“Yo soy de ese
Movimiento…
Movimiento de Amor Al Pueblo”
CANCION
de Francisco Alvero
EL JUGLAR DE LA LIBERTAD
Yo soy de ese
movimiento
Preñado de
sol,
preñado de esperanzas
de liberación
Movimiento de amor al pueblo
Claro que lo soy.
Porque soy fuego que nace desde abajo
Para abrigar los ideales más humanos
Del hombre nuevo y su compañera
Que juntos crean la nueva era del
pueblo,
La de abrazarnos más entre hermanos
Y a la madre tierra, cuidarla como el
originario!
Por eso soy, de ese movimiento
De amor al pueblo, yo se que soy!
sagrada semilla de la vida y del amor
Soy roja flor, soy pizarrón que no se manchará!
Y soy poeta y su
canción primaveral
Soy resplandor del corazón,
Soy esa voz, pequeña voz de la diversidad
Piquete y olla popular,
Yo soy la lucha y la resistencia, ni un paso atras.
Yo soy de ese movimiento
Por la paz, la cultura y la educación
creadora de valores, siempre cara al sol
acaso ustedes tambien, lo son igual
que yo!
Si es que
queremos la felicidad del pueblo entero
Por eso mismo
, ya les digo compañeros!
por qué
no unirnos por esos sueños
En un
movimiento de amor al pueblo,
como les digo,
que es lo que siento
si nos unimos
sin falta , ya venceremos!
Si la balanza del sistema esta torcida
Es hora, hermanos, que entre todos la
enderecemos!
Pa que no aplaste a los de abajo
ni apunte tanto, tanto, tanto a los de
arriba
Hay que ayudarla, pues hace falta
Que esa balance alumbre ese nuevo día!
Yo soy de ese movimiento
Por la justicia social
La igualdad de los derechos
Y la solidaridad
Por segunda independencia
Liberación nacional
Y la liberación nacional
y social
Soy de ese movimiento de
amor al pueblo,
Yo soy de abajo y tengo
sueños,
Por eso canto ya mi
verdad!
Soy de ese Movimiento de
amor al pueblo
Soy camarada, soy
compañero
Soy combativo, para que
mas?
Frases De John William Cooke
El único nacionalismo autentico es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el nacionalismo de la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la Patria y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y oligarquía son también lo mismo.
Frases de Clase obrera
Una revolución requiere partido revolucionario, jefes revolucionarios y mito revolucionario, por un lado, y la ocasión, por el otro.
Frases de Revolucionario
En un país colonial las oligarquías son las dueñas de los diccionarios.
Frases de Diccionarios
¿Qué somos, desde el punto de vista de nuestra orientación? Lo único que es posible: un partido de izquierda. Los que dicen que eso de izquierdas y derechas no tienen razón de ser es porque son reaccionarios; para el resto de la gente, la palabra izquierda tiene un significado muy claro, y doblemente claro en Argentina, donde la izquierda fue cipaya, es decir, no fue de izquierda, pero ya la confusión se desvaneció.
Frases de Izquierda
Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes.
Frases de Políticos
La oligarquía se inventa un enemigo comunista para aplastarnos a nosotros, que somos el enemigo real.
Frases de Comunista
Como toda organización política, estamos luchando por el poder; como toda organización revolucionaria, necesitamos todo el poder para desde allí realizar nuestro programa.
Frases de Organización
El nacionalismo sólo es posible como una política antiimperialista consecuente.
Frases de Nacionalismo
Toda revolución es el final de un proceso, y hasta que se cumpla ese proceso, solamente se anotan parciales.
Frases de Proceso
Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente. Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria para luchar con éxito.
Frases de Liberación
Los partidos políticos tradicionales no forman parte del Frente de Liberación por la sencilla razón de que están en la trinchera enemiga. No desean terminar con la opresión sino cambiar la mentalidad de los oprimidos.
Frases de Partidos políticos
No hay política nacionalista sino bajo la conducción de la clase trabajadora, que movilice la voluntad nacional tras la empresa revolucionaria de cambiar el orden social existente y asegurar sus bases mediante el desarrollo independiente, hasta desplazar del poder a las clases dominantes, la toma del poder por los trabajadores y la construcción nueva.
La teoría política no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejan unos pocos iniciados, sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No les llega como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proceso de su propia conciencia hacia la comprensión del mundo que han de transforma.
Frases de Mandamientos
(...) Sentimos la íntima proximidad de lo que estaba perdido en las brumas del tiempo o disperso en un catálogo de anécdotas inconexas y falseadas. Se vuelven vivas y reales las hazañas de Tupac Amaru, las esperanzas de tantos alzamientos de indios, negros, mulatos y zaparrastrosos que oligarquías crueles y rapaces ahogaron en sangre...
Frases de Hazañas
Las masas latinoamericanas no pueden hacer causa común con los verdugos, porque ellas también están en la lista de las víctimas.
Frases de Masas
Ese es el mal de nuestra gente. No se hace política de ideas y conducta, sino política de personas.
Frases de Política
La unidad exige un claro propósito y una estrategia común variada en su aplicación pero no aguada por malabarismos palabreros. Es, a nuestro juicio, lo mínimo que podemos ofrecer a los pueblos de América Latina.
Frases de América
(...) Un gobierno no cae porque sea malo simplemente, sino porque hay condiciones que se dan y fuerza organizada para aprovecharlas.
Frases de Gobierno
Exponiendo mis ideas a medida que redacto, esta carta tiene (como advierto al releerla) un tono pasional; es lo único posible. ¿Antiimperialistas sin pasión? Semejante cosa no existe. (...) Si se comprende el problema, entonces se lo siente, se desea combatir y el alma se llena de furia, de odio.
Frases de Pasional
El mundo "occidental y cristiano" no es una cruzada de ideas sino una realidad económica, política e histórica.
Frases de Realidad
Lo que hace falta es una definición donde Ud. Le diga a todo el movimiento, sintéticamente, que somos revolucionarios en el exacto significado: liberación nacional y revolución social.
Frases de Revolución social
(...) Por otra parte hay dos clases de lealtad, la de los que son leales de corazón al Movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con ambos hay que contar: usando a los primeros sin reservas y utilizando a los segundos, a condición de colocarlos en una situación en la que no les convenga defeccionar. Al final, no hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de las circunstancias, aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son malos y mentirosos.
Frases de Lealtad
La masa no será detenida con consignas sino con la satisfacción de las necesidades.
Frases de Masa
Y, como sucede con todos los hechiceros de la tribu, cuando sus poderes sobrenaturales son cuestionados, es cuestión de días. Los tigres no los aleja el mago de la tribu; hay que ir a cazarlos con arcos y flechas. Entonces, ¿para qué mantener al brujo?
Frases de Mago
Frases De John William Cooke
El peronismo es más que un partido. No lo disuelven por decreto ni lo amansan por intimidación. No llamamos a ninguna aventura desesperada. Llamamos a la lucha, que comienza por esclarecer las conciencias, proclama las verdades y hablar por los que callan cuando debería orientar a la masa.
Frases de Peronismo
(...) Pero también sabemos que nada ocurre favorable al pueblo si no hay lucha, acción en las condiciones que se pueda. Sabemos que una correlación de fuerzas puede cambiar, pero a condición de que no se la considere definitiva e invencible. Sabemos que sólo ganan las batallas los que están en ellas. Y que sí éramos peronistas hasta ayer, no vemos motivos para dejar de serlo hoy, sino todo lo contrario: porque las armas y el peligro no son motivos suficientes.
Frases de Lucha
La Tendencia Revolucionaria estaba conformada por distintas agrupaciones identificadas con el peronismo revolucionario y el socialismo nacional como proyecto político: la Juventud Peronista (Regionales); el Movimiento Nacional Villero Peronista (MVP); la Juventud Universitaria Peronista (JUP); la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP); la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la Agrupación Evita de la Rama Femenina, a las que se agregó el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP), organizaciones que junto con otras agrupaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el Peronismo de Base (PB), desde distintas vertientes adherían al proyecto del socialismo nacional. Más allá de conformar una estructura de acción política (posteriormente de desarrolló el Partido Auténtico), la Tendencia encarnó un conjunto de expectativas sociales que concitaron adhesiones desde distintos sectores, básicamente identificados con el peronismo revolucionario. |
NOTAS EN ESTA SECCION
Cronología de un derrumbe | "Perón, mazorca, los zurdos a la horca" | El gobierno de Perón | "La ultraizquierda son ustedes"
La tendencia Revolucionaria del Peronismo, por José Amorin | El Peronismo Revolucionario, Erika Farcic1 de julio de 1974: La pesada herencia, por Felipe Pigna | El peso de la verticalidad, revista Redacción, febrero de 1974
Mientras la detienen a Isabel demasiadas coincidencias dormitan aquella misma siesta de Aramburu, por Jorge Rulli, 2007
Evita desapareció del debate ideológico, Carlos Eichelbaum, 2002 | Lo que queda de 60 años de peronismo, Osvaldo Bayer
No cesa la falsificación de la Historia, Horacio Poggi, 2003 | Que el árbol no tape el bosque, Eva Troxler, 2007
Un setentismo escarmentado y la necesidad de volver al Nacionalismo Popular, Jorge Rulli
NOTAS RELACIONADASCristianismo y Revolución | Héctor J. Cámpora | John William Cooke | Miguel Ragone | Ricardo Obregón Cano | Cazadores de utopías
Revista Evita Montonera | Revista De Frente | Los retornos de Perón | 20 de enero de 1974: asalto al regimiento 10 de Azul por el ERP
Video Historia del Peronismo | La "tendencia", la burocracia y el socialismo, por Jorge Enea Spilimbergo (1974) | Hechos de 1975
Jorge Cepernic, el llanero solitario del peronismo, por Hernán Brienza | Crónicas de archivo | López Rega | Oscar Bidegain
LECTURAS RECOMENDADAS
Documento reservado del Consejo Superior Peronista del 1º de octubre de 1973 | Perón y la Triple A, Sergio Bufano
Ivancich-Wainfeld - Los montoneros | La primavera de los 70, Luis Romero | Cuando Perón habló de "exterminar uno a uno" a los guerrillerosPablo Pozzi, entrevista a Guardia de Hierro | La UBA durante el gobierno de Cámpora | Diccionario de los 70
Los hechos y las razones, A. Lapolla | La resistencia peronista, G. Rojo | Orígenes del peronismo revolucionario, M. Raimundo
El general en su laberinto, el cruce entre Perón y la JP | Juan Manuel Abal Medina, entrevista Revista Siete Dias, marzo 1983
Audiencia Nacional España - Isabel Perón-Triple A, solicitud extradición 2008 | El Perón que conocí (fragmento) Manuel Urriza
M. Pozzoni - La cultura política juvenil. Un estudio de caso: Mar del Plata, 1972- 1974 | MPM - Documento de Roma
José Pablo Feinmann - Al optar por la derecha Perón aniquiló su imagen histórica | Acontecimientos relevantes de 1974
Presentación en Roma del MPM (El País, 24/04/77) | Marina Franco - La “depuración” interna del peronismo en la década del 70
Juan Luis Besoky - La derrota política de las organizaciones armadas
Cronología de un derrumbe. Los hechos de 1974
En solo unos meses se derrumbaron todos los espacios políticos de poder que ocupaba la Tendencia Revolucionaria del peronismo. La renuncia de Cámpora inicia el repliegue inevitable, pero es en 1974 cuando ese repliegue se convierte en práctica disolución de una heterogénea corriente interna que supo atravesar al Movimiento Peronista con un discurso innovador y revolucionario, que había generado espacios multitudinarios de participación y que incluso pudo disputar porciones de poder al sindicalismo y el llamado peronismo ortodoxo.
El 19 de enero de de 1974 el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores, ataca uncuartel militar en la localidad de Azul. (Descargar diario Noticias del 22 de enero de 1974). El gobierno aprovecha la coyuntura y lanza una ofensiva general contra todos los funcionarios vinculados a la Tendencia Revolucionaria. Ver: Cuando Perón habló de "exterminar uno a uno" a los guerrilleros | Mensaje de Perón sobre los hechos de Azul
El 19 de enero de de 1974 el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores, ataca uncuartel militar en la localidad de Azul. (Descargar diario Noticias del 22 de enero de 1974). El gobierno aprovecha la coyuntura y lanza una ofensiva general contra todos los funcionarios vinculados a la Tendencia Revolucionaria. Ver: Cuando Perón habló de "exterminar uno a uno" a los guerrilleros | Mensaje de Perón sobre los hechos de Azul
24 de enero de 1974: Entrevista de un grupo de diputados de la Tendencia con Perón en la Residencia de Olivos. Los diputados se oponían a dos artículos (referidos a la asociación ilícita).de la reforma al Código Penal propuesta por el Ejecutivo. Temían que fuera un artilugio legal para perseguir a las organizaciones armadas. Perón los conmina a abandonar el bloque: "El que no está de acuerdo se va". Ocho diputados nacionales de la Juventud Peronista renuncian a sus bancas: Armando Croatto, Santiago Díaz Ortiz, Jorge Glellel, Aníbal Iturrieta, Carlos Kunkel, Diego Muñiz Barreto, Roberto Vidaña y Rodolfo Vittar.. Después de sancionada la ley el Consejo Superior Peronista expulsó del Partido Justicialista a los diputados renunciantes. Es desplazado el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain (nacido, casualmente, en la ciudad de Azul, sede de la guarnición militar atacada por el ERP el 19 de enero de 1974), a quien el presidente Perón acusa directamente de "connivencia con la subversión". Es reemplazado por el vicegobernador Victorio Calabró, hombre de derecha apoyado por el sindicalismo ortodoxo, el empresariado (entonces llamado "la patronal") y la cúpula de la Iglesia católica.
En la Provincia de Córdoba, un mini-golpe de Estado a escala provincial conocido como "Navarrazo" (una insurrección de la policía provincial dirigida por el teniente coronel Navarro, con apoyo de la burocracia sindical, sectores militares, eclesiásticos y grupos nacionalistas de derecha), termina con el gobierno popular de Ricardo Obregón Cano y Atilio López entre la resignación generalizada de la población civil. Los sindicatos clasistas y combativos de Córdoba, (SMATA de René Salamanca y Luz y Fuerza de Agustín Tosco) no pueden evitar la caída del gobierno provincial. El mini golpe es avalado explícitamente por el gobierno nacional, quien envía una intervención para blanquear técnicamente la destitución del legítimo gobierno.
25 de mayo de 1973 - Asunción de Cámpora (Fragmento de Historia argentina, audiovisual dirigido por Felipe Pigna)
|
En Mendoza el gobernador Alberto Martínez Baca es forzado a abandonar su cargo. Se consolida el poder de la derecha peronista: el comisario Alberto Villarse convierte en jefe de la Policía Federal y Luis Margaride asume al frente de la Superintendencia de Seguridad.
Se define tajantemente la "subversión" (figura no definida en el código penal) como el enemigo principal. Desde los inicios como Nación, pero especialmente en los gobiernos militares -acrecentándose durante la revolución fusiladora y Onganía- el término era sacado convenientemente de la galera discursiva militar, encuadrándolo en difusos señalamientos de "comunismo internacional", "comunismo apátrida", "marxismo foráneo", "enemigo interno" (Plan Conintes), etc. Ya la dictadura de Uriburu en 1930 lo había usado en la persecusión de anarquistas. Pero en su acepción cruda y orientada a la demonización específica de los actores armados (sobre todo ERP y Montoneros) el término paradigmático se consolida en el imaginario social en este período. La sociedad civil aceptó y acató este discurso hasta bien entrada la democracia (1983); por otro lado los grandes medios de comunicación prohijaron y/o colaboraron al asentamiento de la teoría de los dos demonios, aludiendo a una "subversión de izquierda" y otra "de derecha". Se afianza la estructura organizativa y se incrementa el accionar de la banda criminal Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Dirigentes sindicales combativos, abogados defensores de presos políticos y militantes de organizaciones de izquierda, que incluso no solo no apoyaban sino que denostaban ideológicamente la lucha armada, son víctimas del terrorismo paraestatal ejercido por esta organización clandestina, creada a fines de 1973 y dirigida por José López Rega, ministro de Bienestar Social inamovible desde Cámpora a Isabel. El primer atentado de la Triple A se produjo el 21 de noviembre de 1973 cuando hicieron volar el auto del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, que salvó milagrosamente su vida, aunque sufrió severas consecuencias. A partir de allí, en pleno gobierno peronista (Perón hasta su muerte y luego Isabel) y hasta el golpe de marzo de 1976, la Triple A mató -entre otros- a Silvio Frondizi, hermano del ex presidente Arturo; Julio Troxler; Alfredo Curutchet; Rodolfo Ortega Peña; Atilio López y la bebé de 4 meses de Raúl Laguzzi. La CONADEP, puesta en marcha por el gobierno de Raúl Alfonsín, probó la intervención de la Triple A en 19 homicidios en 1973, 50 en 1974 y 359 en 1975. La dictadura genocida llevaría esta progresión al infinito.
Acto del 1º de Mayo: Momento álgido en el enfrentamiento entre Perón y la Tendencia Revolucionaria. Aunque es muy difícil erradicar del imaginario social la alusión a la "expulsión", la descalificación hacia los díscolos "imberbes" provoca que una tercera parte de la concurrencia abandone masivamente el acto convocado en Plaza de Mayo. (Ver discurso y video).
El 11 de mayo Carlos Mugica es asesinado por la Triple A cuando salía de oficiar misa.
El 1º de julio, a poco de iniciar su tercera presidencia, muere Juan Domingo Perón. Lo sucede María Estela Martínez de Perón. Se profundiza el proceso de desplazamiento de los sectores combativos del peronismo de los diferentes espacios institucionales que aún cubrían. López Rega se convierte en el hombre fuerte del gobierno. En agosto el ministro de Educación Taina es reemplazado por el derechista Oscar Ivanissevich. En la Universidad de Buenos Aires es designado como rector Alberto Ottalagano, del mismo signo ideológico que el anterior. Las organizaciones estudiantiles comienzan a replegarse (ver Inés Izaguirre - La misión Ivanissevich).
En septiembre la organización Montoneros pasa a la clandestinidad. El ERP instala una compañía de combate en los montes tucumanos.
En solo un año, 1974, la Tendencia Revolucionara perdió prácticamente todos los espacios de poder político que, obviamente, no le interesaban en absoluto. Mucha sangre, muchos muertos fueron necesarios para llegar al convencimiento que las instituciones del Estado de derecho y la democracia representativa son valores y espacios dignos de ocuparse y preservarse. En ese sentido la sangrienta bisagra del 76 cerró abruptamente un extenso período histórico (1930-1976) donde la alternancia entre gobiernos civiles y militares era considerada como natural y hasta necesaria, y los golpes militares como un simple trámite administrativo que la sociedad civil debía resignarse a soportar. La institucionalidad y la democracia lograron cristalizarse como valor solo después de un intenso y prolongado baño de sangre.
Legisladores y gobernadores de la Tendencia
En el terreno legislativo, la Tendencia contaría con ocho legisladores sobre una cámara de Diputados compuestas por 145 representantes del FREJULI: Armando Croatto, Santiago Díaz Ortiz, Jorge Glellel, Aníbal Iturrieta, Carlos Kunkel, Diego Muñiz Barreto, Roberto Vidaña y Rodolfo Vittar. Se calculaba que los funcionarios de la Tendencia en los gobiernos provinciales y las legislaturas locales llegarían a cincuenta. Además, estaban ligados a las gobernaciones de Oscar Bidegain en la provicia de Buenos Aires, a Jorge Cepernic en Santa Cruz; a Ricardo Obregón Cano en Córdoba; a Miguel Ragone en Salta y a Alberto Martínez Baca en Mendoza (en la imagen en este orden, de izquierda a derecha)
Los cinco gobernadores y las alternativas de la destitución
Buenos Aires - Oscar Bidegain (renuncia inducida por el presidente Perón después de los hechos de enero de 1974) 23/01/74
Córdoba - Ricardo Obregón Cano-Hipólito Atilio López (ambos destituidos por un golpe de Estado provincial (Navarrazo) y posterior intervención federal) 02/03/74
Mendoza - Alberto Martínez Baca. El junio de 1974 se le inició juicio político y posteriormente fue destituido por la Legislatura, lo sucedió el vicegobernador Carlos Mendoza hasta que la provincia fue finalmente intervenida en agosto de 1974.
Santa Cruz - Jorge Cepernic. Detenido despues del golpe de Estado y encarcelado sin causa por la dictadura durante 5 años en el penal de Magdalena.
Salta - Miguel Ragone. Decreto de intervención firmado por el Ministro del Interior, Alberto Rocamora, el 23/11/74. Ragone fue desparecido el 11/03/76.
Buenos Aires - Oscar Bidegain (renuncia inducida por el presidente Perón después de los hechos de enero de 1974) 23/01/74
Córdoba - Ricardo Obregón Cano-Hipólito Atilio López (ambos destituidos por un golpe de Estado provincial (Navarrazo) y posterior intervención federal) 02/03/74
Mendoza - Alberto Martínez Baca. El junio de 1974 se le inició juicio político y posteriormente fue destituido por la Legislatura, lo sucedió el vicegobernador Carlos Mendoza hasta que la provincia fue finalmente intervenida en agosto de 1974.
Santa Cruz - Jorge Cepernic. Detenido despues del golpe de Estado y encarcelado sin causa por la dictadura durante 5 años en el penal de Magdalena.
Salta - Miguel Ragone. Decreto de intervención firmado por el Ministro del Interior, Alberto Rocamora, el 23/11/74. Ragone fue desparecido el 11/03/76.
Imagen superior: Acto 25 de mayo de 1973 en Plaza de Mayo, asunción de Héctor Cámpora.
"¡Perón, Mazorca, los zurdos a la horca!"
Por Alicia María Cervetto
[Imágen: Guardia de Hierro en los 70: liturgia y escenografía nacional-socialista]
La disputa por el poder en la provincia de Mendoza
La disputa por el poder en la provincia de Mendoza
La Lucha por el control de los Ministerios
Las relaciones de fuerzas después del 25 de mayo de 1973 se concentraron en la lucha por el control de los ministerios del Poder Ejecutivo. La legislatura era controlada por el sector político y sindical más ortodoxo, y sólo le correspondió a la JP un 25% de bancas. Con la legislatura en las manos, los sectores políticos y sindicales se unificaron para disputar los principales ministerios, cuestionando a los ministros designados.
Las relaciones de fuerzas después del 25 de mayo de 1973 se concentraron en la lucha por el control de los ministerios del Poder Ejecutivo. La legislatura era controlada por el sector político y sindical más ortodoxo, y sólo le correspondió a la JP un 25% de bancas. Con la legislatura en las manos, los sectores políticos y sindicales se unificaron para disputar los principales ministerios, cuestionando a los ministros designados.
Días antes de la asunción del Gobernador, los principales dirigentes sindicales le presentaron una lista de 19 personas que no debían formar parte del gobierno por ser sospechosos de marxismo y trotskismo, que podían "originar una situación de descontento y desconfianza" en los sectores gremiales. No obstante ello, el gabinete conformado por Martínez Baca distó de respetar las exigencias del sindicalismo. Por el contrario, incluyó a militantes de la Juventud Peronista y a personas vetadas por los sindicalistas.
Desde el 13 de julio, con la renuncia del Presidente Cámpora, Mendoza pasó a integrar la lista de las provincias cuestionadas. Desde entonces, la ofensiva lanzada por el sindicalismo local entró en una segunda etapa, profundizando el quiebre de relaciones entre el Gobernador y el Vice, este último acompañado por el sindicalismo, la estructura partidaria, diputados, concejales e Intendentes. Los emplazamientos al gobernador tuvieron un carácter cada vez más amenazante hasta el mes de noviembre, en que el mismo Perón intervino para sugerir cambios conciliatorios.
Desde el 13 de julio, con la renuncia del Presidente Cámpora, Mendoza pasó a integrar la lista de las provincias cuestionadas. Desde entonces, la ofensiva lanzada por el sindicalismo local entró en una segunda etapa, profundizando el quiebre de relaciones entre el Gobernador y el Vice, este último acompañado por el sindicalismo, la estructura partidaria, diputados, concejales e Intendentes. Los emplazamientos al gobernador tuvieron un carácter cada vez más amenazante hasta el mes de noviembre, en que el mismo Perón intervino para sugerir cambios conciliatorios.
Con las instrucciones a los gobernadores a través de la "orden reservada" impartida por el Consejo Superior (1/10/74), por la cual se anunciaba el inicio de una guerra contra los elementos infiltrados en el movimiento, el sindicalismo mendocino contó con la herramienta necesaria para exigir la definitiva reestructuración del gabinete. Se aliaron en esta lucha el presidente provisional de la Cámara de Senadores y dirigente sindical Edgardo Boris, el Presidente de la Suprema de Justicia, y varios legisladores provinciales del peronismo quienes manifestaron la necesidad de que en Mendoza comenzara a gobernar el justicialismo.
Mensaje del presidente Perón por Cadena Nacional sobre los hechos de Azul. Clic para descargar. |
En esta línea de acción, el Congreso Justicialista emplazó al Gobernador para que en 72 hs. procediera a modificar su gabinete y al equipo de colaboradores más inmediatos.
El Gobernador desconoció las exigencias advirtiendo que no se sometería al "capricho de ningún grupo o sector" y "los que dicen que hay marxismo, tendrían que señalármelos con nombre y apellido". El 22 de octubre estalló una bomba en el despacho privado del Gobernador y como muestra de apoyo la Juventud organizó un acto para defender al gobierno con la adhesión de 26 gremios.
La renuncia del Secretario General de la Gobernación, Horacio Martínez Baca –hijo del Gobernador-, la aceptación de las renuncias de cinco de los seis miembros de su gabinete, y la disposición de Martínez Baca para formar una "comisión mediadora" integrada por dirigentes y autoridades partidarias para constituir un nuevo gabinete, fueron los primeros pasos que se dieron a fin de encontrar una salida política a la crisis interna del peronismo local.
Sin embargo, la asunción de los nuevos ministros (2/11/73) fue nuevamente cuestionada por una Comisión del PJ, al extremos de acusar a Martínez Baca de inconducta, indisciplina, violación de los principios y de las resoluciones de los organismo partidarios".
Desde Buenos Aires, Benito Llambí, Ministro del Interior de la Nación, y José Martiarena, Secretario General del CSMNJ, exigieron resolver la situación y realizar un cambio completo de gabinete. El 6 de noviembre, nombró nuevos funcionarios del equipo gubernamental, del cual resultaron desplazados los ministros cuestionados, y con ellos, la JP perdió todos sus puestos en el gobierno provincial.
De la distensión al Juicio político
El pleito entre la CGT y el justicialismo mendocino con el gobernador encontró un principio de solución cuando el sector gremial dejó en libertad a Martínez Baca para cubrir el cargo del ministerio de Bienestar Social. Si bien se trató de una tregua, esto duró escasos días. Los nuevos objetivos ya no se concentraron solamente en cuestionar a los colaborados, sino, más aún, lograr la destitución del gobernador.
La renuncia del Secretario General de la Gobernación, Horacio Martínez Baca –hijo del Gobernador-, la aceptación de las renuncias de cinco de los seis miembros de su gabinete, y la disposición de Martínez Baca para formar una "comisión mediadora" integrada por dirigentes y autoridades partidarias para constituir un nuevo gabinete, fueron los primeros pasos que se dieron a fin de encontrar una salida política a la crisis interna del peronismo local.
Sin embargo, la asunción de los nuevos ministros (2/11/73) fue nuevamente cuestionada por una Comisión del PJ, al extremos de acusar a Martínez Baca de inconducta, indisciplina, violación de los principios y de las resoluciones de los organismo partidarios".
Desde Buenos Aires, Benito Llambí, Ministro del Interior de la Nación, y José Martiarena, Secretario General del CSMNJ, exigieron resolver la situación y realizar un cambio completo de gabinete. El 6 de noviembre, nombró nuevos funcionarios del equipo gubernamental, del cual resultaron desplazados los ministros cuestionados, y con ellos, la JP perdió todos sus puestos en el gobierno provincial.
De la distensión al Juicio político
El pleito entre la CGT y el justicialismo mendocino con el gobernador encontró un principio de solución cuando el sector gremial dejó en libertad a Martínez Baca para cubrir el cargo del ministerio de Bienestar Social. Si bien se trató de una tregua, esto duró escasos días. Los nuevos objetivos ya no se concentraron solamente en cuestionar a los colaborados, sino, más aún, lograr la destitución del gobernador.
Diario Noticias Nº 63, 22 de enero de 1974. Clic para descargar
|
En los primeros días del mes de febrero de 1974 se realizó una asamblea a la que se llamó "Cabildo Abierto", una reunión plenaria convocada por E. Cardozo. Bajo el lema "¡Perón, Mazorca, los zurdos a la horca!", se presentó el proyecto por el que se exigía la separación de todos los funcionarios del Estado provincial que hubiesen sido cuestionados o identificados como infiltrados ideológicos por actuar al servicio del proyecto político de la autodenominada "Tendencia Revolucionaria", la renuncia a las bancas de todo legislador o concejal sancionado por el partido y exhortar a los ministros del Poder Ejecutivo a renunciar a sus cargos.
A fines de febrero, Martínez Baca se reunió con Llambí y E. Cardozo (interventor del PJ) . Allí establecieron las bases para la solución del conflicto. Una de las cláusulas fue la eliminación del Cabildo Peronista. A su vez los mismos ministros debían realizar la depuración en sus propias carteras ministeriales, en consulta con el Consejo Provincial del movimiento. Es decir, la permanencia de Martínez Baca en el poder estuvo condicionada al alejamiento de todos sus principales colaboradores, a través de una operación de depuración ideológica intra-peronista e intra-gobierno. A principios de abril, la legislatura decidió dar el paso definitivo e impulsó el juicio político. Las argumentaciones se originaron a raíz de las investigaciones que el Senado hizo de la operaciones de la bodega estatal GIOL, en la cual se involucró al gobernador y a su hijo. El dictamen de la comisión del juicio político fue aprobado por mayoría, con el voto de radicales y demócratas.
El gobernador dirigió un último mensaje en ocasión del aniversario del 25 de mayo en el que formuló un enérgico llamado a la pacificación y unión de los sectores políticos "en contra de los enemigos comunes" exhortando enfáticamente: "¡Basta de invocar al General Perón falsamente!, ¡Basta de hacerse las víctimas y traten todos de cumplir con su deber!". 17 Días después fue suspendido y se hizo cargo del Poder Ejecutivo el vicegobernador, Carlos Mendoza.
Por cierto, la lucha política intraperonista se concentró en los cargos del Poder Ejecutivo, ya que prácticamente la legislatura era controlada por el sector sindical y político opositor al Gobernador. Martínez Baca contaba con el apoyo de la JP, algunos legisladores, 4 de los 18 intendentes, y unos pocos gremios; Carlos Mendoza, logró reunir en torno suyo la adhesión de las autoridades de la CGT, la mayoría de los legisladores, la estructura partidaria, intendentes y gran parte del gremialismo mendocino. Frente a este cuadro de situación ¿por qué la resolución del conflicto mendocino no concluyó con la intervención federal inmediata tal como lo solicitaban los sectores opositores, y en cambio, esta se demoró hasta agosto de 1974? Las alternativas para pensar una respuesta pueden ser las siguientes: -Martínez Baca tenía el respaldo del Secretario de la Presidencia, Vicente Solano Lima, quien le había aconsejado que se desprendiera de algunos de sus colaboradores para poder mantener su línea política.
-Igualmente, el Gobernador no era identificado como representante excluyente de la Tendencia Revolucionaria, ya que, en forma reiterada, diferentes sectores le exigían solamente la re-estructuración del gabinete.
*Los funcionarios cuestionados fueron: Ministro de Gobierno, Eduardo Zannoni, Cultura y Educación, Francisco Reig, Subsecretario de Gobierno y Municipalidades, Juan Carlos Cerutti, Secretaría General de la Gobernación, Horacio Martínez Baca, Secretaría Privada de la Gobernación, Hugo Mantovani, entre otros.
El gobernador dirigió un último mensaje en ocasión del aniversario del 25 de mayo en el que formuló un enérgico llamado a la pacificación y unión de los sectores políticos "en contra de los enemigos comunes" exhortando enfáticamente: "¡Basta de invocar al General Perón falsamente!, ¡Basta de hacerse las víctimas y traten todos de cumplir con su deber!". 17 Días después fue suspendido y se hizo cargo del Poder Ejecutivo el vicegobernador, Carlos Mendoza.
Por cierto, la lucha política intraperonista se concentró en los cargos del Poder Ejecutivo, ya que prácticamente la legislatura era controlada por el sector sindical y político opositor al Gobernador. Martínez Baca contaba con el apoyo de la JP, algunos legisladores, 4 de los 18 intendentes, y unos pocos gremios; Carlos Mendoza, logró reunir en torno suyo la adhesión de las autoridades de la CGT, la mayoría de los legisladores, la estructura partidaria, intendentes y gran parte del gremialismo mendocino. Frente a este cuadro de situación ¿por qué la resolución del conflicto mendocino no concluyó con la intervención federal inmediata tal como lo solicitaban los sectores opositores, y en cambio, esta se demoró hasta agosto de 1974? Las alternativas para pensar una respuesta pueden ser las siguientes: -Martínez Baca tenía el respaldo del Secretario de la Presidencia, Vicente Solano Lima, quien le había aconsejado que se desprendiera de algunos de sus colaboradores para poder mantener su línea política.
-Igualmente, el Gobernador no era identificado como representante excluyente de la Tendencia Revolucionaria, ya que, en forma reiterada, diferentes sectores le exigían solamente la re-estructuración del gabinete.
*Los funcionarios cuestionados fueron: Ministro de Gobierno, Eduardo Zannoni, Cultura y Educación, Francisco Reig, Subsecretario de Gobierno y Municipalidades, Juan Carlos Cerutti, Secretaría General de la Gobernación, Horacio Martínez Baca, Secretaría Privada de la Gobernación, Hugo Mantovani, entre otros.
[En: De Instauración y crisis de la democracia en los escenarios provinciales. Un estudio comparado de los casos de Formosa, Córdoba y Mendoza, descargar el documento]
PUBLICIDAD |
El gobierno de Perón
Por Aritz e Iciar Recalde
[De: Universidad y Liberación Nacional. Un estudio de la Universidad de Buenos Aires durante las tres gestiones peronistas: 1946-1952, 1952-1955 y 1973-1975. Ver y descargar el libro completo: https://docs.google.com/open?id=0B9MUX80k_Q05SjRZdlZOR0d0eG8 ]
[De: Universidad y Liberación Nacional. Un estudio de la Universidad de Buenos Aires durante las tres gestiones peronistas: 1946-1952, 1952-1955 y 1973-1975. Ver y descargar el libro completo: https://docs.google.com/open?id=0B9MUX80k_Q05SjRZdlZOR0d0eG8 ]
El devotazo - 25 de mayo de 1973 |
El General Perón llegaba al poder en el marco de una holgada victoria electoral,(257) en un contexto dificultoso, tal como comentáramos en páginas precedentes. El Pacto Social encontraría graves pujas de poder y Perón, pese a garantizar la unidad entre adversarios durante un tiempo, estaría lejos de ser garantía del orden político nacional. Los reclamos por aumento de precios de la CGE mostrarían a la burguesía argentina, con actitudes similares a las tomadas frente al segundo gobierno justicialista y los Congresos de la Productividad, que el modelo distribucionista del peronismo era cuestionado. La burguesía argentina, repitiendo un rasgo típico de los capitalistas del Tercermundo, preferiría ante las amenazas de los sindicatos, pactar con los militares y el capital trasnacional contra la CGT.
A costa de no claudicar parte de la rentabilidad de sus ganancias, la burguesía nacional sería su propia asesina, tal como quedaría expresado a través las medidas implementadas con posterioridad a la caída de Perón y con las políticas económicas de período que va de 1976 a 1990. Ahora bien, no todos los aumentos de precios eran simplemente parte de un cómodo acuerdo político, sino que expresarían además, los virajes de la economía internacional y el consecuente aumento de los insumos importados. El cuello de botella de la economía mundial, el aumento del precio del petróleo y el cierre del mercado europeo a la carne argentina, marcarían la imposibilidad de reconstruir el frente de 1945 y el pronóstico augurado por Cooke en los años anteriores, aparecería como una revelación a los ojos del tercer peronismo. Ahora bien, a diferencia de los planteos de Cooke, no estarían dadas las condiciones políticas y organizativas de los sectores populares para llevar la revolución hacia la izquierda y el gigante invertebrado no abandonaría su condición de ser el hecho maldito del país burgués: jamás sería su superación. La disputa contra los ajustes del imperialismo y la avanzada de la reacción interna, no atarían el destino de la Argentina al bloque Tercerista, ni la conducirían hacia el socialismo nacional como suponía Cooke, sino que los sectores dominantes terminarían aplastando la organización popular y situando a nuestro país como títere del bloque de los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial.
A costa de no claudicar parte de la rentabilidad de sus ganancias, la burguesía nacional sería su propia asesina, tal como quedaría expresado a través las medidas implementadas con posterioridad a la caída de Perón y con las políticas económicas de período que va de 1976 a 1990. Ahora bien, no todos los aumentos de precios eran simplemente parte de un cómodo acuerdo político, sino que expresarían además, los virajes de la economía internacional y el consecuente aumento de los insumos importados. El cuello de botella de la economía mundial, el aumento del precio del petróleo y el cierre del mercado europeo a la carne argentina, marcarían la imposibilidad de reconstruir el frente de 1945 y el pronóstico augurado por Cooke en los años anteriores, aparecería como una revelación a los ojos del tercer peronismo. Ahora bien, a diferencia de los planteos de Cooke, no estarían dadas las condiciones políticas y organizativas de los sectores populares para llevar la revolución hacia la izquierda y el gigante invertebrado no abandonaría su condición de ser el hecho maldito del país burgués: jamás sería su superación. La disputa contra los ajustes del imperialismo y la avanzada de la reacción interna, no atarían el destino de la Argentina al bloque Tercerista, ni la conducirían hacia el socialismo nacional como suponía Cooke, sino que los sectores dominantes terminarían aplastando la organización popular y situando a nuestro país como títere del bloque de los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial.
La CGT podría acompañar las críticas de Perón y el sector lopezreguista a la Tendencia y a los programas de la izquierda peronista, pero dada su condición de ser representante gremial de los intereses de los trabajadores, bajar las banderas de la lucha en manos de los empresarios y de la derecha del Movimiento, le quitaría espacio en la arena política y perdería con eso su legitimidad ante los trabajadores. Estos últimos, pese a no acompañar el programa socialista de la Tendencia, no estarían dispuestos a modificar sus condiciones de vida producto de varias décadas de lucha. Ante los aumentos de precios, las huelgas y la disputa sindical contra la patronal, estarían al pie del cañón. Pese a estas internas entre la CGT, la CGE y la Tendencia, el verdadero enemigo del pueblo estaría al acecho y sería el garante de que los conflictos dentro del frente nacional se resolvieran sobre la espalda de los trabajadores, sobre la estructura de la industria y a través del quiebre de la cultura nacional. Las multinacionales, el capital financiero, los terratenientes y los importadores, serán los grandes operadores del imperialismo en tierras del sur americano.
De las milicias populares a Susana Giménez Rodolfo Galimberti murió ayer (12/02/02) a los 53 años. El ex secretario de la Juventud Peronista y militante guerrillero se había convertido en millonario, asociado a ex agentes de la CIA. Su vida fue usada para desacreditar la militancia popular de la generación de los años '70. Por Luis BruschteinLa vida de Rodolfo Galimberti terminó ayer a la mañana y no fue por un tiro en combate, como le hubiera gustado en otra época, sino por una afección en la aorta abdominal propia de las personas demasiado gordas. Tenía 53 años, no era lo suficientemente joven como para tener esa muerte heroica que todos recordarían, y tampoco demasiado viejo como para haber disfrutado los beneficios de sus cambios de frente. Se hizo famoso en los ‘70 usando el "nosotros" para referirse a la Juventud Peronista o a los Montoneros y murió usando esa misma primera persona del plural para hablar en representación de otra "orga" que no se entendía bien si eran los Estados Unidos de Norteamérica o directamente la CIA. Pero tanto en los ‘70 como en el 2000, seguía siendo ese personaje grandilocuente, provocador, y siempre necesitado de llamar desesperadamente la atención. La última secuencia en la vida del "Loco" Galimberti comenzó el domingo a las 19.30 cuando estacionó de un frenazo, en doble fila, frente a la clínica San Lucas, de San Isidro, y bajó con el cuerpo doblado por dolores punzantes en el estómago y la cintura. Los médicos diagnosticaron una perforación de la aorta abdominal, a causa del estrés, la gordura y el colesterol. Galimberti se internó con otro nombre y fue sometido a una operación durante ocho horas hasta que murió ayer a las ocho de la mañana. Si ésa fue la última secuencia de su vida, es difícil saber cuál fue la primera, la que lo marcó para protagonizar una historia donde parecía que no hubiera más límites que los que él fijaba. Quizá fue cuando a los quince años hirió de un navajazo a un adolescente comunista y descubrió que su padre y su hermano, que lo habían alentado a ese tipo de aberraciones, le daban la espalda y dejaban que fuera preso a un internado. O el día que descubrió a su padre, empleado del Banco de Londres, hablando en inglés con sus jefes, cuando a él lo castigaba severamente si lo hacía. Son anécdotas que contó a Marcelo Larraquy y Roberto Caballero que escribieron un best seller con su biografía. Como muchos adolescentes de los ‘60, Galimberti, que vivía con su familia en un pequeño chalet en San Antonio de Padua, se integró a Tacuara, la versión populista local del nazi-fascismo, junto a la GRN que expresaba al nazi-fascismo oligárquico. El eje de las dos era el nacionalismo, pero la mayoría de su actividad se limitaba a acciones anticomunistas y antisemitas. Al igual que muchos de esos jóvenes, Galimberti se sintió defraudado por Tacuara y buscó, desde el nacionalismo, abrevar en vertientes de la izquierda. En los años ‘60 participó con Chacho Alvarez, Ernesto Jauretche, Jorge Raventos, Carlos Grosso y Raúl Othacehé, entre otros, en la Juventud Argentina por la Emancipación Nacional (JAEN), un grupo peronista no guerrillero. Lo integraban estudiantes e intelectuales, muchos de los cuales tenían una formación marxista matizada con lecturas de Jauretche, Hernández Arregui, Abelardo Ramos, John William Cooke o Rodolfo Puiggrós. Galimberti no era un erudito pero le gustaba parecerlo y en sus charlas políticas introducía citas ideológicas y hasta literarias, era irónico y provocador y se esforzaba por desplegar un derroche de seducción que lo mostraba dispuesto a disputar liderazgo y obtenerlo. Proyectaba una imagen de "ganador", pero con una idea superficial de lo que eso significaba, y así lo actuaba con exageración y buscando desesperadamente que lo reconocieran. Con el surgimiento de la guerrilla peronista, especialmente de Montoneros y las FAR, muchas agrupaciones como JAEN, confluyeron en la Tendencia Revolucionaria hegemonizada por las organizaciones armadas. La personalidad del "Loco" o del "Tano" lo llevó a convertirse en secretario de la Juventud Peronista cuando numerosos núcleos juveniles de todo el país se unificaron en la JotaPé de las Regionales. Viajó a España, entrevistó y sedujo al general Perón en Puerta de Hierro y regresó casi como hijo adoptivo del viejo líder. Pero cometió un traspié en 1972, cuando convocó a formar milicias populares. El anciano líder queríaregresar como "pacificador", no como organizador de milicias populares, y la convocatoria pública de Galimberti lo irritó y lo alejó de su entorno. Desde su caída en la simpatía del general, la militancia de Galimberti fue de bajo perfil, con fuerte acento crítico a la conducción del líder histórico del peronismo. Ya como militante de Montoneros había regresado a su pasión por las armas, la misma que había estimulado su papá Ernesto cuando a los cinco años lo hacía disparar con una pistola belga FN. Su personalidad exaltada, que lo limitaba en la política, encajó perfectamente en la lógica de los "fierros", que era la que primaba en la política de Montoneros. Osado y eficaz en ese plano, el Loco ascendió en la guerrilla, donde esas características eran más valiosas que la política o la ideología. Así llegó al grado de oficial de la columna norte del Gran Buenos Aires. Galimberti subía y bajaba en la estructura interna. Era eficiente en la acción militar, pero la conducción lo consideraba demasiado "liberal, individualista y con actitudes pequeño-burguesas" y nunca llegó a tener un grado muy alto. En setiembre de 1974 participó en el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born por el cual la guerrilla obtuvo un rescate de más de 60 millones de dólares. Era el secuestro más rentable en la historia de las guerrillas en el mundo. Tras el 24 de marzo de 1976, la Columna Norte, con Galimberti incluido, planteó una disidencia de izquierda y fue intervenida. El Loco desapareció varios meses. Cuando volvió a contactarse dijo que había sido herido en un enfrentamiento. Salió del país y se hizo una autocrítica por la disidencia en la que había participado. Pero cuando la conducción de Montoneros lanzó la "contraofensiva", el Loco se puso en disidencia nuevamente y se escindió con un grupo que se denominó "Peronismo en la Resistencia". Su vida entró en una zona oscura, lejos de la acción heroica y de la fama política. Trabajaba como taxista en Francia y su segunda mujer, Julieta, hermana de Patricia Bullrich, murió en un accidente. Regresó cuando se fueron los militares, pero tenía que estar clandestino, sin plata, sin prestigio, sin reconocimiento, con sólo un puñado de simpatizantes. Se sentía un perdedor. Se vinculó a los "carapintada", desarrolló una profunda aversión contra la clase política que no lo reconocía y hacia una cultura política que lo relegaba al rincón oscuro de los perdedores. Decidió que estaba para más, aprovechó un llamado de Carlos Menem a la "reconciliación" y arregló un encuentro con Jorge Born, su ex secuestrado, le pidió perdón, además de trabajo y se puso de acuerdo con el fiscal Juan Romero Victorica para devolverle lo que quedara del rescate que habían cobrado los Montoneros. Denunció a algunos de sus ex compañeros y creció primero como guardaespalda y luego como socio de Born y de Jorge Rodríguez, esposo de Susana Giménez, en la empresa Hard Communications, que fue acusada de estafar al Hogar Felices Los Niños, de chicos de la calle. Para diversificar sus negocios se asoció con dos ex agentes de la CIA en una agencia de seguridad que trabajaba con el grupo Exxel. Tenía un looft, autos deportivos y una colección de motos. El jefe guerrillero se había convertido en un gordo en motocicleta. En su biografía explica que tomó ese camino en homenaje a la generación de los ‘70 que había caído por sus ideales, para demostrar que "ellos también hubieran podido ser exitosos en esta nueva realidad". Si alguno de los caídos en los ‘70 reviviera, seguramente no le hubiera gustado el homenaje. Es más probable que al decir eso pensara más en el reconocimiento de su severo y ambiguo papá ErnestoSe murió hace mucho Por Miguel Bonasso Dicen que Rodolfo Gabriel Galimberti se murió ayer a los 54 años, pero no es cierto: se murió a comienzos de la década del 80, cuando se entrevistó en secreto con el Almirante Cero en el Buenos Aires del crimen y cambió de camisa. El que se murió ayer, como cualquier gerente, en una operación de aorta, era un gordo homónimo que posaba de canalla en revistas amarillas con viejecitos que ya están en el PAMI de la CIA aunque aún sigan jodiendo. Es más: imagino al verdadero Loco Galimberti haciendo bromas crueles sobre el gordo madurón que se quedó en la operación como cualquier boludo. Un gordo que no cayó en el Líbano, ni en la Franja de Gaza; ni en una esquina de la zona norte de Buenos Aires junto a Carlitos Goldenberg; ni siquiera en la Harley Davidson que estacionaba, imponente, en la puerta del Museo Renault. A mi modo de ver lo único que tenían en común el verdadero Galimba y el dueño de la agencia de seguridad del Exxel Group que murió ayer a la mañana era la sonrisa mordaz, la mueca despectiva de una boca tajeada, casi sin labios. No, en verdad les digo: aquel que llamaban el Tano, el Loco, Alejandro, murió a fines de los setenta, a lo sumo comienzos de los ochenta. Créanme, yo lo conocí: era arrogante y precozmente cínico, cargaba cierta gomina de chico nacionalista del Petit Café, pero poseía un talento político y un arrojo nada comunes. El Perón que jugaba al ajedrez con el dictador militar Alejandro Lanusse lo hizo delegado de la Juventud y el Loco organizó a miles de jóvenes bajo las temerarias banderas de los Montoneros. Luego Perón lo bajaría de un hondazo cuando el delegado juvenil lo puso en aprietos al anunciar la creación de las "milicias populares". El Loco, entonces, tuvo que "proletarizarse" y "bajar a la base", así como después tendría que "militarizarse" en la famosa Columna Norte. A fines del ‘76 recibió en la cabeza el "raspón" de una bala de 45 y salvó su vida milagrosamente gracias a unos anónimos ciudadanos que lo guardaron en su casa (un relato que algunos jefes montoneros, como Fernando Vaca Narvaja, pusieron siempre en duda, sospechando que había caído y "negociado su vida con el enemigo"). A comienzos de los 80, después de romper con la conducción de Mario Firmenich, sacó un documento que prenunciaba al futuro socio de Jorge Born y concedió una entrevista en París a Siete Días donde denunciaba a Vicente Saadi y a otros dirigentes peronistas como "agentes soviéticos". Saadi lo calificó acertadamente como "botón" y creo que ese fue su testamento. Después apareció en escena el gordo homónimo que se casó en Punta del Este, con invitados como Jorge Radice y el fiscal Juan Martín Romero Victorica. El que armó una tramoya para sacarles dinero a los Graiver y dárselo a su nuevo patrón, Jorge Born. El amigo del Corcho Jorge Rodríguez. El que se quedó ayer por la mañana en la sala de operaciones. [Página/12/, 13/02/02 |
Contra el imperialismo económico a la vuelta de la esquina, el peronismo desarrollaría el programa de la independencia económica. La política económica del tercer peronismo sería nacional, industrial, popular y antiimperialista como en sus dos primeros gobiernos y esta vez, estaría en manos del ex delegado de la CGE, José Ber Gelbard, lo mismo que durante el período de Cámpora y de Lastiri. El rumbo de la economía sería uno de los puntos inmodificables del tercer gobierno peronista y se mantendría inquebrantable mientras el General permaneció con vida. La fórmula económica del tercer gobierno, sería similar a la primera presidencia en lo que respecta al rol que deberían jugar los terratenientes: como proveedores de los alimentos a buen precio para mantener bajo el costo del salario de la industria y como dotadores de divisas para la importación de maquinaria industrial. Para garantizar este último punto y de manera similar al Segundo Plan Quinquenal, Gelbard intentaría que el campo aumentara la productividad. La fórmula esta vez, estaría dada por la expansión de la explotación de tierras más allá del corazón de la Sociedad Rural Argentina centrado en la Pampa Húmeda: un proyecto de una nueva Ley Agraria establecía un impuesto a la renta potencial de la tierra. El proyecto nunca dejaría de ser tal y la ley no sería sancionada en el Parlamento. Este esquema de proyecto de ley se complementaría con un sistema de retenciones a las exportaciones. La hegemonía de los programas de la CGE sobre las multinacionales y el capital financiero, obligaría a la banca a ponerse al servicio de la producción nacional bajo la tutela del Estado, que con estas medidas, intentaría cerrar el grifo de la especulación financiera. Se nacionalizarían los depósitos bancarios y se generarían líneas de crédito especiales para la industria nacional.
Los gobiernos del lobby de las grandes multinacionales y los banqueros extranjeros, base del endeudamiento y el derroche del trabajo nacional expresado en fuga de capitales y especulación financiera, tendrían un tope con el gobierno popular. Las multinacionales verían reducido su espacio en la mesa de toma de decisiones del Ministerio de Economía, tal 259 como habían sido tiempo atrás beneficiadas por Vasena. Con ello, las empresas extranjeras perderían el privilegio de tener la prioridad para acceder al ahorro nacional y a los créditos de los organismos internacionales y deberían someterse a la regulación bancaria, a la ley de precios máximos y al tutelaje del Estado nacional y popular.
Enfrentamiento entre Perón y la Tendencia
Perón regresaría al país para ocupar el lugar de Cámpora, pero esta vez y a diferencia de la coyuntura del desembarco del "Tío", no sería necesario hacerlo a través de las Formaciones Especiales, ni de la lucha armada, sino que el método sería el clásico: elecciones y reconstrucción del movimiento nacional pautado bajo el mando del líder, en pos de reconstruir el programa de la Comunidad Organizada. La izquierda peronista debería sumarse al esquema frentista en los términos planteados por Perón o en su defecto, como mostró la dinámica de la política nacional, la disputa dentro del Movimiento llevaría a que el General moviera el péndulo hacia la derecha: en un marco de desconfianza hacia los militares, la derecha política del tercer peronismo sería ocupada por grupos clandestinos y por sectores de la Policía Federal manejada por el equipo de López Rega, nombrado por Perón. Villar, Osinde y López Rega operarían haciendo uso de la violencia terrorista sobre la Tendencia. Más que organizar el terrorismo de las tres A, Perón se relacionaría con ellas dándole su aprobación con la omisión a los reclamos de los familiares de los caídos. Los actos de terrorismo de las AAA para desarticular a la izquierda del Movimiento, serían acompañados, además, por una táctica de desplazamiento político de dirigentes de la Tendencia, ante la mirada y la boca muda de Perón. La historia argentina en un juego circular de repeticiones regresaría sangrientamente: en su momento, Perón no intervendría ni pondría freno al pedido de Lanusse de terminar con la violencia y la acción de las Formaciones Especiales sobre los objetivos militares y tampoco lo haría esta vez y a sugerencia de la Tendencia, para terminar con la violencia de la AAA. El General, sería nuevamente el árbitro de la partida, pero a diferencia de 1971, en este juego de guerra de posiciones, el viento soplaría y llevaría la pólvora hacia la derecha de la política nacional.
Con anterioridad a la llegada de Perón al país, éste ya había tenido sus primeros desencuentros con la Tendencia tal como comentamos precedentemente, en su encuentro con FAR-Montoneros. Asimismo, quedarían formulados en la decisión de Perón de situar a la juventud en el diseño de la Comunidad Organizada o en su defecto, dejarla relegada del esquema de toma de decisiones del Movimiento: Perón desde Puerta de Hierro y ante la llegada de comentarios sobre el intento de Galimberti de formar milicias armadas, destituiría al representante de la Juventud Peronista del Consejo Superior Justicialista. Este castigo al "exceso" del representante de la Tendencia, sería visto con buenos ojos por los militares argentinos y por los sectores sindicales y del Partido Justicialista. El peronismo sería peronista o no sería nada, indicaría el General, mientras caían los dirigentes de la JP.
Posteriormente, bajo la conducción de Perón en la Argentina, se reuniría el Congreso General Justicialista, que a diferencia del período camporista, no contaría con la "Rama Juvenil" expulsada del Partido en junio de 1974. En este marco, la Tendencia agudizaría la disputa con Perón en una contienda política que terminaría en un suma cero para el movimiento popular de nuestro país, ante el avance de la derecha y del capital trasnacional.
La violencia de las Formaciones Especiales y el llamado de Perón al desarme
Los gobiernos del lobby de las grandes multinacionales y los banqueros extranjeros, base del endeudamiento y el derroche del trabajo nacional expresado en fuga de capitales y especulación financiera, tendrían un tope con el gobierno popular. Las multinacionales verían reducido su espacio en la mesa de toma de decisiones del Ministerio de Economía, tal 259 como habían sido tiempo atrás beneficiadas por Vasena. Con ello, las empresas extranjeras perderían el privilegio de tener la prioridad para acceder al ahorro nacional y a los créditos de los organismos internacionales y deberían someterse a la regulación bancaria, a la ley de precios máximos y al tutelaje del Estado nacional y popular.
Enfrentamiento entre Perón y la Tendencia
Perón regresaría al país para ocupar el lugar de Cámpora, pero esta vez y a diferencia de la coyuntura del desembarco del "Tío", no sería necesario hacerlo a través de las Formaciones Especiales, ni de la lucha armada, sino que el método sería el clásico: elecciones y reconstrucción del movimiento nacional pautado bajo el mando del líder, en pos de reconstruir el programa de la Comunidad Organizada. La izquierda peronista debería sumarse al esquema frentista en los términos planteados por Perón o en su defecto, como mostró la dinámica de la política nacional, la disputa dentro del Movimiento llevaría a que el General moviera el péndulo hacia la derecha: en un marco de desconfianza hacia los militares, la derecha política del tercer peronismo sería ocupada por grupos clandestinos y por sectores de la Policía Federal manejada por el equipo de López Rega, nombrado por Perón. Villar, Osinde y López Rega operarían haciendo uso de la violencia terrorista sobre la Tendencia. Más que organizar el terrorismo de las tres A, Perón se relacionaría con ellas dándole su aprobación con la omisión a los reclamos de los familiares de los caídos. Los actos de terrorismo de las AAA para desarticular a la izquierda del Movimiento, serían acompañados, además, por una táctica de desplazamiento político de dirigentes de la Tendencia, ante la mirada y la boca muda de Perón. La historia argentina en un juego circular de repeticiones regresaría sangrientamente: en su momento, Perón no intervendría ni pondría freno al pedido de Lanusse de terminar con la violencia y la acción de las Formaciones Especiales sobre los objetivos militares y tampoco lo haría esta vez y a sugerencia de la Tendencia, para terminar con la violencia de la AAA. El General, sería nuevamente el árbitro de la partida, pero a diferencia de 1971, en este juego de guerra de posiciones, el viento soplaría y llevaría la pólvora hacia la derecha de la política nacional.
Con anterioridad a la llegada de Perón al país, éste ya había tenido sus primeros desencuentros con la Tendencia tal como comentamos precedentemente, en su encuentro con FAR-Montoneros. Asimismo, quedarían formulados en la decisión de Perón de situar a la juventud en el diseño de la Comunidad Organizada o en su defecto, dejarla relegada del esquema de toma de decisiones del Movimiento: Perón desde Puerta de Hierro y ante la llegada de comentarios sobre el intento de Galimberti de formar milicias armadas, destituiría al representante de la Juventud Peronista del Consejo Superior Justicialista. Este castigo al "exceso" del representante de la Tendencia, sería visto con buenos ojos por los militares argentinos y por los sectores sindicales y del Partido Justicialista. El peronismo sería peronista o no sería nada, indicaría el General, mientras caían los dirigentes de la JP.
Posteriormente, bajo la conducción de Perón en la Argentina, se reuniría el Congreso General Justicialista, que a diferencia del período camporista, no contaría con la "Rama Juvenil" expulsada del Partido en junio de 1974. En este marco, la Tendencia agudizaría la disputa con Perón en una contienda política que terminaría en un suma cero para el movimiento popular de nuestro país, ante el avance de la derecha y del capital trasnacional.
La violencia de las Formaciones Especiales y el llamado de Perón al desarme
Las Formaciones Especiales tendrían una función clara hasta el año 1973, que marca el regreso del General Perón al país luego de 18 años de lucha. A partir de aquí, se abriría para las organizaciones populares y para el pueblo argentino, una etapa política signada por la ausencia de proscripciones. Sería el momento de desarrollar la inserción política de las masas: éste fue el mensaje de Perón a la juventud, en su llamado a abandonar la lucha armada y a reconstruir la Comunidad Organizada y el capitalismo nacional. Para muchas organizaciones, el proyecto de Perón estaría lejos de su programa y expectativas: ya sea el de Socialismo Nacional de Montoneros o el de Socialismo Marxista del PRT-ERP. Ahora bien, pese a las diferencias de proyectos, lo que muchas organizaciones de la Tendencia y la izquierda marxista no supieron ver, fue que tras años de lucha, se daban las condiciones irrepetibles hasta el día de la fecha, para construir una política en los frentes de masas. Esta política sería la única posibilidad para garantizar el triunfo popular en una sociedad atravesada por instituciones formadoras de subjetividad y artífices de la colonización pedagógica: partidos, prensa, Iglesias, sindicatos, fundaciones y universidades. La disputa por la hegemonía en una sociedad como la nuestra, estaría y está dada aún, por la capacidad de las organizaciones de llevar adelante un proyecto sobre las instituciones formadoras de ideología y de los programas de gobierno. Esta actividad implicaba superar la mera disputa en el terreno militar y las acciones ejemplificadoras como elementos de concientización. Al militarizar la disputa política, los sectores de la Tendencia y de la izquierda marxista, permitieron al enemigo jugar en un terreno en el cual tenía claras ventajas comparativas.
Muchas organizaciones no estarían dispuestas a desensillar la marcha para abandonar la disputa militar y construir política desde el llano: el ERP el 25 de marzo de 1973 tomaría las instalaciones de Atucha, en abril del mismo año secuestraría al Almirante Francisco 261 Aleman, en septiembre de 1973 asaltaría el Comando de Sanidad del Ejército, en enero de 1974, atacaría el Regimiento X Húsares de Pueyrredón en Azul, una fábrica de explosivos en Córdoba, entre otras acciones. Los Montoneros entendieron la importancia de la llegada del gobierno popular y la oportunidad irrepetible que se abría para construir un frente de masas y por breve período de tiempo, abandonaron la lucha armada y se sumaron a la campaña del General Perón. No fue la misma actitud que tendría el ERP y las FAP que seguirían generando operativos militares enfrentando a Perón y con eso y pese a sus intenciones, separando a las masas de los grupos guerrilleros. El uso de la violencia política tras 1973 con el regreso del gobierno popular al poder, a diferencia de lo que suponían las organizaciones armadas, tendría un significado diferente para los obreros. La guerrilla transitaba hacia al lugar en donde las FFAA armadas demostrarían ser más efectivas y en el plano del enfrentamiento directo, el pueblo no se movilizaría para respaldar a los combatientes populares. En el plano militar y a lo largo del desarrollo de la lucha guerrillera en Argentina, las posibilidades de derrotar a los ejércitos regulares serían ilusorias y ante el alejamiento de las masas, los guerrilleros serían diezmados por el aparato represivo, primero parapolicial y luego, militar de la dictadura de 1976.
Al margen de contar con la presencia de Perón en el país luego de 18 años de resistencia obrera y de protagonismo juvenil, el llamado a la tregua para bajar las armas e iniciar el tiempo de la política de masas hecho por el General, no se cumplió. Esta medida fue desconocida no sólo por la izquierda marxista, sino además, por sectores de la Tendencia y por las Formaciones Especiales: el 25 de septiembre de 1973 Rucci, Secretario General de la CGT y uno de los pilares del Pacto Social y del tercer gobierno de Perón, fue ejecutado.
Muchas organizaciones no estarían dispuestas a desensillar la marcha para abandonar la disputa militar y construir política desde el llano: el ERP el 25 de marzo de 1973 tomaría las instalaciones de Atucha, en abril del mismo año secuestraría al Almirante Francisco 261 Aleman, en septiembre de 1973 asaltaría el Comando de Sanidad del Ejército, en enero de 1974, atacaría el Regimiento X Húsares de Pueyrredón en Azul, una fábrica de explosivos en Córdoba, entre otras acciones. Los Montoneros entendieron la importancia de la llegada del gobierno popular y la oportunidad irrepetible que se abría para construir un frente de masas y por breve período de tiempo, abandonaron la lucha armada y se sumaron a la campaña del General Perón. No fue la misma actitud que tendría el ERP y las FAP que seguirían generando operativos militares enfrentando a Perón y con eso y pese a sus intenciones, separando a las masas de los grupos guerrilleros. El uso de la violencia política tras 1973 con el regreso del gobierno popular al poder, a diferencia de lo que suponían las organizaciones armadas, tendría un significado diferente para los obreros. La guerrilla transitaba hacia al lugar en donde las FFAA armadas demostrarían ser más efectivas y en el plano del enfrentamiento directo, el pueblo no se movilizaría para respaldar a los combatientes populares. En el plano militar y a lo largo del desarrollo de la lucha guerrillera en Argentina, las posibilidades de derrotar a los ejércitos regulares serían ilusorias y ante el alejamiento de las masas, los guerrilleros serían diezmados por el aparato represivo, primero parapolicial y luego, militar de la dictadura de 1976.
Al margen de contar con la presencia de Perón en el país luego de 18 años de resistencia obrera y de protagonismo juvenil, el llamado a la tregua para bajar las armas e iniciar el tiempo de la política de masas hecho por el General, no se cumplió. Esta medida fue desconocida no sólo por la izquierda marxista, sino además, por sectores de la Tendencia y por las Formaciones Especiales: el 25 de septiembre de 1973 Rucci, Secretario General de la CGT y uno de los pilares del Pacto Social y del tercer gobierno de Perón, fue ejecutado.
Aunque no declarado públicamente por la Tendencia, Perón se lo adjudicaría a Montoneros y, con posterioridad al hecho difundiría en la conducción del Movimiento un "Documento Reservado" en donde declararía la guerra a la subversión marxista y a los infiltrados en el Movimiento. En esta línea de militarización de la disputa política dentro del Movimiento morirían el 22 de marzo, Rogelio Coria, ex dirigente de la UOCRA; el 1º de julio de 1974 Félix Navarro, guardaespaldas de la UOCRA; el 15 de julio de 1974 Arturo Mor Roig, Ministro del Interior de Lanusse, el 17 de julio de 1974, David Kraiselburd, propietario del diario El Día.258 Ante la imposibilidad en el mediano plazo de garantizar el cese del fuego, tanto del ERP, como de Montoneros o de las FAP, Perón reforzaría la legislación para reprimir a "los infiltrados del Movimiento" y en enero de 1974, sancionaría una reforma del 262 Código Penal que castigaba duramente las actividades guerrilleras y la tenencia de armas. El debate sobre la aprobación de esta reforma terminó con la renuncia de los ocho Diputados de la izquierda peronista el 24 de enero de 1974. Detrás de las acciones guerrilleras caerían los políticos de la Tendencia, generando el pretexto necesario y dando lugar, al avance de la derecha bajo la aprobación de Perón: detrás de Rucci se irían los diputados peronistas de la Tendencia; detrás del copamiento del Regimiento en Azul, sería destituido Bidegain de la gobernación de Buenos Aires y la lista es extensa. El enfrentamiento entre Perón y la juventud tendría su corolario en la conmemoración del 1º de mayo de 1974. En esta fecha, pese a la prohibición por parte del General, la inmensa columna de la Tendencia ingresaría a la plaza tras las banderas de Montoneros y de la JP. Las provocaciones de la juventud hacia el resto del Movimiento no se harían esperar y las columnas de la Tendencia ingresarían a la plaza entonando los cánticos "Si Evita viviera, sería Montonera", "No queremos carnaval, Asamblea popular", "¿Qué pasa, qué pasa, qué pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?" El desafío al sindicalismo y a las corrientes de centro del Movimiento, implicaría una ofensa y un enfrentamiento con las decisiones de Perón, que abandonaría su posición conciliadora típica de la Comunidad Organizada e increparía duramente a la Tendencia, caratulando de imberbes e infiltrados a sus componentes. La extensa columna de Montoneros se retiraría de la plaza cantando "Rucci traidor, saludos a Vandor" y detrás de ellos, gran cantidad de militantes llevarían su desasosiego hacia las afueras de la Plaza y lo que sería aun más grave, más tarde, hacia los márgenes del Movimiento Justicialista.
Perón moriría el 1º de julio de 1974 y la hegemonía del sector lopezreguista se haría sentir por algún tiempo desde la acción de las AAA, CNU y el Comando de Organización.
El enfrentamiento directo de la juventud al gobierno de Isabel, la militarización de Montoneros y su pase a la clandestinidad, estarían a la vuelta de la esquina y tendrían fuerte repercusión sobre el programa de la universidad.
La Universidad
"La universidad representa todavía al colonialismo, pero ya el estudiantado pertenece al país." Juan José Hernández Arregui (259).
La denominada "universidad peronista" a la cual nos vamos a circunscribir en este apartado, refiere al período iniciado por la intervención el 29 de mayo del año 1973 que se extiende hasta el 17 de septiembre del año 1974. En ese período se desempeñaron como Rectores interventores de la UBA, Rodolfo Puiggrós, Alberto Banfi, Ernesto Villanueva, Vicente Solano Lima y Raúl Laguzzi. El Ministro de Educación durante este breve proceso sería el Dr. Jorge Taiana. En el contexto de la llegada de Cámpora al gobierno, la universidad, como la sociedad en su conjunto, era un hervidero político. Como consecuencia de las sucesivas intervenciones militares, que habían disuelto gobiernos, reprimido a estudiantes, expulsado docentes y reformado planes de estudio, los movimientos estudiantiles habían crecido enormemente al calor de la lucha y tomaban las riendas de la batalla política e ideológica en el interior de la institución. Amplias franjas de estudiantes y de docentes avanzaban hacia una visión nacional y popular de la realidad argentina, lo cual encontraría una férrea oposición en gran parte de las autoridades de una universidad ligada al país de los años que van de 1955 a 1973. La nacionalización de la universidad implicaba la reformulación y la crítica de la historia oficial, tanto de derechas, como de izquierdas. Las historias de sangre y luchas de nuestro país estaban latentes y formaban parte de los debates por la liberación nacional. Comenzaba a comprenderse que la lucha de clases en Argentina debía mirarse desde la óptica nacional y que, en nuestra condición de país latinoamericano del Tercer mundo, la confrontación implicaba una batalla entre el programa de liberación y el esquema histórico de la dependencia. Resulta importante reforzar la idea de que hacia 1973, la universidad sería uno de los pocos terrenos que Montoneros ocuparía sin discusión en el reparto de los espacios de influencia en el Estado. Además, la JUP en estrecha relación con Montoneros, había ganado nueve de los trece centros de estudiantes de la UBA, hecho que nunca volvió a repetirse en la historia argentina. La relación de la Tendencia con múltiples funcionarios universitarios era estrecha. Por ejemplo, el rector de la Universidad sería Rodolfo Puiggrós,260 historiador que había militado en el Partido Comunista hasta mediados de 1940, cuando se pasó al incipiente peronismo y que hacia 1970, será apoyado por la Tendencia. En el plano ideológico, Puiggrós perteneció a las nuevas corrientes de intelectuales que empezaron a concebir la escritura de la historia desde un revisionismo nacionalista vinculado con el marxismo. Las modificaciones de la universidad no eran únicamente propias de la UBA, sino que formaban parte de un proceso nacional. Por ejemplo y por citar un caso, en la Universidad de La Plata, sería nombrado Rector Rodolfo Agoglia, peronista de la primera época, que ya había sido Decano de la Facultad de Humanidades en los períodos 1953-55 y 1969-70; y en la Universidad del Sur, sería designado Víctor Bennano, antiguo miembro de la vieja Confederación General Universitaria(261). El equipo de conducción de la UBA en este período quedó establecido de la siguiente forma (262):
Perón, Isabel y López Rega |
Secretario General: Ernesto Villanueva.
Secretario de Planeamiento: Jorge Carpio.
Secretario de Asuntos Académicos y Estudiantiles: Leonardo Rabinovich.
Secretaría Operativa: Fidel Albertoni.
Decanos: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales: Mario Kestelboim.
Facultad de Medicina: Mario Testa; 5/74 Ricardo Saiegh.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales: Miguel A. Virasoro; 12/73 Roberto Lugo; 04/74 Manuel Sadosky; 4/74 Gustavo Dussel.
Facultad de Filosofía y Letras: Justino O´Farrell; 4/74 Adriana Puiggrós.
Facultad de Agronomía: Horacio Pericoli.
Facultad de Veterinaria: Francisco Rossi; 4/74 Hugo Olais.
Facultad de Ciencias Económicas: Oscar Sbarra Mitre.
Facultad de Odontología: Alberto Banfi; 12/73 Manuel Rey Millares.
Facultad de Arquitectura: Alfredo Ibarlucía.
Facultad de Ingeniería: Enrique Martínez: 4/74 Jorge Roullet.
Facultad de Farmacia: Marcelo Cereijido; 8/73 Raúl Laguzzi.
Los Directores de Carreras de la UBA también estarían estrechamente ligados a la Tendencia, entre ellos y por citar algunos, en Historia se encontraba Rodolfo Ortega Peña, en Sociología, Pablo Franco y en Letras, Francisco Urondo. El hecho de que gran parte de las autoridades perteneciera a los sectores más dinámicos del peronismo, dio lugar para la implementación de nuevos esquemas de intervención pedagógica y permitió el desarrollo de otro tipo de vinculación de la universidad con la sociedad circundante. La gran cantidad de experiencias políticas previas, tanto docentes, como estudiantiles, que comentamos en los capítulos anteriores, oficiarían como marco conceptual para transformar la universidad.
Reiteramos también, que en 1973 la JUP había resultado vencedora en las elecciones tras décadas de proscripción peronista. El marco universitario general de operaciones de la JUP contaría con los niveles de participación estudiantil más altos que haya conocido la universidad, que durante el período de referencia, perduraría en un estado "virtual de asamblea permanente." En este contexto, se conformaría posteriormente la FULNBA (Federación Universitaria de Liberación Nacional de Buenos Aires) presidida por Miguel Talento. Los claustros docente, estudiantil y no docente, llegarían en el año 1973 a las puertas de la universidad bajo el apoyo de los funcionarios nacionales, como era el dado por el presidente electo Cámpora y el Ministro de Educación, Jorge Taiana. En este momento, dentro de la universidad, en las puertas de la caja de cristal de la clase media antinacional y cuestionando los programas de los intelectuales al servicio de la ciencia "independiente", el pueblo se haría presencia. La historia viva de las luchas de liberación nacional ingresaba y sacudía las bases de una institución, que una vez apagados sus anhelos de progreso con posterioridad a la reforma de 1918, estaría controlada durante décadas por sectores políticos ajenos al movimiento y a
la lucha de las masas del pueblo argentino.
NOTAS
257 De un total de 14.256.791 empadronados, votaron 12.240.916 personas. Los resultados fueron: FREJULI:
61,86 %; U.C.R.: 24,42 %; Alianza Popular Federal: 12,20 %; Resto: 1,52 %.
258 Gillespie (1987), p. 207.
259 Hernández Arregui (1972), pp. 147-148.
260 Ver el apartado siguiente sobre el pensamiento de Puiggrós.
261Barletta (2002), p. 5.
262 Vásquez (1987).
264 Vásquez (1987).
Secretario de Planeamiento: Jorge Carpio.
Secretario de Asuntos Académicos y Estudiantiles: Leonardo Rabinovich.
Secretaría Operativa: Fidel Albertoni.
Decanos: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales: Mario Kestelboim.
Facultad de Medicina: Mario Testa; 5/74 Ricardo Saiegh.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales: Miguel A. Virasoro; 12/73 Roberto Lugo; 04/74 Manuel Sadosky; 4/74 Gustavo Dussel.
Facultad de Filosofía y Letras: Justino O´Farrell; 4/74 Adriana Puiggrós.
Facultad de Agronomía: Horacio Pericoli.
Facultad de Veterinaria: Francisco Rossi; 4/74 Hugo Olais.
Facultad de Ciencias Económicas: Oscar Sbarra Mitre.
Facultad de Odontología: Alberto Banfi; 12/73 Manuel Rey Millares.
Facultad de Arquitectura: Alfredo Ibarlucía.
Facultad de Ingeniería: Enrique Martínez: 4/74 Jorge Roullet.
Facultad de Farmacia: Marcelo Cereijido; 8/73 Raúl Laguzzi.
Los Directores de Carreras de la UBA también estarían estrechamente ligados a la Tendencia, entre ellos y por citar algunos, en Historia se encontraba Rodolfo Ortega Peña, en Sociología, Pablo Franco y en Letras, Francisco Urondo. El hecho de que gran parte de las autoridades perteneciera a los sectores más dinámicos del peronismo, dio lugar para la implementación de nuevos esquemas de intervención pedagógica y permitió el desarrollo de otro tipo de vinculación de la universidad con la sociedad circundante. La gran cantidad de experiencias políticas previas, tanto docentes, como estudiantiles, que comentamos en los capítulos anteriores, oficiarían como marco conceptual para transformar la universidad.
Reiteramos también, que en 1973 la JUP había resultado vencedora en las elecciones tras décadas de proscripción peronista. El marco universitario general de operaciones de la JUP contaría con los niveles de participación estudiantil más altos que haya conocido la universidad, que durante el período de referencia, perduraría en un estado "virtual de asamblea permanente." En este contexto, se conformaría posteriormente la FULNBA (Federación Universitaria de Liberación Nacional de Buenos Aires) presidida por Miguel Talento. Los claustros docente, estudiantil y no docente, llegarían en el año 1973 a las puertas de la universidad bajo el apoyo de los funcionarios nacionales, como era el dado por el presidente electo Cámpora y el Ministro de Educación, Jorge Taiana. En este momento, dentro de la universidad, en las puertas de la caja de cristal de la clase media antinacional y cuestionando los programas de los intelectuales al servicio de la ciencia "independiente", el pueblo se haría presencia. La historia viva de las luchas de liberación nacional ingresaba y sacudía las bases de una institución, que una vez apagados sus anhelos de progreso con posterioridad a la reforma de 1918, estaría controlada durante décadas por sectores políticos ajenos al movimiento y a
la lucha de las masas del pueblo argentino.
NOTAS
257 De un total de 14.256.791 empadronados, votaron 12.240.916 personas. Los resultados fueron: FREJULI:
61,86 %; U.C.R.: 24,42 %; Alianza Popular Federal: 12,20 %; Resto: 1,52 %.
258 Gillespie (1987), p. 207.
259 Hernández Arregui (1972), pp. 147-148.
260 Ver el apartado siguiente sobre el pensamiento de Puiggrós.
261Barletta (2002), p. 5.
262 Vásquez (1987).
264 Vásquez (1987).
Retorno y derrumbe - Parte 1 (15 min) - Guía del video |
Retorno y derrumbe - Parte 2 (15 min)
|
Publicidad FREJULI 1973 - Parte 1 | Publicidad FREJULI 1973 - Parte 2 |
"La ultraizquierda son ustedes"
Conferencia de prensa del Presidente Perón el 08/02/74
Al producirse el ataque del ERP al Regimiento de Azul (19 de enero de 1974) el presidente Perón lanzó públicamente una advertencia: "Si no tenemos ley el camino será otro, pero les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia nosotros tenemos más medios, ¡y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes!"
Conferencia de prensa del Presidente Perón el 08/02/74
Al producirse el ataque del ERP al Regimiento de Azul (19 de enero de 1974) el presidente Perón lanzó públicamente una advertencia: "Si no tenemos ley el camino será otro, pero les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia nosotros tenemos más medios, ¡y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes!"
A los pocos días, durante una conferencia de prensa en Olivos (publicada en La Nación el 09/02/74), la periodista Ana Guzzetti del diario El Mundo (financiado por el PRT-ERP, mientras el diario Noticias era financiado por la organización Montoneros) le reclamó:
: De juventud maravillosa a infiltrados, sin escalas (Perón, febrero 1974)
|
-Ana Guzzetti: Señor presidente, cuando usted tuvo la primera conferencia de prensa con nosotros, yo le pregunté qué medidas iba a tomar el gobierno para parar la escalada de atentados fascistas que sufrían los militantes populares. A partir de los hechos conocidos por todos, de Azul, y después de su mensaje llamando a defender al gobierno, esa escalada fascista se ha ampliado mucho más. En el término de dos semanas hubo exactamente veinticinco unidades básicas voladas, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda; hubo doce militantes muertos, y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha.
-Perón: ¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. (dirigiéndose al edecán aeronáutico dijo) ¡Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra esta señorita!
Sin intimidarse la periodista respondió:
-Ana Guzzetti: ¡Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados fascistas!
-Perón: Las que se están tomando, esos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha; la ultraizquierda, que son ustedes (señalado a la periodista con el dedo) y la ultraderecha, que son los otros. De manera que arreglense entre ustedes; la policía procederá y la justicia también. Indudablemente que el poder ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la justicia; a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz, y lo que ustedes no quieren es paz.
-Perón: ¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. (dirigiéndose al edecán aeronáutico dijo) ¡Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra esta señorita!
Sin intimidarse la periodista respondió:
-Ana Guzzetti: ¡Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados fascistas!
-Perón: Las que se están tomando, esos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha; la ultraizquierda, que son ustedes (señalado a la periodista con el dedo) y la ultraderecha, que son los otros. De manera que arreglense entre ustedes; la policía procederá y la justicia también. Indudablemente que el poder ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la justicia; a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz, y lo que ustedes no quieren es paz.
Ana Guzzetti: Le aclaro que soy militante del Movimiento Peronista desde hace trece años.
- Perón: ¡Hombre, lo disimula muy bien!
- Perón: ¡Hombre, lo disimula muy bien!
La clausura del diario El Mundo se produjo de inmediato, y dos nuevas muertes se sumarán a la violencia desatada: Montoneros atenta contra el sindicalista Rogelio Coria y el ERP contra el juez Jorge Quiroga. Ana Guzzetti sobrevivió al episodio, trabajó en Télam y otros medios, murió en Trenque Lauquen en 2012.
La Tendencia Revolucionaria del Peronismo
Por José Amorin
A fines de 1968 y en enero de 1969 se realizaron dos congresos del Peronismo Revolucionario. El tema central que cruzaba a ambos pasaba, en primer lugar, por la metodología de lucha para enfrentar a la dictadura de Onganía. Y, hacia el interior del movimiento peronista, cómo imponerse o desplazar a los sectores proclives a conciliar con el Poder para lograr espacios políticos y convivir con dicho Poder sin cuestionarlo como tal.
En el Congreso del '68 participaron Bernardo Alberte -poco tiempo antes destituido como delegado de Perón-, el máximo teórico del Peronismo Revolucionario -Cooke, el fundador del Movimiento Revolucionario Peronista y de la Juventud Revolucionaria Peronista -Gustavo Rearte-, varios dirigentes de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y algunos futuros montoneros como Sabino Navarro, Hobert y Gustavo Lafleur. Todos los participantes coincidían en que al estar cerradas las vías legales de expresión política había que desarrollar la lucha armada.
Ello, con escasas excepciones, estaba fuera de discusión. Lo que se discutía era en qué condiciones desarrollar esta lucha. Si era o no el momento de tomar las armas, si estaban dados los requisitos políticos, si no era menester desarrollar previamente una fuerte organización popular que diera sustento -político e infraestructural-a la lucha armada, o si la misma lucha armada generaría las condiciones para desarrollar la organización popular.Al finalizar el Congreso quedaron establecidas dos posiciones: una postulaba que, aunque la lucha armada iba a ser imprescindible en el futuro y había que tenerla presente en cualquier desarrollo estratégico, las condiciones 2 objetivas y el nivel de organización popular no eran todavía suficientes para implementarla.
A fines de 1968 y en enero de 1969 se realizaron dos congresos del Peronismo Revolucionario. El tema central que cruzaba a ambos pasaba, en primer lugar, por la metodología de lucha para enfrentar a la dictadura de Onganía. Y, hacia el interior del movimiento peronista, cómo imponerse o desplazar a los sectores proclives a conciliar con el Poder para lograr espacios políticos y convivir con dicho Poder sin cuestionarlo como tal.
En el Congreso del '68 participaron Bernardo Alberte -poco tiempo antes destituido como delegado de Perón-, el máximo teórico del Peronismo Revolucionario -Cooke, el fundador del Movimiento Revolucionario Peronista y de la Juventud Revolucionaria Peronista -Gustavo Rearte-, varios dirigentes de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y algunos futuros montoneros como Sabino Navarro, Hobert y Gustavo Lafleur. Todos los participantes coincidían en que al estar cerradas las vías legales de expresión política había que desarrollar la lucha armada.
Ello, con escasas excepciones, estaba fuera de discusión. Lo que se discutía era en qué condiciones desarrollar esta lucha. Si era o no el momento de tomar las armas, si estaban dados los requisitos políticos, si no era menester desarrollar previamente una fuerte organización popular que diera sustento -político e infraestructural-a la lucha armada, o si la misma lucha armada generaría las condiciones para desarrollar la organización popular.Al finalizar el Congreso quedaron establecidas dos posiciones: una postulaba que, aunque la lucha armada iba a ser imprescindible en el futuro y había que tenerla presente en cualquier desarrollo estratégico, las condiciones 2 objetivas y el nivel de organización popular no eran todavía suficientes para implementarla.
La otra sostenía que las condiciones objetivas estaban dadas. En todo caso, no lo estaban las subjetivas, las cuales consistían en la adhesión anímica del pueblo y, por consiguiente, su apoyo y compromiso con quienes protagonizaran la lucha armada. Pero, esas condiciones subjetivas se iban a generar por el sólo hecho de iniciar la lucha armada. La cual, en realidad, ya se había iniciado con las acciones de la Fuerzas Armadas Peronistas que tomaron estado público cuando un pequeño destacamento rural, dirigido por Envar El Kadri, fue detenido en Taco Ralo (Tucumán)
El Congreso no logró unificar o sintetizar las posiciones encontradas, y concluyó en la necesidad de realizar una nueva convocatoria para saldar la discusión pendiente. Ello se plasmó en el Congreso del '69.
Al respecto del Congreso de 1969, Carlos Hobert, en agosto de 1974 escribió ("Volverás en brazos de tu pueblo", La Causa Peronista, Nº 4, agosto de 1974): "En enero de 1969 se hace otro Congreso en Córdoba. Pero ese ya fue más amplio, incluso quiso asistir Brito Lima pero lo sacamos a patadas porque ya en aquel entonces era un elemento policial. De este Congreso salen tres posiciones. Una que sustentaba fundamentalmente el Movimiento Revolucionario Peronista y que sostenía la necesidad de profundizar la organización de la clase trabajadora y que mientras esas condiciones no estuvieran dadas no se podía iniciar la lucha en el plano militar. La segunda posición sostenida por los sindicalistas que proponían el fortalecimiento de la estructura sindical, fundamentalmente de la CGT de los Argentinos que en aquel entonces era el único foco de resistencia real que había en el seno del movimiento peronista y la clase trabajadora, pero más allá de eso nada... La tercer posición sostenida por el Negro Sabino Navarro, era que se hacía necesario lanzar la lucha armada para crear esas condiciones de conciencia y organización del pueblo peronista. Luego, de todos estos sectores unos se fueron por la derecha y otros por la izquierda. La posición del Negro fue la de la mayoría. Pero si bien se estaba de acuerdo con llevarla adelante, no se hacía.
Entonces nosotros sacamos una consigna que provenía del peronismo que decía mejor que decir es hacer". Y así fue: durante este Congreso se pusieron de acuerdo Sabino Navarro y Gustavo Lafleur y se organizó el grupo armado después conocido como "grupo Sabino", el cual constituyó una de las pequeñas organizaciones originales que dio lugar a la existencia de Montoneros.
El Congreso no logró unificar o sintetizar las posiciones encontradas, y concluyó en la necesidad de realizar una nueva convocatoria para saldar la discusión pendiente. Ello se plasmó en el Congreso del '69.
Al respecto del Congreso de 1969, Carlos Hobert, en agosto de 1974 escribió ("Volverás en brazos de tu pueblo", La Causa Peronista, Nº 4, agosto de 1974): "En enero de 1969 se hace otro Congreso en Córdoba. Pero ese ya fue más amplio, incluso quiso asistir Brito Lima pero lo sacamos a patadas porque ya en aquel entonces era un elemento policial. De este Congreso salen tres posiciones. Una que sustentaba fundamentalmente el Movimiento Revolucionario Peronista y que sostenía la necesidad de profundizar la organización de la clase trabajadora y que mientras esas condiciones no estuvieran dadas no se podía iniciar la lucha en el plano militar. La segunda posición sostenida por los sindicalistas que proponían el fortalecimiento de la estructura sindical, fundamentalmente de la CGT de los Argentinos que en aquel entonces era el único foco de resistencia real que había en el seno del movimiento peronista y la clase trabajadora, pero más allá de eso nada... La tercer posición sostenida por el Negro Sabino Navarro, era que se hacía necesario lanzar la lucha armada para crear esas condiciones de conciencia y organización del pueblo peronista. Luego, de todos estos sectores unos se fueron por la derecha y otros por la izquierda. La posición del Negro fue la de la mayoría. Pero si bien se estaba de acuerdo con llevarla adelante, no se hacía.
Entonces nosotros sacamos una consigna que provenía del peronismo que decía mejor que decir es hacer". Y así fue: durante este Congreso se pusieron de acuerdo Sabino Navarro y Gustavo Lafleur y se organizó el grupo armado después conocido como "grupo Sabino", el cual constituyó una de las pequeñas organizaciones originales que dio lugar a la existencia de Montoneros.
[Fragmento de Montoneros, la buena historia]
El Peronismo Revolucionario
Por Erika Farcic
Para comenzar a hablar del peronismo revolucionario es necesario explicar cuales son los acontecimientos históricos que permitieron su surgimiento y evolución. A partir de la creciente industrialización generada en Argentina durante la década del treinta, la estructura de la sociedad comenzó a modificarse de manera fundamental. Se produjo una movilización social tanto vertical como horizontal, es decir, hubo grandes masas que migraron del campo a la ciudad y muchas que se desplazaron en la pirámide social.
Para comenzar a hablar del peronismo revolucionario es necesario explicar cuales son los acontecimientos históricos que permitieron su surgimiento y evolución. A partir de la creciente industrialización generada en Argentina durante la década del treinta, la estructura de la sociedad comenzó a modificarse de manera fundamental. Se produjo una movilización social tanto vertical como horizontal, es decir, hubo grandes masas que migraron del campo a la ciudad y muchas que se desplazaron en la pirámide social.
TRANSCRIPCION Cdo. general A A A Parte de guerra Nro. 1 Al Pueblo Argentino: El 29 de diciembre de 1975, en Córdoba las Organizaciones Argentinas que ha (sic) continuación se detallan, en Asamblea General de sus Comandos, acordaron y resolvieron actuar en forma conjunta con objetivos comunes, para aniquilar aquellos individuos, cualquiera sea su nacionalidad, raza, credo o investidura, que respondan a intereses apátridas, marxista, masónicos, anticristianos o el judaísmo internacional sinárquico: A A A (Alianza Anticomunista argentina) Comando Viola Comando Villar Comando Juan Manuel de Rosas A A A (Alianza Anticomunista argentina) Comando Regional Córdoba Comando Regional Buenos Aires Comando Regional Tucumán Comando Regional Rosario C L A (Comando Libertadores de América) Comando Capital Federal Comando Cáceres Monié C F C (Comando Fuerzas Conjuntas) El Comando General de las Organizaciones arriba mencionadas resolvió: Ejecutar previo juicio sumarísimo y en el lugar que se los hallare, por el bien de nuestra Patria y para que la muerte de nuestros Camaradas no haya sido en vano, a todo aquel que realice actividades reñidas a nuestros más caros principios, atente contra la salud moral, física, económica y religiosa de nuestro país, en particular a los integrantes de los: a. PC: Partido Comunista - OM: Organización Montoneros - PA: Partido Auténtico - ERP: Ejército Revolucionario del Pueblo - PRT: Partido Revolucionario de los Trabajadores - PST: Partido Socialista de los Trabajadores - JRR: Juventud Radical Revolucionaria - PCR: Partido Comunista Revolucionario. b. Delincuentes económicos, funcionarios, especialmente ministros, jueces, senadores, diputados, intendentes y concejales venales y/o corruptos, cúpulas gremiales corruptas, sacerdotes tercermundistas, personeros de la sinarquía, infiltrados en nuestra iglesia católica: Comando General A A A |
Este cambio infraestructural, que entre otras cosas fue generando una clase obrera fuerte y creciente, exigía en ese momento un cambio superestructural que se dirigiera a la modificación de la estructura política para poder incorporar institucionalmente a las nuevas clases y sectores que hasta ese momento se encontraban excluídas de la participación en el sistema político de esa época.
La demanda de estos sectores por incorporarse a la estructura política y jurídica iba aumentando. Era necesario un partido que los representase políticamente. Así surgió el peronismo, que se encargó de articular estas demandas y de dar forma a la nueva realidad social.
Sintéticamente, el proyecto peronista era de corte nacionalista y social reformista y en algunos aspectos revolucionario, si lo miramos desde una linea histórica. Pero lo importante desde el punto de vista de este trabajo es que el peronismo con un programa variado en cuanto a la representación de los nuevos sectores, generó diversas interpretaciones en su seno que dieron lugar a la formación de distintas tendencias en su interior , antes latentes , que se manifestaron a partir de la caída de Perón y que se radicalizaron con la proscipción del peronismo. Las tendencias que desde una postura izquierdista interpretaron al peronismo serán las que darán forma al peronismo revolucionario.
Los hechos ocurridos en Cuba, con la toma de poder por Fidel Castro y la utilización del elemento guerrillero difundido por Ernesto Guevara, contribuirán a la formación de las ideas del peronismo revolucionario.
Planteada esta breve introducción, se intentará explicar el desarrollo y el contenido de los principales movimientos revolucionarios peronistas. En el desarrollo, se detallará el surgimiento de estos y el aporte doctrinario del principal adherente al peronismo revolucionario, John William Cooke.
También se explicará la relación de los movimentos con Perón, se mostrará como los vínculos entre el lider y los movimientos han ido mutando en razón de los cambios en el contexto internacional como nacional.
Por último, la conclusión girará alrededor de la hipótesis acerca del porqué del surgimiento del peronismo revolucionario y en función de lo que simbolizó como movimiento en la historia Argentina.
ORíGENES
Sintéticamente, el proyecto peronista era de corte nacionalista y social reformista y en algunos aspectos revolucionario, si lo miramos desde una linea histórica. Pero lo importante desde el punto de vista de este trabajo es que el peronismo con un programa variado en cuanto a la representación de los nuevos sectores, generó diversas interpretaciones en su seno que dieron lugar a la formación de distintas tendencias en su interior , antes latentes , que se manifestaron a partir de la caída de Perón y que se radicalizaron con la proscipción del peronismo. Las tendencias que desde una postura izquierdista interpretaron al peronismo serán las que darán forma al peronismo revolucionario.
Los hechos ocurridos en Cuba, con la toma de poder por Fidel Castro y la utilización del elemento guerrillero difundido por Ernesto Guevara, contribuirán a la formación de las ideas del peronismo revolucionario.
Planteada esta breve introducción, se intentará explicar el desarrollo y el contenido de los principales movimientos revolucionarios peronistas. En el desarrollo, se detallará el surgimiento de estos y el aporte doctrinario del principal adherente al peronismo revolucionario, John William Cooke.
También se explicará la relación de los movimentos con Perón, se mostrará como los vínculos entre el lider y los movimientos han ido mutando en razón de los cambios en el contexto internacional como nacional.
Por último, la conclusión girará alrededor de la hipótesis acerca del porqué del surgimiento del peronismo revolucionario y en función de lo que simbolizó como movimiento en la historia Argentina.
ORíGENES
El hecho que marca el comienzo del peronismo revolucionario se ubica históricamente en diciembre de 1959, momento en que los Uturunco « Hombres tigres » salen a defender sus derechos a traves de la acción guerilllera. Su base ideológica se nutre del peronismo y su lider es John William Cooke. Este conjunto de guerrilleros, en total veinte, se instalan al norte de Tucumán luciendo las siglas MPL (Movimiento Peronista de Liberación) y produciendo varias acciones armadas.
La aparición de este grupo genera dentro del peronismo opiniones encontradas y rechazo, por lo cual los integrantes de los Uturunco deciden disolverse, aunque cada uno individualmente prosigue efectuando actividades revolucionarias.
El 30 de noviembre de 1960 militantes peronistas ocupan por las armas el regimiento de infantería general Las Heras, en Rosario. En este hecho participan cuatrocientas personas y marca como evolucionará esta rama del peronismo a traves de la historia.
Otro de los hechos que va conformando esta tendecia ocurre en 1963, cuando el movimiento nacionalista Revolucionario Tacuara asalta el policlínico bancario de Capital federal.
Sus ideas se concentran en demandas concretas : piden la anulación de contratos petroleros, y la nacionalización de los bancos y frigoríficos. Ideologicamente se definen como peronistas y revolucionarios, entre sus integrantes se encuentran Jorge Caffati y Mario Duhay.
Entre las influencias que recibe este movimiento, se encuentra la de la revolución cubana. En Argentina vemos como un periodista de base peronista, Ricardo Massetti, que viajó a cuba en la epoca de la revolución, instala un grupo en la selva de salta denominado Ejercito Guerrillero del pueblo supuestamente ayudado por Ernesto Guevara , denotando como se combinaban las ideas de izquierda y las peronistas.
Es a partir de 1964 cuando la alternativa revolucionaria del peronismo toma cuerpo. El 5 de Agosto se construye el movimiento peronista revolucionario (MRP), integrado por grupos de sindicalistas que deciden abrirse de la fuerza liderada por Augusto Timoteo Vandor, al que tildaban de burócrata mafioso.
El MRP centra sus críticas hacia el imperialismo y la oligarquía y propone una alternativa revolucionaria a través de la lucha armada para vencer a estos focos. Entre sus lideres se encuentran Gustavo Rearte y y Jorge Di Pasquale y Hector Villalon, este último, delegado de Perón en Argentina .
El antecedente inmediato del MRP es la Juventud Revolucionaria Peronista (JRP), fundada en 1963. La JRP Consideraba la necesidad de organizarse a traves de la lucha armada para hacer efectivo el retorno de Perón, al cual consideraban el lider de un movimiento cuyo corazón era revolucionario pero que se encontraba trabado por los burocrátas de la elite del partido. Simpatizaban con la revolución cubana y con el pueblo vietnamita, por estar enfrentado a EEUU.
Diversas vertientes
Uno de los militantes e ideologos mas reconocidos dentro de las vertientes fue John William Cooke, quien era un interlocutor privilegiado de Perón, revolucionario y gran teórico. El creará a la acción revolucionaria peronista (ARP), a la que definirá como la vía revolucionaria y única de realizar las ideas peronistas. Conformó una síntesis entre el nacionalismo revolucionario y el socialismo.
En su viaje a cuba descubre que definitivamente la vía pacífica es imposible de llevar a cabo y que solo a través de la acción violenta pueden concretarse las ideas peronistas.
Uno de los militantes e ideologos mas reconocidos dentro de las vertientes fue John William Cooke, quien era un interlocutor privilegiado de Perón, revolucionario y gran teórico. El creará a la acción revolucionaria peronista (ARP), a la que definirá como la vía revolucionaria y única de realizar las ideas peronistas. Conformó una síntesis entre el nacionalismo revolucionario y el socialismo.
En su viaje a cuba descubre que definitivamente la vía pacífica es imposible de llevar a cabo y que solo a través de la acción violenta pueden concretarse las ideas peronistas.
Otra de las ramas es el Peronismo de Base (PB) que se organiza en 1970 y cuyos integrantes mas destacados son Enrique Brandazza , Rodolfo Walsh ( antes de entrar en montoneros ) y Eduardo Duhalde. Sus ideas son menos radicalizadas pero se dirigen a la extirpación de la burocracia sindical y al enfrentamiento de la política económica de la dictadura.
¡Framini-Anglada, Perón en la Rosada! El 18 de marzo de 1962 la fórmula peronista Framini-Anglada resultó elegida con más de 1.170.000 votos para la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Otro tanto ocurrió en otros diez del total de dieciocho distritos en que se sufragaba. Luego se supo que el ministro del Interior del presidente Frondizi, Alfredo Vítolo, había firmado un documento con los jefes militares, garantizando que no se permitiría a Perón volver al país. Es que se había anunciado –con gran sorpresa y escándalo gorila- que la fórmula que el peronismo presentaría en la provincia iba a estar integrada por Andrés Framini como gobernador y ¡Juan Perón como vicegobernador! Pero a fines de enero de aquel año, Vítolo anunciaba que el gobierno rechazaría la candidatura del ex-presidente exiliado. Paralelamente, el juez electoral Leopoldo Isaurralde –de abierta filiación oficialista- declaraba que Juan Perón no podía ser candidato por no tener residencia en el país, no estar en el padrón y ser un fugitivo de la justicia. Para que nada quedara librado al azar, al mismo tiempo el cardenal Antonio Caggiano recordaba que la excomunión del "tirano prófugo" estaba en vigencia. Proscritos Perón y el peronismo, finalmente se oficializó la fórmula bonaerense con Andrés Framini y Marcos Anglada, que concurrieron bajo las siglas de la Unión Popular, al igual que en la Capital Federal. En Córdoba, La Pampa, Chaco, Jujuy y Tucumán el movimiento prohibido lo hizo bajo la sigla del Partido Laborista; en Mendoza, Santiago del Estero y Entre Ríos, con el nombre Tres Banderas; en Neuquén como Movimiento Popular Neuquino; en Río Negro como Partido Blanco; en Misiones como Partido Justicialista y en Chubut y Santa Cruz como Partido Populista. En febrero el presidente Arturo Frondizi ya había sido sometido a una intensa presión militar para el rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba –que el gobierno argentino efectivizó-, en el marco del bloqueo que entonces se había declarado por los yanquis. Pero las Fuerzas Armadas no tolerarían ahora un gobernador peronista: Frondizi (que había confiado en una derrota peronista), al día siguiente de las elecciones, decretó la intervención de Buenos Aires y las provincias ganadas por el justicialismo, y anuló los comicios. El día 21 las 62 Organizaciones gremiales anuncian una huelga general en repudio de las intervenciones. El día 27 el presidente declara "no me suicidaré, no renunciaré y no me iré del país". Pero el 29, frente al primer movimiento de tropas, renuncia, es arrestado en Olivos y trasladado a Martín García. El día 30 asume la presidencia José María Guido, hasta entonces el presidente del Senado. Será un gobierno títere, una fachada tras la cual gobernarán efectivamente los militares. El 24 de abril el nuevo presidente anula definitivamente las elecciones ganadas por el peronismo. A pesar de la anulación, el 1º de mayo Framini concurre acompañado por varios dirigentes a la casa de gobierno platense, labrando un acta. El 24 de julio un decreto del Poder Ejecutivo prohibe el proselitismo peronista, la exhibición publicitaria de fotografías y marchas. Nuevamente, bajo otro rótulo, reaparece el decreto 4161. Agosto se inicia con una huelga general de 48 horas decretada por la CGT. Ese mes, el día 23, se iba a producir el secuestro, tortura y desaparición del obrero metalúrgico y dirigente de la juventud peronista, de 22 años y delegado gremial de la fábrica TEA SRL desde 1958, Felipe Vallese, en la calle Canalejas 1776 (calle que hoy lleva su nombre, igual que el salón de actos de la CGT). El reclamo por su vida se convertirá en bandera de lucha: "¡Un grito que estremece, Vallese no aparece!". Los militares terminan por enfrentarse violentamente entre sí en septiembre de 1962 (y también al año siguiente), cuando chocan "azules" y "colorados". Es que Perón seguía siendo "el hecho maldito" de la política argentina. En noviembre de 1962 se dicta el Estatuto de los Partidos Políticos, que excluye al peronismo para las elecciones presidenciales de febrero de 1963, con las que el Colegio Electoral designa presidente (con un bajísimo caudal de votos), al candidato de la UCR del Pueblo, Arturo Humberto Illia. Pero el odio gorila no cesaba: la comisión liquidadora de los bienes de Juan Domingo Perón (decreto 8124/57) distribuye lo recaudado entre varias entidades. Y el 10 de abril del ’63 se dicta una nueva reglamentación del decreto ley 7165 que prohibía la exaltación del peronismo. El 17 de octubre de 1964, en un masivo acto en Plaza Once, el Cuadrunvirato del Comando Táctico peronista da a conocer por boca de Andrés Framini el anuncio del retorno del general Perón a la Argentina antes del fin de ese año. Sin embargo, en diciembre de 1964 ese intento de regreso de Perón es frustrado por el pedido del canciller de Illia, Angel Zabala Ortiz, al gobierno brasileño, que impide la partida del avión desde el aeropuerto de Río de Janeiro, después de una escala de rigor. Una manera de concebir el retorno del líder –el "avión negro", el protagonismo casi excluyente de las organizaciones gremiales, la complicidad secreta de algunos militares conspirativos, la masa peronista movilizada aunque sin mayor organización- había fracasado. En los años inmediatos siguientes el peronismo se replegará ("desensillar hasta que aclare" ordenará una directiva del Jefe después del golpe de Juan Carlos Onganía). Y luego comenzará una nueva y larga etapa de la resistencia popular ("siguiendo la táctica del agua, que siempre pasa"), con otra metodología y otra concepción militante –en parte aportada por las organizaciones de cuadros- que desembocará por fin el 17 de noviembre de 1972 en el milagro del retorno del viejo general a la patria –y más tarde al poder- con toda la gloria. Por su parte, Andrés Framini se enorgullecía de haber estado en la plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945, y también el día del bombardeo del 16 de junio de 1955. Fue un peronista que estuvo en todas, en las buenas y en las malas. Nacido en Berisso, fue el conductor gremial histórico de la Asociación Obrera Textil. Se hizo cargo también de la secretaría adjunta de la CGT en 1955, cuando el gobierno de Lonardi pareció contemporizar con el movimiento obrero. Pero apenas asumió Aramburu lo metió preso, y así anduvo, entre la cárcel y la clandestinidad, durante mucho tiempo. En sus últimos años confió en Montoneros y el Partido Auténtico y más tarde en el padre Luis Farinello. Framini falleció el 9 de mayo de 2001, a los 87 años, después de terminar un apasionado discurso sobre la obra del general Perón Fuente: www.agendadereflexion.com.ar12 de mayo del 2001 - Muere un luchador popular Al Negro Framini, por Miguel Bonasso Hace apenas cuatro días me llamó por teléfono y se lo sentía lúcido y vital cuando dijo, desde sus 87 años: –Aunque suene antiguo, hay que rescatar el viejo concepto de lo nacional y popular. Porque la Nación está al borde de la extinción y el pueblo está excluido. Hay que trabajar por un verdadero frente. Quería verse con viejos y nuevos compañeros, hacer política, seguir en la brecha. La generación de la dictadura no sabe quién es, pero el currículum de Andrés Framini debe ser uno de los más nutridos y honrosos del Movimiento Peronista y del movimiento obrero. En 1955, cuando el golpe militar derrocó a Juan Perón, Andrés Framini y Oscar Natalini fueron los dirigentes que se hicieron cargo de la CGT. Pero al triunfar la línea más antiperonista de los militares, que encarnaban el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, lo mejor de la dirigencia sindical peronista tuvo que clandestinizarse y resistir el terror castrense desde la CGT Auténtica. Allí descolló Framini junto con Armando Cabo, el dirigente metalúrgico que Evita había elegido para armar las milicias populares. A partir de ese momento el Negro Framini, secretario general de la Asociación Obrera Textil, pasó a convertirse en uno de los referentes de la Resistencia Peronista. En marzo de 1962 se presentó como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por la Unión Popular, uno de los tantos sellos legales a los que recurría el peronismo para eludir la proscripción del régimen. Pero arrasó en la votación, los militares no lo toleraron y derrocaron al presidente civil, el desarrollista Arturo Frondizi. En esa época, Framini anunció el célebre "giro a la izquierda" que pretendía dotar de un andamiaje ideológico más sólido al gran movimiento de masas que John William Cooke definía con acierto como "el gigante ciego e invertebrado". En el ínterin, el "integracionismo" frondicista le había dado aire a ciertos dirigentes sindicales que aparentaban ser muy duros pero acabaron siendo baluartes del sistema como el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor. Y fue bajo la conducción del Lobo Vandor que Framini se vio arrastrado a la frustrada Operación Retorno de Perón en 1964. En los setenta, el Negro Framini se acercó a la Juventud Peronista y los Montoneros y con otros dirigentes de la vieja guardia como Armando Cabo, Oscar Bidegain, Alberto Martínez Baca y Dante Viel, fue uno de los fundadores del Partido Peronista Auténtico (PPA), que Isabel Perón ilegalizó a fines de 1975. En esa época nos veíamos todos los días, en la incómoda clandestinidad de una pequeña oficina que había alquilado con encomiable tacañería Gregorio Levenson. Y a pesar de las amenazas de la Triple A y del Comando Libertadores de América; a pesar de la inminencia de ese golpe que se anunciaba en las palabras de Jorge Rafael Videla ("morirán todos los que tengan que morir") el Negro Framini fue en esos días para mí un maestro de la historia viva y un personaje muy divertido, con un extraordinario sentido del humor. A veces alguien comentaba, por ejemplo: "Fulano es un pelotudo" y el Negro exclamaba: "¡Ah, entonces es peronista!". Agregando de inmediato con su voz pastosa: "porque para ser peronista hay que ser loco o pelotudo". Otras, alguien dejaba sentir su desazón, su angustia y el Negro le recetaba filosóficamente: "Hacete un fomento de nalga y se te pasa enseguida". Atravesó la clandestinidad y el terror con su misma cara de siempre, sacándose como única precaución sus famosos anteojos negros. En una ocasión tenía que hablar en Berisso y nos paró la policía al entrar en auto a la ciudad-símbolo del viejo peronismo. Nos salvamos de milagro, porque los milicos eran brutos y se amilanaron ante una credencial del ex diputado demócrata cristiano Raúl Torreiro y otra del propio Framini con el cargo insólito que le había dado años atrás el gobernador bonaerense Oscar Bidegain: gobernador de la isla Martín García. No se dieron cuenta de que el "señor gobernador de Martín García" era el orador de fondo del acto que debían impedir a toda costa. Anteanoche, me cuentan, murió con las botas puestas, en un encuentro de la CTA, donde pasaron la película de Leonardo Favio sobre la historia peronista. Andrés le confesó a la concurrencia que solía soñar con Evita, que hablaba con ella y en ese momento se desplomó. Por suerte no sufrió, no padeció rigores hospitalarios. Cayó de cara a los compañeros, evocando una gesta malversada por los vaciadores de ideologías. La epopeya popular que lo tuvo entre sus mejores protagonistas. Fuente: Página/12 |
El Movimiento Revolucionario 17 de Octubre es otro desprendimiento del peronismo revolucionario que aspira a la formación de un partido político de la clase obrera cuyo contenido intelectual sea una síntesis del peronismo con el marxismo.
Directamente ligado al MR-17 se encuentra el Frente Revolucionario Peronista , que dice que la etapa peronista que va del 46´al 55´ permitió desarrollar la conciencia de clase del proletariado Argentino, siendo este el gran aporte del peronismo.
Otro grupo, las Fuerzas Armadas Peronistas, son fundadas en 1967 por militantes de la resistencia peronista que provienen de diferentes sectores del movimiento.
Están unidos por la idea de la liberación nacional y la vigencia de la justicia social. Su lider es Envar El Kadri y entre ellos se encuentran Caride y Villaflor, que más tarde se incorporarán a montoneros.
La organización peronista revolucionaria mas grande será montoneros cuya base es la guerrilla urbana, aunque dudaron a la hora de decidir si sería rural. La decisión se debió a diferentes factores, entre ellos : el retroceso que tuvo la guerrilla rural en America Latina, la experiencia exitosa los tupamaros con la guerrilla urbana y el impácto que generó el cordobazo que simbolizó la guerrilla urbana de masas.
Los primeros cuadros montoneros se originan en el nacionalismo católico y tienen el apoyo de los curas tercermundistas. Los integrantes mas representaivos son Firmenich y Ramus.
Montoneros se gestó en Buenos Aires y se fue desplegando hacia Córdoba y Santa Fe nutriendose de varias tendencias entre ellas las agrupaciones integristas y la agrupación Eva Perón.
Las fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) es otra organización que tiene una orientación peronista revolucionaria.Proviene del antiguo partido socialista argentino de vanguardia, del comunismo y del peronismo cristianizado. Es una de las organizaciones mas radicalizadas, que actuará por primera vez con montoneros en 1971 y que se fusionará con él en 1973.
LA VISIÓN DE JOHN WILLIAM COOKE
La lucha por la liberación nacional
Según el punto de vista de este autor, la lucha por la liberación nacional esta íntimamente ligada al peronismo ya que este y la revolución se hallan en una relación dialéctica, en la que esta no es concebible sin el peronismo.
Todo planteo para la lucha debe partir del conocimiento de que somos un país semicolonial, en el sentido en que siempre hemos dependido como país de otra potencia .
Para poder plantear un proyecto como país, con las implicancias que conlleva este concepto, cualquier política debe ser antimperialista y antioligarquica, ya que esta última es el brazo local y el vínculo con el imperialismo.
El peronismo cuando estuvo en el poder suprimió estos lazos e inició dicho proyecto, ya que este produjo una transferencia de poder hacia las capas inferiores de la escala social, lo que signficó una verdadera revolución social. Pero 1955 fue un intento de vuelta a atrás y este fue operado desde la oligarquía terrateniente y los grupos industriales de Gran Bretaña y Estados Unidos .
Cooke divide a los países en dos categorías: los oprimídos y los opresores, entre los últimos se hallan Gran Bretaña y EEUU. Los opresores inventan constantemente fórmulas ideológicas para justificar su entrada en los mercados de los países oprimídos y así explotarlos para sus propio rédito.
El peronismo efectivizó una salida ante esta invasión, esta fue la política antiimperialista. Por lo tanto, los grupos dominantes teniendo miedo al peronismo, reaccionaron de tal forma ; eliminando a Perón del poder y proscribiendo al partido.
Por ello, la lucha por el poder no puede hacerse por medios institucionales sino que deberá hacerse por otros medio.
Igualmente Cooke dice, que la constitución de 1853 fue una expresión del capitalismo ya que fue copiada de la constitución de Filadelfia , la cual fue dictada por los ricos , de manera que aseguraba la mínima participación popular en el manejo del estado (Eleccion indirecta del presidente y senadores). Con esto el autor quiere decir que la lucha electoral y constitucional es imposible si estas estan estructuradas y manejadas en función de los intereses de una minoría rica.
De manera que se evidencia una caducidad de estas estructuras, por ello es necesaria la revolución. De aquí, que halla que combatir contra el sistema y no en el sistema.
Entonces, los partidos políticos no son un elemento de combate, ya que forman parte del sistema y son producto de la formación colonial de América Latina, como lo es el ejemplo del Partido Conservador. Este partido, representante directo de la oligarquía, tiene aliados como la UCR que es la expresión, mediando los sesenta, del burgués liberal (antes lo había sido del pueblo).
El partido socialista, es otro representante de esta tendencia, debido a que en su historia desvió sus objetivos hacia intereses reformistas manteniendose dentro del «Statu Quo». Una evidencia de su cambio se manifiesta en su actitud indiferente y pasiva ante la proscripción del peronismo, los encarcelamientos y los asesinatos.
El frente de liberación nacional busca un cambio de estructuras a través de la toma del poder por la clase trabajadora , por ello por lo dicho antes no es posible a través de un acuerdo de partidos, este implica un reformismo y significa avalar las actuales estructuras que no se acomodan a los nuevos requerimientos. El reformismo es un elemento del orden social.
En cuanto a la clase trabajadora, su rol es muy importante porque existe una situación objetiva que es la lucha de clases, y este no es un planteo comunista sino que es un hecho.
La oligarquía ha desmentido siempre esto, pero el hecho es que la lucha de clases es una resultante de la estructura económica. Es necesario que esta infraestructura sea cambiada ya que su mantenimiento permite la opresión de la clase obrera, lo cual es una realidad nacional y no comunista.
Por lo tanto, rechaza, en base al estado económico del país, la solución de la dictadura del proletariado, ya que esta no se acomoda a la realidad nacional Argentina.
El frente de liberación nacional debe estar compuesto por: los trabajadores rurales, estudiantes, pequeña burguesía y parte de la burguesía nacional no dependiente del imperialismo, siendo el eje o base de él, el proletariado argentino.
La juventud universitaria ha tomado el rol preponderante en la capaña emancipadora y esto se evidencia en la solidaridad obrero estudiantil, slogan de estos durante los sesenta.
En cuanto al ejercito, Cooke afirma que, este es la guardia de la oligarquía y brazo armado del privilegio económico. Aunque esta situación no debería darse de tal modo, ya que el ejercito ha participado, durante la historia latinoamericana, desde las guerras emancipadoras hasta la necesidad de fomentar la inustria pesada en un emprendimiento nacionalista. Dice que en Argentina el ejercito se ha distanciado, paulatinamente, del pueblo y los intereses nacionales, se ha contaminado de propaganda oligarquico-imperialista y considera a la patria como algo desencarnado de la realidad, como independiente del hombre Argentino. Tratando de mantener el orden, respondiendo a los intereses oligarquicos y descuidando el interes del pueblo, que es el nacional, los militares se han transformado en antinacionales.
Finalmente, las formas de lucha surgen de los propios acontecimientos, como respuesta a los obstáculos que oponga el enemigo, el imperialismo. Este no es invencible mientras las fuerzas de liberación se organicen sobre el pueblo, protagonista de la lucha, y cumpla el programa revolucionario antes y después de la toma del poder.
Directamente ligado al MR-17 se encuentra el Frente Revolucionario Peronista , que dice que la etapa peronista que va del 46´al 55´ permitió desarrollar la conciencia de clase del proletariado Argentino, siendo este el gran aporte del peronismo.
Otro grupo, las Fuerzas Armadas Peronistas, son fundadas en 1967 por militantes de la resistencia peronista que provienen de diferentes sectores del movimiento.
Están unidos por la idea de la liberación nacional y la vigencia de la justicia social. Su lider es Envar El Kadri y entre ellos se encuentran Caride y Villaflor, que más tarde se incorporarán a montoneros.
La organización peronista revolucionaria mas grande será montoneros cuya base es la guerrilla urbana, aunque dudaron a la hora de decidir si sería rural. La decisión se debió a diferentes factores, entre ellos : el retroceso que tuvo la guerrilla rural en America Latina, la experiencia exitosa los tupamaros con la guerrilla urbana y el impácto que generó el cordobazo que simbolizó la guerrilla urbana de masas.
Los primeros cuadros montoneros se originan en el nacionalismo católico y tienen el apoyo de los curas tercermundistas. Los integrantes mas representaivos son Firmenich y Ramus.
Montoneros se gestó en Buenos Aires y se fue desplegando hacia Córdoba y Santa Fe nutriendose de varias tendencias entre ellas las agrupaciones integristas y la agrupación Eva Perón.
Las fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) es otra organización que tiene una orientación peronista revolucionaria.Proviene del antiguo partido socialista argentino de vanguardia, del comunismo y del peronismo cristianizado. Es una de las organizaciones mas radicalizadas, que actuará por primera vez con montoneros en 1971 y que se fusionará con él en 1973.
LA VISIÓN DE JOHN WILLIAM COOKE
La lucha por la liberación nacional
Según el punto de vista de este autor, la lucha por la liberación nacional esta íntimamente ligada al peronismo ya que este y la revolución se hallan en una relación dialéctica, en la que esta no es concebible sin el peronismo.
Todo planteo para la lucha debe partir del conocimiento de que somos un país semicolonial, en el sentido en que siempre hemos dependido como país de otra potencia .
Para poder plantear un proyecto como país, con las implicancias que conlleva este concepto, cualquier política debe ser antimperialista y antioligarquica, ya que esta última es el brazo local y el vínculo con el imperialismo.
El peronismo cuando estuvo en el poder suprimió estos lazos e inició dicho proyecto, ya que este produjo una transferencia de poder hacia las capas inferiores de la escala social, lo que signficó una verdadera revolución social. Pero 1955 fue un intento de vuelta a atrás y este fue operado desde la oligarquía terrateniente y los grupos industriales de Gran Bretaña y Estados Unidos .
Cooke divide a los países en dos categorías: los oprimídos y los opresores, entre los últimos se hallan Gran Bretaña y EEUU. Los opresores inventan constantemente fórmulas ideológicas para justificar su entrada en los mercados de los países oprimídos y así explotarlos para sus propio rédito.
El peronismo efectivizó una salida ante esta invasión, esta fue la política antiimperialista. Por lo tanto, los grupos dominantes teniendo miedo al peronismo, reaccionaron de tal forma ; eliminando a Perón del poder y proscribiendo al partido.
Por ello, la lucha por el poder no puede hacerse por medios institucionales sino que deberá hacerse por otros medio.
Igualmente Cooke dice, que la constitución de 1853 fue una expresión del capitalismo ya que fue copiada de la constitución de Filadelfia , la cual fue dictada por los ricos , de manera que aseguraba la mínima participación popular en el manejo del estado (Eleccion indirecta del presidente y senadores). Con esto el autor quiere decir que la lucha electoral y constitucional es imposible si estas estan estructuradas y manejadas en función de los intereses de una minoría rica.
De manera que se evidencia una caducidad de estas estructuras, por ello es necesaria la revolución. De aquí, que halla que combatir contra el sistema y no en el sistema.
Entonces, los partidos políticos no son un elemento de combate, ya que forman parte del sistema y son producto de la formación colonial de América Latina, como lo es el ejemplo del Partido Conservador. Este partido, representante directo de la oligarquía, tiene aliados como la UCR que es la expresión, mediando los sesenta, del burgués liberal (antes lo había sido del pueblo).
El partido socialista, es otro representante de esta tendencia, debido a que en su historia desvió sus objetivos hacia intereses reformistas manteniendose dentro del «Statu Quo». Una evidencia de su cambio se manifiesta en su actitud indiferente y pasiva ante la proscripción del peronismo, los encarcelamientos y los asesinatos.
El frente de liberación nacional busca un cambio de estructuras a través de la toma del poder por la clase trabajadora , por ello por lo dicho antes no es posible a través de un acuerdo de partidos, este implica un reformismo y significa avalar las actuales estructuras que no se acomodan a los nuevos requerimientos. El reformismo es un elemento del orden social.
En cuanto a la clase trabajadora, su rol es muy importante porque existe una situación objetiva que es la lucha de clases, y este no es un planteo comunista sino que es un hecho.
La oligarquía ha desmentido siempre esto, pero el hecho es que la lucha de clases es una resultante de la estructura económica. Es necesario que esta infraestructura sea cambiada ya que su mantenimiento permite la opresión de la clase obrera, lo cual es una realidad nacional y no comunista.
Por lo tanto, rechaza, en base al estado económico del país, la solución de la dictadura del proletariado, ya que esta no se acomoda a la realidad nacional Argentina.
El frente de liberación nacional debe estar compuesto por: los trabajadores rurales, estudiantes, pequeña burguesía y parte de la burguesía nacional no dependiente del imperialismo, siendo el eje o base de él, el proletariado argentino.
La juventud universitaria ha tomado el rol preponderante en la capaña emancipadora y esto se evidencia en la solidaridad obrero estudiantil, slogan de estos durante los sesenta.
En cuanto al ejercito, Cooke afirma que, este es la guardia de la oligarquía y brazo armado del privilegio económico. Aunque esta situación no debería darse de tal modo, ya que el ejercito ha participado, durante la historia latinoamericana, desde las guerras emancipadoras hasta la necesidad de fomentar la inustria pesada en un emprendimiento nacionalista. Dice que en Argentina el ejercito se ha distanciado, paulatinamente, del pueblo y los intereses nacionales, se ha contaminado de propaganda oligarquico-imperialista y considera a la patria como algo desencarnado de la realidad, como independiente del hombre Argentino. Tratando de mantener el orden, respondiendo a los intereses oligarquicos y descuidando el interes del pueblo, que es el nacional, los militares se han transformado en antinacionales.
Finalmente, las formas de lucha surgen de los propios acontecimientos, como respuesta a los obstáculos que oponga el enemigo, el imperialismo. Este no es invencible mientras las fuerzas de liberación se organicen sobre el pueblo, protagonista de la lucha, y cumpla el programa revolucionario antes y después de la toma del poder.
Con la toma de poder se instaurará una política de nacionalizaciones del comercio exterior y el sistema bancario, de desarrollo armónico sobre la base del desarrollo industrial independiente. También se implementará un programa de reforma agraria con la expropiación de la oligarquia y su eliminación como clase.
Se reivindica la política de la tercera posición, aliándose con los pueblos oprimídos de todo el mundo y al margen de la guerra fría.
Como Cooke decía «La revolución del frente de liberación nacional es por su esencia humanista, porque entronca con las mas puras tradiciones de la patria, porque concibe a la Nación y a Latinoamérica viviendo en total soberanía y porque concibe un hombre libre en tierra libre».
Se reivindica la política de la tercera posición, aliándose con los pueblos oprimídos de todo el mundo y al margen de la guerra fría.
Como Cooke decía «La revolución del frente de liberación nacional es por su esencia humanista, porque entronca con las mas puras tradiciones de la patria, porque concibe a la Nación y a Latinoamérica viviendo en total soberanía y porque concibe un hombre libre en tierra libre».
LA RELACIÓN DE PERÓN CON LOS MOVIMIENTOS DE IZQUIERDA
Como antes decía, la irrupción del peronismo en la historia había dejado huellas imborrables. El movimiento había integrado a grandes sectores, antes marginados, dentro de ellos había acoplado en las gestiones de gobierno a partidos de izquierda como el partido comunista.
Durante la primer presidencia de Perón gran cantidad de dirigentes de izquierda se habían incorporado al gobierno, uno de ellos era Puigross, director del diario "Palabra obrera".
Puigross, como tantos otros representantes de la izquierda argentina, estaba convencido de que el peronismo era la etapa previa a la instauración del socialismo, y así los confirmaba ciertos discursos del general, en los que manifestaba que el poder central comenzaba a pasar del ejecutivo a la central obrera .
Cuando cayó el peronismo en el año 1955, este ya tenía dentro de sus filas a sectores de izquierda que simpatizaban con él.
Mas tarde, mediando los 60´y 70´, formados ya los sectores que conformaban al peronismo revolucionario, se irá formando una relación muy especial entre Perón y estos movimientos.
Perón, desde Madrid, alentara a la juventud y movimientos revolucionarios en sus ideales y estos movimientos prepararán el camino para el regreso del líder.
Esta relación se evidencia en diferentes documentos, como lo son , la correspondencia de Perón con los movimientos y los viajes de los dirigentes a Madrid.
Como antes decía, la irrupción del peronismo en la historia había dejado huellas imborrables. El movimiento había integrado a grandes sectores, antes marginados, dentro de ellos había acoplado en las gestiones de gobierno a partidos de izquierda como el partido comunista.
Durante la primer presidencia de Perón gran cantidad de dirigentes de izquierda se habían incorporado al gobierno, uno de ellos era Puigross, director del diario "Palabra obrera".
Puigross, como tantos otros representantes de la izquierda argentina, estaba convencido de que el peronismo era la etapa previa a la instauración del socialismo, y así los confirmaba ciertos discursos del general, en los que manifestaba que el poder central comenzaba a pasar del ejecutivo a la central obrera .
Cuando cayó el peronismo en el año 1955, este ya tenía dentro de sus filas a sectores de izquierda que simpatizaban con él.
Mas tarde, mediando los 60´y 70´, formados ya los sectores que conformaban al peronismo revolucionario, se irá formando una relación muy especial entre Perón y estos movimientos.
Perón, desde Madrid, alentara a la juventud y movimientos revolucionarios en sus ideales y estos movimientos prepararán el camino para el regreso del líder.
Esta relación se evidencia en diferentes documentos, como lo son , la correspondencia de Perón con los movimientos y los viajes de los dirigentes a Madrid.
Roberto Alemann y su ideología del exterminio de los compañeros Por Roberto Cirilo Perdia En la Argentina de los '70 desde distintas "capillas" se alimentaba el fuego de las respuestas maximalistas en las que la sociedad iba penetrando. Roberto Alemann, propietario y director del Argentinisches Tageblat, editorializaba algunos meses antes (de agosto de 1974), con siniestros consejos pronunciados en lengua alemana: "...se llega a la conclusión de que el Gobierno podría acelerar y facilitar ampliamente su victoria actuando contra la cumbre visible, de ser posible al amparo de la noche y la niebla y calladamente, sin echar las campanas al vuelo. Si Firmenich, Quieto, Ortega Peña entre otros, desaparecieran de la superficie de la tierra, ello sería un golpe fortísimo para los terroristas. Las guerrillas tendrían que buscarse nuevos líderes y sería mucho más difícil encontrar gente para cubrir esos puestos, si todo aquel que actuase pública y políticamente como dirigente de la izquierda armada supiese que automáticamente firma su propia sentencia de muerte. Si Perón se dejase aconsejar por sus vecinos, estos seguramente le darían el consejo de obrar así. Pero, evidentemente, Perón ve las cosas de otro modo" (Diario Noticias, edicion del 2 de agosto de 1974, pagina 13). El último día de julio fue asesinado en pleno centro de la Capital, el diputado nacional doctor Rodolfo Ortega Peña, historiador, defensor de presos políticos y militante del Peronismo de Base. Durante su sepelio fueron detenidas 350 personas. Nos iba ganando un sentimiento de impotencia y soledad, ante un poder avasallante. Otros sucesos contribuirían a gestar la idea de una fuga hacia adelante. El 8 de agosto se realizó en Córdoba un acto y movilización de los trabajadores mecánicos, con motivo de un conflicto del SMATA. Lo encabezaron y hablaron los dirigentes del sindicalismo combativo: René Salamanca, Agustín Tosco. También lo hizo Firmenich y adhirió Atilio López. La marcha y el acto se poblaron de fervor y duras consignas. Me llamaron la atención las muestras de esperanza y expectativa que esos miles de trabajadores tenían depositadas en nosotros. Mientras Firmenich recordaba que "hoy carecemos de la fuerza necesaria para dar el combate final. Por eso es necesario que sumemos todos los pequeños combates: hoy un paro aquí; mañana una movilización", los trabajadores reunidos tenían otros reclamos. Nos presionaban para que, a través del accionar militar, diéramos respuesta a sus exigencias hacia la patronal, el gobierno y lo que entonces denominábamos la "burocracia sindical". Allí quedaron prefigurados los componentes centrales que determinarían luego buena parte de nuestras respuestas durante el gobierno de Isabel. Los obreros industriales, de las empresas más importantes, se estaban poniendo a la cabeza de la lucha sindical contra el gobierno. Nosotros nos apoyaríamos en esa franja de trabajadores, y sostendríamos sus reivindicaciones. Buena parte de nuestra actividad militar, que luego desarrollaríamos, tendría por objetivo ayudar con las armas a satisfacer sus demandas. Estábamos convencidos que, junto a esa franja del movimiento, con el apoyo de la mayor parte de la JP y del peronismo combativo, teníamos asegurado el triunfo en la disputa por el control del movimiento. Ya en otras oportunidades se había planteado, dentro del peronismo, una lucha interna entre políticas o modelos distintos. Eso no era ninguna novedad. Pero ahora era diferente. Hasta ese momento esas divergencias le habían permitido a Perón, como conductor del conjunto, asumir la representación de sectores políticos y sociales con intereses y discursos diferenciados. Eran las "alas" o "tendencias", en cuyo juego, articulación y contrapeso, Perón era un maestro. Pero ahora el poder había quedado en manos de un sector. Las fuerzas que representábamos nosotros, no sólo no eran reconocidas, sino que eran marginadas y duramente perseguidas, por el propio aparato del Estado, a cuya recuperación habíamos contribuído. Mientras aquello ocurría en Córdoba, en La Plata -el día anterior- cuatro militantes peronistas eran secuestrados y fusilados. Dos de ellos eran: Luis Macor, de 21 años, militante de la JP y estudiante de Periodismo; Carlos Pierini, de 48 años, dirigente del Sindicato Unico de Petroleros del Estado (SUPE). Horacio Chávez, el mítico y querido "viejo" Chávez, de 66 años, y su hijo Rolando de 36, completaban esa criminal incursión. Unas 15 mil personas despidieron sus restos. Las tres coronas que acompañaban los restos de Horacio Chávez -la de la familia, la de Montoneros y la de los sobrevivientes del 9 de junio del 56simbolizaban una forma de vivir y también...de morir. La furia del terrorismo paraestatal, ya no sólo se ensañaba con la vida de los jóvenes. También buscaba acallar las voces de los históricos dirigentes del peronismo. Peldaño a peldaño íbamos descendiendo a los infiernos. [LA OTRA HISTORIA Testimonios de un jefe montonero - Roberto Cirilo Perdia, Grupo Agora, 12 de Febrero 1997] |
Una de las cartas mas impactantes es la escrita por montoneros a Perón el 9/2/1971. En la carta se manifiesta una cierta confianza entre ellos y el líder, sus frases dan a entender que sienten que cuentan con el aval de Perón.
El contenido de la carta versa sobre cinco puntos: En el primero se relata y justifica el secuestro y ejecución de Aramburu. En el segundo punto describen la ejecución de Alonso y manifiestan a Perón que se sienten convalidados en sus actos por él, debido a que no los ha condenado públicamente.
En el tercer punto hablan de la imposibilidad de que el ejercito se una a la lucha por la revolución, por ser el ejercito argentino de ideología desarrollista. En el cuarto manifiestan la imposibilidad de la salida electoral y en el quinto desarrollan su doctrina, basada en la liberación nacional y la instauración del socialismo a través de la lucha guerrillera.
El contenido de la carta versa sobre cinco puntos: En el primero se relata y justifica el secuestro y ejecución de Aramburu. En el segundo punto describen la ejecución de Alonso y manifiestan a Perón que se sienten convalidados en sus actos por él, debido a que no los ha condenado públicamente.
En el tercer punto hablan de la imposibilidad de que el ejercito se una a la lucha por la revolución, por ser el ejercito argentino de ideología desarrollista. En el cuarto manifiestan la imposibilidad de la salida electoral y en el quinto desarrollan su doctrina, basada en la liberación nacional y la instauración del socialismo a través de la lucha guerrillera.
Perón contesta esta carta en la fecha 20/2/1971, respondiendo punto por punto.
En cuanto al primer y segundo punto se pronuncia totalmente de acuerdo con la actuación. Respecto al tercero comienza diciendo que esta en concordancia con este punto aunque no descarta la posibilidad de incorporar algunos grupos que se encuentran a su favor. Tampoco cree en la posibilidad electoral y alienta a los grupos de activistas a realizar planes de provocación, intimidación, boicot y sabotaje. Por último, esta de acuerdo con la guerra revolucionaria y con los objetivos de montoneros.
Otra de las cartas que manifiesta la concordancia de Perón con los objetivos y sentimientos de montoneros, es la escrita por él a Carlos Maguid, procesado por el caso Aramburu (20/2/1971). En ella se pronuncia en contra de la encarcelación del patriota, a favor de la liberación y reivindicación.
En un mensaje de Perón a la juventud reunida en el congreso nacional de estudiantes en Rosario (mayo 1971), alienta a la juventud en su lucha por la guerra revolucionaria y marca la importancia de el elemento violento en la organización de los movimientos.
Perón desde Madrid durante 1971 hace una reformulación y actualización de su doctrina, en la que hay ciertas semejanzas con las concepciones de los movimientos revolucionarios del peronismo.
Entre las premisas se encuentran :
- La necesidad de atenuar el capitalismo y reivindicar la posición de los trabajadores
- Sumar al justicialismo el socialismo nacional
- Luchar contra el imperialismo dominante
- Busca la hermandad de los pueblos de tercer mundo en la lucha por la liberación .
En cuanto al primer y segundo punto se pronuncia totalmente de acuerdo con la actuación. Respecto al tercero comienza diciendo que esta en concordancia con este punto aunque no descarta la posibilidad de incorporar algunos grupos que se encuentran a su favor. Tampoco cree en la posibilidad electoral y alienta a los grupos de activistas a realizar planes de provocación, intimidación, boicot y sabotaje. Por último, esta de acuerdo con la guerra revolucionaria y con los objetivos de montoneros.
Otra de las cartas que manifiesta la concordancia de Perón con los objetivos y sentimientos de montoneros, es la escrita por él a Carlos Maguid, procesado por el caso Aramburu (20/2/1971). En ella se pronuncia en contra de la encarcelación del patriota, a favor de la liberación y reivindicación.
En un mensaje de Perón a la juventud reunida en el congreso nacional de estudiantes en Rosario (mayo 1971), alienta a la juventud en su lucha por la guerra revolucionaria y marca la importancia de el elemento violento en la organización de los movimientos.
Perón desde Madrid durante 1971 hace una reformulación y actualización de su doctrina, en la que hay ciertas semejanzas con las concepciones de los movimientos revolucionarios del peronismo.
Entre las premisas se encuentran :
- La necesidad de atenuar el capitalismo y reivindicar la posición de los trabajadores
- Sumar al justicialismo el socialismo nacional
- Luchar contra el imperialismo dominante
- Busca la hermandad de los pueblos de tercer mundo en la lucha por la liberación .
Por otro lado, se encuentra dubitativo respecto a su ascenso al poder, ya que en principio quiere la posibilidad electoral, de no darse esta, opta por la vía revolucionaria. Dice que para la primer opción es necesario organizarse, también para la primera ya que la lucha debe ser ordenada en el plano rural como urbano en busca de la liberación de los pueblos.
En febrero de 1973 Perón lanza la campaña electoral desde Madrid, donde presenta la fórmula Campora-Solano Lima. Hace un llamado a la juventud peronista, mujeres peronistas, trabajadores, empresarios argentinos, profesionales, militares peronista e iglesia; proclama la necesidad de dar apoyo a esta formula para liberar al país de la dependencia asociada a la dictadura.
En febrero de 1973 Perón lanza la campaña electoral desde Madrid, donde presenta la fórmula Campora-Solano Lima. Hace un llamado a la juventud peronista, mujeres peronistas, trabajadores, empresarios argentinos, profesionales, militares peronista e iglesia; proclama la necesidad de dar apoyo a esta formula para liberar al país de la dependencia asociada a la dictadura.
El proyecto peronista quería poner en marcha a la comunidad organizada, concretar el pacto entre el Estado los empresarios y los trabajadores que se logro a partir del acta de compromiso nacional, lograr un desarrollo económico independiente.
Existía simpatía frente a la política autónoma de China popular y se intenta romper el triángulo formando lazos con China, Europa atlántica países del este socialistas, Japón y tercer mundo. El objetivo es lograr apoyo político al proyecto y traer inversiones de capital.
Los proyectos que se concretaron en el gobierno de Campora fueron los siguientes:
- Reanudación de las relaciones con Cuba, Alemania Oriental y Corea del Norte
- Afirmación de lazos con Perú, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay
- Convenio de complementación económica con España
- Lucha contra la dominación extranjera (EEUU).
Este último punto generó repudios desde la burguesía nacional, las FFAA y USA, como también generó criticas desde el propio peronismo (ortodoxia), lo cual llevo a la renuncia de Cámpora.
Cuando Cámpora deja el poder se desplaza de las decisiones a montoneros, por lo tanto los vínculos entre Perón y el peronismo revolucionario se van atenuando, para dejar en la cúspide a las ramas más ortodoxas, con esto se produce una radicalización de montoneros y de la juventud.
Perón triunfa en las elecciones de septiembre del 73, momento de mayor enfrentamiento entre la izquierda y derecha del movimiento. Se produce un cambio drástico en el exterior: En Chile se produce un golpe de estado a Allende y se instaura un gobierno militar en Brasil, Bolivia y Paraguay.
La desestabilización creada por el país hegemónico en estos países latinos, sumado a las presiones de la derecha peronista dieron lugar a un pequeño cambio en la estrategia de Perón, el ya no podía afrontar un proyecto netamente autonomista, por lo tanto cambiara su orientación hacia los USA atenuando la agresividad y volverá a pactar con los nuevos gobiernos Latinos.
La evolución de las relaciones de Perón con los movimientos revolucionarios gira y se modifica alrededor de los cambios internacionales.
La ruptura definitiva entre Perón y la rama revolucionaria de su movimiento, podría decirse que se produce en mayo de 1974, en su discurso pronunciado en plaza de mayo.
Allí se concentraron cientos de personas de agrupaciones peronistas de izquierda criticando al modelo adoptado por Perón y en particular rechazando al pacto social, por el cual Perón se había manifestado a favor en su discurso .
Existía simpatía frente a la política autónoma de China popular y se intenta romper el triángulo formando lazos con China, Europa atlántica países del este socialistas, Japón y tercer mundo. El objetivo es lograr apoyo político al proyecto y traer inversiones de capital.
Los proyectos que se concretaron en el gobierno de Campora fueron los siguientes:
- Reanudación de las relaciones con Cuba, Alemania Oriental y Corea del Norte
- Afirmación de lazos con Perú, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay
- Convenio de complementación económica con España
- Lucha contra la dominación extranjera (EEUU).
Este último punto generó repudios desde la burguesía nacional, las FFAA y USA, como también generó criticas desde el propio peronismo (ortodoxia), lo cual llevo a la renuncia de Cámpora.
Cuando Cámpora deja el poder se desplaza de las decisiones a montoneros, por lo tanto los vínculos entre Perón y el peronismo revolucionario se van atenuando, para dejar en la cúspide a las ramas más ortodoxas, con esto se produce una radicalización de montoneros y de la juventud.
Perón triunfa en las elecciones de septiembre del 73, momento de mayor enfrentamiento entre la izquierda y derecha del movimiento. Se produce un cambio drástico en el exterior: En Chile se produce un golpe de estado a Allende y se instaura un gobierno militar en Brasil, Bolivia y Paraguay.
La desestabilización creada por el país hegemónico en estos países latinos, sumado a las presiones de la derecha peronista dieron lugar a un pequeño cambio en la estrategia de Perón, el ya no podía afrontar un proyecto netamente autonomista, por lo tanto cambiara su orientación hacia los USA atenuando la agresividad y volverá a pactar con los nuevos gobiernos Latinos.
La evolución de las relaciones de Perón con los movimientos revolucionarios gira y se modifica alrededor de los cambios internacionales.
La ruptura definitiva entre Perón y la rama revolucionaria de su movimiento, podría decirse que se produce en mayo de 1974, en su discurso pronunciado en plaza de mayo.
Allí se concentraron cientos de personas de agrupaciones peronistas de izquierda criticando al modelo adoptado por Perón y en particular rechazando al pacto social, por el cual Perón se había manifestado a favor en su discurso .
Perón ante este hecho reaccionó agresivamente y acusó a la juventud de inútiles, gritones desorganizados y con ideas contrarias al justicialismo. Allí los acusó de no saber nada acerca de la lucha contra la proscripción, olvidando, Perón de que su estadía en el poder en el 74´ se debía a la ayuda de la juventud.
VIOLENCIA - Una encuesta realizada por IPSA en noviembre de 1971 sobre la pregunta "¿Justifica usted la violencia guerrillera?" obtuvo una respuesta favorable del45,5 por ciento de los casos en el Gran Buenos Aires, del 51 por ciento en Rosario y del 53 por ciento en Córdoba. |
Después del discurso y en adelante se producen allanamientos y ataques armados a los locales de la juventud peronista, secuestros muertes y detenciones de sus militantes.
Por último, sabemos como ha evolucionado el desarrollo de estos movimientos. Muchos de sus militantes desaparecieron durante la época del Proceso, las persecuciones y la represión sufrida en esa época parece que hubiera coartado no solo el accionar del peronismo revolucionario sino, también la difusión de sus ideas.
Lo cierto es que terminada la "misión" del Proceso y a partir de la llegada de la democracia hasta la actualidad, las voces y banderas del peronismo revolucionario se han dejado de ver y escuchar.
CONCLUSIÓN
Para algunos autores, el orígen de los movimientos guerrilleros de izquierda en Argentina, dentro de ellos el peronismo revolucionario como exponente; se debió a un debilitamiento del marco normativo.
Peter Waldman describe a la época del setenta como un período de anomia social, esto es, desequilibrio o caos social a causa de fallas en las estructuras normativas. A nivel individual podría decir Waldman, también, que hubo un aumento de las patologías, es decir, de «desviados sociales» ya que estos son los que no se atienen a las normas y los que no pueden adaptarse a la sociedad.
Por último, sabemos como ha evolucionado el desarrollo de estos movimientos. Muchos de sus militantes desaparecieron durante la época del Proceso, las persecuciones y la represión sufrida en esa época parece que hubiera coartado no solo el accionar del peronismo revolucionario sino, también la difusión de sus ideas.
Lo cierto es que terminada la "misión" del Proceso y a partir de la llegada de la democracia hasta la actualidad, las voces y banderas del peronismo revolucionario se han dejado de ver y escuchar.
CONCLUSIÓN
Para algunos autores, el orígen de los movimientos guerrilleros de izquierda en Argentina, dentro de ellos el peronismo revolucionario como exponente; se debió a un debilitamiento del marco normativo.
Peter Waldman describe a la época del setenta como un período de anomia social, esto es, desequilibrio o caos social a causa de fallas en las estructuras normativas. A nivel individual podría decir Waldman, también, que hubo un aumento de las patologías, es decir, de «desviados sociales» ya que estos son los que no se atienen a las normas y los que no pueden adaptarse a la sociedad.
Creo que la hipótesis de Waldman y su justificación es completamente arbitraria y por ello estoy en total desacuerdo. Me parece casi imposible creer y comprobar que la cantidad de gente que militaba en estos movimientos era simplemente un producto del contexto interno. Es decir, no creo probable que, en primer termino no hayan existido estructuras normativas, ni medios para hacerlas válidas porque justamente el período tomado es una época de gobierno militar, y sabemos como estos grupos se manejan.
En segundo lugar, no pueden tirarse por la borda, como si nada, las ideas por las que luchaban estos movimientos y el convencimiento que sus integrantes tenían en ellas, como tampoco se puede hacer con los desaparecidos. Tratar como accidental que estas gentes hayan luchado por sus ideas es negar y consecuentemente tratar como insignificante el hecho de que estas personas hayan desaparecido, es decir, hayan muerto luchando por sus ideas.
Creo que los autores del orden niegan ciertas circunstancias que para el sistema vigente pueden ser perturbadoras.
Para decirlo mas atenuadamente, se olvidan de que estos grupos que se apartan de las normas existentes no lo hacen por falta de adaptación al orden social o por no existencia de reglas, sino porque talvés estas normas, ya caducas, no se adaptan a sus nuevas necesidades y aspiraciones que ya han surgido en la realidad, pero que no se han plasmado en las normas jurídicas.
Un ejemplo de esto es, lo ocurrido en 1949, cuando el gobierno de Perón sancionó una nueva constitución, que se adaptó a los nuevos intereses y demandas que eran los de la clase obrera, remplazando la anterior estructura ya insostenible. Si esto no hubiera ocurrido sería ridículo afirmar hoy, que los reclamos de la clase obrera por mejores condiciones de trabajo eran la expresión de casos desadaptados y desviados.
La historia nos muestra que la relación entre lo normativo y lo que sucede en la realidad es dialéctica y cambiante, no estática y lineal. Por lo tanto lo que manifestaban desde la realidad los movimientos revolucionarios peronistas, era una expresión del descontento del pueblo frente a la estructura normativa vigente y un llamado hacia las autoridades: la necesidad de cambio, como lo fué el del 49´.
Fuente: www.cpolitica.com
En segundo lugar, no pueden tirarse por la borda, como si nada, las ideas por las que luchaban estos movimientos y el convencimiento que sus integrantes tenían en ellas, como tampoco se puede hacer con los desaparecidos. Tratar como accidental que estas gentes hayan luchado por sus ideas es negar y consecuentemente tratar como insignificante el hecho de que estas personas hayan desaparecido, es decir, hayan muerto luchando por sus ideas.
Creo que los autores del orden niegan ciertas circunstancias que para el sistema vigente pueden ser perturbadoras.
Para decirlo mas atenuadamente, se olvidan de que estos grupos que se apartan de las normas existentes no lo hacen por falta de adaptación al orden social o por no existencia de reglas, sino porque talvés estas normas, ya caducas, no se adaptan a sus nuevas necesidades y aspiraciones que ya han surgido en la realidad, pero que no se han plasmado en las normas jurídicas.
Un ejemplo de esto es, lo ocurrido en 1949, cuando el gobierno de Perón sancionó una nueva constitución, que se adaptó a los nuevos intereses y demandas que eran los de la clase obrera, remplazando la anterior estructura ya insostenible. Si esto no hubiera ocurrido sería ridículo afirmar hoy, que los reclamos de la clase obrera por mejores condiciones de trabajo eran la expresión de casos desadaptados y desviados.
La historia nos muestra que la relación entre lo normativo y lo que sucede en la realidad es dialéctica y cambiante, no estática y lineal. Por lo tanto lo que manifestaban desde la realidad los movimientos revolucionarios peronistas, era una expresión del descontento del pueblo frente a la estructura normativa vigente y un llamado hacia las autoridades: la necesidad de cambio, como lo fué el del 49´.
Fuente: www.cpolitica.com
El peso de la verticalidad
Los episodios de Azul aceleraron el proceso de depuración ideológica. El Gobernador Bidegain y ocho diputados de la JP quedaron en el camino, víctimas de la verticalidad que ellos mismos tantas veces elogiaron. El ala izquierda del oficialismo busca ahora otras variantes -dentro y fuera del movimiento- mientras Perón se apresta a reducir el excesivo poder político que han acumulado los metalúrgicos.
Los episodios de Azul aceleraron el proceso de depuración ideológica. El Gobernador Bidegain y ocho diputados de la JP quedaron en el camino, víctimas de la verticalidad que ellos mismos tantas veces elogiaron. El ala izquierda del oficialismo busca ahora otras variantes -dentro y fuera del movimiento- mientras Perón se apresta a reducir el excesivo poder político que han acumulado los metalúrgicos.
Si los objetivos del grupo que asaltó la guarnición de Azul eran los de dar un golpe espectacular que ayudara políticamente a la izquierda, los resultados indican que el episodio sirvió para afirmar aún más a la línea derechista del Gobierno. El golpe produjo la irritación del Ejército, la reacción del Gobierno, la indignación general por las muertes ocurridas y la decapitación de otro sector importante del ala izquierda del peronismo. Si en cambio, el ataque apuntaba a comprometer al Gobierno en una política cada vez más dura y represiva, que lo fuera diferenciando cada vez menos de los regímenes anteriores, la táctica habría dado algún resultado.
Lo cierto es que Perón consiguió, aun enarbolando las tradicionales herramientas del poder absoluto, que todos le prestaran un decidido apoyo político en la defensa del Estado.
En la noche misma del domingo 20, Perón se dirigió al país rodeado de sus principales colaboradores -incluyendo a su esposa-, prolijamente vestido con el uniforme de teniente general. No sólo era el Presidente, sino un comandante de operaciones alertando a amigos y a adversarios sobre la guerra sin cuartel contra la subversión que, se supone, entró ese día en su etapa decisiva. A partir de allí, además de ponerse en juego la tranquilidad del país también está el lugar que ocupará Perón en la historia argentina.
No es demasiado arriesgado suponer que este último punto marca la clave de la acción subversiva: descolocar a Perón frente a si mismo, las Fuerzas Armadas y la opinión pública, Entre las versiones que más circularon dentro de los oficiales de inteligencia, había una que asignaba un propósito muy definido al ataque. Según esa hipótesis, el asalto al Regimiento 10, en momentos en que se suponía que no contaba con toda su capacidad de contraataque (debido al fin de semana y a que la nueva clase de conscriptos no se hallaba en condiciones de entrenamiento adecuadas), tenía por finalidad coparlo durante el tiempo necesario para enviar un radiograma a todas las guarniciones. De ese modo se generaba una lógica alarma y podía promoverse una reacción militar contra el Gobierno; tal vez un planteo exigiendo sustanciales modificaciones en el Gabinete o la intervención a las provincias gobernadas por peronistas presuntamente izquierdistas.
Lo cierto es que Perón consiguió, aun enarbolando las tradicionales herramientas del poder absoluto, que todos le prestaran un decidido apoyo político en la defensa del Estado.
En la noche misma del domingo 20, Perón se dirigió al país rodeado de sus principales colaboradores -incluyendo a su esposa-, prolijamente vestido con el uniforme de teniente general. No sólo era el Presidente, sino un comandante de operaciones alertando a amigos y a adversarios sobre la guerra sin cuartel contra la subversión que, se supone, entró ese día en su etapa decisiva. A partir de allí, además de ponerse en juego la tranquilidad del país también está el lugar que ocupará Perón en la historia argentina.
No es demasiado arriesgado suponer que este último punto marca la clave de la acción subversiva: descolocar a Perón frente a si mismo, las Fuerzas Armadas y la opinión pública, Entre las versiones que más circularon dentro de los oficiales de inteligencia, había una que asignaba un propósito muy definido al ataque. Según esa hipótesis, el asalto al Regimiento 10, en momentos en que se suponía que no contaba con toda su capacidad de contraataque (debido al fin de semana y a que la nueva clase de conscriptos no se hallaba en condiciones de entrenamiento adecuadas), tenía por finalidad coparlo durante el tiempo necesario para enviar un radiograma a todas las guarniciones. De ese modo se generaba una lógica alarma y podía promoverse una reacción militar contra el Gobierno; tal vez un planteo exigiendo sustanciales modificaciones en el Gabinete o la intervención a las provincias gobernadas por peronistas presuntamente izquierdistas.
Carta del Presidente Juan Domingo Perón al personal militar de la guarnición Azul Buenos Aires, 22 de enero de 1974 Señores Jefes, Oficiales, Suboficiales y soldados De la Guarnición Azul S..../....D Como comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y soldado experimentado luego de más de sesenta años de vida en la Institución, quiero llegar directamente a ustedes para expresarles mis felicitaciones por el heroico y leal comportamiento con que han afrontado el traicionero ataque de la noche del sábado 19 de enero de 1974. Los ejemplos dados por los jefes y oficiales que han llegado hasta ofrendar sus vidas, tuvo la misma repercusión en los suboficiales y soldados que- con su valentía y espíritu de lucha- repelieron la agresión, con la colaboración de la Armada y la Fuerza Aérea. Quiero asimismo hacerles presente que esta lucha en la que estamos empeñados, es larga y requiere en consecuencia una estrategia sin tiempo. El objetivo perseguido por estos grupos minoritarios es el pueblo argentino, y para ello llevan a cabo una agresión integral. Por ello, sepan ustedes que en esta lucha no están solos, sino que es todo el pueblo que esta empeñado en exterminar este mal, y será el accionar de todos el que impedirá que ocurran más agresiones y secuestros. La estrategia integral que conducimos desde el gobierno, nos lleva a actuar profundamente sobre las causas de la violencia y la subversión, quedando la lucha contra los efectos a cargo de toda la población, fuerzas policiales y de seguridad, y si es necesario de las Fuerzas Armadas. Teniendo en nuestras manos las grandes banderas o causas que hasta el 25 de mayo de 1973 pudieron esgrimir, la decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz y el repudio unánime de la ciudadanía, harán que el reducido número de psicópatas que va quedando sea exterminado uno a uno para el bien de la República. Vaya mi palabra de consuelo para los familiares que perdieron a sus seres queridos, de aliento para los heridos y de esperanza para las familias del Coronel GAY y Teniente Coronel IBARZABAL. Tengan la certeza de que todo el poder del Estado está siendo empleado para lograr su liberación. Quiera Dios que el heroico desempeño de todos ustedes nos sirva siempre de ejemplo. Juan Domingo Perón Presidente de la Nación |
Si ello es así, la acción bélica consiguió el efecto contrario, pues la respuesta de la guarnición benefició al Gobierno. Desde el punto de vista de la estrategia guerrillera, lo más importante de la acción del ERP es su capacidad para ganarse el temor y la antipatía de la opinión pública, incluyendo la izquierdista. Como señalaba el propio Lenin, todo grupo con pretensiones revolucionarias debe buscar de granjearse el apoyo de la población y, especialmente, el de aquellos sectores más dinámicos o más útiles para sus fines en las próximas fases de su acción. Por ejemplo los oficiales más jóvenes y los suboficiales de las Fuerzas Armadas. Con este tipo de acciones, en los que matan a sangre fría a un soldado conscripto de guardia como si se tratara de un enemigo, no lo logran.
Puede recordarse la experiencia de los Tupamaros uruguayos: mientras robaban camiones con alimentos para repartirlos entre los pobres o cuando denunciaban negociados, despertaban la simpatía de la población. En cambio cuando comenzaron a matar vigilantes su estrella declinó. Es que en este tipo de organizaciones políticas, su estilo de acción elitista las aísla y sólo sirve para irritar a la derecha, no para vencerla.
Las consecuencias
Puede recordarse la experiencia de los Tupamaros uruguayos: mientras robaban camiones con alimentos para repartirlos entre los pobres o cuando denunciaban negociados, despertaban la simpatía de la población. En cambio cuando comenzaron a matar vigilantes su estrella declinó. Es que en este tipo de organizaciones políticas, su estilo de acción elitista las aísla y sólo sirve para irritar a la derecha, no para vencerla.
Las consecuencias
Un buen síntoma de lo que se avecinaba fue la rápida reacción de los gobernadores Bidegain, Obregón Cano y Martínez Baca - todos cuestionados dentro del oficialismo- quienes se apresuraron a condenar lo sucedido y a expresar en distintos tonos su lealtad a Perón. Este, en su discurso del mismo domingo, ya había señalado la posible negligencia culposa de algunos gobiernos provinciales frente a la guerrilla, un dardo dirigido implícitamente contra Bidegain, pero que por elevación también cuestionaba a todos aquellos peronistas más o menos relacionados con actitudes calificadas de izquierdizantes.
Claro que ahora vale la pena preguntar hasta qué punto Bidegain, Obregón Cano y Martínez Baca son realmente izquierdistas, porque si nos atenemos a los hechos producidos por sus gobiernos, la respuesta es obviamente negativa. Hasta ahora, si algo hicieron, nada tuvo que ver con lo que se supone es parte de una política izquierdista. Ninguno de ellos dio muestras de intentar una reforma agraria, o de socializar -así sea parcialmente- algún rubro de la producción; ni siquiera en los limitados ámbitos reservados a la gestión provincial.
En cuanto a Bidegain, lo más espectacular de su gestión fue aceptar que su ministro de Educación, Alberto Baldrich, comenzara a aplicar una política educativa sectaria y con muy claros matices derechistas. La clave del presunto izquierdismo de estas cuestionadas figuras es su oposición a la línea sindical predominante, cuya hegemonía ejerce la Unión Obrera Metalúrgica, que es la que a su vez marca las coordenadas del oficialismo. Esa coyuntura derivó en peligrosas alianzas de los gobernadores con ciertos grupos juveniles -y activistas- del peronismo, aunque nunca a desarrollar una política de izquierda. Un buen ejemplo de ello pueden ser los fundamentos de las verticalizadas renuncias a las bancas que redactaron los ocho diputados que se negaron a convalidar la reforma del Código Penal: en las mismas no sientan una posición ideológica, sino una actitud coyuntural.
De esta manera las posiciones izquierdistas fueron sólo una bandera, no un modelo político. El caso fue que en la última semana de enero se dio por finalizado el Operativo Dorrego, aquella labor conjunta -propiciada por el ahora ex gobernador Bidegain- entre efectivos militares y miembros de la Juventud Peronista para ayudar a las zonas anegadas por las lluvias a mediados del año pasado.
Como lo señaló oportunamente Redacción, el Operativo se parecía mucho al prolegómeno de una alianza política entre el entonces comandante general del Ejército, teniente general Jorge Raúl Carcagno, y los sectores calificados como "la izquierda" del oficialismo. En un momento se pensó que el famoso Operativo concluiría al conocerse la renuncia del general Carcagno, pero con lo de Azul su final se extendió a la -también vertical- caída de Bidegain.
Claro que ahora vale la pena preguntar hasta qué punto Bidegain, Obregón Cano y Martínez Baca son realmente izquierdistas, porque si nos atenemos a los hechos producidos por sus gobiernos, la respuesta es obviamente negativa. Hasta ahora, si algo hicieron, nada tuvo que ver con lo que se supone es parte de una política izquierdista. Ninguno de ellos dio muestras de intentar una reforma agraria, o de socializar -así sea parcialmente- algún rubro de la producción; ni siquiera en los limitados ámbitos reservados a la gestión provincial.
En cuanto a Bidegain, lo más espectacular de su gestión fue aceptar que su ministro de Educación, Alberto Baldrich, comenzara a aplicar una política educativa sectaria y con muy claros matices derechistas. La clave del presunto izquierdismo de estas cuestionadas figuras es su oposición a la línea sindical predominante, cuya hegemonía ejerce la Unión Obrera Metalúrgica, que es la que a su vez marca las coordenadas del oficialismo. Esa coyuntura derivó en peligrosas alianzas de los gobernadores con ciertos grupos juveniles -y activistas- del peronismo, aunque nunca a desarrollar una política de izquierda. Un buen ejemplo de ello pueden ser los fundamentos de las verticalizadas renuncias a las bancas que redactaron los ocho diputados que se negaron a convalidar la reforma del Código Penal: en las mismas no sientan una posición ideológica, sino una actitud coyuntural.
De esta manera las posiciones izquierdistas fueron sólo una bandera, no un modelo político. El caso fue que en la última semana de enero se dio por finalizado el Operativo Dorrego, aquella labor conjunta -propiciada por el ahora ex gobernador Bidegain- entre efectivos militares y miembros de la Juventud Peronista para ayudar a las zonas anegadas por las lluvias a mediados del año pasado.
Como lo señaló oportunamente Redacción, el Operativo se parecía mucho al prolegómeno de una alianza política entre el entonces comandante general del Ejército, teniente general Jorge Raúl Carcagno, y los sectores calificados como "la izquierda" del oficialismo. En un momento se pensó que el famoso Operativo concluiría al conocerse la renuncia del general Carcagno, pero con lo de Azul su final se extendió a la -también vertical- caída de Bidegain.
El Peronista Nº 1 (salió después del cierre de El Descamisado), 19 de abril de 1974. Contiene el"Documento para la Liberación", donde se fijan posiciones: Reencauzar el Movimiento Peronista como eje de la Liberación. Reconstruir el Frente bajo la hegemonía de los trabajadores. Recuperar el gobierno para el pueblo y el General Perón. Clic para descargar |
En su ya mencionado discurso, Perón convocó a todos -especialmente a sus partidarios-, a una movilización general contra la subversión. También centralizó su acción política, ya que no la acción policial, a combatir el ala izquierda dentro de su movimiento, pues resulta evidente que los más peligrosos adversarios se encuentran precisamente allí
Resultaba obvio que Bidegain transformado por imperio de las circunstancias en "chivo emisario"; debía pasar a cuarteles de invierno sin siquiera contar con el consuelo de una embajada. La idea primera había sido solucionar el problema con el expediente de la intervención federal a los tres poderes, algo que podría servir de antecedente para tomar medidas similares contra otras provincias. Pero la noticia de la intervención hizo pensar a Balbín en interrumpir su gira por el sur y entrevistarse con el Presidente a fin de disuadirlo.
La idea del jefe radical -en la que influyó decididamente el líder de su bancada de diputados nacionales, Antonio Américo Tróccoli- consistía en proponer las renuncias del gobernador y el vicegobernador (el dirigente metalúrgico Victorio Calabró). Según marca la constitución provincial, la Legislatura designaría entre sus miembros el nuevo Poder Ejecutivo para el resto del período 1973-77. Las motivaciones de los radicales eran claras: ellos también ven con temor el predominio del sector sindical. Obviamente, no lo lograron: Calabró fue ungido Gobernador, pues los dirigentes metalúrgicos no podían dejar pasar una oportunidad tan propicia de asegurarse una posición de poder tan significativa, aunque también peligrosa.
Desde luego que Perón hubiera preferido colocar allí a un político sin mayor apoyatura propia para tal cargo, pero -igual que Balbín- prefirió por el momento aceptar el curso marcado de la sucesión. Ahora su próximo objetivo será reducir el poder de los metalúrgicos.
Desde luego que Perón hubiera preferido colocar allí a un político sin mayor apoyatura propia para tal cargo, pero -igual que Balbín- prefirió por el momento aceptar el curso marcado de la sucesión. Ahora su próximo objetivo será reducir el poder de los metalúrgicos.
La Juventud en la encrucijada
La ruidosa aprobación de las reformas al Código Penal tuvo un proceso sumamente discutido. El proyecto oficialista fue cuestionado incluso hasta por los diputados peronistas más jóvenes. Trece de ellos habían decidido disentir con la opinión del Poder Ejecutivo, y para fijar su posición ante el líder -se supone que no buscarían disuadirlo- solicitaron entrevistarlo.
Perón los recibió el martes 22 en la quinta presidencial de Olivos.
Asistieron once. Si pensaron que el Presidente los recibiría a solas se llevaron una gran sorpresa; además de los visitantes, Croatto, Díaz Ortiz, Giménez, Glellel, Iturrieta, Kunkel, Ramírez, Romero, Svesk, Vidaña y Vittar, estuvieron el presidente de la Cámara de Diputados. Raúl" Lastiri; el ministro del Interior, Benito Llambí; el de Bienestar Social y secretario privado, José López Rega; el secretario general de la Presidencia, Vicente Solano Lima; el secretario de Prensa, Emilio Abras; y el presidente del bloque de diputados del Frejuli, Ferdinando Pedrini. Alrededor de ellos se instaló una impresionante batería de cámaras de televisión y micrófonos radiales. Un escenario que ya predecía lodo.
Perón explicó su versión sobre los grupos subversivos y la necesidad de protegerse contra ellos. "El que no está de acuerdo, se va", repitió ese día. Ocho de ellos abandonaron luego sus bancas y al otro día se fueron verticalmente expulsados del movimiento.
El episodio acrecienta las dificultades que desde hace un tiempo vive la Juventud Peronista, que recién ahora ha empezado a descubrir que su idea de "Patria Socialista" no es compartida por Perón, ni por la mayoría de los peronistas. Se sabe, sin embargo, que una parte de este sector acatará finalmente la verticalidad, pero se descuenta que otra parte se ira alejando para constituir lo que ahora se bautizó como la Alternativa: un espacio político postperonista con pretensiones de heredar parte del caudal político de Perón, cuando llegue el momento -biológicamente inapelable- del retiro definitivo del viejo caudillo.
La ruidosa aprobación de las reformas al Código Penal tuvo un proceso sumamente discutido. El proyecto oficialista fue cuestionado incluso hasta por los diputados peronistas más jóvenes. Trece de ellos habían decidido disentir con la opinión del Poder Ejecutivo, y para fijar su posición ante el líder -se supone que no buscarían disuadirlo- solicitaron entrevistarlo.
Perón los recibió el martes 22 en la quinta presidencial de Olivos.
Asistieron once. Si pensaron que el Presidente los recibiría a solas se llevaron una gran sorpresa; además de los visitantes, Croatto, Díaz Ortiz, Giménez, Glellel, Iturrieta, Kunkel, Ramírez, Romero, Svesk, Vidaña y Vittar, estuvieron el presidente de la Cámara de Diputados. Raúl" Lastiri; el ministro del Interior, Benito Llambí; el de Bienestar Social y secretario privado, José López Rega; el secretario general de la Presidencia, Vicente Solano Lima; el secretario de Prensa, Emilio Abras; y el presidente del bloque de diputados del Frejuli, Ferdinando Pedrini. Alrededor de ellos se instaló una impresionante batería de cámaras de televisión y micrófonos radiales. Un escenario que ya predecía lodo.
Perón explicó su versión sobre los grupos subversivos y la necesidad de protegerse contra ellos. "El que no está de acuerdo, se va", repitió ese día. Ocho de ellos abandonaron luego sus bancas y al otro día se fueron verticalmente expulsados del movimiento.
El episodio acrecienta las dificultades que desde hace un tiempo vive la Juventud Peronista, que recién ahora ha empezado a descubrir que su idea de "Patria Socialista" no es compartida por Perón, ni por la mayoría de los peronistas. Se sabe, sin embargo, que una parte de este sector acatará finalmente la verticalidad, pero se descuenta que otra parte se ira alejando para constituir lo que ahora se bautizó como la Alternativa: un espacio político postperonista con pretensiones de heredar parte del caudal político de Perón, cuando llegue el momento -biológicamente inapelable- del retiro definitivo del viejo caudillo.
Crónica, 8 de febrero de 1974. Reunión de Perón con sectores de la Juventud Peronista (de derecha) el 7 de febrero de 1974. Se delineó la actitud a asumir contra Tendencia Revolucionaria. Clic para descargar en tamaño legible. |
Todavía no se ve con claridad el futuro que puede tener tal Alternativa. Por ahora parece sólo una necesidad de algunos sectores (que accedieron al peronismo detrás del circunstancial camporismo) de replantear su posición apenas comprendieron que el peronismo no es ni más ni menos que eso: peronismo. Es decir, el partido de los fieles seguidores de Perón.
Otros efectos
En este caso de los diputados, el elemento catalizador fue la reforma penal, la que ahora adquirió un tono similar al de los últimos tiempos del gobierno militar y al de los viejos tiempos peronistas, periodos en los que se buscó que el Estado impusiera el orden desde arriba -verticalmente- en lugar de lograrlo por una armonización de los sectores internos de la comunidad.
Lo más discutible de las reformas se refiere a ciertas ambigüedades, como por ejemplo cuando se refiere a la asociación ilícita, donde cualquier tendencia nueva que pueda surgir -y por ser nueva, no legalmente reconocida- por ejemplo contra la dirección de un sindicato, podría ser acusada de subversiva si asume un tono crítico muy violento. Según señaló el Presidente a los diputados disidentes de su partido, tales ambigüedades "serán salvadas por los jueces".
También debió pagar tributo al desgaste político el secretario general de la Presidencia, Vicente Solano Lima, cuando los amigos sindicalistas del nuevo gobernador Calabró lo acusaron de haber "buscado defender a Bidegain" debido a su intento de transacción en defensa del ex titular de la provincia de Buenos Aires. Le recordaron también que cuando acompañaba a Cámpora en el ticket de candidatos a la Presidencia -durante la campaña electoral anterior al 11 de marzo-, mantuvo una estrecha relación táctica con el sector juvenil.
A mediano plazo, la clave del éxito gubernamental radicará en su manejo de la economía. Si en febrero y marzo se superan los problemas de la escasez de productos, la opinión pública no perderá su tranquilidad. Si se logran las anunciadas inversiones para dinamizar la economía, si Gobierno podrá afirmar que ganó la partida. Si también termina con la intranquilidad motivada por la subversión, Perón realmente habrá ganado. Mientras tanto, tendrá que seguir sorteando los obstáculos acudiendo en primera instancia a su habilidad política, y en segunda al peso de su verticalidad.
Fuente: Revista Redacción, febrero 1974
Otros efectos
En este caso de los diputados, el elemento catalizador fue la reforma penal, la que ahora adquirió un tono similar al de los últimos tiempos del gobierno militar y al de los viejos tiempos peronistas, periodos en los que se buscó que el Estado impusiera el orden desde arriba -verticalmente- en lugar de lograrlo por una armonización de los sectores internos de la comunidad.
Lo más discutible de las reformas se refiere a ciertas ambigüedades, como por ejemplo cuando se refiere a la asociación ilícita, donde cualquier tendencia nueva que pueda surgir -y por ser nueva, no legalmente reconocida- por ejemplo contra la dirección de un sindicato, podría ser acusada de subversiva si asume un tono crítico muy violento. Según señaló el Presidente a los diputados disidentes de su partido, tales ambigüedades "serán salvadas por los jueces".
También debió pagar tributo al desgaste político el secretario general de la Presidencia, Vicente Solano Lima, cuando los amigos sindicalistas del nuevo gobernador Calabró lo acusaron de haber "buscado defender a Bidegain" debido a su intento de transacción en defensa del ex titular de la provincia de Buenos Aires. Le recordaron también que cuando acompañaba a Cámpora en el ticket de candidatos a la Presidencia -durante la campaña electoral anterior al 11 de marzo-, mantuvo una estrecha relación táctica con el sector juvenil.
A mediano plazo, la clave del éxito gubernamental radicará en su manejo de la economía. Si en febrero y marzo se superan los problemas de la escasez de productos, la opinión pública no perderá su tranquilidad. Si se logran las anunciadas inversiones para dinamizar la economía, si Gobierno podrá afirmar que ganó la partida. Si también termina con la intranquilidad motivada por la subversión, Perón realmente habrá ganado. Mientras tanto, tendrá que seguir sorteando los obstáculos acudiendo en primera instancia a su habilidad política, y en segunda al peso de su verticalidad.
Fuente: Revista Redacción, febrero 1974
Mientras la detienen a Isabel demasiadas coincidencias dormitan aquella misma siesta de Aramburu
Por Jorge Eduardo Rulli, enero 2007
Hoy me siento mal, me siento realmente mal.
En el mundo del revés que sigue siendo la Argentina, el famoso Juez Espartacus, filmado con escándalo en un prostíbulo masculino al que frecuentaba, y que por sus relaciones políticas consiguiera sobrevivir al menemismo y al duhaldismo, lleva hoy la causa contra Isabel Perón, y algunos autorizados voceros nos manifiestan seguramente tomándonos el pelo, su confianza en que se haga justicia y en que no habrá impunidad para nadie…
Sin embargo, paradójicamente, no ha sido Espartacus sino un ignoto juez de la provincia de Mendoza quien sorprendiendo a propios y extraños, ha determinado la detención en España de la viuda del General Perón.
Hoy me siento mal, me siento realmente mal.
En el mundo del revés que sigue siendo la Argentina, el famoso Juez Espartacus, filmado con escándalo en un prostíbulo masculino al que frecuentaba, y que por sus relaciones políticas consiguiera sobrevivir al menemismo y al duhaldismo, lleva hoy la causa contra Isabel Perón, y algunos autorizados voceros nos manifiestan seguramente tomándonos el pelo, su confianza en que se haga justicia y en que no habrá impunidad para nadie…
Sin embargo, paradójicamente, no ha sido Espartacus sino un ignoto juez de la provincia de Mendoza quien sorprendiendo a propios y extraños, ha determinado la detención en España de la viuda del General Perón.
Esto también es un escándalo, un escándalo mayor que el de Espartacus, mucho mayor tal vez, porque quiebra todos los códigos de la convivencia política, y porque desenmascara el antiperonismo malicioso desde estructuras políticas que se dicen peronistas y devela una vez más, que en verdad jamás lo fueron.
La implacable operatoria de aculturación política de los años setenta, operatoria que frustró el proceso de la Revolución Nacional en la Argentina y que abrió las puertas a la dictadura militar genocida, pareciera no haber terminado su obra de ruptura de las memorias y de los imaginarios colectivos, y apunta hoy inmisericorde, a las identidades profundas de una buena parte de nuestro pueblo..
Alguna vez, hace muchos años, cuando Susanita Valle golpeó las puertas de la Casa de Gobierno pidiendo por la vida de su padre, le respondieron que el Presidente dormía….
En estos días, cuando Isabel Perón es detenida en Madrid, demasiadas conciencias argentinas dormitan asimismo su siesta provinciana, cargada de incumplimientos y de connivencias dolosas.
En estos días, cuando Isabel Perón es detenida en Madrid, demasiadas conciencias argentinas dormitan asimismo su siesta provinciana, cargada de incumplimientos y de connivencias dolosas.
CLARIDAD - "Desde octubre de 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón, nosotros sabíamos que se gestaba un golpe militar para marzo siguiente. No tratamos de impedirlo porque al fin y al cabo formaba parte de la lucha interna del movimiento peronista. Pero hicimos nuestros cálculos de guerra y nos preparamos para sufrir 1.500 bajas en el primer año. Si no eran mayores, estaríamos seguros de haber ganado. Pues bien, no han sido mayores. En cambio, la dictadura está agotada, sin salida, y nosotros tenemos un gran prestigio entre las masas y somos una opción para el futuro inmediato". [De un reportaje a Mario Firmenich realizado por Gabriel García Márquez en 1979] |
Sabemos bien los argentinos que a la Justicia que tenemos y más acá de la Corte Suprema a la reconocemos con respeto, la establecen cadenas funcionariales no depuradas todavía.
Sabemos también, que aquellas complicidades corporativas se mantienen desde las épocas en que a nuestros padres que peregrinaban por los juzgados buscándonos con desesperación, les rechazaban sistemáticamente los habeas corpus en que pedían por nosotros…
Confiamos en la Corte Suprema, pero no confiamos en esa Justicia que viene de los tiempos del proceso militar y tampoco creemos en el Consejo de la Magistratura, Consejo que no ha hecho sino frenar todo intento de renovación de lo que alguna vez se conociera como el sistema de la servilleta de Corach. .
Desde que el tema de la Triple A salió nuevamente a luz, los diarios oficialistas que, en mayor o menor medida los son todos, oficialistas de los funcionarios oficiales o acaso de los modelos económicos que respaldan esos funcionarios, todas las fotos de Almirón mostraban la imagen de Perón dentro del cuadro.
Esto no puede ser casual. Se trató mediante todo tipo de informaciones parciales y manipuladas, de crear la conciencia de que Almirón y Morales eran custodias de la Presidencia.
Han tenido que salir a negarlo dirigentes de los suboficiales retirados de las FFAA, agremiados en una asociación de los que fueran custodias de Perón y que han desmentido terminantemente la relación de Almirón, Morales y Rovira con las funciones que les son atribuidas.
Lamentablemente, estas informaciones no tienen prensa oficial en la Argentina y sólo circulan por los medios alternativos.
Desde Página 12, Ámbito, Infobae e incluso Radio 10, cuando se refieren a los crímenes de la Triple A, se evidencia que no van detrás de la Justicia, sino que van detrás del intento de culpabilizar como autor intelectual de aquellos crímenes a Perón.
Son como los perros carroñeros, pero se llevarán un chasco, no pudieron antes debilitar la imagen del General, menos van a poder ahora.
Vuelvo a desafiarlos, a que si revisamos los crímenes de la Triple A, de Almirón, de Morales y de Rovira, tal como correspondería hacerlo por Justicia, revisemos también el asesinato de Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT y mano derecha del General en ese momento, en la Presidencia de la República.Los que lo mataron también se referenciaban y respaldaban en el Estado, eran parte del Estado y su poder en el Estado estaba muy por encima y sin lugar a dudas, del que se le atribuye luego a López Rega.
Sin embargo, pareciera que de eso tampoco quiere hablarse… y nos preocupa, y nos preocupa en especial el silencio actual de las organizaciones de trabajadores y del movimiento sindical, y nos preguntamos si acaso tanto ha progresado la desperonización que consideran más oportuno hacerse los desentendidos, en un tema que implicó un verdadero magnicidio, y que modificó para siempre el rumbo de la historia.
Me refiero a la ejecución en plena vía pública de su Secretario General Ignacio Rucci, al que sus asesinos ni siquiera le dieron la oportunidad de alegar sus propias razones, como lo hicieran antes con el fusilador Aramburu.
Expresé en el inicio de este editorial que se estarían por quebrar ciertos códigos de la convivencia política y quiero volver sobre ello.
No se acepta que el débil gobierno de Isabel estuvo desde antes de nacer asediado por la guerrilla y por el avance de lo que más tarde sería el aparato militar de represión, cuando se fue en aquel entonces parte misma de los desestabilizadores de un lado o de otro, y tengo la impresión que se pretende juzgar hoy desde la Ley, las consecuencias y desvaríos provocados en las instituciones y en los marcos constitucionales por las acciones que en aquel entonces se llevaron a cabo desde las sombras.
A pocos días de haber sido electo Perón como presidente de los argentinos y en el contexto de un Estado en disgregación, se asesinó al Secretario General de la Central Obrera, su principal respaldo institucional, y luego se le criticó a Perón el entregarse al poder de Lopez Rega, al menos en lo poco que duró su vida entre los infartos sufridos y la agresión en la plaza del primero de mayo, y con ello pareciera que se pretenden justificar las acciones de asalto al poder constitucional que se llevaron a cabo en aquellos tiempos.
La burla es que muchos de los que participaron en aquellas políticas de acoso al Gobierno Constitucional, hoy devenidos por arte de birlibirloques de nuevo justicialistas y además funcionarios, reclaman justicia como si ellos no hubiesen tenido nada que ver en aquellos trágicos acontecimientos.
Se configura de esta manera una situación política inadmisible y que se agrava por la ausencia de debates.
Sabemos también, que aquellas complicidades corporativas se mantienen desde las épocas en que a nuestros padres que peregrinaban por los juzgados buscándonos con desesperación, les rechazaban sistemáticamente los habeas corpus en que pedían por nosotros…
Confiamos en la Corte Suprema, pero no confiamos en esa Justicia que viene de los tiempos del proceso militar y tampoco creemos en el Consejo de la Magistratura, Consejo que no ha hecho sino frenar todo intento de renovación de lo que alguna vez se conociera como el sistema de la servilleta de Corach. .
Desde que el tema de la Triple A salió nuevamente a luz, los diarios oficialistas que, en mayor o menor medida los son todos, oficialistas de los funcionarios oficiales o acaso de los modelos económicos que respaldan esos funcionarios, todas las fotos de Almirón mostraban la imagen de Perón dentro del cuadro.
Esto no puede ser casual. Se trató mediante todo tipo de informaciones parciales y manipuladas, de crear la conciencia de que Almirón y Morales eran custodias de la Presidencia.
Han tenido que salir a negarlo dirigentes de los suboficiales retirados de las FFAA, agremiados en una asociación de los que fueran custodias de Perón y que han desmentido terminantemente la relación de Almirón, Morales y Rovira con las funciones que les son atribuidas.
Lamentablemente, estas informaciones no tienen prensa oficial en la Argentina y sólo circulan por los medios alternativos.
Desde Página 12, Ámbito, Infobae e incluso Radio 10, cuando se refieren a los crímenes de la Triple A, se evidencia que no van detrás de la Justicia, sino que van detrás del intento de culpabilizar como autor intelectual de aquellos crímenes a Perón.
Son como los perros carroñeros, pero se llevarán un chasco, no pudieron antes debilitar la imagen del General, menos van a poder ahora.
Vuelvo a desafiarlos, a que si revisamos los crímenes de la Triple A, de Almirón, de Morales y de Rovira, tal como correspondería hacerlo por Justicia, revisemos también el asesinato de Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT y mano derecha del General en ese momento, en la Presidencia de la República.Los que lo mataron también se referenciaban y respaldaban en el Estado, eran parte del Estado y su poder en el Estado estaba muy por encima y sin lugar a dudas, del que se le atribuye luego a López Rega.
Sin embargo, pareciera que de eso tampoco quiere hablarse… y nos preocupa, y nos preocupa en especial el silencio actual de las organizaciones de trabajadores y del movimiento sindical, y nos preguntamos si acaso tanto ha progresado la desperonización que consideran más oportuno hacerse los desentendidos, en un tema que implicó un verdadero magnicidio, y que modificó para siempre el rumbo de la historia.
Me refiero a la ejecución en plena vía pública de su Secretario General Ignacio Rucci, al que sus asesinos ni siquiera le dieron la oportunidad de alegar sus propias razones, como lo hicieran antes con el fusilador Aramburu.
Expresé en el inicio de este editorial que se estarían por quebrar ciertos códigos de la convivencia política y quiero volver sobre ello.
No se acepta que el débil gobierno de Isabel estuvo desde antes de nacer asediado por la guerrilla y por el avance de lo que más tarde sería el aparato militar de represión, cuando se fue en aquel entonces parte misma de los desestabilizadores de un lado o de otro, y tengo la impresión que se pretende juzgar hoy desde la Ley, las consecuencias y desvaríos provocados en las instituciones y en los marcos constitucionales por las acciones que en aquel entonces se llevaron a cabo desde las sombras.
A pocos días de haber sido electo Perón como presidente de los argentinos y en el contexto de un Estado en disgregación, se asesinó al Secretario General de la Central Obrera, su principal respaldo institucional, y luego se le criticó a Perón el entregarse al poder de Lopez Rega, al menos en lo poco que duró su vida entre los infartos sufridos y la agresión en la plaza del primero de mayo, y con ello pareciera que se pretenden justificar las acciones de asalto al poder constitucional que se llevaron a cabo en aquellos tiempos.
La burla es que muchos de los que participaron en aquellas políticas de acoso al Gobierno Constitucional, hoy devenidos por arte de birlibirloques de nuevo justicialistas y además funcionarios, reclaman justicia como si ellos no hubiesen tenido nada que ver en aquellos trágicos acontecimientos.
Se configura de esta manera una situación política inadmisible y que se agrava por la ausencia de debates.
Piero (1973) - Hasta la toma del poder |
Concretamente, no es justo que se homenajee a los que asaltaron el cuartel de Formosa durante un gobierno constitucional, y que a la vez se aplique todo el rigor de la Ley con los travestis y con los vendedores ambulantes que destrozaron los vidrios del Gobierno porteño protestando contra el código de convivencia o con los presos por los desordenes en la Estación de Haedo que reclamaban contra los abusos extraordinarios de los servicios ferroviarios privatizados.
La ruptura de los códigos de la convivencia política es la simple consecuencia de una ley injusta o de una Ley aplicada de una manera que favorece a unos en desmedro de los otros.
En un país donde tantos miles de antiguos uniformados vinculados a la represión caminan impunes por la calle, en que los que estuvieron detrás del asesinato de Rucci disfrutan de reconocimientos políticos cuando no de importantes cargos, en el mismo país donde Menem es Senador por la República y Corach y Dromí pueden dar conferencias públicas y vivir con tranquilidad en sus barrios privados, se solicite la captura internacional de Isabel Perón y se obligue a la Policía española a detenerla, resulta un escarnio que nos avergüenza, que ofende a todo criterio de justicia y que anticipa horizontes inciertos para la vida democrática.
La ruptura de los códigos de la convivencia política es la simple consecuencia de una ley injusta o de una Ley aplicada de una manera que favorece a unos en desmedro de los otros.
En un país donde tantos miles de antiguos uniformados vinculados a la represión caminan impunes por la calle, en que los que estuvieron detrás del asesinato de Rucci disfrutan de reconocimientos políticos cuando no de importantes cargos, en el mismo país donde Menem es Senador por la República y Corach y Dromí pueden dar conferencias públicas y vivir con tranquilidad en sus barrios privados, se solicite la captura internacional de Isabel Perón y se obligue a la Policía española a detenerla, resulta un escarnio que nos avergüenza, que ofende a todo criterio de justicia y que anticipa horizontes inciertos para la vida democrática.
Jorge Eduardo Rulli - www.grr.org.ar, Editorial de Horizonte Sur, 14 de Enero de 2007
Fuente: Nac&Pop
Fuente: Nac&Pop
Evita desapareció del debate ideológico
Ahora, para el peronismo es sólo un ícono
Por Carlos Eichelbaum
La historia del peronismo, sobre todo la que nace con el golpe militar que lo desalojó del poder en setiembre de 1955, con la proscripción y el exilio de su jefe, puede ser leída a partir de varios ejes conductores. Uno de ellos, escrito y reescrito casi permanentemente, es el de la disputa por la interpretación del pensamiento y la acción de Perón entre sus distintas corrientes internas o, más rigurosamente, entre los distintos peronismos.
Otro, alguna vez comenzado a escribir, casi nunca reescrito y hoy aparentemente desechado, es el de las diferentes, muchas veces antagónicas, reconstrucciones que esos varios peronismos hicieron, reivindicaron y utilizaron de la figura de Evita.
Ahora, para el peronismo es sólo un ícono
Por Carlos Eichelbaum
La historia del peronismo, sobre todo la que nace con el golpe militar que lo desalojó del poder en setiembre de 1955, con la proscripción y el exilio de su jefe, puede ser leída a partir de varios ejes conductores. Uno de ellos, escrito y reescrito casi permanentemente, es el de la disputa por la interpretación del pensamiento y la acción de Perón entre sus distintas corrientes internas o, más rigurosamente, entre los distintos peronismos.
Otro, alguna vez comenzado a escribir, casi nunca reescrito y hoy aparentemente desechado, es el de las diferentes, muchas veces antagónicas, reconstrucciones que esos varios peronismos hicieron, reivindicaron y utilizaron de la figura de Evita.
Aunque la iconografía más oficial y cristalizada los considera más bien como una especie de dualidad, de dos hechos uno, la funcionalidad de las dos figuras fundantes del peronismo, en términos de la pelea ideológica y política entre sus distintas expresiones, nunca fue la misma.
Quizás nada lo demuestre mejor que la evolución de los últimos 15 o 20 años del PJ, precisamente cuando esa disputa es casi apenas un recuerdo del pasado, porque la fuerza quedó homogeneizada en una de sus alas históricas y los remanentes de las otras, físicamente diezmadas durante los años de la dictadura, son reconocibles más bien afuera de los límites que hoy tiene el justicialismo.
Quizás nada lo demuestre mejor que la evolución de los últimos 15 o 20 años del PJ, precisamente cuando esa disputa es casi apenas un recuerdo del pasado, porque la fuerza quedó homogeneizada en una de sus alas históricas y los remanentes de las otras, físicamente diezmadas durante los años de la dictadura, son reconocibles más bien afuera de los límites que hoy tiene el justicialismo.
CARACTERISTICAS ESPECIALES - "No luchamos contra un gobierno determinado, sino contra todos los que hacen posible la esclavitud de la patria y del pueblo argentino. Nuestros objetivos son, pues, la liberación del país entregado al neocolonialismo desde 1955, y la soberanía popular usurpada por los que han ocupado el poder desde esa fecha. Con ese concepto y con esa finalidad, cada peronista ha de ser un combatiente en la forma en que cada uno sea capaz de luchar y ser provechoso. (…) Las Formaciones Especiales, encargadas de esto último, deben tener características especiales y originales, como especiales y originales son las funciones que deben cumplir. Ellas actúan tanto dentro de nuestro dispositivo, como autodefensa, como fuera de él, en la lucha directa de todos los días dentro de las formas impuestas por la guerra revolucionaria."Juan Domingo Perón, Mensaje a la juventud reunida en el Congreso de la Federación Nacional de Estudiantes en Rosario, Mayo de 1971 |
De hecho, en estos tiempos, signados esencialmente por el fenómeno menemista y la consagración del PJ como expresión del modelo económico y social dominante, todavía hay "varios Perón" en la interpretación de los matices que disputan la hegemonía (menemismo, duhaldismo), pero prácticamente no hay ninguna Evita, salvo la del ícono sólo nombrado —reverencialmente, sin actualidad viva— como tal.
Están lejos, son casi prehistóricos, los tiempos en los que, mediados de 1972, el editor responsable en el país de la revista oficial del movimiento peronista en la época, "Las Bases", el empresario luego menemista Carlos Spadone, echaba del staff a un militante del Peronismo de Base al que acusaba de "evitista".
Perón, todavía exiliado en Madrid, pensaba en el regreso que iba a concretar en noviembre y desarrollaba en la época la estrategia de jaqueo al "Gran Acuerdo Nacional" con el que el régimen militar de Alejandro Lanusse intentaba construir una salida democrática condicionada, pensada idealmente como la consolidación definitiva de un "peronismo sin Perón".
Al compás de su movida, en su entorno madrileño crecía otra, con folclore esotérico incluido, imaginada por el secretario privado del líder, José López Rega. Su objetivo era el manejo del poder, y por supuesto del peronismo; su ideología una interpretación en tono nacional—socialista del planteo de "socialismo nacional" que venía formulando Perón, y su metodología la entronización de María Isabel de Perón como la reemplazante de Evita en la iconografía cumbre del justicialismo.
Están lejos, son casi prehistóricos, los tiempos en los que, mediados de 1972, el editor responsable en el país de la revista oficial del movimiento peronista en la época, "Las Bases", el empresario luego menemista Carlos Spadone, echaba del staff a un militante del Peronismo de Base al que acusaba de "evitista".
Perón, todavía exiliado en Madrid, pensaba en el regreso que iba a concretar en noviembre y desarrollaba en la época la estrategia de jaqueo al "Gran Acuerdo Nacional" con el que el régimen militar de Alejandro Lanusse intentaba construir una salida democrática condicionada, pensada idealmente como la consolidación definitiva de un "peronismo sin Perón".
Al compás de su movida, en su entorno madrileño crecía otra, con folclore esotérico incluido, imaginada por el secretario privado del líder, José López Rega. Su objetivo era el manejo del poder, y por supuesto del peronismo; su ideología una interpretación en tono nacional—socialista del planteo de "socialismo nacional" que venía formulando Perón, y su metodología la entronización de María Isabel de Perón como la reemplazante de Evita en la iconografía cumbre del justicialismo.
Alberto Martínez Baca, gobernador de Mendoza. Video de la Universidad Nacional de Cuyo. |
La realidad del peronismo mostraba una virulenta polarización entre su ala derecha, conformada por la poderosa estructura sindical y la cúpula política tradicional, y la tendencia revolucionaria, integrada por organizaciones armadas como Montoneros, FAR y FAP, la Juventud Peronista, el Peronismo de Base y los sindicatos y agrupaciones gremiales radicalizados, surgidos de la experiencia de la CGT de los Argentinos, sector crecido en el enfrentamiento con el gobierno militar.
En el medio transitaba buena parte de la base social del peronismo, tironeada por uno u otro de los polos irreconciliables.
La figura de Evita era un protagonista clave de la lucha interna, a más de 20 años de su muerte. Todos los sectores hacían un símbolo de su figura, de sus acciones y de su discurso. Pero no el mismo símbolo.
Para la derecha, Evita era una figura inescindible de Perón, una creación del líder que sólo se explicaba en función de su conducción, como encarnación de una de sus variantes tácticas durante su primer gobierno. Y tendía a priorizar en la reivindicación de su figura a la Evita de la Fundación, la de la asistencia social.
Para la tendencia revolucionaria, Evita tenía una dimensión complementaria a la de Perón, pero también autónoma, diferenciada. Había expresado ya en su tiempo una tendencia "clasista", dispuesta a asumir y resolver con intransigencia los primeros asomos de contradicciones internas en la fuerza de carácter movimientista y policlasista que había sido el peronismo en su nacimiento.
En el medio transitaba buena parte de la base social del peronismo, tironeada por uno u otro de los polos irreconciliables.
La figura de Evita era un protagonista clave de la lucha interna, a más de 20 años de su muerte. Todos los sectores hacían un símbolo de su figura, de sus acciones y de su discurso. Pero no el mismo símbolo.
Para la derecha, Evita era una figura inescindible de Perón, una creación del líder que sólo se explicaba en función de su conducción, como encarnación de una de sus variantes tácticas durante su primer gobierno. Y tendía a priorizar en la reivindicación de su figura a la Evita de la Fundación, la de la asistencia social.
Para la tendencia revolucionaria, Evita tenía una dimensión complementaria a la de Perón, pero también autónoma, diferenciada. Había expresado ya en su tiempo una tendencia "clasista", dispuesta a asumir y resolver con intransigencia los primeros asomos de contradicciones internas en la fuerza de carácter movimientista y policlasista que había sido el peronismo en su nacimiento.
Declaraciones bizarras de José López Rega al arribar a Buenos Aires, en 1972. |
Más aún —y se insinuaba aquí un enfrentamiento en los hechos y en su momento con Perón, pero también hacia el futuro que era el presente de los 70—, se pensaba que con su frustrado intento de llegar a la vicepresidencia, en 1952, Evita había intentado representar institucionalmente una hegemonía de la clase obrera peronista en el manejo del Estado cuando ya se veían las diferencias de proyecto con algunos otros sectores del movimiento original, como el nuevo empresariado industrial y comercial y las Fuerzas Armadas.
Esa lógica de enfrentamiento interno, con las distintas Evita como uno de sus ejes conceptuales, no haría sino profundizarse en los años siguientes.
El famoso 1° de mayo de 1974, ya con Perón en el gobierno y muy poco antes de su muerte, aquel en el que el General "echó a los Montoneros de la Plaza de Mayo", fue una especie de escenario físico y temporal de enfrentamiento en los términos de las Evita contradictorias, como síntesis de las contradicciones entre los distintos peronismos y entre la izquierda peronista y Perón, López Rega e Isabelita.
"Evita hay una sola/ no rompan más las bolas", era el grito preferido de los militantes de la tendencia revolucionaria que cubrían la mitad de la Plaza de Mayo, junto con el ¿"Qué pasa, qué pasa General?/ que está lleno de gorilas el gobierno nacional" Dos maneras de denunciar lo que se consideraba el creciente apoderamiento del control del Gobierno por parte de López Rega e Isabel, y la pretensión de elevar a la vicepresidente al rango de reemplazante de Evita.
La desaparición de Evita en el debate ideológico del justicialismo de los últimos años es el resultado del proceso de homogeneización interna que favoreció la desaparición de la tendencia revolucionaria.
También, el de la dificultad de un justicialismo con función reciclada para contener en su nuevo papel la radicalidad del discurso de Evita. Para algunos peronistas nostálgicos, la esterilización política de la figura de Evita, el distanciamiento del PJ oficial de estos tiempos con su contenido concreto, se patentizó el día en el que Carlos Menem, como presidente, facilitó el balcón de la Casa Rosada para que Madonna y Alan Parker, filmaran el perfil de una Evita ajena y lejana, definitivamente lejana de la Argentina que por muchos años lloró, y también gritó, por ella.
Fuente: Clarin, 26/07/2002
Esa lógica de enfrentamiento interno, con las distintas Evita como uno de sus ejes conceptuales, no haría sino profundizarse en los años siguientes.
El famoso 1° de mayo de 1974, ya con Perón en el gobierno y muy poco antes de su muerte, aquel en el que el General "echó a los Montoneros de la Plaza de Mayo", fue una especie de escenario físico y temporal de enfrentamiento en los términos de las Evita contradictorias, como síntesis de las contradicciones entre los distintos peronismos y entre la izquierda peronista y Perón, López Rega e Isabelita.
"Evita hay una sola/ no rompan más las bolas", era el grito preferido de los militantes de la tendencia revolucionaria que cubrían la mitad de la Plaza de Mayo, junto con el ¿"Qué pasa, qué pasa General?/ que está lleno de gorilas el gobierno nacional" Dos maneras de denunciar lo que se consideraba el creciente apoderamiento del control del Gobierno por parte de López Rega e Isabel, y la pretensión de elevar a la vicepresidente al rango de reemplazante de Evita.
La desaparición de Evita en el debate ideológico del justicialismo de los últimos años es el resultado del proceso de homogeneización interna que favoreció la desaparición de la tendencia revolucionaria.
También, el de la dificultad de un justicialismo con función reciclada para contener en su nuevo papel la radicalidad del discurso de Evita. Para algunos peronistas nostálgicos, la esterilización política de la figura de Evita, el distanciamiento del PJ oficial de estos tiempos con su contenido concreto, se patentizó el día en el que Carlos Menem, como presidente, facilitó el balcón de la Casa Rosada para que Madonna y Alan Parker, filmaran el perfil de una Evita ajena y lejana, definitivamente lejana de la Argentina que por muchos años lloró, y también gritó, por ella.
Fuente: Clarin, 26/07/2002
Lo que queda de 60 años de peronismo
Por Osvaldo Bayer
El peronismo nos estuvo golpeando la puerta toda la vida. En mi caso, que siempre me encontré en la oposición, se metió en mi profesión, en mi estudio, en mi vida familiar, en mis sueños, una y otra vez, hasta ahora, en la puerta de cumplir los 80 años.
Hay que decir que la niñez y la primera adolescencia las pasé bajo la llamada década infame, aquella del fraude patriótico. Palabra del genio argentino.
Por Osvaldo Bayer
El peronismo nos estuvo golpeando la puerta toda la vida. En mi caso, que siempre me encontré en la oposición, se metió en mi profesión, en mi estudio, en mi vida familiar, en mis sueños, una y otra vez, hasta ahora, en la puerta de cumplir los 80 años.
Hay que decir que la niñez y la primera adolescencia las pasé bajo la llamada década infame, aquella del fraude patriótico. Palabra del genio argentino.
Hoy, después de 60 años de peronismo, uno quisiera debatir lo vivido. Imposible. Los intelectuales peronistas son absolutos estalinistas que descargan la palabra gorila a todo aquel que exprese la menor duda sobre el líder. Y ya no se puede volver a la discusión, ni siquiera a la conversación política.
La Masacre de Pacheco, en vida de Perón La noche del 29 de mayo de 1974, a cinco años del Cordobazo, el local del Partido Socialista de los Trabajadores en Gral. Pacheco era asaltado por una banda de la Triple A. “Sonó primero un silbato, similar a los que usa la policía. Luego un disparo y tras un diminuto intervalo, una ensordecedora ráfaga de ametralladora. De inmediato, violentando la puerta y saltando desde los techos y la terraza, 15 matones asesinos, provistos de armas largas, entraron a golpes e insultos. Los 6 compañeros que se hallaban reunidos fueron arrojados al suelo y pateados, mientras los otros entraban a las salas y quemaban y destruían todo a su paso. Luego, con la cabeza llena de sangre por los golpes, los 6 compañeros fueron obligados a entrar a los autos. A pocas cuadras del lugar, las tres compañeras fueron bajadas del auto y obligadas a retirarse. Los coches prosiguieron viaje con rumbo desconocido, llevando a los compañeros en sus baúles. El 30 a la mañana, los cadáveres de Meza, Zidda y Moses, aparecieron en Pilar, acribillados a balazos. Tres compañeros pudieron escaparse por los fondos” (Avanzada Socialista 4/6/74). El asesinato de tres activistas obreros del PST por un comando de la Triple A, se conoció como la “Masacre de Pacheco”. Rodolfo Ortega Peña, intelectual de izquierda, defensor de presos políticos y diputado nacional por el Peronismo de Base (quien será asesinado poco tiempo después por la Triple A) declaró ante los hechos: “lo que parece distinguirse es que la política del terror blanco no está dirigida a quienes funcionan en la superestructura, sino a aquellos cuadros que van desarrollándose en el seno de la clase trabajadora, sean delegados o compañeros militantes de base de significación. Esto es lo que parece como más peligroso para la Política de Pacto Social y entonces han decidido escarmentar a nivel de estos compañeros”. Ni el gobierno ni el Partido Justicialista condenaron la masacre. Lejos de ello, Perón declaró ante miembros de la Federación Juvenil Comunista que le solicitó una entrevista: “Se que ustedes han llegado en un momento en que acaba de producirse un hecho muy desagradable, que tres muchachos han sido asesinados por otro grupo. Son grupos antagónicos, que pelean entre ellos en vez de discutir y acordar, pero eso pasa en todas partes del mundo...” (El Cronista Comercial, 5 de junio de 1974, citado de Avanzada Socialista) Fuente: La Verdad obrera, 25/01/07 |
La matanza de Ezeiza cometida por la derecha peronista contra la izquierda peronista no puede ser objeto de interpretación porque fue un crimen basado en la traición. Está allí para siempre el rostro de los jóvenes peronistas de izquierda asesinados por la derecha peronista que no quería ninguna revolución; es más, quería mantener el poder al lado del general, que acababa de volver de la España de Franco. Perón no inició ninguna investigación sobre la matanza de esa izquierda, y esa izquierda no hizo ningún reproche al general, prefirió interpretar que a Perón lo habían rodeado y le mentían. Es decir, Perón era incólume a las traiciones o a las preferencias o las tendencias. Perón seguía siendo la revolución.
Sin embargo Perón siguió su línea: pasó a retiro a Cámpora y nombró presidente de la nación al yerno de López Rega, Lastiri, un hombre sin ninguna cualidad ni capacidad política. (Se estableció una severa censura en libros y cine. A este presidente le debo el decreto de prohibición de mi primer libro: el Severino di Giovanni). Más tarde Perón, ya en la presidencia, formará un gabinete de derecha con López Rega como ministro.
Está todo dicho.
Poco después vendría la expulsión de Montoneros de la Plaza de Mayo. La temprana muerte de Perón llevará al gobierno peronista a gobernar con la extrema derecha y con un plan económico (el Rodrigazo, que nada tendrá que ver con ningún aspecto del socialismo, todo lo contrario) y una represión de tipo nazi con las tres A, la Alianza Anticomunista Argentina, dirigida por López Rega. (Ahí fueron prohibidos el filme La Patagonia rebelde, basado en mi investigación, y mi libro Los anarquistas expropiadores, valga sólo como detalle al margen de un fresco pintado por todos, que iba a ensangrentar la República.)
Todo esto será la debacle del peronismo oficial que terminará con la dictadura militar de Videla, contra la cual el peronismo gobernante no ensayó ninguna defensa ni resistencia. (De la misma manera que, en aquel setiembre, Perón no dispuso ninguna defensa contra el golpe gorila donde estaban los tenebrosos Aramburu, el de la Operación Masacre y el almirante Rojas.)
Después de los años de la desaparición de personas y del gobierno de Alfonsín, surgirá nuevamente el peronismo, esta vez con Menem, que será la antítesis de todo lo que proclamó el peronismo en su historia. Un liberalismo económico absoluto que llevará a la destrucción de la industria nacional y de las empresas nacionales de servicio. El peronismo, que no fue capaz de desautorizar al menemismo, dejó la impresión final de que valía para todo.
Tras un nuevo fracaso del radicalismo, esta vez con De la Rúa, la voz de la gente en la calle trajo la única verdad y el único futuro del país: que se vayan todos. Pero entre radicales y peronistas no vale tanto la ideología como el poder. Unidos eligieron a Duhalde que luego convocó a la única salida que les quedaba: nuevas elecciones, de las que surgió un desconocido para las masas populares, Néstor Kirchner.
Sin embargo Perón siguió su línea: pasó a retiro a Cámpora y nombró presidente de la nación al yerno de López Rega, Lastiri, un hombre sin ninguna cualidad ni capacidad política. (Se estableció una severa censura en libros y cine. A este presidente le debo el decreto de prohibición de mi primer libro: el Severino di Giovanni). Más tarde Perón, ya en la presidencia, formará un gabinete de derecha con López Rega como ministro.
Está todo dicho.
Poco después vendría la expulsión de Montoneros de la Plaza de Mayo. La temprana muerte de Perón llevará al gobierno peronista a gobernar con la extrema derecha y con un plan económico (el Rodrigazo, que nada tendrá que ver con ningún aspecto del socialismo, todo lo contrario) y una represión de tipo nazi con las tres A, la Alianza Anticomunista Argentina, dirigida por López Rega. (Ahí fueron prohibidos el filme La Patagonia rebelde, basado en mi investigación, y mi libro Los anarquistas expropiadores, valga sólo como detalle al margen de un fresco pintado por todos, que iba a ensangrentar la República.)
Todo esto será la debacle del peronismo oficial que terminará con la dictadura militar de Videla, contra la cual el peronismo gobernante no ensayó ninguna defensa ni resistencia. (De la misma manera que, en aquel setiembre, Perón no dispuso ninguna defensa contra el golpe gorila donde estaban los tenebrosos Aramburu, el de la Operación Masacre y el almirante Rojas.)
Después de los años de la desaparición de personas y del gobierno de Alfonsín, surgirá nuevamente el peronismo, esta vez con Menem, que será la antítesis de todo lo que proclamó el peronismo en su historia. Un liberalismo económico absoluto que llevará a la destrucción de la industria nacional y de las empresas nacionales de servicio. El peronismo, que no fue capaz de desautorizar al menemismo, dejó la impresión final de que valía para todo.
Tras un nuevo fracaso del radicalismo, esta vez con De la Rúa, la voz de la gente en la calle trajo la única verdad y el único futuro del país: que se vayan todos. Pero entre radicales y peronistas no vale tanto la ideología como el poder. Unidos eligieron a Duhalde que luego convocó a la única salida que les quedaba: nuevas elecciones, de las que surgió un desconocido para las masas populares, Néstor Kirchner.
Fascículos semanales. Podés descargarlos en pdf en Página|12, y leerlos en línea o descargarlos en Scribd.
Descargar los 130 fascículos de lacolección completa en un solo pack (32,65 mb)
|
En síntesis, Argentina fue gobernada desde 1916 por sólo dos partidos el radical y el peronista y por 14 dictaduras militares.
Argentina no tiene ningún Allende. Los dos máximos representantes de esos partidos, Yrigoyen y Perón, huyeron en forma patética. Los 14 generales que tomaron la Casa Rosada entraron como en su casa.
Bien: ya basta. Los dos partidos políticos tuvieron todas las oportunidades y un fin previsible.
Pero ahora, Kirchner. ¿Otra de las mil formas de presentación del peronismo? A poco de instalarse el nuevo gobierno escribí: -El presidente Kirchner, para ejercer un gobierno libre e independiente, tendría que irse del peronismo y fundar un nuevo movimiento nacional y popular.
¿Por qué? Porque tiene que independizarse de las ligas partidarias, para no decir mafias, de los intereses creados, de las clientelas.
A las estadísticas de la pobreza y de la miseria como resultado final se agrega, simbólicamente, la estatua más grande en el centro de la capital: la del genocida Roca que se quedó con las tierras de las amplias pampas argentinas. El radicalismo lo respetó, Perón también. Y ahí quedaron los 50 monumentos en su memoria y las 150 calles Roca en todo el país. Es la Argentina de hoy.
Que no se parece a la única democracia real, donde todos pueden comer y tener trabajo en libertad. Y donde no se adora a quien da limosnas.
Argentina no tiene ningún Allende. Los dos máximos representantes de esos partidos, Yrigoyen y Perón, huyeron en forma patética. Los 14 generales que tomaron la Casa Rosada entraron como en su casa.
Bien: ya basta. Los dos partidos políticos tuvieron todas las oportunidades y un fin previsible.
Pero ahora, Kirchner. ¿Otra de las mil formas de presentación del peronismo? A poco de instalarse el nuevo gobierno escribí: -El presidente Kirchner, para ejercer un gobierno libre e independiente, tendría que irse del peronismo y fundar un nuevo movimiento nacional y popular.
¿Por qué? Porque tiene que independizarse de las ligas partidarias, para no decir mafias, de los intereses creados, de las clientelas.
A las estadísticas de la pobreza y de la miseria como resultado final se agrega, simbólicamente, la estatua más grande en el centro de la capital: la del genocida Roca que se quedó con las tierras de las amplias pampas argentinas. El radicalismo lo respetó, Perón también. Y ahí quedaron los 50 monumentos en su memoria y las 150 calles Roca en todo el país. Es la Argentina de hoy.
Que no se parece a la única democracia real, donde todos pueden comer y tener trabajo en libertad. Y donde no se adora a quien da limosnas.
No cesa la falsificación de la historia
Acerca de José López Rega y las culpas del Perón
Por Horacio Poggi (escrito en el 2003). Periodista, director del periódico El Progreso, de Mariano Acosta. Secretario del Foro Argentino de la Deuda Externa.
Acerca de José López Rega y las culpas del Perón
Por Horacio Poggi (escrito en el 2003). Periodista, director del periódico El Progreso, de Mariano Acosta. Secretario del Foro Argentino de la Deuda Externa.
La próstata del General Por Sergio Moreno Es desolador comprobar de qué manera, cuán directamente, la tragedia de un país estuvo atada a la tragedia y la soledad de un hombre. Esta comprobación, arrasadora, es la mayor enseñanza que deja López Rega. La biografía, el más reciente texto de Marcelo Larraquy. La tragedia es la que la Argentina vivió a partir de la denominada Revolución Libertadora, que desalojó al gobierno más popular del pasado siglo XX a punta de bombardeos, asesinatos y fusilamientos. Tragedia que coincidió con la profundización de los enfrentamientos intestinos dentro del peronismo de aquella época y por la reacción de los sectores que se oponían a su regreso al poder, los mismos que, finalmente, convocaron a las Fuerzas Armadas. En esa tragedia mucho tuvo que ver un sujeto menor, místico, de comportamientos psicóticos y psicópatas, astuto y servil. José López Rega, un oscuro cabo de la Policía Federal, cantor de tangos y aficionado al ocultismo, se erigió, a fuerza del fulminante magnetismo que ejerció sobre la que posteriormente fuera presidenta de la Nación, María Estela Martínez de Perón, "Isabelita", en una pieza crucial en la maquinaria del desencuentro y la muerte de los argentinos. El libro de Larraquy cuenta eficazmente cómo un espécimen de tal catadura y bizarros valores llegó a la cúspide del poder en la Argentina, a punto tal de manejar la vida, la muerte, la dirección política y la economía hacia el caos (Celestino Rodrigo, autor del célebre "Rodrigazo" –el inicio de la destrucción del Estado de bienestar argentino– fue un hombre de López Rega, puesto por él en el Palacio de Hacienda). La llave, según relata Larraquy, fue la soledad de Perón. Su angustia, su cansancio. Impedido de regresar al país, Perón, desde su exilio en Caracas primero, en República Dominicana, después, buscó un lugar en el mundo, su mundo, que no era otro que la Argentina, la lucha política, el poder. Pero ese espacio estaba vedado a fuerza de pólvora y plomo, y el territorio de Perón fueron las cartas y, posteriormente, las cintas magnetofónicas. Ese terreno le fue escaso, la política se le escapaba, la conducción política se le escurría de entre los dedos como si fuese sal. En medio de sus fragores por estar donde no lo dejaban apareció Isabel, rubia, frágil, ignorante, superficial, histérica. Perón la acogió, sin muchas ganas, como quien hace un favor a cambio de un poco de humedad. A pesar suyo, a pesar de lo que le dijeron sus consejeros y su propio deseo, Perón no echó de su lado a la bailarina y la hizo su concubina. La condición de paria, magnificada por los malos modos con que el dictador Francisco Franco le dio albergue en España –en un comienzo lo confinó a Torremolinos, en Andalucía, por aquel entonces un pueblo de pescadores– y lo trató hasta prácticamente el regreso del ex presidente a la Argentina, lo indujeron a tomar la decisión política de casarse por Iglesia (para romper con la excomunión que le habían echado en Buenos Aires), a manos de una de las diócesis católicas más recalcitrantes del mundo, la de la España del Generalísimo. Larraquy –también coautor de la biografía de Rodolfo Galimberti– cuenta las escaramuzas del ya no tan joven López Rega por los laberintos del ocultismo, hasta dar con la Logia Anael, un grupo con ribetes masónicos que posibilitó el primer contacto del ex policía con Isabel Perón. El magnetismo fue instantáneo y, luego de seis meses de misión en el país, Isabelita se llevó al Brujo de regreso a Madrid. López Rega se convirtió en su secretario privadísimo y en un servil lacayo del General, que lo despreciaba, lo maltrataba, desconfiaba de él. López Rega no sóloaguantó todo sino que hacía lo que nadie se atrevía, gracias a lo cual conoció las debilidades del mito argentino que regresaría algo más que descarnado a la Argentina para morir no bien comenzado su tercer y último mandato presidencial. Por ejemplo: Operado de próstata, Perón continuaba sufriendo tremendos dolores que se atenuaban, apenas, con masajes. López Rega le masajeaba la próstata cuando encontraba al General dolorido en su estudio. Ya convertido en secretario privado del General, López Rega e Isabel le propinaban castigo en el sitio donde más le dolía cuando se enojaban con el veterano caudillo: la soledad. La Señora y el Brujo se encerraban en el cuarto de ella, en Puerta de Hierro, por horas y hasta días enteros, y dejaban a Perón solo, en manos de los otros sirvientes. Perón, angustiado, subía hasta el cuarto a pedirle a Isabelita que volviera a acompañarlo en la mesa. Acaso éste sea el aporte más significativo del libro de Larraquy, la respuesta que miles de argentinos han buscado, con más o menos ímpetu, a este costado de la reciente tragedia nacional. No es poco. Así y todo, Larraquy no se queda ahí y exhuma las siniestras labores del secretario y poderoso ministro, la creación y conducción de la Triple A, su huida, su exilio secreto en España, Suiza y Estados Unidos, su apresamiento, deportación, proceso y muerte en una cárcel argentina. Larraquy ha logrado en trabajo para repensar el pasado sobre la tenebrosa memoria de López Rega, un ejemplo de lo que el ser nacional es capaz. Fuente: Página/12, 22/03/04 |
1. El periodista Marcelo Larraquy incurre en una serie de desaciertos (¿a designio?) en el artículo "El preámbulo del terror", que publica el suplemento Enfoques del diario La Nación del domingo 11 de diciembre de 2003. Autor del reciente libro López Rega, la biografía, en la nota aborda aspectos que desarrolla en la obra y acicatea la conciencia del presidente Néstor Kirchner, para que éste investigue –tal como parece haberlo prometido– "los crímenes de la Triple A , perpetrados entre 1973 y 1976 durante los gobiernos constitucionales de Juan Domingo Perón y su esposa Isabel. En esa época, la Triple A mató a alrededor de dos mil personas".
Una lectura detenida del artículo deja más dudas que precisiones y la pomposidad de Larraquy es superior a la objetividad y a las pruebas irrefutables que presenta para dilucidar aquel momento de la tragedia nacional. Las pocas pruebas son opiniones que adquieren un valor relativo a partir de la forma y el contenido que les da el autor para fundamentar su tesis no explicitada: la tercera presidencia del peronismo fue un engranaje del terrorismo de Estado que luego la dictadura del 76 perfeccionó.
Planteado el tema con parcialidad manifiesta, el lector incauto asociará peronismo con dictadura, peronismo con represión, peronismo con desgracia argentina. Además, Larraquy se preocupa por llamar "Partido Justicialista" al Movimiento de los 70 como si esa fuese la denominación usual. Sin dudas, está mirando la historia con los ojos actuales. Error inconcebible que pone al descubierto su intencionalidad que sería colocar al PJ en el banquillo de los condenados sin juicio previo.
La ristra de falsedades propagadas en pocas líneas por Larraquy demandaría una refutación más extensa. Pero vamos a demoler algunas de las más perjudiciales, a la memoria de miles de peronistas que ofrendaron sus vidas por una Patria Justa, Libre y Soberana, sea con militancia efectiva en cualesquiera de los sectores del vasto y amplio Movimiento Nacional Justicialista.
2. Es falso de falsedad absoluta que " la Triple A fue creada en el contexto de una "guerr" entre la ortodoxia peronista y la izquierda peronista, a quienes los primeros llamaban "los infiltrados del Movimiento".
Porque así planteada la afirmación, la Triple A sería una creación del sector ortodoxo, es decir, del general Perón. Ergo, Perón e Isabel son tan criminales como López Rega y los integrantes de esa patrulla asesina, desligando cualquier responsabilidad del entonces determinante partido militar liberal. Tampoco es cierto que se trató de una exclusiva guerra interna del peronismo. Reducir el enfrentamiento armado de los 60 y 70 a un conflicto bélico entre derecha e izquierda peronistas es tan pueril como mentiroso. Hubo enfrentamiento fratricida, es indudable. Sin embargo, con Perón en el gobierno ese enfrentamiento adquirió otras dimensiones. Nadie paró la mano, las diferencias se radicalizaron y Perón tomó el toro por las astas. De una parte, quedó el grueso del Movimiento alineado detrás de la conducción y de la jefatura gubernamental del General, y de la otra, las vanguardias armadas.
3. En la Argentina la lucha armada traspasó los límites del peronismo. De ningún modo fue una reyerta por espacios de poder de una interna caprichosa. Fue una guerra por el poder real. Sí, guerra, como anunciaban los partes de los grupos en pugna con las fuerzas regulares.
4. Hubo una guerrilla surgida de las filas peronistas y otra antiperonista como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que una vez instalado Perón en el gobierno decidieron continuar en operaciones. Los primeros porque consideraban que la ortodoxia conspiraba contra la "patria socialista" y los segundos porque estimaban que Perón era "el jefe de la contrarrevolución" (Santucho dixit).
5. Un gobierno asediado por la guerrilla de tinte peronista y marxista –funcional al golpismo que en Chile hacía estragos– apeló a los resortes constitucionales para garantizar la estabilidad democrática. Este era el contexto local y regional en el que surge la Triple A que le sirvió en bandeja los pretextos desestabilizadores al partido militar liberal. Por las evidencias y por los beneficios que le tributó al golpismo, la Triple A nada tuvo de peronista, más bien se trató de un dispositivo ilegal que accionó congraciándose con capillas oficiales y se amparó en los pliegues del poder lopezrreguista.
El Brujo tenía autonomía y construía su propio espacio al margen de Perón que ideológicamente se ubicaba en el antimarxismo y procuraba con métodos constitucionales la erradicación de la violencia política. En ocasiones López Rega daba muestras de ser el rostro visible de un poder exógeno y se mostraba más papista que el Papa. Esta puede ser quizás una de sus tropelías predilectas al colaborar con la Triple A. Decimos "colaborar" porque era un instrumento de los otros infiltrados: los golpistas ocultos detrás del ropaje antisubversivo, que aprovechaban la guerra contra los montoneros y erpianos para generar el caos que se aguardaba con impaciencia en los cuarteles.
6. Perón utilizó su prestigio profético para aislar a los violentos. Quiso persuadirlos, pero fracasó Los de signo peronista, que habían servido a su conducción estratégica en tiempos de organizar el retorno del exilio forzado, optaron por reemplazarlo y terminaron expulsados del Movimiento. El Viejo general los calificó de "imberbes" e "infiltrados". El proyecto de "los muchachos" era incompatible con el del fundador del peronismo y se daba de patadas con la paz social. Se negaron a ser formaciones especiales de acuerdo a la concepción de Perón y se convirtieron en opositores acérrimos del gobierno popular, con ribetes patéticos durante la gestión de Isabel.
Una lectura detenida del artículo deja más dudas que precisiones y la pomposidad de Larraquy es superior a la objetividad y a las pruebas irrefutables que presenta para dilucidar aquel momento de la tragedia nacional. Las pocas pruebas son opiniones que adquieren un valor relativo a partir de la forma y el contenido que les da el autor para fundamentar su tesis no explicitada: la tercera presidencia del peronismo fue un engranaje del terrorismo de Estado que luego la dictadura del 76 perfeccionó.
Planteado el tema con parcialidad manifiesta, el lector incauto asociará peronismo con dictadura, peronismo con represión, peronismo con desgracia argentina. Además, Larraquy se preocupa por llamar "Partido Justicialista" al Movimiento de los 70 como si esa fuese la denominación usual. Sin dudas, está mirando la historia con los ojos actuales. Error inconcebible que pone al descubierto su intencionalidad que sería colocar al PJ en el banquillo de los condenados sin juicio previo.
La ristra de falsedades propagadas en pocas líneas por Larraquy demandaría una refutación más extensa. Pero vamos a demoler algunas de las más perjudiciales, a la memoria de miles de peronistas que ofrendaron sus vidas por una Patria Justa, Libre y Soberana, sea con militancia efectiva en cualesquiera de los sectores del vasto y amplio Movimiento Nacional Justicialista.
2. Es falso de falsedad absoluta que " la Triple A fue creada en el contexto de una "guerr" entre la ortodoxia peronista y la izquierda peronista, a quienes los primeros llamaban "los infiltrados del Movimiento".
Porque así planteada la afirmación, la Triple A sería una creación del sector ortodoxo, es decir, del general Perón. Ergo, Perón e Isabel son tan criminales como López Rega y los integrantes de esa patrulla asesina, desligando cualquier responsabilidad del entonces determinante partido militar liberal. Tampoco es cierto que se trató de una exclusiva guerra interna del peronismo. Reducir el enfrentamiento armado de los 60 y 70 a un conflicto bélico entre derecha e izquierda peronistas es tan pueril como mentiroso. Hubo enfrentamiento fratricida, es indudable. Sin embargo, con Perón en el gobierno ese enfrentamiento adquirió otras dimensiones. Nadie paró la mano, las diferencias se radicalizaron y Perón tomó el toro por las astas. De una parte, quedó el grueso del Movimiento alineado detrás de la conducción y de la jefatura gubernamental del General, y de la otra, las vanguardias armadas.
3. En la Argentina la lucha armada traspasó los límites del peronismo. De ningún modo fue una reyerta por espacios de poder de una interna caprichosa. Fue una guerra por el poder real. Sí, guerra, como anunciaban los partes de los grupos en pugna con las fuerzas regulares.
4. Hubo una guerrilla surgida de las filas peronistas y otra antiperonista como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que una vez instalado Perón en el gobierno decidieron continuar en operaciones. Los primeros porque consideraban que la ortodoxia conspiraba contra la "patria socialista" y los segundos porque estimaban que Perón era "el jefe de la contrarrevolución" (Santucho dixit).
5. Un gobierno asediado por la guerrilla de tinte peronista y marxista –funcional al golpismo que en Chile hacía estragos– apeló a los resortes constitucionales para garantizar la estabilidad democrática. Este era el contexto local y regional en el que surge la Triple A que le sirvió en bandeja los pretextos desestabilizadores al partido militar liberal. Por las evidencias y por los beneficios que le tributó al golpismo, la Triple A nada tuvo de peronista, más bien se trató de un dispositivo ilegal que accionó congraciándose con capillas oficiales y se amparó en los pliegues del poder lopezrreguista.
El Brujo tenía autonomía y construía su propio espacio al margen de Perón que ideológicamente se ubicaba en el antimarxismo y procuraba con métodos constitucionales la erradicación de la violencia política. En ocasiones López Rega daba muestras de ser el rostro visible de un poder exógeno y se mostraba más papista que el Papa. Esta puede ser quizás una de sus tropelías predilectas al colaborar con la Triple A. Decimos "colaborar" porque era un instrumento de los otros infiltrados: los golpistas ocultos detrás del ropaje antisubversivo, que aprovechaban la guerra contra los montoneros y erpianos para generar el caos que se aguardaba con impaciencia en los cuarteles.
6. Perón utilizó su prestigio profético para aislar a los violentos. Quiso persuadirlos, pero fracasó Los de signo peronista, que habían servido a su conducción estratégica en tiempos de organizar el retorno del exilio forzado, optaron por reemplazarlo y terminaron expulsados del Movimiento. El Viejo general los calificó de "imberbes" e "infiltrados". El proyecto de "los muchachos" era incompatible con el del fundador del peronismo y se daba de patadas con la paz social. Se negaron a ser formaciones especiales de acuerdo a la concepción de Perón y se convirtieron en opositores acérrimos del gobierno popular, con ribetes patéticos durante la gestión de Isabel.
"El general en su laberinto" Por Manuel Justo Gaggero* [Página/12, 18/02/07] La decisión del juez Norberto Oyarbide de considerar a los crímenes de la Triple A como de lesa humanidad, lo que permite su juzgamiento al tornarlos imprescriptibles, constituye un aporte histórico importante para la reconstrucción de la memoria, el acercamiento a la verdad y la sanción de los responsables materiales e intelectuales de estos hechos aberrantes. El "Somatén" argentino –organización represiva impulsada por José Antonio Primo de Rivera en España para asesinar a sindicalistas, comunistas, anarquistas y republicanos– es sugerido por el general Perón luego de la Masacre de Ezeiza en una conversación en la que estaba presente el gobernador de Buenos Aires Oscar Bidegain. En aquellos días de la "primavera camporista", los trabajadores y el pueblo estaban movilizados ocupando fábricas, oficinas públicas y todos los centros de trabajo en reclamo de reivindicaciones postergadas por más de 18 años. Las organizaciones revolucionarias habían suspendido el accionar armado y se empezaba a generar un proceso de democracia participativa que comenzó a preocupar a la dirigencia sindical burocrática y a los escribas del "establishment" que sugerían "poner límite a los desbordes". En este contexto, y luego de la renuncia del presidente Héctor Cámpora, comienza a operar la Alianza Anticomunista Argentina, que cuenta con el apoyo de un sector importante del oficialismo y de las conducciones sindicales burocráticas. El acta fundacional, según algunos investigadores, se firma el 1º de octubre de 1973 en una reunión en la que se encuentran presentes el presidente en ejercicio Raúl Lastiri; los ministros del Interior, Benito Llambí, y de Bienestar Social, José López Rega; el secretario general de la Presidencia, José Humberto Martiarena, y varios gobernadores. En la misma se reitera que la función de esta organización era combatir a los enemigos del gobierno, reprimiendo el "entrismo de izquierda" y a los marxistas que "pretendían convertir a la Argentina en una nueva Cuba". En agosto de ese año comenzó a editarse el diario El Mundo. La dirección la ocupaba Luis Cerruti Costa y la subdirección, quien escribe estas líneas. Yo militaba en el Frente Revolucionario Peronista, junto a Armando Jaime y Juan Carlos Arroyo, entre otros compañeros. El 29 de septiembre, dos días antes de la reunión que comentamos, en la residencia de Olivos, un grupo que luego se integraría a la Triple A colocó e hizo detonar un artefacto explosivo de alto poder en mi domicilio en Paraná, destruyendo el dormitorio en el que presumían los agresores que nos encontrábamos junto a mi compañera y a mis tres hijos. La vivienda quedó seriamente afectada, debiendo ser apuntalada por los bomberos. Gobernaba la provincia Tomás Cresto, quien se negó a recibirnos cuando solicitamos una audiencia para exigirle que se investigara el atentado. Dos meses más tarde me hice cargo de la dirección del diario, en razón de que viajó al extranjero Luis Cerruti. Recibí todo tipo de amenazas firmadas por la Triple A. El accionar de esta banda en los barrios se había incrementado notablemente. Activistas sindicales combativos eran amenazados. Se empieza a generar un clima de terror. El diario sufre varios atentados con explosivos y un intento de copamiento por parte de una columna de la Juventud Peronista de la República Argentina, que tenía el apoyo del Ministerio de Bienestar Social, de donde salieron las armas con las que tirotearon la redacción. En esos días se produce la primera conferencia de prensa del general Perón en Casa de Gobierno. La periodista acreditada por El Mundo –Ana Guzetti–, cuando comienza la ronda de preguntas, le inquiere al presidente "qué medidas adoptaría el gobierno para detener la ola de atentados fascistas perpetrados contra militantes populares", responsabilizando de los mismos a "grupos parapoliciales y paramilitares de derecha". Perón reaccionó airado y le dijo a la reportera: "¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tendrá que probar". La periodista le contestó "de acuerdo". El presidente, dirigiéndose al edecán aeronáutico ordenó: "Tomen los datos de esta señorita para que el ministro de Justicia le inicie la causa correspondiente". Días más tarde se radicó la querella, de la que fuimos notificados al producirse un allanamiento a la redacción y la detención de 17 periodistas. Entre ellos Ana Guzetti. Fueron innumerables las agresiones hasta la clausura definitiva el 14 de marzo de 1974. Quince días antes, el secretario de Prensa de la Presidencia Emilio Abras nos había planteado la posibilidad de hacer un reportaje televisado al general juntamente con el director de La Opinión, Jacobo Timerman. Nos pareció interesante, ya que de esta forma se frenaría la ya anunciada clausura. Esta no se concretó; luego Abras nos explicó que Lorenzo Miguel le exigió a Perón que clausurara el diario, ya que alentaba la resistencia sindical en Villa Constitución y en Zárate. No cabe duda de que el anciano y enfermo general, que regresa por tercera vez en junio de 1973 y que asume como presidente el 12 de octubre de ese año, no era el mismo que había encabezado un movimiento de renovación social, económica y cultural en la década del ’40, devolviéndoles la dignidad a los trabajadores y defendiendo nuestra soberanía nacional. Este tenía en su laberinto en los ’70 a personajes tenebrosos como Isabel Martínez, López Rega, Lastiri, Villone, Osinde y otros. La historia y ahora la Justicia tendrán que establecer y deslindar responsabilidades, sin dejarse amilanar por quienes intentan encubrir la verdad. Cerca de 1500 asesinados y secuestrados durante este período reclaman justicia. En el devenir histórico siempre existen personajes que muestran dos facetas. El Napoleón que intenta llevar a toda Europa las ideas de la Revolución Francesa es el mismo que, convertido en Emperador, ocupa pueblos y naciones, sometiéndolas a su poder. Es preciso, y hace a nuestra condición de nación democrática, que no existan temas de los que "no se pueda hablar". * Abogado, director de Diciembre 20 |
7. Al intentar la salvaguardia de la conducción estratégica del Movimiento –luego del artero asesinato de José Ignacio Rucci que ningún grupo reivindicó en el momento– Perón avala un plan de disputa frontal contra los "infiltrados" que asoman como enemigos del gobierno constitucional. Pero lo hace no para colocar al peronismo en la ultraderecha ni para apañar a ésta, sino para que el Movimiento siga siendo tercerista, nacional, popular y cristiano. Y para que la normalización institucional y la revolución en paz puedan llevarse a cabo tras ganar los comicios por el 63 por ciento de los votos. El plan contra los infiltrados son directivas de ningún modo secretas que ahora Larraquy presenta como el descubrimiento de la pólvora. Dichas directivas conforman un conjunto de medidas de fortalecimiento de la conducción estratégica, en un marco de violencia impredecible y de unánime apoyo a su segunda reelección presidencial.
8. Apenas se produjo el criminal asalto al Regimiento de Azul (que provocó las muertes del coronel Arturo Gay y su esposa, entre otros), ocurrido el 19 de enero de 1974, Perón le habla al país por radio y televisión y denuncia que los atacantes erpianos no son un grupo de delincuentes, sino "una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y sus instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la Reconstrucción y la Liberación en que estamos empeñados".
De inmediato el Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso una modificación del Código Penal para enfrentar con la ley a los terroristas. Los diputados de la "tendencia" se opusieron a las reformas y se entrevistaron con Perón, quien se enfureció ante el rechazo de sus instrucciones: "Nosotros no somos dictadores de golpes de Estado. No nos han pegado con saliva. Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualesquiera sean los medios". Una lectura sesgada de esta declaración puede interpretar que por "medios" podría leerse "Triple A". Sin embargo, la explosión verbal de Perón respondía a apaciguar las aguas encrespadas en las Fuerzas Armadas que veían madurar la precipitación de los acontecimientos.
El 7 y el 14 de febrero de 1974 Perón convoca a los jóvenes adversarios de la tendencia revolucionaria y les dice que "en el Movimiento se está produciendo una infiltración que no es precisamente justicialista". Utiliza su arsenal teórico para acorralar a los que en nombre del peronismo recurren a la violencia. Sería en vano. Su muerte apresura los enfrentamientos declarados. Montoneros pasa a la clandestinidad y la respuesta oficial se hace sentir a través de decretos antisubversivos. Pero la escalada criminal de izquierda a derecha escapa a cualquier control. Todo ello acompañado de una campaña de acción psicológica sin precedentes, que provoca la apatía y el hartazgo de la sociedad receptora del golpe liberal con cierta naturalidad.
8. Apenas se produjo el criminal asalto al Regimiento de Azul (que provocó las muertes del coronel Arturo Gay y su esposa, entre otros), ocurrido el 19 de enero de 1974, Perón le habla al país por radio y televisión y denuncia que los atacantes erpianos no son un grupo de delincuentes, sino "una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y sus instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la Reconstrucción y la Liberación en que estamos empeñados".
De inmediato el Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso una modificación del Código Penal para enfrentar con la ley a los terroristas. Los diputados de la "tendencia" se opusieron a las reformas y se entrevistaron con Perón, quien se enfureció ante el rechazo de sus instrucciones: "Nosotros no somos dictadores de golpes de Estado. No nos han pegado con saliva. Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualesquiera sean los medios". Una lectura sesgada de esta declaración puede interpretar que por "medios" podría leerse "Triple A". Sin embargo, la explosión verbal de Perón respondía a apaciguar las aguas encrespadas en las Fuerzas Armadas que veían madurar la precipitación de los acontecimientos.
El 7 y el 14 de febrero de 1974 Perón convoca a los jóvenes adversarios de la tendencia revolucionaria y les dice que "en el Movimiento se está produciendo una infiltración que no es precisamente justicialista". Utiliza su arsenal teórico para acorralar a los que en nombre del peronismo recurren a la violencia. Sería en vano. Su muerte apresura los enfrentamientos declarados. Montoneros pasa a la clandestinidad y la respuesta oficial se hace sentir a través de decretos antisubversivos. Pero la escalada criminal de izquierda a derecha escapa a cualquier control. Todo ello acompañado de una campaña de acción psicológica sin precedentes, que provoca la apatía y el hartazgo de la sociedad receptora del golpe liberal con cierta naturalidad.
9. También es falso de falsedad absoluta responsabilizar sólo a López Rega de todos los males del tercer gobierno peronista. Hubo un entramado de relaciones –y en esto acierta Larraquy– que posibilitaron la instauración del crimen político. Pero la Triple A fue mucho más que López Rega. Su misterio quedó dilucidado con el golpe del 24 de marzo de 1976: desapareció mientras desaparecían miles de personas inocentes.
10. ¿Sabían Perón e Isabel de "las acciones clandestinas e ilegales perpetradas desde el Estado" como afirma muy suelto de cuerpo Larraquy? La respuesta es no. Primero, porque individuos enquistados en ciertas parcelas estatales que cometen delitos no representan "el Estado" y menos puede culparse al Presidente de esos actos. Segundo, porque hay que tener cuidado en la calificación de las respuestas represivas del Estado ante cualquier desafío a su monopolio de la violencia física. Una medida represiva dentro de la ley, nunca es un crimen ni un acto de terrorismo de Estado. Con ese criterio, cuando un policía se tirotea con un ladrón y lo mata sería un terrorista y no un defensor de la seguridad pública. Tercero, porque en aquel momento reinaba la confusión y la deslealtad. Cuarto, porque es tan complicado y complejo el aparato estatal en un contexto de virtual guerra civil que resulta imposible saber a pie juntilla lo que hacen sus integrantes militares y policiales, máxime con una Presidente en constante debilitamiento y agresión golpista.
11. En conclusión, nos parece aberrante buscar argumentos para colocar al peronismo en la vereda del terrorismo de Estado. Cargarles a Perón y a Isabel el estropicio de la Triple A y de la represión ilegal, poniéndolos a la altura de los chacales de la dictadura, es lisa y llanamente una canallada oligárquica que sirve a la falsificación de la historia y responde a reiteradas ignominias contra el Movimiento Nacional y Popular, como el oro nazi, las cuentas suizas de Evita, el pacto militar-sindical, la creación de una iglesia nacional peronista, el origen de la subversión, la decadencia del país, etcétera. Canalladas de esta índole de ningún modo ayudan a saldar el pasado, recargan los espíritus academicistas e intoxican a las nuevas generaciones. Pero que nunca olviden los farsantes que "se puede engañar a poca gente por mucho tiempo y a mucha gente por poco tiempo, pero nadie puede engañar a mucha gente por mucho tiempo" (Abraham Lincoln)
Fuente: Bambú Press
10. ¿Sabían Perón e Isabel de "las acciones clandestinas e ilegales perpetradas desde el Estado" como afirma muy suelto de cuerpo Larraquy? La respuesta es no. Primero, porque individuos enquistados en ciertas parcelas estatales que cometen delitos no representan "el Estado" y menos puede culparse al Presidente de esos actos. Segundo, porque hay que tener cuidado en la calificación de las respuestas represivas del Estado ante cualquier desafío a su monopolio de la violencia física. Una medida represiva dentro de la ley, nunca es un crimen ni un acto de terrorismo de Estado. Con ese criterio, cuando un policía se tirotea con un ladrón y lo mata sería un terrorista y no un defensor de la seguridad pública. Tercero, porque en aquel momento reinaba la confusión y la deslealtad. Cuarto, porque es tan complicado y complejo el aparato estatal en un contexto de virtual guerra civil que resulta imposible saber a pie juntilla lo que hacen sus integrantes militares y policiales, máxime con una Presidente en constante debilitamiento y agresión golpista.
11. En conclusión, nos parece aberrante buscar argumentos para colocar al peronismo en la vereda del terrorismo de Estado. Cargarles a Perón y a Isabel el estropicio de la Triple A y de la represión ilegal, poniéndolos a la altura de los chacales de la dictadura, es lisa y llanamente una canallada oligárquica que sirve a la falsificación de la historia y responde a reiteradas ignominias contra el Movimiento Nacional y Popular, como el oro nazi, las cuentas suizas de Evita, el pacto militar-sindical, la creación de una iglesia nacional peronista, el origen de la subversión, la decadencia del país, etcétera. Canalladas de esta índole de ningún modo ayudan a saldar el pasado, recargan los espíritus academicistas e intoxican a las nuevas generaciones. Pero que nunca olviden los farsantes que "se puede engañar a poca gente por mucho tiempo y a mucha gente por poco tiempo, pero nadie puede engañar a mucha gente por mucho tiempo" (Abraham Lincoln)
Fuente: Bambú Press
Que el árbol no tape el bosque
Por Eva Troxler, 2007 [sobrina de Julio Troxler, asesinado por la Triple A en 1974]
El 8 de agosto de 1974 se realizó una reunión del gabinete presidencial en la residencia oficial de Olivos. En la reunión, presidida por la entonces presidenta María Estela Martínez, decidieron sobre la vida de numerosos argentinos, entre ellas la de Julio Tomás Troxler. Decidieron impartir "justicia" y en forma pronta y muy didáctica se procedió a proyectar sobre una pantalla varias diapositivas con las imágenes de quienes serían "ajusticiados" por sus actividades "subversivas" o "antipatrióticas".
Decreto "S" N° 261 Buenos Aires, 5 de febrero de 1975 VISTO: Las actividades que elementos subversivos desarrollan en la Provincia de Tucumán y la necesidad de adoptar medidas adecuadas para su erradicación: LA PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA en Acuerdo General de Ministros DECRETA: Artículo 1°: El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la Provincia de Tucumán. Artículo 2°: El Ministerio del Interior pondrá a disposición y bajo control operacional del Comando General del Ejército los efectivos y medios de la Policía Federal que le sean requeridos a través del Ministerio de Defensa , para su empleo en las operaciones a que se hace referencia en el artículo 1°. Artículo 3°: El Ministerio del Interiror requerirá al Poder Ejecutivo de la Provincia de Tucumán que proporcione y coloque bajo control operacional el personal y los medios policiales que le sean solicitados por el Ministerio de Defensa (Comando General del Ejército), para su empleo en las operaciones precitadas. Artículo 4°: El Ministerio de Defensa adoptará las medidas pertinentes a efectos de que los Comandos Generales de la Armada y la Fuerza Aérea presten a requerimiento del Comando General del Ejército el apoyo necesario de empleo de medios para las operaciones. Artículo 5°: El Ministerio de Bienestar Social desarrollará, en Coordinación con el Ministerio de Defensa (Comando General del Ejército), las operaciones de acción cívica que sean necesarias sobre la población afectada por las operaciones militares. Artículo 6°: La Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación desarrollará a indicación del Ministerio de Defensa (Comando General del Ejército), las operaciones de acción sicológica concurrentes que le sean requeridas. Artículo 7°: El gasto que demande el cumplimiento de la misión encomendada por el presente Decreto hasta la suma de pesos CUARENTA MILLONES será incorporado a la Jurisdicción 46, Comando General del Ejército, correspondiente al Presupuesto del año 1975. Artículo 8°:Las disposiciones del presente decreto rigen a partir de la fecha. Artículo 9:Comuníquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y Archívese. [Hay un sello que dice: Decreto "S" N° 261] FIRMADO: María Estela de Perón - Presidente de la Nación Alberto L. Rocamora - Ministro del Interior e interino de Justicia. Oscar Ivanissevich: Ministro de Educación Alberto J. Vignes: Ministro de Relaciones Exteriores y Culto. Adolfo M. Savino: Ministro de Defensa José López Rega: Ministro de Bienestar Social Alfredo Gómez Morales: Ministro de Economía Ricardo Otero: Ministro de Trabajo |
Una vez terminada la reunión presidencial, un ministro integrante del gabinete, espantado ante semejante espectáculo, decidió comunicarse con Julio Troxler para comunicarle y advertirle sobre su suerte. Le aconsejó ausentarse del país para salvar su vida, pero Julio no quiso. Argumentó que él no tenía nada que ver con esas denuncias, que estaba en condiciones de probar la inconsistencia de esos cargos infundados y que de su vida tanto pública como privada nada tenía que ocultar. Semejante actitud heroica le costó muy caro, pues pocos días después, el 20 de septiembre de 1974, cayó asesinado en el barrio de Barracas por la organización terrorista Triple A, que reivindicó el hecho a través de comunicados enviados a los medios de comunicación.
Este y otros datos más forman parte de la denuncia que efectuara uno de los hermanos de Julio, Federico Guillermo Troxler, el 10 de enero de 1978 desde su exilio en la ciudad de México. Ante la falta de respuesta por parte de la justicia argentina, volvió a reiterar la denuncia, esta vez con fecha 31 de julio de ese mismo año y otra más el 11 de diciembre, como asimismo también elevara copias de la denuncia a los medios gráficos La Prensa, Clarín y La Nación con fecha 30 de enero de 1978; y los diarios El Patagónico el 4 de abril y Crónica el 10 de abril del mismo 1978, de Comodoro Rivadavia, ciudad de residencia de Federico Troxler hasta antes de estos hechos. En la denuncia relata los pasos en la investigación que realizara Federico junto a otro hermano, Bernardo Ignacio Troxler. Ambos, en la necesidad de sentar constancias y en la búsqueda hasta las últimas consecuencias de los culpables del vil asesinato de su hermano Julio, y recurriendo a todas las instancias posibles, deciden hacer primero la denuncia policial pero se encuentraron con la negativa a recibirlos en la sede policial cercana al hecho negando inclusive lo sucedido.
Por tal motivo es que luego se dirigen con riesgo de sus vidas a la cueva del lobo, es decir a la Policía Federal donde fueron recibidos por el mismo Jefe de la repartición, comisario Alberto Villar. Durante la audiencia, Villar lo único que hacía era contestar con evasivas y burlarse de los denunciantes. Llegó a jactarse que no habían tenido tiempo de dedicarse al caso del asesinato de Julio y que posiblemente había sido la CIA la autora del hecho. Llegado a este nivel en la charla es que ambos hermanos le dicen a Villar que ellos sabían perfectamente que el asesinato había sido dispuesto en una reunión del gabinete presidencial. Dos días después de esta audiencia, varios sujetos se apersonaron con la intención de detenerlos en la confitería "El Molino", frente al Congreso Nacional donde los hermanos estaban realizando gestiones con legisladores continuando con las investigaciones del asesinato.
A esta altura de las circunstancias, inmediatamente se dirigen a la Secretaría de Defensa, logrando ingresar ya que uno de los hermanos, Bernardo, es ex suboficial del ejército, dado de baja cuando el levantamiento militar del general Valle en 1956. Una vez dentro de las fauces de la bestia, y luego de mucho insistir, los reciben finalmente nada más y nada menos, que los generales Jorge Rafael Videla y Roberto Viola. En la audiencia expusieron y relataron los hechos solicitando además garantías, por el hecho de que estaban siendo perseguidos. Los generales, por supuesto, negaron todo aduciendo que "en el país había un gobierno legalmente constituido". Pronta y finalmente, los hermanos dan su último recorrido, hasta llegar a la embajada mexicana a solicitar asilo político.
Salieron del país rumbo a México el 4 de octubre de 1974. Por último, en la denuncia Federico solicita a la Corte Suprema que ordene por donde corresponda a tomar declaración a todas las personas mencionadas en la denuncia, es decir, a los ex miembros del Gabinete Nacional, a la ex presidente María Estela Martínez, a Jorge Rafael Videla y a Roberto Viola y que se adopten todas las medidas sobre la investigación según surjan a través de las declaraciones que se tomen a las personas mencionadas. La causa finalmente quedó asentada en el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 5 de Buenos Aires, con número 2225.
Felicito que la causa por la Triple A se abra después de tantos años para hacer justicia ante tantos asesinatos impunes. Felicito que estén detrás de los matones mercenarios ejecutores y que se los encarcele. Pero los felicitaré aún más cuando hagan justicia con los autores intelectuales de esta organización siniestra y que aún están con vida y en sugestivo silencio y que tuvo como objetivo la eliminación sistemática de los mejores hombres y mujeres que dio el país. Fueron el camino de entrada para lo que luego realizara la dictadura de 1976.
Fueron los cómplices para que se llevara el plan sistemático de desaparición de personas y desnacionalización económica y de mayor sometimiento nacional. Quiero decir con esto que no nos quedemos sólo con una parte de la causa y con unos cuantos y nos perdamos de vista la profundidad de protagonistas ideólogos y cómplices, los que idearon con sus mentes perversas semejante accionar y de aquellos que sabiendo aún hoy callan teniendo mucho que contar.
Eva Troxler - eva_troxler@yahoo.com.ar
Fuente: Bambú Press
Fuente: Bambú Press
Un setentismo escarmentado y la necesidad de volver al Nacionalismo Popular
Por Jorge Eduardo Rulli
Por Jorge Eduardo Rulli
"Viva la Patria. Viva Perón. Viva Isabel" Después de la muerte de Ortega Peña, Montoneros mató a Martín Salas, un cuadro de la ultraderechista CNU de La Plata. En los tres días siguientes, la Triple A respondió: acribilló a un chico de 21 años de la Juventud Peronista-Regionales y secuestró y mató a tres dirigentes de la izquierda peronista: Horacio Chávez, suboficial de la Resistencia Peronista, y su hijo Rolando, y Carlos Pierini, trabajador petrolero. La seguidilla de muertes hizo que el horror se convirtiera en un hecho cotidiano. Ernesto Rodríguez Rossi, abogado. Muerto. Pablo van Lierde y Eduardo Beckerman, militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), agrupación pro montonera, secuestrados en un bar y fusilados en un baldío. Muertos (uno de ellos, Carlos Baglietto, logró escapar). Osvaldo Magni, estudiante de medicina, militante de agrupación trotskista. Muerto. Alfredo Curuchet, defensor de presos políticos y guerrilleros, abogado de seccional "troska" del SMATA. Secuestrado y fusilado por la espalda con las manos atadas. Muerto. Juan José Varas, contador y ex funcionario del gobierno de Obregón Cano, embarcado en vuelo de Austral en pista de aterrizaje destino Córdoba 7.10 am. Hombres con credencial de "Presidencia de la Nación" ordenan a la empresa convocarlo por altoparlante. Varas aparece en el mostrador por puerta cinco. Es esposado y retirado por tres hombres, según se informa, con rumbo a Seguridad Federal. Aparece al día siguiente acribillado en Escobar. Muerto. Atilio López, ex vicegobernador de Córdoba en los tiempos de Cámpora, secuestrado en las puertas de un hotel en el barrio de Once y aparecido junto a Varas. Muerto. Silvio Frondizi, hermano del ex presidente, intelectual marxista, secuestrado de su departamento del barrio de Almagro a las dos de la tarde por hombres maquillados de amarillo pálido y bigotes. A su mujer le pegan un culatazo, y luego es derivada al Hospital Durand. A su yerno Luis Mendiburu, de 25 años, que se interpone en su defensa, le meten tres balazos en el pecho. Muerto. La policía corta el tránsito para facilitar el traslado de Frondizi. Se oyen ráfagas de ametralladora por los bosques de Ezeiza. Comunicado de la Triple A: "Sepa el pueblo argentino que a las horas 14.20 fue ajusticiado el disfrazado número uno Silvio Frondizi, traidor de trabajadores, comunista, bolchevique, ideólogo y fundador del Ejército Revolucionario del Pueblo. Bajo el mandato de su hermano fue el infiltrador de ideas comunistas en nuestra juventud. Murió como mueren los traidores. Por la espalda... No adjuntamos documentos porque el traidor no los tenía encima pero pueden encontrarlo en el acceso al centro Recreativo Ezeiza, pasando el primer puente con bandas de madera, cincuenta metros sobre mano derecha". Allí estaba Frondizi. Muerto. Julio Troxler, ex policía, profesor de la Facultad de Medicina, sobreviviente de los fusilamientos de la Revolución Libertadora. No escaparía esta vez: es secuestrado y fusilado por la espalda en el paredón del Ferrocarril Roca, sobre una calle de Barracas. Aparece tendido bajo el sol del mediodía, entre derrames de sangre y masa encefálica. Muerto. Un chico ve escapar a un Peugeot 504 color negro, que dobla por la calle Suárez. Comunicado de las AAA: "La lista sigue... murió Troxler. Muerto por bolche y mal argentino. Seguirán cayendo. Adjuntamos lista de ejecuciones. Viva la Patria. Viva Perón. Viva Isabel". Marcelo Larraquy, “López Rega: El peronismo y la Triple A”. (cap. 15, Poner flores), Punto de Lectura, Buenos Aires, 2007 |
Mi anterior editorial motivó para mi sorpresa, muchas y diversas adhesiones, como si hubiese aportado a una cierta necesidad de ponerle palabras a ciertos conflictos irresueltos que venimos arrastrando, y que sabemos que nos condicionan, pero que nos resulta difícil afrontar.
En realidad estas editoriales de Horizonte Sur, suelen girar siempre sobre las mismas pasiones, soy consciente que repito una y otra vez, el asalto de la razón sobre los mismos problemas, que cada vez busco una mayor aproximación, abordándolos desde diferentes ángulos.
Como a tantos, me desvelan los interrogantes sobre la tragedia que arrastró a nuestra generación y a la vez, el misterio de la vida y de la continuidad del pensamiento político en los jóvenes de hoy y que se expresa ya en mis propios hijos. El peronismo insurrecto de los años cincuenta organizó los pensamientos de nuestra generación hasta avanzados los años sesenta.
En otros pueblos latinoamericanos fueron en forma similar, otras expresiones del nacionalismo popular del continente, los que determinaron la política, los entusiasmos, la mística de la entrega a grandes ideales, los relatos épicos que nos hacían ver como continuadores de los héroes de la independencia, el sueño de la patria común, etc.
Yo recuerdo que en el año 55, bajo la llamada Revolución Libertadora, y cuando tenía apenas 16 años y existía una notoria carencia de literatura de barricada en las librerías de Buenos Aires, solía reemplazarla buscando en las librerías de viejo de la calle Corrientes manuales del aprismo peruano, bibliografías sobre el nacionalismo revolucionario de Bolivia, los escritos del viejo Luis Alberto de Herrera del Uruguay, o literatura del partido nacionalista de Puerto Rico y de la vida de su líder encarcelado por los yanquis, el martirizado Don Pedro Albizu Campos.
Aquellos jóvenes que fuimos, nos formamos de esa manera, en el espíritu de la Patria Grande, en la necesidad de revisar nuestra propia historia y en una manera de vivir la acción política como un acto permanente de servicio, donde lo más importante siempre era interpretar lo que el pueblo quería y ser capaces de elaborar prácticas que mantuvieran la unidad del conjunto.
Recordemos esto, porque esos modos de ordenar el pensamiento político comenzaron a modificarse en los años sesenta, cuando bajo la influencia de la revolución cubana llegaron a nosotros otros criterios políticos, otros desafíos y competencias que no habían existido hasta entonces… y llegaron además los manuales de marxismo que nunca habíamos conocido.
Comenzamos imperceptiblemente a cambiar las miradas y a ordenar el mundo desde nuevas perspectivas, perspectivas en que las luchas del Komintern o las rebeliones espartaquistas fueron reemplazando gradualmente los fogones de Artigas o los levantamientos gauchos que eran hasta entonces nuestras inevitables referencias.
¿Cómo se manifestó ese mestizaje?
Se expresó antes que nada, en desmedro de las concepciones que hacían necesario e imprescindible el accionar articulado del conjunto.
Gradualmente, se fue imponiendo la lógica del amigo/enemigo en el propio campo popular, y su primera expresión de derrota fue el fracaso de la estrategia del esquema de conducción CUADRUNVIRATO/MRP/FAP liderado por Héctor Villalón, Sosa, Valota y Gustavo Rearte, en los años 64/65, y como consecuencia de ello, que el primer retorno frustrado de Perón, quedara en manos de Vandor y del sindicalismo.
Hacíamos con ese gigantesco fracaso nuestras primeras armas en las doctrinas que nos llegaban desde el exterior, y que enseñaban que antes de enfrentar al enemigo, había que limpiar u homogenizar las propias filas en el campo popular, resolviendo las contradicciones internas.
Pocos años después todo fue peor, y las nuevas lógicas que impuso un marxismo que confundía la guerra con la lucha social, no tendrán reparo en asimilar la idea de enemigo tradicional con la de enemigo interno y se equipararán sin mayores escrúpulos a muchos dirigentes sindicales con los peores representantes de la oligarquía y del imperialismo.
En el año 68, la convalecencia forzada que realicé en Cuba durante todo un año, debido a las torturas sufridas durante la dictadura de Onganía, me permitieron estudiar a fondo la historia cubana y en particular la historia de la revolución. Y allí descubrí con absoluta sorpresa, que la revolución cubana de los barbudos, había sido peronista…
¿Qué quiero decir con esto?
Que había sido gestada y llevada a cabo desde procesos nacionalistas y populistas, en los mismos términos, prácticas e improvisaciones propias del campo popular, que en ese momento se reprobaban tan duramente…
Tuve algunos intercambios epistolares sobre estos hallazgos con Leopoldo Marechal y otros compañeros, y alguna correspondencia mía desde la isla redescubriendo los costados peronianos de la revolución, y en torno a la vida de Frank País, circularon profusamente entre los activistas de la época.
No obstante, una golondrina no hace verano, ni siquiera para la propia golondrina… que venía a ser yo en ese caso… muy pocos meses después en Puerta de Hierro, dialogando con Perón, registro una anécdota que expresa como pocas los pensamientos de época en que yo me encontraba imbuído.
En un momento dado el viejo interrumpe mi discurso y un poco paternal y con mucho de reprobación me dice: "¿Rulli, que quiere? ¿Qué haga la revolución solamente con los buenos?".
He repasado muchas veces aquel momento, con una mezcla de ternura y de disgusto por mis propias concepciones de entonces, pero siempre concluyo en lo difícil que resulta sustraerse a los pensamientos dominantes de la época. Las lógicas marxistas con que se ordenaron los pensamientos y las políticas del setentismo naciente, fueron como un huracán que nos arrastró a todos en aquellos años y aunque muchos nos resistiéramos, no pudimos sustraernos a los grandes relatos.
Pues bien, a lo que voy, es que todo aquello se derrumbó luego, que se cayó en los fracasos innumerables de las revoluciones foquistas a todo lo largo y ancho de la América Latina, que se cayó con la caída del muro de Berlín y se terminó para siempre con la implosión de la URSS en el 89, y el descubrimiento de su entraña horrible de trabajos forzados, matanzas y archivos represivos…
Aquello fue un fin de época pero también, fue un desastre terrible y además previsible, aunque no por ello menos devastador.
Las consecuencias para nosotros de aquellas lógicas perversas, fueron que los propios revolucionarios construyeron y facilitaron en la Argentina el camino de la contrarrevolución, que su ceguera obstinada imaginó a lo mejor enemigo de lo bueno, y terminó consolándose en los finales del 75 y principios del 76, con que el golpe militar ayudara a poner las cosas en blanco y negro, tal como ellos mismos habían sido enseñados a verlas en los manuales de marxismo.
Pero la realidad no es ni ha sido nunca en blancos y en negros, todo lo contrario, y el precio que pagamos todos por aquellos caminos sin retorno fueron espantosos.
Han transcurrido treinta años desde entonces.
La URSS hace mucho que no existe y extraordinariamente todo lo concerniente a ella son cosas de las que resulta poco oportuno hablar porque incomodan… en especial para los comunistas y el grueso de los progresistas que hacen como que no hubiese ocurrido nada… simplemente del tema no se habla…
Fidel ha llegado a los 80 años y está internado por razones de salud, sin embargo nos continúa indicando cuál es el camino, y por lejos, de los líderes latinoamericanos es el que mayores adhesiones populares despierta…
Chávez nos propone un Socialismo del siglo XXI que la anciana Marta Harnecker, próxima al líder venezolano, piensa enriquecer con sus antiguos manuales de marxismo reeditados.
Y a lo largo del continente muchos teólogos de la Liberación de los años 60, que a diferencia de Leonardo Boff no han descubierto todavía el mundo maravilloso de la Creación, y a los que en aquel entonces les costó mucho su conversión, como si el tiempo no hubiese transcurrido, continúan defendiendo de posibles relecturas críticas a una visión estricta del marxismo.
En la Argentina, donde la Historia y las historias no resueltas tienen tanto peso, habría sido tal vez previsible que el fracaso del setentismo nos hiciera retornar a las lógicas anteriores.
Pero no ha sido así.
Lo que ha retornado es un setentismo lavado, edulcorado, un setentismo que nada entre las aguas del "nomeacuerdo" y de "aquellonosehabla", y que por suerte es un setentismo pacífico, aunque mantiene las lógicas del amigo/enemigo que ahora se dirimen políticamente: "te bajo de la lista, no te atiendo, no tenés presupuesto y dejás de existir.:." y cuando uno recuerda los setenta, en verdad da gusto de vivir ésta época que, frente a aquella, parece una fiesta…
Lamentablemente, y tal como decíamos en la editorial anterior, este setentismo es también un setentismo escarmentado, amigo de avanzar a paso de hormiga y de no revolver las aguas, no sea cosa que los fantasmas de las profundidades se despierten.
Y así vamos, descubriendo a diario cambios y medidas de gobierno que nos parecen correctas, y que no podemos dejar de apoyar, mientras vemos a la vez, con creciente preocupación cómo por debajo, las corporaciones continúan sus inversiones y el desarrollo de sus estrategias de colonización, absolutamente impunes, moviéndose y creciendo en la ceguera conceptual sobre los modelos que, les posibilita este setentismo progresista que hoy gobierna.
Creemos con Michael Hardt que la espiral de la historia nos pone ahora en situación de semejanza con la posguerra europea y con el espíritu de los Movimientos de Liberación Nacional que se generaron en aquellos años.
También coincidimos en que si las circunstancias se asemejan, no ocurre lo mismo con nuestras sociedades. Los viejos proyectos desarrollistas y de integración nacional hoy serían impensables.
Las nuestras, las actuales, son sociedades plurales, fragmentarias y segmentadas, son como mosaicos de expresiones y demandas diversas en los grandes marcos de la Globalización planetaria y de reconstrucción de los mercados regionales.
Por eso insistimos en que el pensamiento político necesita abrevar en los conocimientos que proporciona la Ecología. En ella podríamos aprender a cómo articular esa diversidad de las nuevas sociedades. Pero de poco servirá lo que hagamos sino retomamos el fluir de pensamiento interrumpido en los años sesenta.
Esa es en definitiva la experiencia que estamos transmitiendo. La de ser capaces de reflexionar sobre los años setenta, asumiendo los errores y sus fracasos, para retomar los flujos de la historia interrumpidos o distorsionados.
Necesitamos de esa fuerza cultural que alguna vez llamamos el Pensamiento Nacional.
Si no somos capaces de abrevar en esas fuerzas antiguas no podremos generar un Proyecto de país que nos permita decidir qué modelo de vida queremos y que nos posibilite repoblar con familias y con pueblos rurales los territorios vacíos, para instalar desarrollos locales con Soberanía Alimentaria.
Fuente: www.grr.org.ar
En realidad estas editoriales de Horizonte Sur, suelen girar siempre sobre las mismas pasiones, soy consciente que repito una y otra vez, el asalto de la razón sobre los mismos problemas, que cada vez busco una mayor aproximación, abordándolos desde diferentes ángulos.
Como a tantos, me desvelan los interrogantes sobre la tragedia que arrastró a nuestra generación y a la vez, el misterio de la vida y de la continuidad del pensamiento político en los jóvenes de hoy y que se expresa ya en mis propios hijos. El peronismo insurrecto de los años cincuenta organizó los pensamientos de nuestra generación hasta avanzados los años sesenta.
En otros pueblos latinoamericanos fueron en forma similar, otras expresiones del nacionalismo popular del continente, los que determinaron la política, los entusiasmos, la mística de la entrega a grandes ideales, los relatos épicos que nos hacían ver como continuadores de los héroes de la independencia, el sueño de la patria común, etc.
Yo recuerdo que en el año 55, bajo la llamada Revolución Libertadora, y cuando tenía apenas 16 años y existía una notoria carencia de literatura de barricada en las librerías de Buenos Aires, solía reemplazarla buscando en las librerías de viejo de la calle Corrientes manuales del aprismo peruano, bibliografías sobre el nacionalismo revolucionario de Bolivia, los escritos del viejo Luis Alberto de Herrera del Uruguay, o literatura del partido nacionalista de Puerto Rico y de la vida de su líder encarcelado por los yanquis, el martirizado Don Pedro Albizu Campos.
Aquellos jóvenes que fuimos, nos formamos de esa manera, en el espíritu de la Patria Grande, en la necesidad de revisar nuestra propia historia y en una manera de vivir la acción política como un acto permanente de servicio, donde lo más importante siempre era interpretar lo que el pueblo quería y ser capaces de elaborar prácticas que mantuvieran la unidad del conjunto.
Recordemos esto, porque esos modos de ordenar el pensamiento político comenzaron a modificarse en los años sesenta, cuando bajo la influencia de la revolución cubana llegaron a nosotros otros criterios políticos, otros desafíos y competencias que no habían existido hasta entonces… y llegaron además los manuales de marxismo que nunca habíamos conocido.
Comenzamos imperceptiblemente a cambiar las miradas y a ordenar el mundo desde nuevas perspectivas, perspectivas en que las luchas del Komintern o las rebeliones espartaquistas fueron reemplazando gradualmente los fogones de Artigas o los levantamientos gauchos que eran hasta entonces nuestras inevitables referencias.
¿Cómo se manifestó ese mestizaje?
Se expresó antes que nada, en desmedro de las concepciones que hacían necesario e imprescindible el accionar articulado del conjunto.
Gradualmente, se fue imponiendo la lógica del amigo/enemigo en el propio campo popular, y su primera expresión de derrota fue el fracaso de la estrategia del esquema de conducción CUADRUNVIRATO/MRP/FAP liderado por Héctor Villalón, Sosa, Valota y Gustavo Rearte, en los años 64/65, y como consecuencia de ello, que el primer retorno frustrado de Perón, quedara en manos de Vandor y del sindicalismo.
Hacíamos con ese gigantesco fracaso nuestras primeras armas en las doctrinas que nos llegaban desde el exterior, y que enseñaban que antes de enfrentar al enemigo, había que limpiar u homogenizar las propias filas en el campo popular, resolviendo las contradicciones internas.
Pocos años después todo fue peor, y las nuevas lógicas que impuso un marxismo que confundía la guerra con la lucha social, no tendrán reparo en asimilar la idea de enemigo tradicional con la de enemigo interno y se equipararán sin mayores escrúpulos a muchos dirigentes sindicales con los peores representantes de la oligarquía y del imperialismo.
En el año 68, la convalecencia forzada que realicé en Cuba durante todo un año, debido a las torturas sufridas durante la dictadura de Onganía, me permitieron estudiar a fondo la historia cubana y en particular la historia de la revolución. Y allí descubrí con absoluta sorpresa, que la revolución cubana de los barbudos, había sido peronista…
¿Qué quiero decir con esto?
Que había sido gestada y llevada a cabo desde procesos nacionalistas y populistas, en los mismos términos, prácticas e improvisaciones propias del campo popular, que en ese momento se reprobaban tan duramente…
Tuve algunos intercambios epistolares sobre estos hallazgos con Leopoldo Marechal y otros compañeros, y alguna correspondencia mía desde la isla redescubriendo los costados peronianos de la revolución, y en torno a la vida de Frank País, circularon profusamente entre los activistas de la época.
No obstante, una golondrina no hace verano, ni siquiera para la propia golondrina… que venía a ser yo en ese caso… muy pocos meses después en Puerta de Hierro, dialogando con Perón, registro una anécdota que expresa como pocas los pensamientos de época en que yo me encontraba imbuído.
En un momento dado el viejo interrumpe mi discurso y un poco paternal y con mucho de reprobación me dice: "¿Rulli, que quiere? ¿Qué haga la revolución solamente con los buenos?".
He repasado muchas veces aquel momento, con una mezcla de ternura y de disgusto por mis propias concepciones de entonces, pero siempre concluyo en lo difícil que resulta sustraerse a los pensamientos dominantes de la época. Las lógicas marxistas con que se ordenaron los pensamientos y las políticas del setentismo naciente, fueron como un huracán que nos arrastró a todos en aquellos años y aunque muchos nos resistiéramos, no pudimos sustraernos a los grandes relatos.
Pues bien, a lo que voy, es que todo aquello se derrumbó luego, que se cayó en los fracasos innumerables de las revoluciones foquistas a todo lo largo y ancho de la América Latina, que se cayó con la caída del muro de Berlín y se terminó para siempre con la implosión de la URSS en el 89, y el descubrimiento de su entraña horrible de trabajos forzados, matanzas y archivos represivos…
Aquello fue un fin de época pero también, fue un desastre terrible y además previsible, aunque no por ello menos devastador.
Las consecuencias para nosotros de aquellas lógicas perversas, fueron que los propios revolucionarios construyeron y facilitaron en la Argentina el camino de la contrarrevolución, que su ceguera obstinada imaginó a lo mejor enemigo de lo bueno, y terminó consolándose en los finales del 75 y principios del 76, con que el golpe militar ayudara a poner las cosas en blanco y negro, tal como ellos mismos habían sido enseñados a verlas en los manuales de marxismo.
Pero la realidad no es ni ha sido nunca en blancos y en negros, todo lo contrario, y el precio que pagamos todos por aquellos caminos sin retorno fueron espantosos.
Han transcurrido treinta años desde entonces.
La URSS hace mucho que no existe y extraordinariamente todo lo concerniente a ella son cosas de las que resulta poco oportuno hablar porque incomodan… en especial para los comunistas y el grueso de los progresistas que hacen como que no hubiese ocurrido nada… simplemente del tema no se habla…
Fidel ha llegado a los 80 años y está internado por razones de salud, sin embargo nos continúa indicando cuál es el camino, y por lejos, de los líderes latinoamericanos es el que mayores adhesiones populares despierta…
Chávez nos propone un Socialismo del siglo XXI que la anciana Marta Harnecker, próxima al líder venezolano, piensa enriquecer con sus antiguos manuales de marxismo reeditados.
Y a lo largo del continente muchos teólogos de la Liberación de los años 60, que a diferencia de Leonardo Boff no han descubierto todavía el mundo maravilloso de la Creación, y a los que en aquel entonces les costó mucho su conversión, como si el tiempo no hubiese transcurrido, continúan defendiendo de posibles relecturas críticas a una visión estricta del marxismo.
En la Argentina, donde la Historia y las historias no resueltas tienen tanto peso, habría sido tal vez previsible que el fracaso del setentismo nos hiciera retornar a las lógicas anteriores.
Pero no ha sido así.
Lo que ha retornado es un setentismo lavado, edulcorado, un setentismo que nada entre las aguas del "nomeacuerdo" y de "aquellonosehabla", y que por suerte es un setentismo pacífico, aunque mantiene las lógicas del amigo/enemigo que ahora se dirimen políticamente: "te bajo de la lista, no te atiendo, no tenés presupuesto y dejás de existir.:." y cuando uno recuerda los setenta, en verdad da gusto de vivir ésta época que, frente a aquella, parece una fiesta…
Lamentablemente, y tal como decíamos en la editorial anterior, este setentismo es también un setentismo escarmentado, amigo de avanzar a paso de hormiga y de no revolver las aguas, no sea cosa que los fantasmas de las profundidades se despierten.
Y así vamos, descubriendo a diario cambios y medidas de gobierno que nos parecen correctas, y que no podemos dejar de apoyar, mientras vemos a la vez, con creciente preocupación cómo por debajo, las corporaciones continúan sus inversiones y el desarrollo de sus estrategias de colonización, absolutamente impunes, moviéndose y creciendo en la ceguera conceptual sobre los modelos que, les posibilita este setentismo progresista que hoy gobierna.
Creemos con Michael Hardt que la espiral de la historia nos pone ahora en situación de semejanza con la posguerra europea y con el espíritu de los Movimientos de Liberación Nacional que se generaron en aquellos años.
También coincidimos en que si las circunstancias se asemejan, no ocurre lo mismo con nuestras sociedades. Los viejos proyectos desarrollistas y de integración nacional hoy serían impensables.
Las nuestras, las actuales, son sociedades plurales, fragmentarias y segmentadas, son como mosaicos de expresiones y demandas diversas en los grandes marcos de la Globalización planetaria y de reconstrucción de los mercados regionales.
Por eso insistimos en que el pensamiento político necesita abrevar en los conocimientos que proporciona la Ecología. En ella podríamos aprender a cómo articular esa diversidad de las nuevas sociedades. Pero de poco servirá lo que hagamos sino retomamos el fluir de pensamiento interrumpido en los años sesenta.
Esa es en definitiva la experiencia que estamos transmitiendo. La de ser capaces de reflexionar sobre los años setenta, asumiendo los errores y sus fracasos, para retomar los flujos de la historia interrumpidos o distorsionados.
Necesitamos de esa fuerza cultural que alguna vez llamamos el Pensamiento Nacional.
Si no somos capaces de abrevar en esas fuerzas antiguas no podremos generar un Proyecto de país que nos permita decidir qué modelo de vida queremos y que nos posibilite repoblar con familias y con pueblos rurales los territorios vacíos, para instalar desarrollos locales con Soberanía Alimentaria.
Fuente: www.grr.org.ar
LOS ORIGENES DE LA GUERRILLA PERONISTA (1959-1960)
NOTAS EN ESTA SECCIONUturuncos, los orígenes de la guerrilla peronista (1959-1960), Ernesto Salas | Tucumán y la resistencia peronista, Ernesto Salas
El Comando 17 de octubre, Ernesto Salas | La huelga azucarera de 1959: del 23 de Julio al 12 de Agosto, Ernesto Salas
La guerrilla de los Uturuncos: primeros pasos, Ernesto Salas | Un nuevo intento: el asalto a la comisaría de Frías, Ernesto Salas
Guerrilla y movimiento popular en la Argentina de los 60, Ernesto Salas | Recomienza la lucha: Relato desde 1958 a abril de 1960, Ernesto Salas
Entrevista a Ernesto Salas, autor de "Uturuncos. El Origen de la Guerrilla Peronista" | Entrevista de la revista Mayoría a un comandante uturungo
Murió Félix Sarravalle, por Ernesto José Salas
NOTAS RELACIONADASEntrevistas a Julio Robles, el último uturunco | John W. Cooke - Carta al compañero Alhaja, comandante uturuncoEntrevista con Félix Sarravalle, por Julio Carreras (1998)
Guillermo Daniel Ñáñez - Abraham Guillén: Los remotos orígenes de la guerrilla peronista 1955-1962
LECTURA RECOMENDADABreve historia de los Uturuncos. Notas de prensa | Roberto Baschetti - Presentación del libro de Ernesto Salas, 03/12/03
Uturuncos - Mensaje al pueblo argentino (1973) | Julio Carreras - Uturuncos, la primera guerrilla del siglo XX en Argentina | Dossier Uturuncos
Roberto Bardini - Frondizi | Guerrilleros detenidos fueron cantando la Marcha Peronista (Prensa Latina, 11/03/60)
Sergio M. Nicanoff y Axel Castellano - La historia del "Vasco" Bengochea y las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional
Los herederos del Che (Revista Primera Plana 1971
"La vida por Perón. Comando 17 de Octubre" (Pintada en las paredes de San Miguel de Tucumán, 1956)
En 1956 la situación del peronismo en la provincia de Tucumán era similar a la del movimiento en todo el país. El gobierno de la Revolución Libertadora, decidido a borrar hasta el recuerdo de su paso por la política nacional, ordenó que todos los sindicatos fueran intervenidos y el partido proscripto. La Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (F.O.T.I.A.), el sindicato más importante de la provincia, fue descabezada. El interventor, coronel Antonio Spagenberg, procedió a nombrar en cada uno de los ingenios a delegados que no hubieran adherido al peronismo.
En abril de 1956, el interventor de Tucumán denunció la existencia de un plan insurrecional peronista en la provincia. El Ejército fue movilizado y se instalaron puestos de control en San Miguel de Tucumán, mientras se realizaban allanamientos y se detenía decenas de personas en la ciudad capital, en Monteros, Tafí Viejo y Concepción. El gobierno implicó en el levantamiento a militares retirados en combinación con dirigentes sindicales: Respondía además a las orientaciones que en forma reiterada hizo a sus partidarios el presidente depuesto en el sentido de que en un momento oportuno y cuando las circunstancias así lo exigieran todas las fuerzas del Partido Peronista debían pasar de la acción política pacífica a la acción subversiva... El número oficial de detenidos fue de 140. El edificio de la FOTIA fue allanado y muchos dirigentes fueron presos. El 4 de mayo, los obreros de los ingenios Aguilares y Santa Lucía, en solidaridad con los compañeros detenidos (en particular, el ex secretario general del sindicato del ingenio, Rodolfo Zelarayan), fueron al paro. La intervención provincial ordenó el envió de la Guardia de Infantería a ambos establecimientos. La Cámara Azucarera sostuvo que: ...considera oportuno recordar a los trabajadores de la provincia lo que oportunamente expresara el Ministerio de Trabajo y Previsión de que todo paro o acto de cualquier índole que interrumpa o altere el ritmo normal de producción será juzgado y reprimido como grave sabotaje a la Revolución Libertadora. Los obreros de los ingenios volvieron al trabajo cuando fueron liberados sus compañeros,. El 8 de mayo comenzó un paro de brazos caídos en el ingenio Concepción: 900 obreros abandonaron el trabajo en protesta por la detención de Bernardo Villalba y otros dirigentes gremiales. Villalba había sido delegado del ingenio y dirigente de la Federación. Aunque el paro fue declarado ilegal, al día siguiente sólo ingresaron 180 trabajadores que en el transcurso del día abandonaron las tareas.
La situación de los detenidos empeoró en el mes de junio con la intentona del general J.J. Valle. Benito Romano, ex delegado del ingenio Esperanza, al quién el ejército suponía ligado al golpe, se fugó a Bolivia. Su hermano Antonio fue detenido y llevado al subsuelo de la casa de gobierno. Allí se encontró con otros dirigentes peronistas. Lo golpearon duramente y lo liberaron luego de dos días y dos noches. Mientras le pegaban le preguntaban por Benito y su vinculación con el general Valle.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
El marxismo y la cuestión indígena en el Ecuador
En tiempos más recientes, la dirección del movimiento indígena ha quedado en manos de elementos antimarxistas. Un investigador norteamericano, Chad Black, señala en su monografía, “The Making of an Indigenous Movement” (mayo de 1999), que, “La organización indígena regional comenzó en los años 70 como reacción en contra de las direcciones marxistas, mestizas e integracionistas, una reacción conservadora frente a las organizaciones de la izquierda tradicional, y las crecientes presiones sobre las comunidades indígenas en consecuencia de la inserción más destacada del Ecuador en la economía mundial capitalista”. Black reitera una y otra vez que la “política de la identidad” de los nuevos movimientos se distingue del marxismo y la retórica de clase de sus antecesores. El papel de la iglesia ha sido primordial en esto, siempre anticomunista pero no siempre con igual contenido político. Después de la “reforma agraria” de 1964, los militares prefirieron tratar con la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas (FENOC, hoy FENOCIN), en lugar de la FEI de filiación comunista. La FENOC tuvo su origen en una corriente bajo el tutelaje de intelectuales católicos ligados al Partido Conservador; a finales de los años 60, reflejando las recientes encíclicas papales, pasó a control de la democracia cristiana; y a mediados de los 70, bajo influencia de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (CELAM) de 1968 y la Teología de la Liberación, se proclamó socialista.
Congreso de Ecuarunari, la organización de los pueblos indígenas Kichwas del Ecuador, el 17 de junio de 2003. Los Kichwas son una nacionalidad oprimida cuya liberación será obra de la revolución socialista de todos los trabajadores y oprimidos. (Foto: Centro de Medios Independientes/Ecuador)
En el oriente, se estableció la Federación de Centros Shuar, orquestrada por misioneros salesianos con el apoyo del Ministerio de Bienestar Social, con una perspectiva de oposición a la hegemonía estatal, protección del territorio y la cultura indígena, y educación bilingüe. Organizaciones parecidas fueron fundadas entre los demás pueblos de la Amazonía (Kichwa, Siona, Cofán, Huaorani) pero pronto se enfrentaron con la penetración masiva de las corporaciones petroleras, el ejército, los misioneros protestantes derechistas y el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), vehículo para la intromisión de las agencias de inteligencia estadounidenses en la región. Entre los Kichwas de la sierra, la fundación de Ecuarunari en 1972 fue acompañada por una fuerte lucha ideológica en la cual, bajo el impulso de la iglesia, prevalecieron los partidarios de una organización “puramente indígena” (es decir, no de clase). Ecuarunari fue declarada una organización eclesiástica, con un cura encargado de orientarla. A finales de los 70, hubo un vuelco hacia un temario más cultural. Fue bajo la dominación de Ecuarunari que se fundó en 1986 la CONAIE como máxima organización indígena del país. Sus reivindicaciones incluyeron la participación en la administración pública, creación de un banco indígena, oficialización de las lenguas indígenas y la educación bilingüe, preservación de la medicina tradicional, y una obligatoria referencia a la devolución de la tierra a las comunidades indígenas. Estas reivindicaciones distan mucho de ser radicales, y mucho menos revolucionarias.
Sin embargo, la fundación de la CONAIE marcó un hito en la creciente combatividad de los indígenas, en respuesta a la brutal represión del gobierno conservador de Febres Cordero y los terratenientes. Hubo en los años 80 varios casos de guardias patronales que quemaron casas, torturaron y mataron a dirigentes indígenas. La resistencia culminó con el levantamiento indígena de junio de 1990, cuando unos 200 activistas ocuparon la catedral quiteña de Santo Domingo, símbolo de Fray Bartolomé de las Casas, el dominico protector de indios. En cuestión de pocos días, indígenas en todo el país adhirieron al levantamiento. La sierra fue paralizada por los bloqueos de la Panamericana. En la provincia de Chimborazo se tomaron como rehenes a 30 policías y soldados. Los mandos militares denunciaron un complot comunista; helicópteros artillados tiraron sobre las multitudes, y un dirigente indígena murió en un enfrentamiento con el ejército. Por doquier se tomaron tierras de las haciendas. El levantamiento causó mucho revuelo, y refutó en forma dramática el imagen racista del “indio dócil y sumiso”. Pero sus demandas eran bien modestas, y los líderes indígenas (encabezados por Luis Macas, el ahora ministro de agricultura) lo disolvieron después de sólo diez días, desocupando la iglesia y desmontando los bloqueos de carreteras. En las pláticas bajo la égida del arzobispo de Quito, la CONAIE presentó un listado de 16 puntos, que lejos de dirigirse contra el estado capitalista más bien buscó integrarse en él.
Entre los 16 puntos figuraron la declaración del Ecuador como un “estado plurinacional”; la reorganización del IERAC (la agencia de reforma agraria) para solucionar problemas de agua y tierra; condonación de deudas con los bancos estatales de fomento; no pago del impuesto rústico; libre importación y exportación comercial y artesanal para la CONAIE; control de sitios arqueológicos por la CONAIE; eliminación de organismos paralelos que compiten con la CONAIE; entrega de fondos presupuestarios a las nacionalidades indígenas; entrega de recursos permanentes para la educación bilingüe, y así en adelante. Como se ve, este pliego petitorio no es el agenda de unos insurrectos comunistas o siquiera de una rebelión campesina. Aunque bajo presión campesina la CONAIE presentó 72 conflictos de tierras, se trató de disputas específicas en el marco de la reforma agraria oficial. No exigieron la abolición del latifundio y la expropiación de las haciendas; buscaron más bien mejorar su posición en las negociaciones con el IERAC. Sus reivindicaciones económicas eran las de pequeños y medianos propietarios, capitalistas agrarios, que buscan empréstitos con intereses módicos, menos impuestos, liberación de aranceles, etc. Pidieron fondos, reconocimiento oficial y una cuota de puestos burocráticos. Y lo más significativo: a pesar de una oleada de represión inicial, gran parte de estas exigencias fueron concedidas en el lapso de varios años.
Mientras el gobierno de Borja hizo algunas concesiones a los indígenas, su sucesor como presidente, Sixto Durán adoptó una actitud de extrema hostilidad. En junio del 93, cuando unos dos mil campesinos e indígenas marcharon al Congreso Nacional para oponerse a la nueva ley de “reforma agraria” que favoreció descaradamente a la agroindustria, fueron recibidos por la policía con gas lacrimógeno y palizas. Nuevamente hubo una oleada de casas quemadas, animales robados, indígenas obligados a abandonar sus tierras, y miembros de las asociaciones torturados y matados. En el espacio de dos años, hubo al menos 14 muertos por la violencia de los terratenientes, junto con violaciones de mujeres por los guardias “de seguridad”. Ante este baño de sangre, era urgente organizar la autodefensa indígena, campesina y obrera contra los matones patronales. La respuesta de los reformistas y los dirigentes del recién nacido partido indígena, Pachakutik, fue de buscar candidatos para las próximas elecciones presidenciales y de lanzar una campaña por ... enmendar la constitución para ser más incluyente de los indígenas. El fracaso previsible de estos pasos llevó a nuevos levantamientos, en el 97 contra Bucaram y en enero del 2000 contra Mahuad, pero ningún cambio en la política gubernamental.
Desde sus inicios, los partidos comunistas de América Latina buscaron orientarse en torno a la cuestión indígena, íntimamente ligada con las luchas campesinas. Sin embargo, no llegaron a concretar una política coherente sobre ella. Cabe precisar a este respecto, que debido al hecho de que la Internacional Comunista apenas comenzó un trabajo sistemático en el hemisferio a mediados de los años 20, casi todos los PC latinoamericanos nacieron bajo el signo del estalinismo, con su dogma nacionalista-conservador de construir el “socialismo en un solo país”. Esta negación del programa de la IC bajo Lenin y Trotsky, que enarboló la revolución socialista internacional, tuvo como corolario el esquema oportunista de una “revolución por etapas”. Según esta receta, los campesinos serían llamados a jugar un papel protagónico ... en una “revolución” democrático-burguesa (es decir, capitalista) contra un supuesto régimen feudal o semifeudal: según la “Resolución sobre la cuestión campesina en Latino-America”, se “imprime un contenido agrariopredominante a la revolución democrático-burguesa” (Correspondencia Sudamericana, agosto de 1929). Más tarde, cuando la IC pasa del centrismo al reformismo abierto a mediados de los años 30, plantean la lucha por una reforma agraria en un marco capitalista, en lugar de luchar por una revolución agraria como parte de la revolución socialista.
En la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de junio de 1929, hubo una extensa discusión del “problema de las razas en América Latina”, que trató de la cuestión indígena y del negro. Pero no hubo concordancia sobre una resolución, y el proyecto de tesis que fue publicado después tuvo dos secciones resolutivas encontradas, que diferían sobre si se debía siquiera mencionar “la lucha de los indios por la reivindicación de su nacionalidad oprimida” (Correspondencia Sudamericana, agosto de 1929). El autor del informe a la conferencia de los PC latinoamericanos fue el intelectual peruano José Carlos Mariátegui, el más importante teórico latinoamericano de la IC, quien murió al año siguiente. En el informe hizo una fuerte denuncia de la opresión del indígena, haciendo notar que: “La explotación de los indígenas en la América Latina trata también de justificarse con el pretexto de que sirve a la redención cultural y moral de las razas oprimidas.” Señaló que en la Conquista, los invasores “rápidamente procedieron a encadenar las conciencias, al mismo tiempo que esclavizaban los cuerpos. Esto facilitaba enormemente el sometimiento económico, objeto primordial de los súbditos católicos”.
Mariátegui insistió con razón que, “Es imprescindible dar al movimiento del proletariado indígena o negro, agrícola e industrial, un carácter neto de lucha de clases.” Sin embargo, él minimizó sistemáticamente la discriminación racista contra los negros, al punto de afirmar: “De la constatación de su rol económico y de sus condiciones sociales, se desprende el hecho de que en la América Latina, en general, el problema negro no asume un acentuado aspecto racial.” Y sostuvo erróneamente que, “el aspecto puramente racial del problema, por lo que a ambas razas se refiere, se encuentra también fuertemente disminuido por la proporción importante del mestizaje” (Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, El movimiento revolucionario latino americano [1929]).
Los incipientes partidos comunistas latinoamericanos de la época estuvieron metidos en una lucha encarnizada contra la corriente nacionalista pequeñoburguesa de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). El caudillo aprista Víctor Raúl Haya de la Torre utilizó un lenguaje seudomarxista para vender su demagogia de una revolución “indoamericana”. En su afán de atacar al indígeno-nacionalismo del APRA, el informe a la conferencia del 29 sostuvo:
La cuestión indígena en América Latina es un caso de opresión especial (como lo son también las de los negros y de la mujer), en este caso referente a los descendientes de los pueblos autóctonos que poblaron el continente americano antes de la llegada de los colonizadores europeos. Después de la independencia, los amos de las repúblicas burguesas mantuvieron a la población colonizada en su condición servil, tanto en las grandes haciendas como en las comunas indias denominadas “libres”. La gran masa indígena sufrió y sigue sufriendo a la vez una opresión de carácter étnico-racial y una feroz explotación económica como campesinos. Después de la abolición formal de la servidumbre (en el caso ecuatoriano, bien recientemente), sigue siendo una población sojuzgada. Esta opresión está arraigada en el modo de producción capitalista, y no puede ser eliminada sin una revolución socialista que derroque a la clase dominante burguesa. Pero no se limita la explotación económica: abarca diferentes formas de subyugación, desde prohibiciones lingüísticas, la negación de derechos democráticos, la discriminación social sistemática, etc. No tiene las mismas características exactas de un país a otro: la situación del Ecuador, donde la población indígena es calculada entre el 35 y el 40 por ciento de la población total, y de México, donde constituye un 10 por ciento del total, no es lo mismo. Aún dentro de un país no es idéntica: la situación de los indios amazónicos del Ecuador difiere en aspectos importantes de la de los indígenas serranos.
Muchos analistas burgueses hablan de los indígenas como si se tratara de un caso típico de una nación oprimida, o una colonia. Es la tesis de Rodolfo Stavenhagen, que considera a los indígenas una “colonia interna”. Los seudotrotskistas de la Fracción Trotskista (FT/PTS), también hablan de la cuestión indígena en el Ecuador como “el problema de la tierra y la opresión nacional”, o más escuetamente “la cuestión nacional indígena”. Del hecho de que la CONAIE exige un “estado plurinacional”, la FT deduce “que el movimiento [de] indígenas forma un conglomerado de nacionalidades oprimidas”. Siguiendo esta pauta llama por el “derecho a la autodeterminación de los pueblos-naciones indígenas”. ¿Qué significa en este caso la demanda de autodeterminación? Polemizando contra Rosa Luxemburg, quien preguntaba con ironía qué podría significar este término, Lenin señaló en su panfleto “El derecho de las naciones a la autodeterminación” (1914) que “por autodeterminación de las naciones se entiende su separación estatal de las colectividades de otra nación, se entiende la formación de un Estado nacional independiente”. ¿Será entonces que la FT llama por la independencia de naciones indígenas en el Ecuador? No lo dicen directamente, pero es la lógica de su planteamiento. Con este enfoque preconiza una lucha separada, si no es directamente separatista, de los indígenas ecuatorianos (y de los afroecuatorianos).
Hoy en día, muchos académicos burgueses (y algunos seudomarxistas como Michael Löwy y Eric Hobsbawm) han adoptado una definición enteramente idealista de la nación, como una “comunidad imaginada de hombres y mujeres” o términos equivalentes. Así sólo dependería de la conciencia de sí mismos que tienen los integrantes de la nación. El criterio marxista, en cambio, se basa en el análisis materialista. Según los bolcheviques, una nación consiste en una comunidad estable e históricamente formada sobre la base de una comunidad de lengua, territorio, economía y cultura. El estado-nación es una característica del modo de producción capitalista, y es el marco predilecto del dominio de las burguesías nacionales. En el caso de los pueblos indios de la Amazonía ecuatoriana, los Shuar y Huaorani, y de tribus aun menos numerosas como los Cofán y Secoya, son pueblos claramente prenacionales, donde todavía prevalece el modo de producción tribal (a pesar de substanciales intrusiones de la economía capitalista, sobre todo con la llegada de los petroleros, los madereros y los soldados). Los pueblos de habla quichua de la sierra, en cambio, revisten algunas características de una nación (lengua y cultura común), pero por su ubicación territorial, esparcida en comunidades en toda la zona céntrica del país, y su creciente participación en la economía nacional de Ecuador, no constituyen una nación sino más exactamente una nacionalidad oprimida.
En realidad, dentro de una nacionalidad Kichwa hay múltiples pueblos de habla quichua, lo que refleja el hecho de que los varios señoríos indígenas de la zona quiteña sólo fueron parcialmente conquistados por el Tawantinsuyo, y esto pocos años antes de la conquista española. Esto explica en parte la multiplicidad de las organizaciones indígenas de la sierra. Más importante son los aspectos territoriales y económicos. En los primeros decenios del siglo XX, se podría haber desprendido eventualmente una nación quichua en la zona andina del Perú, donde predominaban las haciendas semifeudales y comunidades indígenas que producían principalmente por el autoconsumo, y que estuvo bastante aislada de la zona costeña, de predominancia blanca y mestiza. Pero ¿cómo sería la autodeterminación de una nación Kichwa en el Ecuador hoy día cuando los indígenas constituyen la mayoría de la población de la sierra y la abrumadora mayoría de los campos y pequeñas ciudades ahí, y abastecen las áreas urbanas con su producción agrícola que es principalmente dirigida al mercado? Sería una “nación” de toda la sierra, y su “independencia” sería en realidad la separación de las zonas costeñas. En efecto, ¡sería la realización del sueño reaccionario de los más retrógrados banqueros y comerciantes de Guayaquil!
En el caso de Rusia, que mantuvo bajo su férula a un centenar de pueblos, nacionalidades y naciones oprimidas, los bolcheviques dirigidos por Lenin y Trotsky se esforzaron por buscar formas flexibles para realizar su promesa de liberar a todos los presos de la cárcel de naciones y de pueblos oprimidos que fue el imperio zarista. En el caso de las naciones grandes (y algunas pequeñas) de la zona occidental se reconoció el derecho de la autodeterminación – es decir, de la independencia – aún bajo dominación burguesa. Finlandia, Polonia y los estados bálticos se separaron bajo dominación burguesa, la Ucrania y Bielorrusia quedaron dentro de la federación, como repúblicas de lo que luego pasó a ser la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Posteriormente (y tras una lucha con el chovinista gran ruso de origen georgiano, Stalin), las naciones del Cáucaso y las nacionalidades musulmanas de Asia Central también formaron repúblicas de la URSS. Para las nacionalidades menos desarrolladas (como los tartares, los kalmyk, los daghestanos, los mongoles-buryat), se crearon “republicas soviéticas asociadas” que gozaron de autonomía territorial dentro de las repúblicas de la unión. Para pueblos prenacionales hubo rayones (distritos) y hasta cantones autónomos. Esto permitió al principio un considerable florecimiento cultural, aunque finalmente fue sofocado por el peso aplastante de la burocracia estalinista.
En un país como Ecuador, donde la servidumbre en la forma del huasipungo y de la huasicama fue formalmente abolida sólo en 1964, hay pueblos prenacionales en diferentes niveles de desarrollo. Pero lo fundamental, es que la liberación de los indígenas ecuatorianos no es una cuestión de formar otro estado independiente, sino que tiene que ser la obra de los obreros, campesinos e indígenas, de los explotados y oprimidos de todo el país. Una revolución obrera tendría un carácter marcadamente indígena en todas las zonas, en el litoral pacífico no menos que en le sierra andina. Una separación regional de elementos reaccionarios guayaquileños tendría que ser aplastada como la Revolución Francesa aplastó a la rebelión monárquica de la Vendée. Bajo dominación burguesa, todo esquema de autonomía para los pueblos indígenas será un fraude, una burla. Pero dentro del marco de un gobierno obrero, campesino e indígenadel Ecuador, o sea, bajo la dictadura del proletariado, parte de una federación andina de repúblicas obreras, sería posible una gran variedad de formas autonómicas para reflejar la rica variedad de los pueblos. Para los pueblos de la zona amazónica, la autonomía no se limitaría a los rincones a los cuales han sido forzados a refugiarse de las incursiones capitalistas. Y eliminada la contienda nacionalista Perú-Ecuador, que sólo sirve los intereses de los imperialistas y sus socios menores, será posible unir los pueblos indígenas divididos por esta frontera artificial y hasta invisible.
P R O P U E S T A
P O L Í T I C A
PARA ESCRIBIR
EL SEGUNDO
TOMO
PROFUNDIZAR PARA CONSOLIDAR TODO LO LOGRADO
LEY DE INVERSIÓN EXTRANJERA
NOTAS EN ESTA SECCIONUturuncos, los orígenes de la guerrilla peronista (1959-1960), Ernesto Salas | Tucumán y la resistencia peronista, Ernesto Salas
El Comando 17 de octubre, Ernesto Salas | La huelga azucarera de 1959: del 23 de Julio al 12 de Agosto, Ernesto Salas
La guerrilla de los Uturuncos: primeros pasos, Ernesto Salas | Un nuevo intento: el asalto a la comisaría de Frías, Ernesto Salas
Guerrilla y movimiento popular en la Argentina de los 60, Ernesto Salas | Recomienza la lucha: Relato desde 1958 a abril de 1960, Ernesto Salas
Entrevista a Ernesto Salas, autor de "Uturuncos. El Origen de la Guerrilla Peronista" | Entrevista de la revista Mayoría a un comandante uturungo
Murió Félix Sarravalle, por Ernesto José Salas
NOTAS RELACIONADASEntrevistas a Julio Robles, el último uturunco | John W. Cooke - Carta al compañero Alhaja, comandante uturuncoEntrevista con Félix Sarravalle, por Julio Carreras (1998)
Guillermo Daniel Ñáñez - Abraham Guillén: Los remotos orígenes de la guerrilla peronista 1955-1962
LECTURA RECOMENDADABreve historia de los Uturuncos. Notas de prensa | Roberto Baschetti - Presentación del libro de Ernesto Salas, 03/12/03
Uturuncos - Mensaje al pueblo argentino (1973) | Julio Carreras - Uturuncos, la primera guerrilla del siglo XX en Argentina | Dossier Uturuncos
Roberto Bardini - Frondizi | Guerrilleros detenidos fueron cantando la Marcha Peronista (Prensa Latina, 11/03/60)
Sergio M. Nicanoff y Axel Castellano - La historia del "Vasco" Bengochea y las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional
Los herederos del Che (Revista Primera Plana 1971
Salas, Ernesto, Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista
Biblos, Buenos Aires, 2003, 138 pp. ISBN 950-786-386-9
El trabajo de Ernesto Salas se inscribe en la copiosa producción historiográfica sobre las décadas de 1960 y 1970 en la Argentina, que ha visto la luz en particular desde la segunda mitad de la década de los años 1990s. En esta producción, la década de 1970 recibe la mayor atención, lo que se explica si tenemos en cuenta que las dos organizaciones principales del período --Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)-- tienen su acto fundacional en 1970: el "Aramburazo" y el V Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en el que se fundó el ERP ocurrieron en mayo y en julio de ese año, respectivamente. Fue en esta última etapa en la que los procesos políticos y sociales que se abrieron en 1955 aparecen desplegados y adquieren dimensiones masivas.
En este sentido, la obra de Salas permite enlazar el proceso abierto a partir de la caída de Perón, la Resistencia Peronista, con los diferentes ensayos que sin solución de continuidad fueron conformando un espacio en el que se sucedieron diferentes experiencias hasta que a fines de los 1960s. --ante el proceso de radicalización masiva del que el Cordobazo y otros movimientos semi-insurreccionales dan cuenta--, se convirtieron en fuertes estructuras político-militares, con una importante llegada a sectores de masas y capaces de jugar un rol decisivo en la política nacional.
Biblos, Buenos Aires, 2003, 138 pp. ISBN 950-786-386-9
El trabajo de Ernesto Salas se inscribe en la copiosa producción historiográfica sobre las décadas de 1960 y 1970 en la Argentina, que ha visto la luz en particular desde la segunda mitad de la década de los años 1990s. En esta producción, la década de 1970 recibe la mayor atención, lo que se explica si tenemos en cuenta que las dos organizaciones principales del período --Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)-- tienen su acto fundacional en 1970: el "Aramburazo" y el V Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en el que se fundó el ERP ocurrieron en mayo y en julio de ese año, respectivamente. Fue en esta última etapa en la que los procesos políticos y sociales que se abrieron en 1955 aparecen desplegados y adquieren dimensiones masivas.
En este sentido, la obra de Salas permite enlazar el proceso abierto a partir de la caída de Perón, la Resistencia Peronista, con los diferentes ensayos que sin solución de continuidad fueron conformando un espacio en el que se sucedieron diferentes experiencias hasta que a fines de los 1960s. --ante el proceso de radicalización masiva del que el Cordobazo y otros movimientos semi-insurreccionales dan cuenta--, se convirtieron en fuertes estructuras político-militares, con una importante llegada a sectores de masas y capaces de jugar un rol decisivo en la política nacional.
A la luz de esta investigación, el lugar que los Uturuncos ocupan en los trabajos más importantes sobre este período y específicamente sobre el movimiento peronista --v.g. el trabajo de D. James y el de R. Gillespie-- debe ser cuestionado. No nos parece que el problema de la interpretación de estos trabajos sea el atribuirle a esta organización un escaso impacto durante su corta existencia, sino el no haber entendido, desde la perspectiva que el tiempo otorga, en qué medida el desarrollo de la historia que llevó desde 1955 hasta 1976 tuvo en esta organización un escalón en el que pueden encontrarse tensiones que recorren todo el período. Intentaremos desarrollar este aspecto.
La labor historiográfica de Salas, quien en 1990 había publicado un trabajo sobre la toma del frigorífico "Lisandro de la Torre", le permite ubicar la experiencia de Uturuncos en el marco de ese proceso, con lo que esta organización se manifiesta como lo que el autor señala desde el título de su libro: el origen de la guerrilla peronista.
Las características de esta organización, lo breve de su existencia, y el escenario represivo en el que actuó, resultan en la inexistencia de fuentes escritas originales: el autor manifiesta no haber encontrado ni documentos escritos, ni panfletos, ni proclamas que permitan conocer las ideas políticas del grupo. El trabajo de Salas tiene entonces el mérito de haber reconstruido vívidamente la existencia de esta organización a partir de artículos periodísticos --algunos de ellos con relatos de los actores--, de entrevistas -unas realizadas por el autor y otras por uno de los protagonistas de los hechos que poco después de la apertura democrática de 1983 viajó a Tucumán a entrevistar a sus ex compañeros--, y de cartas escritas por participantes en la experiencia, en general muy recientes. El conocimiento del período en el que surge esta organización, de los mecanismos objetivos y subjetivos por medio de los cuales la Resistencia Peronista encontró canales de expresión y de actividad política y sindical en el marco de la proscripción al peronismo, permiten al autor trazar las líneas fundamentales de la historia de esta organización, aún frente a lo exiguo de lo que de su experiencia logró pervivir. En este contexto, es destacable el rescate de los nombres y orígenes de los participantes, de sus trayectorias hacia la organización, de sus movimientos iniciales y, ya en el monte, de sus relaciones con los sectores que los apoyaron, de sus operaciones, y también de su final.
Producto de esta articulación, es posible entender y ubicar los orígenes de quienes compusieron los Uturuncos. Salas muestra convincentemente a esta organización como un producto del Comando 17 de Octubre. Este, operando en Tucumán y Santiago del Estero, estaba vinculado al Comando Nacional Peronista estrechamente ligado a John W. Cooke, y fue en este sentido uno de los exponentes de las formas de organización determinantes de la Resistencia. También, y a través de ese Comando, la organización de los obreros de la industria azucarera --la FOTIA--, de gran peso en esos años, estaba ligada a los orígenes de Uturuncos. Queremos señalar con esto que la ubicación que Salas da a esta pequeña organización, su emergencia tanto como producto de la Resistencia como el inicio de una táctica que de diferentes formas determinará la realidad política nacional por más de quince años, está, a nuestro entender, sólidamente fundada en la investigación.
La labor historiográfica de Salas, quien en 1990 había publicado un trabajo sobre la toma del frigorífico "Lisandro de la Torre", le permite ubicar la experiencia de Uturuncos en el marco de ese proceso, con lo que esta organización se manifiesta como lo que el autor señala desde el título de su libro: el origen de la guerrilla peronista.
Las características de esta organización, lo breve de su existencia, y el escenario represivo en el que actuó, resultan en la inexistencia de fuentes escritas originales: el autor manifiesta no haber encontrado ni documentos escritos, ni panfletos, ni proclamas que permitan conocer las ideas políticas del grupo. El trabajo de Salas tiene entonces el mérito de haber reconstruido vívidamente la existencia de esta organización a partir de artículos periodísticos --algunos de ellos con relatos de los actores--, de entrevistas -unas realizadas por el autor y otras por uno de los protagonistas de los hechos que poco después de la apertura democrática de 1983 viajó a Tucumán a entrevistar a sus ex compañeros--, y de cartas escritas por participantes en la experiencia, en general muy recientes. El conocimiento del período en el que surge esta organización, de los mecanismos objetivos y subjetivos por medio de los cuales la Resistencia Peronista encontró canales de expresión y de actividad política y sindical en el marco de la proscripción al peronismo, permiten al autor trazar las líneas fundamentales de la historia de esta organización, aún frente a lo exiguo de lo que de su experiencia logró pervivir. En este contexto, es destacable el rescate de los nombres y orígenes de los participantes, de sus trayectorias hacia la organización, de sus movimientos iniciales y, ya en el monte, de sus relaciones con los sectores que los apoyaron, de sus operaciones, y también de su final.
Producto de esta articulación, es posible entender y ubicar los orígenes de quienes compusieron los Uturuncos. Salas muestra convincentemente a esta organización como un producto del Comando 17 de Octubre. Este, operando en Tucumán y Santiago del Estero, estaba vinculado al Comando Nacional Peronista estrechamente ligado a John W. Cooke, y fue en este sentido uno de los exponentes de las formas de organización determinantes de la Resistencia. También, y a través de ese Comando, la organización de los obreros de la industria azucarera --la FOTIA--, de gran peso en esos años, estaba ligada a los orígenes de Uturuncos. Queremos señalar con esto que la ubicación que Salas da a esta pequeña organización, su emergencia tanto como producto de la Resistencia como el inicio de una táctica que de diferentes formas determinará la realidad política nacional por más de quince años, está, a nuestro entender, sólidamente fundada en la investigación.
Del mismo autor La Resistencia Peronista: La toma del frigorífico Lisandro de la Torre Ernesto Salas Páginas: 190 Editorial: Altamira / Retórica Ediciones. Buenos Aires, 2006. Enero de 1959: Fuerzas conjuntas del Ejército, la Policía y la Gendarmería desalojan violentamente el frigorífico de la Capital, que había sido ocupado por sus trabajadores para evitar su privatización. Se declara la huelga general por tiempos indeterminado, los vecinos y obreros de Mataderos combaten contra las fuerzas represivas. Fue también la reacción a la aplicación del primer plan económico recomendado por el Fondo Monetario Internacional. Como respuesta, el gobierno de Arturo Frondizi ordenó la movilización militar de los obreros y amenazó con la aplicación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado). Contra ello, y en apoyo del conflicto, los comandantes de la Resistencia Peronista hacen estallar cientos de bombas en Buenos Aires. La toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, pese a ser un acontecimiento mítico de la resistencia peronista, no ha tenida hasta el presente demasiada atención para los historiadores. Con rigor científico y espíritu crítico, este libro analiza aquellos acontecimientos en el marco de las luchas sociales y políticas libradas por el peronismo como respuesta a la proscripción y represión de las mayorías populares. |
Sin embargo, el lugar en el que la organización queda ubicada históricamente producto del estudio de Salas, no alcanza para soslayar lo relativo de su importancia y trascendencia concreta. Es decir, cuando el autor discute con la afirmación del relevante estudio de Daniel. James sobre la Resistencia Peronista, según el cual este grupo sólo tuvo escaso impacto en la mayoría de los militantes de la Resistencia Peronista, no nos parece que aporte suficientes datos para refutarlo. La importancia histórica de los Uturuncos pareciera más dada por ser una instancia que permite reconstruir un proceso en varios sentidos unitario, que por su importancia concreta en su época: su corta existencia se ilumina sólo a través de la cadena de acontecimientos de la cual es un eslabón.
En el último capítulo de su libro, Salas desarrolla las conclusiones de su estudio. Allí señala tres factores que explicarían por qué el primer foco de guerrilla rural argentina fue rápidamente desbaratado. Estos son la delación a la policía por parte de los propios compañeros o los vecinos, el hecho de que por su militancia previa los dirigentes hayan sido conocidos por los servicios de seguridad lo que habría hecho fácil descubrir la trama, y, por último, las divergencias entre los comandantes y la disputa por los liderazgos. Creemos que en estas conclusiones se manifiesta un problema más general de la investigación, el que remite a la relación entre historia y política. El análisis de esta organización es el análisis de un aspecto particular de la historia reciente argentina, una historia que en muchos sentidos está siendo escrita y que debe ser analizada, especialmente en tanto se reivindique la validez de algunos de los objetivos más generales de las generaciones de luchadores y luchadoras que en esos 30 años bregaron por una cultura alternativa y enfrentaron a los sectores hegemónicos. Todo movimiento social que se proponga enfrentar la dominación debe necesariamente abrevar en las experiencias pretéritas. Estas pueden solamente actuar de insumos para nuevas generaciones en la medida en que sean cruzadas por el arma de la crítica.
En este sentido, el trabajo de Salas nos ofrece un relato de los acontecimientos pero carece de una mirada reflexiva que permita elevarse por sobre las vicisitudes de la vida de esta organización para que su experiencia pueda ser más que un tramo de la historia argentina reciente. En la medida en que en su breve historia los Uturuncos ponen de manifiesto algunas de las tensiones que recorren todo el período, esta falencia resulta más acuciante.
En este sentido, los elementos señalados por Salas como causantes de la derrota de los Uturuncos dejan de lado los profundos problemas políticos que, sin embargo, su investigación permite vislumbrar. La delación por parte de compañeros o vecinos refleja un problema político que implica analizar las relaciones al interior del grupo y con los sectores periféricos. Del mismo modo, los servicios de seguridad no conocían más a estos dirigentes que lo que conocerían a centenares de cuadros unos años después, no pudiendo sin embargo por ese solo motivo detenerlos. Evidentemente ha de buscarse otra explicación. Tampoco las divergencias entre comandantes o la disputa por liderazgos es una característica exclusiva de esta organización. No parece que pueda atribuirse a estas causas el rápido desenlace de la historia de este grupo. El análisis debería centrarse en las caracterizaciones políticas de este grupo, sus estrategias y sus tácticas, su inserción social, sus vínculos con otras organizaciones de masas, todos aspectos que, más allá de las dificultades específicas ante la falta de documentación, hubieran permitido una perspectiva más rica.
Por otro lado, es en el análisis de estos aspectos que, si Uturuncos debe ser leído en el marco de todo el período del cual es una instancia, podrían vincularse conclusiones emanadas de su estudio con algunos problemas que se repetirán en los 1970s. Aspectos de los que Salas da cuenta como problemas ligados a la relación entre dirigentes y base de la organización, las relaciones, sobre todo desencuentros, entre el grupo y organizaciones sindicales --especialmente la FOTIA--, o la preeminencia de la acción como andamiaje organizativo, más que la comprensión común de la situación y las tareas planteadas, son efectivas, ente problemas que se presentaron, en otra dimensión, en las organizaciones que hegemonizaron las luchas populares desde fines de los 1960s.
El trabajo de Salas es, en síntesis, un muy valioso aporte a la comprensión de los procesos por los cuales se fue configurando la explosiva situación que estalló especialmente desde fines de los años 1960s. Una mirada desde una posición más crítica, un énfasis en los problemas que se insinúan en la investigación pero que cobrarán absoluta trascendencia años después, hubiera permitido que su esfuerzo historiográfico se insertara en la búsqueda de respuestas para renovados espíritus emancipadores de nuevas generaciones de luchadores.
Eduardo Weisz
En el último capítulo de su libro, Salas desarrolla las conclusiones de su estudio. Allí señala tres factores que explicarían por qué el primer foco de guerrilla rural argentina fue rápidamente desbaratado. Estos son la delación a la policía por parte de los propios compañeros o los vecinos, el hecho de que por su militancia previa los dirigentes hayan sido conocidos por los servicios de seguridad lo que habría hecho fácil descubrir la trama, y, por último, las divergencias entre los comandantes y la disputa por los liderazgos. Creemos que en estas conclusiones se manifiesta un problema más general de la investigación, el que remite a la relación entre historia y política. El análisis de esta organización es el análisis de un aspecto particular de la historia reciente argentina, una historia que en muchos sentidos está siendo escrita y que debe ser analizada, especialmente en tanto se reivindique la validez de algunos de los objetivos más generales de las generaciones de luchadores y luchadoras que en esos 30 años bregaron por una cultura alternativa y enfrentaron a los sectores hegemónicos. Todo movimiento social que se proponga enfrentar la dominación debe necesariamente abrevar en las experiencias pretéritas. Estas pueden solamente actuar de insumos para nuevas generaciones en la medida en que sean cruzadas por el arma de la crítica.
En este sentido, el trabajo de Salas nos ofrece un relato de los acontecimientos pero carece de una mirada reflexiva que permita elevarse por sobre las vicisitudes de la vida de esta organización para que su experiencia pueda ser más que un tramo de la historia argentina reciente. En la medida en que en su breve historia los Uturuncos ponen de manifiesto algunas de las tensiones que recorren todo el período, esta falencia resulta más acuciante.
En este sentido, los elementos señalados por Salas como causantes de la derrota de los Uturuncos dejan de lado los profundos problemas políticos que, sin embargo, su investigación permite vislumbrar. La delación por parte de compañeros o vecinos refleja un problema político que implica analizar las relaciones al interior del grupo y con los sectores periféricos. Del mismo modo, los servicios de seguridad no conocían más a estos dirigentes que lo que conocerían a centenares de cuadros unos años después, no pudiendo sin embargo por ese solo motivo detenerlos. Evidentemente ha de buscarse otra explicación. Tampoco las divergencias entre comandantes o la disputa por liderazgos es una característica exclusiva de esta organización. No parece que pueda atribuirse a estas causas el rápido desenlace de la historia de este grupo. El análisis debería centrarse en las caracterizaciones políticas de este grupo, sus estrategias y sus tácticas, su inserción social, sus vínculos con otras organizaciones de masas, todos aspectos que, más allá de las dificultades específicas ante la falta de documentación, hubieran permitido una perspectiva más rica.
Por otro lado, es en el análisis de estos aspectos que, si Uturuncos debe ser leído en el marco de todo el período del cual es una instancia, podrían vincularse conclusiones emanadas de su estudio con algunos problemas que se repetirán en los 1970s. Aspectos de los que Salas da cuenta como problemas ligados a la relación entre dirigentes y base de la organización, las relaciones, sobre todo desencuentros, entre el grupo y organizaciones sindicales --especialmente la FOTIA--, o la preeminencia de la acción como andamiaje organizativo, más que la comprensión común de la situación y las tareas planteadas, son efectivas, ente problemas que se presentaron, en otra dimensión, en las organizaciones que hegemonizaron las luchas populares desde fines de los 1960s.
El trabajo de Salas es, en síntesis, un muy valioso aporte a la comprensión de los procesos por los cuales se fue configurando la explosiva situación que estalló especialmente desde fines de los años 1960s. Una mirada desde una posición más crítica, un énfasis en los problemas que se insinúan en la investigación pero que cobrarán absoluta trascendencia años después, hubiera permitido que su esfuerzo historiográfico se insertara en la búsqueda de respuestas para renovados espíritus emancipadores de nuevas generaciones de luchadores.
Eduardo Weisz
PUBLICIDAD |
Uturuncos. Los orígenes de la guerrilla peronista (1959-1960)
Por Ernesto Salas
[Imágen: Símbolo de Uturuncos, una "U" sobre una estrella de 8 puntas, la estrella federal]
Por Ernesto Salas
[Imágen: Símbolo de Uturuncos, una "U" sobre una estrella de 8 puntas, la estrella federal]
En la primavera de 1959 un grupo de hombres de los comandos de la resistencia peronista de la zona noroeste del país decidieron encarar la primera experiencia de guerrilla rural de la Argentina contemporánea. Durante ese año y el siguiente, varios grupos de militantes intentaron instalarse y mantenerse en la zona boscosa de Tucumán, en el departamento de Chicligasta, al sur de la provincia . El nombre que eligieron para la guerrilla fue Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación, aunque han sido conocidos con el que popularmente han pasado a la historia: Uturuncos.
Surgida en un punto alejado de las grandes ciudades que dirigían la vida política del país, la guerrilla de los Uturuncos solo pasó a formar parte de los antecedentes lejanos de las formaciones armadas que se extendieron por todo el país a principios de los setenta. Se sabe de ella, como de algunas otras similares, poco y nada. Los estudiosos del fenómeno insurgente no repararon en ella ni intentaron determinar si existía una relación con la nueva guerrilla, o el grado en que ésta conocía los intentos anteriores.
Surgida en un punto alejado de las grandes ciudades que dirigían la vida política del país, la guerrilla de los Uturuncos solo pasó a formar parte de los antecedentes lejanos de las formaciones armadas que se extendieron por todo el país a principios de los setenta. Se sabe de ella, como de algunas otras similares, poco y nada. Los estudiosos del fenómeno insurgente no repararon en ella ni intentaron determinar si existía una relación con la nueva guerrilla, o el grado en que ésta conocía los intentos anteriores.
Grupo de uturuncos detenidos por Gendarmería
|
Fue justamente el impacto de las nuevas guerrillas lo que opacó el conocimiento del proceso de formación de ellas mismas . En efecto, a partir de 1959, los Uturuncos y otras protoguerrillas tanto urbanas como rurales iniciaron el camino y fueron consecuencia de un intenso debate de la militancia peronista y marxista acerca de la conveniencia u oportunidad de formar focos guerrilleros en el campo o la ciudad; las posiciones éticas acerca de la utilización de la violencia como camino de liberación fueron también una parte importante de dicho debate.
Aquí lo que trato de marcar es que muchos argentinos se sintieron lo suficientemente convencidos de que la opción por la violencia era un camino que les tocaba de cerca y que se creó un clima favorable a las guerrillas que se instaló durante la década del sesenta, sobre todo cuando se extendieron por América Latina con el apoyo y el ejemplo de la Revolución Cubana. Aunque cada grupo insurgente fue desarrollado en un contexto particular, la mayor parte de ellos atravesó un período de militancia política que les permitió a futuro sentar las bases del apoyo social al foco guerrillero. Estos grupos comenzaron a ser activos desde fines de los cincuenta, sin influencia directa de la Revolución cubana, y sus documentos reflejan con claridad el proceso de discusión que desembocará no solo en la instalación sino en la permanencia de fuertes organizaciones político-militares a comienzos de los setenta.
Sin embargo no siempre ha sido reflejado con claridad este proceso. Tan grande fue el impacto de la formación del Ejercito Revolucionario del Pueblo y de los Montoneros y tanta la insistencia de las sucesivas dictaduras en la identidad foránea de las causas del crecimiento de la insurgencia en Argentina, que el foco de atención quedó fijado en el surgimiento de estos dos grupos y no en los diez años de historia previa. Por otro lado, la necesidad de explicar el pasado reciente, previo al exterminio practicado por la última dictadura militar, ha traído tres interpretaciones centrales y bastante conocidas. En primer lugar, la de los propios dictadores: según ellos, fueron obligados por su rol social a combatir una guerra que era planetaria contra el comunismo y sus intentos expansionistas y que en Argentina se expresaba en las guerrillas y sus apoyos políticos. En segundo lugar, la posición hegemónica de la llamada teoría de los dos demonios, centralmente formulada por el escritor Ernesto Sábato: guerrilleros con ideas foráneas y militares en poder del Estado se enfrentaron frente a una sociedad absorta ante la violencia, que añoraba el retorno a la democracia y que no había participado en el enfrentamiento. Por último, los que incorporan todas las experiencias guerrilleras a las diversas formas de lucha social como respuesta a la situación represiva y excluyente de los gobiernos, tanto civiles tutelados por las Fuerzas Armadas, como a las dictaduras militares desde 1955. Esto ha traído como consecuencia algunas distorsiones en el conocimiento que generalmente acepta hoy la opinión pública sobre la guerrilla en Argentina.
27/12/08 - Murió el Comandante Hacha Fue uno de los fundadores de los rebeldes campesinos UTURUNCOS, ya en la leyenda y en la tradición oral del criollaje peronista tucumano en los Montes del Cochuna. Por Enrique Oliva (*) Se llamaba Santiago Transelino Molina, tucumano, deja una viuda, varios hijos y nietos criados a su sombra y ejemplo patriótico, en pobreza llevada con gran dignidad. Sin quejas. En la víspera de la reciente Navidad le llamamos para saludarlo y saber de su salud, como él lo hacía cuando podía para comunicar alegría y optimismo a sus viejos compañeros. Sin teléfono propio lo hacía desde la casa de un vecino, al otro lado de la calle. Pero no estaba en condiciones de trasladarse, aunque su esposa lo notaba mejorando. Se fue con una bala policial en un muslo recibida en pleno monte hace casi medio siglo. La atención primera fue tortuosa como su descenso para ser atendido sin ninguna consideración ante la sangre perdida y la extracción del proyectil se fue postergando. Un tormento de por vida, pues en temporadas se desplazaba en su interior el trozo de plomo provocándole fuertes dolores y dificultando aun más su andar. El padecer asimismo de diabetes nunca hizo posible la intervención quirúrgica. Los compañeros de Molina solían llamarlo también "el mexicano" por usar un sombrero aludo. Hombre de pocas y pensadas palabras tenía condiciones innatas de caudillo, lo cual unido a sus demostraciones de valor, manejaba el arte de conducir por convicción a sus hombres. Él contribuyó con eficacia a desmitificar al temido y sanguinario "fantasma del familiar", haciéndoles comprender a sus paisanos que no eran seres extraños sino simples matones empleados de las patronales azucareras que de noche salían a los oscuros senderos de los cañaverales para golpear o matar a obreros protestones por las inhumanas condiciones de trabajo. Entonces, en lugar de huirles aterrados, empezaron a enfrentarlos. Y así, con ese convencimiento de los campesinos, comenzaron a disminuir los "desaparecidos". Es probable que los medios globalizados ignoren la muerte del Comandante Hacha, por no tenerlo en sus archivos. Padeció Molina un ilegal juicio militar en Tucumán y más de tres años por las más rigurosas cárceles de la Patagonia y del Noreste del país (del frío al calor sofocante), siempre lejos del contacto con sus humildes familiares, en condiciones de preso común. Un gaucho pobre, un peronista de permanente militancia, gestionando siempre mejores condiciones de vida para los campesinos tucumanos y de todo el país, mantuvo un real predicamento en las barriadas populares donde vivió, sin reclamar nada para si por sus grandes merecimientos y sacrificios. Seguramente en su tumba no faltará nunca una florcita silvestre o vela que lo recuerde y una guitarra criolla que trasmita la tradición oral de sus corajudas y generosas patriadas. Fue un auténtico argentino identificado desde su juventud hasta la vejez con las inquietudes sociales de los pueblos humildes. (*) CEES (Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos). Fuente: Rebanadas de Realidad |
Dejo de lado la primera interpretación, que tiene origen en el enfrentamiento de la Guerra Fría y el decidido alineamiento de las Fuerzas Armadas Argentinas con el objetivo represivo norteamericano de control interior mediante la Doctrina de Seguridad Nacional. Decididamente, la sociedad argentina no existe en este planteo o apoya uniformemente aquello que los militares ejecutan sin consultarla.
La de Sábato ha sido probablemente la versión con mayor éxito y difusión de las tres, pues fue funcional al proceso de reconstrucción democrática después de 1983 . El prestigio del propio escritor se reforzó cuando dirigió el equipo de investigación de la CONADEP (Comisión Nacional por la Desaparición de Personas), creada por el presidente Raúl Alfonsín y cuya investigación sirvió para la condena de las Juntas Militares en el llamado Juicio a las Juntas. Sin embargo, contiene un profundo vaciamiento de la verdad histórica. El punto central se encuentra en el origen de la violencia y la contraviolencia en Argentina. La imagen de Sábato de una sociedad civil que asiste impávida al desarrollo de la violencia es tan ajena a la realidad argentina de las décadas del 50 al 70 que no requiere comprobación; la creciente actividad represiva y el deterioro profundo de los derechos humanos durante las mismas, tampoco. La Resistencia Peronista, desde 1955 y 1960, la llamada época de los caños y las luchas sindicales, el ingreso masivo de la juventud a las luchas políticas y sociales de la etapa, las decenas de muertos en las movilizaciones callejeras o por tortura en las prisiones, los miles de detenidos por cuestiones políticas en todo el país, las puebladas insurreccionales de fines de los sesenta y las movilizaciones de principios de los setenta por el retorno de Perón, no abonan la idea de una sociedad ajena a los acontecimientos y absorta frente al enfrentamiento. En otras partes de su relato, Sábato explicita aún más los sujetos que fueron objeto del terror de la dictadura: jóvenes que ayudaban en las villas, curas comprometidos con la cuestión social, etc., pero ellos son sacados por el autor de todo contexto político al convertirlos en poco menos que voluntarios desinteresados y sin filiación política ni objetivo más vasto que la caridad y un básico humanismo . Esto tampoco es cierto, nos parezca bien o mal su acción. La militancia social y política lo hizo encuadrada conciente y crecientemente en organizaciones políticas y político-militares. Su trabajo formaba parte de una lucha más vasta y en ella se encontraron en la situación más difícil cuando la represión decidió eliminar las agrupaciones de apoyo a la guerrilla o cuando los grupos parapoliciales salieron a asesinarlos. En un sentido general, esta postura elimina la necesidad de profundizar el conocimiento del conflicto social y político en el que estuvo envuelto el conjunto de la sociedad argentina por acción o por omisión y, en particular, anula las causas vernáculas del desarrollo de la violencia al coincidir con los militares en el origen foráneo de la misma.
En las antípodas de la teoría de los dos demonios se ubica la hipótesis de que las guerrillas formaban un todo con las múltiples, y por momentos dispersas, acciones defensivas de los sectores populares frente a un régimen totalitario y violento, cuya exclusión política y accionar represivo fueron en aumento en todo el período. La violencia política, cuyo origen se sitúa en el bombardeo a la Plaza de Mayo por pilotos de la Marina en 1955 y los fusilamientos de junio de 1956, provocó en los quince años posteriores el desencadenamiento de una cuasi guerra civil en la que la guerrilla cobró creciente legitimidad vinculada a las luchas sociales. Esto, que pareció realmente así por lo menos hasta los últimos años de la dictadura de la llamada Revolución Argentina, sin embargo, contiene el defecto de no analizar para todo el período la relación entre guerrilla y movimiento popular y de colocar en todo momento el accionar guerrillero en un todo de acuerdo con el crecimiento del enfrentamiento social y político, que no fue unívoco sino confuso y por momentos contradictorio. Esto no quiere significar que los guerrilleros no tuvieran sobrados motivos para convertirse en tales en las circunstancias posteriores a 1955, ni tampoco que muchos de ellos no surgieran del desarrollo del enfrentamiento. Solo que atribuir una excesiva unidad de objetivos y procedimientos en todo momento a sindicatos, vecinos y guerrilleros también ha llevado a la confusión en el análisis.
Por otro lado, el intento de ver a las guerrillas meramente como agentes internacionales de gobiernos extranjeros que las apoyan y las digitan y sin raíces en el conflicto nacional, conduce a la teoría del terrorismo irracional e internacional, presentada en congresos sobre el terrorismo organizados por los Estados Unidos en la década del setenta y cuyo único objetivo no es comprender las causas de su desarrollo en determinados momentos históricos en situaciones nacionales dadas sino a justificar la intervención internacional para mejorar los regímenes represivos . El porqué muchos hombres y mujeres decidieron incorporar sus vidas a la lucha armada en la Argentina es mucho más complejo. Este trabajo intenta profundizar el conocimiento sobre el primer grupo de guerrilla contemporánea, conocer sus vinculaciones con el movimiento popular de la zona de origen, tanto como su relación con el peronismo surgido después del golpe militar de 1955, sus concepciones ideológicas y las causas de su rápido fracaso en lograr un levantamiento generalizado del noroeste argentino. Tal vez, ello devuelva un poco de claridad al desarrollo de las distintas experiencias similares posteriores.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
En las antípodas de la teoría de los dos demonios se ubica la hipótesis de que las guerrillas formaban un todo con las múltiples, y por momentos dispersas, acciones defensivas de los sectores populares frente a un régimen totalitario y violento, cuya exclusión política y accionar represivo fueron en aumento en todo el período. La violencia política, cuyo origen se sitúa en el bombardeo a la Plaza de Mayo por pilotos de la Marina en 1955 y los fusilamientos de junio de 1956, provocó en los quince años posteriores el desencadenamiento de una cuasi guerra civil en la que la guerrilla cobró creciente legitimidad vinculada a las luchas sociales. Esto, que pareció realmente así por lo menos hasta los últimos años de la dictadura de la llamada Revolución Argentina, sin embargo, contiene el defecto de no analizar para todo el período la relación entre guerrilla y movimiento popular y de colocar en todo momento el accionar guerrillero en un todo de acuerdo con el crecimiento del enfrentamiento social y político, que no fue unívoco sino confuso y por momentos contradictorio. Esto no quiere significar que los guerrilleros no tuvieran sobrados motivos para convertirse en tales en las circunstancias posteriores a 1955, ni tampoco que muchos de ellos no surgieran del desarrollo del enfrentamiento. Solo que atribuir una excesiva unidad de objetivos y procedimientos en todo momento a sindicatos, vecinos y guerrilleros también ha llevado a la confusión en el análisis.
Por otro lado, el intento de ver a las guerrillas meramente como agentes internacionales de gobiernos extranjeros que las apoyan y las digitan y sin raíces en el conflicto nacional, conduce a la teoría del terrorismo irracional e internacional, presentada en congresos sobre el terrorismo organizados por los Estados Unidos en la década del setenta y cuyo único objetivo no es comprender las causas de su desarrollo en determinados momentos históricos en situaciones nacionales dadas sino a justificar la intervención internacional para mejorar los regímenes represivos . El porqué muchos hombres y mujeres decidieron incorporar sus vidas a la lucha armada en la Argentina es mucho más complejo. Este trabajo intenta profundizar el conocimiento sobre el primer grupo de guerrilla contemporánea, conocer sus vinculaciones con el movimiento popular de la zona de origen, tanto como su relación con el peronismo surgido después del golpe militar de 1955, sus concepciones ideológicas y las causas de su rápido fracaso en lograr un levantamiento generalizado del noroeste argentino. Tal vez, ello devuelva un poco de claridad al desarrollo de las distintas experiencias similares posteriores.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Tucumán y la resistencia peronista |
"La vida por Perón. Comando 17 de Octubre" (Pintada en las paredes de San Miguel de Tucumán, 1956)
En 1956 la situación del peronismo en la provincia de Tucumán era similar a la del movimiento en todo el país. El gobierno de la Revolución Libertadora, decidido a borrar hasta el recuerdo de su paso por la política nacional, ordenó que todos los sindicatos fueran intervenidos y el partido proscripto. La Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (F.O.T.I.A.), el sindicato más importante de la provincia, fue descabezada. El interventor, coronel Antonio Spagenberg, procedió a nombrar en cada uno de los ingenios a delegados que no hubieran adherido al peronismo.
En abril de 1956, el interventor de Tucumán denunció la existencia de un plan insurrecional peronista en la provincia. El Ejército fue movilizado y se instalaron puestos de control en San Miguel de Tucumán, mientras se realizaban allanamientos y se detenía decenas de personas en la ciudad capital, en Monteros, Tafí Viejo y Concepción. El gobierno implicó en el levantamiento a militares retirados en combinación con dirigentes sindicales: Respondía además a las orientaciones que en forma reiterada hizo a sus partidarios el presidente depuesto en el sentido de que en un momento oportuno y cuando las circunstancias así lo exigieran todas las fuerzas del Partido Peronista debían pasar de la acción política pacífica a la acción subversiva... El número oficial de detenidos fue de 140. El edificio de la FOTIA fue allanado y muchos dirigentes fueron presos. El 4 de mayo, los obreros de los ingenios Aguilares y Santa Lucía, en solidaridad con los compañeros detenidos (en particular, el ex secretario general del sindicato del ingenio, Rodolfo Zelarayan), fueron al paro. La intervención provincial ordenó el envió de la Guardia de Infantería a ambos establecimientos. La Cámara Azucarera sostuvo que: ...considera oportuno recordar a los trabajadores de la provincia lo que oportunamente expresara el Ministerio de Trabajo y Previsión de que todo paro o acto de cualquier índole que interrumpa o altere el ritmo normal de producción será juzgado y reprimido como grave sabotaje a la Revolución Libertadora. Los obreros de los ingenios volvieron al trabajo cuando fueron liberados sus compañeros,. El 8 de mayo comenzó un paro de brazos caídos en el ingenio Concepción: 900 obreros abandonaron el trabajo en protesta por la detención de Bernardo Villalba y otros dirigentes gremiales. Villalba había sido delegado del ingenio y dirigente de la Federación. Aunque el paro fue declarado ilegal, al día siguiente sólo ingresaron 180 trabajadores que en el transcurso del día abandonaron las tareas.
La situación de los detenidos empeoró en el mes de junio con la intentona del general J.J. Valle. Benito Romano, ex delegado del ingenio Esperanza, al quién el ejército suponía ligado al golpe, se fugó a Bolivia. Su hermano Antonio fue detenido y llevado al subsuelo de la casa de gobierno. Allí se encontró con otros dirigentes peronistas. Lo golpearon duramente y lo liberaron luego de dos días y dos noches. Mientras le pegaban le preguntaban por Benito y su vinculación con el general Valle.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
El comado 17 de octubre
A partir de 1956 los llamados comandos peronistas de la resistencia se organizaron espontáneamente en todo el país. El conocimiento que de ellos tenemos, aunque importante, es aún escaso y fragmentario. Todavía falta investigación sobre muchos comandos provinciales, dado que han sido analizados algunos grupos con actuación en las grandes ciudades, particularmente Buenos Aires, pero se desconocen sus pares de otras partes del país. El comando más importante, gestado por John William Cooke en 1955 desde su rol de interventor del peronismo en la Capital, fue el Comando Nacional Peronista. Este ejerció su influencia sobre muchos militantes, entre ellos los que se organizaban en la provincia de Tucumán.
A fines de 1955, Félix Serravalle, vecino de La Banda y militante peronista se reunía con otros compañeros de Santiago del Estero, angustiados por el reciente golpe militar. Conmovidos, se juntaban con la vaga sensación de que debían hacer algo. Serravalle provenía de una familia peronista. Su padre había sido anarquista y militante gremial ferroviario; como muchos otros, en 1943 se hizo peronista. Félix, quien había sido docente en el Chaco y luego dibujante de la Dirección Nacional de Vialidad, tenía 31 años. En 1956, de paso por San Miguel de Tucumán se enteró de la existencia de una agrupación organizada bajo el mando de Manuel Enrique Mena, el Gallego, con el nombre de Comando 17 de octubre y decidió conectarse con ella. Por intermedio de Florio Buldurini, ex diputado provincial, quién lo sondeó en una confitería del centro, conoció a la conducción del comando formada por Manuel Enrique Mena, Toscanito Pena (dirigente de mercantiles), el señor Vazquez Guzmán y el propio Buldurini.
Manuel Mena era un dirigente político barrial activo, contaba con múltiples casas seguras donde se hacían reuniones políticas en las que él mismo les explicaba a los muchachos jóvenes la necesidad de la lucha por el retorno de Perón. En su juventud había sido militante comunista, hasta que las luchas obreras de la década del cuarenta decidieron su apoyo al peronismo. Manuel Mena y su grupo no solamente desarrollaron una activa militancia barrial sino que establecieron rápidamente un nexo con el Comando Nacional Peronista de la Capital. Desde Buenos Aires, el comando formado por Cooke, Cesar Marcos y Raúl Lagomarsino, les enviaba información que recibían por medio de impresos que llegaban a Tucumán trasladados por compañeros ferroviarios que trabajaban en el salón comedor del tren expreso que unía ambas capitales. El 17 de octubre funcionaba de la misma manera que sus pares de todo el país: eran militantes peronistas que resistían escuchando la palabra de Perón en viejos discos de pasta, pintaban los muros con consignas a favor del retorno de Perón y en contra de la dictadura de la Revolución Libertadora o hacían estallar algunos caños de fabricación casera.
A partir de 1956 los llamados comandos peronistas de la resistencia se organizaron espontáneamente en todo el país. El conocimiento que de ellos tenemos, aunque importante, es aún escaso y fragmentario. Todavía falta investigación sobre muchos comandos provinciales, dado que han sido analizados algunos grupos con actuación en las grandes ciudades, particularmente Buenos Aires, pero se desconocen sus pares de otras partes del país. El comando más importante, gestado por John William Cooke en 1955 desde su rol de interventor del peronismo en la Capital, fue el Comando Nacional Peronista. Este ejerció su influencia sobre muchos militantes, entre ellos los que se organizaban en la provincia de Tucumán.
A fines de 1955, Félix Serravalle, vecino de La Banda y militante peronista se reunía con otros compañeros de Santiago del Estero, angustiados por el reciente golpe militar. Conmovidos, se juntaban con la vaga sensación de que debían hacer algo. Serravalle provenía de una familia peronista. Su padre había sido anarquista y militante gremial ferroviario; como muchos otros, en 1943 se hizo peronista. Félix, quien había sido docente en el Chaco y luego dibujante de la Dirección Nacional de Vialidad, tenía 31 años. En 1956, de paso por San Miguel de Tucumán se enteró de la existencia de una agrupación organizada bajo el mando de Manuel Enrique Mena, el Gallego, con el nombre de Comando 17 de octubre y decidió conectarse con ella. Por intermedio de Florio Buldurini, ex diputado provincial, quién lo sondeó en una confitería del centro, conoció a la conducción del comando formada por Manuel Enrique Mena, Toscanito Pena (dirigente de mercantiles), el señor Vazquez Guzmán y el propio Buldurini.
Manuel Mena era un dirigente político barrial activo, contaba con múltiples casas seguras donde se hacían reuniones políticas en las que él mismo les explicaba a los muchachos jóvenes la necesidad de la lucha por el retorno de Perón. En su juventud había sido militante comunista, hasta que las luchas obreras de la década del cuarenta decidieron su apoyo al peronismo. Manuel Mena y su grupo no solamente desarrollaron una activa militancia barrial sino que establecieron rápidamente un nexo con el Comando Nacional Peronista de la Capital. Desde Buenos Aires, el comando formado por Cooke, Cesar Marcos y Raúl Lagomarsino, les enviaba información que recibían por medio de impresos que llegaban a Tucumán trasladados por compañeros ferroviarios que trabajaban en el salón comedor del tren expreso que unía ambas capitales. El 17 de octubre funcionaba de la misma manera que sus pares de todo el país: eran militantes peronistas que resistían escuchando la palabra de Perón en viejos discos de pasta, pintaban los muros con consignas a favor del retorno de Perón y en contra de la dictadura de la Revolución Libertadora o hacían estallar algunos caños de fabricación casera.
Pero su principal trabajo era político. Mena había establecido una sólida red de contactos y trabajo político en los barrios circundantes a la ciudad de Tucumán y, ahora, a partir del acercamiento de Serravalle extendía su acción a la vecina provincia de Santiago del Estero, particularmente la ciudad de La Banda. También estaban conectados con compañeros peronistas de Salta, Jujuy y Catamarca. Un par de años después la dirección del grupo había cambiado y estaba constituida por el propio Mena y por Genaro Carabajal, cuñado de aquel y empleado de la Universidad de Tucumán (Mena estaba casado con su hermana, Olga Carabajal) y más tarde, desde 1958, por Abraham Guillén, republicano español que había participado en la Guerra Civil Española y que aportó sus conocimientos militares para la empresa guerrillera.
En el plano de los contactos, formaban parte del comando algunos políticos peronistas de la zona, diputados provinciales y dirigentes de segunda línea que habían sido inhabilitados por el golpe militar. Pero fue su accionar político en los barrios el que le permitió establecer una red de casas seguras para desarrollar la resistencia. Los militantes las llamaban las casas de las tías porque eran viviendas de viejas militantes peronistas que se jugaron en momentos difíciles. Juan Carlos Díaz recuerda en particular a Mary Agüero, quién tenía más de 50 años y siempre se jugó mucho. Salía a pintar paredes aún en los peores momentos. Una vez en que nos habían fallado los contactos viajó ella misma a Bolivia para restablecer el tráfico de explosivos. Mary había sido ignorada por todos, su único premio había sido una pensión del gobierno peronista. Siempre repetía: Si Perón me dio todo lo que tengo, yo voy a dar la vida por Perón. El tráfico de explosivos desde Bolivia había sido organizado por Mena de acuerdo con John William Cooke, quién trataba de establecer una red entre los comandos dentro del país y los comandos de exiliados en los países vecinos. La gelinita era conseguida en las minas bolivianas y llegaba hasta la frontera. En Jujuy la ponían debajo de los vagones y en Tucumán era retirada para ser distribuida por el país. En la correspondencia que Perón y Cooke intercambiaron en esos años, el gallego Mena figura como el nexo entre los comandos de Bolivia y los comandos del noroeste argentino.
Entre los años 1955 y 1958 el Comando 17 de Octubre siguió desarrollando apoyos entre empleados de sectores medios y en los barrios humildes de San Miguel de Tucumán: ...cada barrio tenía su célula: en Villa 9 de Julio, en la calle Blas Parera 174, la tía Segunda y el tío Federico...en la Banda del Río Salí, en todos lugares teníamos refugio, en la calle Las Piedras estaba la tía Yarará, una vieja viuda y su hija que nos daba refugio a nosotros, gente a dejarse matar por Perón; en la Martín Berro, allá al lado de los mataderos[...] vale decir, el peronismo estaba en todos los niveles, la resistencia estaba en todos los niveles; la gente de la C.G.T. de Tucumán, con Benito Romano que estaba en la F.O.T.I.A.. En esos barrios humildes fue reclutado Juan Carlos Díaz, el comandante Uturunco. Díaz tenía 18 años en 1956 y un pasado de penurias. Su padre había sido foguista del ferrocarril Mitre y él y sus hermanos trabajaban duramente la tierra. De chico conoció el monte, recorriéndolo para vender los excedentes de su magra cosecha. En la casa de los Díaz, en la ciudad de Lamadrid, funcionaba una Unidad Básica peronista que atendía su madre, Dominga Heredia, en el tiempo que le dejaban las labores domésticas. A los dieciséis años, Juan Carlos migró a la ciudad de Tucumán, ingresó como aspirante en el ferrocarril y luego obtuvo empleo como obrero metalúrgico. Fue en las fábricas, en ese período de fuertes luchas gremiales, que conoció las primeras armas del sindicalismo, hasta que quedó desocupado y se integró con ahínco en los comandos de la resistencia. Su relación con Mena lo impactó; el gallego le explicaba que el sistema de represión y explotación se hacía cada vez más duro. Querían [el comando 17 de octubre] instaurar un gobierno que representara a la clase trabajadora, a los intereses populares. Yo hasta ese momento no entendía nada porque no tenía ningún tipo de formación. Pero vi bien claro que el peronismo era el motor del proceso revolucionario en el país
En el plano de los contactos, formaban parte del comando algunos políticos peronistas de la zona, diputados provinciales y dirigentes de segunda línea que habían sido inhabilitados por el golpe militar. Pero fue su accionar político en los barrios el que le permitió establecer una red de casas seguras para desarrollar la resistencia. Los militantes las llamaban las casas de las tías porque eran viviendas de viejas militantes peronistas que se jugaron en momentos difíciles. Juan Carlos Díaz recuerda en particular a Mary Agüero, quién tenía más de 50 años y siempre se jugó mucho. Salía a pintar paredes aún en los peores momentos. Una vez en que nos habían fallado los contactos viajó ella misma a Bolivia para restablecer el tráfico de explosivos. Mary había sido ignorada por todos, su único premio había sido una pensión del gobierno peronista. Siempre repetía: Si Perón me dio todo lo que tengo, yo voy a dar la vida por Perón. El tráfico de explosivos desde Bolivia había sido organizado por Mena de acuerdo con John William Cooke, quién trataba de establecer una red entre los comandos dentro del país y los comandos de exiliados en los países vecinos. La gelinita era conseguida en las minas bolivianas y llegaba hasta la frontera. En Jujuy la ponían debajo de los vagones y en Tucumán era retirada para ser distribuida por el país. En la correspondencia que Perón y Cooke intercambiaron en esos años, el gallego Mena figura como el nexo entre los comandos de Bolivia y los comandos del noroeste argentino.
Entre los años 1955 y 1958 el Comando 17 de Octubre siguió desarrollando apoyos entre empleados de sectores medios y en los barrios humildes de San Miguel de Tucumán: ...cada barrio tenía su célula: en Villa 9 de Julio, en la calle Blas Parera 174, la tía Segunda y el tío Federico...en la Banda del Río Salí, en todos lugares teníamos refugio, en la calle Las Piedras estaba la tía Yarará, una vieja viuda y su hija que nos daba refugio a nosotros, gente a dejarse matar por Perón; en la Martín Berro, allá al lado de los mataderos[...] vale decir, el peronismo estaba en todos los niveles, la resistencia estaba en todos los niveles; la gente de la C.G.T. de Tucumán, con Benito Romano que estaba en la F.O.T.I.A.. En esos barrios humildes fue reclutado Juan Carlos Díaz, el comandante Uturunco. Díaz tenía 18 años en 1956 y un pasado de penurias. Su padre había sido foguista del ferrocarril Mitre y él y sus hermanos trabajaban duramente la tierra. De chico conoció el monte, recorriéndolo para vender los excedentes de su magra cosecha. En la casa de los Díaz, en la ciudad de Lamadrid, funcionaba una Unidad Básica peronista que atendía su madre, Dominga Heredia, en el tiempo que le dejaban las labores domésticas. A los dieciséis años, Juan Carlos migró a la ciudad de Tucumán, ingresó como aspirante en el ferrocarril y luego obtuvo empleo como obrero metalúrgico. Fue en las fábricas, en ese período de fuertes luchas gremiales, que conoció las primeras armas del sindicalismo, hasta que quedó desocupado y se integró con ahínco en los comandos de la resistencia. Su relación con Mena lo impactó; el gallego le explicaba que el sistema de represión y explotación se hacía cada vez más duro. Querían [el comando 17 de octubre] instaurar un gobierno que representara a la clase trabajadora, a los intereses populares. Yo hasta ese momento no entendía nada porque no tenía ningún tipo de formación. Pero vi bien claro que el peronismo era el motor del proceso revolucionario en el país
Ilustración Revista Mayoría, enero de 1960 |
Fue en esos días que la práctica del sabotaje se extendió por todo el país. Se realizaron miles de pequeñas acciones, en algunos casos atentados con explosivos, pero en general acciones inofensivas de alto contenido emocional. Cuando los militares decidieron la exhibición compulsiva de la única película que había filmado Eva Perón, La cabalgata del circo, que intentaba despojarla del aura mítica que el pueblo le depositaba para mostrarla en su papel de actriz de segunda en un melodrama mediocre, los comandos tucumanos entraron en acción. En un operativo se robaron la copia de la cinta que se iba a emitir en la ciudad y se la enviaron de regalo a Perón en Panamá. El hecho, inofensivo políticamente, los estimuló a cosas mayores. Porque fue en 1958 que sus acciones se tornaron particularmente activas. Como la mayoría de los grupos clandestinos, el 17 de Octubre apoyó el voto en blanco en las elecciones de 1957 para formar la Asamblea Constituyente y se opuso a apoyar la candidatura de Arturo Frondizi en las elecciones presidenciales de 1958, pese a la orden en contrario de Perón. En pocos meses, los integrantes del comando en Tucumán y Santiago del Estero realizaron algunas acciones locales resonantes. Félix Serravalle, su compadre Carlos Gerez y Aguilera, distribuidor de diarios, asaltaron la estación del Año Geofísico Internacional y se robaron el aparato receptor de cinco bandas; lo reformaron y fabricaron una emisora en onda larga que llamaron Patria Libre. Con el aparato interferían las radios de la zona para enviar por sus señales los mensajes de Perón. En otra ocasión, mediante un mecanismo simple de retardo, incendiaron una avioneta francesa en apoyo a la Revolución Argelina de la que eran admiradores . Pero la mayor parte de sus acciones buscaba obtener el apoyo activo de la población: enterados por los ferroviarios que venía a Santiago un tren cargado de azúcar, los comandos al mando de Serravalle lo descarrilaron sacando los tornillos de las vías en la cuesta de Chaupipozo. Al pasar la máquina, los rieles se abrieron y la formación se amontonó; el azúcar gratis corrió a raudales en la zona por un tiempo. Aquellos fueron días para los futuros uturuncos de vivir a salto de mata, en la clandestinidad, con la policía en los talones. Pero la red daba resultado. Ante cualquier problema acudían a las casas de las tías o recurrían a algunos viejos dirigentes de alguna de las líneas en que se dividía el peronismo o incluso podían pedir ayuda a algunos ex militares peronistas o a los sindicatos que los apoyaban.
Arturo Frondizi llegó a la presidencia de la nación en mayo de 1958. Su inesperado triunfo (había salido tercero en las elecciones de 1957) lo obtuvo gracias al apoyo que recibió desde el exilio de Juan Perón dado que, al estar el peronismo proscripto, ordenó a sus partidarios votar por Frondizi en contra de la fórmula que llevaba al radical Ricardo Balbín, que muchos significaban como la continuación del gobierno militar.
Frondizi ganó por amplia mayoría pero era conciente de que su efímero capital político se le diluiría de las manos en poco tiempo. Por ello desarrolló rápidamente una política dual: dio los pasos para la instalación de una política económica desarrollista y, al mismo tiempo, respetó algunas de las cláusulas del pacto firmado con Perón, en particular la sanción de un ordenamiento legal para los sindicatos, favorable a los líderes peronistas. Sin embargo, la implantación de una política económica desfavorable para los trabajadores y agresiva contra el clima nacionalista que imperaba en el país, colocó a los peronistas, particularmente a los gremios, en una disyuntiva. Por un lado, consideraban que el gobierno desarrollista dependía de que las Fuerzas Armadas no se vieran tentadas a una nueva intentona militar, con lo que la legalidad obtenida dependía del máximo sostén que Frondizi obtuviera. Por el otro, las agresivas políticas del desarrollismo deterioraron velozmente los ingresos de los asalariados y avanzaron sobre los convenios laborales imponiendo nuevas cláusulas de productividad, con lo que la rebelión de las bases no tardó en instalarse y poner en duda los liderazgos obtenidos en los años de la Revolución Libertadora. Si por unos meses, y pese a las críticas, lograron contener las huelgas desatadas entre los petroleros y los ferroviarios, a fin de año el anuncio de un duro plan de estabilidad monetarista acordado con el Fondo Monetario Internacional colocó a una gran parte de los sindicatos a la ofensiva. Durante todo el año de 1959 se libraron las batallas gremiales más extensas (en número de participantes y extensión de las mismas) e intensas de la época. Los comandos de la resistencia, que se habían opuesto activamente al apoyo a Frondizi y que se encontraban debilitados por la nueva centralidad que habían obtenido los sindicatos gracias a la política de cooptación y la semilegalidad otorgada por el nuevo gobierno, apoyaron con atentados y sabotajes las luchas gremiales. Las 62 Organizaciones, organismo que concentraba a los sindicatos peronistas fue descabezada por dirigente combativos de los gremios chicos y, por unos meses, pareció que la llamada línea dura tomaba el control de la central y de la lucha. En junio de 1959, Perón denunció, haciéndolo público, el pacto firmado por Frondizi. Metalúrgicos, bancarios, obreros de la carne, textiles, empleados de comercio, obreros de Luz y Fuerza y muchos otros gremios sostuvieron largas huelgas defensivas del salario y de las condiciones de trabajo. En el interior del país sobresalió el paro de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (F.O.T.I.A.), realizada en Tucumán en los meses de julio y agosto. La futura primer guerrilla peronista también se fortaleció gracias a los sucesos acontecidos durante la huelga.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Arturo Frondizi llegó a la presidencia de la nación en mayo de 1958. Su inesperado triunfo (había salido tercero en las elecciones de 1957) lo obtuvo gracias al apoyo que recibió desde el exilio de Juan Perón dado que, al estar el peronismo proscripto, ordenó a sus partidarios votar por Frondizi en contra de la fórmula que llevaba al radical Ricardo Balbín, que muchos significaban como la continuación del gobierno militar.
Frondizi ganó por amplia mayoría pero era conciente de que su efímero capital político se le diluiría de las manos en poco tiempo. Por ello desarrolló rápidamente una política dual: dio los pasos para la instalación de una política económica desarrollista y, al mismo tiempo, respetó algunas de las cláusulas del pacto firmado con Perón, en particular la sanción de un ordenamiento legal para los sindicatos, favorable a los líderes peronistas. Sin embargo, la implantación de una política económica desfavorable para los trabajadores y agresiva contra el clima nacionalista que imperaba en el país, colocó a los peronistas, particularmente a los gremios, en una disyuntiva. Por un lado, consideraban que el gobierno desarrollista dependía de que las Fuerzas Armadas no se vieran tentadas a una nueva intentona militar, con lo que la legalidad obtenida dependía del máximo sostén que Frondizi obtuviera. Por el otro, las agresivas políticas del desarrollismo deterioraron velozmente los ingresos de los asalariados y avanzaron sobre los convenios laborales imponiendo nuevas cláusulas de productividad, con lo que la rebelión de las bases no tardó en instalarse y poner en duda los liderazgos obtenidos en los años de la Revolución Libertadora. Si por unos meses, y pese a las críticas, lograron contener las huelgas desatadas entre los petroleros y los ferroviarios, a fin de año el anuncio de un duro plan de estabilidad monetarista acordado con el Fondo Monetario Internacional colocó a una gran parte de los sindicatos a la ofensiva. Durante todo el año de 1959 se libraron las batallas gremiales más extensas (en número de participantes y extensión de las mismas) e intensas de la época. Los comandos de la resistencia, que se habían opuesto activamente al apoyo a Frondizi y que se encontraban debilitados por la nueva centralidad que habían obtenido los sindicatos gracias a la política de cooptación y la semilegalidad otorgada por el nuevo gobierno, apoyaron con atentados y sabotajes las luchas gremiales. Las 62 Organizaciones, organismo que concentraba a los sindicatos peronistas fue descabezada por dirigente combativos de los gremios chicos y, por unos meses, pareció que la llamada línea dura tomaba el control de la central y de la lucha. En junio de 1959, Perón denunció, haciéndolo público, el pacto firmado por Frondizi. Metalúrgicos, bancarios, obreros de la carne, textiles, empleados de comercio, obreros de Luz y Fuerza y muchos otros gremios sostuvieron largas huelgas defensivas del salario y de las condiciones de trabajo. En el interior del país sobresalió el paro de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (F.O.T.I.A.), realizada en Tucumán en los meses de julio y agosto. La futura primer guerrilla peronista también se fortaleció gracias a los sucesos acontecidos durante la huelga.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
La huelga azucarera de 1959: del 23 de Julio al 12 de Agosto
El 30 de abril de 1959, luego de un largo período de intervención, se realizaron las elecciones en la FOTIA, en cumplimiento de lo dispuesto por la Ley de Asociaciones Profesionales sancionada el año anterior. Se presentaron tres listas. La lista Azul representaba a la intervención saliente y su cara visible era Balbino Martínez, candidato por el ingenio Santa Ana. A pesar de su declaración de prescindencia política, estaba ligado al partido Bandera Blanca, cuyo presidente era Isaías Nougués, perteneciente a la más rancia oligarquía tucumana. La Lista Verde llevaba como candidato a Rodolfo Palacios, antiguo dirigente de la FOTIA, delegado por el ingenio Los Ralos y se proponía como lista independiente (con adhesión al Partido Socialista y a los 32 gremios democráticos) con posiciones conciliadoras. Por último, la lista Blanca llevaba como candidato a Benito Romano. Romano se había iniciado en el sindicalismo en 1945 a los 17 años de edad, era delegado por el ingenio Esperanza y había ocupado diversos cargos en la FOTIA hasta llegar a protesorero en 1955, cargo que ocupó sólo cinco meses debido al golpe militar. La lista Blanca era la única que presentaba candidatos en todos los ingenios y fincas. Juan Farías, carpintero del ingenio La Florida y Simón Campos, activos militantes de la huelga de 1949 por la que fueron separados de la Federación, volvieron a ganar en sus establecimientos. Romano volvía de su exilio boliviano y Bernardo Villalba, que había sido detenido en 1956 debido al golpe de Valle, regresó triunfalmente al gremio. Se impusieron por amplia mayoría: 43.302 votos contra 5.172 de la lista Azul. En el plenario, 72 delegados de 55 filiales adheridas eligieron a Benito Romano como nuevo secretario general. Bernardo Villalba fue elegido Tesorero.
El 30 de abril de 1959, luego de un largo período de intervención, se realizaron las elecciones en la FOTIA, en cumplimiento de lo dispuesto por la Ley de Asociaciones Profesionales sancionada el año anterior. Se presentaron tres listas. La lista Azul representaba a la intervención saliente y su cara visible era Balbino Martínez, candidato por el ingenio Santa Ana. A pesar de su declaración de prescindencia política, estaba ligado al partido Bandera Blanca, cuyo presidente era Isaías Nougués, perteneciente a la más rancia oligarquía tucumana. La Lista Verde llevaba como candidato a Rodolfo Palacios, antiguo dirigente de la FOTIA, delegado por el ingenio Los Ralos y se proponía como lista independiente (con adhesión al Partido Socialista y a los 32 gremios democráticos) con posiciones conciliadoras. Por último, la lista Blanca llevaba como candidato a Benito Romano. Romano se había iniciado en el sindicalismo en 1945 a los 17 años de edad, era delegado por el ingenio Esperanza y había ocupado diversos cargos en la FOTIA hasta llegar a protesorero en 1955, cargo que ocupó sólo cinco meses debido al golpe militar. La lista Blanca era la única que presentaba candidatos en todos los ingenios y fincas. Juan Farías, carpintero del ingenio La Florida y Simón Campos, activos militantes de la huelga de 1949 por la que fueron separados de la Federación, volvieron a ganar en sus establecimientos. Romano volvía de su exilio boliviano y Bernardo Villalba, que había sido detenido en 1956 debido al golpe de Valle, regresó triunfalmente al gremio. Se impusieron por amplia mayoría: 43.302 votos contra 5.172 de la lista Azul. En el plenario, 72 delegados de 55 filiales adheridas eligieron a Benito Romano como nuevo secretario general. Bernardo Villalba fue elegido Tesorero.
Solicitada en la revista Militancia Peronista por la Liberación Nº 10, 16/07/73, publicación que dirigía Rodolfo Ortega Peña |
La nueva conducción debió actuar con rapidez dado que de inmediato comenzó a reunirse en Buenos Aires la paritaria azucarera. Para fortalecer su posición en la paritaria los obreros tucumanos se nuclearon en el FUNTA (Frente Único Nacional de Trabajadores azucareros), que nucleaba a los obreros de Tucumán, Salta, Jujuy, Chaco y Santa Fe. Los dueños de los ingenios ofrecieron un 20% de aumento contra el 90% que reclamaban los trabajadores. A mediados de junio comenzó la zafra, la oportunidad esperada por los obreros para hacer valer sus demandas con la amenaza de la huelga. Siempre había sido así, las huelgas se producían en el momento del corte de las cañas. El tiempo que se pierde en cortar la caña o la tardanza, una vez cortadas, en molerla, hace perder una parte de la sustancia base del azúcar, la sacarosa. Para los obreros, era el momento en que los patrones estaban más dispuestos a ablandar sus bolsillos.
Luego de 90 días de pacientes gestiones ante las autoridades nacionales, los dirigentes de la FOTIA volvieron a Tucumán y llamaron a un plenario general para decidir las medidas de fuerza. El plenario tomó la decisión de organizar y realizar un paro por tiempo indeterminado a realizarse desde la hora 0 del jueves 23 de julio. Uno de los delegados, del ingenio Amalia, fue drástico: ...estamos dispuestos a la lucha y no queremos morir de hambre ni de rodillas. Mociono para que de inmediato se discuta el paro a declarar.... La medida de fuerza fue acatada masivamente en toda la provincia.
Cuando la huelga promediaba los industriales comenzaron a quejarse por los perjuicios ocasionados por el paro. José M. Paz, presidente de la CAR (Cámara Azucarera Regional), declaró: ...esta huelga afecta seriamente la economía, en particular la de Tucumán que pierde por día 70 toneladas del producto, en los campos faltan unos 80.000 trabajadores y en las fabricas unos 25.000. Hay un enorme tonelaje de caña en los canchones, los cargadores y los cercos, ya cortadas, a la que no hubo tiempo de elaborar. Las pérdidas de jugo son considerables, en especial en Bella Vista donde el personal abandonó las tareas dejando azúcar difícilmente recuperable en fermentación y en las templas.
El paro tenía un amplio apoyo. Pese a ello, al reunirse nuevamente la paritaria, los obreros bajaron sus pretensiones al 70% de aumento, pero su propuesta fue rechazada por los empresarios. El 1º de agosto, la CGT Regional decidió un paro general de apoyo al conflicto de la FOTIA para el 6 de agosto. La huelga provincial dispuesta por la CGT local fue acompañada por diversas movilizaciones durante los días previos. Los obreros del ingenio Concepción y los de el ingenio Libertad (ex Esperanza) realizaron concentraciones en sus establecimientos; también hubo actos en la zona sur de la ciudad. Los obreros llegaban en caravanas de camiones y carros metálicos, exhibían banderas argentinas, carteles con leyendas alusivas al paro... . Al mediodía, una manifestación llegó hasta la plaza Independencia, en el centro de la ciudad, vivando a Perón y arrojando naranjas contra el Banco Provincia, el Banco Hipotecario y la Casa de Gobierno. El 7 de agosto el gobierno provincial ordenó la vigilancia policial en los accesos de la ciudad, pero de todas maneras los obreros sortearon los piquetes cruzando los ríos o por caminos secundarios. A la tarde una importante concentración manifestaba frente al local de la FOTIA, que estaba rodeada por escuadrones de la policía montada, mientras otros efectivos militares custodiaban diversos lugares de la ciudad.
A las 17 horas, la policía cargó contra los trabajadores. Los obreros la obligaron a replegarse con cascotes y baldosas. Las fuerzas de represión intentaron una nueva carga a los sablazos mientras el lugar se llenaba de gases lacrimógenos:
A las 18 horas la confusión era total por los gases que penetraban en el local obrero, numerosos trabajadores instaban a los refugiados a hacer frente a la policía y pretendían avanzar sobre ella portando una bandera argentina. Los policías repelían el avance arrojando gases. Cuatro de ellos, de la montada, avanzaron desde General Paz y Las Heras y una intensa pedrea trató de detenerlos. Pero estos utilizaron sus armas, una pistola y tres carabinas, abriendo fuego indiscriminado contra los obreros y el edificio. Desde el tercer piso se anunció que un trabajador había sido alcanzado por un disparo muriendo instantáneamente. Otros dos resultaron heridos, siendo trasladados a la clínica de la Federación.
La confusión reinaba en todo el lugar. El obrero asesinado era Manuel de Reyes Olea, tractorista del ingenio San Pablo. En el interior de la provincia se sucedían también graves incidentes. En el ingenio Leales, el propietario de una de las fincas decidió actuar por mano propia resistiendo una manifestación. Un obrero de Finca de Parra resultó herido. Como consecuencia de la grave represión, la CGT regional decidió el paro por tiempo indeterminado y declaró día de duelo al sábado 8 de agosto. La provincia se encontraba sumida en el caos y era posible una intervención. El presidente Arturo Frondizi ordenó la movilización de tropas y varios jefes militares viajaron a Tucumán. Para cubrirse, el gobernador Gelsi atribuyó los hechos a un vasto plan subversivo.
En los días siguientes la FOTIA quedó en soledad al romperse el frente único con los gremios azucareros de las demás provincias (FUNTA). Estos aceptaron la propuesta patronal mientras que la FOTIA la rechazó y los acusó de testaferros de Arrieta, Blaquier y Patron Costas . Las 62 organizaciones y la CGT declararon entonces un paro nacional el 11 de agosto en apoyo de las demandas de la FOTIA, el que se cumplió con alto acatamiento de los gremios adheridos a las 62 Organizaciones. El ministro Alvaro Alsogaray anunció el cese de la personería gremial del sindicato, argumentando que las medidas de fuerza de la Federación tenían un carácter extragremial. Pero la intervención no eliminaba el conflicto y, pese a la medida ministerial, los empresarios siguieron negociando con las autoridades del gremio y ofrecieron una mejora en la oferta por los salarios de los días de huelga. Finalmente, el 13 de agosto, se firmó el acuerdo que daba por levantado el paro, con el triunfo de los huelguistas. Habían obtenido un 70% de aumento, 600$ de pago por los días de huelga, el abono de los salarios familiares y el aporte de fondos para asistencia medica de los obreros del surco; los ingenios también reconocerían el pago por enfermedad inculpable. La huelga le había costado la vida a dos obreros, Manuel de Reyes Olea y Eusebio Ruiz, quién había sido herido en los incidentes y falleció a principios de setiembre.
A diferencia de otros largos conflictos desarrollados en el año de 1959 y que fueron derrotados, la FOTIA resultó ganadora del suyo y se fortaleció como la organización madre del noroeste argentino. Apenas dos meses después, un grupo de ocho personas del Comando 17 de Octubre subió a la selva para organizar la primera guerrilla rural de la Argentina.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Luego de 90 días de pacientes gestiones ante las autoridades nacionales, los dirigentes de la FOTIA volvieron a Tucumán y llamaron a un plenario general para decidir las medidas de fuerza. El plenario tomó la decisión de organizar y realizar un paro por tiempo indeterminado a realizarse desde la hora 0 del jueves 23 de julio. Uno de los delegados, del ingenio Amalia, fue drástico: ...estamos dispuestos a la lucha y no queremos morir de hambre ni de rodillas. Mociono para que de inmediato se discuta el paro a declarar.... La medida de fuerza fue acatada masivamente en toda la provincia.
Cuando la huelga promediaba los industriales comenzaron a quejarse por los perjuicios ocasionados por el paro. José M. Paz, presidente de la CAR (Cámara Azucarera Regional), declaró: ...esta huelga afecta seriamente la economía, en particular la de Tucumán que pierde por día 70 toneladas del producto, en los campos faltan unos 80.000 trabajadores y en las fabricas unos 25.000. Hay un enorme tonelaje de caña en los canchones, los cargadores y los cercos, ya cortadas, a la que no hubo tiempo de elaborar. Las pérdidas de jugo son considerables, en especial en Bella Vista donde el personal abandonó las tareas dejando azúcar difícilmente recuperable en fermentación y en las templas.
El paro tenía un amplio apoyo. Pese a ello, al reunirse nuevamente la paritaria, los obreros bajaron sus pretensiones al 70% de aumento, pero su propuesta fue rechazada por los empresarios. El 1º de agosto, la CGT Regional decidió un paro general de apoyo al conflicto de la FOTIA para el 6 de agosto. La huelga provincial dispuesta por la CGT local fue acompañada por diversas movilizaciones durante los días previos. Los obreros del ingenio Concepción y los de el ingenio Libertad (ex Esperanza) realizaron concentraciones en sus establecimientos; también hubo actos en la zona sur de la ciudad. Los obreros llegaban en caravanas de camiones y carros metálicos, exhibían banderas argentinas, carteles con leyendas alusivas al paro... . Al mediodía, una manifestación llegó hasta la plaza Independencia, en el centro de la ciudad, vivando a Perón y arrojando naranjas contra el Banco Provincia, el Banco Hipotecario y la Casa de Gobierno. El 7 de agosto el gobierno provincial ordenó la vigilancia policial en los accesos de la ciudad, pero de todas maneras los obreros sortearon los piquetes cruzando los ríos o por caminos secundarios. A la tarde una importante concentración manifestaba frente al local de la FOTIA, que estaba rodeada por escuadrones de la policía montada, mientras otros efectivos militares custodiaban diversos lugares de la ciudad.
A las 17 horas, la policía cargó contra los trabajadores. Los obreros la obligaron a replegarse con cascotes y baldosas. Las fuerzas de represión intentaron una nueva carga a los sablazos mientras el lugar se llenaba de gases lacrimógenos:
A las 18 horas la confusión era total por los gases que penetraban en el local obrero, numerosos trabajadores instaban a los refugiados a hacer frente a la policía y pretendían avanzar sobre ella portando una bandera argentina. Los policías repelían el avance arrojando gases. Cuatro de ellos, de la montada, avanzaron desde General Paz y Las Heras y una intensa pedrea trató de detenerlos. Pero estos utilizaron sus armas, una pistola y tres carabinas, abriendo fuego indiscriminado contra los obreros y el edificio. Desde el tercer piso se anunció que un trabajador había sido alcanzado por un disparo muriendo instantáneamente. Otros dos resultaron heridos, siendo trasladados a la clínica de la Federación.
La confusión reinaba en todo el lugar. El obrero asesinado era Manuel de Reyes Olea, tractorista del ingenio San Pablo. En el interior de la provincia se sucedían también graves incidentes. En el ingenio Leales, el propietario de una de las fincas decidió actuar por mano propia resistiendo una manifestación. Un obrero de Finca de Parra resultó herido. Como consecuencia de la grave represión, la CGT regional decidió el paro por tiempo indeterminado y declaró día de duelo al sábado 8 de agosto. La provincia se encontraba sumida en el caos y era posible una intervención. El presidente Arturo Frondizi ordenó la movilización de tropas y varios jefes militares viajaron a Tucumán. Para cubrirse, el gobernador Gelsi atribuyó los hechos a un vasto plan subversivo.
En los días siguientes la FOTIA quedó en soledad al romperse el frente único con los gremios azucareros de las demás provincias (FUNTA). Estos aceptaron la propuesta patronal mientras que la FOTIA la rechazó y los acusó de testaferros de Arrieta, Blaquier y Patron Costas . Las 62 organizaciones y la CGT declararon entonces un paro nacional el 11 de agosto en apoyo de las demandas de la FOTIA, el que se cumplió con alto acatamiento de los gremios adheridos a las 62 Organizaciones. El ministro Alvaro Alsogaray anunció el cese de la personería gremial del sindicato, argumentando que las medidas de fuerza de la Federación tenían un carácter extragremial. Pero la intervención no eliminaba el conflicto y, pese a la medida ministerial, los empresarios siguieron negociando con las autoridades del gremio y ofrecieron una mejora en la oferta por los salarios de los días de huelga. Finalmente, el 13 de agosto, se firmó el acuerdo que daba por levantado el paro, con el triunfo de los huelguistas. Habían obtenido un 70% de aumento, 600$ de pago por los días de huelga, el abono de los salarios familiares y el aporte de fondos para asistencia medica de los obreros del surco; los ingenios también reconocerían el pago por enfermedad inculpable. La huelga le había costado la vida a dos obreros, Manuel de Reyes Olea y Eusebio Ruiz, quién había sido herido en los incidentes y falleció a principios de setiembre.
A diferencia de otros largos conflictos desarrollados en el año de 1959 y que fueron derrotados, la FOTIA resultó ganadora del suyo y se fortaleció como la organización madre del noroeste argentino. Apenas dos meses después, un grupo de ocho personas del Comando 17 de Octubre subió a la selva para organizar la primera guerrilla rural de la Argentina.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
La guerrilla de los Uturuncos: primeros pasos
Fue en el año de 1959 cuando el Comando 17 de Octubre enfrentó un debate decisivo. Bajo la influencia de Abraham Guillén, a quién apodaban el maestro discutieron acerca de la eficacia de los métodos llevados adelante por la resistencia hasta el momento. Según Genaro Carabajal el debate giró acerca del fin de la estrategia insurrecional que habían llevado hasta el momento. Ocurrido el descabezamiento de Cooke y habiéndose producido la huelga general de enero, la que había sido teorizada como el momento para el estallido insurreccional, dichos métodos habían demostrado su fracaso. Menos convencidos aún de que la vía de la semilegalidad abierta con la elección de Frondizi obtuviera algún resultado, dado que habían sentido en carne propia la creciente represión que había costado la vida de dos obreros en ese año, decidieron el camino de la lucha armada.
El debate provocó la escisión de una parte del grupo quiénes en adelante se identificaron con el nombre de Comando Insurreccional Perón o muerte (CIPOM), mientras el resto optaría por el nombre de Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Ejército de Liberación Nacional (ELN). En octubre el primer grupo subió al monte.
Era de madrugada y la lluvia caía torrencialmente. En Puesto de Zárate, en la base del cerro Cochuna, casi en el límite con Catamarca, ocho hombres cargados con pesadas mochilas iniciaron el ascenso e inauguraron la guerrilla en Argentina. Al mando del grupo estaban Juan Carlos Diaz, el uturunco, Franco Lupi, el Tano y Angel Reinaldo Castro, con el grado de comandantes. Los integrantes de la tropa eran : Juan Silva, alias Polo; Diógenes Romano, alias Búfalo; Miranda, alias Rulo; Villafañe, alias Azúcar y Santiago Molina, alias el Mejicano, todos tucumanos. Unos días después subieron León Ibañez y Pedro Anselmo Gorrita González. Tenían escasa experiencia militar pero todos, en algún momento, habían participado en sabotajes y acciones menores. La zona en la que se internaban no era casual y había por lo menos dos motivos para que la guerrilla la eligiera, uno geográfico y otro político: en el lugar, la selva era tan tupida que a duras penas se podía distinguir a un compañero a dos metros de distancia y además, desde allí hasta el ingenio Concepción era todo terreno azucarero. El propósito inicial era modesto, amoldarse al terreno, acostumbrarse a dominar la vegetación y el clima, conocer los caminos secundarios. Las operaciones, les había dicho Guillén, vendrían después, cuando lo dispusiera el Estado Mayor. El armamento era también escaso, una ametralladora PAM, una pistola 45 y un revolver 38 para ocho personas.
Los primeros tiempos los ocuparon en construir refugios y depósitos para los víveres, y a caminar. Para Díaz: Sabíamos que si llegábamos a dominar la sierra, ya no tendríamos que temer aunque se internara un ejército a buscarnos . A los pocos días de estar en el monte, contradiciendo las órdenes, decidieron encarar algunas operaciones pequeñas. A fin de mes asaltaron con éxito los destacamentos policiales de Las Banderitas y Alto Verde. Con audacia bajaron hasta la ciudad de Tucumán y asaltaron el puesto policial del Ferrocarril Mitre, del que intentaron robar algunas armas y proyectiles. En la misma noche en que asaltaron el puesto del ferrocarril, se trasladaron a la ciudad de Concepción para tomar el cuartel de bomberos. El operativo comenzó con el incendio de una gomería para atraer la atención. Pero por indecisiones en el desarrollo del operativo lo abandonaron. Para algunos de los integrantes de la guerrilla esta serie de ataques fueron prematuros. Lo cierto es que inmediatamente atrajeron sobre sí a la policía de la provincia que empezó a tender un cerco en la zona. Progresivamente, el grupo perdió el contacto con el Estado Mayor, por lo que se hizo cada vez mas difícil conseguir alimentos e información. Hasta el mes de noviembre en que fueron descubiertos se alimentaron de frutos silvestres, algún pájaro ocasional o bajaban a las fincas linderas a la sierra para conseguir legumbres. De todas maneras cuidaron de no abandonar el trabajo político tratando de hacer entender a la gente el porqué de nuestro accionar, los ideales que teníamos. El apoyo que conseguían era de tipo espiritual, porque en esa zona son todos muy pobres y no tienen nada que dar . El cerco se cerraba. Y por divergencias, Lupi y Díaz comenzaron a desautorizar a Castro. Mientras tanto, Juan Polo Silva, Lupi y Castro se separaron del grupo con el objetivo de buscar un nuevo campamento, más arriba. Pero cuando volvían se perdieron debido a la neblina y a la cerrazón de la selva. En ese momento uno de los puestos de guardia dio la alarma de que se acercaba una patrulla policial. Díaz consideró que no era posible hacerles frente y con los que quedaban agarraron las cosas necesarias, las armas y los documentos y trataron de eludir el cerco. Mientras tanto, Lupi. Silva y Castro regresaron al campamento. No sospecharon, pese a que no vieron a sus compañeros montando la guardia, y cayeron en la trampa policial.
El balance distaba de ser bueno, el campamento había sido descubierto, tres guerrilleros se encontraban presos y los restantes habían logrado bajar para restablecer el contacto que se había quebrado. Pero la policía ya sabía de la existencia de un grupo guerrillero en la zona del Cochuna, un mes y medio antes de la operación que los llevaría a ser conocidos por la opinión pública nacional: el asalto de la comisaría de Frías.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Fue en el año de 1959 cuando el Comando 17 de Octubre enfrentó un debate decisivo. Bajo la influencia de Abraham Guillén, a quién apodaban el maestro discutieron acerca de la eficacia de los métodos llevados adelante por la resistencia hasta el momento. Según Genaro Carabajal el debate giró acerca del fin de la estrategia insurrecional que habían llevado hasta el momento. Ocurrido el descabezamiento de Cooke y habiéndose producido la huelga general de enero, la que había sido teorizada como el momento para el estallido insurreccional, dichos métodos habían demostrado su fracaso. Menos convencidos aún de que la vía de la semilegalidad abierta con la elección de Frondizi obtuviera algún resultado, dado que habían sentido en carne propia la creciente represión que había costado la vida de dos obreros en ese año, decidieron el camino de la lucha armada.
El debate provocó la escisión de una parte del grupo quiénes en adelante se identificaron con el nombre de Comando Insurreccional Perón o muerte (CIPOM), mientras el resto optaría por el nombre de Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Ejército de Liberación Nacional (ELN). En octubre el primer grupo subió al monte.
Era de madrugada y la lluvia caía torrencialmente. En Puesto de Zárate, en la base del cerro Cochuna, casi en el límite con Catamarca, ocho hombres cargados con pesadas mochilas iniciaron el ascenso e inauguraron la guerrilla en Argentina. Al mando del grupo estaban Juan Carlos Diaz, el uturunco, Franco Lupi, el Tano y Angel Reinaldo Castro, con el grado de comandantes. Los integrantes de la tropa eran : Juan Silva, alias Polo; Diógenes Romano, alias Búfalo; Miranda, alias Rulo; Villafañe, alias Azúcar y Santiago Molina, alias el Mejicano, todos tucumanos. Unos días después subieron León Ibañez y Pedro Anselmo Gorrita González. Tenían escasa experiencia militar pero todos, en algún momento, habían participado en sabotajes y acciones menores. La zona en la que se internaban no era casual y había por lo menos dos motivos para que la guerrilla la eligiera, uno geográfico y otro político: en el lugar, la selva era tan tupida que a duras penas se podía distinguir a un compañero a dos metros de distancia y además, desde allí hasta el ingenio Concepción era todo terreno azucarero. El propósito inicial era modesto, amoldarse al terreno, acostumbrarse a dominar la vegetación y el clima, conocer los caminos secundarios. Las operaciones, les había dicho Guillén, vendrían después, cuando lo dispusiera el Estado Mayor. El armamento era también escaso, una ametralladora PAM, una pistola 45 y un revolver 38 para ocho personas.
Los primeros tiempos los ocuparon en construir refugios y depósitos para los víveres, y a caminar. Para Díaz: Sabíamos que si llegábamos a dominar la sierra, ya no tendríamos que temer aunque se internara un ejército a buscarnos . A los pocos días de estar en el monte, contradiciendo las órdenes, decidieron encarar algunas operaciones pequeñas. A fin de mes asaltaron con éxito los destacamentos policiales de Las Banderitas y Alto Verde. Con audacia bajaron hasta la ciudad de Tucumán y asaltaron el puesto policial del Ferrocarril Mitre, del que intentaron robar algunas armas y proyectiles. En la misma noche en que asaltaron el puesto del ferrocarril, se trasladaron a la ciudad de Concepción para tomar el cuartel de bomberos. El operativo comenzó con el incendio de una gomería para atraer la atención. Pero por indecisiones en el desarrollo del operativo lo abandonaron. Para algunos de los integrantes de la guerrilla esta serie de ataques fueron prematuros. Lo cierto es que inmediatamente atrajeron sobre sí a la policía de la provincia que empezó a tender un cerco en la zona. Progresivamente, el grupo perdió el contacto con el Estado Mayor, por lo que se hizo cada vez mas difícil conseguir alimentos e información. Hasta el mes de noviembre en que fueron descubiertos se alimentaron de frutos silvestres, algún pájaro ocasional o bajaban a las fincas linderas a la sierra para conseguir legumbres. De todas maneras cuidaron de no abandonar el trabajo político tratando de hacer entender a la gente el porqué de nuestro accionar, los ideales que teníamos. El apoyo que conseguían era de tipo espiritual, porque en esa zona son todos muy pobres y no tienen nada que dar . El cerco se cerraba. Y por divergencias, Lupi y Díaz comenzaron a desautorizar a Castro. Mientras tanto, Juan Polo Silva, Lupi y Castro se separaron del grupo con el objetivo de buscar un nuevo campamento, más arriba. Pero cuando volvían se perdieron debido a la neblina y a la cerrazón de la selva. En ese momento uno de los puestos de guardia dio la alarma de que se acercaba una patrulla policial. Díaz consideró que no era posible hacerles frente y con los que quedaban agarraron las cosas necesarias, las armas y los documentos y trataron de eludir el cerco. Mientras tanto, Lupi. Silva y Castro regresaron al campamento. No sospecharon, pese a que no vieron a sus compañeros montando la guardia, y cayeron en la trampa policial.
El balance distaba de ser bueno, el campamento había sido descubierto, tres guerrilleros se encontraban presos y los restantes habían logrado bajar para restablecer el contacto que se había quebrado. Pero la policía ya sabía de la existencia de un grupo guerrillero en la zona del Cochuna, un mes y medio antes de la operación que los llevaría a ser conocidos por la opinión pública nacional: el asalto de la comisaría de Frías.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Un nuevo intento: el asalto a la comisaría de Frías
El Estado Mayor de la guerrilla se reunió en Noviembre. Lejos de considerar que la dispersión del primer grupo constituía un fracaso, decidieron encarar una operación mayor que les diera prestigio entre los campesinos y para ver si los dirigentes peronistas que vivían en Uruguay se decidían a prestar su apoyo . En apoyo a Juan Carlos Díaz, Angel Castro fue relevado de toda responsabilidad, mientras el Uturunco y Felipe Genaro Carabajal, comandante Alhaja, Pila o Joya, miembro del Estado Mayor y cuñado de Manuel Mena, eran enviados a Santiago del Estero con un grupo de militantes para acompañar a los santiagueños de Félix Serravalle. Este era un hombre audaz y decidido, además de ser un excelente tirador, subteniente de reserva y participante de varios operativos anteriores. Entre los dos consiguieron juntar un grupo de 22 hombres, cuyas edades oscilaban entre los quince y los veinticinco años. Serravalle tenía treinta y cuatro y había elegido como nombre de clandestinidad el de comandante Puma.
Un mes antes comenzó el entrenamiento en la finca ladrillera de Manuel Paz, en Chumillo. Previamente, algunos habían recibido alojamiento en la casa de José Benito Argibay, ex intendente peronista de la ciudad de La Banda.
El Estado Mayor de la guerrilla se reunió en Noviembre. Lejos de considerar que la dispersión del primer grupo constituía un fracaso, decidieron encarar una operación mayor que les diera prestigio entre los campesinos y para ver si los dirigentes peronistas que vivían en Uruguay se decidían a prestar su apoyo . En apoyo a Juan Carlos Díaz, Angel Castro fue relevado de toda responsabilidad, mientras el Uturunco y Felipe Genaro Carabajal, comandante Alhaja, Pila o Joya, miembro del Estado Mayor y cuñado de Manuel Mena, eran enviados a Santiago del Estero con un grupo de militantes para acompañar a los santiagueños de Félix Serravalle. Este era un hombre audaz y decidido, además de ser un excelente tirador, subteniente de reserva y participante de varios operativos anteriores. Entre los dos consiguieron juntar un grupo de 22 hombres, cuyas edades oscilaban entre los quince y los veinticinco años. Serravalle tenía treinta y cuatro y había elegido como nombre de clandestinidad el de comandante Puma.
Un mes antes comenzó el entrenamiento en la finca ladrillera de Manuel Paz, en Chumillo. Previamente, algunos habían recibido alojamiento en la casa de José Benito Argibay, ex intendente peronista de la ciudad de La Banda.
El 23 de Diciembre, el grupo, simulando ser acampantes, fue trasladado en un colectivo, prestado por gitanos amigos de Serravalle, hasta Puesto del Cielo, a 35 kilómetros de Santiago del Estero. Allí esperaron hasta el día siguiente, cuando fueron recogidos por el camión que los conduciría a Frías, una ciudad de 25.000 habitantes a 160 Km. de Santiago del Estero. La noche del 24, Félix Serravalle, Carlos Alberto Gerez y Pedro Adolfo Velárdez, tomaron el automóvil de alquiler, chapa 3637, de Timoteo Rojo y se hicieron conducir hasta los talleres de Obras Sanitarias de La Banda. El camión Ford modelo 1957, chapa 1631, los estaba esperando con el tanque lleno. Los trabajadores de la repartición se lo habían dejado preparado. Con un ardid engañaron al sereno, robaron el camión y se dirigieron a buscar al resto del grupo guerrillero. A las cuatro de la mañana llegaron a Frías y con decisión encararon a la guardia de la comisaría: -¡Ha triunfado una revolución, venimos a hacernos cargo!, dijo Genaro Carabajal con tono marcial y vestido de Teniente Coronel. Por ese entonces se comentaba que los militares estaban preparando un golpe militar contra Frondizi. La tropa formó frente a los supuestos militares, sin sospechar. En pocos minutos y sin disparar un tiro, los Uturuncos tomaron la comisaría. A los policías les sacaron las armas y los uniformes y los metieron en el calabozo. A culatazos rompieron la radio policial y cortaron los cables del teléfono. Un agente aseguró después a la prensa que quién los dirigía se hacia llamar comandante Uturunco y el nombre llegó a los diarios. En la huída dejaron el camión abandonado en un lugar llamado El Potrerillo y se internaron en el monte.
Las tres experiencias guerrilleras en los años 60 Uturuncos
El primer grupo guerrillero insurgente en Argentina fue el de los Uturuncos, que tuvo una efímera vida entre mediados de 1959 y febrero del 60. El asesinato de un obrero azucarero en Tucumán encendió la chispa. Enrique Manuel Mena, líder peronista de izquierda que tomó el alias de "Comandante Uturunco", exhortó a otros 20 obreros a escalar el cerro de Cochuna, a 80 kilómetros de la capital tucumana, y combatir a "los socios del Imperio". Desde allí iniciaron sus acciones sin objetivos claros, con ataques a comisarías, cuarteles de bomberos y comercios. Su acción más notoria fue la de la Nochebuena de 1959, cuando ya sumaban unos 50 hombres. En un operativo espectacular para aquel momento, tomaron la comisaría de Frías, en Santiago del Estero. Pero el grupo, mal entrenado y carente de apoyo entre la población, quedó desbaratado en poco tiempo por las fuerzas de seguridad del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) del presidente Arturo Frondizi. El comandante uturunco fue arrestado en 1960. Ejército Guerrillero del Pueblo El segundo intento guerrillero rural fue liderado por Jorge Ricardo Masetti, periodista de Radio El Mundo que, mientras cubría la revolución en la Sierra Maestra, Cuba, se incorporó a la lucha armada. En febrero de 1964 fundó el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) para actuar en la región de Orán (Salta), durante la zafra azucarera. Massetti, que adoptó el alias de "Comandante Segundo", ingresó con sus hombres por la frontera con Bolivia supuestamente para afianzar la guerrilla en el norte argentino, que luego quedaría en manos del "Comandante Primero", el Che. Otra interpretación asegura que el mote Segundo provendría del personaje literario Don Segundo Sombra. El campamento fue descubierto por Gendarmería y destruido poco después. El cuerpo de Masetti jamás apareció. Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) En septiembre de 1968 en un paraje llamado La Caña, 120 kilómetros de Taco Ralo, en el sudeste de Tucumán, cerca de la frontera con Santiago del Estero y no muy lejos de Catamarca, la policía recibió informaciones: sobre movimientos de grupos armados presumiblemente guerrilleros. Desde San Miguel del Tucumán, a unos cien kilómetros de Taco Ralo, partieron sesenta efectivos de la policía local al mando del comisario Hugo Tamagnini. Llegaron a las inmediaciones del campamento (al que los guerrilleros habían bautizado "El Plumerillo") la noche del 18 e iniciaron el ataque en dos frentes. Tras superar una línea de trincheras, consiguieron apoderarse del arsenal y, paulatinamente, la defensa de los guerrilleros cesó después de un breve tiroteo. Fueron detenidas en primera instancia nueve personas, incluida una mujer, pero cuatro se escaparon para esconderse en el monte. Fueron encontradas en las primeras horas del jueves 19 y, junto con las restantes, trasladadas a Tucumán. Según el parte policial, los primeros detenidos eran: Juan Bertelli, 43 años, de Lamadrid, Tucumán; Leonardo Solupzky, 32, médico de Buenos Aires; Carlos Olivera, 29, de Buenos Aires; Envar El Kadri, 29, de Buenos Aires; José Luis Rojas, 27, de Tucumán, que había participado en las acciones de los Uturuncos, entre 1958 y 1959; Amanda Peralta, 28 profesora de Literatura, recibida en la Universidad de La Plata; Hernán Aredes, 31, empleado del Ministerio de Obras Públicas de Tucumán; Néstor Herdinsky, 24 estudiante, de Buenos Aires, y David José Ramos, 24, plomero, de la ciudad de La Plata. Posteriormente, se citaban los nombres de los cuatro guerrilleros detenidos en la mañana del jueves 19. Eran Hugo Petenatti, Orlando Zelli, Juan Lucero y Benicio Ulfino Pérez. La policía se incautó de dos camiones pintados como los del ejército, ropas, mantas, uniformes, armas cortas y largas, municiones, víveres y 500.000 pesos en efectivo. Al explicar el operativo se aclaró que, pese a versiones en contrario, no había extranjeros entre los detenidos. Es que se sabía que Mena, el comandante Uturunco, había estado en Cuba reunido con Ernesto Che Guevara, quien estaba dispuesto a aportar elementos cubanos para armar la guerrilla rural en el norte de la Argentina. El grupo se denominaba Comando Montonero 17 de Octubre, de lasFuerzas Armadas Peronistas (FAP), y había sido fundado en abril de 1968 por varios jóvenes provenientes de la Juventud Peronista, como Envar El Kadr, Carlos Caride y los ex seminaristas Gerardo Ferrari y Arturo Ferré Gadea. Anteriormente El Kadri y Caride habían participado activamente en la constitución de la Asociación Nacional de Estudiantes de Derecho (ANDE) y también fueron de los primeros miembros de la JP. Las Fuerzas Armadas Peronistas no quedaron desmanteladas tras el fracaso en Taco Ralo. Se las vinculó con el grupo Montoneros, pero no se unieron con él. Su emblema tenía un escudo peronista en el extremo superior derecho y la estrella federal, de ocho puntas, junto con la inscripción FAP. Los guerrilleros de Taco Ralo reconocían como líder al entonces exiliado ex presidente Juan Domingo Perón, y los objetivos políticos del grupo apuntaban también a crear un ambiente propicio para su retorno. La estrategia guerrillera apuntaba a ganar la zona montañosa, tras un período de adiestramiento en el llano, y desde allí iniciar una acción de guerrillas a lo largo del macizo del Aconquija, desde Catamarca hasta Salta, lugar elegido por sus condiciones favorables para este tipo de acciones. El plan preveía el estallido de una guerra de guerrillas en un año en todo el país, teniendo a Tucumán como foco principal. La experiencia duró apenas dos semanas. Las FAP reaparecieron en 1969 y 1970 con varias acciones de guerrilla urbana. En el año 1971 las FAP sufrieron una división debido a la cual fueron expulsados los integrantes de un amplio sector liderado por Eduardo Moreno, Ernesto Villanueva, el sacerdote Soler y Alejandro Peyrou. Este sector se integró entonces a Montoneros. El 22 de mayo de 1973 las FAP ejecutaron al dirigente sindical Dirk Kloosterman secretario general del sindicato de trabajadores mecánicos (SMATA-CGT). |
Al día siguiente la noticia conmovió la país y fue tapa de todos los diarios de la Capital: un grupo guerrillero peronista al mando del capitán Uturungo operaba en la provincia de Tucumán. El ministro del Interior, Alfredo Vítolo, en conferencia de prensa identificó a varios de los asaltantes. El remisero, Timoteo Rojo, los había denunciado. Por su testimonio, las autoridades conocieron la identidad de Félix Serravalle y la de su compadre Carlos Geréz. La policía comenzó entonces una serie de allanamientos. El gobierno comprobó lo que sospechaba: los integrantes de la guerrilla y sus apoyos eran viejos conocidos peronistas de la zona. Con la punta del ovillo descubierta, el gobernador de Santiago del Estero, Eduardo Miguel y su par de Tucumán, Celestino Gelsi, comenzaron a desenredarlo y tendieron una trampa a los guerrilleros. Mediante un comunicado oficial, los diarios informaron que se libraban graves combates con la policía en las inmediaciones de la ciudad de Concepción de Tucumán. En el comunicado se afirmaba que las acciones son encarnizadas y hay muchas bajas . Los padres de los menores, preocupados por su suerte y temerosos de que les hubiera sucedido lo peor se presentaron para recibir información; así, el gobierno conoció las identidades de seis de ellos. Entretanto, la policía provincial comenzó a tender el cerco a partir del lugar donde fue encontrado el camión.
En el monte, los guerrilleros caminaban y esperaban. El 28 de diciembre atacaron a tiros un jeep de la policía en el kilómetro 39 de la ruta 65, el que huyó sin intentar respuesta. Según el relato de Serravalle:
"Y agarramos y empezamos a caminar para el norte; cuando vos subes los cerros que son de 3500 metros más o menos de altura, es la zona boscosa que es la que te ofrece cubierta contra los vuelos y todas esas cosas, no tenemos ningún problema, agarramos la espina dorsal y empezamos a caminar, y a caminar, y a caminar, y bueno...primero se bajó Velardez que era el chofer del camión, se entregó a la policía."
Efectivamente, Pedro Velardez, quién había conducido el camión, fue el primero en abandonar a sus compañeros y se entregó a la policía. A partir de su delación se conocieron más detalles del grupo que estaba en los cerros y un dato adicional: en el campamento guerrillero cundía el desaliento al verse rodeados por la policía. En los días posteriores al asalto y hasta fin de año pasaron por las localidades de Arcadia, Alpachiri, Alto Verde y se dedicaron al trabajo político, a explicar las causas del levantamiento, su lucha por el retorno de Perón. Pero el cerco comenzaba a cerrarse. El 31 de Diciembre las madres de los muchachos más jóvenes radiaron por la emisora LV12 un mensaje para sus hijos en los que les pedían angustiosamente que bajaran del monte. Las bajas temperaturas nocturnas, la escasez de alimentos, el cerco policial y las súplicas paternas minaron la moral de los más débiles. Además, muchos creían que eran sólo una parte de un operativo más vasto en el que se levantarían varios frentes adicionales, pero al retrasarse estos acontecimientos, la moral decayó.
Finalmente, el 1º de enero, los policías vieron descender desde lo alto de la montaña a cuatro jóvenes que iban en busca de víveres y agua y los detuvieron sin oponer resistencia. Un rato más tarde se entregaron otros cinco, que habían obtenido el permiso de sus jefes de bajar respondiendo al llamado de sus padres. El mismo día, a pocos kilómetros de Concepción, fue detenido Juan Carlos Díaz. Según su relato había bajado unos días antes con el comandante Alhaja, José Genaro Carabajal para contactar con un nuevo grupo de combatientes, pero cuando estaban cruzando un río fue arrastrado por la corriente aguas abajo perdiendo el contacto con su compañero. Medio atontado, con su ropa en jirones y las botas destrozadas, fue guiado por gente de la zona por donde no hubiera patrullas. Pero fue delatado y capturado. Dos días después, una patrulla policial encontró dormidos a dos jóvenes más en el límite con Catamarca. Se trataba de Roberto Anaya, de 18 años, alias loco Perón y René Fernández, ambos tucumanos. Al ser descubiertos, Anaya se entregó pero Fernández logró huir hasta Concepción y tomó un micro hasta la ciudad de Tucumán, pero al bajar se le disparó un tiro que lo hirió en el muslo. Fue detenido en el hospital Padilla al que había concurrido para curarse. Otros dos, Américo Moya y Tomas David Soraide, que fueron encontrados por sus padres en la selva del Aconquija, también se entregaron.
En las ciudades muchos miembros de la red fueron detenidos y sus domicilios allanados. Las delaciones no fueron la única causa del parcial descubrimiento de los contactos, resulta obvio que el gobierno conocía parte del hilo del que ahora tiraba, a causa de la previa existencia del Comando 17 de Octubre. Las detenciones debilitaron aún más la situación de los que aún quedaban arriba. El Puma Serravalle, decidido a no entregarse, intentó romper el cerco con los siete hombre que aún le quedaban . La policía creía que el grupo se dirigía a Catamarca y extremó el patrullaje en esa zona. Pero Serravalle forzó la marcha y, en un día, caminando a paso forzado cincuenta kilómetros, bajaron en Tucumán, en la zona del ingenio Providencia donde fueron protegidos en casas de obreros del ingenio que aún permanecían seguras. Tenían los pies destrozados y eran fácilmente reconocibles. Sin embargo, lograron romper el cerco y llegar hasta el barrio 24 de noviembre, en Tucumán. Allí les dieron refugio en el prostíbulo de la Turca Fernández y en una iglesia donde se encontraron con Manuel Mena, quién los recibió quebrado por la emoción.
En Diciembre de 1959, mientras los Uturuncos asaltaban Frías, el gallego Mena y Guillén se encontraban en Buenos Aires buscando apoyos. John William Cooke delegó en su compañera Alicia Eguren la ayuda a los Uturuncos. Por intermedio de ella, Mena pudo contactar a un grupo numeroso de militantes de la Juventud Peronista de diversos grupos de las zonas de San Martín y Pompeya. En Buenos Aires, los diversos grupos de la Juventud Peronista se habían mostrado fervorosos partidarios de los uturuncos y se entusiasmaron con participar en la guerrilla. Organizaron grupos de apoyo, colectaron plata y muchos de ellos viajaron a Tucumán para unirse a ella. El gallego Mena los reunió con la idea de formar un tercer grupo y subir al monte luego de las detenciones producidas por el asalto a Frías. Habían transcurrido dos meses, Serravalle se encontraba prófugo y Mena, siempre activo, no abandonaba la idea de la creación de un frente guerrillero permanente. En Tucumán, sin embargo se vivía un clima de represión que dificultaba a la red prestarle apoyos, domicilios seguros, comida y elementos a las decenas de muchachos que querían participar subiendo al monte. Finalmente, el 10 y 11 de Marzo la policía dio con uno de los refugios de los porteños, el ya conocido prostíbulo de la Turca Fernández y el domicilio de Manuel Haro, deteniendo a varias personas que se encontraban reunidas, entre ellos a José Luis Rojas, alias Zupay, que había participado de la toma de la comisaría. En el procedimiento se secuestraron armas, municiones, granadas, mantas, botas y camisas con las sigla ELN (Ejército de Liberación Nacional). Días después, Manuel Enrique Mena fue detenido junto con el periodista Enrique Oliva y otros compañeros cuando intentaban subir a la montaña.
En ese comienzo del año 1960, los comandos urbanos del peronismo intensificaron sus acciones de sabotaje: el 15 de Febrero fue colocada una bomba en el depósito de Shell-Mex en Córdoba, incendiando 4 millones de litros de combustible y dejando 13 víctimas; el 11 de Marzo una bomba de explosivo plástico destruyó la casa del oficial de la SIDE, David Cabrera, activo represor, dando muerte a su pequeña hijita de 3 años. El día 13 ocurrió una explosión en la planta de gas de Mar del Plata. Ese mismo día, la policía informó que el cabo del Ejército, Manuel Medina, que estaba detenido, se había tirado de una ventana de Coordinación Federal dando vivas a Perón. El 14 de Marzo, debían realizarse las elecciones que renovarían la mitad de la Cámara. Unos días antes, Arturo Frondizi ordenó la ejecución del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado). El país fue dividido en zonas operativas y se sometió a tribunales militares a todos aquellos acusados de terrorismo. Días después, los diarios anunciaron que se habían efectuado 1600 allanamientos y que habían sido detenidos miles de militantes peronistas. Las elecciones se realizaron en orden y volvió a triunfar el voto en blanco propiciado por Perón.
El incansable Puma Serravalle comenzó entonces a planificar la forma de liberar a sus compañeros presos en la cárcel de Concepción, pero el 1º de abril, mientras viajaba por Tucumán con documento falso, fue detenido y juzgado por los tribunales militares del CONINTES . Parecía el fin. Amenazada por la represión del Plan CONINTES y con sus principales líderes en prisión, la guerrilla quedó al mando de Genaro Carabajal, el Pila o Alhaja, quién aún no había sido detenido. Pese a todo, el Pila reunió un nuevo grupo de militantes entre porteños y tucumanos y logró reinstalar el movimiento en la montaña por varios meses. En el mes de junio de 1960 la policía, quién por la aplicación del Plan CONINTES había sido reforzada con tropas de Infantería del Ejército, descubrió el campamento guerrillero y detuvo a varios de los militantes presentes. En el enfrentamiento, uno de los pocos entre los Uturuncos y la represión, fue herido en la pierna Santiago Molina, el mejicano, mientras intentaba una fugaz resistencia.
Los tribunales militares fueron duros con los cabecillas de la rebelión. Manuel Enrique Mena fue condenado a 7 años de prisión. Antes de cumplir los tres, se fugó del hospital carcelario del Chaco y viajó a La Habana donde se entrevistó con el Che. A principios de 1963 comenzó a reorganizar los contactos en Tucumán. Varios de los veteranos de la primera experiencia instalaron un campamento permanente en la selva tucumana en el mes de Mayo. Tiempo después, se les unió Mena con un grupo de militantes que habían recibido entrenamiento en Cuba. Al parecer, el plan de Mena era complementario del grupo guerrillero comandado por Jorge Ricardo Masetti. Las vacilaciones de Masetti ante la elección nacional del 7 de julio, que dio el triunfo a Arturo Illia , parece ser la causa del desmembramiento del frente tucumano. A partir de allí, Mena perdió relevancia; en 1970 vivía en San Justo en un humilde barrio obrero. Murió de cáncer el 14 de julio de 1970.
Juan Carlos Díaz, el uturunco, fue condenado a 7 años de prisión. En 1963 fue amnistiado por el gobierno de Illia, en 1970 participó con el ERP en el asalto al Banco Comercial del Norte y un día después fue detenido. En 1973 fue nuevamente amnistiado y recibió un subsidio del gobierno peronista de Tucumán.
Los menores de edad fueron derivados a los Tribunales de Menores, excepción hecha a Luis Uriondo, quién dado su parentesco con el general Uriondo, su padre, fue devuelto a su familia.
Félix Serravalle cumplió la condena que le aplicaron los tribunales CONINTES, tres años y siete meses en varias prisiones. Le rompieron los ligamentos del brazo en la tortura. Al salir prometió a su familia, a la que casi no había visto en años, que se iba a ocupar de ellos. A los 74 años, vive en La Banda, orgulloso de su pasado y rodeado de sus recuerdos.
José Luis Rojas, el Zupay, participó en la experiencia guerrillera de las Fuerzas Armadas Peronistas y fue nuevamente detenido en Taco Ralo, Tucumán, en 1968. Una enfermedad lo dejó postrado y falleció hace algunos años en Tucumán y en la pobreza. En un último reportaje recordó que los chicos de HIJOS son mi única esperanza. Muchos militantes de la red, tanto tucumana como de Buenos Aires aún viven desperdigados por el país. De sus recuerdos esta hecha gran parte de esta historia.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
En el monte, los guerrilleros caminaban y esperaban. El 28 de diciembre atacaron a tiros un jeep de la policía en el kilómetro 39 de la ruta 65, el que huyó sin intentar respuesta. Según el relato de Serravalle:
"Y agarramos y empezamos a caminar para el norte; cuando vos subes los cerros que son de 3500 metros más o menos de altura, es la zona boscosa que es la que te ofrece cubierta contra los vuelos y todas esas cosas, no tenemos ningún problema, agarramos la espina dorsal y empezamos a caminar, y a caminar, y a caminar, y bueno...primero se bajó Velardez que era el chofer del camión, se entregó a la policía."
Efectivamente, Pedro Velardez, quién había conducido el camión, fue el primero en abandonar a sus compañeros y se entregó a la policía. A partir de su delación se conocieron más detalles del grupo que estaba en los cerros y un dato adicional: en el campamento guerrillero cundía el desaliento al verse rodeados por la policía. En los días posteriores al asalto y hasta fin de año pasaron por las localidades de Arcadia, Alpachiri, Alto Verde y se dedicaron al trabajo político, a explicar las causas del levantamiento, su lucha por el retorno de Perón. Pero el cerco comenzaba a cerrarse. El 31 de Diciembre las madres de los muchachos más jóvenes radiaron por la emisora LV12 un mensaje para sus hijos en los que les pedían angustiosamente que bajaran del monte. Las bajas temperaturas nocturnas, la escasez de alimentos, el cerco policial y las súplicas paternas minaron la moral de los más débiles. Además, muchos creían que eran sólo una parte de un operativo más vasto en el que se levantarían varios frentes adicionales, pero al retrasarse estos acontecimientos, la moral decayó.
Finalmente, el 1º de enero, los policías vieron descender desde lo alto de la montaña a cuatro jóvenes que iban en busca de víveres y agua y los detuvieron sin oponer resistencia. Un rato más tarde se entregaron otros cinco, que habían obtenido el permiso de sus jefes de bajar respondiendo al llamado de sus padres. El mismo día, a pocos kilómetros de Concepción, fue detenido Juan Carlos Díaz. Según su relato había bajado unos días antes con el comandante Alhaja, José Genaro Carabajal para contactar con un nuevo grupo de combatientes, pero cuando estaban cruzando un río fue arrastrado por la corriente aguas abajo perdiendo el contacto con su compañero. Medio atontado, con su ropa en jirones y las botas destrozadas, fue guiado por gente de la zona por donde no hubiera patrullas. Pero fue delatado y capturado. Dos días después, una patrulla policial encontró dormidos a dos jóvenes más en el límite con Catamarca. Se trataba de Roberto Anaya, de 18 años, alias loco Perón y René Fernández, ambos tucumanos. Al ser descubiertos, Anaya se entregó pero Fernández logró huir hasta Concepción y tomó un micro hasta la ciudad de Tucumán, pero al bajar se le disparó un tiro que lo hirió en el muslo. Fue detenido en el hospital Padilla al que había concurrido para curarse. Otros dos, Américo Moya y Tomas David Soraide, que fueron encontrados por sus padres en la selva del Aconquija, también se entregaron.
En las ciudades muchos miembros de la red fueron detenidos y sus domicilios allanados. Las delaciones no fueron la única causa del parcial descubrimiento de los contactos, resulta obvio que el gobierno conocía parte del hilo del que ahora tiraba, a causa de la previa existencia del Comando 17 de Octubre. Las detenciones debilitaron aún más la situación de los que aún quedaban arriba. El Puma Serravalle, decidido a no entregarse, intentó romper el cerco con los siete hombre que aún le quedaban . La policía creía que el grupo se dirigía a Catamarca y extremó el patrullaje en esa zona. Pero Serravalle forzó la marcha y, en un día, caminando a paso forzado cincuenta kilómetros, bajaron en Tucumán, en la zona del ingenio Providencia donde fueron protegidos en casas de obreros del ingenio que aún permanecían seguras. Tenían los pies destrozados y eran fácilmente reconocibles. Sin embargo, lograron romper el cerco y llegar hasta el barrio 24 de noviembre, en Tucumán. Allí les dieron refugio en el prostíbulo de la Turca Fernández y en una iglesia donde se encontraron con Manuel Mena, quién los recibió quebrado por la emoción.
En Diciembre de 1959, mientras los Uturuncos asaltaban Frías, el gallego Mena y Guillén se encontraban en Buenos Aires buscando apoyos. John William Cooke delegó en su compañera Alicia Eguren la ayuda a los Uturuncos. Por intermedio de ella, Mena pudo contactar a un grupo numeroso de militantes de la Juventud Peronista de diversos grupos de las zonas de San Martín y Pompeya. En Buenos Aires, los diversos grupos de la Juventud Peronista se habían mostrado fervorosos partidarios de los uturuncos y se entusiasmaron con participar en la guerrilla. Organizaron grupos de apoyo, colectaron plata y muchos de ellos viajaron a Tucumán para unirse a ella. El gallego Mena los reunió con la idea de formar un tercer grupo y subir al monte luego de las detenciones producidas por el asalto a Frías. Habían transcurrido dos meses, Serravalle se encontraba prófugo y Mena, siempre activo, no abandonaba la idea de la creación de un frente guerrillero permanente. En Tucumán, sin embargo se vivía un clima de represión que dificultaba a la red prestarle apoyos, domicilios seguros, comida y elementos a las decenas de muchachos que querían participar subiendo al monte. Finalmente, el 10 y 11 de Marzo la policía dio con uno de los refugios de los porteños, el ya conocido prostíbulo de la Turca Fernández y el domicilio de Manuel Haro, deteniendo a varias personas que se encontraban reunidas, entre ellos a José Luis Rojas, alias Zupay, que había participado de la toma de la comisaría. En el procedimiento se secuestraron armas, municiones, granadas, mantas, botas y camisas con las sigla ELN (Ejército de Liberación Nacional). Días después, Manuel Enrique Mena fue detenido junto con el periodista Enrique Oliva y otros compañeros cuando intentaban subir a la montaña.
En ese comienzo del año 1960, los comandos urbanos del peronismo intensificaron sus acciones de sabotaje: el 15 de Febrero fue colocada una bomba en el depósito de Shell-Mex en Córdoba, incendiando 4 millones de litros de combustible y dejando 13 víctimas; el 11 de Marzo una bomba de explosivo plástico destruyó la casa del oficial de la SIDE, David Cabrera, activo represor, dando muerte a su pequeña hijita de 3 años. El día 13 ocurrió una explosión en la planta de gas de Mar del Plata. Ese mismo día, la policía informó que el cabo del Ejército, Manuel Medina, que estaba detenido, se había tirado de una ventana de Coordinación Federal dando vivas a Perón. El 14 de Marzo, debían realizarse las elecciones que renovarían la mitad de la Cámara. Unos días antes, Arturo Frondizi ordenó la ejecución del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado). El país fue dividido en zonas operativas y se sometió a tribunales militares a todos aquellos acusados de terrorismo. Días después, los diarios anunciaron que se habían efectuado 1600 allanamientos y que habían sido detenidos miles de militantes peronistas. Las elecciones se realizaron en orden y volvió a triunfar el voto en blanco propiciado por Perón.
El incansable Puma Serravalle comenzó entonces a planificar la forma de liberar a sus compañeros presos en la cárcel de Concepción, pero el 1º de abril, mientras viajaba por Tucumán con documento falso, fue detenido y juzgado por los tribunales militares del CONINTES . Parecía el fin. Amenazada por la represión del Plan CONINTES y con sus principales líderes en prisión, la guerrilla quedó al mando de Genaro Carabajal, el Pila o Alhaja, quién aún no había sido detenido. Pese a todo, el Pila reunió un nuevo grupo de militantes entre porteños y tucumanos y logró reinstalar el movimiento en la montaña por varios meses. En el mes de junio de 1960 la policía, quién por la aplicación del Plan CONINTES había sido reforzada con tropas de Infantería del Ejército, descubrió el campamento guerrillero y detuvo a varios de los militantes presentes. En el enfrentamiento, uno de los pocos entre los Uturuncos y la represión, fue herido en la pierna Santiago Molina, el mejicano, mientras intentaba una fugaz resistencia.
Los tribunales militares fueron duros con los cabecillas de la rebelión. Manuel Enrique Mena fue condenado a 7 años de prisión. Antes de cumplir los tres, se fugó del hospital carcelario del Chaco y viajó a La Habana donde se entrevistó con el Che. A principios de 1963 comenzó a reorganizar los contactos en Tucumán. Varios de los veteranos de la primera experiencia instalaron un campamento permanente en la selva tucumana en el mes de Mayo. Tiempo después, se les unió Mena con un grupo de militantes que habían recibido entrenamiento en Cuba. Al parecer, el plan de Mena era complementario del grupo guerrillero comandado por Jorge Ricardo Masetti. Las vacilaciones de Masetti ante la elección nacional del 7 de julio, que dio el triunfo a Arturo Illia , parece ser la causa del desmembramiento del frente tucumano. A partir de allí, Mena perdió relevancia; en 1970 vivía en San Justo en un humilde barrio obrero. Murió de cáncer el 14 de julio de 1970.
Juan Carlos Díaz, el uturunco, fue condenado a 7 años de prisión. En 1963 fue amnistiado por el gobierno de Illia, en 1970 participó con el ERP en el asalto al Banco Comercial del Norte y un día después fue detenido. En 1973 fue nuevamente amnistiado y recibió un subsidio del gobierno peronista de Tucumán.
Los menores de edad fueron derivados a los Tribunales de Menores, excepción hecha a Luis Uriondo, quién dado su parentesco con el general Uriondo, su padre, fue devuelto a su familia.
Félix Serravalle cumplió la condena que le aplicaron los tribunales CONINTES, tres años y siete meses en varias prisiones. Le rompieron los ligamentos del brazo en la tortura. Al salir prometió a su familia, a la que casi no había visto en años, que se iba a ocupar de ellos. A los 74 años, vive en La Banda, orgulloso de su pasado y rodeado de sus recuerdos.
José Luis Rojas, el Zupay, participó en la experiencia guerrillera de las Fuerzas Armadas Peronistas y fue nuevamente detenido en Taco Ralo, Tucumán, en 1968. Una enfermedad lo dejó postrado y falleció hace algunos años en Tucumán y en la pobreza. En un último reportaje recordó que los chicos de HIJOS son mi única esperanza. Muchos militantes de la red, tanto tucumana como de Buenos Aires aún viven desperdigados por el país. De sus recuerdos esta hecha gran parte de esta historia.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Guerrilla y movimiento popular en la Argentina de los sesenta
Para Daniel James, la primera guerrilla causó escaso impacto en los activistas. En su influyente trabajo sobre la resistencia peronista, James formula la hipótesis de que el surgimiento de la insurgencia armada debe ser atribuido a la solitaria voz de John William Cooke y a sectores juveniles del peronismo y la izquierda no peronista, donde se reclutaron sus militantes, los que en su mayor parte provinieron de la esfera universitaria de la Capital Federal y otros grandes centros de estudios terciarios . Aunque algunos párrafos después se contradice cuando cita entrevistas a activistas de la juventud , que dan cuenta que la mayoría de los participantes en las experiencias guerrilleras de fines de los 50 tenían entre 16 y 20 años de edad y pertenecían a las barriadas humildes del conurbano bonaerense, insiste en argumentar a favor de su primera afirmación: el escaso impacto que obtuvieron los Uturuncos fue debido a su pertenencia de clase, dado que por ella no ponían sus expectativas en el desarrollo de la lucha sindical.
Las fuentes con las que Daniel James trabajó fueron, en primer lugar, el informe del propio aparato represivo y, en segundo lugar, el pequeño libro de Emilio Morales , en el que se afirma que los integrantes de la primera guerrilla provenían de la clase media universitaria y que sólo tres obreros fueron de la partida.
Creo haber demostrado que el inicio de la guerrilla peronista no fue ideado desde las grandes ciudades sino que su origen debe más bien rastrearse en la organización de los comandos de la resistencia regionales y en una de sus posibles evoluciones. Tampoco fueron los jóvenes de clase media universitaria empobrecida y que practicaban una suerte de elemental terrorismo urbano los que finalmente dieron el primer paso. En una segunda etapa viajaron a la zona, convirtiéndose en combatientes, pero el desarrollo de los acontecimientos aquí relatado niega su absoluto protagonismo. Tampoco es cierto que constituyeran el principal apoyo logístico de las acciones que se encararon, sino que este correspondió a un modesto pero no despreciable aparato político montado en los años previos por el comando 17 de octubre del que surgieron los combatientes. En realidad, la guerrilla de los Uturuncos tuvo bastante impacto en el peronismo. El que no se constituyeron en una opción nacional debe explicarse mediante otros argumentos y ellos pueden encontrarse en el desarrollo de las distintas vertientes que se perfilaron en el peronismo luego del derrocamiento de Perón.
Ya fueron explicados por el propio Daniel James los cambios habidos en el peronismo luego de 1955. Los núcleos centrales que organizaron la resistencia distaban de pertenecer a los viejos aparatos de gobierno y fueron esencialmente dos: los comando clandestinos y las organizaciones sindicales paralelas a las intervenciones. Hasta por lo menos 1958, ambas estructuras actuaron coordinadamente y desarrollaron, en particular las estructuras sindicales, una intensa democracia con base en la cultura de fábrica. Esta actitud plebiscitaria fue posible por las nuevas condiciones de lucha: el riesgo que suponía la clandestinidad de la acción obrera y la inhabilitación por parte del golpe militar de los viejos dirigentes ligados a la estructura burocrática peronista. Ello permitió a los líderes gremiales emergentes la legitimidad necesaria para alzarse con la dirección de la mayoría de los sindicatos industriales.
Los comandos, que empezaron como pequeños organismos políticos de agitación, más barriales que fabriles, perfeccionaron sus atentados y, de pequeños actos de sabotaje, pasaron a encarar grandes actos de terrorismo urbano. Sin embargo, ambos fueron afectados por el inicio de la etapa de semilegalidad con la elección de Arturo Frondizi a la presidencia. Muchos sindicalistas comprendieron que tenían mucho más para ganar si se integraban críticamente al orden político posperonista y renunciaban a poner sus estructuras gremiales al servicio de un plan insurrecional que trajera nuevamente a Perón al país.
Los comandos, que siempre se resistieron a formar parte de una organización única y centralizada, dieron fuertes golpes en los años 1959 y 1960, hasta el inicio del plan Conintes, como los que hemos reseñado. Siempre fueron grupos centrados en las ciudades capitales de provincia y sus principales atentados fueron cometidos en éstas. Un tercer grupo que cobró relevancia a partir de la elecciones de 1957 fueron los viejos dirigentes del ala política del movimiento. Nunca fueron radicalmente amonestados por Perón y planificaron distintas estrategias frentistas opuestas a las diseñadas por John W. Cooke. Los que contaban con una base electoral propia, particularmente en las provincias, se independizaron de la tutela de Perón y constituyeron el llamado neoperonismo, abandonando tempranamente la estrategia insurreccional. Los otros disputaron en todo momento el liderazgo otorgado por Perón a su delegado personal. La creación del Consejo Coordinador en 1958 reflejó este proceso.
Hacia fines de 1959, momento en el que se desarrollaban las acciones de la guerrilla, las 62 Organizaciones volvían a ser conducidas por los dirigentes de los grandes sindicatos desplazados a principios de año. Su estrategia se volcaría desde este momento a lograr que el gobierno desarrollista les devolviera la Confederación General del Trabajo, que permanecía intervenida. En el pasado habían apoyado, aunque con vacilaciones, los planes insurrecionales, pero no era ahora el momento para alentar el desarrollo de una guerrilla en el norte del país. Los dirigentes políticos confiaban en que el progresivo retorno a la actividad política electoral les devolviera el rol protagónico que habían perdido en los años de clandestinidad y de ninguna manera podían verse entusiasmados con un proyecto subversivo si no habían aprobado las acciones de los primitivos comandos. Por último, si los comandos se entusiasmaron con la idea de la ampliación de la esfera de la lucha con nuevos métodos como los de la guerrilla tucumana, seguían esperando el levantamiento de algún militar peronista. Pero más importante aún, sus acciones se desarrollaban en ciudades de provincia o en Buenos Aires, cuyas geografías nada tenían que ver con la instalación de un foco de guerrilla rural. Por último, la extensión y dureza represiva del plan Conintes y el fracaso del levantamiento militar dirigido por el general Iñiguez en noviembre de 1960 los diezmó haciéndolos virtualmente desaparecer. Dadas estas circunstancias, resultaba dudoso que el primer levantamiento guerrillero de la Argentina contemporánea resultara una opción que cosechara fuertes apoyos en el movimiento.
Otro punto oscuro en el origen de la guerrilla ha sido el de la dirección o participación de John William Cooke en los Uturuncos y en la Unión de Guerrilleros Andinos . Para 1958 la posición de Cooke, como delegado personal de Perón y como dirigente del Comando Táctico se había debilitado, al punto que este último organismo había sido reemplazado en octubre por el Consejo Coordinador y Supervisor del Movimiento, de nueve miembros. En 1959, luego de la toma del Frigorífico Nacional y la huelga general de las 62 Organizaciones en apoyo a la misma, el Bebe fue descalificado por el Consejo a raíz de la publicidad de un documento a favor de la huelga y en contra de la dirección sindical. Con su captura recomendada, comenzó un período de persecución y clandestinidad. Salió del país y se reinstaló en Montevideo, realizando viajes periódicos a Buenos Aires. Pese a todo, siguió manteniendo la correspondencia con el general en el exilio, pero no en roles de dirección atribuidos por Perón. En el segundo semestre, impulsó con intelectuales de otras fuerzas políticas el semanario Síntesis. En noviembre, reingresó clandestino al país para disertar en el Congreso por la Liberación Nacional, realizado por las 62 organizaciones. Finalmente, en abril de 1960 comenzó su estadía en Cuba . Su figura, hacia fines de 1959, era la de un dirigente importante y escuchado en algunos ámbitos del peronismo pero sin capacidad de dirigir los diferentes dispositivos tácticos como los comandos, el aparato político y los sindicatos y, más aún, despreciado como trotskista por algunos sectores del movimiento.
Pese a todo, ¿fue Cooke el ideólogo, la dirección de la guerrilla tucumana o por el contrario, tal como ocurriera con la toma del frigorífico a principios de año, le fue atribuida la dirección luego de producido el estallido? A juzgar por la historia de relación existente entre el comando 17 de octubre y su par de Buenos Aires, el Comando Nacional Peronista, Cooke y Mena se conocían de tiempo atrás y habían desarrollado planes de resistencia en conjunto. Queda claro, a partir de la participación de Alicia Eguren que Cooke era parte de la partida guerrillera y que por intermedio de su mujer prestó todo su apoyo para obtener recursos y militantes para desarrollar la guerrilla tucumana. En 1961, cuando ya estaba instalado en Cuba y su visión del camino revolucionario pasaba por su identificación con el proceso seguido por Fidel Castro, le envió una carta al compañero Alhaja, Genaro Carabajal, a quién le había solicitado que viajara a la isla. En ella expresa con claridad su opinión sobre la guerrilla de los Uturuncos:
Para ella [Olga Carabajal, esposa de Mena] y para el chiquito, así como para todos los heroicos compañeros que hoy sufren cárcel y persecución por plantear por primera vez una forma definitivamente revolucionaria de lucha en el país, nuestro mas entrañable afecto y nuestro constante recuerdo. [...] Muchos los llamaron, sin duda alguna aventureros. Yo quisiera saber que hicieron en concreto los que eso dicen. En la lucha revolucionaria siempre es igual. El que triunfa es un héroe nacional; el derrotado es un provocador.
La pertenencia social de los Uturuncos tampoco deja lugar a dudas y es similar a muchos comandos de otras zonas del país. En primer lugar resalta la edad de los combatientes. La mayoría del grupo más numeroso, el que participó en el asalto de la comisaría de Frías, tenía entre 15 y 20 años al momento del ataque; los líderes bastante más entre 30 y 35-, aunque Juan Carlos Díaz tenía sólo 19. La mayoría habían sido reclutados en los barrios circundantes de la ciudad de San Miguel de Tucumán y pertenecían a familias humildes de la zona. En la red de apoyo político el espectro obrero se ampliaba a la clase media y era conformada por pequeños comerciantes, empleados estatales, obreros de los ingenios, dirigentes gremiales, militares retirados y algunos profesionales como médicos y abogados. Ello puede explicarse desde el conjunto social que dio su apoyo al peronismo, mayoritariamente obreros o trabajadores de escasos recursos, aunque también sectores de clase media o de la burocracia estatal. Es comprensible que en una zona con fuerte trabajo organizativo gremial en manos de un poderoso y combativo sindicato regional como la FOTIA, los más afectados por el derrocamiento del peronismo fueran los que, movidos por un fuerte impacto emocional, decidieran pasar a la resistencia y al ejercicio de la violencia que consideraban legítima, tanto como ilegítima consideraban que era la violencia del régimen militar.
La relación entre el comando 17 de Octubre y el sindicato azucarero de Tucumán presenta más dificultades. Según el testimonio de Félix Serravalle, Benito Romano, quién luego sería secretario general de la FOTIA, y su hermano Antonio, delegado de ingenio, formaban parte del comando integrando la red de apoyo. Algunos obreros de los ingenios brindaron su colaboración y pusieron en riesgo sus casas y la integridad de sus familias para proteger a los combatientes. De todas maneras, es posible aplicar para el comando tucumano los argumentos que Daniel James esbozó para el fenómeno en general. Los objetivos comunes de los comandos y los sindicatos se fueron escindiendo debido a la lógica dispar de ambos grupos organizativos. Aunque la FOTIA fuera uno de los sindicatos más combativos del país, la legalidad que le fue ofrecida a su accionar dentro de parámetros legales la alejaba de sus compañeros de lucha, los que no sólo enmarcaban su combate en el plan más vasto de insurreccionar la zona sino que eran y no podían dejar de ser- ilegales y clandestinos. La organización de los obreros azucareros fue realizada en la tradicional estructura sindical porque formaba parte de su cultura, de sus ideas y valores. Durante el año 1959, la lucha de los obreros del azúcar resultó triunfadora en una época en que la mayoría de los conflictos fueron derrotados. De todas maneras, si el resultado fue un triunfo gremial, también fue la chispa que encendió la indignación de aquellos cuyos objetivos eran el regreso inmediato de Perón al poder. El día en que la represión mató a ambos obreros, muchos integrantes de los Uturuncos se contaban entre los manifestantes, pero sus caminos se bifurcaron cuando la guerrilla se instaló en el monte. De todas maneras, los dirigentes de la FOTIA no se desentendieron de sus compañeros y les brindaron apoyo mientras duró su detención. La línea dura de las organizaciones sindicales peronistas les prestó colaboración en todo momento.
Varios militantes de los Uturuncos siguieron combatiendo en las guerrillas de los años sesenta. En 1962, las experiencias de la izquierda y del peronismo comenzaron a cruzarse cuando los Uturuncos y otros militantes peronistas viajaron a Cuba . Pero el origen de la guerrilla argentina obedeció menos a la influencia cubana que al debate que se instaló en los grupos clandestinos del peronismo ante el fracaso de la estrategia insurreccional.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Para Daniel James, la primera guerrilla causó escaso impacto en los activistas. En su influyente trabajo sobre la resistencia peronista, James formula la hipótesis de que el surgimiento de la insurgencia armada debe ser atribuido a la solitaria voz de John William Cooke y a sectores juveniles del peronismo y la izquierda no peronista, donde se reclutaron sus militantes, los que en su mayor parte provinieron de la esfera universitaria de la Capital Federal y otros grandes centros de estudios terciarios . Aunque algunos párrafos después se contradice cuando cita entrevistas a activistas de la juventud , que dan cuenta que la mayoría de los participantes en las experiencias guerrilleras de fines de los 50 tenían entre 16 y 20 años de edad y pertenecían a las barriadas humildes del conurbano bonaerense, insiste en argumentar a favor de su primera afirmación: el escaso impacto que obtuvieron los Uturuncos fue debido a su pertenencia de clase, dado que por ella no ponían sus expectativas en el desarrollo de la lucha sindical.
Las fuentes con las que Daniel James trabajó fueron, en primer lugar, el informe del propio aparato represivo y, en segundo lugar, el pequeño libro de Emilio Morales , en el que se afirma que los integrantes de la primera guerrilla provenían de la clase media universitaria y que sólo tres obreros fueron de la partida.
Creo haber demostrado que el inicio de la guerrilla peronista no fue ideado desde las grandes ciudades sino que su origen debe más bien rastrearse en la organización de los comandos de la resistencia regionales y en una de sus posibles evoluciones. Tampoco fueron los jóvenes de clase media universitaria empobrecida y que practicaban una suerte de elemental terrorismo urbano los que finalmente dieron el primer paso. En una segunda etapa viajaron a la zona, convirtiéndose en combatientes, pero el desarrollo de los acontecimientos aquí relatado niega su absoluto protagonismo. Tampoco es cierto que constituyeran el principal apoyo logístico de las acciones que se encararon, sino que este correspondió a un modesto pero no despreciable aparato político montado en los años previos por el comando 17 de octubre del que surgieron los combatientes. En realidad, la guerrilla de los Uturuncos tuvo bastante impacto en el peronismo. El que no se constituyeron en una opción nacional debe explicarse mediante otros argumentos y ellos pueden encontrarse en el desarrollo de las distintas vertientes que se perfilaron en el peronismo luego del derrocamiento de Perón.
Ya fueron explicados por el propio Daniel James los cambios habidos en el peronismo luego de 1955. Los núcleos centrales que organizaron la resistencia distaban de pertenecer a los viejos aparatos de gobierno y fueron esencialmente dos: los comando clandestinos y las organizaciones sindicales paralelas a las intervenciones. Hasta por lo menos 1958, ambas estructuras actuaron coordinadamente y desarrollaron, en particular las estructuras sindicales, una intensa democracia con base en la cultura de fábrica. Esta actitud plebiscitaria fue posible por las nuevas condiciones de lucha: el riesgo que suponía la clandestinidad de la acción obrera y la inhabilitación por parte del golpe militar de los viejos dirigentes ligados a la estructura burocrática peronista. Ello permitió a los líderes gremiales emergentes la legitimidad necesaria para alzarse con la dirección de la mayoría de los sindicatos industriales.
Los comandos, que empezaron como pequeños organismos políticos de agitación, más barriales que fabriles, perfeccionaron sus atentados y, de pequeños actos de sabotaje, pasaron a encarar grandes actos de terrorismo urbano. Sin embargo, ambos fueron afectados por el inicio de la etapa de semilegalidad con la elección de Arturo Frondizi a la presidencia. Muchos sindicalistas comprendieron que tenían mucho más para ganar si se integraban críticamente al orden político posperonista y renunciaban a poner sus estructuras gremiales al servicio de un plan insurrecional que trajera nuevamente a Perón al país.
Los comandos, que siempre se resistieron a formar parte de una organización única y centralizada, dieron fuertes golpes en los años 1959 y 1960, hasta el inicio del plan Conintes, como los que hemos reseñado. Siempre fueron grupos centrados en las ciudades capitales de provincia y sus principales atentados fueron cometidos en éstas. Un tercer grupo que cobró relevancia a partir de la elecciones de 1957 fueron los viejos dirigentes del ala política del movimiento. Nunca fueron radicalmente amonestados por Perón y planificaron distintas estrategias frentistas opuestas a las diseñadas por John W. Cooke. Los que contaban con una base electoral propia, particularmente en las provincias, se independizaron de la tutela de Perón y constituyeron el llamado neoperonismo, abandonando tempranamente la estrategia insurreccional. Los otros disputaron en todo momento el liderazgo otorgado por Perón a su delegado personal. La creación del Consejo Coordinador en 1958 reflejó este proceso.
Hacia fines de 1959, momento en el que se desarrollaban las acciones de la guerrilla, las 62 Organizaciones volvían a ser conducidas por los dirigentes de los grandes sindicatos desplazados a principios de año. Su estrategia se volcaría desde este momento a lograr que el gobierno desarrollista les devolviera la Confederación General del Trabajo, que permanecía intervenida. En el pasado habían apoyado, aunque con vacilaciones, los planes insurrecionales, pero no era ahora el momento para alentar el desarrollo de una guerrilla en el norte del país. Los dirigentes políticos confiaban en que el progresivo retorno a la actividad política electoral les devolviera el rol protagónico que habían perdido en los años de clandestinidad y de ninguna manera podían verse entusiasmados con un proyecto subversivo si no habían aprobado las acciones de los primitivos comandos. Por último, si los comandos se entusiasmaron con la idea de la ampliación de la esfera de la lucha con nuevos métodos como los de la guerrilla tucumana, seguían esperando el levantamiento de algún militar peronista. Pero más importante aún, sus acciones se desarrollaban en ciudades de provincia o en Buenos Aires, cuyas geografías nada tenían que ver con la instalación de un foco de guerrilla rural. Por último, la extensión y dureza represiva del plan Conintes y el fracaso del levantamiento militar dirigido por el general Iñiguez en noviembre de 1960 los diezmó haciéndolos virtualmente desaparecer. Dadas estas circunstancias, resultaba dudoso que el primer levantamiento guerrillero de la Argentina contemporánea resultara una opción que cosechara fuertes apoyos en el movimiento.
Otro punto oscuro en el origen de la guerrilla ha sido el de la dirección o participación de John William Cooke en los Uturuncos y en la Unión de Guerrilleros Andinos . Para 1958 la posición de Cooke, como delegado personal de Perón y como dirigente del Comando Táctico se había debilitado, al punto que este último organismo había sido reemplazado en octubre por el Consejo Coordinador y Supervisor del Movimiento, de nueve miembros. En 1959, luego de la toma del Frigorífico Nacional y la huelga general de las 62 Organizaciones en apoyo a la misma, el Bebe fue descalificado por el Consejo a raíz de la publicidad de un documento a favor de la huelga y en contra de la dirección sindical. Con su captura recomendada, comenzó un período de persecución y clandestinidad. Salió del país y se reinstaló en Montevideo, realizando viajes periódicos a Buenos Aires. Pese a todo, siguió manteniendo la correspondencia con el general en el exilio, pero no en roles de dirección atribuidos por Perón. En el segundo semestre, impulsó con intelectuales de otras fuerzas políticas el semanario Síntesis. En noviembre, reingresó clandestino al país para disertar en el Congreso por la Liberación Nacional, realizado por las 62 organizaciones. Finalmente, en abril de 1960 comenzó su estadía en Cuba . Su figura, hacia fines de 1959, era la de un dirigente importante y escuchado en algunos ámbitos del peronismo pero sin capacidad de dirigir los diferentes dispositivos tácticos como los comandos, el aparato político y los sindicatos y, más aún, despreciado como trotskista por algunos sectores del movimiento.
Pese a todo, ¿fue Cooke el ideólogo, la dirección de la guerrilla tucumana o por el contrario, tal como ocurriera con la toma del frigorífico a principios de año, le fue atribuida la dirección luego de producido el estallido? A juzgar por la historia de relación existente entre el comando 17 de octubre y su par de Buenos Aires, el Comando Nacional Peronista, Cooke y Mena se conocían de tiempo atrás y habían desarrollado planes de resistencia en conjunto. Queda claro, a partir de la participación de Alicia Eguren que Cooke era parte de la partida guerrillera y que por intermedio de su mujer prestó todo su apoyo para obtener recursos y militantes para desarrollar la guerrilla tucumana. En 1961, cuando ya estaba instalado en Cuba y su visión del camino revolucionario pasaba por su identificación con el proceso seguido por Fidel Castro, le envió una carta al compañero Alhaja, Genaro Carabajal, a quién le había solicitado que viajara a la isla. En ella expresa con claridad su opinión sobre la guerrilla de los Uturuncos:
Para ella [Olga Carabajal, esposa de Mena] y para el chiquito, así como para todos los heroicos compañeros que hoy sufren cárcel y persecución por plantear por primera vez una forma definitivamente revolucionaria de lucha en el país, nuestro mas entrañable afecto y nuestro constante recuerdo. [...] Muchos los llamaron, sin duda alguna aventureros. Yo quisiera saber que hicieron en concreto los que eso dicen. En la lucha revolucionaria siempre es igual. El que triunfa es un héroe nacional; el derrotado es un provocador.
La pertenencia social de los Uturuncos tampoco deja lugar a dudas y es similar a muchos comandos de otras zonas del país. En primer lugar resalta la edad de los combatientes. La mayoría del grupo más numeroso, el que participó en el asalto de la comisaría de Frías, tenía entre 15 y 20 años al momento del ataque; los líderes bastante más entre 30 y 35-, aunque Juan Carlos Díaz tenía sólo 19. La mayoría habían sido reclutados en los barrios circundantes de la ciudad de San Miguel de Tucumán y pertenecían a familias humildes de la zona. En la red de apoyo político el espectro obrero se ampliaba a la clase media y era conformada por pequeños comerciantes, empleados estatales, obreros de los ingenios, dirigentes gremiales, militares retirados y algunos profesionales como médicos y abogados. Ello puede explicarse desde el conjunto social que dio su apoyo al peronismo, mayoritariamente obreros o trabajadores de escasos recursos, aunque también sectores de clase media o de la burocracia estatal. Es comprensible que en una zona con fuerte trabajo organizativo gremial en manos de un poderoso y combativo sindicato regional como la FOTIA, los más afectados por el derrocamiento del peronismo fueran los que, movidos por un fuerte impacto emocional, decidieran pasar a la resistencia y al ejercicio de la violencia que consideraban legítima, tanto como ilegítima consideraban que era la violencia del régimen militar.
La relación entre el comando 17 de Octubre y el sindicato azucarero de Tucumán presenta más dificultades. Según el testimonio de Félix Serravalle, Benito Romano, quién luego sería secretario general de la FOTIA, y su hermano Antonio, delegado de ingenio, formaban parte del comando integrando la red de apoyo. Algunos obreros de los ingenios brindaron su colaboración y pusieron en riesgo sus casas y la integridad de sus familias para proteger a los combatientes. De todas maneras, es posible aplicar para el comando tucumano los argumentos que Daniel James esbozó para el fenómeno en general. Los objetivos comunes de los comandos y los sindicatos se fueron escindiendo debido a la lógica dispar de ambos grupos organizativos. Aunque la FOTIA fuera uno de los sindicatos más combativos del país, la legalidad que le fue ofrecida a su accionar dentro de parámetros legales la alejaba de sus compañeros de lucha, los que no sólo enmarcaban su combate en el plan más vasto de insurreccionar la zona sino que eran y no podían dejar de ser- ilegales y clandestinos. La organización de los obreros azucareros fue realizada en la tradicional estructura sindical porque formaba parte de su cultura, de sus ideas y valores. Durante el año 1959, la lucha de los obreros del azúcar resultó triunfadora en una época en que la mayoría de los conflictos fueron derrotados. De todas maneras, si el resultado fue un triunfo gremial, también fue la chispa que encendió la indignación de aquellos cuyos objetivos eran el regreso inmediato de Perón al poder. El día en que la represión mató a ambos obreros, muchos integrantes de los Uturuncos se contaban entre los manifestantes, pero sus caminos se bifurcaron cuando la guerrilla se instaló en el monte. De todas maneras, los dirigentes de la FOTIA no se desentendieron de sus compañeros y les brindaron apoyo mientras duró su detención. La línea dura de las organizaciones sindicales peronistas les prestó colaboración en todo momento.
Varios militantes de los Uturuncos siguieron combatiendo en las guerrillas de los años sesenta. En 1962, las experiencias de la izquierda y del peronismo comenzaron a cruzarse cuando los Uturuncos y otros militantes peronistas viajaron a Cuba . Pero el origen de la guerrilla argentina obedeció menos a la influencia cubana que al debate que se instaló en los grupos clandestinos del peronismo ante el fracaso de la estrategia insurreccional.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Recomienza la lucha: Relato desde 1958 a abril de 1960
Acerca de la experiencia de las acciones de Uturuncos.
Las nuevas directivas
Como lo había previsto Perón empieza nuevamente la lucha, ya que Frondizi no cumple lo pactado.
En durísimos términos califica al gobierno frondizista por haber traicionado sus compromisos. Denuncia que Frondizi está entregando el país al extranjero, que siguen los dirigentes peronistas sometidos por procesos fraguados por la dictadura. Lo denuncia también por continuar con la ilegalidad del peronismo, por mantener la desnacionalización del Banco Central, por encarcelar a obreros y someterlos a los tribunales militares y por dar legalidad a todos los decretos-leyes de la Tiranía de Aramburu y Rojas. Y en definitiva por cumplir con los mandatos que le imponen la oligarquía y los militares, sin respetar el pacto firmado.
"Es indudable que detrás de este gobierno están actuando las fuerzas oligárquico-capitalistas, representadas por los mismos parásitos que el 16 de septiembre derrocaron con un cuartelazo al Gobierno Constitucional elegido por el Pueblo"
Así declara a Frondizi como enemigo del Movimiento Peronista y como traidor a la Patria y al Pueblo, e indica que la acción que durante los últimos tres años se desarrolló en la clandestinidad y en la resistencia civil debe seguir con tenacidad y firmeza. "El peronismo debe ponerse en pie de guerra, como en 1945, para combatir la explotación y la injusticia..."
Llama, sin medias tintas, al camino de la "resistencia y la insurrección"
Otra vez en la calle
A partir de 1959 Perón empieza a mandar nuevamente directivas a través del Comando, para que reactiváramos la resistencia, ahora contra Frondizi.
Como teníamos todo armado, no hubo nada más que empezar de nuevo.
En La Plata se habían formado varios grupos que habían quedado en compás de espera por la orden de Perón. Cuando Perón da de nuevo la orden de luchar, empezamos el accionar.
Continuó de la misma manera que en las últimas épocas de Rojas y Aramburu, violento. Bombas, incendios y sabotajes.
En La Plata se habían formado cinco células, que no se conocían entre sí. El único que las conocía era yo.
Volví a organizar el circuito de entrega de materiales. El sistema funcionaba como una cadena: unos grupos robaban los materiales, otros armaban los explosivos, otros los traían a La Plata, y se entregaban a las células que eran las encargadas de realizar los operativos. Dentro de esa cadena mi función era recibir los materiales, para luego hacer las entregas a las células de acción directa.
El contacto con los compañeros era en la calle, no se hablaba en ninguna oficina ni en ningún lugar determinado.
Mirándolo desde el presente me hace acordar a algunas películas. Ahora lo cuento así como una cosa simple pero la cuestión era brava.
Empiezo a recibir materiales y los entrego no sólo en La Plata, sino a todo el Gran Buenos Aires. Había tres tipos de bombas: las de mecha, las de detonador y las de tiempo.
Julio Troxler preparaba los relojes para las bombas de tiempo y me los entregaba.
Sabía del tema porque había sido de la policía.
Uno de los grupos más activos los constituían los compañeros que funcionaban en ATE (Asociación de Trabajadores del Estado). Al grupo lo formaban Eduardo Leguizamón, Lombardi, Haroldo Logiurato, Melo y Babi Molina, entre otros. También un tal Batisti que había venido a través de la Resistencia desde Rosario. Se había empezado una especie de rotación de compañeros, para que no los conocieran en los lugares donde venían a actuar.
Había otros grupos, como el de Miranda, Cantín, Hugo March y Casano.
En la parte gremial, uno de los más activos de La Plata fue Tito Pierini, del gremio de los petroleros.
Yo también tenía conexión, a través de Delfor Díaz, con un grupo de suboficiales que integraban entre otros Di Leo, Chávez y Di Gracia.
Simultáneamente a este accionar de La Plata, se producía en el Gran Buenos Aires, intensivamente, la colocación de bombas.
En Córdoba, en Mendoza, en todos lados.
Cualquiera que busque en los diarios de la época puede comprobar que eran cien bombas por día que explotaban en el país.
Un grupo del Gran Buenos Aires le había colocado una bomba a Patrón Laplacete, que había intervenido la CGT. La habían puesto, entre otros, dos mujeres. Porque en la Resistencia intervinieron muchas mujeres, y eso hay que destacarlo.
Anteriormente otros compañeros habían puesto una bomba en un edificio de Luz y Fuerza. Atilio Moya, que había sido dirigente (creo que de los azucareros), y una chica, que estuvo exiliada después que nosotros en Montevideo. Era maestra, Lucía Arauz de Lamadrid. Uno la veía y era una dulce maestra de primaria. ¡Y con ese apellido!. No sospechaban nunca que actuaba en la Resistencia. Entre Moya y ella la pusieron. Ella le hizo de apoyo en una confitería, en Once. Voló todo el edificio. Había sido en Capital. Una bomba fuerte. Hizo estragos en el edificio a dos cuadras del Congreso, detrás del Congreso.
Yo estaba cubierto por mi supuesto trabajo de jefe de ventas, pero tampoco era creíble que pasara de ser un activo militante a sólo un promotor de venta de metales, así que para despistar mi actividad dentro de la Resistencia, yo también actuaba en distintos estamentos. Habíamos constituido la Comisión de Retorno de Perón con el Capitán Otero, Juan Unamuno que había sido socialista convertido en peronista, Huwiller, Carlos Gelaber, el Dr. Carlos Carrasco, entre otros. Fue la primera Comisión pro retorno de Perón.
Para esa época se produce el intento de subversión de los Uturuncos en Tucumán. Uno de los hijos de don Juan Unamuno que integraba conmigo la comisión de retorno de Perón estaba es esa organización, que a la manera de la guerrilla rural, se habían encerrado en la sierra de Tucumán. Desde ahí amagaban con propagar sus acciones.
Este hijo, nos pide a través de Unamuno que le hiciéramos llegar radios y planos de la zona, para poderse desplazar. Eran ya guerrilleros. Entonces yo, que a esa época no estaba descubierto como miembro de la Resistencia, voy al Instituto Geográfico Militar y compro los planos de la zona y se los hago llegar a los guerrilleros Uturuncos.
El Ingeniero Cédola, que había sido Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, colaboró con el dinero para la compra de "materiales".
Compramos radios y les mandamos a este grupo Uturuncos, que al final se tuvieron que entregar. Pero crearon un foco de rebelión que cambió la forma de enfrentarse al gobierno. Asustaron bastante.
Uno de los que colaboraba conmigo e integraba la Comisión de Retorno de Perón, era como ya dije el Doctor Carlos Carrasco, que lo habían cesanteado como Juez por peronista.
Trabajaba en Buenos Aires de abogado, con otros abogados en un escritorio en Cerrito y Avenida de Mayo.
En La Plata, nos reuníamos en la casa de Huwiller, en calle 8 y 54. Huwiller había sido Secretario de la Cámara. Nos reuníamos en la casa de él, con este Doctor Carrasco, Otto Burgos, Marizcurrena, entre otros. Carrasco colaboraba con información. Como él tenía contacto con otros abogados, traía información de los Servicios de Informaciones, de las altas esferas de la Nación.
La acción era intensa y peligrosa, recuerdo que al caminar por la calle continuamente miraba para atrás y para los costados, esperando que en cualquier momento me descubrieran.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Acerca de la experiencia de las acciones de Uturuncos.
Las nuevas directivas
Como lo había previsto Perón empieza nuevamente la lucha, ya que Frondizi no cumple lo pactado.
En durísimos términos califica al gobierno frondizista por haber traicionado sus compromisos. Denuncia que Frondizi está entregando el país al extranjero, que siguen los dirigentes peronistas sometidos por procesos fraguados por la dictadura. Lo denuncia también por continuar con la ilegalidad del peronismo, por mantener la desnacionalización del Banco Central, por encarcelar a obreros y someterlos a los tribunales militares y por dar legalidad a todos los decretos-leyes de la Tiranía de Aramburu y Rojas. Y en definitiva por cumplir con los mandatos que le imponen la oligarquía y los militares, sin respetar el pacto firmado.
"Es indudable que detrás de este gobierno están actuando las fuerzas oligárquico-capitalistas, representadas por los mismos parásitos que el 16 de septiembre derrocaron con un cuartelazo al Gobierno Constitucional elegido por el Pueblo"
Así declara a Frondizi como enemigo del Movimiento Peronista y como traidor a la Patria y al Pueblo, e indica que la acción que durante los últimos tres años se desarrolló en la clandestinidad y en la resistencia civil debe seguir con tenacidad y firmeza. "El peronismo debe ponerse en pie de guerra, como en 1945, para combatir la explotación y la injusticia..."
Llama, sin medias tintas, al camino de la "resistencia y la insurrección"
Otra vez en la calle
A partir de 1959 Perón empieza a mandar nuevamente directivas a través del Comando, para que reactiváramos la resistencia, ahora contra Frondizi.
Como teníamos todo armado, no hubo nada más que empezar de nuevo.
En La Plata se habían formado varios grupos que habían quedado en compás de espera por la orden de Perón. Cuando Perón da de nuevo la orden de luchar, empezamos el accionar.
Continuó de la misma manera que en las últimas épocas de Rojas y Aramburu, violento. Bombas, incendios y sabotajes.
En La Plata se habían formado cinco células, que no se conocían entre sí. El único que las conocía era yo.
Volví a organizar el circuito de entrega de materiales. El sistema funcionaba como una cadena: unos grupos robaban los materiales, otros armaban los explosivos, otros los traían a La Plata, y se entregaban a las células que eran las encargadas de realizar los operativos. Dentro de esa cadena mi función era recibir los materiales, para luego hacer las entregas a las células de acción directa.
El contacto con los compañeros era en la calle, no se hablaba en ninguna oficina ni en ningún lugar determinado.
Mirándolo desde el presente me hace acordar a algunas películas. Ahora lo cuento así como una cosa simple pero la cuestión era brava.
Empiezo a recibir materiales y los entrego no sólo en La Plata, sino a todo el Gran Buenos Aires. Había tres tipos de bombas: las de mecha, las de detonador y las de tiempo.
Julio Troxler preparaba los relojes para las bombas de tiempo y me los entregaba.
Sabía del tema porque había sido de la policía.
Uno de los grupos más activos los constituían los compañeros que funcionaban en ATE (Asociación de Trabajadores del Estado). Al grupo lo formaban Eduardo Leguizamón, Lombardi, Haroldo Logiurato, Melo y Babi Molina, entre otros. También un tal Batisti que había venido a través de la Resistencia desde Rosario. Se había empezado una especie de rotación de compañeros, para que no los conocieran en los lugares donde venían a actuar.
Había otros grupos, como el de Miranda, Cantín, Hugo March y Casano.
En la parte gremial, uno de los más activos de La Plata fue Tito Pierini, del gremio de los petroleros.
Yo también tenía conexión, a través de Delfor Díaz, con un grupo de suboficiales que integraban entre otros Di Leo, Chávez y Di Gracia.
Simultáneamente a este accionar de La Plata, se producía en el Gran Buenos Aires, intensivamente, la colocación de bombas.
En Córdoba, en Mendoza, en todos lados.
Cualquiera que busque en los diarios de la época puede comprobar que eran cien bombas por día que explotaban en el país.
Un grupo del Gran Buenos Aires le había colocado una bomba a Patrón Laplacete, que había intervenido la CGT. La habían puesto, entre otros, dos mujeres. Porque en la Resistencia intervinieron muchas mujeres, y eso hay que destacarlo.
Anteriormente otros compañeros habían puesto una bomba en un edificio de Luz y Fuerza. Atilio Moya, que había sido dirigente (creo que de los azucareros), y una chica, que estuvo exiliada después que nosotros en Montevideo. Era maestra, Lucía Arauz de Lamadrid. Uno la veía y era una dulce maestra de primaria. ¡Y con ese apellido!. No sospechaban nunca que actuaba en la Resistencia. Entre Moya y ella la pusieron. Ella le hizo de apoyo en una confitería, en Once. Voló todo el edificio. Había sido en Capital. Una bomba fuerte. Hizo estragos en el edificio a dos cuadras del Congreso, detrás del Congreso.
Yo estaba cubierto por mi supuesto trabajo de jefe de ventas, pero tampoco era creíble que pasara de ser un activo militante a sólo un promotor de venta de metales, así que para despistar mi actividad dentro de la Resistencia, yo también actuaba en distintos estamentos. Habíamos constituido la Comisión de Retorno de Perón con el Capitán Otero, Juan Unamuno que había sido socialista convertido en peronista, Huwiller, Carlos Gelaber, el Dr. Carlos Carrasco, entre otros. Fue la primera Comisión pro retorno de Perón.
Para esa época se produce el intento de subversión de los Uturuncos en Tucumán. Uno de los hijos de don Juan Unamuno que integraba conmigo la comisión de retorno de Perón estaba es esa organización, que a la manera de la guerrilla rural, se habían encerrado en la sierra de Tucumán. Desde ahí amagaban con propagar sus acciones.
Este hijo, nos pide a través de Unamuno que le hiciéramos llegar radios y planos de la zona, para poderse desplazar. Eran ya guerrilleros. Entonces yo, que a esa época no estaba descubierto como miembro de la Resistencia, voy al Instituto Geográfico Militar y compro los planos de la zona y se los hago llegar a los guerrilleros Uturuncos.
El Ingeniero Cédola, que había sido Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, colaboró con el dinero para la compra de "materiales".
Compramos radios y les mandamos a este grupo Uturuncos, que al final se tuvieron que entregar. Pero crearon un foco de rebelión que cambió la forma de enfrentarse al gobierno. Asustaron bastante.
Uno de los que colaboraba conmigo e integraba la Comisión de Retorno de Perón, era como ya dije el Doctor Carlos Carrasco, que lo habían cesanteado como Juez por peronista.
Trabajaba en Buenos Aires de abogado, con otros abogados en un escritorio en Cerrito y Avenida de Mayo.
En La Plata, nos reuníamos en la casa de Huwiller, en calle 8 y 54. Huwiller había sido Secretario de la Cámara. Nos reuníamos en la casa de él, con este Doctor Carrasco, Otto Burgos, Marizcurrena, entre otros. Carrasco colaboraba con información. Como él tenía contacto con otros abogados, traía información de los Servicios de Informaciones, de las altas esferas de la Nación.
La acción era intensa y peligrosa, recuerdo que al caminar por la calle continuamente miraba para atrás y para los costados, esperando que en cualquier momento me descubrieran.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Entrevista a Ernesto Salas, autor de "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista"
«LA GUERRILLA PERONISTA NO NECESITABA CONCENSO PORQUE EL PUEBLO ES PERONISTA»
Por Gabriel Martín
Ernesto Salas fue un militante peronista en los ’70, y la lluvia de plomo lo llevó a estudiar los diversos por qué sobre lo que había pasado y sobre lo que le había tocado vivir. Aparenta menos años de lo que ha vivido y lleva una vida austera, acorde a su pensamiento, vendiendo libros en el centro porteño. También es sencillo en su intenso hablar, no posa como los historiadores «oficiales» y su trabajo lo muestra. Autor de «La Resistencia Peronista, La toma del frigorífico Lisandro de la Torre», Salas se remontó a la primera organización guerrillera del peronismo, investigación que plasmó en su reciente libro «Uturuncos, el origen de la guerrilla peronista».
¿Tomás el caso Uturuncos como la primera fuerza organizada y coordinada del peronismo luego del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955?
Hubo un primer proceso de resistencia insurreccional, que va del ’55 al ’58, que también estuvo organizado. Uturuncos no fue más organizado que lo anterior, lo que había fracasado fue la hipótesis de la insurrección, para los que dirigían Uturuncos; sobre todo después de la separación de John William Cooke de la conducción, y después de la huelga del frigorífico (Lisandro de la Torre) en enero de 1959, donde se dan las condiciones posibles de la insurrección, que era la huelga general y la acción de los Comandos de la Resistencia, hecho muy sonado a nivel nacional. Eso fracasa por distintas razones, que después cada uno hará reflexiones sobre el asunto, como hizo Cooke. Para este comando que estaba en Tucumán, la reflexión es «acá se terminó un período y hay que hacer algo nuevo», porque no es que esto funcionó, no funcionó la idea que la huelga general y una serie de atentados más o menos organizados a nivel nacional, iban a expulsar a la dictadura, entonces deciden pasar a una etapa diferente. No era algo que proponían al conjunto del Movimiento, ellos lo ejecutaban como comando independiente de Tucumán, con una relación muy fuerte con Cooke. Lo importante es que esto es un hallazgo, al menos para mí, que fue entender que la guerrilla en la Argentina surgió de una reflexión interna de los sectores en conflicto en el país, no de algo transportado, sacado de una experiencia externa y aplicada acá, como fue el caso de la Revolución Cubana. El origen real, de la primer guerrilla argentina que son los Uturuncos, surge de una reflexión interna y no de una copia a la Revolución Cubana, aunque tenía cierto atractivo que se había producido la revolución en la isla, aunque si tuvo mucha influencia la guerra en Argelia.
Pero en varios pasajes del libro se presentan ambas influencias.
Sí, pero el peronismo tuvo una relación ambigua con la Revolución Cubana, no con la de Argelia, que era más claramente una guerra de liberación. En el caso cubano, la idea de que los norteamericanos le habían soltado la mano a Batista, que le habrían dado un apoyo a Fidel, y no sólo esto sino que los sectores de poder en Argentina reflejaban en los diarios, era que la Revolución Cubana había derrocado a un tirano que era Batista, que era igual que Perón. La madre del Che le escribe una carta en ese tono y el Che le contesta «ahora estarás contenta porque vos y los de tu clase tienen lo que tienen», pero Batista no era igual que Perón, en realidad, el Che, que no era para nada peronista, dice «allá, en Argentina las sirvientas lloraban la caída de Perón, en Cuba el pueblo no lloró a Batista», y ahí está la absoluta diferencia. En un momento el Che llegó a decir que el único sector gris que quedaba en Latinoamérica era la Argentina, luego del derrocamiento de Arbenz en Guatemala, ya que para él Perón no era un líder revolucionario, pero de hecho no era un líder proyanqui, y ahora ese gris había cambiado y con la Libertadora los norteamericanos podían controlar el conjunto de Sudamérica. La Revolución Cubana era mal vista. En el diario La Nación, aparecían alabanzas a la Revolución Cubana en sus primeros quince días, y todos los periodistas buscaban al argentino que había participado en esa revolución. Por eso para el peronismo le resultaba muy sospechosa la revolución cubana, más allá de que algún peronista individual le gustara la idea de la guerra de guerrillas, pero no era el caso de los Uturuncos, para ellos corrían los mismo prejuicios que para el conjunto del peronismo.
Pero hay testimonios en el libro que marcan lo contrario...
Bueno, Serravalle en su testimonio dice: «Nosotros vimos los triunfos del Che y de Fidel, y pensamos en imitarlos», pero eso es una reflexión de él. La realidad es que en un principio, el peronismo tuvo mucha desconfianza a la Revolución.
Igualmente, está también las palabras de Guillén, y no sólo él, que la única forma de traerlo a Perón era con la guerrilla.
La diferencia que tiene esta particularidad de la guerra de guerrillas, es que los intelectuales de Buenos Aires que quieren hacer una guerrilla en Tucumán, es que no viven en esa provincia. Los tucumanos tienen el cerro al lado. No es lo mismo vivir en una región donde hay selva y pensar en llevar la guerra allí, a pensarlo teóricamente y definir que la guerra tiene que hacerse en la selva, y trasladar la guerrilla a la selva. Esta gente vive en Tucumán. La guerrilla de Uturuncos no es un foco, no tiene esa concepción porque no piensan que eso va a «iluminar» al conjunto de la población. Tampoco era una guerrilla rural, porque la mayoría de los militantes eran de la ciudad, tenía cierto carácter rural porque consideraron que el lugar más fácil para poder iniciar una guerra era la selva, y la selva está al lado, y suben a la montaña en el momento que lo necesiten. Uno tiene la idea de la guerrilla más parecida a la de los ’70, de intelectuales que plantean en determinado momento qué es lo que había que hacer; pero acá también había intelectuales, que deciden que la etapa insurreccional de los primeros tres años de resistencia ha fracasado, y que ahora hay que llevar la guerra a otros campos. En este sentido sí hay cierta copia, podríamos decir, a la experiencia cubana en cuanto a la guerra de guerrillas, pero la guerrilla no es un invento de los cubanos. La idea en sí, era una guerrilla con posibilidad de moverse libremente en un territorio no controlado, atacar por sorpresa y combatir a un enemigo infinitamente superior con un grupo mal armado. En ese sentido Guillén tiene muy claro la guerrilla, de hecho luego escribirá los tratados de guerrilla urbana, de los que hay dos, el de Madriguera en Brasil, y el de Guillén publicado en Uruguay. Guillén lo tenía claro en ese sentido, ahora de ahí a que la guerrilla estuviera trazada con tiralíneas, creo que no. Pienso que hay una reflexión sobre lo que está sucediendo y una improvisación en el camino.
También marcás que tenía un contacto fluido con John William Cooke, que si bien no lo tomás como un foco en particular, la idea era que esto genere una reacción en el resto del país con el objetivo final de traerlo a Perón al país.
Lo que pasa es que a diferencia de otras guerrillas, la guerrilla peronista no necesita de antemano contar con el consenso de la población, porque el consenso de la población lo tiene, porque el pueblo es peronista. Por eso marco en el libro marco muy claramente, cómo se había votado en cada una de las elecciones posteriores al derrocamiento de Perón, por opciones peronistas o por otras que el peronismo había ordenado como el voto en blanco en 1957 y la elección a Frondizi en el ’58. La mayor parte del electorado tucumano era peronista. Por lo tanto una guerrilla, o un intento armado de la característica de Uturuncos, en la montaña de Tucumán atraía adhesiones, no necesitaban justificar por qué se habían levantado, estaba claro. Esto es una diferencia de otras guerrillas que al no pertenecer a la identidad popular, tratan de justificar su acción por la identidad popular pero esta no le es propia, por lo que el pueblo puede decir «esto no es nuestro». Se levanta una guerrilla por el retorno de Perón, y la gente peronista lo entiende.
Por lo general se toma la experiencia de Uturuncos como un alzamiento aislado, reivindicatorio del peronismo, pero no articulado.
Claro, pero es importante aclarar de Uturuncos, es que no es independiente. Incluso después de que Cooke es separado de la conducción, se establece un consejo supervisor del peronismo, y un organismo llamado el COR, el Comando de Operaciones de la Resistencia, que lo dirigía el general Iñiguez, que era un militar, no era casualidad que no fuera un civil, porque la finalidad era tratar de subordinar todas las expresiones armadas civiles, a este comando dirigido por este General retirado. Uturuncos no actuaban de forma independiente, de hecho, una de las versiones que se manejan es que Uturuncos tratan de hacer el operativo de la toma de la comisaría de Frías, porque hay una especie de coordinación de grupos de Iñiguez del COR, para hacer una especie de levantamiento cuasi insurreccional hacia fines de ese año, que Iñiguez no lo hace hasta un año después, cuando intenta el golpe en agosto del ’60. Es decir, ellos no eran absolutamente independientes para definir sus políticas. Lo eran en la medida de que por ese momento la resistencia era bastante inorgánica y se hacía bastante lo que se daba la gana, pero en cierto modo, para tratar de tener cierta efectividad trataban de coordinar con aquellos que tal vez no sean de la misma línea política que ellos tenían, como en el caso de Iñiguez.
Más allá que la experiencia de Uturuncos duró apenas casi un año, fue un acelerador hacia la lucha armada para enfrentar a la dictadura y buscar el retorno de Perón.
Uturuncos abre una puerta. Ellos dejaron entrever que los comandos estaban muy mal armados en lo previo, aunque tenían otras funciones. Lo que tratan de hacer es especializar la resistencia. Así como la resistencia había pasado del petardo casero al explosivo; en el caso de organización lo mismo, el comando era un grupo casi informal de personas que esporádicamente se reunían con un objetivo político, la guerrilla implica un compromiso diferente, ni más ni menos pasar a la guerra. En este sentido, el debate de los Uturuncos es mucho más sencillo que la discusión posterior, no es el ejemplo y de ahí en más todos van a la guerrilla. Entre junio del ’60, cuando los Uturuncos ya están prácticamente desarticulados, hasta la experiencia de Taco Ralo de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), en el ’68, lo que hay aparte de algunos intentos guerrilleros, se genera un inmenso debate. Entre casi todas esas guerrillas, como el Ejército Guerrillero del Pueblo de Jorge Ricardo Massetti que fue en apoyo del Che, Tacuara, como el grupo del Vasco Bengoechea, son no peronistas, salvo Tacuara. Estas guerrillas van a estar vinculadas directamente a la idea del foco, ocho, diez o quince personas, que es lo que decía el Che que era necesario para armar un foco, colocadas en un territorio tratando de hacer una resistencia y llamando al resto de la población a combatir, por motivos claros de la época. No se plantea la organización política como parte constitutiva del grupo. En el caso de los Uturuncos fue al revés, en la etapa de comando, que era bien política, y después decidieron llegar a la estrategia guerrillera. En cambio en el otro caso, recién va estar el planteo posfoquista en las grandes organizaciones, como las FAP, o ya en Montoneros o el ERP. Aquí se plantean una etapa diferente. Para el ERP el la concepción del partido es lo fundamental. Montoneros empieza como una organización cuasi foquista, ligada al peronismo, y se abre como organización política en las elecciones de 1973. La mayor parte de las experiencias posteriores van a tener una preocupación muy fuerte por ambos aspectos, no sólo por la guerra. Todo el período anterior, del ’59 al ’68, son experiencias efímeras, que duran el tiempo que tardan en detectarlas, casi no asentadas en el territorio, con pocas redes políticas, salvo las FAP que su diferencia y marca el ’68 como momento de inflexión, es que aunque el campamento de las FAP es descubierto y desarticulado, la organización perdura en el tiempo, mientras que las anteriores cuando sucedía esto, desaparecían. Tanto los Uturuncos, como el EGP, como Bengoechea, cuando caía la represión sobre ellos, el grupo se extinguía, porque no tenían una red más amplia más allá de la necesaria para armar la guerrilla.
También marcás cuestiones ejemplares sobre la convicción de lucha, como el caso de la FOTIA a los que Perón los «corta», y luego del ’55 son los primeros en plegarse a la Resistencia.
Sí, a mi me pareció como una cosa ejemplar. El objetivo real del pueblo es la organización para su propio beneficio en la lucha. A veces es mucho más fuerte la conciencia de un trabajador, como un dirigente de las huelgas durante el peronismo, de seguir siendo peronistas porque sabían que este era el camino, más allá de Perón. Es lo mismo que le pasó a Cipriano Reyes: era un matón, no era aquel ««lúcido militante de la carne», era un tipo bravo de un sindicato fuerte en una época complicada. Antes que a Perón lo bajen de la vicepresidencia en el ’45, en un acto en Berisso en el que iba a hablar Perón no lo dejaron hablar, le cortaron el micrófono a Perón. Y Reyes, que sabía que Perón no era su enemigo, como viejo pillo sabía que su éxito estaba atado al de Perón, tanto como un montón de trabajadores. Por eso, podía estar en las barricadas del 17 de octubre un tipo que había sido casi excluido.
Volviendo a la FOTIA, la huelga del ’49 que la enfrentó a Perón había sido muy fuerte.
¿Qué había pasado con la FOTIA? Había tenido una huelga muy grande en 1949, y fue descabezada por Perón otorgando todos los beneficios que el gremio pedía, pero al mismo tiempo la FOTIA debía estar dentro de un sindicato más grande. Algunos de los participantes de la huelga, son echados del sindicato y desafiliados del peronismo. En el caso de Romano, a pesar de participar en la huelga del ’49, va a tener un cargo menor en el segundo gobierno peronista. Cuando viene la etapa de la Resistencia, no es una casualidad de que haya muchísimos peronistas en cargos de baja graduación, como ser delegados u obreros comunes, cuando se produce el golpe militar, salgan a hacer algo. Y en ese «hacer algo» remplazan a aquellos anteriores, que estaban presos, que querían negociar y ver como zafaban, porque no todos fueron al combate, había tipos que se ocultaron y se metieron debajo de la cama, como Antonio Cafiero, no existieron en la Resistencia más allá de que ahora se quieren reivindicar de la Resistencia.
Ahí se da todo un reacomodamiento del peronismo como fuerza popular.
Y, ahí los peronistas se ven despojados de su gobierno, del Estado, del partido, se despojaron de los dirigentes acomodaticios del peronismo, entonces, «ahora se ven los pingos». Como dice uno de los documentos del Comando Nacional Peronista, «ahora el verdadero dirigente hay que demostrarlo». Porque ahí es cuando había que demostrar, porque dirigente no es el que ejerce cuando está todo bien, lo alabamos a Perón, cuando comemos todos. Cuando se nos vienen encima, los verdaderos dirigentes son los que luchan y los que no luchan, son unos traidores que estaban negociando. Hubo como una especie de primer limpieza del peronismo, en la cual de aquellos acomodaticios fueron reemplazados por los nuevos.
«LA GUERRILLA PERONISTA NO NECESITABA CONCENSO PORQUE EL PUEBLO ES PERONISTA»
Por Gabriel Martín
Ernesto Salas fue un militante peronista en los ’70, y la lluvia de plomo lo llevó a estudiar los diversos por qué sobre lo que había pasado y sobre lo que le había tocado vivir. Aparenta menos años de lo que ha vivido y lleva una vida austera, acorde a su pensamiento, vendiendo libros en el centro porteño. También es sencillo en su intenso hablar, no posa como los historiadores «oficiales» y su trabajo lo muestra. Autor de «La Resistencia Peronista, La toma del frigorífico Lisandro de la Torre», Salas se remontó a la primera organización guerrillera del peronismo, investigación que plasmó en su reciente libro «Uturuncos, el origen de la guerrilla peronista».
¿Tomás el caso Uturuncos como la primera fuerza organizada y coordinada del peronismo luego del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955?
Hubo un primer proceso de resistencia insurreccional, que va del ’55 al ’58, que también estuvo organizado. Uturuncos no fue más organizado que lo anterior, lo que había fracasado fue la hipótesis de la insurrección, para los que dirigían Uturuncos; sobre todo después de la separación de John William Cooke de la conducción, y después de la huelga del frigorífico (Lisandro de la Torre) en enero de 1959, donde se dan las condiciones posibles de la insurrección, que era la huelga general y la acción de los Comandos de la Resistencia, hecho muy sonado a nivel nacional. Eso fracasa por distintas razones, que después cada uno hará reflexiones sobre el asunto, como hizo Cooke. Para este comando que estaba en Tucumán, la reflexión es «acá se terminó un período y hay que hacer algo nuevo», porque no es que esto funcionó, no funcionó la idea que la huelga general y una serie de atentados más o menos organizados a nivel nacional, iban a expulsar a la dictadura, entonces deciden pasar a una etapa diferente. No era algo que proponían al conjunto del Movimiento, ellos lo ejecutaban como comando independiente de Tucumán, con una relación muy fuerte con Cooke. Lo importante es que esto es un hallazgo, al menos para mí, que fue entender que la guerrilla en la Argentina surgió de una reflexión interna de los sectores en conflicto en el país, no de algo transportado, sacado de una experiencia externa y aplicada acá, como fue el caso de la Revolución Cubana. El origen real, de la primer guerrilla argentina que son los Uturuncos, surge de una reflexión interna y no de una copia a la Revolución Cubana, aunque tenía cierto atractivo que se había producido la revolución en la isla, aunque si tuvo mucha influencia la guerra en Argelia.
Pero en varios pasajes del libro se presentan ambas influencias.
Sí, pero el peronismo tuvo una relación ambigua con la Revolución Cubana, no con la de Argelia, que era más claramente una guerra de liberación. En el caso cubano, la idea de que los norteamericanos le habían soltado la mano a Batista, que le habrían dado un apoyo a Fidel, y no sólo esto sino que los sectores de poder en Argentina reflejaban en los diarios, era que la Revolución Cubana había derrocado a un tirano que era Batista, que era igual que Perón. La madre del Che le escribe una carta en ese tono y el Che le contesta «ahora estarás contenta porque vos y los de tu clase tienen lo que tienen», pero Batista no era igual que Perón, en realidad, el Che, que no era para nada peronista, dice «allá, en Argentina las sirvientas lloraban la caída de Perón, en Cuba el pueblo no lloró a Batista», y ahí está la absoluta diferencia. En un momento el Che llegó a decir que el único sector gris que quedaba en Latinoamérica era la Argentina, luego del derrocamiento de Arbenz en Guatemala, ya que para él Perón no era un líder revolucionario, pero de hecho no era un líder proyanqui, y ahora ese gris había cambiado y con la Libertadora los norteamericanos podían controlar el conjunto de Sudamérica. La Revolución Cubana era mal vista. En el diario La Nación, aparecían alabanzas a la Revolución Cubana en sus primeros quince días, y todos los periodistas buscaban al argentino que había participado en esa revolución. Por eso para el peronismo le resultaba muy sospechosa la revolución cubana, más allá de que algún peronista individual le gustara la idea de la guerra de guerrillas, pero no era el caso de los Uturuncos, para ellos corrían los mismo prejuicios que para el conjunto del peronismo.
Pero hay testimonios en el libro que marcan lo contrario...
Bueno, Serravalle en su testimonio dice: «Nosotros vimos los triunfos del Che y de Fidel, y pensamos en imitarlos», pero eso es una reflexión de él. La realidad es que en un principio, el peronismo tuvo mucha desconfianza a la Revolución.
Igualmente, está también las palabras de Guillén, y no sólo él, que la única forma de traerlo a Perón era con la guerrilla.
La diferencia que tiene esta particularidad de la guerra de guerrillas, es que los intelectuales de Buenos Aires que quieren hacer una guerrilla en Tucumán, es que no viven en esa provincia. Los tucumanos tienen el cerro al lado. No es lo mismo vivir en una región donde hay selva y pensar en llevar la guerra allí, a pensarlo teóricamente y definir que la guerra tiene que hacerse en la selva, y trasladar la guerrilla a la selva. Esta gente vive en Tucumán. La guerrilla de Uturuncos no es un foco, no tiene esa concepción porque no piensan que eso va a «iluminar» al conjunto de la población. Tampoco era una guerrilla rural, porque la mayoría de los militantes eran de la ciudad, tenía cierto carácter rural porque consideraron que el lugar más fácil para poder iniciar una guerra era la selva, y la selva está al lado, y suben a la montaña en el momento que lo necesiten. Uno tiene la idea de la guerrilla más parecida a la de los ’70, de intelectuales que plantean en determinado momento qué es lo que había que hacer; pero acá también había intelectuales, que deciden que la etapa insurreccional de los primeros tres años de resistencia ha fracasado, y que ahora hay que llevar la guerra a otros campos. En este sentido sí hay cierta copia, podríamos decir, a la experiencia cubana en cuanto a la guerra de guerrillas, pero la guerrilla no es un invento de los cubanos. La idea en sí, era una guerrilla con posibilidad de moverse libremente en un territorio no controlado, atacar por sorpresa y combatir a un enemigo infinitamente superior con un grupo mal armado. En ese sentido Guillén tiene muy claro la guerrilla, de hecho luego escribirá los tratados de guerrilla urbana, de los que hay dos, el de Madriguera en Brasil, y el de Guillén publicado en Uruguay. Guillén lo tenía claro en ese sentido, ahora de ahí a que la guerrilla estuviera trazada con tiralíneas, creo que no. Pienso que hay una reflexión sobre lo que está sucediendo y una improvisación en el camino.
También marcás que tenía un contacto fluido con John William Cooke, que si bien no lo tomás como un foco en particular, la idea era que esto genere una reacción en el resto del país con el objetivo final de traerlo a Perón al país.
Lo que pasa es que a diferencia de otras guerrillas, la guerrilla peronista no necesita de antemano contar con el consenso de la población, porque el consenso de la población lo tiene, porque el pueblo es peronista. Por eso marco en el libro marco muy claramente, cómo se había votado en cada una de las elecciones posteriores al derrocamiento de Perón, por opciones peronistas o por otras que el peronismo había ordenado como el voto en blanco en 1957 y la elección a Frondizi en el ’58. La mayor parte del electorado tucumano era peronista. Por lo tanto una guerrilla, o un intento armado de la característica de Uturuncos, en la montaña de Tucumán atraía adhesiones, no necesitaban justificar por qué se habían levantado, estaba claro. Esto es una diferencia de otras guerrillas que al no pertenecer a la identidad popular, tratan de justificar su acción por la identidad popular pero esta no le es propia, por lo que el pueblo puede decir «esto no es nuestro». Se levanta una guerrilla por el retorno de Perón, y la gente peronista lo entiende.
Por lo general se toma la experiencia de Uturuncos como un alzamiento aislado, reivindicatorio del peronismo, pero no articulado.
Claro, pero es importante aclarar de Uturuncos, es que no es independiente. Incluso después de que Cooke es separado de la conducción, se establece un consejo supervisor del peronismo, y un organismo llamado el COR, el Comando de Operaciones de la Resistencia, que lo dirigía el general Iñiguez, que era un militar, no era casualidad que no fuera un civil, porque la finalidad era tratar de subordinar todas las expresiones armadas civiles, a este comando dirigido por este General retirado. Uturuncos no actuaban de forma independiente, de hecho, una de las versiones que se manejan es que Uturuncos tratan de hacer el operativo de la toma de la comisaría de Frías, porque hay una especie de coordinación de grupos de Iñiguez del COR, para hacer una especie de levantamiento cuasi insurreccional hacia fines de ese año, que Iñiguez no lo hace hasta un año después, cuando intenta el golpe en agosto del ’60. Es decir, ellos no eran absolutamente independientes para definir sus políticas. Lo eran en la medida de que por ese momento la resistencia era bastante inorgánica y se hacía bastante lo que se daba la gana, pero en cierto modo, para tratar de tener cierta efectividad trataban de coordinar con aquellos que tal vez no sean de la misma línea política que ellos tenían, como en el caso de Iñiguez.
Más allá que la experiencia de Uturuncos duró apenas casi un año, fue un acelerador hacia la lucha armada para enfrentar a la dictadura y buscar el retorno de Perón.
Uturuncos abre una puerta. Ellos dejaron entrever que los comandos estaban muy mal armados en lo previo, aunque tenían otras funciones. Lo que tratan de hacer es especializar la resistencia. Así como la resistencia había pasado del petardo casero al explosivo; en el caso de organización lo mismo, el comando era un grupo casi informal de personas que esporádicamente se reunían con un objetivo político, la guerrilla implica un compromiso diferente, ni más ni menos pasar a la guerra. En este sentido, el debate de los Uturuncos es mucho más sencillo que la discusión posterior, no es el ejemplo y de ahí en más todos van a la guerrilla. Entre junio del ’60, cuando los Uturuncos ya están prácticamente desarticulados, hasta la experiencia de Taco Ralo de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), en el ’68, lo que hay aparte de algunos intentos guerrilleros, se genera un inmenso debate. Entre casi todas esas guerrillas, como el Ejército Guerrillero del Pueblo de Jorge Ricardo Massetti que fue en apoyo del Che, Tacuara, como el grupo del Vasco Bengoechea, son no peronistas, salvo Tacuara. Estas guerrillas van a estar vinculadas directamente a la idea del foco, ocho, diez o quince personas, que es lo que decía el Che que era necesario para armar un foco, colocadas en un territorio tratando de hacer una resistencia y llamando al resto de la población a combatir, por motivos claros de la época. No se plantea la organización política como parte constitutiva del grupo. En el caso de los Uturuncos fue al revés, en la etapa de comando, que era bien política, y después decidieron llegar a la estrategia guerrillera. En cambio en el otro caso, recién va estar el planteo posfoquista en las grandes organizaciones, como las FAP, o ya en Montoneros o el ERP. Aquí se plantean una etapa diferente. Para el ERP el la concepción del partido es lo fundamental. Montoneros empieza como una organización cuasi foquista, ligada al peronismo, y se abre como organización política en las elecciones de 1973. La mayor parte de las experiencias posteriores van a tener una preocupación muy fuerte por ambos aspectos, no sólo por la guerra. Todo el período anterior, del ’59 al ’68, son experiencias efímeras, que duran el tiempo que tardan en detectarlas, casi no asentadas en el territorio, con pocas redes políticas, salvo las FAP que su diferencia y marca el ’68 como momento de inflexión, es que aunque el campamento de las FAP es descubierto y desarticulado, la organización perdura en el tiempo, mientras que las anteriores cuando sucedía esto, desaparecían. Tanto los Uturuncos, como el EGP, como Bengoechea, cuando caía la represión sobre ellos, el grupo se extinguía, porque no tenían una red más amplia más allá de la necesaria para armar la guerrilla.
También marcás cuestiones ejemplares sobre la convicción de lucha, como el caso de la FOTIA a los que Perón los «corta», y luego del ’55 son los primeros en plegarse a la Resistencia.
Sí, a mi me pareció como una cosa ejemplar. El objetivo real del pueblo es la organización para su propio beneficio en la lucha. A veces es mucho más fuerte la conciencia de un trabajador, como un dirigente de las huelgas durante el peronismo, de seguir siendo peronistas porque sabían que este era el camino, más allá de Perón. Es lo mismo que le pasó a Cipriano Reyes: era un matón, no era aquel ««lúcido militante de la carne», era un tipo bravo de un sindicato fuerte en una época complicada. Antes que a Perón lo bajen de la vicepresidencia en el ’45, en un acto en Berisso en el que iba a hablar Perón no lo dejaron hablar, le cortaron el micrófono a Perón. Y Reyes, que sabía que Perón no era su enemigo, como viejo pillo sabía que su éxito estaba atado al de Perón, tanto como un montón de trabajadores. Por eso, podía estar en las barricadas del 17 de octubre un tipo que había sido casi excluido.
Volviendo a la FOTIA, la huelga del ’49 que la enfrentó a Perón había sido muy fuerte.
¿Qué había pasado con la FOTIA? Había tenido una huelga muy grande en 1949, y fue descabezada por Perón otorgando todos los beneficios que el gremio pedía, pero al mismo tiempo la FOTIA debía estar dentro de un sindicato más grande. Algunos de los participantes de la huelga, son echados del sindicato y desafiliados del peronismo. En el caso de Romano, a pesar de participar en la huelga del ’49, va a tener un cargo menor en el segundo gobierno peronista. Cuando viene la etapa de la Resistencia, no es una casualidad de que haya muchísimos peronistas en cargos de baja graduación, como ser delegados u obreros comunes, cuando se produce el golpe militar, salgan a hacer algo. Y en ese «hacer algo» remplazan a aquellos anteriores, que estaban presos, que querían negociar y ver como zafaban, porque no todos fueron al combate, había tipos que se ocultaron y se metieron debajo de la cama, como Antonio Cafiero, no existieron en la Resistencia más allá de que ahora se quieren reivindicar de la Resistencia.
Ahí se da todo un reacomodamiento del peronismo como fuerza popular.
Y, ahí los peronistas se ven despojados de su gobierno, del Estado, del partido, se despojaron de los dirigentes acomodaticios del peronismo, entonces, «ahora se ven los pingos». Como dice uno de los documentos del Comando Nacional Peronista, «ahora el verdadero dirigente hay que demostrarlo». Porque ahí es cuando había que demostrar, porque dirigente no es el que ejerce cuando está todo bien, lo alabamos a Perón, cuando comemos todos. Cuando se nos vienen encima, los verdaderos dirigentes son los que luchan y los que no luchan, son unos traidores que estaban negociando. Hubo como una especie de primer limpieza del peronismo, en la cual de aquellos acomodaticios fueron reemplazados por los nuevos.
Entrevista de la revista Mayoría a un comandante uturungo (sic)
"NOS CONSIDERAMOS SOLDADOS Y COMO TALES RECLAMAMOS EL MISMO TRATO QUE DAREMOS A QUIENES TENGAN LA DESGRACIA DE LUCHAR CONTRA NOSOTROS"
[Fragmentos del reportaje publicado en la revista Mayoría en enero de 1960]
LOS OBJETIVOS DE LA LUCHA
¿Por qué motivo se ha levantado Ud. en armas con sus hombres?
Acicateados por nuestro orgullo de argentinos conscientes de que la Patria maniatada esta siendo convertida en una colonia del imperialismo, hemos resuelto tomar las armas en su defensa. Hemos jurado ante dios, fuente de toda razón y justicia, como así ante el Padre de Patria, General José de San Martín, morir por ella ante de verla postrada y encadenada a la voluntad de potencias extranjeras.
¿Cuál es el objetivo final de la lucha?
Nuestras banderas son la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social. Entendemos a la Soberanía Política como la unidad espiritual de la Nación y la real afirmación de la personalidad de la Patria en sus relaciones con el mundo, aspirando a la recuperación de los grandes valores morales sobre los que fue fundada. Entendemos que la Independencia Económica nos impone la recuperación de todos los resortes económicos y financieros de la Nación, vilmente entregados al extranjero por los mercaderes que la venden en criminal remate. Entendemos la Justicia Social fundada en la promoción de los trabajadores a la dignidad que corresponde en una concepción cristiana de la persona humana; de la familia y del trabajo; reconocimiento del derecho y de la obligación de trabajar; a una retribución justa; a las condiciones dignas del trabajo; a la prevención de la salud; al bienestar; a la seguridad social; a la consolidación de la familia; al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales.
EL PROGRAMA CONCRETO
¿Cuál es el programa concreto de su movimiento?
Bajo la protección de esas banderas consustanciadas con la gloriosa enseña azul y blanca, que preside nuestros destinos, juramos vivir o morir por los siguientes objetivos:
1) Retorno a la Patria del general Juan Perón, y devolución del cadáver de la protectora de los humildes Eva Perón.
2)Rescisión de los contratos económicos financieros que afectan a la soberanía y dignidad nacional, especialmente los contratos petroleros, Cade, Ansec, Otto Bemberg, Dinie y todas las entregas efectuadas con el patrimonio del país al Fondo Monetario Internacional y demás instituciones del imperialismo.
3)La coexistencia armoniosa y prospera de una industria y comercio floreciente, una clase media y profesional progresista y una masa trabajadora dignificada y participe de la riqueza de la Nación. Para que ello pueda ser realidades llevara a cabo como base principal una amplia y profunda reforma agraria, eliminando definitivamente en el país la gravitación de la funesta oligarquía terrateniente.
4)La promoción de una amplia política familiar que respetando su intimidad, fecundidad y espiritualidad, promueva su constitución y desenvolvimiento sin quebrar su unidad; un régimen de remuneraciones que contemple las asignaciones familiares; la adquisición en propiedad de viviendas dignas, el derecho de los padres a la educación de sus hijos y su efectivo ejercicio, cualquiera fuere su situación económica.
PROTECCION DE LA INDUSTRIA NACIONAL
5)El establecimiento de un sistema económico financiero que proteja a la industria y al comercio nacional, al borde ya de la quiebra, por los sistemas económicos liberales, entronizados en nuestra Patria desde setiembre de 1955.
6)Conscientes del inmenso esfuerzo que deberá realizar la clase trabajadora para hacer reflotar el país del abismo a que ha sido precipitado, los que ofrendamos nuestras vidas al servicio de su liberación pediremos a nuestros hermanos trabajadores y asalariados que homenaje a la patria, ofrezcan al gobierna revolucionario la suscripción de un Empréstito de Salvación Nacional, que integraran con el valor de dos horas de trabajo diario suplementario, durante un periodo de tres años, y que será rescatado en veinte años.
7)La convivencia de todos los argentinos y extranjeros que habitan el suelo patrio, sin discriminación de colores y matices políticos e ideológicos. Ello significa que nos anima un afán de secta ni la petulancia de poseer el monopolio exclusivo ni excluyente de la mejor razón.
8)Recuperar la Tercera Posición, pregonada y practicada por el general Juan Perón, que continuara siendo la bandera del pueblo para el pueblo en convivencia dinámica y constructiva con todas las naciones y regímenes políticos y sociales de la tierra.
LA GUERRA DE GUERRILLAS
¿Cree Ud. Que la Argentina por su topografía, permite una prolongada actividad de guerrillas, a pesar de los armamentos y métodos modernos de que puedan disponer las fuerzas de represión?
La guerra de guerrillas es la guerra revolucionaria del pueblo en armas, contra la cual se estrellan los ejércitos que son utilizados para enajenar la soberanía de la Patria. Estamos seguros de que el Ejercito Argentino no peleara en defensa de un Gobierno que traiciona la Nación y que ha cerrado al pueblo todos los caminos normales. Confiamos en que excepto los altos jerarcas militares entregados al oro extranjero, los oficiales, suboficiales y tropa con sentido de Patria no lucharan en contra de los hermanos que quieren liberarlas para todos. En cuanto a la topografía, toda ella es buena, incluso las ciudades, si hay corazones argentinos dispuestos a cumplir con su deber.
¿Qué sanciones contra los traidores al país o los que en la represión de su Movimiento violen las normas humanas?
Los que traicionan nuestras propias filas, quienes repriman a sangre y fuego nuestra gesta de liberación, o los que torturen y cometan atrocidades con los integrantes de las guerrillas o sus simpatizantes en la retaguardia, serán considerados por nosotros como criminales de guerra y pasados por las armas.
¿La guerrilla cuenta con apoyo moral y material de la población de las zonas en las que opera?
Estamos seguros de que millones de hombres y mujeres sumaran sus voluntades y la resolución de ofrendar sus vidas en los campos, pueblos y ciudades, antes que ver condenados a sus hijos a la miseria y esclavitud. Las pruebas que hemos recibido nos afirman en tal actitud.
UNA ADVERTENCIA A LA OPINION PUBLICA
¿Se consideran ustedes combatientes sujetos a las normas de la guerra?
Nos consideramos soldados, y como tales reclamamos el mismo trato que daremos a quienes tengan la desgracia de luchar contra nosotros. Desde ya anticipamos que cuidaremos ajenos como los propios, y devolveremos a su hogar a todos los prisioneros que caigan en nuestras manos. Solo retendremos y juzgaremos a los jefes que hayan cometido crímenes de guerra. Los hombres y mujeres que nos enrolamos en la lucha conocemos que el aparato propagandístico nacional y extranacional al servicio de la oligarquía nos hará objeto de las más atroces calumnias y calificaciones. Los epítetos de bandoleros, comunistas, nacionalistas, etc., adornaran seguramente los titulares de la prensa amarilla, y cuanto crimen sobre en los archivos de la República será cargado a nuestra cuenta. Ante esas perspectivas, deseamos advertir a la opinión que ello no agreda nuestro animo de luchar y vencer, como así también que no perdonaremos los crímenes que cometan con nuestros soldados, sus familiares y sus bienes.
¿No temen Uds. Afrontar a alas fuerzas de la represión infinitamente superiores?
Creo haber contestado anteriormente a esta pregunta, pero en todo caso pueden ustedes decir que, cuando hemos resuelto afrontar esta lucha, no hemos tenido en cuenta nuestra vida física. Tenemos la mejor razón histórica, combatimos por la salvación del ochenta por ciento de los habitantes del país y ganaremos. No será la primera ni ultima vez que un puñado de hombres salva a una Nación.
LA "OPERACIÓN FRIAS"
¿Se cumplió la finalidad de la operación Frías?
A la perfección y tal cual fue proyectada. Lo mismo sucederá con las próximas. Nadie espere de nosotros operaciones diarias ni golpes espectaculares, pues nuestra misión es liberar definitivamente a la Nación, y ello es una tarea larga y penosa.
¿Tiene algo que decir con respecto al tratamiento que se ha dado a los hombres capturados en Tucumán?
Hasta ahora solo sabemos de golpes y malos tratos cometidos contra algunos de los compañeros que cayeron. Si confirmamos tales malos tratos, los cobraremos oportunamente.
¿Cuándo terminara la lucha?
Hasta que regrese a la Patria el general Perón y se cumpla el programa que enarbolamos.
¿Admiten Uds. combatientes de todas las ideologías?
Nosotros no hacemos discriminaciones respecto de los que quieren ser combatientes por la Liberación de la Patria. Nuestras banderas alcanzan al ochenta por ciento de la población, que en su diferente condición social pueden y deben participar en la lucha.
CENTENARES DE UTURUNGOS
¿Es usted el único comandante Uturungo?
Soy y no soy el único Uturungo. Dentro de poco habrá centenares de Uturungos en el país, incluso en los bosques de cemento armado como son las grandes ciudades, donde también nacerán los Uturungos.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
"NOS CONSIDERAMOS SOLDADOS Y COMO TALES RECLAMAMOS EL MISMO TRATO QUE DAREMOS A QUIENES TENGAN LA DESGRACIA DE LUCHAR CONTRA NOSOTROS"
[Fragmentos del reportaje publicado en la revista Mayoría en enero de 1960]
LOS OBJETIVOS DE LA LUCHA
¿Por qué motivo se ha levantado Ud. en armas con sus hombres?
Acicateados por nuestro orgullo de argentinos conscientes de que la Patria maniatada esta siendo convertida en una colonia del imperialismo, hemos resuelto tomar las armas en su defensa. Hemos jurado ante dios, fuente de toda razón y justicia, como así ante el Padre de Patria, General José de San Martín, morir por ella ante de verla postrada y encadenada a la voluntad de potencias extranjeras.
¿Cuál es el objetivo final de la lucha?
Nuestras banderas son la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social. Entendemos a la Soberanía Política como la unidad espiritual de la Nación y la real afirmación de la personalidad de la Patria en sus relaciones con el mundo, aspirando a la recuperación de los grandes valores morales sobre los que fue fundada. Entendemos que la Independencia Económica nos impone la recuperación de todos los resortes económicos y financieros de la Nación, vilmente entregados al extranjero por los mercaderes que la venden en criminal remate. Entendemos la Justicia Social fundada en la promoción de los trabajadores a la dignidad que corresponde en una concepción cristiana de la persona humana; de la familia y del trabajo; reconocimiento del derecho y de la obligación de trabajar; a una retribución justa; a las condiciones dignas del trabajo; a la prevención de la salud; al bienestar; a la seguridad social; a la consolidación de la familia; al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales.
EL PROGRAMA CONCRETO
¿Cuál es el programa concreto de su movimiento?
Bajo la protección de esas banderas consustanciadas con la gloriosa enseña azul y blanca, que preside nuestros destinos, juramos vivir o morir por los siguientes objetivos:
1) Retorno a la Patria del general Juan Perón, y devolución del cadáver de la protectora de los humildes Eva Perón.
2)Rescisión de los contratos económicos financieros que afectan a la soberanía y dignidad nacional, especialmente los contratos petroleros, Cade, Ansec, Otto Bemberg, Dinie y todas las entregas efectuadas con el patrimonio del país al Fondo Monetario Internacional y demás instituciones del imperialismo.
3)La coexistencia armoniosa y prospera de una industria y comercio floreciente, una clase media y profesional progresista y una masa trabajadora dignificada y participe de la riqueza de la Nación. Para que ello pueda ser realidades llevara a cabo como base principal una amplia y profunda reforma agraria, eliminando definitivamente en el país la gravitación de la funesta oligarquía terrateniente.
4)La promoción de una amplia política familiar que respetando su intimidad, fecundidad y espiritualidad, promueva su constitución y desenvolvimiento sin quebrar su unidad; un régimen de remuneraciones que contemple las asignaciones familiares; la adquisición en propiedad de viviendas dignas, el derecho de los padres a la educación de sus hijos y su efectivo ejercicio, cualquiera fuere su situación económica.
PROTECCION DE LA INDUSTRIA NACIONAL
5)El establecimiento de un sistema económico financiero que proteja a la industria y al comercio nacional, al borde ya de la quiebra, por los sistemas económicos liberales, entronizados en nuestra Patria desde setiembre de 1955.
6)Conscientes del inmenso esfuerzo que deberá realizar la clase trabajadora para hacer reflotar el país del abismo a que ha sido precipitado, los que ofrendamos nuestras vidas al servicio de su liberación pediremos a nuestros hermanos trabajadores y asalariados que homenaje a la patria, ofrezcan al gobierna revolucionario la suscripción de un Empréstito de Salvación Nacional, que integraran con el valor de dos horas de trabajo diario suplementario, durante un periodo de tres años, y que será rescatado en veinte años.
7)La convivencia de todos los argentinos y extranjeros que habitan el suelo patrio, sin discriminación de colores y matices políticos e ideológicos. Ello significa que nos anima un afán de secta ni la petulancia de poseer el monopolio exclusivo ni excluyente de la mejor razón.
8)Recuperar la Tercera Posición, pregonada y practicada por el general Juan Perón, que continuara siendo la bandera del pueblo para el pueblo en convivencia dinámica y constructiva con todas las naciones y regímenes políticos y sociales de la tierra.
LA GUERRA DE GUERRILLAS
¿Cree Ud. Que la Argentina por su topografía, permite una prolongada actividad de guerrillas, a pesar de los armamentos y métodos modernos de que puedan disponer las fuerzas de represión?
La guerra de guerrillas es la guerra revolucionaria del pueblo en armas, contra la cual se estrellan los ejércitos que son utilizados para enajenar la soberanía de la Patria. Estamos seguros de que el Ejercito Argentino no peleara en defensa de un Gobierno que traiciona la Nación y que ha cerrado al pueblo todos los caminos normales. Confiamos en que excepto los altos jerarcas militares entregados al oro extranjero, los oficiales, suboficiales y tropa con sentido de Patria no lucharan en contra de los hermanos que quieren liberarlas para todos. En cuanto a la topografía, toda ella es buena, incluso las ciudades, si hay corazones argentinos dispuestos a cumplir con su deber.
¿Qué sanciones contra los traidores al país o los que en la represión de su Movimiento violen las normas humanas?
Los que traicionan nuestras propias filas, quienes repriman a sangre y fuego nuestra gesta de liberación, o los que torturen y cometan atrocidades con los integrantes de las guerrillas o sus simpatizantes en la retaguardia, serán considerados por nosotros como criminales de guerra y pasados por las armas.
¿La guerrilla cuenta con apoyo moral y material de la población de las zonas en las que opera?
Estamos seguros de que millones de hombres y mujeres sumaran sus voluntades y la resolución de ofrendar sus vidas en los campos, pueblos y ciudades, antes que ver condenados a sus hijos a la miseria y esclavitud. Las pruebas que hemos recibido nos afirman en tal actitud.
UNA ADVERTENCIA A LA OPINION PUBLICA
¿Se consideran ustedes combatientes sujetos a las normas de la guerra?
Nos consideramos soldados, y como tales reclamamos el mismo trato que daremos a quienes tengan la desgracia de luchar contra nosotros. Desde ya anticipamos que cuidaremos ajenos como los propios, y devolveremos a su hogar a todos los prisioneros que caigan en nuestras manos. Solo retendremos y juzgaremos a los jefes que hayan cometido crímenes de guerra. Los hombres y mujeres que nos enrolamos en la lucha conocemos que el aparato propagandístico nacional y extranacional al servicio de la oligarquía nos hará objeto de las más atroces calumnias y calificaciones. Los epítetos de bandoleros, comunistas, nacionalistas, etc., adornaran seguramente los titulares de la prensa amarilla, y cuanto crimen sobre en los archivos de la República será cargado a nuestra cuenta. Ante esas perspectivas, deseamos advertir a la opinión que ello no agreda nuestro animo de luchar y vencer, como así también que no perdonaremos los crímenes que cometan con nuestros soldados, sus familiares y sus bienes.
¿No temen Uds. Afrontar a alas fuerzas de la represión infinitamente superiores?
Creo haber contestado anteriormente a esta pregunta, pero en todo caso pueden ustedes decir que, cuando hemos resuelto afrontar esta lucha, no hemos tenido en cuenta nuestra vida física. Tenemos la mejor razón histórica, combatimos por la salvación del ochenta por ciento de los habitantes del país y ganaremos. No será la primera ni ultima vez que un puñado de hombres salva a una Nación.
LA "OPERACIÓN FRIAS"
¿Se cumplió la finalidad de la operación Frías?
A la perfección y tal cual fue proyectada. Lo mismo sucederá con las próximas. Nadie espere de nosotros operaciones diarias ni golpes espectaculares, pues nuestra misión es liberar definitivamente a la Nación, y ello es una tarea larga y penosa.
¿Tiene algo que decir con respecto al tratamiento que se ha dado a los hombres capturados en Tucumán?
Hasta ahora solo sabemos de golpes y malos tratos cometidos contra algunos de los compañeros que cayeron. Si confirmamos tales malos tratos, los cobraremos oportunamente.
¿Cuándo terminara la lucha?
Hasta que regrese a la Patria el general Perón y se cumpla el programa que enarbolamos.
¿Admiten Uds. combatientes de todas las ideologías?
Nosotros no hacemos discriminaciones respecto de los que quieren ser combatientes por la Liberación de la Patria. Nuestras banderas alcanzan al ochenta por ciento de la población, que en su diferente condición social pueden y deben participar en la lucha.
CENTENARES DE UTURUNGOS
¿Es usted el único comandante Uturungo?
Soy y no soy el único Uturungo. Dentro de poco habrá centenares de Uturungos en el país, incluso en los bosques de cemento armado como son las grandes ciudades, donde también nacerán los Uturungos.
[De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"]
Murió Félix Saravalle, el Comandante Puma de los Uturuncos, el primer ejército del Movimiento Peronista de Liberación
Por Ernesto José Salas, 28/12/2003
En la ciudad de La Banda (Santiago del Estero) y a los 78 años, acaba de morir Félix Francisco Serravalle, comandante Puma del Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación Uturuncos.
El Puma, como muchos miembros de la Resistencia Peronista, fue hasta 1955 un peronista entre millones, pero sintió que el golpe militar contra Perón era el límite de lo que estaba dispuesto a tolerar. Fue entonces que comenzó a organizar núcleos de militantes en Santiago del Estero.
En 1956 se integró al Comando 17 de octubre que se extendía desde Tucumán, dirigido por Manuel Enrique Mena, el gallego.
Hacia 1959, muchos militantes peronistas de la Resistencia pensaban que la estrategia insurreccional que habían practicado durante los primeros años había fracasado. El momento clave para la insurrección se había presentado en enero, con la huelga general por tiempo indeterminado, que la mayoría de los sindicatos habían declarado en solidaridad con la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por sus obreros. Cuando la represión desalojó a los trabajadores de la planta, la insurrección se extendió al barrio de Mataderos. Los obreros y los vecinos del barrio comenzaron a controlar las calles y se enfrentaron con la policía durante toda una semana. Sin embargo, la huelga sólo duró tres días y se debilitó por las divisiones dentro del movimiento obrero acerca de la estrategia a seguir, y por la dureza de la represión.
-Si la insurrección no es el camino para traerlo a Perón, ha llegado el momento de las armas, dicen sus compañeros que les explicaba Abraham Guillén, veterano
de la guerra civil y que se había conectado con el comando. Era a mediados de 1959, el gallego Mena y sus compañeros emprendieron el camino de la guerra de guerrillas. El comando 17 de octubre cambió el nombre por el de Movimiento Peronista de
Liberación (MPL) y empezó a preparar las acciones del Ejército de Liberación Nacional. Después de un primer intento de subir al monte, en octubre, los empezaron a llamar la guerrilla del Uturunco (hombres tigres, en quechua).
En la madrugada del 25 de diciembre de 1959 un grupo de 22 militantes asaltó con éxito la comisaría de Frías, la segunda ciudad en importancia de Santiago del Estero. El grupo estaba comandado por Genaro Carabajal, el comandante Alhaja o Pila, apoyado por Juan Carlos Díaz, comandante uturunco (no era él el jefe del movimiento pero su apodo se extendió al grupo), y Félix Francisco Serravalle, el comandante Puma.
Ninguno tenía experiencia militar ni en el tipo de vida que les esperaba en el monte. Se escaparon en un camión que los llevó hasta las cercanías del arroyo El Calao, en el sur de la provincia de Tucumán y se internaron en la selva.
A los pocos días el grupo se desbandó; los más jóvenes (el más chico tenía 15 años) se entregaron a la policía, mientras Alhaja y Uturunco bajaban para restablecer el contacto que habían perdido. El Puma Serravalle había quedado al mando de los que resistían en la selva.
Cuando se entregaron, los jóvenes afirmaron frente a la policía que el Puma había quedado al mando y que les había dicho que solamente muerto lo iban a agarrar. Unos días después, el Puma, con José Luis Rojas, el Zupay, Santiago Molina, el mexicano y los combatientes que quedaban en la selva rompieron el cerco policial y lograron bajar. El puma, clandestino, continuó la lucha.
Fue detenido en Tucumán, el 1º de abril de 1960, mientras trataba de idear un plan para liberar a sus compañeros de la cárcel.
Serravalle fue juzgado por un tribunal militar del Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes) y condenado a cuatro años y seis meses de prisión por los delitos de conspiración para la rebelión e intimidación pública. Su padre le había pedido a Carlos Arturo Juárez, el eminente caudillo peronista de la provincia, que lo defendiera, pero éste le mandó a decir que quería plata para hacerlo. Finalmente, fue liberado por la amnistía dictada por el gobierno de Arturo Illia y se retiró a su vida familiar.
El tiempo demostraría que lo de Juárez no había sido casual. Durante la última dictadura militar escribió un libro de apoyo al genocidio, "Hora crucial de la Argentina", en cuya portada tenía una horca. En él aseguraba: -"Una violencia que ciega los recursos legales para sofocarla, sólo puede engendrar el supremo recurso de los medios extralegales para combatirla". Como todos saben, desde 1983 Juárez ha sido reelecto indefinidamente como gobernador de la provincia, a la que controla con mano de hierro. Actualmente el cargo lo ocupa su esposa "Nina".
Ningún periódico de Santiago del Estero publicó la noticia de la muerte del comandante Puma, santiagueño peronista, entrador y divertido, antimenemista y antijuarista. Yo tuve la suerte de conocerlo y digo que fue un gran hombre, un poeta vocacional, un honesto y consecuente luchador popular.
Por Ernesto José Salas, 28/12/2003
En la ciudad de La Banda (Santiago del Estero) y a los 78 años, acaba de morir Félix Francisco Serravalle, comandante Puma del Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación Uturuncos.
El Puma, como muchos miembros de la Resistencia Peronista, fue hasta 1955 un peronista entre millones, pero sintió que el golpe militar contra Perón era el límite de lo que estaba dispuesto a tolerar. Fue entonces que comenzó a organizar núcleos de militantes en Santiago del Estero.
En 1956 se integró al Comando 17 de octubre que se extendía desde Tucumán, dirigido por Manuel Enrique Mena, el gallego.
Hacia 1959, muchos militantes peronistas de la Resistencia pensaban que la estrategia insurreccional que habían practicado durante los primeros años había fracasado. El momento clave para la insurrección se había presentado en enero, con la huelga general por tiempo indeterminado, que la mayoría de los sindicatos habían declarado en solidaridad con la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por sus obreros. Cuando la represión desalojó a los trabajadores de la planta, la insurrección se extendió al barrio de Mataderos. Los obreros y los vecinos del barrio comenzaron a controlar las calles y se enfrentaron con la policía durante toda una semana. Sin embargo, la huelga sólo duró tres días y se debilitó por las divisiones dentro del movimiento obrero acerca de la estrategia a seguir, y por la dureza de la represión.
-Si la insurrección no es el camino para traerlo a Perón, ha llegado el momento de las armas, dicen sus compañeros que les explicaba Abraham Guillén, veterano
de la guerra civil y que se había conectado con el comando. Era a mediados de 1959, el gallego Mena y sus compañeros emprendieron el camino de la guerra de guerrillas. El comando 17 de octubre cambió el nombre por el de Movimiento Peronista de
Liberación (MPL) y empezó a preparar las acciones del Ejército de Liberación Nacional. Después de un primer intento de subir al monte, en octubre, los empezaron a llamar la guerrilla del Uturunco (hombres tigres, en quechua).
En la madrugada del 25 de diciembre de 1959 un grupo de 22 militantes asaltó con éxito la comisaría de Frías, la segunda ciudad en importancia de Santiago del Estero. El grupo estaba comandado por Genaro Carabajal, el comandante Alhaja o Pila, apoyado por Juan Carlos Díaz, comandante uturunco (no era él el jefe del movimiento pero su apodo se extendió al grupo), y Félix Francisco Serravalle, el comandante Puma.
Ninguno tenía experiencia militar ni en el tipo de vida que les esperaba en el monte. Se escaparon en un camión que los llevó hasta las cercanías del arroyo El Calao, en el sur de la provincia de Tucumán y se internaron en la selva.
A los pocos días el grupo se desbandó; los más jóvenes (el más chico tenía 15 años) se entregaron a la policía, mientras Alhaja y Uturunco bajaban para restablecer el contacto que habían perdido. El Puma Serravalle había quedado al mando de los que resistían en la selva.
Cuando se entregaron, los jóvenes afirmaron frente a la policía que el Puma había quedado al mando y que les había dicho que solamente muerto lo iban a agarrar. Unos días después, el Puma, con José Luis Rojas, el Zupay, Santiago Molina, el mexicano y los combatientes que quedaban en la selva rompieron el cerco policial y lograron bajar. El puma, clandestino, continuó la lucha.
Fue detenido en Tucumán, el 1º de abril de 1960, mientras trataba de idear un plan para liberar a sus compañeros de la cárcel.
Serravalle fue juzgado por un tribunal militar del Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes) y condenado a cuatro años y seis meses de prisión por los delitos de conspiración para la rebelión e intimidación pública. Su padre le había pedido a Carlos Arturo Juárez, el eminente caudillo peronista de la provincia, que lo defendiera, pero éste le mandó a decir que quería plata para hacerlo. Finalmente, fue liberado por la amnistía dictada por el gobierno de Arturo Illia y se retiró a su vida familiar.
El tiempo demostraría que lo de Juárez no había sido casual. Durante la última dictadura militar escribió un libro de apoyo al genocidio, "Hora crucial de la Argentina", en cuya portada tenía una horca. En él aseguraba: -"Una violencia que ciega los recursos legales para sofocarla, sólo puede engendrar el supremo recurso de los medios extralegales para combatirla". Como todos saben, desde 1983 Juárez ha sido reelecto indefinidamente como gobernador de la provincia, a la que controla con mano de hierro. Actualmente el cargo lo ocupa su esposa "Nina".
Ningún periódico de Santiago del Estero publicó la noticia de la muerte del comandante Puma, santiagueño peronista, entrador y divertido, antimenemista y antijuarista. Yo tuve la suerte de conocerlo y digo que fue un gran hombre, un poeta vocacional, un honesto y consecuente luchador popular.
Mujeres indígenas en la primera fila del levantamiento de enero de 2000.
Las masas trabajadoras e indígenas fueron traicionadas por sus
dirigentes reformistas y burgueses. Foto: Silvia Izquierdo/AP
Las masas trabajadoras e indígenas fueron traicionadas por sus
dirigentes reformistas y burgueses. Foto: Silvia Izquierdo/AP
La historia de más de una década de “levantamientos” ecuatorianos demuestra que en cada instancia los indígenas actuaron como un sector combativo de una causa que involucraba a los obreros, campesinos y todos los trabajadores del país. En la rebelión de los indios de junio de 1990, por ejemplo, campesinos no indígenas pidieron a la CONAIE (Confederación Nacional de los Indígenas del Ecuador) que enarbole sus demandas. En el levantamiento indígena de enero de 2000, el detonante fue la dolarización de la economía, medida que afectó a todos. Con no menos rigurosa regularidad, los dirigentes indígenas han apuñalado estas luchas en aras de una nefasta “alianza” con algún sector de los “poderosos”, que se viste en verde olivo o con traje y corbata. La actuación del coronel Lucio Gutiérrez no debía sorprender; al igual que el general Mendoza, como representante del instituto armado de la burguesía, acató las órdenes de sus superiores en Washington y Wall Street. Las acciones de un Miguel Lluco o una Nina Pacari de Pachakutik (el brazo políticos de la CONAIE) también eran previsibles, por ser ellos representantes políticos no de las masas indígenas en cuyo nombre hablan sino de una capa acomodada que anhela servir de caciques para los amos del imperio.
Hasta algunos sectores de la izquierda han elaborado un mito en torno a Pachakutik y la CONAIE, pintándolos como una suerte de zapatistas a lo sudamericano. Así la Fracción Trotskista (FT, corriente liderada por el Partido de Trabajadores por el Socialismo argentino) equipara la “emergencia del movimiento indígena” en el Ecuador con la “irrupción de los campesinos indígenas zapatistas de Chiapas, el movimiento democrático hegemonizado por los indígenas en Guatemala, la lucha de los Mapuches que habitan el sur de Chile contra el gobierno y las multinacionales, las movilizaciones de los campesinos indígenas en Bolivia”. Sólo agrega, como hoja de parra de supuesta ortodoxia marxista, la salvedad, “más allá de las limitaciones que expresan sus direcciones políticas”. Vitorear el movimiento indígena es el último grito de la moda para los “antiglobalizadores” pequeñoburgueses y los antimarxistas “posmodernos”. Se entusiasman por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional del subcomandante Marcos precisamente porque dice que no lucha por el poder. Con su verborrea de una “democracia participativa” (¡para aprobar recortes en los programas sociales!), buscan una componenda con el estado capitalista. Para estos falsos izquierdistas es su manera de propagar la mentira imperialista de la “muerte del comunismo” tras la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética.
Pero Pachakutik dista mucho de ser siquiera un EZLN Sur. En términos mexicanos, por los intereses económicos que defiende, estaría más próximo al movimiento de pequeños agricultores capitalistas “El Barzón”, y su versión “etnicista” de la cuestión indígena refleja la misma óptica de clase. No son los “ponchos rojos” que tanto temían los generales y terratenientes ecuatorianos en la rebelión del 90; estos burócratas y burgueses indígenas serían más bien unos “ponchos dorados”, que con su discurso “plurinacional” buscan negociar su entrada en la clase dominante. Siguen el paso del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (MRTK-L) en Bolivia, un partido parlamentario que nada tiene de revolucionario y que durante más de una década se ha aliado con los gobiernos de turno, primero el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) burgués, seguido por los gobiernos militares, y ahora de nuevo con el MNR. Ahora los políticos burgueses de Pachakutik señalan la vía a los guerrilleros zapatistas en su evolución hacia una participación plena en el juego político burgués. En algunos puntos, como los referentes a una modificación constitucional, sus demandas representan una generalización del “programa mínimo” (y ahora máximo) del EZ mexicano, los “Acuerdos de San Andrés Larráinzar” de 1996. En todos estos casos, los dirigentes indígenas arribistas se oponen a los intereses revolucionarios de las empobrecidas masas indígenas.
Desde tiempos de la colonia española, los indígenas han actuado como avanzada de la resistencia contra los amos imperiales. La sublevación de Otavalo de 1777, de los indios Kayambis, buena parte de cuyos dirigentes eran mujeres, se opuso a la intensificación del tributo colonial y exigió una reforma de las haciendas administradas como bienes de la corona. Precedió a la rebelión de Tupac Amaru en el Perú en 1779, la revuelta de Tupac Katari en el Alto Perú (Bolivia) en 1780 y la insurrección de los Comuneros en Nueva Granada (Colombia) en 1781. En 1784, los indios del pueblo de Calpi, cerca de Riobamba, se sublevaron contra la mita (trabajo forzado), impidiendo el envío de 12 mitayos a una mina de plata. Estos alzamientos, precursores de la lucha por la independencia por parte de las élites criollas, constituyeron una amenaza mortal tanto al imperio colonial como a los gamonales (hacendados) que luego dominarían las repúblicas burguesas. En la época republicana, el levantamiento indígena de 1871 en la provincia de Chimborazo, liderado por Fernando Daquilema, se opuso a los diezmos, los tributos, las mitas y los azotes, por lo que Daquilema fue fusilado por la dictadura de García Moreno.
El dirigente indígena Jesús Gualavisí (izquierda), fundador del sindicato campesino de Cayambe y del Partido Comunista, junto con dos otros dirigentes comunistas, Dolores Cuacuango y Amadeo Alba. Foto: Editorial Claridad/Avya Yala-Nativeweb
En las primeras décadas del siglo XX, los indígenas también jugaron un papel de vanguardia en las luchas de los trabajadores ecuatorianos. En el congreso de fundación (mayo de 1926) del Partido Socialista Ecuatoriano (que en 1931 se convirtió en Partido Comunista), el dirigente indígena Jesús Gualavisí del cantón de Cayambe participó como delegado del Sindicato de Trabajadores Campesinos de Juan Montalvo. El sindicato luchaba en defensa de las tierras de la comuna y en contra de los abusos y trabajos no pagados impuestos por los hacendados. En febrero de 1926, campesinos sin armas fueron agredidos por 70 soldados del ejército con ametralladoras; en noviembre se reportó una “agresión” campesina contra la policía local a gritos de “¡Viva el socialismo!” En 1930-1931, hubo una huelga campesina en Cayambe exigiendo la semana laboral de 40 horas, devolución de las tierras robadas por los terratenientes, el fin de los abusivos diezmos y primicias impuestos por la Iglesia, pago por el trabajo de las mujeres y el fin de las prácticas de huasicama (servicio personal en la casona de la hacienda). La respuesta del gobierno fue enviar 150 soldados con sabuesos para cazar a los campesinos indígenas rebeldes. No obstante, a principios de enero del 31 se llegó a un acuerdo favorable para los huelguistas. Cuando estos citaron a un Primer Congreso de Organizaciones Campesinas para febrero, sin embargo, la reunión fue ilegalizada y los dirigentes socialistas encarcelados.
Hasta algunos sectores de la izquierda han elaborado un mito en torno a Pachakutik y la CONAIE, pintándolos como una suerte de zapatistas a lo sudamericano. Así la Fracción Trotskista (FT, corriente liderada por el Partido de Trabajadores por el Socialismo argentino) equipara la “emergencia del movimiento indígena” en el Ecuador con la “irrupción de los campesinos indígenas zapatistas de Chiapas, el movimiento democrático hegemonizado por los indígenas en Guatemala, la lucha de los Mapuches que habitan el sur de Chile contra el gobierno y las multinacionales, las movilizaciones de los campesinos indígenas en Bolivia”. Sólo agrega, como hoja de parra de supuesta ortodoxia marxista, la salvedad, “más allá de las limitaciones que expresan sus direcciones políticas”. Vitorear el movimiento indígena es el último grito de la moda para los “antiglobalizadores” pequeñoburgueses y los antimarxistas “posmodernos”. Se entusiasman por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional del subcomandante Marcos precisamente porque dice que no lucha por el poder. Con su verborrea de una “democracia participativa” (¡para aprobar recortes en los programas sociales!), buscan una componenda con el estado capitalista. Para estos falsos izquierdistas es su manera de propagar la mentira imperialista de la “muerte del comunismo” tras la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética.
Pero Pachakutik dista mucho de ser siquiera un EZLN Sur. En términos mexicanos, por los intereses económicos que defiende, estaría más próximo al movimiento de pequeños agricultores capitalistas “El Barzón”, y su versión “etnicista” de la cuestión indígena refleja la misma óptica de clase. No son los “ponchos rojos” que tanto temían los generales y terratenientes ecuatorianos en la rebelión del 90; estos burócratas y burgueses indígenas serían más bien unos “ponchos dorados”, que con su discurso “plurinacional” buscan negociar su entrada en la clase dominante. Siguen el paso del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (MRTK-L) en Bolivia, un partido parlamentario que nada tiene de revolucionario y que durante más de una década se ha aliado con los gobiernos de turno, primero el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) burgués, seguido por los gobiernos militares, y ahora de nuevo con el MNR. Ahora los políticos burgueses de Pachakutik señalan la vía a los guerrilleros zapatistas en su evolución hacia una participación plena en el juego político burgués. En algunos puntos, como los referentes a una modificación constitucional, sus demandas representan una generalización del “programa mínimo” (y ahora máximo) del EZ mexicano, los “Acuerdos de San Andrés Larráinzar” de 1996. En todos estos casos, los dirigentes indígenas arribistas se oponen a los intereses revolucionarios de las empobrecidas masas indígenas.
Desde tiempos de la colonia española, los indígenas han actuado como avanzada de la resistencia contra los amos imperiales. La sublevación de Otavalo de 1777, de los indios Kayambis, buena parte de cuyos dirigentes eran mujeres, se opuso a la intensificación del tributo colonial y exigió una reforma de las haciendas administradas como bienes de la corona. Precedió a la rebelión de Tupac Amaru en el Perú en 1779, la revuelta de Tupac Katari en el Alto Perú (Bolivia) en 1780 y la insurrección de los Comuneros en Nueva Granada (Colombia) en 1781. En 1784, los indios del pueblo de Calpi, cerca de Riobamba, se sublevaron contra la mita (trabajo forzado), impidiendo el envío de 12 mitayos a una mina de plata. Estos alzamientos, precursores de la lucha por la independencia por parte de las élites criollas, constituyeron una amenaza mortal tanto al imperio colonial como a los gamonales (hacendados) que luego dominarían las repúblicas burguesas. En la época republicana, el levantamiento indígena de 1871 en la provincia de Chimborazo, liderado por Fernando Daquilema, se opuso a los diezmos, los tributos, las mitas y los azotes, por lo que Daquilema fue fusilado por la dictadura de García Moreno.
El dirigente indígena Jesús Gualavisí (izquierda), fundador del sindicato campesino de Cayambe y del Partido Comunista, junto con dos otros dirigentes comunistas, Dolores Cuacuango y Amadeo Alba. Foto: Editorial Claridad/Avya Yala-Nativeweb
En las primeras décadas del siglo XX, los indígenas también jugaron un papel de vanguardia en las luchas de los trabajadores ecuatorianos. En el congreso de fundación (mayo de 1926) del Partido Socialista Ecuatoriano (que en 1931 se convirtió en Partido Comunista), el dirigente indígena Jesús Gualavisí del cantón de Cayambe participó como delegado del Sindicato de Trabajadores Campesinos de Juan Montalvo. El sindicato luchaba en defensa de las tierras de la comuna y en contra de los abusos y trabajos no pagados impuestos por los hacendados. En febrero de 1926, campesinos sin armas fueron agredidos por 70 soldados del ejército con ametralladoras; en noviembre se reportó una “agresión” campesina contra la policía local a gritos de “¡Viva el socialismo!” En 1930-1931, hubo una huelga campesina en Cayambe exigiendo la semana laboral de 40 horas, devolución de las tierras robadas por los terratenientes, el fin de los abusivos diezmos y primicias impuestos por la Iglesia, pago por el trabajo de las mujeres y el fin de las prácticas de huasicama (servicio personal en la casona de la hacienda). La respuesta del gobierno fue enviar 150 soldados con sabuesos para cazar a los campesinos indígenas rebeldes. No obstante, a principios de enero del 31 se llegó a un acuerdo favorable para los huelguistas. Cuando estos citaron a un Primer Congreso de Organizaciones Campesinas para febrero, sin embargo, la reunión fue ilegalizada y los dirigentes socialistas encarcelados.
La Iglesia y la orientación “etnicista” movimiento indígena
En tiempos más recientes, la dirección del movimiento indígena ha quedado en manos de elementos antimarxistas. Un investigador norteamericano, Chad Black, señala en su monografía, “The Making of an Indigenous Movement” (mayo de 1999), que, “La organización indígena regional comenzó en los años 70 como reacción en contra de las direcciones marxistas, mestizas e integracionistas, una reacción conservadora frente a las organizaciones de la izquierda tradicional, y las crecientes presiones sobre las comunidades indígenas en consecuencia de la inserción más destacada del Ecuador en la economía mundial capitalista”. Black reitera una y otra vez que la “política de la identidad” de los nuevos movimientos se distingue del marxismo y la retórica de clase de sus antecesores. El papel de la iglesia ha sido primordial en esto, siempre anticomunista pero no siempre con igual contenido político. Después de la “reforma agraria” de 1964, los militares prefirieron tratar con la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas (FENOC, hoy FENOCIN), en lugar de la FEI de filiación comunista. La FENOC tuvo su origen en una corriente bajo el tutelaje de intelectuales católicos ligados al Partido Conservador; a finales de los años 60, reflejando las recientes encíclicas papales, pasó a control de la democracia cristiana; y a mediados de los 70, bajo influencia de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (CELAM) de 1968 y la Teología de la Liberación, se proclamó socialista.
Congreso de Ecuarunari, la organización de los pueblos indígenas Kichwas del Ecuador, el 17 de junio de 2003. Los Kichwas son una nacionalidad oprimida cuya liberación será obra de la revolución socialista de todos los trabajadores y oprimidos. (Foto: Centro de Medios Independientes/Ecuador)
En el oriente, se estableció la Federación de Centros Shuar, orquestrada por misioneros salesianos con el apoyo del Ministerio de Bienestar Social, con una perspectiva de oposición a la hegemonía estatal, protección del territorio y la cultura indígena, y educación bilingüe. Organizaciones parecidas fueron fundadas entre los demás pueblos de la Amazonía (Kichwa, Siona, Cofán, Huaorani) pero pronto se enfrentaron con la penetración masiva de las corporaciones petroleras, el ejército, los misioneros protestantes derechistas y el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), vehículo para la intromisión de las agencias de inteligencia estadounidenses en la región. Entre los Kichwas de la sierra, la fundación de Ecuarunari en 1972 fue acompañada por una fuerte lucha ideológica en la cual, bajo el impulso de la iglesia, prevalecieron los partidarios de una organización “puramente indígena” (es decir, no de clase). Ecuarunari fue declarada una organización eclesiástica, con un cura encargado de orientarla. A finales de los 70, hubo un vuelco hacia un temario más cultural. Fue bajo la dominación de Ecuarunari que se fundó en 1986 la CONAIE como máxima organización indígena del país. Sus reivindicaciones incluyeron la participación en la administración pública, creación de un banco indígena, oficialización de las lenguas indígenas y la educación bilingüe, preservación de la medicina tradicional, y una obligatoria referencia a la devolución de la tierra a las comunidades indígenas. Estas reivindicaciones distan mucho de ser radicales, y mucho menos revolucionarias.
Sin embargo, la fundación de la CONAIE marcó un hito en la creciente combatividad de los indígenas, en respuesta a la brutal represión del gobierno conservador de Febres Cordero y los terratenientes. Hubo en los años 80 varios casos de guardias patronales que quemaron casas, torturaron y mataron a dirigentes indígenas. La resistencia culminó con el levantamiento indígena de junio de 1990, cuando unos 200 activistas ocuparon la catedral quiteña de Santo Domingo, símbolo de Fray Bartolomé de las Casas, el dominico protector de indios. En cuestión de pocos días, indígenas en todo el país adhirieron al levantamiento. La sierra fue paralizada por los bloqueos de la Panamericana. En la provincia de Chimborazo se tomaron como rehenes a 30 policías y soldados. Los mandos militares denunciaron un complot comunista; helicópteros artillados tiraron sobre las multitudes, y un dirigente indígena murió en un enfrentamiento con el ejército. Por doquier se tomaron tierras de las haciendas. El levantamiento causó mucho revuelo, y refutó en forma dramática el imagen racista del “indio dócil y sumiso”. Pero sus demandas eran bien modestas, y los líderes indígenas (encabezados por Luis Macas, el ahora ministro de agricultura) lo disolvieron después de sólo diez días, desocupando la iglesia y desmontando los bloqueos de carreteras. En las pláticas bajo la égida del arzobispo de Quito, la CONAIE presentó un listado de 16 puntos, que lejos de dirigirse contra el estado capitalista más bien buscó integrarse en él.
Entre los 16 puntos figuraron la declaración del Ecuador como un “estado plurinacional”; la reorganización del IERAC (la agencia de reforma agraria) para solucionar problemas de agua y tierra; condonación de deudas con los bancos estatales de fomento; no pago del impuesto rústico; libre importación y exportación comercial y artesanal para la CONAIE; control de sitios arqueológicos por la CONAIE; eliminación de organismos paralelos que compiten con la CONAIE; entrega de fondos presupuestarios a las nacionalidades indígenas; entrega de recursos permanentes para la educación bilingüe, y así en adelante. Como se ve, este pliego petitorio no es el agenda de unos insurrectos comunistas o siquiera de una rebelión campesina. Aunque bajo presión campesina la CONAIE presentó 72 conflictos de tierras, se trató de disputas específicas en el marco de la reforma agraria oficial. No exigieron la abolición del latifundio y la expropiación de las haciendas; buscaron más bien mejorar su posición en las negociaciones con el IERAC. Sus reivindicaciones económicas eran las de pequeños y medianos propietarios, capitalistas agrarios, que buscan empréstitos con intereses módicos, menos impuestos, liberación de aranceles, etc. Pidieron fondos, reconocimiento oficial y una cuota de puestos burocráticos. Y lo más significativo: a pesar de una oleada de represión inicial, gran parte de estas exigencias fueron concedidas en el lapso de varios años.
Mientras el gobierno de Borja hizo algunas concesiones a los indígenas, su sucesor como presidente, Sixto Durán adoptó una actitud de extrema hostilidad. En junio del 93, cuando unos dos mil campesinos e indígenas marcharon al Congreso Nacional para oponerse a la nueva ley de “reforma agraria” que favoreció descaradamente a la agroindustria, fueron recibidos por la policía con gas lacrimógeno y palizas. Nuevamente hubo una oleada de casas quemadas, animales robados, indígenas obligados a abandonar sus tierras, y miembros de las asociaciones torturados y matados. En el espacio de dos años, hubo al menos 14 muertos por la violencia de los terratenientes, junto con violaciones de mujeres por los guardias “de seguridad”. Ante este baño de sangre, era urgente organizar la autodefensa indígena, campesina y obrera contra los matones patronales. La respuesta de los reformistas y los dirigentes del recién nacido partido indígena, Pachakutik, fue de buscar candidatos para las próximas elecciones presidenciales y de lanzar una campaña por ... enmendar la constitución para ser más incluyente de los indígenas. El fracaso previsible de estos pasos llevó a nuevos levantamientos, en el 97 contra Bucaram y en enero del 2000 contra Mahuad, pero ningún cambio en la política gubernamental.
Mariátegui, los comunistas y los indígenas
Desde sus inicios, los partidos comunistas de América Latina buscaron orientarse en torno a la cuestión indígena, íntimamente ligada con las luchas campesinas. Sin embargo, no llegaron a concretar una política coherente sobre ella. Cabe precisar a este respecto, que debido al hecho de que la Internacional Comunista apenas comenzó un trabajo sistemático en el hemisferio a mediados de los años 20, casi todos los PC latinoamericanos nacieron bajo el signo del estalinismo, con su dogma nacionalista-conservador de construir el “socialismo en un solo país”. Esta negación del programa de la IC bajo Lenin y Trotsky, que enarboló la revolución socialista internacional, tuvo como corolario el esquema oportunista de una “revolución por etapas”. Según esta receta, los campesinos serían llamados a jugar un papel protagónico ... en una “revolución” democrático-burguesa (es decir, capitalista) contra un supuesto régimen feudal o semifeudal: según la “Resolución sobre la cuestión campesina en Latino-America”, se “imprime un contenido agrariopredominante a la revolución democrático-burguesa” (Correspondencia Sudamericana, agosto de 1929). Más tarde, cuando la IC pasa del centrismo al reformismo abierto a mediados de los años 30, plantean la lucha por una reforma agraria en un marco capitalista, en lugar de luchar por una revolución agraria como parte de la revolución socialista.
En la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de junio de 1929, hubo una extensa discusión del “problema de las razas en América Latina”, que trató de la cuestión indígena y del negro. Pero no hubo concordancia sobre una resolución, y el proyecto de tesis que fue publicado después tuvo dos secciones resolutivas encontradas, que diferían sobre si se debía siquiera mencionar “la lucha de los indios por la reivindicación de su nacionalidad oprimida” (Correspondencia Sudamericana, agosto de 1929). El autor del informe a la conferencia de los PC latinoamericanos fue el intelectual peruano José Carlos Mariátegui, el más importante teórico latinoamericano de la IC, quien murió al año siguiente. En el informe hizo una fuerte denuncia de la opresión del indígena, haciendo notar que: “La explotación de los indígenas en la América Latina trata también de justificarse con el pretexto de que sirve a la redención cultural y moral de las razas oprimidas.” Señaló que en la Conquista, los invasores “rápidamente procedieron a encadenar las conciencias, al mismo tiempo que esclavizaban los cuerpos. Esto facilitaba enormemente el sometimiento económico, objeto primordial de los súbditos católicos”.
Mariátegui insistió con razón que, “Es imprescindible dar al movimiento del proletariado indígena o negro, agrícola e industrial, un carácter neto de lucha de clases.” Sin embargo, él minimizó sistemáticamente la discriminación racista contra los negros, al punto de afirmar: “De la constatación de su rol económico y de sus condiciones sociales, se desprende el hecho de que en la América Latina, en general, el problema negro no asume un acentuado aspecto racial.” Y sostuvo erróneamente que, “el aspecto puramente racial del problema, por lo que a ambas razas se refiere, se encuentra también fuertemente disminuido por la proporción importante del mestizaje” (Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, El movimiento revolucionario latino americano [1929]).
Los incipientes partidos comunistas latinoamericanos de la época estuvieron metidos en una lucha encarnizada contra la corriente nacionalista pequeñoburguesa de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). El caudillo aprista Víctor Raúl Haya de la Torre utilizó un lenguaje seudomarxista para vender su demagogia de una revolución “indoamericana”. En su afán de atacar al indígeno-nacionalismo del APRA, el informe a la conferencia del 29 sostuvo:
“El problema indígena, en la mayoría de los casos, se identifica con el problema de la tierra. La ignorancia, el atraso y la miseria de los indígenas no son sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal mantiene la explotación y la dominación absolutas de las masas indígenas por la clase propietaria. La lucha de los indios contra los gamonales ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorción y el despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda reivindicación indígena: la reivindicación de la tierra.”
En su libro famoso, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), Mariátegui insiste en que “La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra.” Esto es correcto, y constituye el punto de partida para un análisis marxista. Pero Mariátegui va más lejos al rechazar categóricamente “la suposición de que el problema indígena es un problema étnico”. Resume el aporte del marxismo en la frase: “El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el problema de la tierra.” Al reducir la cuestión indígena a la de la tierra, la hace equivalente a la cuestión campesina y le quita su particularidad.
En otro texto, un prólogo al libro de Luis Valcárcel, Tempestad en los Andes, Mariátegui se pone lírico, afirmando que “Es el mito, es la idea de la revolución socialista” el que “levanta el alma del indio”. Hasta sostiene que “el pueblo incáico...construyó el más desarrollado sistema comunista”, basando esta opinión en la comunidad campesina, el ayllu. Pero estas comunidades no eran creación del inca, sino una supervivencia del antiguo modo de producción tribal que predominaba entre los pueblos conquistados por los incas. Y aunque esta comunidad, que no conoció la propiedad privada de la tierra sino la distribución de parcelas en usufructo, podría haber servido como puente a la socialización de la agricultura, como Marx preconizó respecto a la aldea campesina rusa, el mir, la persistencia del ayllu se explica en parte por el hecho de que también le sirvió al Tawantinsuyo (el imperio incásico), a la colonia española y a los latifundistas republicanas como medio para extraer el tributo de sus súbditos indígenas.
Durante muchos años, Mariátegui no era del agrado de los popes estalinistas en Moscú, por considerarlo populista. Pero ellos también, desde una óptica reformista, identificaban el indígena plena y llanamente con el campesino tal cual. Resumieron su programa para el campo en la lucha por una reforma agraria. Así fue el caso de la Federación Ecuatoriana del Indio, formalmente fundada en 1944 mientras el PCE entregó el poder al gobierno frentepopulista de José María Velasco Ibarra. Combinaron estas demandas “democráticas” con una política “indígenista” que buscaba asimilar a los indios a la sociedad burguesa blanco-mestiza, manteniendo a lo máximo un barniz cultural folclórico. Este fue el propósito del I Congreso Indigenista Interamericano convocado por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas en 1940 y celebrado en el pueblo indígena de Pátzcuaro, Michoacán. Pero no sólo los estalinistas con sus frentes populares redujeron la cuestión indígena a la tenencia de la tierra. En un artículo titulado “La lucha de clases y el problema indígena”, publicado en la revista Clave N° 2 (noviembre de 1938), Diego Rivera, poco antes de su ruptura con la IV Internacional de Trotsky, resumió: “Los indios, siendo la parte más atrasada de la población, sufren más. En este terreno, la solución de la cuestión llamada indígena, significa la lucha por la revolución agraria.” En este caso, sí plantea la necesidad de una revolución obrera, pero hace caso omiso de reivindicaciones específicas respecto a la opresión de los indígenas.
En otro texto, un prólogo al libro de Luis Valcárcel, Tempestad en los Andes, Mariátegui se pone lírico, afirmando que “Es el mito, es la idea de la revolución socialista” el que “levanta el alma del indio”. Hasta sostiene que “el pueblo incáico...construyó el más desarrollado sistema comunista”, basando esta opinión en la comunidad campesina, el ayllu. Pero estas comunidades no eran creación del inca, sino una supervivencia del antiguo modo de producción tribal que predominaba entre los pueblos conquistados por los incas. Y aunque esta comunidad, que no conoció la propiedad privada de la tierra sino la distribución de parcelas en usufructo, podría haber servido como puente a la socialización de la agricultura, como Marx preconizó respecto a la aldea campesina rusa, el mir, la persistencia del ayllu se explica en parte por el hecho de que también le sirvió al Tawantinsuyo (el imperio incásico), a la colonia española y a los latifundistas republicanas como medio para extraer el tributo de sus súbditos indígenas.
Durante muchos años, Mariátegui no era del agrado de los popes estalinistas en Moscú, por considerarlo populista. Pero ellos también, desde una óptica reformista, identificaban el indígena plena y llanamente con el campesino tal cual. Resumieron su programa para el campo en la lucha por una reforma agraria. Así fue el caso de la Federación Ecuatoriana del Indio, formalmente fundada en 1944 mientras el PCE entregó el poder al gobierno frentepopulista de José María Velasco Ibarra. Combinaron estas demandas “democráticas” con una política “indígenista” que buscaba asimilar a los indios a la sociedad burguesa blanco-mestiza, manteniendo a lo máximo un barniz cultural folclórico. Este fue el propósito del I Congreso Indigenista Interamericano convocado por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas en 1940 y celebrado en el pueblo indígena de Pátzcuaro, Michoacán. Pero no sólo los estalinistas con sus frentes populares redujeron la cuestión indígena a la tenencia de la tierra. En un artículo titulado “La lucha de clases y el problema indígena”, publicado en la revista Clave N° 2 (noviembre de 1938), Diego Rivera, poco antes de su ruptura con la IV Internacional de Trotsky, resumió: “Los indios, siendo la parte más atrasada de la población, sufren más. En este terreno, la solución de la cuestión llamada indígena, significa la lucha por la revolución agraria.” En este caso, sí plantea la necesidad de una revolución obrera, pero hace caso omiso de reivindicaciones específicas respecto a la opresión de los indígenas.
La revolución obrera en todo Ecuador tendrá un carácter indígena
La cuestión indígena en América Latina es un caso de opresión especial (como lo son también las de los negros y de la mujer), en este caso referente a los descendientes de los pueblos autóctonos que poblaron el continente americano antes de la llegada de los colonizadores europeos. Después de la independencia, los amos de las repúblicas burguesas mantuvieron a la población colonizada en su condición servil, tanto en las grandes haciendas como en las comunas indias denominadas “libres”. La gran masa indígena sufrió y sigue sufriendo a la vez una opresión de carácter étnico-racial y una feroz explotación económica como campesinos. Después de la abolición formal de la servidumbre (en el caso ecuatoriano, bien recientemente), sigue siendo una población sojuzgada. Esta opresión está arraigada en el modo de producción capitalista, y no puede ser eliminada sin una revolución socialista que derroque a la clase dominante burguesa. Pero no se limita la explotación económica: abarca diferentes formas de subyugación, desde prohibiciones lingüísticas, la negación de derechos democráticos, la discriminación social sistemática, etc. No tiene las mismas características exactas de un país a otro: la situación del Ecuador, donde la población indígena es calculada entre el 35 y el 40 por ciento de la población total, y de México, donde constituye un 10 por ciento del total, no es lo mismo. Aún dentro de un país no es idéntica: la situación de los indios amazónicos del Ecuador difiere en aspectos importantes de la de los indígenas serranos.
Muchos analistas burgueses hablan de los indígenas como si se tratara de un caso típico de una nación oprimida, o una colonia. Es la tesis de Rodolfo Stavenhagen, que considera a los indígenas una “colonia interna”. Los seudotrotskistas de la Fracción Trotskista (FT/PTS), también hablan de la cuestión indígena en el Ecuador como “el problema de la tierra y la opresión nacional”, o más escuetamente “la cuestión nacional indígena”. Del hecho de que la CONAIE exige un “estado plurinacional”, la FT deduce “que el movimiento [de] indígenas forma un conglomerado de nacionalidades oprimidas”. Siguiendo esta pauta llama por el “derecho a la autodeterminación de los pueblos-naciones indígenas”. ¿Qué significa en este caso la demanda de autodeterminación? Polemizando contra Rosa Luxemburg, quien preguntaba con ironía qué podría significar este término, Lenin señaló en su panfleto “El derecho de las naciones a la autodeterminación” (1914) que “por autodeterminación de las naciones se entiende su separación estatal de las colectividades de otra nación, se entiende la formación de un Estado nacional independiente”. ¿Será entonces que la FT llama por la independencia de naciones indígenas en el Ecuador? No lo dicen directamente, pero es la lógica de su planteamiento. Con este enfoque preconiza una lucha separada, si no es directamente separatista, de los indígenas ecuatorianos (y de los afroecuatorianos).
Hoy en día, muchos académicos burgueses (y algunos seudomarxistas como Michael Löwy y Eric Hobsbawm) han adoptado una definición enteramente idealista de la nación, como una “comunidad imaginada de hombres y mujeres” o términos equivalentes. Así sólo dependería de la conciencia de sí mismos que tienen los integrantes de la nación. El criterio marxista, en cambio, se basa en el análisis materialista. Según los bolcheviques, una nación consiste en una comunidad estable e históricamente formada sobre la base de una comunidad de lengua, territorio, economía y cultura. El estado-nación es una característica del modo de producción capitalista, y es el marco predilecto del dominio de las burguesías nacionales. En el caso de los pueblos indios de la Amazonía ecuatoriana, los Shuar y Huaorani, y de tribus aun menos numerosas como los Cofán y Secoya, son pueblos claramente prenacionales, donde todavía prevalece el modo de producción tribal (a pesar de substanciales intrusiones de la economía capitalista, sobre todo con la llegada de los petroleros, los madereros y los soldados). Los pueblos de habla quichua de la sierra, en cambio, revisten algunas características de una nación (lengua y cultura común), pero por su ubicación territorial, esparcida en comunidades en toda la zona céntrica del país, y su creciente participación en la economía nacional de Ecuador, no constituyen una nación sino más exactamente una nacionalidad oprimida.
En realidad, dentro de una nacionalidad Kichwa hay múltiples pueblos de habla quichua, lo que refleja el hecho de que los varios señoríos indígenas de la zona quiteña sólo fueron parcialmente conquistados por el Tawantinsuyo, y esto pocos años antes de la conquista española. Esto explica en parte la multiplicidad de las organizaciones indígenas de la sierra. Más importante son los aspectos territoriales y económicos. En los primeros decenios del siglo XX, se podría haber desprendido eventualmente una nación quichua en la zona andina del Perú, donde predominaban las haciendas semifeudales y comunidades indígenas que producían principalmente por el autoconsumo, y que estuvo bastante aislada de la zona costeña, de predominancia blanca y mestiza. Pero ¿cómo sería la autodeterminación de una nación Kichwa en el Ecuador hoy día cuando los indígenas constituyen la mayoría de la población de la sierra y la abrumadora mayoría de los campos y pequeñas ciudades ahí, y abastecen las áreas urbanas con su producción agrícola que es principalmente dirigida al mercado? Sería una “nación” de toda la sierra, y su “independencia” sería en realidad la separación de las zonas costeñas. En efecto, ¡sería la realización del sueño reaccionario de los más retrógrados banqueros y comerciantes de Guayaquil!
En el caso de Rusia, que mantuvo bajo su férula a un centenar de pueblos, nacionalidades y naciones oprimidas, los bolcheviques dirigidos por Lenin y Trotsky se esforzaron por buscar formas flexibles para realizar su promesa de liberar a todos los presos de la cárcel de naciones y de pueblos oprimidos que fue el imperio zarista. En el caso de las naciones grandes (y algunas pequeñas) de la zona occidental se reconoció el derecho de la autodeterminación – es decir, de la independencia – aún bajo dominación burguesa. Finlandia, Polonia y los estados bálticos se separaron bajo dominación burguesa, la Ucrania y Bielorrusia quedaron dentro de la federación, como repúblicas de lo que luego pasó a ser la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Posteriormente (y tras una lucha con el chovinista gran ruso de origen georgiano, Stalin), las naciones del Cáucaso y las nacionalidades musulmanas de Asia Central también formaron repúblicas de la URSS. Para las nacionalidades menos desarrolladas (como los tartares, los kalmyk, los daghestanos, los mongoles-buryat), se crearon “republicas soviéticas asociadas” que gozaron de autonomía territorial dentro de las repúblicas de la unión. Para pueblos prenacionales hubo rayones (distritos) y hasta cantones autónomos. Esto permitió al principio un considerable florecimiento cultural, aunque finalmente fue sofocado por el peso aplastante de la burocracia estalinista.
En un país como Ecuador, donde la servidumbre en la forma del huasipungo y de la huasicama fue formalmente abolida sólo en 1964, hay pueblos prenacionales en diferentes niveles de desarrollo. Pero lo fundamental, es que la liberación de los indígenas ecuatorianos no es una cuestión de formar otro estado independiente, sino que tiene que ser la obra de los obreros, campesinos e indígenas, de los explotados y oprimidos de todo el país. Una revolución obrera tendría un carácter marcadamente indígena en todas las zonas, en el litoral pacífico no menos que en le sierra andina. Una separación regional de elementos reaccionarios guayaquileños tendría que ser aplastada como la Revolución Francesa aplastó a la rebelión monárquica de la Vendée. Bajo dominación burguesa, todo esquema de autonomía para los pueblos indígenas será un fraude, una burla. Pero dentro del marco de un gobierno obrero, campesino e indígenadel Ecuador, o sea, bajo la dictadura del proletariado, parte de una federación andina de repúblicas obreras, sería posible una gran variedad de formas autonómicas para reflejar la rica variedad de los pueblos. Para los pueblos de la zona amazónica, la autonomía no se limitaría a los rincones a los cuales han sido forzados a refugiarse de las incursiones capitalistas. Y eliminada la contienda nacionalista Perú-Ecuador, que sólo sirve los intereses de los imperialistas y sus socios menores, será posible unir los pueblos indígenas divididos por esta frontera artificial y hasta invisible.
La lucha por un partido leninista-trotskista,
y el gobierno obrero, campesino e indígena
y el gobierno obrero, campesino e indígena
En su famoso libro, ¿Qué hacer?, el dirigente bolchevique Vladimir Lenin, subrayó la necesidad para el partido obrero revolucionario de actuar como un “tribuno popular”, es decir, el abanderado de todos los oprimidos en su lucha contra el capitalismo. El revolucionario profesional no busca ser “el secretario tradeunionista [sindical], sino el tribuno popular que sabe reaccionar ante toda manifestación de arbitrariedad, de opresión, dondequiera que se produzca y cualquiera que sea el sector o la clase social a que afecte; que sabe sintetizar todas estas manifestaciones en un cuadro único de la brutalidad policíaca y de la explotación capitalista; que sabe aprovechar el hecho más pequeño para exponer ante todos sus convicciones socialistas y sus reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y cada uno la importancia histórica universal de la lucha emancipadora del proletariado”. Este aspecto, de colocar el proletariado a la cabeza de las luchas de las capas oprimidas, es una característica básica que distingue un partido leninista-trotskista de los partidos reformistas, de corte socialdemócrata o estalinista, que limitan su acción a los límites permitidos por el capitalismo. En lugar de ser partidos de gobierno, como los PC y PS, que forman alianzas, coaliciones y toda suerte de bloques podridos con sectores burgueses, los bolcheviques buscamos forjar el partido de la oposición intransigente.
Contingente del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores, en marcha del 1° de mayo de 1978. El MRT tuvo fuerte influencia en el FENOC cuando ésta se proclamó “socialista” en los años 70.
(Foto: Editorial El Conejo)
En el caso ecuatoriano, por muy dolida que se da con su experiencia de ser “limones comprimidos” por Lucio Gutiérrez, la izquierda tradicional sigue irremediablemente en los cauces frentepopulistas. Anhelan ser, precisamente, secretarios sindicales reformistas, y por lo tanto no ofrecen, ni pueden ofrecer, un programa revolucionaria para la liberación de los indígenas, los negros y todos los trabajadores. Ahora diversas organizaciones de la izquierda ecuatoriana, reunidas en un Congreso de los Pueblos en Quito, han formado un “Comando del Pueblo”, aprobando una “Estrategia Unificada para derrotar al neoliberalismo”, y llamando a movilizaciones contra el gobierno para el 21 de agosto (CMI, 12 de julio). Los reducidos círculos que se identifican (erróneamente) con el trotskismo no ofrecen una alternativa revolucionaria. La Corriente Democracia Socialista (afiliada con el Secretarido Unificado, del difunto Ernest Mandel), se distingue por su programa abiertamente socialdemócrata (busca “la extensión de la democracia de los sectores populares”) que presenta “retos para el nuevo gobierno” del ex coronel Gutiérrez (International Viewpoint, febrero de 2003). En lugar de poner “retos” al gobierno burgués, embellecer la democracia burguesa, “refundar” la república burguesa o luchar contra “neoliberalismo”, los revolucionarios auténticos enarbolan un programa de lucha contra el régimen y los partidos que colaboren con él, contra el capitalismo y por la revolución socialista.
En el Ecuador, como hemos indicado, la cuestión de la tierra es una de las cuestiones primordiales para dar una solución revolucionaria a la opresión de los pueblos indígenas, sobre todo para los agricultores de la sierra. Hay que luchar por una revolución agraria, en la que los campesinos, indígenas y no indígenas, se apoderan de las grandes haciendas y granjas en lugar de hacer peticiones a una agencia gubernamental de reforma agraria. Pero, como han subrayado Marx, Engels, Lenin y Trotsky, los campesinos – una capa intermedia que carece de la cohesión y solidez de interés de una clase – no puede dirigir la revolución. Realizar esta meta sólo será posible en el contexto de una revolución obrera que expropiaría las haciendas capitalistas (como las fincas lecheras de la sierra), y no solamente unos pastos “semifeudales” como pretenden los estalinistas. El proletariado revolucionario no busca “modernizar” a la agricultura burguesa sino tumbar a la clase dominante que durante siglos ha oprimido a los indios. En las fincas y granjas que cuentan con maquinaria moderna, será posible la colectivización voluntaria de la producción. En otros casos, el reparto de toda la tierra entre los que la trabajan (y no solamente de los terrenos no productivos en el monte, como hasta ahora) será la norma. La nacionalización de la tierra hará posible prácticas indígenas tradicionales como el reparto anual por la comuna y el trabajo voluntario de las mingas, que podrían preparar el paso a una agricultura socializada, de alto nivel tecnológico, que sentaría las bases para eliminar la miseria secular del campo.
La autonomía para los pueblos indígenas que lo deseen daría la posibilidad de un desarrollo harmonioso de los indios amazónicos hacia el socialismo sin el temor constante de ser expulsados de sus tierras, como es el caso hoy. Este temor ha originado conflictos hasta con otros grupos indígenas, como la matanza reciente de indios Tagaeri por los Huaorani, aparentemente armados por empresas madereras. Habría que proporcionar la ayuda económica necesaria para elevar el nivel económico acorde con los deseos de estos pueblos, y no en función de los intereses de las empresas petroleras. Es posible también que formas de autonomía regional serían factibles en la sierra. En cuanto a demandas por la introducción del derecho consuetudinario, los marxistas insistimos en la necesidad de una justicia conforme con la defensa de todos los oprimidos. En nombre de la justicia tradicional han habido hasta linchamientos de ladrones, o en un caso reciente se desnudó a una mujer y la sujetó al azote por vender falsos boletos de lotería, castigos que no serían permitidos por un gobierno revolucionario, ni serían exigidos por los pobladores una vez que la justicia no sea una institución ajena sino una acción colectiva de ellos mismos según las normas revolucionarias.
Hasta los años 80, los derechos democráticos de las población indígena del Ecuador eran negados mediante una serie de mecanismos, desde el peonaje del huasipungo hasta la prohibición del voto de los analfabetos (en castellano). Aunque se ha introducido un programa nacional de educación bilingüe, la calidad de las escuelas en las zonas indígenas es netamente inferior, y el pago de los maestros escandaloso. Así los revolucionarios (en particular entre los maestros) deben luchar por una educación fiscal primaria y secundaria multilingüe de alta calidad, accesible a todos, por la nacionalización de las universidades, y por la matriculación libre para la educación superior, sin costo ni exclusividad, con estipendios para proveer el sustento de estudiantes de ingresos bajos o inexistentes. En estas y otras esferas, persiste hoy una discriminación sistemática contra los indígenas. Se han reportado casos de escuelas que exigen cortar los pelos largos tradicionales y prohíben vestimenta indígena; hay pueblos que impiden la entrada de indígenas, y plazas públicas que dificultan el acceso a los negros. Son rutinarios los anuncios de empleo que exigen una “buena presencia”, lo que es entendido por todo el mundo como una forma de excluir a los indígenas o los negros. Hay que combatir toda discriminación, como por ejemplo en contra de los homosexuales, a sabiendas de que el racismo, el sexismo y la homofobia sólo desaparecerán con la destrucción del sistema capitalista que los engendra.
En esta lucha es imprescindible forjar la unidad revolucionaria entre los aproximadamente 3.500.000 indígenas del Ecuador y los 500.000 afroecuatorianos que viven en la costa, en el Valle del Chota y con una creciente presencia en la capital. Indígenas y negros son objetos preferidos de la represión de la policía y el ejército; también padecen tasas de desempleo mucho más altas que los mestizos y blancos. Pero la unidad de estos sectores oprimidos hasta ahora existe más que todo en los pronunciamientos formales y huecos. De hecho, algunas de las peores agresiones que han sufrido comunidades campesinas negras de Esermaldas, fueron de parte de campesinos indígenas que disputaban las mismas tierras. Es preciso destacar la historia de resistencia de la población negra del país, descendiente en gran medida de cimarrones (esclavos fugados y sublevados) que vivían en los palenques (pueblos fortificados). El palenque más famoso fue el de Esmeraldas, que acogió a esclavos que huyeron de Colombia. En los años 70, una de las luchas más importantes del agro fue la ocupación de una hacienda en Imbabura, que resultó en una represión policíaca masiva, la quema de las viviendas de los trabajadores agrícolas y el asesinato policial del dirigente negro Mardoqueo León. En 1995, el diputado negro y dirigente del PCMLE Jaime Hurtado fue asesinado junto con dos compañeros por sicarios en contubernio con la policía.
Objetos de una doble y hasta triple opresión, las mujeres indígenas han jugado un papel de vanguardia en las luchas campesinas desde tiempos de la colonia. Hoy, las mujeres tienen un papel económico mucho mayor que en el pasado reciente, debido en parte a la emigración de hasta 1,5 millones de ecuatorianos, en su gran mayoría hombres, en busca de trabajo en el exterior. Así el porcentaje de mujeres ecuatorianas económicamente activas fuera del hogar pasó del 17 por ciento en el 74 hasta el 43 por ciento dos décadas más tarde. Esto se refleja en la participación activa de indígenas en los levantamientos de la última década. Por otro lado, más del 50 por ciento de las indígenas siguen siendo analfabetas, y sufren también altos índices de mortalidad en el embarazo y parto. Se debe a la deficiente y hasta inexistente atención médica que reciben, y a las pésimas condiciones económicas en que viven. Los trotskistas luchamos por la plena participación de la mujer en el trabajo social, con salario igual por trabajo igual; por guarderías infantiles gratuitas, financiadas por las empresas y abiertas 24 horas al día; por un sistema de salud socializado, de alta calidad; por el derecho alaborto libre y gratuito; y por la socialización de las tareas domésticas en el marco de una economía planificada. ¡Por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista!
Como muestran las recientes huelgas magisterial y petrolera, todos los trabajadores sufren de la represión, la explotación y la opresión del capitalismo. Las alzas en el precio de combustibles, agua, electricidad y medicinas golpean a todos. Los seudosocialistas y el movimiento indígena han arremetido en años recientes contra el “neoliberalismo” y la “globalización”. En realidad, el origen de la miseria, el desempleo y otros flagelos se encuentra en el capitalismo y el imperialismo: no resultan de una mera política sino de unsistema que hay que tumbar. Un partido obrero lucharía por un programa de empleos para todos, mediante la escala móvil de salarios y horas de trabajo. Frente a las estafas millonarias de los banqueros y politiqueros, exigiría la abolición del “secreto comercial” y por medio de la acción obrera abriría los libros de contabilidad de las empresas. En los puntos más altos de la lucha, impondría el control obrero de la producción mediante comités de fábrica. Será necesario formar comités de autodefensa obrera, campesina e indígena, desarrollándose en milicias de trabajadores, para proteger a las huelgas y las acciones campesinas contra los matones patronales. Todas estas medidas transitorias apuntan hacia la revolución obrera y una economía planificada, que por primera vez hará posible la liberación de los indígenas, los negros, las mujeres y todos los oprimidos.
Pero tal revolución no se puede limitar a los estrechos contornos de un pequeño país andino. Es imprescindible luchar sobre la base de un programa proletario internacionalista. Mientras los estalinistas “M-L” del Ecuador y del Perú apoyaron a sus propias burguesías en la interminable contienda fronteriza y la guerra del 95, hasta criticándolas de “vendepatrias” por sacrificar el sagrado territorio nacional, los trotskistas asumimos la posición bolchevique de derrotismo revolucionario en ambos bandos de esta guerra reaccionaria. Hoy día, cuando el imperialismo yanqui está incrementando su intervención en la región, dirigida principalmente al aplastamiento de las guerrillas colombianas, es urgente movilizar la fuerza de la clase obrera, los campesinos e indígenas para echar a los militares norteamericanos de la base aérea de Manta, y de todas las instalaciones militares del país. A despecho de sus declaraciones huecas de solidaridad y oposición a la presencia estadounidense en Manta, la presencia de los ministros de Pachakutik y del PCMLE-MPD en el gobierno ha avalado la intervención militar del imperialismo. Es de anotar también cómo estos partidos participaron en las protestas contra la invasión imperialista al Irak orientando las demandas a presionar a Gutiérrez en lugar de luchar directamente en contra de quien se declaró el “mejor aliado” del guerrerista Bush. El nacionalismo y el frentepopulismo van de la mano para engendrar la capitulación ante el imperialismo.
Los trabajadores e indígenas ecuatorianos están posicionados hoy como nunca antes para que su lucha tenga un impacto internacional. La emigración de más del 15 por ciento de la población total del país, a la vez refleja la dolorosa situación económica del país, donde la gran mayoría vive en la pobreza, y ha colocado a trabajadores ecuatorianos en el seno de las metrópolis europeas y norteamericanas. Más de 100.000 ecuatorianos viven sólo en la ciudad de Nueva York, trabajando en los “talleres de sudor” de la industria de la costura y en la construcción. Cientos de miles de ecuatorianos están radicados en España, donde han sido víctimas de la xenofobia y de atropellos del gobierno del ex franquista Aznar. Al luchar contra las persecuciones anti-inmigrantes, exigiendo plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes, y contra las guerras imperialistas, desde Irak hasta Colombia, los trabajadores ecuatorianos pueden tener un efecto que extiende mucho más allá de Sudamérica hasta los centros imperialistas. Pero para eso, el instrumento imprescindible es un partido leninista-trotskista de vanguardia, que infunda la conciencia revolucionaria en los trabajadores más avanzados, la juventud rebelde, las mujeres y los luchadores indígenas. Mediante su intervención en la lucha de clases y su trabajo de formación marxista de cuadros, este partido prepara las condiciones para verdaderos triunfos futuros de los trabajadores.
Con la dirección de un partido obrero revolucionario, uniendo los “ponchos rojos” al proletariado internacional, los trabajadores de este país indígena podrían desencadenar una revolución obrera con una fuerza superior a Cotopaxi y Chimborazo, que se sentirá hasta en Wall Street. ¡Por un gobierno obrero, campesino e indígena, en una federación andina de repúblicas obreras y los estados unidos socialistas de América Latina! ¡Por la lucha común con los trabajadores norteamericanos y europeos! ¡Abajo el nacionalismo burgués – viva el internacionalismo proletario revolucionario! ¡Luchemos por reforjar la IV Internacional de Trotsky!
Contingente del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores, en marcha del 1° de mayo de 1978. El MRT tuvo fuerte influencia en el FENOC cuando ésta se proclamó “socialista” en los años 70.
(Foto: Editorial El Conejo)
En el caso ecuatoriano, por muy dolida que se da con su experiencia de ser “limones comprimidos” por Lucio Gutiérrez, la izquierda tradicional sigue irremediablemente en los cauces frentepopulistas. Anhelan ser, precisamente, secretarios sindicales reformistas, y por lo tanto no ofrecen, ni pueden ofrecer, un programa revolucionaria para la liberación de los indígenas, los negros y todos los trabajadores. Ahora diversas organizaciones de la izquierda ecuatoriana, reunidas en un Congreso de los Pueblos en Quito, han formado un “Comando del Pueblo”, aprobando una “Estrategia Unificada para derrotar al neoliberalismo”, y llamando a movilizaciones contra el gobierno para el 21 de agosto (CMI, 12 de julio). Los reducidos círculos que se identifican (erróneamente) con el trotskismo no ofrecen una alternativa revolucionaria. La Corriente Democracia Socialista (afiliada con el Secretarido Unificado, del difunto Ernest Mandel), se distingue por su programa abiertamente socialdemócrata (busca “la extensión de la democracia de los sectores populares”) que presenta “retos para el nuevo gobierno” del ex coronel Gutiérrez (International Viewpoint, febrero de 2003). En lugar de poner “retos” al gobierno burgués, embellecer la democracia burguesa, “refundar” la república burguesa o luchar contra “neoliberalismo”, los revolucionarios auténticos enarbolan un programa de lucha contra el régimen y los partidos que colaboren con él, contra el capitalismo y por la revolución socialista.
En el Ecuador, como hemos indicado, la cuestión de la tierra es una de las cuestiones primordiales para dar una solución revolucionaria a la opresión de los pueblos indígenas, sobre todo para los agricultores de la sierra. Hay que luchar por una revolución agraria, en la que los campesinos, indígenas y no indígenas, se apoderan de las grandes haciendas y granjas en lugar de hacer peticiones a una agencia gubernamental de reforma agraria. Pero, como han subrayado Marx, Engels, Lenin y Trotsky, los campesinos – una capa intermedia que carece de la cohesión y solidez de interés de una clase – no puede dirigir la revolución. Realizar esta meta sólo será posible en el contexto de una revolución obrera que expropiaría las haciendas capitalistas (como las fincas lecheras de la sierra), y no solamente unos pastos “semifeudales” como pretenden los estalinistas. El proletariado revolucionario no busca “modernizar” a la agricultura burguesa sino tumbar a la clase dominante que durante siglos ha oprimido a los indios. En las fincas y granjas que cuentan con maquinaria moderna, será posible la colectivización voluntaria de la producción. En otros casos, el reparto de toda la tierra entre los que la trabajan (y no solamente de los terrenos no productivos en el monte, como hasta ahora) será la norma. La nacionalización de la tierra hará posible prácticas indígenas tradicionales como el reparto anual por la comuna y el trabajo voluntario de las mingas, que podrían preparar el paso a una agricultura socializada, de alto nivel tecnológico, que sentaría las bases para eliminar la miseria secular del campo.
La autonomía para los pueblos indígenas que lo deseen daría la posibilidad de un desarrollo harmonioso de los indios amazónicos hacia el socialismo sin el temor constante de ser expulsados de sus tierras, como es el caso hoy. Este temor ha originado conflictos hasta con otros grupos indígenas, como la matanza reciente de indios Tagaeri por los Huaorani, aparentemente armados por empresas madereras. Habría que proporcionar la ayuda económica necesaria para elevar el nivel económico acorde con los deseos de estos pueblos, y no en función de los intereses de las empresas petroleras. Es posible también que formas de autonomía regional serían factibles en la sierra. En cuanto a demandas por la introducción del derecho consuetudinario, los marxistas insistimos en la necesidad de una justicia conforme con la defensa de todos los oprimidos. En nombre de la justicia tradicional han habido hasta linchamientos de ladrones, o en un caso reciente se desnudó a una mujer y la sujetó al azote por vender falsos boletos de lotería, castigos que no serían permitidos por un gobierno revolucionario, ni serían exigidos por los pobladores una vez que la justicia no sea una institución ajena sino una acción colectiva de ellos mismos según las normas revolucionarias.
Hasta los años 80, los derechos democráticos de las población indígena del Ecuador eran negados mediante una serie de mecanismos, desde el peonaje del huasipungo hasta la prohibición del voto de los analfabetos (en castellano). Aunque se ha introducido un programa nacional de educación bilingüe, la calidad de las escuelas en las zonas indígenas es netamente inferior, y el pago de los maestros escandaloso. Así los revolucionarios (en particular entre los maestros) deben luchar por una educación fiscal primaria y secundaria multilingüe de alta calidad, accesible a todos, por la nacionalización de las universidades, y por la matriculación libre para la educación superior, sin costo ni exclusividad, con estipendios para proveer el sustento de estudiantes de ingresos bajos o inexistentes. En estas y otras esferas, persiste hoy una discriminación sistemática contra los indígenas. Se han reportado casos de escuelas que exigen cortar los pelos largos tradicionales y prohíben vestimenta indígena; hay pueblos que impiden la entrada de indígenas, y plazas públicas que dificultan el acceso a los negros. Son rutinarios los anuncios de empleo que exigen una “buena presencia”, lo que es entendido por todo el mundo como una forma de excluir a los indígenas o los negros. Hay que combatir toda discriminación, como por ejemplo en contra de los homosexuales, a sabiendas de que el racismo, el sexismo y la homofobia sólo desaparecerán con la destrucción del sistema capitalista que los engendra.
En esta lucha es imprescindible forjar la unidad revolucionaria entre los aproximadamente 3.500.000 indígenas del Ecuador y los 500.000 afroecuatorianos que viven en la costa, en el Valle del Chota y con una creciente presencia en la capital. Indígenas y negros son objetos preferidos de la represión de la policía y el ejército; también padecen tasas de desempleo mucho más altas que los mestizos y blancos. Pero la unidad de estos sectores oprimidos hasta ahora existe más que todo en los pronunciamientos formales y huecos. De hecho, algunas de las peores agresiones que han sufrido comunidades campesinas negras de Esermaldas, fueron de parte de campesinos indígenas que disputaban las mismas tierras. Es preciso destacar la historia de resistencia de la población negra del país, descendiente en gran medida de cimarrones (esclavos fugados y sublevados) que vivían en los palenques (pueblos fortificados). El palenque más famoso fue el de Esmeraldas, que acogió a esclavos que huyeron de Colombia. En los años 70, una de las luchas más importantes del agro fue la ocupación de una hacienda en Imbabura, que resultó en una represión policíaca masiva, la quema de las viviendas de los trabajadores agrícolas y el asesinato policial del dirigente negro Mardoqueo León. En 1995, el diputado negro y dirigente del PCMLE Jaime Hurtado fue asesinado junto con dos compañeros por sicarios en contubernio con la policía.
Objetos de una doble y hasta triple opresión, las mujeres indígenas han jugado un papel de vanguardia en las luchas campesinas desde tiempos de la colonia. Hoy, las mujeres tienen un papel económico mucho mayor que en el pasado reciente, debido en parte a la emigración de hasta 1,5 millones de ecuatorianos, en su gran mayoría hombres, en busca de trabajo en el exterior. Así el porcentaje de mujeres ecuatorianas económicamente activas fuera del hogar pasó del 17 por ciento en el 74 hasta el 43 por ciento dos décadas más tarde. Esto se refleja en la participación activa de indígenas en los levantamientos de la última década. Por otro lado, más del 50 por ciento de las indígenas siguen siendo analfabetas, y sufren también altos índices de mortalidad en el embarazo y parto. Se debe a la deficiente y hasta inexistente atención médica que reciben, y a las pésimas condiciones económicas en que viven. Los trotskistas luchamos por la plena participación de la mujer en el trabajo social, con salario igual por trabajo igual; por guarderías infantiles gratuitas, financiadas por las empresas y abiertas 24 horas al día; por un sistema de salud socializado, de alta calidad; por el derecho alaborto libre y gratuito; y por la socialización de las tareas domésticas en el marco de una economía planificada. ¡Por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista!
Como muestran las recientes huelgas magisterial y petrolera, todos los trabajadores sufren de la represión, la explotación y la opresión del capitalismo. Las alzas en el precio de combustibles, agua, electricidad y medicinas golpean a todos. Los seudosocialistas y el movimiento indígena han arremetido en años recientes contra el “neoliberalismo” y la “globalización”. En realidad, el origen de la miseria, el desempleo y otros flagelos se encuentra en el capitalismo y el imperialismo: no resultan de una mera política sino de unsistema que hay que tumbar. Un partido obrero lucharía por un programa de empleos para todos, mediante la escala móvil de salarios y horas de trabajo. Frente a las estafas millonarias de los banqueros y politiqueros, exigiría la abolición del “secreto comercial” y por medio de la acción obrera abriría los libros de contabilidad de las empresas. En los puntos más altos de la lucha, impondría el control obrero de la producción mediante comités de fábrica. Será necesario formar comités de autodefensa obrera, campesina e indígena, desarrollándose en milicias de trabajadores, para proteger a las huelgas y las acciones campesinas contra los matones patronales. Todas estas medidas transitorias apuntan hacia la revolución obrera y una economía planificada, que por primera vez hará posible la liberación de los indígenas, los negros, las mujeres y todos los oprimidos.
Pero tal revolución no se puede limitar a los estrechos contornos de un pequeño país andino. Es imprescindible luchar sobre la base de un programa proletario internacionalista. Mientras los estalinistas “M-L” del Ecuador y del Perú apoyaron a sus propias burguesías en la interminable contienda fronteriza y la guerra del 95, hasta criticándolas de “vendepatrias” por sacrificar el sagrado territorio nacional, los trotskistas asumimos la posición bolchevique de derrotismo revolucionario en ambos bandos de esta guerra reaccionaria. Hoy día, cuando el imperialismo yanqui está incrementando su intervención en la región, dirigida principalmente al aplastamiento de las guerrillas colombianas, es urgente movilizar la fuerza de la clase obrera, los campesinos e indígenas para echar a los militares norteamericanos de la base aérea de Manta, y de todas las instalaciones militares del país. A despecho de sus declaraciones huecas de solidaridad y oposición a la presencia estadounidense en Manta, la presencia de los ministros de Pachakutik y del PCMLE-MPD en el gobierno ha avalado la intervención militar del imperialismo. Es de anotar también cómo estos partidos participaron en las protestas contra la invasión imperialista al Irak orientando las demandas a presionar a Gutiérrez en lugar de luchar directamente en contra de quien se declaró el “mejor aliado” del guerrerista Bush. El nacionalismo y el frentepopulismo van de la mano para engendrar la capitulación ante el imperialismo.
Los trabajadores e indígenas ecuatorianos están posicionados hoy como nunca antes para que su lucha tenga un impacto internacional. La emigración de más del 15 por ciento de la población total del país, a la vez refleja la dolorosa situación económica del país, donde la gran mayoría vive en la pobreza, y ha colocado a trabajadores ecuatorianos en el seno de las metrópolis europeas y norteamericanas. Más de 100.000 ecuatorianos viven sólo en la ciudad de Nueva York, trabajando en los “talleres de sudor” de la industria de la costura y en la construcción. Cientos de miles de ecuatorianos están radicados en España, donde han sido víctimas de la xenofobia y de atropellos del gobierno del ex franquista Aznar. Al luchar contra las persecuciones anti-inmigrantes, exigiendo plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes, y contra las guerras imperialistas, desde Irak hasta Colombia, los trabajadores ecuatorianos pueden tener un efecto que extiende mucho más allá de Sudamérica hasta los centros imperialistas. Pero para eso, el instrumento imprescindible es un partido leninista-trotskista de vanguardia, que infunda la conciencia revolucionaria en los trabajadores más avanzados, la juventud rebelde, las mujeres y los luchadores indígenas. Mediante su intervención en la lucha de clases y su trabajo de formación marxista de cuadros, este partido prepara las condiciones para verdaderos triunfos futuros de los trabajadores.
Con la dirección de un partido obrero revolucionario, uniendo los “ponchos rojos” al proletariado internacional, los trabajadores de este país indígena podrían desencadenar una revolución obrera con una fuerza superior a Cotopaxi y Chimborazo, que se sentirá hasta en Wall Street. ¡Por un gobierno obrero, campesino e indígena, en una federación andina de repúblicas obreras y los estados unidos socialistas de América Latina! ¡Por la lucha común con los trabajadores norteamericanos y europeos! ¡Abajo el nacionalismo burgués – viva el internacionalismo proletario revolucionario! ¡Luchemos por reforjar la IV Internacional de Trotsky!
¿Por qué elegir al Compañero Presidente Jorge TAIANA?
P R O P U E S T A
P O L Í T I C A
PARA ESCRIBIR
EL SEGUNDO
TOMO
PROFUNDIZAR PARA CONSOLIDAR TODO LO LOGRADO
POR COHERENCIA, COMPROMISO Y TRAYECTORIA
- INTEGRACIÓN REGIONAL
- MÁS DERECHOS SOCIALES
- CONSOLIDAR TEJIDO INDUSTRIAL
- MINISTERIO DE LA MUJER MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE MINISTERIO DE LA ECONOMÍA POPULAR
- DESMONOPOLIZAR
DESCONCENTRAR
NACIONALIZAR
- DEMOCRATIZAR Y ARGENTINIZAR
- PRODUCCIÓN ECONÓMICA
- REFORMA TRIBUTARIA
APOYO A LA ECONOMÍA POPULAR
- MAYOR FOMENTO DE LA CULTURA POPULAR
LEY DE INVERSIÓN EXTRANJERA
- LEY DE SERVICIOS FINANCIEROS
- REFORMA CONSTITUCIONAL
- PARTICIPACIÓN POPULAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario