“Desde el Sur, yo te canto Perú"
“Sur, Movadef y después…”
“PERU, PAREDON Y DESPUES...
Sur, Movadef y poder…”
Tango argentino por la Libertad de
Pensamiento en el Perú y el mundo entero
No a la estigmatizacion del MOVADEF ni el FUDEPP
Desde el Sur del sur yo te canto Peru
Increible, que aun siendo argentino,
Cantor del pueblo, genuino
Me cayeron igual con la persecución
Entraña oscura de la intolerancia
De democracias rengas,
dictaduras, diría yo!
Ahora no se puede ni cantar
Hermanos, mucho menos opinar
El Perú tristemente está pasando
Por censura, persecución, sin más!
Peru, paredon y despues
Peru, yo no puedo entender
Si no hay libertad de pensamiento
entonces que hay?
Sur, Movadef y después…
Che, no penses ni opines!!!
Increíble, hermanos, pero cierto,
El pensamiento único nos está carcomiendo
Más allá de los medios y gobiernos
Callarnos no podrán compañeros!
Aunque degüellen nuestros sueños!
A la libertad de acción y pensamiento!
Nuestro principal derecho! ,
Jamás, jamás, renunciaremos!
.
Y hablan de Democracia,
De libertades, siempre ideales
Mientras fabrican esas tristes realidades
Listas negras para aquellos que se atrevan
Cantar con fundamento
y denunciar aquello!
Ni que decir si sos un militante
Que la ve o el puño levantas
En Perú tristemente agonizante
Te persiguen y te matan, por igual
Perú, del fondo de mi ser…
Perú, duele a más no poder
Increíble, mi hermano, pero cierto,
La libertad de pensamiento, hoy es un preso más!
Mientras a genocidas y traidores/ ladrones
Les están rindiendo honores
Entre discursos y falsías
Al pueblo que sangra todavía,
Por luchar lo estigmatizan,
Y lo llaman… terrorista!!!
---------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------
Sobreviviente de Accomarca ratifica ejecuciones extrajudiciales
Publicado: 2012-11-12
Clemente Baldeón Tecse, sobreviviente de la matanza de campesinos en Accomarca,
declaró que un grupo de militares ingresó a su localidad a capturar,
torturar y asesinar a pobladores sindicados de terroristas.
Baldeón agregó que entre los fallecidos estaban su esposa y su hija de tres meses de nacida. Además, señaló que pudo sobrevivir gracias a que huyó hacia el monte.
Las declaraciones del testigo concuerdan con la versión del oficial del Ejército en retiro Telmo Hurtado, quien aceptó que hubo Ejecusiones extrajudiciales en Accomarca, donde al menos 69 campesinos perdieron la vida en 1985.
Por: Carlos Noriega
Los funcionarios del régimen fujimorista terminaron siendo absueltos. La reunión, que recién se ha conocido, ocurrió en mayo de 2012 en las oficinas del Poder Judicial. Los ministros puestos en evidencia en esos oscuros tratos son el primer ministro, Juan Jiménez, y el ministro de Defensa, Pedro Cateriano.
Baldeón agregó que entre los fallecidos estaban su esposa y su hija de tres meses de nacida. Además, señaló que pudo sobrevivir gracias a que huyó hacia el monte.
Las declaraciones del testigo concuerdan con la versión del oficial del Ejército en retiro Telmo Hurtado, quien aceptó que hubo Ejecusiones extrajudiciales en Accomarca, donde al menos 69 campesinos perdieron la vida en 1985.
Defensoría del Pueblo: Los crímenes de El Frontón no pueden prescribir
Jueves 05 de septiembre del 2013 | 12:38
El defensor Eduardo Vega lamentó que el Tribunal Constitucional dictara fallo en el que considera que no hubo crimenes de lesa humanidad en los hechos ocurridos en 1986.
La matanza en El Frontón cobró la vida de más de 120 personas. (CVR)
El defensor del Pueblo, Eduardo Vega, expresó su preocupación por la reciente sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que sostiene que los delitos investigados en el caso ‘El Frontón’ han prescrito, al no considerarlos de lesa humanidad, pues ello generaría la impunidad de estos graves hechos.
Recordó que la reiterada jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) es clara en señalar que las ejecuciones extrajudiciales constituyen graves violaciones de los derechos humanos que no deben quedar impunes, por lo que no prescriben, independientemente de que se les considere o no como delitos de lesa humanidad.
En ese sentido, lamentó que en el párrafo 68 de la sentencia del Tribunal Constitucional, este señale que, “terminado el proceso penal, opera la prescripción, sin posibilidad de nuevos procesamientos”.
Vega aclaró que, en cumplimiento de la sentencia que la Corte IDH emitió el año 2000, el Estado debe realizar una investigación, procesamiento y, de ser el caso, sancionar a los presuntos responsables de las ejecuciones extrajudiciales denunciadas, pues –según señala la propia Corte– “esta obligación no debe ser cumplida como una mera formalidad sino con la voluntad genuina de conocer la verdad y alcanzar justicia”.
Agregó que si bien este caso se ha dilatado demasiado en el tiempo, ello no justifica que se abra la posibilidad a la prescripción de los graves delitos que se investigan.
Vega coincidió con los votos singulares de los magistrados Oscar Urviola y Gerardo Eto, quienes señalan que no se puede utilizar la prescripción de la acción penal para permitir situaciones de impunidad generadas por el propio Estado y que debe respetarse lo señalado por la Corte IDH.
Recordó que la reiterada jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) es clara en señalar que las ejecuciones extrajudiciales constituyen graves violaciones de los derechos humanos que no deben quedar impunes, por lo que no prescriben, independientemente de que se les considere o no como delitos de lesa humanidad.
En ese sentido, lamentó que en el párrafo 68 de la sentencia del Tribunal Constitucional, este señale que, “terminado el proceso penal, opera la prescripción, sin posibilidad de nuevos procesamientos”.
Vega aclaró que, en cumplimiento de la sentencia que la Corte IDH emitió el año 2000, el Estado debe realizar una investigación, procesamiento y, de ser el caso, sancionar a los presuntos responsables de las ejecuciones extrajudiciales denunciadas, pues –según señala la propia Corte– “esta obligación no debe ser cumplida como una mera formalidad sino con la voluntad genuina de conocer la verdad y alcanzar justicia”.
Agregó que si bien este caso se ha dilatado demasiado en el tiempo, ello no justifica que se abra la posibilidad a la prescripción de los graves delitos que se investigan.
Vega coincidió con los votos singulares de los magistrados Oscar Urviola y Gerardo Eto, quienes señalan que no se puede utilizar la prescripción de la acción penal para permitir situaciones de impunidad generadas por el propio Estado y que debe respetarse lo señalado por la Corte IDH.
En Perú, escándalo por encubrimiento de ejecuciones extrajudiciales
Un
comprometedor audio ha revelado que dos ministros del gobierno de
Ollanta Humala se reunieron con dos jueces, uno de ellos presidente de
la Corte Suprema al momento que se produjo ese encuentro, para influir a
favor de ex altos funcionarios de la dictadura de Alberto Fujimori
(1990-2000) procesados por ejecuciones extrajudiciales.
Por: Carlos Noriega
Los funcionarios del régimen fujimorista terminaron siendo absueltos. La reunión, que recién se ha conocido, ocurrió en mayo de 2012 en las oficinas del Poder Judicial. Los ministros puestos en evidencia en esos oscuros tratos son el primer ministro, Juan Jiménez, y el ministro de Defensa, Pedro Cateriano.
Los acusados por quienes los ministros de Humala intercedieron son
Vladimiro Montesinos, un capitán retirado del ejército que fue el brazo
derecho del ex dictador Fujimori y que como poderoso jefe de los
servicios de inteligencia se encargaba de los trabajos sucios durante la
dictadura; el general en retiro Nicolás Hermoza, jefe de las fuerzas
armadas en el régimen fujimorista, y los coroneles retirados Roberto
Huamán y Jesús Zamudio, ambos muy cercanos a Montesinos. Los tres
primeros están presos por diversos delitos y el último de ellos se
encuentra prófugo.
El caso por el cual ambos ministros se reunieron con dos jueces para buscar una sentencia que niegue la existencia de ejecuciones extrajudiciales era el operativo Chavín de Huántar, acción militar realizada en abril de 1997 para retomar la residencia en Lima del embajador de Japón, que en diciembre de 1996 había sido capturada por un comando del guevarista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que mantenía 72 rehenes. El operativo terminó con los catorce guerrilleros del MRTA, dos militares y un rehén muertos. Se denunció que tres emerretistas habían sido ejecutados luego de haberse rendido. En uno de esos casos, el de Eduardo Cruz, alias “Tito”, hay pruebas contundentes de la ejecución extrajudicial. Uno de los rehenes, un funcionario diplomático japonés, y dos policías han asegurado que vieron a Tito con vida y detenido fuera del área de combate; luego apareció muerto dentro de la residencia con un balazo en la cabeza. Los otros trece guerrilleros tenían múltiples disparos en el cuerpo.
“No podemos afirmar si el disparo que mató a Tito fue a corta o larga distancia porque al momento del examen ya no había restos de piel en el cuerpo; la trayectoria de la bala es compatible con un disparo desde atrás a una persona arrodillada y con la cabeza agachada. Mi opinión personal es que en este caso sí hubo una ejecución extrajudicial. En los otros trece casos no encontramos evidencias de una ejecución”, le señaló a Página/12 el antropólogo forense José Pablo Baraybar, del Equipo Peruano de Antropología Forense, que en 2001, a pedido del Estado, hizo el peritaje a los cuerpos de los guerrilleros muertos.
El Estado peruano ha sido denunciado ante la Corte Interamericana de peru ejecuciones desaparecidosDerechos Humanos (CIDH) por el caso Chavín de Huántar. La defensa del gobierno de Humala ante la CIDH se basa en que no existieron ejecuciones extrajudiciales en ese operativo militar. Para fortalecer esa postura, el gobierno estaba interesado en una resolución judicial en el fuero interno que dictamine la inexistencia de ejecuciones extrajudiciales y absuelva a los acusados por ese cargo. Los ministros Jiménez y Cateriano buscaron influir en el Poder Judicial para que emita una sentencia en ese sentido. Con ese objetivo se reunieron con el entonces presidente de la Corte Suprema, César San Martín, y con la jueza Carmen Rojjasi, quien era, en ese momento, presidenta del tribunal que veía el caso Chavín de Huántar.
Jiménez y Cateriano se han defendido diciendo que la reunión con los jueces no buscaba presionar al Poder Judicial, sino “unificar criterios” para la defensa peruana ante la CIDH. Pero el audio que ha sido revelado pone en evidencia cómo ambos, argumentando “el interés del Estado” frente a la CIDH, buscan influir en la jueza del caso para que emita un fallo que absuelva a Montesinos y a los otros acusados argumentando la inexistencia de ejecuciones extrajudiciales. “Si podemos, en este caso, archivar…”, le pide Jiménez a los jueces, cuando habla de lo que el gobierno espera del fallo judicial. El presidente de la Corte Suprema le sugiere a la jueza Rojjasi diversas alternativas de lo que puede decir en su sentencia. “Es evidente que lo que uno quiere, como Estado, con la independencia del caso, es que se diga que no hay muerto extrajudicial, murieron en combate”, dice San Martín, en sintonía con la postura de los altos funcionarios del gobierno. Luego, pensando tal vez en la contundencia de las pruebas sobre la ejecución de Tito, San Martín le da a la jueza otra alternativa: “Uno puede decir hay ejecución extrajudicial, pero no está probado si fue por orden (…) Obviamente, el peor escenario es que se diga que todo fue planificado y que hubo una orden”.
Unos meses después, en octubre de 2012, la jueza Rojjasi dictó sentencia dictaminando que sí hubo ejecución extrajudicial en el caso de Tito, pero que no existió una orden ni una cadena de mando para cometer esa ejecución y que no se ha determinado a los autores del crimen, por lo que absolvió a todos los acusados. Su fallo fue ratificado en julio de este año por una sala de la Corte Suprema, integrada por el magistrado San Martín. (Fuente: surysur)
El caso por el cual ambos ministros se reunieron con dos jueces para buscar una sentencia que niegue la existencia de ejecuciones extrajudiciales era el operativo Chavín de Huántar, acción militar realizada en abril de 1997 para retomar la residencia en Lima del embajador de Japón, que en diciembre de 1996 había sido capturada por un comando del guevarista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que mantenía 72 rehenes. El operativo terminó con los catorce guerrilleros del MRTA, dos militares y un rehén muertos. Se denunció que tres emerretistas habían sido ejecutados luego de haberse rendido. En uno de esos casos, el de Eduardo Cruz, alias “Tito”, hay pruebas contundentes de la ejecución extrajudicial. Uno de los rehenes, un funcionario diplomático japonés, y dos policías han asegurado que vieron a Tito con vida y detenido fuera del área de combate; luego apareció muerto dentro de la residencia con un balazo en la cabeza. Los otros trece guerrilleros tenían múltiples disparos en el cuerpo.
“No podemos afirmar si el disparo que mató a Tito fue a corta o larga distancia porque al momento del examen ya no había restos de piel en el cuerpo; la trayectoria de la bala es compatible con un disparo desde atrás a una persona arrodillada y con la cabeza agachada. Mi opinión personal es que en este caso sí hubo una ejecución extrajudicial. En los otros trece casos no encontramos evidencias de una ejecución”, le señaló a Página/12 el antropólogo forense José Pablo Baraybar, del Equipo Peruano de Antropología Forense, que en 2001, a pedido del Estado, hizo el peritaje a los cuerpos de los guerrilleros muertos.
El Estado peruano ha sido denunciado ante la Corte Interamericana de peru ejecuciones desaparecidosDerechos Humanos (CIDH) por el caso Chavín de Huántar. La defensa del gobierno de Humala ante la CIDH se basa en que no existieron ejecuciones extrajudiciales en ese operativo militar. Para fortalecer esa postura, el gobierno estaba interesado en una resolución judicial en el fuero interno que dictamine la inexistencia de ejecuciones extrajudiciales y absuelva a los acusados por ese cargo. Los ministros Jiménez y Cateriano buscaron influir en el Poder Judicial para que emita una sentencia en ese sentido. Con ese objetivo se reunieron con el entonces presidente de la Corte Suprema, César San Martín, y con la jueza Carmen Rojjasi, quien era, en ese momento, presidenta del tribunal que veía el caso Chavín de Huántar.
Jiménez y Cateriano se han defendido diciendo que la reunión con los jueces no buscaba presionar al Poder Judicial, sino “unificar criterios” para la defensa peruana ante la CIDH. Pero el audio que ha sido revelado pone en evidencia cómo ambos, argumentando “el interés del Estado” frente a la CIDH, buscan influir en la jueza del caso para que emita un fallo que absuelva a Montesinos y a los otros acusados argumentando la inexistencia de ejecuciones extrajudiciales. “Si podemos, en este caso, archivar…”, le pide Jiménez a los jueces, cuando habla de lo que el gobierno espera del fallo judicial. El presidente de la Corte Suprema le sugiere a la jueza Rojjasi diversas alternativas de lo que puede decir en su sentencia. “Es evidente que lo que uno quiere, como Estado, con la independencia del caso, es que se diga que no hay muerto extrajudicial, murieron en combate”, dice San Martín, en sintonía con la postura de los altos funcionarios del gobierno. Luego, pensando tal vez en la contundencia de las pruebas sobre la ejecución de Tito, San Martín le da a la jueza otra alternativa: “Uno puede decir hay ejecución extrajudicial, pero no está probado si fue por orden (…) Obviamente, el peor escenario es que se diga que todo fue planificado y que hubo una orden”.
Unos meses después, en octubre de 2012, la jueza Rojjasi dictó sentencia dictaminando que sí hubo ejecución extrajudicial en el caso de Tito, pero que no existió una orden ni una cadena de mando para cometer esa ejecución y que no se ha determinado a los autores del crimen, por lo que absolvió a todos los acusados. Su fallo fue ratificado en julio de este año por una sala de la Corte Suprema, integrada por el magistrado San Martín. (Fuente: surysur)
Dos poetas con convicción y valor II
José Valdivia Domínguez (Jovaldo). Muerto en la matanza de la isla penal El Frontón, el 18 y 19 de Junio de 1986. Conocemos como murió, donde y quien ordeno la matanza; pero muy poco sabemos de la vida de Jovaldo, puesto que es escasa la información bibliografica, solo sus poemas son difundidos por todo el mundo; navegando encontré la carta de Walter Saavedra que le envía a un amigo el cual lo publica el 17 de octubre del 2007, en la pagina de la Universidad Socialista José Carlos Mariategui; en el escrito nos trata de mostrar como era Jovaldo… Comparto la carta denominado JOVALDO, EL HERMANO MAYOR
“Hola Pepe qué curioso, éramos tan inocentes en nuestro sueño socialista, que ni siquiera nos preocupábamos de nuestros nombres y apellidos, solo nuestros apelativos universales. Jovaldo, recién sé su nombre y apellidos completo, éramos amigos, hermanados por la poesía en la causa socialista. Simplemente era Jovaldo el poeta y luchador socialista. Era el encarnado de la poesía proletaria. Surgió como grupo poético después de nosotros NEPER( núcleo de escritores y poetas radicales). Éramos los poetas de la calle y las plazas. Su grupo se denominó GAPCEVA, ME PARECE GRUPO DE ARTISTAS POPULARES CESAR VALLEJO. Pero si estoy seguro de la nominación César Vallejo. Era un joven poeta, de contextura delgada, de un perfil típico del hijo de inmigrantes provincianos,-me parece- nacido en el ambiente popular de Lima. Conocí a su hermano menor con quien desarrollaban el tema literario. Su linda madre, una señora de convicciones fijas, de recia personalidad y fina ternura. Jovaldo era así, de una personalidad firme, decidido, sabía que estaba con la luz meridiana y transparente de la causa socialista, que su vida era un sacrificio natural a su convicción por cierto también natural. A través de su mamá, y de sus poemas trazó el mensaje claro, que su vida entregaba a la causa de la verdad y de los justos. Capturado por seguridad del estado, al haberse entregado en vida entera a la creación y declamación de la poesía proletaria, llega al frontón, donde decide ser un bastión imbatible, no importa si con la muerte, para seguir alzando la voz poética del proletario. Fue asesinado por la barbarie del gobierno aprista de turno. No fue un fanático del izquierdismo, al contrario, era una mente y espíritu de libre pensamiento. Éramos de los que no debíamos carnetizarnos en ningún grupo politiquero de izquierda, sino que mas bien contribuíamos a la lucidez política de la izquierda con nuestras vivencias, escritos y ejemplo de identidad cultural, social, histórico. Esta es la interpretación personal, después que nos alejamos, antes de su encarcelamiento, y cuando ya me adentré mas en mis actividades de los últimos años de medicina. Finalmente Jovaldo no disponía de un céntimo para la impresión de sus poemas, pero tenía condiciones propias de escribir artísticamente con belleza y a colores, y así difundía diariamente su poesía popular, sin desmayo, ni fatiga, sin vacilaciones ni cobardías .En conmemoración de su inmolación heroica, planteo aproximativamente- no sé de la capacidad organizativa ni económica de la universidad socialista, ignoro totalmente-que debiéramos hacer una colecta entre todos los espíritus socialistas, para publicar su poesía enérgica, combativa, verdaderamente proletaria, cargado de una técnica y belleza literaria primigenia, precursora y auroral del arte socialista. Fue la reencarnación de un Javier Heraud, en las urbes populares y marginales del Perú. Esto por el momento, hasta pronto hermano.”
Vaya… después de leer la carta, admiro más a Jovaldo. Ahora les dejo con un granito de arena de su excelsa poesía
No es hermosa la mujer
“Hola Pepe qué curioso, éramos tan inocentes en nuestro sueño socialista, que ni siquiera nos preocupábamos de nuestros nombres y apellidos, solo nuestros apelativos universales. Jovaldo, recién sé su nombre y apellidos completo, éramos amigos, hermanados por la poesía en la causa socialista. Simplemente era Jovaldo el poeta y luchador socialista. Era el encarnado de la poesía proletaria. Surgió como grupo poético después de nosotros NEPER( núcleo de escritores y poetas radicales). Éramos los poetas de la calle y las plazas. Su grupo se denominó GAPCEVA, ME PARECE GRUPO DE ARTISTAS POPULARES CESAR VALLEJO. Pero si estoy seguro de la nominación César Vallejo. Era un joven poeta, de contextura delgada, de un perfil típico del hijo de inmigrantes provincianos,-me parece- nacido en el ambiente popular de Lima. Conocí a su hermano menor con quien desarrollaban el tema literario. Su linda madre, una señora de convicciones fijas, de recia personalidad y fina ternura. Jovaldo era así, de una personalidad firme, decidido, sabía que estaba con la luz meridiana y transparente de la causa socialista, que su vida era un sacrificio natural a su convicción por cierto también natural. A través de su mamá, y de sus poemas trazó el mensaje claro, que su vida entregaba a la causa de la verdad y de los justos. Capturado por seguridad del estado, al haberse entregado en vida entera a la creación y declamación de la poesía proletaria, llega al frontón, donde decide ser un bastión imbatible, no importa si con la muerte, para seguir alzando la voz poética del proletario. Fue asesinado por la barbarie del gobierno aprista de turno. No fue un fanático del izquierdismo, al contrario, era una mente y espíritu de libre pensamiento. Éramos de los que no debíamos carnetizarnos en ningún grupo politiquero de izquierda, sino que mas bien contribuíamos a la lucidez política de la izquierda con nuestras vivencias, escritos y ejemplo de identidad cultural, social, histórico. Esta es la interpretación personal, después que nos alejamos, antes de su encarcelamiento, y cuando ya me adentré mas en mis actividades de los últimos años de medicina. Finalmente Jovaldo no disponía de un céntimo para la impresión de sus poemas, pero tenía condiciones propias de escribir artísticamente con belleza y a colores, y así difundía diariamente su poesía popular, sin desmayo, ni fatiga, sin vacilaciones ni cobardías .En conmemoración de su inmolación heroica, planteo aproximativamente- no sé de la capacidad organizativa ni económica de la universidad socialista, ignoro totalmente-que debiéramos hacer una colecta entre todos los espíritus socialistas, para publicar su poesía enérgica, combativa, verdaderamente proletaria, cargado de una técnica y belleza literaria primigenia, precursora y auroral del arte socialista. Fue la reencarnación de un Javier Heraud, en las urbes populares y marginales del Perú. Esto por el momento, hasta pronto hermano.”
Vaya… después de leer la carta, admiro más a Jovaldo. Ahora les dejo con un granito de arena de su excelsa poesía
POR UN PLATO DE LENTEJAS
Puedo estar en minoría
Puedo estar en minoría
encontrarme tras las rejas;
más no vendo mis principios
por un plato de lentejas.
Hablo claro sin tapujos
no concilio con traidores,
antes me corto la lengua
de un sólo tajo traidores.
Que me llamen los "maduros" de
ultraizquierda o infantil;
eso no me preocupa
yo me siento juvenil.
Juvenil en mis ideas
Juvenil en mis ideas
y en mis ansias juvenil,
juvenil ahora y siempre
con la pluma y el fusil.
Allá aquellos mercachifles
prostitutas sin honor;
la desnudan su conCIENcia
por un misero favor.
Yo no puedo hacer lo mismo
me lo impide la razón;
antes muero en digna hambruna
que acallar mi corazón.
Puedo estar en minoría
Puedo estar en minoría
encontrarme tras las rejas;
más no vendo mis principios
por un plato de lentejas.
ACLARACIÓN A UN INTELECTUAL APOLÍTICO
No hay razón para amargarse
se lo pido por favor;
Yo no escribo para intelectuales
como usted "mi gran señor":
Que mi canto le parezca
no tener ningún valor,
eso nada me sorprende
de un grandísimo doctor.
Allá usted con sus cantares
a la luna y a la flor.
Allá usted con sus abstractos
versos "puros" al amor.
Yo le canto a los humildes
Porque siento con dolor,
Como sufren por la causa
de un sistema explotador.
No me venga pues con aires
de apolítico cantor:
El arte está con el pueblo
o está con el opresor.
No hay razón para amargarse
Se lo pido por favor;
Yo no escribo para intelectuales
como usted mi gran señor.
NO TE AVERGUENCES HERMANA
NO TE AVERGUENCES HERMANA
PORQUE CERCANO ESTA EL DIA
DE TU TOTAL REDENCION,
NO TE AVERGUENCES HERMANA
DE TU HUMILDE CONDICION.
Aún en medio del llanto
de tu enorme sufrimiento,
es posible el gran contento
del futuro que hoy te canto.
No todo es pena, quebranto,
tristeza, melancolía: felicidad,
alegría, sueño, dicha y esperanza
PORQUE CERCANO ESTA EL DIA.
El día en que los de abajo
derrumben a los de arriba,
el día en que un siempre ¡Viva!
se escuche en nuestro trabajo.
Como quien corta de un tajo
el árbol de la ambición,
así cortará tu acción
el desprecio hacia tu clase.
Nuestra gloria también nace
DE TU TOTAL REDENCION.
No es hermosa la mujer
porque luzca plata y oro,
es hermosa porque de oro
son sus ansias de vencer.
Eres tú oh gran mujer
el gran triunfo del mañana.
Eres la antorcha que emana
tras tus ojos encendidos.
Para no hallarnos perdidos
NO TE AVERGUENCES HERMANA.
Pasa la voz a María,
a Rosa, a Juana, a Carmela;
pasa la voz a Manuela,
a Victoria y a Sofía.
Diles que ahora es el día
de acabar con la opresión.
Dedícales mi canción
y diles que estoy con ellas.
Son las mujeres más bellas
DE TU HUMILDE CONDICION.
¿FELIZ 28 DE JULIO?
Por: Jorge Pereyra
El Perú es un país condenado por el neoliberalismo a la dependencia, al saqueo y a la pobreza de las grandes mayorías.
¿Entonces cómo podemos celebrar nuestra “independencia” bajo estas oprobiosas condiciones. Si entre los dominadores de ayer y los de hoy, sólo hemos cambiado “mocos por babas”.
El neoliberalismo, pretende lograr la máxima reducción de la intervención del Estado para que se incremente significativamente el poder de la empresa privada. Se encuentra asociado al libre mercado y al capitalismo, en términos económicos.
En sentido estricto, el neoliberalismo es la ideología dominante y contemporánea del gran capital financiero y transnacional. Predica el desenvolvimiento “libre” de las fuerzas del mercado, la liberalización económica y las privatizaciones. Terrorismo económico.
Es una especie de “darwinismo económico-social”, que facilita a través de la monopolización de la economía una suerte de selección natural, basada en la supervivencia de los más fuertes, y aplicada a las relaciones sociales nacionales e internacionales, en un mundo cada vez más desigual entre los individuos, las clases sociales y las naciones.
Según el neoliberalismo, el Estado debe transferir sus empresas, sus bienes y servicios a los particulares; lo público debe reducirse o ponerse al servicio de lo privado, propiedad que hay que fortalecer al máximo.
Debe minimizarse la inversión social en salud pública, educación, vivienda y seguridad social, que se convierten en mercancías de libre circulación y precios, sólo posibles de obtener en el mercado libre, por quien tenga la capacidad de compra.
La consolidación de este modelo económico y social criminal también exige el fortalecimiento de un aparato represivo del Estado: fuerzas armadas, ejército y policía.
--------------------------------------------------------------------------------
SUR... VARGAS LLOSA Y DESPUÉS...
COMO DOS EXTRAÑOS...
Como cambian las cosas los años...
DE LA CREACIÓN HEROICA A LA DESTRUCCION NEOLIBERAL COBARDE Y DESASTROZA
"El estudio de los problemas tanto peruanos, como latinoamericanos en general, exige colaboración y exige, por ende, disciplina".
MARIO VARGAS LLOSA. EL PUNTO DE VIRAJE:
LA REVOLUCIÓN CUBANA*
Por: Julio Roldán
En 1958 Vargas Llosa, después de su estadía en Madrid, viajó a París; su deseo de convertirse en escritor en Europa comenzaba a materializarse. Para ese entonces él militaba en la Democracia Cristiana y mantenía una estrecha relación con su ex-profesor y empleador, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Manuel Prado, Raúl Porras Barrenechea.
El primero de enero de 1959 los guerrilleros cubanos, encabezados por Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, entre otros, toman el poder en Cuba. Las repercusiones fueron muy grandes en el continente americano. El gobierno de los EE. UU inmediatamente presionó a los gobiernos latinoamericanos para que voten a favor de la expulsión de este país de la Organización de Estados Americanos y con ese aval, iniciar el bloqueo a la isla. En la reunión de cancilleres celebrada en Costa Rica en 1960, Porras, como canciller peruano, votó en contra de esta orientación, que era también de su gobierno, motivando la posterior renuncia al cargo.
Vargas Llosa viviendo en París y emocionado con el triunfo de la revolución, y en solidaridad con su ex-maestro, sin mayores problemas ideológicos da una vez más un giro de 180°; repentinamente abandona la contrarrevolución, ignora la reforma, y se reconcilia con la revolución, con el socialismo concretizado en Cuba. Vargas Llosa se aleja sin mayores problemas teóricos-conceptuales del espiritualismo y la metafísica, que es la base teórico-conceptual de la Democracia Cristiana, para volver al materialismo dialéctico, del cual "ya no creía ni una palabra" cuatro años antes. El novelista, de la manera más natural, explica este giro así: "Sin embargo no me aparté de la Democracia Cristiana (renunciaría a ella años después, desde Europa, por su tibieza en defender a la revolución cubana, cuando ésta se convirtió para mí en apasionada causa) ...". (Vargas Llosa 1993: 301)
Desde el triunfo de la revolución en la isla, hasta los primeros meses de 1967, Vargas Llosa es dentro del contexto de los escritores latinoamericanos, y especialmente del BOOM, uno de los más entusiastas adherentes a la causa cubana; incluso fue quien incitó y convenció a Julio Cortázar de la necesidad política y humana, no sólo de apoyar, sino hasta de militar en las filas de la revolución. Vargas Llosa militó desde el año 1965 hasta 1971 (no en el partido), entre otras formas, como miembro del Comité de dirección de la revista Casa de las Américas.
En 1962, en un artículo periodístico titulado EN CUBA, PAÍS SITIADO, denuncia el bloqueo estadounidense en estos términos: "Los pasajeros del Britania de la Compañía Cubana de Aviación experimentamos en carne propia el bloqueo impuesto a Cuba por los Estados Unidos antes de llegar a La Habana, en el mismo aeropuerto de México". (Vargas Llosa 1990: 23)
Y en otro artículo del mismo año, escribe: " ... la revolución está sólidamente establecida y su liquidación sólo podría llevarse a cabo mediante una invasión directa y masiva de Estados Unidos, operación que tendría consecuencias incalculables; y, en segundo lugar, el socialismo cubano es singular, muestra diferencias flagantes con el resto de los países del bloque soviético y este fenómeno puede tener repercusiones de primer orden en el porvenir del socialismo mundial". (Vargas Llosa 1990: 30)
En estos años escribe una serie de ensayos y artículos donde denunciaba al sistema capitalista y su expresión político-social, el Estado y la burguesía, como los causantes de los terribles males que padecen los pueblos. Su adhesión a la revolución, al socialismo, y naturalmente a Cuba, ocupaba un lugar preferente en su vida; además Vargas Llosa materializaba otras acciones de solidaridad en apoyo a las luchas de los pueblos, tanto en Perú como en el extranjero.
En el nivel de sus escritos, los artículos HOMENAJE A JAVIER HERAUD, TOMA DE POSICIÓN, UNA VISITA A KARL MARX, EN UN PUEBLO NORMANDO, RECORDANDO A PAUL ESCOBAR, los comentarios y homenajes a Sebastián Salazar Bondy y Jean-Paul Sartre, son bastante reveladores del compromiso del novelista con la revolución y el socialismo.
En 1965, en TOMA DE POSICIÓN, ante el inicio de las guerrillas en Perú Vargas Llosa escribe: "... para que el campesinado disfrute de la tierra que trabaja, para que el obrero lleve una vida digna, para que las clases medias no vivan bajo un complejo permanente de frustración, para que el país sea el beneficiario de sus riquezas y para que el Estado sea el árbitro de su destino no queda otro camino que la lucha armada. Por ello, aprobamos la lucha armada iniciada por el MIR, condenamos a la prensa interesada que desvirtúa el carácter nacionalista y reinvidicatorio de las guerrillas, censuramos la violenta represión gubernamental -que con el pretexto de la insurrección pretende liquidar las organizaciones más progresistas y dinámicas del país- y ofrecemos nuestra caución moral a los hombres que en estos momentos entregan su vida para que todos los peruanos puedan vivir mejor". (Vargas Llosa 1990: 92)
En el artículo SARTRE Y EL MARXISMO, y en directa alusión a la democracia liberal, afirma: "La explicación de las falacias de la democracia liberal ('donde todo el mundo tiene los mismos derechos, pero no el mismo derecho de disfrutar de ellos'), de la mentira sutil que es la libertad en una sociedad donde la desigual distribución de la riqueza que hace de los individuos privilegiados o desamparados desde que nacen, es convincente y, por desgracia, actual. También, el análisis de esa invisible alquimia mediante la cual el ejercicio del derecho de voto -aun en elecciones puras, con participación de todos los partidos y una previa campaña electoral irreprobable-, se convierta en una ceremonia vacía, en pura forma, si las bases sobre las que reposa la vida de una nación están viciadas".
Y en cuanto a la violencia político-social, continúa: "La sociedad reconoce esta violencia cuando ella se traduce en refriegas callejeras, huelgas, atentados y, explicablemente, la condena. ¿Pero nacen esos hechos por generación espontánea? ¿Son, los obreros, turbulentos por vocación? Sartre describe con lujo de detalles esa otra violencia, solapada y constante, que no muestra la cara y sin embargo también mata y destruye, y que tiene, como una hiedra, mil cabezas: analfabetismo, desempleo, desnutrición, miseria. Aquellos estallidos son, en realidad, respuestas directas por la cólera o la extrema penuria a un sector de la sociedad contra el que otro sector ejerce, permanentemente, una violencia, más discreta, sí, pero mucho más cruel". (Vargas Llosa 1990: 89 y 90)
Y en otro artículo de 1966 cuando se refiere a la situación en América Latina, dice: "Las clases dominantes latinoamericanas, en cambio, han sido en el campo cultural tan ineptas, ruines e injustas como en la economía o en las relaciones sociales; los países que nos han entregado son países analfabetos, sin vida cultural, con una vida literaria y artística embrionaria o alienada, sin escritores, sin editoriales. No tenemos, pues, nada que defender del sistema imperante: somos sus adversarios y debemos luchar por su desaparición, no sólo como ciudadanos sino también como intelectuales. Y el sistema que reemplace al actual sólo puede ser socialista". (Vargas Llosa 1990: 105)
En ese mismo año, tomando como ejemplo al escritor Sebastián Salazar Bondy en el caso de Perú, afirma: "El escritor no puede pedir cuenta por falta de una cultura nacional a quienes no tuvieron jamás la oportunidad de crearla porque vivieron vejados y asfixiados. Su resentimiento, su furor se vuelven lógicamente hacia ese sector privilegiado del Perú que sí sabe leer y sin embargo no lee, a esas familias que sí están en condiciones de comprar libros y no lo hacen, hacia esa clase que tuvo en sus manos los medios de hacer del Perú un país culto y digno y no lo hizo: No es extraño, por eso, que en nuestro país se pueda contar con los dedos de una mano a los escritores de algún valor que hayan hecho causa común con la burguesía. ¿Qué escritor que tome en serio su vocación se sentiría solidario de una clase que lo castiga, por querer escribir, con frustraciones, derrotas y el exilio?. Por el hecho de ser un creador, aquí se ingresa en el campo de víctimas de la burguesía. De ahí hay sólo un paso para que el escritor tome conciencia de esta situación, la reivindique y se declare solidario de los desheredados del Perú, enemigo de sus dueños". (Vargas Llosa 1990: 132)
Por último, en otra parte del mismo ensayo en torno la juventud, añade: "Pero, ya sabemos, la 'juventud es idealista e impulsiva' y no es difícil tomar una decisión audaz cuando se tienen veinte años; lo notable es ser leal a ella contra viento y marea a lo largo del tiempo, seguir nadando contra la corriente cuando se han cumplido cuarenta o más. El mérito de Sebastián está en no haber sido, como la mayoría de los adolescentes peruanos que ambicionan escribir, un desertor". (Vargas Llosa 1990: 115)
En 1966 Vargas Llosa expresó por primera vez, públicamente, su desacuerdo con el "socialismo soviético". Fue con motivo del enjuiciamiento y condena a los escritores Andrei Siniavski y Yuli Daniel, (hecho que se repitió un año más tarde con el novelista Alexander Solzhenitsin). Vargas Llosa sostiene: "Los escritores que creemos en el socialismo y que nos consideramos amigos de la URSS debemos ser los primeros en protestar, con las palabras más enérgicas, (...) los primeros en decir sin rodeos nuestro estupor y nuestra cólera. Este acto injusto, cruel e inútil no favorece en nada al socialismo y sí lo perjudica ...". (Vargas Llosa 1990: 107)
En 1967 Vargas Llosa recibió el Premio Rómulo Gallegos otorgado por el gobierno venezolano, en mérito a su novela LA CASA VERDE. Conociendo la posibilidad de ser premiado, semanas antes Vargas Llosa informó a los cubanos de esta posibilidad. Años después Vargas Llosa rememoró los hechos de esta manera: "A mí me comunicaron un día en París que yo estaba entre los finalistas del premio Rómulo Gallegos. (...) Yo tenía una relación muy estrecha con la revolución cubana en ese tiempo y cometí el error -aunque al final resultó totalmente positivo haberlo hecho- de decirle a Alejo Carpentier, que era el agregado cultural de Cuba en París, que yo quería conocer la opinión de Cuba sobre este premio, porque había la posibilidad que me lo otorgasen". (Setti 1989: 147 y 148)
La opinión de Cuba fue positiva y además preguntaron a Vargas Llosa, a través de una carta de Haydée Santamaría a Alejo Carpentier, si él podría donar el monto del premio a la guerrilla que dirigía el Che Guevara en la selva boliviana; luego Cuba, según la versión de Vargas Llosa, le devolvería el dinero para no perjudicarlo. Vargas Llosa consideró que eso era una farsa y no aceptó. Años después recordando este hecho, declaró: "Es una cosa que a mí me ofende muchísimo". (Setti 1989: 149)
Este episodio fue el primer disentimiento entre la revolución y el novelista. Los cubanos sostienen que el fondo del problema fue el dinero. Vargas Llosa, por el contrario, que fue la moral. De cualquier modo, en el discurso de recibimiento del premio Vargas Llosa, cuando menciona a Cuba, lo considera como ejemplo a seguir en América Latina: "Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado a todos nuestros países, como ahora a Cuba, la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y la reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror". (Vargas Llosa 1990: 179)
Por estos tiempos para Vargas Llosa el "socialismo auténtico" estaba representado por la Unión Soviética y Cuba. En la polémica desarrollada a partir del XX Congreso del PCUS, la que se hizo pública a comienzos de la década del 60, a la cual se le denominó "marxismo-revisionismo", cuando Mao Tse Tung denunciaba al PCUS de "revisionista" y a la vez sostenía que en este país se "restauraba aceleradamente el capitalismo" ya que "una nueva burguesía se había adueñado del poder en la patria de Lenin", Vargas Llosa, luego de una visita a este país en 1968, toma posición en favor de los rusos y lo hace público, en estos términos: "La primera de las 'ideas recibidas' sobre la URSS, que, desde la polémica chino-soviética, está enormemente arraigada es la siguiente: la revolución se ha aburguesado. Esta convicción significa que en la URSS se ha iniciado un proceso, todavía lento pero inequívoco, de renacimiento del capitalismo. Para otros, que el socialismo soviético ha perdido su carácter internacionalista, (...) La primera de estas afirmaciones me parece falaz. No hay indicio en el sistema soviético de una resurrección del capitalismo. Las reformas económicas interpretadas en tal sentido, son medidas de descentralización, destinadas a dar una autonomía mayor a las industrias y a estimular el desarrollo regional, a aligerar la producción de trabas burocráticas y despertar la iniciativa local e individual que el excesivo centralismo sofocaba. Pero nada indica que, aun de tímida y oblicua manera, se esté restaurando la propiedad privada de los medios de producción". (Vargas Llosa 1990: 206)
Un año después del problema crematístico o moral a consecuencia del Premio Rómulo Gallegos, vino el segundo desencuentro entre el novelista y la revolución cubana y esto tuvo que ver con la invasión de Checoslovaquia por las fuerzas del Pacto de Varsovia en mayo de 1968. Tres meses después Vargas Llosa se manifiesta en contra de esta acción, lo hace en estos términos: "La intervención militar de la Unión Soviética y de sus cuatro aliados del pacto de Varsovia contra Checoslovaquia es, pura y simplemente, una agresión de carácter imperial que constituye una deshonra para la patria de Lenin, una estupidez política de dimensiones vertiginosas y un daño irreparable para la causa del socialismo en el mundo". (Vargas Llosa 1990: 219)
Esta opinión está en total contradicción con la de los dirigentes cubanos, la que fue expuesta a través de Fidel Castro en el llamado Discurso sobre Checoslovaquia, pronunciado el 30 de agosto de ese año. Lo central del discurso se puede resumir en esta línea: "Aceptamos la amarga necesidad que exigía mandar tropas a Checoslovaquia". En la polémica que se desarrolló por ese entonces con el crítico Óscar Collazos, la que se prolongó hasta 1970, Vargas Llosa defiende sus puntos de vista discrepantes con los de Castro; pero a la vez reconociendo los logros de la revolución en Cuba, escribe: "Una revolución, si es auténtica, suprime un cierto tipo de injusticias radicales, establece una relación más racional y humana entre los hombres y a mí no me cabe duda, por ejemplo, que en Cuba ha ocurrido así". (Vargas Llosa 1990: 236)
En enero del 1971, Vargas Llosa y otros miembros del comité de la revista CASA DE LAS AMÉRICAS, saludan un aniversario más de la revolución en la isla y lo hacen en estos términos: "A doce años del triunfo de la Revolución Cubana, la fisonomía política y social de la América Latina muestra inequívocamente que el proceso de liberación de nuestros pueblos alcanza ya su dimensión continental. Ello solo bastaría para probar que el sacrificio de hombres como el Che y tantos otros combatientes, además de heroico y generoso, ha sido útil". (Autores varios 1995: 119)
En el mes de marzo del mismo año será detenido, entre otros intelectuales, el poeta Heberto Padilla. Uno de los intelectuales que individual y colectivamente protestó por esta detención y la posterior autocrítica de Padilla, fue Vargas Llosa. En la primera carta colectiva de protesta de los intelectuales se observa un tono bajo y conciliador. La respuesta de Fidel Castro fue tajante y sostenía que estos intelectuales burgueses eran agentes de la CIA y por eso no pondrían más los pies en Cuba.
Por su parte la respuesta colectiva de los intelectuales al discurso de Castro fue mucho más enérgica, el redactor principal fue Vargas Llosa, en uno de sus párrafos dicen: "Con la misma vehemencia con que hemos defendido desde el primer día la Revolución Cubana, que nos parecía ejemplar en su respeto al ser humano y en su lucha por su liberación, lo exhortamos a evitar a Cuba el oscurantismo dogmático, la xenofobia y el sistema represivo que impuso el estalinismo en los países socialistas, y del que fueron manifestaciones flagrantes sucesos similares a los que están ocurriendo hoy en Cuba". (Autores varios 1971: 124)
Vargas Llosa escribió una carta personal dirigida a Haydée Santamaría, directora de la CASA DE LAS AMÉRICAS. La misiva comienza con estos términos: "Le presento mi renuncia al Comité de la revista de la Casa de las Américas, al que pertenezco desde 1965, y le comunico mi decisión de no ir a Cuba a dictar un curso, en enero, como le prometí durante mi último viaje a la Habana. Comprenderá que es lo único que puedo hacer luego del discurso de Fidel fustigando a los 'escritores latinoamericanos que viven en Europa', a quienes nos ha prohibido la entrada a Cuba `por tiempo indefinido e infinito' ". Vargas Llosa termina su carta con estas líneas: "Sé que esta carta me puede acarrear invectivas: no serán peores que las que he merecido de la reacción por defender a Cuba". (Autores varios 1971: 122)
La Directora de la revista respondió: "Usted sabe que el comité de la revista Casa de las Américas al cual supuestamente renuncia, de hecho no existe ya, pues, a sugerencia de este organismo se acordó en enero de este año, en declaración que usted mismo suscribió, ampliarlo en lo que significaba sustituirlo por una amplia lista de colaboradores de la revista -y de la institución-. Y esta medida obedeció al hecho evidente de que hacía mucho tiempo que era inaceptable la divergencia de criterios en dicho comité: criterios que iban desde los realmente revolucionarios, y que eran los de la mayoría, hasta otros cada vez más alejados de posiciones revolucionarias, como habían venido siendo los de usted".
En cuanto a las invectivas, Haydée le recordó los hechos del 67: "Sin embargo, Vargas Llosa, pocos como usted conocen que no ha sido nunca costumbre nuestra proferir invectivas contra gentes como usted. Cuando en abril de 1967 usted quiso saber la opinión que tendríamos sobre la aceptación por usted del premio venezolano Rómulo Gallegos, otorgado por el gobierno de Leoni, que significaba asesinato, represión, traición a nuestros pueblos, nosotros le propusimos un acto audaz, difícil y sin precedentes en la historia cultural de nuestra América: le propusimos que aceptara ese premio y entregara su importe al Che Guevara, a la lucha de los pueblos. Usted no aceptó esa sugerencia: usted se guardó ese dinero para sí, usted rechazó el extraordinario honor de haber contribuido, aunque fuera simbólicamente, a ayudar al Che Guevara".
Además de insistir en sus críticas por el caso Checoslovaquia y el financiamiento de la revista LIBRE, de la cual era Vargas Llosa miembro del Comité Directivo, con el dinero del "zar del estaño" el boliviano Patiño le dice: "Ella lo presenta de cuerpo entero como lo que nos resistimos a aceptar que usted fuera: la viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso, confiado en que escribir bien no sólo hace perdonar actuar mal, sino permite enjuiciar a todo un proceso grandioso como la revolución cubana, que, a pesar de errores humanos, es el más gigantesco esfuerzo hecho hasta el presente por instaurar en nuestras tierras un régimen de justicia". (Autores varios 1971: 124)
De esta manera las contradicciones entre Vargas Llosa y la línea que orientaba la Revolución Cubana quedaron, a través de la ruptura, aclaradas. Vargas Llosa se alejó del socialismo, de la revolución; y piensa que la dirigencia cubana utilizó a los escritores y llegado el momento dado, cuando ya no le servían, buscó pretextos para deshacerse. Los cubanos y algunos estudiosos, como Lauer y Gutiérrez, en sus trabajos aquí citados, sostienen todo lo contrario, especialmente, en el caso del novelista peruano.
A pesar del distanciamiento Vargas Llosa aún en 1974 escribió: "Sé las razones y me he repetido miles de veces todos los atenuantes. El duro imperio de las realidades económicas, los recursos escasos de una pequeña isla subdesarrollada y el gigantesco y salvaje bloqueo impuesto por el imperialismo para ahogarla, no podían permitir que prosperara ese socialismo en libertad del principio. (...) Sé también que la desaparición de toda forma de discrepancia y de crítica interna, no es inconciliable en Cuba -como no lo es en ningún país socialista- con la preservación de las reformas esenciales que, básicamente, establecen un orden social, para la mayoría, más equitativo y decente que el que puede garantizar el sistema capitalista. Por eso, a pesar del horror biológico que me inspiran las sociedades policiales y el dogmatismo, los sistemas de verdad única, si debo elegir entre uno y otro, aprieto los dientes y sigo diciendo: 'con el socialismo' ". (Vargas Llosa 1990: 299)
Y finalmente el año 1978 reconocerá, por última vez, los logros del sistema socialista, lo hace en estos términos: "... quiero advertir que aunque mi crítica al sistema de censura en el socialismo es frontal, estoy lejos de sostener, como lo hacen los anticomunistas conservadores, que todo en los países socialistas es negativo. Eso es injusto y falso. Hay, en ellos, logros indiscutibles y muy dignos de servir de ejemplo a un país como el nuestro, donde casi todo está por hacer. Por ejemplo, es admirable lo que el socialismo ha conseguido en el campo de la alfabetización y de la educación, en el de la salud pública, en el de los deportes, en el abaratamiento y popularización de la cultura, etc". (Vargas Llosa 1986: 72)
Desde esta fecha hasta iniciado el nuevo milenio, Vargas Llosa ha mantenido una actitud de lucha constante contra el régimen cubano. En una actitud algo nostálgica, en 1998, explicó su interés por Cuba, así: "Para mí Cuba es algo muy importante, es uno de los temas centrales en mi vida. Entonces sería absurdo si yo fuera a Cuba y no tocara el tema político. Pero si puedo ir y dialogar sobre lo que yo pienso, mañana mismo". (Méndez 1998: 53)
Deseamos terminar este punto con una reflexión del ex-comunista Ernesto Sábato, el novelista argentino relacionando escritores, revolución y rebeldía, escribió: "El escritor de ficciones profundas es en el fondo un antisocial, un rebelde, y por eso a menudo es compañero de ruta de los movimientos revolucionarios. Pero cuando las revoluciones triunfan, no es extraño que vuelva a ser un rebelde". (Sábato 1997: 109) Claro que lo único que falta saber es en que dirección se orienta esa, casi siempre justificada, rebeldía.
En estos años de militante en las filas de la Revolución Cubana es cuando, en el plano de creación, Vargas Llosa publicó LA CIUDAD Y LOS PERROS, LA CASA VERDE, y según él, junto a LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO, su mejor novela: CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL. De esta última novela, ambientada en Perú de los años 50, deseamos transcribir un diálogo desarrollado entre Santiago y Carlitos. Allí se rememora una reunión con Jacobo (Félix Arias Schreiber), Aída (Lea Barba) y Santiago (Vargas Llosa) en un restaurante ubicado en el centro de Lima, después de una reunión partidaria:
"-¿Te puedo hacer una pregunta? -dijo Aída-. ¿Por qué no te inscribiste? ¿Qué dudas tienes? -Ya te hablé una vez -dijo Santiago-. Todavía no estoy convencido de algunas cosas. Quisiera...
-¿Todavía no estás convencido de que Dios no existe? -se rió Aída.
-Nadie tiene por qué discutir su decisión -dijo Jacobo-. Déjalo que se tome su tiempo.
-No se la discuto, pero te voy a decir una cosa -dijo Aída, riéndose-. Nunca te inscribirás, y cuando termines San Marcos te olvidarás de la revolución, y serás abogado de la International Petroleum y socio del Club Nacional.
-Consuélate, la profecía no se cumplió -dijo Carlitos-. Ni abogado ni socio del Club Nacional, ni proletario ni burgués, Zavalita. Sólo un pobre mierdecita entre los dos". (Vargas Llosa 1993: 162)
*Este acápite es parte del Capítulo III del libro Vargas Llosa Entre el Mito y La Realidad. Posibilidades y Límites de un Escritor Latinoamericano comprometido.
ARTÍCULOS
▼ 2010 (11)
► noviembre (5)
CREACIÓN MENSURANDO EL PORVENIR* “Están mensu...
POLÍTICA El descubrimiento de las multitudes:«L...
LITERATURA Mario Vargas Llosa: Una revisión de su ...
OPINIÓN Creación Heroica Eduardo Ibarra Como es...
ECONOMÍA La Polarización: Ley del Sistema Capit...
▼ diciembre (6)
Creación Mensurando el Porvenir Julio Carmona ...
Internacionales Africa, Africa* Juan GelmanManiobr...
EL PUNTO DE VIRAJE:LA REVOLUCIÓN CUBANA* ...
Literatura Mario Vargas Llosa: Una Revisión de s...
Economía INTEGRACIÓN Y DESARROLLO IMPERIALISTAS ...
Política Nuestras raíces y el problema de la len...
Datos personales
José Carlos Mariátegui
Para contactos y colaboraciones nos pueden escribir a: creacionheroica@hotmail.com
Colectivo José Carlos Mariátegui. Plantilla Ethereal. Con la tecnología de Blogger.
EL SOCIALISMO INDOAMERICANO NO SERA NI CALCO NI COPIA, SINO CREACIÓN HEROICA
Un discurso de verdad y no la retahila de frases reaccionarias que leyó en Estocolmo, convertido ya en un corsario del orden establecido... FRAGMENTOS Discurso de Mario Vargas Llosa - Premio Rómulo Gallegos -1967 “Las mismas sociedades que exiliaron y rechazaron al escritor pueden pensar que ahora conviene asimilarlo, integrarlo, conferirle una especie de estatuto oficial. Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica. Explicarles qu eno hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor, o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras que irán desde lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social. Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y será un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometerá el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor. La literatura es una forma de isurrección permanente y ella no admite camisas de fuerza. Todas las tentativas destinadas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasarán. La literatura puede morir pero no será nunca conformista”
QUIEN TE HA VISTO Y QUIEN TE VE...
La literatura es fuego discurso de Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Rómulo Gallegos de novela, el 4 de Agosto de 1967 en la ciudad de Caracas, nos habla sobre la función del escritor latinoamericano, del rol de la literatura en las sociedades y del alineamiento ideológico del autor en relación a la revolución cubana. Digno de leerse. Hace aproximadamente treinta años, un joven que había leído con fervor los primeros escritos de Breton, moría en las sierras de Castilla, en un hospital de caridad, enloquecido de furor. Dejaba en el mundo una camisa colorada y "Cinco metros de poemas" de una delicadeza visionaria singular. Tenía un nombre sonoro y cortesano, de virrey, pero su vida había sido tenazmente oscura, tercamente infeliz. En Lima fue un provinciano hambriento y soñador que vivía en el barrio del Mercado, en una cueva sin luz, y cuando viajaba a Europa, en Centroamérica, nadie sabe por qué, había sido desembarcado, encarcelado, torturado, convertido en una ruina febril. Luego de muerto, su infortunio pertinaz, en lugar de cesar, alcanzaría una apoteosis: los cañones de la guerra civil española borraron su tumba de la tierra, y, en todos estos años, el tiempo ha ido borrando su recuerdo en la memoria de las gentes que tuvieron la suerte de conocerlo y de leerlo. No me extrañaría que las alimañas hayan dado cuenta de los ejemplares de su único libro, encerrado en bibliotecas que nadie visita, y que sus poemas, que ya nadie lee, terminen muy pronto trasmutados en humo, en viento, en nada, como la insolente camisa colorada que compró para morir. Y, sin embargo, este compatriota mío había sido un hechicero consumado, un brujo de la palabra, un osado arquitecto de imágenes, un fulgurante explotador del sueño, un creador cabal y empecinado que tuvo la lucidez, la locura necesarias para asumir su vocación de escritor como hay que hacerlo: como una diaria y furiosa inmolación. Convoco aquí, esta noche, su furtiva silueta nocturna, para aguar mi propia fiesta, esta fiesta que han hecho posible, conjugados, la generosidad venezolana y el nombre ilustre de Rómulo Gallegos, porque la atribución a una novela mía del magnifico premio creado por el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes como estímulo y desafío a los novelistas de lengua española y como homenaje a un gran creador americano, no sólo me llena de reconocimiento hacia Venezuela; también, y sobre todo, aumenta mi responsabilidad de escritor. Y el escritor, ya lo saben ustedes, es el eterno aguafiestas. El fantasma silencioso de Oquendo de Amat, instalado aquí, a mi lado, debe hacernos recordar a todos -pero en especial a este peruano que ustedes arrebataron a su refugio del Valle del Canguro, en Londres, y trajeron a Caracas, y abrumaron de amistad y de honores- el destino sombrío que ha sido, que es todavía en tantos casos, el de los creadores en América Latina. Es verdad que no todos nuestros escritores han sido probados al extremo de Oquendo de Amat; algunos consiguieron vencer la hostilidad, la indiferencia, el menosprecio de nuestros países por la literatura, y escribieron, publicaron y hasta fueron leídos. Es verdad que no todos pudieron ser matados de hambre, de olvido o de ridículo. Pero estos afortunados constituyen la excepción. Como regla general, el escritor latinoamericano ha vivido y escrito en condiciones excepcionalmente difíciles, porque nuestras sociedades habían montado un frío, casi perfecto mecanismo para desalentar y matar en él la vocación. Esa vocación, además de hermosa, es absorbente y tiránica, y reclama de sus adeptos una entrega total. ¿Cómo hubieran podido hacer de la literatura un destino excluyente, una militancia, quienes vivían rodeados de gentes que, en su mayoría, no sabían leer o no podían comprar libros, y en su minoría, no les daba la gana de leer? Sin editores, sin lectores, sin un ambiente cultural que lo azuzara y exigiera, el escritor latinoamericano ha sido un hombre que libraba batallas sabiendo desde un principio que sería vencido. Su vocación no era admirada por la sociedad, apenas tolerada; no le daba de vivir, hacía de él un productor disminuido y ad-honorem. El escritor en nuestras tierras ha debido desdoblarse, separar su vocación de su acción diaria, multiplicarse en mil oficios que lo privaban del tiempo necesario para escribir y que a menudo repugnaban a su conciencia, y a sus convicciones. Porque, además de no dar sitio en su seno a la literatura, nuestras sociedades han alentado una desconfianza constante por este ser marginal, un tanto anónimo que se empeñaba, contra toda razón, en ejercer un oficio que en la circunstancia latinoamericana resultaba casi irreal. Por eso nuestros escritores se han frustrado por docenas, y han desertado su vocación, o la han traicionado, sirviéndola a medias y a escondidas, sin porfía y sin rigor. Pero es cierto que en los últimos años las cosas empiezan a cambiar. Lentamente se insinúa en nuestros países un clima más hospitalario para la literatura. Los círculos de lectores comienzan a crecer, las burguesías descubren que los libros importan, que los escritores son algo más que locos benignos, que ellos tienen una función que cumplir entre los hombres. Pero entonces, a medida que comience a hacerse justicia el escritor latinoamericano, o más bien, a medida que comience a rectificarse la injusticia que ha pesado sobre él, una amenaza puede surgir, un peligro endiabladamente sutil. Las mismas sociedades que exilaron y rechazaron al escritor, pueden pensar ahora que conviene asimilarlo, integrarlo, conferirle una especie de estatuto oficial. Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón del ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica. Explicarles que no hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras, que irán de lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social. Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y seguirá siendo un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometería el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor. La literatura es una forma de insurrección permanente y ella no admite las camisas de fuerza. Todas las tentativas destinadas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasarán. La literatura puede morir pero no será nunca conformista. Sólo si cumple esta condición es útil la literatura a la sociedad. Ella contribuye al perfeccionamiento humano impidiendo el marasmo espiritual, la autosatisfacción, el inmovilismo, la parálisis humana, el reblandecimiento intelectual o moral. Su misión es agitar, inquietar, alarmar, mantener a los hombres en una constante insatisfacción de sí mismos: su función es estimular sin tregua la voluntad de cambio y de mejora, aun cuando para ello daba emplear las armas más hirientes y nocivas. Es preciso que todos lo comprendan de una vez: mientras más duros y terribles sean los escritos de un autor contra su país, más intensa será la pasión que lo una a él. Porque en el dominio de la literatura, la violencia es una prueba de amor. La realidad americana, claro está, ofrece al escritor un verdadero festín de razones para ser un insumiso y vivir descontento. Sociedades donde la injusticia es ley, paraíso de ignorancia, de explotación, de desigualdades cegadoras de miseria, de condenación económica cultural y moral, nuestras tierras tumultuosas nos suministran materiales suntuosos, ejemplares, para mostrar en ficciones, de manera directa o indirecta, a través de hechos, sueños, testimonios, alegorías, pesadillas o visiones, que la realidad está mal hecha, que la vida debe cambiar. Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado, a todos nuestros países como ahora a Cuba la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror. Pero cuando las injusticias sociales desaparezcan, de ningún modo habrá llegado para el escritor la hora del consentimiento, la subordinación o la complicidad oficial. Su misión seguirá, deberá seguir siendo la misma; cualquier transigencia en este dominio constituye, de parte del escritor, una traición. Dentro de la nueva sociedad, y por el camino que nos precipiten nuestros fantasmas y demonios personales, tendremos que seguir, como ayer, como ahora, diciendo no, rebelándonos, exigiendo que se reconozca nuestro derecho a disentir, mostrando, de esa manera viviente y mágica como sólo la literatura puede hacerlo, que el dogma, la censura, la arbitrariedad son también enemigos mortales del progreso y de la dignidad humana, afirmando que la vida no es simple ni cabe en esquemas, que el camino de la verdad no siempre es liso y recto, sino a menudo tortuoso y abrupto, demostrando con nuestros libros una y otra vez la esencial complejidad y diversidad del mundo y la ambigüedad contradictoria de los hechos humanos. Como ayer, como ahora, si amamos nuestra vocación, tendremos que seguir librando las treinta y dos guerras del coronel Aureliano Buendía, aunque, como a él, nos derroten en todas. Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo. No sé si está bien o si está mal, sólo sé que es así. Esta es la condición del escritor y debemos reivindicarla tal como es. En estos años en que comienza a descubrir, aceptar y auspiciar la literatura, América Latina debe saber, también, la amenaza que se cierne sobre ella, el duro precio que tendrá que pagar por la cultura. Nuestras sociedades deben estar alertadas: rechazado o aceptado, perseguido o premiado, el escritor que merezca este nombre seguirá arrojándoles a los hombres el espectáculo no siempre grato de sus miserias y tormentos. Otorgándome este premio que agradezco profundamente, y que he aceptado porque estimo que no exige de mí ni la más leve sombra de compromiso ideológico, político o estético, y que otros escritores latinoamericanos con más obra y más méritos que yo, hubieron debido recibir en mi lugar -pienso en el gran Onetti, por ejemplo, a quien América Latina no ha dado aún el reconocimiento que merece- demostrándome desde que pisé esta ciudad enlutada tanto afecto, tanta cordialidad. Venezuela ha hecho de mí un abrumado deudor. La única manera como puedo pagar esa deuda es siendo, en la medida de mis fuerzas, más fiel, más leal, a esta vocación de escritor que nunca sospeché me depararía una satisfacción tan grande como la de hoy.
«Juan Liscano y Miguel Otero Silva opinan sobre el discurso de Vargas Llosa». « » El Nacional, Caracas, 17 de agosto de 1967, Página de Arte, p. C-Última. 1 Las más diversas interpretaciones surgieron del discurso pronunciado por Mario Vargas Llosa, al recibir el Premio “Rómulo Gallegos”. Aunque no tanto del discurso en sí mismo, sino de la opinión apologética del castrismo expresada por el escritor galardonado e incluida en un párrafo conceptual de su texto leído en la recepción del Premio. Teniendo en cuenta la importancia de esta circunstancia, hemos conversado con los escritores y poetas Juan Liscano y Miguel Otero Silva, quienes expresaron así sus respectivas opiniones: JUAN LISCANO —Distingo dos aspectos ajenos por completo el uno del otro, en lo que se refiere al Premio Gallegos, y lo que podemos calificar como derivaciones de éste: su estructuración y el discurso de Vargas Llosa. La mayoría de la prensa y gran parte de la opinión, concede más importancia a lo que dijo Vargas Llosa que a las evidentes fallas en la reglamentación del Premio. Yo, en cambio, me preocupo mucho más por esas fallas que por lo expresado por Vargas Llosa. En efecto, un Premio de esa magnitud y de esa perspectiva quinquenal, debería haber sido concebido para reconocer y distinguir la obra de un creador de literatura americana, en este caso, un narrador, y no para calificar un libro. O es un Premio grande, o es Premio de estímulo. La cantidad asignada —superior a la del Nobel — así como el hecho de su atribución quinquenal mueve a pesar que se trata de un premio importante, jerarquizante, y no de un premio de actualidad. Pues bien, el hecho de haber concedido ese galardón a un libro, por lo demás excelente, el segundo de un escritor que alcanza los 33 años, desvirtúa esa intención reconocedora, trascendente que en mi imaginación concedía yo al Premio Gallegos. Pienso que si se va a seguir concediendo ese premio todos los 5 años, a un libro de actualidad, más valdría modificar sus bases y convertirlo en un premio anual a la mejor novela del año. El ganador obtendría alrededor de unos Bs. 20.000, lo cual significa una suma apreciable. Con eso se ayudaría a los escritores del momento. Pero si se insiste en mantener el Premio Gallegos dentro del marco ostentoso de los 5 años y de los Bs. 100.000, se debería entonces conceder a la obra de un escritor que hubiese publicado un libro en el período señalado. Si hubiese prevalecido en los jurados este criterio, pienso que Juan Carlos Onetti hubiera sido el primer ganador del Gallegos, ya que otra disposición incoherente establecía que en lugar de tomar en cuenta las novelas publicadas en el quinquenio correspondiente, se empezaría aceptando sólo las que aparecieron en los últimos 3 años, con lo cual quedaba descartado de entrada otro gran merecedor del Premio Gallegos, Miguel Ángel Asturias. Los aspectos señalados me desvelan mucho más que las palabras de Vargas Llosa. —¿Cómo interpreta el elogio al castrismo? —Para apreciar en su justo sentido el elogio que Vargas Llosa hizo de Cuba —ya que su profesión de fe socialista no implicaba aquel reconocimiento, pues se puede ser socialista sin ser pro cubano— debemos situarnos no desde el punto de vista venezolano, sino desde el punto de vista del ganador. Es sabido que Mario Vargas Llosa, como Cortázar, Emmanuel Carballo, Ángel Rama, René Depestre, Roque Dalton, Manuel Galich, David Viñas y Jorge Zalamea, forma parte de la directiva de la revista Casa de las Américas y respalda de un modo permanente las actividades culturales, ideológicas y políticas de aquella entidad oficial cubana. De modo que el problema de Vargas Llosa, cuando acepta el Premio Gallegos, no es precisamente saber lo que van a pensar los venezolanos, sino cómo van a tomar la cosa los cubanos. Vargas Llosa no es un hombre libre ni es un independiente, un francotirador, un individualista rebelde o no, disconforme o no. Aunque no milite en ningún partido, es un hombre “comprometido” con el régimen de Fidel Castro. De eso no cabe duda. Por eso mismo tenía que manifestar esa adhesión, de algún modo, a fin de que no se creyera que su aceptación y su viaje a Venezuela constituían una claudicación, tanto más cuando él, al igual que todos nosotros, conocía la situación existente entre nuestro país y Cuba. Por eso mismo me atrevo a asegurar que Vargas Llosa dio muestra de liberalidad, de amplitud, de cierta independencia de criterio, al viajar a Venezuela, dejarse agasajar por sectores oficiales y hasta reconocer una deuda de gratitud con este país, así como la absoluta libertad que se le concedió. Inclusive, señaló que había aceptado este premio porque no se le había exigido “ni la más leve sombra de compromiso ideológico, político y estético”, lo cual, debería avergonzar al tren oficial cultural de Cuba, donde sólo se actúa de modo comprometedor, polémico y tendencioso. Aunque Vargas Llosa no hiciera el elogio de nuestro sistema de vida, de sus propias palabras se desprende que aquí, en Venezuela, existe respeto por la tarea de crear, y que no se le pide a un intelectual estar “comprometido” con el gobierno, para darle un premio. —Muchos lo calificaron de falta de cortesía... —La cortesía estuvo en aceptar el premio. La óptica de Vargas Llosa no es la nuestra. Lo que le importa es quedar bien con la Casa de las Américas . Por otra parte, su discurso es fundamentalmente ambivalente. Si en un extenso párrafo aboceta las miserias de América Latina y confía al socialismo su solución, a un socialismo que pasa naturalmente por Cuba, en otro invita al intelectual, una vez implantado el socialismo, a no conformarse, a seguir luchando, a no aceptar las censuras y las arbitrariedades, a rebelarse, a repudiar los dogmas, a disentir, en suma, del régimen en cuestión, lo cual nos mueve a suponer que situado dentro del “paraíso” socialista, ya desaparecidas las injusticias sociales, Vargas Llosa escogería antes el destino de Siniavski, de Daniel y de Pasternak, que el de Faidev. Y por el sesgo de esa declaración de permanente rebeldía funcional de la literatura, la cual procede de Sartre, y la cual por lo demás no comparto, porque tanto el arte como la literatura pueden y deben aspirar a ser otra cosa que el abogado del diablo, me atrevo a declarar que lo que sí me sorprende es la poca sensibilidad con la cual Vargas Llosa se sitúa frente a un panorama de tremendas injusticias y constreñimientos inaceptables, como el que conforma la dictadura unipersonal imperante en Cuba. Me refiero a la existencia de millares de presos cuya libertad nadie se atreve a pedir en ese país; me refiero a la ausencia de garantías individuales, de elementos de control del Estado, de instituciones capaces de fiscalizar el empleo de los fondos públicos; me refiero a la falta de libertad de expresión, a la prohibición de discrepar —recordemos que Fidel Castro proclamó en un discurso dirigido a los intelectuales, que dentro de la revolución, todo: fuera de ella, nada— y a la implantación de la pena de muerte como procedimiento casi regular. Nada puede expresar mejor el antihumanismo de Castro, como el calificativo que da a sus enemigos políticos. No son hombres para él, son “gusanos”. —Por mi parte —añadió Juan Liscano — no creo que la experiencia cubana pueda ser norma de superación de las injusticias latinoamericanas, aunque sí un acto de venganza, un camino de retaliación que, desgraciadamente, la insensibilidad social de determinados grupos privilegiados torna a veces, necesario. Pero puesto a escoger entre las democracias sociales dinámicas de países, como Venezuela y Chile, y el régimen arbitrario y —¿por qué ocultarlo?— policial, represivo de Cuba, pienso que un intelectual alentado por un verdadero humanismo revolucionario, independiente, generoso, no debería dudar: el camino de la democracia dentro de todas sus posibilidades de yerro y de rectificación, es el más justo. —Por último —finalizó diciendo Juan Liscano — creo que los representantes del Estado venezolano, allí presentes, debieron dar una respuesta definitoria. En este sentido me solidarizo con la opinión dada por el Dr. Guillermo Morón al respecto. Hubiera bastado una réplica improvisada, pero que aludiera —con todo el respeto para Vargas Llosa— a la profunda diferencia que existe entre un gobierno de facto, como el cubano, y un régimen institucional como el nuestro. MIGUEL OTERO SILVA —Con motivo del discurso de Vargas Llosa, han surgido numerosos intentos de tomar el rábano por las hojas, de los cuales quisiera disentir antes de entrar a analizar el famoso pronunciamiento. Primero: sigo sosteniendo, independientemente del discurso, que la concesión de cien mil bolívares quinquenales es para un concurso de novelas de tanta resonancia, lejos de constituir despilfarro o rastacuerismo, es obra positiva en beneficio de la cultura americana y universal y gesto que enaltece a nuestro país. Segundo: “La Casa Verde”, independientemente del discurso, es un libro portentoso dentro del cual se conjugan la técnica más audaz y las tres raíces más auténticas de nuestra novelística: el hombre, la naturaleza, la violencia. Solamente elogios por su equidad y buen gusto merecen el jurado que otorgó a esa obra la representación venezolana y el otro jurado final que le concedió el premio Rómulo Gallegos. Tercero: Lejos de ir en menoscabo de la reputación venezolana, como algunos han afirmado, el discurso de Vargas Llosa sirvió para poner a prueba el espíritu de respeto a las ideas ajenas que debe ser estilo peculiar de nuestra vida política y social, y que desgraciadamente pocas veces lo es. La actitud del Ministro de Educación y la del Presidente del Instituto Nacional de la Cultura no fueron desdorosas sino gallardas, cónsonas con los cargos que desempeñan. Desdoroso habría sido que convirtieran el Museo de Bellas Artes en una gallera. —¿Y del contenido del discurso, qué? —Fue una arenga digna de la obra novelística de Vargas Llosa, tal la luz de su prosa, la proyección de su mensaje, el patetismo de su imprecación. Jamás había escuchado definir con tanta hondura el destino y el drama del escritor de estos países. El discurso fue la expresión cristalina de un artista irreductible que ha hecho de la rebelión un culto y de la literatura “una diaria y furiosa inmolación”. —¿Más nada? —¿Usted quiere que le hable de la alusión a Cuba, verdad? Hubiera preferido callarla, pero no me queda más remedio. Tiene perfecto derecho Vargas Llosa a citar la revolución cubana como prototipo de un régimen socialista si así se lo dicta su conciencia. En cuanto a mí, que no tengo treinta años como Vargas Llosa, hubiera meditado mucho en su caso antes de hacerlo. Se observan síntomas en Cuba que los revolucionarios de todas partes deben comenzar a considerar como alarmantes. En primer término el afán de sustituir la concepción marxista de gobierno proletario por una deificación política del superhombre nietzcheano, esta vez con barbas. Dicho superhombre autorrevestido de infalibilidad se permite censurar a la Unión Soviética sus relaciones comerciales con Colombia en tanto él mismo las mantiene (diplomáticas, económicas, etc.) con quienes han fusilado a millares y millares de revolucionarios españoles. Y, lo que es aún más sintomático, arremete en los términos más afrentosos contra los comunistas venezolanos, como lo hará muy pronto con los demás comunistas de América Latina, arrebatado por una suerte de mackartismos anarcoide que, al identificarse, puede llegar a ser tan reaccionario como el otro. En tales aspectos deberían pensar un poco los escritores revolucionarios de treinta años, inclusive Vargas Llosa, antes de mencionar excluyentemente a Cuba como paradigma de un régimen socialista. Pero eso es ya harina de otro costal.
miércoles 8 de diciembre de 2010Temas del discurso de Mario Vargas Llosa en Estocolmo: “Elogio de la lectura y la ficción”. “Al Perú lo llevo en las entrañas” En un discurso emotivo, “Elogio de la lectura y la ficción”, que más bien fue un ensayo de autobiografía literaria, familiar y política, un sentimental Mario Vargas Llosa recordó su vida en el Perú, su despegue literario en España y las múltiples vicisitudes de su siempre accidentada carrera literaria. “El Perú es (también) Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años. Sin ella, mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana y los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas y es tan generosa que hasta cuando me riñe me hace el mejor de los elogios: Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”. Ese fue el clímax para el escritor de un discurso largo y biográfico, el momento en que se quebró su bien plantada imagen frente a las pantallas y que arrancó algunas lágrimas también en su esposa, Patricia, quien sonreía de felicidad entre el público, en Estocolmo, donde Mario Vargas Llosa leía su discurso por la entrega del Premio Nobel de Literatura 2010. Su discurso lo inició con su primera lectura: “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba, Bolivia. Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida”. Un pasaje hizo recordar a Calderón de la Barca: “La lectura (de niño) convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”. El Nobel peruano recordó a los primeros familiares que le empujaron a seguir su afición, entonces, literaria, aunque la literatura, “en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores”. Gracias a ellos y a su “terquedad y algo de suerte” pudo realizarse como escritor. Maestros literarios Luego mencionó a sus “maestros”: “Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma (la escritura y estructura) lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux, que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada”. Esto fue casi un ensayo sobre la influencia de su narrativa, y ya cuando se pensaba que demoraría mucho haciendo un recuento sobre su vasta lectura, dijo: “Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad”. El lector también se revela También señaló algo que a los lectores no escritores podría interesarles: “Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de lo absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor… Quienes duden de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más Seguros y mejor”. Marxismo-liberalismo Las razones de su tránsito de la izquierda a la derecha las resumió así: “En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy (que trato de ser) fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguían escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoslovaquia por los países del pacto de Varsovia, y gracias a grandes pensadores como Raymond Aron, Jean-Francois Rével, Isaíah Berlín y Karl Popper, a quienes debo mi revalorización de la cultura democrática y de las sociedades abiertas”. Fueron los hechos, los hombres, la praxis los motivos que le hicieron mutar políticamente. Con todo lo cierto de sus palabras, habría que preguntarse, si ese es el motivo, ¿tendrían que dejar de creer en Dios los católicos que ven en la praxis los encubrimientos centenarios de la pederastia en la Iglesia católica? ¿Tendríamos que dejar de creer en las ideas por culpa de los hombres que las ejecutan mal? ¿Es motivo de un cambio en las ideas políticas el no encontrar en la realidad real plasmado con integridad un modelo ideal? García Márquez y Vallejo Fueron dos palabras apenas. “García Márquez”, pero fue interesante escucharlas en su voz nuevamente, literariamente, mientras señalaba a los latinoamericanos que leyó en Europa cuando llegó a París: “Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal. De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía hay, hermanos, muchísimo que hacer”. El Perú de sus entrañas Aunque suene algo nacionalista, él dice que es patriotismo. Cuestión de semántica, la misma a tener en cuenta cuando dijo “Yo soy el Perú”: “Al Perú lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así”. Momentos antes había dicho que “el amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón”. “Si no hubiera sido por España -agárrense de sus asientos los escritores aludidos- jamás hubiera llegado a esta tribuna ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso, triste consuelo, descubriría algún día la posteridad… España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no solo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura”. El escritor recordó que en Barcelona, en la debacle del dictador Franco, recobró su prestancia y se convirtió en una Torre de Babel, “una ciudad cosmopolita y universal… donde escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron”. La verdad de las mentiras “Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad… la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella, porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”. Nacionalismo y patriotismo “No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del ‘otro’, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa dónde estemos, existe un lugar al que podemos volver”. Arguedas en su discurso “Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú país de todas las sangres. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nasca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuélap, Sipán, las huacas de La Bruja y el Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y a la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron… si escarbamos un poco descubriremos que el Perú, como el aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas”. Tema indígena “La conquista de América fue cruel y violenta… y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica. Porque, al independizarnos de España, hace doscientos años, quienes asumieron el poder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por los antiguos agravios, siguieron explotándolo con tanta codicia y ferocidad como los conquistadores y, en algunos países, diezmándolo y exterminándolo. Digámoslo con toda claridad: desde hace dos siglos la emancipación de los indígenas es una responsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo una asignatura pendiente en toda América Latina. No hay una sola excepción a este oprobio y vergüenza”. Fuente: Diario La Primera (Perú). 08 de Diciembre del 2010.
La semana sueca del premio Nobel Elogio de la lectura y la ficción MARIO VARGAS LLOSA 08/12/2010 Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d'Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas. La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras. Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero. No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma -la escritura y la estructura- lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada. Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aun en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias. Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola. Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julien Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez. Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos -aunque nunca llegaremos a alcanzarla- a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad. En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy -que trato de ser- fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Rével, Isaiah Berlin y Karl Popper, a quienes debo mi revalorización de la cultura democrática y de las sociedades abiertas. Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardía cuando la intelligentsia de Occidente parecía, por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo soviético, o, peor todavía, al aquelarre sanguinario de la revolución cultural china. De niño soñaba con llegar algún día a París porque, deslumbrado con la literatura francesa, creía que vivir allí y respirar el aire que respiraron Balzac, Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaría a convertirme en un verdadero escritor, que si no salía del Perú sólo sería un seudo escritor de días domingos y feriados. Y la verdad es que debo a Francia, a la cultura francesa, enseñanzas inolvidables, como que la literatura es tanto una vocación como una disciplina, un trabajo y una terquedad. Viví allí cuando Sartre y Camus estaban vivos y escribiendo, en los años de Ionesco, Beckett, Bataille y Cioran, del descubrimiento del teatro de Brecht y el cine de Ingmar Bergman, el TNP de Jean Vilar y el Odéon de Jean Louis Barrault, de la Nouvelle Vague y le Nouveau Roman y los discursos, bellísimas piezas literarias, de André Malraux, y, tal vez, el espectáculo más teatral de la Europa de aquel tiempo, las conferencias de prensa y los truenos olímpicos del general De Gaulle. Pero, acaso, lo que más le agradezco a Francia sea el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía. Y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal. De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía Hay, hermanos, muchísimo que hacer. Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudo democracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua. Pero en el resto del continente, mal que mal, la democracia está funcionando, apoyada en amplios consensos populares, y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, República Dominicana, México y casi todo Centroamérica, respetan la legalidad, la libertad de crítica, las elecciones y la renovación en el poder. Ése es el buen camino y, si persevera en él, combate la insidiosa corrupción y sigue integrándose al mundo, América Latina dejará por fin de ser el continente del futuro y pasará a serlo del presente. Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte. En todos los lugares donde he vivido, en París, en Londres, en Barcelona, en Madrid, en Berlín, en Washington, Nueva York, Brasil o la República Dominicana, me sentí en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podía vivir en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir. No me parece que haberme convertido, sin proponérmelo, en un ciudadano del mundo, haya debilitado eso que llaman "las raíces", mis vínculos con mi propio país -lo que tampoco tendría mucha importancia-, porque, si así fuera, las experiencias peruanas no seguirían alimentándome como escritor y no asomarían siempre en mis historias, aun cuando éstas parezcan ocurrir muy lejos del Perú. Creo que vivir tanto tiempo fuera del país donde nací ha fortalecido más bien aquellos vínculos, añadiéndoles una perspectiva más lúcida, y la nostalgia, que sabe diferenciar lo adjetivo y lo sustancial y mantiene reverberando los recuerdos. El amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón, como el que une a los amantes, a padres e hijos, a los amigos entre sí. Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así. Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía cuando, durante la última dictadura, pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas, como lo he hecho siempre con todas las dictaduras, de cualquier índole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistán, la de los imanes de Irán, la del apartheid de África del Sur, la de los sátrapas uniformados de Birmania (hoy Myanmar). Y lo volvería a hacer mañana si -el destino no lo quiera y los peruanos no lo permitan- el Perú fuera víctima una vez más de un golpe de Estado que aniquilara nuestra frágil democracia. Aquella no fue la acción precipitada y pasional de un resentido, como escribieron algunos polígrafos acostumbrados a juzgar a los demás desde su propia pequeñez. Fue un acto coherente con mi convicción de que una dictadura representa el mal absoluto para un país, una fuente de brutalidad y corrupción y de heridas profundas que tardan mucho en cerrar, envenenan su futuro y crean hábitos y prácticas malsanas que se prolongan a lo largo de las generaciones demorando la reconstrucción democrática. Por eso, las dictaduras deben ser combatidas sin contemplaciones, por todos los medios a nuestro alcance, incluidas las sanciones económicas. Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. Aquellos valientes, luchando por su libertad, también luchan por la nuestra. Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de "todas las sangres". No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y a la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas! La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica. Porque, al independizarnos de España, hace doscientos años, quienes asumieron el poder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por los antiguos agravios, siguieron explotándolo con tanta codicia y ferocidad como los conquistadores, y, en algunos países, diezmándolo y exterminándolo. Digámoslo con toda claridad: desde hace dos siglos la emancipación de los indígenas es una responsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo una asignatura pendiente en toda América Latina. No hay una sola excepción a este oprobio y vergüenza. Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso -triste consuelo- descubriría algún día la posteridad. En España se publicaron todos mis libros, recibí reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores. Y España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura. De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta. La dictadura de Franco estaba todavía en pie y aún fusilaba, pero era ya un fósil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los controles de antaño. Se abrían rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad española absorbía nuevas ideas, libros, corrientes de pensamiento y valores y formas artísticas hasta entonces prohibidos por subversivos. Ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo. Para mí, aquellos fueron unos años inolvidables de compañerismo, amistad, conspiraciones y fecundo trabajo intelectual. Igual que antes París, Barcelona fue una Torre de Babel, una ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza: que el final de la dictadura era inminente y que en la España democrática la cultura sería la protagonista principal. Aunque no ocurrió así exactamente, la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos, un ejemplo de cómo, cuando la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios políticos aparcan el sectarismo en favor del bien común, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los de las novelas del realismo mágico. La transición española del autoritarismo a la libertad, del subdesarrollo a la prosperidad, de una sociedad de contrastes económicos y desigualdades tercermundistas a un país de clases medias, su integración a Europa y su adopción en pocos años de una cultura democrática, ha admirado al mundo entero y disparado la modernización de España. Ha sido para mí una experiencia emocionante y aleccionadora vivirla de muy cerca y a ratos desde dentro. Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz. Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales. No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del "otro", siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver. El Perú es para mí una Arequipa donde nací pero nunca viví, una ciudad que mi madre, mis abuelos y mis tíos me enseñaron a conocer a través de sus recuerdos y añoranzas, porque toda mi tribu familiar, como suelen hacer los arequipeños, se llevó siempre a la Ciudad Blanca con ella en su andariega existencia. Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban "el pie ajeno" -lindo y triste apelativo-, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebés al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mí. Es la esquina de Diego Ferré y Colón, en el Miraflores limeño -la llamábamos el Barrio Alegre-, donde cambié el pantalón corto por el largo, fumé mi primer cigarrillo, aprendí a bailar, a enamorar y a declararme a las chicas. Es la polvorienta y temblorosa redacción del diario La Crónica donde, a mis dieciséis años, velé mis primeras armas de periodista, oficio que, con la literatura, ha ocupado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir más, conocer mejor el mundo y frecuentar a gente de todas partes y de todos los registros, gente excelente, buena, mala y execrable. Es el Colegio Militar Leoncio Prado, donde aprendí que el Perú no era el pequeño reducto de clase media en el que yo había vivido hasta entonces confinado y protegido, sino un país grande, antiguo, enconado, desigual y sacudido por toda clase de tormentas sociales. Son las células clandestinas de Cahuide en las que con un puñado de sanmarquinos preparábamos la revolución mundial. Y el Perú son mis amigos y amigas del Movimiento Libertad con los que por tres años, entre las bombas, apagones y asesinatos del terrorismo, trabajamos en defensa de la democracia y la cultura de la libertad. El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: 'Mario, para lo único que tú sirves es para escribir". Volvamos a la literatura. El paraíso de la infancia no es para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murciélagos, sombras silentes que llenaban de misterio las noches estrelladas de esa tierra caliente. En esos años, escribir fue jugar un juego que me celebraba la familia, una gracia que me merecía aplausos, a mí, el nieto, el sobrino, el hijo sin papá, porque mi padre había muerto y estaba en el cielo. Era un señor alto y buen mozo, de uniforme de marino, cuya foto engalanaba mi velador y a la que yo rezaba y besaba antes de dormir. Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa. Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. "Escribir es una manera de vivir", dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar. Al hablar de la ficción, he hablado mucho de la novela y poco del teatro, otra de sus formas excelsas. Una gran injusticia, desde luego. El teatro fue mi primer amor, desde que, adolescente, vi en el Teatro Segura, de Lima, La muerte de un viajante, de Arthur Miller, espectáculo que me dejó traspasado de emoción y me precipitó a escribir un drama con incas. Si en la Lima de los cincuenta hubiera habido un movimiento teatral habría sido dramaturgo antes que novelista. No lo había y eso debió orientarme cada vez más hacia la narrativa. Pero mi amor por el teatro nunca cesó, dormitó acurrucado a la sombra de las novelas, como una tentación y una nostalgia, sobre todo cuando veía alguna pieza subyugante. A fines de los setenta, el recuerdo pertinaz de una tía abuela centenaria, la Mamaé, que, en los últimos años de su vida, cortó con la realidad circundante para refugiarse en los recuerdos y la ficción, me sugirió una historia. Y sentí, de manera fatídica, que aquella era una historia para el teatro, que sólo sobre un escenario cobraría la animación y el esplendor de las ficciones logradas. La escribí con el temblor excitado del principiante y gocé tanto viéndola en escena, con Norma Aleandro en el papel de la heroína, que, desde entonces, entre novela y novela, ensayo y ensayo, he reincidido varias veces. Eso sí, nunca imaginé que, a mis setenta años, me subiría (debería decir mejor me arrastraría) a un escenario a actuar. Esa temeraria aventura me hizo vivir por primera vez en carne y hueso el milagro que es, para alguien que se ha pasado la vida escribiendo ficciones, encarnar por unas horas a un personaje de la fantasía, vivir la ficción delante de un público. Nunca podré agradecer bastante a mis queridos amigos, el director Joan Ollé y la actriz Aitana Sánchez Gijón, haberme animado a compartir con ellos esa fantástica experiencia (pese al pánico que la acompañó). La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional. Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavía del animal, recién nacido el lenguaje que les permitía comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas -rayos, truenos, gruñidos de las fieras-, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización, el largo transcurrir que poco a poco nos humanizaría y nos llevaría a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, a escrutar las entrañas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. Aquellos cuentos, fábulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una música nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un baño refrescante, un remanso para esos espíritus siempre en el quién vive, para los que existir quería decir apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar. Desde que empezaron a soñar en colectividad, a compartir los sueños, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvió sueño, goce, fantasía y un designio revolucionario: romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por despejar las incógnitas de que estaba constelado su entorno. Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños. De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible. © EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España]
COMO CANTA EL CUMPA COPANI... Yo no canto en los palacios y salones, ni tampoco quiero ser bufón del rey pues prefiero cantar fuera de la ley esparciendo a cuatro vientos mis canciones. Yo no canto en los palacios y salones ni me ponen en la yunta como a un buey. Y la vez que el poderoso me ha llamado invitándome a la cámara real letra a letra mi canción canté tal cual como lo hago en la taberna y el tablado. Y la vez que el poderoso me ha llamado, me ha llamado peligroso y desleal. Yo jamás quise cantar ni cantaría por hacerle grata al rey la digestión, no he nacido ni estudié para bufón y mi oficio siempre fue la juglaría. Yo no canto en los palacios y salones que me sepa perdonar su majestad pues mi vieja y vapuleada dignidad pesa mas que sus blasones su corona y sus millones. Yo no canto en los palacios y salones y no paso con codicia mi sombrero no se puede ser juglar si se canta por ganar solo dinero.
ESTE MAL DE LA DERECHIZACION, LE OCURRIO A LUGONES, BORGES, QUIEN EN SU JUVENTUD ERAN UNA COSA Y DESPUES OTRA COMPLETAMENTE OPUESTA. CASO DISTINTO EL DE RODOLFO WALH, PACO URONDO, HAROLDO CONTI, OSVALDO BAYER Y TANTOS MAS...
DE LA CREACIÓN HEROICA A LA DESTRUCCION NEOLIBERAL COBARDE Y DESASTROZA
La semana sueca del premio Nobel Elogio de la lectura y la ficción MARIO VARGAS LLOSA 08/12/2010 Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d'Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas. La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras. Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero. No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma -la escritura y la estructura- lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada. Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aun en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias. Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola. Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julien Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez. Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos -aunque nunca llegaremos a alcanzarla- a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad. En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy -que trato de ser- fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Rével, Isaiah Berlin y Karl Popper, a quienes debo mi revalorización de la cultura democrática y de las sociedades abiertas. Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardía cuando la intelligentsia de Occidente parecía, por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo soviético, o, peor todavía, al aquelarre sanguinario de la revolución cultural china. De niño soñaba con llegar algún día a París porque, deslumbrado con la literatura francesa, creía que vivir allí y respirar el aire que respiraron Balzac, Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaría a convertirme en un verdadero escritor, que si no salía del Perú sólo sería un seudo escritor de días domingos y feriados. Y la verdad es que debo a Francia, a la cultura francesa, enseñanzas inolvidables, como que la literatura es tanto una vocación como una disciplina, un trabajo y una terquedad. Viví allí cuando Sartre y Camus estaban vivos y escribiendo, en los años de Ionesco, Beckett, Bataille y Cioran, del descubrimiento del teatro de Brecht y el cine de Ingmar Bergman, el TNP de Jean Vilar y el Odéon de Jean Louis Barrault, de la Nouvelle Vague y le Nouveau Roman y los discursos, bellísimas piezas literarias, de André Malraux, y, tal vez, el espectáculo más teatral de la Europa de aquel tiempo, las conferencias de prensa y los truenos olímpicos del general De Gaulle. Pero, acaso, lo que más le agradezco a Francia sea el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía. Y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal. De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía Hay, hermanos, muchísimo que hacer. Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudo democracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua. Pero en el resto del continente, mal que mal, la democracia está funcionando, apoyada en amplios consensos populares, y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, República Dominicana, México y casi todo Centroamérica, respetan la legalidad, la libertad de crítica, las elecciones y la renovación en el poder. Ése es el buen camino y, si persevera en él, combate la insidiosa corrupción y sigue integrándose al mundo, América Latina dejará por fin de ser el continente del futuro y pasará a serlo del presente. Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte. En todos los lugares donde he vivido, en París, en Londres, en Barcelona, en Madrid, en Berlín, en Washington, Nueva York, Brasil o la República Dominicana, me sentí en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podía vivir en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir. No me parece que haberme convertido, sin proponérmelo, en un ciudadano del mundo, haya debilitado eso que llaman "las raíces", mis vínculos con mi propio país -lo que tampoco tendría mucha importancia-, porque, si así fuera, las experiencias peruanas no seguirían alimentándome como escritor y no asomarían siempre en mis historias, aun cuando éstas parezcan ocurrir muy lejos del Perú. Creo que vivir tanto tiempo fuera del país donde nací ha fortalecido más bien aquellos vínculos, añadiéndoles una perspectiva más lúcida, y la nostalgia, que sabe diferenciar lo adjetivo y lo sustancial y mantiene reverberando los recuerdos. El amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón, como el que une a los amantes, a padres e hijos, a los amigos entre sí. Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así. Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía cuando, durante la última dictadura, pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas, como lo he hecho siempre con todas las dictaduras, de cualquier índole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistán, la de los imanes de Irán, la del apartheid de África del Sur, la de los sátrapas uniformados de Birmania (hoy Myanmar). Y lo volvería a hacer mañana si -el destino no lo quiera y los peruanos no lo permitan- el Perú fuera víctima una vez más de un golpe de Estado que aniquilara nuestra frágil democracia. Aquella no fue la acción precipitada y pasional de un resentido, como escribieron algunos polígrafos acostumbrados a juzgar a los demás desde su propia pequeñez. Fue un acto coherente con mi convicción de que una dictadura representa el mal absoluto para un país, una fuente de brutalidad y corrupción y de heridas profundas que tardan mucho en cerrar, envenenan su futuro y crean hábitos y prácticas malsanas que se prolongan a lo largo de las generaciones demorando la reconstrucción democrática. Por eso, las dictaduras deben ser combatidas sin contemplaciones, por todos los medios a nuestro alcance, incluidas las sanciones económicas. Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. Aquellos valientes, luchando por su libertad, también luchan por la nuestra. Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de "todas las sangres". No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y a la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas! La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica. Porque, al independizarnos de España, hace doscientos años, quienes asumieron el poder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por los antiguos agravios, siguieron explotándolo con tanta codicia y ferocidad como los conquistadores, y, en algunos países, diezmándolo y exterminándolo. Digámoslo con toda claridad: desde hace dos siglos la emancipación de los indígenas es una responsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo una asignatura pendiente en toda América Latina. No hay una sola excepción a este oprobio y vergüenza. Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso -triste consuelo- descubriría algún día la posteridad. En España se publicaron todos mis libros, recibí reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores. Y España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura. De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta. La dictadura de Franco estaba todavía en pie y aún fusilaba, pero era ya un fósil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los controles de antaño. Se abrían rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad española absorbía nuevas ideas, libros, corrientes de pensamiento y valores y formas artísticas hasta entonces prohibidos por subversivos. Ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo. Para mí, aquellos fueron unos años inolvidables de compañerismo, amistad, conspiraciones y fecundo trabajo intelectual. Igual que antes París, Barcelona fue una Torre de Babel, una ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza: que el final de la dictadura era inminente y que en la España democrática la cultura sería la protagonista principal. Aunque no ocurrió así exactamente, la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos, un ejemplo de cómo, cuando la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios políticos aparcan el sectarismo en favor del bien común, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los de las novelas del realismo mágico. La transición española del autoritarismo a la libertad, del subdesarrollo a la prosperidad, de una sociedad de contrastes económicos y desigualdades tercermundistas a un país de clases medias, su integración a Europa y su adopción en pocos años de una cultura democrática, ha admirado al mundo entero y disparado la modernización de España. Ha sido para mí una experiencia emocionante y aleccionadora vivirla de muy cerca y a ratos desde dentro. Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz. Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales. No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del "otro", siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver. El Perú es para mí una Arequipa donde nací pero nunca viví, una ciudad que mi madre, mis abuelos y mis tíos me enseñaron a conocer a través de sus recuerdos y añoranzas, porque toda mi tribu familiar, como suelen hacer los arequipeños, se llevó siempre a la Ciudad Blanca con ella en su andariega existencia. Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban "el pie ajeno" -lindo y triste apelativo-, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebés al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mí. Es la esquina de Diego Ferré y Colón, en el Miraflores limeño -la llamábamos el Barrio Alegre-, donde cambié el pantalón corto por el largo, fumé mi primer cigarrillo, aprendí a bailar, a enamorar y a declararme a las chicas. Es la polvorienta y temblorosa redacción del diario La Crónica donde, a mis dieciséis años, velé mis primeras armas de periodista, oficio que, con la literatura, ha ocupado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir más, conocer mejor el mundo y frecuentar a gente de todas partes y de todos los registros, gente excelente, buena, mala y execrable. Es el Colegio Militar Leoncio Prado, donde aprendí que el Perú no era el pequeño reducto de clase media en el que yo había vivido hasta entonces confinado y protegido, sino un país grande, antiguo, enconado, desigual y sacudido por toda clase de tormentas sociales. Son las células clandestinas de Cahuide en las que con un puñado de sanmarquinos preparábamos la revolución mundial. Y el Perú son mis amigos y amigas del Movimiento Libertad con los que por tres años, entre las bombas, apagones y asesinatos del terrorismo, trabajamos en defensa de la democracia y la cultura de la libertad. El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: 'Mario, para lo único que tú sirves es para escribir". Volvamos a la literatura. El paraíso de la infancia no es para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murciélagos, sombras silentes que llenaban de misterio las noches estrelladas de esa tierra caliente. En esos años, escribir fue jugar un juego que me celebraba la familia, una gracia que me merecía aplausos, a mí, el nieto, el sobrino, el hijo sin papá, porque mi padre había muerto y estaba en el cielo. Era un señor alto y buen mozo, de uniforme de marino, cuya foto engalanaba mi velador y a la que yo rezaba y besaba antes de dormir. Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa. Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. "Escribir es una manera de vivir", dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar. Al hablar de la ficción, he hablado mucho de la novela y poco del teatro, otra de sus formas excelsas. Una gran injusticia, desde luego. El teatro fue mi primer amor, desde que, adolescente, vi en el Teatro Segura, de Lima, La muerte de un viajante, de Arthur Miller, espectáculo que me dejó traspasado de emoción y me precipitó a escribir un drama con incas. Si en la Lima de los cincuenta hubiera habido un movimiento teatral habría sido dramaturgo antes que novelista. No lo había y eso debió orientarme cada vez más hacia la narrativa. Pero mi amor por el teatro nunca cesó, dormitó acurrucado a la sombra de las novelas, como una tentación y una nostalgia, sobre todo cuando veía alguna pieza subyugante. A fines de los setenta, el recuerdo pertinaz de una tía abuela centenaria, la Mamaé, que, en los últimos años de su vida, cortó con la realidad circundante para refugiarse en los recuerdos y la ficción, me sugirió una historia. Y sentí, de manera fatídica, que aquella era una historia para el teatro, que sólo sobre un escenario cobraría la animación y el esplendor de las ficciones logradas. La escribí con el temblor excitado del principiante y gocé tanto viéndola en escena, con Norma Aleandro en el papel de la heroína, que, desde entonces, entre novela y novela, ensayo y ensayo, he reincidido varias veces. Eso sí, nunca imaginé que, a mis setenta años, me subiría (debería decir mejor me arrastraría) a un escenario a actuar. Esa temeraria aventura me hizo vivir por primera vez en carne y hueso el milagro que es, para alguien que se ha pasado la vida escribiendo ficciones, encarnar por unas horas a un personaje de la fantasía, vivir la ficción delante de un público. Nunca podré agradecer bastante a mis queridos amigos, el director Joan Ollé y la actriz Aitana Sánchez Gijón, haberme animado a compartir con ellos esa fantástica experiencia (pese al pánico que la acompañó). La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional. Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavía del animal, recién nacido el lenguaje que les permitía comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas -rayos, truenos, gruñidos de las fieras-, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización, el largo transcurrir que poco a poco nos humanizaría y nos llevaría a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, a escrutar las entrañas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. Aquellos cuentos, fábulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una música nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un baño refrescante, un remanso para esos espíritus siempre en el quién vive, para los que existir quería decir apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar. Desde que empezaron a soñar en colectividad, a compartir los sueños, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvió sueño, goce, fantasía y un designio revolucionario: romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por despejar las incógnitas de que estaba constelado su entorno. Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños. De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible. © EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España]
· Gramsci, Vargas Llosa y la apertura en la Feria del Libro buenos aires 2011
El debate en torno a la invitación a Vargas Llosa para realizar la apertura a la Feria del Libro de Buenos Aires abre la posibilidad de discutir algunos claro – oscuros que según mi opinión no fueron del todo agotados.
En primer lugar, no estoy de acuerdo con que se le quiera impedir que hable. Que diga todo lo que quiera. Además, ya lo hace: dijo que Cristina es una “pobre intelectual” y otras barbaridades por el estilo. De todas formas, por el hecho de haberlo planteado se logró que la presidenta tomara posición y dejara bien claro que para ella nadie debía impedir que el escritor peruano hablara y se expresara de la forma en que él mejor lo considerara.
Tal vez, y para cerrar este tema, pensemos en los posibles titulares de Clarín sobre el tema. Titular 1: Cristina no autorizó y prohibió que Vargas Llosa hablara en la conferencia inaugural de la Feria del Libro. Titular 2: Vargas Llosa se refirió a la Presidenta de la Nación como una populista recalcitrante. ¿Cuál es la diferencia? Por mi parte, teniendo en cuenta los índices de popularidad de Cristina, prefiero el segundo.
En esta línea quería profundizar un poco el análisis. Creo que la derrota con la 125, así como también en las elecciones a diputados, dejaron una marca que todavía nos cuesta un poco superar. Nos pegaron de tantos lados, y nos rechazaron de formas tan fuertes, que en seguida nos ponemos a la defensiva. En muchos casos reaccionamos como si el escenario político no hubiera cambiado.
Desde hace un tiempo, la agenda la empezamos a marcar nosotros y eso se nota en la forma en que los oligopolios mediáticos construyen las noticias. Tratan de operar en la interna, atacan a la juventud y ya no a Cristina. Pero creo que el indicador más claro de esto fueron las tapas de Clarín y La Nación el día posterior al discurso de la Presidenta en la apertura de las legislativas. El primero de los matutinos puso en tapa que Cristina dijo que todavía no es candidata y el segundo dedicó su titular una Crítica de esta última a los sindicatos.
En este sentido, y si me permiten, quisiera realizar una lectura somera de la coyuntura política actual. En un post anterior, había traído a colación el concepto de hegemonía gramsciano. En él decía que si rastreábamos genealógicamente este concepto desde la perspectiva del pensador italiano, teníamos que retrotraernos a la experiencia de los consejos obreros en la Italia de los años 20. La pregunta que se hacía Gramsci era ¿por qué la clase obrera italiana no pudo construir una hegemonía en el proceso de lucha abierto? La respuesta que se daba era porque no había logrado poner de su lado al campesinado. En este sentido, la hegemonía consistía en una dimensión que suponía la construcción de un consenso entre el campesinado y la clase obrera y otra que impulsaba la lucha y la coacción contra la explotación capitalista. Si tratamos de pensar, con la ayuda de este concepto, lo que sucede hoy en la argentina tendríamos hacer una divisoria de aguas entre el clima político que se vivió durante el conflicto con las patronales agrarias y lo sucedido posteriormente. En primer lugar, habría que aclarar que si bien estamos lejos de un proceso hegemónico, se está avanzando hacia un escenario en donde ciertos actores invisibilizados durante el conflicto, hoy comienzan a reposicionarse de otra forma. En efecto, si nos referimos al sector agrario, la coacción que, con ayuda del “momoveneguismo”, la patronal realizó sobre los trabajadores rurales se empieza a desgajar con las investigaciones sobre trabajo esclavo en los campos argentinos, en donde ya es inocultable la complicidad de UATRE con la “Mesa de Enlace”. Análisis similares pueden hacerse sobre la juventud y su inserción en la militancia, en donde un sector que se encontraba en muchos aspectos como observador del proceso, hoy comienza a tener un rol más que activo en la dinámica política por la que estamos transitando. Párrafo aparte merece la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) que a partir de su apoyo a Boudou en Capital Federal está logrando que sectores históricamente reacios al peronismo comiencen a ver como una posibilidad votar el proyecto del FPV en la ciudad. Además, y nobleza obliga, cualquiera de los otros dos candidatos en la CABA están en carrera para disputar la jefatura de gobierno cosa impensada dos años atrás. En otras palabras, el oficialismo tiene tres posibles candidatos, con probabilidades fuertes en la ciudad. Algo similar está sucediendo en Santa Fe con Bielsa y Rossi, es decir, estamos en condiciones de sumar e integrar a una dinámica en donde el reposicionamiento político comienza a darnos una fuerza que hace dos años era ciencia ficción. En segundo lugar, y relacionado con esto, comienza a notarse la presencia de una dirección que no corre detrás de la coyuntura. No me estoy refiriendo a la dirección del proyecto, sino a dirigentes que conducen y organizan. Este tema es central para la construcción de una hegemonía. Cuando se conduce y no se va por detrás de las corrientes de opinión se está frente a la posibilidad de consolidar políticamente en proyecto nacional. Es por esto, y mucho más, que no le tenemos que tener miedo a las tapas de Clarín y La Nación el día posterior a que hable Vargas Llosa. La construcción política avanza y el proyecto nacional y popular se consolida cada día más.
COMO RECONOCIMIENTO DEBEMOS DECIR...ES EL UNICO NEOLIBERAL O "LIBERAL ORTODOXO" QUE LO RECONOCE PUBLICAMENTE!!! A PESAR DE QUE SEPAMOS QUE FUERON ELLOS QUIENES PROPICIARON LAS DICTADURAS, PARA INSTALAR SU "DEMOCRACIA DE LIBRE MERCADO" SU SISTEMA DE INEQUIDAD. LOS DEMAS, SEAN... DE AQUI O DE ALLA, SE ESCONDEN TRAS MENTIRAS DECOROSAS. Y CUANDO NO LES ALCANZAN AUMENTAN LA PRESION, LA DESESTABILIZACION, SUS GOLPES MEDIATICOS, ECONOMICOS. POR ESO, SOLO UN MOVIMIENTO NACIONAL Y POPULAR CONTINENTAL, CULTURAL, POLITICO, SOCIAL, HUMANO PUEDE HACER FRENTE A ESTO Y DERROTARLO. EL PUEBLO ORGANIZADO. RECORDEMOS QUE UN FACISTA ES UN BURGUES ASUSTADO. MIENTRAS ESTO NO OCURRE EL PENSAMIENTO UNICO EL DISCURSO DOMINANTE, FALAZ Y MENTIROSO, COMO SUS DRAMATICAS CONSECUENCIAS, SON ESTUDIADAS EN WASHINGTON, Y REPETIDAS COMO VERDADES HASTA EL HARTAZGO, DISFRAZADO DE DEMOCRATICO Y CONCILIADOR, GENTIL Y LIBREPENSADOR, PERO NO TIENE SUSTENTO NI RESISTE EL MENOR ANALISIS CRITICO. EL PUEBLO ESCRIBE SU HISTORIA. NINGUNA REVOLUCION ES PERFECTA, PERO SI NECESARIA. NUNCA SE BEBE DOS VECES LA MISMA AGUA, PERO A VECES, SI DEL MISMO RIO. LIBERALISMO, CONSERVADURISMO, CAPITALISMO SALVAJE, CAUSES SINIESTROS, ROSTROS OSCUROS DE LA OPRESION Y DOMINACION. CUANDO NO PUEDEN DOMINARNOS CON SUS LEYES, SUS CARCELES Y MANICOMIOS, INSTAURAN GOBIERNOS TITERES DE LAS TRASNACIONALES Y SUN PEOR, CON AYUDA DEL IMPERIALISMO, COMO AYER, LAS MAS HORRENTAS DICTADURAS CIVICO MILITARES, EL MAS OSCURO TERRORISMO DE ESTADO (QUE ES EL UNICO QUE EXISTE, PUES LA RESISTENCIA NO ES TERRORISMO) COMO DICE GALEANO EN DICCIONARIO DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL: " LA IMPUNIDAD ES LA RECOMPENSA AL TERRORISMO DE ESTADO" Y ESE TERRORISMO DE ESTADO HUNDE SUS RAICES EN LO PEOR DEL SER HUMANO, EL INDIVIDUALISMO, EL EGOISMO, EL CONSUMISMO, ETC PERO OTRO MUNDO MEJOR ES POSIBLE, OTRA AMERICA UNIDA, OTRA ARGENTINA, MULTICULTURAL, PLURINACIONAL, LIBRE, JUSTA Y SOBERANA Y HACIA ALLI VAMOS LOS PUEBLOS UNIDOS, PUES NO SE TRATA DE CAMBIAR UN PRESIDENTE, SINO DE CREAR LAS CONDICIONES Y LA CONCIENCIA, SIN DIVIDIRNOS, PARA ALCANZAR NUESTRA LIBERACION Y SEGUNDA INDEPENDENCIA. ASI, YA NO HABRA MAS DESIGUALDAD, NI TANTA MISERIA, PUES SON PRODUCTOS NO SOLO DE UN SISTEMA SINO, SOBRE TODO DE VALORES Y CREENCIAS. VARGAS LLOSA, PUEDE QUE SEA BUEN ESCRITOR O NO, PERO COMO "POLITICO" AUNQUE COMO MACRI, NO SE SIENTA TAL, ES PAUPERRIMO, IMPRESENTABLE COMO TODOS ELLOS. ES IMPOSIBLE PARA NUESTRA AMERICA TRAGARNOS YA MAS DE ESOS SAPOS. ES EL GRITO ASUSTADO DE LA BURGUESIA INTELECTUAL, QUE CLAMA POR LA RECOSTRUCCION NEOCONSERVADORA, EL NEOLIBERALISMO O EL VIEJO, EL COLONIALISMO DE LA CONQUISTA EUROPEA, MAS PURA Y RANCIA. NI UN PASO ATRAS COMPAÑEROS. SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO. SER CULTOS PARA SER LIBRES, NO ESCLAVOS DEL PODER MUNDIAL. NO SE TRATA DE PEGAR CUATRO GRITOS SINO DE CONSTRUIR PODER POPULAR Y LA UNICA MANERA ES CON CONICENCIA, AMOR Y ACCION. LO DEMAS ES DECLAMATORIO Y ANECDOTICO, COMO LO DE VARGAS LLOSA. RECORDEMOS AL GRAN POETA ARGENTINO NIÑO DE LA CALLE DON ARMANDO TEJADA GOMEZ; LA IZQUIERDA DE LA IZQUIERDA, COMO EL MUNDO ES REDONDO, SE CONVIERTE EN DERECHA. IGUAL NUESTRA LUCHA TRASIENDE LOS CONCEPTOS DE IZQUIERDA Y DERECHA. BOLIVIA ACTUAL ES UN EJEMPLO DE ELLO. EL PERONISMO, EN CUANTO MOVIMIENTO POPULAR, TUPAC AMARU, BOLIVAR, LAPATRIA GRANDE COMO PROYECTO EMANCIPADOR SIGUE VIGENTE
SUR (TANGO)
MUSICA: ANIBAL "PICHUCO" TROILO /
LETRA: HOMERO MANZI
San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur,
paredón y después...
Sur,
una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya...
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé...
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
Sur es un tango con música de Aníbal Troilo y letra de Homero Manzi. Fue grabado por primera vez por la orquesta de Troilo con la voz de Edmundo Rivero, el 23 de febrero de 1948.1 La primera presentación en vivo, por los mismos artistas, fue en la discoteca Tibidabo en Buenos Aires.
Sur es
probablemente el texto lírico más logrado de Manzi, y uno de los tangos
más hermosos que se hayan escrito jamás. La canción es una elegía de un
amor perdido enmarcada en los hitos de la zona sur de Buenos Aires,
lamentando tanto el final de una historia de amor y los cambios en el
barrio. La identidad de los amantes no se revela más allá de evocar la
melena de la chica, y tomando nota de que tenía 20 años en ese momento.
Entre los lugares mencionados están: la esquina de San Juan y Boedo, en el centro del barrio de Boedo; Pompeya (situado al sur de dicho barrio); el ferrocarril;
el cruce de pantanos en el borde de Pompeya; y la enigmática "esquina
del herrero, barro y pampa", que podría ser la esquina de Centenera y
Tabaré, ya mencionada en otro tango de Manzi, Manoblanca, u otro taller de herrería en la esquina de Inclán y Loria, en Parque Patricios.2 En
cuanto al fragmento "una luz de almacén", dicho almacén efectivamente
existía en el barrio de Pompeya; y era propiedad del padre de Francisco
Rabanal, caudillo radical y futuro intendente de Buenos Aires.
Homero Manzi nació en Añatuya, Santiago del Estero, se mudó a Buenos Aires a los 9 años, y vivió cerca de los hitos mencionados en el tango.
Cuando el poeta escribe Arena que la vida se llevó realmente se està refiriendo a la antigua Av. Arenas , actualmente Almafuerte.
Para
la grabación original, Rivero se hizo dos pequeños cambios a la letra:
"florando" se convirtió en "flotando" ("flor" a "flotante", ya que el
primer verbo no fue entendido por el público), y "y mi amor y tu
ventana" se convirtió en "y mi amor en tu ventana".3 La primera modificación fue adoptada universalmente, la segunda es menos frecuente.
La colaboración de Troilo con Manzi dio varios éxitos durante la década de 1940, como Barrio de tango y el vals Romance de barrio, pero ninguno alcanzó el reconocimiento universal de Sur, tal vez el tango más querido por los argentinos, y sin duda uno de los más grabados.4 5
Además de la grabación original de Rivero, otras versiones notables incluyen las de Julio Sosa, Nelly Omar, Roberto Goyeneche y Andrés Calamaro. Pero la de Rivero es sin duda la más popular.
Héctor Stamponi contó en una entrevista televisiva que el escritor argentino Ernesto Sabato dijo que daría toda su obra a cambio del privilegio de ser el autor de Sur.5
-------------------------------------------------
Debido a la suspensión de garantías individuales, el líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso, camarada "Gonzalo", fue detenido por primera vez en Lima en enero de 1979 por miembros del Ejercito Peruano y de la Policía Nacional. Después fue liberado inmediatamente. El 12 de septiembre de 1992 Guzmán volvió a ser capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen- INCONSTITUCIONALMENTE - cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao
Abimael Guzmán firma, en la Base Naval del Callao, una carta que propone un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori anunció que Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda denegociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Rendición de reclusos del penal Castro Castro tras la incursión policial realizada con el fin de debelar el motín senderista en protesta por el operativo "Mudanza Uno", cuyo objetivo era trasladar del penal Castro Castro a la cárcel de Chorrillos a cien mujeres detenidas por el delito de terrorismo. Los reclusos de Castro Castro se amotinaron el 9 de mayo de 1992 y el gobierno de Alberto Fujimori ordenó debelar el motín. Murieron 42 internos. Algunos de ellos fueron ejecutados extrajudicialmente luego de haberse rendido. Durante los sucesos perecieron altos mandos de Sendero Luminoso tales como Hugo Deodato Juárez Cruzatt, Yovanka Pardavé Trujillo, Tito Valle Travesaño y Elvia Sanabria Pacheco.
El 2 de febrero de 1987 una mujer campesina relata cómo los militares golpearon y torturaron a uno de sus familiares mientras se encontraba detenido, junto a otros nueves campesinos, bajo la sospecha de ser miembro de Sendero Luminoso. El diario La República investigó este caso y encontró que los diez detenidos eran inocentes; sin embargo no fueron liberados.La tortura fue, muchas veces, el paso siguiente a la detención. A lo largo de los años en que se practicó variaron las estrategias y las prácticas violatorias de los derechos humanos. Los primeros años de la violencia la estrategia contrasubversiva fue indiscriminada y masiva y provocó un enorme costo de víctimas civiles, en tanto que desde fines de los años 80 se tornó más selectiva. Una de las formas comunes para suscitar miedo entre la población fue empleando la acusación indiscriminada de “terrorista” frente a lo cual no siempre los agentes del Estado corroboraban la información proporcionada
TERRORISMO DE ESTADO. Cuerpos de David Churampi Buendía, estudiante de agronomía, y Moisés Yarasca Huamaní. Ambos eran estudiantes de la Universidad del Centro y fueron presuntamente asesinados por las fuerzas del orden por hacer pintas alusivas a la lucha armada. La Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) fue escenario de una cruenta lucha entre los grupos subversivos Sendero Luminoso y el MRTA; y entre ambos y las fuerzas del orden. Los primeros actos fueron responsabilidad de Sendero Luminoso. Sus miembros virtualmente lograron controlar toda la vida institucional de este centro de estudios. Sin embargo, a partir de 1991, las fuerzas contrasubversivas iniciaron una política sistemática de desapariciones y ejecuciones de personas sospechosas de pertenecer o simpatizar con los grupos subversivos. Existen indicios sobre la participación del grupo Colina en las ejecuciones y desapariciones de los estudiantes, catedráticos y trabajadores de la UNCP como parte de una represión selectiva y mortal. Un total de 28 estudiantes fueron asesinados, 36 fueron ejecutados extrajudicialmente y 29 continúan desaparecidos, al igual que ocho profesores y cuatro trabajadores. En la actualidad todavía existen casos por ser esclarecidos.
Abimael Guzmán Reinoso. El 12 de septiembre de 1992 Abimael Guzmán Reinoso fue capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao.
María Pantoja, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturada el 12 de setiembre de 1992 junto con Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre.
María Guadalupe Pantoja Sánchez, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso, es presentada a la prensa en el patio de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) tras ser capturada el 12 de septiembre de 1992, junto a Abimael Guzmán Reinoso, por efectivos del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN). Durante su captura también fueron aprehendidos Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso y otros miembros del Comité Central como Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta.
Miembros del Comité Central de Sendero Luminoso en la Base Naval del Callao tras la firma de una carta que proponía un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. De pie, Angélica Salas, Osmán Morote y Marta Huatay; sentados, Elena Iparraguirre, Abimael Guzmán y María Pantoja. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori había anunciado que Guzmán e Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda de negociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. Los altos mandos de Sendero Luminoso se reunieron después en la Base Naval del Callao, donde estaba recluido Guzmán, para que este los convenciera de la conveniencia de asumir la nueva línea que él proponía. Tuvo éxito en su cometido. Así, el 26 de octubre de 1993 el gobierno dio a conocer una nueva carta, suscrita por Osmán Morote, Martha Huatay, Rosa Angélica Salas y María Pantoja, en la que respaldaban la iniciativa asumida por el "presidente Gonzalo" y su compañera Elena Iparraguirre. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Elena Iparraguirre Revoredo, camarada Miriam, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y pareja de Abimael Guzmán Reinoso.iparraguirre fue capturada junto con Guzmán el 12 de setiembre de 1992
La responsable de Socorro Popular, Martha Huatay, fue detenida el 17 de octubre de 1992 cuando era la principal responsable de dicha organización.
Augusta La Torre Carrasco, camarada Nora,miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y esposa de Abimael Guzmán.se desconoce las circunstancias en las cuales murió La Torre.
Osmán Morote Barrionuevo, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturado en Lima el 12 de junio de 1988 por Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE)
Angélica Salas de la Cruz, miembro del comité central de Sendero Luminoso fue capturada el 2 de setiembre de 1993
Presentación, en las instalaciones de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo, DINCOTE, de un presunto miembro de Socorro Popular (SOPO), capturado junto a una de las dirigentes de ese organismo senderista, Martha Huatay, el 17 de octubre de 1992. En los inicios de la subversión armada senderista, SOPO era calificado como un organismo secundario dentro de la organización subversiva, abocado principalmente a labores de logística en las ciudades, especialmente Lima. Cuando, hacia la segunda mitad de la década de los 80, las ciudades fueron consideradas como un espacio cada vez más importante para las acciones subversivas, Socorro Popular fue asumiendo responsabilidades militares y adquiriendo mayor importancia dentro de la estructura organizativa de Sendero Luminoso, llegando a convertirse en un comité partidario, lo cual lo colocó a la altura de los aparatos que dependían directamente de la Dirección Central de Sendero Luminoso. Socorro Popular tuvo su apogeo entre 1986 y 1991, años en los que estuvo dirigido por Yovanka Pardavé y Tito Valle Travesaño (secretaria y subsecretario del SOPO, respectivamente), quienes luego de ser capturados, murieron en la matanza del penal Castro Castro ocurrida en 1992.
Presentación a la prensa de Óscar Ramírez Durand, "Feliciano", el 19 de julio de 1999. El alto mando, que lideraba una facción de Sendero Luminoso separada de Abimael Guzmán luego de que éste le presentara al presidente de la República dos cartas en las cuales proponía conversaciones para llegar a un Acuerdo de Paz, fue capturado el 14 de julio de ese año en la ciudad de Jauja por un efectivo de la Policía Nacional.
Tito Valle Travesaño, subsecretaio de Socorro Popular organismo generado de sendero Luminoso.
Presunto senderista detenido en Cangallo. El 17 de mayo de 1980 una columna armada irrumpió en Chuschi, en la provincia ayacuchana de Cangallo, quemó las ánforas destinadas a las elecciones presidenciales y con ello dio inicio a la desde entonces denominada “lucha armada”. El grupo, una facción maoísta que se hacía llamar Partido Comunista del Perú, fue mejor conocido como Sendero Luminoso; su accionar significó una creciente ola de asesinatos y atentados dinamiteros contra puestos policiales, bancos, instituciones públicas y torres de alta tensión. La “guerra popular” decretada por el senderismo tuvo su epicentro en Ayacucho, pero no tardaría en abrirse por otros frentes. Su objetivo final era la destrucción del “viejo Estado” y la instauración de la “República de la Nueva Democracia”
Presentación, en la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE), de Edmundo Cox Beuzeville, miembro de Sendero Luminoso capturado el El 22 de agosto de 1993. Cox era sindicado como uno de los presuntos sucesores del líder senderista Abimael Guzmán Reinos
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994.
Presentación a la prensa del ingeniero Carlos Incháustegui, pareja sentimental de la bailarina Maritza Garrido Lecca, capturado junto a ella y al líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso el 12 de septiembre de 1992 por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), equipo de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE).
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994. En 1993, tras el autogolpe de Estado de abril de 1992 que disolvió el Congreso de la República y permitió la intervención del Ejecutivo en el Poder Juidicial, el presidente Alberto Fujimori promulgó un conjunto de decretos Ley que modificaron aspectos sustanciales de la legislación antiterrorista. Dichas modificaciones habían sido inicialmente planteadas en 1991 pero fueron rechazadas en ese momento por el Congreso de la República. La nueva legislación antiterrorista fue ratificada por el nuevo Congreso Constituyente Democrático (CCD), elegido a fines de 1992 y cuyos miembros eran en su mayoría partidarios del gobierno de Fujimori. Los cambios introducidos en la legislación incluían la cadena perpetua como pena para los delitos de terrorismo, un procedimiento especial de jueces sin rostro para juzgar a los presuntos subversivos y la denominada “ley de arrepentimiento”. Asimismo se autorizó a tribunales militares a juzgar a miembros de las organizaciones subversivas acusados del delito de traición a la patria
Presentación de un presunto grupo de senderistas. Aparentemente se trataba de miembros de Socorro Popular. Una de ellos, Elena Loayza (nro. 1676) fue declarada inocente por delito de terrorismo.
Presentación de Víctor Polay Campo, líder del MRTA, luego de ser datenido por la Policía de Investigaciones del Perú, en la ciudad de Huancayo junto a Rosa Luz Padilla.La captura de Víctor Polay Campos, secretario general del MRTA, el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo
Víctor Polay Campos, alto mando del MRTA. Polay Campos, secretario general del MRTA, fue capturado el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo; su captura causó serios problemas en la dirección del grupo subversivo. Sin embargo logró escapar junto con otros 47 miembros del MRTA el 9 de julio de 1990. El 9 de junio de 1992 Polay es recapturado en un café en Lima y condenado a cadena perpetua
Rosa Luz Padilla, miembro del MRTA, es presentada por miembros de la Policía de Investiogaciones del perú (PIP) luego de ser capturada junto con Víctor Polay Campos en el Hotel de Turistas de Huancayo. Actualmente tiene libertad condicional luego de 10 años de prisión.
Presentación de Lucero Cumpa, dirigente del MRTA, en la Base Naval del Callao en diciembre de 1996. Ella había escapado en 1991 y había sido recapturada, en Tarapoto, en mayo de 1993. Fue condenada a cadena perpetua. Los emerretistas que tomaron la residencia del embajador japonés en 1996 reclamaron su liberación y la de sus compañeros a cambio de la libertad de los rehenes
Lori Berenson Mejía, ciudadana norteamericana, es trasladada luego de ser capturada, el 30 de noviembre de 1995, junto al ciudadano panameño Pacífico Castrillón en el Centro de Lima. Ambos habían alquilado una vivienda, en el distrito de La Molina, que era utilizada como refugio del MRTA en el que se planeaba la “toma” del Congreso de la República. Un juez militar “sin rostro” del Consejo Supremo de Justicia Militar la condenó, en primera instancia, a cadena perpetua por delito de “traición a la patria”. El Departamento de Estado norteamericano protestó por la pena en 1996. El 20 de junio del 2002, tras un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se le realizó un nuevo proceso en el fuero civil, luego del cual Lori Berenson fue condenada a 20 años de prisión
Hugo Avellaneda valdez, alto miembro del MRTA. Avellaneda fue capturado junto con Peter Cárdenas Schulte en febrero de 1988
Peter Cárdenas Schulte, alto mando del MRTA, capturado en febrero de 1988
Néstor Cerpa Cartollini. Alto mando del MRTA que en 1994 asumió la conducción del MRTA que se encontraba muy debilitada pues varios de los altos mandos se encontraban encarcelados. En esas circunstancias, Néstor Cerpa Cartolini asumió la conducción. Cerpa lideró la toma de rehenes de la Residencia del Embajador de Japón en diciembre de 1997 y muriera en el Operativo Chavín de HUántar en abril de 1998.
· Gramsci, Vargas Llosa y la apertura en la Feria del Libro buenos aires 2011
El debate en torno a la invitación a Vargas Llosa para realizar la apertura a la Feria del Libro de Buenos Aires abre la posibilidad de discutir algunos claro – oscuros que según mi opinión no fueron del todo agotados.
En primer lugar, no estoy de acuerdo con que se le quiera impedir que hable. Que diga todo lo que quiera. Además, ya lo hace: dijo que Cristina es una “pobre intelectual” y otras barbaridades por el estilo. De todas formas, por el hecho de haberlo planteado se logró que la presidenta tomara posición y dejara bien claro que para ella nadie debía impedir que el escritor peruano hablara y se expresara de la forma en que él mejor lo considerara.
Tal vez, y para cerrar este tema, pensemos en los posibles titulares de Clarín sobre el tema. Titular 1: Cristina no autorizó y prohibió que Vargas Llosa hablara en la conferencia inaugural de la Feria del Libro. Titular 2: Vargas Llosa se refirió a la Presidenta de la Nación como una populista recalcitrante. ¿Cuál es la diferencia? Por mi parte, teniendo en cuenta los índices de popularidad de Cristina, prefiero el segundo.
En esta línea quería profundizar un poco el análisis. Creo que la derrota con la 125, así como también en las elecciones a diputados, dejaron una marca que todavía nos cuesta un poco superar. Nos pegaron de tantos lados, y nos rechazaron de formas tan fuertes, que en seguida nos ponemos a la defensiva. En muchos casos reaccionamos como si el escenario político no hubiera cambiado.
Desde hace un tiempo, la agenda la empezamos a marcar nosotros y eso se nota en la forma en que los oligopolios mediáticos construyen las noticias. Tratan de operar en la interna, atacan a la juventud y ya no a Cristina. Pero creo que el indicador más claro de esto fueron las tapas de Clarín y La Nación el día posterior al discurso de la Presidenta en la apertura de las legislativas. El primero de los matutinos puso en tapa que Cristina dijo que todavía no es candidata y el segundo dedicó su titular una Crítica de esta última a los sindicatos.
En este sentido, y si me permiten, quisiera realizar una lectura somera de la coyuntura política actual. En un post anterior, había traído a colación el concepto de hegemonía gramsciano. En él decía que si rastreábamos genealógicamente este concepto desde la perspectiva del pensador italiano, teníamos que retrotraernos a la experiencia de los consejos obreros en la Italia de los años 20. La pregunta que se hacía Gramsci era ¿por qué la clase obrera italiana no pudo construir una hegemonía en el proceso de lucha abierto? La respuesta que se daba era porque no había logrado poner de su lado al campesinado. En este sentido, la hegemonía consistía en una dimensión que suponía la construcción de un consenso entre el campesinado y la clase obrera y otra que impulsaba la lucha y la coacción contra la explotación capitalista. Si tratamos de pensar, con la ayuda de este concepto, lo que sucede hoy en la argentina tendríamos hacer una divisoria de aguas entre el clima político que se vivió durante el conflicto con las patronales agrarias y lo sucedido posteriormente. En primer lugar, habría que aclarar que si bien estamos lejos de un proceso hegemónico, se está avanzando hacia un escenario en donde ciertos actores invisibilizados durante el conflicto, hoy comienzan a reposicionarse de otra forma. En efecto, si nos referimos al sector agrario, la coacción que, con ayuda del “momoveneguismo”, la patronal realizó sobre los trabajadores rurales se empieza a desgajar con las investigaciones sobre trabajo esclavo en los campos argentinos, en donde ya es inocultable la complicidad de UATRE con la “Mesa de Enlace”. Análisis similares pueden hacerse sobre la juventud y su inserción en la militancia, en donde un sector que se encontraba en muchos aspectos como observador del proceso, hoy comienza a tener un rol más que activo en la dinámica política por la que estamos transitando. Párrafo aparte merece la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) que a partir de su apoyo a Boudou en Capital Federal está logrando que sectores históricamente reacios al peronismo comiencen a ver como una posibilidad votar el proyecto del FPV en la ciudad. Además, y nobleza obliga, cualquiera de los otros dos candidatos en la CABA están en carrera para disputar la jefatura de gobierno cosa impensada dos años atrás. En otras palabras, el oficialismo tiene tres posibles candidatos, con probabilidades fuertes en la ciudad. Algo similar está sucediendo en Santa Fe con Bielsa y Rossi, es decir, estamos en condiciones de sumar e integrar a una dinámica en donde el reposicionamiento político comienza a darnos una fuerza que hace dos años era ciencia ficción. En segundo lugar, y relacionado con esto, comienza a notarse la presencia de una dirección que no corre detrás de la coyuntura. No me estoy refiriendo a la dirección del proyecto, sino a dirigentes que conducen y organizan. Este tema es central para la construcción de una hegemonía. Cuando se conduce y no se va por detrás de las corrientes de opinión se está frente a la posibilidad de consolidar políticamente en proyecto nacional. Es por esto, y mucho más, que no le tenemos que tener miedo a las tapas de Clarín y La Nación el día posterior a que hable Vargas Llosa. La construcción política avanza y el proyecto nacional y popular se consolida cada día más.
El debate en torno a la invitación a Vargas Llosa para realizar la apertura a la Feria del Libro de Buenos Aires abre la posibilidad de discutir algunos claro – oscuros que según mi opinión no fueron del todo agotados.
En primer lugar, no estoy de acuerdo con que se le quiera impedir que hable. Que diga todo lo que quiera. Además, ya lo hace: dijo que Cristina es una “pobre intelectual” y otras barbaridades por el estilo. De todas formas, por el hecho de haberlo planteado se logró que la presidenta tomara posición y dejara bien claro que para ella nadie debía impedir que el escritor peruano hablara y se expresara de la forma en que él mejor lo considerara.
Tal vez, y para cerrar este tema, pensemos en los posibles titulares de Clarín sobre el tema. Titular 1: Cristina no autorizó y prohibió que Vargas Llosa hablara en la conferencia inaugural de la Feria del Libro. Titular 2: Vargas Llosa se refirió a la Presidenta de la Nación como una populista recalcitrante. ¿Cuál es la diferencia? Por mi parte, teniendo en cuenta los índices de popularidad de Cristina, prefiero el segundo.
En esta línea quería profundizar un poco el análisis. Creo que la derrota con la 125, así como también en las elecciones a diputados, dejaron una marca que todavía nos cuesta un poco superar. Nos pegaron de tantos lados, y nos rechazaron de formas tan fuertes, que en seguida nos ponemos a la defensiva. En muchos casos reaccionamos como si el escenario político no hubiera cambiado.
Desde hace un tiempo, la agenda la empezamos a marcar nosotros y eso se nota en la forma en que los oligopolios mediáticos construyen las noticias. Tratan de operar en la interna, atacan a la juventud y ya no a Cristina. Pero creo que el indicador más claro de esto fueron las tapas de Clarín y La Nación el día posterior al discurso de la Presidenta en la apertura de las legislativas. El primero de los matutinos puso en tapa que Cristina dijo que todavía no es candidata y el segundo dedicó su titular una Crítica de esta última a los sindicatos.
En este sentido, y si me permiten, quisiera realizar una lectura somera de la coyuntura política actual. En un post anterior, había traído a colación el concepto de hegemonía gramsciano. En él decía que si rastreábamos genealógicamente este concepto desde la perspectiva del pensador italiano, teníamos que retrotraernos a la experiencia de los consejos obreros en la Italia de los años 20. La pregunta que se hacía Gramsci era ¿por qué la clase obrera italiana no pudo construir una hegemonía en el proceso de lucha abierto? La respuesta que se daba era porque no había logrado poner de su lado al campesinado. En este sentido, la hegemonía consistía en una dimensión que suponía la construcción de un consenso entre el campesinado y la clase obrera y otra que impulsaba la lucha y la coacción contra la explotación capitalista. Si tratamos de pensar, con la ayuda de este concepto, lo que sucede hoy en la argentina tendríamos hacer una divisoria de aguas entre el clima político que se vivió durante el conflicto con las patronales agrarias y lo sucedido posteriormente. En primer lugar, habría que aclarar que si bien estamos lejos de un proceso hegemónico, se está avanzando hacia un escenario en donde ciertos actores invisibilizados durante el conflicto, hoy comienzan a reposicionarse de otra forma. En efecto, si nos referimos al sector agrario, la coacción que, con ayuda del “momoveneguismo”, la patronal realizó sobre los trabajadores rurales se empieza a desgajar con las investigaciones sobre trabajo esclavo en los campos argentinos, en donde ya es inocultable la complicidad de UATRE con la “Mesa de Enlace”. Análisis similares pueden hacerse sobre la juventud y su inserción en la militancia, en donde un sector que se encontraba en muchos aspectos como observador del proceso, hoy comienza a tener un rol más que activo en la dinámica política por la que estamos transitando. Párrafo aparte merece la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) que a partir de su apoyo a Boudou en Capital Federal está logrando que sectores históricamente reacios al peronismo comiencen a ver como una posibilidad votar el proyecto del FPV en la ciudad. Además, y nobleza obliga, cualquiera de los otros dos candidatos en la CABA están en carrera para disputar la jefatura de gobierno cosa impensada dos años atrás. En otras palabras, el oficialismo tiene tres posibles candidatos, con probabilidades fuertes en la ciudad. Algo similar está sucediendo en Santa Fe con Bielsa y Rossi, es decir, estamos en condiciones de sumar e integrar a una dinámica en donde el reposicionamiento político comienza a darnos una fuerza que hace dos años era ciencia ficción. En segundo lugar, y relacionado con esto, comienza a notarse la presencia de una dirección que no corre detrás de la coyuntura. No me estoy refiriendo a la dirección del proyecto, sino a dirigentes que conducen y organizan. Este tema es central para la construcción de una hegemonía. Cuando se conduce y no se va por detrás de las corrientes de opinión se está frente a la posibilidad de consolidar políticamente en proyecto nacional. Es por esto, y mucho más, que no le tenemos que tener miedo a las tapas de Clarín y La Nación el día posterior a que hable Vargas Llosa. La construcción política avanza y el proyecto nacional y popular se consolida cada día más.
SUR (TANGO)
MUSICA: ANIBAL "PICHUCO" TROILO /
LETRA: HOMERO MANZI
San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur,
paredón y después...
Sur,
una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya...
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé...
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
Sur es un tango con música de Aníbal Troilo y letra de Homero Manzi. Fue grabado por primera vez por la orquesta de Troilo con la voz de Edmundo Rivero, el 23 de febrero de 1948.1 La primera presentación en vivo, por los mismos artistas, fue en la discoteca Tibidabo en Buenos Aires.
Sur es
probablemente el texto lírico más logrado de Manzi, y uno de los tangos
más hermosos que se hayan escrito jamás. La canción es una elegía de un
amor perdido enmarcada en los hitos de la zona sur de Buenos Aires,
lamentando tanto el final de una historia de amor y los cambios en el
barrio. La identidad de los amantes no se revela más allá de evocar la
melena de la chica, y tomando nota de que tenía 20 años en ese momento.
Entre los lugares mencionados están: la esquina de San Juan y Boedo, en el centro del barrio de Boedo; Pompeya (situado al sur de dicho barrio); el ferrocarril;
el cruce de pantanos en el borde de Pompeya; y la enigmática "esquina
del herrero, barro y pampa", que podría ser la esquina de Centenera y
Tabaré, ya mencionada en otro tango de Manzi, Manoblanca, u otro taller de herrería en la esquina de Inclán y Loria, en Parque Patricios.2 En
cuanto al fragmento "una luz de almacén", dicho almacén efectivamente
existía en el barrio de Pompeya; y era propiedad del padre de Francisco
Rabanal, caudillo radical y futuro intendente de Buenos Aires.
Homero Manzi nació en Añatuya, Santiago del Estero, se mudó a Buenos Aires a los 9 años, y vivió cerca de los hitos mencionados en el tango.
Cuando el poeta escribe Arena que la vida se llevó realmente se està refiriendo a la antigua Av. Arenas , actualmente Almafuerte.
Para
la grabación original, Rivero se hizo dos pequeños cambios a la letra:
"florando" se convirtió en "flotando" ("flor" a "flotante", ya que el
primer verbo no fue entendido por el público), y "y mi amor y tu
ventana" se convirtió en "y mi amor en tu ventana".3 La primera modificación fue adoptada universalmente, la segunda es menos frecuente.
SUR (TANGO)
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur,
paredón y después...
Sur,
una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya...
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé...
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
La colaboración de Troilo con Manzi dio varios éxitos durante la década de 1940, como Barrio de tango y el vals Romance de barrio, pero ninguno alcanzó el reconocimiento universal de Sur, tal vez el tango más querido por los argentinos, y sin duda uno de los más grabados.4 5
Además de la grabación original de Rivero, otras versiones notables incluyen las de Julio Sosa, Nelly Omar, Roberto Goyeneche y Andrés Calamaro. Pero la de Rivero es sin duda la más popular.
Héctor Stamponi contó en una entrevista televisiva que el escritor argentino Ernesto Sabato dijo que daría toda su obra a cambio del privilegio de ser el autor de Sur.5
-------------------------------------------------
Debido a la suspensión de garantías individuales, el líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso, camarada "Gonzalo", fue detenido por primera vez en Lima en enero de 1979 por miembros del Ejercito Peruano y de la Policía Nacional. Después fue liberado inmediatamente. El 12 de septiembre de 1992 Guzmán volvió a ser capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen- INCONSTITUCIONALMENTE - cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao
Abimael Guzmán firma, en la Base Naval del Callao, una carta que propone un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori anunció que Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda denegociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Rendición de reclusos del penal Castro Castro tras la incursión policial realizada con el fin de debelar el motín senderista en protesta por el operativo "Mudanza Uno", cuyo objetivo era trasladar del penal Castro Castro a la cárcel de Chorrillos a cien mujeres detenidas por el delito de terrorismo. Los reclusos de Castro Castro se amotinaron el 9 de mayo de 1992 y el gobierno de Alberto Fujimori ordenó debelar el motín. Murieron 42 internos. Algunos de ellos fueron ejecutados extrajudicialmente luego de haberse rendido. Durante los sucesos perecieron altos mandos de Sendero Luminoso tales como Hugo Deodato Juárez Cruzatt, Yovanka Pardavé Trujillo, Tito Valle Travesaño y Elvia Sanabria Pacheco.
El 2 de febrero de 1987 una mujer campesina relata cómo los militares golpearon y torturaron a uno de sus familiares mientras se encontraba detenido, junto a otros nueves campesinos, bajo la sospecha de ser miembro de Sendero Luminoso. El diario La República investigó este caso y encontró que los diez detenidos eran inocentes; sin embargo no fueron liberados.La tortura fue, muchas veces, el paso siguiente a la detención. A lo largo de los años en que se practicó variaron las estrategias y las prácticas violatorias de los derechos humanos. Los primeros años de la violencia la estrategia contrasubversiva fue indiscriminada y masiva y provocó un enorme costo de víctimas civiles, en tanto que desde fines de los años 80 se tornó más selectiva. Una de las formas comunes para suscitar miedo entre la población fue empleando la acusación indiscriminada de “terrorista” frente a lo cual no siempre los agentes del Estado corroboraban la información proporcionada
TERRORISMO DE ESTADO. Cuerpos de David Churampi Buendía, estudiante de agronomía, y Moisés Yarasca Huamaní. Ambos eran estudiantes de la Universidad del Centro y fueron presuntamente asesinados por las fuerzas del orden por hacer pintas alusivas a la lucha armada. La Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) fue escenario de una cruenta lucha entre los grupos subversivos Sendero Luminoso y el MRTA; y entre ambos y las fuerzas del orden. Los primeros actos fueron responsabilidad de Sendero Luminoso. Sus miembros virtualmente lograron controlar toda la vida institucional de este centro de estudios. Sin embargo, a partir de 1991, las fuerzas contrasubversivas iniciaron una política sistemática de desapariciones y ejecuciones de personas sospechosas de pertenecer o simpatizar con los grupos subversivos. Existen indicios sobre la participación del grupo Colina en las ejecuciones y desapariciones de los estudiantes, catedráticos y trabajadores de la UNCP como parte de una represión selectiva y mortal. Un total de 28 estudiantes fueron asesinados, 36 fueron ejecutados extrajudicialmente y 29 continúan desaparecidos, al igual que ocho profesores y cuatro trabajadores. En la actualidad todavía existen casos por ser esclarecidos.
Abimael Guzmán Reinoso. El 12 de septiembre de 1992 Abimael Guzmán Reinoso fue capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao.
María Pantoja, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturada el 12 de setiembre de 1992 junto con Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre.
María Guadalupe Pantoja Sánchez, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso, es presentada a la prensa en el patio de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) tras ser capturada el 12 de septiembre de 1992, junto a Abimael Guzmán Reinoso, por efectivos del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN). Durante su captura también fueron aprehendidos Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso y otros miembros del Comité Central como Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta.
Miembros del Comité Central de Sendero Luminoso en la Base Naval del Callao tras la firma de una carta que proponía un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. De pie, Angélica Salas, Osmán Morote y Marta Huatay; sentados, Elena Iparraguirre, Abimael Guzmán y María Pantoja. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori había anunciado que Guzmán e Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda de negociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. Los altos mandos de Sendero Luminoso se reunieron después en la Base Naval del Callao, donde estaba recluido Guzmán, para que este los convenciera de la conveniencia de asumir la nueva línea que él proponía. Tuvo éxito en su cometido. Así, el 26 de octubre de 1993 el gobierno dio a conocer una nueva carta, suscrita por Osmán Morote, Martha Huatay, Rosa Angélica Salas y María Pantoja, en la que respaldaban la iniciativa asumida por el "presidente Gonzalo" y su compañera Elena Iparraguirre. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Elena Iparraguirre Revoredo, camarada Miriam, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y pareja de Abimael Guzmán Reinoso.iparraguirre fue capturada junto con Guzmán el 12 de setiembre de 1992
La responsable de Socorro Popular, Martha Huatay, fue detenida el 17 de octubre de 1992 cuando era la principal responsable de dicha organización.
Augusta La Torre Carrasco, camarada Nora,miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y esposa de Abimael Guzmán.se desconoce las circunstancias en las cuales murió La Torre.
Osmán Morote Barrionuevo, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturado en Lima el 12 de junio de 1988 por Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE)
Angélica Salas de la Cruz, miembro del comité central de Sendero Luminoso fue capturada el 2 de setiembre de 1993
Presentación, en las instalaciones de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo, DINCOTE, de un presunto miembro de Socorro Popular (SOPO), capturado junto a una de las dirigentes de ese organismo senderista, Martha Huatay, el 17 de octubre de 1992. En los inicios de la subversión armada senderista, SOPO era calificado como un organismo secundario dentro de la organización subversiva, abocado principalmente a labores de logística en las ciudades, especialmente Lima. Cuando, hacia la segunda mitad de la década de los 80, las ciudades fueron consideradas como un espacio cada vez más importante para las acciones subversivas, Socorro Popular fue asumiendo responsabilidades militares y adquiriendo mayor importancia dentro de la estructura organizativa de Sendero Luminoso, llegando a convertirse en un comité partidario, lo cual lo colocó a la altura de los aparatos que dependían directamente de la Dirección Central de Sendero Luminoso. Socorro Popular tuvo su apogeo entre 1986 y 1991, años en los que estuvo dirigido por Yovanka Pardavé y Tito Valle Travesaño (secretaria y subsecretario del SOPO, respectivamente), quienes luego de ser capturados, murieron en la matanza del penal Castro Castro ocurrida en 1992.
Presentación a la prensa de Óscar Ramírez Durand, "Feliciano", el 19 de julio de 1999. El alto mando, que lideraba una facción de Sendero Luminoso separada de Abimael Guzmán luego de que éste le presentara al presidente de la República dos cartas en las cuales proponía conversaciones para llegar a un Acuerdo de Paz, fue capturado el 14 de julio de ese año en la ciudad de Jauja por un efectivo de la Policía Nacional.
Tito Valle Travesaño, subsecretaio de Socorro Popular organismo generado de sendero Luminoso.
Presunto senderista detenido en Cangallo. El 17 de mayo de 1980 una columna armada irrumpió en Chuschi, en la provincia ayacuchana de Cangallo, quemó las ánforas destinadas a las elecciones presidenciales y con ello dio inicio a la desde entonces denominada “lucha armada”. El grupo, una facción maoísta que se hacía llamar Partido Comunista del Perú, fue mejor conocido como Sendero Luminoso; su accionar significó una creciente ola de asesinatos y atentados dinamiteros contra puestos policiales, bancos, instituciones públicas y torres de alta tensión. La “guerra popular” decretada por el senderismo tuvo su epicentro en Ayacucho, pero no tardaría en abrirse por otros frentes. Su objetivo final era la destrucción del “viejo Estado” y la instauración de la “República de la Nueva Democracia”
Presentación, en la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE), de Edmundo Cox Beuzeville, miembro de Sendero Luminoso capturado el El 22 de agosto de 1993. Cox era sindicado como uno de los presuntos sucesores del líder senderista Abimael Guzmán Reinos
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994.
Presentación a la prensa del ingeniero Carlos Incháustegui, pareja sentimental de la bailarina Maritza Garrido Lecca, capturado junto a ella y al líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso el 12 de septiembre de 1992 por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), equipo de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE).
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994. En 1993, tras el autogolpe de Estado de abril de 1992 que disolvió el Congreso de la República y permitió la intervención del Ejecutivo en el Poder Juidicial, el presidente Alberto Fujimori promulgó un conjunto de decretos Ley que modificaron aspectos sustanciales de la legislación antiterrorista. Dichas modificaciones habían sido inicialmente planteadas en 1991 pero fueron rechazadas en ese momento por el Congreso de la República. La nueva legislación antiterrorista fue ratificada por el nuevo Congreso Constituyente Democrático (CCD), elegido a fines de 1992 y cuyos miembros eran en su mayoría partidarios del gobierno de Fujimori. Los cambios introducidos en la legislación incluían la cadena perpetua como pena para los delitos de terrorismo, un procedimiento especial de jueces sin rostro para juzgar a los presuntos subversivos y la denominada “ley de arrepentimiento”. Asimismo se autorizó a tribunales militares a juzgar a miembros de las organizaciones subversivas acusados del delito de traición a la patria
Presentación de un presunto grupo de senderistas. Aparentemente se trataba de miembros de Socorro Popular. Una de ellos, Elena Loayza (nro. 1676) fue declarada inocente por delito de terrorismo.
Presentación de Víctor Polay Campo, líder del MRTA, luego de ser datenido por la Policía de Investigaciones del Perú, en la ciudad de Huancayo junto a Rosa Luz Padilla.La captura de Víctor Polay Campos, secretario general del MRTA, el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo
Víctor Polay Campos, alto mando del MRTA. Polay Campos, secretario general del MRTA, fue capturado el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo; su captura causó serios problemas en la dirección del grupo subversivo. Sin embargo logró escapar junto con otros 47 miembros del MRTA el 9 de julio de 1990. El 9 de junio de 1992 Polay es recapturado en un café en Lima y condenado a cadena perpetua
Rosa Luz Padilla, miembro del MRTA, es presentada por miembros de la Policía de Investiogaciones del perú (PIP) luego de ser capturada junto con Víctor Polay Campos en el Hotel de Turistas de Huancayo. Actualmente tiene libertad condicional luego de 10 años de prisión.
Presentación de Lucero Cumpa, dirigente del MRTA, en la Base Naval del Callao en diciembre de 1996. Ella había escapado en 1991 y había sido recapturada, en Tarapoto, en mayo de 1993. Fue condenada a cadena perpetua. Los emerretistas que tomaron la residencia del embajador japonés en 1996 reclamaron su liberación y la de sus compañeros a cambio de la libertad de los rehenes
Lori Berenson Mejía, ciudadana norteamericana, es trasladada luego de ser capturada, el 30 de noviembre de 1995, junto al ciudadano panameño Pacífico Castrillón en el Centro de Lima. Ambos habían alquilado una vivienda, en el distrito de La Molina, que era utilizada como refugio del MRTA en el que se planeaba la “toma” del Congreso de la República. Un juez militar “sin rostro” del Consejo Supremo de Justicia Militar la condenó, en primera instancia, a cadena perpetua por delito de “traición a la patria”. El Departamento de Estado norteamericano protestó por la pena en 1996. El 20 de junio del 2002, tras un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se le realizó un nuevo proceso en el fuero civil, luego del cual Lori Berenson fue condenada a 20 años de prisión
Hugo Avellaneda valdez, alto miembro del MRTA. Avellaneda fue capturado junto con Peter Cárdenas Schulte en febrero de 1988
Peter Cárdenas Schulte, alto mando del MRTA, capturado en febrero de 1988
Néstor Cerpa Cartollini. Alto mando del MRTA que en 1994 asumió la conducción del MRTA que se encontraba muy debilitada pues varios de los altos mandos se encontraban encarcelados. En esas circunstancias, Néstor Cerpa Cartolini asumió la conducción. Cerpa lideró la toma de rehenes de la Residencia del Embajador de Japón en diciembre de 1997 y muriera en el Operativo Chavín de HUántar en abril de 1998.
Debido a la suspensión de garantías individuales, el líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso, camarada "Gonzalo", fue detenido por primera vez en Lima en enero de 1979 por miembros del Ejercito Peruano y de la Policía Nacional. Después fue liberado inmediatamente. El 12 de septiembre de 1992 Guzmán volvió a ser capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen- INCONSTITUCIONALMENTE - cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao
Abimael Guzmán firma, en la Base Naval del Callao, una carta que propone un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori anunció que Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda denegociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Rendición de reclusos del penal Castro Castro tras la incursión policial realizada con el fin de debelar el motín senderista en protesta por el operativo "Mudanza Uno", cuyo objetivo era trasladar del penal Castro Castro a la cárcel de Chorrillos a cien mujeres detenidas por el delito de terrorismo. Los reclusos de Castro Castro se amotinaron el 9 de mayo de 1992 y el gobierno de Alberto Fujimori ordenó debelar el motín. Murieron 42 internos. Algunos de ellos fueron ejecutados extrajudicialmente luego de haberse rendido. Durante los sucesos perecieron altos mandos de Sendero Luminoso tales como Hugo Deodato Juárez Cruzatt, Yovanka Pardavé Trujillo, Tito Valle Travesaño y Elvia Sanabria Pacheco.
El 2 de febrero de 1987 una mujer campesina relata cómo los militares golpearon y torturaron a uno de sus familiares mientras se encontraba detenido, junto a otros nueves campesinos, bajo la sospecha de ser miembro de Sendero Luminoso. El diario La República investigó este caso y encontró que los diez detenidos eran inocentes; sin embargo no fueron liberados.La tortura fue, muchas veces, el paso siguiente a la detención. A lo largo de los años en que se practicó variaron las estrategias y las prácticas violatorias de los derechos humanos. Los primeros años de la violencia la estrategia contrasubversiva fue indiscriminada y masiva y provocó un enorme costo de víctimas civiles, en tanto que desde fines de los años 80 se tornó más selectiva. Una de las formas comunes para suscitar miedo entre la población fue empleando la acusación indiscriminada de “terrorista” frente a lo cual no siempre los agentes del Estado corroboraban la información proporcionada
TERRORISMO DE ESTADO. Cuerpos de David Churampi Buendía, estudiante de agronomía, y Moisés Yarasca Huamaní. Ambos eran estudiantes de la Universidad del Centro y fueron presuntamente asesinados por las fuerzas del orden por hacer pintas alusivas a la lucha armada. La Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) fue escenario de una cruenta lucha entre los grupos subversivos Sendero Luminoso y el MRTA; y entre ambos y las fuerzas del orden. Los primeros actos fueron responsabilidad de Sendero Luminoso. Sus miembros virtualmente lograron controlar toda la vida institucional de este centro de estudios. Sin embargo, a partir de 1991, las fuerzas contrasubversivas iniciaron una política sistemática de desapariciones y ejecuciones de personas sospechosas de pertenecer o simpatizar con los grupos subversivos. Existen indicios sobre la participación del grupo Colina en las ejecuciones y desapariciones de los estudiantes, catedráticos y trabajadores de la UNCP como parte de una represión selectiva y mortal. Un total de 28 estudiantes fueron asesinados, 36 fueron ejecutados extrajudicialmente y 29 continúan desaparecidos, al igual que ocho profesores y cuatro trabajadores. En la actualidad todavía existen casos por ser esclarecidos.
Abimael Guzmán Reinoso. El 12 de septiembre de 1992 Abimael Guzmán Reinoso fue capturado por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), agrupación de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) que fue responsable de la aprehensión de los principales miembros del Comité Central de Sendero Luminoso. Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso, fue detenida junto a Guzmán Reinoso. Los otros capturados eran miembros del Comité Central: María Guadalupe Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta. Actualmente Guzmán e Iparraguirre cumplen cadena perpetua en el Penal de la Base Naval del Callao.
María Pantoja, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturada el 12 de setiembre de 1992 junto con Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre.
María Guadalupe Pantoja Sánchez, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso, es presentada a la prensa en el patio de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE) tras ser capturada el 12 de septiembre de 1992, junto a Abimael Guzmán Reinoso, por efectivos del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN). Durante su captura también fueron aprehendidos Elena Iparraguirre Revoredo, integrante del Comité Permanente y del Buró Político de Sendero Luminoso y otros miembros del Comité Central como Laura Zambrano Padilla y Elizabeth Cárdenas Huayta.
Miembros del Comité Central de Sendero Luminoso en la Base Naval del Callao tras la firma de una carta que proponía un acuerdo de paz con el gobierno del presidente de la República Alberto Fujimori. De pie, Angélica Salas, Osmán Morote y Marta Huatay; sentados, Elena Iparraguirre, Abimael Guzmán y María Pantoja. En setiembre de 1993, durante su discurso en la Asamblea Ordinaria de las Naciones Unidas, Alberto Fujimori había anunciado que Guzmán e Iparraguirre habían suscrito una carta en la cual solicitaban al Estado peruano iniciar una rueda de negociaciones a fin de llegar a un Acuerdo de Paz que finalizara la violencia en el país. Los altos mandos de Sendero Luminoso se reunieron después en la Base Naval del Callao, donde estaba recluido Guzmán, para que este los convenciera de la conveniencia de asumir la nueva línea que él proponía. Tuvo éxito en su cometido. Así, el 26 de octubre de 1993 el gobierno dio a conocer una nueva carta, suscrita por Osmán Morote, Martha Huatay, Rosa Angélica Salas y María Pantoja, en la que respaldaban la iniciativa asumida por el "presidente Gonzalo" y su compañera Elena Iparraguirre. La posible solución política por parte de los senderistas fue presentado como una importante victoria del gobierno de Fujimori. El asesor presidencial Vladimiro Montesinos jugó un rol clave en el proceso de negociaciones y ayudó a construir y a fortalecer la errónea imagen de que el gobierno fujimorista había derrotado definitivamente a Sendero Luminoso a pesar de que todavía quedaban grupos armados de dicha organización en zonas como el Huallaga, el Ene y el valle del río Apurímac, los cuales siguieron activos durante toda la década de los 90.
Elena Iparraguirre Revoredo, camarada Miriam, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y pareja de Abimael Guzmán Reinoso.iparraguirre fue capturada junto con Guzmán el 12 de setiembre de 1992
La responsable de Socorro Popular, Martha Huatay, fue detenida el 17 de octubre de 1992 cuando era la principal responsable de dicha organización.
Augusta La Torre Carrasco, camarada Nora,miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y esposa de Abimael Guzmán.se desconoce las circunstancias en las cuales murió La Torre.
Osmán Morote Barrionuevo, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso fue capturado en Lima el 12 de junio de 1988 por Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE)
Angélica Salas de la Cruz, miembro del comité central de Sendero Luminoso fue capturada el 2 de setiembre de 1993
Presentación, en las instalaciones de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo, DINCOTE, de un presunto miembro de Socorro Popular (SOPO), capturado junto a una de las dirigentes de ese organismo senderista, Martha Huatay, el 17 de octubre de 1992. En los inicios de la subversión armada senderista, SOPO era calificado como un organismo secundario dentro de la organización subversiva, abocado principalmente a labores de logística en las ciudades, especialmente Lima. Cuando, hacia la segunda mitad de la década de los 80, las ciudades fueron consideradas como un espacio cada vez más importante para las acciones subversivas, Socorro Popular fue asumiendo responsabilidades militares y adquiriendo mayor importancia dentro de la estructura organizativa de Sendero Luminoso, llegando a convertirse en un comité partidario, lo cual lo colocó a la altura de los aparatos que dependían directamente de la Dirección Central de Sendero Luminoso. Socorro Popular tuvo su apogeo entre 1986 y 1991, años en los que estuvo dirigido por Yovanka Pardavé y Tito Valle Travesaño (secretaria y subsecretario del SOPO, respectivamente), quienes luego de ser capturados, murieron en la matanza del penal Castro Castro ocurrida en 1992.
Presentación a la prensa de Óscar Ramírez Durand, "Feliciano", el 19 de julio de 1999. El alto mando, que lideraba una facción de Sendero Luminoso separada de Abimael Guzmán luego de que éste le presentara al presidente de la República dos cartas en las cuales proponía conversaciones para llegar a un Acuerdo de Paz, fue capturado el 14 de julio de ese año en la ciudad de Jauja por un efectivo de la Policía Nacional.
Tito Valle Travesaño, subsecretaio de Socorro Popular organismo generado de sendero Luminoso.
Presunto senderista detenido en Cangallo. El 17 de mayo de 1980 una columna armada irrumpió en Chuschi, en la provincia ayacuchana de Cangallo, quemó las ánforas destinadas a las elecciones presidenciales y con ello dio inicio a la desde entonces denominada “lucha armada”. El grupo, una facción maoísta que se hacía llamar Partido Comunista del Perú, fue mejor conocido como Sendero Luminoso; su accionar significó una creciente ola de asesinatos y atentados dinamiteros contra puestos policiales, bancos, instituciones públicas y torres de alta tensión. La “guerra popular” decretada por el senderismo tuvo su epicentro en Ayacucho, pero no tardaría en abrirse por otros frentes. Su objetivo final era la destrucción del “viejo Estado” y la instauración de la “República de la Nueva Democracia”
Presentación, en la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE), de Edmundo Cox Beuzeville, miembro de Sendero Luminoso capturado el El 22 de agosto de 1993. Cox era sindicado como uno de los presuntos sucesores del líder senderista Abimael Guzmán Reinos
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994.
Presentación a la prensa del ingeniero Carlos Incháustegui, pareja sentimental de la bailarina Maritza Garrido Lecca, capturado junto a ella y al líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán Reinoso el 12 de septiembre de 1992 por el Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), equipo de elite de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE).
Presentación de presuntos miembros de Sendero Luminoso en el local de la Dirección Nacional Contra el Terrorimso (DINCOTE) en 1994. En 1993, tras el autogolpe de Estado de abril de 1992 que disolvió el Congreso de la República y permitió la intervención del Ejecutivo en el Poder Juidicial, el presidente Alberto Fujimori promulgó un conjunto de decretos Ley que modificaron aspectos sustanciales de la legislación antiterrorista. Dichas modificaciones habían sido inicialmente planteadas en 1991 pero fueron rechazadas en ese momento por el Congreso de la República. La nueva legislación antiterrorista fue ratificada por el nuevo Congreso Constituyente Democrático (CCD), elegido a fines de 1992 y cuyos miembros eran en su mayoría partidarios del gobierno de Fujimori. Los cambios introducidos en la legislación incluían la cadena perpetua como pena para los delitos de terrorismo, un procedimiento especial de jueces sin rostro para juzgar a los presuntos subversivos y la denominada “ley de arrepentimiento”. Asimismo se autorizó a tribunales militares a juzgar a miembros de las organizaciones subversivas acusados del delito de traición a la patria
Presentación de un presunto grupo de senderistas. Aparentemente se trataba de miembros de Socorro Popular. Una de ellos, Elena Loayza (nro. 1676) fue declarada inocente por delito de terrorismo.
Presentación de Víctor Polay Campo, líder del MRTA, luego de ser datenido por la Policía de Investigaciones del Perú, en la ciudad de Huancayo junto a Rosa Luz Padilla.La captura de Víctor Polay Campos, secretario general del MRTA, el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo
Víctor Polay Campos, alto mando del MRTA. Polay Campos, secretario general del MRTA, fue capturado el 3 de febrero de 1989 en la ciudad de Huancayo; su captura causó serios problemas en la dirección del grupo subversivo. Sin embargo logró escapar junto con otros 47 miembros del MRTA el 9 de julio de 1990. El 9 de junio de 1992 Polay es recapturado en un café en Lima y condenado a cadena perpetua
Rosa Luz Padilla, miembro del MRTA, es presentada por miembros de la Policía de Investiogaciones del perú (PIP) luego de ser capturada junto con Víctor Polay Campos en el Hotel de Turistas de Huancayo. Actualmente tiene libertad condicional luego de 10 años de prisión.
Presentación de Lucero Cumpa, dirigente del MRTA, en la Base Naval del Callao en diciembre de 1996. Ella había escapado en 1991 y había sido recapturada, en Tarapoto, en mayo de 1993. Fue condenada a cadena perpetua. Los emerretistas que tomaron la residencia del embajador japonés en 1996 reclamaron su liberación y la de sus compañeros a cambio de la libertad de los rehenes
Lori Berenson Mejía, ciudadana norteamericana, es trasladada luego de ser capturada, el 30 de noviembre de 1995, junto al ciudadano panameño Pacífico Castrillón en el Centro de Lima. Ambos habían alquilado una vivienda, en el distrito de La Molina, que era utilizada como refugio del MRTA en el que se planeaba la “toma” del Congreso de la República. Un juez militar “sin rostro” del Consejo Supremo de Justicia Militar la condenó, en primera instancia, a cadena perpetua por delito de “traición a la patria”. El Departamento de Estado norteamericano protestó por la pena en 1996. El 20 de junio del 2002, tras un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se le realizó un nuevo proceso en el fuero civil, luego del cual Lori Berenson fue condenada a 20 años de prisión
Hugo Avellaneda valdez, alto miembro del MRTA. Avellaneda fue capturado junto con Peter Cárdenas Schulte en febrero de 1988
Peter Cárdenas Schulte, alto mando del MRTA, capturado en febrero de 1988
Néstor Cerpa Cartollini. Alto mando del MRTA que en 1994 asumió la conducción del MRTA que se encontraba muy debilitada pues varios de los altos mandos se encontraban encarcelados. En esas circunstancias, Néstor Cerpa Cartolini asumió la conducción. Cerpa lideró la toma de rehenes de la Residencia del Embajador de Japón en diciembre de 1997 y muriera en el Operativo Chavín de HUántar en abril de 1998.
o está con el opresor.....
me parece muy resaltante esta sola idea de ver el arte y cualquier forma de expresion al servicio de intereses...y son mas que las superestructuras marxistas, son las configurantes de la ieologia de un pueblo de una nacion, estas forman parte de esas subjetividades que se verarn emergentes en tiempos ya vistos en la actualidad,,,forman parte de esas conciencias colectivas y hasta cierto punto individualizadas en particularidades como el GRAN JOBALDO, al que conoci en poemas una trsite tarde lluviosa de ayacucho, y no encontre sino hasta ahora... muchas gacias amigo por ponerlos, no sabes que es leer estos poemas otra vez un abrazo y sigue para adelante