lunes, 4 de diciembre de 2023

¡¡¡Yo tambien ME DECLARO REBELDE!!! CANCION De EL JUGLAR DE LA LIBERTAD Basada en el POEMA del compa Vicente Zito Lema.


























"EL PELUCA Y LA MILICA

2 GORILAS HACIENDO ESTRAGOS   

TUMBA Y CARCEL DE LOS DERECHOS DEL PUEBLO


 CANTATA POPULAR, Siniestro cuento neoliberal

 NEO LIBERA  LITO  y LA MATRIX  R E C A R G A D A 

 Ascenso al poder,  descenso a los infiernos  









 1RA PARTE 

de la TRILOGIA LIBERAL

 ANTI POPULAR: 

  "LA REPUTISIMA  SANTISIMA     TRINIDAD DEL MERCADO":   

 En el nombre del fraude, del fisco   

  y los esclavos unidos, ok.  


1. Ajuste, deuda e inflación.

2. Saqueo, mentira y represión.    


3. Desinformación, mafia y corrupción.  








(Con la MUSICA de TE RECUERDO AMANDA de VICTOR JARA)

YO 

TAMBIEN

¡¡¡ME DECLARO REBELDE!!! 

CANCIÓN MILITANTE ARGENTINA

de Francisco Alvero EL JUGLAR 

DE LA LIBERTAD


 

Basada en la frase del POEMA 

del compa

Vicente Zito Lema. 

 


 I


Si el mandato en las urnas 

es vivir pa' la muerte 

me declaro rebelde

me declaro... rebelde.


 Lo dijo Zito Lema,

El poeta insurgente

Igual que el compañero

me declaro... rebelde.


Rebelde, rebelde, me declaro rebelde 

   Ayer, mañana y siempre, 

Si los neoliberales 

han vuelto nuevamente.


Me declaro rebelde

Me declaro rebelde

Yo tambien obviamente

Me declaro rebelde

Si este triste presente,

Es de llanto y de muerte.


 II    

Le cuidaré la espalda,

A quien caido esté,

Le tenderé mi mano

Lo abrazaré también.


Voy a subir al pueblo,

que no baja los brazos,

Y a levantar mi guitarra  

Para luchar con él.


Con él, con él , con él, con él

Porque somos un cuerpo

30 mil veces abierto   

pero somos un cuerpo


Un cuerpo latiendo...

Un cuerpo sufriendo...

Un cuerpo y un alma...

Un alma y un pueblo

Un pueblo valiente,

que va a florecer.



Vicente Zito Lema,

El poeta insurgente

Como vos me declaro

me declaro... rebelde














 





 

 

  Resumen Latinoamericano tv: Vicente Zito Lema no murió se multiplicó 7 diciembre, 2022 

Resumen Latinoamericano 7 de diciembre de 2022

Programa de Resumen Latinoamericano tv, donde homenajeamos al poeta y militante revolucionario Vicente Zito Lema, recientemente fallecido. Rescatamos el testimonio del pasado 24 de marzo de 2022, donde aborda el horror de la dictadura argentina, y la actualidad.





 
LUNES 5 DICIEMBRE 2022  

Murió el escritor, abogado y luchador por los derechos humanos Vicente Zito Lema


El abogado, dramaturgo, periodista y docente Vicente Zito Lema, defensor de algunas de las víctimas de la Masacre Trelew, fundador de la Universidad de la Madres de Plaza de Mayo e integrante de la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU) junto a Julio Cortázar y David Viñas, falleció anoche a los 83 años en su casa del barrio porteño de Flores, confirmaron sus familiares, quienes indicaron que estaba afectado por un cáncer desde hacía unos meses.

Dramaturgo, abogado, periodista, poeta, docente, hincha de Racing y fundador de dos universidades populares: hombre de múltiples oficios terrestres, Vicente Zito Lema fue discípulo de Enrique Pichón-Rivière, creador de la psicología social e impulsor del psicoanálisis en América Latina, con quien armó la primera cátedra de estudio de los mecanismos de creación artística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Fue también artífice de revistas culturales como Liberación -donde colaboró junto a Julio Cortázar y Rodolfo Walsh-, Nuevo Hombre, y la mítica Crisis, en la que participó junto con Eduardo GaleanoHaroldo Conti y Federico Vogelius.

Zito Lema plasmó una obra multifacética, con decenas de publicaciones en el campo de la poesía, el teatro y la filosofía, con especial anclaje en el periodismo, en donde a partir de la década de los 60 participó de numerosos proyectos que dejaron huellas en la cultura popular.

El docente, escritor y poeta deja como legado publicó una treintena de libros, entre teatro, poesía y psiconálisis, como "Lengua sucia", "La pasión del piquetero", "Los manifiestos de la locura", "Belleza en la Barricada", "Gurka", y "Conversaciones con Enrique Pichón Rivière", entre otros. textos dedicados a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Rodolfo Walsh, Agustín Tosco, Paco Urondo, Haroldo Conti y Eva Perón.

El multifacético hacedor, nacido el 14 de noviembre de 1939, se desempeñó en 1972 como el representante legal de los familiares de varios de los fusilados en la Masacre Trelew, una experiencia que documentó en su libro “Trelew. Una ardiente memoria”, donde recopila testimonios, fotos, dibujos, poemas y textos en prosa que incluyen obras de Cortázar, Bayer y Urondo.

En 1976 fue perseguido por la dictadura cívico militar y debió abandonar el país en 1977. Fue itinerando por varios países europeos hasta que marchando a Europa se radicó en Holanda. Durante sus actividades en ese período se destaca el haber conformado la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU) junto con otros intelectuales como Julio CortázarDavid Viñas y Eduardo Luis Duhalde, entre otros.

Durante el exilio escribió también "Mater", una de las primeras obras de teatro sobre los desaparecidos y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. “Los que sobrevivimos a esa época tuvimos que construir otra historia. Ni mejor ni peor, otra. Habíamos muerto y de pronto estábamos vivos. En la tierra del exilio, con tragedia. O en la tragedia, otro exilio. Y aquí nuestra memoria. Y aquí otra vez, esperando que amanezca para ver si seguimos vivos. Salvarnos es saber de pestes”, escribió alguna vez.

Uno de sus poemas más renombrados se titula precisamente “Desaparecidos”, que en uno de sus tramos dice: "Ese hombre esa mujer atados traspiran mucho/respiran mal/la pesadumbre el miedo/se ahogan/tiemblan/En ese mismo momento sucede/en el mundo la belleza/encuentros fortuitos /deseados/ los instantes perpetuos de la vida". Y prosigue: "Todo el cielo es una sinfonía de promesas/ Pero ese hombre esa mujer no tienen rostro/ni ojos ni oídos para las glorias/Se abre una puerta/A sus espaldas queda la ciudad del corazón dormido/Una ciudad vencida/Los secretos del crimen del horror se repiten en voz muy baja".

A su regreso al país, tras la recuperación de la institucionalidad democrática, se puso al frente de un nuevo emprendimiento independiente, la revista Fin de Siglo, junto con el periodista Carlos Aznarez. Pero nunca dejó de publicar textos de teatro e impulsar talleres de escritura, periodismo y dramaturgia.

En el año 2000, Zito Lema concreta otro de los hitos de su trayectoria con la fundación de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de la que fue su rector hasta 2003. Siete años después encara otra experiencia inédita: la Universidad de los Trabajadores, en la fábrica recuperada IMPA.

 

Con numerosos Honoris Causa, como los otorgados por la Universidad Nacional de Río Cuarto y la Universidad Nacional de la Patagonia, Zito Lema recibió en 2014 el premio Rosa de Cobre la Biblioteca Nacional. En los últimos años tuvo a su cargo una cátedra de arte en el departamento de Historia de la Universidad Nacional de Avellaneda y había desarollado su Teoría de antropología teatral poética, que se extiende a la dirección, la actuación y la dramaturgia.

El año pasado había lanzado su última obra, "Peste y memoria", un texto con ilustraciones de Luis Felipe Noé que se construye como una bitácora de los tiempos de encierro pandémico, a través de un registro que entrelaza la locura, el sufrimiento y el amor. “Sufrí viviendo, la realidad, pero después aparece ese proceso que bien sintetizaba mi maestro Enrique Pichón-Rivière, que es pasar de lo siniestro a lo maravilloso. De eso se trata. En el caso de la pandemia, de los desaparecidos, del rencor de esta sociedad, me meto con lo siniestro, y no porque lo siniestro sea lo único que existe, sino porque también existe. No hay alegría más grande que las pasiones alegres, pero las pasiones tristes también están: la pulsión de vida, tan fantástica, convive a la par con la pulsión de muerte”, decía en aquella oportunidad.

En septiembre pasado, Zito Lema había participado en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) de la última edición del libro "La Patria Fusilada", escrito por el periodista, escritor y militante Francisco "Paco" Urondo, que narra los hechos sucedidos durante la "Masacre de Trelew" en la voz de sus tres sobrevivientes, en el marco del 50° aniversario de ese hecho.

Fuente: Agencia Télam y propias

 


Vicente Zito Lema conversando con Alfredo Grande

Vicente Zito Lema conversando con Alfredo GrandeVicente Zito Lema conversando con Alfredo Grande

(APL) Este diálogo público y abierto será la primera actividad del flamante espacio “Trinchera Cultural, arte en resistencia”. En la misma jornada también se realizará un conversatorio sobre Poesía y Micro Relato del que participaran: Sonia Almada, directora de “Aralma” y coordinadora general del “Congreso Violencias hacia las niñas, niños y adolescentes”; Soraya Ciancio, poeta, psicóloga (UBA); Juan Fonrouge, poeta, estudiante de Música en el espacio Memoria y Derechos Humanos y Conrado Yasenza, poeta y director de la Tecl@ eñe, Revista Digital Cultura. “La entrada y la salida serán laicas y gratuitas”, afirman los organizadores. La cita es el sábado 3 de junio en La Clac, Avenida de Mayo 1158, Caba, a las 18 horas.


Por un reformismo revolucionario intransigente

Lenin dijo alguna vez que las reformas son algo demasiado importante como para dejarlas en manos de los reformistas. ¿Es posible romper la antinomia perversa entre realismo pragmático al servicio del orden capitalista y revolucionarismo testimonial?

En un texto célebre –Crítica al programa de Gotha-, Marx diferenció dos etapas del socialismo. La primera, recién salida del mundo capitalista burgués, sería transicional y se regiría por la máxima “a cada quién según su trabajo”. La segunda, con el comunismo ya realizado, se regiría por la máxima “de cada quien según su capacidad, a cada quién según su necesidad”. Poco después, los partidos obreros marxistas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX solían distinguir entre un programa mínimo y un programa máximo. ¿Se relaciona el programa mínimo con la primera fase del socialismo y el programa máximo con la segunda? La respuesta es negativa: tradicionalmente, por programa mínimo se entiende las reivindicaciones inmediatas dentro del capitalismo. A simple vista, pues, no tendríamos dos, sino tres programas: uno mínimo (reivindicaciones dentro del capitalismo), uno máximo (el comunismo) y uno de transición (el socialismo en su primera fase). Pero, para complicar aún más las cosas, en algún momento se empezó a hablar de un programa de transición en un sentido diferente: en la tercera internacional y, sobre todo, en la tradición trotskista, se lo pensó como un programa destinado a plantear demandas en apariencia mínimas o defensivas, pero que entrañan potencialmente una ruptura con el capitalismo por su incapacidad (absoluta o relativa) para concretarlas.

El programa elaborado por Trotsky en 1938 no estaba exento de problemas. Uno de los principales es que partía de una premisa que -hoy está claro- era errónea: que las fuerzas productivas han dejado de crecer desde 1914. De esta premisa se derivaba el corolario de que no habría ninguna mejora sustancial que el capitalismo pudiera otorgar. El drama del programa de transición es que el capitalismo (sobre todo ente 1945 y 1975) ha podido dar mucho de lo que el programa sostenía que no podría conceder: reforma agraria, democracia, aumentos salariales (en algunas situaciones), mejora de las condiciones de vida, expansión del consumo, etc. Otro problema es que originariamente fue formulado en un tiempo de crisis descomunal a escala planetaria (vísperas de la Segunda Guerra Mundial), con la perspectiva de grandes convulsiones y rápidos virajes políticos; lo cual no fue el caso, en general, luego de 1945, en especial en los países industrializados. A partir de la crítica al programa de transición elaborado por Trotsky en 1938, algunos agrupamientos e intelectuales marxistas (como Rolando Astarita) han planteado la necesidad de retornar a la vieja distinción entre programa mínimo y máximo, desechando el programa de transición. Sin embargo, no parece viable que el socialismo revolucionario pueda desafiar seriamente al capitalismo si queda escindido entre la defensa práctica de demandas mínimas, y un programa máximo postulado para el día de San Jamás en que al fin se haga (¿cómo?) la revolución. Esto desemboca casi inevitablemente en un sindicalismo o reformismo de hecho, y una retórica revolucionaria para los días de fiesta (como sucediera con la socialdemocracia histórica). No veo, por consiguiente, otra alternativa que propugnar algún tipo de programa de transición, pensado para hacer crecer a las fuerzas socialistas, colocarlas ante la posibilidad cierta de acceder al poder, y dar los primeros pasos en un sentido socialista una vez en el gobierno.

Es necesario, pues, analizar seriamente y discutir con rigor la problemática de un programa de transición. No se trata de levantar a ojos cerrados el programa de 1938, sino de elaborar un programa de transición pensado para aquí y ahora. Y un programa de transición que se respete debe tener la capacidad de impulsar nuevas demandas, nuevas necesidades, nuevos temas. 

 

Cada vez que sobreviene una crisis política o económica, con la apariencia de una fatalidad natural, se sale de la misma (cuando se sale) de la mano de alguna variante política que, en modo alguno (¡faltaba más!) se atreve a cuestionar la sacrosanta propiedad privada y el no menos sagrado imperativo del beneficio particular. La historia reciente de Grecia o el 2001 argentino son muestras dramática de esto. La gran incógnita es por qué nunca una auténtica fuerza revolucionaria puede capitalizar alguna de esas situaciones. Hay muchas variables en juego para brindar una explicación plausible a este fenómeno. Pero, indudablemente, la marginalidad de las izquierdas revolucionarias no es un dato menor. Y buena parte de la explicación de nuestra propia marginalidad reside en que desde hace décadas que, entre el desastre ignominioso del llamado “socialismo real” y la consolidación de regímenes “democráticos” en la mayor parte de los estados capitalistas, las izquierdas nos hemos quedado sin un modelo claro y creíble de sociedad que ofrecer, en tanto que los intentos de introducir mejoras sociales han desembocado ineludiblemente en la cooptación y domesticación de las fuerzas políticas que los promocionaban. En tales circunstancias, la izquierda radical suele caer en un consignismo cuasi-vacío, sin propuestas claras para lo inmediato ni sólidos proyectos para el futuro. Y como su influencia es escasa, antes o después la crisis la capitaliza una fuerza de derecha, de centro o de centro-izquierda, pero nunca una fuerza de izquierda revolucionaria. Por otra parte, un proyecto de izquierda radical no necesita solamente de una amplia difusión de sus ideas. Requiere además de activa participación. Necesitamos votos, desde luego; pero mucho más necesitamos movilización, deliberación, participación y organización.

Antes de pensar seriamente en el poder, pues, la izquierda revolucionaria debe contribuir a desarrollar una cultura política (hoy inexistente o minoritaria) que haga posible tomar el cielo por asalto. Para ello es indispensable abonar la participación activa en todo tipo de movimientos sociales, sindicales, comunales, ecologistas, feministas, etc. Resulta insustituible el desarrollo de organizaciones participativas de masas: sindicato, movimientos sociales, asambleas populares, soviets, lo que sea que permita el ejercicio de formas de democracia al menos parcialmente directa y deliberativa. Si no se revierte la tendencia al desarrollo de culturas consumistas cada vez más ancladas en la vida privada, es difícil ver cómo se podría desafiar al capital. 

Si el socialismo sin democracia debe ser considerado un contra-sentido, una democracia sin participación genuina y activa debe ser considerada una falsa democracia. Al fin y al cavo, todos los regímenes a los que hoy graciosamente les concedemos el título de democracias no son más que poliarquías: se elige entre distintas variantes de una oligarquía política que, además, posee escasas diferencias en sus criterios de gobierno. Puede haber alternancia, rara vez hay alternativa.

Pero si tiene el deber de apoyar y participar sin el menor atisbo de sectarismo en todos los movimientos, la izquierda radical debe mantener un inflexible criterio -como se dice habitualmente- de independencia de clase. Esto es: elaborar un programa político propio de contenido claramente anti-capitalista y socialista, sin aliarse con fuerzas que no se propongan modificar la estructura de clases, y sin apoyar a fuerzas pro-capitalistas salvo casos excepcionales (como posibilidad cierta de cambio de régimen en un sentido regresivo).

La “independencia de clase” es indispensable. Por sí misma hace dificultosa una deriva meramente reformista. Pero si no va acompañada de propuestas concretas, sirve para consolidar una minoría, antes que para conquistar una mayoría. Para conquistar mayorías, pues, la izquierda revolucionaria, sin perder la “independencia de clase”, debe ser capaz de introducir nuevas expectativas en el horizonte popular, e incluso cambios de lenguaje. Y debe ser capaz de promover reformas viables tanto como de ofrecer un modelo creíble de sociedad socialista. ¿Cómo hacerlo sin caer en el mero reformismo? No pretendo ofrecer una receta, pero al menos se pueden esbozar algunas ideas como insumo al indispensable debate colectivo.

 

La gran victoria del neoliberalismo ha consistido en que ya no parece posible hablar contra el capitalismo en tanto que tal. Si no se revierte esto, será difícil avanzar. Es indispensable, pues, desarrollar un sentido común radical, poner en la escena pública ideas básicas pero sustanciales. Por ejemplo:

– que no se puede supeditar el bienestar de las personas a las ganancias del capital.

– que la igualdad es un objetivo mucho más importante que el crecimiento económico.

– que el crecimiento económico, en la actual situación ecológica planetaria, se parece demasiado al crecimiento de un cáncer.

– que la lógica que rige a los mercados es claramente una combinación de codicia y miedo, (dos sentimientos poco apreciados y apreciables, y el primero llanamente repugnante).

– que los “mercados” son un artero eufemismo para hablar de la clase capitalista.

– que si nos tomamos en serio aquello de la igualdad de oportunidades, entonces ni la salud ni la educación pueden depender de los ingresos familiares: la salud y la educación deberían ser universales, gratuitas y desmercantilizadas.

– que las inversiones son algo demasiado importante para que queden en manos de unos pocos “inversores”: debe haber un control social de las mismas.

– que el derecho de herencia (cuando se trata de heredar fortunas, y no por ejemplo una vivienda) carece de justificación: si uno no es responsable de los delitos de sus padres, ¿por qué habría de ser beneficiario de sus éxitos monetarios? Incluso aceptando que algunas fortunas se hagan trabajando, ¿qué mérito tienen los hijos?

– que la publicidad política se parece demasiado a la manipulación y la estafa.

– que las empresas y las corporaciones son resabios monárquicos en los que rige el principio de herencia: allí no se elige a las autoridades. Como dijera Norberto Bobbio: “la democracia se detiene en las puertas de la fábrica”.

 

Lenin dijo alguna vez que las reformas son algo demasiado importante como para dejarlas en manos de los reformistas. El problema es que en los contextos de capitalismos democráticos, la vía de buscar ciertas reformas ha solido desembocar en mero reformismo sin perspectivas anti-sistémicas. La dicotomía ¿reforma o revolución? ha dado lugar, hasta ahora, a reformismos consolidadores del capitalismo (sobre todo en los estados  capitalistas centrales “democráticos”) y a revoluciones con desenlaces burocráticos y autoritarios (sobre todo en la periferia poco desarrollada). 

Todas las revoluciones del siglo XX, de hecho, tuvieron lugar enfrentando a diferentes tipos de dictaduras muy distintas a cualquier tipo de democracia burguesa. En tales circunstancias, de represión abierta y de falta de representación política, incluso quienes no tenían más que proyectos levemente reformistas en términos económicos y sociales debían adoptar actitudes políticas revolucionarias. En los estados “democráticos”, por el contrario, las fuerzas revolucionarias no son abiertamente perseguidas. Están mucho más sujetas a las presiones de la cooptación que a las de la represión. En las últimas décadas ello ha desembocado en la polarización de las fuerzas de izquierda entre posibilistas cada vez más alejados de un horizonte revolucionario, y principistas con escasa influencia de masas y siempre lejos del poder. Quienes impulsan seriamente reformas devienen meros reformistas y son fácilmente cooptados por el orden imperante. Quienes mantienen una actitud intransigente ante el capitalismo parecen incapaces de salir de una posición puramente defensiva o negativa: oposición férrea, propuestas escasas y muchas veces consideradas poco verosímiles por sus potenciales destinatarios. ¿Es posible romper la antinomia perversa entre realismo pragmático al servicio del orden capitalista (antes que de su destrucción) y revolucionarismo testimonial? Ciertamente no es sencillo. Hasta ahora no se ha encontrado una vía revolucionaria plausible y deseable. Pero quizá se pueda explorar la posibilidad de lo que podríamos llamar reformismo revolucionario intransigente. ¿En qué consistiría? 

Un reformismo revolucionario intransigente se mantendría imperturbable en la defensa de todas las conquistas y demandas populares (vinculadas al programa mínimo) pero incorporaría propuestas que apunten a introducir innovaciones tendientes a otorgar poder a la sociedad civil con fondos del estado. Propuestas de este tipo resultarían claramente atentatorias de las lógicas dominantes: serán seguramente rechazadas por el establishment. Pero, al mismo tiempo, pueden ser obviamente atractivas incluso para quienes no son por principio anti-capitalistas ni mucho menos socialistas. Y si concitaran un gran apoyo popular, al punto de que pudieran ser aprobadas, su constitución misma exime a sus impulsores de los riesgos del “socialismo ministerial”. Una mayoría parlamentaria circunstancial (acaso presionada por grandes movilizaciones populares) podría introducir alguna de estas reformas sin que ningún revolucionario deba ocupar un puesto ministerial en un gobierno que no está comprometido con la abolición del capitalismo. Propuestas de este tenor, pues, podrían combinar acciones callejeras no puramente defensivas, con acción parlamentaria propositiva sin caer en las trampas de la cooptación. El hecho de instalar a escala social demandas de este tipo (aunque fueran rechazadas por las principales fuerzas políticas), ya introduciría un cambo político importante: se ampliaría el horizonte de lo posible; las aspiraciones de la izquierda revolucionaria dejaría de ser una rareza.

Las consignas de transición clásicas -tal y como fueron inicialmente expuestas en los primeros congresos de la internacional comunista y desarrolladas en el programa elaborado por Trotsky- fueron pensadas para un contexto de poderosos y clasistas movimientos obreros, en el que se preveían rápidos avances y, por consiguiente, como elementos de una estrategia de movimientos en las que el derrocamiento del capitalismo parecía inminente. Por el contrario, las demandas de lo que llamamos reformismo revolucionario intransigente están pensadas para la acumulación de una fuerza social y política revolucionaria en períodos de relativa estabilidad del capitalismo y con escasa organización y conciencia de clase entre los trabajadores. Su objetivo es, precisamente, crear una base social de aspiración revolucionaria (hoy inexistente) lo suficientemente numerosa como para ser capaz de transformar una crisis política o económica en una auténtica crisis revolucionaria que pueda dar inicio a un proceso anti-capitalista real.

No se trata de ocupar ministerios de gobiernos “progresistas” para promover mejoras redistributivas desde arriba (mero reformismo). Se trata, más bien, de impulsar reformas que den al pueblo el poder (más que a los ministros). Construir fuera del estado espacios asamblearios; y forzar al estado a financiar organizaciones que funcionen con autonomía, como sucede, por ejemplo, con las universidades en la Argentina. El ejemplo es pertinente porque demuestra su factibilidad, al tiempo que nos muestra sus límites: dentro del capitalismo, toda propuesta de autonomía está siempre amenazada. Conviene no olvidarlo. El desafío, con todo, reside en la posibilidad que la izquierda radical logre instalar demandas que socaven la lógica de la acumulación del capital y del poder político burgués, al tiempo que consolidan una cultura socialista quizá minoritaria pero ya no marginal. ¿Qué demandas y propuestas podrían cumplir esta función? Por ejemplo, se podría promover la creación de comisiones de diverso tipo (de género, de medio ambiente, de pueblos originarios, etc.) financiadas con fondos públicos pero cuyas autoridades no son nombradas por el poder de turno sino elegidas por la “comunidad pertinente”. O se podría proponer la eliminación de la publicidad como mecanismo de financiamiento de la prensa (sobre todo la dedicada a cuestiones políticas) y a los medios de comunicación. Una prensa democrática debería financiarse con fondos públicos, por ejemplo por medio de un impuesto especial para recaudarlos y con la asignación de cupones virtuales a cada ciudadano/a, que podrá elegir libremente a qué medios de comunicación concederá sus cupones. Acabar con las instituciones educativas y médicas dedicadas al lucro en favor de un único sistema público controlado por los trabajadores y los usuarios podría ser otra medida compatible con el reformismo revolucionario intransigente. Propuestas como la “renta básica” también deberían ser seriamente discutidas y analizadas. Y la reciente propuesta de combinar una renta básica para toda la ciudadanía con una “renta máxima” más allá de la cual los impuestos se quedan con todo ingreso que la supere me parece sumamente potente. Creo personalmente que, en nuestro medio, la misma es inviable sin la abolición de las relaciones capitalistas; pero ello mismo le concede un claro carácter transicional.

El reformismo revolucionario intransigente es reformista porque impulsa reformas concretas que pueden (al menos teóricamente) establecerse antes de la llegada del socialismo al poder y de la transformación radical de las relaciones de propiedad. Es revolucionario porque tales demandas apuntan a socavar el poder de clase capitalista y la estructura vertical del estado burgués. Y es intransigente porque no se compromete con ningún gobierno meramente reformista, anunciando que, de llegar al poder, iniciará un proceso de transformación sustancial de las relaciones de propiedad de los medios de producción, en beneficio de la propiedad estatal y social de las grandes empresas, en desmedro de la propiedad privada a gran escala, y en favor de la democratización de las relaciones laborales. 

 

Podemos salir corriendo detrás de las opciones “menos malas” dentro del sistema (muchos y muchas lo han hecho en los últimos años) o dejarnos cooptar por una módica secretaría o subsecretaría. Podemos mantener inclaudicablemente en alto las banderas revolucionarias, sin salir de la marginalidad. Pero podemos, también, explorar las vías de un reformismo revolucionario intransigente. Hasta ahora no se lo ha intentado o se lo ha intentado sin entusiasmo, a modo de propaganda abstracta, antes que con la voluntad férrea de establecer un movimiento real que levante demandas de tal tenor. Por ello, en general, los movimientos que han planteado nuevas reivindicaciones en los últimos años han contado con el apoyo de la izquierda política, pero casi nunca se han originado en la misma (el feminismo es un buen ejemplo). Garantías de éxito no tenemos, obviamente. Pero esta propuesta posee la doble ventaja de respetar los principios de la “izquierda dura” (sobre todo trotskysta), en tanto que promueve propuestas realistas, como reclama la izquierda más “posibilista” y una gran cantidad de personas que, sin amar al capitalismo, no hallan alternativas que les resulten creíbles. 

En la Argentina actual, cuando al fin hay algo parecido a una izquierda revolucionaria unificada (parcial, precaria y electoralmente, pero unificada al fin); una propuesta de reformismo revolucionario intransigente (seria y detallada, no el mínimo esbozo aquí expuesto) podría ser clave para crecer más allá de nuestros guetos, hasta convertirnos, si hacemos las cosas bien, en una auténtica amenaza para el capitalismo.

[*] Extracto del libro La revolución: revisión y futuro (Red Editorial, 2020).

 


 

Cambiaso y Pereyra Rossi: a 40 años de los últimos asesinatos de la dictadura

Osvaldo Agustín Cambiaso, alias "El Viejo", y Eduardo Pereyra Rossi, conocido como "Carlón", eran militantes montoneros que en 1983 se habían incorporado a Intransigencia y Movilización Peronista (IMP), con miras a la reapertura democrática y el proceso electoral de ese año.

 

Los secuestros y asesinatos de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, de los que mañana se cumplirán 40 años, fueron "una operación de Inteligencia del Ejército" diseñada a fines de la última dictadura, para convencer a la opinión pública de la existencia de un "rebrote subversivo" que procuraba "infiltrase" en el Partido Justicialista de cara a los comicios de octubre de 1983.

 

Así lo definió el fiscal de la Unidad de causas por delitos de lesa humanidad de Rosario, Juan Patricio Murray, quien investigó los asesinatos de Cambiaso y Pereyra Rossi, por los que en 2016 fue condenado a prisión perpetua -entre otros- el excomisario Luis Abelardo Patti.

 

Quince días antes de esos homicidios, unos de los últimos crímenes durante la dictadura, había sido asesinado en Córdoba el integrante de la conducción de Montoneros, Raúl Clemente Yager.

Patti al horno


El asesinato del viejo Cambiasso y de “Carlón” Pereyra Rossi fue extemporáneo y por lo tanto doblemente cruel. Después de las Malvinas, la dictadura estaba en retirada, y ellos estaban desarmados, haciendo política, en el bar “El Cairo”, el mismo que tenían de sede el negro Fontanarrosa y demás miembros de la “mesa de los galanes”. Mi hermano Luis, se había reunido con Carlón unos pocos días atrás y se alzó por precaución de la casa de mis viejos, en Villa Elisa, donde estaba en libertad vigilada. Yo, durante unos días, puse en el congelador (el frezeer todavía no existía, al menos en mi casa) mis planes de regresar desde Barcelona. Vendría, todavía, el secuestro del Turco Haidar, pero igualmente la dictadura estaba en nocaút técnico, pero aun así, tiraba algunos guadañazos. Lo de Patti no debe extrañar: se hizo famoso como torturador, cuando dejó los testículos de una de sus víctimas del tamaño de una pelota nº 3 de color violeta amoratado. La participación de “El Loco” Andrada, un enorme arquero de Rosario Central, fue en cambio una gran sorpresa para mi cuando surgió a la luz en las declaraciones de Constanzo. 
 
Reabren la causa por el asesinato de Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi
Patti, otra vez en la mira

A cinco años del pedido del fiscal Murray, el juez Villafuerte Ruzo hizo lugar a la reapertura de la causa por el secuestro, tortura y asesinato de los militantes peronistas en 1983. Patti, Bignone, Verplaetsen y Nicolaides tendrán que rendir cuentas.

A veintisiete años de los crímenes y a cinco del pedido original del fiscal federal Juan Patricio Murray, el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, reabrió la causa por los secuestros, torturas y asesinatos, en 1983, de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi. Fue uno de los últimos crímenes con el sello del terrorismo de Estado: secuestro y tormentos a cargo de militares y civiles de Inteligencia del Ejército, asesinato en enfrentamiento fraguado por policías bonaerenses, incluido Luis Abelardo Patti, que ese mismo año pasó varios meses preso. La reapertura de la causa implica que rendirán cuentas desde los fusiladores hasta el condenado Reynaldo Bignone.

Cambiasso y Pereyra Rossi fueron secuestrados el 14 de mayo de 1983, frente a testigos, en el bar Magnum de Rosario. Horas después fueron asesinados cerca de Zárate por una patrulla de la Unidad Regional de Tigre integrada por Patti y los suboficiales Rodolfo Diéguez y Juan Amadeo Spataro. Un comunicado del Ministerio del Interior y la Policía Bonaerense informó que fueron “abatidos en un enfrentamiento”. Los policías fueron felicitados por el jefe de la Bonaerense, el ahora condenado Fernando Verplaetsen, y calificados como “jóvenes valientes” por Bignone. El peritaje de los tejidos de las víctimas modificó el escenario: estableció que antes de morir habían sido golpeados, torturados con picana eléctrica, atados con cuerdas, y que los disparos mortales habían sido a quemarropa.

El juez Juan Carlos Marchetti dictó la prisión preventiva de los policías, pero luego cambió de posición y los sobreseyó. Pese a las evidencias, consideró que no estaba probada la relación entre el secuestro y los asesinatos. Las víctimas bien podían haberse fugado después de la sesión de picana, robado un vehículo, armas y marchado hacia Zárate, donde tuvieron la mala suerte de toparse con Patti, que en legítima defensa los acribilló a balazos. El 4 de noviembre de 1983 la Cámara de Apelaciones de San Nicolás confirmó el sobreseimiento, aunque advirtió que testigos clave habían modificado “extrañamente” sus dichos.

En marzo de 2005, tras la anulación de las leyes de impunidad, el fiscal Murray pidió la nulidad del sobreseimiento y la reapertura de la causa por privación ilegítima de la libertad, tormentos y homicidio. Luego se sumaron al reclamo de familiares de Cambiaso y Pereyra Rossi patrocinados por los abogados de H.I.J.O.S. regional Rosario. La investigación del fiscal sugiere que al momento de los crímenes, luego del “Documento final” que dio por muertos a los desaparecidos y encomendó al “juicio divino” el análisis de la represión ilegal, los servicios de Inteligencia estaban diagramando y ejecutando operaciones para enrarecer el clima político, con la esperanza de suspender el llamado a elecciones o bien condicionar la política del futuro gobierno sobre los crímenes de la dictadura.

A partir del estudio de la causa, el fiscal observa la pretensión de ocultar los rastros de torturas y de disparos a quemarropa. Adjudica el trabajo a los policías bonaerenses, que instruyeron la causa bajo la dirección del juez Luis Milesi (suboficial del Ejército devenido juez con el golpe de Estado) y luego del juez Marchetti. Entre quienes no pudieron desconocer el operativo señala a los jefes de los Cuerpo I y II, generales Juan Carlos Trimarco y Eduardo Espósito, al jefe de policía, Verplaetsen, al jefe del Ejército, Cristino Nicolaides, y al dictador Bignone. Murray también desmenuzó la actuación de Marchetti y sostuvo que el sobreseimiento tras la prisión preventiva era “inexplicable desde el punto de vista jurídico” (Marchetti es quien como juez de Menores falseó en 1977 un expediente de adopción para entregar en guarda a Manuel Goncalvez a personas de su confianza, delito por el que lo sobreseyó Villafuerte Ruzo y sobre el que debe pronunciarse la Cámara Federal de Rosario).

Al margen de las irregularidades, Villafuerte Ruzo asignó especial importancia a la nueva prueba aportada dos años atrás por Eduardo Constanzo, ex personal civil de Inteligencia (PCI) del Destacamento 121 condenado en abril a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad en la Quinta de Funes y otros centros clandestinos de Rosario. En declaraciones judiciales y ante la prensa, Constanzo relató que el seguimiento de Cambiasso estuvo a cargo de Juan Andrés Cabrera, alias Barba, otro PCI que luego se encargó de interrogarlos “en el camioncito Mercedes Benz 608”. “Lo del bar Magnum lo hacen (Víctor “Chuli”) Rodríguez, (Pascual) Guerrieri y toda la patota, que la integraba también el Gato (Edgardo) Andrada, arquero de Central”, recordó. Entre quienes llevaron a los secuestrados hasta el camino rural cercano a la localidad de Lima mencionó a Ariel Porra, alias Puma, y a “Filtro, alias Sebastián, que es el yerno del coronel (Edgardo Juvenal) Pozzi”. Del trabajo final se encargó Patti.



SENTENCIA DEL TRIBUNAL ORAL FEDERAL 2 DE ROSARIO

Perpetua para Patti por los asesinatos de Cambiaso y Pereyra Rossi

El Tribunal Oral Federal 2 de Rosario condenó a prisión perpetua al ex subcomisario bonaerense Luis Abelardo Patti y a otros tres represores por el secuestro y asesinato de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, perpetrados en 1983, sobre el final de la dictadura.
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jueves, 5 de mayo de 2016

El Tribunal Oral Federal 2 de Rosario condenó a prisión perpetua al ex comisario bonaerense Luis Patti y a otros tres represores por el secuestro y asesinato de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, hechos perpetrados en 1983, sobre el final de la última dictadura.

El ex subcomisario Patti siguió el juicio y el dictado de la sentencia mediante el sistema de videoconferencia, desde el penal de Ezeiza, donde cumple condena por cargos similares.

Los seis imputados restantes en la causa, entre ellos el dictador Reynaldo Benito Bignone, fueron absueltos por el tribunal, que dará a conocer los fundamentos de la sentencia el 1 de julio próximo.

Los abogados de las querellas y la fiscalía anticiparon a Télam que apelarán ante la Cámara Federal de Casación Penal las absoluciones, mientras que familiares de las víctimas dijeron tener "un sabor agridulce” tras la lectura del veredicto.

Los jueces Jorge Venegas Echagüe, Omar Digerónimo y Beatriz Baravani condenaron a prisión perpetua a Patti y al ex policía bonaerense Amadeo Spataro como coautores materiales de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio, en todos los casos con agravantes.

A igual pena fueron condenados Pascual Guerriere, que era en la época jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército en Rosario, y su segundo, Luis Américo Muñoz, como coautores mediatos de esos mismos delitos.

El tribunal absolvió en cambio a Bignone, último presidente de facto; al ex jefe de Operaciones del II Cuerpo del Ejército, Rodolfo Rodríguez y a los ex agentes civiles de inteligencia (PCI) Juan Andrés Cabrera, Ariel Antonio López, Walter Dionisio Salvador Pagano y Carlos Antonio Sfulcini.

Votó en disidencia el juez Digerónimo, que también propuso condenar a Bignone a prisión perpetua, sin lograr el aval de sus colegas del tribunal.

"Vamos a insistir en la posición de la fiscalía de que los autores materiales de los secuestros fueron los PCI, y también que Bignone y Rodríguez por sus altos cargos debían tener conocimiento de lo que ocurría aunque con distinto grado de responsabilidad”, dijo el fiscal Adolfo Villate, quien llevó adelante la acusación del Ministerio Público junto a Federico Reynares Solari.

Ambos fiscales adelantaron que apelarán las absoluciones ante Casación, igual que la abogada Nadia Schujman, quien representa en la causa a la querella de las hermanas de Osvaldo Cambiaso, Ethel y Gladys.

"Vamos a ir a Casación y vamos a seguir acá hasta terminar de juzgar la última causa por delitos de lesa humanidad”, dijo Schujman.

Por su parte, Ethel Cambiaso dijo que, al escuchar la sentencia, sintió "un sabor agridulce” tras batallar "durante 33 años con esto”.

"Patti y Spataro, que eran los responsables directos, fueron condenados como esperábamos”, pero "nos dejan muy mal” las absoluciones de Bignone y Rodríguez. "Tenían coartadas de todo tipo, pero nunca pensé que iban a eximir así a Bignone, totalmente”, deploró.

Su hermano Osvaldo, conocido como "El Viejo” y Eduardo "Carlón” Pereyra Rossi fueron secuestrados del bar "Magnum” de Rosario el mediodía del 14 de mayo de 1983, cuando ambos militaban en la corriente Intransigencia y Movilizacion del peronismo, creada por el abogado y político catamarqueño Vicente Leonides Saadi, con miras a las elecciones de octubre de ese año que suponían el retorno a la democracia.

De acuerdo a la acusación, el secuestro fue realizado por agentes civiles (PCI) del Destacamento de Inteligencia 121 del Ejército en Rosario, aunque los jueces absolvieron a los imputados.

Luego ambos prisioneros fueron trasladados en un camión hasta un galpón de las afueras de Rosario, donde sufrieron torturas -probadas con pericias oficiales- y finalmente entregados a policías bonaerenses encabezados por Patti.

Los cuerpos baleados y con señales de haber sido torturados de "Carlón” y "El Viejo” aparecieron dos días después en un camino rural cercano a la localidad bonaerense de Lima, escenario que la versión oficial de la época pretendió presentar como resultado de "un enfrentamiento”.

Eduardo Daniel Pereira Rossi Biscayart


Asesinado el 14/05/1983

Eduardo Daniel Pereira Rossi, conocido también como «Carlón», nació en La Plata el 19 de enero de 1950. Era Abogado y desarrolló parte de su militancia como miembro de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y luego en Montoneros, donde llegó a ser parte de la conducción nacional. Tras el avance del régimen represivo de la dictadura cívico millitar Eduardo logró partir al exilio en México, y regresó al país en forma clandestina pocos días antes de su secuestro. El sábado 14 de mayo de 1983, entre las 10 y las 11 de la mañana, fue secuestrado junto a su compañero Osvaldo Agustín “El Viejo” Cambiaso en un bar llamado Magnum en Rosario. Cambiaso tenía 42 años, era ingeniero químico y profesor e investigador de la Universidad del Litoral. Militante peronista quien había estado detenido y con libertad vigilada hasta noviembre de 1982. Eduardo y Osvaldo fueron asesinados ese mismo día, horas después, en un paraje cercano a Zárate. La versión oficial, producida por el Ministerio del Interior y la jefatura de la Policía Bonaerense, informaba que las muertes eran producto de un enfrentamiento. La comisión policial estaba encabezada por el entonces inspector Luis Abelardo Patti. Su caso finalmente obtuvo justicia en la causa judicial «Patti [Cambiaso-Pereira Rossi]» en donde se investigaron, comprobaron y condenaron delitos de lesa humandad en Rosario en el año 2016. Si conociste a Eduardo y querés enviarnos nueva información, fotos o cualquier dato que se pueda agregar a esta semblanza, escribinos a huellasdigitalesdelamemoria@gmail.com



“Compañeros Cambiaso, Pereyra Rossi y Yagüer, presentes, ahora y siempre”


Familiares, ex compañeros de militancia y organizaciones de derechos humanos, homenajearon a los dirigentes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, quienes fueron secuestrados el 14 de mayo de 1983 en el marco de un operativo encabezado por el Batallón 121 del Ejército y luego asesinados por una patota de la policía bonaerense al mando del ex comisario Luis Abelardo Patti.

El acto se llevó a cabo este jueves a las 13 en el mismo lugar donde se desplegó hace 32 años el operativo conjunto del Primero y Segundo Cuerpo de Ejército. Estuvo presente una de las hermanas de Cambiaso, Gladys, quien junto a Ethel son querellantes en el juicio oral y público que comenzará el próximo 16 de junio, por el que serán juzgados 12 represores, entre ellos el último presidente de facto Reinaldo Bignone.

Acompañados por los dueños del local, que como todos los años prestan el lugar para realizar el habitual homenaje a los dirigentes peronistas, organizaciones sociales de derechos humanos, como el Movimiento Evita, La Cámpora, el Colectivo de ex presos políticos y Sobrevivientes e Hijos, recordaron el contexto en que se produjeron los asesinatos de los dos militantes y se comprometieron “a defender tanto el actual proceso de juzgamiento a los genocidas, como las banderas de lucha por las que pelearon Carlón y el Viejo”, apodos estos últimos con los que se conocía a Pereyra Rossi y Cambiaso.

También se homenajeó a Raúl Clemente Yagüer, otro ex militante de la organizaciones Montoneros asesinado en unos días antes, el 30 de abril de ese año en la provincia de Córdoba.

De acuerdo a la investigación, Cambiaso y Pereyra Rossi –en ese momento referentes de un sector del peronismo que se aprestaba a participar del llamado a elecciones ya convocado por el gobierno de facto–, fueron llevados a las afueras de la ciudad, sometidos a graves tormentos y luego entregados a un grupo de tareas de la Policía bonaerense comandado por Luis Abelardo Patti. A los dos días, los cuerpos de ambos aparecieron en la localidad bonaerense de Lima, con claros signos de tortura y de haber sido fusilados.

Entre las voces que se escucharon en el acto, estuvieron las de Luis Mejía, del Colectivo de ex presos; Juan Pablo Bustamante, de la comisión directiva de Amsafé Provincial; Nadia Schujman del equipo jurídico de Hijos Rosario; y José Berra, referente del Movimiento Evita y ex compañero de Cambiaso y Pereyra Rossi.

Nadia Schujman, como abogada de Hijos y representante legal de las hermanas Cambiaso, brindó algunos detalles del juicio que comenzará el próximo 16 de junio. “Estarán sentados en el banquillo de los acusados, Reynaldo Bignone; el ex comisario Luis Patti; el suboficial de la policía bonaerense, Juan Amadeo Spataro; y los integrantes del Destacamento de Inteligencia 121, Pascual Guerrieri, Luis Muñoz, Juan Andrés Cabrera, Ariel Zenón Porra, Walter Pagano, Carlos Sfulcini, Antonio López, Jorge Rodolfo Rodríguez y Carlos Alberto Lucena”, indicó Schujman.

La abogada, hizo además un reconocimiento a las hermanas Cambiaso y la familia de Pereyra Rossi “por su persistencia y tenacidad en la lucha por le juicio y castigo, del mismo modo que lo ha hecho un montón de gente que ha peleado para que llegue esta instancia, como sus ex compañeros de militancia y las organizaciones de derechos humanos de la ciudad”.

Por su parte, José Berra, a cargo del cierre del acto, destacó que “este homenaje que hacemos todos los años tenga lugar a pocos días del inicio del juicio a los asesinos de los compañeros, lo que demuestra la importancia de la lucha militante y de los avances que hemos conseguidos en esta década”.

El referente del Movimiento Evita, hizo alusión al contexto electoral de este año y remarcó que “tenemos que defender este proceso de Memoria, Verdad y Justicia convertido en política de Estado por este gobierno, y dejar en claro, con la militancia y la lucha, que sea quien sea el próximo presidente, sobre esto y todos los derechos conquistado en estos años, como las paritarias, las restatizaciones, las asignaciones universales, que nos estamos dispuestos a retroceder”.

“Compañeros Cambiaso, Pereyra Rossi y Yagüer, presentes, ahora y siempre”, fue la consigna con la que concluyó el acto.

Carlón: solo alguien que puede hacerlo es ese solo alguien que puede decirlo

17 Noviembre 2020

Por Federico Tártara 

Según publicó el escritor Javier Salcedo en el libro “Los Montoneros del Barrio”, donde investigó el desarrollo territorial que la M experimentó en Moreno y Merlo, el verdadero apodo de Eduardo Pereyra Rossi era “CarloM”, porque indicaba la procedencia geográfica: Carlos de Merlo. Como suele suceder en nuestro país, y por repetición, el seudónimo terminó trocando en “Carlón”. En ese libro, entre otras cosas, se cuentan las vicisitudes que tuvo que atravesar cuando lo mandaron a controlar la regional de Moreno donde no aceptaban conducción que no fuese nacida en el lugar. Eduardo estaba militando en las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), y cuando se produjo la fusión con Montoneros, recibieron parte de la conducción de las regionales. Todo se complicó y hasta se hizo presente un histórico, Marcos Osatinsky, que lideraba la Ciudad de Buenos Aires, pero en Moreno ni con él presente quisieron saber algo.  

Carlón salió pataleando un 19 de Enero de 1950, y al tiempo nomás ya estudiaba Filosofía, y jugaba al básquet, era alto. Se la jugó desde un principio, y rápidamente abandonó su cómoda vida de clase media universitaria -que tenía en La Plata- para ir a militar al lejano oeste del conurbano bonaerense. Una locura. “Creo que como toda su generación creció motivado por el ejemplo del Che, y estaba convencido de que no era posible que un militante político separe lo que se piensa de lo que hace. Y creo que Carlón tenía eso muy en claro. Debía ser consecuente con lo que pensaba. En el reportaje de 1982 dijo: “si pienso de determinada manera, me arriesgo a determinada cosa. Bueno, pero por eso pienso así”, reflexiona, en diálogo con la Agencia Paco Urondo (APU), su sobrino, Juan Martín Griffo, militante de la OLP- Resistir y Luchar. 

En Diciembre de 2015, se le realizó un homenaje por su compromiso social en el Concejo Deliberante de Morón. Ese día su compañero, Edgardo Binstock, contó que lo conoció en un plenario, en verano, y que Carlón fue con un saco de lana pesadísimo porque llevaba algo que tenía que esconder mientras caminaba. “Todos nos reíamos porque no disimulaba demasiado. Usaba un jopito, muy peinadito, y una compañera le puso de sobrenombre ´Alerta´, porque era una propaganda de la época”.  

Luego, sufrió y celebró todos los procesos por los que atravesó la organización Montoneros, y fue ganándose el respeto de sus compañeros, hasta alcanzar el grado de Comandante con tan solo 33 años. 

Cuando llegó la dictadura genocida estaba coordinando la Secretaría de Prensa, y después estuvo en el exilio, en México y varios países de Europa (la famosa entrevista de 1982, en plena Guerra de Malvinas, parece que es en Francia) y también en Brasil, que era un paso previo antes de ingresar al país. Antes de irse estuvo a cargo de la Columna Sur, y luego coordinó los diferentes grupos de militantes que ingresaron para las diferentes etapas de la contraofensiva. “En esa época él nos dio las directivas para las interferencias televisivas. Y después nos tocó ir juntos a Oslo a la entrega del Premio Nobel a Perez Esquivel, porque había una tarea - él era miembro de la conducción de Montoneros - que era entregarle una carta al Papa y se eligió que el intermediario fuera Perez Ezquivel. Pero fue toda una odisea, lo perseguimos hasta el baño y no lo podíamos encontrar. Al final le dimos la carta, y ahí en Noruega, mientras nevaba, en un mundo muy distinto al nuestro, nos acordamos de otros tiempos y otras realidades”, rememoró, también en el homenaje en el HCD de Morón, Edgardo “Edy” Binstock.      

Ya en los ´80 participó activamente en la cada vez más famosa movilización del “Luche y se Van”, y a su vuelta empezó a organizar a los compañeros montoneros bajo el nuevo lema de “Intransigencia y Movilización” que conducía Don Vicente Leónidas Saadi.   

El 30 de Abril asesinaron a Raúl Clemente Yaguer, en Córdoba. Lo hicieron pasar por un enfrentamiento -en la prensa-, pero fue secuestrado y torturado ferozmente. El 14 de Mayo lo que ya se sabe, lo del Bar Magnum, en Rosario, y la pérdida de Carlón y el Viejo.  

En el verano de ese año, Carlón, se tomó un tren y se quedó una semana en Trenque Lauquen. Estuvo en la casa de unos compañeros muy jóvenes. Siempre metía mucho fuego, ahí. Intentaba reflotar los viejos sueños de una juventud movilizada reflejada en las épocas gloriosas del Luche y Vuelve, que a la salida de la dictadura no aparecía.  

Tiren hijos de puta, tiren. 

En ese 17 de Noviembre de 1972, en ese día que quizás resumía esos 18 años, Carlón, o Carlos de Merlo, salió temprano de su casa en Merlo. Como todos saben, llovió a mares o cántaros. Como todos saben hubo gases para todo el mundo. El General Perón regresaba tras 18 años de muertos, torturados, heridos y traidores. 

Cuenta Carlón: "Cuando llegamos donde estaban los soldados, nos tuvimos que frenar porque nos pinchábamos con las bayonetas, y además nos amenazaban con disparar. Entonces, los que llegamos primero a la línea, tratamos de frenar a los que venían detrás nuestro, que no sabían lo que pasaba porque no podían ver el despliegue militar”.

Sigue: “Uno de los compañeros- muchacho joven- da un paso al frente- o sea, nos separaba un metro y medio de los milicos -. Da un paso al frente, se abre la camisa que llevaba toda mojada e increpando a los soldados que tenia al frente les dice: ¡¡¡Tiren!!!, Hijos de Puta,¡¡¡Tiren!!!, y yo observo desde esa posición que tenía como otros muchachos al ver el ejemplo de ese compañero, también dan un paso al frente, se abren la camisa increpan a los soldados y les dicen: ¡¡¡Tiren, Tiren!!! ¡¡¡Tiren, Tiren!!!”

Y finalmente lo dice todo: “Frente a esa situación todos creíamos que en ese momento se iba a producir una verdadera masacre. Pero a pesar de eso.... los soldados, que eran muchachos como nosotros, comienzan a sentirse conmocionados por esa actitud y esa firmeza. Nunca he visto algo semejante, porque como si hubieran recibido una orden comienzan a llorar, a emocionarse frente a esa situación, comienzan a bajar la vista y los fusiles, - con los que nos estaban apuntando-poco a poco, hasta que llega un momento que esas bayonetas que nos estaban amenazando, ya no nos amenazan más. Los fusiles están bajos y el oficial que estaba a cargo, o los oficiales a cargo, gritan a los soldados: ¡¡Levanten los fusiles o los mato a todos!!. Es impotente para volver las cosas donde estaban antes. Cuando mis compañeros y toda la gente que estaba ahí se da cuenta de la situación, bueno, se escucha un alarido de triunfo, ¡¡Viva Perón Carajo!! que se repite y se repite... y los pasamos por encima...."

Carlón y después 

“En principio tenía esa idea, de escribir sobre eso. Pero en una de las audiencias del juicio que condenó a Luis Patti y a sus secuaces, su última compañera, Estela Ceresetto, con quien vivió sus últimos días en una casa en Rosario, me entregó una carpeta donde entre otros escritos había una serie de hojas tipiadas a máquina de escribir, donde él había dejado ya lista con la frase “para publicar” todos sus poemas. O en gran parte, porque en esa tanda faltaban algunos. Entonces gracias al aporte de Estela, se me ocurrió cumplir con ese deseo que Carlón tenía, y cumplir con el mío de publicar su vida para que la conozcan las nuevas generaciones. Carlón sigue hablando a través de sus poemas, de sus escritos, de su testimonio”, argumenta Juan Martín Griffo, en diálogo con la Agencia Paco Urondo. 

Carlón Pereyra Rossi escribió uno de los poemas más sentidos para la militancia revolucionaria. Están los grandes de la obra: Paco Urondo, Juan Gelman, que con sus palabras dan vuelta cualquier corazón; pero lo de Carlón es directo a la emoción, a la esperanza y a echarse a andar, y lleva un título que lo despierta todo: “Convocatoria”. 

Dicen muchos que Carlón fue uno de los que le dio duro con una valla a la puerta de la Casa Rosada allá por 1982 (“Luche y se Van”), después de Malvinas y con los genocidas aún en el poder. Es muy difícil de chequear por lo clandestino de la época, y lo que no se revela. Lo que sí es cierto, que sino estás entrenado en la lucha callejera y sino tenes un ímpetu revolucionario en las venas...eso no lo haces. 

Ahí está el acto. Donde el cuerpo juega en una posición definitiva, ya no se trata de enarbolar una tesis revolucionaria sobre las masas y las condiciones objetivas y subjetivas (el edificio de Lenin), sino que se trata de estar presente, y de cuerpo presente. Y con esto último se cierra el círculo con “Convocatoria”, porque solo alguien que puede hacerlo, realmente, es ese solo alguien que puede decirlo. 

Lo demás -como siempre- es puro verso. 
















































































































































































































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