domingo, 27 de enero de 2013

“Al evocarte, Mendoza.” (Tonadero de mil senderos. Cuyanísimo por adopción) De FRANCISCO ALVERO CANTA


“Al evocarte, Mendoza.” De FRANCISCO ALVERO CANTA












   


"Al evocarte 

Mendoza..." 






















Pletórica de amores, 
de aromas y sabores
raíz de mis caminos musicales,
custodiados por sonrisas cautivadoras


Allí, donde San Martín 
Iniciara su campaña libertadora,
allí quiero iniciar mi recorrido
por las entrañas de Nuestra América creadora 
Sintiéndome sólo un retoño,
Del árbol de la zamacueca
Semilla de una misma y honda esperanza,
Surco del hombre nuevo anhelado.

Al evocarte, Mendoza.
Capital de la vendimia,
Aconcagua de sueños
Flor de mi Argentina


Tonadas de sabia verde
   me embriagan felizmente
junto a  exquisitas amistades
Eternas mañanas degustaremos siempre


Enraizadas en mi pecho cantor
Frescas y tiernas, de no creer
me cosquillean nostalgiosas y juguetonas
cual luminosas sombras del querer



Tan sólo un hijo soy

de este pago tan querido
Cuyanísimo por adopción!
Tonadero de mil senderos mendocinos


Las ramas verdes se azulan
Abrazadas a tu cielo sin igual
Que podemos y debemos,
todos juntos alcanzar y disfrutar


Vendimiatero de la copla
rumiante de los caminos
Que me llevan a la Patria Grande,
 como trovador argentino


Con estos racimos de poesía,
me brotan vides de orgullo
 Mendoza, te quiero cantar!
Así mismito y sin hacer barullo




Todos los poemas pertenecen a los AUDIO LIBRO de FRANCISCO ALVERO CANTA



La organización del Ejército 

Latinoamericano de los Andes


 

Definidas las líneas generales del  de campaña,  inició los  para organizar el ejército con que habría de llevar a cabo la gran empresa, sobre la base de los dos únicos núcleos de tropas que existían en Mendoza: el Cuerpo de Auxiliares de Chile, al mando del coronel Gregorio de Las Heras - que fue llevado a Mendoza después de la derrota de Rancagua, en 1814- y las milicias cívicas de la provincia, agrupadas en dos cuerpos de caballería y dos batallones de infantería denominados Cívicos Blancos y Cívicos Pardos. 

Al mismo tiempo que se organizaba el ejército había que atender a la defensa inmediata del territorio, siempre amenazado desde Chile. Esta eventualidad obligó a San Martín a aumentar urgentemente los efectivos de los cuerpos mencionados y colocarlos en condiciones de afrontar las tareas de protección más indispensables, para lo cual implantó una especie de servicio militar obligatorio para la provincia de Cuyo. 

El 8 de noviembre de 1814, se creó el Batallón N° 11 de Infantería, con los citados contingentes de Auxiliares de Chile más un escuadrón de caballería. A mediados de diciembre, se incorporaron dos compañías del Batallón N 8, procedentes de Buenos Aires, y una compañía de artillería con cuatro piezas, a las órdenes del sargento mayor Pedro Regalado de la Plaza. Los efectivos obtenidos hasta entonces (400 hombres y 4 cañones) estaban muy lejos de las mínimas necesidades futuras, lo que indujo a San Martín a disponer la incorporación de nuevas tropas. 

A partir de 1815, el infatigable gobernador de Cuyo aplicó una serie de procedimientos expeditivos para llevar el ejército al pie orgánico exigido por la magnitud de la empresa a realizar y en los que fue auxiliado por el Gobierno de Buenos Aires. En el mes de febrero, consiguió que le incorporasen nuevas dotaciones de artillería. El 26 de julio, llegaron a Mendoza los Escuadrones 3 y 4 de Granaderos a Caballo, enviados por el Director Supremo, al mando del capitán Soler y del teniente Lavalle, llevando vestuario, equipo y armamento para 400 soldados.
 

 

El 14 de agosto, San Martín recurrió al voluntariado, con lo que obtuvo algunos contingentes apreciables. Con los emigrados chilenos organizó la Legión Patriótica de Chile y, faltándole aún 130 hombres para completar los escuadrones de granaderos, publicó el célebre bando: 

"tengo 130 sables arrumbados en el cuartel de Granaderos a Caballo, por falta de brazos que los empuñen..., que le aportó igual número de voluntarios." 

Hacia octubre de 1815, el incipiente ejército contaba ya con unos 1.600 soldados de infantería, 1.000 de caballería de línea y 220 artilleros, con 10 cañones. 

Mientras aumentaba el ejército, se presentaban problemas de difícil solución, pues había que vestir a las tropas y poner en condiciones de uso al armamento que, en su mayor parte, se hallaba en mal estado. Escaseaban, además, la pólvora y las municiones, careciéndose de medios para proveerse de ellas pues las únicas fábricas existentes - en Córdoba y La Rioja - no alcanzaban a satisfacer la demanda del Ejército del Alto Perú. El ingenio inagotable de San Martín zanjó en poco tiempo estas dificultades. 

Con el concurso de un emigrado chileno, Dámaso Herrera, muy entendido en mecánica, se transformó el molino de Tejada en batán, accionado por el sistema hidráulico que poseía. San Luis contribuyó con bayetas de lana, las que una vez en Mendoza se teñían y se abatanaban hasta el grado de consistencia que se creía conveniente, y de estas bayetas o pañetes se vistió el ejército. 

Del mismo modo, fue creada la maestranza y el parque de artillería, con la hábil dirección de fray Luis Beltrán, gran experto en matemática, física y metalurgia. En cuanto a la pólvora, dada la abundancia de salitre en la zona, se instaló un laboratorio con la dirección del ingeniero José Antonio Álvarez de Condarco, obteniéndose un producto de superior calidad y cubriéndose todas las necesidades previstas. 

A estos organismos siguió la creación de otros, no menos importantes: la sanidad fue confiada al doctor Diego Paroissien; la vicaria castrense al sacerdote José Lorenzo Güiraldes; la comisaría del ejército a Juan Gregorio Lemos y la justicia militar, como auditor de guerra, al doctor Bernardo de Vera y Pintado. 

Hasta ese momento, principios de 1816, la campaña sobre Chile no había sido formalizada oficialmente por el Gobierno nacional. Como era urgente apresurar su organización con la incorporación de otros 1.600 hombres, la obtención de ganado y dinero para la adquisición de armas, San Martín comisionó a Manuel Ignacio Molina para que se entrevistase con el Director Supremo. Como resultado de la gestión, solamente obtuvo una contribución en dinero. 

En marzo de 1816, San Martín solicitó la incorporación de los otros dos escuadrones de Granaderos a Caballo que se encontraban en el Ejército del Alto Perú. Al siguiente mes se le enviaron estos granaderos que, al pasar por La Rioja, reclutaron 100 hombres más. 

El Libertador debió sumar a los grandes problemas que tuvo para llevar a cabo su empresa, la incomprensión del Gobierno de Buenos Aires, no muy convencido de las posibilidades de expedicionar a través de los Andes. 

El 3 de mayo de 1816, el Congreso nacional, reunido en Tucumán, eligió Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. Este, ante la insistencia de San Martín, con quien tuvo una entrevista en Córdoba, orientó todos los esfuerzos hacia Cuyo. Se activaron los trabajos y esta provincia cordillerana se transformó en una inmensa fragua para forjar un ejército bien dotado que debía abatir el estandarte español en Chile. 

El 1 de agosto, el Director Supremo dio al ejército de Cuyo el nombre definitivo de Ejército de los Andes y San Martín fue designado su general en jefe. Para darle una nueva estructura, el Regimiento N 11 fue dividido en dos cuerpos, manteniendo el primer batallón su anterior número y dándose al otro la nominación de Batallón N 1 de Cazadores. El Batallón N 8, mediante el reclutamiento de un fuerte contingente de negros, alcanzó a contar con 355 hombres, que pronto fueron aumentados con nuevos aportes de la provincia. 

En noviembre de ese año, San Martín propuso la formación de una compañía de zapadores, considerada imprescindible por la característica topográfica del teatro de operaciones. La propuesta le fue negada, siendo sustituida por plazas de gastadores, las necesarias a cada cuerpo, creándose un cuerpo con los barreteros de minas. 

El Regimiento de Granaderos a Caballo quedó finalmente organizado con cuatro escuadrones de 145 hombres cada uno. El quinto escuadrón, formado con personal seleccionado, se transformó en el Escuadrón Cazadores de la Escolta. Con los artilleros se creó un batallón de 241 hombres con 18 piezas de diverso calibre. 

Paralelamente a la organización del ejército fue necesario disponer su mantenimiento, adquirir los materiales de guerra y propender a los recursos para financiar la campaña. Los pueblos de Cuyo, a pesar de su pobreza, sintieron exaltado su patriotismo, lo que permitió a San Martín organizar y encauzar la economía provincial para poder cubrir al máximo las necesidades. 

Durante el año 1815, las minas de Pismanta y Huayaguaz proveyeron 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre y las de Uspallata produjeron igualmente plomo y algo de plata. De este modo se lograron extraer de Cuyo los elementos para la fabricación de pólvora y los metales para alimentar las fraguas de fray Luis Beltrán. 

La absoluta necesidad de aumentar los ingresos del fisco, dada la insuficiencia de la ayuda del Gobierno de Buenos Aires, indujo a San Martín a ampliar el régimen tributario de la provincia y crear diversos arbitrios: la contribución extraordinaria de guerra o impuesto directo sobre los capitales, a razón de 4 reales por cada 1.000 pesos, que también incluyó a los comerciantes exportadores y de tránsito; el impuesto a la carne de consumo corriente, que produjo unos 6.000 pesos anuales; la contribución patriótica, que aportó 8.700 pesos; la contribución basada "sobre el pie sólido de los producidos por las fincas rústicas", y otra, extraordinaria, de la que consta una recaudación de 9.000 pesos. Se recurrió a las donaciones voluntarias en dinero, ganado y elementos directa o indirectamente útiles al ejército. 

Los traficantes en vinos y aguardientes abonaron, por propia iniciativa, un derecho de extracción calculado en 2.300 pesos mensuales; el gremio de carreteros aportó una contribución voluntaria de un peso por cada viaje de carreta y la cofradía de Nuestra Señora del Rosario efectuó un donativo en metálico que, sumado al de algunos españoles simpatizantes con la causa de la independencia, alcanzó los 3.940 pesos. 

San Martín dispuso que ingresen al tesoro público los capitales de propiedad del convento de las monjas de La Buena Esperanza; la recaudación de los capitales a censo de las diversas cofradías fundadas en las iglesias y la limosna colectada por la comunidad de la Merced para la redención de los cautivos cristianos. En concepto de ingresos eventuales se recurrió a la disminución del sueldo de los empleados públicos prometiendo el reintegro a quienes no lo cediesen voluntariamente; se aceptaron préstamos voluntarios y forzosos; se dispuso el secuestro y confiscación de bienes de los europeos y americanos enemigos de la revolución y de los prófugos en Perú, Chile y otros lugares. El renglón de multas produjo ingresos considerables; se procedió a la venta de tierras públicas y se creó una lotería, que el gobierno administraba en el territorio de su jurisdicción. 

Al iniciarse la campaña, San Martín había pedido al Gobierno nacional la aprobación de la hipoteca de 44.000 pesos hecha de los fondos generales de hacienda de la provincia en favor de los prestamistas, de los que 24.000 erogó Mendoza, 18.000 San Juan y 2.000 la Punta de San Luis. También obtuvo del comercio de Mendoza un préstamo adicional de 20.000 pesos. 

Fue así como, al conjuro del Gran Capitán, surgieron todos los recursos para organizar, armar, equipar y mantener un ejército. Cuando la población de Cuyo ya no tuvo nada para dar, continuó ofreciendo sus propios esfuerzos: las damas cosieron ropas e hilaron vendas; numerosos artesanos prestaron su concurso para las construcciones militares; los carreteros y 

arrieros realizaron el transporte gratuito de todos los elementos necesarios al ejército. 

En todo momento las fuerzas reclutadas recibían una cuidadosa instrucción, dirigida personalmente por el general San Martín, la que se intensificó a mediados del año 1816. Se estableció un campamento en el paraje llamado El Plumerillo, pocos kilómetros al noroeste de Mendoza. En el frente del campamento se despejó un gran terreno que se destinó como plaza de instrucción y, hacia el oeste, se construyó un tapial doble para espaldón de tiro. 

Al finalizar ese año, la instrucción militar, tanto de las tropas como de los cuadros, había alcanzado un grado de perfeccionamiento no igualado, hasta entonces, por ejército americano alguno. Esta estructura bélica se completó con un Cuartel General, con el Estado Mayor (creado el 24 de diciembre de 1816), con las especialidades (barreteros de minas, arrieros y baqueanos) y con los servicios de vicaria castrense, sanidad, remonta, justicia, aprovisionamiento y custodia de bagajes. 

Los efectivos de todas las unidades de línea, servicios y tropas auxiliares del Ejército de los Andes, arrojaron un total de: 3 generales, 28 jefes, 207 oficiales, 15 empleados civiles, 3.778 soldados combatientes y 1.392 auxiliares, lo que suma un conjunto de 5.423 hombres. 

Disponía, además, de 18 piezas de artillería, 1.500 caballos y 9.280 mulas. 

Sólo faltaba al ejército una bandera: el comercio de Mendoza proveyó la sarga, de colores blanco y celeste, con la cual varias damas confeccionaron el estandarte que las huestes redentoras llevaron hasta el pie del Chimborazo


 

FUENTE: http://www.crucedelosandes.com.ar



SEMANA DE MAYO 2015
TRASLADO DEL SABLE

"El mejor homenaje al Libertador es la multitud que salió a la calle"

El secretario general de la Presidencia, Eduardo "Wado" de Pedro, sostuvo hoy que "el mejor homenaje que recibió hoy el Libertador es la multitud que salió a la calle a acompañar el desfile que trasladó su sable hasta el Museo Histórico".


En el marco del acto que se realizó para trasladar el sable corvo del general José de San Martin desde el regimiento de Granaderos hasta el Museo Histórico Nacional, De Pedro sostuvo que "es un símbolo para todos los argentinos de la lucha del General San Martín por la soberanía, la libertad y la integración de América Latina".

"Este acto ha sido una reivindicación histórica para este sable, que es un símbolo inequívoco de la identidad de nuestra Patria. Pero creo que el mejor homenaje que recibió hoy el Libertador es la multitud que salió a la calle a acompañar el desfile que trasladó su sable hasta el Museo Histórico", dijo tras finalizar la ceremonia encabezada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El traslado del sable

El sable de San Martín es el símbolo de libertad de América Latina y debe estar "al alcance de todos"

Historiadores y personalidades de la cultura celebraron hoy la restitución del sable corvo del general José de San Martín al Museo Histórico Nacional, y aseguraron que es un símbolo de libertad latinoamericana que debe estar "al alcance de todos".

"El sable corvo de San Martín es un símbolo de libertad de toda América Latina porque acompañó al prócer en todas las guerras de independencia, que no tuvieron por objeto la ocupación sino la liberación de los pueblos, que se logra con la Ilustración y los libros", dijo el presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Eduardo García Caffi.


En diálogo con la Televisión Pública, García Caffi explicó que "la libertad por la que luchó el Libertador tuvo características particulares" pues sus ejércitos "fueron de liberación y no de ocupación: fue un hombre que se preocupó por el destino de los pueblos y que decía que la ignorancia era la columna vertebral que sostenía al despotismo".

"Llevaba unas pocas alforjas de objetos personales en sus campañas, pero sin embargo iba con 11 baúles con más de 800 libros y fundaba bibliotecas en cada uno de los lugares que liberaba. Por eso decimos que era un libertador de los pueblos, quería que los pueblos puedan autodeterminar su futuro", apuntó.

"Sus ejércitos fueron de liberación y no de ocupación: San Martín fue un hombre que se preocupó por el destino de los pueblos
Eduardo García CAffi, presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano
El sable que San Martín compró en Londres en 1811 fue legado a su muerte al por entonces gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, y a fines del siglo XIX su hija Manuela, que residía en el extranjero, lo donó a la Nación Argentina.

Así, la pieza fue repatriada y depositada en 1897 por el presidente José Evaristo Uriburu en el Museo Histórico, donde permaneció por 66 años hasta que fue robado en dos oportunidades por la resistencia peronista, en 1963 y 1965.

En 1967, el dictador Juan Carlos Onganía decretó que fuera transferido para su custodia al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, donde permaneció hasta hoy.

"Es muy atinado que el sable haya vuelto al Museo Histórico Nacional y esté al alcance de todos", sostuvo el historiador Gabriel Di Meglio en diálogo con Télam y afirmó que se trata de una pieza "muy importante, porque acompañó a San Martín durante toda su campaña y aseguró no sólo la independencia de nuestro país, sino la de gran parte de la región".

"El acto de restitución que vivimos hoy cierra un período de renovaciones históricas que hubo en el último tiempo; actos como éste hacen que la historia no quede cerrada, sino que se vuelva a pensar una y otra vez, y eso es sumamente atractivo y valioso", reflexionó.

Por su parte, el historiador y escritor Felipe Pigna, remarcó que "es muy lindo que haya tanta gente en la calle acompañando" la restitución del sable, pues cuando volvió desde el exterior "fue recibido en soledad porque Uriburu era un presidente anodino que no dejó nada para el país, salvo negociados".

 El autor del libro "La voz del gran jefe" recordó que el sable que "era un arma que había que usar con mucho coraje y que habla de que los jefes iban a la vanguardia".

"Era un sable de combate, muy eficiente, que se usaba entre balazo y balazo: En esas ocasiones había que usar armas cortas y eso era fundamental para salvar tu vida y atacar. Era un sable de golpe que usaba el contrafilo para golpear y luego sí lastimar o degollar", describió.

"El acto de restitución que vivimos hoy cierra un período de renovaciones históricas; actos como éste hacen que la historia no quede cerrada, sino que se vuelva a pensar una y otra vez"
Gabriel di Meglio, historiador
El orfebre Juan Carlos Pallarols, quien tuvo a su cargo la realización del calco del sable que reemplaza desde hoy al original en el museo del Regimiento de Granaderos a Caballo, aseguró que la obra a la que se dedicó "arduamente" durante dos meses "es el trabajo más importante, sacando lo religioso" que realizó hasta ahora.

"Hace dos meses me hicieron el encargo y nos pusimos de acuerdo en que no debía ser una copia o una réplica, sino un calco, que es mucho más minucioso, más lento, porque no hay que hacerlo ni mejor ni peor, sino exactamente igual, milímetro por milímetro, incluyendo cada golpe, cada tajo", dijo a Télam el artista, que ha realizado cada bastón presidencial desde la vuelta de la democracia, además de trabajos para el Vaticano y las realezas europeas.

Respecto a las características del arma, explicó que "para la época, era como la Ferrari de los sables: Napoléon tenía uno igual que usó en su campaña de Egipto".

"No quedan dudas de que el sable corvo es un símbolo patrio, como la bandera, el escudo y la escarapela", aseguró Pallarols.

MUSEO HISTÓRICO NACIONAL

Cristina entregó el sable corvo del General San Martín al Museo Histórico Nacional

Fue el corolario de una emotiva ceremonia que se inició por la mañana con un desfile patrio y que culminó con el traslado definitivo acompañado por la fanfarria del Regimiento de Granaderos a Caballo, transmitido por cadena nacional.
La Presidenta en el Museo.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner depositó hoy en el Museo Histórico Nacional el sable corvo del Libertador José de San Martín, como corolario de una emotiva ceremonia que se inició por la mañana con un desfile patrio y que culminó con el traslado definitivo de esta arma por por parte de una guardia del Regimiento de Granaderos a Caballo.

La espada del Libertador fue protagonista de un largo derrotero, hasta que finalmente el dictador Juan Carlos Onganía dispuso en 1967 que el arma quedara bajo custodia del Regimiento de Granaderos hasta que hoy, 48 años después, fue trasladado al Museo Histórico Nacional por resolución del gobierno.

Así fue que cerca de las 14, la mandataria fue recibida en este Museo ubicado en Parque Lezama por la directora de esta institución, Araceli Bellota y la ministra de Cultura, Teresa Parodi, para encabezar un acto que fue transmitido por cadena nacional.

Mientras la fanfarria de Granaderos interpretaba la marcha de San Lorenzo, Cristina tomó el sable corvo del Libertador de manos de un efectivo de ese regimiento y lo depositó detrás de una vitrina donde será exhibido a partir de ahora a todo el público que visite el museo.

Luego, la jefa de Estado observó los sables de próceres como Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Guillermo Brown y Juan Manuel de Rosas, que son exhibidos en la misma sala donde podrá admirarse esta espada que San Martín desenvainó a lo largo de la gesta libertadora que lo llevó por Argentina, Chile y Perú.

Varios funcionarios del gobierno y legisladores acompañaron a la jefa de Estado durante esta ceremonia en la que también participaron jóvenes y estudiantes.

Entre los funcionarios se destacó la presencia del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el Ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo; el titular de la cartera de Defensa, Agustín Rossi; el secretario General de la Presidencia, Eduardo 'Wado' de Pedro, y el secretario de Legal y Técnica de la Casa Rosada, Carlos Zanini.

También estuvieron el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez; el senador nacional Juan Manuel Abal Medina y el diputado Carlos Kunkel.

Por su parte, Wado de Pedro, sostuvo que "el mejor homenaje que recibió hoy el Libertador es la multitud que salió a la calle a acompañar el desfile que trasladó su sable hasta el Museo Histórico".

"Es un símbolo para todos los argentinos de la lucha del General San Martín por la soberanía, la libertad y la integración de América Latina", remarcó.

El cortejo patrio que trasladó el sable corvo hacia el Museo Histórico Nacional se convirtió en una verdadera fiesta popular desde que partió del Regimiento de Granaderos por la mañana acompañado por la guardia de esa tradicional unidad militar que fundó San Martín.

Los granaderos rindieron un homenaje a su paso a los soldados caídos en la Guerra de Malvinas y luego llegaron hasta la Catedral Metropolitana, donde el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, bendijo el sable.

“San Martín representó en su máxima expresión los reclamos de libertad e independencia de nuestro país y destacó que su sable fue desenvainado únicamente "en las batallas de independencia de América del Sur, para gloria de nuestro pueblos", señaló Poli al administrar este rito de la Iglesia.

Sobre el relicario donde descansas los restos del prócer, Poli deseó que "el encuentro entre el padre de la patria y su noble arma produzca la paz, reconciliación, justicia y progreso respetando la voluntad y legado de quien hoy evocamos".

La jornada se vio marcada desde temprano por la emoción y el colorido de niños que agitaban banderas argentinas y saludaban el paso el cortejo del sable, que se abrió paso a lo largo del extenso recorrido entre las miles de familias que salieron a festejar una nueva jornada de las actividades por la Semana de Mayo.

Todo se inició pasadas las 11 con el desfile en el Regimiento de Granaderos a Caballo, desde donde partió el desfile patrio con la cureña, acompañado por el ministro de Defensa, Agustín Rossi, en un recorrido que alcanzó las calles Luis María Campos, Bullrich, avenidas del Libertador, Leandro Alem, Rivadavia, Bolívar, Yrigoyen, Paseo Colón, hasta llegar a Parque Lezama.

Posteriormente, luego de que la Fanfarria del Alto Perú ejecutó la Marcha de San Lorenzo, el cotejo inició el último tramo en su marcha hacia el Museo Histórico Nacional, en Parque Lezama.

Minutos antes de las 14, el sable llegó al Museo Histórico Nacional, donde era aguardado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien poco después -en una ceremonia transmitida por cadena nacional- lo depositó en su destino final, en una vitrina del Museo.

La Jefa de Estado fue quien dispuso, a través del decreto 843/2015 publicado días pasados en el Boletín Oficial, el traslado del sable corvo del Libertador al Museo Histórico Nacional. 




Todos los poemas pertenecen a los AUDIO LIBRO de FRANCISCO ALVERO CANTA

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