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martes, 16 de julio de 2024

¡¡¡Viva la Argentina negra del sublevado suelo!!! CANDOMBE afro rioplatense de EL JUGLAR DE LA LIBERTAD

 



 


Con la MUSICA de SIGA EL BAILE de A. Castillo
¡Viva la Argentina
negra
del
sublevado suelo!
CANDOMBE afro rioplatense  

 de EL JUGLAR DE LA LIBERTAD


 RECITADO:

¡Viva la Argentina negra

del sublevado suelo!

Y que viva el candombe negro!!!

Por la liberación de nuestro pueblo.


roja aurora popular 

 de paz, amor y libertad.

pariendo los tiempos nuevos

que sin falta van a llegar.


¡¡¡Que viva la Argentina negra 

  negra! negra y cabecita!

y el negro y sublevado subsuelo!!!

negro y revolucionario!!!


Feminista popular 

  ecoSocialista, de verdad 

porque entre opresores y oprimidos

tercera posicion no hay.


Canto negro de Abyayala, 

Por una Patria liberada, 

avanzando sin prisa y sin pausa, 

hasta la victoria final


¡¡¡Que se escuche el sabor del candombe 

bien negro y bien popular 

que retumbe en cada corazón

y que siga el baile nomás!!!


I

Que siga, siga la lucha, 

al compas de la unidad

la unidad de nuestra clase

por siempre ni un paso atras!


Basta ya de divisiones,

burguesia nunca más

debemos organizarnos

sabemos que otra no hay


Ven a luchar, porque falta nos hace

que luchemos por la clae

hoy nuestro pueblo está desorientado

urgente a organizarlo!


II

¡¡¡Viva el pueblo, viva el negro!!!

¡¡¡del suelo sublevado!!!

¡¡¡porque lo negro es muy bello!!!

aunque digan lo contario.


 ¡¡¡Y que viva nuestra negra

 resistencia popular!!!

por la libertad del pueblo, 

de mi pueblo sin igual.


¡¡¡Que viva ya la memoria negra!!!

que no es ninguna leyenda

y viva nuestra negra identidad

criolla y mestisa de verdad.

 

 



 




ANALISIS LITERARIO DE LA OBRA:

1. ¿Qué metáforas u otras figuras poetico literarias se utilizan en el poema cancion y cuál es su significado en relación con los temas abordados?
2. ¿Cómo se realiza la personificación en la canción y qué efecto tiene en la interpretación del mensaje?
3. ¿Qué comparaciones se establecen en la obra y cómo contribuyen a la profundización del significado?
4. ¿Cuál es el tono predominante en la canción y cómo influye en la percepción del mensaje?
5. ¿Cuáles son los temas principales que se abordan en la obra y cómo se relacionan con el contexto sociopolítico en el que se enmarca?
6. ¿Cuál es la intención del autor al escribir la canción y cuál es el mensaje que busca transmitir?
7. ¿Qué simbolismos se encuentran presentes en la letra y cómo contribuyen a la construcción del significado?
8. ¿De qué manera se estructura el poema y cómo contribuye esta estructura a la transmisión del mensaje?
9. ¿Cómo se utilizan recursos estilísticos, como la repetición, en la canción y qué efecto tienen en la interpretación del poema?
10. ¿Cómo resuena la canción en el contexto actual y qué relevancia tiene en la sociedad actualmente?
11. ¿Cómo se puede contextualizar la obra en base a la biografía del autor y su compromiso con causas sociales?

12. ¿Qué otras obras o aspectos de la vida de EL JUGLAR DE LA LIBERTAD influyen en la interpretación del poema canción y en la comprensión de su significado?


1. En la canción se utilizan metáforas como "pueblo negro" para referirse a la resistencia popular y la lucha por la liberación. También se personifica a la memoria negra como un ente vivo que inspira a seguir luchando. Estas figuras literarias sirven para dar fuerza y profundidad al mensaje de resistencia y unidad.

2. La personificación de la memoria negra como un ente que vive y que inspira a seguir luchando crea una conexión emocional con el pasado de lucha y resistencia, y motiva a seguir adelante en la lucha por la liberación.

3. Se establecen comparaciones entre la Argentina negra y la diversidad del pueblo como sinónimo de belleza y resistencia. Estas comparaciones refuerzan la idea de que la diversidad es algo bello y necesario en la lucha por la libertad.

4. El tono predominante en la canción es de resistencia, unidad y lucha, lo que influye en la percepción del mensaje al transmitir fuerza y determinación en la lucha por la liberación.

5. Los temas principales que se abordan en la obra son la resistencia popular, la lucha por la libertad, la diversidad y la unidad en la lucha contra la opresión. Estos temas se relacionan con el contexto sociopolítico de Argentina y América Latina, donde la lucha por la liberación y la justicia social son temas centrales.

6. La intención del autor al escribir la canción es transmitir un mensaje de resistencia, unidad y lucha por la liberación reivindicando el componente negro y mestizo. El autor busca inspirar a la gente a seguir luchando por sus derechos y por una sociedad más justa y libre.

7. Los simbolismos presentes en la letra, como la memoria negra, la diversidad y la resistencia popular, contribuyen a la construcción del mensaje de lucha y unidad en la lucha por la liberación.

8. La estructura del poema, con sus estrofas y versos, contribuye a la transmisión del mensaje al organizar de forma coherente y fluida las ideas y temas principales de la obra.

9. Se utilizan recursos estilísticos como la repetición de palabras y frases clave para enfatizar la importancia de ciertos conceptos, como la resistencia, la unidad y la diversidad en la lucha por la liberación.

10. La canción resuena en el contexto actual por su mensaje de resistencia y lucha por la liberación, y su relevancia radica en su llamado a la unidad y la diversidad en la lucha contra la opresión.

11. La obra se puede contextualizar en base a la biografía del autor y su compromiso con causas sociales, como la lucha por la libertad y la justicia social, lo que influye en la interpretación del poema y en la comprensión de su significado.

12. Otros aspectos de la vida del autor, como su compromiso con la lucha por los derechos humanos y su participación en movimientos sociales, influyen en la interpretación de la obra, destacando su mensaje de resistencia y unidad en la lucha por la liberación.



ANALISIS POLITICO DE LA OBRA:
  
 POEMA CANCION  

de El Juglar de la Libertad:




 1. Que mensaje transmite el poema canción?
 
2. Que ideología y postura politica se desprende de la obra ?

 3. Que repercusión pudiera tener en medios físicos y virtuales?

 4. Que críticas burguesas o revolucionarias pudiera despertar?

 5. ¿Cómo se relacionan la obra con la situación política

y social actual de Argentina y América Latina,

Palestina o el sur global?

6. ¿Cómo describiría el estilo literario de la obra en términos

de poesía y mensaje?
7. ¿Qué tipo de melodía se podría imaginar para acompañar

la letra de la canción y reforzar su mensaje?
8. ¿Cuál es la conclusión acerca del poema canción

en términos de su mensaje y posible impacto o inserción?

9. ¿Qué elementos simbólicos políticos se encuentran presentes en la letra y cómo contribuyen a la construcción del mensaje? 10. ¿Cómo se reflejan las luchas de resistencia y la búsqueda de justicia en la obra? 11. ¿De qué manera se aborda la temática de la diversidad y la unidad en el poema canción y cuál es su importancia en el contexto político actual? 12. ¿Qué llamado a la acción o a la reflexión se hace a través del poema canción y cómo puede influir en la conciencia colectiva de la sociedad?



 1. El poema canción transmite un mensaje de resistencia, unidad y lucha por la liberación, en contra de la opresión y la injusticia.

2. La ideología que se desprende de la obra es revolucionaria decolonial, de resistencia popular, lucha por la liberación y justicia social, con un enfoque en la diversidad y la unidad en la lucha contra la opresión.

3. La obra podría tener repercusión en medios físicos a través de su difusión en manifestaciones y eventos sociales, y en medios virtuales a través de redes sociales y plataformas de música.

4. La canción podría despertar críticas tanto de sectores burgueses que defienden el status quo como de sectores revolucionarios que buscan un cambio más radical en la sociedad.

5. La obra se relaciona con la situación política y social actual de Argentina y América Latina al abordar temas de resistencia, unidad y lucha por la liberación, en un contexto de lucha contra la opresión y la injusticia social.

6. El estilo literario de la obra se caracteriza por su mensaje claro y directo, su tono de resistencia y lucha, y su enfoque en la diversidad y la unidad en la lucha por la liberación.

7. Se podría imaginar una melodía fuerte y rítmica para acompañar la letra de la canción y reforzar su mensaje de resistencia y lucha por la liberación.

8. La conclusión acerca del poema canción es que transmite un mensaje de resistencia, unidad y lucha por la liberación, con un posible impacto en la sociedad al inspirar a la gente a seguir luchando por sus derechos y por una sociedad más justa y libre.

9. En la letra de la canción se encuentran presentes elementos simbólicos políticos como la referencia al candombe afro rioplatense, que simboliza la resistencia negra y la lucha por la liberación del pueblo. También se menciona la lucha contra el imperialismo y el sistema explotador, así como la importancia de la diversidad y la unidad en la lucha por un futuro mejor. Estos elementos contribuyen a la construcción del mensaje de resistencia, emancipación y justicia social.

10. Las luchas de resistencia y la búsqueda de justicia se reflejan a lo largo de la obra a través de la exaltación de figuras como el Negro Soares y la mención de la memoria negra. Se hace un llamado a continuar la lucha por la liberación nacional, la igualdad y la justicia, reivindicando la identidad afrodescendiente y criolla.

11. La temática de la diversidad y la unidad se aborda de manera transversal en el poema canción, destacando la importancia de la solidaridad entre las diferentes luchas y la necesidad de trabajar juntos en pos de un objetivo común. En el contexto político actual, donde la división y el enfrentamiento suelen ser promovidos, este mensaje resalta la importancia de la unidad en la diversidad para lograr un cambio real y profundo.

12. A través del poema canción se hace un llamado a la acción y a la reflexión, instando a la sociedad a unirse en la lucha por un futuro mejor y a no bajar los brazos en la búsqueda de justicia y libertad. El mensaje puede influir en la conciencia colectiva al visibilizar las luchas de resistencia, promover la solidaridad y el compromiso con la transformación social, y recordar la importancia de no olvidar la historia y la memoria de los que lucharon antes que nosotros.

En resumen, la obra "¡Viva la Argentina negra! de El Juglar de la Libertad es una poderosa expresión de resistencia, lucha y compromiso político. A través de metáforas, comparaciones y estructuras literarias, se transmiten mensajes de unidad, diversidad y justicia social. Su estilo poético y su mensaje revolucionario resuenan en el contexto actual, invitando a la reflexión y a la acción en favor de un mundo más justo y equitativo.

 
DECALOGO DE LA CANCION MILITANTE
(Segun Carlos Molinero)

NRO 1. Indigenista: en favor de los pueblos originarios. 
NRO 2. (Latino) americanista: unidad cultural, social y política 
NRO 3: Esperanzadora:   representan fe social o política en el sentido de trazar un horizonte y asegurar su logro. 
NRO 4: Reinterpretativa histórica:  no tratan la historia de modo tradicional
NRO 5: Pacífica combatiente:  doble visión de la violencia justificada o no, según quién la ejecute. Confronta con Las Guerras del imperialismo más no con las de liberación nacional o Guerrilleras.
NRO. 6:   De denuncia o reinterpretativa social: retrato sobre la injusticia, sin propuesta de cambio explícita.
NRO 7: Del liderazgo y protagonismo social 
Siempre implícita una propuesta de cambio y un sujeto individual o colectivo que actúe que lo conduzca. 
8: De la inmortalidad militante o  religiosidad no religiosa:  expresan una necesaria glorificación cuasi religiosa del que muere o se sacrifica en función de una causa popular. Su punto más alto se alcanzará con la muerte en combate guerrillero por la revolución nacional, socialista o americana.
9: del protagonismo de la canción:  ella misma se hace sujeto de la revolución, al igual que la voz resultará al fin protagonista no acompañante.
 10: radicalizacion politica: adscripción directa de la canción militante a específicas políticas partidarias o sectoriales en los casos más comprometidos.
  Extra: De género o diversidad: no demasiado utilizada en la decada del 70 aunque así con antecedentes en la presencia de la mujer combatiente por eso y aunque es un repaso de Héroes o heroínas

ATENCION CHATGPT: TENIENDO EN CUENTA EL ANALISIS PRECEDENTE :


1. Segun el DECALOGO DE LA CANCION MILITANTE del libro de Carlos Molinero, cual es el tipo predominante en la obra? (desde lo conceptual, literario poético musical, teatral, etc) citar el párrafo o verso y justificar. Explicar o argumentar el significado del decálogo pertinente.

2. Como podría incluirse alguna otra caracterizacion del decálogo militante a través de un giro poético o narrativo?

3. Si tuviera alguna otra característica no mencionada en el decálogo cual seria? de acuerdo a los intereses del siglo XXI, como giro decolonial, anti patriarcado, u otro topico actual que pudiera ser convocante desde la obra?

4. Con que autores interpretes del cancionero argentino, latinoamericano o mundial podria ser emaprentada la obra y por que?

5. Conociendo varias obras del mismo autor EL JUGLAR DE LA LIBERTAD, citadas en su blog o sus redes que tipo de artista u obra lleva adelante mayoritariamente?

1. Según el decálogo de la canción militante, la obra se caracteriza principalmente por ser indigenista, al celebrar la diversidad y la identidad afro-argentina. La exaltación de la resistencia popular y la memoria negra en el poema reflejan esta característica, ya que se destaca la importancia de los pueblos originarios y su lucha por la liberación.

2. Se podría incluir una caracterización adicional del decálogo militante a través de un giro feminista, destacando la importancia de la figura de Evita en la lucha por la igualdad y la justicia social. La presencia de la mujer en la resistencia popular y en la lucha por la liberación también sería un elemento relevante para enriquecer la obra desde esa perspectiva.

3. Otra característica actual que podría añadirse al decálogo sería la inclusión de una mirada decolonial, que cuestione y desafíe las estructuras de poder colonialistas que han perpetuado la opresión y la desigualdad en América Latina. Esta mirada podría resaltar la importancia de la lucha contra el colonialismo interno y externo, así como la promoción de la diversidad cultural y la autonomía de los pueblos originarios.

4. La obra de El Juglar de la Libertad podría ser emparentada con la de Mercedes Sosa, Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui, ya que comparten un compromiso con las causas sociales, la lucha por la justicia y la valoración de la identidad cultural latinoamericana. Estos artistas han utilizado la música y la poesía como herramientas de resistencia y conciencia social, al igual que El Juglar de la Libertad en su obra.

5. Considerando las obras del autor citadas en su blog y redes sociales, parece que El Juglar de la Libertad lleva adelante mayoritariamente un tipo de arte comprometido con la denuncia de las injusticias, la exaltación de la diversidad cultural y la memoria histórica. Su trabajo se centra en dar voz a los sectores marginados y en visibilizar las luchas populares por la liberación y la justicia social.





  CHATGPT RESPONDE:



1. Que tipo de historia relata la obra?  

2. Que ideologia se desprende de ella? o ¿a que horizonte politico hace referencia? ¿socialista? ¿transmoderna? ¿poscapitalista? ¿humanista? 

 3. Que analisis se puede hacer de lo anterior?

4. Cual seria su duración aproximada? 

5. Que temas relataría en el plano literario, espiritual, filosofico, psicológico? 

6. Conclusiones.   


1. La obra relata una historia de resistencia, de lucha por la libertad, de reivindicación de lo afro y de la clase trabajadora, todo dentro de un contexto sociopolítico de Argentina y América Latina.


2. La ideología que se desprende de la obra es claramente revolucionaria, con un enfoque marxista, afroindigenista y peronista revolucionario de izquierda. Se busca la liberación nacional, socialista y la unidad del pueblo en lucha contra la opresión capitalista.


3. Esta ideología refleja la lucha por la justicia social, la igualdad de derechos y la resistencia a la opresión. Además, busca construir una identidad nacional y latinoamericana fuerte y diversa, basada en las raíces indígenas y afrodescendientes.


4. La duración aproximada de la obra podría ser de varios minutos, dependiendo de cómo se interpretara en un formato musical.


5. Los temas que aborda la obra son la resistencia, la identidad, la lucha de clases, la memoria histórica, la unidad popular y la lucha por la libertad. Desde un plano literario, la obra utiliza metáforas, personificaciones y comparaciones para profundizar en estos temas. Desde un plano espiritual y filosófico, la obra invoca la memoria negra, la resistencia combativa y la esperanza en un futuro mejor. Desde un plano psicológico, la obra refleja la determinación y el compromiso de aquellos que luchan por un cambio social.


6. En conclusión, el poema canción de El Juglar de la Libertad es una obra profundamente comprometida con la lucha por la justicia social, la liberación nacional y la unidad de los pueblos oprimidos. Su mensaje revolucionario y su estilo poético y musical impactante invitan a la reflexión y a la acción en busca de un mundo más justo y equitativo.





 



Argentina negra: el socialismo y el tango

Más allá de la explotación, la represión y el genocidio, la cultura negra vive en la Argentina. La oligarquía que hoy gobierna –y que es descendiente directa de esclavistas y genocidas– busca minimizar sus aportes y anular la influencia negra. Sobre todo, aquella de lucha y resistencia que trajo por primera vez las ideas socialistas al Continente. Ay, tango mío, que somos cosa e’ negros


Primer acto, ocurrió a la hora señalada: Tuve suerte aunque prefiero escribir baraja, pero no de naipes prohibidos, algunos dicen que desde sus primeros días y durante la maldita Inquisición –dedicada al escarnio y muerte de los judíos perseguidos en la España oscura del pudridero–, por rezar bendiciones con un mazo de cartas a la mesa y los textos sagrados escabullidos entre faldas y faldones.

Sí, por fortuna o gracia concedida vaya a saber uno a través de quién, seguro que de un tal dios no –porque no estoy para miriñaques con fantasías de malas vidas, peores quereres y ni qué decirles sobre tristes muertes– tuve de aquellas barajas y quiero contarles aquí, por la magia de haber sido y ya no serlo, maldita muerte que te aleja, amigo y compañero de Estela Canto en nunca pocas bebederas, la escritora maravillosa de El retrato y la imagenLa noche y el barroLos otros, las máscarasLa hora detenida y Borges a contraluz.

A cuenta este último título y libro de lo que quiero recordar, porque quien fue el amor de Jorge Luis –a ella él le dedicó El Aleph– una vez me dijo en compañía de un tal Jameson, que es designio toda vez que tan horrible suena a marca de un whisky irlandés: “nunca quieras conocer al autor que por sus obras amás”.

Segundo acto, de sangre y barro: Quien quizá haya sido el crítico literario más creativo que dio este país argentino que no tiene barrocos sino barrosos, al menos a orillas del Río de la Plata, atributo ese de una lengua como envuelta en sí misma, pero cortada a tajo de filo y contrafilo, nunca ungida por el verbo en tanto caricia, y narrador también, David Viñas, sostiene en su obra que por aquí fuimos paridos tras el desgarro de una violación, que es la de El Matadero, publicado en 1871, casi 20 años después de la muerte de su autor, Estaban Echeverría.

Texto que Viñas mismo considera fundador de una literatura. Ya por entonces estábamos marcados por el genocidio de clase, el del pueblo ranquel, el de los argentinos de origen africano, el de los obreros, el de los jóvenes, el de los pobres, el de los distintos, el de los desaparecidos; en cierto modo el de todos.

Tercer acto, dedicado a Lucas Fernández: Para mediados del siglo XIX no digo que la mayoría, pero muy cerca de un medio de la población argentina era afrodescendiente. Sí, Argentina es desde tempranito una verdadera cosa e’negros, para referirnos a la tonadilla del decir popular: si hasta el comer de los comeres de este país, que tuvo y tiene entre los dueños y amanuenses del poder la pestilente aspiración de ser tan blanquitos ellos, lleva la marca de la madre África.

¿Qué otra cosa, si no, son las achuras o menudencia de las reses, que no existían antes del invasor pero que se multiplicaron tal cual peces para algunos, como cimarronas –y para el cuereo y el saladero de los ricos que se disfrazaron de revolucionarios en el ’10 del 1800– con nombres de tan-tan como chinchulines y mondongos, por ejemplo, que ya el mismo Echeverría –otra vez El Matadero– contaba entre los recogimientos allí, por la esclavas, tras la jornada de faena y entre los charcos de tanta sangre transitada. Si hasta nuestra música urbana, pero para ello o acerca de ella, por favor dominar la ansiedad durante unos párrafos más, que tantas veces oí en Cuba y en Canarias: vísteme despacio que tengo prisa.

“El socialismo llegó al Río de la Plata mucho antes que la corriente inmigratoria de origen europeo. Fue la comunidad negra de Buenos Aires, la de los exesclavos liberados con la Constitución Nacional de 1853, quienes trajeron las primeras ideas y doctrinas del socialismo utópico, en 1858, 6 años antes de la fundación en Europa de la Primera Internacional que Marx, Engels y el anarquista Miguel Bakunin impulsaron en 1864.

Un intelectual negro, Lucas Fernández, creaba y dirigía el semanario El Proletario, que expresó servir los intereses de la clase de color. El movimiento se llamó Democracia Negra y se frustró porque acometieron con el exterminio de la comunidad durante los aciagos días de la epidemia de fiebre amarilla, el primero de la dramática saga de genocidios en Argentina, que no son historia si no presente porque sus descendientes en línea directa hoy gobiernan, alternan en los salones de la corte, y en los medios de comunicación, esos pabellones a luz rampante de prostibularias palabras, casi adquiridos por lote y totalidad por la gran patronal predadora, con posaderas apoltronadas en Estados Unidos.

El segundo de los genocidios fue el de los dichos indios, quienes fueron y son nuestros pobladores de origen, en la denominada Conquista del Desierto –que sí fue conquista pero de ningún desierto, porque ese era el territorio de la nación ranquel–, los pobladores del Sur, a quienes, entre otras muchas variantes de exterminio, se les aplicó la guerra bacteriológica, mediante el envío de comerciantes a las tolderías con cargamentos de mantas y menajes que habían estado en contacto con enfermos de viruela.

Así fueron diezmados y luego asesinados –hombres, mujeres, niños y ancianos– por el ejército de línea. De todas maneras no fuimos los creadores de esa anticipación vernácula del nazismo. Los estadunidenses utilizaron ese método para la llamada Conquista del Oeste. Por mucho tiempo se creyó que había sido el célebre general Custer su inventor, pero nuevas investigaciones mencionadas por David Viñas (al maestro ya lo citamos antes), han comprobado que ese método ya se empleaba desde fines del siglo XVIII.

Así, palabras más palabras menos, y con interferencias, me apropié de un texto de 2002, acreditado entonces por la agencia Argenpress. En fin, lo que deseaba resaltar es que, entre pestes, cuarentenas con la peor de las malas leches racistas, guerras y persecuciones variopintas, la Argentina liberal oligárquica, la misma que en sus variantes 2.0 o 4.0, podríamos arriesgar, aun hoy es reina y señora de estas pobres almas que parecen a la deriva –pero no, ¡cuidado!, al menos la esperanza vive–, se obstinó en invisibilizar y asesinar aquello que grito: somos cosa e’ negros.

Cuarto acto, para que ¡Viva el tango!: Repito. Esa misma oligarquía, a la que le seguiremos cantando qué lindo, qué  lindo que va a ser, el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel, se esforzó y se esfuerza por negar la negritud de los argentinos, pero el Río de la Plata, sobre las dos Bandas, la Oriental de los primos y ésta de acá, la Occidental desde la que escribo, puso y pone el punto sobre las íes y recuerda, siendo la memoria una persistencia en el ser del presente, porque solito y solo el recuerdo es paneas mármol frío de museos: “El tango permite observar la presencia negra. Esconde en sus raíces la prosapia africana y contribuye a explicar el origen de la propia identidad argentina.

“Tiene como creador, entre otros al afrodescendiente, si hasta se comprueba en la propia etimología de la palabra para explicar que deriva de yoruba Changó (…). Pero los blancos se han apropiado de esa identidad desmereciendo el aporte negro en sus orígenes. En la forma en que se representó al tango, si bien los primeros payadores y compositores fueron negros, hoy la típica pareja que baila es blanca. Es que los argentinos de color eran de origen pobre y hechos al margen.”

Los de color hicieron tango pero debieron ajustarse, como pasaba en otras esferas, al canon de producción que era bien europeizado. Les decían como componer, en síntesis. Papeles robados al sitio Afribuku.

Quinto y último acto, para mi vecino Juan Sebastián Bach: Sucedió hace algunos soles atrás, no viene al caso exactamente saber cuándo, pero sí en medio de un julio presente o reciente de Buenos Aires, aunque entre mapas geotérmicos que azotan –feas palabra y expresión pero se me ocurrieron y la fealdad también es parte de la vida, es decir de los textos– ya las madrugadas y las noches no lo son tanto, quiero decir heladas.

Fue por la tarde, bien tarde, y ¿recuerdan ustedes aquello de mi amiga Estela Canto cuando decía “nunca quieras conocer al autor que por sus obras amás”? Pues por baraja que, reitero, es fortuna, y amor, no tuve más remedio que conocer muy pero muy bien a uno de los que componen el grupo Julián Graciano 4 Cuarteto, probablemente lo mejor del tango contemporáneo, postpiazzoliano, entre los sonidos de Roberto Grela y Aníbal Troilo, Pichuco, y de Charly Parker y John Coltrane.

El nombre del desmentidor de Estela es Manuel Masetti en guitarra, nieto de quien es la historia misma de esta bendita agencia para la que borroneo las aquí presentes cuartillas. Y los otros son Amijai Shalev en el bandoneón, Pablo Andrés Giordano en el contrabajo y el maestro Julián Graciano en guitarra, composición y dirección. Presentaban el disco Alquimia –me pregunto  yo, ¿entre jazz, tango, blues y tambores?–, y cuando sonó Tango en negro, el propio Graciano recordó acerca de lo que veníamos afirmando, que “al tango, los ricos y los poderosos quisieron hacerlo blanco pero nos viene de África”.

Ahí están, para decirlo, algunos de su fundadores negros, como el violinista Casimiro; Leopoldo Thompson, primero guitarrista y luego contrabajista; Rosendo Mendizábal, pianista; y otro de música gigante y cuyo nombre se llevó el olvido pero que influyó, y para siempre, en un blanco genial, como Osvaldo Pugliese. Arrancaba el siglo XX entonces, y ellos enseñaron que el tambor suena y suena, entre los pliegues del fuelle siempre, de las cuerdas, y de las percusiones del piano.

Sé que estamos cerca, mejor escribir en tiempos ya, de que en un texto de periodistas pueda sonar aquella, esta u otra partitura, tanto que les creería si me cuentan acerca de la emoción que les provoca estar escuchando aquí y ahora Tango en negro (para eso existe You Tube, por si acaso, y los invito); pero ni les cuento lo que puede llegar a suceder con vuestros corazones y en el limbo de lo que llamamos alma, nunca abandonados ni abandonadas jamás en una café de baladas tristes, cuando retumbe, y ya llega, Un tal Bach, compuesto por el maestro Graciano el día siguiente al de la noche que soñó, sí, que Juan Sebastián era su vecino y vivía en el mismo edificio con hollín sobre el tejado que él habita en la misteriosa Buenos Aires.

Y termino: ¡Viva el tango! ¡Viva África!, pues ya llegará el día que, tal cual cantaban en aquella España, “los pobres coman pan, y los ricos mierda, mierda”.

Víctor Ego Ducrot*/Prensa Latina

*Periodista, escritor y docente universitario argentino; doctor en comunicación por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina

[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: SOCIAL]

 

 

Contralínea 557 / del 18 al 23 de Septiembre de 2017


María Lamadrid, fundadora de "África Vive": "Nosotros somos los primeros desaparecidos de Argentina"/entrevista de Viviana Marcela Iriart, Buenos Aires, diciembre 2002. Fotos Ana Cea / Internet









De acuerdo con el censo realizado por la Fundación África Vive, en Argentina hay 2 millones de hombres y mujeres de raza negra, descendientes de los esclavos y esclavas de la época de la Colonia, que conviven con 34 millones de argentinos de raza blanca que, misteriosamente, desconocen o niegan su existencia. Para que su existencia se hiciera visible y para reclamar por sus derechos, fue que María Lamadrid, argentina, negra, descendiente de la etnia Zulú de Sudáfrica, fundó “África Vive” en 1997, una ONG que durante tres años recibió el apoyo financiero de la Fundación Kellog’s.

Pero su lucha contra la discriminación empezó en su infancia, cuando estuvo pupila dos años en un colegio católico de niñas blancas, clase media alta, y ella era la única negra y pobre. Destino de negra y de pobre, María sólo pudo estudiar la primaria. Después su escuela fue la calle, en la que aprendió tanto que María habla como si tuviera un postgrado en La Sorbona. María fue modelo en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y también bailarina. Cuando los dos trabajos se acabaron, María terminó como todas las mujeres pobres, limpiando casas ajenas. Pero le quedó la viva vivida, y las historias. 


ML:    Éramos las únicas negras argentinas que bailábamos como las “Mulatas de Fuego”, nosotras éramos las “Multas de Ébano”. Habíamos formado un grupo con mi prima y dos amigas, bailábamos y cantábamos, pero nunca llegamos a más por ser negras, por bailar mejor que las otras bailarinas... Te cuento una anécdota, acá vino la vedette cubana Salma Beleño y pedían negras para trabajar con ella y cuando nos hicieron la prueba de baile nos dijeron que no... ¡porque bailábamos mejor que la  vedette!

María se ríe y su risa alegre, contagiosa, llena de vida, es una constante en la entrevista. A esta mujer no le han podido quitar su poderosa alegría ni con doscientos años de discriminación. Y digo poderosa, porque la sonrisa de María es tan hermosa que cuesta creer que alguien pueda negarle algo cuando ella sonríe. Y sin embargo...

En agosto del año 2002 la funcionaria de Migraciones del Aeropuerto de Ezeiza impidió que viajara a un congreso en Panamá. El motivo: la funcionaria dijo que en Argentina no había negros y por lo tanto el pasaporte de María tenía que ser falso. María fue detenida por varias horas. Cuando el “malentendido” fue aclarado, el avión había partido. María viajaba a Panamá a buscar financiamiento para retomar el Proyecto Micro-Crédito a las Jefas y Jefes de Hogar y para realizar un censo de la población afro-argentina a nivel nacional.

Pero María sabe, como el tango, “que la lucha es cruel y es mucha”. Trabaja ad honorem, y como no tiene otro empleo ni fortuna personal, su situación económica es muy mala. Tan mala como la de su fundación: no tiene cómo pagar los gastos de la oficina y debe varios meses de alquiler... Hasta ahora la única solidaridad argentina que ha conseguido es la de los dueños de la oficina, que le dijeron que no se preocupe por la deuda: “cómo no vamos a ser solidarios con vos, si nosotros somos argentinos judíos y también estamos discriminados”




"Nosotros somos los primeros desaparecidos de Argentina"


Foto Ana Cea


María dice esto sin tristeza. Y esto es lo primero que llama la atención de ella: cuenta las cosas más trágicas con una sonrisa e incluso hasta se ríe de las barbaridades que le han hecho simplemente por ser negra y argentina.



    "Nos hicieron invisibles, no existimos"


No hay resentimiento ni lástima en sus palabras: hay un sano y vigoroso orgullo por estar luchando para recuperar la identidad que les fue arrebatada desde el siglo XIX. Pero los negros y las negras argentinas existen y entre los 30.000 detenidos-desaparecidos de la Dictadura Militar hay una chica afroargentina.


ML:    Te voy a contar algo que me pasó. Yo vivo en La Matanza. Y un día fui a ver a un concejal para pedirle una oficina. El concejal me recibe, cierra la puerta detrás de mí y me dice: “esto no se lo podés decir a nadie, mi abuela era como vos pero la teníamos escondida en una pieza”. Cuando esto apareció publicado en la nota que me hizo Clarín (uno de los principales diarios de Argentina) el concejal me llamó y me dijo “¡no vayas a decir quién soy!”
Foto Ana Cea



María, ¿cómo comenzaste con “África Vive”?
Todo empezó cuando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) le pide a un americano y a una hondureña que haga un estudio sobre los negros en Latinoamérica. Ellos llegan hasta Uruguay, a Argentina no iban a venir porque les habían dicho que acá no había negros. Pero en Uruguay les dicen que conocen a una negra argentina que estaba armando una organización de a poquito, entonces vienen para acá y me contactan a mí y a Miriam Gomes, que es de la organización “Unión Caboverdiana”. Entonces les damos una charla y les decimos donde están los negros argentinos: en el interior de la provincia de Buenos Aires y en el interior del país. A raíz de ese encuentro nos invitaron a ir a Washington, donde hicimos una capacitación y un estudio sobre los negros en toda Latinoamérica. Durante tres años estuvimos yendo una vez al año al congreso Afro América XXI, donde se juntaban todos los negros de Latinoamérica. Entonces en 1997 fundé “África Vive”.

¿Cuál era tu objetivo en ese momento?
Hacer un censo para saber cuántos éramos. Yo lo primero que hice fue hacer un censo de mi familia: nosotros nos llamamos Lamadrid porque los negros llevaban el apellido de sus dueños. Pero mi familia viene de la etnia zulú, de Sudáfrica. Después con Miriam empezamos a hacer el censo en la calle: parábamos a cada negro, cada negra, que veíamos, le preguntábamos si quería ser censado y si decía que sí nosotras íbamos a su casa a censarlo. Esto fue en 1998. Paralelamente le propongo a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que dicte conferencias sobre discriminación racial y la facultad me ofrece que dicte yo las charlas. Entonces yo les propongo hacer un seminario para Menem, que había dicho en Washington que en Argentina no había negros, para decirle que acá estaban los negros. Entonces me dicen que estaba equivocada, que estaba loca, que no iba a tener repercusión. A los dos días me llaman y me dicen que es una buena idea, que nunca los negros y las negras habían entrado al Congreso. Entonces nos dan el anexo al Congreso y hacemos un seminario de tres días llevando cincuenta negros y negras para que los vieran, para que se dieran cuenta que existían, para que escucharan cuáles eran sus problemas, para que supieran por qué eran invisibles. Y bueno, gustó mucho y tuvimos mucha repercusión. Entonces con Miriam les pedimos que se insertara dentro de la universidad la historia africanista, ya que ella es maestra e historiadora. Aceptaron la propuesta, Miriam estuvo dando clases hasta el 2001 en la UBA... gratis, porque no le pagaban. Finalmente tuvo que dejarla, porque necesitaba dinero, como todo el mundo.

¿Conseguiste financiamiento para la fundación?
Al principio no, todo esto fue hecho a pulmón, con plata mía. Después apareció la Fundación Kellog´s y nos preguntaron qué proyecto teníamos para que ellos nos financiaran durante dos años. Le presentamos un proyecto sobre cultura, talleres, seminarios. Porque cuando empezamos a juntar a la gente de la comunidad para darles charlas, que eran chiquitas porque era en casas, nos dimos cuenta que la gente necesitaba trabajo. Entonces les preguntamos en qué los podíamos ayudar y ellos nos propusieron hacer telares. Les buscamos un telar triangular, que fuera barato, para que pudieran trabajar en su casa, y les gustó mucho, recordá que estamos hablando de cabezas de familia. El interés fue muy grande, empezamos con diez personas y después fueron cuarenta entre hombres y mujeres. Porque resulta que el hombre descubrió que si la mujer tejía, él podía salir a vender el tejido y así conseguimos que los hombres también se insertaran.

¿Los telares son con motivos africanos?
No, son con motivos argentinos, lo africano todavía no lo hemos podido recuperar. A los dos años se acabó el financiamiento de Kellog´s, porque esa es su política, pero nosotros les pedimos si se podían quedar un año más y ellos generosamente aceptaron y nos pidieron otro proyecto. Entonces les propusimos el Micro-Crédito a las Jefas y Jefes de Hogar, un proyecto que yo había visto en Venezuela y que lo adapté a Argentina y nos financiaron un año más. Primero tuvimos que dar treinta y seis talleres, que duraron casi tres meses, para evaluar a quién y para qué se lo dábamos, porque dábamos hasta 300 pesos por mes. Eso fue muy bueno, porque teniendo ese dinero las mujeres de los telares podían comprarle directamente al mayorista y eso le bajaba bastante el precio. Y nosotras les conseguimos puestos en las ferias artesanales para que vendieran allí los fines de semana.

¿Cómo recibió la comunidad africana-argentina la aparición de ustedes?
Nos costó. Ellos pensaban que por ahí estábamos comprados por la política entre comillas, que le íbamos a decir: tienen que hacer un piquete, tomen, acá tiene mil pesos. La gente estaba más compenetrada con la política que con la etnia, nos costó mucho, por eso tuvimos que hacer los treinta y seis talleres, también para hablar sobre qué era ser negro, sobre nuestra historia. Nosotras nos enfocamos hacia los jóvenes y al darle el taller a los jóvenes aparecían los padres a ver qué les estábamos enseñando, y entonces empezaban con “yo me acuerdo”, “yo sé esto”... Y todo esto a nosotras nos importaba mucho, porque era la forma de recuperar nuestra historia, de saber por qué no se contaba, de por qué era que no la conservaban.

¿Y por qué fue María?
Se han guardado. Se han guardado en el sentido de que no les gusta que los tilden, entre comillas, de negros. La mayoría vive en la provincia de Buenos Aires y no quieren venir a la Capital por miedo al rechazo. Yo te voy a contar una cosa. En uno de los talleres estaban las jovencitas con sus abuelas y sus madres, y cuando empezamos a decirles que nos teníamos que avivar, que el negro y la negra tenían sus derechos y que no lo sabían, una de las chicas me dijo: “¿y si vos empezás con todo esto y nos llevan otra vez a África?”

¿Es por eso que no les vemos en las calles?
No nos ven porque nos han borrado, y ellos mismos nos borraron, los blancos.

¿Y tú cómo hiciste para revertir ese proceso de negación, de “no existencia”? ¿De dónde nace tu orgullo?
Primero porque mi tía siempre me decía: “donde vos caminás sos vos”. O sea que yo iba muy orgullosa por la calle pensando que yo era todo. Después tuve la suerte de recibir capacitación en Washington. La primera vez que fui al Congreso Afro América XXI, en 1996, el coordinador nos dijo: “Ustedes tienen que saber que en su país van a tener problemas, cada uno tiene que contar por qué está acá”. Y cada uno contaba lo que le había pasado: nosotros decíamos que éramos invisibles. Él me dijo: “vos tenés que escribirle al gobierno diciéndole quién sos vos, empezá por vos”. Cuando regresé fui a las oficinas del BID en Buenos Aires a buscar apoyo y me dijeron: “No. ¡Si vos sos una negra sola! ¡qué me venís a decir que querés apoyo!”. Y yo me emperré en que tenía que ir todas las semanas, iba y les decía: “Miren, ustedes saben que me está llegando una invitación y necesito...” Y ellos: “No, no, nosotros no te vamos a dar bolilla”. Entonces me cansé y le escribí al presidente del BID, al que había conocido en Washington, y le dije: “Acá su banco no me da bolilla”. A los dos días los del BID de acá sabían hasta mi sobrenombre, mi teléfono, dónde vivía: “Vení María que te queremos atender, que queremos escucharte”. No es fácil ser una negra que dice que hay dos millones de negros en Argentina, la gente me dice: “¡Vos estás loca! ¡No puede ser!”

Pero antes de ir a Washington vos ya tenías ese orgullo.
Sí. Yo cuando empecé a bailar ya tenía ese orgullo. Yo siempre les decía a mis sobrinos que fueran a tocar a una esquina, porque un tambor siempre llama la atención. Y que cuando les preguntaran de qué país eran, le cobraran un peso a esa persona, porque esa persona no sabe que estamos acá, que existimos.

Les quieres cobrar un impuesto a los blancos por haberles negado. 
(Risas) Por no saber.

¿Y lo hicieron?
¡Sí! Salimos del anexo del Congreso y cuando la vigilancia de ahí nos vio con el tambor nos dijo: “Acá no se toca, no se baila, ni se pueden tocar tambores”. ¿Ah sí? dije yo. Entonces agarré el primer tambor y empecé a tocar.

¿Tú tocas tambor?
(Risas) No, yo bailo mejor que lo que toco, pero en ese momento el orgullo era tocar y gritar. Entonces fuimos a la Carpa Blanca, que en ese momento estaba frente al Congreso, y nos sentamos ahí a tocar y a bailar el candombe. También estaban los bolivianos y los indígenas con su música. Y la gente les decía: “No, no, queremos que toquen otra vez los negros.” ¡Ah! ¿viste? ¡Acá estamos! Y somos argentinos.

¿Tienen apoyo de otros organismos de derechos humanos argentinos o del gobierno?
Ninguno. Pero el año pasado fui a un congreso en Barbados invitada por una señora que trabaja en el BID de allá. Y esta señora dijo en el congreso: “En Argentina a ustedes no los incluyen y tú tienes que pelear para que los incluyan, tienes que mandarle cartas a todo el mundo y tienes que viajar al Congreso que se va a hacer en Sudáfrica”. Esto dicho antes los representantes de todos los organismos latinoamericanos tuvo mucha repercusión. Entonces cuando llegué acá, para taparme la boca, me llamaron del Congreso para darme un diploma de reconocimiento a los soldados negros que pelearon por la independencia. El reconocimiento es para los soldados negros, las mujeres negras tampoco existen para el Congreso Argentino. No existimos, no. Son machistas. Pero bueno, logramos que uno de los jóvenes fuera a Sudáfrica.

¿Cuáles son tus objetivos a largo plazo?
Poder realizar el censo en el todo el país, que duraría alrededor de dos años, para el que necesitamos financiamiento, ya que tenemos que viajar a todas las provincias y hacer difusión a través de los medios de comunicación. A corto plazo, conseguir financiamiento para volver a realizar el Proyecto de Micro-Crédito para las Jefas y Jefes de Hogar, que es urgente, porque el desempleo en la comunidad es altísimo. También quiero recuperar nuestros orígenes, nuestra historia desde que fuimos sacados como esclavos de África porque no quedó nada, nuestro pasado está en la mente de las viejas y los viejos, el día que mueran nos quedamos sin identidad.

¿Has buscado apoyo en la Embajada de Sudáfrica?
Sí, la embajada me está proponiendo que haga un perfil de todo lo que hice hasta ahora, para ver en qué nos pueden ayudar. Lo primero que les pedí es saber de dónde vengo, dónde están las etnias, si pudiéramos conectarnos con ellas y ver si las etnias tienen registro de los esclavos que trajeron para acá.

¿Y no has conseguido fondos internacionales o nacionales para hacer el censo?
No, no. Con la nota que nos sacaron en “Clarín” nos llamaron 40 personas, de Entre Ríos, de Río Negro, de Mendoza... tenemos que mandarles la solicitud para que ellos hagan el censo en su provincia y luego nos manden las planillas. Se armó una cadena. Nosotros vamos a censarnos nosotros mismos.

¿Has tocado puertas y ninguna se ha abierto?
Mirá, no sé si tengo nudillos ya. Pero a mí me interesa hacer el censo por dos motivos: primero, a mí me gusta ir a censar, porque si hay una mujer y vas sola, la historia que esa mujer te cuenta es un libro. Y segundo porque es una manera de cobrarle al INDEC, que es el que hace el censo acá, ir y decirles: “ustedes me deben hasta el papel”. El embajador de Sudáfrica me dijo: “Ustedes están empezando por detrás” ¡Es que por adelante no me dejan! Nosotros les mandamos una carta al INDEC diciéndoles: “por favor pongan un tilde, un cuadradito que diga qué descendencia tiene la persona”

¿Y no quisieron?
No me contestaron. Es como dice el embajador: “vos empezaste las cosas por atrás”. Es como traerlo de los pelos al censo, pero lo voy a traer. Voy a hacer el censo. No hay un No para mí.

¿Y cómo te sientes tú frente a ese silencio?
Mirá, no es cómo me siento... es que ya me cansé de ellos. Entonces busco apoyo en Estados Unidos, porque yo sé que acá el apoyo no lo voy a tener. En Honduras en el 98 se formó Afro-Américas 21, donde están todas las organizaciones latinoamericanas. Yo empecé con ellos y sigo con ellos, porque gracias a ellos es que estamos sobreviviendo, y además me van orientando. Cuando me detuvieron en el aeropuerto se movilizaron enseguida, las organizaciones negras mandaron cartas de protesta a las embajadas argentinas de sus respectivos países, a todo el mundo. Esto que me pasó fue un shock para ellos. Y me dicen: “Qué suerte porque ahora vas a encontrar apoyo”. Hasta ahora lo que encontré son promesas, no encontré más nada. Pero yo sigo luchando básicamente por los jóvenes. Para que a los chicos y a las chicas se les abra la mente, que sepan cuáles son sus derechos y que no se dejen “insultar” (entre comillas) porque son negros. Que no tengan miedo de ir a la facultad “porque no van a saber”, ni dejen de ir a ningún sitio porque “ese no es su lugar”. Esa es mi lucha.

María, ¿tú crees que vas a ganar esta pelea?
Yo te voy a contestar con una frase de Martin Luther King: yo tengo un sueño.

Y con tu coraje, estoy segura de que lo vas a lograr.
Sí, pero no te olvides que a King lo asesinaron.

Pero a ti no te va a pasar lo mismo.
¿Estás segura?



Esta es María Lamadrid. María Coraje. 
“Nosotros venceremos, sobre el odio con el amor. Nosotros venceremos, algún día será, nosotros venceremos” cantaba Joan Báez en los años 60. 
Han pasado cuarenta años y sin embargo la lucha sigue siendo la misma, su canción igual de necesaria. 
Ustedes vencerán, María. 
Verás tu sueño. 
Sin bala de por medio. 
Esperamos. 
Deseamos.


Buenos Aires, diciembre 2002

Fotos ©Ana Cea  
A quien pido disculpas por usarlas sin su permiso porque no logré contactarla.





 Diario Clarín, agosto 2002, Buenos Aires. Fuente: Blog de Alejandro Frigerio





MARÍA LAMADRID


Información actualizada el 1 de marzo de 2017

En Facebook: María Lamadrid










ALGUNAS CONDECORACIONES

·       Personalidad Destacada, Legislatura Buenos Aires2016

·    Distinguida Personalidad Destacada en el Ámbito de los Derechos Humanos, Legislatura de Buenos Aires, 2016 

·       Condecorada, Secretaría de Derechos Humanos De la Nación, Argentina, 2016




ALGUNAS ENTREVISTAS

·       Detenida en el aeropuerto internacional de Ezeiza, Buenos Aires, por “ser negra y argentina”, Clarín 24.08.2002, Argentina


·     “Nosotros somos los primeros desaparecidos de Argentina”, Geledés, Brasil

·       “En Argentina no hay negros” por José Baig, BBC, Londres

·       UNAM, México

·       Afroargentines by Laura Baulfour, The Argentina Independent, 2007, Argentina

·       Pequeña reseña biográfica, blog de Alejandro Frigeiro, Argentina




EN ALGUNOS LIBROS

·       The Long, Lingering Shadow: Slavery, Race…   by Robert J. Cottrol, University of Georgia, Estados Unidos,  2013

 

·       Encyclopedia of the African Diaspora: Origins, Experiences…by Carole Elizabeth Boyce Davie, Estados Unidos, 2013

 

·       Colonialism and Race in Luso-Hispanic Literature by Jerome Branche, University of Missouri Press, Estados Unidos, 2006

 

·       At Home and Abroad: Historicizing Twentieth-Century Whiteness… by La Vinia Delois

Jennings, University of Tennessee Press, Estados Unidos, 2010 

 

·       Contesting Racism Democratic Citizenship, Human Rights by Barbara Sutton, Pennsylvania State Univ, Estados Unidos, 2008

 

·       Argentine Independence and Other Stories to Recycle by Washington Cucurto, Harvard Univ, Estados Unidos, 2010

 

·       Negros en Argentina: integración e identidad por Jean Arsène Yao, Universidad de Alcalá, España

 

·       Afro Argentine - Dictionnaire, Le Parisien, Francia

 

 ·     Las voces en los bordes de la historia de Jorge Iván Jaramillo Hincapié, Colombia


·       Rita Montero, memorias de piel morena, Argentina

·       De la desaparición de los negros a la reaparición …de Alejandro Frigerio, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Argentina




EN ALGUNOS VIDEOS 

·       Mujeres Afrodescendientes

·       Día internacional de la mujer afrodescendiente

·        Historia argentina Afroargentin@s

·       Negro Che: Los primeros desaparecidos 





SOBRE EL TEMA

·   Afro Buenos Aires                      Artículo Gob. Ciudad de Buenos Aires  
·    Mujeres afroargentinas               Documental
·    Estudios Africanos                      Universidad Nacional de Córdoba,Arg.     
·    Afrodescendientes en Argentina  Interviewing HERVÈ 2012
·    Afroargentin@s                             Documental
·    Los Argentin@s Tambien Descendemos de Esos Barcos    Documental
·    Afroargentin@s - La historia jamás contada                        Documental
·     Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos                             GEALA


El Economista AméricaTextos periodísticos y de divulgación

El trabajo en equipo y la resistencia sindical de las mujeres negras cuidadores han sido su forma de ganarle al racismo y a la indiferencia del Estado. Estar juntas es una manera de celebrar que ahora conocen sus derechos y que, además, han conseguido incidir en materia legislativa. Ilustración: Lina Moreno

Juntas, las mujeres negras cuidadoras luchan contra el racismo

A propósito del Día de la Eliminación de la Discriminación Racial, en esta primera entrega del proyecto Visión Afro 2025 contamos las historias de mujeres que han resistido y exigido la defensa de sus derechos laborales en uno de los empleos más afectados por el racismo en Colombia: el trabajo doméstico.

Por: Daniela Jiménez González | Marzo 21, 2021

‘Clari’ todavía recuerda cómo cerraba el puño y miraba sus dedos roídos por el jabón. La primera vez que dobló su mano para comprobar con atención su piel lastimada tenía unos catorce años y hace unos pocos meses había sido empleada como trabajadora doméstica interna en una casa de Medellín. La hacían lavar rincones del piso con los dedos, sin guantes, refregar la ropa con los nudillos aunque hubiera lavadora, remover cada mota de polvo a cambio de ningún peso y, por eso, agobiada por el tedio, a veces se preguntaba por qué la vida no le había dado más destino que brillar y limpiar casas ajenas. 

En un bus, hace más de veinte años, salió Clari —como le dicen de cariño a Claribed Palacios—desde Tribugá hasta Quibdó y de ahí hasta Medellín, en un viaje por carretera quizás similar al que también tomaron otras mujeres como Reynalda Chaverra, quien para entonces era una niña negra como Clari y había tenido que dejar a la fuerza su natal pueblo de Tutunendo, ese corregimiento al noroeste del país con sus casas bordeadas por ríos y sus días de lluvias asiduas. 

Años más tarde ambas niñas negras, ya adultas, se conocerían en Medellín con las ansias obstinadas de fundar un sindicato afro de mujeres trabajadoras domésticas. Pero, en los noventa, eran adolescentes de trece años arrastradas por un viaje no elegido a kilómetros de casa, bajo ofertas frágiles de estudio, mejor vestido y alimentación. La Ilusión renovada de una vida distinta, como un regalo recién desempacado. 

Pase por nuestro especial sobre mujeres cuidadoras excluidas del programa Ingreso Solidario

Esta ruta de promesas de un trabajo o estudio, de una situación menos precarizada, fue la misma que siguieron tantas niñas y mujeres negras en Colombia entre 1980 y 1990, quienes, en su mayoría, llegaron por iniciativa propia o presionadas por familiares a capitales como Medellín, Bogotá y Cali. Bajo propuestas engañosas, las niñas y mujeres jóvenes eran empleadas como trabajadoras domésticas. Otras veces, aquellas que viajaban en busca de un empleo como vendedoras en un almacén u otro tipo de ocupaciones, encontraban en el trabajo doméstico una única salida ante la falta de empleo o la segregación de los empleadores. Una ruta, en esencia, de palabras rotas, de abusos, de discriminación étnica, de seres queridos apartados por las distancias. 

Durante sus primeros meses en Medellín, Claribed intentó hacerle sitio a su cuerpo de adolescente negra en una habitación ajena, no más grande que una bodega de chécheres, en la que no era posible cambiarse de ropa y estar de pie al mismo tiempo. Un cuarto no para una niña, ni para una trabajadora, sino, en palabras de Claribed, una habitación para una muñeca cautiva entre la pared y la cama. 

Por dos décadas, mientras crecía, aguantando la rabia y el tedio, Claribed continuó trabajando como interna y pasó de un empleador a otro en la misma ciudad. Algunos intentaron tocar su cuerpo sin consentimiento; otros, por ser negra, la trataron como un objeto incapaz de sentir hambre, disgusto o cansancio. A la par, Reynalda Chaverra, también en Medellín, se hacía sitio en otra casa de familia, mientras limpiaba, cocinaba el almuerzo a diario y ponía el mantel sobre la mesa. La orden era esperar a que los demás comieran. Y eso hacía Reynalda, que observaba desde un extremo y aguardaba la señal de una campanita para recoger la mesa y comer de las sobras que dejaban. 

Alguna vez, le contaría Clari a sus amigas, que ese asunto de discriminación con la comida ocurriría en casi todas las regiones del país y que, incluso, supo de la historia de una compañera suya, también trabajadora doméstica interna, que fue descubierta por su empleadora sacando un tomate de la nevera para preparar un hogao. La dueña de la casa miró a la joven, le dijo: “a mí no me gustan así de atrevidas”, y la despidió. 

El otro asunto sin hablar era el salario. Clari y Reynalda trabajaban en jornadas de más de cincuenta horas a la semana por sueldos que sabían deshonrosos y una lista de ocupaciones que crecía en ítems, que no estaba desglosada en ningún contrato. Haga el tetero del niño, recoja el mandado en la legumbreria, lleve al abuelo caminando durante diecisiete cuadras hasta las citas médicas, saque la basura, limpie, barra, trapee, saque el mugre, enjuague, prepare el desayuno, atienda a los invitados, planche las camisas,, brille los espejos, lustre la madera, ordene el estante, riegue las plantas, desatasque el lavadero, sirva el jugo. Sea niñera, maestra en casa, cocinera, reparadora, tantas labores del cuidado como pueda soportar un ser humano sin siquiera quejarse. . 

Porque, eso sí, estas mujeres tenían prohibidas las quejas. Una vez, con el piso enjabonado y la trapeadora en mano, Clari tuvo un ataque de gastritis que le dobló el cuerpo en dos como un resorte. En su paso express por el médico supo que su empleador le había mentido y que ni siquiera había cumplido con su deber de afiliarla a la seguridad social o a la ARL. Ante el reclamo, justo por contrato, el hombre la miró y solo dijo “Usted, poniendo tanto problema y tanta gente buscando trabajo”. Ese día Claribed abandonó el trabajo como interna. 

Por la justicia

También salieron de casa, con apenas unas mudas de ropa, Digna Murillo y Sandra Liliana Pérez. La primera desde Necoclí, en la costa del Urabá antioqueño, y la otra desde el corregimiento de Partadó, en Nuquí. En ese intento de hacerse un sitio en las ciudades, de encontrar un empleo y vivir mejor, de terminar los estudios, Sandra y Digna ya suman más de dieciséis años rotando de una casa a otra como trabajadoras domésticas, a cambio de pagos que, al comienzo, cuando estaban recién llegadas a Medellín, estaban por debajo del salario mínimo. 

Hubo momentos, cuenta Digna, en los que sus patrones decían en voz alta que ella era negra solo para acentuar, con crueldad, que la piel negra estaba hecha para aguantar, soportar y cargar cualquier peso; que la piel negra estaba hecha, incluso, para no quemarse con objetos calientes o para cargar un aparador al hombro de varios kilos sin incomodarse. 

Sandra Pérez, ahora residente en el barrio Granizal, en Medellín, labora ahora como  trabajadora doméstica contratada por horas. En sus primeros años recuerda cómo su primera empleadora la perseguía por el apartamento para escrutar la manera en que Sandra limpiaba cada una de las ranuras de las baldosas con un cepillo de dientes. “Es el colmo”, le decía por la espalda, “uno pagándoles y ni siquiera eso lo pueden hacer bien”. Sandra, sin embargo, aguantó con coraje esos primeros años y ahora habla de ese momento con una serenidad decantada. 

Y agrega que ha tenido suerte y que eso fue cuestión de un solo trabajo, porque su historia con el trabajo doméstico ha sido un camino de protección y respaldo.  Es decir, empleadores más equitativos que poco a poco fueron ajustando su salario, que le dieron su debido descanso y que incluso se preocuparon por ella durante la pandemia. Por eso dice que su vida, por fortuna, no ha sido la misma postal de violencias de muchas compañeras. 

Dice la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (2016-2017) del Dane que, en Colombia, cerca de 480.000 personas se dedican al trabajo doméstico con remuneración. De las personas que se dedican a este oficio, menciona el Dane, el 95.5% son mujeres. No hay, aún, un estudio más actualizado. A pesar de eso, de acuerdo con fuentes oficiales y académicas, el número de trabajadoras domésticas en el país podría estar hoy entre 700.000 y 1’000.000. A ese dato llegó la abogada Valentina Montoya Robledo tras una década estudiando el tema. 

En 2012, mientras cursaba su maestría en Derecho en Estados Unidos y luego de compilar más de 180 entrevistas, Valentina Montoya pudo establecer cómo incluso en los trazados urbanos de las ciudades eran evidentes las tantas formas de discriminación y de violencia a las que estaban habituadas las trabajadoras domésticas, que usualmente residían en sectores periféricos que no estaban bien conectados con los sistemas de transporte. El proyecto de investigación de Montoya hoy es el portal Invisible Commutes, cuya premisa es dejar en evidencia estos recorridos largos e inequitativos. 

En su trabajo, Montoya explica cómo en Bogotá una trabajadora doméstica puede tardar hasta 6 horas en sus recorridos diarios, alternando entre buses, y en Medellín hasta 4 horas. El problema es peor si la mujer es negra. Si se perdía un objeto en el bus, cuenta Montoya que le relataron sus entrevistadas, de inmediato las señalaban a ellas. Si ocupaban un asiento, algunos viajeros se retiraban con desprecio y les decían que no querían “untarse de negra”. 

Para María Ximena Dávila, investigadora del área de Género de Dejusticia, uno de los problemas estructurales radica en que el trabajo doméstico remunerado está feminizado, precarizado, racializado y empobrecido. No solo porque más del 90% son mujeres, sino porque en su mayoría se trata de mujeres afro e indígenas migrantes, desplazadas por una violencia y una pobreza que persiste. 

Este es, además, un país que no valora las labores del cuidado. Para Dávila, con los salarios indignos, en la frontera de la explotación, las trabajadoras domésticas no solo enfrentan un sinfín de violencias de sus empleadores, sino también la omisión del Estado. Muchas llegan a las ciudades huyendo de violencia intrafamiliar o de grupos armados, y arriban a lugares donde la violencia previa se renueva y se acentúa, de forma velada bajo la retórica de que “somos una familia”. Otras veces de formas más explícitas, pero igual de crueles. 

Fue solo hasta abril de 2013, durante una sesión de grupos focales con trabajadoras domésticas negras propiciadas por la Escuela Nacional Sindical, que las mujeres que llevaban décadas resistiendo presiones, que no sabían que podían jubilarse o exigir vacaciones, prestaciones o pagos de horas extras, comenzaron a reunirse para documentar sus exigencias y llevarlas al Estado. Allí Claribed Palacios conoció a Reynalda Chaverra y, después, a Sandra Pérez y a Digna Murillo. Junto a Flora Perea, Nidia Díaz y María Roa fueron elegidas como integrantes de  la junta directiva de la primera organización sindical con enfoque étnico del país. La llamaron Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico (Utrasd).

Soñarás de nuevo

Los meses que vendrían a la creación del sindicato fueron, en palabras de Claribed, los días gloriosos. O, al menos, los días de una felicidad renovada, o de una certeza de que era posible reivindicar a las trabajadoras del cuidado. Mientras en Medellín algunas de sus compañeras se iban sumando a la creciente organización, en la región del  Urabá antioqueño y en ciudades como Cartagena, Neiva y Bogotá se iban creando subdirectivas de Utrasd. 

En Cali, por ejemplo, a finales de los noventa, según cuenta la lideresa María Oneira Guzmán, las mujeres ya allanaban también el trabajo sindical y aprendían, en sesiones y talleres conjuntos, en sus conversaciones en el Parque Panamericano,  que no había razón para ser tratadas como menos por sus empleadores. Empezaban a hablar de valía y dignidad. Ella misma había sufrido discriminaciones cuando trabajaba como interna: acoso sexual, regaños y amonestaciones al intentar comer en la misma mesa o al usar los mismos platos o cubiertos. 

En 1988, María Oneira Guzmán llegó a Cali desde la vereda Damían Suárez del Cauca. Se empleó durante varios años como trabajadora doméstica y lideró varias de estas reuniones en el Parque Panamericano, el sitio en el que nació el sindicato caleño Ultrahogar. Todo dejó de ser tan malo desde entonces, dice María Oneira, y agrega que desde allí incluso se impulsó un fondo comunitario de ahorro para mujeres migrantes del empleo doméstico, un subsidio que fue el presagio de que vendrían buenas cosas para todas ellas durante los 20 años en que pudieron sostenerlo.  

Por fuera de esos encuentros sindicales, en las casas de trabajo, muchas comenzaron a hablar de cuidado desde los términos de una remuneración justa, nunca por debajo del salario mínimo. También del pago de prestaciones sociales, un contrato de trabajo, auxilio de transporte. Clari vio otra vida posible: se hizo coordinadora del sindicato y con el apoyo de la cooperación internacional  empezó a estudiar mercadeo y ventas. Otras compañeras y conocidas suyas también asistieron a la universidad. María Oneida se graduó como profesional de Estudios Políticos en la Universidad del Valle. Reynalda quiere ser chef profesional, porque ama la sazón de la comida de su tierra y las preparaciones adobadas con los ingredientes del Pacífico. 

Años atrás, cuando era una adolescente, el anhelo de estudiar una carrera era una idea distante. No se hablaba de esos otros sueños al margen del trabajo doméstico porque hubo empleadores que les dijeron que no podían ir al colegio o a la universidad. Digna recuerda que quiso estudiar y, por su oficio y hasta por su color de piel, hubo momentos en los que le hicieron creer que ella solo estaba capacitada para el trabajo doméstico. 

“La verdad, en mis 48 años de vida, la experiencia que he venido analizando es que nosotras las mujeres negras nos vemos más obligadas a ejercer esa labor”, dice Reynalda. Cree que es por desconocimiento, por discriminación, porque las puertas no se abren en otros oficios. .

Una vez, comenta, una mujer le hizo una entrevista telefónica para contratarla en un trabajo. Reynalda le contó que era negra y chocoana. Ella le dijo:“no me gusta trabajar con negras”, le dio las gracias y cortó. Reynalda no se sintió mal, dice que no le puso misterio porque eso no volvió a pasar. Fue cuestión de una sola vez. 

Una encuesta de la Escuela Nacional Sindical en 2014 reveló que, en Medellín, solo el 9,5% de las trabajadoras domésticas afrocolombianas que son empleadas en esta ciudad nacieron allí.  Las demás mujeres viajaron desde zonas como el Chocó y Urabá. Las principales razones para dejar sus ciudades fueron la falta de oportunidades laborales (57,1%) y el desplazamiento forzado (23,8%).

“Hay compañeras con las que uno se sienta hablar y le provoca sentarse a llorar, porque todavía existen  empleadores que todavía piensan que estamos en la era de la esclavitud,. Sin embargo, eso ha mejorado mucho. Yo no he vuelto a sentirme discriminada”, dice Sandra. 

Claribed también cree que son tiempos mejores.  El trabajo en equipo, la resistencia sindical, han sido su forma de ganarle al racismo y a la indiferencia del Estado. Estar juntas es una manera de celebrar que ahora conocen sus derechos y que, además, han conseguido incidir en materia legislativa. .

Ese, dice, es un primer paso para garantizar el ejercicio de su trabajo en condiciones de equidad. Recuerda, entre tantas cosas, que en 2015 salieron 28 mujeres negras, integrantes del sindicato, en un bus que partió desde Medellín hasta el Congreso de la República en Bogotá. Tenían certeza de que la discriminación racial en entornos laborales para las mujeres trabajadores domésticas afrocolombianas era también evidente en la legislación. 

Las integrantes de Utrasd, acompañadas por la senadora Angélica Lozano y la abogada Viviana Osorio de la Escuela Nacional Sindical, llegaban hasta la capital para ponerle la cara al Estado y exigir la aprobación de la que ahora es la Ley de Prima de Servicios o Ley 1788 de 2016 (Que obliga al empleador a pagar a su empleado la prima de servicios). Estuvieron en todos los debates. 

En el último debate, el de la victoria, Claribed, María Roa y Flora veían a los senadores y esperaban con paciencia. “Los veíamos en su silla, sin moverse”, dice Claribed. Los veían y sentían miedo de sus negativas, de que el esfuerzo se fuera a pique.. María y Flor empezaron a llorar de la angustia. “Unas lágrimas muy gruesas, recuerda Claribed, aunque ella les hiciera señas para que no lloraran. “Ellas no me hacían caso”, comenta, “yo me metí en medio de las dos y las pellizqué. No van a llorar. No lloren. Han llorado toda la vida en las casas, para que vengan a llorar aquí”. 

Uno de los senadores se levantó de su silla, tras horas de discusiones y dilaciones, y dijo: “Voten, voten”. Claribed, María Roa y Flora esperaron viendo por las pantallas. La Ley pasó por unanimidad. 

Ni cuando se aprobó la Ley 1788, en el que era uno de los momentos más eufóricos de su vida, Claribed pudo llorar. Cuando era más joven se preguntaba para qué existía ella, o si había otra forma de habitar la vida lejos de los cuartos diminutos, los insultos por ser negra y las sobras de comida. El día del triunfo en el Congreso se guardó las lágrimas, celebró con una discreción elegante, abrazó a sus amigas y, por la tarde, festejaron con vino el fin de más de sesenta años de discriminación legislativa. Saboreó esa victoria en silencio, en medio de esa tregua que había ganado para sí misma y sus compañeras. Fue como un paréntesis para sentir que la vida era posible así: tranquila, luminosa y serena a pesar de las discriminaciones y las hostilidades. 

*Esta nota hace parte de una serie de contenidos sobre liderazgo de personas afro en las Américas que publicaremos a partir de hoy y que recogemos bajo el proyecto Visión Afro 2025, financiado por Ford Foundation.

El origen afro de la Argentina

El Censo de 1778 arrojó que el 46% de la población argentina tenía origen africano. La influencia de su cultura la encontramos en nuestra vida cotidiana, en el lenguaje, en la música, las ideas y hasta la gastronomía. Conocé la historia de los afrodescendientes en Argentina.
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Las organizaciones que nuclean a los africanos y afrodescendientes, estiman que en la República Argentina viven alrededor de 2 millones de personas de ese origen, a pesar de las últimas cifras oficiales -provenientes del Censo de 2010-, que indicaron que apenas 149.493 se reconocen afrodescendientes. Más atrás en el tiempo, el mito que Argentina fue forjado por inmigrantes blancos europeos, es un relato que de a poco se logra derribar. En el caso de la migración africana, podemos distinguir tres grandes momentos:

  1. Entre 1777 y 1812 entraron al puerto de Buenos Aires y Montevideo más de 700 barcos, con 72 mil esclavos africanos. Algunos provenientes de la zona sur del Ecuador, Angola, Congo y Mozambique, y otros del sudeste de África. Los descendientes que se quedaron forman parte de lo que el antropólogo Norberto Pablo Cirio denomina como los afroargentinos de tronco colonial.

  2. Una segunda migración sucedió con la llegada de los europeos, en el siglo XIX, principios del XX y luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. La mayoría fueron hombres y mujeres provenientes de Cabo Verde, que ingresaron no como esclavos, sino como ciudadanos libres, pero huyendo de la colonización portuguesa y de las condiciones de hambre y miseria que había en sus islas. De esta manera, se establecieron principalmente en la zona de Ensenada y Dock Sud, siempre cerca de los puertos, donde podían hallar fuentes de trabajo.

  3. Finalmente, en la década del’90, arribaron a la Argentina las llamadas “nuevas migraciones africanas”, a los que denominamos comúnmente como “los senegaleses”, a pesar que sus países de origen son Mali, Senegal, Mauritania, Liberia y Sierra Leona. En su mayoría son varones jóvenes que vinieron en busca de nuevas oportunidades y mejores condiciones de vida. Esto coincide con el endurecimiento de las políticas migratorias de los países europeos, por lo que el destino elegido comenzó a ser América Latina.

¿Qué decimos cuando decimos “negro”?

Para el profesor universitario Boubacar Traore, la palabra negro es polisémica: depende del contexto y de las problemáticas que se van planteando. “La palabra tiene historia, si bien remite a un componente negativo, negro feo, negro sucio, hubo un momento donde se la reivindicó, como el concepto ‵Black is beautiful′. Partiendo siempre de esta carga política y simbólica, por momentos de rechazo, se reivindica como una identidad que enorgullece”.

Miriam Gómes es integrante de la comunidad de inmigrantes de Cabo Verde y militante de la Agrupación Todos con Mandela y Comisión 8 de noviembre.Considera que tanto la persona como la palabra negro tiene en Argentina connotaciones altamente negativas. “Se dice trabajo en negro al trabajo no registrado, se dice tarde negra si a alguien le fue mal o mano negro para referirse a corrupción", explica Miriam, y agrega: "En estos casos se desconoce o se niega la contribución de los afrodescendientes a la formación de la sociedad en términos culturales lingüísticos, filosóficos, religiosos y gastronómicos.

Las palabras que usamos todo el tiempo como mina, tarima, bugía, milonga o marote, son todas de origen africano. Las achuras, que tanto distinguen al guacho, fueron un alimento rescatado por las mujeres africanas. Durante el siglo XIX, circularon más de diez periódicos de la comunidad negra: La Broma, El Unionista, El Proletario, La Juventud, entre otros, que influyeron en los pensadores de la época. Sin embargo, estos aportes han sido invisibilzados; y lo mismo sucedió con el tango, al que se le quitó su pertenencia africana”.

Pero a su vez, algunas comunidades de origen africano utilizaron la palabra negro como un arma de lucha. “Si nos sometieron como negros, vamos a liberarnos usando esta palabra, aunque eso fue en otro momento de la historia”, sintetiza Miriam.

En la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada en el 2001, los/as descendientes de esclavizados decidieron que de ahí en más se iba a nombrar como afrodescendientes, para reemplazar todas las palabras negativas que los otros imponían sobre ellos.

Al respecto, el congoles Nengumbi Celestin Sukamao, fundador del Instituto Argentino para la Igualdad, Diversidad e Integración, opinó:

Yo no acepto la palabra negro porque considero que no existe una identidad negra dentro de la especie humana, como tampoco existe una identidad blanca. No existe un ser humano blanco, un ser humano negro, un ser humano amarillo, que se aplica a los asiáticos. El ser humano no tiene color, su piel puede ser oscura, más oscura, más clarita, con todas las tonalidad que puedan existir, lo que tenemos son nacionalidades y tenemos nombres. En Argentina, cada uno tiene su nombre, pero al nombrar al afrodescendiente desaparece la identidad directamente y se le dice “el negro”.

Nengumbi cree que es el momento de luchar contra esta construcción cultural, que nos habla de razas inferiores, y reafirmar la idea que existe una sola raza que es la raza humana y que el resto son grupos étnicos, cada uno igual al otro. “Esto de colores no existe, nunca existió. Es científicamente falsa y socialmente peligrosa e injusta”.

Por eso, luchar contra la discriminación y el racismo, reflexionar para reescribir una historia que reconozca y valore la presencia de los afrodescendientes como constitutiva del país en el que vivimos todos, debe ser un ejercicio para la sociedad en su conjunto.

Para eso, a continuación destacamos algunas fechas que nos ayudan a homenajear la presencia africana en Argentina:

-El 8 de noviembre se estableció, por ley, el Día Nacional de los afroargentinos, en memoria a la capitana María Remedios del Valle, combatiente afrodescendiente al mando del ejército de Manuel Belgrano.

-El 17 de abril se rinde homenaje a los descendientes de esclavizados durante la colonia y se conmemora el Día del afroargentino del tronco colonial.

-El 25 de julio se celebra el Día Internacional de las mujeres afrodescendientes, que tiene su origen en un 25 de julio de 1992, cuando mujeres negras de 32 países de América Latina y el Caribe se reunieron en República Dominicana para definir estrategias de incidencia política para enfrentar el racismo desde una perspectiva de género.


Negros y poder en la Argentina

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Cristina Fernández, en 2012, durante un viaje al continente negro Foto: Archivo

 

Estamos en un mes importante para los afrodescendientes en la Argentina, unos 150.000 reconocidos a sí mismos según el último censo, aunque se admiten unos 2 millones. El 8 se celebra el Día Nacional de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro. Se trata de un tardío reconocimiento (desde 2013) a la efeméride que rinde homenaje a María Remedios del Valle, designada Capitana por el prócer Manuel Belgrano. Ella es un aporte entre tantos más a numerosos personajes de la historia argentina con raigambre afro que un relato oficial de la historia continúa intentando silenciar.

Sin embargo, desde el poder de turno, la gestión kirchnerista asume de una forma diferente la cuestión negra. Además de lo antedicho, construye el discurso del poder en relación a sus simpatizantes en donde las referencias a lo negro son importantes. El empleo de lo «negro» entronca, una vez más, en la tradición peronista de reivindicación de los sectores populares y marginados.

¿Pero qué se entiende por dicha palabra hoy? El concepto cambió en demasía su significado con el correr del siglo XX. Previo a ello, hizo alusión a los descendientes de esclavos o quienes mismos lo fueron. Pero, como indica el sentido común, Argentina es un país blanco (o al menos eso explica el mito) y los negros desaparecieron. Partiendo de esa premisa se asume que negros, fenotípicamente hablando, ya no los hay, por lo que dentro de ese rótulo hoy ingresa un conglomerado de grupos heterogéneos identificados más por una cuestión clasista que étnica, si bien en alguno puede presentarse un fenotipo negro. Entonces, aunque puede aludir a un color de piel «no blanco», las postrimerías del siglo XX anunciaron la asociación de lo negro con la marginalidad, la pobreza y la exclusión, con determinados hábitos de vida y una cultura popular plebeya. Ahora bien, esta nueva clasificación permite que una persona puede reconocerse a sí misma negra siendo blanca y de rasgos europeizados. Es la expresión «negro de alma» que resume todo lo escrito, más un comportamiento que una condición física.

El término «cabecita negra» denominó a los inmigrantes provenientes del interior (los criollos, sectores humildes, mestizos y con fuerte ascendiente originario) que, llegados al área metropolitana a partir de la década de 1930, fueron cooptados por el movimiento peronista. Nadie reivindicó el hecho de ser «no blanco» en ese entonces. Al contrario, tanto los seguidores de caudillos populares, como Yrigoyen y Perón, fueron denostados por ser «negros». En contraste, la reivindicación de lo negro apareció desde la década de 1980, momento en el que surgieron manifestaciones culturales y políticas de clase baja ensalzando lo negro e incisivamente críticas frente al mito de una Argentina blanca. De todos modos, a esa altura ya se perdió el origen africano dentro de esa representación aunque el sentido peyorativo del término está lejos de extinguirse. Un ejemplo se da en la música popular con la cumbia villera, cuyos seguidores se reconocen como negros por su origen humilde.

En la reivindicación política de lo negro también participa el kirchnerismo. Desde 2008, el gobierno sostiene una estrategia de confrontación social basada en la oposición entre blancos y negros. En esta opción política sobresale la actitud del dirigente piquetero oficialista Luis D’ Elía, de conocidas prédicas incendiarias contra los adversarios del régimen. En marzo de 2008, mes en que el gobierno adquirió una combatividad flagrante contra éstos a raíz de la pelea desatada con los sectores hegemónicos del campo, al aire, en un programa radial, D’Elía manifestó que odiaba al anfitrión por pertenecer a una clase social acomodada y por defender un modelo de país distinto al que aspira el proyecto nacional y popular que encarna el kirchnerismo. En una palabra, expresó un odio visceral contra lo blanco, sintiéndose D’Elía un digno exponente de los sectores plebeyos sumado a que fue interpelado como negro en un sentido despectivo por su conductor, el fallecido comediante Fernando Peña.

No solamente D’Elía estuvo en problemas en el episodio anterior. Pocos días antes de este duro cruce, en el agitado ambiente político de ese mes de marzo, el hombre incondicional del kirchnerismo había agredido a un manifestante durante un cacerolazo a favor del campo en Plaza de Mayo, el cual el líder piquetero leyó como un intento golpista por parte de la oligarquía. La víctima en un momento le dijo «negro, mercenario, represor», por lo que la respuesta violenta del kirchnerista tuvo su correspondiente castigo de cuatro días de prisión.

Otro ejemplo del despliegue de esta construcción discursiva tuvo lugar en un momento también de convulsión social, durante la oleada de cortes de luz de fines y comienzos de año que acompañó la acostumbrada incertidumbre y el malestar de diciembre en el país (con más de una decena de muertos). Una funcionaria oficialista celebró la presencia de gente sin suministro eléctrico en el barrio porteño de Recoleta. Este último es un referente dentro de las zonas acomodadas de la ciudad, un ambiente de «gente bien», como se dice, en relación a su blanquitud y la ausencia de pobres, o negros.

Defensa incondicional

En 2014 también sobresalió la defensa a los sectores populares por parte del gobierno dentro de la oposición blanco-negro. Un momento delicado se produjo entre marzo y abril atento la ola de linchamientos a delincuentes en el país. Los sectores afines al gobierno defendió el derecho a la vida de los malhechores argumentando que el ajusticiamiento es homicidio y echaron la culpa al fogoneo mediático funcional a determinados sectores opositores, mientras voces críticas pedían hacer justicia por mano propia frente a los reos, vistos como negros, y el abandono policial, de quien achacaron la culpa al gobierno dentro del tópico tan mentado de la inseguridad. Quizá tomando nota de estos lamentables hechos, el Ministro de Economía, Axel Kiciloff, pocas semanas después hiciera una defensa de los pobres frente al racismo imperante en el que muchos los conciben como negros, explicó el joven funcionario, agregando que ese desprecio obedece a una tradición aristocrática de rechazo al más desposeído. Por su parte, el ultrakirchnerista Víctor Hugo Morales elogió ciertas virtudes de vivir en las villas miserias y la elección voluntaria de quienes optan habitar en estos barrios carenciados.

Es decir, en el dilema sarmientino de civilización o barbarie, se puede afirmar que los adherentes al gobierno han adoptado la defensa del segundo, o al menos así lo expresó un diputado K, en el apoyo a los sectores más vulnerables, los llamados despectivamente «negros de mierda», por ejemplo, el nombre elegido por un colectivo de militantes a favor del proyecto oficialista, quienes usan la cuenta @LosNDM en Twitter, y se reconocen a sí mismos como negros peronistas. Surgieron en otro momento álgido, al calor de la discusión de la ley de medios de comunicación en 2009. De la otra vereda, un fake en la misma red social tiene más de 170.000 seguidores y recuerda estar en contra de «árabes, hebreos, homosexuales, negros, peronistas y lacra en general». Un país de amplios contrastes y de una divisoria política y social infranqueable. No hay duda de que el peronismo (o el kircherismo) así lo supo concebir, siempre.

 



 



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