domingo, 16 de junio de 2024

"A Vicente Zito Lema, Poeta de la roja alborada!!!" (Guerrillero de las artes) AIRE DE ZAMBA POESIA CANTADA MILITANTE O CANCIÓN POETICA MILITANTE ARGENTINA de Francisco Alvero EL JUGLAR DE LA LIBERTAD

 



 





 
 
Con la MUSICA de ZAMBA DEL CHE  de VICTOR JARA
(Y Musica propia tambien)

 "A Vicente Zito Lema,

Poeta de la roja alborada"

(Guerrillero de las artes)

 AIRE DE ZAMBA 


POESIA CANTADA MILITANTE

O CANCIÓN POETICA MILITANTE ARGENTINA



de Francisco Alvero EL JUGLAR 

DE LA LIBERTAD

 


I

A Vicente Zito Lema, 

pluma de las y los nadies

¡Gran poeta militante, 

Guerrillero de las artes!

Como juglar compañero,

Es mi forma de abrazarte

Cuando te canto estos versos

  ¡guerrillero de las artes!


 La melodia de Jara

en la zamba de Guevara

me va insuflando estos versos

Ay, estos versos del alma

por el Arte y la Memoria

por la Patria liberada

A Vicente Zito Lema

Poeta de la alborada.


II

Los que mueren por la vida, 

no pueden llamarse muertos

Ya lo dijo Alí Primera,

Quiero cantarlo de nuevo

Los que mueren por la vida, 

no pueden llamarse muertos

Ya lo dijo Alí Primera,

Quise cantarlo de nuevo.


Con esta llama encendida,

Guerrillera de la vida,

Como eterna primavera

que los pueblos necesitan

Comandante Zito Lema,

tu insurgencia es la poesía.

Como eterna primavera

Del pueblo que canta y grita.


Vengo cantando esta zamba

... armado de la poesía





ANALISIS DEL POEMA CANCION  

de El Juglar de la Libertad:

  
 
 1. Que mensaje transmite el poema canción?
 
2. Que ideología se desprende?

 3. Que repercusión pudiera tener en medios físicos y virtuales?

 4. Que críticas burguesas o revolucionarias pudiera despertar?

 5. ¿Cómo se relacionan la obra con la situación política

y social actual de Argentina y América Latina?


1. El poema canción transmite un mensaje de homenaje y admiración hacia Vicente Zito Lema, destacando su labor como poeta militante y guerrillero de las artes. También se destaca la importancia de la poesía y la música como herramientas de lucha y resistencia. 2. La ideología que se desprende del poema canción es claramente revolucionaria y de izquierda, peronista montonera en línea con la lucha por la justicia social, la libertad y la defensa de los derechos de los pueblos. 3. En medios físicos y virtuales, el poema canción podría tener repercusión entre aquellos sectores que compartan la ideología revolucionaria y la valoración de la poesía como herramienta de lucha. Podría ser compartido y difundido en círculos artísticos y políticos comprometidos con la causa. 4. Entre las críticas burguesas podrían surgir cuestionamientos sobre la legitimidad de la lucha armada o de la militancia política en la poesía. Por otro lado, entre las críticas revolucionarias podría haber discusiones sobre la efectividad de ciertas estrategias de lucha o la coherencia ideológica. 5. La obra se relaciona con la situación política y social actual de Argentina y América Latina en el sentido de que rescata la figura de Vicente Zito Lema como símbolo de resistencia y lucha popular. También, la referencia a figuras como Víctor Jara y Ernesto Guevara conecta con la tradición revolucionaria latinoamericana. En un contexto donde los movimientos sociales y populares siguen luchando por sus derechos, la poesía y la música como expresiones artísticas de resistencia siguen teniendo relevancia.


















 

RESUCITACIONES. Homenaje a Vicente Zito Lema


Fotografía: Vicente Zito Lema visitando una comunidad mapuche de la Patagonia, a fine

s de los 80. La imagen, hasta hoy inédita, fue capturada por su compañera

, Regine Bergmeier, a quien le agradecemos la gentileza de habernos permitido su reproducción.


Nota.— El domingo pasado, en Buenos Aires (la ciudad donde nació y trajinó toda su vida, a excepción del exilio durante la dictadura), murió Vicente Zito Lema. Falleció a los 83 años de edad, tras luchar contra el cáncer con la misma entereza con la que supo militar por la memoria, la verdad y la justicia desde su juventud en los 60 y 70. Zito Lema ha sido uno de los intelectuales, escritores y artistas más notables de la Argentina contemporánea. Poeta, dramaturgo, ensayista, periodista, psicólogo social, abogado y activista de los derechos humanos, profesor universitario, militante de izquierda, nos ha dejado un legado cultural invaluable: decenas de poemarios y obras de teatro, varios libros de psicología y filosofía, numerosos artículos periodísticos… Su escritura en prosa y en verso es de una lucidez, sensibilidad, belleza, hondura, erudición, variedad, compromiso y originalidad difíciles de igualar. Como editor, creó y dirigió varias revistas que hicieron historia en la Argentina del último medio siglo: Cero, Talismán, Liberación, Crisis, Fin de Siglo, Cultura y Utopía, etc. Fundó, asimismo, la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo y la Universidad de lxs Trabajadores (IMPA). Discípulo de Enrique PIchon-Rivière, sus contribuciones a la psicología social y la salud mental –tanto en el campo teórico como en el educativo– resultan imposibles de soslayar o minimizar. Otro tanto cabe decir de su activismo por los derechos humanos, como abogado y como docente, como pensador y como artista.
Kalewche rinde tributo a Zito Lema desempolvando una vieja antología poética suya, presentada por nuestro compañero Federico Mare, historiador y ensayista, sobrino del escritor. Se trata de un breve poemario en formato artesanal de cuadernillo, intitulado Resucitaciones (la poesía puede más que la muerte). Poemas inéditos de Vicente Zito Lema, originalmente publicado –con prólogo del autor– allá por septiembre de 2010, en Mendoza (Argentina), por el colectivo cultural de izquierda La Hidra de Mil Cabezas, dentro de la colección de poesía Parnaso en Llamas. Aquel cuadernillo tuvo una tirada muy reducida y solo circuló localmente, en tierras cuyanas. De modo que, hasta esta reedición digital, ha sido un «incunable», una pequeña joya hemerográfica.
Como se puede intuir o sospechar a partir del título-metáfora y las circunstancias que hoy nos convocan, la decisión de republicar Resucitaciones (la poesía puede más que la muerte) no tiene nada de casual. Es un testimonio de nuestro duelo y congoja, a la vez que de nuestro optimismo y esperanza.
Horas después del deceso, Mare homenajeó a su tío con estas líneas en su muro de Facebook: “Nadie muere del todo cuando muere, si quienes perviven saben honrar su amor con la tenacidad de la memoria. Tú tampoco, Vicente Zito Lema, has muerto del todo. Nos has dejado tu poesía, tu dramaturgia, tu ensayística, y también un sinfín de gratos recuerdos y sabias enseñanzas. Tu arte siempre fue –así lo creías, así lo expresaste– una «ceremonia de resurrección», un ritual de anástasis contra el absurdo del silencio y el olvido. Con tus palabras de belleza y justicia, resucitaste a muchos compañeros y compañeras, mártires de la utopía setentista. Ahora te toca descansar. Ahora tú serás quien retorne a la vida cada vez que tus versos y prosas sean leídos. Tu arte –legado de tu espíritu, rescoldo de tus entrañas– le ganará la pulseada a la parca. Vivirás sin fin en tus obras y en nuestros corazones. Hasta siempre, querido tío”. La tarde del lunes 5 de diciembre, Mare publicó un aforismo, que también juzgamos oportuno reproducir aquí: “No podemos evitar que la oscura marea de la muerte, de tanto en tanto, arrase las playas de nuestra felicidad. Pero sí podemos evitar que su reflujo lo arrastre todo al abismo del océano. El abismo es el olvido. Lo que queda en pie con la bajamar es la memoria. ¿Poco o mucho? Eso también depende de nosotrxs…”.

Vicente Zito Lema junto a su gato Juan Gris



RESUCITACIONES
(LA POESÍA PUEDE MÁS QUE LA MUERTE)


Prefacio del editor

Para los antiguos griegos, Hades era, a la vez, dios de la muerte y la opulencia. Tan fuerte era la asociación, que el oscuro señor del inframundo era conocido, también, por el nombre de Πλούτων (Ploutōn), que significa «riqueza». En Pluto, su última comedia, Aristófanes nos da una pista para entender esta dualidad: “Cuando se han hecho ricos –sentencia la deidad–, desaparecen todos los límites a su maldad”, y la maldad incluye, lo sabemos bien (la historia es inapelable), el crimen, el fratricidio, el homo homini lupus, la bestialidad caínica. También lo sabía Virgilio, y por eso escribió en su Eneida: “¡A qué no arrastras a los mortales corazones, impía sed del oro!”.

Volvemos a encontrar al Pluto bifronte en Marx: “El capital es trabajo muerto que no sabe alimentarse, como los vampiros, más que succionando trabajo vivo, y que vive más cuanto más trabajo succiona”. En otro pasaje de El capital insiste: “El obrero no es ningún agente libre, y su vampiro no cesa en su empeño, mientras quede un músculo, un tendón, una gota de sangre que chupar”. Y cuando analiza el fenómeno de la acumulación originaria, señala que “los métodos de la acumulación originaria son cualquier cosa menos idílicos”.

Pero, al igual que Hades, el capitalismo no solo se apropia de la vida por medio de las Keres salvajemente cruentas y alevosas: la guerra, los regímenes de excepción, la dictadura, el terrorismo de estado. También lo hace valiéndose del incruento y cotidianamente subrepticio Tánatos: la propiedad privada, el mercado, la explotación, la miseria. Las Keres tienen la impaciencia de las aves de rapiña, y Tánatos la paciencia de las carroñeras. Pero unas y otro hacen su macabra faena con igual eficacia.

 Si es verdad que el capitalismo –nuestro Pluto moderno y secular– es la muerte, entonces el socialismo es vida; y la revolución, una resurrección. Pero no se puede luchar por la vida si no se está realmente vivo, si nada se sabe acerca de la vida auténtica por venir. Sin prognosis la muerte sería ubicua y omnipotente. Vicente Zito Lema lo sabe, siempre lo ha sabido. Toda su poética, de principio a fin, es una euporía consciente y deliberada a esta aporía desesperante. Ante el interrogante de cómo vivir en ausencia y en espera de la utopía, él nos responde: la poesía. Y ante la pregunta de cómo vivir en aras de la utopía, él también nos responde: la poesía. Porque en la noche sin luna de la barbarie, los poemas son relámpagos que iluminan por un instante el horizonte.

Pero se sabe: no toda poesía relampaguea. Si es evasión o placebo, fosforece –como los fuegos fatuos–, pero no relampaguea; no ilumina el cielo y la tierra. La poesía relampaguea cuando es propedéutica y compañera de lucha, como en los ocho poemas que aquí reunimos y publicamos.

En este presente plutónico, la poesía de Zito Lema es una mímesis (en sentido aristotélico) de la revolución, una anábasis interna que nos devuelve por un momento a la vida verdadera. No se puede tomar esta experiencia a la ligera. Hay demasiado en juego. Si en la larga huida del Hades prescindimos del arte y sus anticipaciones utópicas, corremos serio riesgo de caernos o extraviarnos. Es la plena conciencia de su importancia vital –figurada y literalmente hablando–, lo que ha llevado a Vicente Zito Lema a concebir su poesía como una «ceremonia de resurrección».

Federico Mare
Mendoza, sep. 2010


Por amor a la vida (prólogo del autor)

Son tiempos en que la memoria del horror se convierte en materia a destruir, en peligro a convertir en el mismo polvo de la nada, en objeto que será demonizado hasta el hartazgo. Es un anuncio que llega desnudo, un discurso sin vueltas, más que una amenaza resulta un ultimátum.

Los que fueron la mano del horror, los que pensaron el horror en lo pequeño y en lo gigante, y quienes lucraron con el horror –porque el horror dejó muertos y muertos, pero también generó ganancias y hasta elevó por los cielos las tablas de la usura–, cierran filas más que nunca y otra vez plantan batalla a cara de perro. (¡Estamos hartos de hablar del Terrorismo de Estado!, vociferan algunos, y otros con tono doctoral agregan: ¡enterremos el pasado!)

Habrá que hacerlo carne y sabiduría: el combate es eterno entre la luz y las tinieblas. Frente al poder y las voces de la muerte, entonces, nosotros aquí, lo nuestro aquí, desde la palabra de poesía que nos nutre y sostiene, con el pensamiento que convertimos en un arma filosa que corta las amarras y hace trizas las cadenas.

Nosotros, dispuestos a no ceder, a no abandonar en el olvido a nuestros muertos, a las víctimas que se niegan al puro silencio, porque el silencio sería volver a matarlos. Somos humildes con nuestras herramientas, hasta antiguos en la mirada del mundo, pero también obstinados en la construcción de la historia. Llevamos a cuestas el fuego y el primer amor por la vida. Sentimos que la realidad es un sueño de justicia y de belleza.

Así, desde lo pequeño en lo pequeño, pero con conciencia de que cada parte integra el universo del mañana, nos hacemos cargo de un instante, frágil y eterno como todo instante, en la escritura de los grandes desafíos, que se dan en el papel pero también en los cuerpos, en la tierra y en los cielos. 

Por ello respondemos con alegría ante el fraternal pedido de La Hidra de Mil Cabezas para editar un conjunto de nuestros poemas. Los hemos seleccionado con cuidado amoroso, es un material escrito a lo largo de nuestros días, en el país y en el exilio; algunos fueron ya leídos, otros aspiran a serlo, todos nos representan hoy, para que el mañana no abandone el futuro, he aquí nuestro deseo.

Son poemas que intentan rescatar historias que no debemos olvidar, nacieron de dolores que demandan seguir doliendo, lo que está detrás son aventuras que merecen también nuestra aventura. Cuentan que navegar ya es el puerto y es la gloria. 

Estamos convencidos que el único cementerio es la memoria, y allí ponemos nuestras flores, aun a los desaparecidos. La poesía puede más que la muerte, ya que resucita a los que perdieron la vida por amor a la vida, la de todos, la tan sagrada, la que nunca debió morir.

Vicente Zito Lema
Bs. As., sep. 2010


La oración de Trelew

Leída en la tumba de María Angélica Sabelli

Señor no sé si María Angélica creía
o no creía en vos / y si la fe existe por fuera de los actos /
como un río de cristal que nunca tuvo cauce
Tampoco sé si al final del día / a la hora de los lobos
y las nubes negras / ante el espejo del justo amor
que deja su huella / eso sirve para algo / más que un ruego / 
una servidumbre o las costosas indulgencias
Pero no dudo que estuviste a su lado (¡fuiste su costado!)
cuando la torturaron y otras agonías / como lluvia de vidrio
en la comisaría de Villa Martelli (hablo de un tablado del infierno)
Y fuiste vos quien arrimó un poco de paz
por piedad o bondad una gota de rocío / agua del milagro
¡ese instante! sobre su cuerpo enloquecido / vuelto carne 
en la carne machucada de tanto golpe / 
a pura picana / ese cuerpo abierto y padecido hasta convertirse
en muchedumbre de dolor / en sinfonía del espanto

Señor ella tenía el pelo negro (como ala de pájaro)
los ojos traían la luz matutina de quien mira más allá
y su mano pequeña había escrita alguna vez / bien grande
y a los apurones
PERÓN VUELVE
EL CHE VIVE
o acaso ¡dulce patria mía!
como quien dice vuelve la alegría / los niños no vivirán para la muerte
vuelve a limpiarse un poquito el cielo que abundó en la sangre
esa sangre de inocentes / o mejor aún como quien siente 
que la patria es un murmullo de vientos
y de músicas sagradas
un aliento que tiembla / una arenita que se queda
para siempre en los dedos…

Señor recuerdas cuando en la cárcel de Villa Devoto
ella se subía a la ventana y miraba los cielos que nacían
detrás de los rojos cielos / tenebrosos / mal de augurios
¿Miraba la muerte que le venía pronto?
¿Miraba esos pasos que no daría?
¿Ese mar silencioso que le esperaba?
¿Pero sus ojos eran el mar / sus manos eran el fuego
en la mañana breve?
¿Su vida una esperanza que se desvanecía / una nube 
de ángeles desnudos?

Señor no habrás olvidado 
cuando a María Angélica la llevaron al sur (como si fuera ganado
y no boca de aleluyas)
y que en la celda de su último penal
en sus precarios días
ella acomodaba su poca ropa / leía
poemas para sus compañeros (donde la belleza
dormía en brazos de la verdad)
planeaba la libertad como quien alza una hoguera
y esperaba alegre la llegada de cada último
domingo del mes
para ahuyentar la tristeza de sus padres / su sonrisa
y su gracia de mariposa que se detiene en el vuelo
eran una gracia para ellos…

Señor conoces toda la historia
la fuga / la toma del aeropuerto / un avión que no aterriza /
su entrega a los jueces / la promesa / las fuerzas de la Marina /
sus últimas noches en la base Almirante Zar (de espaldas al mar)
y de cómo vejaron su cuerpo de niña / su alma de niña 
que anhelaba pasiones sin limosnas…
ella estaba en un pasillo con la cabeza baja (¿y las nubes… y las nubes…?)
llevaba sus mantas y esperaba
un nuevo interrogatorio
una nueva crucifixión… (¿un abandono sin respuesta para el 
ayúdame Dios mío…? / Un clamor de sombras que interroga:
¿Por qué me abandonaste…?

Señor primero fue un tiro en el brazo / después le destrozaron la nuca
y aunque ya estaba muerta 
volvieron a pegarle un balazo en la cabeza (…la sangre / la sangre… y 
esa mirada sin espejo de quien derrama la sangre…)
Señor para esa madrugada no quedan pájaros del cielo 
ni belleza de la tierra
no tengo otra cosa que el recuerdo de la madre de María Angélica
mientras viajábamos a rescatar su cuerpo
no tengo más y apenas esa sonrisa de antes
que conocía de María Angélica
la sonrisa de quien tenía veinte años el pelo negro (que no se agitará)
y alguna vez había escrito en la paredes / en los muros / en el agua…
su grito de vida / su grito de tempestad
su grito por el grito de los 16 asesinados
por su muerte en las paredes en los pisos
en las caras en las manos en el país en los olvidos…

Señor la joven viajera no se resigna
no se resignará Señor
¿Señor esperas de nosotros el olvido?
¿El olvido Señor y así perder el amor de ella / ella que
era criatura bienaventurada del amor…?
¿Y así perder la revolución de ella / ella que 
vivía como si fueran eternas cada hora de la revolución…?
¿Y así dejar marchar el tren que lleva a los sueños
que nos sueñan con la frente celeste 
como olas bravas a la mar / como savia al girasol /
o sea la vida a la vida… aún en el tiempo en que la historia 
es sal que quema en las heridas…?

Quien olvida traiciona Señor
Nuestra gran memoria
Nuestra única riqueza
La debida aventura
Esa estrella gigante 
El único camino
Para que las tumbas de Trelew
no se cubran de oscuras hierbas / más que secas
sin rocío…

Memoria de aquel agosto de 1972
(Texto revisado para la presente edición)


Sueña una vez más Salvador Allende

Si las manos de la abuela no tuvieran
esa mala enfermedad que las tiembla
por cierto cumpliría las reglas de su oficio
y haría un buen pan que tendría las formas
del rostro de Salvador
lo comeríamos en silencio cuando anochece
y así quedaría en nosotros mucha de la fuerza
del compañero asesinado
Tampoco cuesta imaginar que si la muerte al abuelo
no lo hubiera buscado
podaría sabiamente las ramas de la viña
para que otra vez su vino fuera una fiesta
lo pondría sobre la mesa
larga y de madera perfumada que resiste todo
como la patria de Salvador
la luna brillaría sobre la tierra
y el aire del patio sería el espeso aire
de las minas de cobre
por las que también luchaba
el compañero asesinado
El resto de nosotros no tiene buen oficio
las mujeres aman y sueñan
socorridas por la esperanza
arreglan la casa
o trabajan en inútiles oficinas
mi padre a su vez tiene los ojos azules
día a día más ausentes
y carga y descarga ese viejo revólver de
cowboy que nunca usó
Qué pueden ofrendar entonces
al compañero asesinado
más que una nueva tristeza o un brindis
de duelo en una vieja historia
Y si hay un oficio para esta noche
francamente estéril / acaso macabro
es este de escribir / sobre el agua / en el viento
cuando las palabras son herramientas
que han perdido todo su conjuro
ya no calman al tigre ni detienen el veneno
y si digo Salvador Salvador no aparece
ni se para la sangre de su boca
ni mira una vez más los celestes
ni ayuda a crecer al árbol que amaba
y por más que grite miserables / asesinos
los miserables y asesinos
seguirán fusilando por la espalda
uno a uno
a los francotiradores de lo único posible
seguirán bombardeando las fábricas la minas
seguirán enlutando
paseando las perras del exterminio
por los barrios de Santiago y Valparaíso
Pero aún así las palabras
esta noche de duelo
son carne podrida 
es necesario sacarlas
hasta quedar más desnudos que nunca
más en hueso todavía
la guerra es larga continúa
y nuestro es sólo el balbuceo
estamos aprendiendo a hablar y a caminar
Ven Salvador
deja por un instante los silencios
danos tu mano que nunca será fría
y sueña una vez más con nosotros
en voz alta en alto cielo
Ha llegado el día de mañana
Ha llegado y para siempre.

Memoria de aquel septiembre de 1973
(Texto revisado para la presente edición)


Carta de Matilde

A Matilde Herrera

¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún?
¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida?
(Libro de Job)

Cuando secuestraron a sus hijos –uno a uno cuando
los arrancaron con fórceps de la vida ¡ay Matilde
tus hijos! –Matilde su alma mecida en su brillo
de súbito un lóbrego páramo
el aire del temblor mismo
Exigió / rogó / clamó tanto hasta quedar
ahogada en ira y lloro (tus lágrimas Matilde desde
la ventana abierta a las palmeras a la aurora
abierta más que negra infinita del Parque Lezama)
Llorabas Matilde caminabas a nadie veías
ya era tarde de ausencias
por la rue Junot tan lejos Matilde ¡que sombrío
sueño nuestra patria!
Ante ella –una rama igual a otra consumida
en el fuego de un tiempo perverso–
Los verdugos de sus hijos callaron (y el silencio
fue otra agonía)
Mintieron (y las palabras acuchillaron
con su frío de chacras la razón)
Amenazaron con peor tortuoso espanto para sus hijos
(¡sus ojos de los cielos! ¡sus ojos! )
Matilde sintió como crecía el muro
que apesta sin pausas a cadáver…
Conoció el temblor la soledad de la víctima
en un impune coto de caza
Y recurrió en cruel desespero / agónica y suplicante
a los jueces los diarios el alto clero
las fuerzas vivas los políticos respetables
A todo aquel henchido de palabras que podía hacer
o decir algo (¡una mínima fugacidad de luz
en la alta noche!)
Sólo encontró un desierto de piedras negras…

Matilde pudo verse en gordas horas
de espera nocturna y pesadumbre
la más seca de las mujeres
Pudo gritar con boca exhausta
y desgraciada: ¡mi vientre sólo es
un enorme sepulcro!
Pudo maldecir a una divinidad perdida a unos hombres
que blandían como gloria la guadaña
a los perversos de perversa indiferencia contemplando
el cortejo de la muerte sin el cuerpo de los muertos (¡ la vida
era anterior al aire!)
Abierto a sus pies estaba un desnudo pozo
de la mayor demencia: ¡ese acto de suicidio! ¡esa lengua
de suplicio! (Toma esta cruz y sígueme y sepúltate de
tinieblas… la voz en tus oídos Matilde la voz)
Pero Matilde mujer vejada en el dolor
convirtiendo su dolor en lluvia de humanas
resurrecciones (¡oh, sí, el alma, que es luz de la memoria
y tan fugaz como eterno movimiento!)
Tomó un lápiz y un papel que semejaba la piel de dios
Puso su corazón bien desnudo sobre la mesa
Y escribió una carta que resplandece de vida
como música de amor sobre la tierra viviente…

Desde aquel día de la celebración Matilde
anda con su carta a cuestas
Lo que es igual a decir que lleva no la dicha
pero sí la pasión de sus hijos
otra vez en brazos
Cuenta Matilde que el 26 de julio de l976 cuando
fue invierno en la boca del infierno
su hijo Martín –cumplía 20 años al día siguiente–
y la mujer de su hijo –casi una niña de peinado antiguo–
(yo vi su foto estaba embarazada / su vientre lucía
goloso de ventura…)
en el momento en que entraban en la casa
terminada la jornada de trabajo
se encontraron frente a 15 hombres armados…
Los estaban aguardando
Escondidos como fieras / acechando en un luctuoso bosque
Los llamados grupos de tareas forzaron la entrada
–las metralletas cortando el aire / a patadas las puertas–
Obligaron a los vecinos a cerrar las ventanas a cerrar 
las estrellas y los cielos / que ya no lucieron serenos ni diáfanos
y se llevaron a Martín y a María Cristina temblando
Sus manos muy blancas sobre el vientre redondo
Sus cabezas cubiertas por una capucha
Y de pronto el silencio que huele a peste / a maldición
de Biblia
Como si alguien anunciara que también las piedras
y los frutos del olivo deberán dar sangre…

Y Matilde ahora se pregunta / sin ver que el crepúsculo
volvió moradas sus alas: ¿Dónde están ellos? ¿Quién
los tiene? ¿Sólo lluvia y lluvia? ¿Nada más que desgracia
sobre las desgracias? ¿Muerte en el sinfín de la muerte?
¿Si los han matado por qué no devuelven
sus cuerpos –¡oh, cuerpos de mi cuerpo!– a unos
padres desesperados?
Nadie le responde a Matilde
El país es un desierto de piedras negras…

El 13 de mayo de 1977 y ese día no es en la historia
de la noche un día más –sigue contando Matilde /
sigue la sal que baña en frío la surgente llaga–
Personas que no se identificaron y no ocultaron
sus armas / tampoco sus caras cuando abunda
más que el pasto duro la impunidad /
Dejaron en un hospital del oeste de Buenos Aires
a una criatura con una pancarta atada
al cuello que decía: soy la hija de Valeria
Como la pequeña lloraba muy excitada en una tarde
de piedad gastada
le dieron un calmante que tampoco fue amor
Luego la llevaron a la comisaria (tu arcángel
de inocencia tu nietita el agua de tu sed Matilde)
¿Clamabas tu en ella en sus labios
nuevos de gloria nueva y ya perfecta?
Lo que no cuenta Matilde lo que la congoja
desciende y calla
pero yo puedo recordarlo –Oh yo el poeta naufrago
del manto blanco / Oh yo guardián
devoto de recuerdos– es que Valeria tiene en los ojos
el aire celeste del que siempre sueña –la dicha se
construye entre todos y en la tierra: decía–
Y Ricardo su compañero –abrazando a la pequeña–
¡Cambiaremos el mundo!
Gritaba como el primero que se quemó en la hoguera…

Nada sabe Matilde ahora
de su hija Valeria y de Ricardo / ellos dos la guía en su cansancio
Si volverán ellos a ver a la pequeña –también tiene
los ojos del agua y del aire y mal duerme nerviosa
por las noches que ahora son la garganta de un fantasma–
¡Ah, Matilde! que no sabe de sus hijos
si están vivos (cualquiera fuera su destino)
torturados y presos en algún campo clandestino (sería buenaventura)
O si son una tumba más (un soplo de pavor)
en el desierto de piedras negras…

El 30 de mayo de 1977 y otra vez la fecha es una marca
de fuego a lo largo del alma
Fuerzas armadas conjuntas irrumpieron en un apartamento
en el centro de Buenos Aires frente a una plaza de flores
ahora ahogadas / siempre a oscuras / donde vivía mi hijo José
y su mujer Electra que se reía de su nombre y amaba
el teatro de tragedias pero nunca como a su niño
de apenas 20 meses –continúa Matilde y en su pecho
hay un gemido ronco como la ola contra la piedra–
Ya en la vereda José alcanzó a gritar –Matilde recuerda y tiembla–
¡Nos secuestran! ¡Nos secuestran!… y resistió y resistió
Aferrado a la tierra resistió
Imposible / digno / solo
Aferrado a los cielos como un sol que se apaga
en la bruma y manchado con su sangre resistió…
¿…Y no es cierto Matilde que aunque muchos
los escucharon y los vieron y los conocían
nadie se movió ni rasgó sus vestiduras ni llamó a los dioses
ni respondió en auxilio de quien no hizo mucho más
en su hermosa vida de cielos abiertos y de rama
de sauce que crece junto al fuego
que abrir su alma a la desdicha ajena que no fue
ya ajena…?

En menos de un año la familia entera de Matilde
ha sido secuestrada y desaparecida (hablo de una fosa
de mar donde se vuelven hilachas las palabras fuertes)
Así de simple y silencioso es el terror (pienso en la sudadera
de un ángel dormido sobre las brasas)
Así vasto y comulgado por millares
el pan de la tragedia
Lo sabe Matilde desfallecida hasta el fondo
del barro que la ahoga cuando dice:
No creo poseer más dolor que nadie
He dado a conocer mi historia
pero quiero también hacer mía / hondamente mía
la angustia de todas las madres que atraviesan
circunstancias parecidas…
…¿Es parecido y único el gemido del que
gime Matilde?
¿Es eterno el duelo por los hijos el duelo de
los justos sin justicia Matilde?
¿Siempre habrá lágrimas viejas y nuevas
lágrimas / rostros celestísimos aventurados
del destino Matilde?
¿Ya no dejarán de volar las malditas carroñas
del pico ducho
ensangrentado sobre el desierto
de piedras negras Matilde…?

Ayuda / Ayuda no compasión de corazón afuera
para lograr que la Junta Militar publique las listas
de los secuestrados / desaparecidos / y muertos
¡Que rindan cuenta de sus actos! Grita Matilde y
rasga los cielos para que despierten los dioses
más que sordos y mudos temerosos del horror que crece
y no deja de crecer y de caer como río en el deshielo
Como sangre que corre por las alcantarillas del matadero
Ay Matilde tu grito apenas el frágil eco
de una campana de vidrio
La humilde claridad de una conciencia que hierve de amor
no basta para arrancar la máscara de los ciegos ni mover
el ciego desierto de piedras negras…

Terminando su carta y no su fortaleza ante el dolor
Y no la desesperación que dilata
sin treguas los días de la vida escribe Matilde:
Si mis hijos están vivos pido a aquellos
que los detienen / sea en un pozo o en el fondo de la nada
me lo hagan saber
Si están muertos espero tener la fuerza
y el coraje de proseguir mi ruta y enseñar
a mis nietos el amor
a los hombres y a la vida…
…Sí / Matilde / sí y aun colmada tu alma
por un ladrido difunto dulce Matilde ¿también
enseñarás a tus nietos
que tus hijos guardaron como joyas la ambición
de que la patria no fuera para siempre
un callado desierto
de piedras negras…?

Ayer he visto a Matilde en Barcelona
El exilio nos hizo caminar por las ramblas abandonadas
Bajo una lluvia muy lejana y muy fuerte
Hablamos de sus hijos
La abracé
Me dio una copia de la carta…

¿Qué será de la poesía y de los viejos dioses de la infancia
si la memoria del horror se vuelve palabra más
que prohibida / vacía…?

Escrito en Barcelona, 1978, y revisado en Buenos Aires, 2010,
para esta nueva publicación, que resiste al olvido,
y que no alivia ninguna herida, bien se sabe…


La canción de Haroldo

Para Haroldo Conti, desaparecido

No dejes callar la música
de tu corazón
la muerte no calma la fiebre de
estar vivo
la muerte no es amor

viento de octubre trae
la vibración suave y dorada
de otros días
viento de octubre en una rama
y lleva y lleva y desparrama
sin tino
las cenizas sobre la tierra
aunque tiemble de gozo
la tierra no es humana
no dejes callar
la música de tu corazón

de un momento para otro llegará
la nieve
y aguas negras en el Norte 
me sorprenderá a mí no a 
los pájaros ¡ellos son tantos!
se habrán marchado
dejarán una estela moverán el cielo
lo callado pesará como eterno
por favor amigo nuestro
deja que escuchemos
la música de tu corazón

le has pedido al ciruelo
de tu puerta que florezca
aunque no volvieras tú
que florezca él
¿quién ha dicho que 
las flores calman a los muertos?
la muerte no es belleza
la muerte no es amor

no dejes callar la música
no dejes callar la música 
de tu corazón.

Amsterdam, 1980


Ya nadie te humilla

In memoriam de Jorge Di Pascuale;
cuyo cuerpo desaparecido en 1977 vuelve con nosotros…

Las sombras del ayer abren sus puertas, detrás
     está el abismo… la muerte sucede en el pasado…
Van y vienen los recuerdos, siempre ansiosos, encendidos, 
     como un caballo que galopa bajo una luna
     todavía en sangre, casi seca…
Ahí está la noticia; llega entre nubes rojas, 
     sin que el cielo se inmute, ningún ángel levante
     su espada, ninguno de los dioses ruja…
En la fosa clandestina, pasando el río
     de las grandes mugres y la vida deshecha
Hay restos de un hombre…
30 años y más del ayer, desaparecido…
Que identificado por el equipo forense…
Resultó ser…un líder sindical… 
De una generación que quiso construir
    el cielo en la tierra, alguien dijo…
Y se quedaron desnudos
Y era invierno
Y para colmo llovía…
Nadie cubrió con flores sus huesos
Ni tejió los días de la eternidad…
Van y vienen los recuerdos… La liviandad
     del tiempo nos espanta… El compañero dejó sus huellas
     en los bordes de nuestros cuerpos…
Cuando la patota militar entró a los golpes en su casa dijo: Nunca
     dejaré de odiarlos…
Lo torturaron mucho. La agonía fue lenta. Ni siquiera
     la piedad de un tiro de gracia…
El compañero es una historia –o mejor una leyenda–
     del buen amor –cuando todo tambalea–
     y la mejor lucha en los campos de Octubre
Que resucita…
Mientras su muerte sin castigo embiste
     a los gritos en la noche de los gritos
     contra la paz del inocente sin memoria
     que no sabe / no contesta / que con jeta
     de santurrón vomita: en algo andaban…
                                           pasaron tantas cosas…
El compañero ha vuelto a las andadas…
Su nombre alienta; otra vez galopa…
Su cuerpo estuvo en la tierra…
Humillado en la tierra…
Desaparecido en la tierra…
Su noche en la noche de las noches ha
     tocado fin…
Otra vez está aquí
     como una nube sobre el cielo de verano
     alentando el fuego / moviendo los sueños
En el viejo sindicato de la calle Rincón
Donde tu alma es tu memoria…
Y ahora hablaremos de vos entre los compañeros, 
     y alguno preparará el mate, y te abrazaremos
Como si estuvieras en el aire…
Porque el aire siempre nos abraza
Nadie pide clemencia / el barco sigue andando
     entre las aguas bravas…
Vos estás con nosotros y las estrellas relucen…
Lejanas, muy lejanas, pero relucen…

Buenos Aires, diciembre de 2009


Prosa del fagot

Para Regine, de Holanda

Si me hubieran llamado Walter, como quería mi madre, 
en sus dulces ilusiones de radioteatro, 
o Lucas, que es el nombre que soñé para ese hijo varón,
que nunca tuve, y que debía lanzar la pelota hasta el sol 
y otras estrellas, más allá del tiempo, entre las hierbas 
húmedas del Edén,
ahora tocaría el fagot, en alguna pequeña orquesta de
provincia, en el sur argentino, bajo su bóveda de raso
que nunca se arruga, 
cuando los vientos más fuertes de la tierra,
resucitan a los ángeles, perdidos entre las araucarias;
pero me bautizaron Vicente, 
por esos hombres de mirada severa,
que descubrí en gastadas fotos amarillas, y por mi padre, 
que me dejó su corazón aventurero, la lágrima pronta y una 
locura mansa, que viene de familia, 
igual que los lunares en la espalda y la sospecha
ante quien va o viene de uniforme;
así que tuve, como mi tío Orestes, una vida reservada
a la poesía, los grandes viajes y los peores naufragios;
por eso esta noche no toco a Mozart, 
junto a los fantasmas con dientes de plata,
del lago Aluminé, ni tampoco un tango de Piazzola entre 
las luces, como bocas que se apagan,
mirando el cauce de polvo, donde alguna vez 
estuvo el río Atuel, y refrescaron sus potros los mapuches,
tras el sol y tras la luna perseguidos, siempre 
perseguidos, sin tiempo para las danzas;
esta noche con pureza de noche, con hilos de eternidad, 
mientras se encarna otoño 
en el silencio de mi pieza, 
sobre el sigilo de los gatos sin maldad,
llevado de la mano por la música oscura de mi alma,
siento que me arrastra un remolino,
coronado con algas negras, y me aferro a una soga,
que me deja una llaga de señal,
y cruzo otra vez los puentes, palpo la tierra que espera
la flor del tulipán, 
debajo del horizonte y de las aguas,
y me abro paso en la claridad pobre de las velas
de los bares amarronados del Jordaan,
donde mejor suena el acordeón y mayor fue la resistencia,
cuando la segunda guerra, la madre del espanto,
hasta que el invasor de la cruz gamada amenazó con volar 
los diques (o sea: una marea de odio que arrima 
la sequedad de la muerte, sin misterio),
según cuentan los obreros jubilados, que vuelven rojos
sus iris celestes, y bajan
con pesada armonía sus cervezas,
en tanto llega el alba, que huele
a pescado frito en la feria de Lindengracht;
y yo aquí, sostenido a duras penas entre las nubes 
y los desgarros, escribo, recuerdo y sueño, más que sueños, 
delirios sobre el murmullo dorado de las hojas,
y me entrego a la antigua fantasía que me ampara,
igual que la Virgen de la Pietà, con los ojos muy cerrados,
igual que un niño, que escucha un cuento,
en espera de que pare la lluvia,
triste como todas las lluvias que vi caer,
sobre el desierto de la memoria;
hay un silencio sin prisa que deja oír,
la respiración de la muchacha que duerme cerca de mí,
ligera, sostenida y dulce, como la leche,
que pronto soltarán sus pechos,
para la niña que ya se anuncia y araña los cristales 
púrpuras, del cielo de la vida;

la noche en el destierro es un barco que ha encallado,
algo dice en duermevela la muchacha que ahora suspira
y se mueve como la ola de una bahía;
me ahoga, su belleza, 
es un diamante entre mis manos rústicas, su belleza;
ella vino de Leiden, con una gota de lluvia en la nariz,
ella entra y sale de la casa con su bicicleta, 
ella está en mi vida, y se va de mi vida, y abre
las puertas de la mañana,
con una llave que arroja al fuego, y sube al aire,
y calma mi corazón, que late a los tumbos, que teme la vigilia,
y me deja beber el perfume de su cuerpo,
igual que un jazmín de fiesta,
para que haya luz, donde hubo pesadilla;

ya no llueve, corro el velo que me separa
de los dioses –los viejos dioses de la infancia–,
y pienso una vez más en el fagot de mi otro destino,
que pude tocar junto a un lago, de pura quietud para las músicas,
pero en mi pasaporte azul, ajado en hoteles sin ascensor
y duras policías de frontera,
mi nombre es Vicente, nacido en Buenos Aires y domicilio
precario en Amsterdam, por gracia de la reina de Holanda;
así que dejo el fagot,
y salto a mi navío, que va por la mar, hacia la orilla
siempre fugaz de los deseos,
y trepo a mi estrella, la más pequeña de la bóveda celeste,
sobre las Tres Marías,
y soy un pez, entre las redes de la bajura, ciego,
y soy un animal de nubes, arrastrado por la tormenta,
–la tormenta viva de mi corazón–,
y bebo en el alcohol del pasado (es un áspero Beerenburger 
de sesenta y siete hierbas),
y sueño que esta noche rodean mi mesa ,
en la Calle del Árbol, en la ciudad del naufragio, en la soledad
de un hombre que conoce el adiós,
todos mis amigos; ellos mis bellos perdidos, 
que sonríen como nunca, y se embriagan, junto a mí, 
y hablan de sus amores eternos y de
la revolución que todavía los espera, junto a mí,
y llevan a su boca la fruta del paraíso perdido, junto a mí,
como si la muerte fuera una viejita de pelo blanco,
que jamás esgrimió su guadaña,
y el destierro –y la vuelta sin gloria, envejecidos–
apenas la excusa para escribir de países lejanos,
de combates que se perdieron con más penas que olvidos,
y del cuerpo de la muchacha que uno abrazaba,
sin entender el murmullo de sus labios.

Amsterdam/Buenos Aires, 1980/2010

Resucitaciones

Pequeñas sombras y míseros gritos, apenas lo humano, que ya ni conmueve a las estrellas. Algo está allí, desafía los sentidos, forcejea con la eternidad, se estremece pálido y al fin se aquieta. No hay músicas en la agonía…

Cae la lluvia y podría no caer; el corazón está seco y la tierra como nunca, árida… Ahora es momento de tormenta, los rayos bailotean en las torres y las aves de rapiña recogen sus alas. Ya volarán…

Un viento sin origen abre las puertas para una nueva vuelta de tuerca en la ciudad. ¡Hay más! Siempre hay más si el animal del aullido roe las frentes celestes… Lo atroz en el alma, anhela y espera…

Ante nuestras narices, un ángel de ausencias recorre las sombras sagradas; se detiene en ellas, diríase que las reconoce y las besa…

El temblor manso se extiende por las calles, se da la mano con el perfume espeso de las coronas mustias, apiladas en los bordes del cementerio.

Bajo las nubes de noviembre, todavía amenazadoras, aparecen los niños. El desierto de la salvación retrocede junto a ellos. Todo lo sucio, lo roto, lo descartado y lo expulsado de sí como pura porquería, está con ellos.

También Dios está en ellos, pero Dios, no lo sabe. La policía tampoco lo sabe, así que muestran sus pistolas como si fueran los diez mandamientos.

Los ojos de los niños no perdonan. Nacieron a la vida en un espacio cruel, en un tiempo de espanto, y a la espera de la muerte en la soledad de soledades que guarda la muerte viven. Como el aire del basural, apestan. Peor que las moscas, molestan. No hay lirios aquí. Que el hipócrita de culo limpio escupa contra su propia tumba.

Sin que cumpla cinco años la inocencia, antes que el astro más pálido gire alrededor de su belleza cinco años, millares de niños –oh, sí, niños, el llanto de sus cuerpitos–, morirán en el olvido, sin nombre quien no comió y sin nombre quien les quitó la comida, mientras las huellas de sus pies se pierden en el desierto…

Más allá de la tristeza. Por fuera del agobio. Las gotas de lluvia son iguales a las gotas de lluvia, apenas nos hacen pensar en el sol…

El hambre no perdona a los niños de la ciudad voraz. Igual que los perros callejeros que husmean al verdugo, igual que los dioses de labios fríos, así morirán.

Cuando lleguen nuevas lluvias porque se anuncian prontas lluvias, puede ser que resuciten los dioses, pero los niños del hambre no resucitarán.

Buenos Aires, 2009


La princesa, la niña pobre y la muerte de la tierra

La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Ha perdido 
su risa. Su boca está seca. La boca humana se cerró. Las palabras
que decían son silencio, en el polvo de la muerte que todo 
lo convierte en memoria sin sudor…
¿Dónde está la risa de la princesa de la infancia? ¿Dónde está la infancia
de quienes nunca tuvieron princesas de cuentos y poemas 
ni una infancia abierta a la mañana abierta
como un río de estrellas en el final de la noche…?
La princesa está triste. La niña de la pobreza que se come sus dedos
está triste. Mañana se comerá su mano, su brazo, su hígado, su corazón.
Mañana se comerá la mañana. ¿Habrá mañana…?
La princesa está perdida en la niebla de los sueños. La niña de la pobreza
está perdida y olvidada y vejada en la oscura luz de la pobreza…
La pobreza de los sueños. La pobreza de la realidad sin sueños. La pobreza
de la vida que se vive en la muerte…
Allí están los cielos. Opacos. Opacos…
Aquí está la tierra. ¿Han visto la tierra con ojos de tierra?
La tierra está triste. ¿Qué tendrá la tierra?
La tierra está pobre. ¿Quién trajo la pobreza?
¿Dónde está la riqueza que hizo la pobreza?
¿Qué fue de los sueños de la princesa?
¿Dónde está enterrada la niña de la pobreza?
¿En la tierra sin cielos? ¿En la tierra sin tierra?
¿Quién, dónde y cómo? ¿Por qué se entierra a la tierra?
¿No habrá una pasión de alegría para la triste princesa?
¿No habrá labios de amor para la niña de la pobreza?
¿Alguien le dirá a la muerte que si la tierra se muere
ni siquiera habrá muerte….?

Buenos Aires, 2009

  Resumen Latinoamericano tv: Vicente Zito Lema no murió se multiplicó 7 diciembre, 2022 

Resumen Latinoamericano 7 de diciembre de 2022

Programa de Resumen Latinoamericano tv, donde homenajeamos al poeta y militante revolucionario Vicente Zito Lema, recientemente fallecido. Rescatamos el testimonio del pasado 24 de marzo de 2022, donde aborda el horror de la dictadura argentina, y la actualidad.





 
LUNES 5 DICIEMBRE 2022  

Murió el escritor, abogado y luchador por los derechos humanos Vicente Zito Lema


El abogado, dramaturgo, periodista y docente Vicente Zito Lema, defensor de algunas de las víctimas de la Masacre Trelew, fundador de la Universidad de la Madres de Plaza de Mayo e integrante de la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU) junto a Julio Cortázar y David Viñas, falleció anoche a los 83 años en su casa del barrio porteño de Flores, confirmaron sus familiares, quienes indicaron que estaba afectado por un cáncer desde hacía unos meses.

Dramaturgo, abogado, periodista, poeta, docente, hincha de Racing y fundador de dos universidades populares: hombre de múltiples oficios terrestres, Vicente Zito Lema fue discípulo de Enrique Pichón-Rivière, creador de la psicología social e impulsor del psicoanálisis en América Latina, con quien armó la primera cátedra de estudio de los mecanismos de creación artística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Fue también artífice de revistas culturales como Liberación -donde colaboró junto a Julio Cortázar y Rodolfo Walsh-, Nuevo Hombre, y la mítica Crisis, en la que participó junto con Eduardo GaleanoHaroldo Conti y Federico Vogelius.

Zito Lema plasmó una obra multifacética, con decenas de publicaciones en el campo de la poesía, el teatro y la filosofía, con especial anclaje en el periodismo, en donde a partir de la década de los 60 participó de numerosos proyectos que dejaron huellas en la cultura popular.

El docente, escritor y poeta deja como legado publicó una treintena de libros, entre teatro, poesía y psiconálisis, como "Lengua sucia", "La pasión del piquetero", "Los manifiestos de la locura", "Belleza en la Barricada", "Gurka", y "Conversaciones con Enrique Pichón Rivière", entre otros. textos dedicados a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Rodolfo Walsh, Agustín Tosco, Paco Urondo, Haroldo Conti y Eva Perón.

El multifacético hacedor, nacido el 14 de noviembre de 1939, se desempeñó en 1972 como el representante legal de los familiares de varios de los fusilados en la Masacre Trelew, una experiencia que documentó en su libro “Trelew. Una ardiente memoria”, donde recopila testimonios, fotos, dibujos, poemas y textos en prosa que incluyen obras de Cortázar, Bayer y Urondo.

En 1976 fue perseguido por la dictadura cívico militar y debió abandonar el país en 1977. Fue itinerando por varios países europeos hasta que marchando a Europa se radicó en Holanda. Durante sus actividades en ese período se destaca el haber conformado la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU) junto con otros intelectuales como Julio CortázarDavid Viñas y Eduardo Luis Duhalde, entre otros.

Durante el exilio escribió también "Mater", una de las primeras obras de teatro sobre los desaparecidos y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. “Los que sobrevivimos a esa época tuvimos que construir otra historia. Ni mejor ni peor, otra. Habíamos muerto y de pronto estábamos vivos. En la tierra del exilio, con tragedia. O en la tragedia, otro exilio. Y aquí nuestra memoria. Y aquí otra vez, esperando que amanezca para ver si seguimos vivos. Salvarnos es saber de pestes”, escribió alguna vez.

Uno de sus poemas más renombrados se titula precisamente “Desaparecidos”, que en uno de sus tramos dice: "Ese hombre esa mujer atados traspiran mucho/respiran mal/la pesadumbre el miedo/se ahogan/tiemblan/En ese mismo momento sucede/en el mundo la belleza/encuentros fortuitos /deseados/ los instantes perpetuos de la vida". Y prosigue: "Todo el cielo es una sinfonía de promesas/ Pero ese hombre esa mujer no tienen rostro/ni ojos ni oídos para las glorias/Se abre una puerta/A sus espaldas queda la ciudad del corazón dormido/Una ciudad vencida/Los secretos del crimen del horror se repiten en voz muy baja".

A su regreso al país, tras la recuperación de la institucionalidad democrática, se puso al frente de un nuevo emprendimiento independiente, la revista Fin de Siglo, junto con el periodista Carlos Aznarez. Pero nunca dejó de publicar textos de teatro e impulsar talleres de escritura, periodismo y dramaturgia.

En el año 2000, Zito Lema concreta otro de los hitos de su trayectoria con la fundación de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de la que fue su rector hasta 2003. Siete años después encara otra experiencia inédita: la Universidad de los Trabajadores, en la fábrica recuperada IMPA.

 

Con numerosos Honoris Causa, como los otorgados por la Universidad Nacional de Río Cuarto y la Universidad Nacional de la Patagonia, Zito Lema recibió en 2014 el premio Rosa de Cobre la Biblioteca Nacional. En los últimos años tuvo a su cargo una cátedra de arte en el departamento de Historia de la Universidad Nacional de Avellaneda y había desarollado su Teoría de antropología teatral poética, que se extiende a la dirección, la actuación y la dramaturgia.

El año pasado había lanzado su última obra, "Peste y memoria", un texto con ilustraciones de Luis Felipe Noé que se construye como una bitácora de los tiempos de encierro pandémico, a través de un registro que entrelaza la locura, el sufrimiento y el amor. “Sufrí viviendo, la realidad, pero después aparece ese proceso que bien sintetizaba mi maestro Enrique Pichón-Rivière, que es pasar de lo siniestro a lo maravilloso. De eso se trata. En el caso de la pandemia, de los desaparecidos, del rencor de esta sociedad, me meto con lo siniestro, y no porque lo siniestro sea lo único que existe, sino porque también existe. No hay alegría más grande que las pasiones alegres, pero las pasiones tristes también están: la pulsión de vida, tan fantástica, convive a la par con la pulsión de muerte”, decía en aquella oportunidad.

En septiembre pasado, Zito Lema había participado en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) de la última edición del libro "La Patria Fusilada", escrito por el periodista, escritor y militante Francisco "Paco" Urondo, que narra los hechos sucedidos durante la "Masacre de Trelew" en la voz de sus tres sobrevivientes, en el marco del 50° aniversario de ese hecho.

Fuente: Agencia Télam y propias

 

ANARQUÍA CORONADA

Canto del dolor social y sus mitos // Vicente Zito Lema

Publicada en 5 de agosto de 2020

Preludio: Preguntas fundamentales que plantean las poéticas del dolor social en boca de la belleza

 

  1. ¿Con qué piedras se construye

la morada de los iguales…?

 

  1. ¿Con qué manos

se defiende la belleza…?

 

  1. ¿Con qué espíritu se construye

un “orden de diferencia fraternal”….?

 

  1. ¿Cómo se incorpora

a la materialidad de la historia

la materialidad de los sueños…?

 

Pregunta final:

¿Qué hiciste con el amor

mientras el otro sufría…?

 

Los cuatro movimiento

 

I

Ni en el giro circular del tiempo sobre la bóveda celeste jamás con mácula… Ni en el arrastre a duras penas por los desiertos oscuros del milagro…Ni con luna del este ni con viento del oeste cuando aleja en remolino los fantasmas… Ni por ley, ni por presagios… Ni por el capital, ni por los réditos acrecidos sobre las tumbas sin flores… La impunidad goza de buena salud… El crimen de la pobreza aún no paga…

 

La voz de los muertos se escurre por el vacío

junto al sudor de Dios…

 

En la medida que la palabra traspasa

el límite de los gestos… “la boca ya no habla

del dolor, la boca siente el dolor”, hay

un gajo de la realidad en nuestra boca.

  

Comentarios

La paja en el ojo ajeno

Abusadores  silvestres de la caridad, criminales desde la partida (estigmas en la tradición lombrosiana: “el pibe orejudo” / “pibe chorro” o locos de toda la espesura en la cabeza… Pagarán su deuda hasta el último suspiro… Nadie los llamó a la vida.

Amado Frankenstein

Con carne de mendigo, aullido de homicida serial, carcajada de demente en la última cena, el cuerpo del dolor social pone bajo sospecha la razón como sustancia de la vida, el placer como predicado final.

Fantasmática

La auto exculpación cierra su ciclo. El dolor social sucedió por responsabilidad de otros; o de todos, y termina con que no sucedió así, o directamente no sucedió; en virtud de los hechos, o directamente porque el otro, sujeto sufriente, sombra entre las sombras, no existió. No hay huella; no hay materia. Puros fantasmas en el puro cielo, detrás del cielo…

No hay socorro en las nubes. Sólo fuga. Un instante…

Requiescat in pace

En las hogueras del dolor social se vuelve humo de mala piedra el derecho a la subversión y el delirio, sus prácticas y ensueños.

Cenizas de la poesía final que el viento aleja para ventura de la normalidad y la propiedad privada.

Descanse en paz

El destino de la ley es enterrar el cuerpo sacrificado. Todo el agua del mundo cae sobre el humilde fuego del delirio. No mientan, aquí no hay amor ni arenilla de mísera piedad. La música que el poder celebra es el silencio. La palabra que inicia y cierra su discurso: el vacío.

Visiones

¿Será de ver que en la ética del dolor social el primer mandato irrenunciable del agónico (sufriente) es sobrevivir….? Lo que ya es desafío, escándalo, y para colmo bello.

Su belleza es pura potencia del acto, en tiempos en que reina el “concepto estético”: mera idea, para excluirse de la realidad, anterior al conocimiento del alma…

Hay un artificio de dolor estremecido, sin poner un dedo en el infierno.

II

Los cuerpos del dolor social se amontonan en las zanjas del pobrerío. Huelen a lo que en la pureza del paraíso son: carne podrida, con exceso de agonía, devaluada a mordiscones por perros y ratas. Es muy rápido, hasta vaporoso el camino al infinito espacio. (Hay una estética del camuflaje… Su mejor música es el órgano en la catedral… Sus imágenes cuelgan en el museo… Su lenguaje termina esculpido en la academia…)

Detrás de muros y murallas; entre puertas y portones; rejas y cerrojos; bajo el ojo perpetuo de un panóptico que no perdona las sombras y clama atroz por la ley para destapar el alma (¡doy mi caballo por verla!), persisten, se obstinan, resguardan la historia bajo tierra los dueños consagrados (a palos) del mal y la culpa.

III

¿Recuerdas tu pena de niño?

No toda belleza consuela,

ni cualquier consuelo es amor…

El cuerpo que sostiene cada uno de los naufragios del dolor social…

Ese cuerpo sabe (es un saber profundo, es la Piedad, donde se cobija la madre del sacrificado) que la belleza, negada como belleza, nace en el dolor y la conciencia de un otro real, es su causa, y la mantiene en su deseo.

Esa belleza consuela lo perdido…

Humedece con rocío los labios afiebrados del perseguido y maldito…

Cicatriza las heridas de todos los días y hasta resucita la pasión de la vida cuando ya nada queda…

Ni siquiera asoma la estrella matutina…

 

Aún allí, en ese espacio abandonado a la buena de Dios, que nunca conocerá del paraíso…

Donde el cuerpo humillado es separado de sí, convertido en la agónica sustancia que precede los rudos suspiros de la muerte…

Llega la belleza que redime, en puntas de pie, con aires de bailarina eterna…

Ese cuerpo despreciado desde el día que nació.

Cuerpo del puro despojo, al que ahora socorre la belleza del dolor, ansía en su pregunta final la verdad, sin otro límite que el amor por la verdad.

Esa verdad sin mesura, más ardiente que la sombra alucinada del desierto…

Esa verdad del cuerpo desnudo y sangrante…

No los mitos de la justicia vendada; no la parodia de buenos modales en la mesa del té; no la estética que apesta de tanta nada a la hora de los lobos, no la moral de gruesa mansedumbre capaz de banalizar hasta el tañido sagrado de una campana, y convertir la exaltación del poder en “la niña de sus ojos”.

 

Aún en el tiempo de la destrucción acumulada de los cuerpos como motor de la riqueza… Dejando atrás la mañana que huye todavía cruda, la tristeza que corroe, la amargura que devora, el rencor que saquea, hay una belleza que siempre está naciendo, que persiste y resiste, que se niega a ser pervertida en rapiñosa mercancía bajo la luz de la luna…

 

Es una belleza que aúlla frente a la soledad y el espanto del cuerpo abandonado en la soledad de la noche y el espanto del día.

Que susurra en la inocencia y delicia de quien comparte la vereda del sol en el frío. (¿Han visto esos cielos sin gasas ni remolinos? / ¿esa mano que despide y tiembla…?)

Es una belleza que hunde decidida sus pisadas de elefante que sostiene la tierra en la gran calamidad… Y ante el cuerpo perseguido y castigado que se obstina en ser cuerpo, anuncia:

Jamás habrá olvido donde creció la conciencia.

Nacerá la belleza en el alba que se desliza sobre un cuerpo ya sin sollozo, por si mismo resucitado…

 

Esa belleza que va y viene entre los pliegues del alma

Siempre maldecida… negada y viva… (¡esa flor del aire!… entre suspiros…)

Esa belleza que embiste contra los muros de la

cárcel (¡si no es la belleza, quién!) y muestra y desnuda

ante la luz de los cielos lo que el mito del orden escamotea, niega:

el padre de la ley es el verdugo, y el sueño del verdugo

                es colgar del árbol más alto / al espíritu humano /

hasta que patalee y patalee… igual que un cerdo…

Como si en el mundo del dolor no hubiera otro

destino para los cuerpos siempre maldecidos

que ser ahorcados / para ejemplo del desprecio de la vida

como suculencia de un demonio hambriento

Junto al alma / al espíritu / a la belleza / …

Y tapiar los cielos con las cenizas de los muertos

En la cruz de la pobreza…

Así, cuando el viento del silencio pasa… pasa…

entre las hojas que tiemblan

 

Ah, belleza…. Necesidad de que subviertas la sagrada armonía de la riqueza;

Su beatífica contemplación del dolor como fin supremo,

y sacudas el árbol del orden para la muerte, la quietud,

los géneros y las disciplinas, los manuales de estilo,

que justifican y amparan la desgracia…

Oh, sí, abre las esclusas de la memoria que quema.

Deja que avancen los amorosos ríos contenidos

sobre las tierras saqueadas…

sobre los cuerpos humillados, sin principio ni fin,

hasta el hartazgo de la noche

que no conoció el día…

 

Ah, belleza… Tú, rebelde y revulsiva, despierta en nosotros

el deseo de barrer hasta el polvo de la

pálida estética que miente la agonía, que devora y decora,

a tanto por metro, tanto da, una carnicería de cuerpos

sin movimiento (macabro feedlot en la pampa abierta),

un asilo de niños o de viejos, o un manicomio que desagota

los sueños junto a las aguas servidas…

 

Ah, belleza…  Nunca hagas del delirio

una sentencia de muerte para el delirante

que quemó sus naves…

Ah, belleza que nos aguardas al final del camino

mientras buscas las señales de los cielos

Y desafías y corres peligro frente a las bocas complacientes

de los pálidos dioses sin amor…

Viejos dioses embriagados, arteros en arte de doblar el codo,

Vueltos estatuas de sal o de pulida piedra.

 

Ah, belleza, enciéndete / arde como un sublime fuego

Al cuerpo del dolor socorre, necesita de vos…

                                                            acude / acude

No valides lo que la conciencia rechaza como veneno

Y el alma en su temblor agónico, sin espejos

Aborrece más que a la muerte …

 

Comentario

La belleza no puede (persé) convertir en pasiones alegres (donde mora la vida) las pasiones tristes del desmadre social, que envenenan el cuerpo y sientan en la mesa sagrada al crimen y a la demencia.

 

IV


Hay una valija abandonada

detrás de la Vieja Iglesia

donde inicia el Barrio Rojo

 

Cada uno de nosotros / que nunca termina de ser y hacerse…

Que abraza la belleza por amor y también con miedo..

Que se ata y se desata en el barco del destino…

Y carga a duras penas la historia de donde viene…

Navegando con él y por él, con su infancia y su vejez…

Mezcladas en la valija recogida en la calle del abandono…

Apenas amaneciendo en los bordes del mar…

Vaya viaje, que ni siquiera tuvo un claro inicio…

Y si lo hubo son sombras de manos y de olas…

Son quejidos antes de las palabras…

Risas sin sentido…

Como si la locura que abrió nuestros ojos / y el crimen

que cierra nuestros ojos…

Nunca nos abandonara…

Con su lenguaje de alma en alma…

Con sus pasiones de boca en boca / mientras la noche

se convierte en día /… y estallan las nubes como cristales…

                                               y otra vez cada uno de nosotros

                                               se abraza a la belleza

                                               como un niño asombrado

                                               por amor o con miedo…

 


Vicente Zito Lema conversando con Alfredo Grande

Vicente Zito Lema conversando con Alfredo GrandeVicente Zito Lema conversando con Alfredo Grande

(APL) Este diálogo público y abierto será la primera actividad del flamante espacio “Trinchera Cultural, arte en resistencia”. En la misma jornada también se realizará un conversatorio sobre Poesía y Micro Relato del que participaran: Sonia Almada, directora de “Aralma” y coordinadora general del “Congreso Violencias hacia las niñas, niños y adolescentes”; Soraya Ciancio, poeta, psicóloga (UBA); Juan Fonrouge, poeta, estudiante de Música en el espacio Memoria y Derechos Humanos y Conrado Yasenza, poeta y director de la Tecl@ eñe, Revista Digital Cultura. “La entrada y la salida serán laicas y gratuitas”, afirman los organizadores. La cita es el sábado 3 de junio en La Clac, Avenida de Mayo 1158, Caba, a las 18 horas.


Artículos de: 6 Diciembre 2022

El último encuentro con Vicente Zito Lema

Recuerdo y homenaje al amigo, al compañero y al maestro Vicente Zito Lema.

Para leer el texto completo (en PDF) hacer CLICK en la primera de las dos fotografí­as:

(Video, 4 minutos) Vicente Zito Lema (1939-2022): ¡Hasta la victoria siempre!

Homenaje al poeta, escritor, abogado y psicoanalista argentino Vicente Zito Lema (1939-2022). Sus obras, sus revistas, su militancia polí­tica y cultural. ¡Hasta la victoria, siempre, querido Vicente!
CíTEDRA CHE GUEVARA - MASCARO CINE.



Por un Arte revolucionario intransigente

Lenin dijo alguna vez que las reformas son algo demasiado importante como para dejarlas en manos de los reformistas. ¿Es posible romper la antinomia perversa entre realismo pragmático al servicio del orden capitalista y revolucionarismo testimonial?

En un texto célebre –Crítica al programa de Gotha-, Marx diferenció dos etapas del socialismo. La primera, recién salida del mundo capitalista burgués, sería transicional y se regiría por la máxima “a cada quién según su trabajo”. La segunda, con el comunismo ya realizado, se regiría por la máxima “de cada quien según su capacidad, a cada quién según su necesidad”. Poco después, los partidos obreros marxistas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX solían distinguir entre un programa mínimo y un programa máximo. ¿Se relaciona el programa mínimo con la primera fase del socialismo y el programa máximo con la segunda? La respuesta es negativa: tradicionalmente, por programa mínimo se entiende las reivindicaciones inmediatas dentro del capitalismo. A simple vista, pues, no tendríamos dos, sino tres programas: uno mínimo (reivindicaciones dentro del capitalismo), uno máximo (el comunismo) y uno de transición (el socialismo en su primera fase). Pero, para complicar aún más las cosas, en algún momento se empezó a hablar de un programa de transición en un sentido diferente: en la tercera internacional y, sobre todo, en la tradición trotskista, se lo pensó como un programa destinado a plantear demandas en apariencia mínimas o defensivas, pero que entrañan potencialmente una ruptura con el capitalismo por su incapacidad (absoluta o relativa) para concretarlas.

El programa elaborado por Trotsky en 1938 no estaba exento de problemas. Uno de los principales es que partía de una premisa que -hoy está claro- era errónea: que las fuerzas productivas han dejado de crecer desde 1914. De esta premisa se derivaba el corolario de que no habría ninguna mejora sustancial que el capitalismo pudiera otorgar. El drama del programa de transición es que el capitalismo (sobre todo ente 1945 y 1975) ha podido dar mucho de lo que el programa sostenía que no podría conceder: reforma agraria, democracia, aumentos salariales (en algunas situaciones), mejora de las condiciones de vida, expansión del consumo, etc. Otro problema es que originariamente fue formulado en un tiempo de crisis descomunal a escala planetaria (vísperas de la Segunda Guerra Mundial), con la perspectiva de grandes convulsiones y rápidos virajes políticos; lo cual no fue el caso, en general, luego de 1945, en especial en los países industrializados. A partir de la crítica al programa de transición elaborado por Trotsky en 1938, algunos agrupamientos e intelectuales marxistas (como Rolando Astarita) han planteado la necesidad de retornar a la vieja distinción entre programa mínimo y máximo, desechando el programa de transición. Sin embargo, no parece viable que el socialismo revolucionario pueda desafiar seriamente al capitalismo si queda escindido entre la defensa práctica de demandas mínimas, y un programa máximo postulado para el día de San Jamás en que al fin se haga (¿cómo?) la revolución. Esto desemboca casi inevitablemente en un sindicalismo o reformismo de hecho, y una retórica revolucionaria para los días de fiesta (como sucediera con la socialdemocracia histórica). No veo, por consiguiente, otra alternativa que propugnar algún tipo de programa de transición, pensado para hacer crecer a las fuerzas socialistas, colocarlas ante la posibilidad cierta de acceder al poder, y dar los primeros pasos en un sentido socialista una vez en el gobierno.

Es necesario, pues, analizar seriamente y discutir con rigor la problemática de un programa de transición. No se trata de levantar a ojos cerrados el programa de 1938, sino de elaborar un programa de transición pensado para aquí y ahora. Y un programa de transición que se respete debe tener la capacidad de impulsar nuevas demandas, nuevas necesidades, nuevos temas. 

 

Cada vez que sobreviene una crisis política o económica, con la apariencia de una fatalidad natural, se sale de la misma (cuando se sale) de la mano de alguna variante política que, en modo alguno (¡faltaba más!) se atreve a cuestionar la sacrosanta propiedad privada y el no menos sagrado imperativo del beneficio particular. La historia reciente de Grecia o el 2001 argentino son muestras dramática de esto. La gran incógnita es por qué nunca una auténtica fuerza revolucionaria puede capitalizar alguna de esas situaciones. Hay muchas variables en juego para brindar una explicación plausible a este fenómeno. Pero, indudablemente, la marginalidad de las izquierdas revolucionarias no es un dato menor. Y buena parte de la explicación de nuestra propia marginalidad reside en que desde hace décadas que, entre el desastre ignominioso del llamado “socialismo real” y la consolidación de regímenes “democráticos” en la mayor parte de los estados capitalistas, las izquierdas nos hemos quedado sin un modelo claro y creíble de sociedad que ofrecer, en tanto que los intentos de introducir mejoras sociales han desembocado ineludiblemente en la cooptación y domesticación de las fuerzas políticas que los promocionaban. En tales circunstancias, la izquierda radical suele caer en un consignismo cuasi-vacío, sin propuestas claras para lo inmediato ni sólidos proyectos para el futuro. Y como su influencia es escasa, antes o después la crisis la capitaliza una fuerza de derecha, de centro o de centro-izquierda, pero nunca una fuerza de izquierda revolucionaria. Por otra parte, un proyecto de izquierda radical no necesita solamente de una amplia difusión de sus ideas. Requiere además de activa participación. Necesitamos votos, desde luego; pero mucho más necesitamos movilización, deliberación, participación y organización.

Antes de pensar seriamente en el poder, pues, la izquierda revolucionaria debe contribuir a desarrollar una cultura política (hoy inexistente o minoritaria) que haga posible tomar el cielo por asalto. Para ello es indispensable abonar la participación activa en todo tipo de movimientos sociales, sindicales, comunales, ecologistas, feministas, etc. Resulta insustituible el desarrollo de organizaciones participativas de masas: sindicato, movimientos sociales, asambleas populares, soviets, lo que sea que permita el ejercicio de formas de democracia al menos parcialmente directa y deliberativa. Si no se revierte la tendencia al desarrollo de culturas consumistas cada vez más ancladas en la vida privada, es difícil ver cómo se podría desafiar al capital. 

Si el socialismo sin democracia debe ser considerado un contra-sentido, una democracia sin participación genuina y activa debe ser considerada una falsa democracia. Al fin y al cavo, todos los regímenes a los que hoy graciosamente les concedemos el título de democracias no son más que poliarquías: se elige entre distintas variantes de una oligarquía política que, además, posee escasas diferencias en sus criterios de gobierno. Puede haber alternancia, rara vez hay alternativa.

Pero si tiene el deber de apoyar y participar sin el menor atisbo de sectarismo en todos los movimientos, la izquierda radical debe mantener un inflexible criterio -como se dice habitualmente- de independencia de clase. Esto es: elaborar un programa político propio de contenido claramente anti-capitalista y socialista, sin aliarse con fuerzas que no se propongan modificar la estructura de clases, y sin apoyar a fuerzas pro-capitalistas salvo casos excepcionales (como posibilidad cierta de cambio de régimen en un sentido regresivo).

La “independencia de clase” es indispensable. Por sí misma hace dificultosa una deriva meramente reformista. Pero si no va acompañada de propuestas concretas, sirve para consolidar una minoría, antes que para conquistar una mayoría. Para conquistar mayorías, pues, la izquierda revolucionaria, sin perder la “independencia de clase”, debe ser capaz de introducir nuevas expectativas en el horizonte popular, e incluso cambios de lenguaje. Y debe ser capaz de promover reformas viables tanto como de ofrecer un modelo creíble de sociedad socialista. ¿Cómo hacerlo sin caer en el mero reformismo? No pretendo ofrecer una receta, pero al menos se pueden esbozar algunas ideas como insumo al indispensable debate colectivo.

 

La gran victoria del neoliberalismo ha consistido en que ya no parece posible hablar contra el capitalismo en tanto que tal. Si no se revierte esto, será difícil avanzar. Es indispensable, pues, desarrollar un sentido común radical, poner en la escena pública ideas básicas pero sustanciales. Por ejemplo:

– que no se puede supeditar el bienestar de las personas a las ganancias del capital.

– que la igualdad es un objetivo mucho más importante que el crecimiento económico.

– que el crecimiento económico, en la actual situación ecológica planetaria, se parece demasiado al crecimiento de un cáncer.

– que la lógica que rige a los mercados es claramente una combinación de codicia y miedo, (dos sentimientos poco apreciados y apreciables, y el primero llanamente repugnante).

– que los “mercados” son un artero eufemismo para hablar de la clase capitalista.

– que si nos tomamos en serio aquello de la igualdad de oportunidades, entonces ni la salud ni la educación pueden depender de los ingresos familiares: la salud y la educación deberían ser universales, gratuitas y desmercantilizadas.

– que las inversiones son algo demasiado importante para que queden en manos de unos pocos “inversores”: debe haber un control social de las mismas.

– que el derecho de herencia (cuando se trata de heredar fortunas, y no por ejemplo una vivienda) carece de justificación: si uno no es responsable de los delitos de sus padres, ¿por qué habría de ser beneficiario de sus éxitos monetarios? Incluso aceptando que algunas fortunas se hagan trabajando, ¿qué mérito tienen los hijos?

– que la publicidad política se parece demasiado a la manipulación y la estafa.

– que las empresas y las corporaciones son resabios monárquicos en los que rige el principio de herencia: allí no se elige a las autoridades. Como dijera Norberto Bobbio: “la democracia se detiene en las puertas de la fábrica”.

 

Lenin dijo alguna vez que las reformas son algo demasiado importante como para dejarlas en manos de los reformistas. El problema es que en los contextos de capitalismos democráticos, la vía de buscar ciertas reformas ha solido desembocar en mero reformismo sin perspectivas anti-sistémicas. La dicotomía ¿reforma o revolución? ha dado lugar, hasta ahora, a reformismos consolidadores del capitalismo (sobre todo en los estados  capitalistas centrales “democráticos”) y a revoluciones con desenlaces burocráticos y autoritarios (sobre todo en la periferia poco desarrollada). 

Todas las revoluciones del siglo XX, de hecho, tuvieron lugar enfrentando a diferentes tipos de dictaduras muy distintas a cualquier tipo de democracia burguesa. En tales circunstancias, de represión abierta y de falta de representación política, incluso quienes no tenían más que proyectos levemente reformistas en términos económicos y sociales debían adoptar actitudes políticas revolucionarias. En los estados “democráticos”, por el contrario, las fuerzas revolucionarias no son abiertamente perseguidas. Están mucho más sujetas a las presiones de la cooptación que a las de la represión. En las últimas décadas ello ha desembocado en la polarización de las fuerzas de izquierda entre posibilistas cada vez más alejados de un horizonte revolucionario, y principistas con escasa influencia de masas y siempre lejos del poder. Quienes impulsan seriamente reformas devienen meros reformistas y son fácilmente cooptados por el orden imperante. Quienes mantienen una actitud intransigente ante el capitalismo parecen incapaces de salir de una posición puramente defensiva o negativa: oposición férrea, propuestas escasas y muchas veces consideradas poco verosímiles por sus potenciales destinatarios. ¿Es posible romper la antinomia perversa entre realismo pragmático al servicio del orden capitalista (antes que de su destrucción) y revolucionarismo testimonial? Ciertamente no es sencillo. Hasta ahora no se ha encontrado una vía revolucionaria plausible y deseable. Pero quizá se pueda explorar la posibilidad de lo que podríamos llamar reformismo revolucionario intransigente. ¿En qué consistiría? 

Un reformismo revolucionario intransigente se mantendría imperturbable en la defensa de todas las conquistas y demandas populares (vinculadas al programa mínimo) pero incorporaría propuestas que apunten a introducir innovaciones tendientes a otorgar poder a la sociedad civil con fondos del estado. Propuestas de este tipo resultarían claramente atentatorias de las lógicas dominantes: serán seguramente rechazadas por el establishment. Pero, al mismo tiempo, pueden ser obviamente atractivas incluso para quienes no son por principio anti-capitalistas ni mucho menos socialistas. Y si concitaran un gran apoyo popular, al punto de que pudieran ser aprobadas, su constitución misma exime a sus impulsores de los riesgos del “socialismo ministerial”. Una mayoría parlamentaria circunstancial (acaso presionada por grandes movilizaciones populares) podría introducir alguna de estas reformas sin que ningún revolucionario deba ocupar un puesto ministerial en un gobierno que no está comprometido con la abolición del capitalismo. Propuestas de este tenor, pues, podrían combinar acciones callejeras no puramente defensivas, con acción parlamentaria propositiva sin caer en las trampas de la cooptación. El hecho de instalar a escala social demandas de este tipo (aunque fueran rechazadas por las principales fuerzas políticas), ya introduciría un cambo político importante: se ampliaría el horizonte de lo posible; las aspiraciones de la izquierda revolucionaria dejaría de ser una rareza.

Las consignas de transición clásicas -tal y como fueron inicialmente expuestas en los primeros congresos de la internacional comunista y desarrolladas en el programa elaborado por Trotsky- fueron pensadas para un contexto de poderosos y clasistas movimientos obreros, en el que se preveían rápidos avances y, por consiguiente, como elementos de una estrategia de movimientos en las que el derrocamiento del capitalismo parecía inminente. Por el contrario, las demandas de lo que llamamos reformismo revolucionario intransigente están pensadas para la acumulación de una fuerza social y política revolucionaria en períodos de relativa estabilidad del capitalismo y con escasa organización y conciencia de clase entre los trabajadores. Su objetivo es, precisamente, crear una base social de aspiración revolucionaria (hoy inexistente) lo suficientemente numerosa como para ser capaz de transformar una crisis política o económica en una auténtica crisis revolucionaria que pueda dar inicio a un proceso anti-capitalista real.

No se trata de ocupar ministerios de gobiernos “progresistas” para promover mejoras redistributivas desde arriba (mero reformismo). Se trata, más bien, de impulsar reformas que den al pueblo el poder (más que a los ministros). Construir fuera del estado espacios asamblearios; y forzar al estado a financiar organizaciones que funcionen con autonomía, como sucede, por ejemplo, con las universidades en la Argentina. El ejemplo es pertinente porque demuestra su factibilidad, al tiempo que nos muestra sus límites: dentro del capitalismo, toda propuesta de autonomía está siempre amenazada. Conviene no olvidarlo. El desafío, con todo, reside en la posibilidad que la izquierda radical logre instalar demandas que socaven la lógica de la acumulación del capital y del poder político burgués, al tiempo que consolidan una cultura socialista quizá minoritaria pero ya no marginal. ¿Qué demandas y propuestas podrían cumplir esta función? Por ejemplo, se podría promover la creación de comisiones de diverso tipo (de género, de medio ambiente, de pueblos originarios, etc.) financiadas con fondos públicos pero cuyas autoridades no son nombradas por el poder de turno sino elegidas por la “comunidad pertinente”. O se podría proponer la eliminación de la publicidad como mecanismo de financiamiento de la prensa (sobre todo la dedicada a cuestiones políticas) y a los medios de comunicación. Una prensa democrática debería financiarse con fondos públicos, por ejemplo por medio de un impuesto especial para recaudarlos y con la asignación de cupones virtuales a cada ciudadano/a, que podrá elegir libremente a qué medios de comunicación concederá sus cupones. Acabar con las instituciones educativas y médicas dedicadas al lucro en favor de un único sistema público controlado por los trabajadores y los usuarios podría ser otra medida compatible con el reformismo revolucionario intransigente. Propuestas como la “renta básica” también deberían ser seriamente discutidas y analizadas. Y la reciente propuesta de combinar una renta básica para toda la ciudadanía con una “renta máxima” más allá de la cual los impuestos se quedan con todo ingreso que la supere me parece sumamente potente. Creo personalmente que, en nuestro medio, la misma es inviable sin la abolición de las relaciones capitalistas; pero ello mismo le concede un claro carácter transicional.

El reformismo revolucionario intransigente es reformista porque impulsa reformas concretas que pueden (al menos teóricamente) establecerse antes de la llegada del socialismo al poder y de la transformación radical de las relaciones de propiedad. Es revolucionario porque tales demandas apuntan a socavar el poder de clase capitalista y la estructura vertical del estado burgués. Y es intransigente porque no se compromete con ningún gobierno meramente reformista, anunciando que, de llegar al poder, iniciará un proceso de transformación sustancial de las relaciones de propiedad de los medios de producción, en beneficio de la propiedad estatal y social de las grandes empresas, en desmedro de la propiedad privada a gran escala, y en favor de la democratización de las relaciones laborales. 

 

Podemos salir corriendo detrás de las opciones “menos malas” dentro del sistema (muchos y muchas lo han hecho en los últimos años) o dejarnos cooptar por una módica secretaría o subsecretaría. Podemos mantener inclaudicablemente en alto las banderas revolucionarias, sin salir de la marginalidad. Pero podemos, también, explorar las vías de un reformismo revolucionario intransigente. Hasta ahora no se lo ha intentado o se lo ha intentado sin entusiasmo, a modo de propaganda abstracta, antes que con la voluntad férrea de establecer un movimiento real que levante demandas de tal tenor. Por ello, en general, los movimientos que han planteado nuevas reivindicaciones en los últimos años han contado con el apoyo de la izquierda política, pero casi nunca se han originado en la misma (el feminismo es un buen ejemplo). Garantías de éxito no tenemos, obviamente. Pero esta propuesta posee la doble ventaja de respetar los principios de la “izquierda dura” (sobre todo trotskysta), en tanto que promueve propuestas realistas, como reclama la izquierda más “posibilista” y una gran cantidad de personas que, sin amar al capitalismo, no hallan alternativas que les resulten creíbles. 

En la Argentina actual, cuando al fin hay algo parecido a una izquierda revolucionaria unificada (parcial, precaria y electoralmente, pero unificada al fin); una propuesta de reformismo revolucionario intransigente (seria y detallada, no el mínimo esbozo aquí expuesto) podría ser clave para crecer más allá de nuestros guetos, hasta convertirnos, si hacemos las cosas bien, en una auténtica amenaza para el capitalismo.

[*] Extracto del libro La revolución: revisión y futuro (Red Editorial, 2020).

 


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