



Con la MELODIA de Vallecito de Buenaventura Luna
Vallecito de Huaco donde nací
A la buenaventura Confederal
CHAMAME
CANCION CRIOLLA
ANTI IMPERIALISTA, ANTI SIONISTA
SOCIALISTA Y NUESTROAMERICANA
De FRANCISCO ALVERO,
EL ANTI JUGLAR
Dedicada a Santiago Cuneo, el Dogo argentino
y su proyecto politico CONFEDERAL.
En homenaje al cultor del arte nativo Don Buenaventura Luna
GRACIAS POR COMPARTIR
SEGUIME EN LAS REDES,
EXCLAMAMOS:
Si a un humilde poeta, cantor, periodista y decidor
de Huaco, Provincia de San Juan, Argentina,
Ya no República, sino Confederación.
conocimos con este apoyo,
que mejor que rendirle homenaje
resaltando su espiritu criollo sin fronteras?
Pa' uste' Don Buena...
... A la buenaventura confederal,
resistencia y coraje, bien popular,
A ella quiero cantarle, con toda nuestra sangre
Su ejemplo militante, quisiera abrazar
Siempre un paso adelante, al igual que las madres
y aqui tengo la clave... Siem-pre bien- con-fe-deral
I
Abriendo las compuertas de par en par
para que ingrese el pueblo y su dignidad
Con aroma de Patria y de libertad
que ha sido pisoteada mil veces ya.
Ahi tenemos la bota neoliberal
que hasta ayer yo la vi verde militar
Por eso es que mi pueblo no olvidará
aquel grito sagrado de libertad.
Lejos del pais Y sus anhelos
Pobre de ellos, creyendo los votaremos,
tan cipayos y rastreros.
EXCLAMAMOS:
Desde hace más de dos siglos,
doscientos y pico de años,
la republica burguesa nos domina
con su lógica de antaño.
Sobre todo desde la última
dictadura civico militar
eclasiástico empresarial.
Desde entonces opera su lógica liberal
que es ilógica por demás.
Donde todo se compra y se vende
hasta las ideas e ideales de siempre.
Claro! Esa es la gran diferencia
con la juventud comprometida de los setenta
militancia revolucionaria de la tendencia
no permitamos nunca que su memoria perezca.
Levantemos bien en alto sus banderas
de justicia y de resistencia
y desde el fondo de la historia,
la de las antiguas luchas montoneras,
Patria confederal sin fronteras,
brillante futuro nos espera.
II
Canto por la memoria y la identidad
Por nuestra Patria grande y confederal
la misma que lucharon, cayendo ya
las y los 30 mil, nunca hay que olvidar.
Necesitamos pronto ya eliminar
urgente aquel consenso neoliberal.
Que, como garrapata gobierna ya
parásito, alimaña, calamidad.
Basta nomás, de esta calaña
A refundar hoy de nuevo nuestra Patria,
por una Confederada.
A la buenaventura quiero cantar.
El dilema estratégico del peronismo ante Santiago Cúneo

Por Andrés Bustos Fierro, especial para NOVA
Al peronismo no se lo derrota: se lo infiltra, se lo desplaza o se lo reconfigura desde adentro. Esto lo entendieron muchos actores a lo largo de la historia.
Lo supo Carlos Menem cuando privatizó sin romper con la liturgia justicialista. Lo supo Néstor cuando desde Santa Cruz se animó a tomar la palabra del movimiento y vestirla de derechos humanos. Y lo está entendiendo hoy Santiago Cúneo.
Lo que Cúneo propone no es simplemente un giro doctrinario ni un capricho discursivo. Es, en rigor, una operación política con una carga estratégica sofisticada: activar una fisura latente en el corazón del peronismo, que ha sabido ser contenida, ignorada o comprada durante décadas, pero que sigue allí: la tensión entre el peronismo centralista y el peronismo federal.
Su idea de una Argentina confederada, con autonomías provinciales robustas, nuevos capitales culturales y un poder más distribuido, no es ingenua. No apunta a destruir el peronismo; apunta a romper su centro de gravedad.
A disputarle el monopolio del relato nacional desde las orillas. A horadar la legitimidad de un modelo de conducción que, para muchos, ya no representa ni conduce.
Y ahí está el caballo de Troya
No viene vestido de neoliberalismo, ni de progresismo ilustrado. Viene cubierto de símbolos justicialistas, de apelaciones al pueblo, de una Eva Perón que ya no habita en Juncal sino en las provincias olvidadas. Viene con un escudo, pero otro mapa.
En esa maniobra, Cúneo no solo desafía al kirchnerismo (esa versión tecnopolítica del viejo peronismo) sino que interpela a todos los sectores del movimiento: a los gobernadores que se sienten rehenes de una conducción porteña, a los sindicatos que ya no movilizan como antes, a las bases que hace rato perdieron el entusiasmo por los nombres pero conservan algo del fuego por los símbolos.
El dilema es claro: ¿puede el peronismo seguir funcionando como un movimiento nacional si pierde su eje nacional? ¿Qué queda cuando la idea de “unidad” se convierte en “confederación”? ¿Puede haber justicia social en un país fragmentado territorialmente? ¿Y si la confederación no fuera el fin del peronismo sino su próxima mutación?
El peronismo está acostumbrado a sobrevivir traiciones, pero no infiltraciones simbólicas. El verdadero riesgo no es que Cúneo le gane a los candidatos del PJ. El riesgo es que conquiste a los peronistas sin romper el peronismo, que logre reprogramar sus coordenadas desde dentro.
Una confederación puede sonar a libertad territorial. Pero también puede ser el primer paso hacia una fragmentación de la voluntad colectiva. Puede ser la emancipación de los pueblos o la renuncia silenciosa a construir una comunidad organizada.
La historia no se repite, pero rima. Y hoy, más que nunca, el peronismo debe decidir si quiere seguir siendo un movimiento con centro o una suma de partes con memoria. Porque si pierde el eje, también puede perder el relato.
Y sin relato, hasta el peronismo puede degradarse en una franquicia ideológica provincial: fragmentada, desmemoriada, sin centro ni causa.

Eusebio de Jesus Dojorti, es decir Buenaventura Luna
Eusebio Dojorti y la Cuestión NacionalPor Carlos Semorile
http://buenaventuraluna.blogspot.com.ar/2012/08/eusebio-dojorti-y-la-cuestion-nacional.html
http://buenaventuraluna.blogspot.com.ar/2012/08/eusebio-dojorti-y-la-cuestion-nacional_2151.html
El miércoles 8 de agosto de 2012 se cumplieron 80 años de la fuga de Eusebio Dojorti y sus compañeros del diario La Montaña de la cárcel de Tamberías, en la cual habían sido confinados por el gobernador Federico Cantoni por cuestionar la alianza del bloquismo con los sectores conservadores a los que habían combatido toda la vida. Más allá de los pormenores ciertamente épicos en que se desarrolló todo el episodio, los antecedentes y las consecuencias políticas de este enfrentamiento nos permiten ver el modo en que el futuro Buenaventura Luna se acercó a la Cuestión Nacional, y de qué manera se posicionó clara e invariablemente dentro del campo nacional, popular y democrático.
Con apenas 16 años, Eusebio Dojorti se escapó de su casa para viajar por el país argentino. Conoció el incipiente desarrollo industrial de algunas regiones, y advirtió el contrapunto entre ese desenvolvimiento y la decadencia económica del "vallecito". Para esa época, San Juan iniciaba, bajo el liderazgo de Federico Cantoni una serie de cambios políticos y sociales que sintonizaban con el proceso que el yrigoyenismo había comenzado años atrás, pero que a la vez profundizaba ese camino de reparación social. "El pueblo criollo creyó que había sonado la hora de su liberación económica y espiritual", y el joven Eusebio pensó lo mismo. Durante cuatro meses se enclaustró a leer para poder sentarse de igual a igual en las tertulias de la vida intelectual de la ciudad. Lo que equivale a decir en la vida política de la capital sanjuanina.
Dojorti estudiaba porque estos movimientos "populistas" (el yrigoyenismo, el lencinismo y el cantonismo) venían a revolucionar las sociedades conservadoras de principios del siglo XX. El cantonismo impulsó suficientes medidas sociales como para considerarlo precursor del peronismo. El estado bloquista comenzó a redistribuir los ingresos a favor del chiniterío, chocando de inmediato con la Liga de Defensa de la Propiedad, la Industria y el Comercio de San Juan, con los bodegueros y viñateros. También los socialistas atacaban las medidas que favorecían a los trabajadores, curiosidad que Cantoni explicaba diciendo: "Nosotros somos un peligro para ellos, porque estamos interpretando en parte el programa del Partido Socialista".
La oposición llegaba a extremos inusitados de violencia simbólica a través de la prensa escrita. Los diarios conservadores denostaban constantemente a Cantoni y al bloquismo. Celso Rodríguez recopila los siguientes agravios: "desborde de barbarie, iracundia salvaje, personaje de toldería, sátrapa, gobierno bárbaro y barbarizante, comunismo semigaucho, oficialismo mazorquero". Bajo este hostigamiento permanente, pero también en medio de la más absoluta libertad de prensa, Dojorti comenzó a trabajar como redactor de los diarios oficialistas La Reforma y Debates, desde donde se contestaban aquellas críticas. Esta puja entre discursos supuso una discusión sustantiva sobre el rol profundo del periodismo, su papel como ocultador o como formador, y Eusebio se forjó como militante y periodista en ese clima de fuerte disputa política en torno a los usos de la palabra pública. Siempre fue un periodista de opinión, sin falsas imparcialidades u objetividades.
Además, se destacaba como un fogoso orador y, según José Casas, llegó a ser "secretario de la gobernación durante el primer gobierno de Cantoni". A la oposición de conservadores y socialistas se le sumaban los yrigoyenistas, que combatían a lencinistas y cantonistas. El personalismo de los líderes pesaba más que la historia y el hecho de provenir de un mismo tronco ideológico. Esta falta de perspectiva política iba a llegar hasta el absurdo de que los tres movimientos populares se aliaran a sectores conservadores para combatirse mutuamente (los cuyanos -más sus ocasionales aliados- contra yrigoyenistas, y viceversa), en vez de apoyarse para neutralizar a quienes los atacaban tanto por derecha como por izquierda. La oposición apoyó una intervención federal que terminó con la primer experiencia bloquista por pretender cambiar los ejes del debate cultural.
En lo sucesivo, las contradicciones no hicieron más que agravarse. El nuevo gobernador bloquista fue Aldo Cantoni y sancionó una Constitución absolutamente de avanzada a nivel nacional. Paradojalmente, mientras el establishment sanjuanino se esperanzaba con el retorno de Yrigoyen, los bloquistas apoyaban al radicalismo anti-yrigoyenista pues creían que esa alianza evitaría una nueva intervención. Durante la campaña a favor de la fórmula antipersonalista, Dojorti acompañó a Federico Cantoni a Buenos Aires y le salvó la vida en pleno centro porteño.
Pero el alvearismo fue aplastado sin piedad por Yrigoyen, y Eusebio rescataría cruciales enseñanzas de aquella campaña. Se hacía necesario aglutinar conciencias desde una visión nacional, sin mezquindades, para avanzar desde las conquistas políticas hacia la plenitud de los derechos sociales. Era necesario acompañar al gobierno popular y por ello, como explica Luis Garcés, Dojorti encabezó "un movimiento democratizador al interior del bloquismo", pues "no había digerido adecuadamente las alianzas con el antipersonalismo nacional alvearista". Si hasta el momento el cantonismo había actuado en defensa propia y de la autonomía provincial, ahora comenzaba un viraje que iba a alejarlo del frente nacional. Dojorti vislumbraba el peligro que estas divisiones estériles le provocaban al movimiento democrático, y que en poco tiempo dejaría inerme a Yrigoyen cuando Uriburu, Justo y el diario Crítica le diesen un golpe con "olor a petróleo".
En 1930, la juventud bloquista que encabezaba Dojorti presentó un documento que planteaba la reorganización del partido. Cantoni no vio con buenos ojos al grupo disidente y los expulsó del bloquismo. Mientras tanto, aceitaba sus contactos con el general Justo, primer presidente "electo" de la Década Infame, y accedía por segunda vez a la gobernación a fines de 1931. Los expulsados se organizaron en el grupo La Montaña, así llamado por su intención de reflotar un semanario de la juventud bloquista. Dice Garcés: "Poco antes de la asunción del nuevo gobierno de Federico, el 12 de mayo de 1932, éste había denostado con fuertes epítetos en un mitin realizado en un cine céntrico, a `esos muchachos de La Montaña`, augurándoles un futuro muy negro por haberse atrevido a desafiar al líder". Las amenazas no tardaron en concretarse: una patota armada se presentó en la imprenta y secuestró el diario, a su director (Dojorti), a los redactores Juan José Montilla y Carlos Miscovich, y más tarde a Enrique Haagendal. Desde ese momento, pasaron a ser detenidos-desaparecidos.
Sin embargo, desde el sótano de la casa del gobernador, Dojorti logró enviar un telegrama a Justo donde denunciaba su situación (amenazado de muerte por Cantoni) y la de sus compañeros, trasladados de comisaría en comisaría para burlar los recursos de hábeas corpus. El caso repercutió en los diarios nacionales, y comenzó una batalla mediática en torno a la verdad o falsedad de los dichos de Dojorti. Cantoni sostenía que se habían ido de la provincia por sus propios medios y que, desde la comodidad de su retiro, posaban de mártires. Pero la anunciada visita de una comisión investigadora nacional complicaba las cosas, y fueron llevados al departamento de Calingasta. Si hasta aquí la movilización y las denuncias habían logrado hacer "visibles" a los secuestrados, con lo cual probablemente habían salvado sus vidas, el nuevo "traslado" volvía a dejarlos en situación de desamparo.
Pasarían los siguientes 70 días en la cárcel de Tamberías, engrillados, mal alimentados y casi sin abrigo. Quiso la fortuna que uno de los soldados fuese Rodolfo Flores, antiguo empleado de la finca de los Dojorti: con su ayuda, y la de otros milicianos, los periodistas prepararon la fuga. Que se produjo el 31 de julio, y derivó en un tiroteo que dejó un policía herido. Fracasado el intento de huir en el móvil policial, Miscovich se alejó a buscar otro auto. Rodeado, el grupo de Dojorti se refugió en las montañas perdiendo contacto con Miscovich. La fuga dejó mal parado al gobierno que inventó una supuesta "Revolución de Calingasta", un ataque de sediciosos llegados desde Mendoza. Mientras tanto, mandaba tropas para buscar a los evadidos, blanqueaba las paredes en las que los muchachos habían dejado leyendas durante su cautiverio, y trasladaba a los soldados que habían participado de la custodia para que no hablasen con la prensa. Pero ellos lograrían burlar a quienes los buscaban "vivos o muertos", gracias a la ayuda del maestro y baqueano Juan Astudillo. Tras vivir una verdadera odisea en la cordillera, el 8 de agosto arribaron a la estancia Yaguaraz, en territorio mendocino. Al llegar a la ciudad de Mendoza, unas tres mil personas se reunieron a escuchar los discursos de Dojorti y Montilla que denunciaron la farsa de "La Revolución de Calingasta".
Pero faltaba Miscovich. Tribuna decía que "Dojorti ha manifestado que su compañero Miscovich desapareció en la obscuridad de la noche y que teme que haya sido apresado por la policía y que se lo torture a fin de que declare en contra de sus compañeros". Miscovich, finalmente, también pudo romper el cerco y ponerse a salvo, pero nos interesa rescatar que Dojorti usa la palabra "compañeros". Y eso nos lleva a situar las cosas en otro lugar. Los que iban a editar un diario y fueron secuestrados y desaparecidos, los que estuvieron más de 70 días engrillados, los que se fugaron a los tiros, los que eludieron la cacería y quisieron testimoniar para salvar al compañero aún desaparecido, eran militantes políticos.
En 1933, Dojorti enfrentaría a Cantoni desde la Unión Regional Intransigente, partido para el que escribió un vibrante Manifiesto que contiene un insoslayable análisis de los dilemas fundamentales de la Argentina. Eusebio no alcanzaría la banca de diputado y abandonaría la política partidaria para convertirse en "el Buenaventura Luna de la radio". En 1934, Cantoni sufrió un cruento golpe de estado que lo llevó a reconocer lo erróneo de su alianza con los conservadores. Ya no volvería a equivocarse. Luego de algunos escarceos con el coronel Perón, tuvo un gesto inédito: recomendó disolver el bloquismo pues la existencia del peronismo aseguraba la Justicia Social para "la chusma de alpargata". Por su parte, Eusebio también había adherido a la causa de los descamisados. Cantoni y Dojorti volverían a cruzarse, años más tarde, en la Avenida de Mayo, a pocas cuadras de donde fueron atacados en el verano de 1928. Eusebio se levantó de su silla y se sacó el sombrero. Federico se acercó hasta su mesa. Y los dos hombres se estrecharon las manos.
Excelente síntesis de lo que Buenaventura aportó a la política de nuestro país.
Cuando el país habló de “la Revolución de Calingasta” con Buenaventura Luna en prisión

Se trató de la detención en la cárcel calingastina primero y luego en Marquesado de estos hombres de la prensa local que habrían criticado sucesivamente al gobierno de Federico Cantoni.
>La negación del gobierno
Si bien el propio gobierno bloquista negó rotundamente que el motivo del arresto de los profesionales de la prensa tuvo que ver con las críticas que les realizaban al gobierno sanjuanino, medios nacionales coincidieron en señalar que “los sucesos en Tamberías, departamento Calingasta, provincia de San Juan, han repercutido dolorosamente en la opinión del país, que rechaza indignado las explicaciones del gobierno sanjuanino sobre los hechos”.
“El Mundo”, de Capital Federal, repudió lo acontecido “contra la libertad de expresión”, y detalló lo sucedido sobre todo después de la fuga de los apresados.
Precisamente, las detenciones de los periodistas fueron calificadas inmediatamente como secuestro por la prensa, además de definirlas como “arbitrarias y carentes de todo justificativo, sacando a pacíficos pobladores del lecho y conduciéndolos de malas maneras, sin orden de allanamiento, hasta el local de subcomisaria del pueblo”.
Eusebio de Jesús Dojorti, que en pocos años más,luego de ese episodio, iba a pasar a la historia como Buenaventura Luna, uno de los poetas y folcloristas símbolo de San Juan y el país.
>La fuga a Mendoza
Pero a casi tres meses de la detención, se pasó a hablar de fuga porque, efectivamente los cuatro lograron evadir la custodia de la cárcel y huir con destino a la provincia de Mendoza. Llegaron primero a la localidad de Villavicencio y a la capital al día siguiente y se mostraron ante el Círculo de Periodistas de Mendoza.
Eran tiempos del segundo mandato como gobernador del Dr. Federico Cantoni (1930-1934) y este suceso policial lo preocupó mucho al líder bloquista al haber acaparado las portadas de diarios de la época en San Juan y a los pocos días en los medios nacionales.
Precisamente, cuando llegó la noticia de que los fugados se encontraban libres en Mendoza, un diario local usó un título “catástrofe” en la portada para expresar que estaban en libertad y protegidos, según la crónica de un “enviado especial a Mendoza”: “Están salvados”.
Las crónicas periodísticas precisaban que al lograr la fuga, los detenidos tuvieron previamente que “romper los grilletes que durante más de 80 días aprisionaron sus pies”. Y a eso se sumaba que “ahora están en libertad y protegidos”, además de citar que necesitaron conseguir apenas fugados “mulas, armas y víveres, además de un baqueano” y estudiar una senda segura para poder cruzar el río Calingasta a pie”, y comenzar la fuga a Mendoza.
>Fuga y persecución “cinematográfica”
Mientras tanto los policías, “pertinaces y desconcertados perseguidores, perdían su tiempo recorriendo lugares inmediatos y mediatos al escondite previo de los fugados” y “se afanaban en una furiosa cuan estéril búsqueda por la carretera que conduce a Uspallata”.
Por todo ello, otro diario señaló que “la evasión de los periodistas ha revestido contornos cinematográficos”.
La realidad decía que el gobierno de Cantoni había denunciado a Eusebio Dojorti, Juan José Montilla, Pedro Miscovich y Enrique Haagendal por haber “alterado el orden público” y más fuerte aún, desde allegados al primer mandatario se calificó la acción de los periodistas como de “revolución de Tamberías” y “alzamiento”, subrayando el papel en esto de Dojorti como “duro” director del diario “La Montaña”.
> Los “heroicos secuestrados”
Y el último de los títulos en primera plana que demuestran la proyección nacional de lo sucedido en Calingasta se observó en “La Prensa” que expresaba: “Los periodistas de la Capital Federal organizan un movimiento a favor de sus colegas prófugos en Tamberías”.
Quizá por eso, no faltó que otro periodista definiera así lo sucedido y su final: “Los sucesos de Calingasta son inéditos y han epilogado en forma de epopeya para los heroicos secuestrados”.
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista, corresponsal de Cadena 3 en San Juan.
Fuentes: Archivo Biblioteca “Franklin”, diarios “Tribuna”, “La Montaña” y “La Provincia” y “La Prensa”.
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