“Los artistas y los intelectuales descienden de la torre orgullosa e impotente a la llanura innumerable y fecunda”
JOSE CARLOS MARIATEGUI.
Han muerto el cantor
y la canción...
¿?
Réquiem criollo por su resurrección
Vidala, Zamba, Cueca, Huayno
de Francisco Alvero El Juglar Del Amor y la Libertad
Ha muerto, ha muerto, ha muerto el cantor
Ya nadie, ya nadie, nadie escucha su voz
Preguntan del pueblo, por qué es que murió?
Un eco responde, porque no alumbra el sol.
Donde está el cantor, el que alzaba su voz?
Donde está, donde fue?, luz del amanecer
Donde está, donde fue?, no lo puedo creer
Es cierto, es cierto, no ven que murió?
lo vela el silencio, no hay quien cante el dolor.
Que triste es la vida, si se apaga el sol
nos cubren las sombras, queda la desazon.
Es verdad que murió, su ataud no lo ven?
En la televisión, en radio o internet
Su ataud no lo ven? Es muy triste lo sé.
Ha muerto, ha muerto, ha muerto la canción
muy pocos, la lloran, como a una extraña flor
Pregunto al espejo, si el brillo opacó
para perder rumbo, y que no haya canción.
Donde está la canción de la revolución?
Muy pocos, recuerdan y reclaman al sol
Donde está la canción, luna y flor del amor?
El pueblo, si, el pueblo, no, recupera su voz
Si lucha y canta, porque el es el cantor
El pueblo en las calles, alzando la voz
hará que el sol salga y que alumbre el amor
Ahí está, no la ven? no es verdad que murió.
Vibra ya la canción, que es del pueblo y del sol
Aqui está el cantor, no en la televisión.
Qué diferencia hay entre un trovador y un juglar?
Los trovadores y juglares fueron los principales responsables de difundir la música y la cultura en la Edad Media. Pero aunque se suelan considerar ambos términos como sinónimos, no lo son.
Durante la Edad Media, existieron dos figuras clave en el mundo de la cultura y las lenguas que se dedicaron a crear y difundir el idioma y la historia de cada pueblo, así como a dar a conocer las nuevas que llegaban de los lejanos frentes y a enseñar, pues también tenían fin didáctico, los comportamientos y códigos de honor que debían seguirse. Se trata de los juglares y los trovadores, quienes fueron los grandes protagonistas de la música popular y pagana. Ambos términos, que en su momento estuvieron claramente diferenciados, han ido difuminando sus fronteras y hoy en día se suelen utilizar de manera indiferenciada. Pero no, no son lo mismo y aquí os lo contamos.
La palabra trovador viene de ‘trovar’, que se refiere a la acción de crear o interpretar versos. De hecho, una trova es una creación métrica muy similar a un verso y 'trovador' ha adquirido el significado de 'poeta o poetisa'. Por lo tanto, un trovador era aquella persona de alta cuna que se dedicaba a componer, plasmar e interpretar sus obras con un fin didáctico y de entretenimientomás que como una forma de ganarse la vida. Al tratarse de personas cultas, con amplia formación en el trívium (gramática, lógica y retórica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía), accedían con facilidad a las grandes cortes europeas y eran consultados sobre política, literatura o los acontecimientos recientes. Las temáticas más comunes en sus textos eran la vida cortesana, con especial protagonismo de los amoríos, y el código de caballeríay las grandes leyendas heroicas, que exaltaban la moral, el arrojo y el honor de los caballeros medievales.
La figura del trovador surgió en el siglo XI y se considera a Guillermo de Poitiers, duque de Aquitania, como el primer gran trovador. Su nieta, Leonor de Aquitania, fue la gran protectora de este gremio, ya que fomentó la creación cultural y la difusión de los textos de trovadores venidos de toda Europa. Aquel que desempeñaba esta profesión era llamado 'trobador' en el sur de Francia y 'minnesänger' en Alemania.
Los trovadores y juglares fueron los principales responsables de difundir la música y la cultura en la Edad Media. Pero aunque se suelan considerar ambos términos como sinónimos, no lo son.
Durante la Edad Media, existieron dos figuras clave en el mundo de la cultura y las lenguas que se dedicaron a crear y difundir el idioma y la historia de cada pueblo, así como a dar a conocer las nuevas que llegaban de los lejanos frentes y a enseñar, pues también tenían fin didáctico, los comportamientos y códigos de honor que debían seguirse. Se trata de los juglares y los trovadores, quienes fueron los grandes protagonistas de la música popular y pagana. Ambos términos, que en su momento estuvieron claramente diferenciados, han ido difuminando sus fronteras y hoy en día se suelen utilizar de manera indiferenciada. Pero no, no son lo mismo y aquí os lo contamos.
La palabra trovador viene de ‘trovar’, que se refiere a la acción de crear o interpretar versos. De hecho, una trova es una creación métrica muy similar a un verso y 'trovador' ha adquirido el significado de 'poeta o poetisa'. Por lo tanto, un trovador era aquella persona de alta cuna que se dedicaba a componer, plasmar e interpretar sus obras con un fin didáctico y de entretenimientomás que como una forma de ganarse la vida. Al tratarse de personas cultas, con amplia formación en el trívium (gramática, lógica y retórica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía), accedían con facilidad a las grandes cortes europeas y eran consultados sobre política, literatura o los acontecimientos recientes. Las temáticas más comunes en sus textos eran la vida cortesana, con especial protagonismo de los amoríos, y el código de caballeríay las grandes leyendas heroicas, que exaltaban la moral, el arrojo y el honor de los caballeros medievales.
La figura del trovador surgió en el siglo XI y se considera a Guillermo de Poitiers, duque de Aquitania, como el primer gran trovador. Su nieta, Leonor de Aquitania, fue la gran protectora de este gremio, ya que fomentó la creación cultural y la difusión de los textos de trovadores venidos de toda Europa. Aquel que desempeñaba esta profesión era llamado 'trobador' en el sur de Francia y 'minnesänger' en Alemania.
El Mester de juglaría
Los juglares, por el contrario, eran artistas ambulantes que memorizaban y recitaban de forma oral los temas de tradición popular. Sus actuaciones solían acompañarse con mímicas y dramatizaciones. Su nombre deriva de la palabra latina ‘jocularis’, que se puede traducir como “bromista u hombre de chanza”, es por esto que en el desarrollo de sus actuaciones acababan por convertirse en cantores, saltimbanquis, lanzadores de cuchillos, equilibristas, domadores o bufones según el momento. Gracias a ellos se dio a conocer el Mester de juglaría, el conjunto de poemas épicos y de carácter popular provenientes de la tradición pagana. Antes de este, toda la música de la que se tiene constancia en la Edad Media era de carácter religioso, ya que eran los clérigos quienes sabían escribir y habían empezado a componer.
Los juglares, por el contrario, eran artistas ambulantes que memorizaban y recitaban de forma oral los temas de tradición popular. Sus actuaciones solían acompañarse con mímicas y dramatizaciones. Su nombre deriva de la palabra latina ‘jocularis’, que se puede traducir como “bromista u hombre de chanza”, es por esto que en el desarrollo de sus actuaciones acababan por convertirse en cantores, saltimbanquis, lanzadores de cuchillos, equilibristas, domadores o bufones según el momento. Gracias a ellos se dio a conocer el Mester de juglaría, el conjunto de poemas épicos y de carácter popular provenientes de la tradición pagana. Antes de este, toda la música de la que se tiene constancia en la Edad Media era de carácter religioso, ya que eran los clérigos quienes sabían escribir y habían empezado a componer.
¿Qué diferencia hay entre un trovador y un juglar?
Trovadores y juglares fueron los grandes protagonistas de la música popular de la Edad Media. Los primeros se dedicaron sobre todo a la composición, aunque a veces interpretaban sus propias obras como lo hacen los cantautores en la actualidad. Estos músicos-poetas recibieron diferentes denominaciones según su lugar de origen: trobadoren el sur de Francia o minnesänger en Alemania. Escribían sus canciones en lenguas vernáculas y los temas fundamentales fueron el amor cortés y el espíritu caballeresco de los héroes de las cruzadas.El término juglar hacía referencia a cantores, pero también a saltimbanquis, lanzadores de cuchillos, equilibristas, domadores, etc. Eran meros intérpretes, artistas ambulantes cuyo arte solía incluir la declamación, el canto y la música instrumental.
¿Quiénes son los bertsolari o improvisadores de versos?
Los bertsolari son los improvisadores de versos en euskera. Herederos de una tradición ancestral, ponen en marcha su creatividad cuando alguien les propone un tema a partir del cual improvisan versos medidos con rimas complejas en apenas unos segundos. Algo similar hacen los repentistas cubanos, los improvisadores italianos, los versadores canarios o los glosadors de Malloca.
Pero ¿qué pasa por la cabeza de estos artistas de la improvisación poética cuando hacen gala de semejante rapidez mental? Científicos del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), con sede en San Sebastián, están decididos a averiguarlo. Y para ello han puesto en marcha un proyecto en el que usarán escáneres de resonancia magnética para escudriñar en el cerebro de 18 bertsolaris y compararlo con el cerebro de personas no adiestradas en este arte mientras resuelven ejercicios fonológicos, semánticos y de rima en distintos grados de dificultad. Los científicos pretenden contrastar cómo se produce en cada uno de los grupos el proceso de almacenamiento y recuperación de la información en el cerebro, lo que dará pistas sobre si los bertsolaris han desarrollado habilidades especiales. Esto puede dar lugar en el futuro al desarrollo de herramientas de entrenamiento, no solo para improvisadores de versos, sino para cualquier persona que quiera mejorar su fluidez verbal.
Así actúan la literatura y la poesía sobre el cerebro
Silencio atronador, muerto viviente, dulce amargura, noche blanca o monstruo hermoso son ejemplos de oxímoron, una combinación de dos palabras de significado opuesto que al unirse originan un nuevo sentido. Un estudio español publicado en la revista NeuroImage revela que estas figuras literarias generan una intensa actividad en el área frontal izquierda del cerebro.
Según los autores del estudio, del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián, los políticos en sus discursos, los generales en sus arengas y los amantes en sus poemas han utilizado desde siempre ciertas figuras retóricas para convencer, infundir valor o seducir. Lo que hasta ahora no se había logrado era medir empíricamente la capacidad de una figura literaria para generar actividad cerebral en las personas.
“Nuestra investigación demuestra el éxito a nivel retórico de las figuras literarias, y la razón de su efectividad es que atraen la atención de quien las escucha” más que otras expresiones, explica Nicola Molinaro, autor principal del estudio. Concretamente, «se activa la parte frontal del cerebro y se emplean más recursos de lo habitual en procesar a nivel cerebral esa expresión». El investigador señala que el resultado de los experimentos se relaciona «con la actividad que requiere procesar la abstracción de figuras retóricas como el oxímoron, que tratan de comunicar cosas que no existen».
Para los experimentos, Molinaro y sus colegas crearon varias listas de frases incorrectas, neutras, oxímoron y pleonasmos (vocablos innecesarios que añaden expresividad), empleando el mismo sustantivo como sujeto: la palabra ‘monstruo’. Concretamente, los investigadores han utilizado ‘monstruo geográfico’ como expresión incorrecta, ‘monstruo solitario’ como expresión neutra, ‘monstruo hermoso’ como oxímoron, y ‘monstruo horrible’ como pleonasmo. Después, se les mostraron estas listas a personas de entre 18 y 25 años y se midió su actividad cerebral cuando las procesaban por medio del electroencefalograma.
Los resultados muestran que cuanto menos natural es la expresión más recursos requiere para ser procesada en la parte frontal izquierda del cerebro. La frase neutra ‘monstruo solitario’ es la que menos recursos cerebrales necesita para procesarse. En cuanto a la expresión incorrecta ‘monstruo geográfico’, 400 milisegundos después de percibirla, el cerebro reacciona al detectar que hay un error.Sin embargo, en el caso de los oxímoron, como ‘monstruo hermoso’, 500 milisegundos después de percibirse la expresión se midió una intensa actividad cerebral en la parte frontal izquierda del cerebro, un área íntimamente relacionada con el lenguaje que los seres humanos tienen muy desarrollada en comparación con otras especies.
Molinaro ya ha comenzado a repetir este experimento con la resonancia magnética, para obtener imágenes de la actividad cerebral cuando se procesan figuras retóricas. El siguiente objetivo es estudiar las conexiones entre dos áreas muy implicadas en el procesamiento del significado: el hipocampo y el área frontal izquierda.
“JUGLARES Y TROVADORES HOY:
LA MÚSICA POPULAR Y SU RECONOCIMIENTO”. ENSAYO DE GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN
Crear en Salamanca se complace publicar este ensayo de Gabriel Jiménez Emán (Caracas, Venezuela, 1950), escritor venezolano destacado por su obra narrativa y poética, la cual ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas. Vivió cinco años en Barcelona y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Oporto, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito.
TROVADORES O CANTAUTORES
Violeta Parra, Joan Manuel Serrat
No resulta sencillo dirimir hoy acerca de los asuntos que competen a las expresiones populares, precisamente debido a la profusión o inmediatez con que estas se producen en la vida cotidiana. En el caso de la música, su aprehensión se hace más complicada, por tratarse de un fenómeno de masas valorado por encima de lo estrictamente popular, para ubicarse en un fenómeno previamente comercializado a través del marketing y de necesidades comerciales inducidas, diseñadas para obtener ganancias netas derivadas de las ventas de discos. La aparición del disco transformó radicalmente la percepción de los cantores y trovadores, que se convirtieron, con el fenómeno masivo de las grabaciones – y ahora de los videos— en los nuevos ídolos de masas. Ya no se perciben como personalidades que identifican una región o un país, sino a quienes venden más discos y son capaces de sustituir tradiciones y culturas de cualquier país por medio de la penetración cultural que imponen las disqueras, a través de un gusto estándar homogeneizado de modo inter-nacional. Lo cual explica, por ejemplo, que en un país como Venezuela se oigan más canciones rancheras mexicanas, vallenatos colombianos, reggaes norteamericanos o baladistas internacionales que cantantes o intérpretes criollos. Esta preeminencia de lo masivo es un elemento desnaturalizador de lo popular, y ha permitido que se impongan una serie de manifestaciones musicales muy alejadas de ser expresiones genuinas de la sensibilidad y creación artísticas, para quedarse en un nivel precario en cuanto a logros estéticos, para luego imponerse sobre cualquier tipo de música popular, –llámese valse, canción, bolero, balada, merengue–, o sobre expresiones folklóricas importantes como el joropo, los polos, las tonadas o los aguinaldos, o incluso sobre trovadores o juglares modernos importantes como Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Silvio Rodríguez, Facundo Cabral, Alí Primera, Joaquín Sabina, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Víctor Jara, Fito Páez, Charly García, Chico Buarque, Elis Regina, Gaetano Veloso, Leonardo Favio, o Juan Luis Guerra, para citar sólo a algunos de los más notables. Podemos extender la lista al mundo de lengua inglesa y citar a John Lennon, Leonard Cohen, Joan Baez, Bob Dylan, Sting o Tom Waits, quienes han alcanzado pleno reconocimiento mundial.
Hacemos aquí la debida diferenciación entre cantantes y trovadores, entre intérpretes y juglares. Están los grandes cantantes, las grandes voces –populares o cultas— que van desde artistas de la ópera como Luciano Pavarotti, Plácido Domingo o María Callas, –quienes a veces interpretan piezas populares– hasta voces privilegiadas como Andrea Bocelli o grandes crooners norteamericanos como Frank Sinatra, Tony Bennett, Nat Kig Cole, Ray Charles o Louis Armstrong; o voces sublimes del jazz como Billie Holliday o Ella Fitzgerald; grandes vocalistas de la música pop como Freddy Mercury, Sting, Elton John, David Crosby, Janis Joplin, o Neil Young en los 70, hasta llegar en los 90 a voces privilegiadas como las de Robbie Williams, Diana Krall o Gloria Stephan. En cambio, los trovadores o cantautores no deben tener necesariamente voces brillantes para alcanzar el rango de grandes intérpretes, como son los casos de Joaquín Sabina en España, Tom Waits en Estados Unidos o Leonard Cohen en Canadá, poseedores de unos timbres más bien gangosos o pastosos, que expresan la rudeza o la crudeza de sus peculiares condiciones existenciales en las grandes ciudades, y marcan acaso nuevas formas de modular para alcanzar registros distintos, situados en un rango de innovación. Asimismo, habría que decir que tales trovadores componen sus propias canciones, las cuales a su vez suelen poseer una calidad literaria considerable, en perfecta sintonía con la melodía que las contiene, es decir, exigen una comunión letra-música que convierte a estas piezas en únicas, en auténticos poemas. Sólo que a estos poemas no podemos considerarlos formando parte del canon estricto de la literatura, entre los rangos genéricos que definen a la poesía dentro de un conjunto de normas artísticas prestigiadas por una preceptiva, por una academia o una teoría, más bien pertenecen a una tradición cultural de lo popular profundamente cimentada en el legado oral –más que en el escrito— de cada país, e íntimamente relacionado al alma del pueblo al cual pertenecen; por tanto, no requieren de la aprobación académica para convalidarse.
Pablo Milanés
COMPAÑERA DEL TROVADOR
Una de las imágenes bajo las cuales se nos presenta un trovador es acompañado de su guitarra, arpegiando con ésta las melodías que canta. Si antaño fueron la cítara en Grecia, el laúd en Inglaterra y la vihuela en España, la guitarra ha sido la continuación histórica de estos instrumentos, hasta convertirse en el instrumento popular por excelencia y el más completo entre éstos. Por su liviandad física, su carácter portable, la claridad de sus sonidos y su posibilidad de combinarlos, la guitarra se popularizó en el mundo hasta alcanzar todas las latitudes y épocas, arribando en los siglos XIX y XX a un estatus significativo como instrumento solista en los pentagramas de los repertorios europeos –especialmente en España— con gran repercusión en América Latina durante el siglo XX, donde le siguieron instrumentos como el tiple en Colombia, el cuatro en Venezuela y el charango en Perú o Bolivia, y los trovadores y cantautores la han adoptado como instrumento principal y como una suerte de símbolo o de compañera física. Asimismo el trovador, mientras se acompaña con ésta puede estar asistido por un ensamble o una orquesta, y entonces la complejidad sonora del trovar aumenta. El trovador puertorriqueño José Feliciano ha sido uno de quienes más boleros y canciones se ha acompañado con su guitarra –instrumento del que es virtuoso–; extrae de él una sonoridad muy personal, sabiéndose valer de arreglos orquestales para enriquecer sus interceptaciones. Feliciano ha declarado que su fuente de inspiración para ejecutar su instrumento es el guitarrista venezolano Alirio Díaz, quien llevó las sonoridades criollas y latinoamericanas a ser consideradas en los pentagramas de Europa y el mundo.
En la actualidad multitud de trovadores salen a escena de este modo, y así también se graban sus discos. En casos ya mencionados de trovadores establecidos como Serrat, Milanés, Rodríguez, Primera, Ibañez, Cabral y otros, poco a poco fueron aceptando otras posibilidades de registro para sus grabaciones, aún cuando éstas no añadían mucho a su poder creativo; antes bien, el trovador se va mimetizando con el cantante profesional y puede terminar siendo un baladista más, perdiendo así buena parte de su fuerza primigenia. Es aquí también donde entra el fenómeno de la comercialización y la serialización y donde opera la ya citada desnaturalización del trovador para convertirse en un simple emisor de canciones, con más o menos efectividad, como es el caso de cantantes que pueden poseer una bella voz o alcanzar agudos registros, sin conseguir una expresión lograda, propia.
POETAS Y TROVADORES EN EUROPA Y AMÉRICA
Hace poco, con motivo de concederse el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, no se hicieron esperar las reacciones de los puristas académicos y de otros escritores que se sienten ungidos por los dioses en el momento de escribir, declarando su estupor porque este premio se estaba concediendo a un “cantante”. Se suele olvidar a veces que uno de los textos fundadores de la poesía castellana, el Poema de Mío Cid, fue escrito por un juglar anónimo del siglo XII, y que algo similar se puede apreciar en lengua francesa con La canción de Rolando y en los importantes juglares y trovadores del mediodía francés, los trovadores provenzales de la Edad Media de donde proviene la gran poesía lírica occidental, poetas que iban de plaza en plaza, de ventana en ventana y de taberna en taberna diciendo sus poemas; los juglares también hacían esto y no escribían necesariamente ellos mismos sus poemas, mientras que los trovadores sí; algunos de estos eran muy cultos y eran considerados herméticos (trobar clus), cifrados, o bien trabajaban en las cortes, pero en todo caso tenían ese carácter cotidiano de participar de los acontecimientos políticos, militares, económicos y sociales. Recordemos que la lírica griega y latina nació acompañada de la música (del instrumento de la Lira, de donde toma su nombre) y que el canto acompañó muchas veces el ejercicio de la poesía en la antigua Grecia y Roma, y en numerosos juglares y trovadores de Provenza, Galicia, Cataluña, Castilla, Madrid, Portugal y Francia, hasta dejar en estas regiones un importante legado lírico.
De los fundadores de la juglaría medieval podemos citar a Jaufré Rodel, Marcabrú, Guilhem de Peitieu; más adelante aparecen Bernat de Ventadorn, Girault de Bornelh, Gui de Cavalhon y sobre todo Arnaut Daniel. Ya más avanzado el siglo XIII se distinguen las figuras de Peire Cardenal; los catalanes Cerveri de Girona y Guirant Riquer, hasta que ya al final de ese siglo el arte trovadoresco va sufriendo un natural cansancio. En todas estas épocas destacó un género polémico y satírico, usado sobre todo para ironizar al poder político y religioso, la corrupción en la política y la iglesia. Este género se llamó el Sirventés, muy utilizado como arma de crítica social, así como en el siglo XX lo hicieron trovadores como Bob Dylan, John Lennon, Joaquín Sabina, Violeta Parra, Víctor Jara o Alí Primera.
Nunca he tenido dudas acerca de que Bob Dylan sea un poeta, un trovador moderno, como bien pueden serlo John Lennon o Joan Manuel Serrat. Se trata de trovadores populares, provenientes de clases obreras o trabajadoras, y de un profundo conocimiento de la realidad social que les rodea; en ellos está perfectamente reconocido un sentimiento de voluntad para expresar lo individual, la subjetividad personal, es cierto, pero también se han hecho eco de las distintas problemáticas sociales o ideológicas de su tiempo, han retomado sus particulares mitos, fabulas o tradiciones, las cuales han vertido en letras (lyrics, en inglés) de una gran fuerza emotiva y participado de sus inquietudes intelectuales y críticas. En trovadores como el catalán Joan Manuel Serrat o el brasilero Chico Buarque encontramos a dos poetas de alto rango. Serrat rezuma el espíritu poético catalán con irradiación a toda España; ha logrado comunicarnos la nostalgia, el amor y la alegría con una especial jocosidad y un personal desenfado, además de las magníficas versiones que ha realizado de los grandes poetas españoles Miguel Hernández y Antonio Machado. Proveniente de Pueblo Seco, un barrio marinero de Barcelona y admirador de un poeta proletario como Joan Salvat Pappasseit, Serrat prosiguió una línea coherente que proviene de trovadores franceses como Jacques Brel, Georges Brassens o Leo Ferré y prosigue hasta convertirse en uno de los fundadores de la llamada Nueva canción catalana, que defiende a la lengua y la cultura catalanas frente a los embates del franquismo. Pero además se identifica con otros escritores y poetas de América Latina y les dedica álbumes importantes. Trovador de juicios públicos diáfanos y de una gran sinceridad, durante años Serrat nos ha inspirado con una música donde la riqueza melódica y armónica está al servicio de un contenido poético notable. Cuando hablamos de España no podemos dejar de lado el arte flamenco de Andalucía, los cantaores de tablaos que entonan con su voz profunda y poderosa sus alegrías y angustias, acompañados de guitarras y palmadas que funcionan como instrumentos percusivos, mientras la gracia de las bailaoras andaluzas se exhibe en sus bailes recios y sensuales. Son muchos los intérpretes del flamenco, desde maestros como Camarón de la Isla hasta Diego el Cigala nos han dado muestras de su arte.
Vinicius de Moraes
El compositor e intérprete Chico Buarque ha renovado el pentagrama de la samba y el bossa nova brasileros (creado por el trovador y guitarrista Antonio Carlos Jobim y el poeta Vinicius de Moraes, en una dupla pocas veces igualada) a través de una extraordinaria capacidad para crear tonos disonantes, componer con una gama enorme de sutilezas armónicas en difíciles ejecuciones en la guitarra, todo ello acompañado de una inventiva lírica de primer orden, donde el tema amoroso y el festivo se apoderan del espacio sonoro para convertirse en humor, gracia y reinvención de lo cotidiano. Es justo mencionar que en el Brasil se produce –como en pocos países– una comunión muy especial entre música y poesía; tanto compositores como poetas trabajan en permanente colaboración para lograr textos de una alta calidad artística.
Bob Dylan
COMPROMISO Y BELIGERANCIA: EL CASO DYLAN
En el caso de Bob Dylan, su poética está poblada de imágenes surrealistas y vanguardistas, de un humor cáustico que renueva la modalidad country y blues en un caleidoscopio de visiones sarcásticas provenientes de la cultura beatnik y del movimiento contracultural norteamericano, el cual hace una crítica social al pensamiento tradicional y a las ideologías convencionales, incluyendo un cuestionamiento a la política. Extraña por eso que Dylan haya aceptado reconocimientos del establecimiento norteamericano, condecoraciones impuestas por el gobierno de Barack Obama, quien a su vez ha recibido el Premio Nobel de la Paz, lo cual luce contradictorio en una persona que, como él, no hizo sino promover la guerra y la injerencia bélica directa en otros países. El prestigio del Premio Nobel ha declinado en los últimos años debido a la dirección que ha tomado, reconociendo a intelectuales o políticos identificados con la ideología reaccionaria de la dominación, con grupos de poder que han usado el Premio Nobel para justificar sus acciones negativas en el campo político, prestigiando a personas poco atentas a un humanismo liberador o a una sensibilidad social real, optando por plegarse a las componendas del más craso neoliberalismo. Dylan, que ha escrito defendiendo a minorías étnicas, indios, negros y retando a los poderosos, ha sido tildado también de judío sionista con escasa claridad ideológica, al recibir los honores de un gobierno en decadencia. No lo sabemos. Lo cierto es que Dylan es un poeta denso, crítico y mordaz, que ha sabido poner el dedo en la llaga de un país que, lejos de ser tan superpoderoso como pretende hacernos ver, más bien ostenta flaquezas en su concepto de gobernanza.
En la llamada cultura Pop –término apócope de popular, que incluye las poderosas expresiones del rock)– se producen entonces las primeras amalgamas contemporáneas entre el blue, el jazz, el country, el soul, la salsa, el son, el techno, las búsquedas electrónicas y las orquestaciones clásicas con la tradición popular y de calle. Así tenemos, por ejemplo, que un trovador como el australiano Sting canta y toca la guitarra dentro de una gama asombrosa de modalidades, acompañado de arreglos orquestales y coros. Asimismo, otros cantores que venían de grupos de rock como John Lennon, Cat Stevens, Neil Young o Stephen Stills salieron al escenario como solistas, acompañados de bandas u orquestas.
Mercedes Sosa
AMOROSOS Y ROMÁNTICOS
La línea de los cantautores emerge paralela o simultánea con la de los cantantes de corte sentimental, basada en un romanticismo que se expresa de un modo más o menos estilizado o “elegante” en sus maneras, tal lo percibimos en cantantes como Carlos Gardel en Argentina, quien estilizó el tango y la milonga populares. En Cuba, Beny Moré es el indiscutible renovador del son; además de compositor y gran intérprete dirigió con tino su propia orquesta. El son y la trova cubanos han alcanzado un alto grado de calidad artística, bien conectada con una insurgencia de trovadores plenamente conscientes de la responsabilidad que han tenido en tiempos de Revolución, la cual ha sido atacada desde diversos flancos por los intereses del capitalismo neoliberal. En el norte de Argentina se destaca la poderosa voz de Mercedes Sosa, que recoge buena parte de una tradición de chacareras y milongas. En Venezuela, Alfredo Sadel hereda e interpreta el mejor romanticismo popular hispanoamericano, imprimiéndole una entonación propia, así como en Puerto Rico la figura de Tito Rodríguez en la siguiente generación, llenándola de un esteticismo orquestal basado en arreglos y florituras armónicas; en otra generación tenemos a cantantes de primer orden como Ismael Rivera, Héctor Lavoe y Cheo Feliciano, que se manejan muy bien entre el son y el bolero. Todos ellos venían precedidos de dos grandes boleristas: el chileno Lucho Gatica –a mi entender insuperable—y el argentino Leo Marini. En Cuba descuellan en este mismo sentido las voces femeninas de La Lupe, Celia Cruz y Omara Portuondo.
Simón Díaz
Otros intérpretes populares de importancia son Felipe Pirela en Venezuela, considerado uno de los primeros boleristas de América, junto al puertorriqueño Tito Rodríguez. En Ecuador, Julio Jaramillo en el género del pasillo manejó una voz asombrosa. En Venezuela habría que citar a Simón Díaz como eximio representante de la canción llanera, como su más grande exponente y compositor. Y la voz plena de ternura de Cecilia Todd en el momento de interpretar las piezas de nuestro folklore, especialmente los aguinaldos y villancicos, que en su voz se ven realzados por una especial espiritualidad y pureza. En el género del villancico o aguinaldo justo es citar los aportes del compositor yaracuyano Otilio Galíndez, quien contemporizó y renovó nuestro aguinaldo con soberbias versiones inspiradas en el alma popular. En su caso, conmueve constatar cómo este músico de extracción campesina se aferró a la música desde niño y se obstinó en perfeccionar sus piezas para llevarlas a un alto grado de calidad formal. Su temperamento sencillo y paciente fue recompensado con el amor que le profesó a su madre, a la música venezolana y a la imagen del niño Dios. Otras voces venezolanas que recogen de manera notable el espíritu popular son Lilia Vera, Gualberto Ibarreto, Francisco Pacheco, Iván Pérez Rossi, Guillermo Jiménez Leal e Israel Colina.
Todos estos habían sido precedidos en Latinoamérica por un primer romanticismo de los tríos mexicanos como el Trío Los Panchos y el Trío Los Ases, y en Cuba el Trío Matamoros, que tuvieron una importante influencia en su época. En efecto, mientras Cuba fue la tierra del son, México se convirtió en una meca de la canción romántica internacional desde los tiempos de Pedro Infante, Jorge Negrete o Antonio Aguilar (maestro incomparable del corrido mexicano), y abrieron luego el camino a compositores de canciones rancheras como José Alfredo Jiménez, quizá el mejor de todos ellos, y luego a Javier Solís, que renovó el género creando con su tersa voz el bolero ranchero; también de románticos como Agustín Lara, con un tono urbano muy depurado y dramático, que no cesaría de extenderse hasta nuevos compositores como Armando Manzanero. Chabela Vargas y María Dolores Pradera son voces extraordinarias y sentidas del alma profunda mexicana. En otras generaciones de baladistas mexicanos con proyección internacional sobresalen los nombres de Marco Antonio Muñiz, Juan Gabriel, José José, Luis Miguel y Alejandro Fernández.
José Feliciano
Habría que anotar que el movimiento del romanticismo en América juega un papel importante dentro de la sensibilidad popular, que a veces se refugia en la subjetividad amorosa o en la efusividad del baile para dar cauce a la realización individual, emocional y afectiva; de hecho, dramas personales del amor hallan refugio en letras de baladas y canciones, en medio de una suerte de catarsis colectiva, mientras se producen los necesarios cambios sociales que permitirán a los pueblos desembarazarse de viejas fórmulas de convivencia.
A esta corriente romántica han pertenecido músicos de varias generaciones, quienes se expresan por supuesto de manera diferente entre ellos; por ejemplo, hay un romanticismo de bohemia interior como el encarnado por dos grandes intérpretes como Daniel Santos o Agustín Lara, o el de Roberto Carlos y Nelson Ned en Brasil; mientras en otro sentido se creó toda una escuela con una peculiar manera de bailar y de moverse en escena creada por el ídolo de masas estadounidense Elvis Presley, la cual fue replicada por varios cantantes en diversos países, tal lo hicieron Tom Jones en Inglaterra o Sandro en la Argentina; pero éstos no son propiamente trovadores sino cantantes con carisma, sus figuras están asociadas a una idolatría trágica del uso de drogas, a que nos tiene acostumbrados la cultura del hedonismo y la superabundancia, del fasto y la riqueza.
Facundo Cabral
A CONTRACORRIENTE
Consideración aparte merecen cantautores comprometidos con otras realidades liberadoras como son Alí Primera en Venezuela, –que recorrió al país entero dejando un mensaje de rebeldía y amor por las gentes de su tierra– y Silvio Rodríguez en Cuba, Violeta Parra y Víctor Jara en Chile, quienes emprendieron nuevas formas de trovar para estimular o celebrar las luchas de la gente por alcanzar su realización como naciones libres de dictaduras. Estos dos trovadores chilenos fueron agredidos por regímenes autoritarios y criminales, hasta el extremo de llegar a cercenar brutalmente las manos a Jara antes de asesinarlo, a manera de escarnio público. Violeta Parra cometió suicidio, John Lennon fue asesinado por un psicótico y Facundo Cabral ultimado en misteriosas circunstancias. En todo caso, los trovadores, juglares o cantautores de hoy nos acercan con más veracidad a nuestros gozos y misterios, a nuestras luchas colectivas y a nuestras batallas individuales, haciendo uso del arma de la palabra y de la herramienta inefable de la música para trasmitirnos ese goce.
La mayoría de estos trovadores modernos han ido siempre a contracorriente de lo comercial y lo fácil; se han trazado metas difíciles y exigencias distintas en cada nueva grabación; no cesan de experimentar buscando nuevas posibilidades, son rigurosos consigo mismos y no se pliegan a las líneas comerciales de las disqueras; escuchan sus llamados interiores y trabajan cada letra y cada melodía con sumo cuidado; en el caso de cantautores como Alí Primera, Facundo Cabral, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa o Violeta Parra éstos se insertan dentro del rango de una canción comprometida con las necesidades sociales de la gente, de trabajadores, campesinos y obreros que viven en una lucha de superación de las necesidades vitales en tanto comunidades, y en sus obras no dejan de referir paisajes, historias, vivencias, anécdotas grandes y pequeñas de la gesta regional o nacional, y por supuesto sus vicisitudes amorosas, pasionales o anímicas, espirituales o religiosas. En fin, toda una gama de cantautores, trovadores, juglares o intérpretes virtuosos se han repartido la escena en el siglo XX y en lo que va del XXI con una variedad y una complejidad musical que han sido vitales para comprender y disfrutar de modo más cabal la cultura popular, entendida ésta como parte esencial de la sensibilidad y del pensamiento de la humanidad.
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