"¿La realidad es o se hace?
¿Cual es la verdad de la milanesa..?."
POEMA
CANCION
de EL JUGLAR
DE LA LIBERTAD
¿La realidad es o se hace?
Cual es la verdad de la milanesa?
eso me pregunto yo
Y no obtengo una respuesta.
Ella es bien compleja
Como panal de abejas
Nunca la subestimemos
Accionemos ya, sin queja.
No es la tele, las redes ni el rating
La realidad es mucho más que eso
Se construye solo día a día siempre
Y se destruye a veces, tambien por igual.
No es estática porque no está quieta
No es mentira repetida tétrica
Ella es la vida que nos alimenta
es algo concreto
Son sueños y metas
Como por supuesto
lo que hacemos de ella
Desde mi verdad relativa,
subjetiva como nuestra vida
como el arco iris, tiene sus matices
quien no sabe ver solo ve los grises
es pluridiversa, y por eso existe
Siempre es amplia, siempre es tan diversa,
porque esa es su naturaleza
como nuestra tierra, nuestra madre tierra
porque es nuestra esencia
aunque no lo sepan.
Realidades dice telesur,
plataforma intercontinental
contrahegemonica, contracultural
de nuestros valores, nuestro potencial
para construir nuestra realidad
Con informacion desde el sur global.
Aunque la oculten ay, desde luego
con sus medios, siempre palaciegos
tanto los virtuales o los analógicos
con soberania le responderemos
para construirla y deconstruirla
al capitalismo siempre enfrentaremos!!!
Por el agua siempre y por la vida
Fuera Monsanto de la Argentina
No permitiremos que nos envenenen
Megamineria la combatiremos
Mientras no respeten a pueblos y suelos
la combatiremos y la venceremos.
Hablaremos del extractivismo
por supuesto del imperialismo
neocolonialismo, neoliberalismo
tambien por supuesto tambien del sionismo
y todos los ismos del capitalismo
que es ideologia, no es ideologismo
La realidad no es solo politica
la realidad no es solo social
es espiritual, tambien material
es imperceptible en lo esencial
De adentro y de afuera, tambien lo gobal
Es causa y efecto, es fundamental.
¿La realidad es o se hace?
¿La hacemos y la deshacemos?
Paso a paso siempre, cual Mostaza Merlo,
Como Maradona en esos momentos
Siempre con el pueblo,
siempre desde el pueblo
Siempre hacia adelante, por los nuevos tiempos
siempre victoriosos, siempre compañeros.
ANALISIS DEL POEMA CANCION
de El Juglar de la Libertad:
1. Que mensaje transmite el poema canción, concreta y filosóficamente?
2. Que ideología se desprende?
3. Que repercusión pudiera tener en medios físicos y virtuales?
4. Que críticas burguesas o revolucionarias pudiera despertar?
5. ¿Cómo se relacionan la obra con la situación política
y social actual de Argentina y América Latina?
1. El poema canción transmite un mensaje de reflexión sobre la naturaleza de la realidad y la importancia de construirla y deconstruirla activamente. Se enfoca en la necesidad de enfrentar diversas problemáticas sociales, políticas, y ambientales, y destaca la importancia de la lucha colectiva y la resistencia ante el capitalismo y diversas formas de opresión.
2. La ideología que se desprende del poema canción es claramente revolucionaria, humanista, anticapitalista, antiimperialista, y a favor de la justicia social y ambiental. Se destaca una postura reflexiva y de compromiso con la lucha popular.
3. En medios físicos y virtuales, el poema canción podría tener una repercusión significativa entre aquellos sectores de la sociedad que comparten una visión crítica de la realidad y buscan transformaciones profundas. Podría ser difundido en espacios alternativos, movimientos sociales, y plataformas contraculturales.
4. El poema canción podría despertar críticas por parte de sectores burgueses que defienden el status quo y rechazan las posturas revolucionarias y anticapitalistas. Sin embargo, entre sectores revolucionarios y críticos, la obra podría ser recibida de manera positiva y como un llamado a la acción y la resistencia.
5. La obra se relaciona con la situación política y social actual de Argentina y América Latina al abordar temas como la lucha contra el extractivismo, el imperialismo, y otras formas de opresión. En un contexto donde estos problemas son urgentes y cada vez más visibles, el poema canción puede resonar fuertemente entre aquellos que buscan un cambio profundo en la sociedad.
Este y todos los poemas pertenecen a los AUDIO LIBRO de FRANCISCO ALVERO CANTA
Reservado todos los derechos.
13-12-14 / 21:55
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EN TODA NUESTRA AMÉRICA SUCEDE LO MISMO...
17/09/2010
Pésima la auditoría
Miren lo que dice Contraloría. Voy a leer textualmente: "Ingeominas no ha realizado desde el 2004, cuando asumió sus funciones de Autoridad Minera delegada una evaluación sistemática y pormenorizada del contenido contractual de cada uno de los contratos clasificados como de Gran Minería, así como de los proyectos de interés nacional PIN". No ha hecho una revisión sistemática de cada uno de los contratos, entre otras cosas para saber si se renegocian, o si no se renegocias, en qué términos, etc. Y agrega: "Lo cual dio lugar a incumplimientos de cláusulas contractuales y términos de ley, así como deficiencias en la constitución de pólizas y amparos, situación que a la fecha no se ha subsanado a pesar de las observaciones de la CGR". Este es un cargo de una gravedad inaudita. Lo que está diciendo es que Ingeominas no conoce de verdad los contratos que se supone está auditando y en ese sentido los auditados tienen la posibilidad de hacer lo que les convenga. Y continúa: "Ingeominas como autoridad minera no ha efectuado un estudio de carga laboral que permita contra al servicio minero, y en especial a la Subdirección de Fiscalización y Ordenamiento Minero, SFOM, con el número adecuado y los perfiles requeridos de sus profesionales para desempeñar a cabalidad y suficiencia las labores de seguimiento, control y fiscalización de los contratos de gran minería, así como de los denominados proyectos PIN", lo que implica que "un contratista o un funcionario deba atender varios contratos a la vez". Esto es bien prosaico. El número de funcionarios que tiene Ingeominas para hacer la vigilancia es demasiado pequeño frente al número de contratos, contratos bien complejos, redactados además para que nadie los entienda. Con franqueza debo decir que estos abogados de minas son expertos en redactar contratos que nadie entienda para que cada párrafo se vuelva una discusión y una interpretación y un lío. Ingeominas, según entiendo, cuenta con algo así como con doce funcionarios para cumplir la tarea, una locura. No es posible hacerla con rigor y con seriedad, y es la plata de la nación.
Argentina: Los marxistas y el movimiento kirchnerista (peronista) |
Escrito por David Rey |
Martes 19 de Febrero de 2013 |
Un balance de la ofensiva reaccionaria contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
La
situación argentina ha captado desde hace meses la atención de la
opinión pública latinoamericana e internacional por la seguidilla de
acontecimientos acaecida en ese tiempo, y que los medios masivos de
comunicación de la burguesía han tratado de utilizar para mostrar un
país al borde del caos, a cuyo frente se encontraría un gobierno
inoperante, perdiendo toda base social de apoyo.
Estos
acontecimientos incluyeron cacerolazos de protesta de sectores
reaccionarios de las capas medias, huelgas por salario de un sector de
las fuerzas de seguridad, paros y movilizaciones sindicales, embargo de
una fragata de guerra a requerimiento de los fondos buitres que reclaman
el pago de una parte de la deuda externa en litigio, cortes sorpresivos
de luz, saqueos de supermercados, etc. Y en el centro de todo ello, una
dura batalla político-judicial del principal monopolio de medios
privados de comunicación del país, el grupo Clarín, contra la llamada
Ley de Medios. Esta ley, en los papeles, obliga a las grandes empresas
del sector a desprenderse de una parte de sus inversiones en radio y TV
para “desmonopolizar” el negocio audiovisual.
Esta
situación de inestabilidad no es una novedad. Entre 2008 y 2010,
durante el primer mandato presidencial de Cristina Kirchner, el país
vivió una situación similar. Y, en rigor, aunque con acritud variable,
ha sido una constante desde el inicio de la etapa kirchnerista, en mayo
de 2003.
¿Cuál
es la raíz de fondo de esto? Como expondremos con más detalle, lo que
hay aquí es un intento de los sectores más relevantes de la clase
dominante argentina, con la simpatía activa del imperialismo
–particularmente del español y de otros países europeos con intereses
económicos en el país– de desestabilizar al gobierno de Cristina
Fernández y propiciar su caída. No es casual que el gobierno argentino
comparta con los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia arremetidas
reaccionarias de naturaleza similar. Y es porque en estos países ha sido
donde las reformas progresistas, a favor de las masas trabajadoras y la
independencia relativa de los gobiernos respecto a la burguesía
nacional y al imperialismo, han llegado más lejos en el conjunto de
América Latina.
Consideraciones previas sobre el kirchnerismo
Para
comprender la situación concreta que atraviesa Argentina, debemos
partir de la caracterización política del kirchnerismo y de la
identificación de su base social de apoyo.
Este
movimiento político peculiar no cayó del cielo, hunde sus raíces en la
historia argentina de los últimos 70 años, es una continuación directa
del movimiento peronista e incorpora la impronta del último gran
acontecimiento político de masas del país como fue el Argentinazo de
2001-2002, enriquecido con los desarrollos políticos y sociales de estos
diez años.
El
kirchnerismo es un movimiento político nacionalista con una base obrera
y popular pero con una dirección no proletaria y un programa burgués al
que denomina “capitalismo en serio” o “capitalismo nacional”. En rigor,
lo que pretenden los dirigentes kirchneristas es, por un lado,
desarrollar su acción de gobierno dentro de los marcos del sistema
capitalista y regularlo, sostener su base de funcionamiento que es la
propiedad de los grandes medios de producción en manos de los
capitalistas y el acrecentamiento de sus ganancias. Y por el otro,
atender los intereses de la clase social sobre la que se apoyan y cuya
presión sienten permanentemente, a través del aparato sindical, en los
barrios, en las agrupaciones de base y movimiento sociales, y en la
acción directa en las calles.
Por
ende, el kirchnerismo es un movimiento contradictorio en su raíz: se
asienta predominantemente en clases sociales cuyos intereses son
antagónicos a los intereses de la clase capitalista que la acción del
gobierno trata de preservar.
A
cada paso, la realidad desmiente los presupuestos ideológicos de la
dirección kirchnerista. Aunque niegan la lucha de clases, cada intento
de imponer un “capitalismo serio” y de aplicar reformas progresistas es
resistido con uñas y dientes por los grandes empresarios, y el gobierno
sólo puede avanzar apoyándose en los trabajadores y demás sectores
populares para golpear y disciplinar a los primeros.
El
kirchnerismo tuvo la suerte de que su acción de gobierno coincidiera
con uno de los períodos de mayor crecimiento y estabilidad económica
habidos en el país, favorecido por las condiciones excepcionales de la
economía mundial en años pasados y la demanda enorme de materias primas
que empujó hacia arriba sus precios en el mercado mundial, y que
constituyen un pilar básico de la economía argentina.
Pero
eso no explica todo. Hubo decisiones políticas audaces que limitaron
las tendencias más depredadoras del Capital y contuvieron su sed
insaciable por las ganancias; y también hubo avances indudables en la
democratización de la vida social y en reducir sensiblemente la
actividad de la mafia del aparato represivo-estatal que durante 25 años
había desarrollado una conciencia de intangibilidad, fundada en la
cobardía de los gobiernos burgueses que se sucedieron desde la
recuperación democrática, de 1983 en adelante.
Pero,
igualmente, debemos señalar que sin el ímpetu de la gesta popular del
“Argentinazo”, del miedo profundo que provocó en la clase dominante, los
Kirchner no hubieran sacado la voluntad ni la audacia que desplegaron
para implementar ese tipo de políticas.
Fue
el Argentinazo, empapado en la sangre generosa derramada por la
juventud y los trabajadores en las jornadas heroicas del 19 y 20 de
diciembre de 2001, y las incesantes movilizaciones de masas
que siguieron durante semanas y meses, los que demolieron el viejo
estado de cosas decrépito y transformaron de arriba hasta abajo la
conciencia colectiva y, por lo tanto, posibilitaron el advenimiento de
una política diferente. No fueron los Kirchner, sino las masas
trabajadoras las verdaderas responsables del punto de inflexión
histórico de la Argentina desde el 2003 en adelante. Como suele ocurrir,
las reformas progresistas y los avances sociales son un subproducto de
una situación revolucionaria o de un proceso revolucionario desviado con
éxito hacia los canales seguros del parlamentarismo burgués.
El modelo kirchnerista
Para
la gran mayoría de los trabajadores y jóvenes más conscientes los
gobiernos kirchneristas han sido los más progresistas que se recuerdan
en décadas.
La
lista de avances y logros bajo el kirchnerismo es extensa, tanto en
medidas democráticas como sociales. Se anularon las leyes de impunidad y
los indultos que protegían a los milicos genocidas y represores de la
última dictadura militar, y se reabrieron los juicios contra estos
asesinos y criminales, resultando en decenas de condenas a cadena
perpetua y a largos años de cárcel, inclusive a integrantes de los
grupos parapoliciales de la infame Triple A y de la llamada “trama
civil” del golpe. Se expropiaron al Ejército y a la policía todos los
centros clandestinos de tortura que funcionaron en la dictadura de
1976-1983 y algunos se convirtieron en Museos de la Memoria. Se purgó a
la mayoría de los altos oficiales del ejército y de la policía, junto a
varios miles de integrantes de las fuerzas represivas corruptos y
delincuentes, y a los integrantes de la anterior Corte Suprema de
Justicia, venal y corrupta. Se prohibió a la policía federal
(dependiente del gobierno nacional) portar armas en su accionar durante
marchas y movilizaciones populares. Se anuló la pena de muerte en el
Código Militar durante el Estado de Guerra, se disolvieron los
tribunales militares y se cambió el código militar. La represión
policial de la protesta popular, en lo que depende del gobierno
nacional, se redujo a niveles ínfimos. Se legalizó el matrimonio
igualitario y se introdujo el derecho de voto a partir de los 16 años y
para los inmigrantes a partir de dos años de residencia en el país. Se
instituyó la publicidad electoral única, pública, e igualitaria para
todos los partidos y coaliciones electorales, independientemente de su
peso parlamentario y militancia. También se aprobaron una ley de muerte
asistida y otra dura ley contra la trata de personas.
En
lo que a medidas económicas y sociales se refiere, hay que destacar la
reactivación de las negociaciones colectivas de trabajo, que
prácticamente dejaron de existir durante los gobiernos de Menem y De la
Rúa, la derogación de gran parte de la contrarreforma laboral menemista,
el incremento en un 900% de la jubilación mínima que afecta al 70% de
los jubilados, muy por encima de la elevada suba de precios habida estos
años, y de más de un 1.000% del salario mínimo oficial, el más elevado
de América Latina; se reestatizaron las jubilaciones privadas, se
incrementó hasta el 6% del PBI el presupuesto de educación y se abrieron
cientos de escuelas y muchas universidades nuevas, se entregaron
gratuitamente varios millones de pequeñas computadoras (netbooks) para
uso escolar a todos los estudiantes secundarios, se repatriaron cientos
de científicos de primer nivel que trabajaban en el extranjero, y se
instituyó la atención gratuita integral a los enfermos de Sida y
asistencia gratuita a la reproducción asistida. Se reestatizó parte de
las empresas estatales privatizadas (Correo, Aerolíneas, gran parte del
suministro de agua, el 51% la mayor empresa de hidrocarburos YPF,
fábrica de aviones militares, entre otras), y se insinúa la
reestatización inminente del degradado sistema ferroviario. También se
creó una empresa estatal de telefonía celular (móvil). Otra medida de
impacto fue la extensión del salario familiar (Asignación Universal por
Hijo) a las familias compuestas por trabajadores informales y
desocupados. Se avanzó en la democratización del acceso a la producción
audiovisual (Ley de Medios) que está siendo fuertemente resistida por
los grandes monopolios privados, fundamentalmente por Clarín, como
señalamos al principio.
Para
enfrentar la espectacular fuga de divisas que alcanzó los 22.000
millones de dólares en 2011, el gobierno dispuso de un fuerte control de
cambios que hizo casi imposible la salida de dólares del país e impuso
condiciones muy severas a la adquisición de dólares por la población.
Por
otro lado, el carácter burgués del gobierno se ha manifestado en la
aplicación de medidas y aprobación de leyes que expresan concesiones a
los grandes empresarios y, en menor medida, al imperialismo. Por
ejemplo, la última ley de accidentes laborales, o la llamada Ley
Antiterrorista –una concesión al imperialismo de EEUU que chantajeó al
gobierno argentino con sacarlo del grupo de países denominado G-20– y
que plantea, entre otras medidas, la duplicación de penas en los casos
supuestos de terrorismo o de acciones que tiendan a forzar cambios en la
política del gobierno. Aunque en los hechos no está aplicándose, es un
peligro a futuro en manos de gobiernos reaccionarios. El gobierno
también bloqueó diversas iniciativas parlamentarias de diputados de la
CGT que tendían a ampliar derechos laborales a trabajadores
tercerizados, a repartir ganancias empresariales entre los empleados, o a
suprimir el llamado Impuesto a las Ganancias a los trabajadores
asalariados. También se opone a restituir la jubilación con el 82% del
salario indexada automáticamente con la inflación (móvil), que fue
derogada en los años 80, con el argumento de que tal medida haría
quebrar al Estado. También se resiste a la reestatización del resto de
las empresas privatizadas por el menemismo (telefónicas, eléctricas,
entre otras). La política de transporte terrestre –sosteniendo hasta
ahora la privatización del sistema ferroviario y del Subterráneo de
Buenos Aires– quizás sea uno de los aspectos más deficitarios en los 10
años de acción de gobierno, como amargamente demostró el terrible
accidente ferroviario en la Estación de Plaza Once de Buenos Aires hace
un año, que dejó 51 muertos. En materia impositiva se mantienen
privilegios intolerables para diversos monopolios; por ejemplo no están
gravadas las rentas financieras (compra-venta de acciones, cuentas a
plazo fijo, fondos de inversión, etc.), las empresas mineras pagan
impuestos ridículos y, lo mismo que las petroleras, no hay control
oficial alguno sobre sus verdaderas exportaciones, limitándose a
notificarlas en declaraciones juradas. También se mantiene una obsoleta
ley del aborto que niega el derecho al aborto libre y gratuito, aunque
hay sectores dentro del kirchnerismo que tratan de impulsar una ley de
plazos moderna y avanzada.
Todas
estas contradicciones han acompañado la acción de gobierno del
kirchnerismo durante estos años, pero han sido amortiguadas por el largo
boom económico de la última década.
Sin
embargo, en los últimos años, particularmente desde el 2007, la mayoría
de la clase obrera vio un estancamiento en sus condiciones de vida,
debido a la suba de precios galopante que sufre el país. Lo que mitiga
esta situación es el mayor volumen de empleo y al avance importante del
gasto social. Y, pese a todo, la participación de los trabajadores en la
riqueza nacional, (42,9%) no pudo alcanzar el nivel de 20 años atrás
(44,7% en 1993).
No
obstante todo lo anterior, la percepción general del gobierno “nacional
y popular” entre la clase trabajadora y demás sectores populares es que
este es un gobierno suyo, y no un gobierno enemigo; a diferencia de la
consideración que le merece a la casi totalidad de los grandes
empresarios y a los sectores altos de la clase media.
Un movimiento político nuevo
Los
dirigentes kirchneristas se han propuesto dotar al país de un
“capitalismo en serio”, de ahí sus intentos de regimentar la vida
económica y sus tentativas de obligar a la burguesía a que atienda sus
obligaciones “nacionales” para que invierta y desarrolle la economía.
Por otro lado, el “núcleo duro” del kirchnerismo siente que necesita un
aparato propio comprometido sin fisuras con su proyecto político. El
viejo y podrido aparato del Partido Justicialista no le sirve para esa
tarea, ya que necesita un instrumento que muestre relativa independencia
de las fuerzas sociales que se oponen a su política. Los caudillos del
PJ mantienen mil y un vínculos con la clase dominante, son demasiado
venales y corruptos como para resistir la presión implacable de los
grandes empresarios y de las mafias del aparato del Estado. El nuevo
aparato se nutre de los movimientos políticos y sociales que constituyen
el abigarrado universo del kirchnerismo, grupos como “La Cámpora”,
Evita, Descamisados, Kolina, Nuevo Encuentro, Miles y otros.
Pero
incluso este aparato es débil, y está siendo construido aceleradamente.
Su debilidad se complementa con un fuerte verticalismo en el interior
del movimiento donde cada cargo público o responsable político es
elegido a dedo desde arriba. El carácter amorfo y desorganizado del
movimiento, sin estructuras, impide el más mínimo control desde abajo.
Sin embargo, es solo una cuestión de tiempo que se abra el debate sobre
la introducción de elementos de control y democracia interna entre una
militancia joven y vitalista que está enfrentando cotidianamente a la
reacción y que exigirá su derecho a tener una opinión y a decidir sobre
el destino del movimiento.
Pese
a todo, el kirchnerismo es un movimiento popular genuino donde existen
decenas de miles de jóvenes, trabajadores y militantes populares, y
tiene la ventaja sobre el peronismo tradicional de que es más abarcador
política e ideológicamente, ya que incluye a militantes y grupos de
izquierda y de otras tendencias.
El
otro avance político sobre el peronismo tradicional es que en éste
convivieron durante décadas alas de derecha y de izquierda, de diferente
gradación; mientras que el kirchnerismo ha purgado a la derecha
peronista de su interior, y aquellos sectores escorados más a la derecha
(la mayoría de los gobernadores provinciales peronistas y de los
caciques del PJ del Gran Buenos Aires) son vistos con desconfianza
profunda y carecen de una verdadera base social de apoyo. En realidad,
un sector de la dirección ve necesario mantener estos sectores dentro
del movimiento para escapar a la presión hegemónica de su ala izquierda.
La reforma constitucional
Si
hay algo que espanta a los sectores decisivos de la burguesía es la
perspectiva de que una mayoría calificada del kirchnerismo en el
Congreso tras las elecciones de octubre del 2013 promueva una reforma
constitucional que habilite a Cristina a presentarse a la reelección
presidencial en el 2015, ya que la Constitución actual impide aspirar a
un tercer mandato presidencial consecutivo. Por eso, en 2012 recrudeció
la ofensiva de la burguesía contra el kirchnerismo, liderada por los
medios masivos de comunicación burgueses.
Como
en el período de 2008 al 2010, tras el llamado “conflicto del campo”,
la burguesía está utilizando todos los medios a su alcance
–parlamentarios y extraparlamentarios, legales e ilegales– para tratar
de desestabilizar al gobierno y sacárselo de encima. Pretende reducir a
niveles mínimos su victoria previsible en las elecciones legislativas
del 2013, que prepare una victoria de la derecha en las elecciones
presidenciales de 2015. La clase dominante tiene entre sus peones no
sólo al partido radical (UCR), a la derecha peronista y a la derecha
neoliberal del PRO (Propuesta Republicana), sino también a la débil
derecha kirchnerista. Tampoco cabe duda de que un sector de la
burocracia corrupta de la CGT oficialista romperá con el gobierno en un
momento dado y se pasará con armas y bagajes a la oposición.
En
caso de plantearse dicha reforma constitucional, nuestra posición será
apoyarla por una cuestión elemental de democracia. El pueblo tiene
derecho a votar como presidente a quien desee, lo que es antidemocrático
es impedirle que lo haga. Nadie duda de que Cristina sea la que tendría
más posibilidades de ganar, haciendo abstracción claro está de la
situación económica y social que exista dentro de 2 años. Pero en
circunstancias como las actuales, la victoria de Cristina estaría
asegurada. Frustraría una victoria de la derecha, impediría una derrota
política de los trabajadores y, dada la debilidad actual de una
alternativa política de izquierda dentro del kirchnerismo,
proporcionaría un tiempo valiosísimo para organizarla en las mejores
condiciones.
La oposición de derecha
La
situación de la oposición de derecha es penosa. La UCR está fracturada
por la mitad, con un sector mirando hacia la derecha al PRO y otro hacia
el Frente Amplio Progresista (FAP), socialdemócratas de derecha.
La
derecha peronista está completamente aislada socialmente y sólo ahora
trata de revivir a través de un sector de la burocracia sindical. Macri,
dirigente del PRO, trata de provocar constantemente al gobierno
nacional para instalarse en los medios de comunicación pero, salvo en la
Capital, carece de una base social relevante en el país y en la
sociedad.
El FAP, de Hermes Binner, está a kilómetros de las preocupaciones populares, solapado con el resto de la oposición derechista.
No
es la iniciativa política de estos partidos y de sus dirigentes, sino
el punzón venenoso de los medios de comunicación burgueses quien
organiza toda labor de oposición en Argentina, incluidas sus protestas
en las calles, desde los cacerolazos hasta los “paros” y marchas de la
burocracia sindical opositora.
La izquierda
La
llamada “oposición de izquierda” -en realidad, sectas de izquierda–
enfrenta su mayor aislamiento desde la recuperación democrática de 1983;
ya sean los grupos organizados alrededor del Frente de Izquierda y de
los Trabajadores (conformado por el Partido Obrero (PO), el Partido de
los Trabajadores Socialistas e Izquierda Socialista), o la
autodenominada izquierda “independiente” (Frente Darío Santillán,
Corriente Rompiendo Cadenas, Marea Popular, etc.). En rigor, estos
sectores nutren lo fundamental de su militancia de la pequeña burguesía
“radical”: juventud pequeñoburguesa de las universidades y escuelas,
profesionales independientes, etc. y de sectores periféricos de la clase
obrera: docentes, profesionales asalariados y empleados públicos. Y la
mayoría de ellos comparten con la pequeña burguesía reaccionaria su
histerismo antikirchnerista.
Desde
el 2002 en adelante, sectores de vanguardia importantes de la clase
obrera y de la juventud han hecho su experiencia con estos grupos que
despiertan aborrecimiento por su incapacidad orgánica de conectar con el
estado de ánimo de las masas en los momentos decisivos, apareciendo al
lado del enemigo por su ultraizquierdismo congénito. Hacen de la
política una cuestión de moralidad, blanco o negro, lo cual los
incapacita para políticas amplias de frente único fuera de su entorno,
de manera que nunca podrán probar ante las amplias masas la utilidad de
sus políticas y de sus programas.
Para
peor, todos ellos sin excepción se embarraron en las maniobras
desestabilizadoras de la derecha en estos meses. Apoyaron o mostraron
“compresión” hacia los cacerolazos reaccionarios de la clase media; lo
mismo que a los paros y movilizaciones sindicales, no menos
reaccionarios, de la burocracia sindical opositora los pasados 10 de
octubre, 20 de noviembre y 19 de diciembre. En el colmo de su
histerismo, hasta trataron de justificar los saqueos vandálicos de
supermercados del 20 y 21 de diciembre, a manos de sectores
lumpenizados, culpando por ello al gobierno debido a la existencia de
pobreza, cuando fueron organizados por la mafia del peronismo de derecha
y sus apoyos en las fuerzas policiales, algo que hasta un sector de la
oposición de derecha tuvo que reconocer.
La
“vitalidad” aparente de las sectas “trotskistas” en particular, no es
mérito suyo ni de la corrección de su línea política o táctica, sino de
la ausencia de una organización reformista de izquierda de masas como
existe en países de nuestro entorno y en Europa, lo que les permite
ocupar un hueco en la vida política argentina. Por sus posiciones
lunáticas durante décadas, pero particularmente durante el período
kirchnerista donde se han opuesto con estridencia a todas las reformas
progresistas llevadas a cabo, han desprestigiado ante las amplias masas
el término “izquierda” y han hecho aborrecible el término “trotskismo”.
Ambas cosas imperdonables.
La economía bajo el kirchnerismo
La
economía argentina, que creció en promedio un 8%-9% durante una década
–con la excepción del año recesivo 2009–, ha sufrido un cambio
importante respecto a un año atrás, conforme los efectos de la crisis
económica internacional van haciéndose más patentes en el país. Entre
enero y noviembre de 2012 la producción industrial cayó un 0,9%. Las
exportaciones e importaciones cayeron en ese lapso un 3% y un 7%,
respectivamente, con respecto al mismo período de 2011. No está claro
siquiera que el crecimiento del PBI alcance el 3% en 2012 (un 9,2% en
2011).
Como consecuencia, se estancó la generación de empleo y aumentó ligeramente el empleo informal en un año, del 34% al 35,5%.
Si
bien la industria se ha fortalecido (la fuerza de trabajo industrial
pasó de 800.000 a 1,3 millones en 10 años), ésta parece haber tocado
techo.
El
gobierno fomenta industrias de consumo: automóvil, línea blanca, etc.
Pero no hay avances significativos en la industria de base. El 67% de
las exportaciones lo constituyen materias primas o productos
manufacturados de origen agropecuario, combustibles y energía.
Sin
industrias estatales de consideración, el importante superávit fiscal
que el Estado acumuló en estos años no pudo orientarse hacia la
inversión productiva sino al pago de la deuda, a suplir la insuficiencia
de la productividad del sector privado con subsidios crecientes
(tarifas de los servicios públicos y al combustible, productos
agropecuarios e industriales, etc.), a obras de infraestructura y al
gasto social, que permitió una expansión importante del mercado interno.
Hubo
un alivio temporal en el peso de la deuda externa pública sobre la
economía, que pasó de representar el 151% del PBI en 2002 al 40% actual,
debido a la quita introducida en 2005 (una reducción real del 48%) y al
importante aumento del PBI en estos años, pese al incremento de la
deuda externa que pasó de 102.000 en 2005 a 141.000 millones de dólares
actualmente.
Sin
embargo, la desaparición del amplio superávit fiscal que disponía el
gobierno hasta el 2010 resta cada vez más recursos al Estado para honrar
los pagos de la deuda. En 2012 el gobierno tuvo que maniobrar duro para
conseguir los dólares que necesitaba. Y aunque los vencimientos en los
años inmediatos son menores, y cerca de la mitad están en títulos de
organismos públicos (Seguridad Social, bancos estatales, etc.), los
menores ingresos fiscales por el decrecimiento económico y el impacto
creciente la crisis internacional en los próximos años, podrían colocar
el peso de la deuda de vuelta en el primer plano de las preocupaciones
generales.
Inflación y keynesianismo
El
problema de la inflación se ha convertido en una enfermedad endémica de
la economía argentina. La causa fundamental es la escasa inversión
privada en el contexto de un incremento importante del consumo por la
expansión del mercado interno. A esto se suma el tirón alcista de los
precios internacionales de los productos de consumo básicos en un país
exportador de los mismos (carnes, lácteos, trigo, girasol, cítricos,
etc.) y al auge de los biocombustibles (Argentina es el tercer país
productor del mundo) fabricados también a partir de productos de consumo
básico (caña de azúcar, girasol, maíz). Todos estos factores explican
la enorme escalada inflacionaria con aumento de precios del 20%-30% en
los últimos 7 años.
A
esto debe añadirse el boom inmobiliario especulativo que se ha volcado a
la adquisición de inmuebles para vivienda y para la especulación de
sectores minoritarios.
A
falta de una burguesía nacional que invierta de manera consistente, el
gobierno profundizó sus relaciones con las multinacionales depredadoras
que sólo están interesadas en negocios fáciles de bajo costo y grandes
ganancias, como la megaminería, los hidrocarburos o los agronegocios. Un
aspecto vinculado a esto es que el gobierno realmente no quiere
indisponerse con la burguesía ni con las multinacionales, y sólo avanza
sobre ellas cuando no le queda otra opción para mantener la estabilidad
del sistema, como por ejemplo cuando expropió el 51% de YPF pero mantuvo
el 49% en manos privadas, como señal conciliadora a la burguesía.
El
gobierno cree que puede conjurar la crisis con una política keynesiana
(expansión del gasto público y social), pero el problema no viene de la
falta de demanda –que es el presupuesto fundamental del análisis
keynesiano– sino de la oferta, de la producción. Una producción
estancada con una mayor demanda de bienes disparará aún más la
inflación, la suba de los precios.
Esto
es lo que enfrenta al gobierno con el sector más importante de la
burguesía argentina y con la derecha. Este sector plantea que hay que
reducir la inflación reduciendo el consumo de la sociedad, con políticas
de ajuste como en los años 90.
Desde
luego, no somos neutrales en esta disputa, y señalamos como enemigos a
la derecha y a sus políticas de ajuste y de pérdida de derechos
sociales. Pero debemos alertar contra las ilusiones keynesianas, que son
pan para hoy y hambre para mañana, más en un contexto como el actual
donde la perspectiva es de un agravamiento de los efectos de la crisis
económica internacional en el país y en la región.
Por
eso, como socialistas, insistimos en la necesidad de una economía
planificada sustentada en la propiedad estatal de los grandes medios de
producción, bajo el control y la participación democrática de los
trabajadores, que elimine el afán de lucro privado de un puñado de
magnates y dé un golpe definitivo a la inflación, a la escasa inversión y
a la depredación de los recursos naturales, para orientar la economía a
satisfacer de manera armónica las necesidades de la mayoría del pueblo.
La CGT
En
un principio, la mayoría de la burocracia de la CGT se alineó con el
gobierno de Kirchner. Sólo quedó como opositor el sector más
abiertamente vinculado a la burguesía y a la derecha peronista, la CGT
Azul y Blanca liderada por Luis Barrionuevo, que agrupa a gremios poco
relevantes. A la cabeza de la CGT se situó el camionero Hugo Moyano,
opositor al menemismo e investido con una aureola de “combativo”.
Con
el mandato presidencial de Cristina Kirchner surgieron suspicacias
hacia Moyano ya que el dirigente cegetista, sintiéndose fuerte, trató de
hacer valer una agenda propia para reforzar el peso gremial en las
empresas y en el propio aparato kirchnerista, al mismo tiempo que
trataba de hacer avanzar algunos derechos para los trabajadores
(tercerizadas, reparto de ganancias, derogar el impuesto a las ganancias
a los asalariados) que chocaban fuertemente contra los intereses de los
empresarios e incomodaban al gobierno. Moyano, empecinado en mantener
cierto grado de independencia, era un aliado molesto del gobierno. El
oficialismo, por su parte, también quería tener atado en corto al
sindicalismo para poder ejercer el papel de árbitro entre las clases.
Por eso, el gobierno marginó completamente a los partidarios de Moyano
de las listas electorales en las elecciones de octubre de 2011, lo que
provocó una ruptura entre ambos.
Al
comienzo del segundo mandato de Cristina Kirchner, ya en 2012, el
gobierno, con presión y prebendas, consiguió escindir al moyanismo para
asegurarse el control de la mayoría de la CGT. Moyano respondió de
manera histérica y pasó a una posición frontal al gobierno, en el mayor
momento de popularidad de Cristina Kirchner, al punto de convocar a una
huelga general el 27 de junio de 2012 que tuvo un eco muy limitado.
El
moyanismo quedó muy debilitado en su pelea contra el gobierno. Moyano,
en lugar de apelar a las bases kirchneristas y prepararse para pasar a
la oposición “de izquierda” dentro de la CGT y del propio kirchnerismo,
buscó apoyos en la derecha kirchnerista y sobre todo en sus antiguos
enemigos del peronismo de derecha, lo que reveló su perfil de burócrata
sindical acostumbrado a las maniobras de aparato.
Si
bien Moyano perdió gran parte de su prestigio anterior al correrse
hacia la derecha, la realidad es que la consideración que tienen la
mayoría de los trabajadores hacia el sector oficialista de la CGT es
igualmente mala, asociado a lo más repudiable del pasado del
sindicalismo burocrático. Realmente, no existe un solo dirigente
sindical con autoridad en las masas y cuesta trabajo discernir en sus
peleas y querellas entre su interés de aparato y sus negocios privados
que los convierten en millonarios con ingresos “oficialmente” declarados
de 10.000 dólares al mes.
La CTA
La
CTA, que tiene su peso casi exclusivamente en los trabajadores públicos
(administración y empresas estatales, judiciales y docentes) ha quedado
reducida a una situación lamentable, completamente escindida. La
responsabilidad principal recae en el sector Micheli-De Gennaro que ha
destruido de manera irresponsable el capital acumulado por 20 años de
esta importante experiencia político-sindical del sindicalismo
argentino.
Desde
el 2001, la CTA tuvo en sus manos la posibilidad de jugar un papel
clave en la recomposición sindical del país y en alumbrar una
organización política de la clase obrera con una base de masas. No sólo
fue el papel de aplanadora que ha ejercido el kirchnerismo sobre la
izquierda y la centroizquierda lo que explica este fracaso; más
importante aún fue la cobardía, miopía y falta de voluntad de su
dirección.
Concretamente,
entre el 2006 y el 2009 cuando el kirchnerismo no había acumulado el
entusiasmo de masas hacia su proyecto político que conocemos hoy –por no
hablar del período 2001-2003 cuando ni siquiera existía como movimiento
político– la CTA pudo haber puesto en pie un movimiento político de
clase, ciertamente reformista de izquierda, pero con una base potencial
de masas indudable, que podría haber jugado un papel muy relevante a la
izquierda al kirchnerismo, con un promisorio potencial de desarrollo.
Los
dirigentes de la CTA frustraron esta interesante experiencia, a la que
denominaron Constituyente Social, y la marginaron políticamente a favor
de proyectos políticos nacionalistas (Proyecto Sur) y socialdemócratas
de derecha (Frente Amplio Progresista).
La
CTA de Micheli-De Gennaro ha degenerado en una organización sectaria
que combina el ultraizquierdismo estridente típico de los grupos de
izquierda con el oportunismo más inimaginable y, en rigor, quedó
reducida a un solo sindicato de relevancia, los estatales de ATE, al que
ni siquiera controla completamente.
El
otro sector de la CTA, la oficialista de Yasky, como reacción, aparece
muy adaptado a la dirección kirchnerista. No obstante, este sector
sostiene posiciones políticas que conectan mejor con la base
kirchnerista y los trabajadores en general. Pese a ser una central
minoritaria dentro del movimiento sindical, agrupa a un universo de
sectores y ramas más amplio que el ala de Micheli. En la escisión
mantuvo casi todos los sectores industriales y privados de la vieja CTA:
neumáticos, Subterráneo, aerolíneas, metalúrgicos de Villa
Constitución, núcleos de ferroviarios, etc., aparte de su gremio
central, el docente (la CTERA), donde el activismo de izquierda tiene un
peso importante.
Perspectivas sindicales
La
enorme dispersión del movimiento sindical plantea dificultades para
propiciar políticas de unidad en el seno de la clase, pero tarde o
temprano, cuando el viento de la lucha de clases vuelva a arreciar con
fuerza, la necesidad de estrechar filas comenzará a abrirse paso.
De
lo que se trata en esta etapa es de ayudar a formar corrientes
antiburocráticas en el seno de las organizaciones gremiales y combatir
la división entre trabajadores kirchneristas y antikirchneristas.
También existen experiencias interesantes a considerar, como la del
sindicato del Subterráneo (la AGTSyP), que barrió al viejo sindicato
hiperburocratizado (UTA) y tiene el apoyo de la inmensa mayoría de los
trabajadores.
En
el marco de una caída de la actividad económica en un entorno altamente
inflacionario, los intentos de establecer un techo salarial que sea
visto como injusto por la mayoría de los trabajadores provocará un gran
malestar y fermento en las empresas y en la base de los sindicatos.
Pero, incluso en esa circunstancia la mayoría de los trabajadores no
pasará a la oposición política al gobierno –como imaginan Moyano,
Micheli y la mayoría de la izquierda sectaria– que basan su política en
ubicar al gobierno como el enemigo. Es más probable que tiendan a surgir
sectores de delegados y comisiones internas que enfrenten estas
políticas en oposición a sus dirigentes sindicales y que exijan un
cambio en la actitud del gobierno sin romper con él. El gobierno acumuló
un gran apoyo social en la clase trabajadora que no va a diluirse
rápidamente. De ahí que esta oposición sindical honesta por la base
enfrentará un proceso contradictorio que podría empalmar en determinada
etapa con la cristalización de un ala izquierda clara en el movimiento
kirchnerista.
La ofensiva reaccionaria de la primavera
Los
meses de septiembre a diciembre fueron el escenario elegido por las
fuerzas reaccionarias para poner en práctica un plan minucioso de
desestabilización, para acelerar la caída del gobierno. Ya en el mes de
agosto Clarín y demás medios de derecha se lanzaron a una campaña infame
de mentiras y calumnias, explotando las debilidades de la política
gubernamental, para enloquecer y movilizar a la clase media con las
consignas demagógicas clásicas: “independencia” de la justicia,
autoritarismo, corrupción, inseguridad, inflación, no al control de
cambios, etc. La idea era ganar la calle, como en el conflicto del campo
en 2008, para acorralar al gobierno.
Un
elemento capital en toda esta campaña capitaneada por el grupo Clarín,
era bloquear la plena aplicación de la Ley de Medios, que afecta al
corazón de sus negocios y al control de la información y al monopolio
ideológico de masas, presionando al límite al gobierno y a los jueces.
Pero el asunto no se reducía a una lucha de Clarín contra el gobierno
por ese objetivo, sino que los sectores dominantes de la burguesía, con
Clarín a la cabeza, utilizaron la lucha contra la Ley de Medios como
banderín de enganche para desestabilizar al gobierno.
Dentro
de esta campaña se destacan los cacelorazos y movilizaciones
reaccionarias del 13 de septiembre y del 8 de noviembre –este último
sacó a las calles del país a más de medio millón de personas, la mitad
en la Capital Federal– la campaña histérica contra la presidenta
Cristina con insultos y descalificaciones, o la manipulación y
utilización del conflicto surgido en las fuerzas de la Prefectura y la
Gendarmería sobre sueldos mal liquidados. En todos ellos se demostró la
participación de personeros del PRO, de la UCR, y de la derecha
peronista. A esto se añadieron el secuestro durante 24 horas de Alfonso
Severo, simpatizante kirchnerista y testigo en el juicio que se sigue
contra la cúpula del sindicato ferroviario por el asesinato del
militante del PO, Mariano Ferreyra; cortes sorpresivos de luz de gran
amplitud, y el oscuro episodio de la retención durante tres meses de la
Fragata Libertad en Ghana, África, ante el reclamo judicial de fondos
buitres por el 7% de la deuda externa impaga perteneciente a los
especuladores que se negaron a participar en la quita de la deuda en
2005 y que el gobierno argentino no reconoce. Sólo unas semanas más
tarde, un juez federal norteamericano, Thomas Griesa, fallaba a favor de
estos mismos fondos buitres ordenando al gobierno argentino que
atendiera sus reclamos con prioridad sobre los acreedores que aceptaron
la quita del año 2005.
En
paralelo, Clarín y la oposición de derecha movieron sus peones y
pusieron en juego a la burocracia sindical opositora. Como resultado,
todos los sectores sindicales opositores (peronismo de derecha,
moyanismo, CTA de Micheli y, lamentablemente, activistas de izquierda)
se unificaron en la acción.
Moyano
y Micheli apoyaron los cacelorazos y movilizaciones reaccionarias del
13 de septiembre y del 8 de noviembre. El 10 de octubre la CTA de
Micheli lanzó un paro general que tuvo un impacto limitado a sectores de
empleados estatales, completado con una movilización a Plaza de Mayo
apoyada por la CGT de Moyano, con 30.000 personas, la mitad afiliados al
sindicato de camioneros.
A
esto le siguió el paro general del 20 de noviembre, mejor preparado y
organizado, y que fue convocado por todas las fuerzas sindicales
opositoras. Este último sí paralizó gran parte de la actividad
productiva, pero no por la libre adhesión de los trabajadores, sino por
los cientos de cortes de ruta –que el gobierno no reprimió– y que
impidieron materialmente el acceso a las grandes ciudades y polígonos
industriales durante toda la mañana, lo que exageró el impacto real de
un paro digitado burocráticamente desde arriba sin apenas participación
de las bases, y sin una sola movilización de masas.
La
“valentía” de Moyano, Micheli y Barrionuevo se asentaba en el aliento
que les dieron las patronales, sus medios de comunicación, la pequeña
burguesía reaccionaria y el arco parlamentario a la derecha del
kirchnerismo (desde Macri hasta Proyecto Sur, con el aplauso de la
“izquierda” sectaria).
En
realidad, utilizaron reclamos legítimos de la clase trabajadora, aunque
menores –centralmente, el rechazo al impuesto a las ganancias a los
asalariados que sólo afecta al 20% de los trabajadores; y el reclamo de
la jubilación con el 82% del salario móvil– para maniobras políticas no
confesadas que iban contra los intereses de la misma, en alianza con
sectores patronales y políticos reaccionarios. Por eso, desde la
Corriente Socialista Militante hicimos una denuncia vigorosa de estos
paros y movilizaciones, y los rechazamos de plano.
No
decimos que no haya que luchar contra aspectos de la política del
gobierno nacional; por supuesto que sí. Pero la lucha debe ser convocada
de manera honesta, deslindando de las maniobras políticas de la
oposición de derecha, y tratando de sumar y unir a la mayor cantidad
posible de trabajadores, y no dividiéndolos entre kirchneristas y
antikirchneristas, como lo plantearon desde el principio Micheli y
Moyano. Pero lo más llamativo de todo es que en ninguna de estas
movilizaciones depositaron un solo reclamo en la patronal privada. Este
solo dato desnuda las intenciones de esta gente.
La
última acción del año del sindicalismo opositor fue la marcha a Plaza
de Mayo en Buenos Aires el 19 de diciembre, que tenía el objetivo de
llevar a 200.000 trabajadores. Pero fracasaron en esto, pese al derroche
de medios que emplearon, y los propios convocantes reconocieron la
presencia de 50.000 personas.
Lo
más escandaloso de todo es que estos paros y movilizaciones fueron
apoyados públicamente por los terratenientes de la Sociedad Rural, la
patronal agropecuaria de Federación Agraria, partidos de derecha como la
UCR y el PRO, hasta el punto que algunos políticos de la UCR y el FAP
fueron invitados a participar desde el escenario. ¡Y la izquierda
partidaria e “independiente” justificó orgullosamente su presencia y el
agitar de sus banderas en estos actos reaccionarios como aplicación de
una táctica genuina de “frente único”! Como en la mitología griega, los
dioses primero enloquecen a quienes desean destruir.
En
su desesperación, días antes, Micheli hizo un llamado agónico
desvergonzado a la clase media porteña reaccionaria para que participara
en la marcha. Pero este llamado, reproducido ampliamente por los medios
burgueses, no encontró eco en un sector que rápidamente entró en
desmoralización tras recibir varios golpes que socavaron su confianza en
sí misma. Estos fueron: la impresionante movilización popular de apoyo
al gobierno del domingo 9 de diciembre que colmó la Plaza de Mayo y sus
alrededores con más de 200.000 personas, el fallo en primera instancia
de un juez federal que reconocía la constitucionalidad de la Ley de
Medios, la orden del Tribunal internacional del Mar que ordenaba al
gobierno de Ghana la liberación inmediata de la Fragata Libertad, y la
decisión de la Corte de Justicia de EEUU de dejar sin efecto la orden
del Juez Griesa de abonar la deuda en litigio a los fondos buitres.
La derecha y el sindicalismo opositor
La
oposición política no tiene una alternativa a los problemas de los
trabajadores y demás sectores populares explotados. Tampoco los
dirigentes sindicales opositores. Moyano y Micheli sólo hacen exigencias
al Estado: hay que derogar el impuesto a las ganancias sobre los
asalariados, hay que subir las jubilaciones hasta el 82% móvil, hay que
bajar el IVA de los alimentos. Muy bien ¿Y de dónde saldrá el dinero
para esto? Nada responden. Ni siquiera defienden aumentar los impuestos a
los ricos. Esto demuestra que son unos demagogos y carecen de un
programa alternativo. La verdad es que trabajan para otros y para sus
intereses burocráticos particulares.
Todos
los que convocaron el paro del 20 de noviembre y la movilización del 19
de diciembre tienen en su agenda la caída del gobierno, cada uno por
sus intereses propios. Los reclamos sólo son una excusa. Para el sector
de la izquierda que apoyó el paro, el gobierno de Cristina es un
gobierno enemigo, tan malvado como Macri o Menem. Su meta es un nuevo
Argentinazo que, mágicamente, los pondrá al frente del pueblo
movilizado. Los dirigentes de la CTA de Micheli desean la caída del
gobierno por sus intereses burocráticos particulares con la mente puesta
en un gobierno FAP-UCR, claramente patronal y a la derecha del
kirchnerismo, que les dé por fin el status legal que los equipare
en derechos a la burocracia de la CGT ¿Qué quiere Moyano? Un gobierno
débil (preferiblemente de la derecha peronista) sin la base de apoyo
popular y militante del kirchnerismo, para condicionarlo y así preservar
sus intereses de aparato, y con tropa propia en diputados,
gobernadores, etc. Barrionuevo y Venegas, vinculados más directamente a
la burguesía, quieren un gobierno del PRO o de la derecha peronista. Sin
las pretensiones políticas de Moyano, sólo quieren asegurarse sus
negocios empresariales y mantener su mano firme sobre el movimiento
obrero.
No dejarse ganar la calle, impulsar la movilización popular
La
actuación del gobierno de Cristina Fernández durante los tres meses
precedentes fue completamente irresponsable. Su negativa a convocar
movilizaciones populares para enfrentar el desafío de la reacción, le
entregó la calle a ésta, inflando desproporcionadamente su influencia
real en la sociedad. El ambiente generado por las movilizaciones
reaccionarias fue aprovechado por los jueces corruptos de la Cámara
Civil y Comercial Nº1 de la Capital Federal para prorrogar el 6 de
diciembre la orden cautelar que impide la plena aplicación de la Ley de
Medios hasta que un fallo firme avale la constitucionalidad plena de la
ley. Aunque se consiguió posteriormente un fallo en primera instancia de
un juez federal a favor de la constitucionalidad de la ley, esto deberá
ser confirmado todavía por un tribunal superior, seguramente la Corte
Suprema de Justicia.
Afortunadamente,
la movilización popular del 9 de diciembre puso las cosas en su sitio, y
junto al fracaso de las movilizaciones sindicales opositoras que no
hicieron mella en la mayoría de los trabajadores, revelaron la verdadera
correlación de fuerzas de clase, y es que el gobierno de Cristina sigue
contando con el apoyo mayoritario de los trabajadores y demás sectores
populares, y de la juventud.
Un
último intento reaccionario desestabilizador fue puesto en práctica los
días 20 y 21 de diciembre, para tratar de recrear los saqueos masivos a
supermercados en la etapa de hiperinflación de 1989 y en las jornadas
del Argentinazo en diciembre del 2001. Decenas de supermercados fueron
asaltados por sectores lumpenizados de las villas miseria en diferentes
zonas del país (fundamentalmente en Rosario, Bariloche, y zona norte del
Gran Buenos Aires) con gran profusión mediática, con el resultado de 4
muertos, con la idea lunática de reproducir la caída del expresidente De
la Rúa. Bastó la denuncia firme del gobierno de que todo fue armado por
la oposición –sobre todo después de revelarse de que una parte de los
detenidos en los desmanes pertenecían al sindicato de camioneros de
Moyano– para que estos saqueos cesaran por completo.
Lo
que se necesita es impulsar la movilización popular y sostenerla en el
tiempo, cuya iniciativa debe partir de las organizaciones de base del
kirchnerismo. De lo que se trata es de recuperar la calle y escindir de
la oposición de derecha a las capas bajas de la pequeña burguesía y a
los trabajadores políticamente más atrasados. Al mismo tiempo, hay que
romper las ilusiones en el "capitalismo nacional", abandonar cualquier
medida conciliadora con los grandes empresarios que solo contribuyen a
debilitar al gobierno y a crear dudas y vacilaciones en la base del
movimiento, y dar un giro decidido hacia la izquierda profundizando las
medidas que ya se han tomado
Nuestra posición hacia el gobierno kirchnerista
La
viabilidad de una corriente socialista revolucionaria se mide por su
capacidad para mantener el pulso sobre el movimiento de masas y de
interpretar de manera correcta general el ambiente y el sentir
mayoritario de la clase. Esto se concreta formulando las posiciones y
las consignas que en cada momento mejor conectan con el sector más
activo y representativo de los trabajadores y de la juventud, y les
ofrece una perspectiva de avance. Eso es lo que permite a una corriente
que se precie de revolucionaria avanzar o replegarse en el mismo sentido
de las masas y junto a ellas, y no a la distancia y en sentidos
opuestos, como acontece con los grupos sectarios. Tarde o temprano, esta
línea política correcta es lo que garantiza a esa corriente encontrar
un camino hacia las masas. De nada sirve un gran aparato y miles de
militantes si en los momentos decisivos de la coyuntura la línea
política se muestra equivocada o falsa, invalidada por los
acontecimientos o por el sentir de las masas mismas.
Ciertamente,
el gobierno kirchnerista no es socialista, ni lo pretende. Ha impulsado
medidas muy progresistas, otras insuficientes, y algunas francamente
regresivas que atienden los intereses empresariales. Pero si la
burguesía lo ataca no es por los puntos débiles de su política, sino por
los puntos fuertes a favor de los trabajadores y del pueblo en general.
Ahora bien, si cae este gobierno ¿qué alternativa hay? ¿Vendría un
gobierno más progresista o más reaccionario? Sin una alternativa de
izquierda enraizada en las masas, la caída del gobierno conduciría
inmediatamente a una alternativa de derecha. No es necesario ser
kirchnerista para darse cuenta de que constituye un aventurerismo
criminal empujar para derribar al gobierno y entregarle el poder a
nuestros enemigos directos de clase, como plantea insensatamente gran
parte de la izquierda. Basta mirar la política del intendente Macri en
la Capital Federal para entrever lo que significaría un gobierno de la
derecha: demolición de las políticas públicas de salud, educación,
entrega y saqueo empresarial e imperialista, represión policial,
espionaje, racismo, etc. Esta es la verdadera alternativa política que
preparan Moyano, Micheli, Barrionuevo y Venegas.
Por
eso, la Corriente Socialista Militante apoya todas las medidas
progresistas del gobierno y se posiciona firmemente contra esta
arremetida de la derecha, combatiendo junto al resto del campo obrero y
popular en la misma trinchera frente a la reacción.
¿”Capitalismo nacional”? No. Socialismo, Sí
El
capitalismo se basa en la explotación de la mayoría por una minoría que
vive del trabajo ajeno. Y la realidad es que, pese a los avances
habidos, la economía argentina es más dependiente que nunca del mercado
mundial y la crisis económica internacional está teniendo efectos. Por
eso estamos obligados a advertir que si la crisis se acentúa, el margen
de maniobra del gobierno se reducirá y deberá enfrentar el dilema de
avanzar sobre los privilegios, ganancias y derechos de propiedad de los
grandes empresarios y monopolios, o acometer políticas de ajuste contra
el pueblo trabajador.
También
debemos señalar que hasta las medidas más avanzadas del gobierno
encuentran limitaciones en su desarrollo y aplicación dentro del
capitalismo, al estar constreñidas, torpedeadas, y expuestas al boicot
por los intereses empresarios y la acción de los sectores reaccionarios
del aparato del Estado.
Por
eso toma urgencia la necesidad de construir una alternativa socialista
revolucionaria en el seno del movimiento obrero y popular,
principalmente dentro del movimiento kirchnerista en diálogo directo y
activo con sus bases, explicando pacientemente y oponiendo de manera
fraternal ideas, programa y alternativas frente a los intentos
imposibles de la dirigencia oficialista de recrear un capitalismo
“nacional” y “serio”.
Hoy
por hoy, no hay alternativa al movimiento de masas por afuera del
kirchnerismo. Y esto no es sólo mérito suyo, es también en parte el
resultado de las nefastas políticas de la izquierda, de Proyecto Sur y
de la vieja dirección de la CTA que, al mimetizarse con la oposición de
derecha, contribuyeron a convertir al kirchnerismo en el único baluarte
existente que ven las amplias masas para enfrentar la amenaza de la
reacción.
El
carácter dialéctico, contradictorio, del kirchnerismo, tiene un costado
que ofrece posibilidades a una tendencia marxista que no tenga miedo de
reconocer la realidad tal cual es. Y es que, al contener intereses de
clase irreconciliables en su seno, el kirchnerismo ofrece un punto de
apoyo para la intervención y participación de los marxistas en su
interior.
En
la etapa a la que ahora ingresamos, estas contradicciones van a
manifestarse con mayor fuerza y nitidez y, en determinado momento,
provocarán crisis y conflictos, polarizando el movimiento entre un ala
izquierda y un ala derecha, como sucede siempre en los movimientos de
masas en momentos de aguda crisis política y social.
La
tarea más apremiante es, por lo tanto, fortalecer y desarrollar una
corriente socialista revolucionaria que defienda de la manera más
consecuente una alternativa superadora del capitalismo, y que empalme en
determinado momento con ese ala izquierda futura del movimiento, para
construir una alternativa socialista de masas que barra con todas las
lacras de este sistema. Sumate a nuestra lucha.
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Cristina Fernandez repasó los logros del kirchnerismo
13-12-14 / 21:55
La mandataria dijo que el kirchnerismo "ha comenzado a construir la noción de igualdad en Argentina”
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó
hoy que “este proyecto político, desde 2003 con errores y aciertos, ha
comenzado a construir la noción de igualdad en Argentina”, al pronunciar
su discurso desde Casa de Gobierno tras el acto por los 31 años
de democracia ininterrumpida que se realizó en Plaza de Mayo hasta que
cerca de las 19 la lluvia interrumpió el festival artístico.
Desde el Salón de las Mujeres del Bicentenario de Casa de Gobierno en un mensaje transmitido en cadena nacional, la Presidenta señaló
que desde la asunción del presidente Néstor Kirchner “comenzamos a
construir el concepto de igualdad social, económico, político y de
género, que llena de contenido a la libertad y eso le da el verdadero
sentido a la democracia”, lo que generó uno de los pasajes más
aplaudidos de la jornada.
Cristina
exhortó también a los argentinos a “vivir todos los días con amor y
alegría” porque “hay un amor que une todo, que se torna colectivo, y con
ese amor a la Patria, el pueblo es invencible y la nación Argentina
será libre, digna y soberana” y manifestó que con ese “amor a la
patria”, el país logrará “autonomía política, igualdad social e
independencia económica” y cerró su discurso deseando un “feliz
cumpleaños a la democracia”.
A
su vez destacó que el gobierno que encabeza tiene "su proyecto
exhibido, con resultados, y no apela a una foto y el marketing", dado
que "el país es más que una foto y elegir un color", en referencia a las
propuestas de la oposición y destacó "la recuperación de YPF, de Aerolíneas Argentinas y el plan de vacunación más
importante que tuvo la historia", entre otros logros en el marco de los
últimos 11 años de gobierno, al señalar que "este proyecto no fue coser
y cantar".
En
ese sentido, sostuvo hoy que no le alcanzarían "dos cadenas nacionales
para enumerar todas las obras" de su gobierno y expresó su deseo de que
todos los partidos políticos "explicitaran sus proyectos" hacia el
futuro.
"Nuestro proyecto está explicitado", dijo la mandataria, y citó como ejemplos la aprobación de los Códigos Civil y Comercial y el Procesal Penal, la ley de matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, los planes Progresar, Procrear y Conectar Igualdad, y obras de infraestructura como Atucha, Yacyretá, caminos y redes de electricidad, entre otros.
No
obstante, Cristina subrayó que uno de los logros más importantes de las
gestiones kirchneristas es haber logrado "la participación de la
juventud en la política".
Asimismo,
subrayó que las candidaturas "son algo más que bonitas palabras" y dejó
en claro que se necesitan "hombres y mujeres identificados con
proyectos colectivos", al tiempo que pidió: "nadie me nomine a nada".
"Una cosa es la campaña, la fotito" y otras "hacer las cosas y que te reconozca la ciudadanía", añadió.
Durante
su discurso, la Presidenta subrayó que "antes venían con armas y
cañones, ahora vienen con las armas de la economía o el mercado" y
destacó que "hay una línea de conducción en toda la historia argentina
que nos hace ver que siempre hay dos proyectos país".
Asimismo,
la jefa de Estado reiteró el pedido a los opositores que “expliquen”
sus proyectos y consideró que “a lo largo de los 200 años de historia
hubo dos proyectos de país y esto no es sectarismo, sino saber de
historia”.
"Los
buitres están perdiendo algunas plumas", dijo Cristina al referirse a
la situación planteada con los fondos buitre que se dirime en los
tribunales de Nueva York y sostener la postura argentina.
Tras
finalizar su discurso, la Presidenta salió al escenario principal de la
Plaza de Mayo para saludar a los miles de manifestantes que aguardaban
después de la lluvia para escuchar su mensaje en el marco de la
celebración de la Democracia y del Día de los Derechos Humanos.
Fuente: Telam
LOGROS Y CUENTAS PENDIENTES DEL KIRCHNERISMO |
El
reconocido filósofo, lúcido pensador de la realidad política argentina,
se refirió en esta entrevista a los temas que el gobierno puso sobre el
tapete y que desvelan a la oposición: los Derechos Humanos, la Ley de
Medios, la Asignación Universal por Hijo, la estatización de las
jubilaciones. Marxista convencido, no le ahorró críticas, sin embargo, a
la izquierda dogmática del país y dejó fijada su polémica posición
frente a la militancia de los años setenta.
León Rozitchner
Por Tomás Forster
A
través de los relatos de su abuelo rabino llegado a fines del siglo
XIX, en las iniciáticas caminatas por el centro porteño, en la única
afiliación partidaria al Club Infantil Socialista, en su particular
vivencia durante los años del primer peronismo, en el arribo incierto a
la París de la posguerra para estudiar en La Sorbona, y luego en la
vuelta a estas pampas de la mano de la insoslayable experiencia de la
revista Contorno, León Rozitchner encontraría los cimientos de su
pensamiento y de su propia identidad.
Hombre de izquierda, abierto a múltiples influencias y referente de la articulación entre marxismo y psicoanálisis freudiano, Rozitchner rechaza las posturas congeladas que vociferan categorías anquilosadas y se ubica como un intelectual punzante con el que se puede seguramente disentir, pero jamás atribuirle posiciones oportunistas o autocomplacientes. Respaldado en sus cualidades de encendido y fértil polemista, pero, al mismo tiempo, poseedor de un inusitado espíritu reflexivo, este filósofo supera con holgura las ocho décadas pero no pierde las mañas. Y, como un reflejo de su vitalidad extraordinaria, analiza con vehemencia y pasión el actual proceso político. Partiendo del elogio mesurado a varias de las medidas impulsadas por ambos gobiernos kirchneristas, el autor de Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia y Perón: entre la sangre y el tiempo, se muestra escéptico frente a las nuevas formas de militancia que propició el oficialismo y afirma que “el peligro de caer nuevamente en manos de la derecha pasa por no apoyarse decididamente en las bases”. A su vez, como profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, sienta su posición sobre el conflicto educativo y cuestiona a Ernesto Laclau. –¿Cómo analiza la irrupción del kirch-nerismo? –Al kirchnerismo hay que situarlo evidentemente en la derrota del pueblo argentino que viene desde el apoyo que le dio al golpe militar, a la Guerra de Malvinas y a Menem. Esto constituye un derrotero que marca un fracaso político monumental. Todavía estamos en la dificultad que conlleva salir de esa destrucción. Entonces, ¿sobre qué fondo el kirchnerismo puede hacer una política de transformación? Con los desechos de la derrota del campo popular, bienvenida sea la aparición de este gobierno. En ese sentido, se abre tenuemente una posibilidad distinta que es fundamental pensarla a partir del campo de la política de Derechos Humanos. Cuando Kirchner hizo bajar el cuadro de Videla al jefe del Ejército, la Argentina sintió un respiro de liberación. Algo cambió en la subjetividad de cada uno de nosotros, dicho de otra forma, nos sacamos el terror de adentro. –¿Qué escenario habilitó aquel acto? –Se inauguró un escenario con otra subjetividad en lucha frente a la subjetividad derrotada, mezquina, que dejó el proceso militar y el neoliberalismo. Igualmente, hay que decir que habilitó, pero también cerró. Porque la idea de transversalidad política se dio siempre por arriba y nunca por abajo. Tendría que haber cambiado eso apoyado en una nueva construcción de poder popular. El peligro de caer nuevamente en manos de la derecha pasa por no apoyarse decididamente en las bases. –¿Con la movilización por la Ley de Medios y el matrimonio igualitario, no se evidencia una mayor participación política de la sociedad civil para lograr medidas inclusivas que en muchos casos se traduce en algún tipo de militancia? –La ley de matrimonio igualitario era importante promulgarla, porque era un reclamo de buena parte de la sociedad, pero me parece que es una medida que no va a conmover profundamente la conciencia aterrorizada de la gente que es necesario enfrentar y suscitar para movilizar a sujetos políticos. Sí es un dato interesante la derrota que sufrió la Iglesia con Bergoglio a la cabeza, que se tuvo que mandar a guardar. Y la Ley de Medios hasta que no se efectivice no puedo analizarla en profundidad y me trae más dudas que otra cosa. ¿Quién va a tener los medios? ¿Cómo hacés para que una comuna tenga un medio sabiendo que sin guita es muy difícil sostenerlo? Indudablemente, el debate que se está dando es muy interesante, pero me trae dudas lo que vaya a suceder cuando se ponga en vigencia. No obstante, la ley en sí la conozco y me parece adecuada. No es que uno se deshaga en críticas anticipadamente, sino que hay que poner el acento en cómo se va a llevar a cabo. Porque me podrá gustar o no el programa 6-7-8, pero no me gustaría una televisión 6-7-8. Tiene que haber una pluralidad de alternativas y, principalmente, tiene que quedar en claro que los que no tienen la palabra tienen que tomarla y no que suceda que otros hablen por ellos. –¿Qué otros logros valora del proceso vigente y cuáles son las cuestiones pendientes? –El haber recuperado las jubilaciones era elemental, porque el capitalismo financiero se había llevado hasta los ahorros de los trabajadores. Pero, por ejemplo, lo que está pasando con la medicina no se ha encarado. Las prepagas hacen lo que quieren, todo se tercerizó. En las cosas de la vida cotidiana, y con esto me refiero a los precios de los alimentos, la salud, y la calidad educativa, no veo que estemos avanzando. Todas las cosas positivas que realizó este gobierno pueden quedar truncas si no se desarrolla un apoyo popular a través de medidas que apunten directamente a las mayorías postergadas. –¿No coincide con los que sostienen que el kirchnerismo habilitó el retorno del debate político y generó una nueva mística militante? –Tiene que surgir una militancia que rompa con aquella militancia setentista que llevó al fracaso al campo popular. Hay formas nuevas y grupos que no están incluidos en los lugares tradicionales y que están militando de otros modos. Pero eso no está integrado porque es como si hubiera un corte entre lo abajo-abajo y lo abajo creado por el arriba. Faltan más medidas que interpelen no por la palabra, sino por los hechos, incorporando concretamente a los excluidos. –¿La Asignación Universal por Hijo no es una decisión que busca revertir la situación de los postergados? –Es muy positiva, pero la inflación se la come. Es una medida tomada de arriba hacia abajo, pasiva, que no exige una presencia activa de los sectores populares. Y no por decir esto uno se convierte en antikirchnerista ni mucho menos. –¿Teniendo en cuenta la importancia de la estructura del PJ en el armado kirchnerista, el oficialismo puede integrar y representar a los sectores no peronistas de cara a las próximas elecciones? –No puedo afirmar nada de acá a un año, porque pueden pasar muchas cosas que cambien lo que está pasando. Lo que en este momento se percibe es un clima de creciente apoyo hacia el gobierno y una oposición que está perseguida y no sabe qué hacer para encontrar el punto que la unifique frente a la iniciativa constante que muestra el oficialismo. La relación de la sociedad con el gobierno se revitalizó, pero siguen faltando los pilares sólidos que hagan más resistente a este proceso. Uno lo que pide, finalmente, es que este gobierno profundice realmente sus políticas. –¿Cómo ve a la oposición de centroizquierda que lidera Proyecto Sur? –Tengo simpatía por Pino Solanas. Pero su encono feroz contra los Kirchner no le resulta en lo más mínimo. Verlo en el programa de Grondona, riéndose, la verdad que me revolvió el estómago. Es lógico que Pino utilice los medios masivos para divulgar su mirada, pero no que se sonría ni festeje los chistes de sus peores ejemplares. No es contradictorio enlazarse con ciertas fuerzas que está movilizando el kirchnerismo. Es un error político tomar al oficialismo como principal adversario. A Sabbatella sí lo veo en esa senda, dentro de lo que puede y sin tener el alcance nacional que tiene la figura de Pino. Lo veo como un tipo que está luchando. –¿En qué difieren y que tienen en común las movilizaciones de los estudiantes secundarios y los universitarios? –La izquierda universitaria siempre desplazó las energías hacia fuera de la universidad, sobre un campo que no le correspondía, porque sacaba a la gente del ámbito universitario perdiendo su propia base de afirmación para hacer algo que les quedaba grande. Hoy, los pibes están haciendo su primera gran experiencia después de muchos años, luego de la lucha contra la Ley de Educación Superior que impulsaba el menemismo. El discurso de la izquierda dogmática ya no corre, es absolutamente ineficaz. Aun definiéndome como marxista, no estoy de acuerdo porque ese es un marxismo vulgar, puramente economicista. Achican todos los problemas. Las agrupaciones universitarias están en un lenguaje meramente partidista y no incluyen al actor estudiantil en su conjunto. En cambio, a los chicos del secundario, con toda su inexperiencia a cuestas, los veo más conscientes del lugar del estudiantado. Por algo son los que vienen impulsando esta ola de movilizaciones y tomas. Pero en la facultad veo indiferencia, y rechazo hacia las prácticas de buena parte de las agrupaciones dominantes y desinterés teórico por los problemas políticos y sociales. Obviamente que los docentes también tenemos que hacernos cargo de esa situación. –¿Es posible pensar en una nueva cultura política de izquierda en el momento político que vive Latinoamérica? –Van surgiendo formas atípicas y alternativas a las que imponen los centros del sistema, sobre todo en los países cuya cultura aborigen fue sojuzgada por el imperialismo cristiano, pero aún sigue siendo un actor con mucho peso en la actualidad. Bolivia, Ecuador, un poco Venezuela, son reflejo de eso. La izquierda perdió el rumbo cuando se olvidó el problema de nación. Ahí perdió el sentido del materialismo histórico, porque si hay algo que define la pertenencia de un ser humano a un colectivo es el espacio terrestre que ocupa como propio. Ellos se manejan todavía con categorías de derecha, como si el nacionalismo fuera algo simplemente etéreo y no tuviera nada que ver con su verificación en la terrenalidad que lo sostiene. No hay internacionalismo que no provenga de un lugar nacional. Vos no podés sostener una idea internacional si no tenés una base firme nacional de apoyo. Esta izquierda actual, poblada de sectas, sufre un idealismo absurdo. –¿El concepto de populismo es un significante vacío en constante litigio, como asegura Ernesto Laclau, o es una categoría irrecuperable? –Laclau es un fenómeno llamativo. Cae parado como el intelectual que le baja línea al gobierno pero no lo podés tomar en serio. El libro sobre el populismo (La razón populista) se basa en descripciones de momentos históricos a los que llama populismo, porque están caracterizados por fuerzas mayoritarias que acompañan un liderazgo fuerte. ¿Con eso hacés una teoría? No me interesa Laclau, que puede ser explicado como en el campo del espectáculo en el que aparecen Tinelli o Mirtha Legrand. El populismo se convirtió en una categoría despectiva, difícilmente recuperable. Al definir a las experiencias actuales latinoamericanas como populistas me parece que se las limita y quedan congeladas en sus posibilidades de desarrollo. –¿Con qué intelectuales le interesa polemizar e intercambiar posturas? –Y a esta altura… sólo con mis amigos. Con Horacio González, Eduardo Grüner, Ricardo Abduca, Alejandro Horowicz y algunos amigos jóvenes que tengo –Cristian Sucksdorf, Diego Sztulwark–, con los que encontré una perspectiva de la realidad mucho más inteligente y libre. Me interesa la gente conmovible, con la que se puede discutir y que esté dispuesta a la charla de buena leche. Los inconmovibles, en general apóstoles de la derecha patética, allá ellos. http://tiempo.elargentino.com - 260910 |
EN TODA NUESTRA AMÉRICA SUCEDE LO MISMO...
lunes, 8 de octubre de 2012
COLOMBIA: Los Atropellos de la Gran Minería en los gobiernos de Uribe y Santos
17/09/2010
Pésima la auditoría
Miren lo que dice Contraloría. Voy a leer textualmente: "Ingeominas no ha realizado desde el 2004, cuando asumió sus funciones de Autoridad Minera delegada una evaluación sistemática y pormenorizada del contenido contractual de cada uno de los contratos clasificados como de Gran Minería, así como de los proyectos de interés nacional PIN". No ha hecho una revisión sistemática de cada uno de los contratos, entre otras cosas para saber si se renegocian, o si no se renegocias, en qué términos, etc. Y agrega: "Lo cual dio lugar a incumplimientos de cláusulas contractuales y términos de ley, así como deficiencias en la constitución de pólizas y amparos, situación que a la fecha no se ha subsanado a pesar de las observaciones de la CGR". Este es un cargo de una gravedad inaudita. Lo que está diciendo es que Ingeominas no conoce de verdad los contratos que se supone está auditando y en ese sentido los auditados tienen la posibilidad de hacer lo que les convenga. Y continúa: "Ingeominas como autoridad minera no ha efectuado un estudio de carga laboral que permita contra al servicio minero, y en especial a la Subdirección de Fiscalización y Ordenamiento Minero, SFOM, con el número adecuado y los perfiles requeridos de sus profesionales para desempeñar a cabalidad y suficiencia las labores de seguimiento, control y fiscalización de los contratos de gran minería, así como de los denominados proyectos PIN", lo que implica que "un contratista o un funcionario deba atender varios contratos a la vez". Esto es bien prosaico. El número de funcionarios que tiene Ingeominas para hacer la vigilancia es demasiado pequeño frente al número de contratos, contratos bien complejos, redactados además para que nadie los entienda. Con franqueza debo decir que estos abogados de minas son expertos en redactar contratos que nadie entienda para que cada párrafo se vuelva una discusión y una interpretación y un lío. Ingeominas, según entiendo, cuenta con algo así como con doce funcionarios para cumplir la tarea, una locura. No es posible hacerla con rigor y con seriedad, y es la plata de la nación.
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8 comentarios:
Eso es cierto con esto no basta y todo el esquema parece atado con alambre, pero tambien es cierto que la extrema debilidad de la izquierda, su mezquindad y dogmatismo, su sectarismo extremo y su burocratismo no puede ser atribuido al Kirchnerismo ,sino a sostener posiciones solo entendibles a la luz de intereses puntuales, casi como de mantenimiento de "quintitas"
en algunos casos como en el PCR o el PST actuaron directamente de la mano de la reaccion mas negra y no merecen ni consideracion.
Con el mundo socialista implosionado,¿ que se pretende que se levante la dictadura del proletariado?
Si miro el 2001 ,si recuerdo la decada del noventa me parece que hemos dado pasos enormes y negarlos en nombre de purismos me parece de ciegos.
he meditado alrededor de esto
http://poesiayramosgenerales.blogspot.com.ar/2012/05/desarrolismo-social-las-pelotas.html
Uso, n lenguaje un tanto florido en cuanto a adjetivaciones a ciertas izquierdas a las que he pertenecido
no se sienta Ud aludido porque al leerlo y lo hago desde hace rato, caigo en cuenta que no es portador de dogmatismos "religiosos"
Yo creo que la izquierda no-kirchnerista debería tener una posición de respeto para organizaciones como el PC, que por ejemplo se manifestó claramente en contra de la ley antiterrorista. Me molesta la actitud sectaria que mantienen algunos (como el PO y el PTS) frente a todo lo que consideran "reformista", "centrista", etc. Estos partidos están constantemente delimitándose de todo. Tienen miedo de coincidir con alguien. Si ven que alguien dice lo mismo que ellos, enseguida escriben algo marcando las diferencias. Yo creo que cuando aparecen planteos kirchneristas como las críticas a la Ley antiterrorista de Carta Abierta, del PC o de las organizaciones de derechos humanos, lo que hay que hacer es confluir con ellos. No decir: "Ah, se oponen a esto, pero apoyan todo lo demás...". Un graffiti del Mayo francés era: "Pensar juntos no. Empujar juntos sí". Habría que avanzar en eso, pero claramente desde el Frente de Izquierda (FIT) no se puede hacer. Por ese lado, yo diría que la vía está cerrada.
Por otra parte, creo que tendríamos que pensar qué es lo que se puede hacer con el peronismo. Hay gente que dice que la identidad peronista, en Argentina, es ya inevitable, algo que no se puede modificar, algo a lo que la izquierda tiene que adaptarse. Digamos, es el planteo de la izquierda peronista en los '60 y '70, con Cooke que decía que el peronismo es la forma que asume la lucha de clases en nuestro país. Sea esto cierto o no (para mí en los '90 y en el 2001 hubo un quiebre fundamental en la identidad peronista, tanto que no sé si podemos hablar de continuidad), habría que pensar la posibilidad de que el peronismo (de centroizquierda, como La Cámpora) se radicalice, por ejemplo, después de 2015 (dependiendo de lo que pase). Es algo que habría que analizar, yo opino dos cosas: por un lado, me parece que la identidad peronista puede radicalizarse mucho más que como está hoy en día, me parece que da para más; pero por el otro, creo que un problema de estas organizaciones es su verticalismo, el concebirse simplemente como la defensa de Cristina y nada más, el no tener iniciativa propia, el pensar que todo tiene que ser decidido desde arriba. Me parece que eso es un error tremendo, pero que, si estas organizaciones rompieran con eso (aunque no sé qué tan posible es) se abriría un camino para una mayor radicalización.
Por último, Atilio, si bien no entra dentro de la "izquierda marxista", ¿dónde ubicarías Proyecto Sur?
Saludos.
Tomemos en cuenta la posición de un neomarxista o marxista que no hace la vista gorda en cuanto a los avances de Justicia Social del kirchnerismo (un marxista realista):
La defensa que se podría hacer desde aquí a su posición actual en el terreno político argentino, es que la intransigencia de los partidos de la izquierda "más radical" ayudó, "sirvió" justamente a ese corrimiento a la izquierda y que, de aggiornarse o integrarse al modelo, la tensión ausente sería un motivo para el estancamiento del gobierno en tal sentido.
Tomo esta idea como potencialmente cierta. Ahora: ¿es suficiente el rol (presunto) enunciado? ; ¿No sería posible una izquierda más participativa y, por lo tanto, capaz de convertirse en una alternativa política en caso de pervertirse el modelo? y, en el peor de los casos, ¿Cuán real es la influencia ejercida por esta izquierda en ese movimiento hacia la equidad?.
En este contexto, a mi criterio la izquierda debería empezar por reconocer al kirchnerismo como actor transformador (independientemente del potencial), como movimiento ubicado muy a la izquierda de la media argentina y, principalmente, como partícipe del mismo cambio, entendiendo que el enemigo es la falta de radicalización de ese gobierno (que lo podran tildar de tibio) pero no el gobierno en sí (resulta fundamental tomar en cuenta, para esto, la tranformación "tiempista" que desarrolla el gobierno: está claro que los grandes cambios han sido llevados a cabo con cierta periodicidad, tomando en cuenta el momento que se cree necesario para ello pero yendo siempre en un mismo sentido (salvo raras excepciones como la ley antiterrorista mencionada)). Y aquí reside el pragmatismo que entiendo fundamental para revitalizar el pobre papel de la izquierda: si no se admiten los cambios realizados como así también lo utópico que resultaban esos cambios previamente, cualquier posición que se tome va a resultar cuanto menos oportunista para el observador.
Así las cosas, según mi punto de vista una realmente transformadora y participativa izquierda (en el contexto Actual) debería seguir corriendo al gobierno mediante las sanas críticas, pero también buscar un trabajo conjunto capaz de definir políticas (y los medios para lograrlas) prácticas para profundizar la justicia social, con objetivos precisos que le muestren a la sociedad que es realmente el objetivo de la izquierda trabajar en ese sentido y, a la vez, que muestre (o deje en evidencia) la inclinación (o la falta de importancia) que el gobierno kirchnerista le da a la equidad.
Propondría políticas con fines prácticos, con fechas claras y objetivos precisos que, repito, aunquesea le den la posibilidad de criticar a una izquierda anémica, o, en el mejor de los casos, de rectificarse y encontrar en el trabajo transformador conjunto (aunque con posiciones divergentes) un medio eficaz en un contexto diferente.
Un saludo grande y, de manera ilustrativa, un fragmento de una canción
Y, mientras tanto, los santos
de causas perdidas discuten verdades,
armados con su piolet se confunden de enemigo.
Mientras, en la calle,
un rumor de alas batiendo exige su voz,
una voz diferente.
Meciendo en la red utopías
pregunta y disiente.
Saludos!