Con la MUSICA de La pockoy pacha
Con mi poncho y mi guitarra, a rodar tierras salí
"Con mi guitarra patriota y confederal."
CHACARERA ARGENTINA
ANTIIMPERIALISTA ANTICAPITALISTA, ANTISIONISTA,
ANTILIBERAL Y ANTIFA.
de Francisco Alvero,
EL ANTI JUGLAR DE LA LIBERTAD
Dedicada a Santiago Cuneo, el Dogo argentino
y su proyecto politico CONFEDERAL.
I
Con mi guitarra patriota
patriota y confederal
y una copita de vino
nadie me puede callar.
A un vinito mendocino,
nadie se puede negar
por eso es que alzo mi copa
dispuesto para brindar.
De mi corazón criollazo,
argentino, ¿pa' que más?
quiero largar ya mis coplas
combatiendo al capital.
Cantando mi chacarera,
con ritmo confederal
voy transformando mis penas,
solito me se alegrar.
II
En honor a mis raíces,
del Qollasuyo nomas
un huaynito, una vidala,
despues les voy a cantar.
Con la esperanza a mi lau
nada me puede faltar
y este ritmo sincopado
me da ganas de bailar.
Cantando este copla hermano,
tengo ganas de luchar
por la Patria y mis derechos
y al yanqui hacerlo cagar
Cantando mi chacarera,
con alma confederal
ya mi sentir proletario
lo voy a hacer respetar.
El dilema estratégico del peronismo ante Santiago Cúneo

Por Andrés Bustos Fierro, especial para NOVA
Al peronismo no se lo derrota: se lo infiltra, se lo desplaza o se lo reconfigura desde adentro. Esto lo entendieron muchos actores a lo largo de la historia.
Lo supo Carlos Menem cuando privatizó sin romper con la liturgia justicialista. Lo supo Néstor cuando desde Santa Cruz se animó a tomar la palabra del movimiento y vestirla de derechos humanos. Y lo está entendiendo hoy Santiago Cúneo.
Lo que Cúneo propone no es simplemente un giro doctrinario ni un capricho discursivo. Es, en rigor, una operación política con una carga estratégica sofisticada: activar una fisura latente en el corazón del peronismo, que ha sabido ser contenida, ignorada o comprada durante décadas, pero que sigue allí: la tensión entre el peronismo centralista y el peronismo federal.
Su idea de una Argentina confederada, con autonomías provinciales robustas, nuevos capitales culturales y un poder más distribuido, no es ingenua. No apunta a destruir el peronismo; apunta a romper su centro de gravedad.
A disputarle el monopolio del relato nacional desde las orillas. A horadar la legitimidad de un modelo de conducción que, para muchos, ya no representa ni conduce.
Y ahí está el caballo de Troya
No viene vestido de neoliberalismo, ni de progresismo ilustrado. Viene cubierto de símbolos justicialistas, de apelaciones al pueblo, de una Eva Perón que ya no habita en Juncal sino en las provincias olvidadas. Viene con un escudo, pero otro mapa.
En esa maniobra, Cúneo no solo desafía al kirchnerismo (esa versión tecnopolítica del viejo peronismo) sino que interpela a todos los sectores del movimiento: a los gobernadores que se sienten rehenes de una conducción porteña, a los sindicatos que ya no movilizan como antes, a las bases que hace rato perdieron el entusiasmo por los nombres pero conservan algo del fuego por los símbolos.
El dilema es claro: ¿puede el peronismo seguir funcionando como un movimiento nacional si pierde su eje nacional? ¿Qué queda cuando la idea de “unidad” se convierte en “confederación”? ¿Puede haber justicia social en un país fragmentado territorialmente? ¿Y si la confederación no fuera el fin del peronismo sino su próxima mutación?
El peronismo está acostumbrado a sobrevivir traiciones, pero no infiltraciones simbólicas. El verdadero riesgo no es que Cúneo le gane a los candidatos del PJ. El riesgo es que conquiste a los peronistas sin romper el peronismo, que logre reprogramar sus coordenadas desde dentro.
Una confederación puede sonar a libertad territorial. Pero también puede ser el primer paso hacia una fragmentación de la voluntad colectiva. Puede ser la emancipación de los pueblos o la renuncia silenciosa a construir una comunidad organizada.
La historia no se repite, pero rima. Y hoy, más que nunca, el peronismo debe decidir si quiere seguir siendo un movimiento con centro o una suma de partes con memoria. Porque si pierde el eje, también puede perder el relato.
Y sin relato, hasta el peronismo puede degradarse en una franquicia ideológica provincial: fragmentada, desmemoriada, sin centro ni causa.
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