






Con la MELODIA de El pescador
Ha vuelto la aurora a florecer, duerme rubio el sol sobre el trigal
y brota la miel de un canto tibio, por el pico abierto de un zorzal.
Viva la Confederación!!!
(Patria de los sueños ancestrales)
CHAMAME
ANTI IMPERIALISTA Y REVOLUCIONARIO
De FRANCISCO ALVERO,
EL ANTI JUGLAR
Dedicada a Santiago Cuneo, el Dogo argentino
y su proyecto politico CONFEDERAL.
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I
Viva nuestra confederación!
que ha de regresar de cara al sol
Alumbrando siempre los caminos,
del brazo del pueblo y con valor!
No me hablen de redistribución,
para mi pueblo trabajador
Si él es que sufre y el que suda,
pa' que poner precio a su sudor?
¡¡¡Viva la confederación!!!
y este chamamecito en flor
Que nos recuerda nuestro destino de sol
Por segunda independencia
y por liberacion
Vamos a luchar ya sin temor.
EXALTAMOS:
Viva la Patria confederal
que ninguna sombra opacará jamás
sea imperalista o liberal
jamas logrará empañar la identidad.
II
Viva la Patria confederal
y la pachamama universal
Patria de San Martin y Bolivar,
De Tupac Amaru y Bartolina.
Rompamos cadenas, ¡pero ya!
por una nación confederal
Patria de los sueños ancestrales,
de los treinta mil y el nunca más.
El dilema estratégico del peronismo ante Santiago Cúneo

Por Andrés Bustos Fierro, especial para NOVA
Al peronismo no se lo derrota: se lo infiltra, se lo desplaza o se lo reconfigura desde adentro. Esto lo entendieron muchos actores a lo largo de la historia.
Lo supo Carlos Menem cuando privatizó sin romper con la liturgia justicialista. Lo supo Néstor cuando desde Santa Cruz se animó a tomar la palabra del movimiento y vestirla de derechos humanos. Y lo está entendiendo hoy Santiago Cúneo.
Lo que Cúneo propone no es simplemente un giro doctrinario ni un capricho discursivo. Es, en rigor, una operación política con una carga estratégica sofisticada: activar una fisura latente en el corazón del peronismo, que ha sabido ser contenida, ignorada o comprada durante décadas, pero que sigue allí: la tensión entre el peronismo centralista y el peronismo federal.
Su idea de una Argentina confederada, con autonomías provinciales robustas, nuevos capitales culturales y un poder más distribuido, no es ingenua. No apunta a destruir el peronismo; apunta a romper su centro de gravedad.
A disputarle el monopolio del relato nacional desde las orillas. A horadar la legitimidad de un modelo de conducción que, para muchos, ya no representa ni conduce.
Y ahí está el caballo de Troya
No viene vestido de neoliberalismo, ni de progresismo ilustrado. Viene cubierto de símbolos justicialistas, de apelaciones al pueblo, de una Eva Perón que ya no habita en Juncal sino en las provincias olvidadas. Viene con un escudo, pero otro mapa.
En esa maniobra, Cúneo no solo desafía al kirchnerismo (esa versión tecnopolítica del viejo peronismo) sino que interpela a todos los sectores del movimiento: a los gobernadores que se sienten rehenes de una conducción porteña, a los sindicatos que ya no movilizan como antes, a las bases que hace rato perdieron el entusiasmo por los nombres pero conservan algo del fuego por los símbolos.
El dilema es claro: ¿puede el peronismo seguir funcionando como un movimiento nacional si pierde su eje nacional? ¿Qué queda cuando la idea de “unidad” se convierte en “confederación”? ¿Puede haber justicia social en un país fragmentado territorialmente? ¿Y si la confederación no fuera el fin del peronismo sino su próxima mutación?
El peronismo está acostumbrado a sobrevivir traiciones, pero no infiltraciones simbólicas. El verdadero riesgo no es que Cúneo le gane a los candidatos del PJ. El riesgo es que conquiste a los peronistas sin romper el peronismo, que logre reprogramar sus coordenadas desde dentro.
Una confederación puede sonar a libertad territorial. Pero también puede ser el primer paso hacia una fragmentación de la voluntad colectiva. Puede ser la emancipación de los pueblos o la renuncia silenciosa a construir una comunidad organizada.
La historia no se repite, pero rima. Y hoy, más que nunca, el peronismo debe decidir si quiere seguir siendo un movimiento con centro o una suma de partes con memoria. Porque si pierde el eje, también puede perder el relato.
Y sin relato, hasta el peronismo puede degradarse en una franquicia ideológica provincial: fragmentada, desmemoriada, sin centro ni causa.
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