colaboración que desconfianzas. Que tales organizaciones de base se distinguían menos por la ideología que por su fuerte contenido democrático, lo que suponía un pluralismo capaz de rechazar todas las orientaciones lineales, sean del color que fueran. Tampoco da cuenta, en su afán condenatorio de las organizaciones revolucionarias que eligieron la vía armada (a las que tilda sin empacho de terroristas), que si algo resulta aún hoy llamativo en las decisiones políticas de René Salamanca, no fue precisamente su radicalismo guerrillero sino el tardío apoyo que brindó nada menos que a Isabel Perón.
Codobazo 40 años, informe deTrama, Memoria del presente,mayo 2009 |
Pero ninguna de estas precisiones tiene sentido, en verdad, si aparecen desligadas de lo que sigue siendo una pregunta pendiente y muy actual para nosotros: ¿en qué puede consistir una política obrera que ya no tenga como horizonte (aún si los reconoce entre sus antecedentes) ni al peronismo ni al socialismo? Claro que para formular este tipo de interrogantes hay que preocuparse por escuchar lo que las nuevas luchas tienen para decir y no regodearse tanto en lo que cada quién hizo hace treinta años, sobre todo cuando esas reminiscencias tienen como objetivo la autopromoción y el vedettismo.
Los orígenes del clasismo
En los años setenta, René Salamanca condujo los destinos del sindicato más poderoso de Córdoba y junto a Agustín Tosco y Atilio López conformaron un polo alternativo al sindicalismo vertical representado por la ortodoxia peronista.
Eran tiempos de gran efervescencia política. Había muchas tendencias, tales como las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL); el Partido Comunista Revolucionario (PCR); Vanguardia comunista (VC); el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y la izquierda peronista con sus distintas vertientes, cuyas raíces se remontaban a la Resistencia, como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y también Montoneros.
La clase obrera pasa a ser un territorio de disputa para la mayoría de las organizaciones que en su horizonte avizoran un proyecto socialista revolucionario. En este contexto, el PCR, al que luego se afiliaría Salamanca, en el primer congreso nacional realizado en diciembre de 1969, caracteriza al Cordobazo como el punto de inflexión de la lucha de clases en la Argentina. El PCR y otras organizaciones proyectan la creación de células revolucionarias en las fábricas y la formación de una "corriente sindical clasista". Para ello destina a militantes que trabajen en las fábricas o bien para que distribuyan literatura partidaria.
Los orígenes del clasismo
En los años setenta, René Salamanca condujo los destinos del sindicato más poderoso de Córdoba y junto a Agustín Tosco y Atilio López conformaron un polo alternativo al sindicalismo vertical representado por la ortodoxia peronista.
Eran tiempos de gran efervescencia política. Había muchas tendencias, tales como las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL); el Partido Comunista Revolucionario (PCR); Vanguardia comunista (VC); el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y la izquierda peronista con sus distintas vertientes, cuyas raíces se remontaban a la Resistencia, como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y también Montoneros.
La clase obrera pasa a ser un territorio de disputa para la mayoría de las organizaciones que en su horizonte avizoran un proyecto socialista revolucionario. En este contexto, el PCR, al que luego se afiliaría Salamanca, en el primer congreso nacional realizado en diciembre de 1969, caracteriza al Cordobazo como el punto de inflexión de la lucha de clases en la Argentina. El PCR y otras organizaciones proyectan la creación de células revolucionarias en las fábricas y la formación de una "corriente sindical clasista". Para ello destina a militantes que trabajen en las fábricas o bien para que distribuyan literatura partidaria.
Salamanca fue uno de los fundadores de la agrupación Felipe Vallese (sic) y en 1970 se presenta como candidato a delegado, venciendo al representante de Elpidio Torres. Pero su designación no prosperó por carecer de la antigüedad establecida en los estatutos. Al año siguiente, insistió como subdelegado. Ganó y su triunfo fue reconocido. Su figura estaba creciendo dentro del Movimiento de Recuperación Sindical (MRS) y en 1972 encabezó la Lista Marrón pluralista.
"En aquél tiempo nos juntábamos más de 400 delegados. Un hervidero. Era la expresión política que había en la provincia. Por lo tanto, la asamblea se convertía en un foro político" afirma un compañero de lucha de Salamanca. Cuenta que una de las preocupaciones de Salamanca era el pluralismo. "Podríamos haber puesto gente nuestra solamente y no lo hicimos. Cuando ganamos las elecciones, gobernaba Lanusse y dominaba la política el tema del regreso de Juan Domingo Perón. Éramos jóvenes. Yo fui un año delegado y pasé luego a ser secretario adjunto".
Para Agustín Funes, Salamanca tenía una relación de respeto con las bases peronistas. "La izquierda en general era gorila por un problema ideológico de formación, experiencia y luchas. René hizo todo lo contrario. Cuando volvió Perón decía: el 90% de los obreros son peronistas, y convocó a recibirlo a Ezeiza".
La propuesta de la lista marrón se centraba en los siguientes puntos: reducción de los cargos sindicales pagos –de 13 a 4– y rotación obligatoria por los lugares de trabajo; una asamblea podía destituir a un delegado sin más trámite; todas las resoluciones del sindicato debían ser aprobadas por asamblea abierta; apoyo firme a la restitución del sábado inglés; afiliación de los administrativos al SMATA; un único convenio colectivo para todos los trabajadores y reajustes salariales cuatrimestrales; exigir que la empresa reconociera el trabajo insalubre; reducción del ritmo de la producción y participación gremial en la determinación de la marcha del trabajo. Durante la campaña levantaron las banderas de la honestidad y la democracia sindical.
Democracia sindical y burocracia
"En aquél tiempo nos juntábamos más de 400 delegados. Un hervidero. Era la expresión política que había en la provincia. Por lo tanto, la asamblea se convertía en un foro político" afirma un compañero de lucha de Salamanca. Cuenta que una de las preocupaciones de Salamanca era el pluralismo. "Podríamos haber puesto gente nuestra solamente y no lo hicimos. Cuando ganamos las elecciones, gobernaba Lanusse y dominaba la política el tema del regreso de Juan Domingo Perón. Éramos jóvenes. Yo fui un año delegado y pasé luego a ser secretario adjunto".
Para Agustín Funes, Salamanca tenía una relación de respeto con las bases peronistas. "La izquierda en general era gorila por un problema ideológico de formación, experiencia y luchas. René hizo todo lo contrario. Cuando volvió Perón decía: el 90% de los obreros son peronistas, y convocó a recibirlo a Ezeiza".
La propuesta de la lista marrón se centraba en los siguientes puntos: reducción de los cargos sindicales pagos –de 13 a 4– y rotación obligatoria por los lugares de trabajo; una asamblea podía destituir a un delegado sin más trámite; todas las resoluciones del sindicato debían ser aprobadas por asamblea abierta; apoyo firme a la restitución del sábado inglés; afiliación de los administrativos al SMATA; un único convenio colectivo para todos los trabajadores y reajustes salariales cuatrimestrales; exigir que la empresa reconociera el trabajo insalubre; reducción del ritmo de la producción y participación gremial en la determinación de la marcha del trabajo. Durante la campaña levantaron las banderas de la honestidad y la democracia sindical.
Democracia sindical y burocracia
Emisión del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres |
Ganadas las elecciones, Salamanca y los clasistas del SMATA se dedicaron a trabajar por la unidad de los trabajadores automotores y el cumplimiento de la plataforma que los llevó al triunfo. Uno de los puntos es el referido al contacto de los dirigentes con las bases. "La mitad de los directivos iban a trabajar y quedaban los suplentes; cosa que escucharan lo que pasaba en la planta. Fue un salto cualitativo para la organización", evalúa Funes.
Sin embargo tuvieron que enfrentarse a duras embestidas, primero del gobierno militar y después del aparato sindical peronista. Por caso, la decisión de un juzgado y del Ministerio de Trabajo de otorgar la jurisdicción de Fiat a la UOM en noviembre de 1972, provocó la reacción del SMATA quien la rechazó de plano. Plebiscitó la medida en las puertas de la planta obteniendo una amplia victoria. Ignoró lo decidido por el Ministerio y en junio realizó una segunda consulta en la que los trabajadores de Fiat se manifestaron a favor del SMATA por abrumadora mayoría.
Ante la negativa de la empresa de reconocer los resultados, los obreros de Concord ocuparon la fábrica y recibieron el apoyo de otras empresas como Perkins. Gobernaba el peronismo quien medió en la situación y en 90 días la cuestión debería ser resuelta en el ámbito del Ministerio de Trabajo de la Nación. Sin embargo, la disputa iba mucho más allá tanto del SMATA como de la UOM que pugnaban –a nivel nacional– por el control del movimiento obrero; la pelea de fondo era entre la derecha y la izquierda peronistas. El tema no se resolvió hasta 1975 y en favor de la UOM.
Combativos y disidentes
En 1973, podían reconocerse cuatro sectores gremiales bien definidos.
El ortodoxo, que se reconocía peronista y verticalista. Entre ellos se encontraban la UOM, molineros, madereros y taxistas. Respondían a la conducción de la CGT Nacional y a las 62 Organizaciones.
Los legalistas, eran peronistas pero más independientes y plurales. Controlaban unos 25 gremios y estaba liderado por Atilio López (UTA), secretario general de la CGT regional Córdoba.
Sin embargo tuvieron que enfrentarse a duras embestidas, primero del gobierno militar y después del aparato sindical peronista. Por caso, la decisión de un juzgado y del Ministerio de Trabajo de otorgar la jurisdicción de Fiat a la UOM en noviembre de 1972, provocó la reacción del SMATA quien la rechazó de plano. Plebiscitó la medida en las puertas de la planta obteniendo una amplia victoria. Ignoró lo decidido por el Ministerio y en junio realizó una segunda consulta en la que los trabajadores de Fiat se manifestaron a favor del SMATA por abrumadora mayoría.
Ante la negativa de la empresa de reconocer los resultados, los obreros de Concord ocuparon la fábrica y recibieron el apoyo de otras empresas como Perkins. Gobernaba el peronismo quien medió en la situación y en 90 días la cuestión debería ser resuelta en el ámbito del Ministerio de Trabajo de la Nación. Sin embargo, la disputa iba mucho más allá tanto del SMATA como de la UOM que pugnaban –a nivel nacional– por el control del movimiento obrero; la pelea de fondo era entre la derecha y la izquierda peronistas. El tema no se resolvió hasta 1975 y en favor de la UOM.
Combativos y disidentes
En 1973, podían reconocerse cuatro sectores gremiales bien definidos.
El ortodoxo, que se reconocía peronista y verticalista. Entre ellos se encontraban la UOM, molineros, madereros y taxistas. Respondían a la conducción de la CGT Nacional y a las 62 Organizaciones.
Los legalistas, eran peronistas pero más independientes y plurales. Controlaban unos 25 gremios y estaba liderado por Atilio López (UTA), secretario general de la CGT regional Córdoba.
El sector independiente reivindicaba un modelo de sindicalismo democrático y antiburocrático. Estaba formado por siete gremios y el referente principal era Agustín Tosco quien se definía como marxista y socialista.
Por último, el clasista representado por el SMATA conducido por René Salamanca. Dicho sector pensaba que la clase trabajadora debía motorizar un proceso revolucionario. Se descreía de la salida electoral –propiciaron el voto en blanco– y era crítico de la burocracia sindical peronista. Contaba en sus filas a trabajadores de los ex sindicatos Sitrac y Sitram que agrupaban a obreros de Fiat y Materfer.
Pero el PCR siempre fue crítico de la experiencia de los ex-sindicatos Sitrac y Sitram, porque consideraba que habían sido "rifados" por posiciones ultraizquierdistas. De acuerdo a sus tesis insurrecionalistas, el PCR decía que quería preservar el SMATA hasta el momento de la insurrección y la toma del poder, sin embargo terminó facilitando la intervención del gremio por parte del gobierno de Isabel Perón en el orden nacional y del golpista brigadier Lacabanne, en Córdoba, en agosto de 1974, con una prolongada huelga previa que el PCR justificó diciendo "un topetazo más y se cae el ruso Gelbard".
Legalistas, independientes y clasistas, configuran la CGT Córdoba. Los caciques porteños comenzaron a manifestar su decisión de disciplinar a los cordobeses. Salamanca, por su parte, había tejido una alianza con el sector de legalistas e independientes de la CGT combativa. No obstante, las elecciones de 1973 dividieron las aguas. Razones políticas e ideológicas los separan.
El SMATA criticó duramente la decisión de Atilio López de aceptar la candidatura a vicegobernador y a Tosco por apoyar la fórmula. Llamaron a la abstención. Pero los trabajadores votaron en asamblea el apoyo a la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI).
Segundo triunfo de la Marrón
En 1974, pese a una maniobra orquestada por José Rodríguez unificando las elecciones nacionales con las provinciales, los trabajadores que según James Brennan –autor de una investigación sobre el movimiento obrero cordobés en los setenta– eran mayoritariamente peronistas, ratificaron su voto de confianza en la lista clasista que venció a la de Elpidio Torres y a la del PC. Esta victoria si bien consolidó la alianza del Movimiento Sindical Combativo que se oponía al Pacto Social y a las políticas de Perón, no trasladaba directamente un apoyo a la política del PCR que impulsaba Salamanca. Estaba claro que los obreros mantenían su lealtad a Perón y no estaban dispuestos a romperla.
El propio Atilio López, quien había abandonado al MSC presionado por Perón, participó de una movilización en repudio al fallido atentado contra Salamanca (11/12/73) y a la muerte del activista Arnaldo Rojas. A partir de estos hechos se inicia una campaña de terror que cobraría decenas de víctimas en los seis meses siguientes.
Tal vez una CGT unificada podría haber resistido los ataques del gobierno y de la burocracia. Pero el movimiento obrero ya estaba dividido entre peronistas y no-peronistas, y la lucha por recuperar el poder había sido planteada a todo o nada. Sobrevino el conflicto entre SMATA y la empresa IKA Renault en demanda de aumentos salariales. El gobierno declaró ilegal la medida por la vigencia del Pacto Social.
Por último, el clasista representado por el SMATA conducido por René Salamanca. Dicho sector pensaba que la clase trabajadora debía motorizar un proceso revolucionario. Se descreía de la salida electoral –propiciaron el voto en blanco– y era crítico de la burocracia sindical peronista. Contaba en sus filas a trabajadores de los ex sindicatos Sitrac y Sitram que agrupaban a obreros de Fiat y Materfer.
Pero el PCR siempre fue crítico de la experiencia de los ex-sindicatos Sitrac y Sitram, porque consideraba que habían sido "rifados" por posiciones ultraizquierdistas. De acuerdo a sus tesis insurrecionalistas, el PCR decía que quería preservar el SMATA hasta el momento de la insurrección y la toma del poder, sin embargo terminó facilitando la intervención del gremio por parte del gobierno de Isabel Perón en el orden nacional y del golpista brigadier Lacabanne, en Córdoba, en agosto de 1974, con una prolongada huelga previa que el PCR justificó diciendo "un topetazo más y se cae el ruso Gelbard".
Legalistas, independientes y clasistas, configuran la CGT Córdoba. Los caciques porteños comenzaron a manifestar su decisión de disciplinar a los cordobeses. Salamanca, por su parte, había tejido una alianza con el sector de legalistas e independientes de la CGT combativa. No obstante, las elecciones de 1973 dividieron las aguas. Razones políticas e ideológicas los separan.
El SMATA criticó duramente la decisión de Atilio López de aceptar la candidatura a vicegobernador y a Tosco por apoyar la fórmula. Llamaron a la abstención. Pero los trabajadores votaron en asamblea el apoyo a la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI).
Segundo triunfo de la Marrón
En 1974, pese a una maniobra orquestada por José Rodríguez unificando las elecciones nacionales con las provinciales, los trabajadores que según James Brennan –autor de una investigación sobre el movimiento obrero cordobés en los setenta– eran mayoritariamente peronistas, ratificaron su voto de confianza en la lista clasista que venció a la de Elpidio Torres y a la del PC. Esta victoria si bien consolidó la alianza del Movimiento Sindical Combativo que se oponía al Pacto Social y a las políticas de Perón, no trasladaba directamente un apoyo a la política del PCR que impulsaba Salamanca. Estaba claro que los obreros mantenían su lealtad a Perón y no estaban dispuestos a romperla.
El propio Atilio López, quien había abandonado al MSC presionado por Perón, participó de una movilización en repudio al fallido atentado contra Salamanca (11/12/73) y a la muerte del activista Arnaldo Rojas. A partir de estos hechos se inicia una campaña de terror que cobraría decenas de víctimas en los seis meses siguientes.
Tal vez una CGT unificada podría haber resistido los ataques del gobierno y de la burocracia. Pero el movimiento obrero ya estaba dividido entre peronistas y no-peronistas, y la lucha por recuperar el poder había sido planteada a todo o nada. Sobrevino el conflicto entre SMATA y la empresa IKA Renault en demanda de aumentos salariales. El gobierno declaró ilegal la medida por la vigencia del Pacto Social.
Fragmento del discurso de Domingo Menna en mayo de 1973 en el masivo acto de homenaje al Cordobazo. Menna (PRT-ERP) fue uno de los oradores, junto a Agustín Tosco y Osvaldo Dorticós, presidente de Cuba. |
A la empresa le venía bien el conflicto para llevar adelante su política empresarial que también se veía perjudicada por el Pacto Social. Sobrevinieron las suspensiones y el cierre del complejo de Santa Isabel. De inmediato, la conducción nacional expulsó a los miembros del comité ejecutivo. Suspendió a la seccional y nombró una comisión de Buenos Aires para que asumiera el control. Esto fue duramente resistido por los trabajadores quienes rechazaron toda interferencia de los porteños.
La influencia partidaria
Un tema controvertido es la carta que Salamanca escribe en apoyo al gobierno constitucional en 1975. Agustín Funes interpreta que "esta decisión es propia de un líder con aspiraciones revolucionarias que tenía la captura recomendada. El hecho de llegar de este modo, con una carta, era porque no podía hacerlo con la voz. Desde la clandestinidad advierte que las más golpeadas iban a ser las masas y la clase obrera. Entonces, las convoca a generar las condiciones para parar el golpe de Estado. Es una decisión política de los miembros del partido del cual era miembro". Agrega además que el PCR venía encabezando la lucha antigolpista desde 1974, a partir de la muerte del presidente Perón. "Para nosotros, se abre una lucha sin retorno y es el golpe".
Por su parte, Nicolás Hadad puntualiza que una línea del partido define al enemigo principal y se pronuncia contra el golpe sabiendo lo que vendrá. Sin embargo, reconoce que no acordaba con esa postura. "Me asustaba el golpe, pero entendía que el gobierno de Isabel se caía por todos lados. La presión era grande. Habían matado a Atilio López y a su secretario y estaban provocando el terror. Pero hoy, mirando desde acá, pienso que esa línea era la correcta. Lamentablemente, después pasó una topadora".
Para James Brennan los vínculos del dirigente con las bases se habían debilitado, en cambio, se estrecharon con el partido. "Su falta de pelos en la lengua y su personalidad de renegado no sentaban bien a la jerarquía del PCR en Buenos Aires que apenas había tolerado sus actitudes cuando era secretario general del gremio más importante del interior del país".
Hacia fines de 1975 se había convertido en víctima de las contradicciones del partido quienes llegaron a defender el gobierno de Isabel Perón. Para Brennan, Salamanca en la carta a los Trabajadores de SMATA, "repite como un loro las obsesiones conspirativas del PCR, ya fuera porque olvidara la realidad o porque seguía directivas partidarias para ignorar las verdaderas preocupaciones de los mecánicos. Pero para ese entonces las suyas eran políticamente palabras huecas, apenas los débiles estertores de la muerte del clasismo cordobés".
Fuente: "Salamanca, un dirigente que no traicionó sus convicciones", de Katy García, en Prensa Red | La Fogata
La influencia partidaria
Un tema controvertido es la carta que Salamanca escribe en apoyo al gobierno constitucional en 1975. Agustín Funes interpreta que "esta decisión es propia de un líder con aspiraciones revolucionarias que tenía la captura recomendada. El hecho de llegar de este modo, con una carta, era porque no podía hacerlo con la voz. Desde la clandestinidad advierte que las más golpeadas iban a ser las masas y la clase obrera. Entonces, las convoca a generar las condiciones para parar el golpe de Estado. Es una decisión política de los miembros del partido del cual era miembro". Agrega además que el PCR venía encabezando la lucha antigolpista desde 1974, a partir de la muerte del presidente Perón. "Para nosotros, se abre una lucha sin retorno y es el golpe".
Por su parte, Nicolás Hadad puntualiza que una línea del partido define al enemigo principal y se pronuncia contra el golpe sabiendo lo que vendrá. Sin embargo, reconoce que no acordaba con esa postura. "Me asustaba el golpe, pero entendía que el gobierno de Isabel se caía por todos lados. La presión era grande. Habían matado a Atilio López y a su secretario y estaban provocando el terror. Pero hoy, mirando desde acá, pienso que esa línea era la correcta. Lamentablemente, después pasó una topadora".
Para James Brennan los vínculos del dirigente con las bases se habían debilitado, en cambio, se estrecharon con el partido. "Su falta de pelos en la lengua y su personalidad de renegado no sentaban bien a la jerarquía del PCR en Buenos Aires que apenas había tolerado sus actitudes cuando era secretario general del gremio más importante del interior del país".
Hacia fines de 1975 se había convertido en víctima de las contradicciones del partido quienes llegaron a defender el gobierno de Isabel Perón. Para Brennan, Salamanca en la carta a los Trabajadores de SMATA, "repite como un loro las obsesiones conspirativas del PCR, ya fuera porque olvidara la realidad o porque seguía directivas partidarias para ignorar las verdaderas preocupaciones de los mecánicos. Pero para ese entonces las suyas eran políticamente palabras huecas, apenas los débiles estertores de la muerte del clasismo cordobés".
Fuente: "Salamanca, un dirigente que no traicionó sus convicciones", de Katy García, en Prensa Red | La Fogata
Córdoba insurgente
Los hechos y los protagonistas en una crónica sobre el 29 de mayo de 1969, las discusiones y los acuerdos en medio de la histórica protesta. Testimonios de Víctor Grinscpun (matemático, ex estudiante del IMAF)
En el anochecer del jueves 29 de mayo de 1969, la ciudad de Córdoba estaba envuelta por un humo de distintos tonos de gris, según el material que ardía en las hogueras y barricadas. Desde colchones viejos hasta automóviles fueron a parar a la la furia del fuego antidictatorial, indiscutible consigna de unidad del Cordobazo a partir de la cual después se discutiría casi todo acerca de los contenidos del estallido.
En el anochecer del jueves 29 de mayo de 1969, la ciudad de Córdoba estaba envuelta por un humo de distintos tonos de gris, según el material que ardía en las hogueras y barricadas. Desde colchones viejos hasta automóviles fueron a parar a la la furia del fuego antidictatorial, indiscutible consigna de unidad del Cordobazo a partir de la cual después se discutiría casi todo acerca de los contenidos del estallido.
A la media tarde de ese día, el fuego comenzaba a atenuarse cuando la IV Brigada de Infantería, al mando del general Jorge Raúl Carcagno, avanzaba lentamente por la Avenida Colón para "recuperar" la ciudad tomada.
La tarea no fue fácil porque, en la periferia de los escenarios principales de la batalla, persistían focos de resistencia que duraron hasta el día siguiente, cuando en los centros de poder recién lograban recomponerse para solicitar un escarmiento.
Así, la Bolsa de Comercio de Córdoba hizo sentir su voz indignada reclamando "severas sanciones para los autores de la depredación y el pillaje".
El gobierno nacional, que encabezaba Juan Carlos Onganía, no varió su tozuda filosofía represiva y creó, mediante un fulminante decreto, el Consejo Especial de Guerra que juzgaría sumariamente a quienes "atentaron contra el orden y la seguridad públicas".
Para el comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, Sánchez Lahoz, quien había comandado el operativo de represión desde su despacho, los sucesos eran causados por "la intervención de células comunistas, internas e internacionales".
Del otro lado de las barricadas, en la noche del 29 quedaban algunos pocos obreros fabriles, sector que fue la columna vertebral de la impresionante y arrasadora manifestación de fuerza del pueblo cordobés.
Espontáneo u organizado, oportunista o revolucionario, el Cordobazo plantó una estaca mortal en el corazón del régimen y, al tiempo que mostró la fuerza de los trabajadores en pie de lucha, dejó expuestos sus límites para acceder al poder político.
Pero, en la oscuridad de la noche del 29, comenzaron a brillar las ideas que presidirían el debate político en la década siguiente.
La tarea no fue fácil porque, en la periferia de los escenarios principales de la batalla, persistían focos de resistencia que duraron hasta el día siguiente, cuando en los centros de poder recién lograban recomponerse para solicitar un escarmiento.
Así, la Bolsa de Comercio de Córdoba hizo sentir su voz indignada reclamando "severas sanciones para los autores de la depredación y el pillaje".
El gobierno nacional, que encabezaba Juan Carlos Onganía, no varió su tozuda filosofía represiva y creó, mediante un fulminante decreto, el Consejo Especial de Guerra que juzgaría sumariamente a quienes "atentaron contra el orden y la seguridad públicas".
Para el comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, Sánchez Lahoz, quien había comandado el operativo de represión desde su despacho, los sucesos eran causados por "la intervención de células comunistas, internas e internacionales".
Del otro lado de las barricadas, en la noche del 29 quedaban algunos pocos obreros fabriles, sector que fue la columna vertebral de la impresionante y arrasadora manifestación de fuerza del pueblo cordobés.
Espontáneo u organizado, oportunista o revolucionario, el Cordobazo plantó una estaca mortal en el corazón del régimen y, al tiempo que mostró la fuerza de los trabajadores en pie de lucha, dejó expuestos sus límites para acceder al poder político.
Pero, en la oscuridad de la noche del 29, comenzaron a brillar las ideas que presidirían el debate político en la década siguiente.
El cordobazo - Canal Encuentro Parte 1
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El cordobazo - Canal Encuentro Parte 2
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LAS CARTAS SOBRE LA MESA
La torpe política del gobierno de Onganía había empujado la unidad en la acción de sectores gremiales que políticamente, tenían muy poco en común.
Por sobre la CGT de los Argentinos --antecedente decisivo del Cordobazo, aunque en ese momento fuera más una referencia ideológica que un instrumento concreto de lucha--, legalistas (vandoristas), ortodoxos (peronistas de derecha) e independientes (comunistas, radicales e izquierda independiente), coincidieron en lanzar el paro activo del 29 de mayo.
Por sobre la CGT de los Argentinos --antecedente decisivo del Cordobazo, aunque en ese momento fuera más una referencia ideológica que un instrumento concreto de lucha--, legalistas (vandoristas), ortodoxos (peronistas de derecha) e independientes (comunistas, radicales e izquierda independiente), coincidieron en lanzar el paro activo del 29 de mayo.
"De Frente con las bases peronistas" Nº 5, 30 de mayo de 1974, A cinco años del cordobazo. Clic para descargar. Ver otros números |
El lucifuercista Agustín Tosco y el mecánico Elpidio Torres fueron las mayores figuras del Cordobazo, pero en su elaboración y concreción también estuvo el importante gremio de los choferes (UTA) que encabezaba Atilio López, además de Miguel Angel Correa (maderero), Héctor Castro (ATE), Jorge Canelles (UOCRA), Carlos Borelli (petroleros), quienes tuvieron activa participación en las luchas previas que prepararon el clima de la rebelión.
En rigor, puede decirse que la gestación de este gran movimiento duró casi tres años, ya que comenzó con las luchas estudiantiles del 66, cuyo resplandor persistió hasta 1969 y que dejó un movimiento estudiantil activo, fuertemente influido por las movilizaciones de la CGTA y por sus propias reivindicaciones.
La conciencia antidictatorial del estudiantado universitario no estaba en duda. Más aún, en su interior fluía un proceso de incesantes rupturas políticas y reagrupamientos, reflejo de profundas tendencias de cambio que latían en la sociedad.
Los obreros de la industria automotriz, por su parte, en especial los de la planta de Ika Renault, en Santa Isabel, se habían templado en la lucha por sus propias reivindicaciones, contra el llamado sábado inglés y las quitas zonales.
Los choferes de la UTA también venían de duros enfrentamientos con las empresas de transporte urbano de pasajeros, que recién comenzaban a constituirse tras el desmantelamiento un tanto desprolijo de la Corporación Argentina del Transporte Automotor (CATA).
Toda la población, en fin, de una Córdoba libertaria, portadora de una rebeldía legendaria y que ahora atravesaba un momento especial de su historia, no soportaba el opresivo clima impuesto por la dictadura.
En rigor, puede decirse que la gestación de este gran movimiento duró casi tres años, ya que comenzó con las luchas estudiantiles del 66, cuyo resplandor persistió hasta 1969 y que dejó un movimiento estudiantil activo, fuertemente influido por las movilizaciones de la CGTA y por sus propias reivindicaciones.
La conciencia antidictatorial del estudiantado universitario no estaba en duda. Más aún, en su interior fluía un proceso de incesantes rupturas políticas y reagrupamientos, reflejo de profundas tendencias de cambio que latían en la sociedad.
Los obreros de la industria automotriz, por su parte, en especial los de la planta de Ika Renault, en Santa Isabel, se habían templado en la lucha por sus propias reivindicaciones, contra el llamado sábado inglés y las quitas zonales.
Los choferes de la UTA también venían de duros enfrentamientos con las empresas de transporte urbano de pasajeros, que recién comenzaban a constituirse tras el desmantelamiento un tanto desprolijo de la Corporación Argentina del Transporte Automotor (CATA).
Toda la población, en fin, de una Córdoba libertaria, portadora de una rebeldía legendaria y que ahora atravesaba un momento especial de su historia, no soportaba el opresivo clima impuesto por la dictadura.
A LAS PIÑAS EN EL CÓRDOBA SPORT
"Ciudad en convulsión: Hoy sin transporte y mañana paro total", titulaba el vespertino Córdoba su edición del 15 de mayo de 1969. A 14 días del Cordobazo, no podía pintarse mejor el clima existente en la ciudad.
Detrás de todo, estaban Smata y Uta. El gremio de los choferes de transporte urbano intensificaba las medidas de fuerza para reclamar la antigüedad y la estabilidad para los trabajadores de la anterior empresa, la CATA, que habían pasado a las firmas ganadoras de la licitación hecha por la Municipalidad.
Por ese motivo, la UTA lanzó un paro para el 5 de mayo que se cumplió en un clima de violencia, con varios atentados a los ómnibus que circulaban manejados por sus dueños.
El 12 de mayo, el gobierno nacional dio a conocer la ley 18204 que establecía un régimen de descanso desde el sábado a las 13 hasta el domingo a las 24 (sábado inglés).
La reacción no se hizo esperar: las dos CGT lanzaron un paro para el viernes 16 de mayo, que se convierte en paro de 48 horas, esta vez sí masivo y contundente, de los choferes que peleaban por el reconocimiento de su antigüedad.
El miércoles 14, el Smata convocó a una asamblea de afiliados en el mítico Córdoba Sport Club, una suerte de Luna Park cordobés en el que se realizaban festivales de boxeo y se disputaban los partidos de básquetbol más importantes (incluso los de las Olimpíadas Universitarias, por lo que era un lugar familiar para los estudiantes).
Pese a la prohibición policial, los obreros abandonaron sus puestos de trabajo, subieron a sus ómnibus y se encaminaron hacia el centro, donde arribaron como un aluvión.
Detrás de todo, estaban Smata y Uta. El gremio de los choferes de transporte urbano intensificaba las medidas de fuerza para reclamar la antigüedad y la estabilidad para los trabajadores de la anterior empresa, la CATA, que habían pasado a las firmas ganadoras de la licitación hecha por la Municipalidad.
Por ese motivo, la UTA lanzó un paro para el 5 de mayo que se cumplió en un clima de violencia, con varios atentados a los ómnibus que circulaban manejados por sus dueños.
El 12 de mayo, el gobierno nacional dio a conocer la ley 18204 que establecía un régimen de descanso desde el sábado a las 13 hasta el domingo a las 24 (sábado inglés).
La reacción no se hizo esperar: las dos CGT lanzaron un paro para el viernes 16 de mayo, que se convierte en paro de 48 horas, esta vez sí masivo y contundente, de los choferes que peleaban por el reconocimiento de su antigüedad.
El miércoles 14, el Smata convocó a una asamblea de afiliados en el mítico Córdoba Sport Club, una suerte de Luna Park cordobés en el que se realizaban festivales de boxeo y se disputaban los partidos de básquetbol más importantes (incluso los de las Olimpíadas Universitarias, por lo que era un lugar familiar para los estudiantes).
Pese a la prohibición policial, los obreros abandonaron sus puestos de trabajo, subieron a sus ómnibus y se encaminaron hacia el centro, donde arribaron como un aluvión.
A las 15.30 había más de 2.500 en el local de la calle Alvear, cerca de la Avenida Olmos. Afuera, en las calles adyacentes, se concentraban rápidamente los patrulleros y los carros de asalto de la infantería policial.
Con Elpidio Torres (secretario general del Smata Córdoba) y Dirk Kloosterman (secretario nacional del gremio) como oradores, la asamblea aprobó por aclamación el paro de 48 horas, en medio de un tenso clima que se convirtó en silencio absoluto cuando Torres pidió que se obviara la lectura de los considerandos porque en cualquier momento entraba la policía.
El pedido, formulado por el propio Torres, de que los asambleístas se retiraran ordenadamente, fue infructuoso. Los obreros enfrentaron a la policía en Lima y Alvear (esquina opuesta a la de la avenida Olmos) y la batalla ocupó el centro de la ciudad, extendiéndose por las calles Catamarca, Maipú, 25 de Mayo y San Martín. El duelo de piedras y palos contra gases lacrimógenos y balas, que los estudiantes cordobeses conocían muy bien, repetía las batallas de 1966.
Precisamente, el 19 de mayo el gobierno cerró la Universidad "por el actual clima de agitación". Los estudiantes, que habían lanzado las "jornadas de agitación y lucha", intentaron una marcha que fue prohibida por la policía. En la iglesia del Pilar se realizó una misa para recordar la muerte de Santiago Pampillón y nuevamente se enfrentaron policías y estudiantes.
Simultáneamente, los alumnos de la Universidad Católica aparecieron en escena a través de un paro solidario con sus colegas estatales.
Con Elpidio Torres (secretario general del Smata Córdoba) y Dirk Kloosterman (secretario nacional del gremio) como oradores, la asamblea aprobó por aclamación el paro de 48 horas, en medio de un tenso clima que se convirtó en silencio absoluto cuando Torres pidió que se obviara la lectura de los considerandos porque en cualquier momento entraba la policía.
El pedido, formulado por el propio Torres, de que los asambleístas se retiraran ordenadamente, fue infructuoso. Los obreros enfrentaron a la policía en Lima y Alvear (esquina opuesta a la de la avenida Olmos) y la batalla ocupó el centro de la ciudad, extendiéndose por las calles Catamarca, Maipú, 25 de Mayo y San Martín. El duelo de piedras y palos contra gases lacrimógenos y balas, que los estudiantes cordobeses conocían muy bien, repetía las batallas de 1966.
Precisamente, el 19 de mayo el gobierno cerró la Universidad "por el actual clima de agitación". Los estudiantes, que habían lanzado las "jornadas de agitación y lucha", intentaron una marcha que fue prohibida por la policía. En la iglesia del Pilar se realizó una misa para recordar la muerte de Santiago Pampillón y nuevamente se enfrentaron policías y estudiantes.
Simultáneamente, los alumnos de la Universidad Católica aparecieron en escena a través de un paro solidario con sus colegas estatales.
LA FÓRMULA DEL PARO ACTIVO DE 36 HORAS
Agustín Tosco, Elpidio Torres y Atilio López tenían, cada cual, una de las llaves para abrir las puertas del Cordobazo. Las diferencias políticas, sobre todo entre Tosco y Torres, eran muchas, pero las bases empujaban mientras el gobierno, con una ceguera política que pasaría a la historia, le cerraba caminos a Augusto Timoteo Vandor, quien, por otro lado, apostaba ahora a golpear la dictadura y negociar en mejor posición.
La interpretación y perspectivas del Partido Comunista sobre el Cordobazo. Folleto editado por el PC en 1971. Clic para descargar |
El guiño del dirigente metalúrgico fue suficiente para decidir a Torres; Tosco tragó saliva y el contacto fue una célebre cena en que se unieron las fuerzas de ambos gremios. El documento, redactado en el ámbito del sindicato mecánico, fue llevado por Tosco a la CGT de los Argentinos, que funcionaba en el local tradicional de la Avenida Vélez Sársfield (hoy es sede de una dependencia del Banco Social de Córdoba), en tanto que Elpidio lo presentó en la CGT vandorista, cerca de la Maternidad Provincial.
El paro activo de 36 horas que se aprobó entonces marcó una nueva modalidad de lucha que se pondría a prueba en las calles cordobesas.
El plan consistió en mantener el funcionamiento del transporte urbano de pasajeros para llevar a los obreros a su lugar de trabajo, cumplir normalmente las tareas hasta media mañana, abandonar laicas a partir de esa hora y encolumnarse para marchar hacia el centro y, finalmente, realizar un acto de protesta frente al local de la CGT de los Argentinos.
El clima en las fábricas del entorno industrial cordobés era de una enorme efervescencia. Los obreros, por lo menos quienes estaban al frente de la movilización, sabían que chocarían con la represión policial. Pero estaban organizados, los animaba el odio antictatorial y habían acumulado confianza en su propia fuerza.
El 29 de mayo, desde Materfer, Fiat Concord, Grandes Motores Diesel y Perkins, por la Ruta 9; desde Perdriel e Ilasa, en las cercanías del aeropuerto de Pajas Blancas; desde la central de Lima y Maipú de la Empresa Provincial de Electricidad de Córdoba (EPEC), pero, fundamentalmente, desde Santa Isabel, por el camino a Alta Gracia, las columnas obreras, sólidas, compactas, cargadas de fuerza y rebeldía, harían trizas los sucesivos cordones policiales que esperaban armas en mano.
En su avance hacia el centro, la marcha arrastraba a los trabajadores de centenares de fábricas pequeñas y talleres que encontraba a su paso.
El arquetipo de las batallas que, ese día, se libraron en distintos sectores, fue la que protagonizaron, cerca del mediodía, 5.000 obreros mecánicos frente al Hogar Pablo Pizzurno, en la Avenida Vélez Sársfield. Los esperaba alli el primer escollo policial, salvado con cuanto elemento contundente pudiera ser arrojado. La columna de obreros se partió en dos: una parte se desplazó hacia el centro por la Ciudad Universitaria, arrastrando a los estudiantes que en ese momento estaban en el comedor univeristario, y la otra ingresó a los barrios Güemes y Observatorio, donde los manifestantes se sorprendieron por la solidaridad de un barrio poblado por estudiantes y trabajadores que se atrincheraron de inmediato para resistir.
A las 12,30, entretanto, una batalla campal hacía retroceder a la policia en las inmediaciones de la plaza Vélez Sarsfield y, muy cerca de allí, en Bulevard San Juan y Arturo M. Bas, caía la primera víctima fatal, Máximo Mena.
La reacción fue inmediata y en cadena. Con furia, los manifestantes se adueñaron de la ciudad, levantando verdaderos muros de contención (barricadas) contra la policía, que debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores, quienes recibían el apoyo de los vecinos.
Hitos de esa lucha fueron la toma del Círculo de Suboficiales del Ejército, en San Luis y La Cañada, los incendios de la firma estadounidense Xerox y de Citroen, en la avenida Colón, de las oficinas de la Dirección General de Rentas, en Mariano Moreno y Caseros, de la Aduana, en Chacabuco al 400.
La llegada del Ejército, junto con las sombras de la noche, el allanamiento a la CGTA, la detención de dirigentes y su juzgamiento y condena por los Consejos de Guerra (Canelles, 10 años de cárcel; Tosco, 8 años; Elpidio Torres, 7) fueron la respuesta de una dictadura que acusaba al comunismo internacional como responsable de semejante pueblada.
"Vengo a cortar la cabeza de la víbora comunista", dijo el gobernador Uriburu, reemplazante de Caballero. Poco después, una jornada similar al Cordobazo, que el ingenio popular llamó el Viborazo, terminaría de convencer a las clases dominantes de que, si querían conservar el poder sin tamaños sobresaltos, debían buscar un camino distinto al que habían ensayado con el golpe de 1966.
Angel Stival y Juan Iturburu, revista Los '70
El plan consistió en mantener el funcionamiento del transporte urbano de pasajeros para llevar a los obreros a su lugar de trabajo, cumplir normalmente las tareas hasta media mañana, abandonar laicas a partir de esa hora y encolumnarse para marchar hacia el centro y, finalmente, realizar un acto de protesta frente al local de la CGT de los Argentinos.
El clima en las fábricas del entorno industrial cordobés era de una enorme efervescencia. Los obreros, por lo menos quienes estaban al frente de la movilización, sabían que chocarían con la represión policial. Pero estaban organizados, los animaba el odio antictatorial y habían acumulado confianza en su propia fuerza.
El 29 de mayo, desde Materfer, Fiat Concord, Grandes Motores Diesel y Perkins, por la Ruta 9; desde Perdriel e Ilasa, en las cercanías del aeropuerto de Pajas Blancas; desde la central de Lima y Maipú de la Empresa Provincial de Electricidad de Córdoba (EPEC), pero, fundamentalmente, desde Santa Isabel, por el camino a Alta Gracia, las columnas obreras, sólidas, compactas, cargadas de fuerza y rebeldía, harían trizas los sucesivos cordones policiales que esperaban armas en mano.
En su avance hacia el centro, la marcha arrastraba a los trabajadores de centenares de fábricas pequeñas y talleres que encontraba a su paso.
El arquetipo de las batallas que, ese día, se libraron en distintos sectores, fue la que protagonizaron, cerca del mediodía, 5.000 obreros mecánicos frente al Hogar Pablo Pizzurno, en la Avenida Vélez Sársfield. Los esperaba alli el primer escollo policial, salvado con cuanto elemento contundente pudiera ser arrojado. La columna de obreros se partió en dos: una parte se desplazó hacia el centro por la Ciudad Universitaria, arrastrando a los estudiantes que en ese momento estaban en el comedor univeristario, y la otra ingresó a los barrios Güemes y Observatorio, donde los manifestantes se sorprendieron por la solidaridad de un barrio poblado por estudiantes y trabajadores que se atrincheraron de inmediato para resistir.
A las 12,30, entretanto, una batalla campal hacía retroceder a la policia en las inmediaciones de la plaza Vélez Sarsfield y, muy cerca de allí, en Bulevard San Juan y Arturo M. Bas, caía la primera víctima fatal, Máximo Mena.
La reacción fue inmediata y en cadena. Con furia, los manifestantes se adueñaron de la ciudad, levantando verdaderos muros de contención (barricadas) contra la policía, que debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores, quienes recibían el apoyo de los vecinos.
Hitos de esa lucha fueron la toma del Círculo de Suboficiales del Ejército, en San Luis y La Cañada, los incendios de la firma estadounidense Xerox y de Citroen, en la avenida Colón, de las oficinas de la Dirección General de Rentas, en Mariano Moreno y Caseros, de la Aduana, en Chacabuco al 400.
La llegada del Ejército, junto con las sombras de la noche, el allanamiento a la CGTA, la detención de dirigentes y su juzgamiento y condena por los Consejos de Guerra (Canelles, 10 años de cárcel; Tosco, 8 años; Elpidio Torres, 7) fueron la respuesta de una dictadura que acusaba al comunismo internacional como responsable de semejante pueblada.
"Vengo a cortar la cabeza de la víbora comunista", dijo el gobernador Uriburu, reemplazante de Caballero. Poco después, una jornada similar al Cordobazo, que el ingenio popular llamó el Viborazo, terminaría de convencer a las clases dominantes de que, si querían conservar el poder sin tamaños sobresaltos, debían buscar un camino distinto al que habían ensayado con el golpe de 1966.
Angel Stival y Juan Iturburu, revista Los '70
33º aniversario del cordobazo
Por Luis Bruschtein
"Hoy más que nunca se necesita la unidad del pueblo" - Jorge Canelles es uno de los últimos gremialistas vivos que junto a Agustín Tosco participaron en la organización del Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, la movilización que marcó el principio del fin de la dictadura de ese momento. "Si en aquella época fue importante la unidad de acción de los sectores populares –afirma, hoy es más necesaria que nunca."
"Son más de 60 años de lucha y nunca pensamos en el beneficio personal, ni siquiera tengo casa propia, ni la tenía Tosco cuando murió", reflexiona Jorge Canelles, compañero del legendario gremialista cordobés en las luchas obreras. Canelles es el último de los dirigentes gremiales que participaron en el Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, que está vivo. Era dirigente de la construcción y militaba en el Partido Comunista desde 1945. A Tosco lo conoció en 1955 y estaba junto a él cuando murió en la clandestinidad por una septicemia que se podría haber curado en condiciones normales. A los 75 años, Canelles es empleado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y sus compañeros de ATE acaban de realizarle un homenaje al bautizar con su nombre el local donde se reúnen. "En el Cordobazo no hubo una sola consigna partidaria, todo fue un ‘muera la dictadura’", recuerda junto a un retrato de su compañero de lucha, en el pequeño departamento que alquila.
–¿Qué recuerdo tiene de Agustín Tosco?
Por Luis Bruschtein
"Hoy más que nunca se necesita la unidad del pueblo" - Jorge Canelles es uno de los últimos gremialistas vivos que junto a Agustín Tosco participaron en la organización del Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, la movilización que marcó el principio del fin de la dictadura de ese momento. "Si en aquella época fue importante la unidad de acción de los sectores populares –afirma, hoy es más necesaria que nunca."
"Son más de 60 años de lucha y nunca pensamos en el beneficio personal, ni siquiera tengo casa propia, ni la tenía Tosco cuando murió", reflexiona Jorge Canelles, compañero del legendario gremialista cordobés en las luchas obreras. Canelles es el último de los dirigentes gremiales que participaron en el Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, que está vivo. Era dirigente de la construcción y militaba en el Partido Comunista desde 1945. A Tosco lo conoció en 1955 y estaba junto a él cuando murió en la clandestinidad por una septicemia que se podría haber curado en condiciones normales. A los 75 años, Canelles es empleado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y sus compañeros de ATE acaban de realizarle un homenaje al bautizar con su nombre el local donde se reúnen. "En el Cordobazo no hubo una sola consigna partidaria, todo fue un ‘muera la dictadura’", recuerda junto a un retrato de su compañero de lucha, en el pequeño departamento que alquila.
–¿Qué recuerdo tiene de Agustín Tosco?
–Creo que Tosco fue el dirigente más importante que ha tenido el movimiento obrero argentino. Por su honestidad, por su consecuencia en la lucha y por haber sabido dirigir el levantamiento popular más importante que se ha dado en la Argentina con un contenido de cambio social político profundo. Nos conocimos en la CGT luchando contra la intervención a todos los gremios que quería realizar el golpe de Aramburu-Rojas. Ellos querían intervenir todos los gremios. En esa lucha nos conocimos y tuvimos no sólo muchas coincidencias sino también una amistad muy grande. Yo estaba en el PC desde el ‘45 y Tosco era un tipo muy abierto, había leído mucho sobre cuestiones sociales.
–¿Y los otros dirigentes que participaron en el Cordobazo, como Elpidio Torres?
–¿Y los otros dirigentes que participaron en el Cordobazo, como Elpidio Torres?
Signo de los tiempos: Evite un secuestro. En septiembre de 1971 el Movimiento Nacional contra el secuestro y al tortura alertaba a militantes populares, a través de la revista América Latina, como enfrentar las posibilidades de ser aprehendido por las fuerzas represivas.- Clic en la imagen para agrandar.
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–En ese momento nosotros no coincidíamos con la táctica de la CGT de los Argentinos, que estaba muy enfrentada a la CGT de Azopardo. La realidad de Córdoba era distinta. Nosotros planteábamos la unidad de todos los sectores populares para derrotar a la dictadura. Planteábamos la unidad de las dos CGT y eso no le gustó mucho a Ongaro. Logramos que se unieran las dos CGT en Córdoba para hacer un paro. Ha muerto hace días Elpidio Torres y tengo que decir que cumplió lo pactado para el Cordobazo. Después, cuando volvió de la cárcel, fue a verlo al interventor general de la provincia, se abrazó con él y le dijo que nunca más iba a hacer paro. Eso es otra cosa. En cuanto a las acciones del Cordobazo, fue leal. Y el que lo fue a hablar para que se sumara a la lucha fui yo, porque Tosco no quería saber nada. Pero al final Tosco aceptó hacer una cena conjunta donde se planteó el plan de acción para el Cordobazo.
–¿Y qué objetivos se plantearon?
–Además de las reivindicaciones concretas, nosotros queríamos darles un escarmiento a las fuerzas policiales y represivas porque la represión se había ensañado con el movimiento obrero. Esta vez, dijimos, vamos a resistir y vamos a responder. No hubo ninguna cosa mesiánica de toma del poder. Aunque hubiéramos podido hacerlo a la una de la tarde porque ya no quedaba un solo cana en la calle, ni guardia en la Casa de Gobierno. La declaración de Córdoba al país que hicimos al convocar al acto tenía catorce puntos. En el Cordobazo no hubo un grito partidario, fue todo un "Muera la dictadura", por la democracia y la vigencia del régimen constitucional.
–¿Y Atilio López, que después fue tan amigo de Tosco?
–El participó, igual que René Salamanca, como militante, pero ninguno de los dos estaba como dirigente gremial todavía. A López lo habían despedido de una empresa de transporte y con la indemnización se había puesto un negocito. Después, ya en 1971, en el Viborazo, que fue elsegundo cordobazo, ya estaban como dirigentes. Salamanca no trabajaba en IKA-Renault cuando fue el Cordobazo.
–¿Y qué objetivos se plantearon?
–Además de las reivindicaciones concretas, nosotros queríamos darles un escarmiento a las fuerzas policiales y represivas porque la represión se había ensañado con el movimiento obrero. Esta vez, dijimos, vamos a resistir y vamos a responder. No hubo ninguna cosa mesiánica de toma del poder. Aunque hubiéramos podido hacerlo a la una de la tarde porque ya no quedaba un solo cana en la calle, ni guardia en la Casa de Gobierno. La declaración de Córdoba al país que hicimos al convocar al acto tenía catorce puntos. En el Cordobazo no hubo un grito partidario, fue todo un "Muera la dictadura", por la democracia y la vigencia del régimen constitucional.
–¿Y Atilio López, que después fue tan amigo de Tosco?
–El participó, igual que René Salamanca, como militante, pero ninguno de los dos estaba como dirigente gremial todavía. A López lo habían despedido de una empresa de transporte y con la indemnización se había puesto un negocito. Después, ya en 1971, en el Viborazo, que fue elsegundo cordobazo, ya estaban como dirigentes. Salamanca no trabajaba en IKA-Renault cuando fue el Cordobazo.
–¿Después del Cordobazo los meten presos a usted, a Tosco y a otros dirigentes?
–Sí, nos metieron presos a mí, a Tosco, Alberti, Di Toffino y otros compañeros. Después, en el Viborazo a mí no me agarran y Tosco volvió a caer porque fue a comer al restaurante que en ese entonces tenía el periodista Sergio Villarruel, en Olmos 50, que era muy amigo mío. Cuando salió de cenar lo detuvieron a Tosco y estuvo casi dos años preso.
–Sí, nos metieron presos a mí, a Tosco, Alberti, Di Toffino y otros compañeros. Después, en el Viborazo a mí no me agarran y Tosco volvió a caer porque fue a comer al restaurante que en ese entonces tenía el periodista Sergio Villarruel, en Olmos 50, que era muy amigo mío. Cuando salió de cenar lo detuvieron a Tosco y estuvo casi dos años preso.
–¿Cuánto tiempo estuvieron presos después del Cordobazo?
–Estábamos en una especie de cuartel en Rawson, en un galpón. Los presos del Cordobazo éramos doce, pero había varios que no tenían militancia. Les habían dado cinco años por tirar una piedra. A mí me habían dado diez, a Tosco diez y cuatro meses. Salimos a los seis meses.
–¿Qué diferencias ve entre aquellos años y la situación actual?
–Es muy distinto. Una diferencia es que hoy no existen los dirigentes que había en aquella época, no existe un Agustín Tosco, no existe un activismo sindical como en aquel entonces. Fue diferente al cacerolazo. En el Cordobazo, quince mil activistas se lanzaron a la calle a las once de la mañana. Hubo resistencia con la policía, pero a las doce del día se sumó todo el pueblo y la policía perdió el control. Entonces nosotros avanzamos y tomamos los lugares fundamentales. No quedó una sola comisaría sin quemar. Estábamos luchando por un cambio de régimen, contra una dictadura. En cambio ahora muchos están luchando por la plata que le quedó en el corralito. Además está todo muy disperso y no hay programa ni conducción clara.
–¿Entonces no ve que haya una perspectiva parecida?
–Sí, en un sentido. Porque la unidad de acción se tiene que dar. Es la forma de cambiar la situación y se va a concretar. No sé cuánto tiempo demorará. Si en aquel tiempo la unidad de todos los sectores populares era importante, hoy hace falta más que nunca, porque hay un enemigo mucho más poderoso. Si no hay una confluencia de los sectores populares más esclarecidos, el 80 por ciento de los sectores populares, digamos, no vamos a poder derrotar a este enemigo. Tenemos que esforzarnos por unificar a todos los sectores populares, como lo está haciendo la CTA, para derrotar a los sectores reaccionarios que han entregado nuestro país.
–Una diferencia muy grande es que ahora hay mucha desocupación a diferencia de los años ‘70...
–Estábamos en una especie de cuartel en Rawson, en un galpón. Los presos del Cordobazo éramos doce, pero había varios que no tenían militancia. Les habían dado cinco años por tirar una piedra. A mí me habían dado diez, a Tosco diez y cuatro meses. Salimos a los seis meses.
–¿Qué diferencias ve entre aquellos años y la situación actual?
–Es muy distinto. Una diferencia es que hoy no existen los dirigentes que había en aquella época, no existe un Agustín Tosco, no existe un activismo sindical como en aquel entonces. Fue diferente al cacerolazo. En el Cordobazo, quince mil activistas se lanzaron a la calle a las once de la mañana. Hubo resistencia con la policía, pero a las doce del día se sumó todo el pueblo y la policía perdió el control. Entonces nosotros avanzamos y tomamos los lugares fundamentales. No quedó una sola comisaría sin quemar. Estábamos luchando por un cambio de régimen, contra una dictadura. En cambio ahora muchos están luchando por la plata que le quedó en el corralito. Además está todo muy disperso y no hay programa ni conducción clara.
–¿Entonces no ve que haya una perspectiva parecida?
–Sí, en un sentido. Porque la unidad de acción se tiene que dar. Es la forma de cambiar la situación y se va a concretar. No sé cuánto tiempo demorará. Si en aquel tiempo la unidad de todos los sectores populares era importante, hoy hace falta más que nunca, porque hay un enemigo mucho más poderoso. Si no hay una confluencia de los sectores populares más esclarecidos, el 80 por ciento de los sectores populares, digamos, no vamos a poder derrotar a este enemigo. Tenemos que esforzarnos por unificar a todos los sectores populares, como lo está haciendo la CTA, para derrotar a los sectores reaccionarios que han entregado nuestro país.
–Una diferencia muy grande es que ahora hay mucha desocupación a diferencia de los años ‘70...
–En esa época el poder adquisitivo del salario era mayor. Usted iba a la casa de un obrero de IKA-Renault o de IME, de la fábrica de aviones, y no les faltaba nada. Con el salario de un día del peón de la construcción se podían comprar 21 kilos de carne. La gente hambrienta no es más luchadora que los que tienen la conciencia de los cambios necesarios.
–Bueno, antes del Cordobazo y de la serie de rebeliones provinciales que se produjeron en ese momento daba la impresión de que en el país no pasaba nada...
–Ahora se puede contar, pero en febrero, antes del Cordobazo, una vez estábamos tomando un café con Tosco y él me dijo: "En este país no pasa nada, qué te parece si le metemos un caño a un banco a ver si se mueve la cosa". Nosotros seguíamos trabajando para organizar, para movilizar a la gente y, al final, ese trabajo rindió frutos. No hay que pensar que todo está perdido.
–Cuando se murió Tosco, ¿usted dónde estaba?
–Yo estuve 20 años con Tosco, del ‘55 al ‘75 y me tocó organizar su traslado de Córdoba para que lo atendieran en Buenos Aires. Con Di Toffino y Alberti formábamos una especie de comando y organizamos su traslado porque ya estaba muy enfermo. Todos estábamos clandestinos. Córdoba se había puesto muy dura después del golpe de Lacabanne contra Obregón Cano en marzo del ‘74. Ya lo habían matado a Atilio López.
–¿Si no hubiera estado clandestino lo hubieran podido curar?
–Sí. No tuvo la atención suficiente. Pensaban que tenía un tumor cerebral, pero tenía una septicemia que se podía curar con antibióticos. Lo llevamos a Buenos Aires porque en Córdoba no se podía hacer centellograma. Solamente lo hacían en un sanatorio privado y en el Clínicas. En cualquiera de los dos lo hubieran metido preso. Resolvimos llevarlo a Buenos Aires, logramos que a los quince días empezara a caminar, pero se demoraron los análisis y en el medio le falló el corazón.
Fuente: Página 12
–Ahora se puede contar, pero en febrero, antes del Cordobazo, una vez estábamos tomando un café con Tosco y él me dijo: "En este país no pasa nada, qué te parece si le metemos un caño a un banco a ver si se mueve la cosa". Nosotros seguíamos trabajando para organizar, para movilizar a la gente y, al final, ese trabajo rindió frutos. No hay que pensar que todo está perdido.
–Cuando se murió Tosco, ¿usted dónde estaba?
–Yo estuve 20 años con Tosco, del ‘55 al ‘75 y me tocó organizar su traslado de Córdoba para que lo atendieran en Buenos Aires. Con Di Toffino y Alberti formábamos una especie de comando y organizamos su traslado porque ya estaba muy enfermo. Todos estábamos clandestinos. Córdoba se había puesto muy dura después del golpe de Lacabanne contra Obregón Cano en marzo del ‘74. Ya lo habían matado a Atilio López.
–¿Si no hubiera estado clandestino lo hubieran podido curar?
–Sí. No tuvo la atención suficiente. Pensaban que tenía un tumor cerebral, pero tenía una septicemia que se podía curar con antibióticos. Lo llevamos a Buenos Aires porque en Córdoba no se podía hacer centellograma. Solamente lo hacían en un sanatorio privado y en el Clínicas. En cualquiera de los dos lo hubieran metido preso. Resolvimos llevarlo a Buenos Aires, logramos que a los quince días empezara a caminar, pero se demoraron los análisis y en el medio le falló el corazón.
Fuente: Página 12
El "Gringo" Tosco y el cordobazo
Agustín Tosco
Se me ha pedido que escriba un artículo sobre el Cordobazo. Creo que lo que hay que escribir sobre este hecho de real trascendencia histórica, especialmente para Argentina y América Latina, es un libro. Porque son muchas, variadas y complejas, distantes e inmediatas, las causas que produjeron la circunstancia sociológica - política del Cordobazo.
Durante los meses de prisión en Rawson llené cinco cuadernos sobre el particular. La transcripción de cuatro hojas en un reportaje de la revista "Inédito", motivó, según difusión pública, que la misma fuera clausurada. Aún así, con el tiempo, ese trabajo ha de aparecer, sin la pretensión de ser una visión totalmente objetiva, pero si al menos una interpretación personal sobre la base de la militancia sindical y de las propias posiciones adoptadas por nuestro gremio el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, la Regional Córdoba de la CGT , el conjunto de gremios encabezados por SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines de la Industria Automotriz) y el permanente contacto con las agrupaciones estudiantiles, tanto de la Universidad Nacional como de la universidad Católica. Asimismo con los Sacerdotes del Tercer Mundo y distintas personas de los grupos profesionales y políticos.
Con esta previa aclaración y en el entendimiento de contribuir en modesto alcance a la reafirmación de las reivindicaciones populares, redacto estas líneas ligadas a este acontecimiento fundamental de las clases populares sucedido el 29 y 30 de Mayo de 1969.
¿POR QUE SE HA PRODUCIDO EL CORDOBAZO?
Esta es una pregunta que no por repetida, deja de plantearse y de promover la investigación, la imaginación y particularmente el interés de todos los argentinos, desde el más humilde trabajador, hasta el sociólogo desentrañador de los fenómenos sociales, o de los políticos desde conservadores hasta revolucionarios.
En el penal de Rawson nos visitaron a los trece condenados que procedíamos de Córdoba, una Comisión de Solidaridad, compuesta por Compañeros de distintos gremios de esa ciudad, de Trelew y de otras localidades de la Provincia de Chubut. Nos preguntaron qué necesitábamos para nuestra salud, desde alimentos hasta indumentaria.
Agustín Tosco
Se me ha pedido que escriba un artículo sobre el Cordobazo. Creo que lo que hay que escribir sobre este hecho de real trascendencia histórica, especialmente para Argentina y América Latina, es un libro. Porque son muchas, variadas y complejas, distantes e inmediatas, las causas que produjeron la circunstancia sociológica - política del Cordobazo.
Durante los meses de prisión en Rawson llené cinco cuadernos sobre el particular. La transcripción de cuatro hojas en un reportaje de la revista "Inédito", motivó, según difusión pública, que la misma fuera clausurada. Aún así, con el tiempo, ese trabajo ha de aparecer, sin la pretensión de ser una visión totalmente objetiva, pero si al menos una interpretación personal sobre la base de la militancia sindical y de las propias posiciones adoptadas por nuestro gremio el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, la Regional Córdoba de la CGT , el conjunto de gremios encabezados por SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines de la Industria Automotriz) y el permanente contacto con las agrupaciones estudiantiles, tanto de la Universidad Nacional como de la universidad Católica. Asimismo con los Sacerdotes del Tercer Mundo y distintas personas de los grupos profesionales y políticos.
Con esta previa aclaración y en el entendimiento de contribuir en modesto alcance a la reafirmación de las reivindicaciones populares, redacto estas líneas ligadas a este acontecimiento fundamental de las clases populares sucedido el 29 y 30 de Mayo de 1969.
¿POR QUE SE HA PRODUCIDO EL CORDOBAZO?
Esta es una pregunta que no por repetida, deja de plantearse y de promover la investigación, la imaginación y particularmente el interés de todos los argentinos, desde el más humilde trabajador, hasta el sociólogo desentrañador de los fenómenos sociales, o de los políticos desde conservadores hasta revolucionarios.
En el penal de Rawson nos visitaron a los trece condenados que procedíamos de Córdoba, una Comisión de Solidaridad, compuesta por Compañeros de distintos gremios de esa ciudad, de Trelew y de otras localidades de la Provincia de Chubut. Nos preguntaron qué necesitábamos para nuestra salud, desde alimentos hasta indumentaria.
Ante el fortalecimiento y crecimiento de los grupos armados en la Argentina a fines de los 60, el ejército argentino elabora unos manuales y reglamentos internos de operaciones contra las organizaciones armadas, gran parte de ellos, de carácter reservado. Uno de estos documentos, fue el RC-8-3, “Operaciones contra la subversión urbana”, que fue puesto en vigencia por resolución del Comandante en Jefe del Ejército Alejandro Agustín Lanusse el 29 de Julio de 1969. En el mismo se detalla métodos de represión, inteligencia, censura y acciones psicológicas contra la “subversión urbana”. Entre otras cosas, el manual establecía que “el activista, el perturbador del orden, etc. no será considerado prisionero de guerra y, por tal motivo, no tendrá derecho al tratamiento estipulado en las convenciones internacionales”. Clic para descargar |
Respondimos que necesitábamos solidaridad militante. Pronunciamientos. Lucha contra la Dictadura. Les hablamos de nuestros trabajadores, de sus aspiraciones, de sus desvelos, de sus sacrificios. Les dijimos que las fogatas que alumbraban las calles de Córdoba surgían desde el centro de la tierra impulsadas y encendidas por nuestra juventud estudiosa y trabajadora y que jamás se apagarían porque se nutren de la vida y de los ideales de un pueblo rebelado contra la opresión que se ejercía sobre él y estaba dispuesto a romperla, pasara el tiempo que pasara. Dijimos la verdad, la verdad de todo lo que queríamos.
Los trece condenados de Rawson éramos de extracción, situación y condición heterogénea. Pero todos coincidíamos. No exagero al manifestar que varios de los miembros de la Comisión de Solidaridad y ellos están para testimoniarlo, sintieron correr lágrimas sobre sus mejillas. Al fin y en esta tensa conversación, plantearon la pregunta: ¿Por qué se ha producido el Cordobazo?
Respondimos, con lo que creo es la esencia de la respuesta a tanto interrogante y a tantas elucubraciones que andan dando vuelta como conclusiones: el Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.
¿Y por qué Córdoba precisamente? Porque Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. Córdoba no vivió la "expectativa esperanzada" de otras ciudades. Córdoba jamás creyó en los planes de modernización y de transformación que prometió Onganía, Martínez Paz, Salimei y Ferrer Deheza y luego Borda, Krieger Vasena y Caballero. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía. Pero se expresa con mayor fuerza a partir de julio de 1966.
La reivindicación de los derechos humanos, proceda de donde proceda, en particular de las Encíclicas Papales desde Juan XXIII, encuentran en nosotros una extraordinaria receptividad y así se divulgan especialmente en la juventud y en los Sindicatos. Si hay receptividad es que hay comprensión, y la comprensión deriva en entusiasmo, en fe y en disposición al trabajo, al esfuerzo e incluso al sacrificio para consumar los ideales que ya tienen vigencia en el ámbito universal.
Para reducir la cuestión a sus aspectos más cercanos, las grandes luchas previas al Cordobazo amanecen antes de los dos meses de la usurpación del poder por parte de Onganía. Y estas, tanto como las que posteriormente se plantearon ya que siguen en vigencia, bajo distintas características, obedecen a la toma de conciencia de la necesidad de liberación que es el patrimonio principal de Córdoba dentro del panorama nacional.
LOS PRINCIPALES E INMEDIATOS ANTECEDENTES
A mediados del mes de Agosto de 1966 nuestra Organización Sindical emitió una Declaración en carácter de "Solicitada" cuyo título fue: "Signos negativos". Fue !a primera posición sindical en Córdoba contra la serie de medidas de neto corte represivo que implantaba la Dictadura. Esa declaración tuvo amplia repercusión, no sólo local sino nacional y podríamos decir que prácticamente inauguró la posición rebelde contra la política de Onganía y su equipo.
La muerte de Santiago Pampillón a manos del aparato represivo, puso en evidencia la histórica resistencia estudiantil. Nadie podrá olvidar las luchas y manifestaciones de protesta de todas las agrupaciones, las huelgas de hambre y el propio paro de una hora del movimiento obrero cordobés en solidaridad con los compañeros universitarios. Tuve el honor de integrar una Delegación Sindical de la CGT de Córdoba que acudió a Mendoza al sepelio de Santiago Pampillón Allí discutimos los cordobeses con Gerónimo Izzeta que se encontraba casualmente y le increpamos la pasividad de la CGT Nacional. Al mismo tiempo que se manifestaba el ascenso del espíritu de lucha de las bases sindicales y estudiantiles contra el régimen, los jerarcas del sindicalismo nacional iban justificando -en actitudes- su posterior proclamación a todos los vientos de la "filosofía participacionista".
Tanto como la represión crecía también la resistencia aumentaba. Una manifestación incidental revelaba las distintas formas del repudio al régimen y a sus cómplices. En Córdoba circuló profusamente una hoja impresa que reproducía a Francisco Prado, participando del Festival del Folklore en Cosquin Enero de 1967- mientras era avasallado el Sindicato de Portuarios, despedazado su convenio colectivo de trabajo y despedidos sus dirigentes y militantes más esforzados. Prado era Secretario General de la CGT Nacional. Esas hojas circularon por todo Córdoba y la gente evidenciaba su condena ante la claudicante actitud.En el mismo mes de febrero de 1967 y en función del Paro Nacional resuelto para el primero de Marzo de dicho año, en esta ciudad se realizaron grandes manifestaciones obreras.
El diario '"Córdoba" reprodujo varias fotografías de los actos y una en particular de la represión, donde constó mi detención junto con varios compañeros de la columna de Luz y Fuerza. Fue un plan de lucha de alcance nacional, frustrado por el incipiente participacionismo y dialoguismo que terminó una vez más confiando, según expresiones del propio Francisco Prado, en el nuevo ministro Krieger Vasena, porque según él: "Habría cambiado y su gestión podría ser útil a los trabajadores". Pese a esto, la posición de casi todos los sectores populares, especialmente de Córdoba, conminaba a continuar la lucha.
Quiero transcribir una frase de un documento sindical del 23 de Febrero de 1967, por su carácter premonitorio del "Cordobazo". Decía así: "La historia grande está jalonada de hitos como el que ayer fuera protagonizado por el movimiento obrero de Córdoba, en los talleres y fábricas, en las calles de nuestra ciudad. Porque fue la de ayer una jornada escrita con rasgos vigorosos y expresiones estentóreas que desbordaron los lindes habituales y se prolongaron luego en los grafismos de la prensa y de la televisión, en la retina y en el ánimo de los millares de protagonistas y espectadores que vivieron las secuencias del plan de acción desplegado por la CGT y gremios confederados de Córdoba. Fue una jornada lúcida y comprometida que nos acerca un poco más a la definición crucial que forzosamente tiene que producirse por imperio de la situación a que ha sido arrastrado el pueblo argentino, y sobre la que los trabajadores tenemos adoptada una posición clara, concreta e irreductible".
Respondimos, con lo que creo es la esencia de la respuesta a tanto interrogante y a tantas elucubraciones que andan dando vuelta como conclusiones: el Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.
¿Y por qué Córdoba precisamente? Porque Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. Córdoba no vivió la "expectativa esperanzada" de otras ciudades. Córdoba jamás creyó en los planes de modernización y de transformación que prometió Onganía, Martínez Paz, Salimei y Ferrer Deheza y luego Borda, Krieger Vasena y Caballero. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía. Pero se expresa con mayor fuerza a partir de julio de 1966.
La reivindicación de los derechos humanos, proceda de donde proceda, en particular de las Encíclicas Papales desde Juan XXIII, encuentran en nosotros una extraordinaria receptividad y así se divulgan especialmente en la juventud y en los Sindicatos. Si hay receptividad es que hay comprensión, y la comprensión deriva en entusiasmo, en fe y en disposición al trabajo, al esfuerzo e incluso al sacrificio para consumar los ideales que ya tienen vigencia en el ámbito universal.
Para reducir la cuestión a sus aspectos más cercanos, las grandes luchas previas al Cordobazo amanecen antes de los dos meses de la usurpación del poder por parte de Onganía. Y estas, tanto como las que posteriormente se plantearon ya que siguen en vigencia, bajo distintas características, obedecen a la toma de conciencia de la necesidad de liberación que es el patrimonio principal de Córdoba dentro del panorama nacional.
LOS PRINCIPALES E INMEDIATOS ANTECEDENTES
A mediados del mes de Agosto de 1966 nuestra Organización Sindical emitió una Declaración en carácter de "Solicitada" cuyo título fue: "Signos negativos". Fue !a primera posición sindical en Córdoba contra la serie de medidas de neto corte represivo que implantaba la Dictadura. Esa declaración tuvo amplia repercusión, no sólo local sino nacional y podríamos decir que prácticamente inauguró la posición rebelde contra la política de Onganía y su equipo.
La muerte de Santiago Pampillón a manos del aparato represivo, puso en evidencia la histórica resistencia estudiantil. Nadie podrá olvidar las luchas y manifestaciones de protesta de todas las agrupaciones, las huelgas de hambre y el propio paro de una hora del movimiento obrero cordobés en solidaridad con los compañeros universitarios. Tuve el honor de integrar una Delegación Sindical de la CGT de Córdoba que acudió a Mendoza al sepelio de Santiago Pampillón Allí discutimos los cordobeses con Gerónimo Izzeta que se encontraba casualmente y le increpamos la pasividad de la CGT Nacional. Al mismo tiempo que se manifestaba el ascenso del espíritu de lucha de las bases sindicales y estudiantiles contra el régimen, los jerarcas del sindicalismo nacional iban justificando -en actitudes- su posterior proclamación a todos los vientos de la "filosofía participacionista".
Tanto como la represión crecía también la resistencia aumentaba. Una manifestación incidental revelaba las distintas formas del repudio al régimen y a sus cómplices. En Córdoba circuló profusamente una hoja impresa que reproducía a Francisco Prado, participando del Festival del Folklore en Cosquin Enero de 1967- mientras era avasallado el Sindicato de Portuarios, despedazado su convenio colectivo de trabajo y despedidos sus dirigentes y militantes más esforzados. Prado era Secretario General de la CGT Nacional. Esas hojas circularon por todo Córdoba y la gente evidenciaba su condena ante la claudicante actitud.En el mismo mes de febrero de 1967 y en función del Paro Nacional resuelto para el primero de Marzo de dicho año, en esta ciudad se realizaron grandes manifestaciones obreras.
El diario '"Córdoba" reprodujo varias fotografías de los actos y una en particular de la represión, donde constó mi detención junto con varios compañeros de la columna de Luz y Fuerza. Fue un plan de lucha de alcance nacional, frustrado por el incipiente participacionismo y dialoguismo que terminó una vez más confiando, según expresiones del propio Francisco Prado, en el nuevo ministro Krieger Vasena, porque según él: "Habría cambiado y su gestión podría ser útil a los trabajadores". Pese a esto, la posición de casi todos los sectores populares, especialmente de Córdoba, conminaba a continuar la lucha.
Quiero transcribir una frase de un documento sindical del 23 de Febrero de 1967, por su carácter premonitorio del "Cordobazo". Decía así: "La historia grande está jalonada de hitos como el que ayer fuera protagonizado por el movimiento obrero de Córdoba, en los talleres y fábricas, en las calles de nuestra ciudad. Porque fue la de ayer una jornada escrita con rasgos vigorosos y expresiones estentóreas que desbordaron los lindes habituales y se prolongaron luego en los grafismos de la prensa y de la televisión, en la retina y en el ánimo de los millares de protagonistas y espectadores que vivieron las secuencias del plan de acción desplegado por la CGT y gremios confederados de Córdoba. Fue una jornada lúcida y comprometida que nos acerca un poco más a la definición crucial que forzosamente tiene que producirse por imperio de la situación a que ha sido arrastrado el pueblo argentino, y sobre la que los trabajadores tenemos adoptada una posición clara, concreta e irreductible".
La represión que siguió al paro del primero de marzo de 1967 y la desastrosa conducción de la CGT Nacional produjo un notorio vacío que estuvo signado fundamentalmente por la oposición cada vez más abierta entre las bases sindicales y dirigentes vinculados a ellas y el participacionismo entreguista anidado en la sede de Azopardo en la Capital Federal.
Las bases demandaban un nuevo Plan de Acción. En Tucumán el ataque a los derechos de los trabajadores iba en aumento. En octubre de 1967 la Delegación de Córdoba en el Congreso de la Federación de Luz y Fuerza reclamaba ese Plan de Acción, inspirada en las propias demandas vigentes en nuestra ciudad y denunciaba los hechos más alarmantes que estaban sucediendo.
La preocupación de los dirigentes nacionales se centraba exclusivamente en normalizar la CGT en ese entonces en manos de la Comisión Delegada. ¿De qué teníamos los cordobeses clara conciencia a fines de 1967? ¿Cuál era nuestra denuncia? ¿Cuál era nuestra posición?
Las bases demandaban un nuevo Plan de Acción. En Tucumán el ataque a los derechos de los trabajadores iba en aumento. En octubre de 1967 la Delegación de Córdoba en el Congreso de la Federación de Luz y Fuerza reclamaba ese Plan de Acción, inspirada en las propias demandas vigentes en nuestra ciudad y denunciaba los hechos más alarmantes que estaban sucediendo.
La preocupación de los dirigentes nacionales se centraba exclusivamente en normalizar la CGT en ese entonces en manos de la Comisión Delegada. ¿De qué teníamos los cordobeses clara conciencia a fines de 1967? ¿Cuál era nuestra denuncia? ¿Cuál era nuestra posición?
En apretada síntesis expresábamos: Bajo el lema de modernización y transformación el gobierno planteó un plan económico, cuya base filosófico-política se asentó aparentemente en el más ortodoxo y crudo liberalismo, en la resurrección del "dejar hacer, dejar pasar", en la vigencia de un libre empresismo a ultranza, que provocaría la estabilidad y la multiplicación de los bienes económicos del país. Sin embargo esta declamada libertad económica no es sino un esquema destinado sustancialmente a someter al país integrándolo a la crisis del sistema capitalista monopolista como elemento compensador del deterioro cada vez más pronunciado del mismo.Más adelante señalábamos: "Ya desde hace tiempo en todas las naciones del mundo ha concluido la etapa del liberalismo que aquí se pregona. Las potencias industriales practican un crudo dirigismo económico; en el sistema interno protegiendo su mercado productor e incluso consumidor por vía de las barreras aduaneras y otros dispositivos complementarios; en el aspecto externo creando organismos internacionales supeditados a ellas que imponen la política de la libre penetración y de la libre explotación de los pueblos subdesarrollados por los monopolios que actúan desde las grandes metrópolis. Esta libertad económica impuesta y dirigida desde afuera, especialmente desde las concentraciones monopolistas norteamericanas a la par de favorecer desmesuradamente a las mismas y a su país de origen, provocan en Argentina la agudización de la crisis y la profundización de los efectos recesivos'*.
En los pronunciamientos sobre los aspectos económicos se concluía: "Lo que se pretende realmente es quebrar a la industria nacional y dejar el mercado de consumo a merced de los monopolios. Así lo ha expresado genéricamente la Confederación de la Industria al referirse que esta política de transferencia formales y reales es en el más benigno de los juicios, un mal signo. En lo que hace a las empresas del Estado la aprobación de la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Sociedades Anónimas, confirma crudamente la programática oficial de entrega del patrimonio estatal y de la conducción básica y fundamental de la economía a los intereses extranjeros. Nadie duda ya que el plan trazado es contrario a un auténtico desarrollo, atenta contra el nivel de vida de la población, sirve a los grupos de la reacción y del privilegio, compromete el porvenir del país y lesiona la soberanía nacional".
En los pronunciamientos sobre los aspectos económicos se concluía: "Lo que se pretende realmente es quebrar a la industria nacional y dejar el mercado de consumo a merced de los monopolios. Así lo ha expresado genéricamente la Confederación de la Industria al referirse que esta política de transferencia formales y reales es en el más benigno de los juicios, un mal signo. En lo que hace a las empresas del Estado la aprobación de la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Sociedades Anónimas, confirma crudamente la programática oficial de entrega del patrimonio estatal y de la conducción básica y fundamental de la economía a los intereses extranjeros. Nadie duda ya que el plan trazado es contrario a un auténtico desarrollo, atenta contra el nivel de vida de la población, sirve a los grupos de la reacción y del privilegio, compromete el porvenir del país y lesiona la soberanía nacional".
En las cuestiones sociales se denunciaba "el aumento de todos los precios de los artículos de uso y de consumo, agotando la capacidad adquisitiva de las remuneraciones. El incremento de la desocupación. La paralización de la Comisión del Salario Vital, Mínimo y Móvil. La imposición del arbitraje obligatorio para los diferendos laborales. La ley de represión de los conflictos sindicales. La intervención a Sindicatos, el retiro o suspensión de personerías gremiales. La eliminación o restricción de las representaciones sindicales en la Empresa del Estado, incluidos los organismos de previsión social. La violación de los contratos colectivos de trabajo. La ley de congelación de salarios. La modificación de la ley de indemnizaciones por despido. El aumento de la edad para acogerse a la jubilación y la eliminación de las compensaciones por años de servicio".
Como últimos detalles de las denuncias contra la reaccionaria política que se llevaba adelante se señalaba: "Simultáneamente el Gobierno pretende tener un consenso tácito de la opinión pública, pero no abre vías de ninguna naturaleza para probar con la expresión del pueblo si ello es cierto o no, mientras justifica tamaño despropósito con la supuestamente perjudicial de enfrentar a un debate político al país. Con la lógica perseverancia de sus propósitos retrógrados el Gobierno aprueba la Ley de Defensa Civil que militariza a toda la población a partir de los 14 años de edad, bajo el pretexto de asegurar el frente interno, pero con la finalidad de reprimir toda legitima defensa de los intereses económicos, sociales y políticos de los trabajadores. Más adelante dicta la denominada ley de represión al comunismo, que engloba a todas las personas o instituciones que protesten o lleven adelante una acción para proteger sus derechos. Supera el cuadro represivo macartista dejando al Servicio de Informaciones del Estado la calificación de toda persona que tenga "motivaciones ideológicas comunistas", añadiendo un régimen punitivo que llega hasta los nueve años de prisión. Intervienen las Universidades Nacionales, anula la participación de la juventud estudiosa argentina en la vida de las mismas, proyecta una reglamentación limitacionista y disuelve los Centros de Organización Estudiantiles. Viola el secreto de la correspondencia cual modernos inquisidores celosos de toda opinión adversa a la dogmática oficial. En el ámbito internacional propuso, felizmente rechazada, la institucionalización de la Junta Interamericana de Defensa, cual moderno gendarme de los Pueblos de América Latina que bregan por su emancipación integral, a fin de mantenerlos en el subdesarrollo, en el estancamiento y en la dependencia neocolonial"
Allí se realizaron denuncias que si bien eran conocidas por todos, no todos la realizaban. Eran las delegaciones cordobesas por lo general las que sustentaban estos planteamientos en todos los ámbitos.
En Córdoba se expresó poco tiempo después una resolución de la CGT local que declaró persona no grata al Presidente Onganía, y eso trasuntaba el creciente desafío al régimen autocrático, no cuestionado a nivel masivo con tanto vigor como se daba en Córdoba.
LA REBELIÓN DE LAS BASES SINDICALES
La Comisión Delegada de la CGT Nacional, intentó por todos los medios la construcción de un Congreso adicto a las teorías del participacionismo. Que era hacerse eco de toda la política del Gobierno y lograr la participación en el proceso. Una renuncia clara a las reivindicaciones obreras y populares que merecía una repulsa general.
El "dirigentismo" de los jerarcas de las organizaciones nacionales, luego de prolijos cortejos de delegados, al estilo de los viejos comités de la política criolla de la Década Infame, resolvió la convocatoria a un Congreso Nacional para la normalización de la Confederación General del Trabajo.
Llegó a tanto la podredumbre de los dirigentes participacionistas, que sostenían que en ese Congreso no podían participar las Organizaciones que estaban intervenidas, entre ellas la de más caudal de afiliados o sea la Unión Ferroviaria, además de los trabajadores portuarios, de prensa, químicos, del azúcar, etc.. Querían hacer un Congreso con los que habían tolerado la Dictadura y sancionar a su vez con tal exclusión a los que habían luchado, habían sido intervenidos y eran perseguidos por los violadores de todos los derechos sindicales.
Todos quienes continuaban fíeles a los principios sindicales, incluso los sindicatos intervenidos designaron delegados a tal Congreso, comprometiendo a quienes estaban con la Dictadura a que en el propio Congreso los inhibieran de actuar. El 28, 29 y 30 de Marzo comenzó el Congreso. Los dirigentes que coincidían con Onganía, no tuvieron el valor de acudir a impugnar a quienes.querían excluir desde la? bambalinas. El Congreso se realizó con todas las organizaciones combativas, incluidas las intervenidas, y con poco más de la mitad de los delegados suficientes para el quórum se proclamó la lucha contra la Dictadura y el desconocimiento a todos lo jerarcas del participacionismo. De allí nació lo que fue denominada CGT de los Argentinos, encabezada por Raimundo Ongaro.
Las bases sindicales repudiaban toda la política de conciliación vergonzosa y una ola de manifestaciones, de actos, todos organizados por los sindicatos de la CGT de los Argentinos, cubrió una verdadera celebración del 1° de Mayo de 1968.
Como últimos detalles de las denuncias contra la reaccionaria política que se llevaba adelante se señalaba: "Simultáneamente el Gobierno pretende tener un consenso tácito de la opinión pública, pero no abre vías de ninguna naturaleza para probar con la expresión del pueblo si ello es cierto o no, mientras justifica tamaño despropósito con la supuestamente perjudicial de enfrentar a un debate político al país. Con la lógica perseverancia de sus propósitos retrógrados el Gobierno aprueba la Ley de Defensa Civil que militariza a toda la población a partir de los 14 años de edad, bajo el pretexto de asegurar el frente interno, pero con la finalidad de reprimir toda legitima defensa de los intereses económicos, sociales y políticos de los trabajadores. Más adelante dicta la denominada ley de represión al comunismo, que engloba a todas las personas o instituciones que protesten o lleven adelante una acción para proteger sus derechos. Supera el cuadro represivo macartista dejando al Servicio de Informaciones del Estado la calificación de toda persona que tenga "motivaciones ideológicas comunistas", añadiendo un régimen punitivo que llega hasta los nueve años de prisión. Intervienen las Universidades Nacionales, anula la participación de la juventud estudiosa argentina en la vida de las mismas, proyecta una reglamentación limitacionista y disuelve los Centros de Organización Estudiantiles. Viola el secreto de la correspondencia cual modernos inquisidores celosos de toda opinión adversa a la dogmática oficial. En el ámbito internacional propuso, felizmente rechazada, la institucionalización de la Junta Interamericana de Defensa, cual moderno gendarme de los Pueblos de América Latina que bregan por su emancipación integral, a fin de mantenerlos en el subdesarrollo, en el estancamiento y en la dependencia neocolonial"
Allí se realizaron denuncias que si bien eran conocidas por todos, no todos la realizaban. Eran las delegaciones cordobesas por lo general las que sustentaban estos planteamientos en todos los ámbitos.
En Córdoba se expresó poco tiempo después una resolución de la CGT local que declaró persona no grata al Presidente Onganía, y eso trasuntaba el creciente desafío al régimen autocrático, no cuestionado a nivel masivo con tanto vigor como se daba en Córdoba.
LA REBELIÓN DE LAS BASES SINDICALES
La Comisión Delegada de la CGT Nacional, intentó por todos los medios la construcción de un Congreso adicto a las teorías del participacionismo. Que era hacerse eco de toda la política del Gobierno y lograr la participación en el proceso. Una renuncia clara a las reivindicaciones obreras y populares que merecía una repulsa general.
El "dirigentismo" de los jerarcas de las organizaciones nacionales, luego de prolijos cortejos de delegados, al estilo de los viejos comités de la política criolla de la Década Infame, resolvió la convocatoria a un Congreso Nacional para la normalización de la Confederación General del Trabajo.
Llegó a tanto la podredumbre de los dirigentes participacionistas, que sostenían que en ese Congreso no podían participar las Organizaciones que estaban intervenidas, entre ellas la de más caudal de afiliados o sea la Unión Ferroviaria, además de los trabajadores portuarios, de prensa, químicos, del azúcar, etc.. Querían hacer un Congreso con los que habían tolerado la Dictadura y sancionar a su vez con tal exclusión a los que habían luchado, habían sido intervenidos y eran perseguidos por los violadores de todos los derechos sindicales.
Todos quienes continuaban fíeles a los principios sindicales, incluso los sindicatos intervenidos designaron delegados a tal Congreso, comprometiendo a quienes estaban con la Dictadura a que en el propio Congreso los inhibieran de actuar. El 28, 29 y 30 de Marzo comenzó el Congreso. Los dirigentes que coincidían con Onganía, no tuvieron el valor de acudir a impugnar a quienes.querían excluir desde la? bambalinas. El Congreso se realizó con todas las organizaciones combativas, incluidas las intervenidas, y con poco más de la mitad de los delegados suficientes para el quórum se proclamó la lucha contra la Dictadura y el desconocimiento a todos lo jerarcas del participacionismo. De allí nació lo que fue denominada CGT de los Argentinos, encabezada por Raimundo Ongaro.
Las bases sindicales repudiaban toda la política de conciliación vergonzosa y una ola de manifestaciones, de actos, todos organizados por los sindicatos de la CGT de los Argentinos, cubrió una verdadera celebración del 1° de Mayo de 1968.
En Córdoba más de cinco mil personas concurrieron al local del Córdoba Sport Club, en el que juntamente con Ongaro hice uso de la palabra denunciando una vez más, ratificando lo que veníamos señalando desde 1966, que la Dictadura hundía al país.
El 28 de Junio de ese mismo año la CGT de Córdoba programó un acto frente al local de la misma, en repudio al Segundo Aniversario de la Dictadura. La represión, como lo hacia repetidas veces descargó todo su aparato y se contabilizaron trescientos veintidós presos entre los manifestantes. El movimiento obrero, el estudiantado, los sectores populares pugnaban por expresar su protesta en la calle y sucesivamente eran reprimidos. Pero no descansábamos. Algunos ya sostenían que no era posible programar actos, ya que la Policía no los permitía y que la gente se cansaba. La mayoría sostuvo que no. No queríamos dejar de lado nuestro derecho a expresamos, a protestar, a exigir soluciones. Una y otra vez nos disolvían encarcelando a trabajadores y estudiantes.
En Septiembre de 1968, la CGT y el Frente Estudiantil en Lucha programó una semana de Protesta en recordación de los Mártires Populares, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Santiago Pampillón.
Ya el Gobernador Caballero, que había suplantado a Ferrer Deheza, lanzaba la constitución de un Consejo Asesor, como forma perfeccionada del participacionismo como experiencia piloto para todo el país.
La Semana de los Mártires Populares fue violentamente reprimida. Cayó baleado el joven estudiante Aravena, que hoy aún se encuentra impedido físicamente en forma total, como producto de aquel alevoso ataque.
El 28 de Junio de ese mismo año la CGT de Córdoba programó un acto frente al local de la misma, en repudio al Segundo Aniversario de la Dictadura. La represión, como lo hacia repetidas veces descargó todo su aparato y se contabilizaron trescientos veintidós presos entre los manifestantes. El movimiento obrero, el estudiantado, los sectores populares pugnaban por expresar su protesta en la calle y sucesivamente eran reprimidos. Pero no descansábamos. Algunos ya sostenían que no era posible programar actos, ya que la Policía no los permitía y que la gente se cansaba. La mayoría sostuvo que no. No queríamos dejar de lado nuestro derecho a expresamos, a protestar, a exigir soluciones. Una y otra vez nos disolvían encarcelando a trabajadores y estudiantes.
En Septiembre de 1968, la CGT y el Frente Estudiantil en Lucha programó una semana de Protesta en recordación de los Mártires Populares, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Santiago Pampillón.
Ya el Gobernador Caballero, que había suplantado a Ferrer Deheza, lanzaba la constitución de un Consejo Asesor, como forma perfeccionada del participacionismo como experiencia piloto para todo el país.
La Semana de los Mártires Populares fue violentamente reprimida. Cayó baleado el joven estudiante Aravena, que hoy aún se encuentra impedido físicamente en forma total, como producto de aquel alevoso ataque.
Ya es tiempo de violencia, de Enrique Juarez (1969) 45 minutos Cuando a las 12:50 del jueves 29 de mayo de 1969, cayó en las calles aledañas a la terminal de ómnibus de la ciudad de Córdoba el obrero mecánico Máximo Mena, con el corazón perforado de un balazo de pistola 45, comenzó a generarse el estallido insurreccional de mayor virulencia y mayor costo social que registra la historia argentina contemporánea: El Cordobazo. "Ya es tiempo de violencia" formó parte originalmente de una serie de documentales llamados "Argentina, Mayo de 1969: los caminos de la liberación", del cual solo se conservan algunas partes, recién fue exhibida públicamente en 1995 ya que hasta entonces solo circulaba en forma clandestina. Gentileza Agoratv. |
Los actos fueron disueltos. Se atacó a una manifestación encabezada por dirigentes sindicales, estudiantiles y Sacerdotes del Tercer Mundo, que provenían de una Misa por Santiago Pampillón. Se disolvieron los actos frente a la CGT. Se encarcelaron a varios militantes y representantes sindicales y estudiantiles que estuvieron casi un mes en Encausados.
A fines del mismo 1968, la CGT organizó otro acto que fue igualmente reprimido. Todos sentíamos una real indignación y la condena al régimen tomaba ribetes de furia. Nada era posible hacer. La represión se manifestaba en todo momento. El gobierno seguía su propaganda para el Consejo Asesor. La Federación de Luz y Fuerza suspendía a nuestro sindicato por estar adherido a la CGT de los Argentinos.
Los jerarcas sindicales habían realizado su propio Congreso, pero no tenían ninguna vigencia en las bases. En Córdoba eran abiertamente repudiados por la Clase Trabajadora.
Mientras en todos los órdenes la política de Onganía seguía consolidándose en el sentido de la fuerza y la opresión.
Mientras por otra parte, en el Pueblo crecía la rebelión contra tanto estado de injusticia, de desconocimiento de los Derechos Humanos. A fines de 1968, se cumplió el 20° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Luz y Fuerza realizó algunas conferencias sobre el particular. Qué cotejo más dramático se realizaba entre el contenido de esta declaración que coronó el final de la segunda guerra mundial y el régimen que imperaba en Argentina. Parecía que tantos sacrificios, tantas vidas, por el respeto a los derechos del hombre, hubieran sido inútiles.
1969: EL AÑO DEL CORDOBAZO
Hemos reseñado los males del régimen a escala nacional y hemos particularizado las posiciones de Córdoba por ser las más relevantes contra la Dictadura en el orden nacional.
Ya también Hilda Guerrero de Molina, mártir obrera de Tucumán engrosaba las filas de quienes habían caído defendiendo sus ideales, enfrentando al régimen de Onganía.
El régimen comunitario era publicitado desde todos los ángulos del equipo gobernante. Córdoba se había convertido en la experiencia piloto y el Dr. Caballero había constituido su Consejo Asesor que sería convalidado con bombos v platillos en la Reunión de Gobernadores de Alta Gracia. Allí llegó Onganía en el mismo automóvil y en la misma posición ideológica y con los mismos propósitos de Caballero.
Antes habíamos redactado un importante documento. Un documento que se denominaba DECLARACIÓN DE CÓRDOBA y que se dio a publicidad el 21 de Marzo de 1969. Dos meses y días antes del Cordobazo. En él reseñábamos lo problemas principales de orden local que sumados a los de orden nacional y en función a la toma de conciencia del pueblo de Córdoba sobre la validez de sus derechos, podríamos decir que encuadraron la heroica reacción popular del Cordobazo.
En la introducción se decía; "Nuestra Provincia soporta un descalabro gubernativo, una manifiesta inoperancia en los más altos niveles jerárquicos oficiales, una ineptitud generalizada en la conducción de la cosa pública. Paralelamente a esta ineficacia se destaca un oscuro y torpe manejo de los instrumentos del poder, para favorecer a los círculos del privilegio económico y financiero, para exaccionar los modestos recursos monetarios de la población, para burlar la auténtica representatividad popular mediante el fraude neocorporativista, para manipular desvergonzadamente a algunos miembros de la justicia,intentando abiertamente ponerlos al servicio de la tolerancia cómplice hacia el crimen de algún conspicuo allegado al régimen".
"No se recuerda que nuestra provincia haya soportado tamañas iniquidades públicas. Nunca el pueblo cordobés contempló, un ejercicio sensual del poder usurpado con la impunidad que se manifiesta, y con el visto bueno de un Poder Central que en muchos casos lo pone como ejemplo de experiencia a proyectarse en toda la nación."
"Esta situación insoportable en todos los órdenes, obliga a la clase trabajadora cordobesa a repudiar públicamente al gobierno local, a corresponsabilizar a la Dictadura de Ongania de todos sus actos y a actuar cada vez más unida y enérgicamente para lograrla instauración del ejercicio pleno de los derechos y garantías que pertenecen inalienablemente a los trabajadores y ciudadanos, y a la práctica de la función gubernativa en un plano de dignidad y de real interpretación de las aspiraciones del Pueblo".
Señalábamos y no lo hacíamos nosotros por una elucubración al margen de las posiciones populares, sino como una expresión auténtica que palpitaba en toda la población que: " Durante bastante tiempo el Gobierno de Córdoba trabajó intensa y solapadamente, para implementar el denominado Consejo Asesor Económico Social. Sus fundamentos se basaron en el supuesto interés por consultar sectores representativos de la comunidad y darles participación en el análisis y programa de los actos gubernativos".
Luego se indicaba: "Asimismo se pretende remedar el engendro del Consejo Asesor, con los Consejos Económico-Sociales de vigencia positiva en algunos países del mundo estructurados políticamente sobre la base de la voluntad soberana del Pueblo".
Y por último, luego de otras consideraciones: "El Consejo Asesor procura la domesticación de la sociedad,su estratificación definitiva y si hoy se viste con los ropajes de una aparente inocencia, con el tiempo todos deberán lamentar su consolidación como aparato de poder omnipotente, sin apelaciones, en el que se fundamentará y basará el régimen para implantar un sistema de vida repudiado por la historia y con el cual se identificó con su saludo romano el otrora joven camisa negra, hoy Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero."
Sobre el caso Valinotto, se señalaba, "la opinión pública cordobesa y también la nacional observan con estupor como un Juez de Córdoba, dispuso la libertad de un criminal basándose en el testimonio, denominado "de abono" del Ministro de Gobierno, Dr. Luis E. Martínez Golletti, y del Vocal del Superior Tribunal de Justicia Dr. Pedro Angel Spina".
Y culminaba el análisis sobre este tema: "El Sr. Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero, ante la renuncia verbal de su Ministro de Gobierno, Dr. Martínez Golletti, resolvió, rechazarla ratificándole su confianza".
Sobre los impuestos de orden local recalcábamos: "Los centros vecinales de Córdoba, integrados en su mayoría por trabajadores, han denunciado el asalto fiscal de que son objeto, han protestado, han señalado la ilegalidad de las medidas tributarias, pero el gobierno ha permanecido incólume, ofreciendo una transitoria y demagógica rebaja que no altera la situación de fondo y que ha determinado la resistencia al pago, como único camino para hacerse escuchar, aunque el gobierno sigue y seguirá sordo a los reclamos del pueblo, embebido en su absolutismo y cegado por su tortuoso designio político."
Sobre los problemas laborales se daba el caso de las "quitas zonales" que afectaba fundamentalmente al gremio metalúrgico. La anulación de la Ley del Sábado Inglés, que había sancionado en el año 1932 y que rebajaba en un 9,1 °/o los salarios mensuales de los trabajadores. El Departamento Provincial de Trabajo resultaba totalmente inoperante. Se distinguía que "Córdoba es, a no dudarlo, el paraíso de los recibos en blanco, que sirven para robar de los ya magros salarios de los trabajadores, partes sustanciales y crear la inseguridad en la permanencia de su empleo". Por otra parte se dispuso el cierre de una serie de escuelas nocturnas de capacitación a la que concurrían los trabajadores, con el fundamento de que se habían agotado las instancias para que los mencionados establecimientos pasaran a formar parte del organigrama secundario provincial."
Las tropelías de la denominada "Brigada Fantasma", también enardecieron al pueblo de Córdoba. Decíamos sobre el particular: "Todo el país conoce ya el increíble episodio de la "Brigada Fantasma", denominada así por sus oscuras andanzas no en resguardo de la seguridad pública, sino atentando contra la misma.
Intimidando a gente inocente, persiguiendo a supuestos delincuentes y extorsionando a los detenidos". Se concluía sobre este punto: "También el episodio de la "Brigada Fantasma", por más que se haya dispuesto su disolución y la detención de los "policías" que la integraban, no fue descubierta por la preocupación o la diligencia de los funcionarios del gobierno. Se conoció y se investigó por las denuncias periodísticas que constituye hoy el único medio que tiene el Pueblo para defenderse de alguna manera de los atropellos a que es sometido por un Gobierno, que inexorablemente "será juzgado como el más nefasto para los derechos de toda la población de Córdoba".
Para no extenderse más sobre este extenso documente señalaré una frase mas: "Una ínfima minoría, los dedos de una mano sobran para contarlos, de "dirigentes" sindicales, apoya el régimen cordobés. No es así sin embargo en el orden nacional.
La asistencia de más de cuarenta jerarcas gremiales a una entrevista con Onganía ha demostrado que el espíritu de lucha de los trabajadores y del pueblo, tienen un fuerte contingente de desertores, sumados a la programática del régimen: política de sometimiento económico, de opresión social, de oscurantismo cultural y de mordaza cívica, sojuzgando a todos los argentinos que quieren un país en el cual se operen fundamentales transformaciones que posibiliten un inmediato porvenir donde impere la justicia social; donde se produzca la independencia económica, liberando a la patria de la penetración y dominio monopolice e imperialista; donde se materialice la soberanía política sobre la base de la libre voluntad popular y donde la democracia integral se practique sin ningún tipo de proscripciones e inhabilitaciones para todos los argentinos".
Cubríamos el final exhortando a la unidad, a la acción común reinvindicativa, de todas las Organizaciones Sindicales para la prosecución de la lucha en defensa de nuestros derechos.
ESTALLA LA CALDERA
Los trabajadores metalúrgicos, los trabajadores del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 1° de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencia de empresas, respectivamente. Los obreros mecánicos realizan una Asamblea y a la salida al ser reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo. Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin número de derechos, la vergüenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y de los centros vecinales se suman.
Se paraliza totalmente la ciudad el día 16 de Mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El Gobierno reprime.
En otros lugares del país, estallan conflictos estudiantiles por las privatizaciones de los comedores universitarios.
En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral y ese hecho tiene honda repercusión en toda la población de Córdoba. Se dispone el cierre de la Universidad. Todas las agrupaciones estudiantiles protestan y preparan actos y manifestaciones. Se trabaja de común acuerdo con la CGT.
El día 18, es asesinado en Rosario el estudiante Adolfo Ramón Bello. Realizamos con los estudiantes y los Sacerdotes del Tercer Mundo una marcha de silencio en homenaje a los caídos.
El día 20 de Mayo, fui detenido e incomunicado en el Departamento de Policía "en averiguación de antecedentes". Recupero la libertad al día siguiente.
El día 21, se concreta un paro general de estudiantes. Una serie de comunicados del movimiento obrero lo apoyan. En Rosario cae una víctima más. El estudiante y aprendiz de metalúrgico Norberto Blanco, es asesinado en Rosario. Se instalan Consejos de Guerra.
El día 22 de Mayo, los estudiantes de la Universidad Católica se declaran en estado de asamblea y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.
El día 23 de Mayo, es ocupado el Barrio Clínicas por los Estudiantes. Es gravemente herido el estudiante Héctor Crusta de un balazo por la Policía. Se producen fogatas y choques. La Policía es contundente, y los choques se hacen cada vez más graves.
El día 25 de Mayo, hablo en la Universidad Católica de Córdoba y hago una severa crítica y condena a los sangrientos atropellos de la Policía y de los arbitrarios procedimientos del Consejo de Guerra en Rosario.
El día 26 de Mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas del 29 de Mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT.
Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública, notoria y elocuente en todos los estratos de ]a población.
No hay espontaneísmo. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adoptadas. Los Sindicatos organizan y los estudiantes también. Se fijan los lugares de concentración. Como se realizaran las marchas. La gran concentración se llevara adelante, frente al local de la CGT en la calle Vélez Sársfieid 137.
Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad en los días previos. Se suceden las Asambleas de los Sindicatos y de los Estudiantes que apoyan el paro y la protesta.
El día 29 de Mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora el Gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central, pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta.
Mientras tanto, las columnas de los trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad. Son todas atacadas y se intenta dispersarlas.
El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el Pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios.
Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra tantas prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas, ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas. El saldo de la batalla de Córdoba -El Cordobazo- es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un Pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares ya no se apagará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre nuestras espaldas. Anos de prisión que se convierten en poco menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró nuestro pueblo, especialmente Córdoba, y que nos rescata de las lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su Compañero y su Hermano.
Agustín Tosco
* Dirigente sindical clasista. Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de la provincia de Córdoba al momento de producirse el Cordobazo, fue uno de sus principales dirigentes. En numerosas oportunidades sufrió cárcel y torturas por su militancia política y sindical. El presente artículo fue escrito desde la cárcel de Rawson, en Junio de 1970. Fallecido el 5 de Noviembre de 1975.
Fuente: Rebelión
A fines del mismo 1968, la CGT organizó otro acto que fue igualmente reprimido. Todos sentíamos una real indignación y la condena al régimen tomaba ribetes de furia. Nada era posible hacer. La represión se manifestaba en todo momento. El gobierno seguía su propaganda para el Consejo Asesor. La Federación de Luz y Fuerza suspendía a nuestro sindicato por estar adherido a la CGT de los Argentinos.
Los jerarcas sindicales habían realizado su propio Congreso, pero no tenían ninguna vigencia en las bases. En Córdoba eran abiertamente repudiados por la Clase Trabajadora.
Mientras en todos los órdenes la política de Onganía seguía consolidándose en el sentido de la fuerza y la opresión.
Mientras por otra parte, en el Pueblo crecía la rebelión contra tanto estado de injusticia, de desconocimiento de los Derechos Humanos. A fines de 1968, se cumplió el 20° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Luz y Fuerza realizó algunas conferencias sobre el particular. Qué cotejo más dramático se realizaba entre el contenido de esta declaración que coronó el final de la segunda guerra mundial y el régimen que imperaba en Argentina. Parecía que tantos sacrificios, tantas vidas, por el respeto a los derechos del hombre, hubieran sido inútiles.
1969: EL AÑO DEL CORDOBAZO
Hemos reseñado los males del régimen a escala nacional y hemos particularizado las posiciones de Córdoba por ser las más relevantes contra la Dictadura en el orden nacional.
Ya también Hilda Guerrero de Molina, mártir obrera de Tucumán engrosaba las filas de quienes habían caído defendiendo sus ideales, enfrentando al régimen de Onganía.
El régimen comunitario era publicitado desde todos los ángulos del equipo gobernante. Córdoba se había convertido en la experiencia piloto y el Dr. Caballero había constituido su Consejo Asesor que sería convalidado con bombos v platillos en la Reunión de Gobernadores de Alta Gracia. Allí llegó Onganía en el mismo automóvil y en la misma posición ideológica y con los mismos propósitos de Caballero.
Antes habíamos redactado un importante documento. Un documento que se denominaba DECLARACIÓN DE CÓRDOBA y que se dio a publicidad el 21 de Marzo de 1969. Dos meses y días antes del Cordobazo. En él reseñábamos lo problemas principales de orden local que sumados a los de orden nacional y en función a la toma de conciencia del pueblo de Córdoba sobre la validez de sus derechos, podríamos decir que encuadraron la heroica reacción popular del Cordobazo.
En la introducción se decía; "Nuestra Provincia soporta un descalabro gubernativo, una manifiesta inoperancia en los más altos niveles jerárquicos oficiales, una ineptitud generalizada en la conducción de la cosa pública. Paralelamente a esta ineficacia se destaca un oscuro y torpe manejo de los instrumentos del poder, para favorecer a los círculos del privilegio económico y financiero, para exaccionar los modestos recursos monetarios de la población, para burlar la auténtica representatividad popular mediante el fraude neocorporativista, para manipular desvergonzadamente a algunos miembros de la justicia,intentando abiertamente ponerlos al servicio de la tolerancia cómplice hacia el crimen de algún conspicuo allegado al régimen".
"No se recuerda que nuestra provincia haya soportado tamañas iniquidades públicas. Nunca el pueblo cordobés contempló, un ejercicio sensual del poder usurpado con la impunidad que se manifiesta, y con el visto bueno de un Poder Central que en muchos casos lo pone como ejemplo de experiencia a proyectarse en toda la nación."
"Esta situación insoportable en todos los órdenes, obliga a la clase trabajadora cordobesa a repudiar públicamente al gobierno local, a corresponsabilizar a la Dictadura de Ongania de todos sus actos y a actuar cada vez más unida y enérgicamente para lograrla instauración del ejercicio pleno de los derechos y garantías que pertenecen inalienablemente a los trabajadores y ciudadanos, y a la práctica de la función gubernativa en un plano de dignidad y de real interpretación de las aspiraciones del Pueblo".
Señalábamos y no lo hacíamos nosotros por una elucubración al margen de las posiciones populares, sino como una expresión auténtica que palpitaba en toda la población que: " Durante bastante tiempo el Gobierno de Córdoba trabajó intensa y solapadamente, para implementar el denominado Consejo Asesor Económico Social. Sus fundamentos se basaron en el supuesto interés por consultar sectores representativos de la comunidad y darles participación en el análisis y programa de los actos gubernativos".
Luego se indicaba: "Asimismo se pretende remedar el engendro del Consejo Asesor, con los Consejos Económico-Sociales de vigencia positiva en algunos países del mundo estructurados políticamente sobre la base de la voluntad soberana del Pueblo".
Y por último, luego de otras consideraciones: "El Consejo Asesor procura la domesticación de la sociedad,su estratificación definitiva y si hoy se viste con los ropajes de una aparente inocencia, con el tiempo todos deberán lamentar su consolidación como aparato de poder omnipotente, sin apelaciones, en el que se fundamentará y basará el régimen para implantar un sistema de vida repudiado por la historia y con el cual se identificó con su saludo romano el otrora joven camisa negra, hoy Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero."
Sobre el caso Valinotto, se señalaba, "la opinión pública cordobesa y también la nacional observan con estupor como un Juez de Córdoba, dispuso la libertad de un criminal basándose en el testimonio, denominado "de abono" del Ministro de Gobierno, Dr. Luis E. Martínez Golletti, y del Vocal del Superior Tribunal de Justicia Dr. Pedro Angel Spina".
Y culminaba el análisis sobre este tema: "El Sr. Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero, ante la renuncia verbal de su Ministro de Gobierno, Dr. Martínez Golletti, resolvió, rechazarla ratificándole su confianza".
Sobre los impuestos de orden local recalcábamos: "Los centros vecinales de Córdoba, integrados en su mayoría por trabajadores, han denunciado el asalto fiscal de que son objeto, han protestado, han señalado la ilegalidad de las medidas tributarias, pero el gobierno ha permanecido incólume, ofreciendo una transitoria y demagógica rebaja que no altera la situación de fondo y que ha determinado la resistencia al pago, como único camino para hacerse escuchar, aunque el gobierno sigue y seguirá sordo a los reclamos del pueblo, embebido en su absolutismo y cegado por su tortuoso designio político."
Sobre los problemas laborales se daba el caso de las "quitas zonales" que afectaba fundamentalmente al gremio metalúrgico. La anulación de la Ley del Sábado Inglés, que había sancionado en el año 1932 y que rebajaba en un 9,1 °/o los salarios mensuales de los trabajadores. El Departamento Provincial de Trabajo resultaba totalmente inoperante. Se distinguía que "Córdoba es, a no dudarlo, el paraíso de los recibos en blanco, que sirven para robar de los ya magros salarios de los trabajadores, partes sustanciales y crear la inseguridad en la permanencia de su empleo". Por otra parte se dispuso el cierre de una serie de escuelas nocturnas de capacitación a la que concurrían los trabajadores, con el fundamento de que se habían agotado las instancias para que los mencionados establecimientos pasaran a formar parte del organigrama secundario provincial."
Las tropelías de la denominada "Brigada Fantasma", también enardecieron al pueblo de Córdoba. Decíamos sobre el particular: "Todo el país conoce ya el increíble episodio de la "Brigada Fantasma", denominada así por sus oscuras andanzas no en resguardo de la seguridad pública, sino atentando contra la misma.
Intimidando a gente inocente, persiguiendo a supuestos delincuentes y extorsionando a los detenidos". Se concluía sobre este punto: "También el episodio de la "Brigada Fantasma", por más que se haya dispuesto su disolución y la detención de los "policías" que la integraban, no fue descubierta por la preocupación o la diligencia de los funcionarios del gobierno. Se conoció y se investigó por las denuncias periodísticas que constituye hoy el único medio que tiene el Pueblo para defenderse de alguna manera de los atropellos a que es sometido por un Gobierno, que inexorablemente "será juzgado como el más nefasto para los derechos de toda la población de Córdoba".
Para no extenderse más sobre este extenso documente señalaré una frase mas: "Una ínfima minoría, los dedos de una mano sobran para contarlos, de "dirigentes" sindicales, apoya el régimen cordobés. No es así sin embargo en el orden nacional.
La asistencia de más de cuarenta jerarcas gremiales a una entrevista con Onganía ha demostrado que el espíritu de lucha de los trabajadores y del pueblo, tienen un fuerte contingente de desertores, sumados a la programática del régimen: política de sometimiento económico, de opresión social, de oscurantismo cultural y de mordaza cívica, sojuzgando a todos los argentinos que quieren un país en el cual se operen fundamentales transformaciones que posibiliten un inmediato porvenir donde impere la justicia social; donde se produzca la independencia económica, liberando a la patria de la penetración y dominio monopolice e imperialista; donde se materialice la soberanía política sobre la base de la libre voluntad popular y donde la democracia integral se practique sin ningún tipo de proscripciones e inhabilitaciones para todos los argentinos".
Cubríamos el final exhortando a la unidad, a la acción común reinvindicativa, de todas las Organizaciones Sindicales para la prosecución de la lucha en defensa de nuestros derechos.
ESTALLA LA CALDERA
Los trabajadores metalúrgicos, los trabajadores del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 1° de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencia de empresas, respectivamente. Los obreros mecánicos realizan una Asamblea y a la salida al ser reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo. Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin número de derechos, la vergüenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y de los centros vecinales se suman.
Se paraliza totalmente la ciudad el día 16 de Mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El Gobierno reprime.
En otros lugares del país, estallan conflictos estudiantiles por las privatizaciones de los comedores universitarios.
En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral y ese hecho tiene honda repercusión en toda la población de Córdoba. Se dispone el cierre de la Universidad. Todas las agrupaciones estudiantiles protestan y preparan actos y manifestaciones. Se trabaja de común acuerdo con la CGT.
El día 18, es asesinado en Rosario el estudiante Adolfo Ramón Bello. Realizamos con los estudiantes y los Sacerdotes del Tercer Mundo una marcha de silencio en homenaje a los caídos.
El día 20 de Mayo, fui detenido e incomunicado en el Departamento de Policía "en averiguación de antecedentes". Recupero la libertad al día siguiente.
El día 21, se concreta un paro general de estudiantes. Una serie de comunicados del movimiento obrero lo apoyan. En Rosario cae una víctima más. El estudiante y aprendiz de metalúrgico Norberto Blanco, es asesinado en Rosario. Se instalan Consejos de Guerra.
El día 22 de Mayo, los estudiantes de la Universidad Católica se declaran en estado de asamblea y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.
El día 23 de Mayo, es ocupado el Barrio Clínicas por los Estudiantes. Es gravemente herido el estudiante Héctor Crusta de un balazo por la Policía. Se producen fogatas y choques. La Policía es contundente, y los choques se hacen cada vez más graves.
El día 25 de Mayo, hablo en la Universidad Católica de Córdoba y hago una severa crítica y condena a los sangrientos atropellos de la Policía y de los arbitrarios procedimientos del Consejo de Guerra en Rosario.
El día 26 de Mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas del 29 de Mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT.
Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública, notoria y elocuente en todos los estratos de ]a población.
No hay espontaneísmo. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adoptadas. Los Sindicatos organizan y los estudiantes también. Se fijan los lugares de concentración. Como se realizaran las marchas. La gran concentración se llevara adelante, frente al local de la CGT en la calle Vélez Sársfieid 137.
Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad en los días previos. Se suceden las Asambleas de los Sindicatos y de los Estudiantes que apoyan el paro y la protesta.
El día 29 de Mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora el Gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central, pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta.
Mientras tanto, las columnas de los trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad. Son todas atacadas y se intenta dispersarlas.
El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el Pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios.
Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra tantas prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas, ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas. El saldo de la batalla de Córdoba -El Cordobazo- es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un Pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares ya no se apagará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre nuestras espaldas. Anos de prisión que se convierten en poco menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró nuestro pueblo, especialmente Córdoba, y que nos rescata de las lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su Compañero y su Hermano.
Agustín Tosco
* Dirigente sindical clasista. Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de la provincia de Córdoba al momento de producirse el Cordobazo, fue uno de sus principales dirigentes. En numerosas oportunidades sufrió cárcel y torturas por su militancia política y sindical. El presente artículo fue escrito desde la cárcel de Rawson, en Junio de 1970. Fallecido el 5 de Noviembre de 1975.
Fuente: Rebelión
Hace 30 años, el cordobazo movilizó a los trabajadores en salud mental
El día que hubo huelga de psicoanalistas
Por Enrique Carpintero* y Alejandro Vainer **
En julio de 1966, la dictadura del general Juan Carlos Onganía intervino las universidades y desató una brutal represión que se conoce como "La Noche de los Bastones Largos". La respuesta fue la renuncia masiva de profesores y el inicio de una resistencia estudiantil que se extendió por todo el país. La carrera de Psicología queda prácticamente desmantelada y la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires debió comenzar una lucha contra la Ley 17.132, que prohibía a los psicólogos realizar psicoterapia.
Mientras la sociedad empezaba a sentir los efectos de una política económica que disminuía el nivel de vida, la clase media se sentía desalojada de un espacio de ascenso social como era la universidad. La idea "cientificista" –como se la denominaba en esa época– dejó paso a un cuestionamiento de las teorías hegemónicas como el funcionalismo sociológico, el conductismo y el psicoanálisis kleiniano. Se organizaron grupos de estudio que introdujeron los debates planteados por Althusser, Lévy-Strauss, Lacan, Foucault. También se conocieron las experiencias de la antipsiquiatría que realizaban Franco Basaglia, Ronald Laing y David Cooper, así como el pensamiento psiquiátrico sobre comunidades terapéuticas de Maxwell Jones, E. Goffman y F. Fanon. El libro El miedo a la libertad, de Erich Fromm fue un best-seller de esos años.
En el "campo de la Salud Mental", la burocracia sanitarista del Instituto Nacional de Salud Mental consintió el plan de Mauricio Goldenberg para la Capital Federal, que proponía la formación de servicios de psicopatología en los hospitales generales y centros de salud mental. Además, no se impedía la creación de comunidades terapéuticas en los hospitales psiquiátricos. Obviamente, esta política se llevaba a cabo mientras se favorecía a las clínicas privadas y se mantenían los manicomios. Pero esta situación llevó a experiencias de comunidades terapéuticas y centros comunitarios que fueron más allá de lo que la dictadura permitía.
Se sucedían permanentes huelgas y manifestaciones en todo el país, que fueron violentamente reprimidas con muertos, heridos y centenares de detenidos. El 29 de mayo de 1969, un paro activo en la ciudad de Córdoba tuvo como consecuencia una rebelión de obreros y estudiantes con apoyo de los sectores medios; la ciudad quedó bajo su control hasta el día siguiente, en que intervino el Ejército. El Cordobazo había sorprendido a todo el mundo. Fue el principio del fin de la dictadura de Onganía. Inauguró un nuevo período en las luchas sociales y políticas. Fue un acontecimiento cuya carga simbólica llevó a crear un imaginario donde era posible la transformación de la sociedad. La idea dominante pasó a ser que la política es la fuerza que da sentido a cualquier práctica.
Su repercusión en el campo de la Salud Mental no se hizo esperar. La Asociación de Psicólogos de Buenos Aires produjo una solicitada firmada por la Comisión Directiva, presidida por Roberto Harari, que apoyaba el paro nacional del 1 de julio, planteando "la unificación del movimiento obrero con otros sectores de la sociedad y repudiando la represión acaecida en la Facultad de Filosofía y Letras". En ella funcionaba la carrera de Psicología y, cuando los alumnos debatían en asamblea qué medidas adoptar ante la situación social y política, entró la policía, detuvo a cientos de estudiantes y destrozó instalaciones. A partir de ese hecho, no hubo clases durante tres meses. En la misma solicitada se reivindicó la libre expresión y se sugirió a los asociados hacer pública la adhesión en sus lugares de trabajo. En setiembre apareció el primer número de la revista de la APBA, dirigida por Ricardo Malfé. La misma se constituiría en el principal medio de debate teórico, clínico e institucional acerca del lugar que el psicólogo debía ocupar en el campo de la Salud Mental.
Ese año la Federación Argentina de Psiquiatras llamó a elecciones nacionales: triunfaron listas de unidad con la consigna de defender "nuestros intereses, que no son otros que los intereses del pueblo". En la FAP Capital fue elegido Emilio Rodrigué como presidente y se organizaron movimientos de apoyo a colegas detenidos debido al estado de sitio. Mientras tanto, en el interior de la institución comenzaba a debatirse cómo enfrentar la dictadura de Onganía. Diferencias políticas llevaron a la renuncia de Mauricio Goldenberg como presidente del IV Congreso Argentino de Psiquiatría. Este se realizó al año siguiente en Rosario, donde se eligió a Gervasio Paz como presidente y José Bleger como secretario científico. Esa elección fue producto de una alianza entre los psiquiatras progresistas del interior y algunos psicoanalistas de Buenos Aires en contra de la lista de los psiquiatras manicomiales. La FAP apoyó los paros médicos resueltos por la Confederación Médica Argentina en oposición a la Ley 17.102, que fue el primer intento de privatizar los hospitales públicos.
La Asociación Psicoanalítica Argentina no podía quedar al margen del clima imperante y produjo un hecho sin precedentes en la institución: publica su primera solicitada en oposición a la represión desatada por la dictadura y adhirió a la huelga general, promoviendo que sus miembros realizaran un paro en sus propios consultorios. Se publicó el 28 de mayo con la firma de su presidente, Jorge Mom: "Frente a los hechos que enlutan al país, la Asociación Psicoanalítica Argentina, institución científica cuya tarea fundamental es el esclarecimiento de las motivaciones de la conducta humana, asume la responsabilidad de alertar a los poderes públicos ante el gravísimo peligro que entraña la incomprensión de la situación actual. Es preciso comprender que los movimientos juveniles siempre expresan necesidades y anhelos que importa atender y respetar. La juventud que es nuestra prolongación y trascendencia requiere, para su desarrollo individual y colectivo, las condiciones óptimas de libertad y dignidad humana. La represión violenta e indiscriminada, que ya ha costado vidas, tiende a crear condiciones irreversibles de desorganización y caos que pueden servir de pretexto para mayores excesos de poder. En estas condiciones la fuerza anula las potencialidades del país y se torna autodestructiva".
El día que hubo huelga de psicoanalistas
Por Enrique Carpintero* y Alejandro Vainer **
En julio de 1966, la dictadura del general Juan Carlos Onganía intervino las universidades y desató una brutal represión que se conoce como "La Noche de los Bastones Largos". La respuesta fue la renuncia masiva de profesores y el inicio de una resistencia estudiantil que se extendió por todo el país. La carrera de Psicología queda prácticamente desmantelada y la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires debió comenzar una lucha contra la Ley 17.132, que prohibía a los psicólogos realizar psicoterapia.
Mientras la sociedad empezaba a sentir los efectos de una política económica que disminuía el nivel de vida, la clase media se sentía desalojada de un espacio de ascenso social como era la universidad. La idea "cientificista" –como se la denominaba en esa época– dejó paso a un cuestionamiento de las teorías hegemónicas como el funcionalismo sociológico, el conductismo y el psicoanálisis kleiniano. Se organizaron grupos de estudio que introdujeron los debates planteados por Althusser, Lévy-Strauss, Lacan, Foucault. También se conocieron las experiencias de la antipsiquiatría que realizaban Franco Basaglia, Ronald Laing y David Cooper, así como el pensamiento psiquiátrico sobre comunidades terapéuticas de Maxwell Jones, E. Goffman y F. Fanon. El libro El miedo a la libertad, de Erich Fromm fue un best-seller de esos años.
En el "campo de la Salud Mental", la burocracia sanitarista del Instituto Nacional de Salud Mental consintió el plan de Mauricio Goldenberg para la Capital Federal, que proponía la formación de servicios de psicopatología en los hospitales generales y centros de salud mental. Además, no se impedía la creación de comunidades terapéuticas en los hospitales psiquiátricos. Obviamente, esta política se llevaba a cabo mientras se favorecía a las clínicas privadas y se mantenían los manicomios. Pero esta situación llevó a experiencias de comunidades terapéuticas y centros comunitarios que fueron más allá de lo que la dictadura permitía.
Se sucedían permanentes huelgas y manifestaciones en todo el país, que fueron violentamente reprimidas con muertos, heridos y centenares de detenidos. El 29 de mayo de 1969, un paro activo en la ciudad de Córdoba tuvo como consecuencia una rebelión de obreros y estudiantes con apoyo de los sectores medios; la ciudad quedó bajo su control hasta el día siguiente, en que intervino el Ejército. El Cordobazo había sorprendido a todo el mundo. Fue el principio del fin de la dictadura de Onganía. Inauguró un nuevo período en las luchas sociales y políticas. Fue un acontecimiento cuya carga simbólica llevó a crear un imaginario donde era posible la transformación de la sociedad. La idea dominante pasó a ser que la política es la fuerza que da sentido a cualquier práctica.
Su repercusión en el campo de la Salud Mental no se hizo esperar. La Asociación de Psicólogos de Buenos Aires produjo una solicitada firmada por la Comisión Directiva, presidida por Roberto Harari, que apoyaba el paro nacional del 1 de julio, planteando "la unificación del movimiento obrero con otros sectores de la sociedad y repudiando la represión acaecida en la Facultad de Filosofía y Letras". En ella funcionaba la carrera de Psicología y, cuando los alumnos debatían en asamblea qué medidas adoptar ante la situación social y política, entró la policía, detuvo a cientos de estudiantes y destrozó instalaciones. A partir de ese hecho, no hubo clases durante tres meses. En la misma solicitada se reivindicó la libre expresión y se sugirió a los asociados hacer pública la adhesión en sus lugares de trabajo. En setiembre apareció el primer número de la revista de la APBA, dirigida por Ricardo Malfé. La misma se constituiría en el principal medio de debate teórico, clínico e institucional acerca del lugar que el psicólogo debía ocupar en el campo de la Salud Mental.
Ese año la Federación Argentina de Psiquiatras llamó a elecciones nacionales: triunfaron listas de unidad con la consigna de defender "nuestros intereses, que no son otros que los intereses del pueblo". En la FAP Capital fue elegido Emilio Rodrigué como presidente y se organizaron movimientos de apoyo a colegas detenidos debido al estado de sitio. Mientras tanto, en el interior de la institución comenzaba a debatirse cómo enfrentar la dictadura de Onganía. Diferencias políticas llevaron a la renuncia de Mauricio Goldenberg como presidente del IV Congreso Argentino de Psiquiatría. Este se realizó al año siguiente en Rosario, donde se eligió a Gervasio Paz como presidente y José Bleger como secretario científico. Esa elección fue producto de una alianza entre los psiquiatras progresistas del interior y algunos psicoanalistas de Buenos Aires en contra de la lista de los psiquiatras manicomiales. La FAP apoyó los paros médicos resueltos por la Confederación Médica Argentina en oposición a la Ley 17.102, que fue el primer intento de privatizar los hospitales públicos.
La Asociación Psicoanalítica Argentina no podía quedar al margen del clima imperante y produjo un hecho sin precedentes en la institución: publica su primera solicitada en oposición a la represión desatada por la dictadura y adhirió a la huelga general, promoviendo que sus miembros realizaran un paro en sus propios consultorios. Se publicó el 28 de mayo con la firma de su presidente, Jorge Mom: "Frente a los hechos que enlutan al país, la Asociación Psicoanalítica Argentina, institución científica cuya tarea fundamental es el esclarecimiento de las motivaciones de la conducta humana, asume la responsabilidad de alertar a los poderes públicos ante el gravísimo peligro que entraña la incomprensión de la situación actual. Es preciso comprender que los movimientos juveniles siempre expresan necesidades y anhelos que importa atender y respetar. La juventud que es nuestra prolongación y trascendencia requiere, para su desarrollo individual y colectivo, las condiciones óptimas de libertad y dignidad humana. La represión violenta e indiscriminada, que ya ha costado vidas, tiende a crear condiciones irreversibles de desorganización y caos que pueden servir de pretexto para mayores excesos de poder. En estas condiciones la fuerza anula las potencialidades del país y se torna autodestructiva".
El paro consistió en que el analista esperaba a sus pacientes en su consultorio y les explicaba las causas por las que no atendía. No todos realizaron la huelga ya que, explica hoy un analista, "la huelga la hacía según el didacta que cada uno tenía. Era una medida medio loca pero si tu analista y tu supervisor adherían tenías que hacerla". Comenta otro analista: "Muchos de los que no hicimos la huelga nos apañábamos en no perturbar el encuadre analítico. Pero en realidad creo que era por el temor que teníamos de mostrar una ideología a los pacientes, como si esto pudiera evitarse. En ese momento éramos muy sometidos a nuestros propios analistas didácticos". La inédita medida fue producto de un debate interno en el que un grupo de analistas sostuvo la implicación del psicoanálisis en la problemática social y política.
En julio se realizó en Roma el Congreso Internacional de la IPA, donde Armando Bauleo y Hernán Kesselman fueron miembros fundadores de "Plataforma Internacional". Cuando regresaron, con otros analistas, constituyeron el grupo Plataforma dentro de la APA. Años después Marie Langer escribió: "El Congreso estaba cargado con todo el clima del ‘68; para nosotros, los argentinos, no sólo estaba lo que sabíamos del ‘68 en el mundo: llevábamos con nosotros el Cordobazo junto con la perplejidad frente al asesinato de Vandor, líder sindical dispuesto a pactar con los militares, ocurrido apenas un mes antes, en desafío abierto al gobierno militar".
Las diferentes formas de la violencia política aparecieron en los consultorios cuestionando el concepto de "neutralidad". Tratar de entender sus consecuencias en la práctica analítica y en la sociedad llevó a realizar la Jornada sobre Violencia y Agresión, preparatoria del 8 Congreso Latinoamericano que se iba a realizar en Porto Alegre. Este tenía el mismo tema pero, para no molestar a la dictadura instalada en Brasil desde 1964, se cambió por "Corrientes actuales en el pensamiento psicoanalítico". La APA se opuso a esta decisión y concurrió con un relato oficial que fundamentó la direccionalidad de la práctica social del psicoanálisis. Un grupo de analistas didácticos hizo pública su decisión de no participar en el Congreso. Fue el inicio de la división. Todavía faltaba un tiempo para que los grupos Plataforma y Documento realizaran la primera ruptura en la APA. Estos grupos, junto con la FAP y las asociaciones de Psicólogos, de Psicopedagogos y de Asistentes Sociales, crearon la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental y el Centro de Docencia e Investigación. Los profesionales de la Salud Mental se identificaron como trabajadores. Se iniciaba otro momento histórico donde la política sería protagonista casi excluyente.
* Psicoanalista. Director de la revista Topía. Ex director del equipo de crisis del Plan Piloto en Salud Mental de la Boca-Barracas.
** Psicoanalista. Coordinador de la revista Topía. Ex jefe de residentes del Hospital Borda.
Fuente: Página 12
En julio se realizó en Roma el Congreso Internacional de la IPA, donde Armando Bauleo y Hernán Kesselman fueron miembros fundadores de "Plataforma Internacional". Cuando regresaron, con otros analistas, constituyeron el grupo Plataforma dentro de la APA. Años después Marie Langer escribió: "El Congreso estaba cargado con todo el clima del ‘68; para nosotros, los argentinos, no sólo estaba lo que sabíamos del ‘68 en el mundo: llevábamos con nosotros el Cordobazo junto con la perplejidad frente al asesinato de Vandor, líder sindical dispuesto a pactar con los militares, ocurrido apenas un mes antes, en desafío abierto al gobierno militar".
Las diferentes formas de la violencia política aparecieron en los consultorios cuestionando el concepto de "neutralidad". Tratar de entender sus consecuencias en la práctica analítica y en la sociedad llevó a realizar la Jornada sobre Violencia y Agresión, preparatoria del 8 Congreso Latinoamericano que se iba a realizar en Porto Alegre. Este tenía el mismo tema pero, para no molestar a la dictadura instalada en Brasil desde 1964, se cambió por "Corrientes actuales en el pensamiento psicoanalítico". La APA se opuso a esta decisión y concurrió con un relato oficial que fundamentó la direccionalidad de la práctica social del psicoanálisis. Un grupo de analistas didácticos hizo pública su decisión de no participar en el Congreso. Fue el inicio de la división. Todavía faltaba un tiempo para que los grupos Plataforma y Documento realizaran la primera ruptura en la APA. Estos grupos, junto con la FAP y las asociaciones de Psicólogos, de Psicopedagogos y de Asistentes Sociales, crearon la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental y el Centro de Docencia e Investigación. Los profesionales de la Salud Mental se identificaron como trabajadores. Se iniciaba otro momento histórico donde la política sería protagonista casi excluyente.
* Psicoanalista. Director de la revista Topía. Ex director del equipo de crisis del Plan Piloto en Salud Mental de la Boca-Barracas.
** Psicoanalista. Coordinador de la revista Topía. Ex jefe de residentes del Hospital Borda.
Fuente: Página 12
Algunas reflexiones
Pablo Pozzi, Alejandro Schneider. Historiadores
El Cordobazo marcó un hito en la historia de la clase obrera. La valoración y las conclusiones sobre este acontecimiento tienen una enorme importancia para la caracterización global de la misma, su desarrollo, su conciencia y su potencial revolucionario.
A partir de 1969 se abrió una nueva etapa en las luchas de los trabajadores. Esos años estuvieron signados por el recurso a la violencia por parte de las masas. También, fueron marcados por el planteo del socialismo como una alternativa viable de poder popular. Por primera vez en la historia argentina, la clase obrera se postuló como clase dirigente de otros sectores sociales en el proceso histórico nacional, en un claro desafío a la burguesía; en consecuencia, los trabajadores experimentaron un salto en su conciencia. Esto se expresó en sus formas de organización, en el surgimiento de una nueva camada de dirigentes políticos obreros caracterizados como "clasistas", que constituyeron un quiebre con las tradiciones políticas del peronismo, y en un crecimiento en aquellas organizaciones políticas que representaban los intereses históricos de la clase. Debería quedar claro que el desarrollo de la conciencia de clase es planteado aquí de la manera más alejada posible de las formas positivistas (o sea, no es un camino ascendente hacia el socialismo) sino que se trata de un proceso dinámico y heterogéneo, con marchas y contramarchas y con contradicciones.
De ser correcto lo anterior, se debería replantear algunas de las afirmaciones más comunes de la historiografía y la política actual. Por un lado, el avance sintetizado por el Cordobazo implicó que el peronismo, como alternativa política de la clase obrera, quedó a la derecha y por detrás del progreso histórico de la clase. No sólo significó un freno a la profundización de las luchas y a la conciencia obrera, sino que su evolución hacia opciones revolucionarias apareció como una imposibilidad histórica.
El planteo de Evita por el cual "el peronismo será revolucionario o no será nada", se había resuelto claramente porque no sería nada. Así, las organizaciones que conformaron la Tendencia Revolucionaria del peronismo, a pesar de sus sacrificios y heroísmo, bregaron por una alternativa que no era la que ellos pensaban. En este proceso contribuyeron a sembrar confusión entre los trabajadores y, más de una vez, a dar aire a un Estado capitalista acosado por las luchas populares. Sin embargo, los peronistas "revolucionarios" (aun sin serlo objetivamente) no fueron los únicos que tuvieron estos problemas. Distintos sectores de la izquierda reformista también aceptaron la idea de "Perón como camino a la revolución". El resultado fue que las filas de la izquierda se dividieron, profundizaron el sectarismo, y pusieron un límite concreto al desarrollo de las luchas populares a través de la fragmentación y el espontaneísmo.
En el Cordobazo pudo observarse la superación de las direcciones políticas, sindicales y estudiantiles. La clase obrera y el pueblo, enfrentando a la policía primero y luego directamente a las Fuerzas Armadas, otorgaron a estos hechos el carácter de un hito histórico. De este modo, es importante observar el papel desempeñado por los vecinos de los barrios que, en el repliegue ante la entrada del ejército, apoyaron y cuidaron de los manifestantes callejeros. Si el Cordobazo fue, por un lado, expresión de una exacerbación de las contradicciones sociales después de 1955, en sus consecuencias resultó una verdadera inflexión, un cambio cualitativo en las luchas obreras y populares. Sus consecuencias fueron múltiples.
En lo inmediato, se mostraron los límites de la implementación de una política económica que sólo satisfacía los intereses de la burguesía monopólica. En cuanto a los trabajadores se observaron varios fenómenos y procesos; en los hechos, señaló el inicio de un auge de masas que se reflejó en la oleada de insurrecciones y puebladas que se sucedieron entre 1969 y 1972.
Entre otras cuestiones, la clase obrera cuestionó e impugnó las variantes "combativas" de la dirigencia sindical como antes había ocurrido con la burocracia tradicional. Era evidente que se había producido un profundo corte horizontal con las conducciones gremiales en el ámbito de las organizaciones. Sin embargo, esta ruptura no alcanzó al poder de algunas seccionales que, por el contrario, lograron mantenerse a la cabeza de estos acontecimientos, como Luz y Fuerza de Córdoba. Esto implicó la conformación de un nuevo grupo de dirigentes sindicales, independientes de la burocracia, que condujo las movilizaciones de los gremios: en la práctica estaba renaciendo el clasismo. Además, de esta pérdida de control sobre los trabajadores, y con la agudización de las luchas intrasindicales, surgió por primera vez la violencia contra la burocracia, incluyendo la muerte de dirigentes a manos de sus contrarios peronistas. En el seno de las organizaciones de izquierda, la ejecución de burócratas generó una intensa discusión que fue saldada con la decisión casi uniforme en contra de este tipo de accionar.
El criterio era que la burocracia sindical debía ser desplazada por la lucha de las masas y no por el accionar armado. Esto se sustentaba en una visión ideológica por la que no había que sustituir por las armas a las masas. Por último, corresponde indicar que una buena parte de la izquierda se potenció por los acontecimientos de mayo de 1969. El levantamiento popular puso a la orden del día numerosas polémicas teóricas, confirmando algunos análisis y desechando otros. Esto no significó que se había agotado la discusión; por el contrario, ésta se desarrolló con una riqueza inusual. Lo que significó fue que los debates se basaron, desde entonces, en una práctica militante cada vez más acelerada y en una movilización popular que nadie podía ignorar. En todos los casos, la izquierda se volcó —como lo demostraron los siguientes años—hacia la clase obrera con una renovada fuerza.
Fuente: www.nuestralucha.org
Pablo Pozzi, Alejandro Schneider. Historiadores
El Cordobazo marcó un hito en la historia de la clase obrera. La valoración y las conclusiones sobre este acontecimiento tienen una enorme importancia para la caracterización global de la misma, su desarrollo, su conciencia y su potencial revolucionario.
A partir de 1969 se abrió una nueva etapa en las luchas de los trabajadores. Esos años estuvieron signados por el recurso a la violencia por parte de las masas. También, fueron marcados por el planteo del socialismo como una alternativa viable de poder popular. Por primera vez en la historia argentina, la clase obrera se postuló como clase dirigente de otros sectores sociales en el proceso histórico nacional, en un claro desafío a la burguesía; en consecuencia, los trabajadores experimentaron un salto en su conciencia. Esto se expresó en sus formas de organización, en el surgimiento de una nueva camada de dirigentes políticos obreros caracterizados como "clasistas", que constituyeron un quiebre con las tradiciones políticas del peronismo, y en un crecimiento en aquellas organizaciones políticas que representaban los intereses históricos de la clase. Debería quedar claro que el desarrollo de la conciencia de clase es planteado aquí de la manera más alejada posible de las formas positivistas (o sea, no es un camino ascendente hacia el socialismo) sino que se trata de un proceso dinámico y heterogéneo, con marchas y contramarchas y con contradicciones.
De ser correcto lo anterior, se debería replantear algunas de las afirmaciones más comunes de la historiografía y la política actual. Por un lado, el avance sintetizado por el Cordobazo implicó que el peronismo, como alternativa política de la clase obrera, quedó a la derecha y por detrás del progreso histórico de la clase. No sólo significó un freno a la profundización de las luchas y a la conciencia obrera, sino que su evolución hacia opciones revolucionarias apareció como una imposibilidad histórica.
El planteo de Evita por el cual "el peronismo será revolucionario o no será nada", se había resuelto claramente porque no sería nada. Así, las organizaciones que conformaron la Tendencia Revolucionaria del peronismo, a pesar de sus sacrificios y heroísmo, bregaron por una alternativa que no era la que ellos pensaban. En este proceso contribuyeron a sembrar confusión entre los trabajadores y, más de una vez, a dar aire a un Estado capitalista acosado por las luchas populares. Sin embargo, los peronistas "revolucionarios" (aun sin serlo objetivamente) no fueron los únicos que tuvieron estos problemas. Distintos sectores de la izquierda reformista también aceptaron la idea de "Perón como camino a la revolución". El resultado fue que las filas de la izquierda se dividieron, profundizaron el sectarismo, y pusieron un límite concreto al desarrollo de las luchas populares a través de la fragmentación y el espontaneísmo.
En el Cordobazo pudo observarse la superación de las direcciones políticas, sindicales y estudiantiles. La clase obrera y el pueblo, enfrentando a la policía primero y luego directamente a las Fuerzas Armadas, otorgaron a estos hechos el carácter de un hito histórico. De este modo, es importante observar el papel desempeñado por los vecinos de los barrios que, en el repliegue ante la entrada del ejército, apoyaron y cuidaron de los manifestantes callejeros. Si el Cordobazo fue, por un lado, expresión de una exacerbación de las contradicciones sociales después de 1955, en sus consecuencias resultó una verdadera inflexión, un cambio cualitativo en las luchas obreras y populares. Sus consecuencias fueron múltiples.
En lo inmediato, se mostraron los límites de la implementación de una política económica que sólo satisfacía los intereses de la burguesía monopólica. En cuanto a los trabajadores se observaron varios fenómenos y procesos; en los hechos, señaló el inicio de un auge de masas que se reflejó en la oleada de insurrecciones y puebladas que se sucedieron entre 1969 y 1972.
Entre otras cuestiones, la clase obrera cuestionó e impugnó las variantes "combativas" de la dirigencia sindical como antes había ocurrido con la burocracia tradicional. Era evidente que se había producido un profundo corte horizontal con las conducciones gremiales en el ámbito de las organizaciones. Sin embargo, esta ruptura no alcanzó al poder de algunas seccionales que, por el contrario, lograron mantenerse a la cabeza de estos acontecimientos, como Luz y Fuerza de Córdoba. Esto implicó la conformación de un nuevo grupo de dirigentes sindicales, independientes de la burocracia, que condujo las movilizaciones de los gremios: en la práctica estaba renaciendo el clasismo. Además, de esta pérdida de control sobre los trabajadores, y con la agudización de las luchas intrasindicales, surgió por primera vez la violencia contra la burocracia, incluyendo la muerte de dirigentes a manos de sus contrarios peronistas. En el seno de las organizaciones de izquierda, la ejecución de burócratas generó una intensa discusión que fue saldada con la decisión casi uniforme en contra de este tipo de accionar.
El criterio era que la burocracia sindical debía ser desplazada por la lucha de las masas y no por el accionar armado. Esto se sustentaba en una visión ideológica por la que no había que sustituir por las armas a las masas. Por último, corresponde indicar que una buena parte de la izquierda se potenció por los acontecimientos de mayo de 1969. El levantamiento popular puso a la orden del día numerosas polémicas teóricas, confirmando algunos análisis y desechando otros. Esto no significó que se había agotado la discusión; por el contrario, ésta se desarrolló con una riqueza inusual. Lo que significó fue que los debates se basaron, desde entonces, en una práctica militante cada vez más acelerada y en una movilización popular que nadie podía ignorar. En todos los casos, la izquierda se volcó —como lo demostraron los siguientes años—hacia la clase obrera con una renovada fuerza.
Fuente: www.nuestralucha.org
El Cordobazo, una rebelión popular
¨El Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.' Agustín Tosco
El 29 de mayo de 1969 luego de una minuciosa organización, por parte de los trabajadores del movimiento obrero cordobés, se alistaba para protagonizar un paro activo de 36 horas a partir del mediodía del 29.
A pesar de un operativo policial de gran envergadura, desde todos los rincones de las grandes fábricas cordobesas comenzaron un camino ascendente hacia el centro de la ciudad.Por otra parte los lucifuercistas encabezados por Agustín Tosco, Felipe Alberti, Tomás Di Toffino y otros partían desde las orillas del Río Primero para confluir con las otras columnas de trabajadores que inundaban el casco céntrico de la famosa Docta Cordobesa.
Además el barrio Clínicas era tomado por los estudiantes. Y la ciudad y sus alrededores estaban en estado de rebelión por la organización de sus centros vecinales, en un número superior a los 150, que protagonizaron todo el apoyo a las masas en insurrección de esa jornada gloriosa.
El Cordobazo le propinó un golpe certero al proyecto político y económico del Onganiato, la desindustrialización del país fue retrasada por casi siete años. Luego vendría la dictadura militar…
La conspiración de los iguales
El cuento que presentamos se trata de un hecho real, que está ficcionado por el autor.
Es uno de sus últimos viajes, que realiza el Gringo Tosco, a la Capital Federal, en medio de las persecuciones de esos tiempos, los trabajadores se unieron para hacer realidad un principio de la clase obrera: unidad y acción.
El Gringo llegó de la mano de lucifuercistas y ferroviarios que conspiraron y combinaron una forma de burlar a los perseguidores.
El nombre de la Conspiración de los iguales tiene un antecedente: la lucha de los obreros franceses.
El cuento es un recorrido desde adentro, entre avatares, señas, tiempo, conciencia y valentía de un conjunto de compañeros que merecen este reconocimiento. En definitiva es un relato desde el Terraplén o desde el Subsuelo de la Patria…
¨El Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.' Agustín Tosco
El 29 de mayo de 1969 luego de una minuciosa organización, por parte de los trabajadores del movimiento obrero cordobés, se alistaba para protagonizar un paro activo de 36 horas a partir del mediodía del 29.
A pesar de un operativo policial de gran envergadura, desde todos los rincones de las grandes fábricas cordobesas comenzaron un camino ascendente hacia el centro de la ciudad.Por otra parte los lucifuercistas encabezados por Agustín Tosco, Felipe Alberti, Tomás Di Toffino y otros partían desde las orillas del Río Primero para confluir con las otras columnas de trabajadores que inundaban el casco céntrico de la famosa Docta Cordobesa.
Además el barrio Clínicas era tomado por los estudiantes. Y la ciudad y sus alrededores estaban en estado de rebelión por la organización de sus centros vecinales, en un número superior a los 150, que protagonizaron todo el apoyo a las masas en insurrección de esa jornada gloriosa.
El Cordobazo le propinó un golpe certero al proyecto político y económico del Onganiato, la desindustrialización del país fue retrasada por casi siete años. Luego vendría la dictadura militar…
La conspiración de los iguales
El cuento que presentamos se trata de un hecho real, que está ficcionado por el autor.
Es uno de sus últimos viajes, que realiza el Gringo Tosco, a la Capital Federal, en medio de las persecuciones de esos tiempos, los trabajadores se unieron para hacer realidad un principio de la clase obrera: unidad y acción.
El Gringo llegó de la mano de lucifuercistas y ferroviarios que conspiraron y combinaron una forma de burlar a los perseguidores.
El nombre de la Conspiración de los iguales tiene un antecedente: la lucha de los obreros franceses.
El cuento es un recorrido desde adentro, entre avatares, señas, tiempo, conciencia y valentía de un conjunto de compañeros que merecen este reconocimiento. En definitiva es un relato desde el Terraplén o desde el Subsuelo de la Patria…
La conspiración de los iguales
Por Juan Carlos Cena
A los compañeros que participaron de estos hechos a 36 años del Cordobazo.
El represor, desencajado, grita, gesticula y no entiende.
-¡¿Cómo que no está?!
¡¿Cómo que no lo escuchan?!
¡Peinen Córdoba!
¡Rastrillen, rastrillen!-
Ya lo hicimos Comisario, no hay rastros.
-¿Sólo la ciudad?
¡No, carajo!
La provincia, todo el territorio. Yo sé que está aquí, lo siento, lo huelo...
-Rastrillamos desde Ojo de Agua, Tulumba, Deán Funes, Quilino, la zona de Ascochinga, las sierras y tras las sierras, al sur, por sus pagos: Coronel Moldes y pueblos vecinos, los barrios y nada, ni rastros.
-Continúen, ¡todos a buscarlos, todos! -
-grita el Comisario.
-Están todos, hasta los que tenían parte de enfermo, todos salieron a buscarlo. Sólo encuentran silencio.
-¡Pero, carajo!
¿Y sus compañeros, qué dicen, qué comentan?,
¡Qué me vienen con el silencio, alguien, alguno debe decir algo!
-Nada. Silencio. Nadie pronuncia su nombre, como si lo hubieran olvidado, guardado. Sólo se miran entre sí, eso, sólo eso, se miran, y nada más...
-¿Olvidado, guardado...?
¡Por favor! ¿Entonces, qué dicen las miradas? -
-reclama el Comisario fuera de sí.-No sabemos, señor, no entendemos esa manera de mirar, no es fácil; miran de costado, de soslayo y así, nunca derecho.
-¡Síganlas carajo!
-bramaba lleno de babas el Comisario-
Es una orden, persigan las miradas, espíen su rumbo, espíen...
-Señor, perdón, pero cómo lo hacemos. Además, miran a plena luz y no se puede distinguir si doblan o siguen rectas, si son cortas o largas, ¿cómo leer el significado que usted pide? Se espejan con la luz y como si se disolvieran, no se ven..., se hacen resolana.
-Persigan las miradas, es una orden. Esas miradas tienen huellas, recorrido, ¡aprendan carajo!
¡Tienen olor, olor!
-¿...?-
Y en el taller, donde trabajaba,
¿qué dicen, qué comentan?
¿No hay conversaciones, comentarios, chismes, ah...
?-Nada, señor comisario, nada, todo es simulación, nadie dice nada...
-¿Cómo que nada, que disimulo?
¿Y en los baños, qué?
¿Acaso no hablan?
¿Quién lo reemplaza, qué dice?
-Es un obrero común, sin antecedentes, ya lo investigamos.
-¿También está callado?
-Sí señor Comisario, está callado, es puro silencio. Sólo que al final de la jornada, limpia, ordena y guarda las herramientas que eran del otro.
-¿Cómo?
¿Y eso no les dice nada?
¡Ustedes no ven!
¿No se dan cuenta que si limpia, ordena y guarda las herramientas es que lo esperan?
¿Que está dentro del territorio y que es mentira lo de su enfermedad?
¿No se dan cuenta de que no es esperanza sino certeza de que Tosco regresará?
Sí, certeza es lo que tienen, certeza de que regresará.
¡Lo esperan!
-Señor, el que limpia, ordena y guarda las herramientas, según nuestros informantes, dice que hace eso porque aún las herramientas no son suyas, sino del Gringo, y que además, que las cuida porque él le enseñó el oficio, y eso nunca dejará de agradecerlo. Es muy fuerte, dice este operario, porque nunca se olvida al que te enseñó el oficio. Así nos dicen otros y otros obreros..., que es muy fuerte eso de la enseñanza.
-¡Son macanas!
¡Búsquenlo!
No jodan con más boludeces-
brama el Comisario García Rey, hombre de confianza del brigadier Raúl Lacabanne y de López Rega.
En septiembre del l974 la Triple A asesina al abogado Alfredo Curuchet ,defensor de presos políticos, y al negro Atilio López, ex secretario general de UTA y ex vicegobernador de Córdoba. En octubre es allanado el Sindicato de Luz y Fuerza y el juez ordena la captura del Gringo y otros activistas. Tosco pasa a la clandestinidad. Desde entonces, un silencio recorre la ciudad, las sierras, el norte hosco y el sur, tras las sierras y así todo el territorio. Es la presa más buscada por las babas represivas. No hay pausas, a todo tiempo, en cualquier lugar, requisas, allanamientos, se sigue a la gente, los amigos, la familia, si compra de más o de menos en el almacén, vigilado el barrio, el sindicato, los centros vecinales, toda la jauría suelta, babeante.
El Gringo continúa comunicándose con sus compañeros, visitándolos, a veces, en sus lugares de trabajo y otras, dando conferencias de prensa. Aparece y, de repente, luz. Su salud es delicada, pero debe viajar a Buenos Aires. Partidos y organizaciones políticas -en especial el PRT, en nombre de otras agrupaciones guerrilleras ofrecen una tregua, le solicitan que sea prenda de unidad entre todos los que oponen al golpe de estado en gestación. El es el único escuchado y respetado por todos, ferviente defensor de la unidad. Decide viajar. No hay consejo que lo detenga, ni la sola insinuación de su estado de salud: cuando se lo mencionan se cabrea de lo lindo.
Raúl Lacabanne, el interventor de Córdoba, impuesto por el gobierno central, presiona en forma permanente a la policía reclamando su captura. El gobierno sabe que la salud del Gringo es delicada, aunque no grave. Como medida precautoria, vigilan farmacias, laboratorios, requisan ambulancias, el control no decae.
-El Gringo tiene que viajar, hay que sacarlo de Córdoba -
-repiten una y otra vez los compañeros que están con él en todo momento.
-¿Cómo?
-es la respuesta afligida. Córdoba está cerrada en todas sus salidas, carreteras, aeropuertos, ómnibus, las estaciones del ferrocarril. Pensemos, pensemos...
Son muy pocos, en un principio, los que piensan. Conspiran con cuidado cada paso a dar, pero falta algo. Siguen pensando y se acuerdan de los otros, sus iguales, los ferroviarios. Les cuentan la aflicción, piensan entre todos y resuelven conspirar juntos. Es una conspiración obrera, de iguales. Y la imaginación aparece y se asocia a ellos, esta vez en forma colectiva. La imaginación conspira con los conspirados.
-¡Novedades!
-requiere García Rey.
-Ninguna, señor Comisario
-es la repuesta unánime.
-¡¿Cómo que ninguna?!
-Dicen nuestros informantes que por los barrios, por las usinas, en el taller del Villa Revol, en todos lados, Tosco se volvió invisible, es el comentario más fuerte que se escucha, así dicen señor Comisario.Un tipo, ante la pregunta de uno cualquiera
'¿dónde estará el gringo Tosco?', contesta: 'Invisible, ¿dónde va a estar?'. Sí, es así no más la cosa, dicen: 'porque si el pueblo quiere, te hace invisible'. Desde entonces, se ve a la gente más tranquila, están alegres, ven pasar una hebra seca de amor seco montada en una brisa y joden con que ahí va el Gringo, la soplan y soplan para que remonte y se eleve más alto, se matan de risa entre resoplido y resoplido.
-¡Cómo mierda se va a volver invisible!
¡Lo único que falta, que entremos en brujerías y en creencias del campo, boludeces!
-Lo hicieron invisible, señor, y eso que dijo este tipo rueda por todos lados.
-¡Atrápenlo! ¡Atrápenlo! -grita el Comisario corriendo a todos de su despacho.
El Rayo de Sol está en el andén. La formación del tren ha entrado reculando, furgones postales y de encomienda, coches de clase única, de primera, coche comedor, pullman y los dormitorios al final. Estos enfrentan la entrada principal de la Estación del Ferrocarril Mitre. Un gentío compuesto por pasajeros, mozos de cordel, parientes o amigos estacionados frente a alguna ventanilla gesticula recomendaciones. Canillitas, un carro con golosinas ofreciendo los famosos alfajores cordobeses, personal ferroviario, de azul, vestidos de guarda y camareros, canas de uniforme y de los otros. Todo es movimiento, voces en todos los tonos. El Rayo de Sol partirá a las 22 horas.
Es el día elegido por los conspirados, la imaginación colectiva en acción. Todo se ha gestado en silencio. Es un silencio con sonido propio, acorazado, lleno de luz y aromas, fuerza y riel. Tosco está ya en la ciudad, concreto e inmaterial a la vez. El reloj marca las 21,50. En eso, todo se oscurece. Un apagón imprevisto, ¡qué contrariedad! Los gritos, las exclamaciones, el quejido por el miedo a las tinieblas, y la inmovilidad que genera. La estación de tren, la terminal de ómnibus, las calles, los semáforos, todo es cerrazón. Todo está quieto. Sólo dos pequeñas linternas alumbran los escalones de entrada a la estación, como dos diminutas luciérnagas iluminan los pasos del Gringo Tosco. Dos compañeros van a su lado, como vaqueanos y custodia. El se deja orientar, son de su absoluta confianza. Entran al andén. Dos compañeros se arriman y señalan el coche dormitorio correspondiente. En las escalerillas el camarero se hace cargo y los conduce hasta el camarote designado, quedan dos junto al Gringo, se cierra la puerta. Bajan, esconden las linternas, vuelve la luz y la exclamación de la gente y los pestañeos de acostumbramiento.El auxiliar de la Estación del Ferrocarril Mitre hace sonar las primeras campanadas, las de las 2l,55. Las que anuncian que dentro de cinco minutos el tren parte. Todo es ajetreo, cinco minutos de apagón retrasaron los quehaceres.
El reloj marca las 22 horas. Algunas miradas controlan especialmente la rotación de las manecillas. Fueron los cinco minutos más largos de todos los tiempos. Las últimas campanadas anuncian la partida. El guardatren da salida al Rayo de Sol: pito y bandera verde. Comienza a estirarse la formación de coches, se mueve y se va lentamente, llena de rechinamientos y chirridos de ruedas y riel, y la exhalación de aire excedente de los frenos, todo se mezcla entre las voces y los gritos. Unos agitan saludos, otros agitan silencios, el pecho que revienta, el aire que no alcanza, el convoy se va, se empequeñece pesadamente guardando un secreto, el farol rojo titilante del último coche señala la lejanía. Los conspirados del andén se disuelven entre la gente. Uno de ellos sube a los altos de la estación, a la oficina de Control Trenes, empuña el manipulador y transmite en morse y en clave que el tren de la conspiración ya partió con esa carga tan preciada.
Estación Ferreyra, la locomotora acelera y el traqueteo de los rieles se hace música en los oídos de los pasajeros conspirados. Villa María, se detiene el tren, es parada por diagrama. No hay requisa. Se van apagando las luces de los coches, la formación se hace borrosa, y un misterio particular la envuelve.El Gringo reposa, dormita, a veces sueña y recuerda lentamente los rostros de los compañeros, las asambleas al aire libre, las discusiones con los estudiantes, las agarradas con Alberti, las opiniones del Flaco Canelles, las conversaciones con Solari Irigoyen, la solidaridad del doctor Illia, la polémica franca con Santucho, la ternura hacía Atilio López; la familia, ¡ah!, la familia: los hijos, las cartas escritas desde la cárcel a Malvina y al Agustín, cuánto amor le ponía a cada palabra; los vecinos, tanto tiempo sin verlos; Trelew, Villa Devoto, la escuela de Artes y Oficios, las herramientas y el trabajo, piensa cómo le gustaría sentir la sensación de la lima y también enseñar... Se duerme y despierta al rato sobresaltado..., piensa en los riesgos que corren los compañeros que lo acompañan... Siempre pensando en los otros con ternura, y la ternura que no cesa, así lo agoten los primeros dolores.
-Está todo bien, Gringo, descansá, todo va a salir bien.
Pero él sigue pensando en la nueva tarea, no deja de pensar.Todos dormitando. Ha pasado un tiempo prolongado. El Gringo entra en un largo sueño, y se aquieta. Se escucha el entrecruces de vías, el tren aminora la marcha, más entrecruces de vías y el tren que se detiene. Dos golpes de contraseña. El camarero les anuncia:-Rosario. Uno de ustedes tiene que bajar conmigo.
Recién ahí, en ese momento, se dan cuenta de que están fuera del territorio cordobés, que las babas del represor no los salpicará. El aire húmedo que viene del río les refresca el alma, un mareo emocional los desequilibra un instante.Comienzan las maniobras del cambio de locomotora y el relevo del personal de conducción. Son otros conspirados que deben resolver algo con el camarero y con los que viajan con el Gringo, en la punta del andén, fuera del alcance de las luces y de las miradas.
-Nos detendremos pasando la estación León Suárez
-dicen los compañeros fraternales. Estén preparados, es una estación urbana no autorizada. Ahí habrá otra posta de compañeros que recibirá al Gringo. Ustedes se quedaran en el andén. Tomaran el tren local, otros compañeros los guiarán. Otra vez el ruido de los entrecruces. De Rosario a Retiro sin paradas, piensan los compañeros emocionados, casi sollozando, mientras auscultan la frente al Gringo.
La pareja de maquinistas que tomaron las posta en Rosario nunca condujeron un tren tan silenciosos: emoción del último tramo, responsabilidad de transportar una carga tan preciada. Qué honor. Temprano, dos golpes convenidos anuncian al camarero que les alcanza agua caliente, para el mate o té, bizcochos. Va clareando despacio, Tosco ha dormido sobresaltado, pero no bien despierta, pregunta:
-¿Dónde estamos?
-Estamos cruzando Campana, provincia de Buenos Aires, todavía se ven las luces de las refinerías.
-Entonces, ¡los cagamos!
-Así es, falta poco, todo va bien, tal cual lo pensamos.
Pequeño diálogo, luego un silencio emocionado los penetra. Los ojos de Tosco toman otro brillo. Sonríe, mirándose el empilche ideado para despistar.
Otra vez dos golpes a la puerta.
-Estamos pasando la estación de León Suárez, el tren está mermando la marcha, suavemente. Dos estaciones más y se detiene apenas, estén atentos. Frena suave el tren, la delegación desciende despacio, los que esperan en la plataforma de la estación suburbana se hacen cargo, los otros, se quedan en el andén. El camarero da salida al tren flameando el banderín rojo, que no es lo reglamentario, pero sí lo acordado. Arranca despacio, se va deslizando y la mirada de los conspirados que quedan en el andén, se posan sobre sus formas como si fuera una caricia de agradecimiento que recorre hasta el último coche, que aún porta el encendido farol rojo titilante, como si fuera un guiño cómplice, el de la conspiración de los iguales.
II
Como a los tres meses el Gringo regresa a Córdoba. Habla y habla hasta el agotamiento con todos, todos dicen que sí, pero nadie concreta la unidad. El golpe militar viene marchando, afinando los aprontes; se suman a ello, el hastío de la gente por Lastiri, López Rega y la Isabelita.
La salud de Tosco se deteriora en forma acelerada. De nuevo los conspirados, pero esta vez sólo los compañeros de Luz y Fuerza, y otro cumpa de confianza.
De nuevo:-Hay que sacar al Gringo de Córdoba.Tosco quiere que lo siga atendiendo su médico de cabecera, así tengan que trasladarlo. Aparecen ofrecimientos de partidos políticos, organizaciones guerrilleras, personalidades independientes ofertando todo para cuidarlo.
De nuevo rumbo a Buenos Aires, se busca otra vía: una ambulancia. El Gringo se ha dejado crecer la barba, su delgadez, y otros arreglos cambiaron su fisonomía, es otro. Parten al fin, junto a su médico y otro compañero que han estado siempre junto a él. Dos requisas en la ruta. Las dos se fijan en el enfermo sin prestarle mucha atención. Otra vez se les escapa el Gringo a los represores del interventor Lacabanne. La ira lo penetra hasta los tuétanos, y García Rey que comienza a pensar en eso de la invisibilidad consulta al Pai López Rega. Una risa en falsete es la respuesta.
Tosco es internado, lo someten a todo tipo de tratamientos y consultas. Se recupera despacio. Delgado y débil, Agustín comienza a ensayar algunas caminatas en la misma pieza y a mantener conversaciones con los médicos. Al tiempo vuelve a agravarse, cayó nuevamente en un sopor y el cuadro se transformó en irreversible. Muere el 5 de noviembre de l975. Después es trasladado a Córdoba, vía Rosario. La perrada de nuevo no lo puede ni olfatear. Los compañeros y el pueblo lo siguen manteniendo invisible.
Lo velan en el Club Redes Cordobesas, en el barrio General Paz. Mucha gente muestra allí su desconsuelo. No lo pueden creer. El, que ha sido invisible al represor, no ha podido con la muerte, ella lo ha materializado. Una lluvia torrencial y granizo cae sobre la ciudad, es la tarde del 7 de noviembre. Cuando la lluvia cesa, parte el cortejo fúnebre rumbo al cementerio San Jerónimo. Una multitud nunca vista se desplaza rodeada de un fuerte control policial. Temen que el Gringo se les escape y que sólo estén portando el féretro vacío. El cementerio del barrio de Alto Alberdi es de calles irregulares, con bajadas y subidas, al entrar a los límites del campo santo la plaza forma una cuenca llena de puestos de flores, árboles y una explanada para los coches. Todo ese espacio va colmándose de gente que llega, como afluentes tributarios. Algunos cantando consignas, otros callados llenos de tristeza. Los conspirados, sus amigos más cercanos, el que limpiaba, ordenaba y guardaba las herramientas y los obreros del taller de Villa Revol llevan a pulso el cuerpo inerme del Gringo. Callan las florista ese cantar permanente de la oferta. Se arriman y lo van cubriendo de flores. Cuánta gente, cuánta gente del pueblo, trabajadores de otros gremios se aparean junto a los de Luz y Fuerza; el Gringo los vuelve a convocar, los une. La unidad ha sido su enamoramiento permanente, condición imprescindible para cualquier emprendimiento que tenga que ver con la liberación nacional, solía repetir y repetir.
El represor no puede permitir este nuevo hecho generado por Tosco. Ordena la represión no bien el Gringo llega con el pueblo a la plaza. Miles de balas y gases se dispararon. Corridas, gritos, gente rodando, niños aterrorizados, zapatos y paraguas sin dueños, el espanto. Las babas del represor desataron la furia. Tosco, un verdadero hijo del pueblo, es llevado con suavidad por las férreas manos de sus hermanos de clase. No permiten que ni una sola bala lo roce, lo ensucie, lo contamine. Al Gringo nunca lo va a encontrar el represor. Lo burló siempre. Todos soliviantan el cajón, todos lo cubren, están llenos de levedad; al fin trasponen las puertas del cementerio, se escabullen en su interior, fuerzan las puertas de un panteón y lo depositan allí. Otra vez el Agustín se vuelve invisible a los ojos del represor. Otra vez la mágica voluntad de los hijos del pueblo.
Se fue el Gringo, el respetado por todos. Nos quedaron sus enseñanzas a través de su lucha y la práctica concreta de su militancia. Otros rasgos además lo distinguían: la intransigencia en la defensa de sus principios, su tremenda fuerza moral y ética, su amor a la libertad; fue un rebelde obrero, duro, pero esa severidad nunca le hizo perder la ternura que le profesaba a todos los compañeros. Desde entonces, la figura del gringo Tosco se recorta lenta y obstinadamente, venciendo al silencio y al olvido, ensanchando día a día el campo de la memoria. Como si él condujera un tren memorioso, cargado con voces y palabras de hombres valerosos y dignos, y que en su último vagón portara aún el encendido farol rojo de los conspirados, que sigue titilando tercamente como un guiño cómplice, esta vez del Gringo Tosco.
Fuente: Argenpress
Por Juan Carlos Cena
A los compañeros que participaron de estos hechos a 36 años del Cordobazo.
El represor, desencajado, grita, gesticula y no entiende.
-¡¿Cómo que no está?!
¡¿Cómo que no lo escuchan?!
¡Peinen Córdoba!
¡Rastrillen, rastrillen!-
Ya lo hicimos Comisario, no hay rastros.
-¿Sólo la ciudad?
¡No, carajo!
La provincia, todo el territorio. Yo sé que está aquí, lo siento, lo huelo...
-Rastrillamos desde Ojo de Agua, Tulumba, Deán Funes, Quilino, la zona de Ascochinga, las sierras y tras las sierras, al sur, por sus pagos: Coronel Moldes y pueblos vecinos, los barrios y nada, ni rastros.
-Continúen, ¡todos a buscarlos, todos! -
-grita el Comisario.
-Están todos, hasta los que tenían parte de enfermo, todos salieron a buscarlo. Sólo encuentran silencio.
-¡Pero, carajo!
¿Y sus compañeros, qué dicen, qué comentan?,
¡Qué me vienen con el silencio, alguien, alguno debe decir algo!
-Nada. Silencio. Nadie pronuncia su nombre, como si lo hubieran olvidado, guardado. Sólo se miran entre sí, eso, sólo eso, se miran, y nada más...
-¿Olvidado, guardado...?
¡Por favor! ¿Entonces, qué dicen las miradas? -
-reclama el Comisario fuera de sí.-No sabemos, señor, no entendemos esa manera de mirar, no es fácil; miran de costado, de soslayo y así, nunca derecho.
-¡Síganlas carajo!
-bramaba lleno de babas el Comisario-
Es una orden, persigan las miradas, espíen su rumbo, espíen...
-Señor, perdón, pero cómo lo hacemos. Además, miran a plena luz y no se puede distinguir si doblan o siguen rectas, si son cortas o largas, ¿cómo leer el significado que usted pide? Se espejan con la luz y como si se disolvieran, no se ven..., se hacen resolana.
-Persigan las miradas, es una orden. Esas miradas tienen huellas, recorrido, ¡aprendan carajo!
¡Tienen olor, olor!
-¿...?-
Y en el taller, donde trabajaba,
¿qué dicen, qué comentan?
¿No hay conversaciones, comentarios, chismes, ah...
?-Nada, señor comisario, nada, todo es simulación, nadie dice nada...
-¿Cómo que nada, que disimulo?
¿Y en los baños, qué?
¿Acaso no hablan?
¿Quién lo reemplaza, qué dice?
-Es un obrero común, sin antecedentes, ya lo investigamos.
-¿También está callado?
-Sí señor Comisario, está callado, es puro silencio. Sólo que al final de la jornada, limpia, ordena y guarda las herramientas que eran del otro.
-¿Cómo?
¿Y eso no les dice nada?
¡Ustedes no ven!
¿No se dan cuenta que si limpia, ordena y guarda las herramientas es que lo esperan?
¿Que está dentro del territorio y que es mentira lo de su enfermedad?
¿No se dan cuenta de que no es esperanza sino certeza de que Tosco regresará?
Sí, certeza es lo que tienen, certeza de que regresará.
¡Lo esperan!
-Señor, el que limpia, ordena y guarda las herramientas, según nuestros informantes, dice que hace eso porque aún las herramientas no son suyas, sino del Gringo, y que además, que las cuida porque él le enseñó el oficio, y eso nunca dejará de agradecerlo. Es muy fuerte, dice este operario, porque nunca se olvida al que te enseñó el oficio. Así nos dicen otros y otros obreros..., que es muy fuerte eso de la enseñanza.
-¡Son macanas!
¡Búsquenlo!
No jodan con más boludeces-
brama el Comisario García Rey, hombre de confianza del brigadier Raúl Lacabanne y de López Rega.
En septiembre del l974 la Triple A asesina al abogado Alfredo Curuchet ,defensor de presos políticos, y al negro Atilio López, ex secretario general de UTA y ex vicegobernador de Córdoba. En octubre es allanado el Sindicato de Luz y Fuerza y el juez ordena la captura del Gringo y otros activistas. Tosco pasa a la clandestinidad. Desde entonces, un silencio recorre la ciudad, las sierras, el norte hosco y el sur, tras las sierras y así todo el territorio. Es la presa más buscada por las babas represivas. No hay pausas, a todo tiempo, en cualquier lugar, requisas, allanamientos, se sigue a la gente, los amigos, la familia, si compra de más o de menos en el almacén, vigilado el barrio, el sindicato, los centros vecinales, toda la jauría suelta, babeante.
El Gringo continúa comunicándose con sus compañeros, visitándolos, a veces, en sus lugares de trabajo y otras, dando conferencias de prensa. Aparece y, de repente, luz. Su salud es delicada, pero debe viajar a Buenos Aires. Partidos y organizaciones políticas -en especial el PRT, en nombre de otras agrupaciones guerrilleras ofrecen una tregua, le solicitan que sea prenda de unidad entre todos los que oponen al golpe de estado en gestación. El es el único escuchado y respetado por todos, ferviente defensor de la unidad. Decide viajar. No hay consejo que lo detenga, ni la sola insinuación de su estado de salud: cuando se lo mencionan se cabrea de lo lindo.
Raúl Lacabanne, el interventor de Córdoba, impuesto por el gobierno central, presiona en forma permanente a la policía reclamando su captura. El gobierno sabe que la salud del Gringo es delicada, aunque no grave. Como medida precautoria, vigilan farmacias, laboratorios, requisan ambulancias, el control no decae.
-El Gringo tiene que viajar, hay que sacarlo de Córdoba -
-repiten una y otra vez los compañeros que están con él en todo momento.
-¿Cómo?
-es la respuesta afligida. Córdoba está cerrada en todas sus salidas, carreteras, aeropuertos, ómnibus, las estaciones del ferrocarril. Pensemos, pensemos...
Son muy pocos, en un principio, los que piensan. Conspiran con cuidado cada paso a dar, pero falta algo. Siguen pensando y se acuerdan de los otros, sus iguales, los ferroviarios. Les cuentan la aflicción, piensan entre todos y resuelven conspirar juntos. Es una conspiración obrera, de iguales. Y la imaginación aparece y se asocia a ellos, esta vez en forma colectiva. La imaginación conspira con los conspirados.
-¡Novedades!
-requiere García Rey.
-Ninguna, señor Comisario
-es la repuesta unánime.
-¡¿Cómo que ninguna?!
-Dicen nuestros informantes que por los barrios, por las usinas, en el taller del Villa Revol, en todos lados, Tosco se volvió invisible, es el comentario más fuerte que se escucha, así dicen señor Comisario.Un tipo, ante la pregunta de uno cualquiera
'¿dónde estará el gringo Tosco?', contesta: 'Invisible, ¿dónde va a estar?'. Sí, es así no más la cosa, dicen: 'porque si el pueblo quiere, te hace invisible'. Desde entonces, se ve a la gente más tranquila, están alegres, ven pasar una hebra seca de amor seco montada en una brisa y joden con que ahí va el Gringo, la soplan y soplan para que remonte y se eleve más alto, se matan de risa entre resoplido y resoplido.
-¡Cómo mierda se va a volver invisible!
¡Lo único que falta, que entremos en brujerías y en creencias del campo, boludeces!
-Lo hicieron invisible, señor, y eso que dijo este tipo rueda por todos lados.
-¡Atrápenlo! ¡Atrápenlo! -grita el Comisario corriendo a todos de su despacho.
El Rayo de Sol está en el andén. La formación del tren ha entrado reculando, furgones postales y de encomienda, coches de clase única, de primera, coche comedor, pullman y los dormitorios al final. Estos enfrentan la entrada principal de la Estación del Ferrocarril Mitre. Un gentío compuesto por pasajeros, mozos de cordel, parientes o amigos estacionados frente a alguna ventanilla gesticula recomendaciones. Canillitas, un carro con golosinas ofreciendo los famosos alfajores cordobeses, personal ferroviario, de azul, vestidos de guarda y camareros, canas de uniforme y de los otros. Todo es movimiento, voces en todos los tonos. El Rayo de Sol partirá a las 22 horas.
Es el día elegido por los conspirados, la imaginación colectiva en acción. Todo se ha gestado en silencio. Es un silencio con sonido propio, acorazado, lleno de luz y aromas, fuerza y riel. Tosco está ya en la ciudad, concreto e inmaterial a la vez. El reloj marca las 21,50. En eso, todo se oscurece. Un apagón imprevisto, ¡qué contrariedad! Los gritos, las exclamaciones, el quejido por el miedo a las tinieblas, y la inmovilidad que genera. La estación de tren, la terminal de ómnibus, las calles, los semáforos, todo es cerrazón. Todo está quieto. Sólo dos pequeñas linternas alumbran los escalones de entrada a la estación, como dos diminutas luciérnagas iluminan los pasos del Gringo Tosco. Dos compañeros van a su lado, como vaqueanos y custodia. El se deja orientar, son de su absoluta confianza. Entran al andén. Dos compañeros se arriman y señalan el coche dormitorio correspondiente. En las escalerillas el camarero se hace cargo y los conduce hasta el camarote designado, quedan dos junto al Gringo, se cierra la puerta. Bajan, esconden las linternas, vuelve la luz y la exclamación de la gente y los pestañeos de acostumbramiento.El auxiliar de la Estación del Ferrocarril Mitre hace sonar las primeras campanadas, las de las 2l,55. Las que anuncian que dentro de cinco minutos el tren parte. Todo es ajetreo, cinco minutos de apagón retrasaron los quehaceres.
El reloj marca las 22 horas. Algunas miradas controlan especialmente la rotación de las manecillas. Fueron los cinco minutos más largos de todos los tiempos. Las últimas campanadas anuncian la partida. El guardatren da salida al Rayo de Sol: pito y bandera verde. Comienza a estirarse la formación de coches, se mueve y se va lentamente, llena de rechinamientos y chirridos de ruedas y riel, y la exhalación de aire excedente de los frenos, todo se mezcla entre las voces y los gritos. Unos agitan saludos, otros agitan silencios, el pecho que revienta, el aire que no alcanza, el convoy se va, se empequeñece pesadamente guardando un secreto, el farol rojo titilante del último coche señala la lejanía. Los conspirados del andén se disuelven entre la gente. Uno de ellos sube a los altos de la estación, a la oficina de Control Trenes, empuña el manipulador y transmite en morse y en clave que el tren de la conspiración ya partió con esa carga tan preciada.
Estación Ferreyra, la locomotora acelera y el traqueteo de los rieles se hace música en los oídos de los pasajeros conspirados. Villa María, se detiene el tren, es parada por diagrama. No hay requisa. Se van apagando las luces de los coches, la formación se hace borrosa, y un misterio particular la envuelve.El Gringo reposa, dormita, a veces sueña y recuerda lentamente los rostros de los compañeros, las asambleas al aire libre, las discusiones con los estudiantes, las agarradas con Alberti, las opiniones del Flaco Canelles, las conversaciones con Solari Irigoyen, la solidaridad del doctor Illia, la polémica franca con Santucho, la ternura hacía Atilio López; la familia, ¡ah!, la familia: los hijos, las cartas escritas desde la cárcel a Malvina y al Agustín, cuánto amor le ponía a cada palabra; los vecinos, tanto tiempo sin verlos; Trelew, Villa Devoto, la escuela de Artes y Oficios, las herramientas y el trabajo, piensa cómo le gustaría sentir la sensación de la lima y también enseñar... Se duerme y despierta al rato sobresaltado..., piensa en los riesgos que corren los compañeros que lo acompañan... Siempre pensando en los otros con ternura, y la ternura que no cesa, así lo agoten los primeros dolores.
-Está todo bien, Gringo, descansá, todo va a salir bien.
Pero él sigue pensando en la nueva tarea, no deja de pensar.Todos dormitando. Ha pasado un tiempo prolongado. El Gringo entra en un largo sueño, y se aquieta. Se escucha el entrecruces de vías, el tren aminora la marcha, más entrecruces de vías y el tren que se detiene. Dos golpes de contraseña. El camarero les anuncia:-Rosario. Uno de ustedes tiene que bajar conmigo.
Recién ahí, en ese momento, se dan cuenta de que están fuera del territorio cordobés, que las babas del represor no los salpicará. El aire húmedo que viene del río les refresca el alma, un mareo emocional los desequilibra un instante.Comienzan las maniobras del cambio de locomotora y el relevo del personal de conducción. Son otros conspirados que deben resolver algo con el camarero y con los que viajan con el Gringo, en la punta del andén, fuera del alcance de las luces y de las miradas.
-Nos detendremos pasando la estación León Suárez
-dicen los compañeros fraternales. Estén preparados, es una estación urbana no autorizada. Ahí habrá otra posta de compañeros que recibirá al Gringo. Ustedes se quedaran en el andén. Tomaran el tren local, otros compañeros los guiarán. Otra vez el ruido de los entrecruces. De Rosario a Retiro sin paradas, piensan los compañeros emocionados, casi sollozando, mientras auscultan la frente al Gringo.
La pareja de maquinistas que tomaron las posta en Rosario nunca condujeron un tren tan silenciosos: emoción del último tramo, responsabilidad de transportar una carga tan preciada. Qué honor. Temprano, dos golpes convenidos anuncian al camarero que les alcanza agua caliente, para el mate o té, bizcochos. Va clareando despacio, Tosco ha dormido sobresaltado, pero no bien despierta, pregunta:
-¿Dónde estamos?
-Estamos cruzando Campana, provincia de Buenos Aires, todavía se ven las luces de las refinerías.
-Entonces, ¡los cagamos!
-Así es, falta poco, todo va bien, tal cual lo pensamos.
Pequeño diálogo, luego un silencio emocionado los penetra. Los ojos de Tosco toman otro brillo. Sonríe, mirándose el empilche ideado para despistar.
Otra vez dos golpes a la puerta.
-Estamos pasando la estación de León Suárez, el tren está mermando la marcha, suavemente. Dos estaciones más y se detiene apenas, estén atentos. Frena suave el tren, la delegación desciende despacio, los que esperan en la plataforma de la estación suburbana se hacen cargo, los otros, se quedan en el andén. El camarero da salida al tren flameando el banderín rojo, que no es lo reglamentario, pero sí lo acordado. Arranca despacio, se va deslizando y la mirada de los conspirados que quedan en el andén, se posan sobre sus formas como si fuera una caricia de agradecimiento que recorre hasta el último coche, que aún porta el encendido farol rojo titilante, como si fuera un guiño cómplice, el de la conspiración de los iguales.
II
Como a los tres meses el Gringo regresa a Córdoba. Habla y habla hasta el agotamiento con todos, todos dicen que sí, pero nadie concreta la unidad. El golpe militar viene marchando, afinando los aprontes; se suman a ello, el hastío de la gente por Lastiri, López Rega y la Isabelita.
La salud de Tosco se deteriora en forma acelerada. De nuevo los conspirados, pero esta vez sólo los compañeros de Luz y Fuerza, y otro cumpa de confianza.
De nuevo:-Hay que sacar al Gringo de Córdoba.Tosco quiere que lo siga atendiendo su médico de cabecera, así tengan que trasladarlo. Aparecen ofrecimientos de partidos políticos, organizaciones guerrilleras, personalidades independientes ofertando todo para cuidarlo.
De nuevo rumbo a Buenos Aires, se busca otra vía: una ambulancia. El Gringo se ha dejado crecer la barba, su delgadez, y otros arreglos cambiaron su fisonomía, es otro. Parten al fin, junto a su médico y otro compañero que han estado siempre junto a él. Dos requisas en la ruta. Las dos se fijan en el enfermo sin prestarle mucha atención. Otra vez se les escapa el Gringo a los represores del interventor Lacabanne. La ira lo penetra hasta los tuétanos, y García Rey que comienza a pensar en eso de la invisibilidad consulta al Pai López Rega. Una risa en falsete es la respuesta.
Tosco es internado, lo someten a todo tipo de tratamientos y consultas. Se recupera despacio. Delgado y débil, Agustín comienza a ensayar algunas caminatas en la misma pieza y a mantener conversaciones con los médicos. Al tiempo vuelve a agravarse, cayó nuevamente en un sopor y el cuadro se transformó en irreversible. Muere el 5 de noviembre de l975. Después es trasladado a Córdoba, vía Rosario. La perrada de nuevo no lo puede ni olfatear. Los compañeros y el pueblo lo siguen manteniendo invisible.
Lo velan en el Club Redes Cordobesas, en el barrio General Paz. Mucha gente muestra allí su desconsuelo. No lo pueden creer. El, que ha sido invisible al represor, no ha podido con la muerte, ella lo ha materializado. Una lluvia torrencial y granizo cae sobre la ciudad, es la tarde del 7 de noviembre. Cuando la lluvia cesa, parte el cortejo fúnebre rumbo al cementerio San Jerónimo. Una multitud nunca vista se desplaza rodeada de un fuerte control policial. Temen que el Gringo se les escape y que sólo estén portando el féretro vacío. El cementerio del barrio de Alto Alberdi es de calles irregulares, con bajadas y subidas, al entrar a los límites del campo santo la plaza forma una cuenca llena de puestos de flores, árboles y una explanada para los coches. Todo ese espacio va colmándose de gente que llega, como afluentes tributarios. Algunos cantando consignas, otros callados llenos de tristeza. Los conspirados, sus amigos más cercanos, el que limpiaba, ordenaba y guardaba las herramientas y los obreros del taller de Villa Revol llevan a pulso el cuerpo inerme del Gringo. Callan las florista ese cantar permanente de la oferta. Se arriman y lo van cubriendo de flores. Cuánta gente, cuánta gente del pueblo, trabajadores de otros gremios se aparean junto a los de Luz y Fuerza; el Gringo los vuelve a convocar, los une. La unidad ha sido su enamoramiento permanente, condición imprescindible para cualquier emprendimiento que tenga que ver con la liberación nacional, solía repetir y repetir.
El represor no puede permitir este nuevo hecho generado por Tosco. Ordena la represión no bien el Gringo llega con el pueblo a la plaza. Miles de balas y gases se dispararon. Corridas, gritos, gente rodando, niños aterrorizados, zapatos y paraguas sin dueños, el espanto. Las babas del represor desataron la furia. Tosco, un verdadero hijo del pueblo, es llevado con suavidad por las férreas manos de sus hermanos de clase. No permiten que ni una sola bala lo roce, lo ensucie, lo contamine. Al Gringo nunca lo va a encontrar el represor. Lo burló siempre. Todos soliviantan el cajón, todos lo cubren, están llenos de levedad; al fin trasponen las puertas del cementerio, se escabullen en su interior, fuerzan las puertas de un panteón y lo depositan allí. Otra vez el Agustín se vuelve invisible a los ojos del represor. Otra vez la mágica voluntad de los hijos del pueblo.
Se fue el Gringo, el respetado por todos. Nos quedaron sus enseñanzas a través de su lucha y la práctica concreta de su militancia. Otros rasgos además lo distinguían: la intransigencia en la defensa de sus principios, su tremenda fuerza moral y ética, su amor a la libertad; fue un rebelde obrero, duro, pero esa severidad nunca le hizo perder la ternura que le profesaba a todos los compañeros. Desde entonces, la figura del gringo Tosco se recorta lenta y obstinadamente, venciendo al silencio y al olvido, ensanchando día a día el campo de la memoria. Como si él condujera un tren memorioso, cargado con voces y palabras de hombres valerosos y dignos, y que en su último vagón portara aún el encendido farol rojo de los conspirados, que sigue titilando tercamente como un guiño cómplice, esta vez del Gringo Tosco.
Fuente: Argenpress
La hora de la acción directa
El clasismo
Frente a un gremialismo colaboracionista con la dictadura, los métodos y los nuevos planteos que dieron luz al Cordobazo ahora daban un nuevo liderazgo social al movimiento obrero. Al calor de los conflictos en el mundo entero, América Latina era el escenario de nuevas tendencias que marcarían a fuego los años siguientes. La nota en revista incluye el testimonio de Gladys Vera, ex delegada de ILASA y el relato sobre la toma de Fiat, extractado del libro Sitrac-Sitram, del Cordobazo al Clasismo, de Gregorio Flores.
El Cordobazo fue una revelación ideológica y política para el movimiento obrero, que a partir de entonces cobró conciencia de su fuerza y capacidad de liderazgo social, se reencontró con las formas directas de organización y lucha y aprendió a reflexionar sin prejuicios. Nuevos líderes y nuevos mitos se erigían bajo el signo común de la consecuencia y la transparencia. Y bajo ese cobijo, se desarrollaban las tendencias políticas de izquierda --ya sea que adhirieran al marxismo, al peronismo o al cristianismo-- caracterizando la nueva coyuntura.
A fines de 1969 estalló el conflicto en la obra Chocón-Cerros Colorados, encabezado por algunos de estos nuevos dirigentes: Antonio Alac, Armando Olivares y Edgardo Torres. También tuvo un papel activo en esa lucha el cura obrero Raúl Rodríguez.
Fue un conflicto paradigmático: con un fuerte carácter antiburocrático que impactó de lleno en el gremialismo integrado al proceso dictatorial (la UOCRA de Rogelio Coria); por primera vez aparecieron públicamente dirigentes sindicales al lado de la policía y de la patronal intimando a los obreros a rendirse; también tuvo un alto contenido de violencia, con piquetes de huelga, barricadas y amenazas de uso de explosivos.
La lucha del Chocón, que despertó la solidaridad de la disidencia social y política que a esa altura se multiplicaba, se constituirá en la línea de desarrollo de los conflictos obreros. Poco después en Córdoba, cuando el ciclo fabril se recuperaba a pleno con el regreso de las vacaciones, estalló el conflicto de la fábrica de matrices de Perdriel, con similares características al del Chocón. La comisión interna dirigió la toma al margen de la conducción general del gremio, con la misma carga de violencia.
Los efectivos al mando del coronel Héctor Romanutti, jefe de Policía, rodearon la planta intentando de que el juez interviniente no se interpusiera ni lo condicionara. Frente a la firme decisión de los obreros, previa consulta con el gobernador Huerta, decidió negociar.
La toma se levantó y el cuerpo de delegados de Perdriel emergió fortalecido dentro del Smata. La agrupación gremial que encolumnaba a sus principales activistas fue la Primero de Mayo. De ahí saldrá la propuesta y el plan de lucha que determinó, en junio del mismo año, la ocupación revolucionaria de todo el complejo industrial del Smata de Córdoba.
EL SOCIALISMO
En 1970 se insinuaban ya las tendencias que caracterizarán el período. El socialismo, como definición general y aún imprecisa, comenzó a ser incorporado por los sectores mas dinámicos de la sociedad. El espacio que ya tenía en la Universidad se extendía hacia el movimiento obrero y adquiría un lugar en las iglesias, mientras la figura del Che se incorporaba a la cultura popular.
Las facultades y muchos sindicatos eran centros de reunión y debate no sólo sobre la acción y la organización de la lucha sino alrededor de las estrategias que se concebían como revolucionarias. El lema del Che, "No hay más reformas que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución" se ligaba con aquella afirmación de Evita: "El peronismo será revolucionario o no será nada". Estas máximas eran punto de partida de una discusión que se extendía al carácter particular que en el proceso debía tener el movimiento obrero, sus alianzas, el carácter de las transformaciones y las formas y métodos que debía tener la violencia popular en el marco de una estrategia revolucionaria.
En ese marco, el antiimperialismo era recuperado ahora desde una posición anticapitalista.
Las "Siete tesis equivocadas sobre América Latina", de Ricardo Stavenhagen, André Gunder Franck y Theotonio Dos Santos, con su Teoría de la Dependencia, también eran puntos de partida para una revalorización de la formación social de América Latina, sin olvidar cuestiones teóricas que gravitaron en el debate de entonces como la teoría del Intercambio Desigual y la cuestión de los estímulos morales en un proceso revolucionario de planificación social.
VIOLENCIA
Con el onganiato, el pueblo había aprendido que la oposición al orden social y político impuesto por la dictadura, aún en el plano de las reivindicaciones más inmediatas, debía enfrentar una represión violenta. Esta respuesta tuvo la resistencia a la intervención a las Universidades, en 1966, y al cierre de los ingenios tucumanos, cuando la violencia del sistema cobró las vidas de Santiago Pampillón, Adolfo Bello, Juan José Cabral e Hilda Gerrero de Molina.
Con el Cordobazo el movimiento obrero incorporó estas experiencias, las tradujo en organización y triunfo.
La cruenta represión de las dictaduras militares de América latina, fuertemente apuntaladas por los Estados Unidos a través de intervenciones directas, como en Santo Domingo, o por medio de asesorías militares como en Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, planteaba abiertamente la necesidad de organizar la violencia popular, mientras en Medellín la Iglesia legitimaba institucionalmente la violencia popular en la lucha por la liberación.
En la militancia y en las tendencias políticas que se iban conformando, aparecía el debate sobre las líneas de construcción de una violencia organizada que condujera a un proceso de liberación Nacional, como la concebían algunos, o a la construcción del socialismo, según la lectura de otros. La figura del Che, con su inmenso prestigio moral, alentaba la guerrilla rural. Vietnam, la "larga marcha" de Mao Tse-tung en China , la batalla de Argelia, la insurrección de Octubre en Rusia, eran todas experiencias que impregnaban la polémica sobre las estrategias de guerra revolucionaria y definían los nuevos agrupamientos políticos con tanta fuerza como el carácter del peronismo. Al otro lado del río, en Uruguay, los Tupamaros desarrollaban una experiencia de guerrilla urbana que dejaba en ridículo al aparato represivo y desnudaba la corrupción y la complicidad de los grupos oligárquico uruguayos con la dictadura de ese país.
EL CARACTER JUVENIL DEL MOVIMIENTO
Los nuevos agrupamientos tenían una característica fuertemente distintiva: la juventud, tanto por su pensamiento e ideas como por la edad de sus protagonistas. En ese sentido no había experiencias históricas que sustentaran el camino que se estaba recorriendo. La experiencia del Cordobazo, con el protagonismo de un obrero industrial típicamente fordista y un movimiento estudiantil deslumbrado por el Che Guevara, Ho Chi Min, Cohn Bendit, Helder Cámara y Camilo Torres, guardaba mucha distancia con el 17 de octubre o la Semana Trágica, aunque esas raíces se recuperaban para proyectarse, transformadas, en las nuevas condiciones.
La izquierda preexistente no despertaba atractivo en la nueva militancia, lo que volvía muy compleja y difícil la tarea de fundamentar las propuestas que la situación planteaba. No existía una tradición política orgánica en donde abrevar y los problemas eran abordados rastreando en las experiencias históricas generales del movimiento popular de todo el mundo.
Esta ausencia de tradición conspiró para que el movimiento avanzara con mayor audacia y formulara propuestas políticas y organizativas creativas, capaces de dar cuenta de los componentes propios del movimiento social que arrancaba en los 60 y se desplegaba en los 70. Por el contrario, el movimiento quedó atrapado en las propuestas tradicionales, donde la estrategia obrero-campesina, formulada por Lenin y aplicada en la Revolución Rusa y en Vietnam, impregnaba las vertientes trotskistas, maoístas y neostalinistas.
Por otra parte, la superación de este corset ideológico no se había expresado concientemente en ninguna de las experiencias mundiales de los 70, pese a que latía en la espontaneidad de las insurrecciones urbanas que recorrieron Europa, EE.UU y algunos de los países socialistas.
LA CUESTION DEMOCRATICA
La relación entre democracia formal y las nuevas formas de representación directa que iba plasmando el movimiento popular fue sin duda el problema que puso sobre el tapete la falta de un acervo teórico y una tradición política.
Son varios los factores que concurrieron para dificultar la resolución, teórica y práctica, de la cuestión democrática. La juventud que predominaba en el movimiento había vivido un breve período de democracia electoral que terminó en el desprestigio.
Juan Carlos Onganía no había necesitado movilizar tropas para sacar a Arturo Illía del Gobierno. La interrupción del proceso democrático, no por anunciada despertó protestas. Illía había alcanzado el gobierno con el 23% de los votos y con peronismo el proscripto.
Vale recordar la carta de Ernesto Sabato a su amigo el canciller Nicanor Costa Méndez, donde hacía explícitas sus expectativas en el proceso militar a la par que caracteriza duramente el proceso parlamentario que quedaba atrás. Sábato no hacía otra cosa que reflejar el pensamiento de la ancha e inmensa clase media argentina de entonces. Recién con la intervención a las universidades y el cierre de los ingenios tucumanos la dictadura encontrará resistencia.
Por otro lado, el peronismo, que había gobernado la Argentina entre 1945 y 1955 no era una fuerza apegada a la democracia formal por más que Juan Domingo Perón había sido sobradamente legitimado por el voto ciudadano. Pero, al mismo tiempo, tanto propios como extraños han reconocido la influencia del fascismo en la afirmación nacionalista de Perón. A su vez, radicales y frondicistas que se sucedieron en el gobierno a partir del derrocamiento de Perón, lo habían hecho gracias a la proscripción del movimiento peronista, que seguía siendo ampliamente mayoritario. Y cuando Arturo Frondizzi se atrevió en 1962 a convocar elecciones para gobernadores sin proscripciones, ante el triunfo peronista intervino las provincias.
Este es el clima que vivía Córdoba al comienzo de la década. Era el eje indiscutido de la resistencia antidictatorial, el lugar donde los nuevos vientos se arremolinaban.
La cuestión de la hegemonía del movimiento obrero en el proceso revolucionario, la capacidad del movimiento obrero industrial para modificar situaciones generales, su relación con los otros sectores y clases sociales, ern temas de debate en un marco concreto de confrontación.
La agitación obrera y estudiantil, incesante, se extendía y crecía con el debate cotidiano. El vínculo entre obreros y estudiantes era más estrecho y confiado. En las capillas, salitas barriales de primeros auxilios y escuelas se agrupaban estudiantes, obreros, vecinos, curas y médicos para discutir sobre los problemas inmediatos y la situación general que vive el país.
El socialismo y la experiencia cubana se incorporaban en los temas concretos.
Cuando promediaba el año 1970 el negro techo de la dictadura de Onganía se caía a pedazos, y obreros y estudiantes vivían ese convencimiento.
Juan Iturburu
El clasismo
Frente a un gremialismo colaboracionista con la dictadura, los métodos y los nuevos planteos que dieron luz al Cordobazo ahora daban un nuevo liderazgo social al movimiento obrero. Al calor de los conflictos en el mundo entero, América Latina era el escenario de nuevas tendencias que marcarían a fuego los años siguientes. La nota en revista incluye el testimonio de Gladys Vera, ex delegada de ILASA y el relato sobre la toma de Fiat, extractado del libro Sitrac-Sitram, del Cordobazo al Clasismo, de Gregorio Flores.
El Cordobazo fue una revelación ideológica y política para el movimiento obrero, que a partir de entonces cobró conciencia de su fuerza y capacidad de liderazgo social, se reencontró con las formas directas de organización y lucha y aprendió a reflexionar sin prejuicios. Nuevos líderes y nuevos mitos se erigían bajo el signo común de la consecuencia y la transparencia. Y bajo ese cobijo, se desarrollaban las tendencias políticas de izquierda --ya sea que adhirieran al marxismo, al peronismo o al cristianismo-- caracterizando la nueva coyuntura.
A fines de 1969 estalló el conflicto en la obra Chocón-Cerros Colorados, encabezado por algunos de estos nuevos dirigentes: Antonio Alac, Armando Olivares y Edgardo Torres. También tuvo un papel activo en esa lucha el cura obrero Raúl Rodríguez.
Fue un conflicto paradigmático: con un fuerte carácter antiburocrático que impactó de lleno en el gremialismo integrado al proceso dictatorial (la UOCRA de Rogelio Coria); por primera vez aparecieron públicamente dirigentes sindicales al lado de la policía y de la patronal intimando a los obreros a rendirse; también tuvo un alto contenido de violencia, con piquetes de huelga, barricadas y amenazas de uso de explosivos.
La lucha del Chocón, que despertó la solidaridad de la disidencia social y política que a esa altura se multiplicaba, se constituirá en la línea de desarrollo de los conflictos obreros. Poco después en Córdoba, cuando el ciclo fabril se recuperaba a pleno con el regreso de las vacaciones, estalló el conflicto de la fábrica de matrices de Perdriel, con similares características al del Chocón. La comisión interna dirigió la toma al margen de la conducción general del gremio, con la misma carga de violencia.
Los efectivos al mando del coronel Héctor Romanutti, jefe de Policía, rodearon la planta intentando de que el juez interviniente no se interpusiera ni lo condicionara. Frente a la firme decisión de los obreros, previa consulta con el gobernador Huerta, decidió negociar.
La toma se levantó y el cuerpo de delegados de Perdriel emergió fortalecido dentro del Smata. La agrupación gremial que encolumnaba a sus principales activistas fue la Primero de Mayo. De ahí saldrá la propuesta y el plan de lucha que determinó, en junio del mismo año, la ocupación revolucionaria de todo el complejo industrial del Smata de Córdoba.
EL SOCIALISMO
En 1970 se insinuaban ya las tendencias que caracterizarán el período. El socialismo, como definición general y aún imprecisa, comenzó a ser incorporado por los sectores mas dinámicos de la sociedad. El espacio que ya tenía en la Universidad se extendía hacia el movimiento obrero y adquiría un lugar en las iglesias, mientras la figura del Che se incorporaba a la cultura popular.
Las facultades y muchos sindicatos eran centros de reunión y debate no sólo sobre la acción y la organización de la lucha sino alrededor de las estrategias que se concebían como revolucionarias. El lema del Che, "No hay más reformas que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución" se ligaba con aquella afirmación de Evita: "El peronismo será revolucionario o no será nada". Estas máximas eran punto de partida de una discusión que se extendía al carácter particular que en el proceso debía tener el movimiento obrero, sus alianzas, el carácter de las transformaciones y las formas y métodos que debía tener la violencia popular en el marco de una estrategia revolucionaria.
En ese marco, el antiimperialismo era recuperado ahora desde una posición anticapitalista.
Las "Siete tesis equivocadas sobre América Latina", de Ricardo Stavenhagen, André Gunder Franck y Theotonio Dos Santos, con su Teoría de la Dependencia, también eran puntos de partida para una revalorización de la formación social de América Latina, sin olvidar cuestiones teóricas que gravitaron en el debate de entonces como la teoría del Intercambio Desigual y la cuestión de los estímulos morales en un proceso revolucionario de planificación social.
VIOLENCIA
Con el onganiato, el pueblo había aprendido que la oposición al orden social y político impuesto por la dictadura, aún en el plano de las reivindicaciones más inmediatas, debía enfrentar una represión violenta. Esta respuesta tuvo la resistencia a la intervención a las Universidades, en 1966, y al cierre de los ingenios tucumanos, cuando la violencia del sistema cobró las vidas de Santiago Pampillón, Adolfo Bello, Juan José Cabral e Hilda Gerrero de Molina.
Con el Cordobazo el movimiento obrero incorporó estas experiencias, las tradujo en organización y triunfo.
La cruenta represión de las dictaduras militares de América latina, fuertemente apuntaladas por los Estados Unidos a través de intervenciones directas, como en Santo Domingo, o por medio de asesorías militares como en Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, planteaba abiertamente la necesidad de organizar la violencia popular, mientras en Medellín la Iglesia legitimaba institucionalmente la violencia popular en la lucha por la liberación.
En la militancia y en las tendencias políticas que se iban conformando, aparecía el debate sobre las líneas de construcción de una violencia organizada que condujera a un proceso de liberación Nacional, como la concebían algunos, o a la construcción del socialismo, según la lectura de otros. La figura del Che, con su inmenso prestigio moral, alentaba la guerrilla rural. Vietnam, la "larga marcha" de Mao Tse-tung en China , la batalla de Argelia, la insurrección de Octubre en Rusia, eran todas experiencias que impregnaban la polémica sobre las estrategias de guerra revolucionaria y definían los nuevos agrupamientos políticos con tanta fuerza como el carácter del peronismo. Al otro lado del río, en Uruguay, los Tupamaros desarrollaban una experiencia de guerrilla urbana que dejaba en ridículo al aparato represivo y desnudaba la corrupción y la complicidad de los grupos oligárquico uruguayos con la dictadura de ese país.
EL CARACTER JUVENIL DEL MOVIMIENTO
Los nuevos agrupamientos tenían una característica fuertemente distintiva: la juventud, tanto por su pensamiento e ideas como por la edad de sus protagonistas. En ese sentido no había experiencias históricas que sustentaran el camino que se estaba recorriendo. La experiencia del Cordobazo, con el protagonismo de un obrero industrial típicamente fordista y un movimiento estudiantil deslumbrado por el Che Guevara, Ho Chi Min, Cohn Bendit, Helder Cámara y Camilo Torres, guardaba mucha distancia con el 17 de octubre o la Semana Trágica, aunque esas raíces se recuperaban para proyectarse, transformadas, en las nuevas condiciones.
La izquierda preexistente no despertaba atractivo en la nueva militancia, lo que volvía muy compleja y difícil la tarea de fundamentar las propuestas que la situación planteaba. No existía una tradición política orgánica en donde abrevar y los problemas eran abordados rastreando en las experiencias históricas generales del movimiento popular de todo el mundo.
Esta ausencia de tradición conspiró para que el movimiento avanzara con mayor audacia y formulara propuestas políticas y organizativas creativas, capaces de dar cuenta de los componentes propios del movimiento social que arrancaba en los 60 y se desplegaba en los 70. Por el contrario, el movimiento quedó atrapado en las propuestas tradicionales, donde la estrategia obrero-campesina, formulada por Lenin y aplicada en la Revolución Rusa y en Vietnam, impregnaba las vertientes trotskistas, maoístas y neostalinistas.
Por otra parte, la superación de este corset ideológico no se había expresado concientemente en ninguna de las experiencias mundiales de los 70, pese a que latía en la espontaneidad de las insurrecciones urbanas que recorrieron Europa, EE.UU y algunos de los países socialistas.
LA CUESTION DEMOCRATICA
La relación entre democracia formal y las nuevas formas de representación directa que iba plasmando el movimiento popular fue sin duda el problema que puso sobre el tapete la falta de un acervo teórico y una tradición política.
Son varios los factores que concurrieron para dificultar la resolución, teórica y práctica, de la cuestión democrática. La juventud que predominaba en el movimiento había vivido un breve período de democracia electoral que terminó en el desprestigio.
Juan Carlos Onganía no había necesitado movilizar tropas para sacar a Arturo Illía del Gobierno. La interrupción del proceso democrático, no por anunciada despertó protestas. Illía había alcanzado el gobierno con el 23% de los votos y con peronismo el proscripto.
Vale recordar la carta de Ernesto Sabato a su amigo el canciller Nicanor Costa Méndez, donde hacía explícitas sus expectativas en el proceso militar a la par que caracteriza duramente el proceso parlamentario que quedaba atrás. Sábato no hacía otra cosa que reflejar el pensamiento de la ancha e inmensa clase media argentina de entonces. Recién con la intervención a las universidades y el cierre de los ingenios tucumanos la dictadura encontrará resistencia.
Por otro lado, el peronismo, que había gobernado la Argentina entre 1945 y 1955 no era una fuerza apegada a la democracia formal por más que Juan Domingo Perón había sido sobradamente legitimado por el voto ciudadano. Pero, al mismo tiempo, tanto propios como extraños han reconocido la influencia del fascismo en la afirmación nacionalista de Perón. A su vez, radicales y frondicistas que se sucedieron en el gobierno a partir del derrocamiento de Perón, lo habían hecho gracias a la proscripción del movimiento peronista, que seguía siendo ampliamente mayoritario. Y cuando Arturo Frondizzi se atrevió en 1962 a convocar elecciones para gobernadores sin proscripciones, ante el triunfo peronista intervino las provincias.
Este es el clima que vivía Córdoba al comienzo de la década. Era el eje indiscutido de la resistencia antidictatorial, el lugar donde los nuevos vientos se arremolinaban.
La cuestión de la hegemonía del movimiento obrero en el proceso revolucionario, la capacidad del movimiento obrero industrial para modificar situaciones generales, su relación con los otros sectores y clases sociales, ern temas de debate en un marco concreto de confrontación.
La agitación obrera y estudiantil, incesante, se extendía y crecía con el debate cotidiano. El vínculo entre obreros y estudiantes era más estrecho y confiado. En las capillas, salitas barriales de primeros auxilios y escuelas se agrupaban estudiantes, obreros, vecinos, curas y médicos para discutir sobre los problemas inmediatos y la situación general que vive el país.
El socialismo y la experiencia cubana se incorporaban en los temas concretos.
Cuando promediaba el año 1970 el negro techo de la dictadura de Onganía se caía a pedazos, y obreros y estudiantes vivían ese convencimiento.
Juan Iturburu
El Rosariazo fue una serie de movimientos de protesta, incluyendo manifestaciones y huelgas realizadas en la ciudad de Rosario (Argentina), entre los meses de mayo y septiembre de 1969 contra la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. |
NOTAS EN ESTA SECCIONEl Rosariazo día por día | La Rosa Crispada | Luis Díaz Molano: "Ser estudiante por entonces era sospechoso"
Las vísperas de septiembre | Entrevista a Héctor Quagliaro a 40 años del Rosariazo
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Ana Ramírez/Aníbal Viguera - La protesta social en Argentina entre los 70 y los 90 | Beba Balvé - Acerca de la cuestión obrera 1969-1975
El Rosariazo día por día
Entre Mayo y Septiembre
La cronología de los dos Rosariazos desde el 13 de mayo hasta el 17 de septiembre de1969.
Por Leonidas Ceruti y Mirta Sellares
Entre Mayo y Septiembre
La cronología de los dos Rosariazos desde el 13 de mayo hasta el 17 de septiembre de1969.
Por Leonidas Ceruti y Mirta Sellares
13 de mayo: En Tucumán, los ex trabajadores del ingenio Amalia, ocupan el establecimiento y toman como rehén por unas horas al director-gerente, Jose Gabarain exigiendo el pago de haberes atrasados.
14 de mayo: En Córdoba, 3500 obreros de la industria automotriz abandonan las fábricas y se reúnen en el Córdoba Sport Club, para tratar la posición del gremio, ante la eliminación del "sábado ingles". Hay duros enfrentamientos callejeros que arrojan un saldo de 11 heridos, 26 detenidos y la rotura de vidrieras.
15 de mayo: En Corrientes, tras el anuncio del aumento del 500%, del vale del Comedor Universitario, los estudiantes repudian con una marcha, la medida del rector Carlos Walker. La represión policial provoca la muerte del estudiante Juan José Cabral.
16 de mayo: En Rosario, se produce una reacción de repudio en la Facultad de Medicina, luego se suman otras facultades. El rector decide la suspensión de la actividades universitarias hasta el lunes 19. En la Capital Federal se anuncia que se despacharon refuerzos policiales a Corrientes y la Gendarmería de Formosa se halla acuartelada.
14 de mayo: En Córdoba, 3500 obreros de la industria automotriz abandonan las fábricas y se reúnen en el Córdoba Sport Club, para tratar la posición del gremio, ante la eliminación del "sábado ingles". Hay duros enfrentamientos callejeros que arrojan un saldo de 11 heridos, 26 detenidos y la rotura de vidrieras.
15 de mayo: En Corrientes, tras el anuncio del aumento del 500%, del vale del Comedor Universitario, los estudiantes repudian con una marcha, la medida del rector Carlos Walker. La represión policial provoca la muerte del estudiante Juan José Cabral.
16 de mayo: En Rosario, se produce una reacción de repudio en la Facultad de Medicina, luego se suman otras facultades. El rector decide la suspensión de la actividades universitarias hasta el lunes 19. En la Capital Federal se anuncia que se despacharon refuerzos policiales a Corrientes y la Gendarmería de Formosa se halla acuartelada.
17 de mayo: Se inicia la protesta en el Comedor Universitario de Rosario. Tras reprimir una manifestación, la policía asesina en la Galería Melipal al estudiante Adolfo Bello. La CGTA, decreta el estado de alerta y cita a un plenario para el día 20.
18 de mayo: Distintos sectores sociales, gremiales y políticos rosarinos repudian el asesinato del estudiante.
20 de mayo: Los estudiantes rosarinos anuncian un paro nacional; en Córdoba se realiza una marcha del silencio; en Corrientes los docentes piden la destitución de las autoridades universitarias; en Mendoza se dispone un paro de actividades y marcha del silencio.
21 de mayo: Marcha del silencio en Rosario. Participan agrupaciones estudiantiles universitarias y secundarias y la CGTA. Los manifestantes, en número de 4.000, hacen retroceder a la policía. Cae asesinado el obrero y estudiante Luis Blanco, de 15 años. Los estudiantes, apoyados por la población protagonizan el Primer Rosariazo.
22 de mayo: Desde la madrugada, Rosario es declarada zona de emergencia bajo jurisdicción militar.
23 de mayo: En Rosario y su cordón industrial se concreta un paro con alto acatamiento. Más de 7.000 personas asisten al entierro del joven Blanco.25 de mayo: En Rosario y localidades vecinas, numerosos sacerdotes se niegan a oficiar el tedéum tradicional
29 de mayo: Paro de 36 horas en Córdoba. Represión e insurrección urbana: Cordobazo.
30 de mayo: Paro nacional dispuesto por la CGT.
20 de junio: Visita de Onganía a Rosario por el día de la Bandera. Es declarado
persona no grata.
7 de septiembre: Los estudiantes universitarios rosarinos, comienzan la semana de los mártires, con jornadas de protesta y homenajes.
8 de septiembre: Comienza la huelga ferroviaria en Rosario, por la suspensión del delegado administrativo Mario Horat. El paro se extiende por 72 horas, y adhieren otras seccionales.
12 de septiembre: Los delegados ferroviarios declaran la huelga por tiempo indeterminado, que se extiende por todo el país. El gobierno decreta la movilización militar. En Córdoba, se ocupan varias fábricas. Levantamiento masivo en Cipolleti (Río Negro).
15 de septiembre: La CGT Unificada de Rosario declara un paro de 38 horas.
16 de septiembre: A las 10 parten las columnas desde los lugares de trabajo y los sindicatos. Represión y enfrentamientos en toda la ciudad. La lucha se traslada a los barrios, donde las fuerzas policiales no logran penetrar. De 100.000 a 250.000 personas participan del segundo Rosariazo o Rosariazo Proletario.
17 de septiembre: El Ejército se hace cargo de la represión, y comienzan a funcionar los Tribunales Militares. Participa de la represión el entonces Coronel Leopoldo Fortunato Galtieri. Continúa la resistencia en algunos barrios.
L. C. y M. S.
Historias de la Región - El Rosariazo
Entrevista a Héctor Quagliaro a 40 años del Rosariazo
Memorias del Rosariazo
Por Equipo de Comunicación ATE - CTA Rosario
aterosario@aterosario.org.ar
El histórico dirigente rosarino habló con el equipo de comunicación de la CTA Rosario del levantamiento popular que lo tuvo como protagonista en 1969.
Quagliaro dirigía la Seccional Rosario de la CGT de los Argentinos que en aquella época era comanadada por Raimundo Ongaro a nivel nacional. La ciudad de Rosario, con su historia de conflictividad obrera a cuestas, y una clase trabajadora concientizada, tomaban gran partye de la ciudad, en un movimiento en el que se conjugaron la militancia gremial y los estudiantes. Fue el principio del fin de la dictadura de Onganía que caería poco después, cuando estalló la ciudad de Córdoba
- ¿Usted se imaginaba que después de 40 años de aquella gesta histórica para los trabajadores, que fue el Rosariazo, le iban a estar preguntando? ¿Cómo fue?
- Lo que tengo a mi favor es que todavía vivo, sigo militando, no he abandonado… llevo más de 55 años como militante social. Hoy soy el presidente nacional del Centro de Jubilados de ATE, que tiene representación en todo el espectro geográfico nacional. Tenemos centros en 21 provincias de las 24, en algunas estamos trabajando… bueno, hoy el tema de los jubilados es un tema que está inscripto entre las demandas más importantes del movimiento obrero porque el problema de los jubilados no es un tema de los jubilados, es un tema del movimiento sindical. Los jóvenes de hoy, mañana van a ser jubilados por eso estamos demandando una nueva ley previsional que contemple las prescripciones que establece la Constitución Nacional en cuanto a las garantías y la estabilidad de los argentinos para tener un ingreso que nos permita vivir con la dignidad que nos permite haber aportado por más de treinta o cuarenta años al esfuerzo nacional.
- Ud. Empezó a militar desde muy joven
- Yo fui elegido en la CGT de Rosario, cuando tenía 22 años, había llegado al gobierno Frondizi en el 59. Asumimos el 7 de enero del de ese año. Hay que tener en cuenta que a los pocos días, el 14 o el 15, fue la huelga histórica del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre. Así que bueno, y en el año 63, había que renovar. Había una comisión provisoria en la CGT. Había ganado en la CGT Nacional, José Alonzo, entonces había renovaciones en todas las delegaciones de la CGT. Hay que tener en cuenta que en ese tiempo, la CGT Rosario abarcaba el departamento San Lorenzo y Villa Constitución.
¿Desde que lugar Ud llevaba a cabo la lucha en esa época?
Y bueno, yo fui propuesto como candidato a Secretario General de la CGT, así que a partir del 63, bueno… Y le dimos una impronta de participación masiva de todos los sectores, estudiantes, obreros, ong´s, profesionales. Y fuimos gestando una presencia en esta ciudad que nos caracterizaba como con un planteo social justo, plural, democrático. Todo eso fue generando una enorme confianza en el seno del pueblo, en general, de la sociedad en su conjunto. Habiendo atravesado momentos muy difíciles, como en el año 64, en un plenario obrero en el sindicato cervecero, en el salón que hoy no existe más, en la avenida Alberdi. Un enfrentamiento político entre sectores estudiantiles y grupos políticos de la izquierda, hubo 3 muertos que todavía recordamos con afecto: Militelo que era un militante sindicato de la madera, Giardina que era un joven de la juventud peronista muy valioso, y Bertoglio que era también militante.
Eran épocas duras por lo que cuenta, ¿qué pasaba en Rosario en ese momento?
Salvamos nuestra vida por casualidad. Y bueno, Rosario se había convertido en un polo de gran significación, había en ese tiempo un eje geográfico que era Rosario, Tucumán y Córdoba, donde el conflicto social estaba permanente. Hay que tener en cuenta la FOTIA de Tucumán era una expresión, que era casi todo Tucumán, después en el 66 cuando el golpe de Onganía privatizaron todos los ingenios, intervinieron la FOTIA, mataron a Atilio Santillán, que era un joven líder, a Benito Romano que había sido integrante de la CGT, después fue integrante de la CGT de los Argentinos y después lo mataron. Así que bueno, hay toda una cronología de hechos que han quedado registrados como hechos históricos del movimiento sindical.
Y Ud que venía militando desde pibe, y siempre en la ATE
Y este es el sindicato del cual yo soy afiliado desde los 14 años porque fui alumno de la escuela de aprendices. Éramos menores de edad pero nos podíamos afiliar, pagábamos una cuota de 50 centavos, porque cobrábamos una beca, y bueno, llevo más de 60 años como afiliado a la ATE.
- Y llega el Rosariazo…
Claro, todo esto de lo que venimos hablando, después tiene su epicentro fundamental en el Rosariazo, en el primer Rosariazo, que fue el 21, 22 y 23 de mayo. Esto se generó porque habían matado a un estudiante en Corrientes, el Rector de la Facultad del NEA había aumentado el ticket estudiantil, en el comedor. Los estudiantes salieron a manifestarse, y por esa ironía del destino en la plaza Cabral, que es la plaza céntrica de Corrientes, lo mataron a un estudiante, Juan José Cabral. Se hizo una marcha del silencio, Raymundo Ongaro que era el Secretario General de la CGT nacional, mi compañero de siempre, me mandó a que participara. Yo fui con dos estudiantes de esta ciudad, Walter Pereyra que era del FEN, y el chico Fernando Lagruta, que fue después asesinado por el proceso genocida. Era del integralismo, un grupo social cristiano, para definirlo más o menos ideológicamente. Y bueno, y después acá hicimos una reunión y avanzamos en decretar una movilización. Acá lo matan, el 16, a Bello. Yo estaba en el Obispado de Resistencia, en el Chaco, con la juventud del Chaco que era muy valiosa, había estado dando charlas allí, y me avisan de la muerte de Bello, en la galería Melipal, porque salieron a manifestar ante el comedor universitario que estaba por la calle Corrientes.
Yo vuelvo para Rosario, hay una movilización de los estudiantes, y matan a un joven, que era estudiante y obrero metalúrgico, Blanco, frente a LT8. La disculpa de la policía fue que decían que iban a tomar LT8, lo cual no era cierto ya que el objetivo no era ese. Un estudiante que después se recibió y fue político, Aníbal Reynaldo, lo quiso ingresar al Sanatorio El Palace, que estaba acá en la calle Italia, la policía se lo impidió y el chico murió desangrándose en la calle. En el velatorio de este chico se reunieron más de 10 mil personas acompañando el féretro hasta el cementerio.
Así que bueno, esos hechos han quedado registrados como los hechos de masas más importantes de la ciudad.
¿Qué pasó en septiembre de 1969?, porque a veces no se sabe bien que hubo dos Rosariazos
En septiembre del 69 estalla un conflicto ferroviario por la suspensión de dos compañeros que eran militantes sindicales, la unión ferroviaria estaba intervenida, se llamó a una Asamblea, se autoconvocó a una asamblea en la Unión Ferroviaria. Yo participé en mi carácter de Secretario de la CGT, ellos decidieron un paro, traspolamos eso a un plenario de todos los sindicatos de Rosario y se resolvió hacer un paro, un paro general con movilización. En ese tiempo, no se si la palabra correcta es esa, pero inauguramos un nuevo mecanismo de protesta, que ya no era el paro como se decía dominguero. Sino que convocábamos a la ciudad, o dividíamos a la ciudad en zonas y convocábamos desde las 10 de la mañana a encontrarse en determinado lugar a todos los sectores organizando en cada zona, para confluir en el Centro. Eso produjo una represión, y bueno, se lanzó allí el paro de septiembre, que fue el segundo Rosariazo, que tuvo también una connotación social muy importante.
Bueno, todo eso nos fue poniendo a nosotros en una situación, o por lo menos a Rosario, en una situación de avanzada en cuanto a las demandas y los reclamos sociales muchos de los cuales todavía no están totalmente satisfechos.
Equipo de Comunicación ATE - CTA Rosario
Fuente: http://redaccionrosario.com/noticias/node/3388
A 40 años del “Rosariazo” se estrena un documental con imágenes inéditas
Se trata de una producción hecha íntegramente en la ciudad, que recupera, a través de materiales exclusivos obtenidos entre coleccionistas privados y el Archivo General, aquel hecho histórico que fue el preámbulo de la caída de Onganía.
A un día de cumplirse 40 años del “Rosariazo”, el próximo miércoles se proyectará en el Parque España un largometraje documental que recupera la historia de la primera expresión popular contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, y lo hace a través de un documento fílmico y fotográfico inédito, testimonios de protagonistas y recreaciones que complementan esos relatos
“El Rosariazo” es una producción hecha en la ciudad y dirigida por el realizador local Carlos López, quien logró plasmar en la pantalla -tras un trabajo de archivo de cuatro años- las ideas, los sueños y el compromiso de toda una generación, así como de aquellos que fueron desaparecidos en el intento por hacerlos realidad.
El film no sólo contiene imágenes nunca antes vistas sino que también reúne testimonios de Rubén Naranjo, Fernando Birri, Pino Solanas, Osvaldo Bayer, Carlos Saldi (el fotógrafo del Rosariazo), y Beba Balvé (historiadora y autora de un libro sobre el tema); imágenes y testimonios que se entrelazan en el relato con la voz en off de Quique Pesoa.
“Si bien la recuperación de los filmes que desde hace cuarenta años estuvieron ocultos conforman el material más valioso, la idea es revalorizar la militancia y el compromiso personal como elementos de reencuentro con las utopías”, destacó López.
La proyección se realizará el próximo miércoles 20 a las 20 en el auditorio del Parque España y vale la pena destacar que sólo se podrá acceder con invitación. Para retirarlas hay que dirigirse al lugar en los siguientes días y horarios: Jueves y Viernes de 9 a 20. Sábado y domingo de 15 a 20, y Martes y miércoles de 9 a 20. La invitación es gratuita.
Sobre el hecho histórico
El 21 de mayo de 1969 tuvo lugar en Rosario la primera expresión popular de la pelea antidictatorial en las calles desde la caída del peronismo. Su repercusión hizo que muchos catalogaran la iniciativa como “espontánea”, pero hay indicios de que el malestar cultural se venía manifestando desde antes, con expresiones artísticas como la muestra “Tucumán Arte”, la incontenible efervescencia en los ámbitos universitarios, y la rebelión dentro de la Iglesia.
Era un tiempo de debates intensos, de lecturas que se compartían con las de las universidades parisinas o de Berkley. Y también, de un compromiso conmovedor de diversos grupos de jóvenes que se negaban a aceptar en silencio las propuestas de la sociedad de consumo.
La imagen más emblemática del Rosariazo fue sin dudas la de los vecinos de los edificios céntricos, que arrojaban papeles y material combustible para que los estudiantes pudieran enfrentar a la policía y disolver los efectos de los gases.
Así, la protesta de mayo de 1969 en Rosario dio origen por emulación al Cordobazo, aunque muchas veces es negada por la historiografía o recordada como un hecho conflictivo o negativo.
Sobre el director
Carlos Alberto López es licenciado en cinematografía, título obtenido en la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario. Dentro de su recorrido como realizador se cuentan los documentales Generación (1983), Martín Villa (1985), La Sin Nombre (1986), El Papa en Rosario (1987), Inundados de los 80 (1987), Gatillo Fácil (1988), Cuenta Regresiva (1989), Ayer Nomás (1990/1993), La Otra Contaminación (1995), Pichincha (1998), Programa Sanar (2001), y Vientos del Sur (2008).
Además, participó en cine de las producciones Noche de Ronda (1987), y Los Oficios Terrestres (1988), de Héctor Molina; De Regreso, el país dormido de Gustavo Postiglione (1989-1990); y Charlas de Amigos (1999, desde Barcelona, encuentro entre Fontanarrosa y Serrat). Es actualmente camarógrafo y productor de programas especiales de Somos Rosario, canal 6 de Cablevisión.
Sobre el documental
El trabajo es en realidad un avance sobre un largometraje más ambicioso que bajo el título “Los Rosariazos” se estrenará en setiembre, con el apoyo del INCAA. La función del día 20 es más que nada un homenaje a cuarenta años del estallido que significó el principio del fin para el gobierno militar del Onganía, y que tuvo su réplica en Córdoba unos días después, en el segundo rosariazo de setiembre y en una cadena de puebladas que significaron la caída de aquella dictadura.
Staff
Director: Carlos López
Producción: Oscar Bertone
Supervisión de contenidos: Eduardo van der Kooy
Asistente de producción: Mirén Martinetti
Locución: Quique Pesoa
Diseño gráfico: Daly López
Montaje: Nacho Roselló
Cámaras: Pablo Musillo, Cristian Terrarosa
Dirección de arte: Oscar Vega
Investigación histórica: Noni Ceruti
Producción entrevistas: Ricardo Robis
Asistentes: Luciana Enrique, Yesica Lembo, Sergio Maturán
Sonido: Ernesto Figue, Carlos Rossano
Actuación principal y relato secundario: Daniel Querol
20 de mayo: Los estudiantes rosarinos anuncian un paro nacional; en Córdoba se realiza una marcha del silencio; en Corrientes los docentes piden la destitución de las autoridades universitarias; en Mendoza se dispone un paro de actividades y marcha del silencio.
21 de mayo: Marcha del silencio en Rosario. Participan agrupaciones estudiantiles universitarias y secundarias y la CGTA. Los manifestantes, en número de 4.000, hacen retroceder a la policía. Cae asesinado el obrero y estudiante Luis Blanco, de 15 años. Los estudiantes, apoyados por la población protagonizan el Primer Rosariazo.
22 de mayo: Desde la madrugada, Rosario es declarada zona de emergencia bajo jurisdicción militar.
23 de mayo: En Rosario y su cordón industrial se concreta un paro con alto acatamiento. Más de 7.000 personas asisten al entierro del joven Blanco.25 de mayo: En Rosario y localidades vecinas, numerosos sacerdotes se niegan a oficiar el tedéum tradicional
29 de mayo: Paro de 36 horas en Córdoba. Represión e insurrección urbana: Cordobazo.
30 de mayo: Paro nacional dispuesto por la CGT.
20 de junio: Visita de Onganía a Rosario por el día de la Bandera. Es declarado
persona no grata.
7 de septiembre: Los estudiantes universitarios rosarinos, comienzan la semana de los mártires, con jornadas de protesta y homenajes.
8 de septiembre: Comienza la huelga ferroviaria en Rosario, por la suspensión del delegado administrativo Mario Horat. El paro se extiende por 72 horas, y adhieren otras seccionales.
12 de septiembre: Los delegados ferroviarios declaran la huelga por tiempo indeterminado, que se extiende por todo el país. El gobierno decreta la movilización militar. En Córdoba, se ocupan varias fábricas. Levantamiento masivo en Cipolleti (Río Negro).
15 de septiembre: La CGT Unificada de Rosario declara un paro de 38 horas.
16 de septiembre: A las 10 parten las columnas desde los lugares de trabajo y los sindicatos. Represión y enfrentamientos en toda la ciudad. La lucha se traslada a los barrios, donde las fuerzas policiales no logran penetrar. De 100.000 a 250.000 personas participan del segundo Rosariazo o Rosariazo Proletario.
17 de septiembre: El Ejército se hace cargo de la represión, y comienzan a funcionar los Tribunales Militares. Participa de la represión el entonces Coronel Leopoldo Fortunato Galtieri. Continúa la resistencia en algunos barrios.
L. C. y M. S.
Historias de la Región - El Rosariazo
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La Rosa Crispada
Leonidas Ceruti y Mirta Sellares
(Investigadores del Centro de Estudios "AgustínTosco"de Rosario)
Los hechos y protagonistas de las movilizaciones estudiantiles de mayo y de la huelga ferroviaria de septiembre de 1969 en una crónica detallada a cargo de dos investigadores del Centro de Estudios "Agustín Tosco" de Rosario.
La Rosa Crispada Entre mayo y setiembre de 1969, Rosario protagonizó uno de los procesos más ricos e intensos de la lucha antidictatorial que, en esos años, se libraba en todo el país. La unidad en la calle de los obreros y estudiantes rosarinos fue fruto de una maduración lenta y obstinada de la conciencia antidictatorial que, a partir de los dos Rosariazos, tendrá nuevas formas organizativas y superiores contenidos políticos.
En abril de 1968, poco tiempo después del Congreso Normalizador de la CGT que se realizó a fines de marzo en la Capital Federal, un sector del movimiento obrero de Rosario y del Cordón Industrial lanzó una convocatoria titulada "Por una CGT sin compromisos o ataduras espúreas".
Ese documento declaraba que "asumimos la responsabilidad que el momento nos exige: UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos o ataduras espúreas, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo trabajador".
Posteriormente, en un plenario presidido por el secretario general de la CGTA, Héctor Quagliaro, al que concurrieron 27 gremios, se conformó la CGT de los Agentinos Regional Rosario, que adhirió a la central obrera nacional encabezado por Raimundo Ongaro.
Con economías regionales en crisis, como las del norte santafesino, con fábricas e ingenios cerrados, las organizaciones obreras de la zona decidieron movilizarse y reclamar ante las autoridades.
El 11 de abril de 1969 se congregaron 10.000 manifestantes en Villa Ocampo, y desde esa ciudad partió la Marcha del Hambre, hacia la capital provincial, integrada por una larga caravana de obreros sin trabajo o con sus fuentes de ocupación amenazadas.
Habían adherido a la protesta las poblaciones de Villa Ana, La Gallareta, Tacuarendí, Las Toscas y Villa Guillermina. Desde Santa Fe el jefe policial, coronel Duretta ordenó: "ubiquen a Ongaro de cualquier forma", mientras reunía a 3000 policias, gendarmes y soldados.
La pueblada enfrentó la represión, ocupó el edificio comunal y obligó a renunciar al intendente "porque no sirve para defender al pueblo".
Como una premonición de lo que vendría después, cuando los levantamientos se extiendieron por todo el país, a esa manifestación se la conoció como "la golondrina anunciadora". A partir de entonces, comenzó a crecer y organizarse en la provincia de Santa Fe la resistencia a la dictadura de Onganía que "no tenía ni plazos, ni tiempos, sino finalidades".
Tras la intervención a las universidades, el movimiento estudiantil organizó su protesta bajo los siguientes postulados: "No a la intervención, no al limitacionismo, no al cierre del Comedor Universitario, no a la ingerencia de la empresas extranjeras en la Universidad...".
La resistencia se expandía con marchas, asambleas, concentraciones y tomas de facultades. Como los estudiantes cordobeses en la larga huelga de 1966, los de Rosario aplicaban la táctica de los actos relámpago para eludir la represión.
Por esa época, militaban en Rosario las agrupaciones estudiantiles Frente Universitario del Movimiento Nacional Reformista (MNR, socialistas), Frente Estudiantil Nacional (FEN, peronistas), el Partido Reformista y la Unión Nacional Reformista Franja Morada (radicales), el Movimiento de Avanzada Popular Universitaria, el FAUDI (Partido Comunista Revolucionario), AUL (Agrupación Universitaria de Liberación), etc.
En los primeros meses de 1969, la lucha del movimiento universitario rosarino contra el limitacionismo logró el ingreso de todos los inscriptos en Filosofía e impidió el cierre de la Universidad Tegnológica.
HACIA EL PRIMER ROSARIAZO
Luego de los sucesos de Corrientes, donde fue asesinado el estudiante Cabral, en las facultades rosarinas había un clima de tensión creciente que se manifestaba en las discuSiones, en las asambleas y en la multiplicación de los actos relámpagos.
La agitación hizo que el 16 de Mayo el rector resolviera suspender por tres días las clases, lo que dejó al Comedor Universitario como único lugar de reunión. Esa misma noche se realizó allí una masiva asamblea, seguida por una marcha de los estudiantes por las calles céntricas de la ciudad.
Al día siguiente, 17 de mayo, unos 400 estudiantes se reunieron frente al frente del Comedor Universitario, en Avenida Corrientes 797, entonando la consigna "Acción, acción, acción para la liberación". Los manifestantes lanzaron volantes e hicieron estallar algunos petardos, mientras un grupo manifestaba frente al Banco Alemán Trasatlántico. La respuesta de la policía, que reprimió con las armas en la mano, fue inmediata.El periodista Reynaldo Sietecase relató así la refriega de ese día: "Un grupo de estudiantes, perseguidos por la policía, corre por la calle Corrientes hacia el sur y dobla por Córdoba, desde Entre Ríos aparecen más policías disparando sus armas. Los estudiantes y decenas de sorprendidos transeúntes quedan encerrados... Algunos estudiantes junto a una docena de paseantes --incluídos varios niños-- ingresan a la Galería Melipal. El lugar tiene una sola boca de entrada y salida, por lo que otra vez quedan atrapados a merced de los guardias"."Los agentes ingresan al edificio y reanudan la golpiza. Entre los policías se encuentra el oficial inspector Juan Agustín Lezcano, un ex empleado de la boite Franz y Fritz. La gente trata de evitar como puede la lluvia de golpes: se escuchan súplicas, llantos y alaridos. En medio de la confusión suena un disparo. Cuando la policía se repliega queda en el suelo, junto a la escalera que lleva a los pisos superiores, el cuerpo de Adolfo Bello con la cara ensangrentada".
Horas más tarde fallecía ese estudiante de segundo año de Ciencias Económicas. El ministro del Interior, Guillermo Borda, expresaba el mensaje de siempre tras una manifestación y la posterior represión: "Resulta así muy claro que el clima de violencia ha sido provocado por elementos de extrema izquierda y por algunos políticos, que en estos días se han mostrado particularmente activos. No ha faltado tampoco algún dirigente gremial que, interesado más en satisfacer sus ambiciones personales que en el auténtico bien de los trabajadores, intenta aprovechar las circunstancias para inducirlos a servir a sus menguados propósitos".
Los días 18, 19 y 20 de mayo se sucedieron los actos relámpagos, concentraciones, marchas de silencio, denuncias de testigos, de abogados.
Comenzó entonces a funcionar la olla popular montada por la CGT de los Argentinos para suplir el cierre del comedor universitario. La unidad obrero-estudiantil comenzaba a gestarse. Entretanto, el lugar donde había sido baleado Bello estaba permanentemente colmado de flores.LA MARCHA DE SILENCIO
Para el miércoles 21, el Comité de Lucha de Estudiantes de Rosario y la CGT de los Argentinos había convocado "a todo el estudiantado y al pueblo de Rosario a la marcha de homenaje a los compañeros caídos". Los organizadores reclamaban "la solidaridad de todo el pueblo y el cierre de negocios".
La marcha partiría de Plaza de Mayo para culminar frente al local de la CGT, en Córdoba 2060, donde estaba instalada la olla popular. Allí se haría una asamblea en la que hablarían Raimundo Ongaro y algunos estudiantes.
En las horas previas a la anunciada Marcha del Silencio, la zona céntrica parecía una fortaleza policial. Carros de asalto, patrulleros, autobombas, carros hidrantes, guardias de infantería o a caballo patrullaban permanentemente y la polícia exhortaba a la desconcentración mediante megáfonos. A pesar del aparato intimidario los estudiantes comenzaron a congregarse, algunos portando carteles. El de los secundarios tenía la leyenda "Comité Lucha de Estudiantes Secundarios Bello-Cabral.
Contra la Estructura de la Enseñanza". Pocos minutos después de que los manifestantes comenzaran con las sentadas en silencio se lanzó la represión.
Todo se desencadenó cuando la Infantería de Policía lanzó gases lacrimógenos para desconcentrar a los estudiantes. Estos respondían con piedras, se dispersaban, volvían a agruparse y en improvisadas columnas intentaban marchar. La policía repartía bastonazos y continuaba arrojando gases. Los jóvenes armaban barricadas con maderas de las obras en construcción, desde los edificios les arrojaban papeles y comenzaron a encender fogatas que aumentaban minuto a minuto.
Durante varias horas, los estudiantes y las fuerzas represivas se enfrentaron en las calles céntricas. Tras una verdadera batalla campal, entre 3.000 y 4.000 manifestantes ocuparon el centro ayudados por los vecinos. La zona comprendida entre Urquiza y Mendoza por el rumbo norte-sur y Maipú y Moreno por el este-oeste, presentaba el aspecto de un campo de guerra con grandes fogatas y barricadas en numerosas esquinas.
Entretanto, las fuerzas policiales se habían replegado hacia la Jefatura. La Batalla de Rosario --como la denominó Beba Balvé-- estaba en pleno desarrollo.
Vale la pena volver a la crónica de Sietecases: "Una columna de manifestantes decide avanzar desde Córdoba y Corrientes hacia el oeste. En la intersección de calle Italia se producen nuevos incidentes. Unos estudiantes arrancan la placa del rectorado, que no había condenado la represión. Después llegan hasta el frente de LT8. Un pequeño grupo rompe a pedradas vidrios y ventanas e ingresa a la emisora para interferir la transmisión (en esos momentos se jugaba el partido Estudiantes y Nacional de Montevideo). El objetivo no se cumple del todo porque el operador de planta empalma la transmisión con la cabecera de Radio Belgrano.
Cuando llegan los escuadrones de Caballería, un grupo intentaba tomar el rectorado, otro salía de LT8 y un tercer grupo se estaba dispersando hacia la calle Dorrego abandonando la idea de ocupar la Jefatura de Policía, un objetivo que se llegó a plantear cuando la policía huía... A pocos metros de LT8 cae abatido por un balazo en la espalda el adolescente Luis Norberto Blanco, un empleado metalúrgico de 15 años que intentaba huir corriendo de la represión policial. Los primeros auxilios se los presta el médico Aníbal Reinaldo, que también sufre los sablazos de la policía".
A los pocos minutos falleció el joven Blanco; otros manifestantes había sido heridos. Entretanto, el Poder Ejecutivo Nacional decretaba a Rosario "zona de emergencia", ponía la ciudad bajo control del Ejército, y designaba al general Roberto A Fonseca a cargo del Segundo Cuerpo de Ejército, quien "ejercerá el gobierno militar en dicha jurisdicción".Tras la ocupación militar de la ciudad, los bandos militares alertaban continuamente sobre las prohibiciones, las detenciones y los tribunales castrenses.
Se había detenido a 89 personas, la gendarmería patrullaba la ciudad, y la bronca antidictatorial aumentaba. Un plenario de 38 gremios, reunidos en el local del Sindicato del Vidrio, donde participaron representaciones de las dos centrales obreras (Paseo Colón y Azopardo), ratificaba la realización del paro para el viernes 23.
Simultáneamente, se difundió una declaración de 31 sacerdotes adhiriendo "a la actitud de los estudiantes y criticando crudamente la acción policial y los poderes concedidos al II Cuerpo de Ejército".
La protesta continuó con un paro general, que provocó un elevado ausentismo en Rosario y la zona de San Lorenzo.
Pero lo que más impactó fue la marcha de 7.000 personas que acompañó los restos de Blanco. Durante cuatro horas, la columna recorrió las 87 cuadras que separaban la casa de Blanco del cementerio. Frente al féretro, el párroco Federico Parenti expresó "...que esta sangre vertida, que esta sangre que llega al cielo, no sea en vano... que ella lleve la liberación que ansiamos, el instante de justicia que está reclamando el mundo. Dios dio su sangre por la liberación del hombre, para que el hombre se despoje de su esclavitud..".
Simultáneamente, 2.000 obreros de los talleres ferroviarios de la localidad de Pérez paralizaban sus tareas por la suspensión de los delegados Enrique Gigena y Roberto H. Forcatto. Ambos habían sido sancionados porque comunicaron en una asamblea la resolución de la Comisión Coordinadora de la Union Ferroviaria de adherir al paro en repudio al asesinato de los estudiantes.
El conflicto continuaría, y sería un importante eslabón en la marcha hacia la gran huelga ferroviaria de septiembre que desembocaría en el Segundo Rosariazo, también conocido como el Rosariazo Proletario.
LA HUELGA FERROVIARIA
Después de intervenir la Unión Ferroviaria, la dictadura militar anuló los convenios y numerosas conquistas, al tiempo que rebajaba categorías y de sueldos. Por haberse plegado a varios paros, 116.000 empleados y obreros fueron castigados de diversas maneras. Se aplicó la Ley 17.401 de represión al comunismo y se encarceló a numerosos dirigentes.
El 8 de septiembre de 1969, el Cuerpo de Delegados Ferroviarios de la Seccional Rosario del Ferrocaril Mitre y la Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria anunciaban que se iniciaba una "huelga de brazos caídos en los lugares de trabajo" a causa de la suspensión del delegado administrativo Mario J. Horat, motivada por la adhesión a varios paros nacionales.
Ese día respaldaron el paro los 1.500 trabajadores de los talleres de Rosario, los 2.500 de Pérez, los de Villa Diego, personal administrativo y del Galpón de Alistamiento de Máquinas Diesel. Por la noche, en una numerosa asamblea se decidió continuar la huelga, esta vez por 72 horas, con la adhesión de La Fraternidad.
La medida se extendió a las seccionales de Arroyo Seco, Empalme, Villa Constitución, San Nicolás, Cañada de Gómez y Casilda. La empresa anunció suspensiones masivas, la seccional Rosario de la CGT se declaró en estado de alerta y convocó a un plenario, mientras los delegados ferroviarios declaraban la huelga por tiempo indeterminado a partir del 12 de setiembre.
Mientras la solidaridad del resto de los ferroviarios se extendía por todo el país a través de paros, la empresa continuaba amenazando y el gobierno nacional, a través del Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), advertía a los huelguistas, en tanto el decreto 5324/69 ordenaba la aplicación de la "Ley de Defensa Civil", por la cual todo el personal ferroviario quedaba movilizado, con convocatoria militar y aplicación del Código de Justicia Militar.
Los diarios titulaban "dispúsose la movilización del personal ferroviario" y el decreto, entre otras cosas, planteaba que "el personal masculino convocado, mayor de 18 años, queda sometido a las disposiciones del Código de Justicia Militar, a su reglamentación... por lo que el incumplimiento de las órdenes que reciba para la realización de las tareas y las demás infracciones delictivas o disciplinarias en las que incurriere será reprimido...".
La solidaridad con el conflicto ya no provenía sólo de los ferroviarios sino que, tras el plenario de la CGT Unificada de Rosario, con la presencia de 37 gremios y de 6.000 ferroviarios, se resolvió "realizar un paro activo por 38 horas" los días 16 y 17.
El texto de la convocatoria declaraba: "Los trabajadores rosarinos paramos 38 horas (...) en total solidaridad con los compañeros ferroviarios represaliados por al actual gobierno por ejercer un derecho constitucional que la insensibilidad del régimen cercena (los cinco puntos que contienen las mínimas aspiraciones de los trabajadores). La nueva farsa de las paritarias donde se pretende legalizar un nuevo congelamiento de salarios, las leyes represivas y la de movilización (...) son pautas elocuentes de que se nos quiere retrotraer a épocas que muy bien conocemos los trabajadores..."
Los estudiantes universitarios y la mayoría de los partidos políticos se sumaron al paro.
Leonidas Ceruti y Mirta Sellares
(Investigadores del Centro de Estudios "AgustínTosco"de Rosario)
Los hechos y protagonistas de las movilizaciones estudiantiles de mayo y de la huelga ferroviaria de septiembre de 1969 en una crónica detallada a cargo de dos investigadores del Centro de Estudios "Agustín Tosco" de Rosario.
La Rosa Crispada Entre mayo y setiembre de 1969, Rosario protagonizó uno de los procesos más ricos e intensos de la lucha antidictatorial que, en esos años, se libraba en todo el país. La unidad en la calle de los obreros y estudiantes rosarinos fue fruto de una maduración lenta y obstinada de la conciencia antidictatorial que, a partir de los dos Rosariazos, tendrá nuevas formas organizativas y superiores contenidos políticos.
En abril de 1968, poco tiempo después del Congreso Normalizador de la CGT que se realizó a fines de marzo en la Capital Federal, un sector del movimiento obrero de Rosario y del Cordón Industrial lanzó una convocatoria titulada "Por una CGT sin compromisos o ataduras espúreas".
Ese documento declaraba que "asumimos la responsabilidad que el momento nos exige: UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos o ataduras espúreas, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo trabajador".
Posteriormente, en un plenario presidido por el secretario general de la CGTA, Héctor Quagliaro, al que concurrieron 27 gremios, se conformó la CGT de los Agentinos Regional Rosario, que adhirió a la central obrera nacional encabezado por Raimundo Ongaro.
Con economías regionales en crisis, como las del norte santafesino, con fábricas e ingenios cerrados, las organizaciones obreras de la zona decidieron movilizarse y reclamar ante las autoridades.
El 11 de abril de 1969 se congregaron 10.000 manifestantes en Villa Ocampo, y desde esa ciudad partió la Marcha del Hambre, hacia la capital provincial, integrada por una larga caravana de obreros sin trabajo o con sus fuentes de ocupación amenazadas.
Habían adherido a la protesta las poblaciones de Villa Ana, La Gallareta, Tacuarendí, Las Toscas y Villa Guillermina. Desde Santa Fe el jefe policial, coronel Duretta ordenó: "ubiquen a Ongaro de cualquier forma", mientras reunía a 3000 policias, gendarmes y soldados.
La pueblada enfrentó la represión, ocupó el edificio comunal y obligó a renunciar al intendente "porque no sirve para defender al pueblo".
Como una premonición de lo que vendría después, cuando los levantamientos se extiendieron por todo el país, a esa manifestación se la conoció como "la golondrina anunciadora". A partir de entonces, comenzó a crecer y organizarse en la provincia de Santa Fe la resistencia a la dictadura de Onganía que "no tenía ni plazos, ni tiempos, sino finalidades".
Tras la intervención a las universidades, el movimiento estudiantil organizó su protesta bajo los siguientes postulados: "No a la intervención, no al limitacionismo, no al cierre del Comedor Universitario, no a la ingerencia de la empresas extranjeras en la Universidad...".
La resistencia se expandía con marchas, asambleas, concentraciones y tomas de facultades. Como los estudiantes cordobeses en la larga huelga de 1966, los de Rosario aplicaban la táctica de los actos relámpago para eludir la represión.
Por esa época, militaban en Rosario las agrupaciones estudiantiles Frente Universitario del Movimiento Nacional Reformista (MNR, socialistas), Frente Estudiantil Nacional (FEN, peronistas), el Partido Reformista y la Unión Nacional Reformista Franja Morada (radicales), el Movimiento de Avanzada Popular Universitaria, el FAUDI (Partido Comunista Revolucionario), AUL (Agrupación Universitaria de Liberación), etc.
En los primeros meses de 1969, la lucha del movimiento universitario rosarino contra el limitacionismo logró el ingreso de todos los inscriptos en Filosofía e impidió el cierre de la Universidad Tegnológica.
HACIA EL PRIMER ROSARIAZO
Luego de los sucesos de Corrientes, donde fue asesinado el estudiante Cabral, en las facultades rosarinas había un clima de tensión creciente que se manifestaba en las discuSiones, en las asambleas y en la multiplicación de los actos relámpagos.
La agitación hizo que el 16 de Mayo el rector resolviera suspender por tres días las clases, lo que dejó al Comedor Universitario como único lugar de reunión. Esa misma noche se realizó allí una masiva asamblea, seguida por una marcha de los estudiantes por las calles céntricas de la ciudad.
Al día siguiente, 17 de mayo, unos 400 estudiantes se reunieron frente al frente del Comedor Universitario, en Avenida Corrientes 797, entonando la consigna "Acción, acción, acción para la liberación". Los manifestantes lanzaron volantes e hicieron estallar algunos petardos, mientras un grupo manifestaba frente al Banco Alemán Trasatlántico. La respuesta de la policía, que reprimió con las armas en la mano, fue inmediata.El periodista Reynaldo Sietecase relató así la refriega de ese día: "Un grupo de estudiantes, perseguidos por la policía, corre por la calle Corrientes hacia el sur y dobla por Córdoba, desde Entre Ríos aparecen más policías disparando sus armas. Los estudiantes y decenas de sorprendidos transeúntes quedan encerrados... Algunos estudiantes junto a una docena de paseantes --incluídos varios niños-- ingresan a la Galería Melipal. El lugar tiene una sola boca de entrada y salida, por lo que otra vez quedan atrapados a merced de los guardias"."Los agentes ingresan al edificio y reanudan la golpiza. Entre los policías se encuentra el oficial inspector Juan Agustín Lezcano, un ex empleado de la boite Franz y Fritz. La gente trata de evitar como puede la lluvia de golpes: se escuchan súplicas, llantos y alaridos. En medio de la confusión suena un disparo. Cuando la policía se repliega queda en el suelo, junto a la escalera que lleva a los pisos superiores, el cuerpo de Adolfo Bello con la cara ensangrentada".
Horas más tarde fallecía ese estudiante de segundo año de Ciencias Económicas. El ministro del Interior, Guillermo Borda, expresaba el mensaje de siempre tras una manifestación y la posterior represión: "Resulta así muy claro que el clima de violencia ha sido provocado por elementos de extrema izquierda y por algunos políticos, que en estos días se han mostrado particularmente activos. No ha faltado tampoco algún dirigente gremial que, interesado más en satisfacer sus ambiciones personales que en el auténtico bien de los trabajadores, intenta aprovechar las circunstancias para inducirlos a servir a sus menguados propósitos".
Los días 18, 19 y 20 de mayo se sucedieron los actos relámpagos, concentraciones, marchas de silencio, denuncias de testigos, de abogados.
Comenzó entonces a funcionar la olla popular montada por la CGT de los Argentinos para suplir el cierre del comedor universitario. La unidad obrero-estudiantil comenzaba a gestarse. Entretanto, el lugar donde había sido baleado Bello estaba permanentemente colmado de flores.LA MARCHA DE SILENCIO
Para el miércoles 21, el Comité de Lucha de Estudiantes de Rosario y la CGT de los Argentinos había convocado "a todo el estudiantado y al pueblo de Rosario a la marcha de homenaje a los compañeros caídos". Los organizadores reclamaban "la solidaridad de todo el pueblo y el cierre de negocios".
La marcha partiría de Plaza de Mayo para culminar frente al local de la CGT, en Córdoba 2060, donde estaba instalada la olla popular. Allí se haría una asamblea en la que hablarían Raimundo Ongaro y algunos estudiantes.
En las horas previas a la anunciada Marcha del Silencio, la zona céntrica parecía una fortaleza policial. Carros de asalto, patrulleros, autobombas, carros hidrantes, guardias de infantería o a caballo patrullaban permanentemente y la polícia exhortaba a la desconcentración mediante megáfonos. A pesar del aparato intimidario los estudiantes comenzaron a congregarse, algunos portando carteles. El de los secundarios tenía la leyenda "Comité Lucha de Estudiantes Secundarios Bello-Cabral.
Contra la Estructura de la Enseñanza". Pocos minutos después de que los manifestantes comenzaran con las sentadas en silencio se lanzó la represión.
Todo se desencadenó cuando la Infantería de Policía lanzó gases lacrimógenos para desconcentrar a los estudiantes. Estos respondían con piedras, se dispersaban, volvían a agruparse y en improvisadas columnas intentaban marchar. La policía repartía bastonazos y continuaba arrojando gases. Los jóvenes armaban barricadas con maderas de las obras en construcción, desde los edificios les arrojaban papeles y comenzaron a encender fogatas que aumentaban minuto a minuto.
Durante varias horas, los estudiantes y las fuerzas represivas se enfrentaron en las calles céntricas. Tras una verdadera batalla campal, entre 3.000 y 4.000 manifestantes ocuparon el centro ayudados por los vecinos. La zona comprendida entre Urquiza y Mendoza por el rumbo norte-sur y Maipú y Moreno por el este-oeste, presentaba el aspecto de un campo de guerra con grandes fogatas y barricadas en numerosas esquinas.
Entretanto, las fuerzas policiales se habían replegado hacia la Jefatura. La Batalla de Rosario --como la denominó Beba Balvé-- estaba en pleno desarrollo.
Vale la pena volver a la crónica de Sietecases: "Una columna de manifestantes decide avanzar desde Córdoba y Corrientes hacia el oeste. En la intersección de calle Italia se producen nuevos incidentes. Unos estudiantes arrancan la placa del rectorado, que no había condenado la represión. Después llegan hasta el frente de LT8. Un pequeño grupo rompe a pedradas vidrios y ventanas e ingresa a la emisora para interferir la transmisión (en esos momentos se jugaba el partido Estudiantes y Nacional de Montevideo). El objetivo no se cumple del todo porque el operador de planta empalma la transmisión con la cabecera de Radio Belgrano.
Cuando llegan los escuadrones de Caballería, un grupo intentaba tomar el rectorado, otro salía de LT8 y un tercer grupo se estaba dispersando hacia la calle Dorrego abandonando la idea de ocupar la Jefatura de Policía, un objetivo que se llegó a plantear cuando la policía huía... A pocos metros de LT8 cae abatido por un balazo en la espalda el adolescente Luis Norberto Blanco, un empleado metalúrgico de 15 años que intentaba huir corriendo de la represión policial. Los primeros auxilios se los presta el médico Aníbal Reinaldo, que también sufre los sablazos de la policía".
A los pocos minutos falleció el joven Blanco; otros manifestantes había sido heridos. Entretanto, el Poder Ejecutivo Nacional decretaba a Rosario "zona de emergencia", ponía la ciudad bajo control del Ejército, y designaba al general Roberto A Fonseca a cargo del Segundo Cuerpo de Ejército, quien "ejercerá el gobierno militar en dicha jurisdicción".Tras la ocupación militar de la ciudad, los bandos militares alertaban continuamente sobre las prohibiciones, las detenciones y los tribunales castrenses.
Se había detenido a 89 personas, la gendarmería patrullaba la ciudad, y la bronca antidictatorial aumentaba. Un plenario de 38 gremios, reunidos en el local del Sindicato del Vidrio, donde participaron representaciones de las dos centrales obreras (Paseo Colón y Azopardo), ratificaba la realización del paro para el viernes 23.
Simultáneamente, se difundió una declaración de 31 sacerdotes adhiriendo "a la actitud de los estudiantes y criticando crudamente la acción policial y los poderes concedidos al II Cuerpo de Ejército".
La protesta continuó con un paro general, que provocó un elevado ausentismo en Rosario y la zona de San Lorenzo.
Pero lo que más impactó fue la marcha de 7.000 personas que acompañó los restos de Blanco. Durante cuatro horas, la columna recorrió las 87 cuadras que separaban la casa de Blanco del cementerio. Frente al féretro, el párroco Federico Parenti expresó "...que esta sangre vertida, que esta sangre que llega al cielo, no sea en vano... que ella lleve la liberación que ansiamos, el instante de justicia que está reclamando el mundo. Dios dio su sangre por la liberación del hombre, para que el hombre se despoje de su esclavitud..".
Simultáneamente, 2.000 obreros de los talleres ferroviarios de la localidad de Pérez paralizaban sus tareas por la suspensión de los delegados Enrique Gigena y Roberto H. Forcatto. Ambos habían sido sancionados porque comunicaron en una asamblea la resolución de la Comisión Coordinadora de la Union Ferroviaria de adherir al paro en repudio al asesinato de los estudiantes.
El conflicto continuaría, y sería un importante eslabón en la marcha hacia la gran huelga ferroviaria de septiembre que desembocaría en el Segundo Rosariazo, también conocido como el Rosariazo Proletario.
LA HUELGA FERROVIARIA
Después de intervenir la Unión Ferroviaria, la dictadura militar anuló los convenios y numerosas conquistas, al tiempo que rebajaba categorías y de sueldos. Por haberse plegado a varios paros, 116.000 empleados y obreros fueron castigados de diversas maneras. Se aplicó la Ley 17.401 de represión al comunismo y se encarceló a numerosos dirigentes.
El 8 de septiembre de 1969, el Cuerpo de Delegados Ferroviarios de la Seccional Rosario del Ferrocaril Mitre y la Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria anunciaban que se iniciaba una "huelga de brazos caídos en los lugares de trabajo" a causa de la suspensión del delegado administrativo Mario J. Horat, motivada por la adhesión a varios paros nacionales.
Ese día respaldaron el paro los 1.500 trabajadores de los talleres de Rosario, los 2.500 de Pérez, los de Villa Diego, personal administrativo y del Galpón de Alistamiento de Máquinas Diesel. Por la noche, en una numerosa asamblea se decidió continuar la huelga, esta vez por 72 horas, con la adhesión de La Fraternidad.
La medida se extendió a las seccionales de Arroyo Seco, Empalme, Villa Constitución, San Nicolás, Cañada de Gómez y Casilda. La empresa anunció suspensiones masivas, la seccional Rosario de la CGT se declaró en estado de alerta y convocó a un plenario, mientras los delegados ferroviarios declaraban la huelga por tiempo indeterminado a partir del 12 de setiembre.
Mientras la solidaridad del resto de los ferroviarios se extendía por todo el país a través de paros, la empresa continuaba amenazando y el gobierno nacional, a través del Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), advertía a los huelguistas, en tanto el decreto 5324/69 ordenaba la aplicación de la "Ley de Defensa Civil", por la cual todo el personal ferroviario quedaba movilizado, con convocatoria militar y aplicación del Código de Justicia Militar.
Los diarios titulaban "dispúsose la movilización del personal ferroviario" y el decreto, entre otras cosas, planteaba que "el personal masculino convocado, mayor de 18 años, queda sometido a las disposiciones del Código de Justicia Militar, a su reglamentación... por lo que el incumplimiento de las órdenes que reciba para la realización de las tareas y las demás infracciones delictivas o disciplinarias en las que incurriere será reprimido...".
La solidaridad con el conflicto ya no provenía sólo de los ferroviarios sino que, tras el plenario de la CGT Unificada de Rosario, con la presencia de 37 gremios y de 6.000 ferroviarios, se resolvió "realizar un paro activo por 38 horas" los días 16 y 17.
El texto de la convocatoria declaraba: "Los trabajadores rosarinos paramos 38 horas (...) en total solidaridad con los compañeros ferroviarios represaliados por al actual gobierno por ejercer un derecho constitucional que la insensibilidad del régimen cercena (los cinco puntos que contienen las mínimas aspiraciones de los trabajadores). La nueva farsa de las paritarias donde se pretende legalizar un nuevo congelamiento de salarios, las leyes represivas y la de movilización (...) son pautas elocuentes de que se nos quiere retrotraer a épocas que muy bien conocemos los trabajadores..."
Los estudiantes universitarios y la mayoría de los partidos políticos se sumaron al paro.
Caricatura del dictador Onganía en el periódico de la CGT de los argentinos después de los sucesos de Rosario y Córdoba durante 1969.
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EL SEGUNDO ROSARIAZO
A partir de las 10 del 16 de setiembre, masivas columnas de trabajadores comenzaron a marchar desde sus sedes sindicales o de los lugares de trabajo. Desde La Fraternidad, en Crespo 163, más de 7.000 ferroviarios se dirigieron a la empresa Minetti (molinos harineros). Se le sumaron luego los obreros textiles de Extesa, los trabajadores del vidrio, los de la construcción, etc. Desde Oroño al 1300, marchaba una columna de Luz y Fuerza; otra venía de la Usina de Sorrento y, desde el sur, se agregaban los obreros del frigorífico Swift y los metalúrgicos.
Todos intentaban converger en el local de la CGT de Córdoba al 2.100. Los estudiantes, que se habían concentrado en las distintas facultades, se incorporaban masivamente a las columnas obreras.
Los primeros ataques de las fuerzas de represión lograron dispersar parcialmente a los manifestantes. Sin embargo, la organización previa de la autodefensa comenzó a dar resultados: éstos resistían y levantaban barricadas, reagrupándose una y otra vez.
En las barricadas, que ya abarcaban toda la ciudad, confraternizaban peronistas, radicales, comunistas, socialistas. Los puntos de concentración aumentaban, se incendiaban los colectivos y troles que se atrevían a circular, y la policía se fue replegando. A esa altura, apenas controlaban las manzanas que rodeaban las instituciones estatales, entre ellas: la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, la Jefatura de Policía, los Tribunales y las radioemisoras más importantes.
TODOS A LOS BARRIOS
Con el correr de las horas, era cada vez mayor la cantidad de vecinos que se sumaban a la protesta, y la lucha se desplazaba a los barrios, concentrándose principalmente en las zonas norte y sur.
Se incorporaban las amas de casa, los jóvenes y los niños, que durante toda la jornada se turnaban para mantener las barricadas.
La policía provincial y federal y la Gendarmería fueron desbordadas e impedidas de penetrar en Empalme Graneros, en algunas zonas de Arroyito, en varias manzanas de la zona sur, y en numerosos barrios.
El Ejército se hizo cargo de la represión y comenzó a recuperar el control de la ciudad. El Comunicado Nº 1 del II Cuerpo advertía que se abriría fuego sin previo aviso ante cualquier desmán o atentado. El Comunicado Nº 2 informaba que la Agrupación de Combate G había ocupado objetivos ferroviarios en reemplazo de la Gendarmería Nacional. El Comunicado Nº 3, que las tropas "habían abierto fuego en la zona de Sorrento contra grupos de activistas." Se inició la actividad de los Tribunales Militares y de la represión participó el entonces coronel Leopoldo Fortunato Galtieri.
La furia antidictatorial se extendió por toda la ciudad. Las cifras estimadas de participantes iban desde 100.000 a 250.000. Al cabo de dos días de lucha en las calles rosarinas, la prensa difundió el saldo: "Dos muertos, veinticinco heridos, centenares de detenidos. Daños materiales: 11 trolebuses incendiados, 14 más con roturas; 15 coches incendiados del servicio urbano e interurbano de pasajeros, otros 40 deteriorados; 3 estaciones ferroviarias incendiadas, 100 garitas, retenes, cabinas y vagones incendiados; vidrieras rotas, algunos incendios de galpones de fábricas". La resistencia continuó en varios barrios.
La bronca acumulada y puesta de manifiesto en septiembre del 1969 fue directa consecuencia del acorralamiento de una clase obrera que sufría la proscripción del peronismo, la intervención de los sindicatos, el cercenamiento de conquistas históricas, la detención de sus dirigentes, sumado todo esto a la agravada situación económica.
En esas jornadas, el proletariado aglutinó en torno suyo a otros sectores sociales descontentos con la dictadura militar. Además, en cada columna obrera, en cada barricada, brotó la alegría, la solidaridaridad y la bronca antidictatorial. Como señala Beba Balvé, este "Rosariazo proletario sigue siendo el hecho maldito de la ciudad. De eso no se habla, no se recuerda, pareciera que el fuego antidictatorial continuara quemando".
Las luchas del 69, desde la Marcha del Hambre de Villa Ocampo (Sta Fe), de los estudiantes correntinos, el Primer Rosariazo de mayo, el Cordobazo, el Segundo Rosariazo de Setiembre, el alzamiento en Cipolletti y otras puebladas, terminaron derrotando el proyecto "sin límites" de Onganía, mientras en el Poder crecía el temor al Argentinazo.
Revista Los 70
http://www.los70.org.ar/n04/rosa.htm
A partir de las 10 del 16 de setiembre, masivas columnas de trabajadores comenzaron a marchar desde sus sedes sindicales o de los lugares de trabajo. Desde La Fraternidad, en Crespo 163, más de 7.000 ferroviarios se dirigieron a la empresa Minetti (molinos harineros). Se le sumaron luego los obreros textiles de Extesa, los trabajadores del vidrio, los de la construcción, etc. Desde Oroño al 1300, marchaba una columna de Luz y Fuerza; otra venía de la Usina de Sorrento y, desde el sur, se agregaban los obreros del frigorífico Swift y los metalúrgicos.
Todos intentaban converger en el local de la CGT de Córdoba al 2.100. Los estudiantes, que se habían concentrado en las distintas facultades, se incorporaban masivamente a las columnas obreras.
Los primeros ataques de las fuerzas de represión lograron dispersar parcialmente a los manifestantes. Sin embargo, la organización previa de la autodefensa comenzó a dar resultados: éstos resistían y levantaban barricadas, reagrupándose una y otra vez.
En las barricadas, que ya abarcaban toda la ciudad, confraternizaban peronistas, radicales, comunistas, socialistas. Los puntos de concentración aumentaban, se incendiaban los colectivos y troles que se atrevían a circular, y la policía se fue replegando. A esa altura, apenas controlaban las manzanas que rodeaban las instituciones estatales, entre ellas: la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, la Jefatura de Policía, los Tribunales y las radioemisoras más importantes.
TODOS A LOS BARRIOS
Con el correr de las horas, era cada vez mayor la cantidad de vecinos que se sumaban a la protesta, y la lucha se desplazaba a los barrios, concentrándose principalmente en las zonas norte y sur.
Se incorporaban las amas de casa, los jóvenes y los niños, que durante toda la jornada se turnaban para mantener las barricadas.
La policía provincial y federal y la Gendarmería fueron desbordadas e impedidas de penetrar en Empalme Graneros, en algunas zonas de Arroyito, en varias manzanas de la zona sur, y en numerosos barrios.
El Ejército se hizo cargo de la represión y comenzó a recuperar el control de la ciudad. El Comunicado Nº 1 del II Cuerpo advertía que se abriría fuego sin previo aviso ante cualquier desmán o atentado. El Comunicado Nº 2 informaba que la Agrupación de Combate G había ocupado objetivos ferroviarios en reemplazo de la Gendarmería Nacional. El Comunicado Nº 3, que las tropas "habían abierto fuego en la zona de Sorrento contra grupos de activistas." Se inició la actividad de los Tribunales Militares y de la represión participó el entonces coronel Leopoldo Fortunato Galtieri.
La furia antidictatorial se extendió por toda la ciudad. Las cifras estimadas de participantes iban desde 100.000 a 250.000. Al cabo de dos días de lucha en las calles rosarinas, la prensa difundió el saldo: "Dos muertos, veinticinco heridos, centenares de detenidos. Daños materiales: 11 trolebuses incendiados, 14 más con roturas; 15 coches incendiados del servicio urbano e interurbano de pasajeros, otros 40 deteriorados; 3 estaciones ferroviarias incendiadas, 100 garitas, retenes, cabinas y vagones incendiados; vidrieras rotas, algunos incendios de galpones de fábricas". La resistencia continuó en varios barrios.
La bronca acumulada y puesta de manifiesto en septiembre del 1969 fue directa consecuencia del acorralamiento de una clase obrera que sufría la proscripción del peronismo, la intervención de los sindicatos, el cercenamiento de conquistas históricas, la detención de sus dirigentes, sumado todo esto a la agravada situación económica.
En esas jornadas, el proletariado aglutinó en torno suyo a otros sectores sociales descontentos con la dictadura militar. Además, en cada columna obrera, en cada barricada, brotó la alegría, la solidaridaridad y la bronca antidictatorial. Como señala Beba Balvé, este "Rosariazo proletario sigue siendo el hecho maldito de la ciudad. De eso no se habla, no se recuerda, pareciera que el fuego antidictatorial continuara quemando".
Las luchas del 69, desde la Marcha del Hambre de Villa Ocampo (Sta Fe), de los estudiantes correntinos, el Primer Rosariazo de mayo, el Cordobazo, el Segundo Rosariazo de Setiembre, el alzamiento en Cipolletti y otras puebladas, terminaron derrotando el proyecto "sin límites" de Onganía, mientras en el Poder crecía el temor al Argentinazo.
Revista Los 70
http://www.los70.org.ar/n04/rosa.htm
Luis Díaz Molano: "Ser estudiante por entonces era sospechoso"
Luis Díaz Molano tenía 26 años cuando la rebelión ganó las calles de Rosario. Como dirigente estudiantil, integraba la junta ejecutiva de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Cursaba en la Facultad de Derecho. "Ser estudiante por entonces era sospechoso", recuerda.
En su opinión, el Rosariazo no debe pensarse como un hecho aislado. Un proceso de acumulación política de los distintos sectores que conformaron la resistencia a la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía hilvanó la protesta en el país.
En Rosario, la protesta de mayo tuvo a los universitarios como protagonistas. Pero no puede obviarse que el 21 de mayo, la Marcha del Silencio convocada por la muerte del correntino Cabral y del rosarino Bello, cerraría en la sede de la combativa CGT de los Argentinos. La feroz represión lo impidió. La consigna "¡Obreros y estudiantes, unidos y adelante! fue voceada por miles. Septiembre, daría la revancha.
"La década del 60 es clave en la historia del país. Fue olvidada en parte por la desmemoria y el miedo que impuso la dictadura del 76", advierte Díaz Molano.
El clima de época
Luis Díaz Molano tenía 26 años cuando la rebelión ganó las calles de Rosario. Como dirigente estudiantil, integraba la junta ejecutiva de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Cursaba en la Facultad de Derecho. "Ser estudiante por entonces era sospechoso", recuerda.
En su opinión, el Rosariazo no debe pensarse como un hecho aislado. Un proceso de acumulación política de los distintos sectores que conformaron la resistencia a la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía hilvanó la protesta en el país.
En Rosario, la protesta de mayo tuvo a los universitarios como protagonistas. Pero no puede obviarse que el 21 de mayo, la Marcha del Silencio convocada por la muerte del correntino Cabral y del rosarino Bello, cerraría en la sede de la combativa CGT de los Argentinos. La feroz represión lo impidió. La consigna "¡Obreros y estudiantes, unidos y adelante! fue voceada por miles. Septiembre, daría la revancha.
"La década del 60 es clave en la historia del país. Fue olvidada en parte por la desmemoria y el miedo que impuso la dictadura del 76", advierte Díaz Molano.
El clima de época
Díaz Molano revive en diálogo con Señales los episodios de mayo, pero advierte que para referirse a ellos es necesario dar cuenta del clima de época.
En primer lugar señala que antes del golpe de Onganía, se había ejercido el cogobierno en la Universidad. Es decir que había una experiencia de participación estudiantil.
Otro hecho destacable para quien luego fue docente universitario y decano de la Facultad de Ciencia Política fue que la mayoría de los estudiantes vivían en pensiones.
"La verdad es que las pensiones se habían convertido en centros colectivos de distintas cosas -señala-. Cada pensión tenía su vida, su mundo pero dentro de eso su politización".
Esta situación, en su opinión, "producía en lo ideológico una permeabilidad para recibir ideas nuevas, mucho mayor que la actual. Los 60 y los 70, no sólo acá, en el mundo, fueron años de ruptura generacional. Se buscaban nuevos caminos no sólo en política".
En ese marco, "puede explicarse algo del Rosariazo. Había un clima de época. No olvidemos, por ejemplo, aunque yo no creo en los traslados mecánicos, que en el 68 fue el Mayo Francés".
Esta situación, en su opinión, "producía en lo ideológico una permeabilidad para recibir ideas nuevas, mucho mayor que la actual. Los 60 y los 70, no sólo acá, en el mundo, fueron años de ruptura generacional. Se buscaban nuevos caminos no sólo en política".
En ese marco, "puede explicarse algo del Rosariazo. Había un clima de época. No olvidemos, por ejemplo, aunque yo no creo en los traslados mecánicos, que en el 68 fue el Mayo Francés".
Puertas adentro de las facultades, a la vez, el Onganiato cercenó derechos básicos de los estudiantes. Díaz Molano detalla que lograr una asamblea implicaba toda una lucha y concretarla, un triunfo.
Igual, para el 68, el movimiento estudiantil había logrado reagruparse y "era fuerte no sólo en Rosario, sino en todo el país".
A comienzos del 69, "la sociedad está movilizada. La afirmación inicial de Onganía de que el proceso se daría en tres tiempos primero económico, luego social y al final político, se pudo ir quebrando en distintos lados. Esto lo digo para no pensar que el Rosariazo fue un producto estudiantil de esta ciudad. Siempre digo que es importante saber que en el 67 y 68 en Tucumán había una movilización muy grande alrededor de los ingenios que cerraban".
Una ciudad tomada
Los episodios de mayo del 69 en Rosario comienzan tras el asesinato del estudiante correntino Juan José Cabral. En el comedor universitario que funcionaba en Corrientes al 700. "Nosotros no movilizamos desde las facultades, surgió espontáneamente", afirma Díaz Molano. Luego vendría la represión y el asesinato de Adolfo Bello en la Galería Melipal.
El 21 de mayo Díaz Molano participa activamente de la Marcha del Silencio. La represión policial era resistida por los estudiantes con el apoyo de los habitantes de la ciudad.
-¿Los sorprendió el apoyo de la gente?
-La marcha fue aplaudida desde la puerta de los comercios, desde los balcones. La gente gritaba: "¡Adelante estudiantes!". A esa altura lo antidictatorial era muy fuerte, iba por encima de partidos y me parece que empezaba el resquebrajamiento de la dictadura de Onganía y esa pesada idea de orden a toda costa.
-¿La policía tuvo que retroceder?
-El 21 fue un día de que se peleó mucho en la calle, la policía retrocedió varias veces. En algún momento un grupo tomó LT8, me parece que fue una de las acciones más subversivas (ironiza). La gente se sumaba, repudiaba que la policía pegara a personas indefensas. No totalmente, hemos tirado muchas piedras ese 21, pero no había armas. Había distintos focos de disputa. A veces, hablábamos entre nosotros pero no era una protesta organizada.
-¿Se llegó a discutir si tomaban la Jefatura de Policía?
-Sí, fue cuando ellos habían retrocedido. Hoy creo que sensatamente prevalecimos los que decíamos: "¿Y después qué hacemos?". Ahí se jugaba en otro nivel, pero efectivamente esas discusiones se dieron en la realidad y no en la utopía, de barricada a barricada. Ese día fue un punto de inflexión, la dictadura de Onganía entraba en una etapa casi insostenible. A a los ocho días fue el Cordobazo. Había un clima en la Argentina que indicaba que los métodos de Onganía ya no iban más. Creo, a la vez, que la aparición de la CGT de los Argentinos, hito en el sindicalismo argentino que no volverá a repetirse, fue otra clave en ese proceso que aceleró la caída de la dictadura encabezada por Onganía.
Fuente: www.lacapital.com.ar
Igual, para el 68, el movimiento estudiantil había logrado reagruparse y "era fuerte no sólo en Rosario, sino en todo el país".
A comienzos del 69, "la sociedad está movilizada. La afirmación inicial de Onganía de que el proceso se daría en tres tiempos primero económico, luego social y al final político, se pudo ir quebrando en distintos lados. Esto lo digo para no pensar que el Rosariazo fue un producto estudiantil de esta ciudad. Siempre digo que es importante saber que en el 67 y 68 en Tucumán había una movilización muy grande alrededor de los ingenios que cerraban".
Una ciudad tomada
Los episodios de mayo del 69 en Rosario comienzan tras el asesinato del estudiante correntino Juan José Cabral. En el comedor universitario que funcionaba en Corrientes al 700. "Nosotros no movilizamos desde las facultades, surgió espontáneamente", afirma Díaz Molano. Luego vendría la represión y el asesinato de Adolfo Bello en la Galería Melipal.
El 21 de mayo Díaz Molano participa activamente de la Marcha del Silencio. La represión policial era resistida por los estudiantes con el apoyo de los habitantes de la ciudad.
-¿Los sorprendió el apoyo de la gente?
-La marcha fue aplaudida desde la puerta de los comercios, desde los balcones. La gente gritaba: "¡Adelante estudiantes!". A esa altura lo antidictatorial era muy fuerte, iba por encima de partidos y me parece que empezaba el resquebrajamiento de la dictadura de Onganía y esa pesada idea de orden a toda costa.
-¿La policía tuvo que retroceder?
-El 21 fue un día de que se peleó mucho en la calle, la policía retrocedió varias veces. En algún momento un grupo tomó LT8, me parece que fue una de las acciones más subversivas (ironiza). La gente se sumaba, repudiaba que la policía pegara a personas indefensas. No totalmente, hemos tirado muchas piedras ese 21, pero no había armas. Había distintos focos de disputa. A veces, hablábamos entre nosotros pero no era una protesta organizada.
-¿Se llegó a discutir si tomaban la Jefatura de Policía?
-Sí, fue cuando ellos habían retrocedido. Hoy creo que sensatamente prevalecimos los que decíamos: "¿Y después qué hacemos?". Ahí se jugaba en otro nivel, pero efectivamente esas discusiones se dieron en la realidad y no en la utopía, de barricada a barricada. Ese día fue un punto de inflexión, la dictadura de Onganía entraba en una etapa casi insostenible. A a los ocho días fue el Cordobazo. Había un clima en la Argentina que indicaba que los métodos de Onganía ya no iban más. Creo, a la vez, que la aparición de la CGT de los Argentinos, hito en el sindicalismo argentino que no volverá a repetirse, fue otra clave en ese proceso que aceleró la caída de la dictadura encabezada por Onganía.
Fuente: www.lacapital.com.ar
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Las vísperas de septiembre
Hijo y sobrino de ferroviarios, Mario Horat parecía tener un destino señalado. No sólo por el trabajo, sino también por la ideología. "Yo soy del 36 -dice-, y a los 7 años mi viejo me hizo afiliado adherente al partido peronista". En 1953 ingresó a los ferrocarriles, donde trabajó hasta el 28 de marzo de 1976, cuando fue cesanteado por los militares; reincorporado en 1983 -"algo que no me gustó mucho, porque todavía estaba Bignone en la presidencia"-, fue despedido el 31 de diciembre de 1993, con los miles de obreros a los que el gobierno de Carlos Menem dejó sin empleo.
Horat fue un actor clave en los sucesos del año 69. Su pasión y su compromiso están intactos en la memoria precisa que guarda de aquellos hechos. Una historia cargada de afecto cuando recuerda a los compañeros de lucha, en particular Eduardo Luis Lescano, con quien recorrió la ciudad durante la movilización de septiembre, y Mario Aguirre, el Negro: "Tenía dotes de revolucionario. Había que estar parándolo porque iba al frente con todo, y se jugaba la vida". Y su relato se despliega con tanta precisión que cualquier entrevista resulta limitada.
"Un año después del golpe de Onganía, en 1967 -recuerda Horat- los militares intervinieron la Unión Ferroviaria, porque se pliega a un paro de la CGT, y nombran interventor al coronel Miranda Naón. En Rosario, radicales y comunistas tenían la conducción del gremio, pero la inmensa mayoría de los trabajadores era peronista".
Hijo y sobrino de ferroviarios, Mario Horat parecía tener un destino señalado. No sólo por el trabajo, sino también por la ideología. "Yo soy del 36 -dice-, y a los 7 años mi viejo me hizo afiliado adherente al partido peronista". En 1953 ingresó a los ferrocarriles, donde trabajó hasta el 28 de marzo de 1976, cuando fue cesanteado por los militares; reincorporado en 1983 -"algo que no me gustó mucho, porque todavía estaba Bignone en la presidencia"-, fue despedido el 31 de diciembre de 1993, con los miles de obreros a los que el gobierno de Carlos Menem dejó sin empleo.
Horat fue un actor clave en los sucesos del año 69. Su pasión y su compromiso están intactos en la memoria precisa que guarda de aquellos hechos. Una historia cargada de afecto cuando recuerda a los compañeros de lucha, en particular Eduardo Luis Lescano, con quien recorrió la ciudad durante la movilización de septiembre, y Mario Aguirre, el Negro: "Tenía dotes de revolucionario. Había que estar parándolo porque iba al frente con todo, y se jugaba la vida". Y su relato se despliega con tanta precisión que cualquier entrevista resulta limitada.
"Un año después del golpe de Onganía, en 1967 -recuerda Horat- los militares intervinieron la Unión Ferroviaria, porque se pliega a un paro de la CGT, y nombran interventor al coronel Miranda Naón. En Rosario, radicales y comunistas tenían la conducción del gremio, pero la inmensa mayoría de los trabajadores era peronista".
-¿Qué pasó con las organizaciones obreras después de mayo de 1969?
-El 23 de mayo, cuando la CGT estaba dividida, se hizo un plenario de representantes de las distintas organizaciones en el Sindicato del Vidrio. Ahí aparecieron grupos de estudiantes exigiendo la unidad del movimiento obrero y acción contra los asesinatos y las tropelías de los militares. Esa presencia fuerza la unidad y se crea un secretariado con dos miembros de la CGT de los Argentinos -Mario Aguirre, de ATE, y Héctor Cansino, de telefónicos- dos de la llamada CGT Azopardo -Alfonso Galván, metalúrgico, y Osvaldo Patalagoitía, del vidrio- y un independiente -Neifer Juncos, de Luz y Fuerza. Ese secretariado dispone un paro en repudio a la muerte del chico Blanco. En Rosario, los obreros ferroviarios no lo acatan. En los talleres de Pérez, dos compañeros, Gigena y Forcato, convocan a una plaza interna y hacen exposiciones referentes a la lucha y al paro. En cuanto se enteró un coronel Muñoz, que teníamos en Rosario, inmediatamente los mandó a suspender. Esto produjo una reacción de los talleres de Pérez y los compañeros le plantearon a la jefatura que levantaban la sanción o hacían un paro. De inmediato se levanta la sanción. Claro, había dos mil trabajadores en pie de pelea.
-El 23 de mayo, cuando la CGT estaba dividida, se hizo un plenario de representantes de las distintas organizaciones en el Sindicato del Vidrio. Ahí aparecieron grupos de estudiantes exigiendo la unidad del movimiento obrero y acción contra los asesinatos y las tropelías de los militares. Esa presencia fuerza la unidad y se crea un secretariado con dos miembros de la CGT de los Argentinos -Mario Aguirre, de ATE, y Héctor Cansino, de telefónicos- dos de la llamada CGT Azopardo -Alfonso Galván, metalúrgico, y Osvaldo Patalagoitía, del vidrio- y un independiente -Neifer Juncos, de Luz y Fuerza. Ese secretariado dispone un paro en repudio a la muerte del chico Blanco. En Rosario, los obreros ferroviarios no lo acatan. En los talleres de Pérez, dos compañeros, Gigena y Forcato, convocan a una plaza interna y hacen exposiciones referentes a la lucha y al paro. En cuanto se enteró un coronel Muñoz, que teníamos en Rosario, inmediatamente los mandó a suspender. Esto produjo una reacción de los talleres de Pérez y los compañeros le plantearon a la jefatura que levantaban la sanción o hacían un paro. De inmediato se levanta la sanción. Claro, había dos mil trabajadores en pie de pelea.
-Después surge un cuerpo de delegados en el gremio.
-El sindicato ferroviario tenía un presidente, pero era de Pérez, y ellos se ponen en contacto con compañeros de Rosario para extender esa representación gremial. Ahí participaban todos los laburantes que quisieran, no importaba cómo pensaran ideológicamente. Me invitaron, nos reunimos en el local de La Fraternidad y nos conformamos como cuerpo de delegados. Después me eligen como representante ante la CGT. El primer paro que acataron los ferroviarios fue el del 30 de mayo. Después hubo paros el 1º de julio y el 27 de agosto. Cuando llega septiembre se corre la voz que las empresas del Estado iban a sancionar al personal que se había adherido a las huelgas. Y la superioridad de talleres empezó con la aplicación de un llamado de atención por el paro del 23 de mayo, a los de Pérez, y por el del 30 de mayo, a los de Rosario. Como yo había trabajado administrativamente en el área de personal, enseguida le dije a mis compañeros que eso era una trampa para producir cesantías. Entonces decidimos cumplir con el convenio de trabajo: aceptar la sanción pero no firmar, en señal de protesta.
-¿Cómo reaccionó la intervención?
-La sanción llega primero a los talleres de Pérez y Rosario, donde nadie firma. Después viene a los administrativos; en general el personal administrativo, como convivía con los jefes, era reacio a la militancia. Y cuando llegó la sanción, firmaron todos. Yo voy al día siguiente y me niego. "Dejate de joder, mirá que te van a echar", me dijo el jefe de oficina. Llamó al jefe de la sección y éste me dice: "yo le aconsejo que firme porque lo van a dejar cesante, ya lo tienen en la mira". "No - le dije-, discúlpeme, así me dejen cesante yo no puedo proceder con una actitud desleal". A los 3 o 4 días llega de Buenos Aires una sanción de diez días de suspensión con el apercibimiento de que ante cualquier otra falta me aplicaban la cesantía. Nos reunimos con los compañeros en La Fraternidad y ellos me dicen: "el lunes vas a trabajar y nosotros le vamos a decir que si no te levantan la sanción va a haber problemas". Cuando aparecí, estaban los compañeros de los talleres -lo notabas porque usaban una chaquetilla y pantalón azul- y me hacen salir con un suboficial de la Policía Federal. Entonces me llama Nicanor Zárate, uno de los líderes del cuerpo de delegados, con Rafael Giménez, y me dice que iban a reunirse en la CGT para ver qué hacíamos. Yo decidí no ir a la asamblea, no quería que por mi presencia los compañeros se sintieran obligados a parar. A todo esto se anunció que se iba a descontar el día no trabajado y que los trabajadores iban a ser desalojados por la fuerza. A los compañeros no les quedaba otra que hacer un paro, y largan un paro de 48 horas. Y ahí empieza la cosa del Rosariazo.
Fuente: www.lacapital.com.ar
-¿Cómo reaccionó la intervención?
-La sanción llega primero a los talleres de Pérez y Rosario, donde nadie firma. Después viene a los administrativos; en general el personal administrativo, como convivía con los jefes, era reacio a la militancia. Y cuando llegó la sanción, firmaron todos. Yo voy al día siguiente y me niego. "Dejate de joder, mirá que te van a echar", me dijo el jefe de oficina. Llamó al jefe de la sección y éste me dice: "yo le aconsejo que firme porque lo van a dejar cesante, ya lo tienen en la mira". "No - le dije-, discúlpeme, así me dejen cesante yo no puedo proceder con una actitud desleal". A los 3 o 4 días llega de Buenos Aires una sanción de diez días de suspensión con el apercibimiento de que ante cualquier otra falta me aplicaban la cesantía. Nos reunimos con los compañeros en La Fraternidad y ellos me dicen: "el lunes vas a trabajar y nosotros le vamos a decir que si no te levantan la sanción va a haber problemas". Cuando aparecí, estaban los compañeros de los talleres -lo notabas porque usaban una chaquetilla y pantalón azul- y me hacen salir con un suboficial de la Policía Federal. Entonces me llama Nicanor Zárate, uno de los líderes del cuerpo de delegados, con Rafael Giménez, y me dice que iban a reunirse en la CGT para ver qué hacíamos. Yo decidí no ir a la asamblea, no quería que por mi presencia los compañeros se sintieran obligados a parar. A todo esto se anunció que se iba a descontar el día no trabajado y que los trabajadores iban a ser desalojados por la fuerza. A los compañeros no les quedaba otra que hacer un paro, y largan un paro de 48 horas. Y ahí empieza la cosa del Rosariazo.
Fuente: www.lacapital.com.ar
Entrevista a Héctor Quagliaro a 40 años del Rosariazo
Memorias del Rosariazo
Por Equipo de Comunicación ATE - CTA Rosario
aterosario@aterosario.org.ar
El histórico dirigente rosarino habló con el equipo de comunicación de la CTA Rosario del levantamiento popular que lo tuvo como protagonista en 1969.
Quagliaro dirigía la Seccional Rosario de la CGT de los Argentinos que en aquella época era comanadada por Raimundo Ongaro a nivel nacional. La ciudad de Rosario, con su historia de conflictividad obrera a cuestas, y una clase trabajadora concientizada, tomaban gran partye de la ciudad, en un movimiento en el que se conjugaron la militancia gremial y los estudiantes. Fue el principio del fin de la dictadura de Onganía que caería poco después, cuando estalló la ciudad de Córdoba
- ¿Usted se imaginaba que después de 40 años de aquella gesta histórica para los trabajadores, que fue el Rosariazo, le iban a estar preguntando? ¿Cómo fue?
- Lo que tengo a mi favor es que todavía vivo, sigo militando, no he abandonado… llevo más de 55 años como militante social. Hoy soy el presidente nacional del Centro de Jubilados de ATE, que tiene representación en todo el espectro geográfico nacional. Tenemos centros en 21 provincias de las 24, en algunas estamos trabajando… bueno, hoy el tema de los jubilados es un tema que está inscripto entre las demandas más importantes del movimiento obrero porque el problema de los jubilados no es un tema de los jubilados, es un tema del movimiento sindical. Los jóvenes de hoy, mañana van a ser jubilados por eso estamos demandando una nueva ley previsional que contemple las prescripciones que establece la Constitución Nacional en cuanto a las garantías y la estabilidad de los argentinos para tener un ingreso que nos permita vivir con la dignidad que nos permite haber aportado por más de treinta o cuarenta años al esfuerzo nacional.
- Ud. Empezó a militar desde muy joven
- Yo fui elegido en la CGT de Rosario, cuando tenía 22 años, había llegado al gobierno Frondizi en el 59. Asumimos el 7 de enero del de ese año. Hay que tener en cuenta que a los pocos días, el 14 o el 15, fue la huelga histórica del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre. Así que bueno, y en el año 63, había que renovar. Había una comisión provisoria en la CGT. Había ganado en la CGT Nacional, José Alonzo, entonces había renovaciones en todas las delegaciones de la CGT. Hay que tener en cuenta que en ese tiempo, la CGT Rosario abarcaba el departamento San Lorenzo y Villa Constitución.
¿Desde que lugar Ud llevaba a cabo la lucha en esa época?
Y bueno, yo fui propuesto como candidato a Secretario General de la CGT, así que a partir del 63, bueno… Y le dimos una impronta de participación masiva de todos los sectores, estudiantes, obreros, ong´s, profesionales. Y fuimos gestando una presencia en esta ciudad que nos caracterizaba como con un planteo social justo, plural, democrático. Todo eso fue generando una enorme confianza en el seno del pueblo, en general, de la sociedad en su conjunto. Habiendo atravesado momentos muy difíciles, como en el año 64, en un plenario obrero en el sindicato cervecero, en el salón que hoy no existe más, en la avenida Alberdi. Un enfrentamiento político entre sectores estudiantiles y grupos políticos de la izquierda, hubo 3 muertos que todavía recordamos con afecto: Militelo que era un militante sindicato de la madera, Giardina que era un joven de la juventud peronista muy valioso, y Bertoglio que era también militante.
Eran épocas duras por lo que cuenta, ¿qué pasaba en Rosario en ese momento?
Trailer realizado a partir de la canción original El amante del futuro, compuesta e interpretada para Días de Mayo por Antonio Birabent |
Y Ud que venía militando desde pibe, y siempre en la ATE
Y este es el sindicato del cual yo soy afiliado desde los 14 años porque fui alumno de la escuela de aprendices. Éramos menores de edad pero nos podíamos afiliar, pagábamos una cuota de 50 centavos, porque cobrábamos una beca, y bueno, llevo más de 60 años como afiliado a la ATE.
- Y llega el Rosariazo…
Claro, todo esto de lo que venimos hablando, después tiene su epicentro fundamental en el Rosariazo, en el primer Rosariazo, que fue el 21, 22 y 23 de mayo. Esto se generó porque habían matado a un estudiante en Corrientes, el Rector de la Facultad del NEA había aumentado el ticket estudiantil, en el comedor. Los estudiantes salieron a manifestarse, y por esa ironía del destino en la plaza Cabral, que es la plaza céntrica de Corrientes, lo mataron a un estudiante, Juan José Cabral. Se hizo una marcha del silencio, Raymundo Ongaro que era el Secretario General de la CGT nacional, mi compañero de siempre, me mandó a que participara. Yo fui con dos estudiantes de esta ciudad, Walter Pereyra que era del FEN, y el chico Fernando Lagruta, que fue después asesinado por el proceso genocida. Era del integralismo, un grupo social cristiano, para definirlo más o menos ideológicamente. Y bueno, y después acá hicimos una reunión y avanzamos en decretar una movilización. Acá lo matan, el 16, a Bello. Yo estaba en el Obispado de Resistencia, en el Chaco, con la juventud del Chaco que era muy valiosa, había estado dando charlas allí, y me avisan de la muerte de Bello, en la galería Melipal, porque salieron a manifestar ante el comedor universitario que estaba por la calle Corrientes.
Yo vuelvo para Rosario, hay una movilización de los estudiantes, y matan a un joven, que era estudiante y obrero metalúrgico, Blanco, frente a LT8. La disculpa de la policía fue que decían que iban a tomar LT8, lo cual no era cierto ya que el objetivo no era ese. Un estudiante que después se recibió y fue político, Aníbal Reynaldo, lo quiso ingresar al Sanatorio El Palace, que estaba acá en la calle Italia, la policía se lo impidió y el chico murió desangrándose en la calle. En el velatorio de este chico se reunieron más de 10 mil personas acompañando el féretro hasta el cementerio.
Así que bueno, esos hechos han quedado registrados como los hechos de masas más importantes de la ciudad.
¿Qué pasó en septiembre de 1969?, porque a veces no se sabe bien que hubo dos Rosariazos
En septiembre del 69 estalla un conflicto ferroviario por la suspensión de dos compañeros que eran militantes sindicales, la unión ferroviaria estaba intervenida, se llamó a una Asamblea, se autoconvocó a una asamblea en la Unión Ferroviaria. Yo participé en mi carácter de Secretario de la CGT, ellos decidieron un paro, traspolamos eso a un plenario de todos los sindicatos de Rosario y se resolvió hacer un paro, un paro general con movilización. En ese tiempo, no se si la palabra correcta es esa, pero inauguramos un nuevo mecanismo de protesta, que ya no era el paro como se decía dominguero. Sino que convocábamos a la ciudad, o dividíamos a la ciudad en zonas y convocábamos desde las 10 de la mañana a encontrarse en determinado lugar a todos los sectores organizando en cada zona, para confluir en el Centro. Eso produjo una represión, y bueno, se lanzó allí el paro de septiembre, que fue el segundo Rosariazo, que tuvo también una connotación social muy importante.
Bueno, todo eso nos fue poniendo a nosotros en una situación, o por lo menos a Rosario, en una situación de avanzada en cuanto a las demandas y los reclamos sociales muchos de los cuales todavía no están totalmente satisfechos.
Equipo de Comunicación ATE - CTA Rosario
Fuente: http://redaccionrosario.com/noticias/node/3388
A 40 años del “Rosariazo” se estrena un documental con imágenes inéditas
Se trata de una producción hecha íntegramente en la ciudad, que recupera, a través de materiales exclusivos obtenidos entre coleccionistas privados y el Archivo General, aquel hecho histórico que fue el preámbulo de la caída de Onganía.
A un día de cumplirse 40 años del “Rosariazo”, el próximo miércoles se proyectará en el Parque España un largometraje documental que recupera la historia de la primera expresión popular contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, y lo hace a través de un documento fílmico y fotográfico inédito, testimonios de protagonistas y recreaciones que complementan esos relatos
“El Rosariazo” es una producción hecha en la ciudad y dirigida por el realizador local Carlos López, quien logró plasmar en la pantalla -tras un trabajo de archivo de cuatro años- las ideas, los sueños y el compromiso de toda una generación, así como de aquellos que fueron desaparecidos en el intento por hacerlos realidad.
El film no sólo contiene imágenes nunca antes vistas sino que también reúne testimonios de Rubén Naranjo, Fernando Birri, Pino Solanas, Osvaldo Bayer, Carlos Saldi (el fotógrafo del Rosariazo), y Beba Balvé (historiadora y autora de un libro sobre el tema); imágenes y testimonios que se entrelazan en el relato con la voz en off de Quique Pesoa.
“Si bien la recuperación de los filmes que desde hace cuarenta años estuvieron ocultos conforman el material más valioso, la idea es revalorizar la militancia y el compromiso personal como elementos de reencuentro con las utopías”, destacó López.
Entrevista a Carlos López
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Sobre el hecho histórico
El 21 de mayo de 1969 tuvo lugar en Rosario la primera expresión popular de la pelea antidictatorial en las calles desde la caída del peronismo. Su repercusión hizo que muchos catalogaran la iniciativa como “espontánea”, pero hay indicios de que el malestar cultural se venía manifestando desde antes, con expresiones artísticas como la muestra “Tucumán Arte”, la incontenible efervescencia en los ámbitos universitarios, y la rebelión dentro de la Iglesia.
Era un tiempo de debates intensos, de lecturas que se compartían con las de las universidades parisinas o de Berkley. Y también, de un compromiso conmovedor de diversos grupos de jóvenes que se negaban a aceptar en silencio las propuestas de la sociedad de consumo.
La imagen más emblemática del Rosariazo fue sin dudas la de los vecinos de los edificios céntricos, que arrojaban papeles y material combustible para que los estudiantes pudieran enfrentar a la policía y disolver los efectos de los gases.
Así, la protesta de mayo de 1969 en Rosario dio origen por emulación al Cordobazo, aunque muchas veces es negada por la historiografía o recordada como un hecho conflictivo o negativo.
Sobre el director
Carlos Alberto López es licenciado en cinematografía, título obtenido en la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario. Dentro de su recorrido como realizador se cuentan los documentales Generación (1983), Martín Villa (1985), La Sin Nombre (1986), El Papa en Rosario (1987), Inundados de los 80 (1987), Gatillo Fácil (1988), Cuenta Regresiva (1989), Ayer Nomás (1990/1993), La Otra Contaminación (1995), Pichincha (1998), Programa Sanar (2001), y Vientos del Sur (2008).
Además, participó en cine de las producciones Noche de Ronda (1987), y Los Oficios Terrestres (1988), de Héctor Molina; De Regreso, el país dormido de Gustavo Postiglione (1989-1990); y Charlas de Amigos (1999, desde Barcelona, encuentro entre Fontanarrosa y Serrat). Es actualmente camarógrafo y productor de programas especiales de Somos Rosario, canal 6 de Cablevisión.
Sobre el documental
Staff
Director: Carlos López
Producción: Oscar Bertone
Supervisión de contenidos: Eduardo van der Kooy
Asistente de producción: Mirén Martinetti
Locución: Quique Pesoa
Diseño gráfico: Daly López
Montaje: Nacho Roselló
Cámaras: Pablo Musillo, Cristian Terrarosa
Dirección de arte: Oscar Vega
Investigación histórica: Noni Ceruti
Producción entrevistas: Ricardo Robis
Asistentes: Luciana Enrique, Yesica Lembo, Sergio Maturán
Sonido: Ernesto Figue, Carlos Rossano
Actuación principal y relato secundario: Daniel Querol
El Tucumanazo
Los tres tucumanazos
Mayo de 1969, el primer Tucumanazo
El 19 de Marzo de 1969, o sea dos meses antes de producirse el Cordobaza en la ciudad mediterránea, mil manifestantes realizaron un acto en Villa Quinteros, organizado por el comité pro defensa del ingenio San Ramón, participando del mismo, curas tercermundistas y otros dirigentes junto al pueblo entero. La policía impidió entonces que un grupo de manifestantes ingresara al ingenio arrojándoles gases, y con un saldo de varios heridos. La manifestación fue violenta y algunos llegaron incluso a bloquear las vías del tren con durmientes y palos, para obstruir el paso de una formación que se dirigía al sur.
En abril, obreros del Ingenio Bella Vista marcharon hacia San Miguel de Tucumán, deteniendo en el camino a trenes con barricadas e incendiando un tractor. El clima de violencia iba increyendo en toda la provincia.
Otros sucesos tuvieron lugar en los días previos al Cordobazo y al primer Tucumanazo. El 14 de Mayo, trabajadores del Ingenio Amalia ocuparon la fábrica. Según los medios de prensa adoptaron esa actitud (...) en defensa de sus legítimos intereses ya que el ingenio estaba siendo desmantelado por orden de los directivos, adeudando al mismo tiempo más de 200.000.000 de pesos a los trabajadores.
Por aquel entonces desde el gobierno de la nación, y ante el incremento de la protesta social en todo el país, el Ministro del Interior, Dr. Guillermo Borda aseguraba que los incidentes en diferentes puntos del país no tenían justificativo alguno y aseguraba que el clima de violencia (sobre todo al referirse a lo ocurrido en Corrientes y en Rosario, con la muerte de los estudiantes) había sido provocado “por elementos de extrema izquierda y por algunos políticos...”.
Por un lado la situación provincial manifestaba la profunda crisis estructural y por otro, la situación nacional, de conflictividad permanente llamaba la atención a las autoridades, que sin embargo no atinaban a un análisis más profundo de lo que sucedía.
Con motivo de la muerte de los estudiantes de Corrientes primero, y de Rosario después, en diferentes manifestaciones, los estudiantes de Tucumán adherían al reclamo no sólo por la problemática local, sino que además se solidarizaban con lo ocurrido en las otras provincias. Las protestas callejeras por parte de los estudiantes fue en aumento en los días previos al 29 de Mayo, día en que se producen los enfrentamientos más violentos en Córdoba. El 28 de Mayo el Estado sancionaba una ley por medio de la cual entraban en vigencia los Consejos de Guerra Especiales. En Tucumán los estudiantes habían ocupado 30 manzanas, lo que determinaba el carácter de las manifestaciones en el momento más álgido de la lucha. Junto al incremento de la violencia en otras zonas del país, como en Córdoba, también en Tucumán la protesta social fue en aumento, llegando entonces a su punto más elevado en el mismo momento en que se producía el Cordobazo.
Noviembre de 1970, El Tucumanazo
Los sucesos de noviembre de 1970 marcaron el punto clave del ciclo de protestas en Tucumán. Desde comienzos de ese mismo año, la crisis lejos de disminuir, fue en aumento. La problemática social y económica de los años anteriores no había retrocedido y las medidas del Operativo Tucumán, una medida para restituir el trabajo a los obreros del azúcar, no habían logrado el objetivo propuesto. El conflicto más importante durante el mes de noviembre estuvo marcado por el reclamo en torno al comedor estudiantil. En el interior de la provincia la toma de varios ingenios marcó el conflicto obrero.
Durante los últimos días del mes de octubre y los primeros del mes de noviembre los estudiantes participaron de diferentes actos de protestas, mucho de los cuales tuvieron por espacio una de las sedes del comedor universitario, ubicado en calle Muñecas al 200, en pleno centro de la ciudad. Eran comunes las ollas populares y en más de una oportunidad tomaron la calle como modo de manifestar. Otra forma de protesta fueron los actos relámpagos, que consistían en reuniones celebradas en diferentes puntos de la ciudad en donde uno o dos oradores pronunciaban un encendido discurso y luego la manifestación se disolvía, procurando desconcentrarse antes de la actuación represiva de la policía.
También los docentes habían entrado en la lógica de la protesta y los paros se multiplicaban. Los puntos de reclamo del movimiento estudiantil tenían que ver con un comedor bajo control y administración de los estudiantes, el reclamo por un mayor presupuesto, el aumento de las plazas del mismo, la no privatización, la instalación de nuevas residencias, el apoyo a la huela de FATUN. Las consignas propiamente políticas apuntaban contra la dictadura militar, la unidad obrero – estudiantil, y por la libertad de los presos políticos y la vigencia de las libertades públicas.
En los ingenios también se agudizaba la conflictividad y como forma de protesta era habitual que los trabajadores coparan las fábricas tomando a modo de rehenes a los gerentes de las mismas.
Durante los primeros días del mes de noviembre los estudiantes y los obreros profundizaron las luchas llegando al punto más álgido entre el 10 y el 14 de ese mes.
El martes 10 una asamblea estudiantil decidió almorzar en la calle con ollas populares frente a las instalaciones del comedor universitario. Durante todo el día se sucedieron los cruces verbales entres los dirigentes estudiantiles y la policía que pedía el desalojo de la vía pública. Al mismo tiempo comenzaron a levantarse las primeras barricadas y por consiguiente los primeros enfrentamientos entre las fuerzas populares y las fuerzas de la policía. El conflicto se expande por todo el centro de la ciudad, llegando incluso hasta la Casa de Gobierno, donde también se producen enfrentamientos. Los choques entre una y otra fuerza fueron en aumento y la violencia del primer día se repitió el miércoles 11, paralizándose la actividad comercial, y deteniendo la policía a algunos dirigentes estudiantiles.
Los estudiantes lograron durante esas jornadas ocupar y controlar prácticamente 90 manzanas de la ciudad y la represión se tuvo que manifestar de manera virulenta para quebrar a las fuerzas del campo popular. No es casual tampoco que el encargado del operativo en Tucumán durante los sucesos de noviembre fuera el coronel Jorge Rafael Videla. El dato no es menor si tenemos en cuenta que Videla sería en marzo de 1976 uno de los comandantes en jefe en producir el golpe que derrocó a Isabel Martínez de Perón.
Si bien en las primeras horas de la protesta el foco estuvo centrado en el conflicto estudiantil y la protesta llevada a cabo frente al comedor estudiantil, el movimiento obrero habría de plegarse durante el correr de las horas. Pero no sólo los estudiantes y obreros participaron de la lucha contra las fuerzas policiales y militares. También los vecinos de San Miguel de Tucumán apoyaron al movimiento obrero – estudiantil aportando objetos que eran arrojados contra la policía o también con elementos para las fogatas que se alzaban en las diferentes barricadas. Es decir que el apoyo de las clases medias urbanas en la rebelión fue total. Este aspecto es crucial para comprender lo que habría de acontecer años después en la provincia. La represión instaurada a partir de febrero de 1975, con el llamado Operativo Independencia tuvo por objetivo no sólo terminar con la guerrilla, sino cortar todo vínculo de solidaridad entre las clases medias y los sectores populares alimentado al calor de los sucesos ya mencionados.
Lo importante resaltar en este punto, es que en el largo plazo si bien a nivel nacional no tuvo las repercusiones que tuvo el Cordobazo, en el sentido de hacer caer a un presidente, como fue el caso de Onganía, el Tucumanazo cargó con las fuerzas del orden a nivel provincial, repercutió en el ámbito nacional, ya que la policía local no bastó para contener las manifestaciones, por lo que tuvo que intervenir el ejército tal como lo he mencionado. En cuanto a los dirigentes locales en el corto plazo fue reemplazado el jefe de la Policía, el Rector de la Universidad y en diciembre fue también reemplazado el gobernador Imbaud, designando el entonces presidente defacto, Levingston a O. Sarrulle como el sucesor en el ejecutivo provincial. El reconocimiento internacional estuvo dado por actos en solidaridad que se realizaron en Uruguay con artistas de diferentes países.
Junio de 1972, el Tercer Tucumanazo
Si el primer y segundo Tucumanazo marcaron un punto de inflexión en la lucha en el campo popular, el llamado Quintazo no fue menos importante en el proceso histórico. Se dio en llamar el Quintazo a los hechos ocurridos en torno al predio universitario de la Quinta Agronómica ubicado en Avenida Roca durante el mes de junio de 1972.
Fuente: Sitio del documental El Tucumanazo de Diego Heluani, basado en la investigación de Rubén Kotler:http://eltucumanazo.net
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=iLU1aWkRHg8
Info Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Tucumanazo
Mayo de 1969, el primer Tucumanazo
El 19 de Marzo de 1969, o sea dos meses antes de producirse el Cordobaza en la ciudad mediterránea, mil manifestantes realizaron un acto en Villa Quinteros, organizado por el comité pro defensa del ingenio San Ramón, participando del mismo, curas tercermundistas y otros dirigentes junto al pueblo entero. La policía impidió entonces que un grupo de manifestantes ingresara al ingenio arrojándoles gases, y con un saldo de varios heridos. La manifestación fue violenta y algunos llegaron incluso a bloquear las vías del tren con durmientes y palos, para obstruir el paso de una formación que se dirigía al sur.
En abril, obreros del Ingenio Bella Vista marcharon hacia San Miguel de Tucumán, deteniendo en el camino a trenes con barricadas e incendiando un tractor. El clima de violencia iba increyendo en toda la provincia.
Otros sucesos tuvieron lugar en los días previos al Cordobazo y al primer Tucumanazo. El 14 de Mayo, trabajadores del Ingenio Amalia ocuparon la fábrica. Según los medios de prensa adoptaron esa actitud (...) en defensa de sus legítimos intereses ya que el ingenio estaba siendo desmantelado por orden de los directivos, adeudando al mismo tiempo más de 200.000.000 de pesos a los trabajadores.
Por aquel entonces desde el gobierno de la nación, y ante el incremento de la protesta social en todo el país, el Ministro del Interior, Dr. Guillermo Borda aseguraba que los incidentes en diferentes puntos del país no tenían justificativo alguno y aseguraba que el clima de violencia (sobre todo al referirse a lo ocurrido en Corrientes y en Rosario, con la muerte de los estudiantes) había sido provocado “por elementos de extrema izquierda y por algunos políticos...”.
Por un lado la situación provincial manifestaba la profunda crisis estructural y por otro, la situación nacional, de conflictividad permanente llamaba la atención a las autoridades, que sin embargo no atinaban a un análisis más profundo de lo que sucedía.
Con motivo de la muerte de los estudiantes de Corrientes primero, y de Rosario después, en diferentes manifestaciones, los estudiantes de Tucumán adherían al reclamo no sólo por la problemática local, sino que además se solidarizaban con lo ocurrido en las otras provincias. Las protestas callejeras por parte de los estudiantes fue en aumento en los días previos al 29 de Mayo, día en que se producen los enfrentamientos más violentos en Córdoba. El 28 de Mayo el Estado sancionaba una ley por medio de la cual entraban en vigencia los Consejos de Guerra Especiales. En Tucumán los estudiantes habían ocupado 30 manzanas, lo que determinaba el carácter de las manifestaciones en el momento más álgido de la lucha. Junto al incremento de la violencia en otras zonas del país, como en Córdoba, también en Tucumán la protesta social fue en aumento, llegando entonces a su punto más elevado en el mismo momento en que se producía el Cordobazo.
Noviembre de 1970, El Tucumanazo
Los sucesos de noviembre de 1970 marcaron el punto clave del ciclo de protestas en Tucumán. Desde comienzos de ese mismo año, la crisis lejos de disminuir, fue en aumento. La problemática social y económica de los años anteriores no había retrocedido y las medidas del Operativo Tucumán, una medida para restituir el trabajo a los obreros del azúcar, no habían logrado el objetivo propuesto. El conflicto más importante durante el mes de noviembre estuvo marcado por el reclamo en torno al comedor estudiantil. En el interior de la provincia la toma de varios ingenios marcó el conflicto obrero.
Durante los últimos días del mes de octubre y los primeros del mes de noviembre los estudiantes participaron de diferentes actos de protestas, mucho de los cuales tuvieron por espacio una de las sedes del comedor universitario, ubicado en calle Muñecas al 200, en pleno centro de la ciudad. Eran comunes las ollas populares y en más de una oportunidad tomaron la calle como modo de manifestar. Otra forma de protesta fueron los actos relámpagos, que consistían en reuniones celebradas en diferentes puntos de la ciudad en donde uno o dos oradores pronunciaban un encendido discurso y luego la manifestación se disolvía, procurando desconcentrarse antes de la actuación represiva de la policía.
También los docentes habían entrado en la lógica de la protesta y los paros se multiplicaban. Los puntos de reclamo del movimiento estudiantil tenían que ver con un comedor bajo control y administración de los estudiantes, el reclamo por un mayor presupuesto, el aumento de las plazas del mismo, la no privatización, la instalación de nuevas residencias, el apoyo a la huela de FATUN. Las consignas propiamente políticas apuntaban contra la dictadura militar, la unidad obrero – estudiantil, y por la libertad de los presos políticos y la vigencia de las libertades públicas.
En los ingenios también se agudizaba la conflictividad y como forma de protesta era habitual que los trabajadores coparan las fábricas tomando a modo de rehenes a los gerentes de las mismas.
Durante los primeros días del mes de noviembre los estudiantes y los obreros profundizaron las luchas llegando al punto más álgido entre el 10 y el 14 de ese mes.
El martes 10 una asamblea estudiantil decidió almorzar en la calle con ollas populares frente a las instalaciones del comedor universitario. Durante todo el día se sucedieron los cruces verbales entres los dirigentes estudiantiles y la policía que pedía el desalojo de la vía pública. Al mismo tiempo comenzaron a levantarse las primeras barricadas y por consiguiente los primeros enfrentamientos entre las fuerzas populares y las fuerzas de la policía. El conflicto se expande por todo el centro de la ciudad, llegando incluso hasta la Casa de Gobierno, donde también se producen enfrentamientos. Los choques entre una y otra fuerza fueron en aumento y la violencia del primer día se repitió el miércoles 11, paralizándose la actividad comercial, y deteniendo la policía a algunos dirigentes estudiantiles.
Los estudiantes lograron durante esas jornadas ocupar y controlar prácticamente 90 manzanas de la ciudad y la represión se tuvo que manifestar de manera virulenta para quebrar a las fuerzas del campo popular. No es casual tampoco que el encargado del operativo en Tucumán durante los sucesos de noviembre fuera el coronel Jorge Rafael Videla. El dato no es menor si tenemos en cuenta que Videla sería en marzo de 1976 uno de los comandantes en jefe en producir el golpe que derrocó a Isabel Martínez de Perón.
Si bien en las primeras horas de la protesta el foco estuvo centrado en el conflicto estudiantil y la protesta llevada a cabo frente al comedor estudiantil, el movimiento obrero habría de plegarse durante el correr de las horas. Pero no sólo los estudiantes y obreros participaron de la lucha contra las fuerzas policiales y militares. También los vecinos de San Miguel de Tucumán apoyaron al movimiento obrero – estudiantil aportando objetos que eran arrojados contra la policía o también con elementos para las fogatas que se alzaban en las diferentes barricadas. Es decir que el apoyo de las clases medias urbanas en la rebelión fue total. Este aspecto es crucial para comprender lo que habría de acontecer años después en la provincia. La represión instaurada a partir de febrero de 1975, con el llamado Operativo Independencia tuvo por objetivo no sólo terminar con la guerrilla, sino cortar todo vínculo de solidaridad entre las clases medias y los sectores populares alimentado al calor de los sucesos ya mencionados.
Lo importante resaltar en este punto, es que en el largo plazo si bien a nivel nacional no tuvo las repercusiones que tuvo el Cordobazo, en el sentido de hacer caer a un presidente, como fue el caso de Onganía, el Tucumanazo cargó con las fuerzas del orden a nivel provincial, repercutió en el ámbito nacional, ya que la policía local no bastó para contener las manifestaciones, por lo que tuvo que intervenir el ejército tal como lo he mencionado. En cuanto a los dirigentes locales en el corto plazo fue reemplazado el jefe de la Policía, el Rector de la Universidad y en diciembre fue también reemplazado el gobernador Imbaud, designando el entonces presidente defacto, Levingston a O. Sarrulle como el sucesor en el ejecutivo provincial. El reconocimiento internacional estuvo dado por actos en solidaridad que se realizaron en Uruguay con artistas de diferentes países.
Junio de 1972, el Tercer Tucumanazo
Si el primer y segundo Tucumanazo marcaron un punto de inflexión en la lucha en el campo popular, el llamado Quintazo no fue menos importante en el proceso histórico. Se dio en llamar el Quintazo a los hechos ocurridos en torno al predio universitario de la Quinta Agronómica ubicado en Avenida Roca durante el mes de junio de 1972.
Fuente: Sitio del documental El Tucumanazo de Diego Heluani, basado en la investigación de Rubén Kotler:http://eltucumanazo.net
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=iLU1aWkRHg8
Info Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Tucumanazo
A 40 años del Mendozazo
Fecha:
18/04/2012 - 13:26
Este 4 de abril se cumplieron 40 años de la pueblada más importante que tuvo la provincia en donde el pueblo se adueñó de la ciudad.
El Mendozazo se enmarcó en el auge revolucionario de los 70, con los ejemplos de la Revolución Cubana, la Revolución Cultural Proletaria China, la Guerra de Vietnam y el Mayo Francés y en el plano nacional es parte de las puebladas que arrancaron a fines de los 60 con el Correntinazo, Rosariazo, Tucumanazo, Cordobazo, pero con la particularidad que se produce en medio de la dictadura de Lanusse y del avance del socialimperialismo ruso en el país. Múltiples fuerzas que habían golpeado a la dictadura de Ongania, no lo hicieron con Lanusse buscando controlar el auge revolucionario y subordinar a Perón.
Sin embargo el polvorín reseco que había estallado a fines de los 60 a los pies de la dictadura de Onganía, se extendía por el país. Crecía las corrientes clasistas y combativas, la unidad obrero estudiantil y se profundizaba el debate sobre el camino a seguir: el reformista con la posición de amplias masas que buscaban el retorno de Perón, el foquismo impulsado las organizaciones guerrilleras o el camino insurreccional sostenido por el PCR.
Sin embargo el polvorín reseco que había estallado a fines de los 60 a los pies de la dictadura de Onganía, se extendía por el país. Crecía las corrientes clasistas y combativas, la unidad obrero estudiantil y se profundizaba el debate sobre el camino a seguir: el reformista con la posición de amplias masas que buscaban el retorno de Perón, el foquismo impulsado las organizaciones guerrilleras o el camino insurreccional sostenido por el PCR.
Los antecedentes
Las huelgas y protestas del movimiento obrero y popular venían creciendo desde 1971 contra las políticas de ajuste de la dictadura, que en la provincia aplicaba el interventor Francisco Gabrielli, perteneciente al Partido Demócrata. Entre los hechos más destacados se puede mencionar:
Las protestas de las barriadas y villas del pedemonte que habían sufrido las consecuencias de una terrible inundación en 1971, que había dejado sin vivienda a una gran cantidad de familias. Las barriadas afectadas se habían organizado desatando gigantescas luchas exigiendo soluciones sobre todo en los barrios como el Flores, Favorita, San Martín.
Las huelgas y protestas del movimiento obrero por salarios y otras reivindicaciones. El 29 de febrero y 1° de marzo de 1972 se había realizado un paro nacional convocado por la CGT por salarios y contra la inflación, que en la provincia tuvieron un acatamiento cercano al 100%. Los metalúrgicos y ferroviarios jugaron un gran papel.
Entre los estatales, los docentes nucleados en el Magisterio, no habían iniciado las clases con una huelga por tiempo indeterminado exigiendo aumento de salario, retorno al sistema jubilatorio y otras bonificaciones. Los trabajadores de la salud nucleados en ATSA con paros escalonados exigían aumento de sueldos y bonificaciones por insalubridad.
Los contratistas de viñas y frutales venían realizando movilizaciones masivas para ser reconocidos como trabajadores en relación de dependencia y no autónomos enfrentando al gobierno y a los grandes bodegueros.
Los trabajadores de la minera Corcemar se encontraban luchando contra despidos masivos, realizando asambleas, ollas populares y movilizaciones a Casa de Gobierno.
Por su parte el movimiento estudiantil protagonizaba desde 1971 una gran lucha por el ingreso irrestricto con tomas de facultades y movilizaciones. También por la libertad de los compañeros del Faudi de San Juan que fueron juzgados en los Tribunales Federales de Mendoza, con enfrentamientos con la policía el día del juicio. Estas luchas habían llevado a la dictadura a declarar a la provincia como “zona franco-guerrillera”.
Las huelgas y protestas del movimiento obrero y popular venían creciendo desde 1971 contra las políticas de ajuste de la dictadura, que en la provincia aplicaba el interventor Francisco Gabrielli, perteneciente al Partido Demócrata. Entre los hechos más destacados se puede mencionar:
Las protestas de las barriadas y villas del pedemonte que habían sufrido las consecuencias de una terrible inundación en 1971, que había dejado sin vivienda a una gran cantidad de familias. Las barriadas afectadas se habían organizado desatando gigantescas luchas exigiendo soluciones sobre todo en los barrios como el Flores, Favorita, San Martín.
Las huelgas y protestas del movimiento obrero por salarios y otras reivindicaciones. El 29 de febrero y 1° de marzo de 1972 se había realizado un paro nacional convocado por la CGT por salarios y contra la inflación, que en la provincia tuvieron un acatamiento cercano al 100%. Los metalúrgicos y ferroviarios jugaron un gran papel.
Entre los estatales, los docentes nucleados en el Magisterio, no habían iniciado las clases con una huelga por tiempo indeterminado exigiendo aumento de salario, retorno al sistema jubilatorio y otras bonificaciones. Los trabajadores de la salud nucleados en ATSA con paros escalonados exigían aumento de sueldos y bonificaciones por insalubridad.
Los contratistas de viñas y frutales venían realizando movilizaciones masivas para ser reconocidos como trabajadores en relación de dependencia y no autónomos enfrentando al gobierno y a los grandes bodegueros.
Los trabajadores de la minera Corcemar se encontraban luchando contra despidos masivos, realizando asambleas, ollas populares y movilizaciones a Casa de Gobierno.
Por su parte el movimiento estudiantil protagonizaba desde 1971 una gran lucha por el ingreso irrestricto con tomas de facultades y movilizaciones. También por la libertad de los compañeros del Faudi de San Juan que fueron juzgados en los Tribunales Federales de Mendoza, con enfrentamientos con la policía el día del juicio. Estas luchas habían llevado a la dictadura a declarar a la provincia como “zona franco-guerrillera”.
La chispa que encendió la pradera
Sin embargo el detonante de la situación fue el tarifazo eléctrico en un 300% anunciado a fines de marzo. Esta medida fue la gota que rebalsó el vaso, se generalizaron las asambleas barriales en toda la provincia contra el aumento de la luz. Uniones vecinales, sindicatos, centros de estudiantes, comerciantes, realizaban asambleas rechazando el aumento. Se multiplicaban en la provincia las pintadas “No pague la luz”. Se organizó una Coordinadora contra el pago de la luz y se multiplicaba las acciones en distintos territorios.
El 2 de abril se realizó una gigantesca movilización a Casa de Gobierno con gran participación barrial. El 4 de abril se empalmó con un paro convocado por la CGT con altísimo acatamiento a pesar de ser prohibido, esta convocatoria incorporó al movimiento obrero organizado otorgándole rasgos distintivos a la movilización.
En la mañana del 4 de abril el gobierno reprimió con carros hidrantes, gases lacrimógenos y la caballería la convocatoria de los docentes en el local del Magisterio y los trabajadores nucleados en el local de la CGT. Ante la represión los trabajadores se armaron con palos, piedras, bombas molotov y se encolumnaron para la Casa de Gobierno, en donde la bronca estalló y la policía se vio superada. Piedras, autos volcados, troles quemados, el pueblo se apoderó de la ciudad por varias horas, hasta el ingreso del ejército. Al finalizar esa jornada Gabrielli presentó su renuncia y el general Luis Carlos Gómez Centurión fue designado interventor. Sus primeras medidas consistieron en la aplicación del estado de sitio y el toque de queda.
El combate, ya no sólo contra el aumento de la luz, sino principalmente contra la dictadura, se trasladó a las barriadas principalmente de Las Heras y Guaymallén en donde se formaron barricadas y la masa se organizó para enfrentar a las fuerzas represivas por varios días. Se rompían los alumbrados públicos, se organizó la autodefensa de masas y se discutía en asambleas como enfrentar al ejército. Entre el 4 y 7 de abril se produjeron enfrentamientos en los barrios y movilizaciones y confrontaciones en la ciudad, sin que el ejército pudiera controlar la situación.
La brutal represión asesinó a 3 manifestantes, Ramón Quiroga un canillita afiliado al sindicado asesinado el primer día, la comerciante Susana Gil de Aragón asesinada el 6 de abril y Luis Mallea estudiante de 18 años asesinado el 7 de abril. A su vez, hubo desaparecidos y cientos de heridos y detenidos.
Sin embargo el detonante de la situación fue el tarifazo eléctrico en un 300% anunciado a fines de marzo. Esta medida fue la gota que rebalsó el vaso, se generalizaron las asambleas barriales en toda la provincia contra el aumento de la luz. Uniones vecinales, sindicatos, centros de estudiantes, comerciantes, realizaban asambleas rechazando el aumento. Se multiplicaban en la provincia las pintadas “No pague la luz”. Se organizó una Coordinadora contra el pago de la luz y se multiplicaba las acciones en distintos territorios.
El 2 de abril se realizó una gigantesca movilización a Casa de Gobierno con gran participación barrial. El 4 de abril se empalmó con un paro convocado por la CGT con altísimo acatamiento a pesar de ser prohibido, esta convocatoria incorporó al movimiento obrero organizado otorgándole rasgos distintivos a la movilización.
En la mañana del 4 de abril el gobierno reprimió con carros hidrantes, gases lacrimógenos y la caballería la convocatoria de los docentes en el local del Magisterio y los trabajadores nucleados en el local de la CGT. Ante la represión los trabajadores se armaron con palos, piedras, bombas molotov y se encolumnaron para la Casa de Gobierno, en donde la bronca estalló y la policía se vio superada. Piedras, autos volcados, troles quemados, el pueblo se apoderó de la ciudad por varias horas, hasta el ingreso del ejército. Al finalizar esa jornada Gabrielli presentó su renuncia y el general Luis Carlos Gómez Centurión fue designado interventor. Sus primeras medidas consistieron en la aplicación del estado de sitio y el toque de queda.
El combate, ya no sólo contra el aumento de la luz, sino principalmente contra la dictadura, se trasladó a las barriadas principalmente de Las Heras y Guaymallén en donde se formaron barricadas y la masa se organizó para enfrentar a las fuerzas represivas por varios días. Se rompían los alumbrados públicos, se organizó la autodefensa de masas y se discutía en asambleas como enfrentar al ejército. Entre el 4 y 7 de abril se produjeron enfrentamientos en los barrios y movilizaciones y confrontaciones en la ciudad, sin que el ejército pudiera controlar la situación.
La brutal represión asesinó a 3 manifestantes, Ramón Quiroga un canillita afiliado al sindicado asesinado el primer día, la comerciante Susana Gil de Aragón asesinada el 6 de abril y Luis Mallea estudiante de 18 años asesinado el 7 de abril. A su vez, hubo desaparecidos y cientos de heridos y detenidos.
Nada volverá a ser igual
El Mendozazo fue una gigantesca pueblada popular contra la dictadura de Lanusse-Gabrielli que logró echar marcha atrás con el aumento tarifario y golpear a la dictadura.
La pueblada fue un gigantesco ensayo revolucionario de masas en donde se pasó de la lucha económica a una lucha política contra el sistema, elevando la conciencia de masas. El pueblo forjó la unidad obrero–estudiantil, desarrolló la democracia directa, protagonizó los combates callejeros y practicó a gran escala la autodefensa de masas, demostrando el camino insurreccional para lograr la liberación nacional y social.
A su vez, como todo proceso revolucionario demostró sus alcances y limitaciones, poniendo de relieve la necesidad de un partido de vanguardia enraizado en las masas como condición para avanzar hacia la revolución. El joven PCR impulsó el camino insurreccional a fondo y fue un importante protagonista de las jornadas de abril tanto en la preparación como en su desarrollo en el combate de masas.
El Mendozazo enriqueció la tradición de lucha de la provincia contra aquellas concepciones que la caracterizan como una provincia “conservadora”, que desconocen o intentan tergiversar u olvidar la formación del ejército de Los Andes, las huelgas obreras de principios de siglo XIX y el surgimiento de una corriente social como el lencinismo, entre otros hitos.
La pueblada del 72, a pesar de los intentos de las clases dominantes, no ha quedado en el olvido y continúa siendo un faro de las luchas que la precedieron contra la dictadura y los gobierno democráticos como se expresaron en las jornadas del 19 y 20 de diciembre, en la rebelión agraria y continúan hoy en las luchas contra la megaminería saqueante y contaminante que vuelven a demostrar una y otra vez el camino de las puebladas y del pueblo en la calle, como el único posible para avanzar por la segunda y definitiva independencia.
El Mendozazo fue una gigantesca pueblada popular contra la dictadura de Lanusse-Gabrielli que logró echar marcha atrás con el aumento tarifario y golpear a la dictadura.
La pueblada fue un gigantesco ensayo revolucionario de masas en donde se pasó de la lucha económica a una lucha política contra el sistema, elevando la conciencia de masas. El pueblo forjó la unidad obrero–estudiantil, desarrolló la democracia directa, protagonizó los combates callejeros y practicó a gran escala la autodefensa de masas, demostrando el camino insurreccional para lograr la liberación nacional y social.
A su vez, como todo proceso revolucionario demostró sus alcances y limitaciones, poniendo de relieve la necesidad de un partido de vanguardia enraizado en las masas como condición para avanzar hacia la revolución. El joven PCR impulsó el camino insurreccional a fondo y fue un importante protagonista de las jornadas de abril tanto en la preparación como en su desarrollo en el combate de masas.
El Mendozazo enriqueció la tradición de lucha de la provincia contra aquellas concepciones que la caracterizan como una provincia “conservadora”, que desconocen o intentan tergiversar u olvidar la formación del ejército de Los Andes, las huelgas obreras de principios de siglo XIX y el surgimiento de una corriente social como el lencinismo, entre otros hitos.
La pueblada del 72, a pesar de los intentos de las clases dominantes, no ha quedado en el olvido y continúa siendo un faro de las luchas que la precedieron contra la dictadura y los gobierno democráticos como se expresaron en las jornadas del 19 y 20 de diciembre, en la rebelión agraria y continúan hoy en las luchas contra la megaminería saqueante y contaminante que vuelven a demostrar una y otra vez el camino de las puebladas y del pueblo en la calle, como el único posible para avanzar por la segunda y definitiva independencia.
A 40 años del Mendozazo la EDIUNC presenta un libro sobre el tema.
04 DE ABRIL 2012
“El Mendozazo; herramientas de rebeldía” primer libro de la colección A contrapelo de la Editorial de la UNCUYO. Se presentará el 4 de abril, a las 20 en Radio Nacional Mendoza, Emilio Civit 640, de Ciudad Mendoza. El Mendozazo fue un movimiento social que se produjo en nuestra provincia en abril de 1972.
El Mendozazo; herramientas de rebeldía será el primero de los libros de la colección A contrapelo de la EDIUNC que narra la situación en Mendoza, a principios de la década de 1970, que además estaba a tono con lo que pasaba en el país. Se habían desencadenado en nuestra provincia diferentes conflictos que se enfrentaban permanentemente con el gobierno dirigido por Francisco Gabrielli. Este libro del Colectivo Fantomas se presentará el 4 de abril, a las 20, en Radio Nacional Mendoza. Será en Emilio Civit 640, de Ciudad.
Como todos los otros “azos” que se sucedieron en nuestro país a fines de la década del 60 y principios de la década del 70, como el Cordobazo, el Rosariazo, el Viborazo o el Tucumanazo. Fue un movimiento de oposición política en donde gran parte de la sociedad se enfrentó al gobierno militar, en un contexto de marcada politización e interpelación al sistema de producción capitalista.
La obra rememora cómo los estudiantes de las diferentes facultades de la Universidad Nacional de Cuyo y de la Universidad Tecnológica Nacional en un principio cuestionaban a las autoridades universitarias y buscaban la democratización de la educación. Pero luego, en sus propias luchas fueron avanzando en sus reclamos hasta cuestionar la política universitaria en su totalidad y los gobiernos dictatoriales. Las autoridades habían pensado que con el examen de ingreso y las trabas académicas, obstaculizaban o borraban el avance de los agitadores. Por el contrario, esto hizo que la politización y radicalización del estudiantado fuera acelerada. Sus métodos de lucha fueron las asambleas estudiantiles, toma y ocupación de facultades y manifestaciones, en la que generalmente, se enfrentaban con las fuerzas represivas en las calles. En los primeros exámenes de ingreso no se presentaron a rendir, y tomaron los edificios.
En las Universidades privadas Maza y Mendoza también se realizaron asambleas. Los estudiantes se oponían al aumento en las cuotas y reclamaban que les dieran a conocer los balances económicos de la Universidad. Para frenar estas luchas muchos de ellos fueron procesados. Ante esto se realizaron asambleas multitudinarias y marchas masivas que acompañaron cada sesión de los juicios.
Por otra parte, los docentes agremiados en el Magisterio habían terminado el ciclo lectivo de 1970 con una huelga, y durante 1971 habían realizado paros escalonados y movilizaciones multitudinarias hasta llegar al paro indefinido. El día de inicio de clases, en 1972, realizaron una marcha de 3000 maestros que fue aplaudida a su paso por quienes estaban en la calle.
Una época de organización y lucha
Durante los últimos días de marzo de 1972 el gobierno nacional, encabezado por el dictador Alejandro Agustín Lanusse, anunció un aumento del 300% en las tarifas eléctricas. Esta situación provocó un descontento general en diferentes sectores sociales de nuestra provincia. El 29 de marzo se realizó una asamblea a la que asistieron 700 personas. Allí se decidió por unanimidad no pagar la luz, no permitir este nuevo atropello de la dictadura, organizarse y luchar. Esta experiencia se popularizó rápidamente y en horas de la noche la gente se movilizaba en diferentes lugares del Gran Mendoza.
El martes 4 de abril de 1972, pese a la prohibición del gobierno provincial, se concentró una masa heterogénea compuesta por uniones vecinales, trabajadores y estudiantes que contó con la presencia de 20000 personas aproximadamente frente a la Casa de Gobierno. Previo a esta concentración, las fuerzas armadas reprimieron. Y ante el ataque policial la población se armó con palos, piedras y otros objetos que recogieron en los alrededores. Quienes lucharon fueron obreros, empleados y estudiantes. Luego de tres horas de combate, Mendoza fue declarada “zona de emergencia”. Las emisoras locales desinformaban y distorsionaban los hechos.
En las últimas horas de este día el gobernador, Francisco Gabrielli, renunció. Y desde Buenos Aires anunciaron, que se mantendría el régimen tarifario sin modificación alguna.
"Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra" y "Unirse desde abajo y organizarse combatiendo", fueron las consignas que encarnaron el espíritu clasista que le dieron origen a la CGT de los Argentinos en el Congreso Normalizador "Amado Olmos" del 28 al 30 de marzo de 1968. Emerge así una concepción clasista desde distintos sectores del activismo sindical. La CGT de los Argentinos fue el intento más concreto y audaz de conformar una organización de dimensión nacional capaz de expresar una clase obrera en transición, dispuesta a reformular sus instrumentos reivindicativos. Pero sobre todo un marco político para responder a la reestructuración del perfil de acumulación capitalista -y a su correspondiente sistema de poder institucional y disciplinamiento social- que supuso el golpe militar de junio de 1966.
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Los Programas Históricos del Movimiento Obrero Argentino | El cordobazo y la CGTA | Prólogo de Rodolfo WalshDiccionario de los 70 | Palabras iniciales, por Ricardo Carpani | Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos
Cartas de Perón a Raimundo Ongaro | Programa del 1º de Mayo | La explotación de los obreros rurales
Después del asesinato de Vandor | CGT-Los dos sindicalismos (Revista Confirmado, 1967)
La CGT de los estudiantes (Revista Siete Días, 1968) | Socialismo y revolución socialista, por Luis Cerutti (1972)
ENLACES RELACIONADOShttp://www.cta.org.ar
LECTURAS RECOMENDADASCarta de Perón a Ongaro y a las 62 organizaciones, 1970 | Programa de Huerta Grande | Programa de La Falda
Historia del Movimiento Obrero Argentino - Víctor De Genaro (curso ATE 2004) | Programa del 1º de mayo de 1968
La nueva izquierda argentina, Punto Final 69, 03/12/68 | Crónica del Cordobazo del periódico de la CGT de los Argentinos
Programa del 1º de mayo y otros documentos de la CGTA | Osvaldo Bayer y Felipe Pigna: El sindicalismo ayer y hoy
Darío Dawyd - A 40 años del Programa del 1º de Mayo | La resistencia peronista, Guadalupe Rojo
Hechos y protagonistas de las luchas obreras: Raimundo Ongaro
L. Codesido y D. Dawyd - "Liberación" en Cristianismo y Revolución y en la CGT de los Argentinos
Encuentro Raimundo Ongaro - Agustín Tosco |
1968-28 al 30 de marzo-2006 - La CTA-Rosario rinde homenaje a los que ayer y hoy siguen luchando por "una sociedad donde el hombre no sea el lobo del hombre sino su compañero y hermano".
"Empezaron sintiendo vergüenza por sus ropas de obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y antesalas ministeriales y poco a poco de representantes obreros frente al poder se convirtieron en representantes del poder frente a los obreros."
"Se enriquecieron, adquirieron hábitos y vicios incompatibles con sus cargos de dirigentes sindicales, burocratizaron sus sindicatos, los transformaron en maquinarias sin contenido, se limitaron —en el mejor de los casos— a la acción social, el tanto por ciento de aumento en cada nuevo convenio, los hoteles de turismo, las colonias de vacaciones."
"Olvidaron que los trabajadores no pueden ni deben mantenerse al margen de los problemas fundamentales de la vida nacional."
"Olvidaron que la política del gobierno contraría los intereses de la clase trabajadora."
"Toleraron los avances incesantes de los monopolios que rigen la economía del país, arruinando a las empresas nacionales, especulando con la desocupación que abarata la mano de obra, envileciendo los salarios."
"Durante años esos dirigentes se opusieron entre sí; encarnaban actitudes distintas ante los problemas nacionales, inclusive se combatieron con dureza. El tiempo ha borrado esos matices, ha gastado los ropajes ocasionales y los ha dejado desnudos; es posible ver que se parecen mucho, unos y otros. Por eso ahora, como por arte de magia, están todos juntos, enfrentados a los trabajadores."
[Del Semanario de la CGTA, 1968] Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos
Durante meses una predica golpista proveniente de distintos sectores dio sus frutos el 28 de junio de 1966, cuando el movimiento encabezado por el Gral. Juan C. Onganía destituyo al presidente Arturo Illía. Contribuyeron para la asonada militar desde las multinacionales hasta un enorme aparato en el que intervinieron varios medios de prensa, las FF.AA, sus organismos de "inteligencia" y dirigentes sindicales que se sumaron a la campaña desestabilizadora.
Luego, del fracaso de las medidas de la CGT a comienzos del 67, creció la relación de los sindicatos colaboracionistas encabezados por Coria, con el gobierno. Posteriormente, en el Congreso Normalizador "Amadeo Olmos" de la CGT, del 28 al 30 de marzo de 1968, se produjo la fractura del sindicalismo, y surgió la "CGT de los Argentinos" (CGTA), siendo elegido Raimundo Ongaro, como Secretario General, al que apoyaron un amplio arco ideológico de gremialistas. Mientras que se retiraron del congreso tanto vandoristas como colaboracionistas, constituyendo la "CGT de Azopardo", que paso a ser la "CGT oficialista y colaboracionista", que en las discusiones con la CGTA, levantaba la consigna "Primero la unión, después la lucha", mientras que la central comandada por Ongaro, les respondía planteando "Primero la lucha, después la unión"
"Empezaron sintiendo vergüenza por sus ropas de obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y antesalas ministeriales y poco a poco de representantes obreros frente al poder se convirtieron en representantes del poder frente a los obreros."
"Se enriquecieron, adquirieron hábitos y vicios incompatibles con sus cargos de dirigentes sindicales, burocratizaron sus sindicatos, los transformaron en maquinarias sin contenido, se limitaron —en el mejor de los casos— a la acción social, el tanto por ciento de aumento en cada nuevo convenio, los hoteles de turismo, las colonias de vacaciones."
"Olvidaron que los trabajadores no pueden ni deben mantenerse al margen de los problemas fundamentales de la vida nacional."
"Olvidaron que la política del gobierno contraría los intereses de la clase trabajadora."
"Toleraron los avances incesantes de los monopolios que rigen la economía del país, arruinando a las empresas nacionales, especulando con la desocupación que abarata la mano de obra, envileciendo los salarios."
"Durante años esos dirigentes se opusieron entre sí; encarnaban actitudes distintas ante los problemas nacionales, inclusive se combatieron con dureza. El tiempo ha borrado esos matices, ha gastado los ropajes ocasionales y los ha dejado desnudos; es posible ver que se parecen mucho, unos y otros. Por eso ahora, como por arte de magia, están todos juntos, enfrentados a los trabajadores."
[Del Semanario de la CGTA, 1968] Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos
Durante meses una predica golpista proveniente de distintos sectores dio sus frutos el 28 de junio de 1966, cuando el movimiento encabezado por el Gral. Juan C. Onganía destituyo al presidente Arturo Illía. Contribuyeron para la asonada militar desde las multinacionales hasta un enorme aparato en el que intervinieron varios medios de prensa, las FF.AA, sus organismos de "inteligencia" y dirigentes sindicales que se sumaron a la campaña desestabilizadora.
Luego, del fracaso de las medidas de la CGT a comienzos del 67, creció la relación de los sindicatos colaboracionistas encabezados por Coria, con el gobierno. Posteriormente, en el Congreso Normalizador "Amadeo Olmos" de la CGT, del 28 al 30 de marzo de 1968, se produjo la fractura del sindicalismo, y surgió la "CGT de los Argentinos" (CGTA), siendo elegido Raimundo Ongaro, como Secretario General, al que apoyaron un amplio arco ideológico de gremialistas. Mientras que se retiraron del congreso tanto vandoristas como colaboracionistas, constituyendo la "CGT de Azopardo", que paso a ser la "CGT oficialista y colaboracionista", que en las discusiones con la CGTA, levantaba la consigna "Primero la unión, después la lucha", mientras que la central comandada por Ongaro, les respondía planteando "Primero la lucha, después la unión"
Cristianismo y Revolución Nº 13, 1969 Clic para descargar. Ver en Scribd |
Dentro de la CGTA, confluyeron distintos sectores entre los que se destacaron direcciones enrolados en el "peronismo duro", como telefónicos, sanidad, otras influenciadas por el radicalismo y los socialistas democráticos, expresados en ferroviarios y viajantes, otros sectores que respondían a la política del Partido Comunista, y a grupos políticos como el Partido Comunista Revolucionario (PCR), y principalmente sindicalitas ideológicamente social-cristianos, políticamente vinculados a sectores del peronismo como el ongarismo, la UNE en el movimiento estudiantil, sacerdotes del Tercer Mundo, etc.
Todo ese conglomerado de fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles que se expresaron en la CGTA o de Paseo Colón, lo hicieron tras un programa antiimperialista, antimonopolista y antioligarquico. En los años de su existencia llevo adelante importantes luchas contra el plan de racionalización y ataques de las conquistas obreras de aquella dictadura que "no tenía ni tiempos, ni plazos...".
A las semanas, un sector del movimiento obrero de Rosario y del Cordón Industrial lanzo una convocatoria titulada "POR UNA CGT SIN COMPROMISOS O ATADURAS ESPURIAS" en donde se afirmaba "Asumimos la responsabilidad que el momento nos exige, UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos o ataduras espurias, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo trabajador". Posteriormente, el 17 de abril un plenario de 27 gremios, presidido por Héctor Quagliaro, conformo la "CGT de los Argentinos Regional Rosario", aprobando lo resuelto en el congreso normalizador.
A nivel nacional la CGTA, emitió el "Programa del 1º de Mayo de 1968", redactado por Rodolfo Walsh, siguiendo a otros documentos del sindicalismo como el de La Falda (1957) y el de Huerta Grande (1962). En Rosario, el histórico documento de la central obrera, fue ampliamente divulgado entre los sindicatos, activistas gremiales y políticos, como un modo de propagandizar el acto del día de los trabajadores. El programa tenía un contenido antidictatorial, antiimperialista, y de liberación.
"Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fuésemos austeros: lo hemos sido hasta el hambre. Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos: así vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que "participemos".
Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores sino como víctimas en las persecuciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las intervenciones, en los desalojos. No queremos esa clase de participación.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha."
(Mensaje a los trabajadores y al pueblo: 1 de mayo de 1968. CGT de los Argentinos)
Fuente: C.T.A. Rosario
Todo ese conglomerado de fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles que se expresaron en la CGTA o de Paseo Colón, lo hicieron tras un programa antiimperialista, antimonopolista y antioligarquico. En los años de su existencia llevo adelante importantes luchas contra el plan de racionalización y ataques de las conquistas obreras de aquella dictadura que "no tenía ni tiempos, ni plazos...".
A las semanas, un sector del movimiento obrero de Rosario y del Cordón Industrial lanzo una convocatoria titulada "POR UNA CGT SIN COMPROMISOS O ATADURAS ESPURIAS" en donde se afirmaba "Asumimos la responsabilidad que el momento nos exige, UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos o ataduras espurias, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo trabajador". Posteriormente, el 17 de abril un plenario de 27 gremios, presidido por Héctor Quagliaro, conformo la "CGT de los Argentinos Regional Rosario", aprobando lo resuelto en el congreso normalizador.
A nivel nacional la CGTA, emitió el "Programa del 1º de Mayo de 1968", redactado por Rodolfo Walsh, siguiendo a otros documentos del sindicalismo como el de La Falda (1957) y el de Huerta Grande (1962). En Rosario, el histórico documento de la central obrera, fue ampliamente divulgado entre los sindicatos, activistas gremiales y políticos, como un modo de propagandizar el acto del día de los trabajadores. El programa tenía un contenido antidictatorial, antiimperialista, y de liberación.
"Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fuésemos austeros: lo hemos sido hasta el hambre. Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos: así vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que "participemos".
Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores sino como víctimas en las persecuciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las intervenciones, en los desalojos. No queremos esa clase de participación.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha."
(Mensaje a los trabajadores y al pueblo: 1 de mayo de 1968. CGT de los Argentinos)
Fuente: C.T.A. Rosario
CGT de los argentinos (30 de marzo de 1968) - Canal Encuentro
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Además del protagonismo de Raimundo Ongaro, hubo otros dirigentes que a partir de sus conductas y sus hechos hicieron posible la CGT de los Argentinos. Estas son sus historias de lucha. Jorge Fernando Di Pascuale (imagen, Di Pascuale con Perón)
Porteño nacido el 28 de diciembre de 1930. Fue uno de los más claros dirigentes político-gremiales que dio la Resistencia Peronista. Ya para 1958 gana en elecciones el Sindicato de Farmacia –con 25 años- orientándolo de ahí en más a la lucha contra las dictaduras de turno y el retorno de Perón a la Argentina.
En el ’59 da su presente en la huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre codo a codo con los obreros del gremio de la Carne. Al año siguiente es nombrado Secretario de Prensa de las “62 Organizaciones Peronistas”.
Porteño nacido el 28 de diciembre de 1930. Fue uno de los más claros dirigentes político-gremiales que dio la Resistencia Peronista. Ya para 1958 gana en elecciones el Sindicato de Farmacia –con 25 años- orientándolo de ahí en más a la lucha contra las dictaduras de turno y el retorno de Perón a la Argentina.
En el ’59 da su presente en la huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre codo a codo con los obreros del gremio de la Carne. Al año siguiente es nombrado Secretario de Prensa de las “62 Organizaciones Peronistas”.
Producción Agencia Télam 2014 |
Estuvo preso dos veces. La aplastante victoria del peronismo en las elecciones del 18 de marzo de 1962 lo confirma como diputado nacional, cargo que nunca pudo ejercer debido a que Frondizi anuló las elecciones.
Entre 1961 y 1962 es Secretario del Consejo Coordinador y Supervisor del Peronismo lo que le permite viajar con cierta asiduidad a Madrid y entrevistarse con Perón, quien lo nombra delegado personal ante los países socialistas. El año 1968 lo encuentra participando en forma activa en la creación de la CGT de los Argentinos donde no acepta ningún cargo pero recorre el país de punta a punta para unificar pensamientos y luchas en el seno de esa central obrera. Adhiere en forma personal al Peronismo de Base como única manera de lograr la creación y fortalecimiento de una alternativa independiente para la clase trabajadora argentina.
Entre 1961 y 1962 es Secretario del Consejo Coordinador y Supervisor del Peronismo lo que le permite viajar con cierta asiduidad a Madrid y entrevistarse con Perón, quien lo nombra delegado personal ante los países socialistas. El año 1968 lo encuentra participando en forma activa en la creación de la CGT de los Argentinos donde no acepta ningún cargo pero recorre el país de punta a punta para unificar pensamientos y luchas en el seno de esa central obrera. Adhiere en forma personal al Peronismo de Base como única manera de lograr la creación y fortalecimiento de una alternativa independiente para la clase trabajadora argentina.
Amenazado por la Triple A se exilia en Venezuela, pero no soporta la lejanía de sus amigos y compañeros y vuelve para 1976. El mismo día de su cumpleaños, el 29 de diciembre de ese año, es secuestrado y desaparecido.
Fue visto en el campo de concentración clandestino “El Vesubio”, destruido físicamente pero entero, inclusive dando ánimo a todos pese a las bárbaras torturas recibidas. Aún recuerdo las palabras que una vez dijo a sus compañeros de militancia que lo admiraban: “Si algo llega a pasarme no les voy a perdonar que pidan solamente por mí... pidan por todos”. El 5 de julio de 2002 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires denominó con su nombre, el espacio verde delimitado por Avenida Lacarra, Dellepiane, Eva Perón y Autopista Perito Moreno. Su hijo Fernando escribió un largo y sentido poema que termina de este modo: “Pero ya no te espero, sólo te busco, pero ya no te espero, sólo te extraño, pero ya no te espero, porque al pasar los años, y después de tanto daño, que te hicieron a ti, ahora sólo queda, que vos me esperes a mí”.
Comunicado sobre la muerte de Emilio Jáuregui, 28/06/69. Clic para ampliar |
Después de 33 años, tras una exhumación en el cementerio de Avellaneda, los restos de Di Pascuale fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en diciembre de 2009.
Según testimonios, se supo que Di Pascuale pasó por Centro Clandestino de Detención El Vesubio. También que estuvo detenido en el Proto Banco junto al gremialista Juan Carlos Arroyo, también recientemente identificado, y a quien, justamente, en febrero de 1977 se lo llevaron junto a él, para asesinarlo. Agustín Tosco
Nació en Coronel Moldes, el 22 de mayo de 1930, provincia de Córdoba, en el seno de una familia campesina, como él mismo la definiera. Supo lo que era trabajar la tierra junto a sus padres y al mismo tiempo cursar la escuela primaria. Aun en el piso de tierra de la casa de sus padres y con iluminación a vela, creó su pequeña biblioteca de lectura que desde edad temprana le inculcó su padre, que era un gran lector.
En 1944, deja el pueblo rural y el de su familia y va a la ciudad de Córdoba a realizar sus estudios secundarios en un internado: la Escuela de Artes y Oficios “Presidente Roca” con lo que inaugura en su vida personal la relación con el estudiantado y la industria, que en esa época venía en un sostenido desarrollo y crecimiento, tanto en la provincia mencionada, como a nivel nacional.
Luego de recibido como técnico industrial, en el año 1947, dos años después ingresa, a los 19 años, en el Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC). Sin embargo, no dejó de estudiar y posteriormente, haciéndolo de noche, se recibió de electrotécnico, en la Universidad Tecnológica.
Ya en la organización sindical, en Luz y Fuerza de Córdoba, al poco tiempo es elegido delegado de su sector de trabajo, y pasó a ser una de las autoridades del cuerpo general de delegados. Al año es designado pro secretario general; más tarde es elegido secretario gremial de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza ( FATLYF) de donde será expulsado junto a su gremio, por no someterse a las prácticas burocráticas y “participacionistas” como él calificaba a la dirigencia gremial de la época.Tosco es perseguido e inhabilitado por la intervención militar, de 1955 al 57. Es detenido por primera vez en Posadas, en 1956, representando a la FATLYF. Fue uno de los máximos dirigentes del Cordobazo, junto a otros dirigentes de entonces, como Atilio López.
Fue detenido en varias oportunidades. En 1969, después del Cordobazo, junto a otros compañeros, estuvo preso siete meses en La Pampa y Rawson. Estando detenido en 1972, a disposición de la dictadura cívico-militar, fue electo secretario general de su querido gremio Luz y Fuerza de Córdoba.
Cuando el golpe contra la cárcel que liberó a dirigentes del ERP trató de liberarlo también a Tosco, él se negó. Creía más en la fuerza de sus compañeros de las fábricas que obligarían a la dictadura militar a finalmente dejarlo en libertad.
En octubre de 1974 es intervenido el sindicato de Luz y Fuerza. Tosco pasa a la clandestinidad, perseguido. Enfermo, no puede ser internado: sería ejecutado ni bien se supiera el lugar donde se encontraba. Es atendido por amigos médicos que también se juegan la vida. Finalmente, Tosco muere, el 5 de noviembre de 1975. Tenía 45 años de edad. Rodolfo Walsh
Descendiente de irlandeses, nació en 1927, en Choele Choel (provincia de Río Negro). Fue educado en colegios religiosos de Capilla del Señor y Moreno. En su primera infancia la familia no sufrió necesidades, pero cuando su padre dejó de ser mayordomo de estancia y tuvo que rondar el puerto en busca de trabajo, como consecuencia de la década infame, las necesidades empezaron a abundar.
Su vocación era ser aviador, aunque su incursión en el mundo de las letras, en su adolescencia, lo marcaron para siempre. Cuentos policiales, traducciones para la editorial Hachette, artículos de periodismo cultural para diversos medios -entre los que figuran La Nación-, y un premio municipal de literatura figuran en su curriculum hasta el ‘56.
Cuando estaba a menos de un mes de cumplir treinta años, un dato lo interrumpió de su amodorrado refugio intelectual. En un café de La Plata, alguien le dijo que había un sobreviviente entre los fusilados, meses antes, en un basural por orden del gobierno nacional. Entonces se animó, salió y fue más lejos que la gran prensa y que la misma justicia.
Su vida cambió. Preguntó sobre la historia de los fusilados del ‘56, averiguó acerca de los fusiladores, encontró a sobrevivientes y nunca dejó de buscar respuestas, a fin de ampliarlas hasta que la luz encegueciera. Los jefes militares de la policía bonaerense lo pusieron en la mira.
Luego encaró otra investigación, la del asesinato de un poderoso abogado judío vinculado con el diario La Razón. Los responsables del SIDE, recién creado, también lo consideraron su enemigo por los datos que reveló.
Hastiado del sistema de complicidades e impunidad, viajó a Cuba, donde la incipiente revolución lo incorporó de inmediato, para fundar una agencia de noticias primero y ser espía después, hasta derivar en criptógrafo, descubriendo el desembarco en Bahía Cochinos con meses de anticipación.
Más tarde se refugió en el Delta, escribió con melancolía algunos cuentos, cultivó la ironía a través de dos obras teatrales y planificó una novela que nunca pudo terminar de redactar. Su andanza lo llevó a conocer al coronel que escondió durante años el cadáver de Evita. Recorrió el litoral junto a un fotógrafo, compañero de aventuras. Describió, en notas de antología, el rostro oculto del país que la megalópolis porteña desconoce, porque siempre intuyó que debía acompañar a los abandonados.
Luego de encontrarse con Perón en Madrid, fundó una revista gremial para los trabajadores. Sabía que el movimiento obrero era traicionado por sus principales dirigentes, y los enfrentó descifrando el asesinato de uno de ellos. Se incorporó al Peronismo de Base, recorrió villas, integró las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego se sumó a Montoneros. La llamada burocracia sindical y la Triple A también lo consideraron tropa enemiga.
El 24 de marzo de 1976 empezó la última dictadura, que oscureció el sol de los argentinos por más de un lustro. Un año después, con la masacre y el exterminio a pleno galope, Rodolfo Walsh estaba sufriendo un exilio interno; vivía refugiado, tratando de ayudar a la militancia abandonada. A veces pensaba que a la edad en que muchos jóvenes eran perseguidos por la jauría de los borceguíes, él se dedicaba a imitar a Capablanca en el tablero, a armar laberintos literarios para alguna trama policial, o reseñaba la obra de Doyle o Bierce diciendo que hacía periodismo.
Perdió a su mejor amigo, supo de la muerte violenta de su primera hija y terminó enfrentándose con la cúpula del movimiento guerrillero. Había cumplido cincuenta años y desde su refugio, en San Vicente, decidió salir a pelear cara a cara contra el terror desatado por fuerzas perversas. Blandió el arma que mejor usaba, su máquina de escribir, y redactó el informe más lapidario que tuvo el gobierno militar al cumplir el primer año de gobierno. Pagó la osadía con su muerte.
Hacía veinte años había publicado el libro más importante de su vida, Operación Masacre. Recordaba que en el prólogo de la primera edición decía: “Investigué y relaté estos hechos tremendos para darlos a conocer en la forma más amplia, para que inspiren espanto, para que no puedan jamás volver a repetirse”. Su deseo no se cumplió, y por eso escribió su último texto “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles”.
Tal vez la mejor definición de Walsh no sea ni lo que dicen sus apologistas, ni lo que dicen sus detractores, sino simplemente “un hombre que se anima, y eso es más que un héroe de película”.
En 1944, deja el pueblo rural y el de su familia y va a la ciudad de Córdoba a realizar sus estudios secundarios en un internado: la Escuela de Artes y Oficios “Presidente Roca” con lo que inaugura en su vida personal la relación con el estudiantado y la industria, que en esa época venía en un sostenido desarrollo y crecimiento, tanto en la provincia mencionada, como a nivel nacional.
Luego de recibido como técnico industrial, en el año 1947, dos años después ingresa, a los 19 años, en el Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC). Sin embargo, no dejó de estudiar y posteriormente, haciéndolo de noche, se recibió de electrotécnico, en la Universidad Tecnológica.
Ya en la organización sindical, en Luz y Fuerza de Córdoba, al poco tiempo es elegido delegado de su sector de trabajo, y pasó a ser una de las autoridades del cuerpo general de delegados. Al año es designado pro secretario general; más tarde es elegido secretario gremial de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza ( FATLYF) de donde será expulsado junto a su gremio, por no someterse a las prácticas burocráticas y “participacionistas” como él calificaba a la dirigencia gremial de la época.Tosco es perseguido e inhabilitado por la intervención militar, de 1955 al 57. Es detenido por primera vez en Posadas, en 1956, representando a la FATLYF. Fue uno de los máximos dirigentes del Cordobazo, junto a otros dirigentes de entonces, como Atilio López.
Fue detenido en varias oportunidades. En 1969, después del Cordobazo, junto a otros compañeros, estuvo preso siete meses en La Pampa y Rawson. Estando detenido en 1972, a disposición de la dictadura cívico-militar, fue electo secretario general de su querido gremio Luz y Fuerza de Córdoba.
Cuando el golpe contra la cárcel que liberó a dirigentes del ERP trató de liberarlo también a Tosco, él se negó. Creía más en la fuerza de sus compañeros de las fábricas que obligarían a la dictadura militar a finalmente dejarlo en libertad.
En octubre de 1974 es intervenido el sindicato de Luz y Fuerza. Tosco pasa a la clandestinidad, perseguido. Enfermo, no puede ser internado: sería ejecutado ni bien se supiera el lugar donde se encontraba. Es atendido por amigos médicos que también se juegan la vida. Finalmente, Tosco muere, el 5 de noviembre de 1975. Tenía 45 años de edad. Rodolfo Walsh
Descendiente de irlandeses, nació en 1927, en Choele Choel (provincia de Río Negro). Fue educado en colegios religiosos de Capilla del Señor y Moreno. En su primera infancia la familia no sufrió necesidades, pero cuando su padre dejó de ser mayordomo de estancia y tuvo que rondar el puerto en busca de trabajo, como consecuencia de la década infame, las necesidades empezaron a abundar.
Su vocación era ser aviador, aunque su incursión en el mundo de las letras, en su adolescencia, lo marcaron para siempre. Cuentos policiales, traducciones para la editorial Hachette, artículos de periodismo cultural para diversos medios -entre los que figuran La Nación-, y un premio municipal de literatura figuran en su curriculum hasta el ‘56.
Cuando estaba a menos de un mes de cumplir treinta años, un dato lo interrumpió de su amodorrado refugio intelectual. En un café de La Plata, alguien le dijo que había un sobreviviente entre los fusilados, meses antes, en un basural por orden del gobierno nacional. Entonces se animó, salió y fue más lejos que la gran prensa y que la misma justicia.
Su vida cambió. Preguntó sobre la historia de los fusilados del ‘56, averiguó acerca de los fusiladores, encontró a sobrevivientes y nunca dejó de buscar respuestas, a fin de ampliarlas hasta que la luz encegueciera. Los jefes militares de la policía bonaerense lo pusieron en la mira.
Luego encaró otra investigación, la del asesinato de un poderoso abogado judío vinculado con el diario La Razón. Los responsables del SIDE, recién creado, también lo consideraron su enemigo por los datos que reveló.
Hastiado del sistema de complicidades e impunidad, viajó a Cuba, donde la incipiente revolución lo incorporó de inmediato, para fundar una agencia de noticias primero y ser espía después, hasta derivar en criptógrafo, descubriendo el desembarco en Bahía Cochinos con meses de anticipación.
Más tarde se refugió en el Delta, escribió con melancolía algunos cuentos, cultivó la ironía a través de dos obras teatrales y planificó una novela que nunca pudo terminar de redactar. Su andanza lo llevó a conocer al coronel que escondió durante años el cadáver de Evita. Recorrió el litoral junto a un fotógrafo, compañero de aventuras. Describió, en notas de antología, el rostro oculto del país que la megalópolis porteña desconoce, porque siempre intuyó que debía acompañar a los abandonados.
Luego de encontrarse con Perón en Madrid, fundó una revista gremial para los trabajadores. Sabía que el movimiento obrero era traicionado por sus principales dirigentes, y los enfrentó descifrando el asesinato de uno de ellos. Se incorporó al Peronismo de Base, recorrió villas, integró las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego se sumó a Montoneros. La llamada burocracia sindical y la Triple A también lo consideraron tropa enemiga.
El 24 de marzo de 1976 empezó la última dictadura, que oscureció el sol de los argentinos por más de un lustro. Un año después, con la masacre y el exterminio a pleno galope, Rodolfo Walsh estaba sufriendo un exilio interno; vivía refugiado, tratando de ayudar a la militancia abandonada. A veces pensaba que a la edad en que muchos jóvenes eran perseguidos por la jauría de los borceguíes, él se dedicaba a imitar a Capablanca en el tablero, a armar laberintos literarios para alguna trama policial, o reseñaba la obra de Doyle o Bierce diciendo que hacía periodismo.
Perdió a su mejor amigo, supo de la muerte violenta de su primera hija y terminó enfrentándose con la cúpula del movimiento guerrillero. Había cumplido cincuenta años y desde su refugio, en San Vicente, decidió salir a pelear cara a cara contra el terror desatado por fuerzas perversas. Blandió el arma que mejor usaba, su máquina de escribir, y redactó el informe más lapidario que tuvo el gobierno militar al cumplir el primer año de gobierno. Pagó la osadía con su muerte.
Hacía veinte años había publicado el libro más importante de su vida, Operación Masacre. Recordaba que en el prólogo de la primera edición decía: “Investigué y relaté estos hechos tremendos para darlos a conocer en la forma más amplia, para que inspiren espanto, para que no puedan jamás volver a repetirse”. Su deseo no se cumplió, y por eso escribió su último texto “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles”.
Tal vez la mejor definición de Walsh no sea ni lo que dicen sus apologistas, ni lo que dicen sus detractores, sino simplemente “un hombre que se anima, y eso es más que un héroe de película”.
Fuente: Revista Zoom
Historia del movimiento obrero (Parte 1)
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Historia del movimiento obrero (Parte 2)
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CGTA: Un polo de unidad antidictatorial
La CGT de los Argentinos (1968-1973), nacida del congreso normalizador "Amado Olmos" de la central obrera del 28 al 30 de marzo de 1968, surgió como una respuesta combativa a las variantes de adaptación al régimen generadas por las conducciones burocratizadas del sindicalismo peronista, nucleadas en las 62 Organizaciones con la hegemonía de la Unión Obrera Metalúrgica de Augusto Timoteo Vandor. Las consignas más clásicas de la CGTA traducen ese origen: "Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra", y "Unirse desde abajo y organizarse combatiendo".
La actitud antiburocrática de la CGTA implicó por eso, también, un salto de precisión en el modo como los sectores más dinámicos y combativos de la clase trabajadora y el activismo peronistas fueron procesando el desarrollo de su experiencia desde esa identidad política. De manera más explícita en algunos de esos sectores, de forma más latente en otros, con la CGTA empezaron a asumir como un hecho el fin de la condición movimientista original del peronismo, su quiebre en varios peronismos distintos y antagónicos.
Una manifiesta tendencia hacia posiciones clasistas fue el resultado de ese triple proceso de síntesis. Funcionó como efecto, pero también como causa de profundización, de la convergencia de esos sectores del activismo sindical y político del peronismo con expresiones de la izquierda marxista y de la militancia cristiana radicalizada.
La CGT de los Argentinos (1968-1973), nacida del congreso normalizador "Amado Olmos" de la central obrera del 28 al 30 de marzo de 1968, surgió como una respuesta combativa a las variantes de adaptación al régimen generadas por las conducciones burocratizadas del sindicalismo peronista, nucleadas en las 62 Organizaciones con la hegemonía de la Unión Obrera Metalúrgica de Augusto Timoteo Vandor. Las consignas más clásicas de la CGTA traducen ese origen: "Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra", y "Unirse desde abajo y organizarse combatiendo".
La actitud antiburocrática de la CGTA implicó por eso, también, un salto de precisión en el modo como los sectores más dinámicos y combativos de la clase trabajadora y el activismo peronistas fueron procesando el desarrollo de su experiencia desde esa identidad política. De manera más explícita en algunos de esos sectores, de forma más latente en otros, con la CGTA empezaron a asumir como un hecho el fin de la condición movimientista original del peronismo, su quiebre en varios peronismos distintos y antagónicos.
Una manifiesta tendencia hacia posiciones clasistas fue el resultado de ese triple proceso de síntesis. Funcionó como efecto, pero también como causa de profundización, de la convergencia de esos sectores del activismo sindical y político del peronismo con expresiones de la izquierda marxista y de la militancia cristiana radicalizada.
Rodolfo Walsh, Enrique Coronel, José Vázquez, Ricardo de Luca y Raimundo Ongaro, los principales orientadores del periódico de la CGT de los Argentinos en una conferencia de prensa. |
El ya famoso programa del 1 de mayo de la CGT de los Argentinos, redactado por Rodolfo Walsh en la tradición de los documentos liminares de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962) de las 62 Organizaciones pre-vandoristas, aparece como la traducción sistematizada de esa emergente concepción clasista. Es a partir de ese nuevo estadio de la conciencia de clase de los trabajadores peronistas desde donde el programa propone, con párrafos que parecen en muchos casos escritos para la Argentina menemista de los 90, caminos de unidad de acción para los empresarios nacionales, los pequeños y medianos empresarios, los profesionales, los estudiantes, los intelectuales, los artistas, los religiosos.
En sus tres o cuatro años de existencia efectiva, la CGTA intentó ser también en su práctica cotidiana ese ámbito de convergencia. Lo consiguió, de manera parcial, incompleta, a veces conflictiva, en el plano de la relación entre organizaciones sindicales y políticas del peronismo revolucionario, la izquierda y la Iglesia tercermundista. También en el del encuentro en la acción entre ese activismo y grupos de intelectuales, profesionales y artistas.
El semanario de CGTA se convirtió en un instrumento central de ese encuentro. Dirigido por el propio Walsh, con una redacción integrada por periodistas como Horacio Verbitsky o Rogelio García Lupo, la revista consiguió juntar un nivel de calidad profesional inusitado con una tarea también sin antecedentes de información sobre las formas y razones de las luchas populares para consumo de sus propios protagonistas. Llegó a tirar un millón de ejemplares y sus páginas sirvieron, por ejemplo, para editar por primera vez, dividida en varias notas, la investigación de Walsh sobre el asesinato del dirigente metalúrgico de Avellaneda Rosendo García, el "¿Quién mató a Rosendo?", el más profundo análisis del significado político, y de los métodos de acción. del vandorismo.
La CGTA fue también el escenario en el que se desarrollaron experiencias de militancia artística como las del pintor Ricardo Carpani, o las del Grupo Cine Liberación, que permitió la filmación -y el uso permanente como herramienta de formación y organización políticas- de la película "La hora de los hornos" de Fernando Solanas y Octavio Getino.
CGTA y Cordobazo
En sus tres o cuatro años de existencia efectiva, la CGTA intentó ser también en su práctica cotidiana ese ámbito de convergencia. Lo consiguió, de manera parcial, incompleta, a veces conflictiva, en el plano de la relación entre organizaciones sindicales y políticas del peronismo revolucionario, la izquierda y la Iglesia tercermundista. También en el del encuentro en la acción entre ese activismo y grupos de intelectuales, profesionales y artistas.
El semanario de CGTA se convirtió en un instrumento central de ese encuentro. Dirigido por el propio Walsh, con una redacción integrada por periodistas como Horacio Verbitsky o Rogelio García Lupo, la revista consiguió juntar un nivel de calidad profesional inusitado con una tarea también sin antecedentes de información sobre las formas y razones de las luchas populares para consumo de sus propios protagonistas. Llegó a tirar un millón de ejemplares y sus páginas sirvieron, por ejemplo, para editar por primera vez, dividida en varias notas, la investigación de Walsh sobre el asesinato del dirigente metalúrgico de Avellaneda Rosendo García, el "¿Quién mató a Rosendo?", el más profundo análisis del significado político, y de los métodos de acción. del vandorismo.
La CGTA fue también el escenario en el que se desarrollaron experiencias de militancia artística como las del pintor Ricardo Carpani, o las del Grupo Cine Liberación, que permitió la filmación -y el uso permanente como herramienta de formación y organización políticas- de la película "La hora de los hornos" de Fernando Solanas y Octavio Getino.
CGTA y Cordobazo
Con el liderazgo del dirigente gráfico Raimundo Ongaro, la CGTA había nucleado desde su nacimiento a varios de los cuadros sindicales y políticos que habían enfrentado con mayor dureza al nuevo régimen militar. Los dirigentes Ricardo De Luca, de obreros navales y del Movimiento Revolucionario Peronista; Julio Guillán, de los telefónicos; Lorenzo Pepe, de la Unión Ferroviaria; Amancio Pafundi, de los estatales: Jorge Di Pasquale, de los empleados de farmacia; Benito Romano, de los obreros azucareros, estaban entre los fundadores o en el consejo directivo.
El local de Paseo Colón de la Federación Gráfica Bonaerense, donde funcionó la CGTA, se convirtió rapidamente en escenario de permanentes reuniones de los grupos de la tendencia revolucionaria del peronismo --con dirigentes como Gustavo Rearte, Envar El Kadri o Raimundo Villaflor-- y de varias organizaciones de izquierda, que empezaron a coordinar sus acciones políticas con las de la propia central.
El local de Paseo Colón de la Federación Gráfica Bonaerense, donde funcionó la CGTA, se convirtió rapidamente en escenario de permanentes reuniones de los grupos de la tendencia revolucionaria del peronismo --con dirigentes como Gustavo Rearte, Envar El Kadri o Raimundo Villaflor-- y de varias organizaciones de izquierda, que empezaron a coordinar sus acciones políticas con las de la propia central.
La huelga portuaria que había empezado algo antes del nacimiento de la CGTA, la de los petroleros de Ensenada en setiembre y octubre de 1968, las luchas de los trabajadores de los ingenios de Tucumán y las movilizaciones sociales en Tucumán y Rosario tuvieron a la central como instrumento de apoyo activo.
A través de la relación de su conducción nacional y de su filial cordobesa con Agustín Tosco, la CGTA participó del armado en el lugar y de principal estructura de apoyo nacional a las jornadas del Cordobazo, entre el 28 y el 30 de mayo de 1969. Y protagonizó sus ulterioridades más inmediatas, con la convocatoria al paro nacional para el 1 de julio de ese año, mientras la CGT Azopardo, que reunía a vandoristas y participacionistas, se echaba atrás ante las presiones del gobierno del general Juan Carlos Onganía y su ministro de Trabajo, Rubens San Sebastián.
A través de la relación de su conducción nacional y de su filial cordobesa con Agustín Tosco, la CGTA participó del armado en el lugar y de principal estructura de apoyo nacional a las jornadas del Cordobazo, entre el 28 y el 30 de mayo de 1969. Y protagonizó sus ulterioridades más inmediatas, con la convocatoria al paro nacional para el 1 de julio de ese año, mientras la CGT Azopardo, que reunía a vandoristas y participacionistas, se echaba atrás ante las presiones del gobierno del general Juan Carlos Onganía y su ministro de Trabajo, Rubens San Sebastián.
El enfrentamiento con el régimen militar se profundizó dramáticamente el 30 de junio de 1969, cuando un comando ingresa en el local central de la Unión Obrera Metalúrgica y da muerte a Vandor. Muy pocas horas después, el gobierno concretaba la ocupación e intervención de la Federación Gráfica Bonaerense y la mayor parte de los sindicatos integrantes de la CGTA. Sus principales dirigentes, con Ongaro a la cabeza, van a compartir la cárcel con Agustín Tosco y Elpidio Torres, los dos líderes visibles del Cordobazo.
De allí en más, la CGT de los Argentinos ingresa en una etapa de luchas constantes, y en un proceso de lento desgaste de su poder organizativo. Se trata de un desgaste que es a la vez transformación. Sus cuadros de dirigentes, sus activistas, van integrándose en otras formas de lucha, en organizaciones políticas y en organizaciones armadas. El propio Ongaro, Di Pasquale y algunos otros dirigentes de CGTA aparecerán, cuatro años después, integrando la conducción nacional del Peronismo de Base.
Carlos Eichelbaum
www.los70.org.ar
De allí en más, la CGT de los Argentinos ingresa en una etapa de luchas constantes, y en un proceso de lento desgaste de su poder organizativo. Se trata de un desgaste que es a la vez transformación. Sus cuadros de dirigentes, sus activistas, van integrándose en otras formas de lucha, en organizaciones políticas y en organizaciones armadas. El propio Ongaro, Di Pasquale y algunos otros dirigentes de CGTA aparecerán, cuatro años después, integrando la conducción nacional del Peronismo de Base.
Carlos Eichelbaum
www.los70.org.ar
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Los Programas Históricos del Movimiento Obrero Argentino
Por Guillermo Gallo Mendoza
1. LA FALDA. El golpe del 16 de septiembre de 1955 tuvo respuestas en las movilizaciones de las bases, asambleas en fábricas, huelgas y sabotajes, mientras que los "libertadores" intervinieron a la CGT, asaltaron sindicatos, inhabilitaron miles de dirigentes y encarcelaron otros tantos. El objetivo del golpe era la de implementar el plan Prebisch, favorable a la oligarquía y los monopolios. Se liquidó el IAPI, empresas estatales de DINIE y se derogó por decreto la Constitución de 1949. En los años 1956 y 57 la lucha por la recuperación de los gremios se centró principalmente en los sindicatos industriales. Surgieron nuevos dirigentes, como Andrés Framini, Dante Viel, Natalini, Sebastián Borro y Atilio López, entre otros. La recuperación de sindicatos y delegaciones regionales posibilitaron la creación de la intersindical que el 12 de julio de 1957 lanzó un paro general, acatado en todo el País. La intersindical reunió a 94 gremios, de los cuales desertaron 32 (sindicalismo amarillo), dando lugar al nacimiento de las 62 Organizaciones.
En el mismo año, la dictadura convocó a Constituyente para reformar la Constitución de 1949. El Peronismo proscrito llamó a votar en blanco, siendo acatado por más de dos millones de electores.
En el marco de resistencia obrera y lucha política del Peronismo contra las proscripciones y la entrega, la CGT de Córdoba convocó a un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones, en la localidad de La Falta, donde aprobó un Programa de Gobierno antioligárquico y antiimperialista, algunos de cuyos puntos fueron los siguientes:
a) Comercio exterior
Control Estatal del comercio exterior sobre las bases de la forma de un monopolio Estatal
Control de los productores en las operaciones comerciales con un sentido de defensa de la renta nacional
Ampliación y diversificación de los mercados internacionales
Planificación de la comercialización teniendo presente nuestro desarrollo interno
Integración económica con los Pueblos hermanos de América Latina
Política de alto consumo interno; altos salarios, mayor producción para el País con sentido nacional
Desarrollo de la industria liviana adecuada a las necesidades del País
Incremento de una política económica tendiente a lograr la consolidación de la industria pesada, base de cualquier desarrollo futuro
Soluciones de fondo, con sentido nacional a los problemas económicos regionales sobre la base de integrar dichas economías a las reales necesidades del País, superando la actual división entre provincias ricas y provincias pobres
Control centralizado del crédito por parte del Estado, adecuándolo a un plan de desarrollo integral de la economía con vistas a los intereses de los trabajadores
Por Guillermo Gallo Mendoza
1. LA FALDA. El golpe del 16 de septiembre de 1955 tuvo respuestas en las movilizaciones de las bases, asambleas en fábricas, huelgas y sabotajes, mientras que los "libertadores" intervinieron a la CGT, asaltaron sindicatos, inhabilitaron miles de dirigentes y encarcelaron otros tantos. El objetivo del golpe era la de implementar el plan Prebisch, favorable a la oligarquía y los monopolios. Se liquidó el IAPI, empresas estatales de DINIE y se derogó por decreto la Constitución de 1949. En los años 1956 y 57 la lucha por la recuperación de los gremios se centró principalmente en los sindicatos industriales. Surgieron nuevos dirigentes, como Andrés Framini, Dante Viel, Natalini, Sebastián Borro y Atilio López, entre otros. La recuperación de sindicatos y delegaciones regionales posibilitaron la creación de la intersindical que el 12 de julio de 1957 lanzó un paro general, acatado en todo el País. La intersindical reunió a 94 gremios, de los cuales desertaron 32 (sindicalismo amarillo), dando lugar al nacimiento de las 62 Organizaciones.
En el mismo año, la dictadura convocó a Constituyente para reformar la Constitución de 1949. El Peronismo proscrito llamó a votar en blanco, siendo acatado por más de dos millones de electores.
En el marco de resistencia obrera y lucha política del Peronismo contra las proscripciones y la entrega, la CGT de Córdoba convocó a un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones, en la localidad de La Falta, donde aprobó un Programa de Gobierno antioligárquico y antiimperialista, algunos de cuyos puntos fueron los siguientes:
a) Comercio exterior
Control Estatal del comercio exterior sobre las bases de la forma de un monopolio Estatal
Control de los productores en las operaciones comerciales con un sentido de defensa de la renta nacional
Ampliación y diversificación de los mercados internacionales
Planificación de la comercialización teniendo presente nuestro desarrollo interno
Integración económica con los Pueblos hermanos de América Latina
Política de alto consumo interno; altos salarios, mayor producción para el País con sentido nacional
Desarrollo de la industria liviana adecuada a las necesidades del País
Incremento de una política económica tendiente a lograr la consolidación de la industria pesada, base de cualquier desarrollo futuro
Soluciones de fondo, con sentido nacional a los problemas económicos regionales sobre la base de integrar dichas economías a las reales necesidades del País, superando la actual división entre provincias ricas y provincias pobres
Control centralizado del crédito por parte del Estado, adecuándolo a un plan de desarrollo integral de la economía con vistas a los intereses de los trabajadores
Curso Historia del Movimiento Obrero Argentino - Víctor De Genaro (ATE 2004) Historia del movimiento obrero argentino 1 Historia del movimiento obrero argentino 2 Historia del movimiento obrero argentino 3 Historia del movimiento obrero argentino 4 Historia del movimiento obrero argentino 5 |
Programa agrario, sintetizado en expropiación del latifundios y extensión del cooperativismo agrario, en procura de que la tierra sea de quien la trabaja
b) Para la Justicia social
· Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la participación efectiva de los trabajadores:
En la elaboración y ejecución del plan económico general, a través de las organizaciones sindicales
Participación en la dirección de las empresas privadas y públicas, asegurando, en cada caso, el sentido social de la riqueza
Control popular de precios
Salario mínimo, vital y móvil
Previsión social integral
Estabilidad absoluta de los trabajadores
c) Para la Soberanía Política
Fortalecimiento del Estado Nacional Popular, tendiente a lograr la destrucción de los sectores oligárquicos antinacionales y sus aliados extranjeros, y teniendo presente que la clase trabajadora es la única fuerza Argentina que representa en sus intereses los anhelos del País mismo
Dirección de la acción hacia un entendimiento integral con las naciones hermanas latinoamericanas
Acción política que reemplace las divisiones artificiales internas, basadas en el federalismo liberal y falso
Solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos
Política internacional independiente
2. HUERTA GRANDE. La gran presión popular y la agudización de la crisis obligaron a la oligarquía a dar por finalizada la etapa encabezada por los dictadores Aramburu - Rojas, convocando a elecciones generales con la participación sólo de los partidos "democráticos" y la absoluta proscripción del Peronismo a cuyos adherentes les quedaba sólo la posibilidad de votar en blanco u optar por el mal menor respecto a los partidos "democráticos".
El razonamiento de la oligarquía consistía en que el Movimiento Peronista se iría disgregando, lo que daría oportunidad, a los otros partidos, de conseguir el apoyo de dirigentes gremiales a través de persuasión, presión, dádivas y corrupción. Esta política fue seguida por Frondizi - Frigerio, dando lugar al surgimiento de la tendencia "integracionista" en el sindicalismo, encabezada por Eleuterio Cardozo. Luego sería Vandor quién más se adaptaría al nuevo escenario político.
Así, en 1958 los votos Peronistas se dividieron entre los emitidos en blanco y los que apoyaron a Frondizi, debido al compromiso de éste de devolver la CGT y sancionar una ley de asociaciones profesionales que respetara la estructura y principios del sindicalismo nacional, entre otras promesas que fueron rápidamente incumplidas.
b) Para la Justicia social
· Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la participación efectiva de los trabajadores:
En la elaboración y ejecución del plan económico general, a través de las organizaciones sindicales
Participación en la dirección de las empresas privadas y públicas, asegurando, en cada caso, el sentido social de la riqueza
Control popular de precios
Salario mínimo, vital y móvil
Previsión social integral
Estabilidad absoluta de los trabajadores
c) Para la Soberanía Política
Fortalecimiento del Estado Nacional Popular, tendiente a lograr la destrucción de los sectores oligárquicos antinacionales y sus aliados extranjeros, y teniendo presente que la clase trabajadora es la única fuerza Argentina que representa en sus intereses los anhelos del País mismo
Dirección de la acción hacia un entendimiento integral con las naciones hermanas latinoamericanas
Acción política que reemplace las divisiones artificiales internas, basadas en el federalismo liberal y falso
Solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos
Política internacional independiente
2. HUERTA GRANDE. La gran presión popular y la agudización de la crisis obligaron a la oligarquía a dar por finalizada la etapa encabezada por los dictadores Aramburu - Rojas, convocando a elecciones generales con la participación sólo de los partidos "democráticos" y la absoluta proscripción del Peronismo a cuyos adherentes les quedaba sólo la posibilidad de votar en blanco u optar por el mal menor respecto a los partidos "democráticos".
El razonamiento de la oligarquía consistía en que el Movimiento Peronista se iría disgregando, lo que daría oportunidad, a los otros partidos, de conseguir el apoyo de dirigentes gremiales a través de persuasión, presión, dádivas y corrupción. Esta política fue seguida por Frondizi - Frigerio, dando lugar al surgimiento de la tendencia "integracionista" en el sindicalismo, encabezada por Eleuterio Cardozo. Luego sería Vandor quién más se adaptaría al nuevo escenario político.
Así, en 1958 los votos Peronistas se dividieron entre los emitidos en blanco y los que apoyaron a Frondizi, debido al compromiso de éste de devolver la CGT y sancionar una ley de asociaciones profesionales que respetara la estructura y principios del sindicalismo nacional, entre otras promesas que fueron rápidamente incumplidas.
El 29 de enero de 1974 la Triple A difunde en Buenos Aires una “lista negra” de personalidades que “serán inmediatamente ejecutadas en donde se las encuentre”. La lista incluye a Hugo Bressano (Nahuel Moreno), dirigente del PST, Silvio Frondizi, Mario Hernández, Gustavo Roca y Mario Roberto Santucho (dirigentes del PRT/ERP); los dirigentes sindicales Armando Jaime, Raimundo Ongaro, Rene Salamanca (PCR) y Agustín Tosco; Rodolfo Puiggros – ex rector de la UBA – Manuel Gaggero (director del diario El Mundo), Roberto Quieto (dirigente de Montoneros), Julio Troxler ex subjefe de policía de la Pcia. de Buenos Aires y cercano al Peronismo de Base; coroneles Perlinger y Cesio, Monseñor Angelelli; senador nacional Luís Carnevale y otros, la mayoría de los cuales serían asesinados en el futuro cercano. |
Así, ya en enero de 1959 debió enfrentarse a una huelga general de solidaridad con los obreros del frigorífico municipal Lisandro de la Torre (que se oponían a la privatización), lanzada por las 62 Organizaciones. Frondizi respondió poniendo en marcha el tristemente célebre Plan CONINTES que desató una represión masiva contra los Trabajadores, dando inicio a una etapa de violenta lucha contra la represión y el régimen pro-imperialista. La defensa de la Soberanía Nacional y la reconquista de la CGT constituyeron las grandes banderas del movimiento obrero que alcanzó en marco de 1961 la devolución de su central sindical.
En lo político, en el año 1962 el Movimiento Peronista se preparó para enfrentar al régimen dentro de sus propias leyes y armas, librando la batalla electoral para elegir gobernadores y legisladores provinciales. Como resultado de ello, el 18 de marzo, no obstante la defección de dirigentes sindicales como Vandor (Metalúrgico) y de políticos como Iturbe, el Peronismo consiguió un aplastante triunfo en la provincia de Buenos Aires, llevando como candidatos a trabajadores como Andrés Framini (textiles), a Gobernador, Sebastián Borro (Frigorífico Nacional), Jorge Di Pascuale (Farmacia), Roberto García (Caucho) y Eustaquio Tolosa (Portuarios) a diputados nacionales, entre otros. Los "democráticos" respondieron anulando el resultado que expresaba en las urnas la voluntad popular.
Sobreviene el derrocamiento de Frondizi por los militares, poniendo en su lugar al Presidente del Senado, el Dr. Guido, ya que aquellos no se decidían a tomar directamente el gobierno
Se realiza en Huerta Grande (Córdoba) un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones, aprobando un Programa que implicó una profundización de los contenidos antioligárquicos del Peronismo, expresados en un discurso de Andrés Framini.
El mencionado Programa expresaba la voluntad y decisión de:
2. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario Estatal y centralizado
3. Implantar el control Estatal sobre el comercio exterior
4. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderúrgica, electricidad, petróleo y frigoríficos
5. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales
6. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del Pueblo
7. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción
8. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación
9. Implantar el control obrero sobre la producción
10. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales
11. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.
En lo político, en el año 1962 el Movimiento Peronista se preparó para enfrentar al régimen dentro de sus propias leyes y armas, librando la batalla electoral para elegir gobernadores y legisladores provinciales. Como resultado de ello, el 18 de marzo, no obstante la defección de dirigentes sindicales como Vandor (Metalúrgico) y de políticos como Iturbe, el Peronismo consiguió un aplastante triunfo en la provincia de Buenos Aires, llevando como candidatos a trabajadores como Andrés Framini (textiles), a Gobernador, Sebastián Borro (Frigorífico Nacional), Jorge Di Pascuale (Farmacia), Roberto García (Caucho) y Eustaquio Tolosa (Portuarios) a diputados nacionales, entre otros. Los "democráticos" respondieron anulando el resultado que expresaba en las urnas la voluntad popular.
Sobreviene el derrocamiento de Frondizi por los militares, poniendo en su lugar al Presidente del Senado, el Dr. Guido, ya que aquellos no se decidían a tomar directamente el gobierno
Se realiza en Huerta Grande (Córdoba) un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones, aprobando un Programa que implicó una profundización de los contenidos antioligárquicos del Peronismo, expresados en un discurso de Andrés Framini.
El mencionado Programa expresaba la voluntad y decisión de:
2. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario Estatal y centralizado
3. Implantar el control Estatal sobre el comercio exterior
4. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderúrgica, electricidad, petróleo y frigoríficos
5. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales
6. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del Pueblo
7. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción
8. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación
9. Implantar el control obrero sobre la producción
10. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales
11. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.
3. EL PROGRAMA DE LA CGT DE LOS ARGENTINOS. Este Programa constituyó uno de los resultados de la lucha contra la dominación oligárquico-imperialista y fue elaborado en los tiempos de la "dictadura de los monopolios", como se denominó a la mal llamada "revolución argentina" que encabezó Onganía a partir del golpe del 28 de junio de 1966. En estos tiempos se acentúo el proceso de dependencia ocasionando una brutal etapa de reajuste económico como instrumento que garantizaba la profundización de la política de concentración monopólica. Las economías regionales virtualmente quebradas, los cierres de ingenios azucareros, la crisis de las PYME fueron algunas de las consecuencias de la política económica conducida por Adalbert Krieger Vasena.
Para eliminar oposición a la implementación de su programa, la dictadura disolvió los partidos políticos, eliminó las legislaturas, intervino las organizaciones gremiales y reprimió violentamente la protesta social, cobrando sus primeras víctimas en Córdoba (Santiago Pampillón) y Tucumán (Hilda Guerrero de Molina).
En los últimos meses del año 1967, con el retiro de la personería gremial a varias organizaciones sindicales (portuarios, textiles, ferroviarios, telefónicos) y la amenaza de la creciente desocupación, se posibilita el desarrollo de una intensa gestión negociadora con la dictadura, gestión que es encabezada por la burocracia sindical "vandorista", pero también por los "participacionistas" que encabezaban Rogelio Coria (UOCRA), Armando March (Comercio) y Loholaberry (Textiles); mientras otros dirigentes y sus sindicatos continuaban con una oposición inflexible al gobierno, conducidos por Peronistas combativos como Amado Olmos (Sanidad) y Raimundo Ongaro (Gráficos), además de nucleamientos independientes.
Al aproximarse la fecha de la reunión del Congreso Normalizador de la CGT, en marzo de 1968, se manifiestan dos posiciones: a) los que buscaban el reconocimiento del gobierno y no admitían la participación de los sindicatos intervenidos por su luchas reivindicativa, y b) los que sostenían que, como la reunión era soberana, no debía ser tenida en cuenta la opinión oficial y se debía permitir el acceso de los sindicatos privados a su personería gremial.
No obstante la oposición realizada por los seguidores de Vandor (UOM) y Alonso (Vestido), así como por el Secretario de Trabajo Rubens San Sebastián, se reunió el Congreso denominado "Amado Olmos", que designó un nuevo Consejo Directivo encabezado por Raimundo Ongaro (Gráficos), secundado por Julio Guillán (FOETRA) y Ricardo De Luca (Navales), dando origen a la "CGT de los Argentinos".
En respuesta a ello, Vandor, Alonso y Pomares (Bancarios) convocaron a un Congreso paralelo instando a la participación con el gobierno.
El 1º de mayo de 1968 la CGT de los Argentinos dio a conocer el Programa que se inserta a continuación:
"Los trabajadores de nuestra Patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.
Para eliminar oposición a la implementación de su programa, la dictadura disolvió los partidos políticos, eliminó las legislaturas, intervino las organizaciones gremiales y reprimió violentamente la protesta social, cobrando sus primeras víctimas en Córdoba (Santiago Pampillón) y Tucumán (Hilda Guerrero de Molina).
En los últimos meses del año 1967, con el retiro de la personería gremial a varias organizaciones sindicales (portuarios, textiles, ferroviarios, telefónicos) y la amenaza de la creciente desocupación, se posibilita el desarrollo de una intensa gestión negociadora con la dictadura, gestión que es encabezada por la burocracia sindical "vandorista", pero también por los "participacionistas" que encabezaban Rogelio Coria (UOCRA), Armando March (Comercio) y Loholaberry (Textiles); mientras otros dirigentes y sus sindicatos continuaban con una oposición inflexible al gobierno, conducidos por Peronistas combativos como Amado Olmos (Sanidad) y Raimundo Ongaro (Gráficos), además de nucleamientos independientes.
Al aproximarse la fecha de la reunión del Congreso Normalizador de la CGT, en marzo de 1968, se manifiestan dos posiciones: a) los que buscaban el reconocimiento del gobierno y no admitían la participación de los sindicatos intervenidos por su luchas reivindicativa, y b) los que sostenían que, como la reunión era soberana, no debía ser tenida en cuenta la opinión oficial y se debía permitir el acceso de los sindicatos privados a su personería gremial.
No obstante la oposición realizada por los seguidores de Vandor (UOM) y Alonso (Vestido), así como por el Secretario de Trabajo Rubens San Sebastián, se reunió el Congreso denominado "Amado Olmos", que designó un nuevo Consejo Directivo encabezado por Raimundo Ongaro (Gráficos), secundado por Julio Guillán (FOETRA) y Ricardo De Luca (Navales), dando origen a la "CGT de los Argentinos".
En respuesta a ello, Vandor, Alonso y Pomares (Bancarios) convocaron a un Congreso paralelo instando a la participación con el gobierno.
El 1º de mayo de 1968 la CGT de los Argentinos dio a conocer el Programa que se inserta a continuación:
"Los trabajadores de nuestra Patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.
Gustavo Rearte Gustavo Rearte fue uno de los fundadores de la primera JotaPé en la Resistencia Peronista, junto con John William Cooke estableció los puentes del peronismo con la Revolución Cubana, con Fidel y el Che, participó en la toma del frigorífico Lisandro de la Torre y escribió el documento de Huerta Grande que marcó un hito en la historia del movimiento obrero. Rearte empezó como obrero en la fábrica SIAM, después en Jabón Federal y llegó a ser secretario general del Sindicato de Jaboneros y Perfumeros. Después del ‘55 participó en los primeros grupos de peronistas que se manifestaban contra el gobierno militar y organizó la primera JotaPé, junto a sus hermanos Alberto y Miguel, Felipe Vallese, Héctor Spina, Carlos Caride, Jorge Rulli y Cacho El Kadri, entre otros. La Revolución Cubana, Fidel y el Che también impactaron en su pensamiento. Junto con Cooke fueron el puente entre Perón y Fidel. Rearte incluso fue el enlace para preparar dos viajes de Perón a Cuba, que finalmente no se realizaron. Rearte estuvo entre la dirigencia combativa que organizó la toma del frigorífico Lisandro de la Torre para evitar su privatización. Tras la represión fue preso y en el peronismo combativo fue creciendo la idea de que solamente quedaba la lucha armada como opción, así comienzan las experiencias guerrilleras de Uturunco y luego Taco Ralo en Tucumán. LECTURAS RECOMENDADAS Gustavo Rearte; La tarea principal (pdf) Entrevista a su hija en 2006 (pdf) Eduardo Gurucharri, Gustavo Rearte (pdf) En memoria de Gustavo Rearte (pdf) |
Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos de la clase obrera Argentina, a saber:
La propiedad sólo debe existir en función social
Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no solo en la producción sino también en la administración de las empresas y en la distribución de los bienes
Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados
Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos
Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie
Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja
Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación de que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas".
El Programa fue acompañado con un mensaje que, en síntesis, expresó lo siguiente:
Durante años nos exigieron sacrificios. Nos aconsejaron ser austeros. Lo fuimos hasta el hambre. Nos pidieron aguantar un invierno. Aguantamos diez.
Un millón y medio de desocupados y subempleados es la consecuencia de la política económica de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derecho de huelga anulado, gremios intervenidos, conquistas pisoteadas, personerías suspendidas, salarios congelados.
La mortalidad infantil es cuatro veces mayor que en los países desarrollados y veinte veces mayor en áreas de Jujuy; más de la mitad de la población está parasitada por la Anquilostomiasis en el Litoral Norteño; 40 % de los chicos de Neuquen padecen de bocio; la tuberculosis y el Mal de Chagas causan estragos en numerosas provincias; la deserción escolar en el ciclo primario alcanza al 60%; las puertas de los colegios secundarios están entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente clausuradas las de la Universidad. La década infame de los años 30 resucita en todo el País con su cortejo de miseria y de ollas populares.
A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y pequeños industriales en situación de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos años.
No queda ciudad en la República sin numerosas villas miserias, donde el consumo de agua potable y energía eléctrica es comparable al de las regiones interiores del África. Un millón de personas se apiñan alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de ghetto, y las razzias nocturnas nunca afectan las zonas residenciales donde algunos "correctos" funcionarios ultiman la venta del país y jueces "impecables" exigen coimas millonarias.
Si un destino de grandeza, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?.
Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del País a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 dejó de ser Argentina. Viejas actividades nacionales, como la manufactura de cigarrillos, pasaron en bloque a intereses extranjeros. El método que posibilitó este escandaloso despojo no puede ser más simple. El gobierno, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva, el "dumping", los fabricantes nacionales se hundieron. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros, ejecutaron luego a los deudores. Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega. Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada nacional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros Derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de la lucha.
[De. "NOTAS RESPECTO A LA PARTE DE UNA HISTORIA MUY PARCIALMENTE DIFUNDIDA", 1991]
www.argentinazo.com.ar
La propiedad sólo debe existir en función social
Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no solo en la producción sino también en la administración de las empresas y en la distribución de los bienes
Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados
Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos
Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie
Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja
Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación de que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas".
El Programa fue acompañado con un mensaje que, en síntesis, expresó lo siguiente:
Durante años nos exigieron sacrificios. Nos aconsejaron ser austeros. Lo fuimos hasta el hambre. Nos pidieron aguantar un invierno. Aguantamos diez.
Un millón y medio de desocupados y subempleados es la consecuencia de la política económica de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derecho de huelga anulado, gremios intervenidos, conquistas pisoteadas, personerías suspendidas, salarios congelados.
La mortalidad infantil es cuatro veces mayor que en los países desarrollados y veinte veces mayor en áreas de Jujuy; más de la mitad de la población está parasitada por la Anquilostomiasis en el Litoral Norteño; 40 % de los chicos de Neuquen padecen de bocio; la tuberculosis y el Mal de Chagas causan estragos en numerosas provincias; la deserción escolar en el ciclo primario alcanza al 60%; las puertas de los colegios secundarios están entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente clausuradas las de la Universidad. La década infame de los años 30 resucita en todo el País con su cortejo de miseria y de ollas populares.
A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y pequeños industriales en situación de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos años.
No queda ciudad en la República sin numerosas villas miserias, donde el consumo de agua potable y energía eléctrica es comparable al de las regiones interiores del África. Un millón de personas se apiñan alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de ghetto, y las razzias nocturnas nunca afectan las zonas residenciales donde algunos "correctos" funcionarios ultiman la venta del país y jueces "impecables" exigen coimas millonarias.
Si un destino de grandeza, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?.
Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del País a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 dejó de ser Argentina. Viejas actividades nacionales, como la manufactura de cigarrillos, pasaron en bloque a intereses extranjeros. El método que posibilitó este escandaloso despojo no puede ser más simple. El gobierno, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva, el "dumping", los fabricantes nacionales se hundieron. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros, ejecutaron luego a los deudores. Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega. Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada nacional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros Derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de la lucha.
[De. "NOTAS RESPECTO A LA PARTE DE UNA HISTORIA MUY PARCIALMENTE DIFUNDIDA", 1991]
www.argentinazo.com.ar
Por Alberto Jorge Lapolla ["Soy un guerrillero de Internet"]
La rebelión del pueblo de Córdoba había tenido su origen en un conflicto del gremio mecánico que reclamaba por mejoras salariales y laborales quitadas por la dictadura (las llamadas Quitas Zonales y el sábado Inglés), provocando una confluencia de hecho de los tres sectores sindicales existentes entonces en la provincia, los peronistas tradicionales, los Legalistas -Elpidio Torres-, los peronistas combativos, los Combativos -Atilio López y Tapia- y los Independientes -Agustín Tosco- al calor del influjo unitario y combativo que había producido la emergencia de la CGT de los Argentinos durante 1968, encabezada por Raymundo Ongaro.
La CGT de los Argentinos simbolizaba el nuevo peronismo de la Resistencia, aquel que venía combatiendo contra la represión y la proscripción desde 1955 y que enfrentaba la propia traición en su seno encarnada en el vandorismo y la burocracia sindical conciliadora, que había apoyado el advenimiento de la dictadura de Onganía.
La CGTA era la herencia de los mayores exponentes de lo que daría en llamarse Peronismo Revolucionario y luego Tendencia Revolucionaria del Peronismo, que encabezaban John William Cooke, Gustavo Rearte y el Mayor Bernardo Alberte. Casualmente sería la desobediencia de Alberte al deseo de Perón, para que Vandor se hiciera cargo de la CGT tras la muerte de Amado Olmos, el hecho que originaría la CGTA y la conducción revolucionaria de Ongaro y del peronismo combativo. Conducción que plantearía la unidad de acción contra la dictadura sin importar el origen político de los luchadores y haría de la alianza con Tosco y el sindicalismo del interior su principal estrategia de construcción de un nuevo gremialismo combativo, democrático y antiburocrático.
De las regionales que se sumarían a la CGTA, sería la de Córdoba la de mayor peso, estructura e influencia y sus resultados no tardarían en observarse en la gigantesca movilización del proletariado cordobés a la cabeza de su pueblo. .
La CGT de Córdoba había convocado a un paro activo para los días 29 y 30 en solidaridad con los mecánicos -el principal gremio provincial- al cual había sumado su apoyo expreso el movimiento estudiantil a través de la FUC, ya que los estudiantes se habían sumado a la lucha de los trabajadores ya desde 1960-1961, pero en particular luego que la dictadura de Onganía entrara a sangre y fuego a las universidades nacionales en junio de 1966, en la célebre Noche de los bastones largos, al grito de 'judíos de mierda. Bolches a Moscú'. Para Córdoba en particular, el estudiantado no hacía más que retomar la tradición de los jóvenes Rebeldes de la Reforma Universitaria de 1918, quienes encabezados por Deodoro Roca marchaban por las calles de la Docta del brazo de la joven Federación Obrera de Córdoba cantando 'obreros y estudiante unidos adelante.'
La magnitud de la movilización obrera, -más de 20.000 en la columna del SMATA y 10.000 en la de Luz y Fuerza- espantó a la policía que disparó a quemarropa sobre la columna de mecánicos que se acercaba a la Plaza Vélez Sarfield, asesinando el obrero Máximo Menna. Este crimen infame -uno más en la larga lista iniciada en junio de 1955, con los bombardeos a la Plaza de Mayo- enardeció a los trabajadores y a todo el pueblo de la Docta que pasaron a enfrentar abiertamente la represión, arrojando todo tipo de proyectiles desde las columnas y desde las casas y balcones. Derrotando la represión y poniéndola en retirada, quedando el pueblo -primero obreros y estudiantes y luego el pueblo todo- a cargo de la ciudad de Córdoba, territorio ganado a la represión por primera vez desde 1955.La rebelión cordobesa que de hecho significaba la explosión de la verdadera olla a presión en que el gobierno autoritario y falangista de Onganía, había transformado a la nación, había sido precedida por casi todo un mes de peleas, manifestaciones y marchas por distintos motivos en casi todo el país. Luchas en las cuales en la semana previa, habían sido asesinados por la policía tres estudiantes universitarios, que luchaban contra las privatizaciones de los comedores estudiantiles: Bello, Cabral y Blanco.
Desde una perspectiva histórica puede pensarse que era casi inevitable que la poderosa clase trabajadora de entonces -seis millones de obreros activos, la más combativa y organizada de América- explotase contra la brutal represión y recorte de derechos que la dictadura llevaba adelante, en un intento por poner fin a la Argentina peronista que aún gozaba de gran potencia en cuanto al poderío industrial de la nación y al poder, número, peso y organización de la clase obrera.
Desde los bombardeos de Plaza de Mayo en 1955, hasta el Cordobazo la clase trabajadora solo había retrocedido ante los embates del poder económico-militar, en particular por la imposibilidad de contar con una conducción sindical combativa que defendiera sus derechos quitados por el poder dominante. La CGT de los Argentinos había cambiado las cosas, para el pueblo pero también para el poder.
Otro escenario
A partir del Cordobazo el país sería otro y el movimiento obrero combativo de Córdoba sería el problema de todos los problemas para los sucesivos dictadores que caerían bajo su potente lucha, incluido el propio gobierno peronista -a excepción del Dr., Héctor Cámpora, cuyo gobierno apoyaría casi incondicionalmente la alianza del peronismo combativo provincial con Agustín Tosco- ya que tanto el General Perón como luego su viuda y su mucamo José López Rega tratarían de destruir al inmenso movimiento rebelde originado en el Cordobazo, que iniciaría la gran rebelión popular de los setenta.
A partir del mayo cordobés y dadas las confluencias altamente revolucionarias que se producían en la Argentina y en el continente americano luego de la derrota norteamericana en Bahía de los Cochinos por las tropas cubanas en 1961, el asesinato del Che en 1967 y la fuerte radicalización que comienza a transitar el Movimiento Peronista a través de su lucha y Resistencia, harían que la lucha en nuestro país ya no fuera sólo por un cambio de gobierno sino por el cambio del carácter, del contenido del Estado a través de una revolución popular que conquistando el poder a la plebeya, arrasara los privilegios oligárquicos de una vez y para siempre. Exactamente lo que la oligarquía ha intentado impedir desde siempre, desde el propio derrocamiento de Mariano Moreno y su Plan Revolucionario de Operaciones en diciembre de 1810.
Contra esa posibilidad cierta a partir del país que emergió del Cordobazo, se alzó el Gran Acuerdo Nacional (GAN) y el repliegue de las fuerzas represivas de la oligarquía para esperar mejores condiciones. Las cuales vendrían de la mano de los brutales errores de las fuerzas revolucionarias luego de que Juan Perón asumiera su tercera Presidencia y de los innecesarios ataques que éste hiciera contra su juventud revolucionaria y los sectores de su propio movimiento que con su lucha lo habían traído de vuelta al país y al gobierno.
En esa absurda postrera pelea de Perón, no sólo se abriría la puerta para la más atroz de las dictaduras, sino que además el peronismo sería castrado de toda posibilidad revolucionaria, al punto que en los '90 sería el partido encargado de llevar adelante el programa político que la oligarquía no había podido completar desde 1955. Sería el Infame Traidor a la Patria nacido en Anillaco y escondido en Chile, el encargado de destruir físicamente a la industria, a la clase trabajadora y al Estado Nacional soberano e independiente, construido por el peronismo entre 1945 y 1955. En 1976 teníamos seis millones de obreros mayoritariamente industriales, en 1999 sólo restarían menos de un millón. Sería el infame riojano quien cumpliría el sueño del Almirante Isaac Rojas? 'para que desaparezca el peronismo deberán desaparecer las chimeneas'.
Poder popular en Córdoba
Durante los dos días que duró la toma de la ciudad por el pueblo insurrecto, emergió un líder que alcanzaría luego ribetes casi míticos cuando su larga detención en las cárceles patagónicas: Agustín Tosco, jefe del sindicato de Luz y Fuerza y principal impulsor de la idea de la unidad política, organizativa y revolucionaria del movimiento obrero con un proyecto de lucha revolucionaria del pueblo.
Tosco, junto a Gustavo Rearte, Raymundo Ongaro, Armando Jaime, los hermanos Villaflor, René Salamanca y Alberto Piccinini entre otros, simbolizarían un proyecto de sindicalismo combativo y revolucionario que nacido dentro del peronismo proponía ir más allá, completando la Revolución Peronista con una mayor participación económica y política de los trabajadores en la República. El poder económico oligárquico e imperialista y su brazo dentro del movimiento popular, la burocracia sindical vandorista, destruyeron este proyecto a sangre y fuego. Luego la dictadura genocida completaría el trabajo: el 55 por ciento de los 30.000 desaparecidos son dirigentes sindicales de base, miembros de esta corriente combativa, clasista y revolucionaria originada por el Cordobazo.
En su derrota -que es la derrota de la nación misma- se nos fue el sueño de una Patria justa, libre, soberana y socialista. En su lugar tenemos este presente de ignominia y entrega que nos devolvió a la Argentina colonial que nos toca resistir y transformar.
Memoria e historia
Alguna vez Alcira Argumedo señaló que desde el genocidio primigenio o fundante producido por la conquista española, católica y europea en América, los pueblos originarios y sus descendientes mestizos, el pueblo profundo de la Patria Grande americana, ha luchado heroica y constantemente por redimirse del yugo opresor de 500 años de expoliación y genocidio recurrentes. En ese sentido señalaba proféticamente que casi cada generación de criollos desde la conquista ha luchado por redimir su libertad, siendo esta situación particularmente visible desde la gran insurrección del pueblo indio del Perú encabezada por el Inca Gabriel Condorcanqui -Túpac Amaru-: desde su monstruosa derrota en la segunda mitad del siglo XVIII, no ha habido generación de americanos que no se alzara en lucha por su libertad y dignidad.
Retomando nuestra historia reciente podría decirse que los hijos de la montonera que peleo en Pavón, que combatió con el Chacho Peñaloza y con Felipe Varela, serían quienes acompañen a Leandro Alem -'el último federal'- en la Revolución de 1890, sus hijos llegarían al gobierno con Don Hipólito Yrigoyen, cerrando más de medio siglo de dictadura 'republicana' conservadora. Sus hijos harían el 17 de octubre de 1945 arrasarndo la Década Infame, completando la democracia con los derechos sociales y económicos de los trabajadores. Los hijos de esta generación de 1945, harían el Cordobazo y la gesta épica de los años setenta. Los hijos de los sobrevivientes de la derrota de 1976 se sublevarían en las jornadas de diciembre de 2001, liquidando el modelo de desaparición nacional pergeñado por el traidor de Anillaco y su calvo socio en la entrega de la nación.
Es en esta clave que debemos recordar el glorioso Cordobazo, al inmenso Agustín Tosco y la maravillosa gesta de los Setenta, tratando de conjurar la advertencia que nos legara el gran Rodolfo Walsh: 'Nuestras clases dominantes han procurado que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes, ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de los hechos anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.'
[De: "29 de mayo de 1969 – 2004. A treinta y cinco años del Cordobazo". Fuente: La Fogata]
La rebelión del pueblo de Córdoba había tenido su origen en un conflicto del gremio mecánico que reclamaba por mejoras salariales y laborales quitadas por la dictadura (las llamadas Quitas Zonales y el sábado Inglés), provocando una confluencia de hecho de los tres sectores sindicales existentes entonces en la provincia, los peronistas tradicionales, los Legalistas -Elpidio Torres-, los peronistas combativos, los Combativos -Atilio López y Tapia- y los Independientes -Agustín Tosco- al calor del influjo unitario y combativo que había producido la emergencia de la CGT de los Argentinos durante 1968, encabezada por Raymundo Ongaro.
La CGT de los Argentinos simbolizaba el nuevo peronismo de la Resistencia, aquel que venía combatiendo contra la represión y la proscripción desde 1955 y que enfrentaba la propia traición en su seno encarnada en el vandorismo y la burocracia sindical conciliadora, que había apoyado el advenimiento de la dictadura de Onganía.
La CGTA era la herencia de los mayores exponentes de lo que daría en llamarse Peronismo Revolucionario y luego Tendencia Revolucionaria del Peronismo, que encabezaban John William Cooke, Gustavo Rearte y el Mayor Bernardo Alberte. Casualmente sería la desobediencia de Alberte al deseo de Perón, para que Vandor se hiciera cargo de la CGT tras la muerte de Amado Olmos, el hecho que originaría la CGTA y la conducción revolucionaria de Ongaro y del peronismo combativo. Conducción que plantearía la unidad de acción contra la dictadura sin importar el origen político de los luchadores y haría de la alianza con Tosco y el sindicalismo del interior su principal estrategia de construcción de un nuevo gremialismo combativo, democrático y antiburocrático.
De las regionales que se sumarían a la CGTA, sería la de Córdoba la de mayor peso, estructura e influencia y sus resultados no tardarían en observarse en la gigantesca movilización del proletariado cordobés a la cabeza de su pueblo. .
La CGT de Córdoba había convocado a un paro activo para los días 29 y 30 en solidaridad con los mecánicos -el principal gremio provincial- al cual había sumado su apoyo expreso el movimiento estudiantil a través de la FUC, ya que los estudiantes se habían sumado a la lucha de los trabajadores ya desde 1960-1961, pero en particular luego que la dictadura de Onganía entrara a sangre y fuego a las universidades nacionales en junio de 1966, en la célebre Noche de los bastones largos, al grito de 'judíos de mierda. Bolches a Moscú'. Para Córdoba en particular, el estudiantado no hacía más que retomar la tradición de los jóvenes Rebeldes de la Reforma Universitaria de 1918, quienes encabezados por Deodoro Roca marchaban por las calles de la Docta del brazo de la joven Federación Obrera de Córdoba cantando 'obreros y estudiante unidos adelante.'
La magnitud de la movilización obrera, -más de 20.000 en la columna del SMATA y 10.000 en la de Luz y Fuerza- espantó a la policía que disparó a quemarropa sobre la columna de mecánicos que se acercaba a la Plaza Vélez Sarfield, asesinando el obrero Máximo Menna. Este crimen infame -uno más en la larga lista iniciada en junio de 1955, con los bombardeos a la Plaza de Mayo- enardeció a los trabajadores y a todo el pueblo de la Docta que pasaron a enfrentar abiertamente la represión, arrojando todo tipo de proyectiles desde las columnas y desde las casas y balcones. Derrotando la represión y poniéndola en retirada, quedando el pueblo -primero obreros y estudiantes y luego el pueblo todo- a cargo de la ciudad de Córdoba, territorio ganado a la represión por primera vez desde 1955.La rebelión cordobesa que de hecho significaba la explosión de la verdadera olla a presión en que el gobierno autoritario y falangista de Onganía, había transformado a la nación, había sido precedida por casi todo un mes de peleas, manifestaciones y marchas por distintos motivos en casi todo el país. Luchas en las cuales en la semana previa, habían sido asesinados por la policía tres estudiantes universitarios, que luchaban contra las privatizaciones de los comedores estudiantiles: Bello, Cabral y Blanco.
Desde una perspectiva histórica puede pensarse que era casi inevitable que la poderosa clase trabajadora de entonces -seis millones de obreros activos, la más combativa y organizada de América- explotase contra la brutal represión y recorte de derechos que la dictadura llevaba adelante, en un intento por poner fin a la Argentina peronista que aún gozaba de gran potencia en cuanto al poderío industrial de la nación y al poder, número, peso y organización de la clase obrera.
Desde los bombardeos de Plaza de Mayo en 1955, hasta el Cordobazo la clase trabajadora solo había retrocedido ante los embates del poder económico-militar, en particular por la imposibilidad de contar con una conducción sindical combativa que defendiera sus derechos quitados por el poder dominante. La CGT de los Argentinos había cambiado las cosas, para el pueblo pero también para el poder.
Otro escenario
A partir del Cordobazo el país sería otro y el movimiento obrero combativo de Córdoba sería el problema de todos los problemas para los sucesivos dictadores que caerían bajo su potente lucha, incluido el propio gobierno peronista -a excepción del Dr., Héctor Cámpora, cuyo gobierno apoyaría casi incondicionalmente la alianza del peronismo combativo provincial con Agustín Tosco- ya que tanto el General Perón como luego su viuda y su mucamo José López Rega tratarían de destruir al inmenso movimiento rebelde originado en el Cordobazo, que iniciaría la gran rebelión popular de los setenta.
A partir del mayo cordobés y dadas las confluencias altamente revolucionarias que se producían en la Argentina y en el continente americano luego de la derrota norteamericana en Bahía de los Cochinos por las tropas cubanas en 1961, el asesinato del Che en 1967 y la fuerte radicalización que comienza a transitar el Movimiento Peronista a través de su lucha y Resistencia, harían que la lucha en nuestro país ya no fuera sólo por un cambio de gobierno sino por el cambio del carácter, del contenido del Estado a través de una revolución popular que conquistando el poder a la plebeya, arrasara los privilegios oligárquicos de una vez y para siempre. Exactamente lo que la oligarquía ha intentado impedir desde siempre, desde el propio derrocamiento de Mariano Moreno y su Plan Revolucionario de Operaciones en diciembre de 1810.
Contra esa posibilidad cierta a partir del país que emergió del Cordobazo, se alzó el Gran Acuerdo Nacional (GAN) y el repliegue de las fuerzas represivas de la oligarquía para esperar mejores condiciones. Las cuales vendrían de la mano de los brutales errores de las fuerzas revolucionarias luego de que Juan Perón asumiera su tercera Presidencia y de los innecesarios ataques que éste hiciera contra su juventud revolucionaria y los sectores de su propio movimiento que con su lucha lo habían traído de vuelta al país y al gobierno.
En esa absurda postrera pelea de Perón, no sólo se abriría la puerta para la más atroz de las dictaduras, sino que además el peronismo sería castrado de toda posibilidad revolucionaria, al punto que en los '90 sería el partido encargado de llevar adelante el programa político que la oligarquía no había podido completar desde 1955. Sería el Infame Traidor a la Patria nacido en Anillaco y escondido en Chile, el encargado de destruir físicamente a la industria, a la clase trabajadora y al Estado Nacional soberano e independiente, construido por el peronismo entre 1945 y 1955. En 1976 teníamos seis millones de obreros mayoritariamente industriales, en 1999 sólo restarían menos de un millón. Sería el infame riojano quien cumpliría el sueño del Almirante Isaac Rojas? 'para que desaparezca el peronismo deberán desaparecer las chimeneas'.
Poder popular en Córdoba
Durante los dos días que duró la toma de la ciudad por el pueblo insurrecto, emergió un líder que alcanzaría luego ribetes casi míticos cuando su larga detención en las cárceles patagónicas: Agustín Tosco, jefe del sindicato de Luz y Fuerza y principal impulsor de la idea de la unidad política, organizativa y revolucionaria del movimiento obrero con un proyecto de lucha revolucionaria del pueblo.
Tosco, junto a Gustavo Rearte, Raymundo Ongaro, Armando Jaime, los hermanos Villaflor, René Salamanca y Alberto Piccinini entre otros, simbolizarían un proyecto de sindicalismo combativo y revolucionario que nacido dentro del peronismo proponía ir más allá, completando la Revolución Peronista con una mayor participación económica y política de los trabajadores en la República. El poder económico oligárquico e imperialista y su brazo dentro del movimiento popular, la burocracia sindical vandorista, destruyeron este proyecto a sangre y fuego. Luego la dictadura genocida completaría el trabajo: el 55 por ciento de los 30.000 desaparecidos son dirigentes sindicales de base, miembros de esta corriente combativa, clasista y revolucionaria originada por el Cordobazo.
En su derrota -que es la derrota de la nación misma- se nos fue el sueño de una Patria justa, libre, soberana y socialista. En su lugar tenemos este presente de ignominia y entrega que nos devolvió a la Argentina colonial que nos toca resistir y transformar.
Memoria e historia
Alguna vez Alcira Argumedo señaló que desde el genocidio primigenio o fundante producido por la conquista española, católica y europea en América, los pueblos originarios y sus descendientes mestizos, el pueblo profundo de la Patria Grande americana, ha luchado heroica y constantemente por redimirse del yugo opresor de 500 años de expoliación y genocidio recurrentes. En ese sentido señalaba proféticamente que casi cada generación de criollos desde la conquista ha luchado por redimir su libertad, siendo esta situación particularmente visible desde la gran insurrección del pueblo indio del Perú encabezada por el Inca Gabriel Condorcanqui -Túpac Amaru-: desde su monstruosa derrota en la segunda mitad del siglo XVIII, no ha habido generación de americanos que no se alzara en lucha por su libertad y dignidad.
Retomando nuestra historia reciente podría decirse que los hijos de la montonera que peleo en Pavón, que combatió con el Chacho Peñaloza y con Felipe Varela, serían quienes acompañen a Leandro Alem -'el último federal'- en la Revolución de 1890, sus hijos llegarían al gobierno con Don Hipólito Yrigoyen, cerrando más de medio siglo de dictadura 'republicana' conservadora. Sus hijos harían el 17 de octubre de 1945 arrasarndo la Década Infame, completando la democracia con los derechos sociales y económicos de los trabajadores. Los hijos de esta generación de 1945, harían el Cordobazo y la gesta épica de los años setenta. Los hijos de los sobrevivientes de la derrota de 1976 se sublevarían en las jornadas de diciembre de 2001, liquidando el modelo de desaparición nacional pergeñado por el traidor de Anillaco y su calvo socio en la entrega de la nación.
Es en esta clave que debemos recordar el glorioso Cordobazo, al inmenso Agustín Tosco y la maravillosa gesta de los Setenta, tratando de conjurar la advertencia que nos legara el gran Rodolfo Walsh: 'Nuestras clases dominantes han procurado que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes, ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de los hechos anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.'
[De: "29 de mayo de 1969 – 2004. A treinta y cinco años del Cordobazo". Fuente: La Fogata]
[Del Semanario de la CGTA, 1969]
"Todos los poderosos se van a unir contra nosotros. Es posible que intenten la formación de otro cuerpo. Es posible que vayan a los ministerios para decir que este Congreso es nulo. Tal vez no tengamos edificio, tal vez no tengamos personería, tal vez no tengamos esta poca libertad con que lo estamos desafiando todo… Pero este Secretariado y este Consejo Directivo, a la luz o en la clandestinidad, son las únicas y legítimas autoridades de la CGT, hasta que podamos reconquistar la libertad y la justicia social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder".
La emoción que hace un año y medio dominó a todos los que asistíamos al cierre del Congreso Normalizador de la CGT y que aplaudimos esas palabras de Raimundo Ongaro, es difícil de analizar. Sin duda el delegado de Gráficos que acababa de ser elegido Secretario General expresaba el sentimiento de muchos trabajadores, sin duda una elocuencia singular daba a esas palabras un relieve mayor del que se desprende de la letra impresa. Pero quizá lo que más nos impresionaba, sin saberlo, era la visión anticipada de los hechos que iban a sacudir, desgarrar y exaltar al movimiento obrero en la Argentina.
No habían transcurrido veinticuatro horas cuando los que se habían alejado del Congreso acudieron a los ministerios a impugnarlo. No habían transcurrido dos meses cuando formalizaban en Azopardo una CGT paralela. Pasaron quince meses, y la CGT intervenida, ya sin edificio ni personería, ingresaba a la clandestinidad. Junto con docenas de dirigentes, Raimundo Ongaro estaba preso.
Esos quince meses que presenciaron el total cumplimiento del vaticinio formulado el 29 de marzo de 1968, constituyen una de las etapas más extraordinarias en el desarrollo del movimiento obrero argentino. La consigna que la nueva CGT puso en práctica se reducía, en su expresión más sencilla, a cuatro palabras: Rebelión de las Bases. Lo que semejante rebelión implicaba era, sin embargo, vasto y profundo. El desbordamiento de las conducciones claudicantes no se proponía simplemente el reemplazo de hombres envejecidos en la táctica y la entrega, sino la transformación radical del sindicalismo en instrumento de liberación nacional, aunque ello exigiera la destrucción formal de los sindicatos que la encaraban, frente a una dictadura brutal con los trabajadores argentinos en la medida en que estaba sometida a los monopolios extranjeros.
Como esa rebelión se producía en los estrados más profundos del pueblo, pudo pasar inadvertida, no sólo para el gobierno — ciego de nacimiento— sino para un periodismo acostumbrado a percibir nada más que formalidades y transcribir comunicados.
Sin embargo, había signos evidentes. La toma del barrio Clínicas, el 28 de junio de 1968, era la versión anticipada del Cordobazo. La huelga petrolera iniciada en setiembre se prolongaba más de dos meses, y la huelga de Fabril no llegaría a levantarse.
Raimundo Ongaro tenía la certeza de que el movimiento obrero estaba saliendo de una profunda crisis de confianza. Si un grupo de dirigentes, por pequeño que fuese, aguantaba todas las amenazas y seducciones, las amarguras y las derrotas, esa confianza debía renacer. La CGT de los Argentinos cumplió ese papel hasta el sacrificio. Su estructura formal fue despedazada por las intervenciones, las intrigas, los abandonos. La llama que había encendido pareció a punto de extinguirse: en el verano que sucedió a las dos grandes huelgas, una calma siniestra de derrota pareció extenderse por todo el país. Nunca como en esos días de pasillos semidesiertos brilló tanto la fe de Ongaro, su aptitud para agrandarse en la adversidad y contagiar esa fe a quienes lo rodeaban.
Igual que en los días eufóricos del Congreso Normalizador, en estos días amargos veía más lejos que sus enemigos. Había recorrido el país palmo a palmo, movilizando las masas y siendo movilizado por ellas. La versión que traía de esas giras era siempre la misma: la gente estaba harta de humillación y sufrimientos, quería pelear, pedía armas, y aun sin armas estaba dispuesta a salir a la calle. La calma era engañosa, y la derrota aparente.
En abril se puso en movimiento el norte santafesino y Ongaro volvió a alzar una bandera argentina junto a los trabajadores y los curas rebeldes de Villa Ocampo, esta vez ante el fuego de los fusiles. Tucumán se agitaba nuevamente, y el incendio se propagaba a Resistencia, Corrientes, Rosario, Córdoba. La sangre derramada por estudiantes y trabajadores selló una alianza que transformaba radicalmente el equilibrio de fuerzas, abriendo a todo el pueblo una perspectiva revolucionaria.
Esa perspectiva es la que hoy tenemos ante nosotros. En un año y medio el movimiento obrero ha pasado de la postración a la plena conciencia de su fuerza, ha aprendido a devolver una mínima parte de la violencia que se ejerce contra él y se dispone a llevar la lucha hasta la conquista del poder político, camino difícil pero único para destruir la sociedad explotadora y "socializar con signo nacional las riquezas y los bienes fundamentales que producimos los trabajadores".
En esa transformación, la CGT de los Argentinos desempeñó un papel protagónico. Ese papel es el que hoy purgan en las cárceles de la dictadura Raimundo Ongaro, Agustín Tosco, Jorge Di Pascuale, y muchos más pero hoy todos sabemos que la llama que encendieron no se apagará, que otros como ellos han surgido en las luchas de todo el país.
La difusión del Programa del 1º de Mayo, que Ongaro contribuyó a forjar y poner en práctica, y de los escritos que desarrollaron y profundizaron ese programa, es tarea importante del movimiento obrero.
Tal como él presumía, el camino que separaba a un dirigente sindical de un dirigente revolucionario, estaba sembrado de espinas. Habiendo recorrido ese camino, bien puede Raimundo Ongaro afirmar que no le importan las rejas que padece. Preso, sigue libre en el afecto de sus compañeros. Amordazado, sigue hablando en los hechos que produce el pueblo.
Setiembre de 1969
"Todos los poderosos se van a unir contra nosotros. Es posible que intenten la formación de otro cuerpo. Es posible que vayan a los ministerios para decir que este Congreso es nulo. Tal vez no tengamos edificio, tal vez no tengamos personería, tal vez no tengamos esta poca libertad con que lo estamos desafiando todo… Pero este Secretariado y este Consejo Directivo, a la luz o en la clandestinidad, son las únicas y legítimas autoridades de la CGT, hasta que podamos reconquistar la libertad y la justicia social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder".
La emoción que hace un año y medio dominó a todos los que asistíamos al cierre del Congreso Normalizador de la CGT y que aplaudimos esas palabras de Raimundo Ongaro, es difícil de analizar. Sin duda el delegado de Gráficos que acababa de ser elegido Secretario General expresaba el sentimiento de muchos trabajadores, sin duda una elocuencia singular daba a esas palabras un relieve mayor del que se desprende de la letra impresa. Pero quizá lo que más nos impresionaba, sin saberlo, era la visión anticipada de los hechos que iban a sacudir, desgarrar y exaltar al movimiento obrero en la Argentina.
No habían transcurrido veinticuatro horas cuando los que se habían alejado del Congreso acudieron a los ministerios a impugnarlo. No habían transcurrido dos meses cuando formalizaban en Azopardo una CGT paralela. Pasaron quince meses, y la CGT intervenida, ya sin edificio ni personería, ingresaba a la clandestinidad. Junto con docenas de dirigentes, Raimundo Ongaro estaba preso.
Esos quince meses que presenciaron el total cumplimiento del vaticinio formulado el 29 de marzo de 1968, constituyen una de las etapas más extraordinarias en el desarrollo del movimiento obrero argentino. La consigna que la nueva CGT puso en práctica se reducía, en su expresión más sencilla, a cuatro palabras: Rebelión de las Bases. Lo que semejante rebelión implicaba era, sin embargo, vasto y profundo. El desbordamiento de las conducciones claudicantes no se proponía simplemente el reemplazo de hombres envejecidos en la táctica y la entrega, sino la transformación radical del sindicalismo en instrumento de liberación nacional, aunque ello exigiera la destrucción formal de los sindicatos que la encaraban, frente a una dictadura brutal con los trabajadores argentinos en la medida en que estaba sometida a los monopolios extranjeros.
Como esa rebelión se producía en los estrados más profundos del pueblo, pudo pasar inadvertida, no sólo para el gobierno — ciego de nacimiento— sino para un periodismo acostumbrado a percibir nada más que formalidades y transcribir comunicados.
Sin embargo, había signos evidentes. La toma del barrio Clínicas, el 28 de junio de 1968, era la versión anticipada del Cordobazo. La huelga petrolera iniciada en setiembre se prolongaba más de dos meses, y la huelga de Fabril no llegaría a levantarse.
Raimundo Ongaro tenía la certeza de que el movimiento obrero estaba saliendo de una profunda crisis de confianza. Si un grupo de dirigentes, por pequeño que fuese, aguantaba todas las amenazas y seducciones, las amarguras y las derrotas, esa confianza debía renacer. La CGT de los Argentinos cumplió ese papel hasta el sacrificio. Su estructura formal fue despedazada por las intervenciones, las intrigas, los abandonos. La llama que había encendido pareció a punto de extinguirse: en el verano que sucedió a las dos grandes huelgas, una calma siniestra de derrota pareció extenderse por todo el país. Nunca como en esos días de pasillos semidesiertos brilló tanto la fe de Ongaro, su aptitud para agrandarse en la adversidad y contagiar esa fe a quienes lo rodeaban.
Igual que en los días eufóricos del Congreso Normalizador, en estos días amargos veía más lejos que sus enemigos. Había recorrido el país palmo a palmo, movilizando las masas y siendo movilizado por ellas. La versión que traía de esas giras era siempre la misma: la gente estaba harta de humillación y sufrimientos, quería pelear, pedía armas, y aun sin armas estaba dispuesta a salir a la calle. La calma era engañosa, y la derrota aparente.
En abril se puso en movimiento el norte santafesino y Ongaro volvió a alzar una bandera argentina junto a los trabajadores y los curas rebeldes de Villa Ocampo, esta vez ante el fuego de los fusiles. Tucumán se agitaba nuevamente, y el incendio se propagaba a Resistencia, Corrientes, Rosario, Córdoba. La sangre derramada por estudiantes y trabajadores selló una alianza que transformaba radicalmente el equilibrio de fuerzas, abriendo a todo el pueblo una perspectiva revolucionaria.
Esa perspectiva es la que hoy tenemos ante nosotros. En un año y medio el movimiento obrero ha pasado de la postración a la plena conciencia de su fuerza, ha aprendido a devolver una mínima parte de la violencia que se ejerce contra él y se dispone a llevar la lucha hasta la conquista del poder político, camino difícil pero único para destruir la sociedad explotadora y "socializar con signo nacional las riquezas y los bienes fundamentales que producimos los trabajadores".
En esa transformación, la CGT de los Argentinos desempeñó un papel protagónico. Ese papel es el que hoy purgan en las cárceles de la dictadura Raimundo Ongaro, Agustín Tosco, Jorge Di Pascuale, y muchos más pero hoy todos sabemos que la llama que encendieron no se apagará, que otros como ellos han surgido en las luchas de todo el país.
La difusión del Programa del 1º de Mayo, que Ongaro contribuyó a forjar y poner en práctica, y de los escritos que desarrollaron y profundizaron ese programa, es tarea importante del movimiento obrero.
Tal como él presumía, el camino que separaba a un dirigente sindical de un dirigente revolucionario, estaba sembrado de espinas. Habiendo recorrido ese camino, bien puede Raimundo Ongaro afirmar que no le importan las rejas que padece. Preso, sigue libre en el afecto de sus compañeros. Amordazado, sigue hablando en los hechos que produce el pueblo.
Setiembre de 1969
Afiche de Ricardo Carpani |
Palabras iniciales
[Del Semanario de la CGTA, 1973]
Por Ricardo Carpani
Marzo 1968 - Marzo 1973
CGT DE LOS ARGENTINOS
A partir del golpe contrarrevolucionario de setiembre de 1955, la lucha de la clase obrera argentina ha estado jalonada por una serie de momentos culminantes, que determinaron cambios sustanciales en la continuidad de su accionar político.
Cada uno de ellos fue marcando, al mismo tiempo que la irreductible voluntad popular de no aceptar pasivamente la estabilización del sistema bugués-imperialista en crisis, el ascenso permanente de la conciencia de sus finalidades históricas por parte de los trabajadores y, de ese modo, la irreversibilidad de nuestro proceso de liberación nacional y social, pese a las condiciones adversas generadas por la restauración oligárquica en el transcurso de los últimos 18 años.
El carácter masivo del repudio peronista a la dictadura de los monopolios, expresado en las urnas el 11 de marzo de 1973, hizo de esta fecha uno de esos momentos; sus consecuencias pueden constituir, a partir del 25 de mayo el inicio de un nuevo período de aceleración y profundización de aquel proceso, incalculable en sus alcances. Pero si ese acto de repudio fue posible, y con él la esperanza actual en que una nueva y superior etapa llegue a consolidarse, no se debió al repentino descubrimiento, por parte de los generales de la entrega, de una insospechada vocación de respeto a las mayorías populares ni mucho menos a una espontánea intención de abandonar las palancas del poder que ejercen representando al imperialismo y sus socios nativos.
En efecto, las elecciones del 11 de marzo expresan el fracaso rotundo del régimen militar instaurado en 1966, con su política de saqueo imperialista de las riquezas nacionales, superexplotación del trabajo y hambreamiento para los sectores populares. Y la razón fundamental de ese fracaso está en la resistencia activa y sin cuartel de los trabajadores argentinos a lo largo de estos últimos años, impidiendo la imposición de una "paz social" fundada en la prepotencia de las bayonetas, que garantizara sin sobresaltos la rentabilidad expoliadora de las inversiones monopolistas internacionales.
[Del Semanario de la CGTA, 1973]
Por Ricardo Carpani
Marzo 1968 - Marzo 1973
CGT DE LOS ARGENTINOS
A partir del golpe contrarrevolucionario de setiembre de 1955, la lucha de la clase obrera argentina ha estado jalonada por una serie de momentos culminantes, que determinaron cambios sustanciales en la continuidad de su accionar político.
Cada uno de ellos fue marcando, al mismo tiempo que la irreductible voluntad popular de no aceptar pasivamente la estabilización del sistema bugués-imperialista en crisis, el ascenso permanente de la conciencia de sus finalidades históricas por parte de los trabajadores y, de ese modo, la irreversibilidad de nuestro proceso de liberación nacional y social, pese a las condiciones adversas generadas por la restauración oligárquica en el transcurso de los últimos 18 años.
El carácter masivo del repudio peronista a la dictadura de los monopolios, expresado en las urnas el 11 de marzo de 1973, hizo de esta fecha uno de esos momentos; sus consecuencias pueden constituir, a partir del 25 de mayo el inicio de un nuevo período de aceleración y profundización de aquel proceso, incalculable en sus alcances. Pero si ese acto de repudio fue posible, y con él la esperanza actual en que una nueva y superior etapa llegue a consolidarse, no se debió al repentino descubrimiento, por parte de los generales de la entrega, de una insospechada vocación de respeto a las mayorías populares ni mucho menos a una espontánea intención de abandonar las palancas del poder que ejercen representando al imperialismo y sus socios nativos.
En efecto, las elecciones del 11 de marzo expresan el fracaso rotundo del régimen militar instaurado en 1966, con su política de saqueo imperialista de las riquezas nacionales, superexplotación del trabajo y hambreamiento para los sectores populares. Y la razón fundamental de ese fracaso está en la resistencia activa y sin cuartel de los trabajadores argentinos a lo largo de estos últimos años, impidiendo la imposición de una "paz social" fundada en la prepotencia de las bayonetas, que garantizara sin sobresaltos la rentabilidad expoliadora de las inversiones monopolistas internacionales.
Signo de los tiempos. Viñeta humorística de Wolinski aparecida en la revista Cristianismo y Revolución en 1970. El cuadro se titulaba "ES-CORIA" |
Estas elecciones fueron, pues, una conquista de los trabajadores, arrancada a la dictadura militar en la persistencia de una lucha sangrienta y sacrificada, que forzó a ésta a buscar una salida perpetuadora del sistema en la negociación con los sectores claudicantes y traidores del propio Movimiento Nacional. Y fue esa persistencia de la lucha lo que permitió a la conducción estratégica del general Perón ir desmontando una a una todas las trampas tendidas por el régimen, en colaboración con esos sectores claudicantes, hasta enredar al continuismo en su propio juego tramposo, hacer irreversible el proceso electoral y posibilitar la expresión masiva del repudio popular pese al carácter fraudulento y condicionado de dicho proceso.
La presente recopilación de algunas declaraciones y artículos es un testimonio vivo de esa lucha de los trabajadores argentinos, escrito día a día, al calor de la batalla, durante los últimos decisivos 5 años. En sus páginas están presentes, explícita o implícitamente, todos los héroes y mártires que pagaron con su vida, la tortura o la cárcel el derecho a pelear por la libertad y la dignidad humana. Están también aquellos momentos culminantes que jalonaron esa lucha. Es más, dichas páginas comenzaron a escribirse en uno de esos momentos: como consecuencia del Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, reunido del 28 al 30 de marzo de 1968.
Inmediatamente después de la restauración oligárquica del 55, la militancia obrera peronista, lejos de resignarse ante la derrota momentánea, inicia una larga lucha por la recuperación popular del poder. Masacres y fusilamientos, tortura y prisiones, serán las respuestas sistemáticas del régimen vendepatria. Cambiarán los hombres y los ropajes —"constitucionales" o "de facto"—, pero no cambiarán sus métodos represivos ni la esencia reaccionaria, burguesa, dependiente y proimperialista que lo caracterizan.
Sin embargo, la represión no será su única respuesta. Habrá también otra más sutil y efectiva: la corrupción y el soborno, directos o indirectos, de las direcciones sindicales. Muchos dirigentes entrarán en el juego, transformándose en burócratas y traicionando a su clase. Para quienes permanezcan fieles a ella y para el resto de la militancia revolucionaria peronista la lucha se planteará en el futuro en un doble frente: contra el régimen y contra la burocracia sindical y política del Movimiento, objetivamente aliados en la defensa de sus bastardos intereses coincidentes.
Sobre la base de esa lucha y respondiendo a la voluntad crecientemente combativa de los trabajadores, la tendencia revolucionaria del peronismo obrero consigue desplazar a los burócratas traidores en el mencionado Congreso Normalizador. Estos, con el apoyo gubernamental, desconocen el Congreso y dividen al movimiento obrero. Nace así la CGT de los Argentinos y con ella comienzan a escribirse a través de su periódico las páginas de esta recopilación.
Desde el "Mensaje a los Trabajadores y el Pueblo", el 1º de mayo de 1968, pasando por la descripción de las luchas que durante todo ese año y el siguiente encabeza la CGT de los Argentinos y que van preparando el clima de rebelión que desemboca en el "Cordobazo" (otro momento culminante del proceso), hasta el paso de ésta a la clandestinidad, el encarcelamiento de sus militantes, la descripción de las luchas obreras posteriores —tomas de fábricas, insurrecciones populares a lo largo y ancho del país, consolidación de las organizaciones armadas, etc.—, en fin, todo lo que fue determinando el fracaso del régimen militar, se expresa en esas páginas como persistencia inalterable de una lúcida conciencia revolucionaria y una insobornable conducta al servicio de los trabajadores, algunas de cuyas manifestaciones se hace necesario destacar. Y no ya por lo que significaron en su momento como prueba de la madurez de conciencia de la clase obrera argentina, sino, principalmente, por la significación que adquieren ante la futura lucha que se avecina. Puede decirse que dichas manifestaciones de los sectores revolucionarios del peronismo obrero expresados en los últimos 5 años por la CGT de los Argentinos, prefiguran el carácter de la lucha en la nueva etapa que se abre el 25 de mayo de 1973.
Destaco en primer término el lúcido reconocimiento de que nuestra lucha de liberación nacional contra el imperialismo es inseparable de la lucha de clases, ya que éste ejerce su dominio expoliador a través de sus socios subordinados: la gran burguesía nativa y un ejército supuestamente nacional, pero, en los hechos, mero brazo armado de esa burguesía y los monopolios internacionales.
Siendo la lucha de liberación nacional una lucha de clases, sólo a los trabajadores unidos y organizados corresponde la dirección hegemónica del proceso, que no podrá por lo tanto detenerse en la simple expulsión de los monopolios imperialistas, sino que implica también el desplazar simultáneamente del poder a todos los sectores de la burguesía nativa —esencialmente dependiente— destruyendo el sistema capitalista e iniciando la construcción del socialismo en nuestra Patria.
Las páginas de esta recopilación son terminantes al respecto. En ellas puede leerse: "La clase trabajadora argentina no reprueba una forma determinada del capitalismo, las cuestiona a todas". Y más adelante: "La clase tabajadora tiene como misión histórica la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de producción y distribución de bienes". Y para precisar el contenido específico de este cuestionamiento del sistema capitalista, como así también del socialismo que se intenta construir: "La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción". Está claro, entonces, que, mal que les pese a los burócratas reformistas y a los políticos del nacionalismo burgués, para el peronismo obrero verdaderamente nacionalista y revolucionario la lucha de liberación nacional se identifica en un mismo proyecto histórico con la lucha de liberación social de los trabajadores, la destrucción del sistema capitalista y la construcción de una patria socialista.
Cabe señalar, además, el carácter eminentemente político revolucionario y, por lo tanto, antiburocrático, que imprimió a su accionar la CGT de los Argentinos desde sus orígenes: "El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir".
Concretamente, la lucha sindical adquiere real sentido revolucionario tan sólo si se la considera como un aspecto de la lucha política contra el imperialismo y el sistema capitalista. De ese modo, toda argumentación tendiente a justificar la inactividad política o la conciliación con el sistema en aras de preservar una supuesta defensa sindical de los trabajadores, demuestra su verdadero carácter reformista; mera argucia de burócratas amarillos cómodamente instalados en dicho sistema. Frente a ella la CGT de los Argentinos afirma: "Preferimos honra sin sindicatos que sindicatos sin honra". Así: "La lucha por mejores condiciones de vida es inseparable de la lucha por el poder". Y esa lucha por el poder es para el movimiento obrero el factor fundamental al cual todos los otros deben estar subordinados.
Es de destacar también la constante desmistificación de la violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los hechos, como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad estratificada en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia represiva del régimen, la violencia de la explotación cotidiana que el sistema impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la necesidad de ejercer por parte de éstos todas las formas de violencia revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación.
En el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que la única unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea.
Retengamos todas estas manifestaciones pues insisto en que ellas constituyen ejes esenciales en torno a los cuales girará la batalla en la próxima etapa que se inicia el 25 de mayo.
A no ser que los sectores más gorilas de las fuerzas armadas, desesperados en su odio de clase, intenten exitosamente impedirlo, todo hace suponer que el 25 de mayo el peronismo accederá nuevamente al aparato del gobierno después de 18 años de proscripción y lucha popular. Se cumplirá así uno de los objetivos de esa larga lucha, sacrificada y sangrienta. Sin embargo, el saldo que ella dejó trasciende ampliamente los límites de ese objetivo. La experiencia de la derrota del 55 y la adversidad de la lucha posterior fueron templando en la militancia obrera peronista una conciencia revolucionaria de la cual las páginas de esta recopilación son un ejemplo. Y es precisamente esa conciencia obrera de los fines perseguidos y de cómo llegar a ellos lo que modifica totalmente el cuadro en el cual deberá el peronismo ejercer nuevamente el gobierno.
Está claro que ya no podrá reeditarse la misma experiencia que llevó a la derrota del 55. Está claro que no bastará con el control del aparato gubernamental burgués, pues ese control será siempre necesariamente condicionado y neutralizado por todos los reaseguros para el sistema, derivados del propio carácter burgués del aparato estatal. Está claro, entonces, que lo único que puede garantizar el desarrollo y cumplimiento de nuestra lucha de liberación no es ya el control —obligadamente relativizado— del gobierno, sino el poder real y efectivo de los trabajadores organizados, como punto de arranque hacia la construcción de un socialismo nacional de proyección latinoamericana. Ello implica necesariamente el desmantelamiento de la vieja maquinaria gubernamental burguesa y su reemplazo por otra, en la cual ese poder de los trabajadores y el pueblo pueda realizarse en forma directa, pasando éstos a ser los verdaderos constructores de su propio destino. Tal es la perspectiva de lucha que se abre en esta nueva etapa al peronismo revolucionario y a la que podemos caracterizar como de lucha abierta y definitiva contra todo tipo de reformismo. Revolución o reformismo, constituye el dilema fundamental que deberán resolver los trabajadores argentinos, y de que se imponga uno u otro depende la realización o frustración de nuestra liberación nacional y social en el corto o mediano plazo.
Esta opción, sin embargo, no es enteramente nueva. El nacimiento mismo de la CGT de los Argentinos está signado por ella, y las batallas contra la conciliación de clases, el burocratismo sindical y político, el "desarrollismo" económico de los sectores burgueses del movimiento, etc., junto con las pautas ideológicas que señalé más arriba, así lo prueban a lo largo de toda su trayectoria. Simplemente sucede que con el acceso del peronismo al gobierno, las contradicciones de clase que éste lleva en su seno adquieren una dimensión realmente nacional. Y con ello la opción entre revolución o reformismo se transforma en la opción política fundamental en el país.
Sintetizando, las elecciones fraudulentas y condicionadas del 11 de marzo no son una panacea ni garantizan por sí mismas una profundización del proceso de liberación de nuestro pueblo. Pero el aplastante triunfo peronista hace que se inserten como momento táctico de gran importancia dentro de la estrategia de guerra revolucionaria integral por la construcción del socialismo, que impulsan los sectores revolucionarios del peronismo.
Se abren así nuevas perspectivas de lucha que pueden permitir el paso de la etapa de resistencia al régimen militar vendepatria a una ofensiva creciente y definitiva contra el sistema burgués-imperialista. Pero el acceso del peronismo al gobierno no significa todavía la derrota del sistema, ya que éste tiene sus representantes en las propias filas y puestos directivos del Movimiento; simplemente polariza las opciones fundamentales y clarifica la lucha. Las clases dominantes no abandonan pacíficamente la escena política; mucho menos si detrás de ellas se encuentran intereses de tal magnitud como son los del capital financiero internacional capitaneado por el imperialismo yanqui.
La derrota definitiva del sistema implica, pues, la construcción de un ejército del pueblo, el ejército peronista, capaz de oponerse y derrotar al ejército del sistema. Implica también la organización revolucionaria de la clase obrera peronista, como dirección natural de ese ejército y de todo el proceso. Y ello es inalcanzable sin el desplazamiento simultáneo de los burócratas conciliadores, sindicales y políticos, que pululan en puestos directivos del Movimiento. La lucha por concretar este proceso se inserta en lo que el Gral. Perón definió como "etapa de derrota y persecución del enemigo". Dicha etapa no será aún la etapa de construcción del socialismo pero por la índole de las tareas que deberá encarar la militancia, éste ya debe estar presente y clarificado en ella como objetivo, e, incluso, en parcial ejecución. La responsabilidad mayor de dicho proceso corre por cuenta del peronismo obrero revolucionario, en la organización y movilización permanente de las bases, como única garantía de su cumplimiento.
Los postulados y las acciones de la CGT de los Argentinos en su breve y fecunda historia prefiguraron cualitativamente las características de la lucha futura. La nueva etapa implicará un aumento cuantitativo y una profundización y enriquecimiento de esos postulados y acciones. Se cumplirá así con la mayor aspiración de los trabajadores argentinos: "CON PERÓN Y ELPUEBLO AL PODER -POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA -LA PATRIA SOCIALISTA". La ruta que conduce a ella se encuentra en la verdad fundamental de aquella consigna que dice: "SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO".
La presente recopilación de algunas declaraciones y artículos es un testimonio vivo de esa lucha de los trabajadores argentinos, escrito día a día, al calor de la batalla, durante los últimos decisivos 5 años. En sus páginas están presentes, explícita o implícitamente, todos los héroes y mártires que pagaron con su vida, la tortura o la cárcel el derecho a pelear por la libertad y la dignidad humana. Están también aquellos momentos culminantes que jalonaron esa lucha. Es más, dichas páginas comenzaron a escribirse en uno de esos momentos: como consecuencia del Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, reunido del 28 al 30 de marzo de 1968.
Inmediatamente después de la restauración oligárquica del 55, la militancia obrera peronista, lejos de resignarse ante la derrota momentánea, inicia una larga lucha por la recuperación popular del poder. Masacres y fusilamientos, tortura y prisiones, serán las respuestas sistemáticas del régimen vendepatria. Cambiarán los hombres y los ropajes —"constitucionales" o "de facto"—, pero no cambiarán sus métodos represivos ni la esencia reaccionaria, burguesa, dependiente y proimperialista que lo caracterizan.
Sin embargo, la represión no será su única respuesta. Habrá también otra más sutil y efectiva: la corrupción y el soborno, directos o indirectos, de las direcciones sindicales. Muchos dirigentes entrarán en el juego, transformándose en burócratas y traicionando a su clase. Para quienes permanezcan fieles a ella y para el resto de la militancia revolucionaria peronista la lucha se planteará en el futuro en un doble frente: contra el régimen y contra la burocracia sindical y política del Movimiento, objetivamente aliados en la defensa de sus bastardos intereses coincidentes.
Sobre la base de esa lucha y respondiendo a la voluntad crecientemente combativa de los trabajadores, la tendencia revolucionaria del peronismo obrero consigue desplazar a los burócratas traidores en el mencionado Congreso Normalizador. Estos, con el apoyo gubernamental, desconocen el Congreso y dividen al movimiento obrero. Nace así la CGT de los Argentinos y con ella comienzan a escribirse a través de su periódico las páginas de esta recopilación.
Desde el "Mensaje a los Trabajadores y el Pueblo", el 1º de mayo de 1968, pasando por la descripción de las luchas que durante todo ese año y el siguiente encabeza la CGT de los Argentinos y que van preparando el clima de rebelión que desemboca en el "Cordobazo" (otro momento culminante del proceso), hasta el paso de ésta a la clandestinidad, el encarcelamiento de sus militantes, la descripción de las luchas obreras posteriores —tomas de fábricas, insurrecciones populares a lo largo y ancho del país, consolidación de las organizaciones armadas, etc.—, en fin, todo lo que fue determinando el fracaso del régimen militar, se expresa en esas páginas como persistencia inalterable de una lúcida conciencia revolucionaria y una insobornable conducta al servicio de los trabajadores, algunas de cuyas manifestaciones se hace necesario destacar. Y no ya por lo que significaron en su momento como prueba de la madurez de conciencia de la clase obrera argentina, sino, principalmente, por la significación que adquieren ante la futura lucha que se avecina. Puede decirse que dichas manifestaciones de los sectores revolucionarios del peronismo obrero expresados en los últimos 5 años por la CGT de los Argentinos, prefiguran el carácter de la lucha en la nueva etapa que se abre el 25 de mayo de 1973.
Destaco en primer término el lúcido reconocimiento de que nuestra lucha de liberación nacional contra el imperialismo es inseparable de la lucha de clases, ya que éste ejerce su dominio expoliador a través de sus socios subordinados: la gran burguesía nativa y un ejército supuestamente nacional, pero, en los hechos, mero brazo armado de esa burguesía y los monopolios internacionales.
Siendo la lucha de liberación nacional una lucha de clases, sólo a los trabajadores unidos y organizados corresponde la dirección hegemónica del proceso, que no podrá por lo tanto detenerse en la simple expulsión de los monopolios imperialistas, sino que implica también el desplazar simultáneamente del poder a todos los sectores de la burguesía nativa —esencialmente dependiente— destruyendo el sistema capitalista e iniciando la construcción del socialismo en nuestra Patria.
Las páginas de esta recopilación son terminantes al respecto. En ellas puede leerse: "La clase trabajadora argentina no reprueba una forma determinada del capitalismo, las cuestiona a todas". Y más adelante: "La clase tabajadora tiene como misión histórica la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de producción y distribución de bienes". Y para precisar el contenido específico de este cuestionamiento del sistema capitalista, como así también del socialismo que se intenta construir: "La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción". Está claro, entonces, que, mal que les pese a los burócratas reformistas y a los políticos del nacionalismo burgués, para el peronismo obrero verdaderamente nacionalista y revolucionario la lucha de liberación nacional se identifica en un mismo proyecto histórico con la lucha de liberación social de los trabajadores, la destrucción del sistema capitalista y la construcción de una patria socialista.
Cabe señalar, además, el carácter eminentemente político revolucionario y, por lo tanto, antiburocrático, que imprimió a su accionar la CGT de los Argentinos desde sus orígenes: "El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir".
Concretamente, la lucha sindical adquiere real sentido revolucionario tan sólo si se la considera como un aspecto de la lucha política contra el imperialismo y el sistema capitalista. De ese modo, toda argumentación tendiente a justificar la inactividad política o la conciliación con el sistema en aras de preservar una supuesta defensa sindical de los trabajadores, demuestra su verdadero carácter reformista; mera argucia de burócratas amarillos cómodamente instalados en dicho sistema. Frente a ella la CGT de los Argentinos afirma: "Preferimos honra sin sindicatos que sindicatos sin honra". Así: "La lucha por mejores condiciones de vida es inseparable de la lucha por el poder". Y esa lucha por el poder es para el movimiento obrero el factor fundamental al cual todos los otros deben estar subordinados.
Es de destacar también la constante desmistificación de la violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los hechos, como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad estratificada en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia represiva del régimen, la violencia de la explotación cotidiana que el sistema impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la necesidad de ejercer por parte de éstos todas las formas de violencia revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación.
En el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que la única unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea.
Retengamos todas estas manifestaciones pues insisto en que ellas constituyen ejes esenciales en torno a los cuales girará la batalla en la próxima etapa que se inicia el 25 de mayo.
A no ser que los sectores más gorilas de las fuerzas armadas, desesperados en su odio de clase, intenten exitosamente impedirlo, todo hace suponer que el 25 de mayo el peronismo accederá nuevamente al aparato del gobierno después de 18 años de proscripción y lucha popular. Se cumplirá así uno de los objetivos de esa larga lucha, sacrificada y sangrienta. Sin embargo, el saldo que ella dejó trasciende ampliamente los límites de ese objetivo. La experiencia de la derrota del 55 y la adversidad de la lucha posterior fueron templando en la militancia obrera peronista una conciencia revolucionaria de la cual las páginas de esta recopilación son un ejemplo. Y es precisamente esa conciencia obrera de los fines perseguidos y de cómo llegar a ellos lo que modifica totalmente el cuadro en el cual deberá el peronismo ejercer nuevamente el gobierno.
Está claro que ya no podrá reeditarse la misma experiencia que llevó a la derrota del 55. Está claro que no bastará con el control del aparato gubernamental burgués, pues ese control será siempre necesariamente condicionado y neutralizado por todos los reaseguros para el sistema, derivados del propio carácter burgués del aparato estatal. Está claro, entonces, que lo único que puede garantizar el desarrollo y cumplimiento de nuestra lucha de liberación no es ya el control —obligadamente relativizado— del gobierno, sino el poder real y efectivo de los trabajadores organizados, como punto de arranque hacia la construcción de un socialismo nacional de proyección latinoamericana. Ello implica necesariamente el desmantelamiento de la vieja maquinaria gubernamental burguesa y su reemplazo por otra, en la cual ese poder de los trabajadores y el pueblo pueda realizarse en forma directa, pasando éstos a ser los verdaderos constructores de su propio destino. Tal es la perspectiva de lucha que se abre en esta nueva etapa al peronismo revolucionario y a la que podemos caracterizar como de lucha abierta y definitiva contra todo tipo de reformismo. Revolución o reformismo, constituye el dilema fundamental que deberán resolver los trabajadores argentinos, y de que se imponga uno u otro depende la realización o frustración de nuestra liberación nacional y social en el corto o mediano plazo.
Esta opción, sin embargo, no es enteramente nueva. El nacimiento mismo de la CGT de los Argentinos está signado por ella, y las batallas contra la conciliación de clases, el burocratismo sindical y político, el "desarrollismo" económico de los sectores burgueses del movimiento, etc., junto con las pautas ideológicas que señalé más arriba, así lo prueban a lo largo de toda su trayectoria. Simplemente sucede que con el acceso del peronismo al gobierno, las contradicciones de clase que éste lleva en su seno adquieren una dimensión realmente nacional. Y con ello la opción entre revolución o reformismo se transforma en la opción política fundamental en el país.
Sintetizando, las elecciones fraudulentas y condicionadas del 11 de marzo no son una panacea ni garantizan por sí mismas una profundización del proceso de liberación de nuestro pueblo. Pero el aplastante triunfo peronista hace que se inserten como momento táctico de gran importancia dentro de la estrategia de guerra revolucionaria integral por la construcción del socialismo, que impulsan los sectores revolucionarios del peronismo.
Se abren así nuevas perspectivas de lucha que pueden permitir el paso de la etapa de resistencia al régimen militar vendepatria a una ofensiva creciente y definitiva contra el sistema burgués-imperialista. Pero el acceso del peronismo al gobierno no significa todavía la derrota del sistema, ya que éste tiene sus representantes en las propias filas y puestos directivos del Movimiento; simplemente polariza las opciones fundamentales y clarifica la lucha. Las clases dominantes no abandonan pacíficamente la escena política; mucho menos si detrás de ellas se encuentran intereses de tal magnitud como son los del capital financiero internacional capitaneado por el imperialismo yanqui.
La derrota definitiva del sistema implica, pues, la construcción de un ejército del pueblo, el ejército peronista, capaz de oponerse y derrotar al ejército del sistema. Implica también la organización revolucionaria de la clase obrera peronista, como dirección natural de ese ejército y de todo el proceso. Y ello es inalcanzable sin el desplazamiento simultáneo de los burócratas conciliadores, sindicales y políticos, que pululan en puestos directivos del Movimiento. La lucha por concretar este proceso se inserta en lo que el Gral. Perón definió como "etapa de derrota y persecución del enemigo". Dicha etapa no será aún la etapa de construcción del socialismo pero por la índole de las tareas que deberá encarar la militancia, éste ya debe estar presente y clarificado en ella como objetivo, e, incluso, en parcial ejecución. La responsabilidad mayor de dicho proceso corre por cuenta del peronismo obrero revolucionario, en la organización y movilización permanente de las bases, como única garantía de su cumplimiento.
Los postulados y las acciones de la CGT de los Argentinos en su breve y fecunda historia prefiguraron cualitativamente las características de la lucha futura. La nueva etapa implicará un aumento cuantitativo y una profundización y enriquecimiento de esos postulados y acciones. Se cumplirá así con la mayor aspiración de los trabajadores argentinos: "CON PERÓN Y ELPUEBLO AL PODER -POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA -LA PATRIA SOCIALISTA". La ruta que conduce a ella se encuentra en la verdad fundamental de aquella consigna que dice: "SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO".
El Congreso normalizador de la CGT Amado Olmos
[Del Semanario de la CGTA, 1968]
El 28 de marzo de 1968, el Congreso "Amado Olmos" realizado en Buenos Aires normalizó la situación en que se hallaba la Confederación General del Trabajo.
También terminó con una guardia de dirigentes que habían extraviado en el camino las banderas cuya custodia les fue confiada.
Fue un Congreso legalmente constituido, convocado por los mismos que luego lo abandonaron en un intento de quebrar la decisión de la clase trabajadora argentina de despertar de un pesado letargo.
Un letargo que en realidad sólo imperó en el espíritu de esos dirigentes dispuestos a la maniobra política, electoral o golpista, en vez de volcar ese talento que han demostrado poseer, en la organización de la lucha por los derechos de sus hermanos trabajadores.
Empezaron sintiendo vergüenza por sus ropas de obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y antesalas ministeriales y poco a poco de representantes obreros frente al poder se convirtieron en representantes del poder frente a los obreros.
Se enriquecieron, adquirieron hábitos y vicios incompatibles con sus cargos de dirigentes sindicales, burocratizaron sus sindicatos, los transformaron en maquinarias sin contenido, se limitaron —en el mejor de los casos— a la acción social, el tanto por ciento de aumento en cada nuevo convenio, los hoteles de turismo, las colonias de vacaciones.
Olvidaron que los trabajadores no pueden ni deben mantenerse al margen de los problemas fundamentales de la vida nacional.
Olvidaron que la política del gobierno contraría los intereses de la clase trbajadora.
Toleraron los avances incesantes de los monopolios que rigen la economía del país, arruinando a las empresas nacionales, especulando con la desocupación que abarata la mano de obra, envileciendo los salarios.
Durante años esos dirigentes se opusieron entre sí; encarnaban actitudes distintas ante los problemas nacionales, inclusive se combatieron con dureza. El tiempo ha borrado esos matices, ha gastado los ropajes ocasionales y los ha dejado desnudos; es posible ver que se parecen mucho, unos y otros. Por eso ahora, como por arte de magia, están todos juntos, enfrentados a los trabajadores.
El 28 de marzo de 1968 quedaron definitivamente atrás. La CGT normalizada recoge las banderas que ellos arrojaron a un costado y las alza con orgullo para comenzar una nueva etapa, que será de lucha y sacrificio, pero no se desviará en componendas a espaldas del pueblo.
AntecedentesEn 1964 estadísticas de la CGT indicaban que 1.300.000 compatriotas no tenían trabajo. Semana a semana cerraban nuevas fábricas. Se perseguía a las organizaciones sindicales, se asistía con insensibilidad al agravamiento de la crisis que asfixia a Tucumán.
En el mes de julio José Alonso, entonces secretario de la CGT, pone en marcha el plan de lucha, empezando por una primera etapa de esclarecimiento para proseguir con la ocupación masiva de las fábricas. Parecía la reacción lógica contra el deterioro creciente de la economía, la carestía de la vida, la desocupación, el estancamiento progresivo que cubría con el llamamiento de sus dirigentes; comprendían que la acción era necesaria para modificar ese estado de cosas.
Pero los dirigentes jugaban su propio juego; se trataba simplemente de debilitar al gobierno para favorecer los planes intervencionistas de sectores militares cuya palabra aún estaba empeñada en un juramento por el cual, en 1960 y 1963, corrió sangre argentina.
Tras las banderas de la reivindicación gremial se ocultaban actitudes sospechosas. Augusto Vandor convenía con los patrones la hora de ocupación de las plantas, todo transcurría con sorprendente tranquilidad pese al dramatismo de la medida adoptada.
La batalla obrera era utilizada como instrumento político de Vandor y Alonso, enfrentados entre sí, no en defensa de posiciones realmente encontradas, sino en la disputa por el control de un aparato que les servía para negociar con los jefes militares que los alentaban privadamente. Los trabajadores arriesgaron sus salarios, la tranquilidad de sus familias, sus vidas; en verdad eran jugados en una maniobra golpista.
Las grandes maniobras
Cuando el golpe se produjo los jefes se presentaron a cobrar sus dividendos. Una marcha
militar y una proclama genérica, bastaron para atraerlos. En todos los diarios, revistas y noticieros asomaron sus rostros sonrientes mientras a pocos metros juraba un nuevo presidente; habían llegado a la Casa de Gobierno, se les pedía opinión y no retaceaban declaraciones optimistas. La fiesta terminó pronto y tuvieron que irse como lo que eran: invitados a una reunión ajena.
Ya Vandor había conseguido desplazar a Alonso y colocar en la dirección de la CGT a un adicto: Francisco Prado. Entre todos ellos terminaron de desorientar, con sus coqueteos oportunistas, a quienes esperaban una definición categórica de sus dirigentes.
Habían aprendido un lenguaje nuevo, leían libros de sociología, se sentían ideólogos de una conciliación que siempre supieron vestir con apariencias nobles, aunque se tratara en realidad de firmar un pacto con el diablo. Todos los plazos se vencen, y llegó el momento en que el diablo vino a exigirles el alma que habían hipotecado.
Tenían ganas de seguir creyendo en las fantasías que otros inventaban y que ellos repetían, preferían no darse por enterados que no hay conciliación posible con quienes elaboran sus planes sobre la base de la explotación de los trabajadores, la ruina de la industria nacional, el empobrecimiento de la clase media.
Sindicatos, Fuerzas Armadas y Empresarios, era la alianza que se proponían.
Las circunstancias habían cambiado. Los trabajadores nunca renunciaron a su voluntad de trabajo común con otros sectores nacionales; pero la empresa argentina fue destruida por el capital imperialista sin atinar a defenderse y las fuerzas armadas, divididas o no, padecen una desorientación tal que les impide darse cuenta por dónde anda el enemigo.
No bastaba entonces la voluntad de conciliación, porque la conciliación en sí tiene tan poco sentido como la lucha porque sí.
Era necesario tener claros los objetivos, las necesidades, los intereses de la clase trabajadora; ellos eligieron el camino de la conciliación porque sí, atados a ilusiones nacidas cuando esa alianza era posible y también a prebendas personales. Y lograron la conciliación, pero defendiendo objetivos que no eran los de los trabajadores/as ni los del país.
El precio de la traición
La política económica del nuevo gobierno contradijo rápidamente las palabras de los discursos iniciales, desató una ofensiva profunda e implacable, planificada contra los sindicatos que no se plegaban a las condiciones del vencedor. Los grandes dirigentes, deslumbrados por la proximidad del poder, aconsejaban calma, retrocesos tácticos, desalentaban la resistencia.
El caso de Eustaquio Tolosa terminó de mostrar lo que estaba pasando: los portuarios no se oponían a discutir modificaciones que abarataran los procesos económicos, se ofrecían voluntariamente a dialogar, proponían soluciones. Tolosa llegó a entrevistarse con el presidente Onganía. Únicamente solicitaban que no se pusiera en vigencia, unilateralmente, un reglamento de trabajo vergonzoso, que anula viejas conquistas e impone condiciones despiadadas en beneficio de sectores empresarios cuyos representantes eran asesores inmediatos del ministro de Economía Salimei.
Abaratar los costos, "limpiar" el puerto quería decir aumentar la explotación de los trabajadores: eso es lo primero que se les ocurre a todos los "racionalizadores".
Onganía escucha a Tolosa y no dijo más que unas pocas palabras, sin comprometerse. Una semana después se aplicaba la nueva reglamentación: ante el ofrecimiento generoso de los trabajadores de aportar ideas para mejorar el funcionamiento del puerto, se respondía con una provocación. Una táctica que volvió a aplicarse el día en que los portuarios se aprestaban a levantar el paro: ese fue el momento elegido para detener a Tolosa, en medio de la asamblea, por una orden judicial que pudo haberse ejecutado antes o después.
Lo que se proponían era desmantelar la organización sindical, obligarla a salidas desesperadas que la embretaran en una alternativa de hierro: lucha a muerte o capitulación total.
Que el gobierno procediera de esa manera, es posible entenderlo. Pero lo inesperado, lo doloroso fue la relación de algunos de los que dirigían entonces la central obrera, responsables de denuncias policiales contra los trabajadores del puerto que ocuparon el local de Azopardo, procurando sacudir la indiferencia con que se respondía a su situación.
Uno tras otro, son intervenidos o se retira la pesonería gremial o se congelan los fondos a los sindicatos que no aceptan confundirse. Azucareros, químicos, canillitas, prensa, ferroviarios y telefónicos siguen en la lista iniciada por los portuarios.
Los ferroviarios también ilustran con precisión qué busca el gobierno: desmantelar ramales, despedir obreros, preparar el terreno para que los fabricantes extranjeros de camiones puedan hacer mejor su negocio. No se trata de negar las bondades de este sistema de transporte, ni de oponerse al trazado de nuevas rutas, vitales para el desarrollo. Pero, como siempre, se empieza por atacar a los trabajadores y por desbaratar de un plumazo lo que ya existe en el país, a cambio de lo que todavía no se ha construido.
El desmantelamiento de las empresas nacionales, las puertas abiertas para los monopolios que colocan a sus hombres en los ministerios, la política petrolera que vuelve a entregar a extranjeros el sur argentino, la destrucción progresiva del sistema previsional siguieron chocando con las palabras oficiales.
La espada y la pared
La política del tero, de gritar por un lado y poner los huevos por el otro, ha llegado a transformarse en un arte refinado. Pero no sólo las grandes líneas sirven para radiografiar a un gobierno; también las pequeñas medidas definen su actitud. La elevación de la edad jubilatoria de 55 a 60 años es una muestra del desprecio oficial, de esa voluntad de dar siempre otra vuelta de tuerca, de ajustar cada vez más la soga que ciñe el cuello de los trabajadores. ¿Por qué no subir aun más el tope? Si se fijara en 70 años, el problema de los jubilados desaparecería totalmente, desaparecerían los jubilados, para ser más explícitos.
La grave crisis, que el gobierno gestado en junio de 1966 aceleró, hizo que el clamor popular llegara a los hombres que conducían la CGT y los acorralara entre dos fuegos: estaban decididos a "participar", pero para eso necesitaban seguir manejando sus organizaciones, porque a ningún funcionario, ningún militar, ningún banquero le interesa dialogar con un dirigente que no tiene poder sobre sus dirigidos.
Para conservar ese dominio debían responder al reclamo de las bases, y así nació el plan de acción de principios de 1967, viciado desde la raíz por la falta de convicción de quienes lo organizaron. Prendieron una fogata queriendo simular un incendio y terminaron asfixiados por el humo.
Ese plan de acción se proponía calmar la ansiedad de quienes veían oscurecerse cada vez más el panorama, pero sin llevar las cosas demasiado lejos: un poco de ruido, algunas manifestaciones en las calles y de vuelta a casa sin muchos riesgos. Contaban para eso con la complacencia de sus aliados en el gobierno, y se llevaron un chasco: esta vez los militares no quisieron oír hablar ni en broma de obreros en pie de lucha, no aceptaron explicaciones y montaron un operativo de represalias escalonadas que debía terminar con la intervención de la Confederación General del Trabajo.
Ante esas amenazas, los mismos que habían proclamado consignas de rebelión borraron con el codo todas sus palabras y dieron por terminado el plan. Lo peor fueron las excusas a que apelaron: la falta de espíritu combativo de los trabajadores.
Eso es una mentira que corearon a sabiendas; los trabajadores/as están dispuestos a gastar todas sus cartas en la lucha, pero también están cansados de que se juegue con naipes marcados. Miles de trabajadores han ido a parar a los calabozos, han perdido sus trabajos, han sido abandonados sin miramientos por esos dirigentes que gustan ser considerados "factores de poder", "grupos de presión" sin darse cuenta —cuando son bienintencionados— cuál es el poder que integran en su calidad de socios menores.
Suspendido el plan de acción de 1967, el gobierno se jactaba de su poder, del efecto que habían surtido sus amagos y su despliegue de violencia. Hubiera sido el momento de reflexionar, pero esos dirigentes dejaron pasar la oportunidad y actuaron en forma coherente con lo que venían haciendo desde mucho antes: lamieron el zapato que los había golpeado y aguzaron el ingenio para reanudar el diálogo con funcionarios que se negaban a recibirlos.
A pocos días de la clausura claudicante del plan de acción —siempre con el argumento de no perder los sindicatos, que es lo único que a ellos les duele— Taccone y Cavalli ingresaban a los despachos ministeriales, sentaban las bases de colaboracionismo. Realmente resulta difícil entenderlos: tenían evidencia de sobra de que sólo los aceptarían rendidos incondicionalmente, habían hecho todo lo necesario para agradar al secretario de Trabajo y pese a ello los rechazaban. De todos modos insistieron, como hijos del rigor, y después de los primeros reveses volvieron a buscar la segunda cuota. Claro que los reveses no los reciben ellos sino los trabajadores/as.
Aferrados con tenacidad al pequeño islote de poder que les consiente, no se dan cuenta que, poco a poco, son empujados al agua y que nadie les va a tirar un salvavidas el día que pierdan pie.
El argumento sigue siendo conservar los sindicatos, los locales sindicales; la diferencia es que los irán perdiendo de a uno, hagan lo que hagan, porque o se los quitará el gobierno —que no se inquieta por pagar con buena moneda a esos buenos amigos— o los perderán por la rebelión de las bases, dispuestas a ser protagonistas y no testigos mudos del proceso.
Una vez levantado el plan de acción y concluido el oscuro período de Prado, se planteó la necesidad de una sucesión que permitiera continuar los contactos con el gobierno y que, a la vez, no arriesgara a los líderes de primera línea durante un período que preveían difícil. Así surge la Comisión Delegada de 20 miembros, con la tarea de suavizar la transición hacia tiempos mejores: entretanto participacionistas y colaboracionistas siguen negociando con las autoridades, confiados en la inocuidad de los 20.
Las negociaciones tienen una finalidad primordial: obtener el reconocimiento del gobierno. Esto les preocupa mucho más que el reconocimiento de los afiliados.
En señal de protesta, cinco miembros abandonan en poco tiempo la comisión delegada. Para el 26, 27 y 28 de enero de 1968, el Comité Central Confederal había decidido, la realización de un Congreso Normalizador. Con argucias estatutarias los amigos del gobierno, consiguen postergarlo hasta marzo. Son sus últimos días de gracia, que dedicarán a gestiones cada vez más desesperadas ante un interlocutor que pide favores pero no deja de amenazarlos.
Por otra parte los jerarcas colaboracionistas procuran sondear la actitud que asumirían los distintos gremios en el Congreso Normalizador de marzo y planean una reunión de todos los secretarios generales. Reparan entonces que estatutariamente una reunión de esa naturaleza se constituye en órgano de consulta cuya opinión no puede ser desatendida. La solución es convocarlos en dos tandas.
Así se evitan compromisos legales. La primera tanda aceptó postergar el congreso por 60 a 90 días; la segunda exigió su realización inmediata y —poniendo el dedo en la llaga— sostuvo que debían participar las organizaciones intervenidas por el gobierno y las que tienen cancelada su personería gremial. Lo contrario —sostuvieron— equivaldría a convalidar la sanción aplicada a estos gremios, castigados por su actitud combativa.
Frente a la disparidad de opiniones la Comisión Delegada apeló a un nuevo ardid: citó a un concilio secreto a 15 secretarios generales, a los que llamó "notables"; entre ellos Vandor (metalúrgico), Alonso (Vestido), Pérez (Luz y Fuerza), Bono (La Fraternidad), Uncal (Comercio), De Luca (Navales), Horvat (ATE), Pepe (Unión Ferroviaria).
En reuniones celebradas con los 15, la Comisión Delegada propuso dos variantes para una misma maniobra que finalmente fracasó: postergar directamente el Congreso o convocarlo y, una vez constituido, pasar a cuarto intermedio por tres meses, si es que lograban controlarlo.
La maniobra, elaborada por el secretario de Trabajo, apuntaba a dos frentes. Por una parte Rubens San Sebastián podía concurrir sin aprensiones al Congreso de la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, amparado en la sensación de normalidad que ofrecía el movimiento obrero argentino. San Sebastián prometía como retribución "normalizar" algunas organizaciones intervenidas: Unión Ferroviaria, FOTIA, Prensa, Químicos, donde se maniobraría para colocar dirigentes que respetaran ese "pacto de caballeros" y sumaran cerca de 100 votos colaboracionistas al Congreso, que recién tendría lugar cuando San Sebastián estuviera de regreso de Ginebra.
De paso, la "normalización" propuesta por el secretario de Trabajo hubiera eliminado a los actuales dirigentes de los gremios castigados, una pica clavada en Flandes que molestó mucho al gobierno; esos dirigentes que han visto avasallados sus sindicatos, que han debido pasar a la resistencia reorganizando sin medios económicos los aparatos intervenidos, fueron los enemigos más severos de los planes oficiales aceptados por los colaboracionistas.
Se sabe que el avestruz es un animal tonto que esconde la cabeza para no ver el peligro. El gobierno, en cambio, procede como un avestruz vivo, que trata de ocultar a sus enemigos para que no se los vea, aunque no tenga el poder suficiente para hacerlos desaparecer del todo. Nuevas autoridades en los sindicatos intervenidos, elegidas de acuerdo a ciertas formalidades con apariencia de legalidad, hubieran debilitado a los anteriores dirigentes reforzando a la vez el frente participacionista. Inclusive un pequeño grupo de dirigentes tomaron café en la residencia presidencial de Olivos y en un clima muy cordial analizaron con Onganía las características que tendría la nueva CGT: la diferencia estribaba en saber si la central obrera debía convertirse abiertamente en un apéndice de la Secretaría de Trabajo o, si le sería permitido cierto aspecto de autonomía.
Ese es el único punto en el que actualmente discrepan los ocupantes del edificio de la calle Azopardo: apariencias, formalidades tácticas. En el fondo, nada los separa: como osos de feria se preparan para bailar el ritmo que les toquen. Pero sus planes fueron desbaratados y ahora van a tener que bailar en serio.
El Congreso Normalizador
Durante el cónclave de los 15 —como dijimos más arriba convocado por la comisión delegada para tratar de conseguir una nueva postergación del Congreso Normalizador— los representantes de la Asociación Trabajadores del Estado, Navales y Unión Ferroviaria se negaron con energía. La CGT —sostuvieron— no podía asumir el papel de verdugo y bajar el hacha sobre la cabeza de las organizaciones sancionadas por el gobierno, justamente por practicar la solidaridad con azucareros y portuarios. Afirmaron también, que el problema debía ser resuelto por el Congreso Normalizador.
El 28 de marzo en el local de UTA en la calle Moreno 2969 comienza a sesionar el Congreso Normalizador bajo la advocación de Amado Olmos, fallecido en triste accidente hacía un par de meses. Su objetivo: sustituir a la comisión delegada por un nuevo secretariado elegido en congreso mayoritario y representativo de los trabajadores. En nombre de la Comisión Delegada abrió las deliberaciones el ex dirigente Notaro, leyendo la lista de gremios que estatutariamente —dijo—, estaban en condiciones de integrar el Congreso.
Las primeras palabras encerraron también la primera maniobra. Según esa lista, sobre 457 delegados en condiciones de participar, sólo había presentes 219, por lo cual faltaban unos pocos para hacer quórum. En realidad había más de 219 delegados presentes, pero lo que se proponían en ese momento era desconocer a aquellos delegados que representaban a gremios intervenidos o con su personería cancelada.
Plantear las cosas de entrada en esos términos hubiera sido tan violento, que no se animaron a representar públicamente ese papel que desde hace mucho actúan en privado, apelaron a un subterfugio: explicaron que no podían participar en el Congreso los delegados de aquellos gremios que adeudaran sus cuotas a la Caja Confederal. Invocaron para eso el artículo 60 del Estatuto de la CGT.
A esta insidiosa argumentación, que de prosperar hubiera impedido que sesionara el Congreso sin necesidad de que los colaboracionistas y participacionistas tuvieran que desenmascararse, respondió el dirigente telefónico Guillán leyendo el citado artículo 60: "Todas las organizaciones que adeuden sin causa justificada más de cuatro meses a la Caja Confederal, serán consideradas, previa notificación, como dimitentes y en tal caso los miembros del Comité Central Confederal que pertenecen a la organización deudora dejarán automáticamente de formar parte del mismo". Guillán sostuvo que ese no es el caso de las organizaciones que están intervenidas o tienen sus fondos congelados, ya que esas circunstancias son una causa justificada para el atraso de las cuotas. En consecuencia pidió se les permitiera intervenir con voz y voto a la par de las demás organizaciones.
Decididas intervenciones de los representantes de Municipales —que ofrecen pagar en ese mismo momento las cuotas de su gremio— Químicos, Navales, FOTIA y Ferroviarios, obligan a la comisión delegada a aceptar la participación de los gremios que adeudan fondos con causa justificada. Se lee entonces el orden del día y se pasa a elegir la Comisión de Poderes, encargada de analizar las credenciales de los delegados.
Municipales propone que se incluya a la Unión Ferroviaria en esa comisión, pero Lorenzo Pepe declina el ofrecimiento para no dar un pretexto que permita desconocer la legitimidad del Congreso. Después de tres horas de cuarto intermedio para que se analicen las credenciales, el Congreso vuelve a sesionar a las 22.30 con 393 delegados que hacen un minuto de silencio en homenaje a Amado Olmos: también se envía un telegrama al Presidente de la Nación solicitando la libertad de Eustaquio Tolosa. Varios dirigentes preocupados por las controversias que se presentan respecto de algunas credenciales, advierten al congreso acerca de las presiones que se realizan para hacerlo fracasar.
Cuando se eligen autoridades del Congreso, la presidencia es ocupada por Honorio Gutiérrez de UTA. Pallares, de Pintura, informa que ese mismo día la policía disolvió violentamente a los trabajadores de la fábrica Alba "que no estaban ocupando la misma, sino reunidos en asamblea". La Comisión apoya un pedido por la libertad de los detenidos de Alba, empresa del grupo Bunge y Born. También se acepta una moción de Ceramistas contra la "agresión a la que son sometidos los obreros de la fábrica de azulejos San Lorenzo".
Los hijos de los pobres
Inmediatamente Guillán pide que el Congreso haga un llamamiento público a las organizaciones que no han concurrido y se sumen a las deliberaciones de los días 29 y 30. Fustiga también a los dirigentes colaboracionistas pero, propone, queremos que "vengan a discutir aquí, en el seno de la CGT, las diferencias, que puedan tener con este Congreso constituido no sólo legítima sino estatutariamente".
En ese momento toma la palabra por primera vez Raimundo Ongaro, de la Federación Gráfica quien manifiesta su dolor por las organizaciones ausentes y su alegría por la alta inspiración constructiva que alienta al Congreso.
Ongaro se refería en primer lugar a los delegados de Luz y Fuerza, Construcción, Vitivinícolas, SUPE, Comercio y Metalúrgicos que en ningún momento se presentaron al Congreso evidenciando su intención de hacerlo fracasar. También a los del Vestido, Gastronómicos, Alimentación, Vidrio, Sutiaga y Bancarios, que se retiraron luego de la elección de la Comisión de Poderes, durante el cuarto intermedio.
Agregó Ongaro: "Todo el día han estado circulando toda clase de versiones. No sé si afortunada o desgraciadamente, la mayoría de ellas son o van a ser verdaderas; quiero decirlo acá sin faltarle el respeto a los presentes ni a los ausentes: parece mentira, cuando alguna vez los más pobres, los más humildes, los que nunca hemos pedido nada, triunfamos en una votación, que es un hecho normal y accidental en la vida, todos se enojan con nosotros. Nosotros durante años no dijimos nada, cuando veíamos los acuerdos de los núcleos y los dirigentes, acuerdos hechos a espaldas nuestras y de los obreros. Nunca dijimos nada, todo lo aguantamos por el pueblo, por la Patria y por los trabajadores/as. Todo lo aguantamos por unidad, solidaridad y disciplina. Nos íbamos con amargura, tratábamos de justificarles todo a esos dirigentes que hoy se han ido. A esos dirigentes que hoy, cuando en una votación sencilla y normal ganan los hijos de los pobres se han enojado. Les vamos a abrir las puertas, les vamos a abrir los brazos, pero quiero que en la moción conste esto: que esta comisión de poderes que eligió el Congreso también se eligió con todos los atributos de los que, sin tener miedo a perder la vida, han venido a desafiar y a decir la verdad que otros tienen de la piel para adentro, pero ni esa verdad se animan a decir.
Hoy estamos acá, agraviados en nuestra dignidad, pisoteados en los derechos del pueblo, despojados de nuestras conquistas, todos nos han humillado y todavía porque venimos a gritar la verdad, para que no irritemos a los que nos están golpeando nos tendríamos que callar o tal vez tendríamos que ser participacionistas.
Nosotros hemos dicho que preferimos honra sin sindicatos y no los sindicatos sin honra, y mañana nos pueden intervenir. No tenemos aquí ninguna prebenda personal que defender, pues para defender a nuestros compañeros no hace falta el sillón ni el edificio. Lo hacemos porque lo llevamos en la sangre desde que hemos nacido.
Les advierto esta noche, si es que me están escuchando que lo sepan, que les hago un llamado todavía. Dígannos que no están de acuerdo, que piensan distinto, insúltennos, calúmniennos, pero no escriban estas tristes y negras páginas, que porque un gobierno y un ministerio no se animan a impugnarnos, tengan que ser compañeros los que se animen a decir y dejar escrito, que ellos invalidan a los propios compañeros trabajadores".
Al finalizar las palabras de Ongaro, Lorenzo Pepe propuso un cuarto intermedio hasta el día 29 y lamentó que ya estuviera en marcha "una supuesta división del movimiento obrero. Nosotros no hemos dividido a nadie, ellos se han dividido solos". El 29 el Congreso reanudó sus sesiones con 279 delegados, 97 más que el quórum necesario.
Con un entusiasmo que hechos posteriores no confirmaron, el delegado de Municipales llamó "ratas" a los miembros de la Comisión Delegada que abandonaron el Congreso. Arrausi, de FUVA, aclaró entonces que el representante de su sector en la Comisión Delegada no se había retirado sino que estaba en el consultorio de un médico por problemas de salud.
Menna, de la Fraternidad, repudió a quienes realizan maniobras turbias y pidió que se mantuviera la unidad de la clase obrera para formar un bloque inexpugnable contra el enemigo común: la oligarquía y los cipayos al servicio del capital foráneo. Como consecuencia de las palabras del delegado municipal fue necesario aclarar que se encontraban presentes otros miembros de la Comisión Delegada que no abandonaban el Congreso: Coronel (Sanidad), Otto Calacce, Agustín Cuello (FOETRA), Amancio Pafundi (UPCN), Eligio García (Edificios de Renta) y Perfecto Barcia.
Luego tomó la palabra el portuario Mario López Sosa. "Hace dos años, en este mismo recinto —dijo— SUPA señalaba la noche negra que amenazaba a nuestra patria. No fuimos escuchados. Nadie nos creyó. Dijimos que no estábamos en contra de la recuperación portuaria sino en contra de que se nos quitaran las conquistas conseguidas a través de 50 años de luchar a punta de cuchillo por los obreros del puerto.
Pero ¿qué pasaba? Al caer el gobierno de Illia muchos compañeros se presentaron en la Casa Rosada. Nosotros, los portuarios no nos presentamos porque al ver cómo se conformaba el gabinete con hombres que fueron escarnio de los trabajadores portuarios dijimos que íbamos a esperar hasta que aclarara. Por eso estamos contentos hoy, porque las organizaciones pobres han dicho basta a los elefantes blancos. Aquí no se ha gritado un viva a ningún político sino a la clase trabajadora. La lucha comienza hoy en este recinto".
Ese día, a las 10 se constituyó la Junta Electoral, presidida por Rodolfo Díaz, de UTA. Se leen los nombres de los miembros de la Lista Azul y Blanca, única presentada y se pasa a votación; 275 votos a favor y cinco en blanco consagran a las nuevas autoridades de la CGT, con mandato hasta 1970.
Entretanto, el secretario de Trabajo San Sebastián, se entrevista con el Presidente Onganía y advierte oficialmente que no se reconocerá al consejo directivo que surja del Congreso "por estar ilegítimamente constituido y no ser auténticamente representativo". Ya veremos quién es representativo; si esta CGT de los Argentinos o el personero de un gobierno elegido por nadie.
Este es el Consejo Directivo de la Confederación General del Trabajo elegido en el Congreso Normalizador:
Secretario General: Raimundo Ongaro (Gráficos).
Secretario General Adjunto: Amancio Pafundi (UPCN).
Secretario de Hacienda: Enrique Coronel (Fraternidad).
Prosecretario de Hacienda: Pedro Avellaneda (ATE).
Secretario Gremial e Interior: Julio Guillán (FOETRA).
Prosecretario Gremial e Interior: Benito Romano (FOTIA).
Secretario de Prensa, Cultura y Propaganda: Ricardo De Luca (Navales).
Secretario de Previsión Social: Antonio Scipione (UF).
Vocales: Honorio Gutiérrez (UTA); Salvador Manganaro (Gas del Estado); Enrique Bellido (Ceramistas); Hipólito Ciocco (Empleados Textiles); Jacinto Padín (SOYEMEP); Eduardo Arrausi (FUVA); Alfredo Lettis (Marina Mercante); Manuel Veiga (TER); Antonio Machese (Calzado); Floreal Lencinas (Jaboneros); Félix Bonditti (Carboneros).
A las 5.30 horas, de la madrugada del 30 de marzo, los congresales clausuraban las deliberaciones, entonando el Himno Nacional Argentino.
Por su parte, los miembros de la ex Comisión Delegada que habían abandonado el Congreso, se reunieron en el edificio de Azopardo (custodiado por la policía, que no fue entregado al nuevo Consejo Directivo) con varios de los grandes bonetes colaboracionistas: Vandor, Armando March, Coria, Cavalli, Izetta, Pérez. Como única respuesta a los llamamientos, decidieron declarar nulo el Congreso, prorrogar el mandato de la Comisión Delegada y suspender a las representaciones de FOETRA, Navales, ATE, UPCN, Calzado, Jaboneros, Ceramistas, FUVA y Gráficos, ante el Comité Central Confederal y lanzarse a una desaforada campaña de comunicados de prensa, impugnando el Congreso.
Entretanto, el nuevo Consejo Directivo de la auténtica CGT desplegó una intensa actividad: se decidió entre otras cosas que todos los miembros del secretariado y del Consejo Directivo hicieran ante un escribano declaración jurada de sus bienes, para que los trabajadores puedan verificar que en esta CGT de los Argentinos, nadie se enriquece de la noche a la mañana para comprar autos de lujo, colecciones de pintura, perros de raza.
Día a día comunicados de prensa fueron informando a los trabajadores y al pueblo. Se destacó la urgencia de la reapertura de las fuentes de trabajo paralizadas; la derogación de la ley 17.224; se creó la Comisión Nacional de solidaridad de Tucumán; se visitó en la cárcel de Villa Devoto al compañero Eustaquio Tolosa —designado secretario general honorario de la CGT— y se le hizo llegar la solidaridad de todos sus compañeros; se informó a la Organización Internacional del Trabajo de la realización del Congreso Normalizador y de la elección de nuevas autoridades.
Se recibieron dos cartas enviadas desde la cárcel por el compañero Tolosa. En la primera de ellas se advierte sobre la necesidad de ofrecer un frente común a los enemigos del pueblo, y se desalienta la fantasía colaboracionista. También afirma el compañero Tolosa, que creerá en las buenas intenciones de la ex Comisión Delegada, a la cual está dispuesto a recibir, siempre que sea acompañada por miembros del Consejo Directivo de la CGT Normalizadora que dirige el compañero Ongaro. En la segunda carta, luego de manifestar su agradecimiento por haber sido nombrado Secretario General Honorario de la CGT, Tolosa manifiesta que si no recibió a los compañeros designados por el Congreso Normalizador, fue únicamente porque en la cárcel le ocultaron esa visita, y finaliza alentando a la CGT Normalizadora a continuar su lucha.
Para el 1º de Mayo, la CGT ha planeado la realización de actos en todo el país. En Buenos Aires, el acto tendrá lugar en la Plaza San Justo, de La Matanza, a las 15 horas, presidido por el Secretario General Adjunto, Amancio Pafundi. En Rosario, Córdoba y Tucumán, los actos serán presididos por los demás miembros del Consejo Directivo, Ongaro en Córdoba, Guillán en Rosario, Romano en Tucumán.
[Del Semanario de la CGTA, 1968]
El 28 de marzo de 1968, el Congreso "Amado Olmos" realizado en Buenos Aires normalizó la situación en que se hallaba la Confederación General del Trabajo.
También terminó con una guardia de dirigentes que habían extraviado en el camino las banderas cuya custodia les fue confiada.
Fue un Congreso legalmente constituido, convocado por los mismos que luego lo abandonaron en un intento de quebrar la decisión de la clase trabajadora argentina de despertar de un pesado letargo.
Un letargo que en realidad sólo imperó en el espíritu de esos dirigentes dispuestos a la maniobra política, electoral o golpista, en vez de volcar ese talento que han demostrado poseer, en la organización de la lucha por los derechos de sus hermanos trabajadores.
Empezaron sintiendo vergüenza por sus ropas de obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y antesalas ministeriales y poco a poco de representantes obreros frente al poder se convirtieron en representantes del poder frente a los obreros.
Se enriquecieron, adquirieron hábitos y vicios incompatibles con sus cargos de dirigentes sindicales, burocratizaron sus sindicatos, los transformaron en maquinarias sin contenido, se limitaron —en el mejor de los casos— a la acción social, el tanto por ciento de aumento en cada nuevo convenio, los hoteles de turismo, las colonias de vacaciones.
Olvidaron que los trabajadores no pueden ni deben mantenerse al margen de los problemas fundamentales de la vida nacional.
Olvidaron que la política del gobierno contraría los intereses de la clase trbajadora.
Toleraron los avances incesantes de los monopolios que rigen la economía del país, arruinando a las empresas nacionales, especulando con la desocupación que abarata la mano de obra, envileciendo los salarios.
Durante años esos dirigentes se opusieron entre sí; encarnaban actitudes distintas ante los problemas nacionales, inclusive se combatieron con dureza. El tiempo ha borrado esos matices, ha gastado los ropajes ocasionales y los ha dejado desnudos; es posible ver que se parecen mucho, unos y otros. Por eso ahora, como por arte de magia, están todos juntos, enfrentados a los trabajadores.
El 28 de marzo de 1968 quedaron definitivamente atrás. La CGT normalizada recoge las banderas que ellos arrojaron a un costado y las alza con orgullo para comenzar una nueva etapa, que será de lucha y sacrificio, pero no se desviará en componendas a espaldas del pueblo.
AntecedentesEn 1964 estadísticas de la CGT indicaban que 1.300.000 compatriotas no tenían trabajo. Semana a semana cerraban nuevas fábricas. Se perseguía a las organizaciones sindicales, se asistía con insensibilidad al agravamiento de la crisis que asfixia a Tucumán.
En el mes de julio José Alonso, entonces secretario de la CGT, pone en marcha el plan de lucha, empezando por una primera etapa de esclarecimiento para proseguir con la ocupación masiva de las fábricas. Parecía la reacción lógica contra el deterioro creciente de la economía, la carestía de la vida, la desocupación, el estancamiento progresivo que cubría con el llamamiento de sus dirigentes; comprendían que la acción era necesaria para modificar ese estado de cosas.
Pero los dirigentes jugaban su propio juego; se trataba simplemente de debilitar al gobierno para favorecer los planes intervencionistas de sectores militares cuya palabra aún estaba empeñada en un juramento por el cual, en 1960 y 1963, corrió sangre argentina.
Tras las banderas de la reivindicación gremial se ocultaban actitudes sospechosas. Augusto Vandor convenía con los patrones la hora de ocupación de las plantas, todo transcurría con sorprendente tranquilidad pese al dramatismo de la medida adoptada.
La batalla obrera era utilizada como instrumento político de Vandor y Alonso, enfrentados entre sí, no en defensa de posiciones realmente encontradas, sino en la disputa por el control de un aparato que les servía para negociar con los jefes militares que los alentaban privadamente. Los trabajadores arriesgaron sus salarios, la tranquilidad de sus familias, sus vidas; en verdad eran jugados en una maniobra golpista.
Las grandes maniobras
Cuando el golpe se produjo los jefes se presentaron a cobrar sus dividendos. Una marcha
militar y una proclama genérica, bastaron para atraerlos. En todos los diarios, revistas y noticieros asomaron sus rostros sonrientes mientras a pocos metros juraba un nuevo presidente; habían llegado a la Casa de Gobierno, se les pedía opinión y no retaceaban declaraciones optimistas. La fiesta terminó pronto y tuvieron que irse como lo que eran: invitados a una reunión ajena.
Ya Vandor había conseguido desplazar a Alonso y colocar en la dirección de la CGT a un adicto: Francisco Prado. Entre todos ellos terminaron de desorientar, con sus coqueteos oportunistas, a quienes esperaban una definición categórica de sus dirigentes.
Habían aprendido un lenguaje nuevo, leían libros de sociología, se sentían ideólogos de una conciliación que siempre supieron vestir con apariencias nobles, aunque se tratara en realidad de firmar un pacto con el diablo. Todos los plazos se vencen, y llegó el momento en que el diablo vino a exigirles el alma que habían hipotecado.
Tenían ganas de seguir creyendo en las fantasías que otros inventaban y que ellos repetían, preferían no darse por enterados que no hay conciliación posible con quienes elaboran sus planes sobre la base de la explotación de los trabajadores, la ruina de la industria nacional, el empobrecimiento de la clase media.
Sindicatos, Fuerzas Armadas y Empresarios, era la alianza que se proponían.
Las circunstancias habían cambiado. Los trabajadores nunca renunciaron a su voluntad de trabajo común con otros sectores nacionales; pero la empresa argentina fue destruida por el capital imperialista sin atinar a defenderse y las fuerzas armadas, divididas o no, padecen una desorientación tal que les impide darse cuenta por dónde anda el enemigo.
No bastaba entonces la voluntad de conciliación, porque la conciliación en sí tiene tan poco sentido como la lucha porque sí.
Era necesario tener claros los objetivos, las necesidades, los intereses de la clase trabajadora; ellos eligieron el camino de la conciliación porque sí, atados a ilusiones nacidas cuando esa alianza era posible y también a prebendas personales. Y lograron la conciliación, pero defendiendo objetivos que no eran los de los trabajadores/as ni los del país.
El precio de la traición
La política económica del nuevo gobierno contradijo rápidamente las palabras de los discursos iniciales, desató una ofensiva profunda e implacable, planificada contra los sindicatos que no se plegaban a las condiciones del vencedor. Los grandes dirigentes, deslumbrados por la proximidad del poder, aconsejaban calma, retrocesos tácticos, desalentaban la resistencia.
El caso de Eustaquio Tolosa terminó de mostrar lo que estaba pasando: los portuarios no se oponían a discutir modificaciones que abarataran los procesos económicos, se ofrecían voluntariamente a dialogar, proponían soluciones. Tolosa llegó a entrevistarse con el presidente Onganía. Únicamente solicitaban que no se pusiera en vigencia, unilateralmente, un reglamento de trabajo vergonzoso, que anula viejas conquistas e impone condiciones despiadadas en beneficio de sectores empresarios cuyos representantes eran asesores inmediatos del ministro de Economía Salimei.
Abaratar los costos, "limpiar" el puerto quería decir aumentar la explotación de los trabajadores: eso es lo primero que se les ocurre a todos los "racionalizadores".
Onganía escucha a Tolosa y no dijo más que unas pocas palabras, sin comprometerse. Una semana después se aplicaba la nueva reglamentación: ante el ofrecimiento generoso de los trabajadores de aportar ideas para mejorar el funcionamiento del puerto, se respondía con una provocación. Una táctica que volvió a aplicarse el día en que los portuarios se aprestaban a levantar el paro: ese fue el momento elegido para detener a Tolosa, en medio de la asamblea, por una orden judicial que pudo haberse ejecutado antes o después.
Lo que se proponían era desmantelar la organización sindical, obligarla a salidas desesperadas que la embretaran en una alternativa de hierro: lucha a muerte o capitulación total.
Que el gobierno procediera de esa manera, es posible entenderlo. Pero lo inesperado, lo doloroso fue la relación de algunos de los que dirigían entonces la central obrera, responsables de denuncias policiales contra los trabajadores del puerto que ocuparon el local de Azopardo, procurando sacudir la indiferencia con que se respondía a su situación.
Uno tras otro, son intervenidos o se retira la pesonería gremial o se congelan los fondos a los sindicatos que no aceptan confundirse. Azucareros, químicos, canillitas, prensa, ferroviarios y telefónicos siguen en la lista iniciada por los portuarios.
Los ferroviarios también ilustran con precisión qué busca el gobierno: desmantelar ramales, despedir obreros, preparar el terreno para que los fabricantes extranjeros de camiones puedan hacer mejor su negocio. No se trata de negar las bondades de este sistema de transporte, ni de oponerse al trazado de nuevas rutas, vitales para el desarrollo. Pero, como siempre, se empieza por atacar a los trabajadores y por desbaratar de un plumazo lo que ya existe en el país, a cambio de lo que todavía no se ha construido.
El desmantelamiento de las empresas nacionales, las puertas abiertas para los monopolios que colocan a sus hombres en los ministerios, la política petrolera que vuelve a entregar a extranjeros el sur argentino, la destrucción progresiva del sistema previsional siguieron chocando con las palabras oficiales.
La espada y la pared
La política del tero, de gritar por un lado y poner los huevos por el otro, ha llegado a transformarse en un arte refinado. Pero no sólo las grandes líneas sirven para radiografiar a un gobierno; también las pequeñas medidas definen su actitud. La elevación de la edad jubilatoria de 55 a 60 años es una muestra del desprecio oficial, de esa voluntad de dar siempre otra vuelta de tuerca, de ajustar cada vez más la soga que ciñe el cuello de los trabajadores. ¿Por qué no subir aun más el tope? Si se fijara en 70 años, el problema de los jubilados desaparecería totalmente, desaparecerían los jubilados, para ser más explícitos.
La grave crisis, que el gobierno gestado en junio de 1966 aceleró, hizo que el clamor popular llegara a los hombres que conducían la CGT y los acorralara entre dos fuegos: estaban decididos a "participar", pero para eso necesitaban seguir manejando sus organizaciones, porque a ningún funcionario, ningún militar, ningún banquero le interesa dialogar con un dirigente que no tiene poder sobre sus dirigidos.
Para conservar ese dominio debían responder al reclamo de las bases, y así nació el plan de acción de principios de 1967, viciado desde la raíz por la falta de convicción de quienes lo organizaron. Prendieron una fogata queriendo simular un incendio y terminaron asfixiados por el humo.
Ese plan de acción se proponía calmar la ansiedad de quienes veían oscurecerse cada vez más el panorama, pero sin llevar las cosas demasiado lejos: un poco de ruido, algunas manifestaciones en las calles y de vuelta a casa sin muchos riesgos. Contaban para eso con la complacencia de sus aliados en el gobierno, y se llevaron un chasco: esta vez los militares no quisieron oír hablar ni en broma de obreros en pie de lucha, no aceptaron explicaciones y montaron un operativo de represalias escalonadas que debía terminar con la intervención de la Confederación General del Trabajo.
Ante esas amenazas, los mismos que habían proclamado consignas de rebelión borraron con el codo todas sus palabras y dieron por terminado el plan. Lo peor fueron las excusas a que apelaron: la falta de espíritu combativo de los trabajadores.
Eso es una mentira que corearon a sabiendas; los trabajadores/as están dispuestos a gastar todas sus cartas en la lucha, pero también están cansados de que se juegue con naipes marcados. Miles de trabajadores han ido a parar a los calabozos, han perdido sus trabajos, han sido abandonados sin miramientos por esos dirigentes que gustan ser considerados "factores de poder", "grupos de presión" sin darse cuenta —cuando son bienintencionados— cuál es el poder que integran en su calidad de socios menores.
Suspendido el plan de acción de 1967, el gobierno se jactaba de su poder, del efecto que habían surtido sus amagos y su despliegue de violencia. Hubiera sido el momento de reflexionar, pero esos dirigentes dejaron pasar la oportunidad y actuaron en forma coherente con lo que venían haciendo desde mucho antes: lamieron el zapato que los había golpeado y aguzaron el ingenio para reanudar el diálogo con funcionarios que se negaban a recibirlos.
A pocos días de la clausura claudicante del plan de acción —siempre con el argumento de no perder los sindicatos, que es lo único que a ellos les duele— Taccone y Cavalli ingresaban a los despachos ministeriales, sentaban las bases de colaboracionismo. Realmente resulta difícil entenderlos: tenían evidencia de sobra de que sólo los aceptarían rendidos incondicionalmente, habían hecho todo lo necesario para agradar al secretario de Trabajo y pese a ello los rechazaban. De todos modos insistieron, como hijos del rigor, y después de los primeros reveses volvieron a buscar la segunda cuota. Claro que los reveses no los reciben ellos sino los trabajadores/as.
Aferrados con tenacidad al pequeño islote de poder que les consiente, no se dan cuenta que, poco a poco, son empujados al agua y que nadie les va a tirar un salvavidas el día que pierdan pie.
El argumento sigue siendo conservar los sindicatos, los locales sindicales; la diferencia es que los irán perdiendo de a uno, hagan lo que hagan, porque o se los quitará el gobierno —que no se inquieta por pagar con buena moneda a esos buenos amigos— o los perderán por la rebelión de las bases, dispuestas a ser protagonistas y no testigos mudos del proceso.
Una vez levantado el plan de acción y concluido el oscuro período de Prado, se planteó la necesidad de una sucesión que permitiera continuar los contactos con el gobierno y que, a la vez, no arriesgara a los líderes de primera línea durante un período que preveían difícil. Así surge la Comisión Delegada de 20 miembros, con la tarea de suavizar la transición hacia tiempos mejores: entretanto participacionistas y colaboracionistas siguen negociando con las autoridades, confiados en la inocuidad de los 20.
Las negociaciones tienen una finalidad primordial: obtener el reconocimiento del gobierno. Esto les preocupa mucho más que el reconocimiento de los afiliados.
En señal de protesta, cinco miembros abandonan en poco tiempo la comisión delegada. Para el 26, 27 y 28 de enero de 1968, el Comité Central Confederal había decidido, la realización de un Congreso Normalizador. Con argucias estatutarias los amigos del gobierno, consiguen postergarlo hasta marzo. Son sus últimos días de gracia, que dedicarán a gestiones cada vez más desesperadas ante un interlocutor que pide favores pero no deja de amenazarlos.
Por otra parte los jerarcas colaboracionistas procuran sondear la actitud que asumirían los distintos gremios en el Congreso Normalizador de marzo y planean una reunión de todos los secretarios generales. Reparan entonces que estatutariamente una reunión de esa naturaleza se constituye en órgano de consulta cuya opinión no puede ser desatendida. La solución es convocarlos en dos tandas.
Así se evitan compromisos legales. La primera tanda aceptó postergar el congreso por 60 a 90 días; la segunda exigió su realización inmediata y —poniendo el dedo en la llaga— sostuvo que debían participar las organizaciones intervenidas por el gobierno y las que tienen cancelada su personería gremial. Lo contrario —sostuvieron— equivaldría a convalidar la sanción aplicada a estos gremios, castigados por su actitud combativa.
Frente a la disparidad de opiniones la Comisión Delegada apeló a un nuevo ardid: citó a un concilio secreto a 15 secretarios generales, a los que llamó "notables"; entre ellos Vandor (metalúrgico), Alonso (Vestido), Pérez (Luz y Fuerza), Bono (La Fraternidad), Uncal (Comercio), De Luca (Navales), Horvat (ATE), Pepe (Unión Ferroviaria).
En reuniones celebradas con los 15, la Comisión Delegada propuso dos variantes para una misma maniobra que finalmente fracasó: postergar directamente el Congreso o convocarlo y, una vez constituido, pasar a cuarto intermedio por tres meses, si es que lograban controlarlo.
La maniobra, elaborada por el secretario de Trabajo, apuntaba a dos frentes. Por una parte Rubens San Sebastián podía concurrir sin aprensiones al Congreso de la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, amparado en la sensación de normalidad que ofrecía el movimiento obrero argentino. San Sebastián prometía como retribución "normalizar" algunas organizaciones intervenidas: Unión Ferroviaria, FOTIA, Prensa, Químicos, donde se maniobraría para colocar dirigentes que respetaran ese "pacto de caballeros" y sumaran cerca de 100 votos colaboracionistas al Congreso, que recién tendría lugar cuando San Sebastián estuviera de regreso de Ginebra.
De paso, la "normalización" propuesta por el secretario de Trabajo hubiera eliminado a los actuales dirigentes de los gremios castigados, una pica clavada en Flandes que molestó mucho al gobierno; esos dirigentes que han visto avasallados sus sindicatos, que han debido pasar a la resistencia reorganizando sin medios económicos los aparatos intervenidos, fueron los enemigos más severos de los planes oficiales aceptados por los colaboracionistas.
Se sabe que el avestruz es un animal tonto que esconde la cabeza para no ver el peligro. El gobierno, en cambio, procede como un avestruz vivo, que trata de ocultar a sus enemigos para que no se los vea, aunque no tenga el poder suficiente para hacerlos desaparecer del todo. Nuevas autoridades en los sindicatos intervenidos, elegidas de acuerdo a ciertas formalidades con apariencia de legalidad, hubieran debilitado a los anteriores dirigentes reforzando a la vez el frente participacionista. Inclusive un pequeño grupo de dirigentes tomaron café en la residencia presidencial de Olivos y en un clima muy cordial analizaron con Onganía las características que tendría la nueva CGT: la diferencia estribaba en saber si la central obrera debía convertirse abiertamente en un apéndice de la Secretaría de Trabajo o, si le sería permitido cierto aspecto de autonomía.
Ese es el único punto en el que actualmente discrepan los ocupantes del edificio de la calle Azopardo: apariencias, formalidades tácticas. En el fondo, nada los separa: como osos de feria se preparan para bailar el ritmo que les toquen. Pero sus planes fueron desbaratados y ahora van a tener que bailar en serio.
El Congreso Normalizador
Durante el cónclave de los 15 —como dijimos más arriba convocado por la comisión delegada para tratar de conseguir una nueva postergación del Congreso Normalizador— los representantes de la Asociación Trabajadores del Estado, Navales y Unión Ferroviaria se negaron con energía. La CGT —sostuvieron— no podía asumir el papel de verdugo y bajar el hacha sobre la cabeza de las organizaciones sancionadas por el gobierno, justamente por practicar la solidaridad con azucareros y portuarios. Afirmaron también, que el problema debía ser resuelto por el Congreso Normalizador.
El 28 de marzo en el local de UTA en la calle Moreno 2969 comienza a sesionar el Congreso Normalizador bajo la advocación de Amado Olmos, fallecido en triste accidente hacía un par de meses. Su objetivo: sustituir a la comisión delegada por un nuevo secretariado elegido en congreso mayoritario y representativo de los trabajadores. En nombre de la Comisión Delegada abrió las deliberaciones el ex dirigente Notaro, leyendo la lista de gremios que estatutariamente —dijo—, estaban en condiciones de integrar el Congreso.
Las primeras palabras encerraron también la primera maniobra. Según esa lista, sobre 457 delegados en condiciones de participar, sólo había presentes 219, por lo cual faltaban unos pocos para hacer quórum. En realidad había más de 219 delegados presentes, pero lo que se proponían en ese momento era desconocer a aquellos delegados que representaban a gremios intervenidos o con su personería cancelada.
Plantear las cosas de entrada en esos términos hubiera sido tan violento, que no se animaron a representar públicamente ese papel que desde hace mucho actúan en privado, apelaron a un subterfugio: explicaron que no podían participar en el Congreso los delegados de aquellos gremios que adeudaran sus cuotas a la Caja Confederal. Invocaron para eso el artículo 60 del Estatuto de la CGT.
A esta insidiosa argumentación, que de prosperar hubiera impedido que sesionara el Congreso sin necesidad de que los colaboracionistas y participacionistas tuvieran que desenmascararse, respondió el dirigente telefónico Guillán leyendo el citado artículo 60: "Todas las organizaciones que adeuden sin causa justificada más de cuatro meses a la Caja Confederal, serán consideradas, previa notificación, como dimitentes y en tal caso los miembros del Comité Central Confederal que pertenecen a la organización deudora dejarán automáticamente de formar parte del mismo". Guillán sostuvo que ese no es el caso de las organizaciones que están intervenidas o tienen sus fondos congelados, ya que esas circunstancias son una causa justificada para el atraso de las cuotas. En consecuencia pidió se les permitiera intervenir con voz y voto a la par de las demás organizaciones.
Decididas intervenciones de los representantes de Municipales —que ofrecen pagar en ese mismo momento las cuotas de su gremio— Químicos, Navales, FOTIA y Ferroviarios, obligan a la comisión delegada a aceptar la participación de los gremios que adeudan fondos con causa justificada. Se lee entonces el orden del día y se pasa a elegir la Comisión de Poderes, encargada de analizar las credenciales de los delegados.
Municipales propone que se incluya a la Unión Ferroviaria en esa comisión, pero Lorenzo Pepe declina el ofrecimiento para no dar un pretexto que permita desconocer la legitimidad del Congreso. Después de tres horas de cuarto intermedio para que se analicen las credenciales, el Congreso vuelve a sesionar a las 22.30 con 393 delegados que hacen un minuto de silencio en homenaje a Amado Olmos: también se envía un telegrama al Presidente de la Nación solicitando la libertad de Eustaquio Tolosa. Varios dirigentes preocupados por las controversias que se presentan respecto de algunas credenciales, advierten al congreso acerca de las presiones que se realizan para hacerlo fracasar.
Cuando se eligen autoridades del Congreso, la presidencia es ocupada por Honorio Gutiérrez de UTA. Pallares, de Pintura, informa que ese mismo día la policía disolvió violentamente a los trabajadores de la fábrica Alba "que no estaban ocupando la misma, sino reunidos en asamblea". La Comisión apoya un pedido por la libertad de los detenidos de Alba, empresa del grupo Bunge y Born. También se acepta una moción de Ceramistas contra la "agresión a la que son sometidos los obreros de la fábrica de azulejos San Lorenzo".
Los hijos de los pobres
Inmediatamente Guillán pide que el Congreso haga un llamamiento público a las organizaciones que no han concurrido y se sumen a las deliberaciones de los días 29 y 30. Fustiga también a los dirigentes colaboracionistas pero, propone, queremos que "vengan a discutir aquí, en el seno de la CGT, las diferencias, que puedan tener con este Congreso constituido no sólo legítima sino estatutariamente".
En ese momento toma la palabra por primera vez Raimundo Ongaro, de la Federación Gráfica quien manifiesta su dolor por las organizaciones ausentes y su alegría por la alta inspiración constructiva que alienta al Congreso.
Ongaro se refería en primer lugar a los delegados de Luz y Fuerza, Construcción, Vitivinícolas, SUPE, Comercio y Metalúrgicos que en ningún momento se presentaron al Congreso evidenciando su intención de hacerlo fracasar. También a los del Vestido, Gastronómicos, Alimentación, Vidrio, Sutiaga y Bancarios, que se retiraron luego de la elección de la Comisión de Poderes, durante el cuarto intermedio.
Agregó Ongaro: "Todo el día han estado circulando toda clase de versiones. No sé si afortunada o desgraciadamente, la mayoría de ellas son o van a ser verdaderas; quiero decirlo acá sin faltarle el respeto a los presentes ni a los ausentes: parece mentira, cuando alguna vez los más pobres, los más humildes, los que nunca hemos pedido nada, triunfamos en una votación, que es un hecho normal y accidental en la vida, todos se enojan con nosotros. Nosotros durante años no dijimos nada, cuando veíamos los acuerdos de los núcleos y los dirigentes, acuerdos hechos a espaldas nuestras y de los obreros. Nunca dijimos nada, todo lo aguantamos por el pueblo, por la Patria y por los trabajadores/as. Todo lo aguantamos por unidad, solidaridad y disciplina. Nos íbamos con amargura, tratábamos de justificarles todo a esos dirigentes que hoy se han ido. A esos dirigentes que hoy, cuando en una votación sencilla y normal ganan los hijos de los pobres se han enojado. Les vamos a abrir las puertas, les vamos a abrir los brazos, pero quiero que en la moción conste esto: que esta comisión de poderes que eligió el Congreso también se eligió con todos los atributos de los que, sin tener miedo a perder la vida, han venido a desafiar y a decir la verdad que otros tienen de la piel para adentro, pero ni esa verdad se animan a decir.
Hoy estamos acá, agraviados en nuestra dignidad, pisoteados en los derechos del pueblo, despojados de nuestras conquistas, todos nos han humillado y todavía porque venimos a gritar la verdad, para que no irritemos a los que nos están golpeando nos tendríamos que callar o tal vez tendríamos que ser participacionistas.
Nosotros hemos dicho que preferimos honra sin sindicatos y no los sindicatos sin honra, y mañana nos pueden intervenir. No tenemos aquí ninguna prebenda personal que defender, pues para defender a nuestros compañeros no hace falta el sillón ni el edificio. Lo hacemos porque lo llevamos en la sangre desde que hemos nacido.
Les advierto esta noche, si es que me están escuchando que lo sepan, que les hago un llamado todavía. Dígannos que no están de acuerdo, que piensan distinto, insúltennos, calúmniennos, pero no escriban estas tristes y negras páginas, que porque un gobierno y un ministerio no se animan a impugnarnos, tengan que ser compañeros los que se animen a decir y dejar escrito, que ellos invalidan a los propios compañeros trabajadores".
Al finalizar las palabras de Ongaro, Lorenzo Pepe propuso un cuarto intermedio hasta el día 29 y lamentó que ya estuviera en marcha "una supuesta división del movimiento obrero. Nosotros no hemos dividido a nadie, ellos se han dividido solos". El 29 el Congreso reanudó sus sesiones con 279 delegados, 97 más que el quórum necesario.
Con un entusiasmo que hechos posteriores no confirmaron, el delegado de Municipales llamó "ratas" a los miembros de la Comisión Delegada que abandonaron el Congreso. Arrausi, de FUVA, aclaró entonces que el representante de su sector en la Comisión Delegada no se había retirado sino que estaba en el consultorio de un médico por problemas de salud.
Menna, de la Fraternidad, repudió a quienes realizan maniobras turbias y pidió que se mantuviera la unidad de la clase obrera para formar un bloque inexpugnable contra el enemigo común: la oligarquía y los cipayos al servicio del capital foráneo. Como consecuencia de las palabras del delegado municipal fue necesario aclarar que se encontraban presentes otros miembros de la Comisión Delegada que no abandonaban el Congreso: Coronel (Sanidad), Otto Calacce, Agustín Cuello (FOETRA), Amancio Pafundi (UPCN), Eligio García (Edificios de Renta) y Perfecto Barcia.
Luego tomó la palabra el portuario Mario López Sosa. "Hace dos años, en este mismo recinto —dijo— SUPA señalaba la noche negra que amenazaba a nuestra patria. No fuimos escuchados. Nadie nos creyó. Dijimos que no estábamos en contra de la recuperación portuaria sino en contra de que se nos quitaran las conquistas conseguidas a través de 50 años de luchar a punta de cuchillo por los obreros del puerto.
Pero ¿qué pasaba? Al caer el gobierno de Illia muchos compañeros se presentaron en la Casa Rosada. Nosotros, los portuarios no nos presentamos porque al ver cómo se conformaba el gabinete con hombres que fueron escarnio de los trabajadores portuarios dijimos que íbamos a esperar hasta que aclarara. Por eso estamos contentos hoy, porque las organizaciones pobres han dicho basta a los elefantes blancos. Aquí no se ha gritado un viva a ningún político sino a la clase trabajadora. La lucha comienza hoy en este recinto".
Ese día, a las 10 se constituyó la Junta Electoral, presidida por Rodolfo Díaz, de UTA. Se leen los nombres de los miembros de la Lista Azul y Blanca, única presentada y se pasa a votación; 275 votos a favor y cinco en blanco consagran a las nuevas autoridades de la CGT, con mandato hasta 1970.
Entretanto, el secretario de Trabajo San Sebastián, se entrevista con el Presidente Onganía y advierte oficialmente que no se reconocerá al consejo directivo que surja del Congreso "por estar ilegítimamente constituido y no ser auténticamente representativo". Ya veremos quién es representativo; si esta CGT de los Argentinos o el personero de un gobierno elegido por nadie.
Este es el Consejo Directivo de la Confederación General del Trabajo elegido en el Congreso Normalizador:
Secretario General: Raimundo Ongaro (Gráficos).
Secretario General Adjunto: Amancio Pafundi (UPCN).
Secretario de Hacienda: Enrique Coronel (Fraternidad).
Prosecretario de Hacienda: Pedro Avellaneda (ATE).
Secretario Gremial e Interior: Julio Guillán (FOETRA).
Prosecretario Gremial e Interior: Benito Romano (FOTIA).
Secretario de Prensa, Cultura y Propaganda: Ricardo De Luca (Navales).
Secretario de Previsión Social: Antonio Scipione (UF).
Vocales: Honorio Gutiérrez (UTA); Salvador Manganaro (Gas del Estado); Enrique Bellido (Ceramistas); Hipólito Ciocco (Empleados Textiles); Jacinto Padín (SOYEMEP); Eduardo Arrausi (FUVA); Alfredo Lettis (Marina Mercante); Manuel Veiga (TER); Antonio Machese (Calzado); Floreal Lencinas (Jaboneros); Félix Bonditti (Carboneros).
A las 5.30 horas, de la madrugada del 30 de marzo, los congresales clausuraban las deliberaciones, entonando el Himno Nacional Argentino.
Por su parte, los miembros de la ex Comisión Delegada que habían abandonado el Congreso, se reunieron en el edificio de Azopardo (custodiado por la policía, que no fue entregado al nuevo Consejo Directivo) con varios de los grandes bonetes colaboracionistas: Vandor, Armando March, Coria, Cavalli, Izetta, Pérez. Como única respuesta a los llamamientos, decidieron declarar nulo el Congreso, prorrogar el mandato de la Comisión Delegada y suspender a las representaciones de FOETRA, Navales, ATE, UPCN, Calzado, Jaboneros, Ceramistas, FUVA y Gráficos, ante el Comité Central Confederal y lanzarse a una desaforada campaña de comunicados de prensa, impugnando el Congreso.
Entretanto, el nuevo Consejo Directivo de la auténtica CGT desplegó una intensa actividad: se decidió entre otras cosas que todos los miembros del secretariado y del Consejo Directivo hicieran ante un escribano declaración jurada de sus bienes, para que los trabajadores puedan verificar que en esta CGT de los Argentinos, nadie se enriquece de la noche a la mañana para comprar autos de lujo, colecciones de pintura, perros de raza.
Día a día comunicados de prensa fueron informando a los trabajadores y al pueblo. Se destacó la urgencia de la reapertura de las fuentes de trabajo paralizadas; la derogación de la ley 17.224; se creó la Comisión Nacional de solidaridad de Tucumán; se visitó en la cárcel de Villa Devoto al compañero Eustaquio Tolosa —designado secretario general honorario de la CGT— y se le hizo llegar la solidaridad de todos sus compañeros; se informó a la Organización Internacional del Trabajo de la realización del Congreso Normalizador y de la elección de nuevas autoridades.
Se recibieron dos cartas enviadas desde la cárcel por el compañero Tolosa. En la primera de ellas se advierte sobre la necesidad de ofrecer un frente común a los enemigos del pueblo, y se desalienta la fantasía colaboracionista. También afirma el compañero Tolosa, que creerá en las buenas intenciones de la ex Comisión Delegada, a la cual está dispuesto a recibir, siempre que sea acompañada por miembros del Consejo Directivo de la CGT Normalizadora que dirige el compañero Ongaro. En la segunda carta, luego de manifestar su agradecimiento por haber sido nombrado Secretario General Honorario de la CGT, Tolosa manifiesta que si no recibió a los compañeros designados por el Congreso Normalizador, fue únicamente porque en la cárcel le ocultaron esa visita, y finaliza alentando a la CGT Normalizadora a continuar su lucha.
Para el 1º de Mayo, la CGT ha planeado la realización de actos en todo el país. En Buenos Aires, el acto tendrá lugar en la Plaza San Justo, de La Matanza, a las 15 horas, presidido por el Secretario General Adjunto, Amancio Pafundi. En Rosario, Córdoba y Tucumán, los actos serán presididos por los demás miembros del Consejo Directivo, Ongaro en Córdoba, Guillán en Rosario, Romano en Tucumán.
Cartas de Perón a Raimundo Ongaro
Madrid, 5 de abril de 1968
Señor Don Raimundo Ongaro
Buenos Aires
Mi querido compañero y amigo:
Por las informaciones y noticias, he seguido el desarrollo de los acontecimientos ocurridos alrededor del Congreso de la CGT y deseo hacerle llegar, junto con mi saludo más afectuoso, mis felicitaciones más cordiales, que le ruego haga extensivas a todos los compañeros que participaron en esa acción, que no solo ha salvado el honor peronista, sino que también ha permitido comprobar fehacientemente la conducta de los que, con diversos pretextos, se encuentran traicionando a los trabajadores y al Movimiento.
Espero que esta elocuente evidencia convenza a los demás compañeros y a la masa popular sobre los verdaderos valores de algunos dirigentes, como asimismo puedan discernir con claridad entre los que sirven y los que son solo simuladores que no persiguen otro fin que sus intereses personales, en procura de una riqueza tan infamante como sus procedimientos. No se ha puesto menos en evidencia la actitud gubernamental que sigue utilizando la corrupción más despreciable en complicidad con los que se avienen a ello con fines de lucro.
Hay una virtud contra la que el dirigente no puede delinquir: la lealtad que debe a la base. Y, cuando olvidando la misión que ha recibido y traicionando sus deberes esenciales, se lanza a la conquista del dinero, poco tarda en quedar destruido por sus propios malos procedimientos. Una cosa es la habilidad en la dirección y otra muy distinta el procedimiento tortuoso con fines inconfesables. Como una cosa es el error o la incapacidad y otra muy distinta la mala intención, obediente a mezquinos intereses. De todo se ha visto en esta oportunidad, pero no es difícil diferenciar los que puedan haberse equivocado, de los que están en otra cosa muy distinta.
Yo, que como siempre, me mantengo al margen de los problemas internos del sindicalismo, porque creo que éstos deben ser resueltos por las respectivas organizaciones, no puedo menos que percibir con extrañeza y con dolor la falta de solidaridad provocada por unos cuantos malintencionados, en complicidad con organismos oficiales que, teniendo la obligación de portarse bien, no escatiman medios para provocar la destrucción de la organización sindical argentina. Y, si por la situación esto puede explicarse, lo que resulta inexplicable es que haya dirigentes que traicionando su deber, se presten para esa destrucción.
El tiempo será el mejor juez y el mejor testigo porque las infamias pueden cometerse: lo difícil es borrarlas. Llegará un día en que cada uno deba rendir cuentas de sus acciones. Mientras tanto responderán ante su conciencia. Le ruego salude a los compañeros.
Un gran abrazo.
Madrid, 5 de abril de 1968
Señor Don Raimundo Ongaro
Buenos Aires
Mi querido compañero y amigo:
Por las informaciones y noticias, he seguido el desarrollo de los acontecimientos ocurridos alrededor del Congreso de la CGT y deseo hacerle llegar, junto con mi saludo más afectuoso, mis felicitaciones más cordiales, que le ruego haga extensivas a todos los compañeros que participaron en esa acción, que no solo ha salvado el honor peronista, sino que también ha permitido comprobar fehacientemente la conducta de los que, con diversos pretextos, se encuentran traicionando a los trabajadores y al Movimiento.
Espero que esta elocuente evidencia convenza a los demás compañeros y a la masa popular sobre los verdaderos valores de algunos dirigentes, como asimismo puedan discernir con claridad entre los que sirven y los que son solo simuladores que no persiguen otro fin que sus intereses personales, en procura de una riqueza tan infamante como sus procedimientos. No se ha puesto menos en evidencia la actitud gubernamental que sigue utilizando la corrupción más despreciable en complicidad con los que se avienen a ello con fines de lucro.
Hay una virtud contra la que el dirigente no puede delinquir: la lealtad que debe a la base. Y, cuando olvidando la misión que ha recibido y traicionando sus deberes esenciales, se lanza a la conquista del dinero, poco tarda en quedar destruido por sus propios malos procedimientos. Una cosa es la habilidad en la dirección y otra muy distinta el procedimiento tortuoso con fines inconfesables. Como una cosa es el error o la incapacidad y otra muy distinta la mala intención, obediente a mezquinos intereses. De todo se ha visto en esta oportunidad, pero no es difícil diferenciar los que puedan haberse equivocado, de los que están en otra cosa muy distinta.
Yo, que como siempre, me mantengo al margen de los problemas internos del sindicalismo, porque creo que éstos deben ser resueltos por las respectivas organizaciones, no puedo menos que percibir con extrañeza y con dolor la falta de solidaridad provocada por unos cuantos malintencionados, en complicidad con organismos oficiales que, teniendo la obligación de portarse bien, no escatiman medios para provocar la destrucción de la organización sindical argentina. Y, si por la situación esto puede explicarse, lo que resulta inexplicable es que haya dirigentes que traicionando su deber, se presten para esa destrucción.
El tiempo será el mejor juez y el mejor testigo porque las infamias pueden cometerse: lo difícil es borrarlas. Llegará un día en que cada uno deba rendir cuentas de sus acciones. Mientras tanto responderán ante su conciencia. Le ruego salude a los compañeros.
Un gran abrazo.
Madrid, 27 de junio de 1968
Señor Don Raimundo Ongaro
Buenos Aires.
Querido compañero:
Desde el comienzo de las actividades sindicales de la CGT que Usted encabeza, he venido observando un cambio radical en la conducta de las organizaciones sindicales. Es indudable que la inacción suicida que caracterizó a la etapa anterior, como consecuencia de la descomposición moral de un numeroso grupo de dirigentes sindicales que, en vez de cumplir con su misión, se dedicaron a especular desdorosamente con su cargo, ha sido la causa que más ha gravitado en el desastre de la conducción de la Clase Trabajadora y, en consecuencia, el remedio no puede ser otro que reemplazar a esos dirigentes con hombres que vuelvan por las virtudes esenciales, sin las cuales es imposible toda actividad constructiva.
Realizado lo anterior, se podrá comenzar una lucha activa y exitosa, mediante la cual se devuelva a la masa popular el dinamismo indispensable que nuestra masa ha perdido como consecuencia de su falta de confianza en sus dirigentes. El último Primero de Mayo ha sido sólo un síntoma de tal regeneración, después de varios aniversarios opacos y decepcionantes. Sin la intervención de la masa, convenientemente conducida por dirigentes prestigiosos, ninguna lucha en el campo sindical puede llegar a nada, como no sea el desánimo y la resignación que en los momentos actuales representan el desastre.
En 1945 la situación era similar a la que hoy les toca vivir a los trabajadores argentinos, pero teníamos una juventud entusiasta y decidida que fue capaz de realizar un 17 de octubre. Me temo que en estos momentos tal juventud no exista, no porque no haya jóvenes y hombres valientes y decididos, tampoco porque esa juventud no esté movida como en 1945 por ideales constructivos, sino porque carecen de conducción y encuadramiento apropiados, que sean capaces de llevarlos al éxito. Las masas populares no valen por su número solamente, sino y preponderantemente por la calidad de sus dirigentes.
En su actividad intuyo los fines que la inspiran y los objetivos que persigue en los sentidos indicados. Por eso deseo hacerle llegar mi enhorabuena. Usted es el primer dirigente contemporáneo que puede conseguir movilizar la masa hasta ahora inactiva y perezosa, y ello es debido a sus valores espirituales. Persista sin desmayos en ello y realizará lo que los peronistas venimos anhelando desde hace ya más de doce años. De la frustración sólo se puede salir mediante la acción decidida de dirigentes que, poseyendo las virtudes esenciales, sean capaces de movilizar la masa y lanzarla a la lucha con la firme voluntad de vencer.
He querido hacerle llegar, junto con mi saludo más afectuoso, estas pocas palabras de estímulo que nacen de mi más pura sinceridad y que quieren hacerle llegar también mis felicitaciones.
Un gran abrazo.
27 de junio de 1968
Mensaje a los trabajadores y el pueblo - Mayo de 1968
Programa del 1º de Mayo
1. Nosotros, representantes de la CGT de los Argentinos, legalmente constituida en el congreso normalizador Amado Olmos, en este Primero de Mayo nos dirigimos al pueblo.
Los invitamos a que nos acompañen en un examen de conciencia, una empresa común y un homenaje a los forjadores, a los héroes y los mártires de la clase trabajadora.
En todos los países del mundo ellos han señalado el camino de la liberación. Fueron masacrados en oscuros calabozos como Felipe Vallese, cayeron asesinados en los ingenios tucumanos, como Hilda Guerrero. Padecen todavía en injustas cárceles.
En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestro fundamento, nuestro patrimonio, la tierra que pisamos, la voz con que queremos hablar, los actos que debemos hacer: esa gran revolución incumplida y traicionada pero viva en el corazón de los argentinos.
2. Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fuésemos austeros: lo hemos sido hasta el hambre.
Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos: así vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que "participemos".
Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores sino como víctimas en las persecuciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las intervenciones, en los desalojos.
No queremos esa clase de participación.
Un millón y medios de desocupados y subempleados son la medida de este sistema y de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derechos de huelga anulados, conquistas pisoteadas, gremios intervenidos, personerías suspendidas, salarios congelados. La situación del país no puede ser otro que un espejo de la nuestra. El índice de mortalidad infantil es cuatro veces superior al de los países desarrollados, veinte veces superior en zonas de Jujuy donde un niño de cada tres muere antes de cumplir un año de vida. Más de la mitad de la po
blación está parasitada por la anquilostomiasis en el litoral norteño; el cuarenta por ciento de los chicos padecen de bocio en Neuquén; la tuberculosis y el mal de Chagas causan estragos por doquier. La deserción escolar en el ciclo primario llega al sesenta por ciento; al ochenta y tres por ciento en Corrientes, Santiago del Estero y el Chaco; las puertas de los colegios secundarios están entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente cerradas las de la Universidad.
La década del treinta resucita en todo el país con su cortejo de miseria y de ollas populares.
Cuatrocientos pesos son un jornal en los secaderos de yerba, trescientos en los obrajes, en los cañaverales de Tucumán se olvida ya hasta el aspecto del dinero.
A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y pequeños industriales en situación de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos años.
No queda ciudad en la República sin su cortejo de villas miserias donde el consumo de agua y energía eléctrica es comparable al de las regiones interiores del Africa. Un millón de personas se apiñan alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de gheto y a las razzias nocturnas que nunca afectan las zonas residenciales donde algunos "correctos" funcionarios ultiman la venta del país y donde jueces "impecables" exigen coimas de cuarenta millones de pesos.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha.
3. Grandes países que salieron devastados de la guerra, pequeños países que aún hoy soportan invasiones e implacables bombardeos, han reclamado de sus hijos penurias mayores que las nuestras. Si un destino de grandeza nacional, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?
Pero no es así. El aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales. Asistimos avergonzados a la culminación, tal vez el epílogo de un nuevo período de desgracias.
Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. En 1958 el cincuenta y nueve por ciento de lo facturado por las cincuenta empresas más grandes del país correspondía a capitales extranjeros; en 1965 esa cifra ascendía al sesenta y cinco por ciento; hoy se puede afirmar que tres cuartas partes del gran capital invertido pertenece a los monopolios.
La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 ha dejado de ser argentina. La industria automotriz está descoyuntada, dividida en fragmentos que han ido a parar uno por uno a los grupos monopolistas. Viejas actividades nacionales como la manufactura de cigarrillos pasaron en bloque a intereses extranjeros. El monopolio norteamericano del acero está a punto de hacer su entrada triunfal. La industria textil y la de la alimentación están claramente penetradas y amenazadas.
El método que permitió este escandoloso despojo no puede ser más simple. El gobierno que surgió con el apoyo de las fuerzas armadas, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva —el dumping—, los fabricantes nacionales, hundiéronse. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros ejecutaron luego a los deudores, llenaron de créditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo nacional habían levantado en años de esfuerzo y sacrificio.
Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía oficial del régimen por encima de ilusorias divisiones entre "nacionalistas" y "liberales", incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder.
Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada ncional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera. Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. Es el Banco Mundial el que planifica nuestras industrias claves. Es el Banco Interamericano de Desarrollo el que indica en qué países podemos comprar. Son las compañías petroleras las que cuadriculan el territorio nacional y de sus mares aledaños con el mapa de sus inicuas concesiones. El proceso de concentración monopolista desatado por el gobierno no perdonará un solo renglón de la actividad nacional. Poco más y sólo faltará desnacionalizar la tradición argentina y los museos.
La participación que se nos pide es, además de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos.
4. La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción.
Afirmamos que el hombre vale por sí mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un interés, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosofía libreempresista. El trabajo constituye una prolongación de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud.
La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana.
El destino de los bienes es servir a la satisfacción de las necesidades de todos los hombres. En la actualidad prácticamente todos los bienes se hallan apropiados, pero no todos los hombres pueden satisfacer sus necesidades: el pan tiene dueño pero un dueño sin hambre. He aquí al descubierto la barrera que separa las necesidades humanas de los bienes destinados a satisfacerlas: el derecho de propiedad tal como hoy es ejercido.
Los trabajadores de nuestra patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.
Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos de la clase obrera argentina, a saber:
• La propiedad sólo debe existir en función social. • Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no sólo en la producción, sino en la administración de las empresas y la distribución de los bienes.
• Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados.
• Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos.
• Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie.
• Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja.
• Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas. A los que afirman que los trabajadores deben permanecer indiferentes al destino del país y pretenden que nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con las palabras de un inolvidable compañero, Amado Olmos, quien días antes de morir, desentrañó para siempre esa farsa:
El obrero no quiere la solución por arriba, porque hace doce años que la sufre y no sirve. El trabajador quiere el sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder, que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es el sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones.
5. Las palabras de Olmos marcan a fuego el sector de dirigentes que acaban de traicionar al pueblo y separarse para siempre del movimiento obrero. Con su experiencia, que ya era sabiduría profética, explicó los motivos de esa defección.
"Hay dirigentes —dijo—, que han adoptado las formas de vida, los automóviles, las casas, las inversiones y los gustos de la oligarquía a la que dicen combatir. Desde luego con una actitud de ese tipo no pueden encabezar a la clase obrera".
Son esos mismos dirigentes los que apenas iniciado el congreso normalizador del 28 de marzo, convocado por ellos mismos, estatutariamente reunido, que desde el primer momento sesionó con el quórum necesario, lo abandonaron por no poder dominarlo y cometieron luego la felonía sin precedentes en los anales del sindicalismo de denunciar a sus hermanos ante la Secretaría de Trabajo. Son ellos los que hoy ocupan un edificio vacío y usurpan una sigla, pero han asumido al fin su papel de agentes de un gobierno, de una oligarquía y de un imperialismo
¿Qué duda cabe hoy de que Olmos se refería a esos dirigentes que se autocalifican de "colaboracionistas" y "participacionistas"? Durante más de un lustro cada enemigo de la clase trabajadora, cada argumento de sanciones, cada editorial adverso, ha sostenido que no existía en el país gente tan corrompida como algunos dirigentes sindicales. Costaba creerlo, pero era cierto. Era cierto que rivalizaban en el lujo insolente de sus automóviles y el tamaño de sus quintas de fin de semana, que apilaban fichas en los paños de los casinos y hacían cola en las ventanillas de los hipódromos, que paseaban perros de raza en las exposiciones internacionales.
Esa satisfacción han dado a los enemigos del movimiento obrero, esa amargura a nosotros. Pero es una suerte encontrarlos al fin todos juntos —dirigentes ricos que nunca pudieron unirse para defender trabajadores pobres—, funcionarios y cómplices de un gobierno que se dice llamado a moralizar y separados para siempre de la clase obrera.
Con ellos, que voluntariamente han asumido ese nombre de colaboracionistas, que significa entregadores en el lenguaje internacional de la deslealtad, no hay advenimiento posible. Que se queden con sus animales, sus cuadros, sus automóviles, sus viejos juramentos falsificados, hasta el día inminente en que una ráfaga de decencia los arranque del último sillón y de las últimas representaciones traicionadas.
6. La CGT de los Argentinos no ofrece a los trabajadores un camino fácil, un panorama risueño, una mentira más. Ofrece a cada uno un puesto de lucha.
Las direcciones indignas deben ser barridas desde las bases. En cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad histórica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo. Esa es la forma de probar que la unidad sigue intacta y que los falsos caudillos no pueden destruir desde arriba lo que se ha amasado desde abajo con el dolor de tantos.
Este movimiento está ya en marcha, se propaga con fuerza arrasadora por todos los caminos de la República.
Advertimos sin embargo que de la celeridad de ese proceso depende el futuro de los trabajadores. Los sectores interesados del gobierno elegido por nadie no actúan aún contra esta CGT elegida por todos; calculan que la escisión promovida por dirigentes vencidos y fomentada por la Secretaría de Trabajo bastará para distraer unos meses a la clase obrera, mientras se consuman etapas finales de la entrega.
Si nos limitáramos al enfrentamiento con esos dirigentes, aun si los desalojáramos de sus últimas posiciones, seríamos derrotados cuando en el momento del triunfo cayeran sobre nosotros las sanciones que debemos esperar pero no temer.
El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir.
Perfeccionando esa voluntad pero sobre todo esa Organización debemos combatir con más fuerza que nunca por la libertad, la renovación de los convenios, la vigencia de los salarios, la derogación de leyes como la 17.224 y la 17.709, la reapertura y creación de nuevas fuentes de trabajo, el retiro de las intervenciones y la anulación de las leyes represivas que hoy ofenden a la civilización que conmemora la declaración y el ejercicio de los derechos humanos.
Aun eso no es suficiente. La lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera es misión natural de la clase obrera, que ella no puede declinar. La denuncia de esa penetración y la resistencia a la entrega de las empresas nacionales de capital privado o estatal son hoy las formas concretas del enfrentamiento. Porque la Argentina y los argentinos queremos junto con la revolución moral y de elevamiento de los valores humanos ser activos protagonistas y no dependientes en la nueva era tecnológica que transforma al mundo y conmociona a la humanidad.
Y si entonces cayeran sobre nosotros los retiros de personería, las intervenciones y las clausuras, será el momento de recordar lo que dijimos en el congreso normalizador: que a la luz o en la clandestinidad, dentro de la ley o en las catacumbas, este secretariado y este consejo directivo son las únicas autoridades legítimas de los trabajadores argentinos, hasta que podamos reconquistar la libertad y la justicia social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder.
7. La CGT de los Argentinos no se considera única actora en el proceso que vive el país, no puede abstenerse de recoger las aspiraciones legítimas de los otros sectores de la comunidad ni de convocarlos a una gran empresa común, no puede siquiera renunciar a la comunicación con sectores que por una errónea inteligencia de su papel verdadero aparecen enfrentados a nuestros intereses. Apelamos pues:
• A los empresarios nacionales, para que abandonen la suicida política de sumisión a un sistema cuyas primeras víctimas resultan ellos mismos. Los monopolios no perdonan, los bancos extranjeros no perdonan, la entrega no admite exclusiones ni favores personales. Lealmente les decimos: fábrica por fábrica los hemos de combatir en defensa de nuestras conquistas avasalladas, pero con el mismo vigor apoyaremos cada empresa nacional enfrentada con una empresa extranjera. Ustedes eligen sus alianzas: que no tengan que llorar por ellas.
• A los pequeños comerciantes e industriales, amenazados por desalojo en beneficio de cuatro inmobiliarias y un par de monopolios dispuestos a repetir el despojo consumado con la industria, a liquidar los últimos talleres, a comprar por uno lo que vale diez, a barrer hasta con el almacenero y el carnicero de barrio en beneficio del supermercado norteamericano, que es el mercado único, sin competencia posible. Les decimos: su lugar está en la lucha, junto a nosotros.
• A los universitarios, intelectuales, artistas, cuya ubicación no es dudosa frente a un gobierno elegido por nadie que ha intervenido las universidades, quemando libros, aniquilando la cinematografía nacional, censurando el teatro, entorpeciendo el arte. Les recordamos: el campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra.
• A los militares, que tienen por oficio y vocación la defensa de la patria: Nadie les ha dicho que deben ser los guardianes de una clase, los verdugos de otra, el sostén de un gobierno que nadie quiere, los consentidores de la penetración extranjera. Aunque se afirme que ustedes no gobiernan, a los ojos del mundo son responsables del gobierno. Con la franqueza que pregonan les decimos: que preferiríamos tenerlos a nuestro lado y del lado de la justicia, pero que no retrocederemos de las posiciones que algunos de ustedes parecieran haber abandonado pues nadie debe ni puede impedir el cumplimiento de la soberana voluntad del pueblo, única base de la autoridad del poder público.
• A los estudiantes queremos verlos junto a nosotros, como de algún modo estuvieron juntos en los hechos, asesinados por los mismos verdugos, Santiago Pampillón y Felipe Vallese. La CGT de los Argentinos no les ofrece halagos ni complacencias, les ofrece una militancia concreta junto a sus hermanos trabajadores.
• A los religiosos de todas las creencias: sólo palabras de gratitud para los más humildes entre ustedes, los que han hecho suyas las palabras evangélicas, los que saben que "el mundo exige el reconocimiento de la dignidad humana en toda su plenitud, la igualdad social de todas las clases", como se ha firmado en el concilio, los que reconocen que "no se puede servir a Dios y al dinero". Los centenares de sacerdotes que han estampado su firma al pie del manifiesto con que los obispos del Tercer Mundo llevan a la práctica las enseñanzas de la Populorum Progressio: "La Iglesia durante un siglo ha tolerado al capitalismo… pero no puede más que regocijarse al ver aparecer en la humanidad otro sistema social menos alejado de esa moral… La Iglesia saluda con orgullo y alegría una humanidad nueva donde el honor no pertenece al dinero acumulado entre las manos de unos pocos, sino a los trabajadores obreros y campesinos". Ese es el lenguaje que ya han hablado en Tacuarendí, en Tucumán en las villas miserias, valerosos sacerdotes argentinos y que los trabajadores quisiéramos oir en todas las jerarquías. 8. La CGT convoca en suma a todos los sectores, con la única excepción de minorías entregadoras y dirigentes corrompidos, a movilizarse en los cuatro rincones del país para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre. Esta es la voluntad indudable de un pueblo harto de explotación e hipocresía, herido en su libertad, atacado en sus derechos, ofendido en sus sentimientos, pero dispuesto a ser el único protagonista de su destino.
Sabemos que por defender la decencia todos los inmorales pagarán campañas para destruirnos. Comprendemos que por reclamar libertad, justicia y cumplimiento de la voluntad soberana de los argentinos, nos inventarán todos los rótulos, incluso el de subversivos, y pretenderán asociarnos a secretas conspiraciones que desde ya rechazamos.
Descontamos que por defender la autodeterminación nacional se unirán los explotadores de cualquier latitud para fabricar las infamias que les permitan clausurar nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra vida.
Alertamos que por luchar junto a los pobres, con nuestra única bandera azul y blanca, los viejos y nuevos inquisidores levantarán otras cruces, como vienen haciendo a lo largo de los siglos.
Pero nada nos habrá de detener, ni la cárcel ni la muerte. Porque no se puede encarcelar y matar a todo el pueblo y porque la inmensa mayoría de los argentinos, sin pactos electorales, sin aventuras colaboracionistas ni golpistas, sabe que sólo el pueblo salvará al pueblo.
9 de Mayo de 1968
Programa del 1º de Mayo
1. Nosotros, representantes de la CGT de los Argentinos, legalmente constituida en el congreso normalizador Amado Olmos, en este Primero de Mayo nos dirigimos al pueblo.
Los invitamos a que nos acompañen en un examen de conciencia, una empresa común y un homenaje a los forjadores, a los héroes y los mártires de la clase trabajadora.
En todos los países del mundo ellos han señalado el camino de la liberación. Fueron masacrados en oscuros calabozos como Felipe Vallese, cayeron asesinados en los ingenios tucumanos, como Hilda Guerrero. Padecen todavía en injustas cárceles.
En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestro fundamento, nuestro patrimonio, la tierra que pisamos, la voz con que queremos hablar, los actos que debemos hacer: esa gran revolución incumplida y traicionada pero viva en el corazón de los argentinos.
2. Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fuésemos austeros: lo hemos sido hasta el hambre.
Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos: así vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que "participemos".
Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores sino como víctimas en las persecuciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las intervenciones, en los desalojos.
No queremos esa clase de participación.
Un millón y medios de desocupados y subempleados son la medida de este sistema y de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derechos de huelga anulados, conquistas pisoteadas, gremios intervenidos, personerías suspendidas, salarios congelados. La situación del país no puede ser otro que un espejo de la nuestra. El índice de mortalidad infantil es cuatro veces superior al de los países desarrollados, veinte veces superior en zonas de Jujuy donde un niño de cada tres muere antes de cumplir un año de vida. Más de la mitad de la po
blación está parasitada por la anquilostomiasis en el litoral norteño; el cuarenta por ciento de los chicos padecen de bocio en Neuquén; la tuberculosis y el mal de Chagas causan estragos por doquier. La deserción escolar en el ciclo primario llega al sesenta por ciento; al ochenta y tres por ciento en Corrientes, Santiago del Estero y el Chaco; las puertas de los colegios secundarios están entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente cerradas las de la Universidad.
La década del treinta resucita en todo el país con su cortejo de miseria y de ollas populares.
Cuatrocientos pesos son un jornal en los secaderos de yerba, trescientos en los obrajes, en los cañaverales de Tucumán se olvida ya hasta el aspecto del dinero.
A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y pequeños industriales en situación de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos años.
No queda ciudad en la República sin su cortejo de villas miserias donde el consumo de agua y energía eléctrica es comparable al de las regiones interiores del Africa. Un millón de personas se apiñan alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de gheto y a las razzias nocturnas que nunca afectan las zonas residenciales donde algunos "correctos" funcionarios ultiman la venta del país y donde jueces "impecables" exigen coimas de cuarenta millones de pesos.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha.
3. Grandes países que salieron devastados de la guerra, pequeños países que aún hoy soportan invasiones e implacables bombardeos, han reclamado de sus hijos penurias mayores que las nuestras. Si un destino de grandeza nacional, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?
Pero no es así. El aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales. Asistimos avergonzados a la culminación, tal vez el epílogo de un nuevo período de desgracias.
Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. En 1958 el cincuenta y nueve por ciento de lo facturado por las cincuenta empresas más grandes del país correspondía a capitales extranjeros; en 1965 esa cifra ascendía al sesenta y cinco por ciento; hoy se puede afirmar que tres cuartas partes del gran capital invertido pertenece a los monopolios.
La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 ha dejado de ser argentina. La industria automotriz está descoyuntada, dividida en fragmentos que han ido a parar uno por uno a los grupos monopolistas. Viejas actividades nacionales como la manufactura de cigarrillos pasaron en bloque a intereses extranjeros. El monopolio norteamericano del acero está a punto de hacer su entrada triunfal. La industria textil y la de la alimentación están claramente penetradas y amenazadas.
El método que permitió este escandoloso despojo no puede ser más simple. El gobierno que surgió con el apoyo de las fuerzas armadas, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva —el dumping—, los fabricantes nacionales, hundiéronse. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros ejecutaron luego a los deudores, llenaron de créditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo nacional habían levantado en años de esfuerzo y sacrificio.
Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía oficial del régimen por encima de ilusorias divisiones entre "nacionalistas" y "liberales", incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder.
Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada ncional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera. Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. Es el Banco Mundial el que planifica nuestras industrias claves. Es el Banco Interamericano de Desarrollo el que indica en qué países podemos comprar. Son las compañías petroleras las que cuadriculan el territorio nacional y de sus mares aledaños con el mapa de sus inicuas concesiones. El proceso de concentración monopolista desatado por el gobierno no perdonará un solo renglón de la actividad nacional. Poco más y sólo faltará desnacionalizar la tradición argentina y los museos.
La participación que se nos pide es, además de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos.
4. La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción.
Afirmamos que el hombre vale por sí mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un interés, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosofía libreempresista. El trabajo constituye una prolongación de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud.
La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana.
El destino de los bienes es servir a la satisfacción de las necesidades de todos los hombres. En la actualidad prácticamente todos los bienes se hallan apropiados, pero no todos los hombres pueden satisfacer sus necesidades: el pan tiene dueño pero un dueño sin hambre. He aquí al descubierto la barrera que separa las necesidades humanas de los bienes destinados a satisfacerlas: el derecho de propiedad tal como hoy es ejercido.
Los trabajadores de nuestra patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.
Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos de la clase obrera argentina, a saber:
• La propiedad sólo debe existir en función social. • Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no sólo en la producción, sino en la administración de las empresas y la distribución de los bienes.
• Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados.
• Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos.
• Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie.
• Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja.
• Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas. A los que afirman que los trabajadores deben permanecer indiferentes al destino del país y pretenden que nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con las palabras de un inolvidable compañero, Amado Olmos, quien días antes de morir, desentrañó para siempre esa farsa:
El obrero no quiere la solución por arriba, porque hace doce años que la sufre y no sirve. El trabajador quiere el sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder, que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es el sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones.
5. Las palabras de Olmos marcan a fuego el sector de dirigentes que acaban de traicionar al pueblo y separarse para siempre del movimiento obrero. Con su experiencia, que ya era sabiduría profética, explicó los motivos de esa defección.
"Hay dirigentes —dijo—, que han adoptado las formas de vida, los automóviles, las casas, las inversiones y los gustos de la oligarquía a la que dicen combatir. Desde luego con una actitud de ese tipo no pueden encabezar a la clase obrera".
Son esos mismos dirigentes los que apenas iniciado el congreso normalizador del 28 de marzo, convocado por ellos mismos, estatutariamente reunido, que desde el primer momento sesionó con el quórum necesario, lo abandonaron por no poder dominarlo y cometieron luego la felonía sin precedentes en los anales del sindicalismo de denunciar a sus hermanos ante la Secretaría de Trabajo. Son ellos los que hoy ocupan un edificio vacío y usurpan una sigla, pero han asumido al fin su papel de agentes de un gobierno, de una oligarquía y de un imperialismo
¿Qué duda cabe hoy de que Olmos se refería a esos dirigentes que se autocalifican de "colaboracionistas" y "participacionistas"? Durante más de un lustro cada enemigo de la clase trabajadora, cada argumento de sanciones, cada editorial adverso, ha sostenido que no existía en el país gente tan corrompida como algunos dirigentes sindicales. Costaba creerlo, pero era cierto. Era cierto que rivalizaban en el lujo insolente de sus automóviles y el tamaño de sus quintas de fin de semana, que apilaban fichas en los paños de los casinos y hacían cola en las ventanillas de los hipódromos, que paseaban perros de raza en las exposiciones internacionales.
Esa satisfacción han dado a los enemigos del movimiento obrero, esa amargura a nosotros. Pero es una suerte encontrarlos al fin todos juntos —dirigentes ricos que nunca pudieron unirse para defender trabajadores pobres—, funcionarios y cómplices de un gobierno que se dice llamado a moralizar y separados para siempre de la clase obrera.
Con ellos, que voluntariamente han asumido ese nombre de colaboracionistas, que significa entregadores en el lenguaje internacional de la deslealtad, no hay advenimiento posible. Que se queden con sus animales, sus cuadros, sus automóviles, sus viejos juramentos falsificados, hasta el día inminente en que una ráfaga de decencia los arranque del último sillón y de las últimas representaciones traicionadas.
6. La CGT de los Argentinos no ofrece a los trabajadores un camino fácil, un panorama risueño, una mentira más. Ofrece a cada uno un puesto de lucha.
Las direcciones indignas deben ser barridas desde las bases. En cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad histórica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo. Esa es la forma de probar que la unidad sigue intacta y que los falsos caudillos no pueden destruir desde arriba lo que se ha amasado desde abajo con el dolor de tantos.
Este movimiento está ya en marcha, se propaga con fuerza arrasadora por todos los caminos de la República.
Advertimos sin embargo que de la celeridad de ese proceso depende el futuro de los trabajadores. Los sectores interesados del gobierno elegido por nadie no actúan aún contra esta CGT elegida por todos; calculan que la escisión promovida por dirigentes vencidos y fomentada por la Secretaría de Trabajo bastará para distraer unos meses a la clase obrera, mientras se consuman etapas finales de la entrega.
Si nos limitáramos al enfrentamiento con esos dirigentes, aun si los desalojáramos de sus últimas posiciones, seríamos derrotados cuando en el momento del triunfo cayeran sobre nosotros las sanciones que debemos esperar pero no temer.
El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir.
Perfeccionando esa voluntad pero sobre todo esa Organización debemos combatir con más fuerza que nunca por la libertad, la renovación de los convenios, la vigencia de los salarios, la derogación de leyes como la 17.224 y la 17.709, la reapertura y creación de nuevas fuentes de trabajo, el retiro de las intervenciones y la anulación de las leyes represivas que hoy ofenden a la civilización que conmemora la declaración y el ejercicio de los derechos humanos.
Aun eso no es suficiente. La lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera es misión natural de la clase obrera, que ella no puede declinar. La denuncia de esa penetración y la resistencia a la entrega de las empresas nacionales de capital privado o estatal son hoy las formas concretas del enfrentamiento. Porque la Argentina y los argentinos queremos junto con la revolución moral y de elevamiento de los valores humanos ser activos protagonistas y no dependientes en la nueva era tecnológica que transforma al mundo y conmociona a la humanidad.
Y si entonces cayeran sobre nosotros los retiros de personería, las intervenciones y las clausuras, será el momento de recordar lo que dijimos en el congreso normalizador: que a la luz o en la clandestinidad, dentro de la ley o en las catacumbas, este secretariado y este consejo directivo son las únicas autoridades legítimas de los trabajadores argentinos, hasta que podamos reconquistar la libertad y la justicia social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder.
7. La CGT de los Argentinos no se considera única actora en el proceso que vive el país, no puede abstenerse de recoger las aspiraciones legítimas de los otros sectores de la comunidad ni de convocarlos a una gran empresa común, no puede siquiera renunciar a la comunicación con sectores que por una errónea inteligencia de su papel verdadero aparecen enfrentados a nuestros intereses. Apelamos pues:
• A los empresarios nacionales, para que abandonen la suicida política de sumisión a un sistema cuyas primeras víctimas resultan ellos mismos. Los monopolios no perdonan, los bancos extranjeros no perdonan, la entrega no admite exclusiones ni favores personales. Lealmente les decimos: fábrica por fábrica los hemos de combatir en defensa de nuestras conquistas avasalladas, pero con el mismo vigor apoyaremos cada empresa nacional enfrentada con una empresa extranjera. Ustedes eligen sus alianzas: que no tengan que llorar por ellas.
• A los pequeños comerciantes e industriales, amenazados por desalojo en beneficio de cuatro inmobiliarias y un par de monopolios dispuestos a repetir el despojo consumado con la industria, a liquidar los últimos talleres, a comprar por uno lo que vale diez, a barrer hasta con el almacenero y el carnicero de barrio en beneficio del supermercado norteamericano, que es el mercado único, sin competencia posible. Les decimos: su lugar está en la lucha, junto a nosotros.
• A los universitarios, intelectuales, artistas, cuya ubicación no es dudosa frente a un gobierno elegido por nadie que ha intervenido las universidades, quemando libros, aniquilando la cinematografía nacional, censurando el teatro, entorpeciendo el arte. Les recordamos: el campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra.
• A los militares, que tienen por oficio y vocación la defensa de la patria: Nadie les ha dicho que deben ser los guardianes de una clase, los verdugos de otra, el sostén de un gobierno que nadie quiere, los consentidores de la penetración extranjera. Aunque se afirme que ustedes no gobiernan, a los ojos del mundo son responsables del gobierno. Con la franqueza que pregonan les decimos: que preferiríamos tenerlos a nuestro lado y del lado de la justicia, pero que no retrocederemos de las posiciones que algunos de ustedes parecieran haber abandonado pues nadie debe ni puede impedir el cumplimiento de la soberana voluntad del pueblo, única base de la autoridad del poder público.
• A los estudiantes queremos verlos junto a nosotros, como de algún modo estuvieron juntos en los hechos, asesinados por los mismos verdugos, Santiago Pampillón y Felipe Vallese. La CGT de los Argentinos no les ofrece halagos ni complacencias, les ofrece una militancia concreta junto a sus hermanos trabajadores.
• A los religiosos de todas las creencias: sólo palabras de gratitud para los más humildes entre ustedes, los que han hecho suyas las palabras evangélicas, los que saben que "el mundo exige el reconocimiento de la dignidad humana en toda su plenitud, la igualdad social de todas las clases", como se ha firmado en el concilio, los que reconocen que "no se puede servir a Dios y al dinero". Los centenares de sacerdotes que han estampado su firma al pie del manifiesto con que los obispos del Tercer Mundo llevan a la práctica las enseñanzas de la Populorum Progressio: "La Iglesia durante un siglo ha tolerado al capitalismo… pero no puede más que regocijarse al ver aparecer en la humanidad otro sistema social menos alejado de esa moral… La Iglesia saluda con orgullo y alegría una humanidad nueva donde el honor no pertenece al dinero acumulado entre las manos de unos pocos, sino a los trabajadores obreros y campesinos". Ese es el lenguaje que ya han hablado en Tacuarendí, en Tucumán en las villas miserias, valerosos sacerdotes argentinos y que los trabajadores quisiéramos oir en todas las jerarquías. 8. La CGT convoca en suma a todos los sectores, con la única excepción de minorías entregadoras y dirigentes corrompidos, a movilizarse en los cuatro rincones del país para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre. Esta es la voluntad indudable de un pueblo harto de explotación e hipocresía, herido en su libertad, atacado en sus derechos, ofendido en sus sentimientos, pero dispuesto a ser el único protagonista de su destino.
Sabemos que por defender la decencia todos los inmorales pagarán campañas para destruirnos. Comprendemos que por reclamar libertad, justicia y cumplimiento de la voluntad soberana de los argentinos, nos inventarán todos los rótulos, incluso el de subversivos, y pretenderán asociarnos a secretas conspiraciones que desde ya rechazamos.
Descontamos que por defender la autodeterminación nacional se unirán los explotadores de cualquier latitud para fabricar las infamias que les permitan clausurar nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra vida.
Alertamos que por luchar junto a los pobres, con nuestra única bandera azul y blanca, los viejos y nuevos inquisidores levantarán otras cruces, como vienen haciendo a lo largo de los siglos.
Pero nada nos habrá de detener, ni la cárcel ni la muerte. Porque no se puede encarcelar y matar a todo el pueblo y porque la inmensa mayoría de los argentinos, sin pactos electorales, sin aventuras colaboracionistas ni golpistas, sabe que sólo el pueblo salvará al pueblo.
9 de Mayo de 1968
La Explotación de los Obreros Rurales
[Del Semanario de la CGTA, 1969]
Como en Africa
En un estudio premiado Julio Avila analizó la situación de la clase obrera tucumana a principios de siglo. Existía entonces la ley del conchabo. Dice Avila que el "obrero trabaja con exceso; no es bien pagado; come muy mal; vive en ranchos miserables como el indio de la pampas o los negros del centro de Africa, es decir, en casuchas construidas con totora, tierra cruda, paja o despunte de caña de azúcar; durante la mitad del año no le es permitido descansar, ni aún en día festivo"; en cuanto a la jornada, es "de sol a sol", según el texto de la ley, pero llega a trece horas. En cuanto a las proveedurías, Bialet Massé (1904), dice que "el obrero del ingenio, el peón, se deja llevar por la proveeduría el 40 por ciento de sus escasos jornales". Eso en el norte. Del Litoral, las aguas del Alto Paraná, "bajan turbias". Juan B. Justo denunció en el Parlamento, el 29 de junio de 1914, las condiciones bestiales de los obreros del Alto Paraná; dijo que podían verse en el río cadáveres de obreros, con lesiones corporales de violencias. Añadió que "Posadas es el gran mercado de esclavos blancos en el Alto Paraná… Se los embarca como a bestias, a cintarazos".
Más de medio siglo después, el sistema del conchabo para la contratación de los obreros dedicados a la zafra azucarera tiene vigencia en las relaciones económicas jujeñas. Se aplica preferentemente a los veinte o treinta mil obreros bolivianos que incluyendo la familia ingresan anualmente en nuestro país, para fines de abril y mayo de cada año. En San Martín del Tabacal (Salta), se emplea indios matacos, tobas, chorotes, chulupíes.
La contratación o conchabo no es una forma exclusiva pero sí bastante extendida. En la práctica, los ingenios ya tienen sus contratistas, que en la mayoría de los casos son comerciantes establecidos en las localidades de la zona y también empleados de los ingenios. El pueblo los bautizó; les llaman negreros.
Tucumán, la mártir
En su territorio de 22.524 kilómetros cuadrados, enclavado en el corazón geográfico de nuestra patria, viven más de 800.000 argentinos, a un promedio de cerca de 40 habitantes por kilómetro cuadrado. Su economía depende, en lo fundamental, de la actividad azucarera, de donde provienen las dos terceras partes de sus ingresos brutos.
La desocupación ha venido haciendo estragos desde hace años. En 1950 trabajaron en la zafra, entre surco y fábrica, unos 100.000 obreros. En 1963, solamente lo hicieron unos 65.000, lo que significa una desocupación del 44 por ciento en un período de 13 años. Quienes sufrieron fundamentalmente este proceso fueron los obreros temporarios o cosecheros que debieron emigrar en busca de otras ocupaciones y también la sintieron braceros santiagueños y catamarqueños.
El cierre de ingenios decretado por Onganía, produjo de golpe la misma desocupación que en los 13 años que comentamos. También 30.000 braceros santiagueños quedaron sin fuentes de trabajo. La desocupación de obreros azucareros se refleja en otras actividades del Noroeste, compitiendo como mano de obra barata, que perturba todo el mercado de trabajo de la región.
El valor que la oligarquía concede a la vida humana y a la atención de la salud está muy por debajo del que le asigna a sus aperos, útiles y animales. En abril de 1963, el Seminario sobre los efectos de la zafra azucarera en la Educación, realizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, produjo entre otras, estas cifras: "En una localidad de obreros temporarios de surco, el 63 por ciento de las viviendas eran de adobe o quincha y el 20 por ciento de caña y malhoja; uno de cada tres padres de ambos sexos no han concurrido jamás a la escuela y uno de tres lo han hecho hasta el segundo grado, es decir que el 68,7 por ciento son prácticamente analfabetos; el consumo de leche es de 0,15 litros por persona".
El mismo estudio realizado en una colonia de obreros de surco estables dio los siguientes resultados: "en el grupo de menores de 10 a 17 años de edad, se registra un horario de trabajo de 13, 14 y hasta 15 horas diarias: el 56 por ciento de los niños no concurren a la escuela y el 63,5 por ciento de los padres son prácticamente analfabetos; el 72 por ciento de estas familias no consumen leche". Y concluía: "La vida no es propiedad del señor pero son de él casi todas las cosas que permiten vivir: el trabajo, la casa, el dinero, y las normas. Objetivamente hablando no es un régimen feudal (…) pero lo recuerda".
¿Sirve la tecnología?
En la pampa húmeda (parte de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba), el desarrollo capitalista en el campo introdujo una mayor utilización de maquinarias y adelantos tecnológicos. ¿Para qué? En manos de los negreros el progreso se vuelve contra los trabajadores. Se han reducido los días dedicados a la labranza, siembra y cosecha, etc.; las filas de los obreros rurales se ven engrosadas por hijos de campesinos y chacareros arruinados; los obreros de mayor edad tienen cada día más inconveniente para encontrar trabajo.
Si tomamos 1963 como punto de referencia, todavía el obrero rural (estibadores, obreros de campo y máquina) tenían en el campo bonaerense un promedio de ocupación de 15 a 20 días o más, en tiempo de cosecha y posteriormente podían defenderse con algunas "changas". Actualmente esa ocupación, se redujo a 10 o 15 días, pero difícilmente se consiguen "changas".
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), filial Pergamino, realizó en 1965 un estudio sobre la "pampa húmeda", que concluía diciendo que donde una década atrás se daba ocupación en las tareas de arada, siembra, cosecha y almacenaje de cereales, a un promedio de hasta 30 obreros, en ese año el promedio o porcentaje llegaba apenas a 3 obreros. Diez veces menos.
Desde ese año al presente, muchos chacareros que no querían el silo, entraron por la variante de arrendar máquinas "changarinas" con silos transportables. El "silo rodante" solucionó para muchísimos campesinos pequeños y medianos y hasta para algunos grandes, el problema de utilización de bolsas y de no menos de 6 obreros, pues el cosechado a granel, permite realizar toda la tarea, con un máximo de 3 obreros y un mínimo de 2.
En los últimos cuatro años, la aparición de máquinas cosechadoras con tolvas (depósito encima de la máquina que permite almacenar hasta 14 bolsas, o sea unos 850 kilogramos de cereal) "ahorra" otro trabajador.
El almacenaje en silos de chacra de campaña o terminales de ciudades y puertos, acicatea al progreso de la mecanización. Hay zonas bonaerenses donde el obrero agrícola ya ha sido desplazado, en varias especialidades, hasta en un 80 y 90 por ciento se cosecha a granel; sin hablar de decenas de pueblos donde la carga directa de chacra a silo terminal o a puerto, evita el empleo de estibadores por un lado y de los llamados cosedores —cargadores— y pistines, por el otro. El maíz, el girasol, el sorgo hasta hace cinco años se cosechaba embolsando gran parte; ahora entre el 70 y el 80 por ciento se cosecha a granel; los trabajadores que esperaban la "cosecha gruesa" para aliviar sus problemas económicos, ya no tienen siquiera esa esperanza. Antes, con el estibado en galpón y la utilización del "burro" (caballete grande de hasta 18 y 22 escalones) el ritmo de trabajo era de 500, 600 y hasta 700 bolsas hombreadas por obrero y por jornada de 8 horas; ahora, con la cinta transportadora, que sin duda significó progreso y humanización en el trabajo de almacenaje, el ritmo impuesto por las casas cerealistas, hace que se hombreen un promedio de hasta 1.400 bolsas por obrero y por jornada de 8 horas. Esto sucede en Morse, Irala, O’Brien, Colón y otras localidades del centro y sud de la provincia de Buenos Aires. Un par de obreros suplantan a cuadrillas de hasta 9 trabajadores en galpón. Esta merma del tiempo de ocupación origina rencillas entre los obreros, que hábilmente aprovechan los cerealistas y capataces del galpón, para lanzar el "trabajo libre" o la "cuadrilla fija" para que el sindicato no sea quien controle el trabajo y la distribución de los turnos rotativos.
Procesos de mecanización han invadido la esquila de ovejas, la recolección de legumbres y hortalizas; la cosecha de pasto para henificar; ha disminuido el tiempo de ocupación y, consiguientemente, los ingresos. Diez años atrás, en las mejores zonas y con cosechas normales, un obrero estibador, durante el período de cosecha y posterior ocupación salteada, recaudaba de 150 a 200 mil pesos, que le servían a él y a su familia para vivir todo el año; ahora, en el norte bonaerense, los cosecheros de trigo, maíz, girasol, granífero, no alcanzan los 70 u 80 mil pesos. Empero, en el presente ciclo agrícola, acortado por lo que expusimos, no llegarán a superar la cifra promedio de 40 a 50 mil pesos.
La culpa no es de la tecnología; es de quienes hacen uso de ella para aumentar las ganancias sin modificar ni mejorar las relaciones de producción.
El cáncer del latifundio
La permanencia del régimen latifundista torna estéril la tecnología como factor de progreso en el campo argentino. Esa permanencia, agravada por la creciente participación de los monopolios capitalistas en el campo como grandes terratenientes, deprime cada vez más las condiciones de vida de los obreros rurales y de los campesinos, y entre éstos, especialmente de los campesinos pobres. Ya es un lugar común que el latifundismo es un pavoroso factor de atraso, sin cuya destrucción radical será imposible el progreso argentino.
Los últimos datos sobre concentración latifundista en Tucumán, por ejemplo, datan de 1956 y son oficiales. Según esas cifras, 21 ingenios y 188 grandes cañeros (menos del 1 por ciento de los propietarios) poseen 4.432.854 surcos (1 hectárea: 50 surcos), o sea el 30% del total; en el otro extremo, la cada vez más subdividida propiedad minifundista compuesta por 17.764 cultivadores (86,57%) poseen 3.254.901 surcos, o sea sólo el 37,46 por ciento. Este proceso ha ido "in crescendo", hasta que el señor en el gobierno le puso turbinas y de un solo manotazo quiere realizar lo que había previsto Latzina en 1902 para nuestro país: "La población agrícola se compondrá entonces ¡ojalá no tuviera razón! de unos cuantos centenares de poderosos propietarios de la tierra, y de una manada de ilotas, los arrendatarios y peones de éstos".
Los consorcios capitalistas, que desde hace tiempo funcionan como socios mayores del latifundismo, actúan ellos mismos como terratenientes, como es el caso de Bunge y Born, Dreyfus, Anderson & Clayton y muchos más. Las sociedades anónimas, muchas de ellas extranjeras, controlan alrededor de 26 millones de hectáreas. El King Ranch, con grandes extensiones en el Litoral, tiene su casa matriz en Texas, Estados Unidos. El fundador del establecimiento saqueó en su tiempo a los mexicanos y durante la guerra de Secesión norteamericana estuvo con el sur esclavista. Ahora es el King Ranch quien encabeza la lucha contra los obreros asalariados, a cuya organización sindical se opone, levantando la bandera del "trabajo libre".
Desalojos
Onganía quiere regresar al pasado, y puso al frente de la Secretaría de Agricultura a Lorenzo Adolfo Raggio, dedicado a la cría e invernada en las provincias de Buenos Aires y Córdoba, miembro del Comité del Banco Ganadero y otras actividades privadas que lo vinculan a la "flor y nata" del latifundismo.
¿Consecuencias? La "ley Raggio", que afecta al sistema de arrendamientos y aparcerías rurales, poniendo en trance de desalojo a decenas de miles de productores campesinos que no son dueños de la tierra que trabajan. En el país, se han incoado ya 25 mil juicios de desalojo. Tan sólo en la provincia de Buenos Aires suman 8.903. Esto golpea directamente a los obreros rurales, porque los chacareros arrendatarios son uno de los sectores del agro que ocupan mano de obra asalariada sobre todo en época de cosecha, pues se dedican principalmente a los cultivos agrícolas.
Los olvidados no olvidarán
Integran el sector de obreros rurales aproximadamente 1.200.000 trabajadores. Constituyen la parte más explotada y más desprotegida de la clase obrera. Son los "olvidados" por los gobiernos que han servido al latifundismo.
Desgraciadamente, quienes tenían la obligación de recordar su presencia, organizándolos y poniéndolos en pie de lucha, parecen sufrir también de mala memoria. El desmemoriado Sebastián Montoya, secretario general de FATRE, revista en la camarilla de Azopardo.
Los obreros rurales, sin embargo, miran a la CGT de los Argentinos y descubren que no están olvidados; que sus hermanos trabajadores están con ellos, y los invitan a ocupar su puesto de batalla. Los olvidados no olvidarán.
[Del Semanario de la CGTA, 1969]
Como en Africa
En un estudio premiado Julio Avila analizó la situación de la clase obrera tucumana a principios de siglo. Existía entonces la ley del conchabo. Dice Avila que el "obrero trabaja con exceso; no es bien pagado; come muy mal; vive en ranchos miserables como el indio de la pampas o los negros del centro de Africa, es decir, en casuchas construidas con totora, tierra cruda, paja o despunte de caña de azúcar; durante la mitad del año no le es permitido descansar, ni aún en día festivo"; en cuanto a la jornada, es "de sol a sol", según el texto de la ley, pero llega a trece horas. En cuanto a las proveedurías, Bialet Massé (1904), dice que "el obrero del ingenio, el peón, se deja llevar por la proveeduría el 40 por ciento de sus escasos jornales". Eso en el norte. Del Litoral, las aguas del Alto Paraná, "bajan turbias". Juan B. Justo denunció en el Parlamento, el 29 de junio de 1914, las condiciones bestiales de los obreros del Alto Paraná; dijo que podían verse en el río cadáveres de obreros, con lesiones corporales de violencias. Añadió que "Posadas es el gran mercado de esclavos blancos en el Alto Paraná… Se los embarca como a bestias, a cintarazos".
Más de medio siglo después, el sistema del conchabo para la contratación de los obreros dedicados a la zafra azucarera tiene vigencia en las relaciones económicas jujeñas. Se aplica preferentemente a los veinte o treinta mil obreros bolivianos que incluyendo la familia ingresan anualmente en nuestro país, para fines de abril y mayo de cada año. En San Martín del Tabacal (Salta), se emplea indios matacos, tobas, chorotes, chulupíes.
La contratación o conchabo no es una forma exclusiva pero sí bastante extendida. En la práctica, los ingenios ya tienen sus contratistas, que en la mayoría de los casos son comerciantes establecidos en las localidades de la zona y también empleados de los ingenios. El pueblo los bautizó; les llaman negreros.
Tucumán, la mártir
En su territorio de 22.524 kilómetros cuadrados, enclavado en el corazón geográfico de nuestra patria, viven más de 800.000 argentinos, a un promedio de cerca de 40 habitantes por kilómetro cuadrado. Su economía depende, en lo fundamental, de la actividad azucarera, de donde provienen las dos terceras partes de sus ingresos brutos.
La desocupación ha venido haciendo estragos desde hace años. En 1950 trabajaron en la zafra, entre surco y fábrica, unos 100.000 obreros. En 1963, solamente lo hicieron unos 65.000, lo que significa una desocupación del 44 por ciento en un período de 13 años. Quienes sufrieron fundamentalmente este proceso fueron los obreros temporarios o cosecheros que debieron emigrar en busca de otras ocupaciones y también la sintieron braceros santiagueños y catamarqueños.
El cierre de ingenios decretado por Onganía, produjo de golpe la misma desocupación que en los 13 años que comentamos. También 30.000 braceros santiagueños quedaron sin fuentes de trabajo. La desocupación de obreros azucareros se refleja en otras actividades del Noroeste, compitiendo como mano de obra barata, que perturba todo el mercado de trabajo de la región.
El valor que la oligarquía concede a la vida humana y a la atención de la salud está muy por debajo del que le asigna a sus aperos, útiles y animales. En abril de 1963, el Seminario sobre los efectos de la zafra azucarera en la Educación, realizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, produjo entre otras, estas cifras: "En una localidad de obreros temporarios de surco, el 63 por ciento de las viviendas eran de adobe o quincha y el 20 por ciento de caña y malhoja; uno de cada tres padres de ambos sexos no han concurrido jamás a la escuela y uno de tres lo han hecho hasta el segundo grado, es decir que el 68,7 por ciento son prácticamente analfabetos; el consumo de leche es de 0,15 litros por persona".
El mismo estudio realizado en una colonia de obreros de surco estables dio los siguientes resultados: "en el grupo de menores de 10 a 17 años de edad, se registra un horario de trabajo de 13, 14 y hasta 15 horas diarias: el 56 por ciento de los niños no concurren a la escuela y el 63,5 por ciento de los padres son prácticamente analfabetos; el 72 por ciento de estas familias no consumen leche". Y concluía: "La vida no es propiedad del señor pero son de él casi todas las cosas que permiten vivir: el trabajo, la casa, el dinero, y las normas. Objetivamente hablando no es un régimen feudal (…) pero lo recuerda".
¿Sirve la tecnología?
En la pampa húmeda (parte de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba), el desarrollo capitalista en el campo introdujo una mayor utilización de maquinarias y adelantos tecnológicos. ¿Para qué? En manos de los negreros el progreso se vuelve contra los trabajadores. Se han reducido los días dedicados a la labranza, siembra y cosecha, etc.; las filas de los obreros rurales se ven engrosadas por hijos de campesinos y chacareros arruinados; los obreros de mayor edad tienen cada día más inconveniente para encontrar trabajo.
Si tomamos 1963 como punto de referencia, todavía el obrero rural (estibadores, obreros de campo y máquina) tenían en el campo bonaerense un promedio de ocupación de 15 a 20 días o más, en tiempo de cosecha y posteriormente podían defenderse con algunas "changas". Actualmente esa ocupación, se redujo a 10 o 15 días, pero difícilmente se consiguen "changas".
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), filial Pergamino, realizó en 1965 un estudio sobre la "pampa húmeda", que concluía diciendo que donde una década atrás se daba ocupación en las tareas de arada, siembra, cosecha y almacenaje de cereales, a un promedio de hasta 30 obreros, en ese año el promedio o porcentaje llegaba apenas a 3 obreros. Diez veces menos.
Desde ese año al presente, muchos chacareros que no querían el silo, entraron por la variante de arrendar máquinas "changarinas" con silos transportables. El "silo rodante" solucionó para muchísimos campesinos pequeños y medianos y hasta para algunos grandes, el problema de utilización de bolsas y de no menos de 6 obreros, pues el cosechado a granel, permite realizar toda la tarea, con un máximo de 3 obreros y un mínimo de 2.
En los últimos cuatro años, la aparición de máquinas cosechadoras con tolvas (depósito encima de la máquina que permite almacenar hasta 14 bolsas, o sea unos 850 kilogramos de cereal) "ahorra" otro trabajador.
El almacenaje en silos de chacra de campaña o terminales de ciudades y puertos, acicatea al progreso de la mecanización. Hay zonas bonaerenses donde el obrero agrícola ya ha sido desplazado, en varias especialidades, hasta en un 80 y 90 por ciento se cosecha a granel; sin hablar de decenas de pueblos donde la carga directa de chacra a silo terminal o a puerto, evita el empleo de estibadores por un lado y de los llamados cosedores —cargadores— y pistines, por el otro. El maíz, el girasol, el sorgo hasta hace cinco años se cosechaba embolsando gran parte; ahora entre el 70 y el 80 por ciento se cosecha a granel; los trabajadores que esperaban la "cosecha gruesa" para aliviar sus problemas económicos, ya no tienen siquiera esa esperanza. Antes, con el estibado en galpón y la utilización del "burro" (caballete grande de hasta 18 y 22 escalones) el ritmo de trabajo era de 500, 600 y hasta 700 bolsas hombreadas por obrero y por jornada de 8 horas; ahora, con la cinta transportadora, que sin duda significó progreso y humanización en el trabajo de almacenaje, el ritmo impuesto por las casas cerealistas, hace que se hombreen un promedio de hasta 1.400 bolsas por obrero y por jornada de 8 horas. Esto sucede en Morse, Irala, O’Brien, Colón y otras localidades del centro y sud de la provincia de Buenos Aires. Un par de obreros suplantan a cuadrillas de hasta 9 trabajadores en galpón. Esta merma del tiempo de ocupación origina rencillas entre los obreros, que hábilmente aprovechan los cerealistas y capataces del galpón, para lanzar el "trabajo libre" o la "cuadrilla fija" para que el sindicato no sea quien controle el trabajo y la distribución de los turnos rotativos.
Procesos de mecanización han invadido la esquila de ovejas, la recolección de legumbres y hortalizas; la cosecha de pasto para henificar; ha disminuido el tiempo de ocupación y, consiguientemente, los ingresos. Diez años atrás, en las mejores zonas y con cosechas normales, un obrero estibador, durante el período de cosecha y posterior ocupación salteada, recaudaba de 150 a 200 mil pesos, que le servían a él y a su familia para vivir todo el año; ahora, en el norte bonaerense, los cosecheros de trigo, maíz, girasol, granífero, no alcanzan los 70 u 80 mil pesos. Empero, en el presente ciclo agrícola, acortado por lo que expusimos, no llegarán a superar la cifra promedio de 40 a 50 mil pesos.
La culpa no es de la tecnología; es de quienes hacen uso de ella para aumentar las ganancias sin modificar ni mejorar las relaciones de producción.
El cáncer del latifundio
La permanencia del régimen latifundista torna estéril la tecnología como factor de progreso en el campo argentino. Esa permanencia, agravada por la creciente participación de los monopolios capitalistas en el campo como grandes terratenientes, deprime cada vez más las condiciones de vida de los obreros rurales y de los campesinos, y entre éstos, especialmente de los campesinos pobres. Ya es un lugar común que el latifundismo es un pavoroso factor de atraso, sin cuya destrucción radical será imposible el progreso argentino.
Los últimos datos sobre concentración latifundista en Tucumán, por ejemplo, datan de 1956 y son oficiales. Según esas cifras, 21 ingenios y 188 grandes cañeros (menos del 1 por ciento de los propietarios) poseen 4.432.854 surcos (1 hectárea: 50 surcos), o sea el 30% del total; en el otro extremo, la cada vez más subdividida propiedad minifundista compuesta por 17.764 cultivadores (86,57%) poseen 3.254.901 surcos, o sea sólo el 37,46 por ciento. Este proceso ha ido "in crescendo", hasta que el señor en el gobierno le puso turbinas y de un solo manotazo quiere realizar lo que había previsto Latzina en 1902 para nuestro país: "La población agrícola se compondrá entonces ¡ojalá no tuviera razón! de unos cuantos centenares de poderosos propietarios de la tierra, y de una manada de ilotas, los arrendatarios y peones de éstos".
Los consorcios capitalistas, que desde hace tiempo funcionan como socios mayores del latifundismo, actúan ellos mismos como terratenientes, como es el caso de Bunge y Born, Dreyfus, Anderson & Clayton y muchos más. Las sociedades anónimas, muchas de ellas extranjeras, controlan alrededor de 26 millones de hectáreas. El King Ranch, con grandes extensiones en el Litoral, tiene su casa matriz en Texas, Estados Unidos. El fundador del establecimiento saqueó en su tiempo a los mexicanos y durante la guerra de Secesión norteamericana estuvo con el sur esclavista. Ahora es el King Ranch quien encabeza la lucha contra los obreros asalariados, a cuya organización sindical se opone, levantando la bandera del "trabajo libre".
Desalojos
Onganía quiere regresar al pasado, y puso al frente de la Secretaría de Agricultura a Lorenzo Adolfo Raggio, dedicado a la cría e invernada en las provincias de Buenos Aires y Córdoba, miembro del Comité del Banco Ganadero y otras actividades privadas que lo vinculan a la "flor y nata" del latifundismo.
¿Consecuencias? La "ley Raggio", que afecta al sistema de arrendamientos y aparcerías rurales, poniendo en trance de desalojo a decenas de miles de productores campesinos que no son dueños de la tierra que trabajan. En el país, se han incoado ya 25 mil juicios de desalojo. Tan sólo en la provincia de Buenos Aires suman 8.903. Esto golpea directamente a los obreros rurales, porque los chacareros arrendatarios son uno de los sectores del agro que ocupan mano de obra asalariada sobre todo en época de cosecha, pues se dedican principalmente a los cultivos agrícolas.
Los olvidados no olvidarán
Integran el sector de obreros rurales aproximadamente 1.200.000 trabajadores. Constituyen la parte más explotada y más desprotegida de la clase obrera. Son los "olvidados" por los gobiernos que han servido al latifundismo.
Desgraciadamente, quienes tenían la obligación de recordar su presencia, organizándolos y poniéndolos en pie de lucha, parecen sufrir también de mala memoria. El desmemoriado Sebastián Montoya, secretario general de FATRE, revista en la camarilla de Azopardo.
Los obreros rurales, sin embargo, miran a la CGT de los Argentinos y descubren que no están olvidados; que sus hermanos trabajadores están con ellos, y los invitan a ocupar su puesto de batalla. Los olvidados no olvidarán.
Después del asesinato de Vandor
Relato de los eventos en torno al asesinato del lider sindicalista Augusto Timoteo Vandor
Por Andrés Bufali
Ocurrió hace 35 años, cuando el liderazgo de la CGT era un enorme factor de poder, y sirvió para iniciar un baño de sangre, con los impredecibles efectos que aún se padecen. Fue el asesinato de Augusto Timoteo Vandor (el "Lobo"), jefe sindicalista de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), cuyos detalles me tocó cubrir como cronista y que relaté en un libro reciente que se titula Con Soriano por la ruta de Chandler, en homenaje al colega con quien debí compartir aquel helado lunes 30 de junio de 1969.
El episodio sucedió poco después de que el general Onganía (presidente de facto) hiciera encarcelar en Santa Rosa a los gremialistas rebeldes Agustín Tosco, Raimundo Ongaro, Elpidio Torres, Ricardo de Luca y Antonio Scipione, y designara interventor de Córdoba a Jorge Raúl Carcagno, el mismo militar que cuatro años después fuera designado comandante en jefe del Ejército por el presidente Cámpora. Onganía acababa de decretar un aumento de penas para aquellos a los que se les probaran "actividades comunistas". No obstante, con diferencia de horas estallaron bombas en quince supermercados Minimax, uno de cuyos dueños, Nelson Rockefeller, estaba a punto de llegar como enviado especial del presidente Richard Nixon. Y justamente el día de ese arribo, Onganía autorizó la expulsión de extranjeros, con una moderna versión de la detestable ley de residencia. El clima político se enrarecía.
Tres días antes de caer asesinado Vandor, durante una manifestación en Plaza Once, las balas policiales habían acribillado a Emilio Jáuregui, del Sindicato de Prensa. Se avecinaba, además, un paro general decretado por la "CGT de los Argentinos", la opositora al gobierno militar.
Un telefonazo me estremeció en el empleo público en el que todavía estaba atrapado entre las siete de la mañana y la una de la tarde: "Pusieron una bomba en la sede de la UOM, en Rioja al 1900, y parece que mataron al «Lobo» Vandor. Ya mandamos gente ahí y a la casa. Rajate como sea del laburo y andá al policlínico de los metalúrgicos, en Hipólito Yrigoyen al 3300, a ver qué averiguás". Era la voz imperante de Hugo Gambini, por entonces secretario coordinador de Primera Plana.
Me fui a un café a pensar qué haría. Me acordé de Roberto Díaz, un metalúrgico santiagueño que trabajaba en una fábrica de Llavallol. Apenas le hablé, me tiró los nombres de dos amigos suyos en el policlínico de la UOM. Encontré a uno de ellos, quien más rápido que Fu Man-chú hizo desaparecer el billete que le deslicé para que me llevara hasta Cirugía, no sin antes recomendarme fingir ser pariente de alguien al que estaban operando. Eso hice. Me senté en un asiento de madera y paré la oreja. Médicos, enfermeras, camilleros, sindicalistas, todos parecían saber de todo. Ya había trascendido el asesinato. Cerca de mí, alguien susurró a otro alguien: "¿Sabías que el «Lobo», en el 50, antes de entrar en la Philips como matricero, era suboficial de la Marina y que sumaba 27 pirulos cuando pisó por primera vez una fábrica? ¡Pensar que en el 56 ya era un capo y en el 58 mandaba a todos en la UOM! ¡Eso es tener muñeca!" "No tanta -respondió el otro-, era tan ambicioso que se puso al general en contra. ¡Y mirá..!".
De pronto, aparecieron dos morochos pesados, tres camilleros y un par de médicos, que llegaron hasta Cirugía con el mismísimo Vandor ya convertido en historia, medio tapado con una sábana, con sus ojos celestes abiertos. Apenas los pesados empezaron a sospechar de nuestra presencia llegó Elida Curone, la esposa de Vandor, y la atención se desvió hacia ella. Un médico le dijo llorando: "¡Negrita, lo mataron al «Lobo», lo mataron!"
Ella gritó: "¡No! ¡A él, no! ¡A él no lo mataron! ¡Eso es una mentira! Ustedes todavía pueden salvarlo. Venga conmigo, doctor". Y lo obligó a entrar en Cirugía. Más tarde me enteré de que acarició lentamente el cuerpo de su esposo. Luego oí su voz y la del médico. Ella dijo: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. ¡Son seis agujeros! ¿Cuál me lo llevó?" El médico le pidió: "Por favor, no hagas eso, «Negrita». No sufrió".
Cuando llegué a la revista, el "Gordo" Soriano ya había vuelto de la UOM y escribía un informe para Roberto Aizcorbe, jefe de la sección Política. Había tenido más suerte que Carlitos Russo, quien se había metido en el departamento de Vandor de la calle Emilio Mitre para hablar con la esposa, y terminó echado cuando ésta volvió del policlínico, con la hija, sus amigas y los guardaespaldas, para cambiarse e ir al velatorio.
El "Gordo" había logrado que el sindicalista Miguel Gazzera le contara que en una cena reciente con Paulino Niembro, Lorenzo Miguel y Avelino Fernández le habían sugerido a Vandor que se fuera unos meses del país porque las cosas estaban muy calientes y lo podían matar, pero no quiso. "Unos días después -dijo Gazzera- me confesó que si había algo jodido para él, como pensábamos, prefería que ocurriera aquí."
No era lo único que había averiguado. En la UOM le detallaron a Soriano que cuatro tipos habían tocado el timbre y se habían anunciado como oficiales de justicia con una cédula judicial, y que entraron armados hasta los dientes, redujeron a los guardias y dos corrieron hasta el segundo piso, donde amenazaron a Victorio Calabró. "Antes de llegar al despacho de Vandor -contaron-, éste salió a preguntar qué sucedía. Al reconocer a uno de ellos, intentó hablarle, pero lo balearon varias veces con pistolas 45 y le dejaron una bomba en los pies, la que destruyó una pared. Se escaparon en un auto. El «Lobo» murió en la ambulancia que lo llevó al policlínico."
Russo alcanzó a informar que la esposa de Vandor había llegado con su nenita de dos años, Marcela, y Roberto, de uno; luego describió cómo estaban vestidos ellos y sus acompañantes y en qué clase de autos se movilizaban.
En la redacción esculpí en una Olivetti, de aquellas duras, tres carillas bien detalladas con todo lo que había visto y oído. Aizcorbe -con ese acento cajetilla que le había costado el apodo de "Petimetre"- leyó velozmente mis datos, salió de su pecera, y delante de Soriano, Gambini, Osiris Troiani y un tipo de Espectáculos, me preguntó: "¿Usted está seguro de todo lo que puso aquí?" Todos me miraron. Sentí que me ponía rojo y que empezaba a transpirar. Con dificultad, respondí: "Sí, ¿por qué?" Aizcorbe siguió mirando mis papeles e inquirió: "¿Cómo sabe que cuando lo llevaron a Cirugía, Vandor tenía abiertos los ojos celestes?" Expliqué: "Porque lo vi. Yo estaba sentado a un metro de esa puerta". Aizcorbe insistió: "¿Y de dónde sacó que tenía seis agujeros en el cuerpo?" Traté de convencerlo: "Porque se los contó la esposa, que dijo que quería saber cuál era la bala que lo había liquidado".
Todas las miradas se centraron en mi flaca figura. Aizcorbe seguía con su gesto de duda. Troiani, Gambini y Soriano me miraban divertidos e interesados. Gambini expresó: "¿Ves, Robertito? Esto no se aprende en la Sorbona". Todos se rieron. Aizcorbe también. Luego me señaló una parte del informe y preguntó: "¿La esposa dijo que el «Che» lo había recibido en La Habana y que este verano se abrazó con Perón en México?" Asentí.
En el Dorá, un restaurante del Bajo, cerca de Retiro, el "Gordo" decidió contarme lo que se había guardado en el bolsillo. "¿Oíste algo de los tipos que reventaron a tiros a Vandor?" Negué con la cabeza. El "Gordo" miró a los costados y soltó un susurro: "Me parece que conozco a uno de los que subieron a matarlo".
Haciéndome el canchero conmigo mismo, puse cara de póquer. El "Gordo" continuó: "A uno de los guardias le pareció oír que Vandor dijo algo como «¡Hola, Cóndor!» o «¿Qué hacés, Cóndor»". Atiné a murmurar: "¿«Cóndor»? ¿Ese no fue el nombre de un operativo nacionalista peronista que hicieron en las Malvinas?". El "Gordo" recordó: "Sí, claro. Unos tipos bajaron allá con un avión y pusieron la bandera argentina. Y el que sacó las fotos fue Héctor Ricardo García, el dueño de Crónica".
Después de contarme eso, el "Gordo" pensó un poco, se levantó y fue al teléfono. Hizo una llamada y volvió contento. Dijo: "Ya le voy viendo las patas a la sota. El «Negro» Juárez dice que muchos creen que Vandor fue el ideólogo del Operativo Cóndor en Malvinas". Interrumpí lo que estaba haciendo y pregunté: "Si fue el ideólogo de ese operativo peronista, y en marzo se abrazó con el general en México, ¿por qué un cóndor lo deja como un colador?" La respuesta de Soriano fue: "Nada que tenga que ver con el peronismo es fácil de explicar. Yo me conformo con saber quién es ese cóndor", concluyó.
Al día siguiente, Aizcorbe empezó a escribir su nota, en la que se leería que Vandor tenía de enemigos a Perón, por haber osado varias veces desobedecer sus órdenes y disputarle la conducción de los trabajadores; al gobierno militar, por no querer ser totalmente "participacionista", y a los sindicalistas de izquierda, por haberles disparado en la pizzería La Real, de Avellaneda, donde cayó asesinado uno de ellos, de apellido Blajakis y donde murió (¿por error?) Rosendo García, del grupo vandorista. Cuando Aizcorbe se fue a almorzar, con el "Gordo" revisamos rápidamente los recortes de archivo referidos al Operativo Cóndor y copiamos los nombres de sus participantes. Seguimos con los sobres de fotos de Vandor y de otros personajes. Yo encontré el tesoro: una de las imágenes en blanco y negro mostraba al "Lobo" hablando con un tipo joven, para mí desconocido, llamado igual que el jefe del Operativo Cóndor. "Mirá, «Gordo» -lo sorprendí-, en este epígrafe dice que Vandor está con Dardo Cabo, hijo de un sindicalista famoso..."
Nos miramos y supusimos que ése podía ser uno de los asesinos de Vandor, pero no dijimos nada. Era apenas una sospecha. No todo lo que vivimos se publicó, porque allí siempre había que confirmar los datos y las sospechas. Y a los pocos meses, cuando Onganía clausuró Primera Plana y con el "Gordo" habíamos pasado a trabajar en la revista Panorama, vimos varias veces a Cabo reunido con las mismas cinco personas. Recién cuatro años después, la revista El Descamisado revelaría que Cabo, junto con aquellos cinco hombres (que creían en una revolución de izquierda liderada por un general de derecha: Perón) habían integrado el Ejército Nacional Revolucionario, cuya actividad se redujo a un par de asesinatos: el de Vandor en 1969 y el de José Alonso en 1970, para después incorporarse a los Montoneros.
Lo último que recuerdo del caso Vandor ocurrió en 1976, cuando Osvaldo Soriano ya había partido para su exilio. Lo nuevo que averigüé estaba referido a Roberto Vandor, el hijo del "Lobo", que ya tenía ocho años y estaba en segundo grado. La maestra le pidió que dibujara a su familia. Cuando le tocó hacer al padre trazó un rectángulo. El psicólogo vio el dibujo, llamó a la madre y le dijo: "Señora, su hijo hizo un rectángulo porque para él su padre es nada más que una fotografía".
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Relato de los eventos en torno al asesinato del lider sindicalista Augusto Timoteo Vandor
Por Andrés Bufali
Ocurrió hace 35 años, cuando el liderazgo de la CGT era un enorme factor de poder, y sirvió para iniciar un baño de sangre, con los impredecibles efectos que aún se padecen. Fue el asesinato de Augusto Timoteo Vandor (el "Lobo"), jefe sindicalista de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), cuyos detalles me tocó cubrir como cronista y que relaté en un libro reciente que se titula Con Soriano por la ruta de Chandler, en homenaje al colega con quien debí compartir aquel helado lunes 30 de junio de 1969.
El episodio sucedió poco después de que el general Onganía (presidente de facto) hiciera encarcelar en Santa Rosa a los gremialistas rebeldes Agustín Tosco, Raimundo Ongaro, Elpidio Torres, Ricardo de Luca y Antonio Scipione, y designara interventor de Córdoba a Jorge Raúl Carcagno, el mismo militar que cuatro años después fuera designado comandante en jefe del Ejército por el presidente Cámpora. Onganía acababa de decretar un aumento de penas para aquellos a los que se les probaran "actividades comunistas". No obstante, con diferencia de horas estallaron bombas en quince supermercados Minimax, uno de cuyos dueños, Nelson Rockefeller, estaba a punto de llegar como enviado especial del presidente Richard Nixon. Y justamente el día de ese arribo, Onganía autorizó la expulsión de extranjeros, con una moderna versión de la detestable ley de residencia. El clima político se enrarecía.
Tres días antes de caer asesinado Vandor, durante una manifestación en Plaza Once, las balas policiales habían acribillado a Emilio Jáuregui, del Sindicato de Prensa. Se avecinaba, además, un paro general decretado por la "CGT de los Argentinos", la opositora al gobierno militar.
Un telefonazo me estremeció en el empleo público en el que todavía estaba atrapado entre las siete de la mañana y la una de la tarde: "Pusieron una bomba en la sede de la UOM, en Rioja al 1900, y parece que mataron al «Lobo» Vandor. Ya mandamos gente ahí y a la casa. Rajate como sea del laburo y andá al policlínico de los metalúrgicos, en Hipólito Yrigoyen al 3300, a ver qué averiguás". Era la voz imperante de Hugo Gambini, por entonces secretario coordinador de Primera Plana.
Me fui a un café a pensar qué haría. Me acordé de Roberto Díaz, un metalúrgico santiagueño que trabajaba en una fábrica de Llavallol. Apenas le hablé, me tiró los nombres de dos amigos suyos en el policlínico de la UOM. Encontré a uno de ellos, quien más rápido que Fu Man-chú hizo desaparecer el billete que le deslicé para que me llevara hasta Cirugía, no sin antes recomendarme fingir ser pariente de alguien al que estaban operando. Eso hice. Me senté en un asiento de madera y paré la oreja. Médicos, enfermeras, camilleros, sindicalistas, todos parecían saber de todo. Ya había trascendido el asesinato. Cerca de mí, alguien susurró a otro alguien: "¿Sabías que el «Lobo», en el 50, antes de entrar en la Philips como matricero, era suboficial de la Marina y que sumaba 27 pirulos cuando pisó por primera vez una fábrica? ¡Pensar que en el 56 ya era un capo y en el 58 mandaba a todos en la UOM! ¡Eso es tener muñeca!" "No tanta -respondió el otro-, era tan ambicioso que se puso al general en contra. ¡Y mirá..!".
De pronto, aparecieron dos morochos pesados, tres camilleros y un par de médicos, que llegaron hasta Cirugía con el mismísimo Vandor ya convertido en historia, medio tapado con una sábana, con sus ojos celestes abiertos. Apenas los pesados empezaron a sospechar de nuestra presencia llegó Elida Curone, la esposa de Vandor, y la atención se desvió hacia ella. Un médico le dijo llorando: "¡Negrita, lo mataron al «Lobo», lo mataron!"
Ella gritó: "¡No! ¡A él, no! ¡A él no lo mataron! ¡Eso es una mentira! Ustedes todavía pueden salvarlo. Venga conmigo, doctor". Y lo obligó a entrar en Cirugía. Más tarde me enteré de que acarició lentamente el cuerpo de su esposo. Luego oí su voz y la del médico. Ella dijo: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. ¡Son seis agujeros! ¿Cuál me lo llevó?" El médico le pidió: "Por favor, no hagas eso, «Negrita». No sufrió".
Cuando llegué a la revista, el "Gordo" Soriano ya había vuelto de la UOM y escribía un informe para Roberto Aizcorbe, jefe de la sección Política. Había tenido más suerte que Carlitos Russo, quien se había metido en el departamento de Vandor de la calle Emilio Mitre para hablar con la esposa, y terminó echado cuando ésta volvió del policlínico, con la hija, sus amigas y los guardaespaldas, para cambiarse e ir al velatorio.
El "Gordo" había logrado que el sindicalista Miguel Gazzera le contara que en una cena reciente con Paulino Niembro, Lorenzo Miguel y Avelino Fernández le habían sugerido a Vandor que se fuera unos meses del país porque las cosas estaban muy calientes y lo podían matar, pero no quiso. "Unos días después -dijo Gazzera- me confesó que si había algo jodido para él, como pensábamos, prefería que ocurriera aquí."
No era lo único que había averiguado. En la UOM le detallaron a Soriano que cuatro tipos habían tocado el timbre y se habían anunciado como oficiales de justicia con una cédula judicial, y que entraron armados hasta los dientes, redujeron a los guardias y dos corrieron hasta el segundo piso, donde amenazaron a Victorio Calabró. "Antes de llegar al despacho de Vandor -contaron-, éste salió a preguntar qué sucedía. Al reconocer a uno de ellos, intentó hablarle, pero lo balearon varias veces con pistolas 45 y le dejaron una bomba en los pies, la que destruyó una pared. Se escaparon en un auto. El «Lobo» murió en la ambulancia que lo llevó al policlínico."
Russo alcanzó a informar que la esposa de Vandor había llegado con su nenita de dos años, Marcela, y Roberto, de uno; luego describió cómo estaban vestidos ellos y sus acompañantes y en qué clase de autos se movilizaban.
En la redacción esculpí en una Olivetti, de aquellas duras, tres carillas bien detalladas con todo lo que había visto y oído. Aizcorbe -con ese acento cajetilla que le había costado el apodo de "Petimetre"- leyó velozmente mis datos, salió de su pecera, y delante de Soriano, Gambini, Osiris Troiani y un tipo de Espectáculos, me preguntó: "¿Usted está seguro de todo lo que puso aquí?" Todos me miraron. Sentí que me ponía rojo y que empezaba a transpirar. Con dificultad, respondí: "Sí, ¿por qué?" Aizcorbe siguió mirando mis papeles e inquirió: "¿Cómo sabe que cuando lo llevaron a Cirugía, Vandor tenía abiertos los ojos celestes?" Expliqué: "Porque lo vi. Yo estaba sentado a un metro de esa puerta". Aizcorbe insistió: "¿Y de dónde sacó que tenía seis agujeros en el cuerpo?" Traté de convencerlo: "Porque se los contó la esposa, que dijo que quería saber cuál era la bala que lo había liquidado".
Todas las miradas se centraron en mi flaca figura. Aizcorbe seguía con su gesto de duda. Troiani, Gambini y Soriano me miraban divertidos e interesados. Gambini expresó: "¿Ves, Robertito? Esto no se aprende en la Sorbona". Todos se rieron. Aizcorbe también. Luego me señaló una parte del informe y preguntó: "¿La esposa dijo que el «Che» lo había recibido en La Habana y que este verano se abrazó con Perón en México?" Asentí.
En el Dorá, un restaurante del Bajo, cerca de Retiro, el "Gordo" decidió contarme lo que se había guardado en el bolsillo. "¿Oíste algo de los tipos que reventaron a tiros a Vandor?" Negué con la cabeza. El "Gordo" miró a los costados y soltó un susurro: "Me parece que conozco a uno de los que subieron a matarlo".
Haciéndome el canchero conmigo mismo, puse cara de póquer. El "Gordo" continuó: "A uno de los guardias le pareció oír que Vandor dijo algo como «¡Hola, Cóndor!» o «¿Qué hacés, Cóndor»". Atiné a murmurar: "¿«Cóndor»? ¿Ese no fue el nombre de un operativo nacionalista peronista que hicieron en las Malvinas?". El "Gordo" recordó: "Sí, claro. Unos tipos bajaron allá con un avión y pusieron la bandera argentina. Y el que sacó las fotos fue Héctor Ricardo García, el dueño de Crónica".
Después de contarme eso, el "Gordo" pensó un poco, se levantó y fue al teléfono. Hizo una llamada y volvió contento. Dijo: "Ya le voy viendo las patas a la sota. El «Negro» Juárez dice que muchos creen que Vandor fue el ideólogo del Operativo Cóndor en Malvinas". Interrumpí lo que estaba haciendo y pregunté: "Si fue el ideólogo de ese operativo peronista, y en marzo se abrazó con el general en México, ¿por qué un cóndor lo deja como un colador?" La respuesta de Soriano fue: "Nada que tenga que ver con el peronismo es fácil de explicar. Yo me conformo con saber quién es ese cóndor", concluyó.
Al día siguiente, Aizcorbe empezó a escribir su nota, en la que se leería que Vandor tenía de enemigos a Perón, por haber osado varias veces desobedecer sus órdenes y disputarle la conducción de los trabajadores; al gobierno militar, por no querer ser totalmente "participacionista", y a los sindicalistas de izquierda, por haberles disparado en la pizzería La Real, de Avellaneda, donde cayó asesinado uno de ellos, de apellido Blajakis y donde murió (¿por error?) Rosendo García, del grupo vandorista. Cuando Aizcorbe se fue a almorzar, con el "Gordo" revisamos rápidamente los recortes de archivo referidos al Operativo Cóndor y copiamos los nombres de sus participantes. Seguimos con los sobres de fotos de Vandor y de otros personajes. Yo encontré el tesoro: una de las imágenes en blanco y negro mostraba al "Lobo" hablando con un tipo joven, para mí desconocido, llamado igual que el jefe del Operativo Cóndor. "Mirá, «Gordo» -lo sorprendí-, en este epígrafe dice que Vandor está con Dardo Cabo, hijo de un sindicalista famoso..."
Nos miramos y supusimos que ése podía ser uno de los asesinos de Vandor, pero no dijimos nada. Era apenas una sospecha. No todo lo que vivimos se publicó, porque allí siempre había que confirmar los datos y las sospechas. Y a los pocos meses, cuando Onganía clausuró Primera Plana y con el "Gordo" habíamos pasado a trabajar en la revista Panorama, vimos varias veces a Cabo reunido con las mismas cinco personas. Recién cuatro años después, la revista El Descamisado revelaría que Cabo, junto con aquellos cinco hombres (que creían en una revolución de izquierda liderada por un general de derecha: Perón) habían integrado el Ejército Nacional Revolucionario, cuya actividad se redujo a un par de asesinatos: el de Vandor en 1969 y el de José Alonso en 1970, para después incorporarse a los Montoneros.
Lo último que recuerdo del caso Vandor ocurrió en 1976, cuando Osvaldo Soriano ya había partido para su exilio. Lo nuevo que averigüé estaba referido a Roberto Vandor, el hijo del "Lobo", que ya tenía ocho años y estaba en segundo grado. La maestra le pidió que dibujara a su familia. Cuando le tocó hacer al padre trazó un rectángulo. El psicólogo vio el dibujo, llamó a la madre y le dijo: "Señora, su hijo hizo un rectángulo porque para él su padre es nada más que una fotografía".
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CGT. Los dos sindicalismos
[Revista Confirmado, 30 de marzo de 1967]
C.G.T.: los dos sindicalismos
Las revoluciones, a diferencia de los cuartelazos, alteran profundamente todo el equilibrio previo de las fuerzas sociales actuantes y transforman, simultáneamente, todo el aparato estructural de la comunidad. Pero hasta el 27 de marzo el poder revolucionario se había mostrado incapaz de provocar el nacimiento o la alteración básica del sistema preexistente -con la obvia excepción del área oficial- y, más allá de las intenciones, casi nada reflejaba la nueva situación en profundidad.
Los partidos políticos, es cierto, habían sido disueltos por decreto a las pocas horas del derrocamiento de Arturo Illia. Pero, hasta tanto el vacío no tendía a ser cubierto por nuevos nucleamientos, la medida era poco más que formal, una tregua consentida por todos para reubicarse. Por lo demás, las agrupaciones tradicionales habían virtualmente caducado antes del 28 de junio de 1966, y la fuerza creadora de la Revolución, la aptitud para hacer surgir otros mecanismos, no se había manifestado todavía: se trata, por supuesto, de que las prioridades adoptadas relegan hasta un tiempo todavía distante la solución de ese problema.
En las Fuerzas Armadas, casi nada debió ser cambiado. La Iglesia Católica, las organizaciones empresarias, no encontraron razón para relevar a sus directivos. El juego de los factores económicos no fue trastrocado en ningún momento. Las universidades fueron intervenidas, pero no surgió, ni mucho menos, una enseñanza superior ensamblada con los fines de la Revolución. Las medidas administrativas, económicas, financieras, fiscales, tuvieron el común denominador del ordenamiento, pero carecieron objetivamente del tono revolucionario. Hay distintas opiniones posibles sobre la actuación de Adalbert Krieger Vasena como titular de Economía, pero no resulta fácil demostrar que su plan hubiera sido impensable bajo un gobierno constitucional.
Sin embargo, el 27 de marzo, cuando terminó la entrevista entre el secretario de Trabajo, Rubens San Sebastián, y los dirigentes de la C.G.T. un nuevo sindicalismo argentino había nacido: casi simbólicamente, el evento se producía, puntualmente, nueve meses después de haberse instaurado el gobierno revolucionario. Una enunciación anecdótica de los temas tratados aparece como poco significativa: la conferencia es apenas protocolar, rutinariamente cordial. Hay siete puntos que la central obrera plantea al secretario de Trabajo, reducidas esencialmente a tres: olvidar el plan de acción y no tomarlo como base para un ajuste de cuentas con los sectores gremiales; actualizar los salarios; coordinar la participación sindical en las decisiones vinculadas con el régimen de trabajo. El secretario no asume ningún compromiso, insinúa una nueva reunión, enuncia sus deseos de que exista un movimiento obrero unido y fuerte para beneficio del país, anticipa que el Poder Ejecutivo no intervendrá en los asuntos internos de las organizaciones laborales. Todo tan inofensivo como una limonada, en apariencia: sin embargo, en esa entrevista surgió el nuevo sindicalismo, el primer fruto concreto de la Revolución.
Durante once años, los gremios, con hegemonía peronista, se habían dedicado sistemáticamente a hostilizar a todos los gobiernos: Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido, Illia fueron jaqueados por un justicialismo sindical que sólo parecía tener capacidad para destruir, perturbar, irritar. Esa táctica sin estrategia era profundamente incoherente: los jerarcas argentinos no adhieren a la concepción marxista de la lucha de clases ni aspiraron nunca a la captura del poder por vía violenta para establecer una dictadura proletaria. Casi trade-unionistas, casi social-demócratas con características sudamericanas, se preocupaban por el desarrollo de las obras sociales, las policlínicas, los campos de recreación para sus afiliados. Pero, controlados por el peronismo, hostigaban sistemáticamente a los gobiernos y perjudicaban a los empresarios, sin querer hacerlo, en planes de lucha que iban dirigidos contra los equipos políticos en el poder.
Los gobiernos sucesivos alternan, frente a esa táctica, las represiones con los intentos de captación, pero tampoco definen una política ni limitan un campo de acción específico y concreto para el movimiento sindical. En la perspectiva histórica, que no se mide por las anécdotas del momento, puede consignarse que la sucesión de planes de lucha termina finalmente con un triunfo y no con una derrota de la central obrera. Ese hostigamiento había sido constante hasta coadyudar al derrocamiento de Arturo Illia; luego, como un reflejo condicionado, se intentó repetir durante el gobierno de Onganía. Pero Onganía, en cuanto representaba a un régimen revolucionario, obliga a los gremialistas a retroceder y ubicarse en la nueva realidad: la conducción había quedado, al 27 de marzo, descalabrada, pero se había conseguido algo fundamental. Con el método de ensayo, error y ensayo, la C.G.T. podía descartar ya para siempre los planes de lucha e incorporarse al proceso. Nunca había querido ser una C.G.T. marxista de enfrentamiento; ahora se decidía, con absoluta coherencia, a transformarse en una C.G.T. de colaboración. Y si el último combate había terminado en derrota, la paz era más que honrosa: marcaba términos inéditos para una participación efectiva en las soluciones nacionales.
Sin histeria, sin gestos estridentes, sin intervención ni detenciones masivas, el poder revolucionario había logrado, por simple acción de presencia, la transformación social del sindicalismo argentino. Ahora sólo queda por formalizar el operativo.
Los últimos episodios, a la vez, sirvieron para demostrar hasta qué punto había llegado el vacío de poder en la Argentina: el gobierno no necesitó utilizar ninguno de los mecanismos despóticos que preveían sus adversarios sino, simplemente, demostrar que estaba allí, que frente al plan de acción había un poder existente para terminar con el pleito. Gobierno y central obrera pudieron, así, salir fortalecidos de la prueba. La contrarrevolución no había sido capaz de jugar a la división para iniciar una operación en pinzas, aislar a los sectores esencialmente revolucionarios, enfrentarlos y destruirlos. En realidad, la contrarrevolución no había comprendido que esa disputa tenía otro signo y serviría para establecer definitivamente la pauta que tendrían, en adelante, las relaciones.
Desde un punto de vista formal, los cambios en la conducción sindical serán escasamente significativos: ni siquiera toda la vieja guardia cederá su puesto a la. segunda línea, ya que en algunos gremios el operativo puede ser fuertemente perturbador. El proceso parece conducir inexorablemente al relevo de la mayoría de los directivos del Comité Central Confederal, a un congreso extraordinario cegetista. El centro de gravedad pasará, además, de la Unión Obrera Metalúrgica (Augusto Vandor) a Luz y Fuerza (Juan José Taccone) y el cegetismo trazará una estrategia de participación.
El desplazamiento de los metalúrgicos en favor de Luz y Fuerza responde a razones políticas elementales: el gremio de Vandor aparece con una imagen muy politizada, estuvo muy jugado con los planes de lucha, fue demasiado tiempo el eje de las hostilidades; sólo Luz y Fuerza, entidad no adherida formalmente a las 62 Organizaciones pero con una posición afín, puede ocupar su lugar dentro de la tendencia mayoritaria del gremialismo. Existe una circunstancia complementaria: el retiro de Vandor, en el sindicato metalúrgico, es muy costoso organizativamente y aparece como poco probable, pero sin ese retiro la UOM no puede ya tomar la iniciativa; el relevo voluntario de Juan José Taccone no perturba la estructura interna de Luz y Fuerza.
Luz y Fuerza sin Taccone, pero con una estrategia que marcó Taccone en su momento (un dirigente que no vio con buenos ojos el plan de lucha), pasará así a ser la columna vertebral del nuevo sindicalismo. La doctrina de la participación es la clave de la nueva actitud: el enfrentamiento queda relegado.
Pero el significado de esa participación puede encontrarse quizá en e! viaje que, hace poco, realizó el dirigente de Luz y Fuerza, Luis Angeleri, a Israel: allí, la Histadruth (C.G.T. israelí) es una de las grandes potencias empresarias del Estado. El ejemplo sería válido: no se trata de que Id C.G.T. entienda que participar es compartir el gobierno, pues eso entrañaría un privilegio sobre otras fuerzas que se consideran con derecho a hacerlo y significaría establecer el embrión de un régimen representativo corporativista, antidemocrático en su esencia, basado en la dictadura nacional-sindicalista, una experiencia que la Argentina ya conoció parcialmente y que ni la C.G.T. peronista quiere repetir.
Participar, en cambio, sería no delegar ya en el Estado la solución de todos los problemas: participar es promover las obras sociales e iniciar la construcción de plantas industriales en poder de la organización sindical. Frente al problema tucumano, por ejemplo, Angeleri propuso que no se siguieran derivando las protestas hacia el anacrónico mecanismo soreliano de inconducentes huelgas generales, sino que se estableciera un ejemplo para la comunidad: en lugar de perder tres días de salarios en tres días de paros, los trabajadores derivarían esos fondos hacia la C.G.T., reuniendo así tres mil millones de pesos. Esos tres mil millones serían más que suficientes para establecer la primera planta piloto, industrial, en Tucumán; dar ocupación a obreros de esa provincia, sin trabajo. Constituirían un paso inicial importante para convertir a la C.G.T. en una fuerza también empresaria, que realizaría la interesante experiencia de desarrollar una potencia hasta ahora inédita en un marco desusado.
En lo inmediato, más allá del proceso básico, la crisis cegetista -una crisis de crecimiento- queda trasladada al interior de los distintos nucleamientos. Un esquema aproximativo de la situación, en ese sentido, es el siguiente:
• 62 Organizaciones. Vandor pasó a ser discutido y fue enfrentado por Adolfo Cavalli, petrolero, que dialogó intempestivamente con el ministro Borda mientras la línea dura no era abandonada formalmente. El incidente casi eclosiona con una secesión de la Unión Obrera Metalúrgica, obviado por el mismo Vandor.
• 62 Organizaciones de pie. Mientras Amado Olmos y Andrés Framini, en la línea dura, tratan de conseguir una alianza con algunos vandoristas, saltando sobre las fronteras que separan a las dos "62", José Alonso trata de conseguir apoyo en los Independientes. Pero ni Perón parece respaldarlo ya. En una reciente carta, el ex presidente señala que "...yo, que debería sentirme satisfecho por la derrota de Vandor, no puedo hacerlo porque fue derrotada la clase trabajadora. No puedo adherirme a algunos hombres de las 62 de Pie que se centran en el enfrentamiento con Vandor. No entienden que el enemigo interno, Vandor, ya está liquidado, por cuanto ha perdido la confianza que en él depositaban algunos hombres de las Fuerzas Armadas y algunos sectores políticos y porque es evidente la derrota del vandorismo como fuerza política en el campo sindical". El tiro por elevación contra Alonso es visible. Alonso, al mismo tiempo, trata de maniobrar con algunos independientes, como el viajante de comercio Marcos Almozny.
• Independientes. Su fuerza principal sigue siendo el poder de arbitraje entre los dos nucleamientos y distintos subnucleamientos peronistas.
• No alineados. Los dos únicos gremios importantes que tienen están demasiado comprometidos en actitudes antigubernistas (La Fraternidad, y la Unión Ferroviaria) y no pueden acceder a puestos claves en la C.G.T.
También ese panorama contribuye a marcar la zona por donde transitará la hegemonía sindical en los próximos meses, en los próximos años. El complejo de derrota ya ha desaparecido de la C.G.T. y el nuevo sindicalismo surge como consecuencia natural de una revolución que, según el mismo presidente Onganía, no se realizó contra los sectores del trabajo sino para construir el país con todos: "La Revolución -enfatizó el 7 de noviembre de 1966-, inspirada en una voluntad de cambio colectivo, no reconoce enemigos en ningún sector particular de la población". Todos esos sectores, ahora, comenzarán a transitar en el ritmo de la nueva situación: el camino fue abierto por la C.G.T., a la que solamente falta formalizar esa vocación con una estrategia que incluya, por un tiempo significativo, la suspensión de los enfrentamientos y las huelgas, reforzando la voluntad de participar en la historia que se está construyendo.
Durante las últimas dos semanas se agudizaron, en la izquierda argentina, las diferencias entre el partido Comunista y otros grupos más proclives a las teorías de Fidel Castro. Todo empezó 14 meses atrás, en la Conferencia Tricontinental de La Habana: uno de los planteos básicos que llevaban los delegados cubanos era la constitución de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), una especie de Internacional que operara en América, similar a las que ya existen en Asia y África.
Por supuesto, los partidos comunistas ortodoxos de Latinoamérica no adhirieron a la idea: si se constituía la OLAS perdían el manejo de las izquierdas locales, en general menos numerosas y peor organizadas que ellos. Pese a la oposición de los partidos comunistas, sólo una voz se alzó en la Tricontinental para criticar la proposición castrista: la de la abogada argentina Alcira De la Peña, veterana dirigente del comunismo argentino, apenas una generación posterior a la doctora Alicia Moreau de Justo.
Después de su intervención, De la Peña cayó en desgracia en la Tricontinental: inclusive el presidente Dorticós insistió, repetidamente, en confundir el nombre de la delegada argentina llamándola "doctora De la Pira y doctora De la Piedra", lo que llevó a De la Peña a aclarar, de viva voz, cuál era su verdadero apellido.
Como la moción cubana triunfó en la Conferencia, el Partido Comunista Argentino optó por otra solución: detener, en la medida de sus posibilidades, la creación de la OLAS en la Argentina. En poco tiempo, eso llevó a una situación de hecho: la existencia de dos OLAS. En una de ellas vegetan los adustos representantes del P.C. y de algunas de sus sucursales políticas más conocidas (Movimiento de la Paz, Liga por los Derechos del Hombre). En la otra opera una serie de grupos políticos de la izquierda no tradicional: el Movimiento de Liberación Nacional; la Acción Socialista Argentina, capitaneada por el folklórico ex diputado Juan Carlos Coral; la Juventud Revolucionaria Peronista; el Centro Revolucionario Camilo Torres, un grupo de católicos izquierdizados; la Acción Revolucionaria Peronista, desprendimiento de la J.R.P.; el grupo trotskista Baluarte y una entidad de dudosa existencia: la Mesa Coordinadora de Juventudes Políticas. Sobre ella, los miembros de las restantes agrupaciones temen que haya sido un invento del Partido Comunista, porque desde hace dos meses sus representantes desaparecieron de las reuniones.
POLÍTICOS
El movimiento continuo
A mediados de la semana pasada, un extenso memorándum de la secretaría de Informaciones del Estado detallaba el recrudecimiento de la actividad pública de personajes y grupos políticos. Además de una extensa lista de pequeñas reuniones, el informe puntualizaba los siguientes hechos:
• 18 y 19 de marzo: Reunión del Comité Nacional de la Federación de Partidos de Centro, donde se expusieron dos líneas básicas frente al gobierno; un sector colaboracionista, integrado por los representantes de provincias recientemente gobernadas por el conservadorismo, y una línea opositora, con centro en la provincia de Buenos Aires, que trabaja en la gestación de un frente liberal a través de conversaciones con demoprogresistas y radicales del Pueblo.
• 18 de marzo: Publicación en el matutino Clarín, de Buenos Aires, de un extenso reportaje a Rogelio Frigerio, que ataca duramente la política económica del Gobierno.
• 20 de marzo: Oscar Alende reparte un comunicado a propósito de un periplo patagónico de 9.500 kilómetros de longitud en el que mantuvo conversaciones políticas con dirigentes radicales intransigentes. Señala la necesidad de reinstalar la democracia representativa y critica al Gobierno por no producir la revolución.
• 21 de marzo: Extensa conferencia de prensa del ex presidente Arturo Frondizi. que critica a algunos funcionarios del Gobierno, aunque hace lo mismo con algunos opositores.
• 30 y 31 de marzo: Está citada la Convención Nacional de la disuelta U.C.R.P.
• 1° y 2 de abril: En Córdoba se producirá la reunión nacional del partido Demócrata Cristiano, preparada algunas semanas atrás a través de reuniones zonales.
Diez días atrás, en el despacho de Guillermo Borda, en el primer piso de la Casa Rosada, el ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena, insistió en su preocupación por la excesiva politización de la C.G.T. y reiteró su sugerencia sobre la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales que propone la eliminación absoluta de cualquier clase de actividad o declaración política por parte de los dirigentes sindicales.
Por toda respuesta, Guillermo Borda le ofreció el borrador de una ley -la de Pausa Política- para que lo analizara. "Vea doctor -habría dicho Borda entonces-, si impedimos la expresión política a través de la C.G.T. va a haber un florecimiento tal de actividades de los disueltos partidos que no nos quedará otra solución que erradicar absolutamente la actividad política." Krieger Vasena prometió estudiar el borrador.
La opinión oficial
A fines de la semana pasada, un redactor de Confirmado conversó nuevamente con el secretario de Trabajo, Rubens San Sebastián. Los siguientes fueron los tramos esenciales de la entrevista.:
CONFIRMADO. - ¿En qué condiciones se reabre el diálogo con la C.G.T.?
SAN SEBASTIAN. - El gobierno sustentó reiteradamente la necesidad de un movimiento sindical fuerte y organizado. Ello evidencia el pensamiento de que es necesario también el dialogo con los representantes sindicales para el programa de cambios y realizaciones de la Revolución. Las condiciones en que ese diálogo se reabre son especiales y no enteramente negativas, como suponen algunos observadores interesados. Cabe, inclusive, destacar una, circunstancia positiva: los hombres y las tendencias de la C.G.T. que arrastraron al movimiento obrero a un choque frontal con el gobierno están derrotados, han demostrado que son inoperantes y que no interpretan efectivamente a sus bases, que no cumplieron el plan de acción.
C. - ¿En qué medida el Plan de Acción de la C.G.T. modificó las relaciones entre los sindicatos y el gobierno?
S. S. - El Plan de Acción no fue inspirado por la conducción de la C.G.T. La disputa entre distintos grupos sindicales y coyunturas de tipo circunstancial hicieron triunfar en la dirección sindical la posición ortodoxa. El tiempo reveló que no era la más conveniente para los intereses de los trabajadores, a cuya defensa esa dirección está obligada. Las relaciones entre el gobierno y la C.G.T. se deterioraron mientras primó en ésta un pensamiento que no era el propio. El levantamiento del Plan de Acción indica el triunfo de una posición constructiva, y ello traerá apareado, sin duda, un replanteo de las relaciones, sobre las bases fijadas por el gobierno al comienzo de su gestión.
C. - ¿Cómo fluctuó su predicamento entre los trabajadores desde que asumió su cargo actual?
S. S. - Luego de largos años de ejercicio de la función mediadora, desde la Dirección General de Relaciones del Trabajo, mis puntos de vista sufrieron en las últimas semanas una dura confrontación con la tesis de los líderes sindicales. A medida que el tremendismo ganaba terreno en la conducción gremial, los dirigentes dejaron de frecuentar la secretaría de Trabajo. Ahora vuelvo a recomponer el viejo diálogo, con paciencia, tratando de mitigar los efectos de una lucha desastrosa para el movimiento obrero, que ha dejado en sus filas un saldo penoso.
Fuente: www.magicasruinas.com.ar
[Revista Confirmado, 30 de marzo de 1967]
C.G.T.: los dos sindicalismos
Las revoluciones, a diferencia de los cuartelazos, alteran profundamente todo el equilibrio previo de las fuerzas sociales actuantes y transforman, simultáneamente, todo el aparato estructural de la comunidad. Pero hasta el 27 de marzo el poder revolucionario se había mostrado incapaz de provocar el nacimiento o la alteración básica del sistema preexistente -con la obvia excepción del área oficial- y, más allá de las intenciones, casi nada reflejaba la nueva situación en profundidad.
Los partidos políticos, es cierto, habían sido disueltos por decreto a las pocas horas del derrocamiento de Arturo Illia. Pero, hasta tanto el vacío no tendía a ser cubierto por nuevos nucleamientos, la medida era poco más que formal, una tregua consentida por todos para reubicarse. Por lo demás, las agrupaciones tradicionales habían virtualmente caducado antes del 28 de junio de 1966, y la fuerza creadora de la Revolución, la aptitud para hacer surgir otros mecanismos, no se había manifestado todavía: se trata, por supuesto, de que las prioridades adoptadas relegan hasta un tiempo todavía distante la solución de ese problema.
En las Fuerzas Armadas, casi nada debió ser cambiado. La Iglesia Católica, las organizaciones empresarias, no encontraron razón para relevar a sus directivos. El juego de los factores económicos no fue trastrocado en ningún momento. Las universidades fueron intervenidas, pero no surgió, ni mucho menos, una enseñanza superior ensamblada con los fines de la Revolución. Las medidas administrativas, económicas, financieras, fiscales, tuvieron el común denominador del ordenamiento, pero carecieron objetivamente del tono revolucionario. Hay distintas opiniones posibles sobre la actuación de Adalbert Krieger Vasena como titular de Economía, pero no resulta fácil demostrar que su plan hubiera sido impensable bajo un gobierno constitucional.
Sin embargo, el 27 de marzo, cuando terminó la entrevista entre el secretario de Trabajo, Rubens San Sebastián, y los dirigentes de la C.G.T. un nuevo sindicalismo argentino había nacido: casi simbólicamente, el evento se producía, puntualmente, nueve meses después de haberse instaurado el gobierno revolucionario. Una enunciación anecdótica de los temas tratados aparece como poco significativa: la conferencia es apenas protocolar, rutinariamente cordial. Hay siete puntos que la central obrera plantea al secretario de Trabajo, reducidas esencialmente a tres: olvidar el plan de acción y no tomarlo como base para un ajuste de cuentas con los sectores gremiales; actualizar los salarios; coordinar la participación sindical en las decisiones vinculadas con el régimen de trabajo. El secretario no asume ningún compromiso, insinúa una nueva reunión, enuncia sus deseos de que exista un movimiento obrero unido y fuerte para beneficio del país, anticipa que el Poder Ejecutivo no intervendrá en los asuntos internos de las organizaciones laborales. Todo tan inofensivo como una limonada, en apariencia: sin embargo, en esa entrevista surgió el nuevo sindicalismo, el primer fruto concreto de la Revolución.
Durante once años, los gremios, con hegemonía peronista, se habían dedicado sistemáticamente a hostilizar a todos los gobiernos: Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido, Illia fueron jaqueados por un justicialismo sindical que sólo parecía tener capacidad para destruir, perturbar, irritar. Esa táctica sin estrategia era profundamente incoherente: los jerarcas argentinos no adhieren a la concepción marxista de la lucha de clases ni aspiraron nunca a la captura del poder por vía violenta para establecer una dictadura proletaria. Casi trade-unionistas, casi social-demócratas con características sudamericanas, se preocupaban por el desarrollo de las obras sociales, las policlínicas, los campos de recreación para sus afiliados. Pero, controlados por el peronismo, hostigaban sistemáticamente a los gobiernos y perjudicaban a los empresarios, sin querer hacerlo, en planes de lucha que iban dirigidos contra los equipos políticos en el poder.
Los gobiernos sucesivos alternan, frente a esa táctica, las represiones con los intentos de captación, pero tampoco definen una política ni limitan un campo de acción específico y concreto para el movimiento sindical. En la perspectiva histórica, que no se mide por las anécdotas del momento, puede consignarse que la sucesión de planes de lucha termina finalmente con un triunfo y no con una derrota de la central obrera. Ese hostigamiento había sido constante hasta coadyudar al derrocamiento de Arturo Illia; luego, como un reflejo condicionado, se intentó repetir durante el gobierno de Onganía. Pero Onganía, en cuanto representaba a un régimen revolucionario, obliga a los gremialistas a retroceder y ubicarse en la nueva realidad: la conducción había quedado, al 27 de marzo, descalabrada, pero se había conseguido algo fundamental. Con el método de ensayo, error y ensayo, la C.G.T. podía descartar ya para siempre los planes de lucha e incorporarse al proceso. Nunca había querido ser una C.G.T. marxista de enfrentamiento; ahora se decidía, con absoluta coherencia, a transformarse en una C.G.T. de colaboración. Y si el último combate había terminado en derrota, la paz era más que honrosa: marcaba términos inéditos para una participación efectiva en las soluciones nacionales.
Sin histeria, sin gestos estridentes, sin intervención ni detenciones masivas, el poder revolucionario había logrado, por simple acción de presencia, la transformación social del sindicalismo argentino. Ahora sólo queda por formalizar el operativo.
Los últimos episodios, a la vez, sirvieron para demostrar hasta qué punto había llegado el vacío de poder en la Argentina: el gobierno no necesitó utilizar ninguno de los mecanismos despóticos que preveían sus adversarios sino, simplemente, demostrar que estaba allí, que frente al plan de acción había un poder existente para terminar con el pleito. Gobierno y central obrera pudieron, así, salir fortalecidos de la prueba. La contrarrevolución no había sido capaz de jugar a la división para iniciar una operación en pinzas, aislar a los sectores esencialmente revolucionarios, enfrentarlos y destruirlos. En realidad, la contrarrevolución no había comprendido que esa disputa tenía otro signo y serviría para establecer definitivamente la pauta que tendrían, en adelante, las relaciones.
Desde un punto de vista formal, los cambios en la conducción sindical serán escasamente significativos: ni siquiera toda la vieja guardia cederá su puesto a la. segunda línea, ya que en algunos gremios el operativo puede ser fuertemente perturbador. El proceso parece conducir inexorablemente al relevo de la mayoría de los directivos del Comité Central Confederal, a un congreso extraordinario cegetista. El centro de gravedad pasará, además, de la Unión Obrera Metalúrgica (Augusto Vandor) a Luz y Fuerza (Juan José Taccone) y el cegetismo trazará una estrategia de participación.
El desplazamiento de los metalúrgicos en favor de Luz y Fuerza responde a razones políticas elementales: el gremio de Vandor aparece con una imagen muy politizada, estuvo muy jugado con los planes de lucha, fue demasiado tiempo el eje de las hostilidades; sólo Luz y Fuerza, entidad no adherida formalmente a las 62 Organizaciones pero con una posición afín, puede ocupar su lugar dentro de la tendencia mayoritaria del gremialismo. Existe una circunstancia complementaria: el retiro de Vandor, en el sindicato metalúrgico, es muy costoso organizativamente y aparece como poco probable, pero sin ese retiro la UOM no puede ya tomar la iniciativa; el relevo voluntario de Juan José Taccone no perturba la estructura interna de Luz y Fuerza.
Luz y Fuerza sin Taccone, pero con una estrategia que marcó Taccone en su momento (un dirigente que no vio con buenos ojos el plan de lucha), pasará así a ser la columna vertebral del nuevo sindicalismo. La doctrina de la participación es la clave de la nueva actitud: el enfrentamiento queda relegado.
Pero el significado de esa participación puede encontrarse quizá en e! viaje que, hace poco, realizó el dirigente de Luz y Fuerza, Luis Angeleri, a Israel: allí, la Histadruth (C.G.T. israelí) es una de las grandes potencias empresarias del Estado. El ejemplo sería válido: no se trata de que Id C.G.T. entienda que participar es compartir el gobierno, pues eso entrañaría un privilegio sobre otras fuerzas que se consideran con derecho a hacerlo y significaría establecer el embrión de un régimen representativo corporativista, antidemocrático en su esencia, basado en la dictadura nacional-sindicalista, una experiencia que la Argentina ya conoció parcialmente y que ni la C.G.T. peronista quiere repetir.
Participar, en cambio, sería no delegar ya en el Estado la solución de todos los problemas: participar es promover las obras sociales e iniciar la construcción de plantas industriales en poder de la organización sindical. Frente al problema tucumano, por ejemplo, Angeleri propuso que no se siguieran derivando las protestas hacia el anacrónico mecanismo soreliano de inconducentes huelgas generales, sino que se estableciera un ejemplo para la comunidad: en lugar de perder tres días de salarios en tres días de paros, los trabajadores derivarían esos fondos hacia la C.G.T., reuniendo así tres mil millones de pesos. Esos tres mil millones serían más que suficientes para establecer la primera planta piloto, industrial, en Tucumán; dar ocupación a obreros de esa provincia, sin trabajo. Constituirían un paso inicial importante para convertir a la C.G.T. en una fuerza también empresaria, que realizaría la interesante experiencia de desarrollar una potencia hasta ahora inédita en un marco desusado.
En lo inmediato, más allá del proceso básico, la crisis cegetista -una crisis de crecimiento- queda trasladada al interior de los distintos nucleamientos. Un esquema aproximativo de la situación, en ese sentido, es el siguiente:
• 62 Organizaciones. Vandor pasó a ser discutido y fue enfrentado por Adolfo Cavalli, petrolero, que dialogó intempestivamente con el ministro Borda mientras la línea dura no era abandonada formalmente. El incidente casi eclosiona con una secesión de la Unión Obrera Metalúrgica, obviado por el mismo Vandor.
• 62 Organizaciones de pie. Mientras Amado Olmos y Andrés Framini, en la línea dura, tratan de conseguir una alianza con algunos vandoristas, saltando sobre las fronteras que separan a las dos "62", José Alonso trata de conseguir apoyo en los Independientes. Pero ni Perón parece respaldarlo ya. En una reciente carta, el ex presidente señala que "...yo, que debería sentirme satisfecho por la derrota de Vandor, no puedo hacerlo porque fue derrotada la clase trabajadora. No puedo adherirme a algunos hombres de las 62 de Pie que se centran en el enfrentamiento con Vandor. No entienden que el enemigo interno, Vandor, ya está liquidado, por cuanto ha perdido la confianza que en él depositaban algunos hombres de las Fuerzas Armadas y algunos sectores políticos y porque es evidente la derrota del vandorismo como fuerza política en el campo sindical". El tiro por elevación contra Alonso es visible. Alonso, al mismo tiempo, trata de maniobrar con algunos independientes, como el viajante de comercio Marcos Almozny.
• Independientes. Su fuerza principal sigue siendo el poder de arbitraje entre los dos nucleamientos y distintos subnucleamientos peronistas.
• No alineados. Los dos únicos gremios importantes que tienen están demasiado comprometidos en actitudes antigubernistas (La Fraternidad, y la Unión Ferroviaria) y no pueden acceder a puestos claves en la C.G.T.
También ese panorama contribuye a marcar la zona por donde transitará la hegemonía sindical en los próximos meses, en los próximos años. El complejo de derrota ya ha desaparecido de la C.G.T. y el nuevo sindicalismo surge como consecuencia natural de una revolución que, según el mismo presidente Onganía, no se realizó contra los sectores del trabajo sino para construir el país con todos: "La Revolución -enfatizó el 7 de noviembre de 1966-, inspirada en una voluntad de cambio colectivo, no reconoce enemigos en ningún sector particular de la población". Todos esos sectores, ahora, comenzarán a transitar en el ritmo de la nueva situación: el camino fue abierto por la C.G.T., a la que solamente falta formalizar esa vocación con una estrategia que incluya, por un tiempo significativo, la suspensión de los enfrentamientos y las huelgas, reforzando la voluntad de participar en la historia que se está construyendo.
Durante las últimas dos semanas se agudizaron, en la izquierda argentina, las diferencias entre el partido Comunista y otros grupos más proclives a las teorías de Fidel Castro. Todo empezó 14 meses atrás, en la Conferencia Tricontinental de La Habana: uno de los planteos básicos que llevaban los delegados cubanos era la constitución de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), una especie de Internacional que operara en América, similar a las que ya existen en Asia y África.
Por supuesto, los partidos comunistas ortodoxos de Latinoamérica no adhirieron a la idea: si se constituía la OLAS perdían el manejo de las izquierdas locales, en general menos numerosas y peor organizadas que ellos. Pese a la oposición de los partidos comunistas, sólo una voz se alzó en la Tricontinental para criticar la proposición castrista: la de la abogada argentina Alcira De la Peña, veterana dirigente del comunismo argentino, apenas una generación posterior a la doctora Alicia Moreau de Justo.
Después de su intervención, De la Peña cayó en desgracia en la Tricontinental: inclusive el presidente Dorticós insistió, repetidamente, en confundir el nombre de la delegada argentina llamándola "doctora De la Pira y doctora De la Piedra", lo que llevó a De la Peña a aclarar, de viva voz, cuál era su verdadero apellido.
Como la moción cubana triunfó en la Conferencia, el Partido Comunista Argentino optó por otra solución: detener, en la medida de sus posibilidades, la creación de la OLAS en la Argentina. En poco tiempo, eso llevó a una situación de hecho: la existencia de dos OLAS. En una de ellas vegetan los adustos representantes del P.C. y de algunas de sus sucursales políticas más conocidas (Movimiento de la Paz, Liga por los Derechos del Hombre). En la otra opera una serie de grupos políticos de la izquierda no tradicional: el Movimiento de Liberación Nacional; la Acción Socialista Argentina, capitaneada por el folklórico ex diputado Juan Carlos Coral; la Juventud Revolucionaria Peronista; el Centro Revolucionario Camilo Torres, un grupo de católicos izquierdizados; la Acción Revolucionaria Peronista, desprendimiento de la J.R.P.; el grupo trotskista Baluarte y una entidad de dudosa existencia: la Mesa Coordinadora de Juventudes Políticas. Sobre ella, los miembros de las restantes agrupaciones temen que haya sido un invento del Partido Comunista, porque desde hace dos meses sus representantes desaparecieron de las reuniones.
POLÍTICOS
El movimiento continuo
A mediados de la semana pasada, un extenso memorándum de la secretaría de Informaciones del Estado detallaba el recrudecimiento de la actividad pública de personajes y grupos políticos. Además de una extensa lista de pequeñas reuniones, el informe puntualizaba los siguientes hechos:
• 18 y 19 de marzo: Reunión del Comité Nacional de la Federación de Partidos de Centro, donde se expusieron dos líneas básicas frente al gobierno; un sector colaboracionista, integrado por los representantes de provincias recientemente gobernadas por el conservadorismo, y una línea opositora, con centro en la provincia de Buenos Aires, que trabaja en la gestación de un frente liberal a través de conversaciones con demoprogresistas y radicales del Pueblo.
• 18 de marzo: Publicación en el matutino Clarín, de Buenos Aires, de un extenso reportaje a Rogelio Frigerio, que ataca duramente la política económica del Gobierno.
• 20 de marzo: Oscar Alende reparte un comunicado a propósito de un periplo patagónico de 9.500 kilómetros de longitud en el que mantuvo conversaciones políticas con dirigentes radicales intransigentes. Señala la necesidad de reinstalar la democracia representativa y critica al Gobierno por no producir la revolución.
• 21 de marzo: Extensa conferencia de prensa del ex presidente Arturo Frondizi. que critica a algunos funcionarios del Gobierno, aunque hace lo mismo con algunos opositores.
• 30 y 31 de marzo: Está citada la Convención Nacional de la disuelta U.C.R.P.
• 1° y 2 de abril: En Córdoba se producirá la reunión nacional del partido Demócrata Cristiano, preparada algunas semanas atrás a través de reuniones zonales.
Diez días atrás, en el despacho de Guillermo Borda, en el primer piso de la Casa Rosada, el ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena, insistió en su preocupación por la excesiva politización de la C.G.T. y reiteró su sugerencia sobre la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales que propone la eliminación absoluta de cualquier clase de actividad o declaración política por parte de los dirigentes sindicales.
Por toda respuesta, Guillermo Borda le ofreció el borrador de una ley -la de Pausa Política- para que lo analizara. "Vea doctor -habría dicho Borda entonces-, si impedimos la expresión política a través de la C.G.T. va a haber un florecimiento tal de actividades de los disueltos partidos que no nos quedará otra solución que erradicar absolutamente la actividad política." Krieger Vasena prometió estudiar el borrador.
La opinión oficial
A fines de la semana pasada, un redactor de Confirmado conversó nuevamente con el secretario de Trabajo, Rubens San Sebastián. Los siguientes fueron los tramos esenciales de la entrevista.:
CONFIRMADO. - ¿En qué condiciones se reabre el diálogo con la C.G.T.?
SAN SEBASTIAN. - El gobierno sustentó reiteradamente la necesidad de un movimiento sindical fuerte y organizado. Ello evidencia el pensamiento de que es necesario también el dialogo con los representantes sindicales para el programa de cambios y realizaciones de la Revolución. Las condiciones en que ese diálogo se reabre son especiales y no enteramente negativas, como suponen algunos observadores interesados. Cabe, inclusive, destacar una, circunstancia positiva: los hombres y las tendencias de la C.G.T. que arrastraron al movimiento obrero a un choque frontal con el gobierno están derrotados, han demostrado que son inoperantes y que no interpretan efectivamente a sus bases, que no cumplieron el plan de acción.
C. - ¿En qué medida el Plan de Acción de la C.G.T. modificó las relaciones entre los sindicatos y el gobierno?
S. S. - El Plan de Acción no fue inspirado por la conducción de la C.G.T. La disputa entre distintos grupos sindicales y coyunturas de tipo circunstancial hicieron triunfar en la dirección sindical la posición ortodoxa. El tiempo reveló que no era la más conveniente para los intereses de los trabajadores, a cuya defensa esa dirección está obligada. Las relaciones entre el gobierno y la C.G.T. se deterioraron mientras primó en ésta un pensamiento que no era el propio. El levantamiento del Plan de Acción indica el triunfo de una posición constructiva, y ello traerá apareado, sin duda, un replanteo de las relaciones, sobre las bases fijadas por el gobierno al comienzo de su gestión.
C. - ¿Cómo fluctuó su predicamento entre los trabajadores desde que asumió su cargo actual?
S. S. - Luego de largos años de ejercicio de la función mediadora, desde la Dirección General de Relaciones del Trabajo, mis puntos de vista sufrieron en las últimas semanas una dura confrontación con la tesis de los líderes sindicales. A medida que el tremendismo ganaba terreno en la conducción gremial, los dirigentes dejaron de frecuentar la secretaría de Trabajo. Ahora vuelvo a recomponer el viejo diálogo, con paciencia, tratando de mitigar los efectos de una lucha desastrosa para el movimiento obrero, que ha dejado en sus filas un saldo penoso.
Fuente: www.magicasruinas.com.ar
La CGT de los estudiantes
[Revista Siete Días Ilustrados, julio 1968]
La agitación callejera promovida por la CGT opositora, el viernes 28, todavía ocupa buena parte de la atención de los círculos políticos e, inclusive, de algunos militares. Si bien el estallido no estuvo teñido con los ribetes apocalípticos profetizados por el ministro Guillermo Borda el día anterior, fue precisamente esa circunstancia la que más movió a la preocupación de varios Jefes de las Fuerzas Armadas, en especial a los enrolados en el núcleo liberal.
¿Estaba mal Informado Borda cuando anunció que grupos extremistas habían repartido armas o, por el contrario, ideó la advertencia para generar un clima adverso a las concentraciones? Esta última es la interpretación que se esgrime en la central ongarista; pero la que en forma reservada analizaron algunos militares es quizás más grave: el ministro del Interior habría intentado crear la imagen de un país al borde de la subversión para justificar las sanciones que, pocos días antes, el gobierno había desencadenado contra el Poder Judicial santafesino.
Sin embargo, el semanario de la CGT opositora parecía darle la razón al ministro. "La movilidad de las fuerzas represivas -se autocriticó- no fue lo bastante obstaculizada." Y agregó: "Hubo baches en la sincronización, en los momentos decisivos faltaron hombres capaces de nuclear a los dispersos y activar a los menos experimentados". Es decir, el aparato para enfrentar a la policía -que necesariamente debía contar con algún "fierro" persuasivo, según la jerga utilizada por los grupos de choque sindicales- no funcionó como se esperaba.
Esta falencia fue motivo de discusiones en los mandos peronistas alojados en Paseo Colón. Pero otro tema, tanto o más grave, perturbó a los dirigentes: reconocieron en privado que casi el 80 por ciento de los audaces que desafiaron al temible despliegue policial fueron en su mayor parte estudiantes y activistas de izquierda. Alguien opinó que los obreros desenterraron una vieja máxima de Juan D. Perón: "De casa al trabajo y del trabajo a casa".
De todos modos, los planes secretos que se habían elaborado en Paseo Cotón apuntaban, obviamente, a otro blanco. Un día antes, los "comisarios" a quienes se les había confiado la tarea de dirigir a los manifestantes en el mismo campo de batalla, recibieron las últimas instrucciones: debían concentrarse con sus huestes en cinco lugares distintos para dispersar a la policía y después confluir en masa en Plaza Once. Sólo dos de esas citas clandestinas se llevaron a cabo; fueron las que estaban a cargo de estudiantes: la Federación Universitaria Argentina frente al Mercado de Abasto y el Frente de Estudiantes Nacionales en las puertas de Filosofía y Letras. En otros lugares de concentración -Rivadavia y Medrano, por ejemplo- alrededor de 150 activistas ubicados estratégicamente en los bares de la zona esperaron infructuosamente a quien, a las 18.15, debía impartir la orden para dar comienzo a la manifestación: Alfonso Marchese, del gremio del calzado.
Detalles como éste hicieron suponer que la CGT había dispuesto un repliegue parcial, con el propósito de desmentir, en los hechos, los anuncios de Borda, y eludir así posteriores sanciones gubernamentales a los sindicatos nucleados en Paseo Colón. Lo cierto es que esa noche el estado mayor ongarista se esfumó del local de la Federación Gráfica con todos los documentos susceptibles de ser secuestrados por la policía, para reaparecer luego en el sindicato telefónico, en las vecindades de Primera Junta. Estas precauciones, sin embargo, no impidieron que se detuviera a dos líderes de notoriedad: Julio Guillán, uno de los caudillos de la militancia peronista, y el comunista Alberto Cortés, ex dirigente del Sindicato de Vendedores de Diarios y Afines.
No obstante, los líderes cegetistas se empeñan ahora en sostener que la participación obrera en los sucesos del viernes 28 fue considerable. Argumentan que entre los detenidos figuran numerosos trabajadores, muchos de ellos afiliados a sindicatos que militan en la CGT de Azopardo. Para algunos no es una falsa observación, pero los planes que preparan para el futuro revelan un íntimo descontento. El lunes 8, el consejo de Paseo Colón, consideró una estrategia que tiende a lograr un "descenso a las bases" que protagonizarían nada menos que Ongaro y sus acólitos. El instrumento del plan será simple: los máximos dirigentes se apersonarían en las puertas de las fábricas más importantes y allí improvisarían asambleas relámpago. La "rebelión de las bases", tantas veces anunciada, estaría directamente a cargo de los jefes.
Para el logro de esta ofensiva, el comando ongarista recibió el domingo 30 una considerable inyección de oxígeno. Ese día, Ricardo De Luca, secretario de prensa de la central, desembarcó en Ezeiza con dos cartas "cargadas". Una de ellas sirvió para que el jueves pasado se reprodujeran febrilmente miles de fotocopias. El destinatario era Raimundo Ongaro y el remitente, por supuesto, Juan Perón. El ex presidente entiende que la actual situación en la Argentina se asemeja, de algún modo, a la de 1945, y por eso le recuerda a Ongaro que en aquel entonces fueron dirigentes jóvenes y nuevos los que aceleraron el triunfo del justicialismo. "Estos, atributos son ahora propiedad "de Ongaro y sus adeptos", reflexiona Perón, a los que bendice para que reediten los viejos triunfos de su movimiento. "Usted es uno de los dirigentes contemporáneos que ha sabido interpretar a los trabajadores -pontifica Perón-; a los malos y viejos dirigentes hay que reemplazarlos sin miramientos."
Según versiones, esta política fue ejecutada por el mismo Perón cuando Vicente Roque, secretario general de la CGT de Azopardo, y Fernando Torres, quizás el abogado vandorista de mayor notoriedad, rogaron ser recibidos en la quinta 17 de Octubre.
Los dos regresaban, como De Luca, de la conferencia que la OIT celebró en Ginebra, pero Roque debió limitarse a entregarle a Jorge Antonio una carta que el financista deslizó posteriormente a Perón. En una carilla mecanografiada, el emisario de El Lobo sintetizó todas sus súplicas: lamentaba que el general no tuviera tiempo para recibirlo y le advertía que estaba mal informado, A renglón seguido, opinaba que era imprescindible un contacto directo para dialogar sobre "los problemas del país, de la CGT y del movimiento peronista".
De Luca, por su parte, conversó en dos oportunidades con el general (durante dos horas y media la última vez, el sábado 29 de junio). El emisario de Ongaro se permitió, inclusive, lanzar algunas quejas contra Jerónimo Remorino, delegado de Perón en la Argentina, a quien acusó de no acatar las instrucciones del ex presidente con el pretexto de promover la reunificación del peronismo. Según advierten los adeptos a Ongaro, la denuncia encrespó de tal manera al exiliado, que decidió enviarle una carta a Jorge Paladino, secretario de Remorino. En Buenos Aires, el censurado persistía en sus afanes unitarios. Al finalizar la semana se supo que Paladino se esforzaba por organizar una "cena de la unidad", que se celebró el lunes 8 en el restaurante La Tarantela y a la que fueron invitados todos los grupos internos del peronismo. Raúl Matera, el viernes, ya había reservado 40 invitaciones.
A todo esto, el gobierno central continuaba con su política gremial. El martes 2 ungió a cuatro participacionistas como directores-obreros en la Caja de Subsidios Familiares para el Personal de la Industria, ignorando, una vez más, a las dos centrales obreras. Para el próximo viernes 12 la Secretaría de Trabajo prepara la conquista del Sindicato de Prensa, a cuyo dirigente, Manuel Damiano, adscripto al colaboracionismo, el interventor gubernamental en el gremio vendió 499 carnets en blanco, según denuncia efectuada por la lista opositora. En Azopardo, simultáneamente, se delineó un plan de reuniones con el único propósito de reaparecer en los periódicos, después que la atención pública fue acaparada por la acción de Paseo Colón; sus dirigentes efectúan trabajosas giras por el interior, buscando encauzar a los díscolos cuadros provinciales, sublevados aún más que los capitalinos.
Hacia el fin de semana, mientras el ongarismo procuraba encontrar la forma de otorgarle una imagen proletaria a su CGT, eran los estudiantes los que tornaban a agitar nuevamente la atmósfera política del país. El martes 2 ocuparon la Facultad de Arquitectura de La Plata y el jueves repitieron la demostración, tomando otros edificios universitarios de la misma ciudad. El alboroto juvenil confirmaba, de alguna manera, una cáustica humorada oída en los pasillos de Azopardo, el viernes pasado, durante una de las numerosas reuniones de dirigentes.
"¿CGT de los argentinos o CGT de los estudiantes?", interrogó, sonriente, uno de los mandarines vandoristas.
www.magicasruinas.com.ar
[Revista Siete Días Ilustrados, julio 1968]
La agitación callejera promovida por la CGT opositora, el viernes 28, todavía ocupa buena parte de la atención de los círculos políticos e, inclusive, de algunos militares. Si bien el estallido no estuvo teñido con los ribetes apocalípticos profetizados por el ministro Guillermo Borda el día anterior, fue precisamente esa circunstancia la que más movió a la preocupación de varios Jefes de las Fuerzas Armadas, en especial a los enrolados en el núcleo liberal.
¿Estaba mal Informado Borda cuando anunció que grupos extremistas habían repartido armas o, por el contrario, ideó la advertencia para generar un clima adverso a las concentraciones? Esta última es la interpretación que se esgrime en la central ongarista; pero la que en forma reservada analizaron algunos militares es quizás más grave: el ministro del Interior habría intentado crear la imagen de un país al borde de la subversión para justificar las sanciones que, pocos días antes, el gobierno había desencadenado contra el Poder Judicial santafesino.
Sin embargo, el semanario de la CGT opositora parecía darle la razón al ministro. "La movilidad de las fuerzas represivas -se autocriticó- no fue lo bastante obstaculizada." Y agregó: "Hubo baches en la sincronización, en los momentos decisivos faltaron hombres capaces de nuclear a los dispersos y activar a los menos experimentados". Es decir, el aparato para enfrentar a la policía -que necesariamente debía contar con algún "fierro" persuasivo, según la jerga utilizada por los grupos de choque sindicales- no funcionó como se esperaba.
Esta falencia fue motivo de discusiones en los mandos peronistas alojados en Paseo Colón. Pero otro tema, tanto o más grave, perturbó a los dirigentes: reconocieron en privado que casi el 80 por ciento de los audaces que desafiaron al temible despliegue policial fueron en su mayor parte estudiantes y activistas de izquierda. Alguien opinó que los obreros desenterraron una vieja máxima de Juan D. Perón: "De casa al trabajo y del trabajo a casa".
De todos modos, los planes secretos que se habían elaborado en Paseo Cotón apuntaban, obviamente, a otro blanco. Un día antes, los "comisarios" a quienes se les había confiado la tarea de dirigir a los manifestantes en el mismo campo de batalla, recibieron las últimas instrucciones: debían concentrarse con sus huestes en cinco lugares distintos para dispersar a la policía y después confluir en masa en Plaza Once. Sólo dos de esas citas clandestinas se llevaron a cabo; fueron las que estaban a cargo de estudiantes: la Federación Universitaria Argentina frente al Mercado de Abasto y el Frente de Estudiantes Nacionales en las puertas de Filosofía y Letras. En otros lugares de concentración -Rivadavia y Medrano, por ejemplo- alrededor de 150 activistas ubicados estratégicamente en los bares de la zona esperaron infructuosamente a quien, a las 18.15, debía impartir la orden para dar comienzo a la manifestación: Alfonso Marchese, del gremio del calzado.
Detalles como éste hicieron suponer que la CGT había dispuesto un repliegue parcial, con el propósito de desmentir, en los hechos, los anuncios de Borda, y eludir así posteriores sanciones gubernamentales a los sindicatos nucleados en Paseo Colón. Lo cierto es que esa noche el estado mayor ongarista se esfumó del local de la Federación Gráfica con todos los documentos susceptibles de ser secuestrados por la policía, para reaparecer luego en el sindicato telefónico, en las vecindades de Primera Junta. Estas precauciones, sin embargo, no impidieron que se detuviera a dos líderes de notoriedad: Julio Guillán, uno de los caudillos de la militancia peronista, y el comunista Alberto Cortés, ex dirigente del Sindicato de Vendedores de Diarios y Afines.
No obstante, los líderes cegetistas se empeñan ahora en sostener que la participación obrera en los sucesos del viernes 28 fue considerable. Argumentan que entre los detenidos figuran numerosos trabajadores, muchos de ellos afiliados a sindicatos que militan en la CGT de Azopardo. Para algunos no es una falsa observación, pero los planes que preparan para el futuro revelan un íntimo descontento. El lunes 8, el consejo de Paseo Colón, consideró una estrategia que tiende a lograr un "descenso a las bases" que protagonizarían nada menos que Ongaro y sus acólitos. El instrumento del plan será simple: los máximos dirigentes se apersonarían en las puertas de las fábricas más importantes y allí improvisarían asambleas relámpago. La "rebelión de las bases", tantas veces anunciada, estaría directamente a cargo de los jefes.
Para el logro de esta ofensiva, el comando ongarista recibió el domingo 30 una considerable inyección de oxígeno. Ese día, Ricardo De Luca, secretario de prensa de la central, desembarcó en Ezeiza con dos cartas "cargadas". Una de ellas sirvió para que el jueves pasado se reprodujeran febrilmente miles de fotocopias. El destinatario era Raimundo Ongaro y el remitente, por supuesto, Juan Perón. El ex presidente entiende que la actual situación en la Argentina se asemeja, de algún modo, a la de 1945, y por eso le recuerda a Ongaro que en aquel entonces fueron dirigentes jóvenes y nuevos los que aceleraron el triunfo del justicialismo. "Estos, atributos son ahora propiedad "de Ongaro y sus adeptos", reflexiona Perón, a los que bendice para que reediten los viejos triunfos de su movimiento. "Usted es uno de los dirigentes contemporáneos que ha sabido interpretar a los trabajadores -pontifica Perón-; a los malos y viejos dirigentes hay que reemplazarlos sin miramientos."
Según versiones, esta política fue ejecutada por el mismo Perón cuando Vicente Roque, secretario general de la CGT de Azopardo, y Fernando Torres, quizás el abogado vandorista de mayor notoriedad, rogaron ser recibidos en la quinta 17 de Octubre.
Los dos regresaban, como De Luca, de la conferencia que la OIT celebró en Ginebra, pero Roque debió limitarse a entregarle a Jorge Antonio una carta que el financista deslizó posteriormente a Perón. En una carilla mecanografiada, el emisario de El Lobo sintetizó todas sus súplicas: lamentaba que el general no tuviera tiempo para recibirlo y le advertía que estaba mal informado, A renglón seguido, opinaba que era imprescindible un contacto directo para dialogar sobre "los problemas del país, de la CGT y del movimiento peronista".
De Luca, por su parte, conversó en dos oportunidades con el general (durante dos horas y media la última vez, el sábado 29 de junio). El emisario de Ongaro se permitió, inclusive, lanzar algunas quejas contra Jerónimo Remorino, delegado de Perón en la Argentina, a quien acusó de no acatar las instrucciones del ex presidente con el pretexto de promover la reunificación del peronismo. Según advierten los adeptos a Ongaro, la denuncia encrespó de tal manera al exiliado, que decidió enviarle una carta a Jorge Paladino, secretario de Remorino. En Buenos Aires, el censurado persistía en sus afanes unitarios. Al finalizar la semana se supo que Paladino se esforzaba por organizar una "cena de la unidad", que se celebró el lunes 8 en el restaurante La Tarantela y a la que fueron invitados todos los grupos internos del peronismo. Raúl Matera, el viernes, ya había reservado 40 invitaciones.
A todo esto, el gobierno central continuaba con su política gremial. El martes 2 ungió a cuatro participacionistas como directores-obreros en la Caja de Subsidios Familiares para el Personal de la Industria, ignorando, una vez más, a las dos centrales obreras. Para el próximo viernes 12 la Secretaría de Trabajo prepara la conquista del Sindicato de Prensa, a cuyo dirigente, Manuel Damiano, adscripto al colaboracionismo, el interventor gubernamental en el gremio vendió 499 carnets en blanco, según denuncia efectuada por la lista opositora. En Azopardo, simultáneamente, se delineó un plan de reuniones con el único propósito de reaparecer en los periódicos, después que la atención pública fue acaparada por la acción de Paseo Colón; sus dirigentes efectúan trabajosas giras por el interior, buscando encauzar a los díscolos cuadros provinciales, sublevados aún más que los capitalinos.
Hacia el fin de semana, mientras el ongarismo procuraba encontrar la forma de otorgarle una imagen proletaria a su CGT, eran los estudiantes los que tornaban a agitar nuevamente la atmósfera política del país. El martes 2 ocuparon la Facultad de Arquitectura de La Plata y el jueves repitieron la demostración, tomando otros edificios universitarios de la misma ciudad. El alboroto juvenil confirmaba, de alguna manera, una cáustica humorada oída en los pasillos de Azopardo, el viernes pasado, durante una de las numerosas reuniones de dirigentes.
"¿CGT de los argentinos o CGT de los estudiantes?", interrogó, sonriente, uno de los mandarines vandoristas.
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Socialismo y revolucion socialista
"...La necesidad tristísima de luchar y aún llegar a verter sangre."
Por Luis B. Cerrutti Costa, abogado laboralista, defensor de presos politicos
Conferencia pronunciada en Mesa Redonda en la Federacion de Obreros y Empleados Telefonicos (FOETRA), Buenos Aires, el 22 de setiembre de 1972, cuyos participantes fueron Juan Jose Hernandez Arregui, historiador y escritor nacionalista de izquierda; Julio Guillan, Secretario General de FOETRA; Ricardo Carpani, artista plastico, muralista, ensayista de temas politicos; Benito Romano, dirigente obreros azucareros; Alfredo Carballeda, Agrupacion Lealtad y Soberania del Peronismo Revolucionario; Tomas Saraví, periodista, gremialista, Agrupacion de Periodistas Peronistas 26 de Enero.
"Bien, companeros, es bastante dificil hablar despues de Carpani, porque en general comparto casi todas las cosas que el ha dicho. Lo que procuraré es hacer una amplación sobre que se entiente por socialismo.
Porque como lo dijo bien Carpani, hoy en la Argentina ha surgido una euforia sobre la palabra socialismo. De socialismo habla todo el mundo; hace poco Rucci dijo que Socialismo Nacional es el capitalismo en funcion social. Solo faltaria que Lanusse lo dijera para completar el cuadro. Aunque la etiqueta socialista está muy de moda no debemos engañarnos con palabras ni aceptar como socialismo experiencias que se dicen tales porque aplican algunas recetas estatistas o elitistas, adaptándose al mismo tiempo a las realidades más fundamentales del neocolonialismo; tal es el caso de Indonesia, de Egipto y de algunas otras naciones. No vaya a ser que todos proclamemos el socialismo, levantemos sus banderas, peleemos y hasta muramos por su implantación y resulte que cuando llegó la hora de aplicarlo no tengamos nada que ver el uno con el otro.
Aqui no se trata de una discusion metafísica entre los cristianos que creen que la causa primera es Dios y los marxistas que consideran que no existe causa primera porque la materia es lo único real y preexistente: ni es necesario que se elucide para que los cristianos y los marxistas nos pongamos de acuerdo sobre qué es el socialismo; en Cuba los cristianos y los marxistas se han puesto de acuerdo sobre que es el socialismo sin renunciar a su propia filosofía.
Intentaré iniciar esta intervencion como una definición extraída de un libro de texto universitario que aunque no ahonda en la problemática nos permite partir de ella para llegar a la máxima comprension del tema: "El socialismo es la expresión política y una concepción de la sociedad y del individuo en la que predomina lo social sobre lo individual como condición para la realización de un nuevo hombre social que asegure la plenitud de la personalidad humana mediante la propiedad colectiva de los medios de produción y de cambio."
El régimen capitalista se basa para su expansión fundamentalmente en el lucro, es decir, la tendencia a la ganancia ilimitada. Su hombre es el hombre egoísta de los economistas clásicos. El egoísmo humano es el motor decisivo del progreso económico de la sociedad. En el régimen socialista desaparece el lucro como motivación económica individual; la solidaridad humana reemplaza al egoísmo humano. La riqueza producida en un país socialista queda integra en el país socialista y se reparte íntegra entre sus habitantes. Por más fallas que existan en un país socialista; aunque aparezca una burocracia que se fije sueldos privilegiados su incidencia es ínfima en el reparto; mientras que en un país capitalista como el nuestro, de acuerdo a estadisticas oficiales de la totalidad de la riqueza obtenida, disminuída notablemente por el deterioro de las relaciones del intercambio a beneficio de los países imperialistas, lo poco que se obtiene, en el ano 1969, por ejempio, el 60% fue para el capital y el 30% para los trabajadores, empleados y trabajadores independientes; y para peor del 70 que le queda al capital, más del 50 se va al exterior en concepto de remesas de utilidades de capitales extranjeros.
No admite comparación, desde el punto de vista de la justicia social con el régimen socialista.
El trabajador obtiene todo el fruto de su trabajo, porque nadie vive del trabajo ajeno. En el socialismo el trabajador no pierde la propiedad individual que se le respeta como la prolongación de su personalidad humana, pero queda abolida definitivamente la apropriación privada de los medios de produccion porque es de su esencia la explotación humana. Por eso el hombre socialista es un hombre nuevo y límpido. Aún lo es en los regímenes socialistas que han debido soportar críticas por no haber apresurado el proceso mental.
Las motivaciones son distintas, la vida no se mueve al conjuro de la ley de la selva que rige en el capitalismo, sobrevivir sobre el aplastamiento de los hombres. No se tiene la angustia individual de la supervivencia. En último extremo si el país socialista anda mal, su angustia será colectiva; será la angustia integral de la patria que hay que solucionar mediante el esfuerzo fraterno en una común solidaridad humana
La lucha por el socialismo, aunque es moral, no es una lucha romántica: es la lucha de clases, entre la clase poseedora y la clase desposeída; es la lucha que se ha venido sosteniendo en todo el proceso capitalista y que hace su eclosión definitiva cuando se instaura el socialismo; porque es el triunfo de una clase que suplanta a la otra para la instalación de una sociedad digna.
Nadie puede suponer que la clase poseedora va a despojarse de sus privilegios en un generoso y fraternal renunciamento. Como dice Pompier: "Cuando la humanidad cambia su estructura, tropieza no solamente con los códigos viejos sino también con los intereses creados de miles de personas que han conquistado privilegios bajo esa égida. Todo derecho que se logra mata algo que debe morir, pero que antes se defiende hasta el último aliento, el que vive de lo injusto. He aquí pues, la necesidad tristísima de luchar y aún llegar a verter sangre. Es que el nacimiento de un nuevo derecho es siempre como el del hombre: un doloroso y dificil alumbramiento". No podemos soñar, por lo menos en el momento actual, en una transformación pacífica de la sociedad, y en la medida en que el mundo que muere extrema su violencia para no morir, se convierte en una necesidad inevitable oponer a la violencia del régimen la violencia revolucionaria.
El desarollo del socialismo en un país no es tarea fácil. En tanto se realice la conversión de las estructuras económicas, políticas y sociales, el pueblo debe brindar la totalidad de sus energías para que el proceso se efectúe lo mas rapidamente posible; es un período erizado de peligros; el hombre nuevo, sin cuya existencia solo podría hacerse un mecanicismo realista, se va construyendo de a poco pero indefectibilmente favorecido por el medio; las clases sociales tampoco desaparecen abruptamente; subsisten durante un período, a veces más largo, a veces más corto, según las condiciones de la transformación y las capacidades de la vanguardia, pero subsisten. Tales como la pequeña burguesía, el campesinado proletario, los trabajadores independientes y en algunos casos hasta la mediana burguesia. Aunque su existencia debe ser muchas veces protegida y en algún modo estimulada en su período inicial, son inevitablemente factores distorsionantes que tienden a extender y ampliar, y si pueden, y a veces pueden, influir en momentáneos o graves retrocesos. Es que, en tales momentos conviven dos sociedades distintas y opuestas: la sociedad del lucro y la sociedad socialista.
Por otra parte, nos encontramos con el sabotaje internacional del mundo capitalista; un bloqueo abierto e indisimulado, con influencia negativa en nuestras relaciones de intercambio. Aunque el mundo socialista nos puede y debe ayudar, las relaciones de fuerza son desfavorables y la mayor potencia economica pertenece al sector capitalista. Ello obliga a los trabajadores a implantar una dictadura dirigida por su vanguardia que pueda permitir el traspaso de la propiedad de los bienes de producción y de cambio en una sociedad aún preñada de una mentalidad burguesa; saboteada, además, desde adentro y desde afuera. Sin esa dictadura de los trabajadores conducida por su vanguardia, encuadrada por una autentica democracia interna, por lo menos en el momento actual se hace casi imposible la construcción del socialismo.
Otra característica que es esencial al socialismo es el internacionalismo proletario. Ningun auténtico marxista y cristiano puede aceptar que la solidaridad humana con los oprimidos se agota en la propia patria. Mientras exista un hombre oprimido en el último rincón del planeta ningún revolucionario puede considerar su misión cumplida. Pero la mejor manera de llegar al objetivo final es luchando por la liberación de la propia patria; y dentro de la misma, por la liberación del hombre. Es, además, la mejor forma de luchar posteriormente por la liberación de la demás patrias y de los demás hombres. El sentido mundial de la solidaridad humana no es contrario al inmenso cariño que nosotros tenemos a nuestra patria, como asimismo esto familiar que nos rodea; más aún, el uno va creando las condiciones de los otros, y en tal sentido, en el socialismo están interrelacionados e interdependientes.
El socialismo es una figura que tiene vigencia mundial porque es el mundo el que marcha hacia esa dirección; el cristianismo es una religión que supera por su sentido integral, metafisico, las fronteras en que está dividida la tierra; así como a nadie se le ocurre decir que el cristiano puede tener una religión que abarca a la humanidad dominado por idea extranjeras, solo la infamia, pero más que todo el terror de ver que se acerca la hora en que los oprimidos romperán sus cadenas, puede llevar a los opresores a querer crear una antinomia entre patria y socialismo.
El socialismo es una nueva forma de vida, una nueva concepción de la relaciones humanas, una nueva estructura de lo económico, lo social y lo político, cuyo objetivo fundamental es la liberación integral del hombre. En tal sentido, como lo fue la democracia en su desarollo, no tiene patria ni frontera, porque arrastra con su vigencia histórica a la humanidad entera.
Lo que sí existe, y es un error en el cual la juventud cae repetidamente, es la idealización, una especie de mística de las formas concretas con que algunos países han llegado al socialismo. Los trabajadores rusos realizaron una gesta revolucionaria que transformó al mundo con métodos proprios; China inició su formidable transformación social con una metodología distinta; luego Cuba surgió al mundo rompiendo todos los métodos clásicos. Ninguna revolución socialista fue igual a la otra, y cuando así se quiso hacer se fracasó rotundamente.
En la Argentina, la revolución la tenemos que hacer los argentinos, aprendiendo de la experiencia de los demás países pero con métodos argentinos.
Sabiendo que la historia no se fractura y que el socialismo es la continuidad del proceso histórico argentino, yo considero que así como el peronismo fue la continuidad histórica del irigoyenismo, el socialismo es la continuidad histórica del peronismo; y esta es la tremenda responsabilidad de las vanguardias peronistas para darle concreción al proceso. Sin un conocimiento auténtico de nuestro pasado mediato e inmediato, de las condiciones estructurales del país, de sus condiciones objetivas y subjetivas, de las peculiaridades económicas, sociales y religiosas del hombre argentino -lo que nos permitirá una salida original para la Argentina, no para Rusia, China, Cuba o Chile- estaríamos haciendo teoría y no práctica revolucionaria; y el deber revolucionario de la hora presente aquí en la Argentina es hacer definitivamente y para siempre la revolución socialista.
"...La necesidad tristísima de luchar y aún llegar a verter sangre."
Por Luis B. Cerrutti Costa, abogado laboralista, defensor de presos politicos
Conferencia pronunciada en Mesa Redonda en la Federacion de Obreros y Empleados Telefonicos (FOETRA), Buenos Aires, el 22 de setiembre de 1972, cuyos participantes fueron Juan Jose Hernandez Arregui, historiador y escritor nacionalista de izquierda; Julio Guillan, Secretario General de FOETRA; Ricardo Carpani, artista plastico, muralista, ensayista de temas politicos; Benito Romano, dirigente obreros azucareros; Alfredo Carballeda, Agrupacion Lealtad y Soberania del Peronismo Revolucionario; Tomas Saraví, periodista, gremialista, Agrupacion de Periodistas Peronistas 26 de Enero.
"Bien, companeros, es bastante dificil hablar despues de Carpani, porque en general comparto casi todas las cosas que el ha dicho. Lo que procuraré es hacer una amplación sobre que se entiente por socialismo.
Porque como lo dijo bien Carpani, hoy en la Argentina ha surgido una euforia sobre la palabra socialismo. De socialismo habla todo el mundo; hace poco Rucci dijo que Socialismo Nacional es el capitalismo en funcion social. Solo faltaria que Lanusse lo dijera para completar el cuadro. Aunque la etiqueta socialista está muy de moda no debemos engañarnos con palabras ni aceptar como socialismo experiencias que se dicen tales porque aplican algunas recetas estatistas o elitistas, adaptándose al mismo tiempo a las realidades más fundamentales del neocolonialismo; tal es el caso de Indonesia, de Egipto y de algunas otras naciones. No vaya a ser que todos proclamemos el socialismo, levantemos sus banderas, peleemos y hasta muramos por su implantación y resulte que cuando llegó la hora de aplicarlo no tengamos nada que ver el uno con el otro.
Aqui no se trata de una discusion metafísica entre los cristianos que creen que la causa primera es Dios y los marxistas que consideran que no existe causa primera porque la materia es lo único real y preexistente: ni es necesario que se elucide para que los cristianos y los marxistas nos pongamos de acuerdo sobre qué es el socialismo; en Cuba los cristianos y los marxistas se han puesto de acuerdo sobre que es el socialismo sin renunciar a su propia filosofía.
Intentaré iniciar esta intervencion como una definición extraída de un libro de texto universitario que aunque no ahonda en la problemática nos permite partir de ella para llegar a la máxima comprension del tema: "El socialismo es la expresión política y una concepción de la sociedad y del individuo en la que predomina lo social sobre lo individual como condición para la realización de un nuevo hombre social que asegure la plenitud de la personalidad humana mediante la propiedad colectiva de los medios de produción y de cambio."
El régimen capitalista se basa para su expansión fundamentalmente en el lucro, es decir, la tendencia a la ganancia ilimitada. Su hombre es el hombre egoísta de los economistas clásicos. El egoísmo humano es el motor decisivo del progreso económico de la sociedad. En el régimen socialista desaparece el lucro como motivación económica individual; la solidaridad humana reemplaza al egoísmo humano. La riqueza producida en un país socialista queda integra en el país socialista y se reparte íntegra entre sus habitantes. Por más fallas que existan en un país socialista; aunque aparezca una burocracia que se fije sueldos privilegiados su incidencia es ínfima en el reparto; mientras que en un país capitalista como el nuestro, de acuerdo a estadisticas oficiales de la totalidad de la riqueza obtenida, disminuída notablemente por el deterioro de las relaciones del intercambio a beneficio de los países imperialistas, lo poco que se obtiene, en el ano 1969, por ejempio, el 60% fue para el capital y el 30% para los trabajadores, empleados y trabajadores independientes; y para peor del 70 que le queda al capital, más del 50 se va al exterior en concepto de remesas de utilidades de capitales extranjeros.
No admite comparación, desde el punto de vista de la justicia social con el régimen socialista.
El trabajador obtiene todo el fruto de su trabajo, porque nadie vive del trabajo ajeno. En el socialismo el trabajador no pierde la propiedad individual que se le respeta como la prolongación de su personalidad humana, pero queda abolida definitivamente la apropriación privada de los medios de produccion porque es de su esencia la explotación humana. Por eso el hombre socialista es un hombre nuevo y límpido. Aún lo es en los regímenes socialistas que han debido soportar críticas por no haber apresurado el proceso mental.
Las motivaciones son distintas, la vida no se mueve al conjuro de la ley de la selva que rige en el capitalismo, sobrevivir sobre el aplastamiento de los hombres. No se tiene la angustia individual de la supervivencia. En último extremo si el país socialista anda mal, su angustia será colectiva; será la angustia integral de la patria que hay que solucionar mediante el esfuerzo fraterno en una común solidaridad humana
La lucha por el socialismo, aunque es moral, no es una lucha romántica: es la lucha de clases, entre la clase poseedora y la clase desposeída; es la lucha que se ha venido sosteniendo en todo el proceso capitalista y que hace su eclosión definitiva cuando se instaura el socialismo; porque es el triunfo de una clase que suplanta a la otra para la instalación de una sociedad digna.
Nadie puede suponer que la clase poseedora va a despojarse de sus privilegios en un generoso y fraternal renunciamento. Como dice Pompier: "Cuando la humanidad cambia su estructura, tropieza no solamente con los códigos viejos sino también con los intereses creados de miles de personas que han conquistado privilegios bajo esa égida. Todo derecho que se logra mata algo que debe morir, pero que antes se defiende hasta el último aliento, el que vive de lo injusto. He aquí pues, la necesidad tristísima de luchar y aún llegar a verter sangre. Es que el nacimiento de un nuevo derecho es siempre como el del hombre: un doloroso y dificil alumbramiento". No podemos soñar, por lo menos en el momento actual, en una transformación pacífica de la sociedad, y en la medida en que el mundo que muere extrema su violencia para no morir, se convierte en una necesidad inevitable oponer a la violencia del régimen la violencia revolucionaria.
El desarollo del socialismo en un país no es tarea fácil. En tanto se realice la conversión de las estructuras económicas, políticas y sociales, el pueblo debe brindar la totalidad de sus energías para que el proceso se efectúe lo mas rapidamente posible; es un período erizado de peligros; el hombre nuevo, sin cuya existencia solo podría hacerse un mecanicismo realista, se va construyendo de a poco pero indefectibilmente favorecido por el medio; las clases sociales tampoco desaparecen abruptamente; subsisten durante un período, a veces más largo, a veces más corto, según las condiciones de la transformación y las capacidades de la vanguardia, pero subsisten. Tales como la pequeña burguesía, el campesinado proletario, los trabajadores independientes y en algunos casos hasta la mediana burguesia. Aunque su existencia debe ser muchas veces protegida y en algún modo estimulada en su período inicial, son inevitablemente factores distorsionantes que tienden a extender y ampliar, y si pueden, y a veces pueden, influir en momentáneos o graves retrocesos. Es que, en tales momentos conviven dos sociedades distintas y opuestas: la sociedad del lucro y la sociedad socialista.
Por otra parte, nos encontramos con el sabotaje internacional del mundo capitalista; un bloqueo abierto e indisimulado, con influencia negativa en nuestras relaciones de intercambio. Aunque el mundo socialista nos puede y debe ayudar, las relaciones de fuerza son desfavorables y la mayor potencia economica pertenece al sector capitalista. Ello obliga a los trabajadores a implantar una dictadura dirigida por su vanguardia que pueda permitir el traspaso de la propiedad de los bienes de producción y de cambio en una sociedad aún preñada de una mentalidad burguesa; saboteada, además, desde adentro y desde afuera. Sin esa dictadura de los trabajadores conducida por su vanguardia, encuadrada por una autentica democracia interna, por lo menos en el momento actual se hace casi imposible la construcción del socialismo.
Otra característica que es esencial al socialismo es el internacionalismo proletario. Ningun auténtico marxista y cristiano puede aceptar que la solidaridad humana con los oprimidos se agota en la propia patria. Mientras exista un hombre oprimido en el último rincón del planeta ningún revolucionario puede considerar su misión cumplida. Pero la mejor manera de llegar al objetivo final es luchando por la liberación de la propia patria; y dentro de la misma, por la liberación del hombre. Es, además, la mejor forma de luchar posteriormente por la liberación de la demás patrias y de los demás hombres. El sentido mundial de la solidaridad humana no es contrario al inmenso cariño que nosotros tenemos a nuestra patria, como asimismo esto familiar que nos rodea; más aún, el uno va creando las condiciones de los otros, y en tal sentido, en el socialismo están interrelacionados e interdependientes.
El socialismo es una figura que tiene vigencia mundial porque es el mundo el que marcha hacia esa dirección; el cristianismo es una religión que supera por su sentido integral, metafisico, las fronteras en que está dividida la tierra; así como a nadie se le ocurre decir que el cristiano puede tener una religión que abarca a la humanidad dominado por idea extranjeras, solo la infamia, pero más que todo el terror de ver que se acerca la hora en que los oprimidos romperán sus cadenas, puede llevar a los opresores a querer crear una antinomia entre patria y socialismo.
El socialismo es una nueva forma de vida, una nueva concepción de la relaciones humanas, una nueva estructura de lo económico, lo social y lo político, cuyo objetivo fundamental es la liberación integral del hombre. En tal sentido, como lo fue la democracia en su desarollo, no tiene patria ni frontera, porque arrastra con su vigencia histórica a la humanidad entera.
Lo que sí existe, y es un error en el cual la juventud cae repetidamente, es la idealización, una especie de mística de las formas concretas con que algunos países han llegado al socialismo. Los trabajadores rusos realizaron una gesta revolucionaria que transformó al mundo con métodos proprios; China inició su formidable transformación social con una metodología distinta; luego Cuba surgió al mundo rompiendo todos los métodos clásicos. Ninguna revolución socialista fue igual a la otra, y cuando así se quiso hacer se fracasó rotundamente.
En la Argentina, la revolución la tenemos que hacer los argentinos, aprendiendo de la experiencia de los demás países pero con métodos argentinos.
Sabiendo que la historia no se fractura y que el socialismo es la continuidad del proceso histórico argentino, yo considero que así como el peronismo fue la continuidad histórica del irigoyenismo, el socialismo es la continuidad histórica del peronismo; y esta es la tremenda responsabilidad de las vanguardias peronistas para darle concreción al proceso. Sin un conocimiento auténtico de nuestro pasado mediato e inmediato, de las condiciones estructurales del país, de sus condiciones objetivas y subjetivas, de las peculiaridades económicas, sociales y religiosas del hombre argentino -lo que nos permitirá una salida original para la Argentina, no para Rusia, China, Cuba o Chile- estaríamos haciendo teoría y no práctica revolucionaria; y el deber revolucionario de la hora presente aquí en la Argentina es hacer definitivamente y para siempre la revolución socialista.
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