Osmán Morote y Margot Liendo: prisioneros políticos todavía en el Perú antipopular

Publicado: 24 junio, 2013 en América LatinaDerechos humanosEconomíaFascismoLucha obrera
acertada y sabia frase
Mucha literatura abunda sobre la historia del grupo armado de ideario maoísta Sendero Luminoso, y es muy fácil adjudicarle etiquetas peyorativas si no entendemos el contexto en que surge el uso de la violencia revolucionaria en Perú, uno de los países latinoamericanos en que se registra una vergonzosa desigualdad social aun habiendo una extraordinaria riqueza de recursos naturales. La Patria de Mariátegui no ha descollado por una oligarquía propensa al diálogo con las clases trabajadoras nacionales, más en concreto con el campesinado, que acumula hasta el día de hoy una larguísima serie de demandas que no se han visto satisfechas, ni siquiera con el actual y ambiguo Presidente de la República, Ollanta Humala, quien de manera progresiva se acerca a la poderosa maquinaria de la gran empresa peruana en perjuicio de las aspiraciones de los colectivos que más necesitan ver colmadas de una vez sus legítimas pretensiones.
No es lo más importante buscar la justificación del modo de operar del PCP-SL, ni darle vueltas a la cabeza para comprender por qué Estados Unidos y la Unión Europea consideran “terrorista” a la organización fundada por el malogrado Abimael Guzmán a finales de la década de 1970. Los conflictos armados internos no son, como acostumbra a decir la burguesía, causados por grupos “radicales y subversivos” que no aceptan el orden de cosas impuesto por la clase dominante explotadora, sino al contrario, es la lucha armada y bien organizada consecuencia de una situación de injusticia realmente insostenible.
Los asuntos a los que hace referencia el título de esta entrada constituyen, más allá de meros enfrentamientos ideológicos, ejemplos de abuso de poder por los gestores de una determinada economía, con toda su superestructura política y judicial, siempre acompañada (in)moralmente de los grandes medios de comunicación corporativos, que sirven sin subterfugios a intereses no mayoritarios.
Después de cumplida una sentencia (efectiva, además) de 25 años de privación de libertad por los hechos de guerra (reconocida por todos o no) interna en el Perú, los reclusos, que para no pocos merecen ser tenidos por presos políticos, Osmán Morote y Margot Liendo, deberían estar en la calle de acuerdo con las leyes peruanas.
La derecha peruana, que se parece una barbaridad a la colombiana, por boca del Primer Ministro Juan Jiménez, pronunció el pasado verano del año 2012 un discurso cargado de prejuicios y demonización de sus enemigos de clase conscientes y combativos. A nombre de la apenas convincente lucha contra el “terrorismo” y el “extremismo” nace o renace en tiempos recientes una declaración de principios fascistoides emanada de los que gobiernan la nación andina etapa tras etapa, se pongan el disfraz y las siglas que se quieran poner.
El mentado Jefe de Gobierno añadió ese mismo 2012 que los suyos estaban trabajando una ley de custodia de seguridad que iba a permitir que las personas que saliesen de prisión condenadas por infracciones penales de terrorismo podrían tener algún tipo de seguimiento. A todo ello añadió que el número 2 de Sendero Luminoso estaría saliendo de establecimiento penitenciario en el mes de junio del año siguiente, o sea, en el presente año de 2013, y que, complementariamente, se iban a adoptar todas las medidas orientadas a garantizar la seguridad de la población.
Lo cierto es que el mensaje enviado desde las más altas instancias ejecutivas peruanas contenía una doble falsedad: por una parte, Osmán Morote no ese “número dos tan peligroso y alarmante”, y, por otra, se estaban criminalizando ideas, no inexistentes tentativas de delito.
Hasta tal punto se implementaba esta macabra cruzada, que, en última instancia se perseguía y persigue la expresión de ideas anticapitalistas en todos los ámbitos, incluido el universitario, una evidencia más de cómo corrompe el término “democracia” una élite corrompida por el dinero y las ganas de reproducir un sistema que sólo le beneficia a ella con la complicidad del capital transnacional. De ahí que la Presidenta de la Comisión de Justicia del Congreso peruano, Marisol Pérez, defendió la prolongación de la estancia en la cárcel para Osmán Morote y otros “terroristas” por su condición de “asesinos”. Tal tipo de valoraciones podría lograr diez tristes años más sin excarcelación para Morote, del cual se intenta demostrar una supuesta autoría criminal mediata.
Sin embargo, incluso un congresista fujimorista, y, por lo tanto, no sospechoso de filocomunismo, Octavio Salazar, había dicho en diciembre del año pasado: “Si han cumplido su condena, no podemos estar creándoles otros delitos. Sólo nos queda aceptar”. Pero crearon un caso como el Soras, plan político ultrarreaccionario para coartar libertades e imputar delitos de lesa humanidad que en más de dos decenios no han sido capaces de probar. El caso Soras, relativo a los sucesos acaecidos en Ayacucho el 16 de julio de 1984 debería ser archivado definitivamente, según el abogado de Sendero Luminoso, Manuel Fajardo.
Los paladines de la represión desmesurada, en el colmo de la indecencia antidemocrática, están solicitando un castigo de veinticinco años contra unos acusados que cumplieron veinticinco años entre rejas. La obscena derecha no se detiene ahí y pervierte el Derecho mismo al argüir que Osmán Morote es un “peligro” para la sociedad peruana por considerarse a sí mismo un preso político.
Osmán y Margot padecen a todas luces los golpes retorcidos de una oligocracia temerosa de quienes hagan sombra a sus proyectos de dominación en una tierra que pertenece en verdad al hostigado pueblo del Perú.
Veinticinco años efectivos en prisión lo han sido de torturas, de absoluto aislamiento y de pésimas condiciones de vida, ya que a causa de la carnicería perpetrada en el penal de Castro Castro en 1992, tanto Morote como Liendo fueron mal atendidos sanitariamente.
La llamada guerra popular concluyó en 1993 y es hora de cerrar un capítulo y de abrir otros para la obtención de necesarias soluciones para los problemas estructurales que aquejan a la inmensa mayoría de la sociedad peruana. La persecución política estatal no es admisible y las revoluciones no pacíficas resultan irreprochables cuando otras opciones no están al alcance de los oprimidos.
SI QUIENES HAYAN LEÍDO ESTE MATERIAL SE SIENTEN SOLIDARIOS CON LOS COMUNISTAS, CON LOS REVOLUCIONARIOS Y CON EL PUEBLO Y, EN CONSECUENCIA, SABEN QUE NO ESTÁN INTOXICADOS POR LOS MENSAJES MANIPULADORES DE LAS FUERZAS CONTRARIAS A LA JUSTICIA A FAVOR DE LAS MASAS TRABAJADORAS Y EXCLUIDAS DE TOMAS DE DECISIONES QUE LES AFECTAN, DEBEN REDIFUNDIR LO QUE CONOCEN ACERCA DE LOS CASOS AQUÍ EXPUESTOS.
¡INMEDIATA PUESTA EN LIBERTAD DE LOS PRESOS POLÍTICOS OSMÁN MOROTE Y MARGOT LIENDO!
YA HA SIDO SOBRADAMENTE LARGO E INJUSTO EL SUPLICO AGUANTADO POR ELLOS.
osman morote
margot liendo